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Rúbrica
Según Díaz Barriga (2004) las rúbricas son guías o escalas de evaluación donde se
establecen niveles progresivos de dominio o pericia relativos al desempeño que una
persona muestra respecto de un proceso o producción determinada. Las rúbricas
integran un amplio rango de criterios que cualifican de modo progresivo el tránsito
de un desempeño incipiente o novato al grado de Portafolio experto. Son escalas
ordinales que destacan una evaluación del desempeño centrada en aspectos
cualitativos, aunque es posible el establecimiento de puntuaciones numéricas; de
acuerdo con Goodrich (1997) las rúbricas son herramientas poderosas para la
enseñanza y la evaluación ya que permiten mejorar y supervisar el desempeño del
alumno, al establecer expectativas claras y criterios concisos para lograr dichas
expectativas, ayudan a definir en qué consiste la calidad de los aprendizajes por lo
que los alumnos y profesores realizan juicios reflexivos sobre su trabajo y el de los
demás, ayudan a los profesores a incrementar la propia calidad de su enseñanza,
incrementan el sentido de responsabilidad y la autodirección de los alumnos,
consolidar estrategias para la autoevaluación y coevaluación, retroalimentan a los
alumnos acerca de sus fortalezas y de las áreas que requieren mejorar.
Portafolio
El portafolio como instrumento de evaluación, permite evaluar lo que las personas
hacen, no solo lo que dicen que hacen o lo que creen saber, puesto que se centran
en el desempeño mostrado en una tarea auténtica, los portafolios permiten
identificar el vínculo de coherencia entre los saberes conceptual y procedimental
(Díaz Barriga, 2004). Algunos autores definen el portafolio como una selección o
colección de trabajos académicos que los alumnos realizan en el transcurso de un
ciclo o curso escolar y se ajustan a un proyecto de trabajo dado; la evaluación
mediante portafolios es una evaluación del desempeño y en determinadas
situaciones se convierte en una evaluación auténtica; de esta manera los alumnos
tienen que demostrar que son capaces de ejecutar determinadas tareas (escribir un
ensayo, resolver un problema, concluir un caso, etc).
Lista de cotejo
Corresponden a una lista de aspectos (características, cualidades, secuencia de
acciones, etc.) a ser observados en el desempeño o ejecución práctica de algo y
sobre las cuales se desea determinar su presencia o ausencia. Tienen siempre dos
posibilidades de respuesta: Ej sí o no; logrado o no logrado, etc. Esta lista sirve
para determinar si cada uno de los elementos importantes está representados o no
en el procedimiento del alumno, sin intención de calificar el nivel en que se realizó
cada uno. Las Pautas de cotejo o check list: SI / NO: para medir si la característica
está presente o ausente, cuando existe un estándar absoluto y cuando se aceptan
pequeños grados de tolerancia para el éxito del desempeño. (Ruíz, 2007:35)
Según Costa (1998, p. 32), la lista "debe reflejar las fortalezas y debilidades de los
alumnos y promocionar una definición de metas", de tal manera que los resultados
de la observación permitan al docente preparar y desarrollar estrategias para ayudar
a los alumnos a desarrollar sus habilidades. El mismo autor menciona algunos de
los comportamientos que el observador debe calificar con la siguiente escala: 1 =
Sí 2 = No
Escala valorativa
Es un conjunto de criterios específicos fundamentales que permiten valorar el nivel
en el que se encuentran los alumnos y permite valorar el aprendizaje por medio de
indicadores de desempeño (Secretaría de Educación Pública, 2011).
La evaluación no solo debe ser una herramienta que nos proporcione información
sobre si se han conseguido o no los objetivos perseguidos, según Santos-Guerra
(2014), esta debe indicarnos también por qué no se han alcanzado. Es aquí donde
cobra sentido la evaluación formativa, la cual es entendida por López-Pastor y
Pérez-Pueyo, (2017) como el proceso de evaluación cuya principal función es
procurar que el alumnado aprenda más y el profesorado perfeccione su práctica
docente. No se trata de quedarse en la mera calificación de las producciones de
nuestro alumnado, sino de disponer de la información necesaria para que pueda
mejorar y aprender más.
En este sentido, Díaz-Lucea (2005) dice que la evaluación formativa debe estar
integrada en el proceso de enseñanza-aprendizaje y en las tareas habituales del
profesor. Además tiene que ser una ayuda tanto para los alumnos como para el
profesor en vez de suponer una carga añadida. Como docentes, en ocasiones nos
puede producir cierta inquietud que nuestro alumnado obtenga excelentes
resultados, ya que se puede pensar que no les presentamos retos a su medida.
Pero, ¿acaso no es el sueño de todo docente tener unos alumnos de sobresaliente?
Pues permitámosles que puedan llegar a ello dándoles la oportunidad de saber en
qué han fallado y qué tienen que hacer para llegar a él. Así seguro que todos, o casi
todos, llegarán.
Bibliografía
Castejón, Javier, Marta Capllonch, Natalia González y Víctor Manuel López Pastor (2009), “Técnicas
e instrumentos de evaluación formativa y compartida para la docencia universitaria”, en Víctor
Manuel López Pastor (coord.), Evaluación formativa y compartida en educación superior, Madrid,
Narcea, pp. 65-91.
Costa. (1998). Evaluación del aprendizaje, enfoque actual de la evaluación del aprendizaje. México:
Monterey, p.32.
DÍAZ B. Frida y RIGO, Marco A. (2000). Formación docente y educación basada en competencias.
En VALLE F., María de los Ángeles. Formación en competencias y certificación profesional. México,
UNAM/CESU.