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Ospina enfatiza la dificultad que ha tenido el país para autorreconocerse y hacerse reconocer en el mundo,

dado que no ha sido posible construir una “conciencia de sí”, o una “leyenda nacional” incluyente. Esto se explica
por la herencia colonial, cuyo discurso fue adoptado por las élites que han gobernado el país en los últimos dos
siglos, pese a que desde el comienzo se hayan presentado como liberales y modernizantes, pues les ha sido
funcional para mantener sus privilegios, aún a costa del ejercicio de la violencia, pero ha impedido la formación
de un relato nacional incluyente y, muy por el contrario, ha mantenido encubierta y excluida una realidad
constituida por la diversidad cultural y étnica del pueblo, y por la riqueza y complejidad del territorio y la
naturaleza.

3Para soportar este argumento, el autor desarrolla un recorrido por la historia social, política y cultural del país,
destacando acontecimientos relevantes, realizando comparaciones con otros países latinoamericanos y
recurriendo a la crítica del arte, la literatura y la música nacionales.

4Por ejemplo, señala que si bien todos los países de América Latina tomaron prestado el discurso liberal durante
la época de la independencia para forjar la república, muchos de ellos fueron capaces de construir esa
“conciencia de sí” al reconocer su particularidad y proyectar al mundo su originalidad. Tal es el caso de México,
sobre todo a partir de la Revolución, que consiguió encontrar las raíces de su identidad en la herencia indígena,
pero también en un diálogo con las demás fuentes de su cultura, bellamente expresadas en los murales de
Diego Rivera. Fue ello lo que le permitió entrar en ese otro diálogo productivo con la cultura francesa, pese a la
disputa con el imperio frustrado, en calidad de igual.

5En contraste, para Ospina la dirigencia colombiana se ha empecinado por mantener encubierta cuanta
expresión política y cultural de los pueblos salga a la vista: desde sus formas de hablar hasta su música y su
literatura fueron despreciadas y excluidas del relato de nación. Tan así que fue la música, el arte y la literatura,
de la mano de novelas como María de Jorge Isaacs o La Vorágine de José Eustasio Rivera, las encargadas de
descubrir al país las riquezas de su territorio, su naturaleza y su gente, así como fue Cien años de soledad, la
encargada de descubrir ese mundo que las élites trataban de mantener oculto.

6La invisibilización del pueblo, su exclusión del relato nacional, es lo que está detrás de la violencia y se expresa
en que el elemento central de la unidad nacional : la lengua, que debería haber servido para hacer visible la
expresión del pueblo, fue hábilmente utilizada por la dirigencia para ocultar, camuflar o invisibilizar la realidad
de forma violenta, conformándose con simular o imitar las formas de los países que la élite consideraba
modernos, pero sin tomar conciencia de la forma como debería construirse la propia modernidad. Este
desencuentro o falta de correspondencia entre la lengua y la realidad, se expresa muchas veces como esa
incapacidad de dialogar, de proceder por las vías de la razón, y esa característica propensión a la violencia.

7Esta dinámica se refuerza por la mediocridad de las élites a la hora de construir un Estado incluyente y eficaz,
que dignificara al pueblo con una verdadera ciudadanía y un verdadero espacio público acordes con el discurso
liberal. Ospina ofrece numerosos ejemplos y comparaciones, que permiten inferir que el Estado colombiano
siempre ha estado al servicio de las élites y que ni siquiera se preocupó por satisfacer necesidades de
infraestructura tan mínimas como la red vial o los espacios públicos, pese al intento de la clase dirigente de ser
tan liberal como Francia o Estados Unidos.
8Uno de los aspectos más interesantes del ensayo de Ospina es la lectura que hace de ciertos acontecimientos
de la historia política colombiana. El ensayista enfatiza bastante en un acontecimiento mítico de la historia
nacional: el 9 de abril de 1948 y el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán. No en vano, la edición del
libro está acompañada de una fotografía que representa la violencia que se libró en esa fecha y de la frase: “La
vieja Colombia murió el 9 de abril de 1948: la nueva no ha nacido todavía”. Para Ospina, Gaitán representa el
verdadero liberalismo en contraste con el liberalismo y la modernidad hipócrita abrazada por las élites; su
discurso no buscaba la revolución, sino se centraba en hacer realidad las máximas de “Libertad, Igualdad y
Fraternidad”. Fue ese discurso el que por un corto período permitió la emergencia del pueblo, con todas sus
expresiones y su mestizaje. Esto, a fines de los años treinta y principios de los años cuarenta, asustó a las élites
de los partidos tradicionales, el Liberal y el Conservador, que por entonces no tenían mayores diferencias
ideológicas sino el interés de conservar a toda costa los privilegios de las élites que representaban.

9La violencia subsiguiente, que en la historiografía colombiana se ha expresado con el eufemismo de “la
Violencia”, de acuerdo con Ospina con el objeto de no reconocer que hubo una guerra civil que causó más de
doscientos mil muertos entre el pueblo raso, tuvo inicialmente como fin la persecución del gaitanismo. En efecto,
como narra Ospina, bajo el gobierno de Laureano Gómez, a partir de los años cincuenta, se desató una
persecución contra todo lo que oliera a liberalismo, pero sobre todo en contra de las gentes que desde los
campos habían recogido las banderas del caudillo y que se armaron en guerrillas para resistir el autoritarismo
gubernamental.

10Para demostrar la manera como la clase dirigente, con independencia del partido a que pertenecieran,
contemporizó luego de este período, Ospina examina el acuerdo bipartidista del Frente Nacional. En su
perspectiva, fue un pacto para continuar excluyendo toda expresión política distinta a la de las élites y de ahí el
carácter represivo y macartista que adoptó con cualquier intento de crítica, que engendraría una nueva escalada
de guerra con la aparición de las actuales guerrillas. Prueba del comportamiento de esas élites, a juicio de
Ospina, fue la eliminación de los rebeldes liberales que se acogieron a la amnistía bajo el gobierno de Rojas
Pinilla (1953-1957) –uno de los más modernizantes del siglo, pese a su proveniencia militar-, pero que después
fueron vilmente asesinados : Dumar Aljure, Guadalupe Salcedo y Efraín González. Ese comportamiento
constituye una constante que alimenta permanentemente la violencia, y lo peor, de acuerdo con nuestro autor,
es que las élites jamás pidieron perdón por haber recurrido al discurso fanático que llevó al pueblo a la debacle,
como tampoco pidieron perdón por apropiarse de la tierra de las víctimas y que hace que la situación, al menos
en relación con la propiedad rural y agraria, sea igual o peor que cuando se fundó la república.

11Una de las críticas que con más vehemencia se han hecho tanto al anterior ensayo de Ospina como a Pa
que se acabe la vaina, es el énfasis que hace en la responsabilidad de las élites, cuya mediocridad e inoperancia
han conducido al país a la situación actual. Quizás para un lector no informado pueda ser un reduccionismo y
una exageración pensar que todo lo malo que ocurre en un país se explique por el terco empeño de sus élites
por mantener sus privilegios heredados de la época colonial.

12Sin embargo, el alegato de Ospina no debería descartarse de plano, si se toman en consideración las
comparaciones que hace con países como México, Ecuador o Bolivia, donde hubo procesos revolucionarios
que permitieron integrar al pueblo en la construcción de la nación. O incluso simplemente si se compara el caso
colombiano con países que renovaron su clase dirigente en algún momento, ya fuese gracias a los gobiernos
populistas o a la más reciente “antipolítica”. En Colombia aún domina lo que anteriormente las ciencias sociales
latinoamericanas denominaban la “oligarquía”, para designar aquella clase que descendía de los criollos y que
se transmitía sus capitales políticos, socioeconómicos y culturales por herencia. Este postulado podría
corroborarse con rigor si se realiza la genealogía de la actual élite política.

En primera instancia, esta rama estaría dividida entre quienes lucharon por los derechos del pueblo, y los
liberales y conservadores.

Cabe resaltar que solo voy a nombrar los que a mi parecer son mas relevantes:

- Manuel Quintín Lame: Luchador por los derechos del pueblo indígena que logro que estos fueran escuchados
y su prevalencia hasta la actualidad como una raza perteneciente a la diversidad pluriètnica y multicultural del
país.

- Gaitàn: liberal asesinado, cuyo legado hoy forma parte importante de la memoria histórica, ya sea buena o
mala de Bogotà. Sus proyectos giraban en torno a la ayuda al pueblo, y a que este pudiera participar realmente
dentro de las decisiones políticas. Su gran influencia causo que los mismos miembros de su propio partido,
dejaran de apoyarlo, y fueran posibles directos o indirectos responsables de la muerte de este.
- Desde la llegada de la colonia, se cultivaron los valores como el desprecio por las razas, argumentadas bajo
pretextos de la inferioridad, que casi llevan a la extinción de la comunidades indígenas y afrodecendientes, que
tuvieron que ubicarse en zonas aisladas para poder sobrevivir.

- Los colonos, no tuvieron como prioridad aportar a su territorio, mas bien se ocuparon se saquear y explotar a
los nativos. Por ello es tan evidente que posteriormente a la independencia, la mayoría de los territorios se
encontrara en constantes disputas por la organización política de cada nación.

- Los procesos de modernización se ven mas atrasados, en comparación con Europa y Norteamerica , por las
mismas razones anteriores, y por las crisis generadas a causa de las disputas.

- La guerra civil generada entre liberales y conservadores, produjo derrotas historicas dentro de la politica en
Colombia y nunca realmente dejaron nada bueno.

Consecuencias

- La influencia externa, así como dejo cosas rescatables, también cosas que no lo son, como la llegada del
narcotráfico y otras mafias que actualmente representan un problema para el país.

- La llegada de la guerra se convirtió en otro importante factor, que represento un obstáculo mas, dentro del
desarrollo del territorio.

- Esta herencia que dejo Europa, dio origen a a dirigentes mezquinos, que solo se preocupaban por beneficio
propio, y que asi mismo dejaron leyes desequilibradas en donde "La ley es solo para los de ruana" como se
afirma en el libro.

- Todas estas épocas estuvieron protagonizadas por la iglesia y el Estado, que le sellaron el paso al liberalismo
real y dejaron a todos dentro de una edad media, durante mucho tiempo. Que no permitieron al pueblo pensar
ni manifestarse.

- Los en ese entonces lideres populares, representaron alguna vez para el pueblo un ejemplo e imagen de líder,
pero solo dejaron "La maldición burocrática del centralismo" como se cita del libro.

Causas:

Aquí, se habla de la situación principalmente política de Colombia, y de su evolución, marcada por un oscuro
pasado lleno de engaño , interés y traición, que dejaron secuelas a la Nación, y por las cuales actualmente
sufrimos las consecuencias. Y es que esto se vino presentando desde épocas coloniales, donde muchas de
sus "enseñanzas", perduraron como herencia de un pasado que parece no tener futuro.

Contexto Histórico

Liberales y Conservadores: Ambos partidos políticos, concluyeron con que uno y otro querían llegar a los
mismos fines en cuanto a ambición y objetivos, solo varían en cuanto a lo que promulgaban, y que genero por
supuesto las guerras civiles, que concluyeron en un simple acuerdo de "PAZ". Tambien se parecen en cuanto
a que utilizaron las armas y la violencia como modo de guerra, en vez del habla. En general sus fines eran los
mismos y solo buscaban poder poniendo de lado al pueblo que realmente los necesitaba.

El atraso en la modernización de los centros urbanos , la desilusión por parte de los gobernantes en cuanto al
territorio que les correspondió gobernar, y que esto sea una de las posibles causas de la situación de crisis
política, social y económica que se vivencia actualmente, pero esto no es posible afirmarlo ya que estos tampoco
hacen nada por mejorar la situación . Que por esto mismo dependamos de la aprobación de países como USA,
para realizar cualquier movimiento. Que aparentemente nada de lo que tenemos parece ser nuestro, y ya ni
siquiera existe unificación, y como lo dice el autor en resumidas palabras, si no estamos unidos al menos
estamos juntos, y esta brecha de unión es la lengua. Que apresar de tanta diversidad que tenemos, estamos
dándoselo todo al mundo, y parece que nada quedara finalmente para nosotros salvo las migajas. Nos estamos
perdiendo cada vez mas, y no falta o falta mucho para que terminemos en NADA.

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