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Universidad de Buenos Aires

Facultad de Psicología

TESIS DE LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA

“El lugar del masoquismo en la subjetividad neurótica”

Tutor: Grosso, María Verónica


DNI: 24.756.794

Alumna: Yerusalmi, Nadia


L.U: 371138500

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ÍNDICE

1) Tema _________________________________________ 3

1.1. Introducción

1.2. Recorte del tema

1.3. Planteo de la pregunta/problema

1.4. Marco Teórico

2) Estado del Arte_______________________________ 6

3) Objetivos_____________________________________ 15

4.1. Objetivo general

4.2. Objetivos específicos

4) Metodología______________________________________ 16

5.1. Método

5.2. Diseño

5.3. Universo y muestra

5.4. Fuente para la recolección de datos

5) Desarrollo: análisis teórico-práctico ___________________ 18

6.1. La venus de las pieles

6.2. Masoquismo y Violencia de Género

6.3. El masoquismo estructural en la subjetividad neurótica

6) Conclusiones ________________________________________ 28

7) Bibliografía __________________________________________ 30

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1) Tema

1.1) Introducción

La siguiente Tesis de Licenciatura constituye el requisito de finalización de la carre-


ra de grado de Licenciatura en Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Para la
misma, se realizará una articulación teórico-práctica entre las tres figuras del masoquismo
propuestas por Sigmund Freud: Masoquismo Erógeno Primario, Masoquismo Femenino y
Masoquismo Moral (1923-1924) y, por un lado, el caso de Carla Figueroa, una mujer ase-
sinada a cuchillazos por su marido, vinculado a la problemática del “femicidio”; por otro
lado, se llevará a cabo un análisis alrededor del Masoquismo Erógeno Primario en rela-
ción a la película “La venus de las pieles” de Roman Polanski. Este recorrido nos llevará
por último, a realizar un análisis de los tres tipos de masoquismos mencionados anterior-
mente a nivel estructural en la neurosis. Para ello, se tomarán en cuenta desarrollos teóri-
cos planteados por psicoanalistas contemporáneos.
El análisis apunta a poder pensar el concepto freudiano de Masoquismo Erógeno
Primario, y también sus otras dos figuras que se fundamentan en él, como posible lectura
ante determinadas posiciones subjetivas, siendo el caso mencionado de Carla Figueroa,
aquel que intenta situarse como paradigmático.

1.2) Recorte del tema


El tema que será eje del trabajo que se desarrolla a continuación se ubica en el
Área Clínica en el contexto de una lectura psicoanalítica desde Freud y Lacan.
El caso que se desarrolla como ilustración del análisis vinculado al concepto de
Masoquismo Erógeno Primario de Sigmund Freud, es el caso reconocido periodísticamen-
te de Carla Figueroa, una mujer asesinada a cuchillazos en diciembre del 2011 por Marce-
lo Tomaselli, su marido. Carla y Marcelo se habían conocido cuando ella tenía 14 años y
él 20. Fueron pareja y al corto tiempo, tuvieron un hijo. Cuando Carla tenía 18 años de-
nunció que su pareja, tras una ruptura, la había violado amenazándola con un cuchillo. El
hecho pudo ser comprobado y Tomaselli estuvo 8 meses preso, pero la justicia le conce-
dió la libertad a partir de la figura del “avenimiento”, la cual pudo otorgarse por el juez de-
bido a que Carla y Marcelo se casaron legalmente. Ambos confirmaron que habían re-
compuesto su relación, dando lugar a un casamiento por civil. Según informes periodísti-

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cos, ella se había propuesto sacar a Marcelo de la cárcel. Días después, Carla apareció
asesinada a cuchillazos y Tomaselli quedó como el único sospechoso del homicidio.
Lo que surgirá a partir del artículo periodístico es un análisis vinculado al concepto
de Masoquismo Erógeno Primario desarrollado por Sigmund Freud. La pregunta que reco-
rrerá la articulación propone pensar a dicho concepto como lectura de determinadas posi-
ciones subjetivas que se plantean en algunos casos de violencia entre parejas. En este
caso, se toma el caso de Carla Figueroa porque allí se sitúa toda una serie de conflictos
en la pareja, que incluye una violación demostrada, un casamiento y el final trágico de su
muerte.
Como segundo tema de análisis, se presenta la película “La venus de las pieles” de
Roman Polanski. La misma, representa a la obra del escritor austríaco Leopold von Sa-
cher-Masoch. Dicho autor nació en 1836, y su apellido fue el inspirador de la palabra ma-
soquismo. La obra implica la quinta de una serie de obras que ha escrito acerca del amor,
planteadas con un sesgo perverso, lo cual en su momento se convirtió en escándalo, y al
mismo tiempo en éxito para la cultura Francesa. El análisis alrededor de la película servirá
para desplegar, a partir de una metáfora teatral, toda una serie de puntuaciones vincula-
das a las tres figuras del masoquismo como estructurales de la subjetividad neurótica.

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1.3) Planteo de la pregunta problema
Las preguntas que se plantean a partir de estos desarrollos son: ¿Qué lectura se
puede realizar en relación a una posible articulación entre el concepto de Masoquismo
Erógeno Primario planteado por Sigmund Freud y el caso de Carla Figueroa? ¿Cuál es la
relación entre Masoquismo Erógeno Primario, Masoquismo Femenino y Masoquismo Mo-
ral? ¿Son las tres figuras del masoquismo condiciones estructurales de la subjetividad
neurótica? ¿Alcanza con el concepto de Masoquismo para pensar casos de violencia en-
tre parejas?

1.4) Marco Teórico


El Marco Teórico a partir del cual se desarrollará el análisis será el Psicoanálisis
desde una lectura que se propone alrededor de Freud y Lacan.
Se trabajará, por un lado, a partir de la lectura de las obras de Freud, tomando
como eje del análisis los conceptos de Masoquismo Erógeno Primario, Masoquismo Moral
y Masoquismo Femenino planteados en “El problema económico del masoquismo” (1924).
Para su desarrollo, se tomarán determinadas obras del autor tales como “Más allá del
principio de placer” (1920), “Pegan a un niño” (1919), “Pulsiones y destinos de
pulsión” (1915), y otras, en donde se pueden localizar antecedentes al concepto de Ma-
soquismo Erógeno Primario. Por ejemplo: “Tres ensayos de teoría sexual” (1905) y La re-
presión (1915).
Por otro lado, se tomarán los aportes aprendidos en la Materia Electiva “Clínica
Psicoanalítica”, cuyo titular a cargo es David Laznik y la cual corresponde al Ciclo de
Formación Profesional. Dichos aportes, permitirán desplegar el análisis del concepto de
Masoquismo en la subjetividad neurótica, a partir de una lectura tanto freudiana como la-
caniana realizada por autores psicoanalistas contemporáneos como David Laznik y Hele-
na Lubián.

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2) Estado del Arte
En 1905, Freud sitúa en su obra “Tres ensayos de teoría sexual” el punto de parti-
da para el análisis que se realizará del Masoquismo Erógeno Primario en el siguiente tra-
bajo. Plantea que “la designación “masoquismo” abarca todas las actitudes pasivas hacia
la vida y el objeto sexuales (…) A menudo puede reconocerse que el masoquismo no es
otra cosa que una prosecución del sadismo vuelto hacia la persona propia, la cual en un
principio hace las veces del objeto sexual. El análisis clínico de casos extremos de per-
versión masoquista nos hace ver la cooperación de una vasta serie de factores que exa-
geran y fijan la originaria actitud sexual pasiva (complejo de castración, conciencia de cul-
pa)” (Freud, 1905, p. 144). Freud ubica que crueldad y pulsión sexual mantienen una rela-
ción estrecha y que la misma se plantea a partir del componente agresivo de la libido. Lo
llamativo de está perversión lo plantea en términos de que la misma mantiene su forma
activa y su forma pasiva en una misma persona: “el que siente placer en producir dolor a
otro en una relación sexual es capaz también de gozar como placer del dolor que deriva
de unas relaciones sexuales. Un sádico es siempre también al mismo tiempo un maso-
quista, aunque uno de los dos aspectos de la perversión, el pasivo o el activo, puede ha-
berse desarrollado en él con más fuerza y constituir su práctica sexual
prevaleciente” (Freud, 1905, p.145).
En “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915), Freud advierte que el estímulo pulsio-
nal no proviene del mundo exterior, sino del interior del propio organismo. La pulsión ope-
ra como una fuerza constante (Drang), atacando desde el interior del cuerpo, por lo que
una “huida” nada puede valer contra ella. Este sería un antecedente ante aquello que si-
tuará luego en relación a la protección antiestímulo, la cual vale sólo para las excitaciones
provenientes del exterior, pero no de aquellas provenientes del interior del organismo.
Freud plantea a esta altura de su obra, la distinción entre las pulsiones sexuales y las de
autoconservación, y en relación a las primeras, ubica los distintos destinos que pueden
experimentar: el trastorno hacia lo contrario; la vuelta hacia la persona propia; la represión
y la sublimación. En relación al análisis respecto al concepto de Masoquismo Erógeno
Primario, resulta fundamental destacar tanto el primero como el segundo de los destinos:
el trastorno hacia lo contrario y la vuelta hacia la persona propia. Freud ubica, a esta altu-
ra de su obra, al masoquismo como un sadismo vuelto hacia el yo propio. Sin embargo,
este destino también involucra al de “trastorno hacia lo contrario” en términos de la vuelta
de una pulsión activa a una pasiva. Freud plantea: “El sadismo consiste en una acción
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violenta, en una afirmación de poder dirigida a otra persona como objeto. Este objeto es
resignado y sustituido por la persona propia. Con la vuelta hacia la persona propia se ha
consumado también la mudanza de la meta activa en una pasiva. Se busca de nuevo
como objeto una persona ajena, que, a consecuencia de la mudanza sobrevenida en la
meta, tiene que tomar sobre sí el papel de sujeto” (Freud, 1914-1916, p. 123). Aquí es
donde se podría plantear los antecedentes del planteo de un Masoquismo Erógeno Pri-
mario, y sería en términos de lo que Freud propone como “meta masoquista pasiva”: “(…)
pues tenemos todas las razones para suponer que también las sensaciones de dolor,
como otras sensaciones de displacer, desbordan sobre la excitación sexual y producen un
estado placentero, en aras del cual puede consentirse aun el displacer del dolor. Y una
vez que el sentir dolores se ha convertido en una meta masoquista, puede surgir retrogre-
sivamente la meta sádica de infligir dolores; produciéndoselos en otro, uno mismo los
goza de manera masoquista en la identificación con el objeto que sufre” (Freud, 1915, p.
124).
En los desarrollos planteados en “La represión” (1915) Freud sitúa, que al hablar
del proceso de represión, es necesario separar a la representación representante de la
pulsión (agencia representante de pulsión) por un lado, y aquello que sitúa como el “mon-
to de afecto” y que refleja el elemento cuantitativo de la agencia representante psíquica.
El “monto de afecto” puede presentar un destino totalmente diferente al de la represión de
la representación: “El destino general de la representación representante de la pulsión di-
fícilmente pueda ser otro que este: desaparecer de lo consciente si antes fue consciente,
o seguir coartada de la conciencia si estaba en vías de devenir consciente. (…) El factor
cuantitativo de la agencia representante de pulsión tiene tres destinos posibles (…) La
pulsión es sofocada por completo, de suerte que nada se descubre de ella, o sale a la luz
como un afecto coloreado cualitativamente de algún modo, o se muda en
angustia” (Freud, 1915, p. 148).
En 1919, Freud ubica a la representación-fantasía de “pegan a un niño” como
aquella manifestada no sólo por las personas que han acudido al tratamiento analítico a
causa de una enfermedad, sino para los que no poseen enfermedad manifiesta. La fanta-
sía, vinculada a la conflictiva edípica, da lugar a sentimientos placenteros y, en la mayoría
de las veces a una descarga onanista, repitiendo a la misma en innumerable cantidad de
veces. Afirma que estas primeras fantasías fueron cultivadas desde temprano, en el quin-
to o sexto año, aunque también considera que hayan podido tener una prehistoria vincu-
lada a los factores libidinosos congénitos despertados por las vivencias y ligados a ciertos
complejos. En términos de Freud: “sabemos que una perversión infantil de esta índole no
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necesariamente dura toda la vida; en efecto, más tarde puede caer bajo la represión, ser
sustituida por una formación reactiva o ser trasmutada por una sublimación (…) Pero si
estos procesos faltan, la perversión se conserva en la madurez (…)” (Freud, 1919, p.
179). Es así como otorga una lectura para la génesis de la perversión.
En relación a la fantasía, en una primera fase, la misma pone en evidencia que no
es el niño fantaseador el azotado, sino que es otro niño. Puede tratarse de un hermanito
en caso de que lo haya. Es por esto que Freud adjudica a esta primera fase el carácter de
sádica, aun no siendo el fantaseador aquel que pega, sino el padre. El enunciado enton-
ces es el siguiente: “el padre pega al niño”, la cual es pensada en términos de “el padre
pega al niño que yo odio”. Esta primera fase, es advertida como fantasía proveniente de
la época de amor incestuoso, en donde “el padre solo me ama a mí, no al otro niño”, dan-
do lugar a la satisfacción de los celos, dependiente de la vida amorosa del niño y de sus
intereses egoistas.
Con la segunda fase aparecen grandes trasmudaciones: el padre sigue siendo
aquel que pega pero ahora el niño azotado es el fantaseador. Su enunciado es entonces:
“yo soy azotado por el padre”, y el carácter de está fantasía es indudablemente masoquis-
ta. Esta fantasía refleja una construcción del análisis, ya que nunca ha tenido una existen-
cia real, y responde a la conciencia de culpa, la cual logra la trasmudación del sadismo en
masoquismo: “este ser-azotado es ahora una conjunción de conciencia de culpa y erotis-
mo; no es sólo el castigo por la referencia genital prohibida, sino también su sustituto re-
gresivo, y a partir de esta última fuente recibe la excitación libidinosa que desde ese mo-
mento se le adherirá y hallará descarga en actos onanistas. Ahora bien, sólo esta es la
esencia del masoquismo” (Freud, 1919, P.186). Aquí es entonces cuando Freud propone
que la esencia del masoquismo es erotismo y conciencia de culpa.
La tercera fase deja nuevamente indeterminada a la persona que pega, y plantea
que ahora son muchos los niños azotados. Probablemente el niño fantaseador este mi-
rando: “la fantasía es ahora la portadora de una excitación intensa, inequívocamente se-
xual, y como tal procura la satisfacción onanista” (Freud, 1919, p. 183). Freud plantea que
la fantasía, ahora semejante a la de la primera fase, parece haber vuelto nuevamente ha-
cia el sadismo. Sin embargo, ubica que sólo su forma es sádica, puesto que la satisfac-
ción que gana con ella es masoquista, porque su intencionalidad toma sobre sí la investi-
dura libidinosa de la segunda fase, y con ella la conciencia de culpa. Por lo tanto, los mu-
chos niños indeterminados azotados son sustituciones de la persona propia.
Freud vincula a la conciencia de culpa con el onanismo de la primera infancia, y no
sólo al acto onanista, sino más bien a la fantasía ligada al mismo, proveniente del Com-
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plejo de Edipo. Entonces, la segunda fantasía de carácter inconsciente, “surgió por repre-
sión y regresión, del deseo incestuoso de ser amado por el padre” (Freud, 1919, p. 192).
En relación a la génesis del masoquismo, todavía a esta altura lo ubica no como
una exteriorización pulsional primaria sino como reversión del sadismo hacia la persona
propia: (…) Pulsiones de meta pasiva son dadas desde el comienzo mismo, sobre todo en
la mujer pero la pasividad no constituye todavía el todo del masoquismo (…) La transmu-
tación del sadismo en masoquismo parece acontecer por el influjo de la conciencia de
culpa que participa en el acto de represión” (Freud, 1919, p. 190-191). Para Freud estas
observaciones permiten esclarecer sobre la génesis de las perversiones en general, y en
particular del masoquismo, la cual refiere al amor incestuoso, al complejo de Edipo. Es
decir, el masoquismo surge dentro de este complejo y luego, al ser quebrantado perma-
nece como herencia libidinosa junto a la conciencia de culpa que lleva adherida. La fanta-
sía de paliza entonces sería como la cicatriz que el proceso deja tras su finalización.
A partir de 1920, con “Más allá del principio de placer”, Freud da cuenta de que no
es el principio de placer aquello que gobierna al aparato psíquico. Es la propia clínica la
que lo contradice, en donde se refleja cómo el sujeto repite lo displacentero, devolviendo
vivencias pasadas que no contienen ninguna posibilidad de placer, y que tampoco en su
momento pudieron tratarse de satisfacciones, lo cual se contrapone al principio de placer.
Los tres referentes que justifican esta introducción son: los sueños de las Neurosis de
Guerra, el juego del niño y la transferencia, situaciones en donde aparece lo que Freud
ubica como la compulsión de repetición. Cuando sitúa a los sueños de las Neurosis de
Guerra afirma que el sueño, al reconducir al sujeto a la situación patógena una y otra vez,
deja de cumplir la función del mismo como cumplimiento de un deseo. Ubica que, o bien
se trata de una afección o un desvío en sus propósitos, o bien se trata de unas enigmáti-
cas tendencias masoquistas del yo.
Freud plantea que “en el alma existe una fuerte tendencia al principio de placer,
pero ciertas otras fuerzas o constelaciones la contrarían, de suerte que el resultado final
no siempre puede corresponder a la tendencia al placer” (Freud, 1920, p. 9). Ahora bien,
en relación a la transferencia, y siguiendo la línea de lo que expone Freud en base a los
otros dos referentes, se ubica que el analizado repite en transferencia lo reprimido con fi-
delidad no deseada, y eso que repite contiene un fragmento de la vida sexual infantil, del
complejo de Edipo y sus ramificaciones, lo cual se escenifica en la relación con el médico.
Freud afirma que en el analizado, “su compulsión a repetir en la transferencia los episo-
dios del período infantil de su vida se sitúa, en todos los sentidos, más allá del principio de
placer. El enfermo se comporta en esto de una manera completamente infantil, y así nos
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enseña que las huellas mnémicas reprimidas de sus vivencias del tiempo primordial no
subsisten en su interior en el estado ligado, y aun, en cierta medida, son insusceptibles
del proceso secundario” (Freud, 1920, p. 36). Esas experiencias, aun en el momento del
acontecimiento, no pudieron dar lugar a ninguna vivencia placentera. Sin embargo, se re-
piten. Una compulsión esfuerza a eso. Eso mismo que plantea a nivel de los fenómenos
de transferencia de los neuróticos, Freud lo sitúa también en personas no neuróticas. Allí,
aparece el orden del “destino”, en palabras de Freud, con un “sesgo demoníaco”, en don-
de la compulsión de repetición lleva en individuos a vivenciar idénticos desenlaces en las
relaciones humanas una y otra vez. Lo sorpresivo lo ubica en aquellos “casos en que la
persona parece vivenciar pasivamente algo sustraído a su poder, a despecho de lo cual
vivencia una y otra vez la repetición del mismo destino” (Freud, 1920, p. 22). Freud ubica
en relación a esto el ejemplo de aquella mujer que se casa tres veces y que en cada una
de ellas se vio forzada a cuidar a su marido enfermo en su lecho de muerte. En palabras
de Freud: “Lo que resta es bastante para justificar la hipótesis de la compulsión de repeti-
ción, y esta nos aparece como más originaria, más elemental, más pulsional que el princi-
pio de placer que ella destrona” (Freud, 1920-1923, p. 23).
Freud propone representar al organismo vivo en su máxima simplificación posible,
como una vesícula indiferenciada de sustancia estimulable. A causa de los incesantes es-
tímulos externos sobre la superficie de la vesícula, la sustancia se altera hasta una cierta
profundidad, formándose una corteza que ofrece las condiciones más favorables para la
recepción de estímulos y que deja de ser susceptible de ulterior modificación. Sitúa a esta
vesícula viva flotando en medio de un mundo exterior sumamente cargado de energías
potentes, y gracias a una protección antiestímulo, la misma recibe sólo una fracción de la
intensidad de aquella energía del mundo exterior. Ahora bien, Freud ubica que también
este estrato cortical sensitivo recibe excitaciones desde adentro: “las excitaciones de los
estratos más profundos se propagan hasta el sistema de manera directa y en medida no
reducida, al par que ciertos caracteres de su decurso producen la serie de las sensacio-
nes de placer y displacer” (Freud, 1920-1922, p. 28). Para las grandes excitaciones pro-
venientes del mundo exterior, es a la protección antiestímulo a cual se le plantea el
desafío, pero para aquellas que provienen del interior, la misma no es posible de actuar.
Freud propone allí el origen de la proyección, la cual tiende a tratar a las excitaciones in-
ternas como si fueran obra del mundo exterior, y así poder aplicar la protección antiestí-
mulo. Esto podría pensarse también como un modo de anticipar la desviación de la pul-
sión de muerte hacia los objetos del mundo exterior con ayuda de la musculatura que
planteará más adelante.
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La tarea de los estratos superiores del aparato anímico sería entonces ligar la excitación
de las pulsiones que entran como proceso primario. Sólo mediante dicha ligazón es posi-
ble establecer el imperio del principio de placer. Aquellas excitaciones no ligadas, serían
entonces el núcleo de lo que se plantea como más allá del principio de placer, y que
Freud lo ilustra mediante el juego infantil, las neurosis traumáticas y la compulsión de re-
petición: “Las exteriorizaciones de una compulsión de repetición que hemos descrito en
las tempranas actividades de la vida anímica infantil, así como en las vivencias de la cura
psicoanalítica, muestran en alto grado un carácter pulsional y, donde se encuentran en
oposición al principio de placer, demoníaco” (Freud, 1920-1922, p. 35).
Con los desarrollos que Freud realiza en “El yo y el ello” (1923) vinculado a la gé-
nesis del ideal del yo o superyó, como consecuencia del complejo de Edipo, afirma que
en relación al varón “no posee sólo una actitud ambivalente hacia el padre, y una elección
tierna de objeto en favor de la madre, sino que se comporta también simultáneamente,
como una niña: muestra la actitud femenina tierna hacia el padre, y la correspondiente ac-
titud celosa y hostil hacia la madre” (Freud, 1923, p. 35). Freud ubica en el caso de los
neuróticos la existencia de un complejo de Edipo completo , en donde se refleja tanto la
moción erótica y la moción hostil hacia cada uno de los padres. “Así, como resultado más
universal de la fase sexual gobernada por el complejo de Edipo, se puede suponer una
sedimentación en el yo, que consiste en el establecimiento de estas dos identificaciones,
unificadas de alguna manera entre sí. Esta alteración del yo recibe su posición especial:
se enfrenta al otro contenido del yo como ideal del yo o superyó” (Freud, 1923, p. 36). La
génesis del superyó es ubicada por Freud tanto a causa del desvalimiento y la dependen-
cia del ser humano durante su infancia, como por el complejo de Edipo, que luego se ve
interrumpido por el período de latencia y que refleja la acometida en dos tiempos de la
vida sexual. Por otro lado, plantea que el ideal del yo es herencia arcaica y filogenética
del individuo: “La historia genética del superyó permite comprender que conflictos anterio-
res del yo con las investiduras de objeto del ello puedan continuarse en conflictos con su
heredero, el superyó. La amplia comunicación de este ideal con esas mociones pulsiona-
les inconcientes resolverá el enigma de que el ideal mismo pueda permanecer en gran
parte inconciente, inaccesible al yo” (Freud, 1923, p. 40).
Es en “El problema económico del masoquismo” (1924), en donde Freud ubica que
la existencia de la aspiración masoquista en la vida pulsional de los seres humanos es
enigmática, y que el masoquismo es incomprensible si es el principio del placer aquel que
gobierna los procesos anímicos. Freud cuestiona aquello que había planteado años ante-
riores en relación al principio de placer como “guardían de nuestra vida”, ya que da cuen-
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ta, de que no todo aumento de placer es necesariamente sentido como displacer, y toda
disminución como placer. Como ejemplo notable, ubica a la excitación sexual, en donde el
incremento del estímulo es placentero. Es entonces, que placer y displacer, no depende
de un carácter meramente cuantitativo, sino cualitativo.
En relación al masoquismo, Freud ubica que “se ofrece a nuestra observación en
tres figuras: como una condición a la que se sujeta la excitación sexual, como una expre-
sión de la naturaleza femenina, y como una norma de la conducta en la vida. De acuerdo
con ello, es posible distinguir un masoquismo erógeno, uno femenino y uno moral”.
(Freud, 1923-24, p. 167). El Masoquismo Femenino lo plantea como el más enigmático y
accesible a nuestra observación. En relación al Masoquismo Femenino en el varón, se
aprecia en las fantasías de personas masoquistas, las cuales pueden desembocar en el
acto onanista o que en sí mismas produzcan satisfacción sexual. El contenido de las
mismas es siempre el mismo: el ser amordazado, atado, golpeado dolorosamente, maltra-
tado, denigrado, ensuciado. Estas fantasías ponen en juego a la persona en una situación
característica de la feminidad y significan ser castrado, ser poseído sexualmente o parir.
Freud sitúa que “el deseo de ser golpeado por el padre, tan frecuente en fantasías, está
muy relacionado con otro deseo, el de entrar con él en una vinculación sexual pasiva (fe-
menina), y no es más que la desfiguración regresiva de este último (…) mediante el ma-
soquismo moral, la moral es resexualizada, el complejo de Edipo es reanimado, se abre la
vía para una regresión de la moral al complejo de Edipo (Freud, 1924, p. 175). En la mu-
jer, el Masoquismo Femenino es de orden biológico y constitucional.
En el Masoquismo Moral lo significativo es el padecer en sí mismo “el verdadero
masoquista ofrece su mejilla toda vez que se presenta la oportunidad de recibir una bofe-
tada” (Freud, 1924, p. 171). Freud ubica en relación a este tipo de masoquismo, una ne-
cesidad de castigo que se presenta como uno de los mayores obstáculos de la cura analí-
tica (Reacción Terapéutica Negativa) y que no quiere resignar la condición de enfermo: “el
padecer que la neurosis conlleva es justamente lo que la vuelve valiosa para la tendencia
masoquista” (Freud, 1924, p. 172). El sentimiento de culpa refleja la expresión de un con-
flicto entre el yo y el superyó, por el hecho de no estar a la altura de los reclamos del su-
peryó. El mismo, es el heredero del complejo de Edipo, luego de haber sido introyectados
en el yo la pareja parental, y habiendo experimentado una desvío de las metas sexuales
directas, conservando caracteres de las personas introyectadas: su poder, su severidad,
la vigilancia y el castigo.
En relación al Masoquismo Erógeno Primario Freud sitúa que “en el ser vivo (pluri-
celular), la libido se enfrenta con la pulsión de destrucción o de muerte; esta, que impera
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dentro de él, querría desagregarlo y llevar a cada uno de los organismos elementales a la
condición de la estabilidad inorgánica (…) La tarea de la libido es volver inocua esta pul-
sión destructora; la desempeña desviándola en buena parte -y muy pronto con ayuda de
un sistema de órgano particular, la musculatura- hacia afuera, dirigiéndola hacia los obje-
tos del mundo exterior. Recibe entonces el nombre de pulsión de destrucción, pulsión de
apoderamiento, voluntad de poder. Un sector de esta pulsión es puesto directamente al
servicio de la función sexual, donde tiene a su cargo una importante operación. Es el sa-
dismo propiamente dicho. Otro sector no obedece a este traslado hacia afuera, permane-
ce en el interior del organismo y allí es ligado libidinosamente con ayuda de la coexcita-
ción sexual antes mencionada: en este sector tenemos que discernir el masoquismo eró-
geno originario”. La pulsión de muerte actuante en el interior del organismo es idéntica al
masoquismo. Luego de que su parte principal haya sido trasladada hacia afuera, en el in-
terior permanece como su residuo, el genuino masoquismo erógeno, que por una parte ha
devenido un componente de la libido, pero por la otra sigue teniendo como objeto al ser
propio.
Tomando en cuenta una lectura lacaniana del concepto Masoquismo Erógeno Pri-
mario, David Laznik sitúa en su obra “Configuraciones de la transferencia: masoquismo y
separación” (2014), que el Masoquismo Erógeno Primario que señala Freud, viene a dar
cuenta de aquello que escapa a la constitución del cuerpo y del yo, y que permanece
como “fuera del cuerpo”: “es en esta exterioridad al cuerpo especular, en esta parte sepa-
rada del cuerpo, que se sostiene en Freud la disyunción entre cuerpo y goce”. (Laznik,
2014, p. 78). Siguiendo a Lacan, Laznik plantea que esa formalización en un Masoquismo
Erógeno Primario viene a dar lugar a una pérdida inaugural como parte perdida para el
cuerpo, ubicando un objeto como refugio de goce pulsional que no se postula bajo el prin-
cipio de placer.
En “Separación y desamparo”, Laznik y Lubián sostienen, siguiendo a Freud, que
el surgimiento de la angustia como señal es insuficiente contra el retorno de la angustia
traumática. La señal de angustia opera como protección ante la situación de peligro en
relación al peligro de la pérdida de objeto, mientras que la angustia traumática se encuen-
tra en nexo sumamente estrecho con la noción de desamparo, punto que refleja la impo-
sibilidad del sujeto de saber quién es para el deseo del Otro. Ambos autores afirman que,
tanto el juego del fort-da como el juego de “hacerse desaparecer así mismo en el espejo”,
son aquellos que permiten que el sujeto atraviese la instancia de desamparo. El punto de
desamparo, como lugar inhabitable, es también aquel que permite el advenimiento del su-
jeto.
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Siguiendo una lectura lacaniana de la fantasía “pegan a un niño” planteada por
Sigmund Freud, Elena Lubian ubica en “El estatuto del fantasma” que “El fantasma, “cica-
triz” del complejo de castración (…), inscribe también una modalidad de satisfacción que
no es ajena a las marcas que dejan las fantasías propias del atravesamiento de la trama
edípica” (Lubián, 2014, p. 100). A su vez, plantea que el golpe intrusivo de “lalangue” que
expresa Lacan, da cuenta de la posición de objeto del sujeto viviente que entra en la es-
tructura: “posición masoquista del lado del sujeto porvenir, articulada al sadismo del lado
del Otro (…) Entre el golpe de lalangue y la producción del fantasma se despliega una
compleja serie de operaciones que de no producirse o producirse fallidamente dificultarán
la posibilidad de que un sujeto pueda ser designado como deseante” (Lubián, 2014, p.
102-103).

14
4) Objetivos

4.1) Objetivo General

Ubicar la relación entre las tres figuras del Masoquismo planteadas por Sig-
mund Freud en la subjetividad neurótica: Masoquismo Erógeno Primario, Maso-
quismo Femenino y Masoquismo Moral.

4.2) Objetivos específicos

Articular el concepto de Masoquismo Erógeno Primario planteado por Sigmund


Freud con el análisis del caso de Carla Figueroa planteado como caso paradig-
mático de violencia entre parejas.

Realizar un análisis de la película “La venus de las pieles” dirigida por Roman
Polanski a partir de una lectura freudiana del Masoquismo

Situar la posición masoquista del sujeto que adviene al lenguaje

15
5) Metodología

Siguiendo a De Souza Minayo (2004) se entiende por metodología al camino del


pensamiento y de la práctica ejercida en el abordaje de la realidad. Para esta autora, la
metodología incluye las concepciones teóricas del abordaje, el conjunto de técnicas que
posibilitan la construcción de la realidad y el potencial creativo del investigador [(De Sou-
za Minayo, 2004), p. 14]
En la misma línea, se sostiene que la investigación vincula pensamiento y acción.
Nada puede ser intelectualmente un problema si no hubiera sido, en primer lugar, un pro-
blema de la vida práctica. Por ende, dichas cuestiones (las de investigación) se relacionan
a intereses y circunstancias socialmente condicionadas. Son frutos de determinada inser-
ción en lo real, encontrando en él sus razones y sus objetivos [(De Souza Minayo, 2004),
p. 14

5.1) Método
El método utilizado es el de la investigación de carácter cualitativo. La investiga-
ción es un conjunto de procesos sistemáticos, críticos y empíricos que se aplican al estu-
dio de un fenómeno (Hernandez Sampieri, Fernández Collado, & Baptista Lucio, 2010)
Siguiendo a este mismo autor, el enfoque cualitativo se guía por áreas o temas
significativos de investigación. Pueden desarrollar preguntas e hipótesis antes, durante o
después de la recolección y el análisis de los datos. La acción indagatoria se mueve en
ambos sentidos: entre los hechos y su interpretación, y resulta un proceso más bien “cir-
cular”.
La investigación cualitativa se preocupa por un nivel de realidad que no puede
ser cuantificado. Trabaja con el universo de significados, motivos, aspiraciones, creencias,
valores y actitudes, lo que corresponde a un espacio más profundo de las relaciones, de
los procesos y de los fenómenos que no pueden ser reducidos a una operacionalización
de variables. [(De Souza Minayo, 2004), p. 15]
La metodología de investigación cualitativa entonces, implica una fase explorato-
ria de la investigación, tiempo de interrogación sobre el objeto, presupuestos y teorías
pertinentes y cuestiones operacionales y metodológicas. Luego le sigue el trabajo de
16
campo, recorte empírico de la construcción teórica elaborada hasta el momento, para lue-
go proceder al tratamiento del material recogido en el campo (lo cual involucra la ordena-
ción, clasificación y análisis propiamente dicho) [(De Souza Minayo, 2004), p. 22].

5.2) Diseño
El diseño es de carácter exploratorio, en pos de examinar un problema de inves-
tigación poco estudiado, así como también para aumentar el grado de familiaridad con di-
cho fenómeno. Se busca mediante este diseño, obtener información sobre la posibilidad
de llevar a cabo una investigación más completa sobre el contexto presentado y que invo-
lucre un muestreo aún mayor. Además, se buscará identificar conceptos o variables pro-
misorias y sugerir postulados verificables para investigaciones futuras.

5.3) Universo y muestra


En la investigación cualitativa, la muestra es un grupo de personas, eventos, suce-
sos, comunidades, etc., sobre el cual se habrán de recolectar los datos, sin que necesa-
riamente sea representativo del universo o población que se estudia [(Hernandez Sampie-
ri, et al., 2010), p. 395] Ésta no busca generalizar resultados y tampoco es de carácter
probabilístico.
En el presente trabajo, por cualidades inherentes a la capacidad operativa de reco-
lección y análisis determinadas por el contexto de investigación detallado anteriormente,
se ha procedido a la realización de un estudio de caso y un análisis a partir de una pelícu-
la. Se trata de un muestreo oportunista o por conveniencia, ya que se toma ventaja de
una situación que se ha presentado al investigador para el desarrollo de un problema, a
posteriori de la recolección de datos.

5.4) Fuente para la recolección de datos


El proceso se desarrolla a través de un análisis teórico-práctico a partir del mate-
rial de un caso y una película. A su vez, a partir de articulaciones que se plantean a modo
de hipótesis entre la teoría y una lectura de la misma realizada por quien escribe este
análisis.

17
6) Desarrollo

6.1) La venus de las pieles


El análisis se plantea alrededor de la película “La venus de las pieles” dirigida por
Roman Polanski y basada en la obra mencionada en la introducción.
La película entera está filmada en un teatro y refleja un recorte sincrónico, en don-
de toda la trama acontece en un día y dentro de un mismo lugar.
Luego de pasar un día realizando audiciones a actrices para la obra que presenta-
rá (La venus de las pieles), Thomas se encuentra totalmente frustrado y enojado por la
mediocridad de las candidatas que se habían presentado. Antes de salir del teatro, al
creer finalizar un arduo día de trabajo, llega Vanda, una mujer que se presenta como vul-
gar, irrespetuosa y que se impone para que Thomas la vea interpretar el papel de Wanda,
para el cual habían audicionado mujeres todo el día. Vanda había llegado tarde a la audi-
ción, en el momento en que Thomas se encontraba abandonando el teatro hasta el día
siguiente. Sin embargo, su modo de desenvolverse a partir de la imposición genera que
finalmente Thomas la vea actuar, y allí es cuando él queda totalmente cautivado por el
modo en que Vanda comprende e interpreta perfectamente el personaje. Allí empieza a
acontecer la obra, interpretada por Vanda y, a pedido de ella, por Thomas, quien se pone
en la piel de Severin von Kusiemski y despliega las líneas de la obra “La venus de las pie-
les”.
Toda la primera parte de la película transcurre en relación a lo que Severin von Ku-
siemski le solicita a Wanda von Dunajew: que lo trate como su esclavo, que lo domine,
pide ser su objeto. Kusiemski afirma que su pasión por las pieles se debe a que, de pe-
queño, su tía se acercó con un gran tapado de piel, y se lo quitó comenzando a azotarlo
en sus nalgas. Allí, el personaje plantea que no hay nada más sensual que el dolor y que
no hay nada más excitante que la humillación. “Por favor Wanda, tráteme con crueldad
divina”, “le entrego el poder absoluto de mi, por siempre”, son algunos de los dichos del
personaje incentivando con fuerza a Wanda para que lo maltrate y lo ame de manera do-
minante y cruel. Desde una lectura psicoanalítica freudiana, este fragmento de la película
puede pensarse en relación a aquello que desarrolla Freud en su obra “Pegan a un niño”
y que se plantea en términos de la fantasía masoquista, principalmente la segunda fase
en donde el enunciado de la misma es: “Yo soy azotado por el padre”, fantasía que Freud
describe con indudable carácter masoquista. Plantea que esta fantasía responde a la
conciencia de culpa que halla el castigo más duro debido a la fantasía de la época del
18
amor incestuoso. Ubica a la conciencia de culpa como el factor que trasmuta el sadismo
en masoquismo. El masoquismo Freud lo describe como conciencia de culpa y erotismo y
esto puede resumirse en una simple línea que plantea el personaje de “La venus de las
pieles”: “no hay nada mas sensual que el dolor y no hay nada mas excitante que la humi-
llación”.
Es así como Kusiemski trae toda una historia de incesto y ubica al inicio de su pa-
sión por las pieles en relación al amor por su tía, que podría pensarse en términos de “tía-
madre” o “tía-padre” y, de allí el castigo que plantea Freud por la referencia genital prohi-
bida: “Es en el período de la infancia que abarca de los dos a los cuatro o cinco años
cuando por vez primera los factores libidinosos congénitos son despertados por las viven-
cias y ligados a ciertos complejos. Las fantasías de paliza, aquí consideradas, sólo apare-
cen hacia el fin de ese período o después de él” (Freud, 1919, p. 181). Por otro lado, es
importante ubicar en relación a la fantasía de paliza, el pedido de Kusiemski de ser objeto,
esclavo, lo que Freud plantea en términos del masoquismo femenino, en donde Kusiems-
ki se ubica en una situación característica de la feminidad: “ser castrado, ser poseído se-
xualmente o parir” (Freud, 1924, p. 168). Este Masoquismo Femenino se basa en el ma-
soquismo primario, erógeno, en el placer de recibir dolor. En relación a lo que plantea
Freud en 1919 con “Pegan a un niño”, se vincula a lo que sitúa en la fantasía de paliza de
hombres masoquistas, donde ellos son situados en el papel de mujeres, coincidiendo su
masoquismo con una actitud femenina. Allí Freud ubica que aquellas que aplican el co-
rrectivo son mujeres. Freud afirma que “el análisis de la primera infancia nos proporciona
otra vez un sorprendente descubrimiento: La fantasía consciente o susceptible de con-
ciencia, cuyo contenido es ser azotado por la madre, no es primaria. Tiene un estadio
previo por lo común inconsciente, de este contenido: “Yo soy azotado por el
padre” (Freud, 1919, p. 194). El ser-azotado en la fantasía masculina, es también un ser-
amado en sentido genital: “la fantasía de paliza del varón es entonces desde el comienzo
mismo pasiva, nacida efectivamente de la actitud femenina hacia el padre (…) En la niña,
la fantasía masoquista inconsciente parte de la postura edípica normal; en el varón, de la
trastornada, que toma al padre como objeto de amor (…) El varón se sustrae de su homo-
sexualidad reprimiendo y refundiendo la fantasía inconsciente” (Freud, 1919, p. 195-196).
Esto tiene su fundamento también, en aquello que Freud plantea en “El yo y el
ello” (1923), que al mencionar la génesis del ideal del yo y del superyó, afirma que el va-
rón “no posee sólo una actitud ambivalente hacia el padre, y una elección tierna de objeto
en favor de la madre, sino que se comporta también simultáneamente, como una niña:

19
muestra la actitud femenina tierna hacia el padre, y la correspondiente actitud celosa y
hostil hacia la madre” (Freud, 1923, p. 35).
Lo interesante es cómo el personaje trae a la luz el recuerdo de ser azotado por su
tía de manera nítida, y sin necesidad de realizarlo vía construcción psicoanalítica. En pa-
labras de Freud: “sabemos que una perversión infantil de esta índole no necesariamente
dura toda la vida; en efecto, más tarde puede caer bajo la represión, ser sustituida por
una formación reactiva o ser trasmutada por una sublimación (…) pero si estos procesos
faltan, la perversión se conserva en la madurez” (Freud, 1919, p. 179).
En la película se refleja aquello que Freud plantea en relación a la propiedad más
llamativa de esta perversión: el hecho de que su forma activa y su forma pasiva se en-
cuentren habitualmente juntas en una misma persona: “el que siente placer en producir
dolor a otro en una relación sexual es capaz también de gozar como placer del dolor que
deriva de unas relaciones sexuales. Un sádico es siempre también al mismo tiempo un
masoquista, aunque uno de los dos aspectos de la perversión, el pasivo o el activo, puede
haberse desarrollado en él con más fuerza y constituir su práctica sexual
prevaleciente” (Freud, 1905, p.145). En principio, se trata de todo el empeño de Kusiems-
ki de que Wanda lo maltrate, lo domine, lo denigre, lo trate como un niño desprotegido.
Luego, más al final de la película, se da lugar a una de las partes más atrapantes de la
misma, en principio confusa y que refleja cuando los roles se invierten: a partir de allí,
Wanda viste con sus pieles a Kusiemski, le pinta los labios, y ahora es ella la maltratada.
Como ultimo rasgo importante e interesante de remarcar en la pelicula, se sitúan
algunas frases que Vanda recita interrumpiendo las escenas de la obra, en relación a lo
que ella piensa del guión de “Las venus de las pieles”. En un momento, plantea que la
obra es totalmente “sexista”, que Kusiemski ordena a Wanda a entrar en el juego, a mal-
tratarlo y denigrarlo, y que luego la culpa. Creo que allí está uno de las representaciones
más interesantes en relación al masoquismo: el sadismo del masoquista en relación a lo
que el psicoanalista Miguel Leivi (2009) plantea en términos de la búsqueda de la angus-
tia del otro ante el cual se somete.
Si bien se plantea sólo a fines del análisis de una película, es interesante cómo el
personaje de la película, Severin von Kusiemski, da cuenta del par masoquismo/sadismo,
pero llevando al acto mismo el orden de la fantasía. En este sentido, si bien se trata de un
análisis en el marco de una obra de teatro, se plantea la pregunta por un posible diagnós-
tico, siendo que se trata de la puesta en juego del masoquismo, bajo una forma distinta,
podría decirse más literal, que en el caso que se planteará a continuación de Carla Figue-
roa.
20
6.2) Masoquismo y Violencia entre parejas
Debido a que los datos principales del caso de Carla Figueroa se plantean en la
Introducción de la tesis, se pasará directamente al análisis. Si bien se trata sólo de una
construcción a partir de un recorte periodístico, y no se tiene suficientes datos clínicos
acerca del caso, el mismo se plantea solamente como disparador para ubicar la importan-
cia de pensar el concepto freudiano de Masoquismo Erógeno Primario como posible lectu-
ra ante determinadas posiciones subjetivas en algunos casos de violencia entre parejas.
En el caso mencionado, vale la pregunta ¿que habrá sido aquello que llevó a Carla a per-
donar a su ex pareja luego de haberla violado amenazándola con un cuchillo? ¿Cómo se
puede pensar el hecho de que se haya desplegado un final tan trágico?
Para el análisis del caso se tomará en cuenta algunos enunciados planteados por
Macelo Tomaselli en entrevistas periodísticas que le han realizado. Marcelo manifiesta en
dichas entrevistas, toda una serie de engaños supuestamente cometidos por la joven
asesinada, y afirma que “siempre la perdonaba por amarla”. Sostiene que Carla conti-
nuamente le pedía perdón, y recuerda dichos de su parte tales como: “perdóname por
haberte metido lo cuernos. El hijo que yo perdí no era tuyo”. Esas eran las palabras que
Marcelo sostuvo afirmando que eran pronunciadas frecuentemente por ex pareja. Por
otro lado, afirma que el sabía que Carla lo engañaba, pero “no entendía el por qué”. Mar-
celo sostiene que Carla le hablaba una y otra vez de sus engaños hacia él, pero luego le
pedía perdón. Tomaselli refiere: “Estoy muy mal, destruido”. En una entrevista que se le
realiza a Marcelo tiempo después, afirma que “volvería a matarla”. El propio hermano de
Marcelo, afirma que siempre se trató de una relación muy obsesiva. En sus propias pala-
bras, manifiesta que “lo que une a ambos es la obsesión”.

Es importante recalcar que algo de la historia de Carla se estaba repitiendo, ya que


su padre había asesinado a su madre cuando Carla tenía 8 meses de vida. En relación a
esto, se plantea en palabras de Freud, que (…) la compulsión de repetición devuelve
también vivencias pasadas que no contienen posibilidad alguna de placer, que tampoco
en aquel momento pudieron ser satisfacciones, ni siquiera de las mociones pulsionales
reprimidas desde entonces” (Freud, 1920, p. 20). En relación a esto, Freud ubica que
existe en la vida anímica una compulsión de repetición vinculada a un carácter pulsional,
que se instaura más allá del principio de placer. Freud advierte que aquí “las huellas re-
primidas de sus vivencias del tiempo primordial no subsisten en su interior en el estado
ligado, y aun, en cierta medida, son insuceptibles del proceso secundario” (Freud, 1920,
p. 36). Es en este sentido que se plantea una equivalencia entre compulsión de repetición
y Masoquismo Erógeno Primario: el estado no ligado. Se puede decir que la vivencia que
21
Carla ha registrado del asesinato de su madre por parte de su padre, da lugar a una com-
pulsión de repetición que insiste en ubicar en la posición subjetiva de Carla determinadas
conductas que apuntan a repetir el final trágico de su madre. Se trata de la pulsión de
muerte que se inscribe en la compulsión de repetición y que se corresponde con lo que
ubica Freud al situar una compulsión de repetición que se plantea como más pulsional,
más originaria, más elemental que el principio de placer. Habría que ver si esta imposición
ancestral no proviene de generaciones aún anteriores a la madre de Carla. En términos
de lo que plantea Félix Giménez Noble (2014), esto refleja aquello que ubica como el es-
fuerzo de la pulsión de repetir una situación que ya existió alguna vez y que da cuenta de
una imposición de la especie a costa del interés del individuo.
El lugar de lo no ligado que refleja el Masoquismo Erógeno Primario, puede leerse
en distintos desarrollos de la obra freudiana. Así, si se plantea a la altura de 1915 a partir
de “La represión”, que el monto de afecto que se presenta desligado de la representación
y que se traspone en angustia, responde a aquello que se escapa al proceso represivo.
Dicho mecanismo psíquico no logra capturar el quantum pulsional de modo definitivo, por
lo cual no logra su propósito de evitar el displacer. Este quantum pulsional se inscribe en
las representaciones, pero no del todo: allí hay un resto que podría leerse como el Maso-
quismo Erógeno Primario. Si se piensa a la altura de 1926, con “Inhibición, síntoma y an-
gustia”, es la angustia automática o traumática aquella que representa al factor cuantitati-
vo de la pulsión que no logra tramitarse. La misma se despliega a partir de la ruptura de la
protección antiestímulo por los volúmenes hipertróficos de excitación. También en relación
a esto puede pensarse al Masoquismo Erógeno Primario. Se trata, en definitiva, de aque-
llos estímulos interiores no ligados que compulsan a repetir.
Siguiendo el orden de este análisis, y teniendo en cuenta la realidad psíquica de
los enunciados de Marcelo (ya que lamentablemente no hay enunciados planteados por
Carla), se puede hipotetizar que el vínculo entre ambos suponía, por un lado, algo del or-
den del sadismo, que puede reflejarse por ejemplo en aquellas frases que Carla refería a
su pareja: “perdóname por haberte metido lo cuernos. El hijo que yo perdí no era tuyo”,
frases que se planteaban en la cotidianidad y que acompañaban su vínculo de pareja.
Pero, por otro lado, cabe suponer que esas frases que enunciaba, respondían al orden
del Masoquismo Erógeno Primario, en donde la pulsión de muerte que queda como resi-
duo y como resto dentro del organismo, tiene como objeto al ser propio. Esas frases,
enunciadas por Carla, tal vez sin saber bien por qué, con carácter enigmático, son las que
daban lugar a la violencia que su pareja emanaba en carácter patológico. Lo que se sitúa
es que en esa relación que el hermano de Marcelo ha caracterizado siempre como “obse-
22
siva”, podría haber sido protagonista algo del orden de lo constitucional en la subjetividad
que es el Masoquismo Erógeno Primario, en donde algunas actitudes del ser humano que
se plantean como enigmáticas y sin explicación, podría reflejar a la pulsión de muerte que
tiene como objeto al sí-mismo. A partir de dicho concepto, puede comenzar a analizarse
actitudes tales como la que se ha mencionado recientemente y que se sitúa en esa frase
que ha llevado a la mera agresión en Marcelo, o en el hecho de haberse casado con él,
luego de que haya sido amenazada y violada, y dando lugar al desenlace trágico: "El aná-
lisis clínico de casos extremos de perversión masoquista nos hace ver la cooperación de
una vasta serie de factores que exageran y fijan la originaria actitud sexual pasiva (com-
plejo de castración, conciencia de culpa)” (Freud, 1905, p. 144). Se trata del orden de un
“hacerse hacer”, en donde los enunciados de Carla llevan a que Marcelo la maltrate y fi-
nalmente la mate. Este “hacerse hacer” incluye en lo pasivo un orden de actividad, lo cual
permite leer la responsabilidad por la posición, y es algo de este orden aquello que podría
trabajarse en un análisis. Se trata del par sadismo/masoquismo que, siguiendo a Freud,
responde a la excitación sexual que se encuentra en el dolor, y que “una vez que el sentir
dolores se ha convertido en una meta masoquista, puede surgir regresivamente la meta
sádica de infligir dolores; produciéndoselos en otro, uno mismo los goza de manera ma-
soquista en la identificación con el objeto que sufre (Freud, 1915, p. 124). Ésta podría ser
una posible lectura ante el ataque cruzado que se produce entre partenaires, inducido
mediante distintos modos, por el propio integrante de la pareja que se plantea en términos
de una posición pasiva/masoquista. En el caso de Carla, a partir de una posición maso-
quista, se plantea la meta sádica de infligir dolores, lo cual se refleja en los enunciados
hacia Marcelo en relación a su engaño con otros hombres, y en hecho de comunicarle en
medio de peleas que su hijo fue engendrado por otro hombre. Es decir, a diferencia de lo
situado en relación a la película “La venus de las pieles”, aquí la posición masoquista se
juega por la vía del actuar y se refleja mediante la compulsión de repetición.
Para finalizar este apartado, es interesante recalcar algo que plantea el psicoana-
lista Roberto Rusconi en su obra “Las palabras, las voces, el masoquismo y las masas”.
En sus propias palabras: “Cuando muchas víctimas reales (de distintas atrocidades a las
que tan proclive es el género humano) colectivamente se identifican de modo solidario, la
queja compartida deviene masificante consenso unificador (y aún prestador de identidad)
solidificándose la defensa conseguida, defensa de sufrimiento continuo. Se eternizan así
sus credenciales de víctimas dolientes que demandan, acusatoriamente, reparación (…)
Pero no basta recordar: mientras no se desentrañen las motivaciones de cada caso, in-
cluidas las inconscientes, por más que se recuerde, se seguirá repitiendo” (Rusconi, 2009,
23
p. 33). Es importante tener en cuenta esta idea para el análisis de los movimientos a favor
del feminismo y en contra del machismo como las marchas de “Ni una menos” que se
manifiestan en esta época en la Argentina. Habría que ver si el aumento que se percibe
en los casos de violencia de género con mujeres asesinadas responde a un propósito de
los medios de comunicación de visibilización que antes no estaba, o si realmente cada
vez son más los casos de “femicidio”. El punto es que, si bien estos movimientos y mar-
chas generan una identificación en las masas que pueden dar lugar a un fortalecimiento
yoico, es fundamental que cada una de las personas que se ven insertas en vínculos con
características de violencia puedan, en términos de Rusconi, desentrañar las motivacio-
nes inconscientes que se implican en cada caso.
En la actualidad, algunas lecturas a favor del feminismo y en contra del machismo
visualizan como culpabilizar a la mujer el hecho de hablar de masoquismo. Pero el incluir
dicho concepto freudiano, permite dar lugar a una cuestión constitucional en nuestra sub-
jetividad, que genera la posibilidad de realizar una lectura crítica y responsable de una
problemática que no cesa y que debe pensarse de tal modo que surja un trabajo singular
para cada caso. Desde ya, el masoquismo no el único factor que explica la problemática
sumamente compleja del “femicidio”, ni tampoco alcanza para pensar la violencia entre
parejas, sino que se plantea como disparador de análisis para pensar una posible articu-
lación entre dicha problemática y algo que se sitúa en el orden de lo estructural en la sub-
jetividad. Siguiendo a Miriam Alizade en un artículo publicado en Imago Agenda denomi-
nado “La violencia de género: varones contra mujeres”, no puede pensarse al fenómeno
del femicidio sin tener en cuenta al paradigma de la complejidad: “Este nuevo paradigma,
nacido en el siglo XX cuestiona y engloba a la vez al pensamiento simplista. No lo invalida
pero le agrega redes imposibles de desentrañar utilizando la linealidad causa-efecto y el
orden establecido hace siglos de leyes y principios” (Alizade).

24
6.3) El masoquismo estructural de la subjetividad humana
Freud le otorga al sadismo un lugar en la constitución subjetiva y lo conecta con la
pulsión de apoderamiento en términos de la crueldad del niño ligada a lograr un dominio y
un control que en un primer momento, al venir al mundo, no pudo lograr por ser objeto
dependiente del Otro. Esta posición de objeto del Otro planteada desde una postura me-
ramente pasiva y masoquista es necesario que sea atravesada mediante un pasaje de ser
un cuerpo del Otro a tener un cuerpo. Con la fase sádico anal, se plantea a nivel de la es-
tructura el comienzo de dicho pasaje: “La transposición al exterior da cuenta del pasaje de
“ser un cuerpo” a “tener un cuerpo” (…)” (Laznik, 2014, p. 78). Para Freud: “(…) la inclina-
ción agresiva es una disposición pulsional autónoma, originaria, del ser humano” (Freud,
1930, p. 117). Esta inclinación agresiva ocupa un lugar en la constitución subjetiva y apun-
ta a poder lograr un lugar como sujeto.
La fantasía de “Pegan a un niño” pone en evidencia este punto en donde el Otro lo
hizo objeto de su goce. Que todo neurótico tenga la fantasía de haber sido abusado, pe-
gado, denigrado (no necesariamente en sentido concreto), da cuenta de aquel lugar pasi-
vo del sujeto que llega al mundo en calidad de objeto de un Otro: Otro que decide todo
por él. Es decir, se plantea que el masoquismo ocupa un lugar en la constitución subjeti-
va, y aquí eso responde al carácter de haber venido en un lugar pasivo, de suma depen-
dencia, que abre paso a la entrada en el lenguaje cultural. Es decir, hay una posición ma-
soquista del sujeto al llegar al mundo que puede ubicarse tanto por ser objeto del deseo
del Otro, como también objeto de goce del Otro. El masoquismo erógeno puede pensarse
en estos términos, en aquella posición pasiva del sujeto porvenir. Se conecta con la pre-
maturación y la indefensión, y con la incidencia del lenguaje en el campo de lo humano. A
su vez, se relaciona con que ese Otro que aloja al niño, en tanto el niño viene en un lugar
de deseo del Otro, con sus cuidados erogeniza el cuerpo del mismo. Sin un Otro que ero-
genice el cuerpo, no hay cuerpo pulsional. En la noción de apuntalamiento que plantea
Freud, está presente esta vertiente. Aquel sujeto de los primeros cuidados produce sen-
saciones de orden sexual en el niño. Esta erogenización es necesaria para la vida porque
marca que el niño ocupa un lugar en el deseo de un otro. Esto implica a aquella operación
que Lacan sitúa en términos “Alienación”, en donde el niño queda alienado a los signifi-
cantes de quien cumple la función materna.
Como se mencionó anteriormente, es a partir de la fase sádico-anal, con el control
de esfínteres por ejemplo, que comienza el orden de la separación con ese Otro, en don-
de este sadismo aparece como un modo de trasladar al exterior ese lugar de pasividad y

25
sujeto dependiente. En este sentido, el sadismo refleja un logro en la constitución subjeti-
va. Sin embargo, el problema surge cuando alguien se destruye a sí mismo.
En “Separación y desamparo”, Laznik y Lubián sitúan que: “El niño recién llegado
al mundo es el objeto de una voz, el objeto de una mirada y el objeto de una caricia (…) la
ausencia de la madre pondrá en cuestión ese modo de existir, la desaparición de la madre
implicará para el niño la caída de esa existencia. (Laznik & Lubián, 2014, p. 89). En este
sentido, ubican al desamparo como el lugar donde el sujeto es ausencia para el Otro. El
juego de “hacerse desaparecer así mismo en el espejo” y el juego del fort-da se ubican
como formas lúdicas de transitar por la instancia de desamparo, permitiendo que el niño
encuentre un modo de hacerse desaparecer a sí mismo y salir del lugar de objeto de la
madre: “Cuando el niño se sustrae de la imagen, haciéndose desaparecer a sí mismo, no
ve cómo lo ven. En otras palabras, de objeto mirado pasa a ser la mirada de nadie, en el
lugar de la mirada se erige lo que podemos caracterizar como un “agujero negro”, lugar
privilegiado para situar la angustia” (Laznik & Lubián, 2014, p. 90). Perderse para la mira-
da de la madre, es un modo de interrogar su deseo. El juego permite que el niño se pre-
gunte por el lugar que ocupa en el deseo de la madre. Ese pasaje por el punto de desam-
paro es condición necesaria para que el sujeto se constituya un lugar en el mundo. Impli-
ca un punto de indefensión porque el sujeto no se encuentra parado ni en los significantes
de la madre, ni como objeto de su goce. Por otro lado, representa el punto de angustia a
nivel de la estructura, un punto de pasaje necesario y constitutivo. El fantasma sería
aquello de lo que más se sirve el neurótico para responder al punto de desamparo. Cuan-
do no hay fantasma para responder, se plantea el orden del actuar porque el fantasma
refleja una función de ligadura. El fantasma transforma el goce en deseo.
Es a partir de esta lectura que es preciso pensar aquel residuo de la pulsión de
muerte que no ha sido trasladada hacia afuera, que tiene como objeto al ser propio, y que
se plantea en términos de Masoquismo Erógeno Primario. El mismo tiene en su funda-
mento que el sujeto existe en el campo del Otro. El Masoquismo que se presenta como
estructural, puede resultar mortificante para aquellos sujetos que pudieron haber sufrido
alguna falla en la constitución subjetiva, por ejemplo, alguna dificultad en la separación de
ese lugar como objeto de goce de un Otro. A partir de este inicio en la constitución subje-
tiva, es preciso pensar que puede haber una satisfacción que no coincida con el principio
de placer. Cuando se dificulta el pasaje de ser un objeto del Otro a ser un sujeto desean-
te, pueden aparecer posiciones subjetivas donde el padecimiento está ligado a lo pulsio-
nal de manera desamarrada. Es decir, una mayor desmezcla pulsional en términos de
Freud, y una mayor devastación subjetiva, por lo tanto, un predominio de una posición en
26
calidad de objeto. Es en este sentido que puede situarse la lectura vinculada al caso de
Carla Figueroa: un sujeto que se ha identificado como objeto de un goce mortífero.
Cuando Freud advierte en “Más allá del principio de placer” el orden del “destino
con sesgo demoníaco” en personas no neuróticas, podría pensarse si no se trata, como
posible lectura, de algún punto de dificultad o fracaso en la constitución subjetiva: (…) En-
tre el golpe de lalangue y la producción del fantasma se despliega una compleja serie de
operaciones que de no producirse o producirse fallidamente dificultarán la posibilidad de
que un sujeto pueda ser designado como deseante” (Lubián, 2014, p. 102-103). Allí la
compulsión de repetición lleva a los sujetos a vivenciar situaciones con idéntico desenlace
una y otra vez. Lo llamativo para Freud, es cuando estas vivencias se ponen en juego de
manera pasiva: a partir de allí el ejemplo de la mujer que se casó tres veces y que las tres
veces tuvo que cuidar a su marido enfermo en su lecho de muerte.
En relación a las otras dos figuras del Masoquismo, se sitúa que el Masoquismo
Femenino y el Masoquismo Moral tienen en su fundamento al Masoquismo Erógeno Pri-
mario, y ambos son inherentes a la estructura neurótica. Para Freud el Masoquismo Fe-
menino es biológico y constitucional en la mujer, y en el hombre lo explica a partir de la
fantasía de paliza. El “ser azotado por el padre” tiene en su origen el ser amado por él. La
significación que Freud otorga a esta posición pasiva propia de la feminidad es la de ser
castrado, poseído sexualmente o parir. Por lo tanto, puede decirse, que el castigo sería el
de la castración por las mociones libidinosas del complejo parental. Es decir, se puede
ubicar al Masoquismo Femenino como inserto en el momento lógico de la conflictiva edí-
pica, y en relación a esto, vinculado a la estructuración fantasmática. Siguiendo lo men-
cionado anteriormente en relación a la posibilidad de un fracaso en la constitución subjeti-
va, podría pensarse una falla a nivel de la estructuración fantasmática, en donde como
consecuencia, el sujeto responde vía el acto. La posición pasiva que Freud interpreta en
términos de parir, daría cuenta del por qué sitúa al Masoquismo Femenino como biológico
en la mujer. La misma es biológicamente aquella que alberga en su vientre al niño, y
aquella que debe ser penetrada tanto por placer como a fines de la reproducción.
El Masoquismo Moral se plantea como cicatriz del complejo de Edipo, luego de ha-
ber sido introyectados en el yo la pareja parental, y habiendo experimentado una desvío
de las metas sexuales directas, conservando caracteres de las personas introyectadas: su
poder, su severidad, la vigilancia y el castigo. Es decir, el Masoquismo Moral surge por la
desexualización del complejo de Edipo, pero a partir de él, el complejo es resexualizado,
reanimado. El masoquista se ve obligado al castigo y al reproche por el onanismo de la
primera infancia y por las mociones pulsionales hacia sus progenitores.
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Conclusiones

A modo de conclusión, se sostiene que: tanto el Masoquismo Erógeno Primario,


como el Masoquismo Femenino y el Masoquismo Moral son estructurales en la subjetivi-
dad neurótica. Es la propia conflictiva edípica, y a partir de la misma sus consecuencias,
aquella que lo justifica. El Masoquismo Erógeno Primario es resultado del encuentro entre
pulsiones de vida y pulsiones de muerte, dando lugar al residuo de la pulsión de muerte
en el interior del organismo. Como estímulo interior no ligado, es también aquel que pro-
viene de la herencia filogenética. Se plantea vinculado a aquel superyó que Freud sitúa
como herencia arcaica y filogenética del individuo.
En el caso de Carla Figueroa, siguiendo el recorrido realizado a lo largo de la tesis,
la pregunta surge en relación a la posibilidad de haber acontecido ciertos puntos de con-
flicto en la constitución de su subjetividad, a partir del lugar que queda en una niña que es
hija de una madre asesinada y de un padre asesino. Si bien no se plantea un diagnóstico
a nivel de su estructura por el hecho de que no hay registro de su discurso ni de ningún
dato clínico que pudiera dar cuenta de ello, se puede afirmar que Carla es hija y objeto de
un goce mortífero. Se puede decir, que si hubo algún fracaso en la estructuración de su
fantasma, o en relación a la operación de separación, allí pudo surgir una dificultad en
que se posicione como un sujeto deseante. En este sentido, Carla estaría identificada en
el lugar de objeto de goce mortífero, un lugar inhabitable del cual no puede separarse y a
partir del cual compulsa a repetir como un intento de ligar aquellos estímulos interiores no
ligados. El asesinato de su madre por parte de su padre cuando Carla tenía 8 meses de
edad, fue registrado como resto de lo visto y lo oído y no ha tenido posibilidad de ser cap-
turado vía la represión, manifestándose como compulsión de repetición. Dichas mortifica-
ciones tempranas han excedido el campo del retorno de lo reprimido y se repiten en rela-
ción a lo traumático. En este sentido, el Masoquismo Erógeno Primario se sitúa en este
nivel: el de los estímulos interiores no ligados.
Se puede establecer una relación entre estos ciertos puntos de conflicto en la
constitución subjetiva mencionados anteriormente, y aquello que Freud presentaba en
1920 a partir de “Más allá del principio de placer” en relación a sujetos que no manifiestan
conflicto ni formación de síntoma. En dichas personas no neuróticas se registra el orden
de un destino con “sesgo demoníaco”, en donde la compulsión de repetición lleva a los
individuos a vivenciar pasivamente situaciones con idéntico desenlace una y otra vez. Si-
guiendo dicha relación, se puede decir que las manifestaciones clínicas no siempre figu-
ran como retorno de lo reprimido, sino que se presentan modalidades no ligadas. Cuando
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se dificulta el pasaje entre ser un objeto del Otro a ser un sujeto deseante, se presentan
como posible correlato clínico, ciertas formas de padecimiento ligado a lo pulsional que
dan cuenta de una dificultad de representar el padecimiento simbólicamente.
Para finalizar, se plantea que el Masoquismo se sitúa sólo como uno de los posi-
bles factores que intervienen ante determinados casos de violencia entre parejas. El mis-
mo no alcanza como única lectura para responder ante dicha problemática. Incluso, el he-
cho de plantear en relación al caso de Carla Figueroa a la compulsión de repetición, ya
excede al masoquismo como único concepto. Pensando fuera del campo del psicoanáli-
sis, cuestiones sociales, culturales, determinados lugares estereotipados tanto para el
hombre como para la mujer, de poder, así como otros diversos factores, también se ubi-
can como posibles lecturas alrededor de dicha problemática. El análisis alrededor de cada
uno de dichos factores refleja un complejo trabajo digno de ser.
La lectura de violencia entre parejas que incluye al concepto de Masoquismo Eró-
geno Primario expuesto por Sigmund Freud a partir de “El problema económico del maso-
quismo” se plantea tan solo como disparador para que pueda realizarse una lectura crítica
y responsable, que de cuenta de la complejidad que dicha situación refleja, y que permita
desentrañar aquellas motivaciones inconscientes, provenientes del Ello, que no cesan de
repetir y que pueden plantearse como singular a la historia de cada sujeto. Se trata, para
la escucha analítica, de escuchar aquello que insiste y repite, ya sea que se sitúe dentro
del marco fantasmático, o aquello que retorna desde un “más allá” que no ha logrado nin-
gún tipo de inscripción.

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