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En el artículo anterior vimos cómo el silencio y la escucha están íntimamente ligadas y les sugerimos
una práctica diaria para amplificar su escucha, su sentido de la audición. Esta vez ampliaremos más
aún el tema de la «Escucha».
El órgano, en este caso el oído, envía una información al cerebro, éste la procesa, le da una
interpretación y la almacena en algún lugar del cerebro que va registrando las sensaciones y se van
quedando grabadas ahí. Por eso existen personas (músicos y no músicos) que tienen lo que se llama
«oído absoluto», y es que pueden distinguir qué nota está sonando con sólo escucharla, sin la
necesidad de buscarla con algún instrumento, por ejemplo: vas caminando por la calle con «Luís»,
que tiene oído absoluto, y, de pronto, un camión de basura toca el claxon. Entonces Luís dice: «¡Ey!,
escucha, es un La bemol». Y tú le dices: «¡¡¿Que?!!». «Sí, que el sonido que produjo el camión es un
La bemol». Y uno dice: «¡Ah!, bien; sí, es un La bemol, gracias por aclarármelo», y por dentro
decimos: «¿cómo es posible que Luís sepa que esa nota es precisamente un La bemol y no un Fa
sostenido?». La respuesta sería: por simple memoria, ya que, así como uno puede cerrar los ojos y
acordarse del color rojo porque el sentido de la vista está más allá del ojo y tenemos registrado el color
rojo en la memoria; o con sólo evocarlo, podemos recordar a qué huele una rosa, pues así mismo
«oído absoluto» es recordar cada nota musical con su nombre, sin ver ni saber de antemano qué nota
se tocará; con sólo escucharla, el «oído absoluto» sabe si es un Do, un Re, un Mi bemol o lo que sea;
también uno puede imaginarse una nota o diversos sonidos simultáneamente sin que ningún
instrumento sea tocado en ese momento, así, solamente con el «oído interno» podemos escuchar por
dentro lo que sea.
Éste es un ejemplo para que se entienda que el escuchar equivale en la tradición Taoísta a la premisa
que dice: «el estilo blando vence a lo duro». Y ¡¡¡ojo!!!, no les estamos sugiriendo que tomen las
conversaciones como combates, todo lo contrario: les estamos sugiriendo que escuchen en
silencio lo que les dicen para que: en primer lugar, se puedan evitar las discusiones, y
en segundo lugar, para que su nivel de relación con todo lo que les rodea sea cada vez
más armonioso y re-creativo.
«El silencio y la escucha
nos permiten vibrar en una frecuencia de calma y constante creatividad».
La escucha y el silencio son nuestros grandes aliados a la hora de relacionarnos con el
entorno, primero porque le damos espacio a la Creación para que se manifieste;
y segundo, porque así podemos contemplar los momentos bellos que nos regala esta
Creación
sin estropearlos con el torpe comentario inoportuno
que es típico de la ansiosa forma de vivir de las sociedades modernas
donde el sujeto es incapaz de estarse quieto y en silencio.
… Un pequeño cuento:
Un día estaba un Maestro con su discípulo, y el pupilo le dice al Maestro: «Maestro, tengo un amigo
que quiere venir a meditar con nosotros». El Maestro después de pensarlo un momento le dice: «esta
bien, que venga tu amigo». Al día siguiente llega el discípulo con su amigo a la meditación.
Al terminar la meditación, el Maestro y su discípulo solían ir al exterior a ver el sol nacer, ese día
mientras contemplaban la salida del sol el amigo comentó: «¡qué hermoso!». Cuando ya se iban, el
Maestro llamó aparte a su discípulo y le dijo: «por favor dile a tu amigo que no vuelva a venir más». Al
escuchar esto, el discípulo, consternado, le pregunto a su Maestro: «¿qué sucede Maestro, porque no
quieres que vuelva a venir mi amigo?». El Maestro respondió: «porque habla demasiado».
La audición es el sentido que finalmente nos lleva hacia otros sonidos, hacia otras realidades. Como
es el último sentido en apagarse, más que apagarse en transformarse, en metamorfosearse… en
alkimizarse, en definitiva, y que le permite al sujeto entrar en otro nivel de continuidad de su
existencia y en su consciencia de inmortalidad, la audición representa la característica de ser
capaz de recoger el sonido de la Creación, el sonido que produce la Creación.