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FACULTAD DE EDUCACIÓN
PEDAGOGÍA EN ESPAÑOL
Fecha: 09/08/2019
Voz:
Nivel narrativo: En este cuento se narran dos historias; la de los momentos previos al
fusilamiento de Juvencio, y la que narra el crimen que cometió éste en el pasado, por el cual es
sentenciado a muerte. En base a lo estudiado, se puede afirmar que hay una historia de primer
grado, con un narrador extradiegético, y otra de segundo grado, con un narrador intradiegético.
Persona: El narrador de la historia de primer grado es heterodiegético, pues relata una historia
de la que no forma parte ni como protagonista no como personaje, es por eso que la historia se
refiere en tercera persona. El siguiente fragmento da cuenta de lo anterior:
No se podía estar quieto. Había hecho el intento de dormir un rato para apaciguarse, pero el
sueño se le había ido. También se le había ido el hambre. No tenía ganas de nada. Sólo de
vivir. Ahora que sabía bien a bien que lo iban a matar, le habían entrado unas ganas tan
grandes de vivir como sólo las puede sentir un recién resucitado. (Rulfo, “¡Diles que no me
maten!”)
Esto pasó hace treinta y cinco años, por marzo, porque ya en abril andaba yo en el monte,
corriendo del exhorto. No me valieron ni las diez vacas que le di al juez, ni el embargo de
mi casa para pagarle la salida de la cárcel. (Rulfo, “¡Diles que no me maten!”)
Modo:
-¡Diles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles.
Diles que lo hagan por caridad.
-No puedo. Hay allí un sargento que no quiere oír hablar nada de ti. (Rulfo, “¡Diles que no
me maten!”)
El telling se puede reconocer por la presencia del narrador que cuenta los acontecimientos sin
intervención directa de los personajes. El uso de esta técnica se puede evidenciar en el siguiente
fragmento: “Entonces pensó que no tenía nada más que decir, que tendría que buscar la esperanza
en algún otro lado.”
En cuanto a la narración de palabras se realiza mediante el estilo directo, ejemplo de esto es:
Y él contestó:
-Mire, don Lupe, yo no tengo la culpa de que los animales busquen su acomodo. Ellos son
inocentes. Ahí se lo haiga si me los mata. (Rulfo, “¡Diles que no me maten!”)
Tempo:
Orden: El relato presenta analepsis, pues hay momentos en la narración que relatan el asesinato
de Lupe Terreros, desde distintas perspectivas (la de Juvencio y la del coronel), con el objetivo de
explicar la razón de la situación actual del protagonista. El enunciado “Él se acordaba” marca el
inicio de la analepsis, ya que luego de eso se comienza a relatar el contexto de la muerte de Lupe
Terreros desde la perspectiva del protagonista, exponiendo sus motivaciones para cometer el crimen
y el impacto que este generó en su vida.
Se puede identificar una segunda analepsis en el relato, pues se realiza un movimiento hacia el
pasado para informar al lector los detalles de la detención de Juvencio y su encuentro con el hijo de
Lupe Terreros.
En cuanto a la presencia de más de una historia en el relato, se puede afirmar que están en una
relación de intercalación, ya que la historia narrada por Juvencio está incorporada de forma
inclusiva y completa dentro de la historia de primer grado.
Duración: La situación más observada es la del diálogo, protagonizada casi en su totalidad por
Juvencio, quien toma la palabra en reiteradas ocasiones para suplicar por su vida. Una aparición
importante de este recurso se da, también, en el final del cuento, cuya epifanía se transmite por
medio del “mostrar” la conversación entre quien resulta ser el hijo de Guadalupe Terreros y
Juvencio.
-Ya sé que murió -dijo-. Y siguió hablando como si platicara con alguien allá, al otro lado
de la pared de carrizos:
-Guadalupe Terreros era mi padre. Cuando crecí y lo busqué me dijeron que estaba muerto.
Es algo difícil crecer sabiendo que la cosa de donde podemos agarrarnos para enraizar está
muerta. Con nosotros, eso pasó. (Rulfo, “¡Diles que no me maten!”)
También se puede observar, con una mediana frecuencia, el uso de la elipsis encontrándose ya
avanzado el relato, para resumir lo que había sido la vida de Juvencio después del crimen.
“Eso duró toda la vida. No fue un año ni dos. Fue toda la vida.” (Rulfo, “¡Diles que no me
maten!”)
Quién le iba a decir que volvería aquel asunto tan viejo, tan rancio, tan enterrado como
creía que estaba. Aquel asunto de cuando tuvo que matar a don Lupe. No nada más por
nomás, como quisieron hacerle ver los de Alima, sino porque tuvo sus razones. (Rulfo,
“¡Diles que no me maten!”)
Frecuencia: Estamos en presencia de una narración repetitiva, ya que la trama gira en torno a
las súplicas de Juvencio por su vida y a sus deseos de sobrevivir, los que se manifiestan en varios
momentos del relato.
-¡Diles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles.
Diles que lo hagan por caridad.
-No puedo. Hay allí un sargento que no quiere oír hablar nada de ti.
-Haz que te oiga. Date tus mañas y dile que para sustos ya ha estado bueno. Dile que lo
haga por caridad de Dios.
-No se trata de sustos. Parece que te van a matar de a de veras. Y yo ya no quiero volver
allá.
-No. No tengo ganas de eso, yo soy tu hijo. Y si voy mucho con ellos, acabarán por saber
quién soy y les dará por afusilarme a mí también. Es mejor dejar las cosas de este tamaño.
-Anda, Justino. Diles que tengan tantita lástima de mí. Nomás eso diles.”
“Y ahora seguía junto a ellos, aguantándose las ganas de decirles que lo soltaran. No les
veía la cara; sólo veía los bultos que se repegaban o se separaban de él. De manera que
cuando se puso a hablar, no supo si lo habían oído. Dijo:
-Yo nunca le he hecho daño a nadie -eso dijo. Pero nada cambió. Ninguno de los bultos
pareció darse cuenta. Las caras no se volvieron a verlo. Siguieron igual, como si hubieran
venido dormidos. (Rulfo, “¡Diles que no me maten!”)
¡Diles que no me maten! desde el principio mantiene al lector en una constante alerta debido a
la negativa del protagonista a morir y las súplicas que le hace a su hijo, que es parte del pelotón de
fusilamiento. Cabe destacar que el título del cuento es un diálogo que aparece más de una vez
dentro de la historia. Esta oración, aun sin contexto, tiene una carga semántica poderosa que expresa
al lector el miedo del protagonista a perder la vida que tanto luchó por conservar. En definitiva, el
título resulta ser un grito de auxilio desesperado que introduce al lector en la atmósfera de la
historia antes de comenzar con la lectura.
Este cuento pone en entrevero varios temas de carácter moral; tales como la justicia y la
venganza. Pues, el motivo del crimen cometido por Juvencio es la necesidad de que sus vacas
coman, ya que si sus vacas morían, él probablemente iba a quedar en la ruina. Lupe no hace nada
para ayudar a quien en ese entonces era su amigo, de hecho, prohíbe que los animales de Juvencio
pasten ahí. En este punto parece representarse una especie de lucha de clase que también es
observable en la realidad: la antigua pugna entre las clases acomodadas, que intentan apropiarse de
los bienes sin compartir nada, y las clases más vulnerables, que deben tomar medidas desesperadas
para conseguir aquello de lo que carecen. Entonces, ¿Es justo el crimen? el relato parece no darle
importancia a esto y sigue con su curso de acontecimientos.
Después de años de perpetrado el crimen, y pese al empeño que ponía Juvencio en seguir
viviendo, es atrapado por los militares. La orden de capturar y matar al protagonista es dada por uno
de los hijos de Lupe, que es coronel de ejército. Éste decide vengar el crimen de su padre matando a
Juvencio, a pesar de que ya está viejo y maltrecho. En este momento del relato es válido que el
lector se pregunte: ¿Se trata de justicia o venganza? Nuevamente el narrador evita indagar en el
tema. Pareciera que el cuento intenta dejar claro es que es imposible evitar las consecuencias de los
actos, aun cuando se dedique toda a intentarlo, éstas siempre llegarán, de cualquier forma y en el
momento menos esperado.