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COLOQUIOS
DE LA FUNDACIÓN 9

Volumen a cm:r.;o de
NÉSTOR A BRAUNSTEIN

EL TIEMPO,
EL PSICOANÁLISIS
Y LOS TIEMPOS
ÍNDICE

Prólogo 7

Susana BERCOVICl-j H\RThIAN


De la historia, líneas y trazos 11

Fanny BLAl\'CK-CERE[jmo
Historia y construcciones 25

Néstor A . BRAU-:STEI '


La herejía del eterno retorno 35

Marcclino CEREI.J[j)()
la muerte y sus ventajas. 59

Eunice Cornts GUTIr:I~RI':Z


De Freud a L({can: /a clínica del tiemjJo 75

Salomón DFl~I~¡.zA
Nachtr¿iglíchkeit, cmticipacióll, retrmjJección
('bacia I/IUI teoría IZO mitológica de los or(f2,enes) 97
La presentaclOn, los textos y la disposición en conjunto de FI
tiempo, el psicoanálisis y los tiempos son propiedad de la Ana María E iliRE DEI. R1VERO
Fundación lvlexicana de Psicoanálisis. Prohibida la reproducción la estructuración del tiempo en una joven psicótica 127
total o parcial de esta obra, por cualquier medio, sin la autori­
zación por escrito de la Fundación Mexicana de Psicoanálisis. leticia FLORES
Teco)'otitla 154 Colonia Florida , 01030 México, D.F. Tiempo y efectos del tiempo en el bomhre de los lobos 145
Primera edición, 1993
Modesto GAHHlDO
© Fundación Mexicana de Psicoánalisis
ISBN
El tiempo de A CA') (o de la ló,~iCíl de a. al alo8on) 157

Derechos reservados conforrne él 1<1 ley Margarita GASQlE !VI.


Impreso y hecho en México / Pinted ami Ilude i11 i\k , i,( I "Horas seculares e inslcmtá1'leas" 197
Prólogo

DANIEL GERBFR
Memoria del aliAdo 197 No es novedad: el psicoanálisis, como toda actividad
-sobra decir humana-, como todo acto-vida-edad, trans­
Rosario HnmERA GUIDO curre en el tiempo; está embebido de tiempo. Más aún por
215 ser un discurso, un lazo social que amarra los cuerpos a la
Tiempo y (PoJétfca en Psicoanálisis
sucesión de las palabras.
El tiempo del psicoanálisis se mide en cortes de sesión,
Adalberto LI'\11 HA,'>LBJ(¡\ en actos de pase, en fundaciones y disoluciones, en trans­
Todos los tiempos, el tiempo 229 misión, en (di)seminarios dictados, artículos, libros, rendi­
ciones de cuentas de la experiencia, encuentros o hallazgos
Helí McmALES ASC ENClO y desencuentros, comienzos y finales. Y, siempre, una vez
El psicoanálisis J' los tiempos modernos 237 y otra más, recomienzos. Sólo la serie es lo serio.
Un siglo, se dice fácil ... 1893, Estudios sobre la histeria,
Víctor NovoA COlA de Breuer y Freud. 1993, n Estudios, de estudiosos, estu­
bzjáncia 110 es destino 255 diantes y estudiados. Vegencia: v,i gencia y vejez del psicoa­
nálisis. Lucha de siempre contra las resistencias. Las obvias,
María Teresa OINAÑANOS de los enemigos de la verdad, que hablan tantas veces en
Más allá de la telnporalidad 271 nombre del saber y no revelan sino la ignorancia. Estas no
nos importan tanto como las otras, las solapadas, desde
dentro: las citas reverentes y empobrecedoras, (psitacis1110­
Frida S1\AL
citacis1no), la asimilación al mundo de la cultura mediática,
Escansión, illte/prefación JI acto 281 el énfasis en la expansión para "acostumbrar" al psicoanáli­
sis. O el guirigay: lenguaje obscuro JI de dificultosa inteli­
Juan Nlanuel SILVA CAMAI,!'NA gencia, voz imitativa, de donde, tal vez, también el
¿Ser (¿'consciente o inconsciente?) JI tiempo? 291 güiri-güiri mexicano (inglés: gfbberish: Unintelligible
:"peech, meaningless sOUl1Cls, jClrgOll, hlzmderil1g 01' ungram­
maNcal talk. gibber: :"peak fasl & inarticulate~y, chatter like
an apeJ (francés: lallgue de bois, cara a Elisabeth Roudines­
co en su exposición de los aJl0S Laccl11).
Dicen por ahí -siempre dicen- que Lacan es un autor
difícil en el psicoanálisis y que eso conspira contra su difu­
sión. Otros defienden el estilo y tratan de imitar la oscuri­
dad. No falta quien se empeñe en "aclararlo" a costa del
rigor. Tampoco faltan quienes lo tiran por la ventana des­

7
pués de rebotar contra un párrafo. Son mulritud los que y el volumen del e ncuentro hablado y del libro escrito que
hacen de su cortedad de entendederas el metro patrón con son la sustancia del decálogo y el decágrafo que ya se
el que juzgan lo que pueden entender los demás. Hay anuncian: La escritum y el psicoanálisis. Décimo Coloquio
quienes se fascinan con el vocabulario esotérico y combi­ de la Fundación, a un siglo del comienzo del psicoanálisis.
nan palabras por el gusto de oirse bablar en dialecto laca­ Tanto el encuentro como el libro estarán :.¡ cargo de Helí
niano. Los tiempos: los tiempos que corren de la cultura no Morales Ascencio.
se prestan a lo difícil. Empeñarse en sostenerlo es ya un Nf:STOR A. BRAUNSTEIN
acto de resistencia contra la presión del ambiente. Lacan lo
hizo y sostenerse como lacanianos hoy en día es participar
de esa lucha contra la aplanadora masificante que impera
en las universidades. Eso hacia afuera. Y hacia adentro ha­
blar y escribir con claridad, respetando la dificultad propia
de nuestro objeto, escurridizo inconsciente.
Este es el coloquio del tiempo. Como en los anteriores
impera la variedad de los estilos y la convergencia de la in­
tención: trabajar en la senda de Freud que Lacan traza;
hacer de la intensión extensión, explorar el campo freudia­
no alrededor de un eje temático. Duración, instante, Cro­
nos, sucesión, apn?s-couP, eternidad , retorno , lapso ,
comienzo, almanaques, predicción, historia , velocidad, cam­
bio, permanencia , futuro, precursor, antes y después; todo
en el lenguaje remite al tiempo. ¿No será porque el tiempo
es criatura del lenguaje? ¿Y el psicoanálisis, lenguajero, no
está hecho de tiempo, en el tiempo? ¿O se trata de un enga­
110 y su realidad es extensa, espacial, topológica í ¿Cómo
opera el tiempo en la cura y cómo se opera con él? ¿Qué
pasa con el saber freudolacaniano en nuestros tiemposí El
siglo que se acaba: ¿habrá sido el siglo del psicoanálisis y ya
nada quedaría para esperar de él -del psicoanálisis, del
siglo? Dieciocho textos, muchos más que en ninguno de los
coloquios anteriores, exploran esta polifacética categoría
desde la perspectiva del inconsciente , ese que, según
Freud, es sede de procesos intemporales, característica de
la que estamos lejos de haber extraído las consecucnci~l."'.
Así, ni esotérico ni exotérico, como todos sus prvlk:n:.')c l­
res, llega el noveno Coloquio de la Fundación, anLlIll'i;I IlUO
un tiempo de camhio. Nueve: tiempo para lo nLll'V( 1, lH I11 1L:­
ro de las musas. Quien coordinó todos los al11l Ti( 1l\'S 1..!L=j:1
su lugar para que otro coordinador tome a SlI ('; lrgl I ~'I peso

R 9
De la historia, líneas y trazos*
Susana Bercovich Hartman

El psicoanálisis ha recorrido casi un siglo dejando sus hue­


llas en la historia. Pero en un dohle movimiento, aunque
no recíproco , el siglo también ha dejado huellas en la his­
toria del psicoanálisis.
La intención de sohrevolar por esas huellas responde a
aquello que Los Tiempos, el Psicoanálisis y el Tiempo, al
convocar evoca.
Para ello se hace necesario contextualizar. Con-textuali­
zar implica relacionar un texto con otro texto, un discurso
en su articulación con la textualidad histórica de la que se
desprende. Estas relaciones posihilitan la formulación de la
pregunta: ¿de qué historia somos efecto? y esta pregunta
nos concierne en tanto psicoanalistas y en tanto sujetos.
A fines del siglo pasado, con la introducción del incons­
ciente, Freud no sólo funda un nuevo saber, sino también
una nueva forma de concebir el saher en el seno de occi­
dente. Una concepción que cuestiona el discurso científico
y el campo del saher mismo, por ser, este nuevo saber, in­
consciente. Inconsciente , es decir sin conciencia, sin sujeto
que lo sepa, he aquí lo esencialmente nuevo.
Se trata del descuhrimiento de una nueva legalidad que
opera por sí misma rebazando los parámetros vigentes de
la razón y la voluntad. Freud nos dirá "una otra memoria",
de la que el sujeto constata sus efectos; o para ser más pre­
cisos, de la que el sujeto mismo constituye un efecto.
El cómo Freud accede al saber inconsciente es la historia
de los albores del psicoanálisis. En principio su posición
frente al saber y la verdad es muy distinta a la posición de
sus contemporáneos. Freud no ceeJe ante el descuhrimiento
que se le revela, aún cuando al1icula un saber que va en

., l'n fragmento de este texro fue presc:nlado c:n una confcrl'ncia l'n la
l:niv<..:¡,icbd dt.: San .los':' de: Costa l~ica en 1990, y fue publ icado por la Hevista eJe
Psicologia ck dicha univc:rsiclad.

11
contra del conocimiento que rige. Sin embargo, al comien­ nica, y sin embargo no por ello es menlira. Al creer en la
zo Freud ignora las dimensiones monumentales del fran­ "mentira" histérica Freud llegará al punto fundamental y
queamiento que está operando. fundante de que el cuerpo del sujeto no se rige por la ló­
Haciendo referencia al quinto centenario tan en boga en gica ni de la biología ni de la fisiología. Una legalidad de
estas fechas, diremos que Freud comparte la posición de otro orden, un saber que trabaja solo legisla el síntoma. El
Colón; aquel navegante ingenuo que creyendo hal,er llega­ cuerpo es un texto a descifrar y la pregunta por lo que allí
do a tierras lejanas no se percata del salto abismal que se cifra tiene que ver con el origen del psicoanálisis.
efectúa; el descubrimiento de nuevos territorios, insospe­ Freud llegará al punto de que el inconsciente rige en el
chados, insospechables. cuerpo histérico. La legalidad del inconsciente se cifra en
Así, en los orígenes de sus investigaciones como neuró­ la carne. En este sentido la nominación inquisitorial de la
logo, Freud cree estar calando hondo en este campo, así histérica como posesa no era una locura: el cuerpo poseí­
como en el ele la psicología en general. Ignorante de su do por los demonios interiores, al fin, sujeto del incons­
deslizamiento, Freud funda un saber, da existencia a un ciente.
nuevo territorio, como Colón, sin saberlo. ¡'VIientras que para sus contemporáneos lo que no se co­
Es un hecho conocido que la histeria ha tenido mucho noce es mentira, Freud se abre a esa bestia negra que hace
que ver en este desplazamiento. La histeria, esa enigmática agujero en el saber médico para dejarse interpelar por el
enfermedad nombrada por Freud como "la bestia negra" ele artificio inefable que es su síntoma. Es así que contra todo
la medicina. presupuesto Freud cree en la magia inexplicable eJe la pa­
Así lo escribe en un texto intitulado justamente Histeria rálisis y la convulsión.
que data de 1888: En un texto bastante relegado por lo que implica la den­
"Hasta entonces (hasta antes de los trabajos de Charcot), sidad de un estudio orgánico y neurológico, texto también
la histeria era la béte noire de la medicina: las pobres histé­ escrito en 1888 intitulado Algunas consideraciones con
ricas, que en siglos anteriores, como posesas, habían sido miras a un estudio comparativo de las parálisis motrices,
quemadas en la hoguera o exorci zadas, en la moderna orgánicas e bistéricas, Freud compara efectivamente los
época ilustrada ya no recibierop más que el anatema del ri­ tres tipos de parálisis. Ya allí dirá que puesto que la lesión
dículo; sus estados se consideraban mera simulación JI exa­ del síntoma histérico no es orgánica (como en los otros dos
geraciones, y por consiguiente indignos de la observación casos de parálisis), habrá que comenzar por preguntarse de
clínica." 1 qué naturaleza es entonces dicha lesión. De este modo jus­
La histérica e s una simuladora porque su parálisis, su ce­ tificará un abandono del terreno neuroanatómico para des­
guera, sus convulsiones no responden a la legalidad bioló­ lizarse a lo que él llamara lo psicológico. Hoy sabernos que
gica. Lo que no entra dentro del conocimiento medicalista no es hacia una psicología hacia donde Freud se dirigía
es mentira, el cuerpo de la histérica no se rige por los pará­ sino hacia ese nuevo territorio que aún no tenía nombre.
metros biológicos, por lo tanto la histérica miente. He aquí El trauma histérico no es de origen orgánico sino psíqui­
el modelo en vigencia. co. Algo sucedió en un momento dado en la historia del
La posición de freud frente a la histeria será otra. El sujeto, algo a lo que el sujeto no pudo responder. La falta
síntoma histérico no tiene que ver con una legalidad orgá­ de abreacción hace que el suceso devenga traumático. El
trauma se metaforiza como síntoma en el cuerpo. Se perfila
l f¡"LlcI. Sigl1lLlnd. Ifistcrio. ltltltl. O!?rClS CUlllple/as. Vo!. L p 'r~ Ed.
lél teoría del trauma y con ella se introduce por prirnera vez
All1(llT()l"tll b historia del sujeto en el campo de la clínica.

l2 1:3
Ahora hien, ¿cómo abordar clínicamente la histeria? He sulta divcltido cómo en el caso de lucy R. Freud relata que
aquí lo que interesa tratar especialmente en ese recorrido: se sentía algo ridículo cuando sin obtener respuesta alguna
lo referido a aquello que se dió en llamar "técnica psicoa­ ordenaba a la histérica una y otra vez: "iDuermase! Le or­
nalítica ". Se intentará situar ciertos puntos cruciales en rela­ deno que se duerma ya mismo" y una y otra vez recihía la
ción a la historia de esa "técnica " que es también la historia desoladora respuesta: "¡Pero doctor! ¡qué quiere usted que
del psicoanálisis. le haga si no me duermo! '·2
Para el abordaje clínico cle la histeria Frcud aplica en Señalemos que Freud renuncia a la hipnosis porque no
principio el método hipnótico que aprende de su maestro se reconoce en una técnica en la cual el sujeto queda total­
Charcot en París. Método que consiste en compeler al suje­ mente sometido a la voluntad del psiquiatra-amo. La hipno­
to hajo estado de hipnosis a abandonar el síntoma que en­ sis consistía en amordazar el síntoma para callar al sujeto.
tonces cede ante la orden del hipnotizador. Impactado an te No podemos desconocer la dimensión ética que subyace a
las presentac iones de enfermos que ofrecía el maestro­ esta concepción técnica.
brujo Charcot los martes en el anfiteatro de la Salpetriere Bajo el influjo médico e l paciente está obligado a recor­
-clases que adquirían el tono de verdaderos espectácu­ darlo todo por igual. Pero a Freud no le interesa el camino
los- Freud adopta esta especie de técnica mágica, (mica fácil del forzamiento del recuerdo. Freud escogerá la vía di­
hasta el momento capaz de operar en el síntoma histérico. fícil del olvido, es decir, de aquello que se resiste a ser re­
Sin embargo, en la aplicación de la hipnosis Freud insis­ cordado y que sin embargo insiste en el síntoma. El punto
tirá fundamentalmente en el hecho de que el sujeto debe de mira de Freud es lo que él nomhra en una maravillosa
recordar el momento de aparición del síntoma para ir de paradoja el "recuerdo olvidado", es decir, lo reprimido.
allí al trauma ocasionador, con el fin de operar la descarga En definitiva, Freud ahandona la hipnosis porque el suje­
que en su momento no tuvo lugar. to, sometido a dicha técnica , no tiene, no digamos ya pala­
Al introducir el recuerdo del sujeto, Freud introduce la hra , pero ni siquiera tiene el derecho de callar, de olvidar.
historia, y con ella la clínica de las neurosis deviene una y el olvido será para Freud la condición de acceder a lo
rráctica de la pal1icular. que busca. Frcud sabe que sólo siguiendo los rastros del
Mientras psiquiatras y neurólogos se mara villan ante la olvido hallará el mecanismo por el cual algo no se quiere
desaparición de síntomas por sugestión, freud se pregunta saber. este mecanismo no es otro que la lógica del incons­
por el sentido de esos síntomas. Mientras el saber médico cú::ntc.
busca las causas del enfermar histérico en la herencia y el Constatamos que más de una cuestión técnica , se trata
organismo, Freud se inquieta pOI la historia de ésa histéri­ ele una posición ética: Frcud no cede ante la \'erdad que lo
ca: de Lucy , de Emy, de Eli za heth Von R. reclama aunque para e llo deba renunciar al consenso de
La hi pnosis no responde a sus preguntas y haci,1 1895 una técnica.
Freud abandona la hipnosis. Esta renuncia implica un acto Retengamos este hecho que , veremos, se repetirá en la
de ruptura con el discu rso imperante. Y se le confil~rc (".1­ historia del psicoaná lisis: la ruptura con una técnica domi­
rácter de acto porque el abandono de la hipnosis posibi li¡a­ nante entral1.a una posición ética.
rá otro acto: el acto fundante del psicoanálisis. Pero para llegar a ello prosigamos con los tiempos de la
Freud e xplicita que el abandono de esta técnica se de he historia. Freud abandona entonces la hipnosis y lucgo de
a más de un motivo: por un lado no todos los paci ~nte s
son sL-lsceptiblcs de ser hipnotizados; por otro lado afirma 2 helld . ~iglllllml. .\liss Lu cy 1<' . lIN3-9'\. l"n ü/Lldio$ sobre la llis/erio. Ohms
no poseer, él, los dones del hipnotizador. Al respe cLo, re- CUlI1ple/us, Y ol 11. p. (2 eí. Ed . Al11o!"rortll .

l t.í }'í
otras excursiones técnicas decide escuchar a su histérica histórico. y la transmisión de la palahra de Freud será tami­
que le sugiere: "Doctor, por favor, ya no pregunte, déjeme zada por el discurso y los valores de la época.
hablar". Por el hecho de escuchar este consejo, la técnica Los propios portavoces del psicoanálisis, en un intento
--o para ser precisos, el método de Freud- radicará a par­ por divulgar la letra freudiana , la vulgarizan , la interpretan ,
tir de allí, en rastrear las vías de acceso a esa verdad de la la traducen, la descontextualizan, adaptando lo que era su
que el sujeto padece por no querer saber. Su método se novedad a los ideales dominantes.
identifica entonces a la lógica misma del inconsciente. Tomemos rápidamente dos ejemplos: el concepto de pul­
Freud nos dirá de un modo u otro que del saber incons­ sión de muerte, elahorado por Freud hacia 1920 es recha­
ciente el sujeto nada quiere saber, y más precisamente. su zado, desconocido dentro del mismo psicoanálisis, sobre
condición de ser inconsciente se sostiene del hecho de no todo por la corriente americana. Cuando el mundo entero
ser sahido. festejaha la paz y la gloria americanas, y occidente saluda­
Se trata de un saher imposihle de decirse y de saberse ba esperanzado la prosperidad de un mundo nuevo y el
por ser punto de anclaje de la muerte y la sexualidad. ameriCCl11. way 01 lije; no tenía cabida ni en la teoría ni en
Situar la muet1e y la sexualidad como centro de verdad la clínica ese espejo negro de la guerra que es la pulsión
del sujeto tendrá su costo: por unos cuantos aúos Freud de muerte, y sin emhargo, concepto pilar en la obra de
será aislado y rechazado por el discurso oficial. Freud.
La aceptación de la doctrina psicoanalítica dentro del El otro ejemplo refiere a la teoría y a la clínica que se
saher occidental no es sin resistencias. Aquí conviene apli­ desprenden de la promoción del yo. Un yo razonahle y
car a la historia del psicoanálisis sus propias categorías: el educable; al que el analista debe adaptar y corregir, para
discurso científico y social nada quiere saher de un nuevo que el yo corrija a su vez nuestros demonios inconscientes.
saher cuyo centro es la muelte y la sexualidad. El ideal de cura consiste en adaptar al sujeto a la realidad;
En La Batalla de 100 ailos. E. Roudinesco cuenta la his­ pero como no hay más que realidad psíquica, se tratará de
toria 3: con la guerra viene la diáspora del psicoanálisis. El adaptar al sujeto a la realidad del analista. Adaptar el yo del
psicoanálisis abandona los rincones de Viena y Suiza para analizante a la concepción del mundo del yo del analista,
conquistar nuevos rumbos. Muchos discípulos de Freud, he aquí la dirección de la cura. La práctica analítica se con­
perseguidos por la guerra y el antisemitismo se exilian, vielte en una especie de acción moralizante. La verdad del
unos en Estados Unidos, otros en Europa occidental. sujeto debe ser sometida al yo, a la razón, a la conciencia.
A través de slis seguidores los conceptos freudianos re­ La expansión del psicoanálisis marca el fin de su época
corren el mundo. Pero esta expansión no es sin disidencias heroica. Con ella termina la epopeya de la invención, de la
y rupturas entre las distintas corrientes que ya se vislumbra­ pasión por el descubrimiento. El psicoanálisis de los rinco­
ban; incluso dolorosas rupturas con el mismo Freud por nes de la vieja Europa llega a .<;u fin para propagarse ahora
parte de sus más preciados discípulos. por el mundo. Pera esta propagación entraúa una paradoja:
La resistencia a admitir un saber inconsciente se enlaza con la expansión del psicoanálisis se desvirtúan sus con­
con el contexto político y social y el discurso científico y fi­ ceptos, se toman sólo fragmentos. El discurso del psicoaná­
losófico que lo sostiene. Así, la penetración del psicoanáli­ lisis pierde fuerza y rigurosidad al compás de su
tiis en América y Europa estará marcada por el contexto proliferación. El triunfo del psicoanálisis va acompaúado de
un descentramiento de sus conceptos fundamentales. El yo
se impone sobre el ello, la conciencia recupera el incons­
3 Roudinc;s co , Elisahelh. 1.' Hisloire de la f'syc/wlIC/l)'se en Frul'lce O), Paris ,
ScuiL
ciente, el ideal de cura como adaptación a la realidad ex­

16 17
duye la realidad psíquica y con ella el deseo que la organi­ todo miembro; toda sociedad adherida a la IPA debe acatar.
za. En fin; con los anos la obra freudiana es también ella La Sociedad Psicoanalítica de París, por estar adherida a la
adaptada a la realidad, es decir, a los ideales de post-guerra Internacional, no escapaba a su imperativo técnico. Uno de
y al happ íness americano. Así lo expresa E. Roudinesco: "La sus miembros, Jaques Lacan, psicoanalista que ya se perfila,
obra de Freud es quemada por los nazis y estrangulada por ba como brillante teórico, no cumple en su práctica clínica
los americanos."í con lo 'SO minutos por sesión y las 3 sesiones reglamentarias
El centro institucional de esta e.xpansión es la Asociación p or semana. Laca.n no usaba reloj para determinar el tiempo
Internacional de Psicoanálisis, fundada por Freud hacia de las sesiones, ni pre-establecía un ritmo semanal.
1910. La historia ele la relación de Freud con la institución Como en el caso de la hipnosis , tampoco aquí se trataría
no ha sido sin rasgaduras. de una mera diferencia técnica. La concepción del tiempo
A medida que el psicoan{disis penetra en la geografía en Lacan es otra, y esta divergencia trasciende el campo de
intelectual de cada país (en cada uno tamizado por el dis­ la técn ica y desemboca, otra vez, en una ética.
curso imperante), las sociedades se multiplican. Pero ¿Cómo cronometrar el tiempo del acto y la palabra? Si el
todas funcionan adheridas a la lPA. Con la institucionaliza­ suje to es efecto de discurso, ¿cómo legislar el tiempo en el
ción del psicoanálisis comienza la reglamentación de la que esa verdad se dice ¿Cómo reglamentar un saber que
formación de analistas: supervisión, análisis didácticos, '
excl uye toda regla l cuando más bien sucede al revés , es el
cursos. saber inconsciente el que reglamenta. Impone las reglas del
El devenir analista pasa a ser ahora un acto burocrático: lenguaje desde donde la verdad se semi-dice (l pesa r d el yo
se trata de cumplir una serie de trámites, cubrir ciertos re­ q ue habla. Inconsciente y lenguaje comparten estructura y
quisitos dispuestos por el ideal de la institución. He aquí la e.sro en sí mismo hace obstáculo para la implantación de
concepción del tiempo: cinco anos de análisis didáctico, a cualquier reglame ntación técnica,
razón de tres veces por semana, en sesiones de 50 minutos. .a escansi ón lacaniana de las sesiones se desprende de
Es en este contexto que se pone eje rnoela la palabra "técni­ la obra de Freud. La concepción del tiempo en el Lacan de
ca" y sus reglas correspondientes. Estas reglas preestableci­ los años cincuenta es freudiana,
das (establecidas antes del inicio mismo de un análisis) Sin emba rgo la Internacional no lo entiende así, puesto
abarcan desde la fijación del tiempo que elebe durar la se­ q ue ve e n la escansión una transgresión del reglamento
sión hasta la reglamentación de un encuadre fijo, pasando técn ico. Este hecho , enlazado con el peligro el surgimiento
por largas clasificaciones de tipos de resistencias que hay de un nuevo discurso al interior d e la IPA, inicia un comba­
que vencer, e iguales tipologías de cómo log¡'arlo. te que durará die z anos y que culmina en 1963 con la ex­
La cohesión de la IPA no está fundada en el compromiso pulsión de Lacan por parte de la Internacional.
con un discurso, más bien lo que mantiene unida a la insti­ En tonces, el dispa rador de la ruptura de Lacan con el
tución radica justamente en el establecimiento y el cumpli­ discurso dominante es una discrepancia en torno al tiemp o .
miento de la llamada técnica psicoanalítica. Nuevamente, como en el caso de la re m mcia a la hipnosis,
El psicoanálisis llega a los anos cincuenta descentrado de lo que aparece como una discrepan cia técnica es una pro­
sus orígenes y distorsionado según la s distintas lecturas en fllnda grieta ética q ue hace acto . En Freud el abandono de
cada p aís y en cada escuela. Pero toda discrepancia desa­ la hipnosis hace al acto inaugural del psi coa nálisis. En
parece bajo el manto imperativo de las reglas técnicas que Lacan, la ruptura de una co nce pción del tiempo hace al
an o de un ¡:etorno a Freud, lo cual implica la reina ugura­
'1 01'. cít. ció n del psicoanálisis.

18 19
En 1953, Y en respuesta al psicoanálisis de su época,
Lacan llama a los psicoanalistas a un retorno a Freucl. Vol­ Uno cree leer en Freud algo así como: esta técnica es
ver él formularse las preguntas que Freud se formuló para muy simple, consiste en que no hay técnica.
dar respuesta al vacío teórico que la proliferación técnica Una sola regla cuenta para el psicoanalista: "diga todo lo
pretendía encubrir. Regresar a la letra freudiana, al trazo que se le ocurra sin crítica ni selección previas". Se trata
fundante para rescatar el inconsciente del olvido y restituir­ promover una palabra justamente fuera de todo regla. La
lo a su lugar central. regla fundamental como única regla técnica conlleva en sí
El llamado de un retorno a Freud va acompañado de un la paradójica posición de tratarse de una regla que enuncia
seminario. En 1953 Lacan inicia casi 30 años de enseñanza la exclusión de toda regla.
con su seminario 1 intitulado los l::,"scritos, precisamente, La atención flotante, contrapanida de la regla fundamen­
Técnicos de Freud. Al comando de su propio llamado Lacan tal entraña la misma paradoja. Escuchar sin premisas, nue­
se dispone a retornar a los escritos de Freud, a desempol­ vamente una regla que se sostiene por la exclusión de toda
var la letra freudiana. regla.
En el contexto en el que se hallaba el psicoanálisis pode­ Después de todo: ¿para qué exigir del analizante una
mos situar dos puntos como motivadores de este seminario palabra libre de aprioris si los aprioris técnicos del analis­
1: por un lado Lacan llama a un retorno a la letra freudiana ta van a venir a anular la pretendida libertad de asocia­
porque el callejón sin salida en que se encontraba el psi­ ción?
coanálisis era gran panc debido él la distorsión de esa letra. Ya Freud señalaha la del psicoanalista como una posi­
Por otro lado, notemos que no es casual que Lacan inau­ ción imposible en tanto nos concierne como sujetos. El ri­
gure su retorno partiendo de los Escritos Técnicos de tual técnico que consiste en la repetición obsesivizante de
Freuc!.s jo mismo en todos los casos tiene la función de tranquilizar
Lacan inicia su enseñanza con una crítica, una crítica a la al analista respecto de la imposibilidad de su lugar y de la
técnica psicoanalítica. Ante la multiplicación ele manuales ausencia de garantías. La llamada técnica psicoanalítica es
técnicos, Lacan opera su retorno a Freud vía los escritos un engaño, con ella el analista se evita el abismo de la so­
técnicos, para demostrar, con Freud, que no hay la técnica kdad de su práctica. La técnica constituye el espejismo por
del psicoanálisis porque el psicoanálisis es una práctica de el cual efectivamente habría garantías para el ejercicio del
lo particular. psicoanálisis. Y lo que garantizaría al analista en su lugar
Para llegar a a ello bastaba con leer a Freud. Fechado en sería el cumplimiento de ciertos requisitos y reglas. Sin em­
1912, en sus Consejos al iVlédico, Freud recomienda: "Uno hargo, la sola garantía es que el analista sepa que no hay
procede al azar, se deja sorprender por sus virajes; abor­ garantías, y esto el analista sólo lo sabe por haberlo consta­
dándolos cada vez con ingenuidad y sin premisas." Y tado en su propio análisis.
luego: "Esta técnica es muy simple, consiste en no querer El análisis del analista, he aquí la condición necesaria,
fijarse en nada en panicular y en prestar a todo cuanto uno i.:':S decir la única condición de posibilidad del devenir
escucha la misma "atención libremente flotante". 6 ,malista. Tanto Freud como Lacan se cuidan muy bien de
no enunciar la condición suficiente. El enunciarla, equi­
') Es bajo el título de E~criJos J"écIlICOS qUé: aparec"C en francés un volumen que v.ddría él la dcnegaci{)t1 misma de los fundamentos del
incluye una I"ecopilacié>ll de textos de Freud cuyo lazo sería b definición de un:1
supucsu técnica. Dicho título así como la recopilación misma ser;ín puestos en
psicoanálisis. Postular el cumplimiento de determinado
cuesti{lll por LaGln en su seminario I de 19'):;. requisito (todo requisito se sitúa del lado de la t(~ cnica), y
6 heLld , Sigmund . Conseloo al médico sohre el tmJamiellJo p.~icoC/ll{/lític(), 1912 . luego de "ofrecerse" a dicho requisito creerse en condi­
Ohms COII/pletas. vol. Xl! , p . lIt. Ed. Amorrol1L1 .
ciones de nominarse "psicoanal ista"; es tan desconocedor

20
21
y tan loco como el enunciado yoico "yo soy yo" o "yo soy avatares por lo que atravesé) la letra freudiana? ¿Esta­
1110S0S
el rey". mos acaso ante los puntos de impasse de la transmisión del
No hay cond ic ión suficiente porque nada garantiza al psicoanálisis? He aquí unas preguntas que atanen a los
analista en su lugar. Es precisamente esta falta en el Otro tiempos por venir.
uno de los fundalnentos del discurso del psicoanálisis.
Se intenta demostrar que la conccpciém de la técnica no
es una n,era cuestión alcdana al psicoanálisis, más hien
constituye un punto noda!' Porque es de la posición que
adopta el psicoanalista respecto de este punto que se va a
desprender su concepción de la cura y su posición ética.
N o hay técnica del psicoanalista, hay ética del psicoanálisis.
La demostración de cllo es , creo, uno de los sentidos del
rctorno a Freud de Lacan.
Para finalizar, atrevámonos a la pregunta; ¿qué sera del
psicoanálisis en el siglo que se avecina? Na osaría mencio­
nar el milenio. Vislumbramos ciertos peligros en cuanto a
su transmisión:
Uno de ellos es, como sucedió con Freud, hacer de la
clínica de tacan una técnica. A saber, tomar como modelo
lo que "se salle " de la práctica lacaniana y del estilo de
Lacan y repetirlo sin ton ni son, es decir, fuera de contexto,
como una suerte de religioso ritual. Lo cual implica la inge­
nuid ad reconfortante de cobijarnos en una nu ev a técnica
que nos asegura como psicoanalistas, ahora lacanial1os, po­
niéndonos al resguardo de toda puesta en cuestión. Y hoy
sahemos que cuando el psicoanalista se sitúa fucra de
cuestiona miento, q ueda también fu e ra de lugar.!
Otro peligro atañe directamente a la transmisión de la
letra: si la letra ele Fre u d , que es letra escrita, ha sido frag­
menta da segCm los intereses , y ha sido necesario un Lacan
para restituir a esa letra toda su comple jidad , ¿qué será de
la p a la bra de Lacan , palabra oral y por lo tanto ya pe rdida?
¿Cómo establece r e ~a palabra de lo oral a lo escrito? ¿Q uién
está en condicione s de hacerlo? ,:Bnjo qué p a rámetros? ¿Con
q ué crite rios? Si n duda, oda escuela, cada contex to hace
p asar esa palabra por sus propias categorías y co nvenie n­
cias . ¿Re p etirá la historia con la palabra de Lacan los lasti­

7 P~Hccil'r;J l!lI (~ e:;h.. pd igru COllCil'rn e fundaml'n t:.tlllK'l1lC ~: \O'-i p:'líscs Ul lo....
qU(' no hu!>o lIn~1 ¡r;:n'..; m IS I(¡ 11 JinT l ~J lit...· La c .ID

22 23
Historia y construcciones

Fanny Blanck-Cereijido

Es probable que los antiguos hayan creado el concepto d e


tie mpo para dar cuenta de la conservación de la identidad
de las cosas a través de largas series de desplazamientos y
cambios: los cuerpos celestes, las nubes, las plantas. En
este sentido los sujetos se reconocen a si mismos como una
secuencia de cambios temporales que constituyen su pro­
pia historia. Incluso el reconocimiento de un sujeto hecho
por otro, implica aceptarlo como producto de una historia
¡x lrticular.
Sin embargo, el sujeto olvida hechos esenciales de su
propia historia , recuerda en forma distorsionada , o incluso
"evoca" hechos que jamás sucedieron. El análisis trata de
recuperar algunos puntos nodales de esa historia , haciendo
co nsciente lo inconsciente, en la medida que mantiene la
esperanza de rellenar las lagunas mnémicas, y aporta supo­
~icio nes sohrc lo irrecuperable, para amalgamar y dar senti­
, lo a esa historia (construcción). De este modo, el trabajo
,Iel análisis rescata al analizante de su petrificación en el
pasado, yendo de la acción repetitiva a la formulación de
11:.uubras, creando así un tiempo pasado que le permita la
l'x istencia en el presente.
l nterpretamos y construimos buscando la escena incol1s­
,'ieme que da lugar al síntoma, a la neurosis. La tarea es de­
\ L' lar la otra escena, desconstruir los fantasmas, las
l'xpresiones personales de los mitos. En esa búsqueda in­
Il:n la mos lograr alguna continuidad hiogr:ífica-histórica a
p!l rLir de la trama imaginaria que trae cada sujeto en su
p ro pio fanrasma , en su novela familiar.
La hisloria", dice Ferrater Mora , "es una investigación de
1.11 índole, que se opone a la teoría y al sistema, ya que se
t /lu pa ele los caracteres de una cosa o evento determinado,

I II n mtraposición él una definición esenci~11. Su etimología


1I'lh:r(,; a búsqueda , averiguación , saber." En este sentido, el

2')
analista que recoge , articula e interpreta lo que dice el ana­ En quinto lugar, debemos tener en cuenta que lo sahido
li za nte para reconstruir la cronología de su vida, es en cier­ a partir de la acción de la represiéln primaria anula la espe­
to modo un historiador. ranza de un completo recordar "... la reflexión de que aún
Sin embargo, ~l analista no es un verdadero historiador, en las psicosis más profundas el recuerdo inconcienre no
por varias razones fundamentales. En primer lugar, no reali­ se abre paso , de suerte que el secreto de las vivencias in ­
za las constataciones complcmenr<trias e indispensables fa ntiles no se trasluce ni en el deliri o más confundido. Y
para docu me ntar y verificar cada uno de los hechos relata­ vien do asi que lo inconc iente nunca supera la resistencia
dos, que ca ra cterizan la labor del verdade ro historiador. No de lo conciente, se hunde también la expectativa de que en
concurre a los lug ares en que ocurrieron los hechos, ni la cura se podría ir en sentido inverso, hasta el completo
consulta archivos de documentos que pruehen las asevera­ uo meúamienro de lo inconcienre por lo conciente." CFreud,
cio nes del analizante, no indaga él testigos que den fe de lo cana 69). En el "Manuscrito M", Freud escribe: "los fantas­
~I caecído. m a~ se generan por una conjunción inconciente entre vi­
En segundo lugar, para que haya realidad psíquica el su­ \'<.;ncias y cosas oídas, de acuerdo con ciertas tendencias.
jc ro tiene que haber pasado por la pérdida de la Cosa. 1 sras tendencias son las de volver inasequible el recuerdo
1{ompiendo con la idea de recuperación fidedigna de la del que se generaron síntomas. La formación de fantasmas
historia, l<I huella mnémica primera se asienta sohre la pér­ ,Icontece por combinación y desfiguraciém análogamente a
dida de la cosa, excluyendo un aspecto del acontecer o del la d escomposición de un cuerpo químico que se comhina
objeto, que ni siquiera ha podido ser inscripto. De manera ('0 11 otro. Y en efecto, la primera variedad de la desfigura­
que la verdad histórica de cada sujeto se apoya en el carác­ ción es la falsificación del recuerdo rol' fragmentación , en
te r de pérdida que tiene la creación de la realldad psíquica. la cual son descuidadas precisamente lJ.s relaciones de
En tercer lugar, mientras que el historiador trahaja hasta I iempo (el corregir en el tiempo parece depender, precisa­
donde le es posible con elementos constarahlcs , el analista menre , de la actividad del sistema conciencia). Asi, un frag­
trabaja con recuerdos. Illento de la escena vista es reunido en la fantasía con otro
En cuarto lugar, en ningún campo del conocimiento po­ de la escena oida , mientras que el fragmento liberado entra
d e mos concebir una realid<td externa cognoscible, indepen­ l 'l1 olra co nexión. Con ello, un nexo originario se vudve
di e ntememc de quien la investig ue . Lo que se conserva y es inha ll abk."
pasible de ser investigado, son restos arqueológicos y docu­ La transferencia nos da la oportunidad de no actuar "en
mentos que han sufrido una selección inevitable. El dato ,Iwicncia o en efigie [, .. 1 y caemos e n la cuenta de que la
histélrico aparece atravesado por la selección e inrerpreta­ lonLlición de enfermo no pue de cesar con el comien zo del
ción , y es asi un dato construido. L.I historia, como discipli­ .111~·llis l s y que no debemo,'i tratar su e n ferl11ed~ld como un
n~1 CIentífica, se plantea hoy cual es su estaturo de verdad. l pisodio hi'itórico sino como un poder actual.. . .Mientras el

En el caso p articul ar del anúlisis, los hechos y situaciones l1 h.:nn o lo vivencia como algo real, objeti vo y actual nues­
referidos como recu e rdos, fueron originalmente distorsiona­ 1 \1) lr:.¡ l)ajo consiste e n la recond ucció n al pasado" ( Reco r­

dos al in vestirlos con una carga particularmente intensa. d,,/" Repetir y Reeltlho /"m). La lahor se basa en la asociación
Cuando el analizanle hahla , el analista Lscucha su histo­ librv del ana lizan te, )' e n la esc ucha Iibrc I11e nrc tlotante del
ria, que está presente de modo manifiesto en los recuerdos dll. di,__ta. en un marco transferencia! que permile el desp ue­
y reco nstrucciones , pero ta mb ién e n lodo su discurso. Un ~ 1 1l' de lo reprimido y olvidad o. La emergencia del sínroma
sínroma es una historia a d escifrar, } la transfere nci a es un li:d.,I,t de la historia como present<:, como alg o que no cesa
despli eg ue privilegiado d e esa bistnria. ¡ Ir- \lO ser recordado.

26 '),
~ I
construyendo una historia que siempre considera proVISIO­
En 1897 Freud escribe "Ya no creo en mi neurótica" re­ nal. La construcción se apoya "en jirones de sueño , ele­
nunciando al papel determinante de la seducción. Así esbo­ mentos de la asociación libre , retoños de mociones
za la interacción trauma -Nachtraglichkeit- fantasma , pulsionales o sus rea cciones frente él ellas, repeticiones de
dando él este último el papel etiológico en la histeria. los afectos pertinentes a lo reprimido" (Freud, Construccio­
Por último, el anal ista busca crear cierta continuidad, nes en el Análisis).
compensar de alguna manera los tramos ausentes, las pér­ La interpretación y la construcción se dan en la situación
didas que dislocaron las huellas. Este modo de entender la rransferencia!. Suponen la existencia de un hablante , de un
causación de los recuerdos y los síntomas, incluye la exis­ sujeto supuesto al saber y un encuadre analítico. No siem­
tencia de un tiempo anterior y del otorgamiento de sentido pre es posible discriminar entre ellas, ya que si bien la in­
a pal1ir de un momento de resignificación -Nachtmglich­ terpretación es puntual y se refiere a la actualidad , en la
keit-, que introduce un intelyalo entre el acontecer de los transferencia siempre está presente el pasado. La construc­
hechos y su significación traumática. Durante ese intervalo ción en cambio concierne a la historia , al pasado olvidado,
se va desarrollando un borronéo, un poetizar que constitui­ y tendría. un valor equivalente a la recuperación de un re­
rá el fantasma. Ya no se trata entonces, de vencer la repre­ cuerdo.
sión y de encontrar un recuerdo perfecto, enterrado como La historia que descubrimos puede equipararse a un pa­
tal en la memoria, en una concepción lineal del tiempo de Iipmsesto: una página imperfecta y oscura, mostrándose a
la enfermedad. través de la otra, también desgarrada , más afín a lo que de­
En esta larca siempre tendremos una versión interpreta­ bería haber sido la historia. El trabajo de la construcción va
da a posteriori del hecho que se relata , de modo que la en dirección opuesta al de la creación del fantasma y, en
única verdad posible de encontrar es la verdad histórica, ese sentido, es una desconstrucción de la historia ideal , que
así como la única realidad hallable es la realidad psíquica. remite al sujeto a los deseos, las limitaciones , falras, con­
En "Construcciones en el Análisis" Freud desarrolla la no­ cepciones narcisísticas que su mito particular ha tratado de
ción de verdad histórica, para referirse a ciertos fenómenos e ncubrir.
psíquicos, que conrienen elementos que en su momento El uso de la construcción, o la referencia histórica o bio­
fueron reales para el sujeto, razón que justifica su fuerza y h'1'iífica particularizan la existencia del analizante, confieren
su carácter compulsivo. El trabajo analítico consistiría en li­ , 1 su vida cierta continuidad temporal , le otorgan una exis­
berar ese fragmento de verdad histórico-vivencial de sus tencia en la diacronía histórica , en contraste con un uso rei­
deformaCÍones e n el presente y en reubicarlo en el pasado. le rado y exclusivo de la interpretación transferencial en el
En resumen: todas estas circunstancias recalcan el hecho ,I(l uí y ahora, que puede resultar reduccionista , anónima.
mencionado al principio, de que, si bien el analista actúa \sí el psicoanálisis no se ubica como una disciplina de la
en cierto modo como un historiador, la "historia " result3nte Iti ~toria arqueológica o genética , ni del presente absoluto,
del sujeto es en realidad una "construcción". y.1 q ue su objeto es el inconciente intemporal.
la formulación de las interpretaciones y las construccio­
Construcciones 111':S depende de la posibilidad del 3nalista de escuchar
.llenta, paciente y desprejuiciadamente. Las palabras del
La construcción aparece como un elemento audaz eil el re­ :IIl:l liza nte y el analista generan un nuevo saber acerca de
pertorio analítico. El analista, obedeciendo a una necesidad In no sabido o recordado, s3ber que no tenía existencia
de coherencia y continuidad simbólica , trata de suplir el re­ previa y es producto de una actividad creativa. Ahora bien,
cuerdo de lIna época olvidada en la vida del analizante,

29
2H
esta postura en cuanto a no reencontrar una realidad o un generar lo que en ciencia se denomina una "hipótesis de
sentido perdido, sino él crearlo , nos uhican frente a la pre­ trabajo", model os ex plica tivos provisorios, que el investiga­
gunta de si cualquier interpretación es entonces válida, .Mu­ do r utiliza para escoger sus próximos pasos, es decir, hacia
chas lo son, dependiendo d e las nuevas posiciones y donde dirigir sus indagaciones. Si bien e l analista debe
saheres en que se va ubicando el sujeto, pero no todas. La bacer en cada sesión un esfuerzo por escuchar "sin memo­
serniosis ilimitada , o sohreinterpretación , deja de lado e l ria y sin deseo" (Bion , Second 7h()ll8hl.~~ esta "hipótesis de
"te:K1:0", y confiere todas las opciones al "lector". Privilegiar rrabajo" . este model o provisorio de su paciente , le permite
la escucha de la palabra del analizante r de la transferen­ hacer cie rtas hipótesis acerca del curso posterior del análisis.
cia, nos dan la posihilidad de acercarnos al saber huscado.
La eficacia de la construcci ó n no es confirmada por un sí 01 ras construcciunes: el deseo de cClteza .
ni refutada por un no. El criterio acerca de su verdad se
puede establecer por el decurso posterior del análisis. Tam­ El modo como Freud encara la historia de iVloisés, puede
bién , dice Freud, puede aparece r un recuerdo hipe rnitido. ser tomado como un ejemplo de b inf1uencia del deseo en
que alude a algo poco im portante, pero vinculado al tema la determina ción de la historia, ya que esta contiene ele­
de la construcc ión. Esta hipernitidez, análoga a la de las mentos de su propio deseo acerca de su origen y destino
alucinaciones, sería un signo de reaparición de lo reprimi­ pe rsonal. D e acuerdo a Preud, Moisés nu es de estirpe
d o. ju día, sino el hijo secreto de una noble familia egipcia , que
Es interesa nte observar que en " Construcciones' ,Freud elije a los judios como depositarios de la religión monoteís­
no busca la confirmación de su proceder en la recupera­ ta cle Akenaton. Freud también despoja a Abraham del
ción del recuerdo, sino en las consecuencias de su comuni­ p apel paterno y se lo adjudica a iVIoisés, pe rsonaje con el
cac ión al anali zante . En "El H ombre de los Lobos" lo qu e parece identificarse. Esta historia se asemeja a una ver­
buscado fue una confirmación biográfica de la aparición de sión de la novela familiar descrita en 1909. En di cha nove­
la escena primaria en el sueño. la , el padre real es suplantado por un noble, y el hijo
Desde el punto de vista e pistemológico la construcción resulta ser de un linaje mu y superior al de la familia que lo
es un modo de ope rar inductivo, porque se asciende de la a lberga. Esta vertiente nos re mite al freuc1 que quiere fun­
observación de casos particulares a la formación de la idea da r e l propio linaje , como si dijera a su padre que, a pesar
general. La inducción, dice Platón, coloca el significado, la de haber sido el niño de l que él opinara "No llegará él
definición , ante la mente. La justificación de esta definición nada ", llegó a tanto qu e se convi rtió en el primer Freud.
de be buscarse en las consecuencias satisfactorias que si­ En Tótem y Tahú, prime ra construcción mítico-etnológica
guen él su adopción. en 13 que se sustenta que el parricidio primitivo y la culpa
Pero resulta interesante que inducir signifique también co nsec uente fundan la interdicción del incesto y la Ley,
"hacer con promesas () amenazas, que alguien realice cierta f rcu d afirma que en su necesidad de conocer su historia, la
acción". En este respecto el efecto sugestivo que ejerce la llumanidad atrave só tres etapas en las que predominaron
cOl1srrucción es indudable, de modo que el analista debe los modelos mitológicos , teológicos y científicos.
dar imp otlancia al caracter de hip()tesis y ficción que ti e ne Así como la historia propia del sujeto es un mito, una in­
su construcción. tersección entre su deseo y su posihilidad d e saber, con el
La historia del paciente también incluye lo acaecido du­ q ue elabora su novela familiar, la historia de la human idad
rante e l tiempo q ue lleva analizándose , de lo cual el analista constitu ye su épica. Este es el motivo del glorioso pasado
es en cierto rnodo un testigo. Las construcciones ayudan a que se atribuyen las naciones.

31
30
En El Futuro de una Ilusión Freud reconoce un papel fun­
damental a la religión en la explicación de la vida de los pue­ que nos lleva a suponer que la creencia compulsiva pre­
blos, pues afirma que se trata de una ilusión de restablecer el se nte en el delirio cobra su fuerza de esta fuente infantil.
narcisismo infantil y de ser amado por el padre omnipotente, Freud también homologa los delirios con las construcciones
siendo este un deseo tan poderoso e inmanente como para que hace el analista, pues les encuentra un núcleo de ver­
dar cuenta de la tremenda fuerza de las religiones. dad, y un aspecto asociativo constructivo que hace inteligi­
La ciencia irrumpe en el escenario de estas construccio­ b le a la construcción a modo de relato mítico.
nes mitológicas y religiosas como un COl1e, intentando por Si consideramos a la humanidad como un todo, encon­
un lado remover las connotaciones narcisistas de estos sis­ Lraremos que ella también ha desarrollado formaciones de­
temas explicativos, tratando de brindar explicaciones que lit·antes inasequibles él la crítica lógica. Colegimos que, si
no emanan del deseo , y reconociendo que si bien está en estas formaciones han podido exteriorizar un poder tan ex­
condición de proporcionar explicaciones, no consigue lle­ traordinario sobre los hombres, ellas también han recogido
gar a la certeza ni puede, mucho menos, otorgar sentido. su puestas verdades históricas que provienen de la infancia
Los logros científicos y técnicos resultan tan asombrosos, de la humanidad.
que tienden a dejar de lado el hecho de que toda la estruc­ La incettidumbre y la indefensión del ser humano, que
tura científica está fundamentada sobre principios que for­ proviene de su fundamental división, de su desamparo y
malmente son indistinguibles de los dogmas. de su falta de ser, lo colocan en una constante necesidad
La esperanza de llegar a la certeza es una forma de la de crear un saber que lo tranquilice. El hombre ha dado a
ilusión. El afán de alcanzarla sigue la trayectoria imposible su búsqueda de seguridad la forma de búsqueda de signifi­
del deseo . Podemos concebir al deseo de celteza como so­ cado. Si, como dijo Bacon, "conocimiento es poder", igno­
porte de las grandes co nstrucciones intelectuales colectivas ra ncia es vulnerabilidad. Para apaciguar la ansiedad
como las anteriormente comentadas, el pensamiento mítico generada por esta vulnerabilidad , busca respuestas a sus
y la religión, y adveltir su presencia en las construcciones preg untas eternas acerca de su origen, su devenir y su
de los analizantes y de los analistas. muerte, creando fantasías arcaicas, construcciones y mitos.
Freud vincula las alucinaciones con los delirios y con las El intento de alcanzar la ce rtidumbre existe siempre, así se
construcciones psicoanalíticas, diciendo que, a través de la tra te de un mito primitivo () de una construcción psicoana­
alucinación, retorna algo vivenciado en la edad temprana y lítica. La falta de cuestiona miento de estas celtidumbres re­
olvidado luego , algo que el niño vió u oyó que no le resul­ -m Ita en una obturación de nuevas búsquedas y en la
taba simbolizable, y que ahora esfuerza su ascenso a la aceptación de verdades dogmáticas.
consciencia , probablemente desplazado y desfigurado por
RES UTVIEN
la represión . (Construcciones en el Análisi!.J. Cuando la alu­
cinación es referida a ciertas formas de psicosis, se observa La perspectiva psicoana lítica se aviene con la definici ém de Fe­
que en las formaciones delirantes destacan dos factores: rrater 1\1ora, ya que se ocupa de particu laridades, considerando
por un lado el extral1amiento con respecto a la realidad y, lo personal de caeb historia , de cada biogrdfía , que nos dirá de
por el otro, el influjo del cumplimiento del deseo sobre la los ancestros del sujeto, de su ubicación generacional, del de­
forma del delirio. ven ir de sus identificaciones. Este saber, si bien mítico y par­
Lo esencial en esta manera de concebir al delirio, "es cial , aparece como la posibilidad de aqu ilatar la situació n de un
que no solo hay método en la locura " (Hamlet), sino que sujeto, de sus síntomas)' e nfermedad, valorizando el acontecer
ésta también contiene un fragmento de verdad histórica lo \'ital )' bs vicisitudes intersubjetivas, en lugar de las condiciones
hcredit;¡rias o degcnerativ2 s privilegiadas por la psiquiatría.

32
33
La herejía del eterno retorno
Néstor A, Braunstein*
Todo lenguaje es de índole sucesiva, 110 es hábil para
razonar lo e/erizo, lo inJemporal,

Jorge Luis Borges

~'CÓI77() razonar al Ello Ji al p,oce.?, valga la pregunta,

Psique es extensa - nada sabe de eso,

Sigmund Freucl, 22 ele agosto de ] 938

1, O tiempo o e.\pacío,

El deseo, el U'l1I nscb de Frcud, no tiene comienzo que no


.sea mítico y no tiene fin en los marcos de un inconsciente
p3ra el que no existe la rnuerle propia, Es indestrucriblc. El
inconscícnre es intemporal, lo que en él está inscripto es
invulnerable a la usura del tiempo y del olvido, Tal vez no
sohra rccor<,brlo con las propias palabras del psicoanalista:
"Lo inconsciente es totalmente atemporal" (nota agregada
(:11 1907 a la Psícopatología de la uida cotidiana, EJ, An1()­
J'J'Ortu, tomo 6, p, 266) y, muchos años despu és: ''Dentro
del ello no se encuentra noda que corresponda el la repre­
.w1IIlac ióll del tiempo, ningún reconocimiento de un decllrso
temporal y -lo que es asombroso en grado sumo y aguarda
,er apreciado por el pellsamiento fi/osó/leo-- nin8111U1 alte­
ración del proceso psíquico por el trasc1.ll:'o del tiemjJo ", (En
1033, NueI.Jas cOl~/erel1cias de introducci6n al psicoanálisis,

• ¡",;tl' ",,;nito fue pn,:s~I1l:ltl" "n ,,1 9" C(lloquio tI~ la I'und,\ci(m, LI primer:\ rL'~
d :\n: ión cid mi,,"o 11"",11);\ la ill1prom:l de l t ralJ;ljo en l': \rtl'l con Víctor '.:OVO ' 1 )
I~l.' til'ia I'lorcs, donde :\dalb"rro l.evi H'Il11hr" intclv cnía c' 01l10 nÜs~Llno . ESL' primer
1l'\.tn fue rcYi,,\do y discutido en llltcriorL''; reuniones del mismo cartl'l y r"c ihi(,
1 ,h,sc!'v acioncs y ('['ítica,; flln tlanlL'ntadas y flll1c!;¡mcnt,lIc,; tic pan" dc Frie\;¡ S:tal,

I','d ro O ynv ide y Yal1l1 y B!;¡n ck de ClTéijido, A tod os cllo,,; el testimonio ck: mi
: ', l ~lt it lit\.

.35
Tomo 22, p. 69), En el caldero pulsional todo está siempre tiempo no puede hacer a un lado esta insólita carac­
allí, sin antes ni después, sin comienzo ni fin, en el perma­ le nStlCa del inconsciente o, mejor, del ello freudiano y de
nente instante que 110 pasa . Sabe a eternidad. las figuras topológicas lacanianas: el aparato psíquico con
El psicoanálísis, su práctica, está fundado en esta carac­ ¡'los tres de Frezat " y el nudo borromeo con "los tres de
terística: mientras el discurso (la cadcna significante) es dia­ Lacan ", en tanto que estructuras, van sin el tiempo. Pero, a
crónico y sus eslabones se suceden en el tiempo, el ello no apresurarse, sobre ellos se opera en la sesión analítica,
está siempre ahí, invulnerable, organizando una intermina­ e n el medio de la palabra, entre una y otra, y esto frcmscu­
ble insistencia de lo mismo bajo las formas variadas y po­ n'e, no va sin el tiempo. Nunca ha eJe olvidarse que las fi­
tencialmente infinitas de los enunciados. Tiempo sin g uras de la topología son objetos de coJ1e y que el pasaje
espacio en el enunciado, espacio sin tiempo en la enuncia­ d e unas a otras requiere de un3 operación, de un antes y
ción; no son fáciles las relaciones entre la persistente topo­ un después. Sesión , sexión, sección.
logía y el tiempo que huye. El problema se planteó en los Alejandro de .Macedonia, en Gordio, puso un ejemplo
mismos términos , con idéntica acuciosa urgencia, para deslumbrante. Por el acto, el acto del corte, resolvió en un
Frcud y para Lacan. instante su lugar de sujeto. De tajo. Si fue Magno, si llegó a
Un Freud desconocido puede ser citado acá en apoyo, el <¡crlo. fue como consecuencia de un momento de concluir
Freud que en la sesión de la Sociedad Psicoanalítica de en el que jugaba su ser. No fue un acto del sujeto artífice
Viena del 8 de noviembre de 1911 les decía a los incautos d e su destino, lo que nos devolvería a una dudosa psico­
colega.';: "Si los filósofos cO/lsideran que los conceptos de logía. Sujeto, sí, lo hubo, pero fue la consecuencia y no el
tiempo J' espacio son lasforlJlCls necesarias de nuestro pe1l­ agente de su acto. Que se diga que el ejemplo es mítico no
samiento, una presciencia /lOS dice que el indiuiduo domi­ de smerece su valor de ilustración de lo que está en juego
na el mundo por medio de dos sistenws, U1l0 de los cuales e n el acto analítico. Un mito que muestra a la estructura
/imciona sólo en términos de tiempo y el otro úniccunente del lenguaje - ¿acaso hay otra?) abriéndose paso en lo
e11 términos de e.~pCicio " ( Minuta 149). Psique es cxtensa; real.
¿cómo podría saber de eso, de ello, si el saber sup o ne la Pero volvamos a nuestro comienzo: el carácter eterno en
cadena de los significantes y ésta existe "sólo en términos tanto que intemporal, sin comienzo ni fin ni variaciones, de
de tiempo'? La sincronía del ello, escritura!. sistema de ins­ las pulsiones que se agitan en el ello, siempre ahí, ávidas
cripciones, no se compadece d e la secuencia temporal eJe de la sangre de representaciones pasajeras investidaslibidi­
la palabra. Entre los dos, oso polar y ballena, no habría el nalmente para apoderarse de ellas y hacerse transportar al
te rreno com ún de la interpretación, sino la violenta opera­ mundo de la realidad , aquel en donde sí tienen vigencia
ción del desciframiento. La diferencia es de registros. O la los relojes y calendarios, en donde, cual relámpagos, apare­
interpretación, sí, pero como la hay entre la partitura y la cen pulsionando en instantes inremporales de goce que se
música . registran sobre la extensión del cuerpo. Lo eterno está en
Articular la topología y el tiempo, lo sabemos, fue el des­ suspenso; es posible que nada quiera , ¿qué puede querer
velo del último Lacan , el del desfalleciente seminario XXV1 lo Real? Pero de ese Real sólo sabemos cuando aparece ¿y
de 1979 que Ile, a ese título y c.¡ L1e no pasó de ser una pro­ dónde podría aparecer si no es en el seno de la palabra,
mesa. El tiempo impío, el de la vida, el c.¡ue estrecha las rmb ador, en el medio del discurso, en la evanescente in­
luces de las arterias y de los pensamie ntos , hacía estragos quietud del soúar? La eternidad no sabe de perturbaciones,
en la arricu laci(m del discurso. el sujeto, él, sí. Así se va la vida , entre la intemporalidad
Nu eslro colo quio de este ano, dedicado como está al perdurable del deseo y la atemporalidad instantánea de los

56 37
momentos de concluir, de esos abrires y cerrares de ojos, r;ldi ca en el Lóp,os mismo. Hay lo indecible , la tachadura
Augenhlicken, que hacen al Ereignis, al evento. Entre las t¡ Ul: hahita en el seno del Gran A o del Grandiós; eso es
dos intemporalidades transcurre el tiempo, e! tiempo que "I/lallké, eso es lo que no deja de no escribirse, eso es lo
es la patria en la que se refugia el goce exiliado por efecto qlle vuelve siempre a su lugar, eso es lo que causa la divi­
de la palabra, de la fa/abra, si se nos concede otra vez la !'\Ión d el sujelO porque una y otra vez vuelve. El signifi­
gracia de neologismar. (';[ l1 te S de la tacbadura de A. Es la reiteración misma de
Ese es el gran desplazamiento, la gran transferencia , la In m ismo , lo que está esc rito como el destino del hombre
que lleva desde el sistema e scritural y sincrónico del es­ l ientífico, es decir, el de nuestro tiempo histórico, "el
pacio constante del Ello, hecho de letras y de impresio­ Iln mhre cientifico" dice Lacan, no el de la ciencia como
nes goceras, al sistema fó nico y diacrónico del tiempo profesión, sino el sujeto sexuado, lenguajeado, desgocifi­
sucesivo , histórico, de los d eseos postergados. Así enten­ nId o , arrojado por la arrogante pretensión de completud
demos la enigmática referencia ya citada de la ¡IIinula de lo simbólico, proyecto de la ciencia, de la lógica, de la
149 y es por eso que la consideramos como la clave de religión y de la filosofía, que es el sujeto del psicoanálisis.
las relaciones entre la topología y el tiempo. Entre un Comento aquí el texto que Lacan intercala entre sus E~cri­
sistema y el otro el pasaje 110 es de traducción sino de /0.'1 e n 1966 y que lleva por título De un designio (É'crits,
desciframiento. )1. 367, página 353 de la edición en castellano).
El tiempo, el tiempo del sujeto no tiene ninguna consis­ Es allí, en ese artículo, en el momento de publicar la re­
tencia óntica sino que es el efecto de esos dos cachos de c()pilación de sus trabajos, momento de giro en su ense­
supresión de! tiempo que son los del reverberante deseo Ilanza , cuando insiste sobre el valor fundante de la
inconsciente y los del instantáneo acontecimiento que, al l'L'petició n como Necesidad (Al1anké) que se implanta en la
sujeto, lo hacen aparecer a la vez que lo desvanecen (fa­ ({a7Ón (Lógos), cuando se apresura a establecer: "Apm1emos
ding). otra confusión: nada que ver con el eterno retorno". Nótese
Por estar, pero en un estar fuera de la duración, es que que so n aquí tres los autores que Lacan contrapone: Kier­
hay eternidad en el ello. La pubión no conoce de suspen­ kugaa rd quien, tanto como Freud, renueva para nosotros la
siones, siempre aguijonea, nunca duerme, es constante. De IihTUra. el rostro. de la repetición y Nietzscbe, no menciona­
ella nos entera el fantasma que la pospone para el imagi­ dI¡ por su nombre sino aludido por ser "el más reciente in­
nario futuro y que hace creer que viene del imaginario pa­ \'I..:ntor de la doctrina de los ciclos" según la genial antilogía
sado, que la instala en el tiempo. de Borges. La repetición (creadora) de Kierkegaard, la re­
Vivimos en el medio de la palabra, en el tiempo de la petició n (compulsiva) de Freud , el revenir (incesante) de lo
sucesión articulada de los significantes, de la sucesión de mismo en Nie[zsche. Que no se confundan, que no se re­
las generaciones , de los bienes, de los apeBidos, vivimos vuelvan .
en Lógos. Pero sobre Lóp,os actúa Ananké; no hay otra Ya F rida Saal en el séptimo coloquio de la Fundación
gran Necesidad que la que se ejerce en el Lógos. Lacan (a rtículo FL.N, en La Cosa Freudiana, Ediciones de la Fun­
corrige así -É'crils, p. 367- (poco) sutilmente él Freud. lació n, l\-léxico, 1991, pp. 45-74) había destacado la pre­
N o es el reino de la naturaleza el que nos marc a los se ncia innominada de Nietzsche comoinrcrlocutor de
límites de nuestra Cim)posibilidad. Lo imposible es huma­ tacan tanto o más que lo que el solitario de Sils Maria lo
no ; no existe para la esmeralda o el roble, tampoco para I lll' de Freud . Aquí tenemos un nuevo eje mplo de ese apa­
la palo ma o el gato . Es un efecto de la Ley y no de alguna n.;nte rechazo sesgado: .. nada que ver". Habrá que ver esa
insupe ra ble indefensión o desamparo. Es de estr uctura , mlda.

3H 39
2. Nietzsche, Heideggery el eterno
obsesivo que se obstina en anular retroactiva mente lo ya
retorno.
sucedido: volver a nacer, no haber nacido, no haber estado
:.dlí en el momento del trauma , no haber desobedecido el
La idea del eterno retorno es hereje. En el curso que Hei­ mandamiento que prohibía comer de un cierto fruto, no
degger le dedicara en 1937 (Manin Heidegger [1991], Nietz­ h:.tber nunca sabido...
sche, Harper Collins, traducción al inglés de David Farrdl El hombre científico, a diferencia del primitivo (Cf. M.
Krell , volumen 2) se comienza por decir que la idea del Eliade: El mito del eterno retorno, 1951), es histórico, estra­
eterno retorno de lo mismo se presenta como totalmente tifica sus recuerdos, la ley de prohibicíón del incesto lo
rechazable porque no puede probarse (ni refutarse, si se ubica en un cierto orden generacional irreversible, la cro­
nos permite la intercalación popperiana), porque suena a nología se ha incrustado en su carne, es Edipo , es hijo de
excentricidad imposible, porque es demasiado extraña, su tiempo tanto como de su padre, quien con el nombre lo
tanto que se la tomó por un mysterium lunático. Borges, hace súbdito de la Ley. Locura parece pensar fuera de las
que la comentó con hermoso rigor, la contrapuso al infinito c:1tegorías históricas que informan y uniforman nuestro
razonamiento matemático derivado de Cantor, demostró su pensamiento, fuera de las nociones de orden sucesivo, gé­
falsedad física y terminó por resrarle todo valor, tanto para nesis y desarrollo que arrastran esa cola de! cometa ideoló­
la práctica como para el entendimiento. Citaba también el gico que incluye a la Inteligencia trascendente, la caída y la
argentino escritor a Mauthner, el primero de los críticos del redención final. Y Nietzsche, el impoltuno, el que se vuel­
lenguaje, que negaba él la doctrina del eterno retorno toda ve cada día más actual a medida que transcurren los años,
influencia moral pues, si las cosas no pueden acontecer de Zaratustra el poeta, Dionisos el dios que osa contraponerse
otro modo que como acontecen por una reiteración mecá­ a "nuestro Dios Lógos" (Freud , 1928), traen esta idea que
nica , entonces nada puede importar, pues nada ha de confina en la locura: el eterno retorno. El mismo Lacan pa­
cambiar. Si todo, mecánicamente, está destinado a volver, rece detenerlos, al filósofo poeta y a sus dos heterónimos,
nadie es imputable por lo que sucede o por lo que hace y con ese categórico "nada que ver".
deja de hacer. Pero el psicoanálisis nos autoriza y hasta nos demanda,
Fácil es descalificarla afirmando que nada regresa pues el extravío, la extravagancia, la extravisión. ¿Cuál es nuestro
todo acto, todo cambio, modifica de tal modo las condicio­ tiempo en tanto que promotores y funcionarios del incons­
nes de un acontecimiento que esas condiciones ya no se cie nte que, en la primera tópica al menos, no (re)conoce al
repetirán y por lo tanto tampoco podrá repetirse el aconte­ I ie mpo~ Ya sabemos que no se trata del tiempo sucesivo,
cimiento. No faltará la ji"ccióll borgesiana (por ejemplo, la irreversible e infinito, tiempo psicológico de la conciencia y
de la otra muelte de Pedro Damián) para ilustrar esta impo­ dé! yo, que no es el tiempo de la integración en el presente
sil)ilidad de la repetición. Ese es el más arraigado de los de un pasado físico , épico o histórico , que no es el tiempo
convencimientos en e! hombre occidental, el hombre histó­ pulítico de un saber construido con vistas a las necesidades
rico, donde las cosas suceden de una vez y para siempre y (It..: lo por \'enir, que no es el tiempo teológico en que se
el tiempo corre en una sola dirección. Es la gran novela desenvuelve cierto sentido escrito de antemano en el plan
que cuenta desde la creación hasta el apocalipsis. Nada es d~ una voluntad supramundanal. Hemos desarrollado
más ciel10 para nosotros, como lo era ya para Tomás de -l uce, [1990], Siglo Veintiuno, México, cap. 4) que nuestro
Aquino, que hay un solo límite que podemos imaginar para Il lOdelo es el del tiempo aufp,ehohel1, suprimido, anulado,
la presunta omnipotencia de Dios: ni Él puede hacer que lo de un evento o acontecimiento (Ereigllis, en esto hay que
que ya pasó no haya pasado. Y mejor que nadie lo sahe el It:lccrse a Heidegger) en el que se rompe la continuidad de

40
n
la historia por la aparición de lo inesperado, de Jo imprevi­ cosa que teología disfrazada y desarrolló en 1881 esta idea
sible, de lo absolutamente inédito que queda fuera de la centra l, esta revelación, de l eterno retorno que se establece
sucesión, de la continuidad, de las regularidades. Un tiem­ como consigna: '¡Imprimamos el sello de la eter11idad en
po proustiano. I/uestra vida! 1:.ste pensmnie11to contiene más que todas las
Aquí es donde se inserta la paradoja de Nietzsche y lo religiones (incluso las laicas que pregonan el sacrificio,
hace bajo la forma de una pregunta que él nos dirige ante agreguemos) que despr(!cian la vida como pasc~jem y hacen
todo lo que nos dispongamos a hacer: e' Es ésto de tal natu­ mirar bacía otra vida incierta." (1:.'1 eterno retO/"llO, notas
raleza que lo quisieras hacer por toda una elenzidad? La de 1881, aforismo 35) Afirmar sin cesar lo mismo, desear
pregunta no se dirige a nuestro saher si no a nuestra ética. s in ceder el deseo, decir que sí a la vida, perdurar a través
No nos dice como Kant, el Otro de Nietzsche, que si lo ha­ Je la capacidad de repetirse eternamenre, amar al destino
cemos y es válido para nosotros ha de ser válido también (a mor/atO pues aquello que sucede es el resultado de una
de modo universal. No; no apunta a nuestro deber sino a elección de la que no es posible desdecirse sin 3bjurar de
nuestro particula'r deseo y a un deseo que no aparece con­ la vida misma, colocarse más allá del bien y del mal , más
dicionado por ninguna restricción temporal de esas que .L1lá de la culpa , en otras palabras, asumir el acto y sus
siempre podremos hallar a la mano: Sí, lo quiero, pero aho­ fatí dica s consecuencias, ese es el sentido de la doctrina
rita 110, o Sí, lo quiero pero sólo por esta L'eZ. La intimación nietzscheana del eterno retorno que, como dice Giannni
de Nietzsche es otra: has de decir ahora y siempre, no por­ Vattimo en El sujeto .Ji lel máscara no es una negación del
que esto ya haya pasado o porque esto vaya a volver a tiempo sino una negación de la trascendencia , algo que
pasar sino porque este instante, cada instante, todo instante lleva a entablar otra relación con el tiempo para poder vivir
incluye la eternidad que no es otra, incrustamos aquí noso­ en lo real instantes compactos de goce que pueden hacerse
tros, que la del indestructihle deseo inconsciente, la de lo desea r encare, siempre , otra vez más. Desear, es decir, fal­
Real lacaniano. La definición. ya canónica, de lo Real indica lar y fa llar al encuentro. Insistiendo, persistiendo.
que siempre, insistentemente, vuelve a su lugar y que no Este punto es delicado y merece ser desarrollado porque
deja de no escribirse. Eterno retorno de lo mismo. ¿Porqué constituye el meollo de nuestra exposición y el origen ele
no? los malentendidos que atormentan a la doctrina elel eterno
Nietzsche con el segundo Freud, no con el primero que retorno . Aclaremos desde ya el principal: el de que el eter­
se proponía el llenado de las lagunas mnémicas, y Nietz­ no retorno de lo mismo daría lugar a una ética de lo mara­
sche con el segundo Lacan, no con el primero que negaba \ilI C)SO o sería un nuevo camino de redención. Esas ideas
al psicoanálisis otra meta que la del advenimiento de la pa­ son tan ajenas a Nietzsche como al psicoanálisis. Hemos de
lahra verdadera y la realización por el sujeto de su historia dejarnos llevar de la mano aquí por Heidegger haciendo
en su relación con un futuro. Nietzsche , así, adelantándose 'uso omiso de la traición que finalmente consuma con
a las correcciones necesarias, que tanto Lacan como Freud Nie tzsc he a l abandonarlo en brazos de la metafísica
hubieron de hacer, a toda consideración del psicoanálisis d~!i rué s de exponer su pensamiento (el de ambos) de ma­
como un historicismo. ncm luminosa.
Lacan comenzó por adorar a la historia (en los años 50) El saber que encarnan Zaratustra y Dionisos aparece
y terminó por detes[arla (en los 70, er. Seminario Ellcore) presentado por primera vez en forma púhlica exactamente
diciendo que llevaba a creer en Dios. Nietzsche empezó l'n el final , es el corolario y punto de capitonado de la edi­
por denunciar a la historia cuando manifestaba, en su Se­ C'ión primera, de 1882, del volumen que lleva el nada ino­
gunda consideración intempestiva de 1875, que no era otra ('c nte título de La gaya scienza. Gaya que , etimológica y

42
43
conceptualmente remite al goce. Heidegger, que nunca mcnre, sin vacilaciones, sin cesiones ni concesiones. lo que
quiso ni pudo saber o mucho menos compal1ir ideas sobre Sl: desea.
la jouissance postulada por Lacan, señala (op. cit. pp. 20­ Vo lvamos a Heidegger en una articulación esencial (p.
21) que lo gozoso en el decir de Nietzsche es "la espantosa C;7 ): ¿,Cuál es el modo correcto de pensar el pensamíen/o del
per!Jpecliva de una condiciún ten"orifica colectiva para los eterno retorno? Éste dice algo fundamental: Que lo que
en/es en general", que "no es la supeljkialidad de un dis­ {'tlya a pasar es precisamente una cuestión para la decisión,
ji"ute efímero" sino la "animación jovial que ilO es empalia­ ¡mes el anillo no se ha de cerrar en alguna remota Í1~fini-
da ni siquiera por las cuestiones mús duras Ji espantosas en ¡(I d sino que posee su cien"e intac/o en el M01nento, centro
el reillO del saher" pues: "sólo una gaya scienza compren­ (le la lucha. Lo que re/ornare -si ha de retornal'- es deci­
dida de tal modo puede aharcar un conocimiento que son­ elido por el lV/omento y por la jiterza con la cllal el Momen/o
dea el carácter terrorífico del pensamiento del e/erno m ede afrontar lo que en él es rechazado por lal lucha. f."sto
retorno en su sentido esencial". Destaca también Heidegger (IS lo peculiar y lo más difícil de sop011ar en la doc/rina del
el título del aforismo 341 de La gaya ciencia donde Nietz­ l'Iern.o re/orno: que la eternidad es (está) en el ¡\Jomen.to,
sche comunica su descubrimiento decisi\'o del eterno retor­ qlle eI 1\-10 111 e1710 no es UIl "ahora " trctIlsi/orio, 110 es ltll ins­
no, eje de su enseñanza: El peso formidahle o , tamhién, La /m lle del tiempo que pasa silhando junto a un e.~pectüd()1;
mayor de las cargas. Un pensamiento que amenaza toda .\fllo la colisíón del pasado y el júturo. E<; entonces que el
estabilidad, un obstáculo que exige esfuerzos desmesura­ MOl1tento llega a ser y determina c()/no lodo retorna. J~'sta es
dos para poder lihrarlo. Y el libro concluye (concluía en lo cuestión más dificil y la más tremenda para ser aprehell­
1H82) con el aforismo 342 que se titula "Jn.cipit /ragoedia ", l/idel y lo tremene/o queda como Uila puerta condenado
esto es, La tragedia comienza. Retomemos nuestro punto: ¡u/ m los bomhres minúsculos. "
la doctrina del eterno retorno no es nunca para Nietzsche Hay que actuar. actuar ahora, porque el ahora es eterno
un proyecto de bienaventuranza y el goce del que nos r definitivo . La ética de l\Jietzsche, que es la del psicoanáli­
habla est<Í más cerca del terror y del dolor que de la alegr­ "j:..; también , privilegia al instante sin someterlo a ningún tri­
ía y la felicidad. Y, sin embargo. hay alegría y felicidad en hu nal de la trascendencia ya que el acro lleva en sí mismo
el hecho de poder pensarlo, de hacer recaer sohre sí el "ll propio fin , pues "Los á/amos hUSCClIl el placer (J.l/St ­
mayor de los pesos , el de tener que decidir solo 'y a .::v,oce./) y el dolor" (El eterno retorno, lHHl , aforismo 12).
mucha más altura que todas las cosas humanas ", un pri­
mero de agosto de 1HH1, esto es, un día , en un instante fe­
chado, en un AlIgenblick cualquiera, la eternidad. ). El eterno retorno en psicoClnálisis
El privilegio recae sobre el momento, el momento de
concluir. Ese momento, todo momento, es el centro del "os instalamos en el corazón de la paradója. Al sostener la
tiempo. El centro es siempre. No un ahora efímero sino el doctrina del eterno retorno en el interior del psicoa nálisis
punto de la formidable colisión entre el pasado y el futuro. .tl'irmamos a la vez que el acto analítico define un punto de
La eternidad de Lino y otro se juega en cada abrir y cerrar no retorno, de imposihle regreso al momento anterior al
de ojos. Lo que uno ha recibid o, aquello que le ha sucedi­ ;trto , de máxima responsahilidad por las consecuencias de
do, tiene sentido definitivo a pal1ir del acto que se decide l'~e acto del que no es posible desdecirse ni decir que LIno
en el presente. No otra cosa es el pasado. Lo que ha de ser, no lo ha querido ni que se lo ha hecho por el Otro y, a la
la tarea de cada ser, esto es, el futuro, se define ya. De allí Vl'Z, que esa decisi(m tomada en e l insta nte es un efecto de
el imperativo nietzscheano : querer para siempre, eterna­ h) q ue siempre ha sido v de lo q ue siempre será, de lo real

4·1
íS
que atraviesa al sujeto y se revela en el acontecimiento. Al I()76 (Le sílltbo111e): "Vean que he usado la palabra reen­
acto único e irrepetible se le acepta como válido para siem­ I ()/i /!'(lrReencontrar es ya un deslizamiento como si todo lo
pre. No es un punto de "cambio" sino de nuevo comienzo, ti" este orden (ele lo real) hubiese .Va sido encontrado. E, esa
de establecimiento retroactivo de algo que , por empezar 1(/ ¡ra mpa de la historia. La bistoria es el más grande de los
entonces , habrá estado siempre allí, desconocido, enmasca­ 1I/IOSI71 CIS ..... Uno 110 reencuentra ..... uno no hace otra
rado por oscuras capas de historia y de sentido. El deseo. I n ,'itl que girar en redondo. La único ventc~ja de este reen­

Es por esto que "el analista tiene horror de su acto". \.unLrar es la de destacar lo que .f'o il1dico, que IJO podría
O Lo irreversible no es el tiempo; irreversible es el acto, h{IIJer progreso, que se da vuellas en redondo. O quizás
la decisión adoptada en el momento de concluir. O Vivir /J()(/¡ía explicarse esto de otra Inanera: que no boy progreso
no es dejarse vivir; es actuar, aceptarse como resultado de \ / no está marcado por la muerle. lo que Freud de esla
la acción. [J Actuar es introd ucir una diferencia , ¿entre qué /I/lferte suhraya al triebarla, al hacer de ella un Trieb, eso
y qué~: entre significantes. O La diferencia, raíz del entu­ (!l le se ba traducido como pulsión y que hubiera podido ¡¡a­
siasmo. Vive la dilj"érence! O Todo es diferente. O Nada es /liarse deriva. La ¡misión de muerte es lo real en tanto que
indiferente. O No hay dos igua les (verdes , cuerpos, músi­ 11() p uede ser pensado más que como imposible, es deci1: que

cas). O Distinguir distingue. O La rutina mortifica. O Afir­ (uda vez Cjue asoma la 11ariz, es impensable " (Ornicar?,
mar la diferencia es hacerla existir, hacia el eterno pasado, 11 [\1119, 1977, p. 38).
hacia el eterno futuro, en el choque de ambos, reviniendo G irar en redondo , ningCm progreso, la historia como el
siempre. O El acto marca en lo real la impronta de un lIlayor de los fantasmas detrás del cual est{\ el miro que, ese
deseo. Ya nada será igual - ni ,lo habrá sido. O "Desde el :-oí, es cautivante. Lo real que eternamente retorna a su
momento en Cjue aparece la idea del eterno retorno ca /11­ luga r. Lo que no cesa de no escribirse. La historia, decía
hian lodos los colores V la historia es otra '.' ( Nietzsche, I\lthusser, ha de ser considerada como un proce so sin suje­
1881). O ·'.. ..Ji procuró educir de eS(1 pesadilla menlal una lO ni fin(es). y el filósofo de lo dionisiaco se le aelelamaba:
ocasión dejúbi.lo. Buscó la idea más borrihle del universo y ¿Sup rimiremos la idea de ./in en el proceso y c~/irmaremos a
la propuso a la delectación de los bombres " (Borges, 1936). /u'sa r de esto el proceso';; (La voluntad de poder, aforismo
O 'E! optimista .flojo suele imaginar que es nietzscbeano; 1)'5 l. Parece que hay que lecr prolijamente a bcan en su
Nielzsche lo enji'enta con los círculos del eterno regreso y lo :il usió n él Nietzsche y que el elerno retorno sí tiene que ver
escupe ((sí de su boca ,. (íd.) . O En e! momento y en el acto con el psic03.n{Ilisis y su ética.
que le da su conclusión se juega la eternidad. O El eterno La historia, un fantasma para salir de la pesadilla ele! re­
recurso s()lo puede consumarse en el ser parasitado por el Weso constante de lo mismo ... y poder seguir durmiendo.
lenguaje, en el parterre. O El destino: Allcmké actuando en C()n la creencia de progresar.
L(5gos. O El hablcnte es el sitio, el único sitio, elel choque Se gira. No hay sino ciar vucltas en redondo. Como los
elel pasado y el futuro. El escenario y el producto. :Islros. Pero en ese girar se introduce una diferencia. Se de­
Retorno. Rcencuentro. Wiederzufinden. Así planteaba creta que un día, lino cualquiera, es día de año nuevo. Se
Frcud la identidad de percepción , meta gocera del psiquis­ introduce un significante en lo real. Eso es un acto, una de­
I11D humano. ¿Cómo, cómo reencuentro si nunca huho en­ l'isió n, una cuestión de ética. Se determina un comienzo allí
cuentro anterior, si el objeto, por definición, desde siempre donde no lo hay y "precisamente porque, este comienzo,
estuvo perdido? Sólo así, pasando por el lugar del objeto, no lo hay" (Lacan, Seminario El acto psicoanalítico, 10 de
sólo así, quizás, dirá Lacan, podrá reencontrarse algo que e ne ro de 1968). Y de lo efímero, de lo que no dura sino un
sea real. Y CO!l,entar{\ en su seminario del 16 de marzo de día , se hace efemérides, ocasión para conmemorar, para

46 !7
realizar ceremonias que introducen diferencias en el inocuo ill/e/l)retación del CTle/po y un desconocimiento del eLle/po"
deslizarse de los días. Por el acto hay introducción del sen­ (Pró logo de la edición de 1886 de La gaya ciencia. El su­
tido en el sinsentido de lo real : ése es, del acto, del instan­ ¡¡rayado es de Nietzsche mismo). La sustancia de! pensa­
te, el sentido. Con el acto se fabrica e l tiempo, el antes y el ill lento del retorno es ética , es una crítica tanto de la
despllés. ( Ic.:ncia como de la filosofía .
El eterno retorno lleva a afirmar el presente, a privilegiar
,.J momento actual, cl del acto, el del ja sagell, de decir
4. La ética deslindada por el eterno retorno (¡ lIe sí, fuera de toda idea de trascendencia en los cielos de
h tierra o en la tierra de los cielos. No se puede dejar pasar
Claro. El eterno retorno no es un mecanismo de relojería J;¡ oportunidad. El ahora es eterno y definitivo; la eternidad
que hace que lo sucedido vuelva a producirse, no es una \ ive en el instante y por eso el habIente es responsable,
fabulosa máquina del tiempo regida por el implacable reloj irrenunciablemente responsahle de sus actos. El eterno re­
de los astros, no es una monstruosa confirmación de lo in­ lomo implica la destrucción de la concepción ontológica
finito de la eternidad, de un tiempo que sería suficiente clásica del tiempo: el pasado y el futuro ya no existen pues
para que cada uno de nosotros escriba no una sino innu­ t'srá n suhsumidos en este momento de su colisión que es
merables veces La ¡Hada y tamhién todos los libros de la pa ra siempre. Y ese momento es el del acto como lo ejem­
biblioteca de Alejandría. El eterno retorno significa que el plifica la experiencia del análisis.
instante de la decisión, aquél en el que las distinciones in­ Escuchar el pensamiento del eterno retorno lleva a pen­
troducidas en la vida por el lenguaje resultan anuladas, ha sar de inmediato en que, si fuese verdadero, el hombre y la
de regresar. No que lo que sucede haya ya acaecido o vaya mujer resultarían los efectos mecánicos de una repetición
a acaecer otra vez (¿quién podría afirmarlo o negarlo?) sino, insensata donde nada de lo que hiciesen o dijesen impor­
al contrario, que tal instante es inaprehensihle, siempre se taría pues todo eso ya habría pasado otras veces del mismo
escapará y por ello es que la vida gira en torno a él. Ese modo y seguiría pasando asÍ. Así, recordemos, lo planteaba
in~tante de abolición de las palticularidades y de las dife­ Mauthner. Nada más ajeno a la cavilación de Nietzsche.
rencias es idéntico a él mismo y no distinto de otro instan­ Para el solitario en sus alturas de águila y serpiente (dos
te. Por eso es que indefinidamente vuelve a producirse. loros enlazados, según una topología más actual) se trata
¿Cuándo:> No en un momento representado en forma espa­ de acahar finalmente con el fatalismo y la indiferencia para
cial, C0l110 un punto en una sucesi(m indefinida de puntos destacar el deseo, si usamos la palahra de Freud, la volun­
que hacen una línea, que los tiene infinitos hacia atrás (pa­ tad de poder, si recurrimos a la suya propia. Lejos de caer
sado) y hacia adelante (futuro), que es el tiempo de la his­ en la inacción o en la vacua contemplación somos empuja­
toria y ele la lógica oficiales , sino en un instante de dos él actuar. Ignoramos todo acerca de la vida y del suce­
condensación y de prescindencia de las dete rminaciones der anteriores. En nuestra experiencia nada es repetición;
Jenguajeras, sin antes ni después. EJ eterno retorno es por­ todo sucede por primera vez. Con la idea del eterno retor­
que debe ser. No peltenece a las ciencias, no a las natura­ no no pensamos hacia atrás sino h::tcia adelante: ¿qué es lo
les, no a las del espíritu o como quiera que sc llamen . 'Iue vendrá y que por nuestra decisión babrá sido? Así es
Tampoco a la filosofía si hcmos de hacer caso a su im'cntor l'omo lo entiende Heidegger, e! más fiel traidor que Nietz­
cU<Jndo se atrevió C0l110 nadie en tal campo y escribió: 'y sche haya podido imaginar: "Si permites que tu existencia
)'0 me be preguntado muchas veces si, de una manera gene­ t'ap,ue a la deriva en el temor y la ignorancia, con todas las
ral, la ./i'/osojla no ba sido bas/a el preselUe, sobre todo, una consecuencias que esas cosas tienen, entonces ellas regresa­

4H 49
rán y serán lo que ya era. Si, por el contrario. tú modelas ('S algo que se quiere; es algo que se soporta. A la muerte
algo supremo a partir del próximo momento, como a partir no se la rechaza ni, mucho menos, se la corteja o se la
de todo momento, J' si tú asumes y retienes las consecuen­ ,dealiz 'l . Amar al destino es aceptar la muerte. Si vis vitam,
cias, entonces tal momento regresará de nuevo y habrá sido para m01-ten~ ése era el consejo que recibíamos del inicia­
lo que ya era: La eternidad le sigue. Pero la cuestión sólo dor e n 1915. El progreso , el regreso. Freud y su Ullheim­
será decidida en tus momentos... Será decidida sobre la /leh, ominoso y ungebeuer, monstruoso, retorno eterno el lo
hase de lo que deseas de tí mismO, de lo que eres capaz de i/lan imado, meta de la pulsión. Y el bregar de la pulsión ,
deseanle ti mismo " Copo cit. pp.135-136, subrayados de Hei­ deCÍa Freud sin remilgos, no es inteligente ni juega con su­
degge r mismo, "La eternidad le sigue " es cita ele Nietz­ flre rnas realizaciones. Ella nada quiere. Uno lucha por la
sche). vida dentro del marco de la consabida supremacía de la
En tanto que habientes somos seres temporales arrojados l\1uerte. Sein zum Tode . No; no somos los primeros en pos­
entre un inasible comienzo en la experiencia de satisfac­ lu Jar a Nietzsche dentro del Lógos en el que nos pone el
ción y una constante aspiración a su recuperación, la de su p:-;icoanálisis.
goce, por los caminos del deseo. Expulsados hacia un ade­
lante que es hacia atrás. Se retoma así el cierre del bucle
freudiano que anuda el momento de la percepción con el L). Las pu/siones y las definiciones de lo real
momento de la conciencia y deshace todas las etapas inter­
medias de las inscripciones (inconscientes, preconscientes) FI~ud, como siempre, se adelantó. f:l sahía y no temía acer­
que trascurren en el tiempo (cl Carta a Fliess nº 52). Sobre tarse a Nietzsche: "No resistimos la tentación de se8uir
este wiederzufinden, sobre este reencuentro se puede hasta sus últimas consecuencias la hipótesis de que todas las
decir con seguridad que no es la recuperación de algo que Imlsiones quieren reproducir algo anterior. No importa si lo
haya habido o sucedido fuera de la inmarcesible esfera del que de esto saliere tiene aire de "profundo" o suena a algo
mito y decir también que, sin embargo, es el norte de una místico; por nuestra parte nos sabemos bien libres del re­
decisión proseguida sin concesiones en esa brújula del proche de huscar semejante cosa. Nos c~fcmam()s por alcan­
deseo que siempre, eternamente, regresa con sus exigen­ Z{f r los sobrios resultados de la investigación o de la
cias . reflexión basada en ella, y no procuramos que tengan otro
El momento en que por amor, amorfaN, amor del desti­ ¡:arácter que el de la certeza n. (Sigmund Freud: [1920], Más
no, el goce condesciende al deseo, es un instante apabu­ allá del princiPio del placer, Buenos Aires, Amorrortu,
llante de encuentro con el núcleo éxtimo del ser, el tiempo r01ll0 XVIII, p. 37, suhrayados míos). El comentario sobre
de la desaparición del tiempo en que el objeto, en que el ~.!)tH relación entre Nietzsche, Freud , Heidegger y Lacan
sujeto vuelto objeto, objeto @, claro está. es elevado a la pod ría proseguir largamente . Pero en lo principal ya se ha
dignidad de la Cosa. A esta Cosa la escribimos con mayús­ II\:cho . (el Jacques Derrida: "Spéculer - sur F'reud' en La
culas a la vez que le quitamos toda relación con cualquier :arte postale, París . Flammarion, 1980. Hay traducción espa­
mayúscula trascendental , con cualquier ideal de supera­ Ilola e n Siglo Veintiuno. México, 1990) . Valga esta refcren­
ción. Eterno retorno de la disolución de la subjetividad, de d~1 para poner coto a la tentación de parafrasear Más al/á
la muel1e, del fading. "No hay progreso si no está marcado del principio del placer y articular de tal modo en detalle lo
por la mue/te. .. La pulsión de mue1te es lo real como impo­ <¡uc. con lo ya dicho , salta a la vista: la relación entre el
sihle '" citábamos de Lacan poco ha. No hay aquí la inter­ p\:nsamiento del eterno retorno y la concepción frcudiana
vención de ningún sujeto, sino la del destino desnudo. No de la pulsión de mue11e ante la cual, como dice Derrida

50 51
(cit. p. 402) -y no se puede disentir con su apreciación­ 1.0 que hay es una invención , un mito, la necesaria desco­
sólo unos pocos, de los cuales Lacan es "el más interesante locación del sujeto con relación a un pasaelo entendido
y el más espectacular", no han reculado. co mo ca usa y fund amento ele lo que sucede. Contra la his­
Nos atrevemos a proponer, desde esta lectura psicoa­ loria en-Dios-hada se yerguen las denuncias de Nietzsche
nalítica de la propuesta de Nietzsche, un título provocativo vn la Segunda consideración intempestiva y en sus tesis del
para el eterno retorno: Más acá del pasado y más allá del unor fati y del eterno retorno. Contra la historia y sus su­
futuro. Sin los ideales que son consustanciales a toda histo­ posiciones de progreso se pronunció Lacan que acabó por
ria y a todo historicismo. Zeitlos. Tim.eless. Intemporal y ex­ detestarla (El Seminario. Lihro 20. Encare). Freud , hay que
temporáneo. Atemporal e intempestivo . Eterno retorno c\(:cirlo, nunca abjuró de ella de modo definitivo por cuanto
-¿'de qué, de qué, sino de la pulsión aligerada del peso del aCtn en sus Construcciones en el análisis (937) sostenía
fantasma;¿- ' -. Pues el tiempo lo es de la espera y quien es­ lue la recuperación de los recuerdos era el consahido pro­
pera desespera . La espera es la angustia aun cuando de es­ pósito del trahc(jo analítico. Pero, hay que decirlo también ,
peranza se revista, aun cuando se suei'ie con dichosas en la misma época, en cllVloisés 0934-3H) , dividía a la his­
culminaciones en el por venir. loria en dos líneas: una, la de la verdad de lo que sucedió,
Así abordamos el punto de encuentro con lo real que es horrorosa (el asesinato de Moisés) , imposible de registrar,
lo imposible, lo que no cesa de no suceder, de no escribir­ q ue regresa en los síntomas, en las alucinaciones, en los
se. Lo que sí se escribe es la historia, esa elaboración del delirios (Construcciones, otra vcz), en el cambio de las reli­
saber que pretenele dar las claves de nuestro ser. La histo­ gio nes y otra, la otra historia, la que procede de la historio­
ria, apuntemos aquí nuestra opinión, es lo que se inscribe grafía, de la fijación por escrito de una tradición oral ,
como consecuencia del fracaso ele la pulsión en su búsque­ deformada, mistificada, sometiela a la elaboración secunda­
da de un estado anterior. Queriendo ir para atrás, según lo ria, rac ionalizadora, justificadora , interesada , ocupada de
que por Freud sabemos sobre la meta de las pulsiones , nos los mandamientos y de las instituciones para ejercer accio­
vemos empujados hacia adelante, hacia afirmaciones de las nes de dominación fundamentando lo que es como lo que
que no cabe desdecirse . La pulsión, fallando al goce, hislO­ hu sido y por lo tanto como lo que debe ser. L::t hislOria
riza. Yeso no por malaventura sino por necesidad, destino, ('omo entramado de mcntiras al servicio del poder, la histo­
Allanké. ria con su insoportable carga de sentido, de culpa , ele se­
Es el momento de recordar aquí y de apostillar el siem­ n e ta te(le )o logía . La historia oficial de un yo que cree
pre recordado aforismo ele George de Santayana que todos lominarla porque la recuerda. La historia como tra(d)ición
repiten cautivados por SlI oscura evidencia: "los que 11.0 pue­ <.Ie l goce, como represión y deformación de las minúsculas
den recordar el pasado están. condenados a repetirlo". ex p losiones de lo inesperado; la historia como represión de
Sin duda el psicoanálisis elesde sus principios pareció 1.1 a rqucología en función de las (re)construccioncs mode r­
estar gobernado por esta amenaza. En los comienzos de la nas y turísticas.
obra tanto de Freud como de Lacan se encuentra esta espe­ Es el punto crítico de las construcciones en el análisis,
ranza iluminista, esta ilusión de la historia "rellenada" que l'~a s de las que tan poco se habla en el lacanismo de hoy.
pondría freno a la (compulsión de) repetición. Uno y otro I'a mpoco cs válido traerlas para proponerlas como mela
hubieron de poner freno a este supremo fantasma elel his­ del análisis hajo la forma de cO/'lstrucción delfantasma, rc­
toriador y del historicista. En verdad lo que se repite es l u perando el dudoso a11lccedentc del trabajo de Freud de
precisamente lo que se recuerda, el aforismo mismo de 1919 sohre J::¡s fantasías de tlagelación. Para Lacan no se
Santayana. No hay saber olvidado a recobrar o reconstruir. lrJ taba de construir el fantasma sino de al m ¡;esarlo, dicho

53
con otras palabras, con palabras que suenan hoy un poco fecundo de la castración, rampa de lanzamiento de los co­
demasiado a la moda aun cuando inevitables, de deseons­ hetes del deseo. La repetición lo es de esta inter-dicción
truirlo. Y, en ese sentido. sin que pueda abogarse por un que marca al sujeto escindido, destino del hombre cientí­
inexistente e imposible psicoanálisis derrideano, (cf. René f ico, dice Lacan para indicar al hombre de la civilización
Major, Laccm (luee Den1da. París, Mentha , 1991), hay que monoteísta. ¿Porqué es que el goce está prohibido y que el
plantear que la meta del psicoanálisis es de desconstru e­ age nte de tal castración es el padre real? ¿Porqué es que la
ción, opuesta a toda empresa y a toda tentación historicista. culpa antecede a todo pecado cometido a título individual?
Mas retornemos al retorno eterno y a la admonición la­ Tiene necesariamente que haber habido un crimen anterior,
caniana: la figura de la repetición, de la que Freud renueva un crimen primero. El acontecimiento mítico, el parricidio,
el estatuto al igual que lo hiciera Kierkegaard, .< n.o tiene vuelve una y otra vez y llama al castigo kafkiano, a la ac­
n.ada que ver con el eterno retorno ". ¿Descalifica esta tajan­ ción perpema de la Ley. Es el infernal anillo de la repeti­
te afirmación lacaniana (h;aits, p. 367; Escritos 1, p. 353) ción y la culpabilidad. El fantasma fundamental imaginariza
cuanto hemos venido sosteniendo hasta este punto de esta causa que se repite y presenta una respuesta al inson­
nuestra exposición? De ninguna manera . Pues una cosa es dable misterio de la culpa que ordena el sacrificio de la
la repetición (y su compulsión) y otra es el eterno retorno carne y de la razón . Credo quia a!Jsu.rdwn, creer o reven­
nietzscheano. lar, acrecentar la deuda al reiterar los pagos . Es la vida en
La repetición en la etimología y en Freud es re-petición, la neurosis regida por la compulsión de repetición.
reanimación de una demanda dirigida al Otro, a un Otro Desde este punto de partida, que no de llegada, se eleva
que es sostenido y confirmado por estas peticiones. Para el la concepción de! eterno retorno como perspectiva de una
fundador del psicoanálisis hubo un crimen originario, el te rapéutica radical no exenta de tentaciones idealizantes
parricidio, que instala la existencia en un paisaje de culpa y que deben ser cuidadosamente detectadas y descaltadas.
exilio. La Sehuld (culpa-deuda) es lo primero y exige un La culpa es originaria pues antes de ella no hay sujeto. y
pago que se hará con e! Goce para siempre prohibido. La si esa culpa se concentra en torno de la representación de
vida está hipotecada por el parricidio (¡\larta Gerez). La reli­ un castigo que se debe soportar como pago a un Dios os­
gión y el derecho vienen luego, como instituciones, a cu­ curo. entonces no hay tarea más imperiosa que la de poner
brir la tarea de administrar la culpa, a ofrecer castigos y lím ites a la salvaje obscenidad del Otro, dicho con otras pa­
absoluciones reparadoras, a imponer ciertos ideales que labras, poner límites a la compulsión de repetición. Esa es
cumplen con la función de poner freno a las exacciones y la terapémtica radical de la que hablamos, la que pretende
a las exigencias de tributos inmoderados provenientes de la har con los pagos sacrificiales.
figura salvaje del Uruater. En el orden del inconsciente esta La culpa no puede ser negada , sólo puede ser ahroga­
instancia de prohibición está representada por ciertos fan­ da asumiéndola, a-probando la responsabilidad por la
tasmas fund ame ntales que organizan las relaciones del ha­ v ida que deriva del parricidio , afirmando la muerte de
bIente con la realidad y cu yo núcleo es el complejo de Dios como un acto querido y requerido, más allá de los
castración. Si algo se repite es precisamente este escenario fa ntasmas del sacrificio y el castigo, transformando el
d e flagela ción y castración por parte de un padre que síntoma y el banal sufrimiento neurótico en sin-thoma,
asume la figura del destino . escribiendo una Y otra vez la insumisión , el desconoci­
Así ha de ser. No hay que quejarse de ello. Pues no ha­ miento del Otro en su prete nsión de ser un Otro sin ta­
biendo el Padre hay lo peor, la pura pérdida. La vida es po­ hadura, su derroca miento , la destitución del sujeto
s ible él partir de la prohibic ió n del goce. Es el va lor 'i upuesto saber para instalarse en una posición de desam­

S4
S5
paro, más allá de la autocompasión y de las quejas rei­ 1 il O!' la formulación lacaniana de un "atravesamiento del
vindicativas. I.lnla sma " por medio de su desconstruccción en el espacio
Este acto criminal, asumido y reasumido al precio de la ,In. '¡itico. Implica la anulación del tiempo histórico como
castración y de la pérdida de goce, coloca al sujeto en un IÍl:m po de la prohibición y de la renuncia, de la culpahili­
punto de no retorno con relación a la cx-sisrencia anterior. d.ld y la repetición compulsiva. Así, el acto, producido en
Al tener que producirse el sujeto como efecto y no como (·1 momento de concluir, es eterno, porque pone fin él los
autor de su acto, y debiendo el acto reiterarse tantas veces I ll111arcamientos temporales de una experiencia individual
como sea intimado a ceder su deseo , al imprimirle a la vida "grulcla por el tiempo del Otro. En el choque del pasado y
el sello de la eternidad, al renunciar a las anulaciones re­ (Id presente hace aparecer lo diferente, el nuevo comien­
troactivas y a los arrepentimientos penitenciarios, el SlIjero 11, La paradoja debe ser en este punto subrayada. La doc­
deviene escenario donde se representa un eterno retorno Irina del eterno retorno propone la necesidad de h acer del
que es impugnación de la deuda-culpa originaria . No por t1!omento un Ereignis, un acontecimiento propiciatorio, que
negarla () renegar de ella sino por asumirla y atreverse a 111 <1 rca al acto como un punto de no retorno (a la repetición
vivir después y más allá de e lla. El revenir eterno será COI1­ ({ lInpulsiva que impera en la vida cotidiana). De allí deriva
seclllivo a ese acto. "La eternidad le sigue ". Al romper con 11 vigente fuerza ética de las consignas de Nietzsche.
la compulsión de repetición por la fuerza del deseo se pro­ Compulsión de repetición es la inddinida reincidencia
duce un nuevo comienzo que halmÍ sido querido para la 11..·1 fantasma, una harrera interpuesta en el camino del
eternidad. Amur fati, vulunlad de poder. \.'(/unscb ele la goce , una defensa , (cf. Goce, cap. 2, apartado 6) por lo
\VullscheljiU/llng freudiana que es la meta del aparato del I.tnto , la Wiederholul1gszwang freudiana es lo contrario del
alma (seelischeJ. Es hora de reiterar la ya mentada formula­ 'lL'rno retorno. Entre amhos, "Iwda que uer". Son los dos
ción originaria: La pre,gunta, en lodo lo que te dispongas a I .¡minos que llevan al destino siendo destino el punto al

hacel~' "¿Es ésto de tal naturaleza que yo lo quisiera hacer 'lile se llega, razón por la cual no puede ser que la carta.
por toda una eternidad?", ésta es la 1I1fts grande fuerza. 'llIL' el sujeto, no llegue a destino. Pero hay que elegir. En
(Notas ele 1881 , aforismo 28). Esta formulación dejaría la IIn;1 elección forzada como la que V~'I irnplícita en la expre­

impresión , no obstante, de una apelaciém a la voluntad in­ 'ile >n elección de la neurosis. O como se elige ante la inti­
tencional de un individuo, eso que está en las antípodas 111;¡c ión : la holsa o la vida. Al final del análisis hay que
del pensamiento analítico. Sería erróneo entenderla de tal I Icgir, es decir, hay que perder.

manera. Sin hacer referencia a las incontables veces en que Se trata de una disyuntiva, de un uel: o la compulsión de
Nietzsche denuncia al yo como un fantasma solidario del Ivpeticiém con su solaz fantasmático o el eterno retorno y
pensamiento teológico y hasta de la gramática, habrá que :. 1J saldo de desolación. Es cuestiém de respons-habilidad.
recordar que las palabras citadas en ese aforismo 28 van
precedidas de la afirmación de que "son las ideas las que te marzo de 1993
determinan a esc08er la clase de alimentos, el IllgC/l~ el am­
hiente y la sociedad". El yo está determinado por "las
ideas". Las ideas, los significantes. y el eterno retorno es la
idea de las ideas que el sujeto ba de "encarnar".
Un acto que funda un recomienzo. El deseo en lugar de
la ciega repetición y la demanda del Otro. El levantamiento
de las hipotecas de la culpa y del fantasma. Así entende­

56 -..,
) /
La m uerte y sus ventajas
Marcelino Cereijido*

//11 /'(Jet ucción

1\ I ,rl!1ll:ra vista sorprende que la muct1e, con ser el fenómeno


I Jlr llo,'!,ico más constante (todos los organismos han muet10 o
1 h; lIl de morir)l y seguramente el más drástico, pues tiene

,d¡.,fJ luta prioridad e interrumpc cualquier otro fenómeno


11 ,11 "ea quizás uno de los menos estudiados por la biología.
i 'lI lumparación, la oxidación de los lípidos en la membrana
l ' 1I11.If O la fabricación de seda en la glándula de un gusano

11 t i) sido muchísimo más investigados y comprendidos por la


111' ,It Igía que la misma muclte. En camhio esta ha sido tratada
111 ', 1l1.·T1le, amplia e intensamente pOl" la teología y todas y
~ j ll l. l una de las manifestaciones del alte, desde la dramaturgia
.' 1.. plástica y desde el folklore ancestral hasta la literatura
' ·l ljdilJ. . Pero esa sorpresa pierde su impacto si se tiene en
, 1I l' IHa q ue , precisamente, la muerte ha sido considerada
I 1J II ICi algo ajeno a esa vida de la que se ocupa la biología,
1"1 IIlucto de un accidente gratuito, de una contingencia hélica
'1 1 k· un designio divino, es decir, algo extravital que viene a

1llll' n1.1mpir el curso de un proceso intrínsecamente eterno.


I n los últimos años, como parte de ese proceso de bio­
h Ii.\ lzi.lción casi total del conocimiento, que tiende a con si­
.tI r; 1j' a l hombre como poco menos que una marioneta de
1,1 ¡'v()l ución, el estudio de la muerte por parte de la biolo­
:Í;t h.l cobrado un ímpetu notable. A pesar de que el cono­
r Illli L'nto obtenido hasta ahora es por clem~ls exiguo y

ll.lf.\mentario, ha brindado ya algunas novedades que tie­


i ll'll pro fundas implicancias tanto biológicas como cultura­
It '. y e s por eso que se me ha invita do él describirles
lllll~ram ente el panorama actual.

'., ' 11 1ro de rn\'c:iligacioDcs y de Estudios Ava nza dos


1 Sin em bargo .Jorge Lui, ll o rgcs (Jpinab~l: "1.a> pruc!us d e la mu erte ,so n
I.ull-, ic;(-,: luegu n Cldie est:1 '''guro de n o ll ega r el ser el p rim e r inm o rt al"

59
Por razones puramenLe didácticas, dividiré mi exposición 1'11...,le riormente vuelven a recihir mensajes para que sc­
en: la muerre celular, la muel1e de los organismos multice­ lll'gue n insulina, o cortisona o paratohormona. El resul­
lulares , la muerte del ser humano, las ventajas evolutivas 1:ltlo de esos procesos es la diferenciación: a pesar de
del sentido temporal , y las ventajas culturales del sentido I ( IILT idéntico genoma, unas células se transforman en
temporal y de la mueI1e ,1 111 roeitos que viven cien días o en neuronas que viven
, ', í I I ~ nta años.
(1) La mue1te celular Como parte de ese desarrollo, en una etapa final las cé­
IlI las también pueden recihir señales que les activan genes
Si bien puede morir por diversas causas , todas ellas ex­ f¡ la/es, que las lleva a suicidarse a través de procesos que
ternas por así decir él su funcionamiento biológico. nor­ ill lp lican la síntesis de nuevas enzimas y substancias (ej. las
malmente un organismo unicelular no muere: cumplido 1.lllilt inas), la entrada de calcio, etcétera. Con esta "muerte
cierto nllmero de procesos, esa célula simplemente se " . Iul ttr programada" se eliminan aquellas células que ya
divide y sus des ce ndientes continúan viviendo: no I IIInrlieron su función y que ahora deben dejar su lugar a

qu e da ningún "cadáver". Forzando tal vez las cosas, po­ Llllas que llevan a cabo desarrollos ulteriores en la vida del
dríamos decir que , como la muerte no les brinda ventaja I JI-:.lI1 ismo.

alguna, los unicelulares no han sido presionados por la Vemos así una de las ventajas más obvias de la muerte,
evolución a desarrollar un mecanismo capaz de matar­ f 11 <.: ste caso celular: el desarrollo armónico de un organis­

los. 1110, Si por deficiencias genéticas o por manipulaciones ex­


Cuando en cambio una célula forma parte de un orga­ (ll'rim e ntales se impiden esas muertes celulares, las
nismo multicelular. Sll destino final no es necesa riamente I Il!lsec uencias son la monstruosidad o el desarrollo de tu­

dividirse en dos hijas, sino que puede morir programa­ IlItlres. Resulta entonces comprensible que hoy se hagan
damente. Se ha demostrado que toda célula somútica ~1.tI1cles esfuerzos por encontrar y e ntender la función de
porta en su repertorio genético (en su genoma: la colec­ " os genes letales.
ción de todos SlIS genes) instruccion es que, al activarse
él cierta altura de su vida, le ordenan suicidarse, o le V ) La muelte de los organismos
obligan a aceptar pasiva-mente que otras células venga n
a devorarlas. , 11;\ manera de medir la mortalidad es determinar cuánto
Los diversos tipos celulares que componen un organis­ I 11 ~~tn los organismos de una generación dada en reducir­
mo atraviesan "edades " en que recihen señales (hormo­ ,. ~I la mitad. La figura 1 muestra curvas de mortalidad de
n a s , fa c t o r e s t r () f i c o s, co n t a c t o s con s u s ve c in a s , divl:rsas especies animales. Advertimos que esas especies
impuls os eléctricos) que activan o desactivan ciertos lil nen una edad característica a la que sus individuos co­
genes. Como resultado de dich,ls órdenes (o a veces por 11I1l'nZa n a morirse y, poco después, ya no quedan ejem­
su interrupción ) se sintetizan ciertas moléculas o se 1'1 Ires de esa generación. En orden de edades crecientes,
dejan de producir otras, y así, dependiendo de su posi­ I "'; 1.... curvas podrían corresponder a ratones , perros, caba­

ción e n el organismo, se transforman en epiteliales , IIl1s, elefantes, tortugas de las Galápagos. El hecho de que
óseas, neurohl<lstos, reLiculocitos y luego en neuronas , Ic),,-; individuos de una especie dada vivan una cierta can ti­
eritrocitos, adipocitos , timocitos , etcétera , y mús ¡,lreJe re­ .lld d e años que les es característica, sugiere que la edad
ciben nuevas sel"lales que las estimulan para que se lan­ ,1 1; 1 que ocurren sus muertes viene genéticamente progra­
Ce ll a sintetiza r rodopsina , o hilirruhina , () miosina , y III.Ida .

(íO 61
Il letros , remontar los ríos y remontar con atléticos saltos
<J')
UJ
100
"" ---~.-.--.-- .... l':lscadas imponentes, de pronto desova y muere. Todos
\'llos han desarrollado mecanismos capaces de repararlos
--
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I 1
\.
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11:15t:1 tanto se reprodujeran. Una vez que generaron des­
tcndientes ... "se les acabó el contrato de mantenimiento".
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UJ
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~ 1 • I.Qué sabemos sobre esas muertes?


<J')

<J')
50 f-.f- ---t --------- t-------------~ -------~- ------­ Los animales salvajes deben defender el territorio que
Ill'cesitan para habitar, cazar y alimentarse, así como dispu­
l\ \
UJ

-l

<t
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Z
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f
;.
t\ ¡,Irles las hembras para reproducirse a los miembros de su
propia especie. Para ello requieren olfato, agudeza visual,
UJ
\ Igilk lad, fuerza para detectar y atrapar a la presa, o para
O
~
O
\, ,.--. , I L I lud ir a predadores de otras especies, o para salir airosos

20 40 60 80 100 dI: las reyel1as con sus congéneres . Imaginemos en esa si­
EDAD (añol' I lIo1 ción a un león hemofílico, o espástico, o con una comu­

Ilicaci ó n interauricular c ongénita que le produce


Pero ¿de qué se mueren esos organismos? Antiguamente, Illsuficiencia cardíaca, o con una deficiencia visual que no
si un señor de 96 años que aparentemente gozaba de 11' permite distinguir si está persiguiendo una manada de
buena salud , amanecía muerto en su cama , se decía que I'rimo rosas gacelas o se dirige a enfrentar una piara de bra­
había muerto de vejez. Hoy no existe un solo caso de \ Isi mos jabalíes: este animal no está a la altura de los re­
'1 1 1~r imientos de la vida salvaje ; sus posibilidades de
"muerte por vejez ". Toda autopsia bien hecha revela alguna
causa de muerte; siempre hubo algo que falló. Esto refuer­ II'prod ucirse y legarle a su descendencia sus genes defec­
IllOSOS son prácticamente nulas. Podemos imaginar situa­
za el prejuicio de que la mueJte no es inherente ti la vida,
I iones similares, pensando, por ejemplo, en golondrinas
es decir, que no forma parte del programa genético normal,
' lile no pueden emprender un vuelo migratorio de miles de
y parecería fundamentar la esperanza de que, a medida
que se logren curar las afecciones que causan la muerte, Idlómetros con el resto de la bandada y, por lo tanto, quc­
los organismos se irán haciendo paulatinamente inmortales. ,1.\n a merced del frío y de los predadores; o en salmones
' Illl: no pueden remontar los ríos y saltar las cascadas hacia
Para reforzar ese prejuicio de que la muerte es ajena al pro­
Iniba para ir a desovar. En consecuencia, no es raro quc la
ceso vital , se observa que los organismos multicelulares de
l vu)u ción vaya eliminando a los individuos que portan
una misma especie no mueren de la misma afección, sino
1 ,lLlsas genéticas desventajosas antes de que termine el pe­
que suelen hacerlo por causas diversas.
I íl ldo reproductivo. En cambio, las causas que los matan
Afirmar que si los animales se murieran de llegar a su
etapa reproductiva se extinguiría la especie y, que si no se
tlt,.. .p ués del ciclo procreativo, es decir cuando ya han gene­
!.Ido hijos genéticamente defectuosos, pueden irse acumu­
extinguen, es porque mueren después, es poco menos que
una perogrullada . Pero lo notable es que suelan morirse I lIldo, y podrían dar cuenta de esa muel1e casi repentina
IlIt' mata a una generación al llegar a cielta edad (figura 1).
muy poco después de pasada su etapa reproductiva , sin
Entendemos entonces que un organismo, en estado sal­
que medie una etapa senil. El pulpo, por ejemplo, de pron­
\,lje, se muera porque ya no puede procurarse alimentos,
to sufre una liberación masiva de hormonas, envejece y
dd·end erse de predadores, migrar, adaptarse a las incle­
muere casi repentinamente. El salmón del Pacífico, con un
l ilcn c ía s ambientales . ¿Pero por qué se mueren los que
vigor tan desbordante que le permite nadar miles de kiló­

63
62
están inseltados en la cultura? es decir, los animales de los
parques zoológicos y de nuestros hogares que sí llegan a la
rn un mismo individuo, esa capacidad de autorepararse,
,h ·(h.lrse mantenimiento" pa rece d epende r de la edad. Si
senectud ¿Cómo es un león, un perro, o una cobra senil?
1111 ni no se hiere e infecta un dedo con una astilla , su siste­
Tienen mala vista, sus articulaciones se esclerosan, sus co­
m:1 Inmll nológico y su capacidad de cicatrización repa ran
razones se infartan, sus glándulas se atrofian, sus dientes y
1.1 " •.:riela de modo que, un mes más tarde, ya ni recuerda
colmillos se estropean, sus sistemas inmunitarios ya no
,'1-1 'I I I(~ dedo se lastimó, esa misma lesión, en un anciano,
pueden evitar que los microorganismos que invaden las es­
,t: I ransforma en lIna fa lla tó rpida que se prolonga, que no
coriaciones de su piel, las conjuntivas de sus ojos, sus fosas
l'-tl ha de cicatrizar, que puede complicarse. En la juventud,
nasales o sus pulmones, desencadenen infecciones serias.
i Ill1a célula comienza a actuar en forma alocada , ya sea
Aunque los pongamos a resguardo de los predadores, y
pfllque mutó o por otras razones, es rápidamente despa­
aunque un veterinario se encargara de inyectarles antibióti­
11:ld<lj pe ro en la ~enectud, incluso el mismísimo sistema
cos , hacerles cortocircuitos arteriales, injertarles un riñón,
di ' q uitarlas de en medio está también envejecido, es inefi­
darles hormonas y alimentarlos con carne picada , no por
it:nlc, y esa célula puede o rigi nar un cáncer.
ello lograríamos eximirlos de la muerte. En el estado salvaje
De ma nera que a cierta eelad, y aún en estado de domes­
no hay águila que no vuele, en el zoológico puede haberla
I il .,ción y ba jo los cuidad o~ de la cultura humana, los ani­
pero, así y todo, el águila inmortal no existe.
1I 1 . 1i c..:~ d e jan de autorepararse y las células, tejid o s y
La senectud es enteramente artificial , es un producto de
• 1 1~,lnos van acusando esas carencias hasta que alguna des­
la civilización. Más aún. su duración es proporcional al
I.d, ncea al organismo y resulta fatal.
grado de civilización, a la capacidad que tiene una cultura
Conviene adve rtir qu e , si la muerte fuera algo realmente
de remendar la vida se su gente y de sus animales, por eso
,, ·¡.:aliYo, la evolució n habría ido extinguiendo a las espe­
en los países adelantados la gente vive más tiempo que en
I ¡e... con capacidad de morirse y, por el contrario, hubiera
los atrasados . Pero, con todo, no podemos posponer la
¡,It I seleccio nando especi.es de organismos cada vez más
muerte indefinidamente ¿Por qué? Para responder, debemos
1, ·1J1~eYos. Pero este no es el caso: los organismos de todas
hacer primero una digresión y referirnos a la reparación y
I,I !; especies llegan a una edad característica a la que !11ue­
al automantenimiento de los organismos.
1': 11 Cabe preguntarse entonces por qué la evolución ha fa­
Vivir depende de ir recambiando células (que se restaure
\'(!I(.'CIc!O tan obviamente a las especies cuyos individuos
la mucosa intestinal, que las células descamadas de la piel
1; m~ta n " a ciena edad , por q ué todos los organismos tie­
sean reemplazadas por otras nuevas) y reparando daños de
q (' 1l una muerte asegurada, por q ué no hay especies cuyos
todo tipo (que se suelde un hueso quebrado, que se repon­
nrg.l nismos se reparen indefinidamente. Para co ntestarlo
ga la sangre perdida en una hemorragia, que cicatrice una
dl 'hemos, otra ve z, hacer una eligresión y referirnos breve­
herida). pero no todos los tejidos tienen la misma capaci­
IIh'l1lc al genotipo y al fe notipo.
dad de autoreparación. Los humanos tenemos dos tandas
I 1 genotipo es la colección de ge nes que tiene un orga­
de dentición, los elefantes seis y los tiburones parecen ca­
!l 1"1l10 determinado, y que resulta de la combinac ión de los
paces de reponer indefinidamente los dientes que van per­
iWllc:, q ue le legaron sus antecesores. El fe no tipo es en
diendo. Pero ninguno de ellos es capaz de reponer un
• l/l1bio el organismo tal como lo vemos, y que resulta del
lóbulo cerebral. Un cangrejo puede reproducir una pata
I ti Il'r ido ejecutando, en un medio determinado, las ins­
perdida, cosa que no puede hacer un caballo. A un pepino
1llll'l'iones que pcman dichos genes.
de mar se le puede extirpar todo el intestino y él lo regene­
111 nú me ro de posibles combinaciones genéticas es tan
ra en pocos días.
'.I~ll1de , q ue en un momento dado los individuos de una

64
6'5
especie (es decir, todas las hienas o todos los tiburones del
planeta) son una ínfima parte de los organismos diversos MAXIMO TEORICO
(fenotipos) que se podrían haber producido. Además se ,
" ,\
sabe, a partir de Malthus, que aún ese pequenísimo núme­ ,
ro que se produce está limitado por el área y los recursos > \
;;.: \
disponibles. La muerte de un individuo, programada o no, w o I
Ir
viene entonces a dar por terminado un experimento genéti­ ID o I
o o I
III 50 -Q...
co y a permitir que se prueben nuevos modelos. W o 1­
Estamos ahora en posición de entender otra de las venta­ o o I
o
jas de la muerte: el hecho de que un fenotipo dado (pro­ ..,w o
o
I
<[
o I
ducto de una combinación genética dada) se muera poco !zw ROMA
o
o
I
(.) o I
después de haber procreado, asegura que quedará lugar y o:: ANTIGUA o \
o o o \
medios para probar las nuevas combinaciones que portan 11.
O
sus descendientes. La muerte asegurada de los organismos 20 40 60 80 100
EDAD (años)
hace que entonces la superficie de la Tierra se convierta en I
un vertiginoso "banco de pruebas" de nuevas combinacio­
nes y que las especies evolucionen. Si en cambio la evolu­ ('a nos que sobreviven en función de la edad, según un es­
ción biológica se hiciera con base en organismos fu d lO de Hayflick. Cada curva corresponde a un momento
eternamente longevos, todavía se estarían ensayando los distinto de los Estados Unidos. A principios de siglo (900),
primeros organismos. Para decirlo más explícitamente: si primero hay un rápido descenso poblacional entre los O y 3
no hubiera una muerte asegurada, que quita de en medio a .Iños de edad debido a enfermedades congénitas, infeccio­
los organismos poco después de haberse procreado, la nes, deshidrataciones y otros padecimientos de los recién
evolución no hubiera llegado a generar seres humanos. Si nacidos; la curva luego sigue decreciendo, debido a acci­
estamos hoy aquí, es gracias a esa "crónica de muertes dentes en fábricas y en minas, problemas gastrointestinales,
anunciadas" . ", les como la apendicitis (mortal por aquel entonces) y a
Dicho sea de paso, no sorprende entonces que la organi­ tod o tipo de enfermedades infecciosas como la sífilis y la
zación de la vida salvaje en el planeta no disponga de un tube rculosis; luego la caída se hace más drástica debido a
lugar para la senectud. lac; muertes típicas de la edad avanzada, tales como los ac­
l.identes cardiovasculares y los tumores; finalmente la curva
(3) La muerte de los seres humanos llega a cero alrededor de los 90 anos,
Pasemos ahora a la curva de la figura 2 que corresponde
Como acabamos de explicar, una manera de medir la mor­ .1 !c)s anos treinta de este siglo. Mejoras en el manejo de los
talidad es determinar cuánto tardan los individuos de una n.:cién nacidos, el desarrollo de la cirugía abdominal y la
generación en reducir su número a la mitad. En la Roma "\:guridad industrial aumentaron el número de gente viva a
antigua tardaba unos 22 anos, es decir, que la mitad de los lIna edad determinada; pero así y todo, la curva llega a
ninos que nacían en un momento dado ya habían muerto
lero alrededor de los 90 anos, La curva de 1970 refleja,
antes de cumplir 23 anos. Al comienzo de este siglo la cifra
,' ntre otros progresos de la prevención y la medicina, la in­
alcanzó los 50 anos, y hoy en ciertos países va por los 70.
trod ucción de los antibióticos,
La figura 2 muestra en ordenadas el número de norteameri­
Curvas como las representadas en la figura 2 se pueden

66 67
ohtener tamhién para d iferentes aflos, y se observa que La mayoría de las especies a.nimales estudiada.s 'por los
todas se pu eden describir por la misma [un dón matemáti­ ~l' lun lólogos ha vivido en el planeta por millones y millo­
ca. Cuando esta fun ción es maximizada se obtiene la curva IIl'S de aflos, durante los cuales estuvo consta ntemente ex­
segmentada (máximo teórico). Esta línea mu estra que, a PIIL'stél a la p resión selectiva. Como argum e nta mos en
medida que la medi cina y las medidas de seg uridad avan­ II.IITIUOS an teriores, las situacio nes ambientales y la lucha
en, casi todos los niños nacidos y luego rodos los adultos "111' 1<:1 vicia han podido actuar durante un tiempo suficien­
van a poder escapar a una muerte prematura, nadie morirá " ~ 111e nte largo para eliminar a los organismos cuyos siste­
joven, si.no que lo hará entre los 90 y los 100 años de e dad. ( IJas inmunitar ios, digestivos . glandulares, musculares o
Esta fu e una sorpresa, p ues se esperaha que los ade lantos II'I'vi050S p resentaran anorm alidades serias a una edad
prometieran cierta lendencia a la inmortalidad. 11 IIlpra na. Recordemos al respecto el caso del león defec­
Pasemos ahora a la figura 3. Volvemos a representar la II IOSO y de la golondrina incapaz de migrar cinco mil kiló­
curva maximizada de I~l figura 2, correspondiente a una so­ I1wlros. De manera que ahora invertiremos los términos y ,
ciedad hipercivilizada , ca pa z de evi tar o curar cualquier , 11 IUg'.lr de preguntarnos p or qué se puede describir a los
afección, y la curva de los romanos de la figura 2, tomada 111IJ1lales salvajes con las curvas de sociedades hiperciviliza­
ahora como mejor representante de la del homhre primitÍ\'o, d.iS, nos preguntaremos por q ué no se podrá representar a
pues se carecen de datos para representar fid edignamente la IIIS hombres primitivos co n la curva de los animales salvfl-
de este último. Se incluye tamhién una curva que representa Il· ... Fn nueSlra opinión eso se debe a dos razones principa­
un animal salvaje (CÍrculos negros), del tipo de scrito en la fi­ k .... Primero, porque el hombre primitivo no duró co mo tal
gura 1, Y de una duración de vida similar a la del homhre. pi I i<.:mpo necesario co mo p ara que la especie se depurara
Resulta sorprendente que la curva para estos animales se t, individuos orgánicamente impe rfectos. Segundo y p1'1n­
parezca más a la del hombre hipercivilizado que a la corres­ I ipal , porque la cultura y los cuidados han permitido q ue
pondiente al hombre primitivo. Cabe preguntarse por qué. , ,( 1$ individuos físi Clmente im perfeclos sobrevivan .
La tigura 2 nos mu estra que a medida que el grado ele ci­
\ ,lil.:.tció n es mayor, el porcentaje de individuos ayu dados a
",hrevivir también se increme nta : la ciencia y la tecnología
Cl)100
w
~

t:i
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--- - - - - - -

o
- - • ___._. ____ --..

ANIMALES •
SALVAJES
.
HOMBRE HIPERC IV ILI ZADO


" \

\
\
Ilt'nnitcn al homhre sohrevivir hasta un lím ite prohablemen­
l, ~ similar al que hubiera llegado de haberse conse rvado en
' ·...,I.ldo sal va je. Claro que este límite sólo lo hahrían alcanza­
> o , 11' Jos descendientes de ind iv iduos especia lmente dotados"
w o • I
I )¡'heríamos especificar: ¿dotados para q ué? Los antiguos es­
~ o I
~
CI) 50 - - -
o
~ - -
I •
- _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ - .... _1 __ ".lllanOS, por e jemplo, arrojaban desde una roca a los niflos
w o lit; lcCI UOSOS, no dotados para la gue n"a. Si un niño fbica­
o o • I

w o 1 Illl me defectuoso hubie ra s ido , en cambio , e specialmente


-,
o o • 1
~
lit Il,tdo e n pote ncia para la mate má tica .. . Un e ugenismo
o o I
z HOMBRE o • I 1111 Kkmo no arrojaría a los ni ños, pero sí - probahlemen­
w
o PRIMITIVO o o • \ 1,',- :1 los ge nes paternos capace<; de procrear idjotas, es­
~
o(l. o o \
0' , , ,00,00 -., I,:isticos, hemofílicos. etcéte ra, a través de una oportuna
20 40 60 80 100 ;Idvertencia prematrimon ial. Pero, otra vez, se tratada de
EDAD (años) 1.111,1 selccoCm no salvaje, sino hec ha por la cultura.

Cí9
(4) Las uentajas evolutivas del sentido temporal I.lntO más eficiente, tiene mayor capacidad de sobrevivir,
• uanto más futuros puede evaluar para escoger estrategias.
El hombre primitivo se parecía a los monos de cuya evolu­ I :sa selección que operó a lo largo de millones y millones
ción comenzaba a diferenciarse, al que la naturaleza le de.' aúos y que gracias, entre otras cosas, a la muerte, pudo
raleó los bosques, impidiéndole saltar de un árbol a otro y Il'ner el vértigo necesario para generar un ser humano en
1111 lapso que va desde que la Tierra pudo albergar a la
obligándolo a caminar por las praderas en busca de susten­
to. Tuvo entonces que competir con animales cazadores, \'ida, hasta que e! Sol se dilate en una estrella roja y la ani­
tales como leones, hienas y perros de pradera, que ejercían I (Llile, esa selección ha producido un ser humano que orde­
este oficio desde millones de aúos antes, y que en ese inte­ 11.1 su vida y comprende la realidad a lo largo de una flecha
rín habían ido perfeccionando las mejores garras, los más Il'mporal. Esa flecha temporal le dio a su vez una ventaja
sutiles olfatos, la capacidad de correr más velozmente, las l 'volutiva con otras consecuencias que analizaremos en e!

quijadas con los más afilados colmillos. IJxlrtado siguiente.


Estos homínidos aprendieron a explorar cada posibilidad Pero antes de abandonar este tópico sobre e! "sentido"
y a prever, de modo que el individuo que tenía la habilidad 11. mpo ral, conviene introducir una nota precautoria. Los

de generar un sentido del tiempo y de ordenar la realidad a 'Nntidos requieren una seúal y un receptor. Así, el sentido
lo largo de una flecha temporal que redundaría en la for­ dl' la vista tiene una seúal (la luz) y un receptor (el ojo), y
mación de cadenas causales (un antes donde ubica las cau­ I se ntido de la audición tiene como seúal el sonido y
. sas, seguido de un después donde ubica los efectos) (lImo receptor el oído. Pero en el caso del "sentido" tem­
obtenía una realidad biológica mejor y tenía más posibilida­ Iloral no sabemos cuál es la señal ni el receptor. En primera
des de sobrevivir. .I!')foximación, podríamos pensar que la seúal es e! cambio
El sentido temporal ayuda a sobrevivir, porque permite Il":unbio de posición de las manecillas del reloj, lo que ocu­
hacerse modelos dinámicos de la realidad. Conviene adver­ lit.' en el medio mientras tanto); con todo, podemos impa­

tir que la cinética de un modelo se adapta a la dinámica de ,i~ntarnos en la sala de espera del dentista en la que no
t Icu rre nada y a la que hemos olvidado llevar el reloj. El re­
la mente humana. Es decir, cambia su escala de tiempo na­
tural por una mental, en la que el hombre puede entender l'l'pLOr de! tiempo tampoco se conoce. Hablar entonces del
los procesos fácilmente. Así llevamos a escala de tiempo "st.:ntido" temporal, no es otra cosa que recurrir a una me­
mental, explicativo, fenómenos tan rápidos como la fosfori­ ,:.cora.
lación de la glucosa, o tan lentos como la evolución de una
estrella, o podemos leer en una hora en qué consistió la 5) Las ventajas humanas de la I1zuerte
Revolución Mexicana, o podemos pasar una semana entera
leyendo un libro que describe lo sucedido en el primer se­ Nuest ro sentido temporal, gracias al cual "superamos" a
gundo de la Gran Explosión que dio origen al Universo. En cllras especies en la lucha por la vida, nos convence de que
todas estas explicaciones adaptamos lo sucedido a nuestra It:ty un futuro en el que habremos de envejecer y morir.
escala de tiempo mental. ¡Ina de las conclusiones más enojosas a que nos está lle­
Preguntémonos ahora por qué la evolución selecciona a \'~lI1do la ciencia ue nuestros días, es que ese envejecimien­
los organismos con un mejor sentido temporal que los ca­ In y esa muerte no ocurren por designio de algún espíritu
pacita para generar modelos mentales de la realidad . Así maligno, ni por una desgraciada conjunción de inconve­
como un ajedrecista es tanto mejor cuanto más posibilida­ nientes, sino en cumplimiento de un programa genético
des futuras puede evaluar en cada jugada, el ser humano es .\lesorado en todas y cada una de nuestras células. Si no

71
70
fuera por esa muerte no estaríamos aquí. Pero esa no es la . lI ltura Económica, México , 198H.
úni ca ventaja que nos ofrece la muerte . ¡lllllTI, H. Yi" me's .111""1"010 alld Evoltttion, Harper To rchbooks, New
Todos, o al menos una enorme proporción de los mode­ York, 1962.
\ I..'rciji(\u , M . Ore/en, equilibrio y desequilihrio, Nueva Imagen,
los antropológicos, psicológicos y sociol ógicos que tratan
de explicar las razones de que el ser humano genere cultu­ México, 197H.
lb rv. in , e. 011 the ()r(~ /n o/ specíes, Han·arel Univc rsi ty Press ,
ras y civilizacione s y desarrolle esquemas explicativos . Ca mbri dge , Mass" 1961,
giran alrededor de la lucha contra la muerte y de los mode­ I I'IT1.ández-Guardíola , A . " El se-lllido del lfemp o o el tíempo subjeti­
los mitológicos qu e producimos para im ~ gjnar qué nos su­ IKl, en Del Tiempo, F. BJanck de Cereijido (comp.) F()li().~ Edi­
cederá después. De modo que esa mueI1e qu e nos generó ciones, México, 19H3.
co mo especie, también juega un papel impo rtante en hu­ I l:tynlck, L. "Current Iheories 01 híoLogical Ageing", en Feeleration
manizarnos . Procc::eding, 197'5, 3 4, 1.
I .Iilha, L. G . "SJem cel! concepts" , en The Stem Cells (e. S. Ponen
~ do; ) , Churchill Livingstone, 1983.
Conclusiones
W:tlrord , R. L. Maximum lije SfJttll, W. \y"l N()I1on ancl Co., New
York , 19H3
El estudio laico de la muerte se ha iniciado muy reciente­
mente. Una de las enseñanzas ya logradas en este breve
lapso, es q ue no morimos como consecuencia de un desig­
nio adverso, sino en cumplimiento de un programa genéti­
co inexorab lemente normal , que nos hace tener dientes a
cierta e dad, pubertad a cierta otra, canas más adelante, y
dejar por úJtimo el e spacio y los rec ursos que permitan
po ner a prueha a nuesu·os descendientes (a la co mbinación
de genes que les hemos legado).
Ahora que el conocimiento oLorga un a ventaja evolutiva,
tiene sentido q ue el ser hu mano d ilale esa etapa que va
entre el fmal de l pe riodo reproductivo y su muerte. Ahora
si hay una senectud , cu ya duración es p roporcional á ese
conocimiento. Sin e mbargo, esa duració n no tiende al infi­
n ito, sino que parece estar, tam bién ella , acotada (figs . 2 y
3).
Desprovista de su halo anceslral de superstició n , analiza­
d a cie ntíficamente, la mue rte ap arece como un recurso fun­
dame ntal de la vida. en la Tierra, algunas de cuyas ventajas
hemos tratado de bosqu ejar en esta ponencia .

Bil?!iURrC((ítl acomejada

Blanck Cere ijid o, F. (comp.). Del ¡lempo. Cremos, Freud , Einstein


y los ge nes, Folios Edid ones, Méx ico, 19H3.
B1anck Cereijido, F. l a Vida, el Tiempo y la lfl/erte. Fondo ele

72 73
De Freud a Lacan:

la clínica del tiempo

o de la resolución rítmica
Eunice Cortés Gutiérrez
A Martín, Esteban y Pablo Reyes
A su melomanía

1.(1 ensei1anza de jacques Lacan ha dejado en claro, al


menos, un punto: debemos renunciar a la dimensión cro­
I/o/ógica como encuadre de nuestro trab(~jo y como indica­
I(J,. de que la cosa marcha en el terreno de la clínica. El
lIemp o tiene efectos en el ser que rebasan con mucho las
L ullSideraciones de medición establecidas tradicionalmente

11rI,. la duración y la frecuencia, es decil; por el reloj y el C({­


Il'ndario.
En consecuencia, no puede ser la rigurosidad en criterios
lomo la puntualidad, la intensidad o la constancia, medi­
los por la frecuencia de los encuentros, lo que debe privar
'11 el manejo que del tiem.p o hacemos en la clínica psicoa­
IIn{itica. No puede ser la mayor duración de un análisis lo
'I/fe certifique, a priori, sus evidentes ventajas sohre uno
/litis corto. No puede ser la sesión previsiblemente escandida
frie menos de media bora, por ejemplo) lo que organice los
,'//cuentros con nuestros pacientes. Si le creemos a Lacan, es
¡m!cisamente en la pregunta por los efectos que el tiempo
IlI'oduceen el st~jeto, a través de su dimensión discursiva,
Irmde encontraremos, del psicoanálisis, su o~jeto y su senti­
tlo y, en consecuencia, la ética que le es pm1icular e ilTe­
IlIt nciable.
l1t modesta ap01tación, si merece ese calificativo, es la de
I/I"eclsa r en la resolución rítmica la clave para pensar el
/I/'Oblema del manejo del tien1po en u na clínica que renull­
(fn. en definitiva, a la obsemancia rigurosa de sus dimen­
\IOJl8S formales.

75
1. El instante de la mirada (Alleg ro vil,Jace)
[l¡. Anna O ., que lo bautiZó como "talking cure" , a Jacques
"[Entre los] recursos que ele manera
l icIO y su propuesta de abordar el inconsciente como "es­
primaria e inmediata intlu yen sobre
Il lJCturado como un lenguaje", es un hecho irrefutable que
lo anímico del homb re lse e ncUentra]
, ! psicoaná lisis es una experiencia clínica centrada en la
sohre todo la palahra, y las palabras .son ,
1I,II... hra.
en efecro, e l instrumelUo e sencia l
.'i in emhargo, la brujería, la religión, la p olítica, la publici­
del tratamie nto anímico. l... l Pero
¡Lid, la charlatanería, elel mismo modo que la práctica mé­
;,erá p re cjsQ em prender un largo roeleo
dica -que c on temporáneamente ha retomado la
para bacer comprensible el modo
IIl1portancia concedida a la relación verbal con el pacien­
n que la ciencia cOl1siRlle deuol/Jer

11'-, ladas hacen uso del prístino poder ensalmador de la


a la palabra una p arte, siquIera,

de su prístino poder ensalmado r."


1,.llabra , lodas se dedican al diagnóstico ele los males o fal­
Sigmund Fre ucl , Tratam ie11lO p síquico ( tratam iento del I.IS de lo!> individuos y pretenden de e llos curarles en pal1e
alm,a) tl totalmente con palabras.

Preciso como lo es, e nronces r determinar la especificidad


lid psicoanálisis, Freud mismo la puntualiza al advertirnos
¡El p rísti no p oder ensalmador de la palahra.' La mágica 11Ie debemos hacer comprensible ese poder de las palabras,
p o te ncialidad ele las palabras pa ra curar. v no sólo utilizarlo, si pretendemos hacer del psicoanálisis
una ciencia. Y no hay que olvidar que si "ien la epistemo­
"La s palahfa.'j son, :-.in duda , los principales logía freudiana romp e, en su desarrollo, con los presupues­
mediadores del influjo que un hombre p retende ejercer sobre los de la cientificidad positiva imperante hasta emonces, en
los otros; las pahthr::ls so n bue nos med ios para prov()car al tera­ la que sin embargo buscaba explícitamente su validación,
cione~ anímicas en aque l a ql lien van d irig idas no por ello deja de ser una ciencia 2 .
>' por eso ya no suena enigmático asevera r De modo que si hubiera que recurrir, en Freud, a una
qu e el ensalmo ele la palabra puede diminar definición temprana de lo que es el psicoanálisis, diríamos
fen ómenos patológicos, tantO m{¡s aquellos que , a su vez, tie­
nen su raíz e n esta dos anímicos. "!
que es la ciencia que se vale de la palabra para. curar, ha-
ien.do comprensible al mismo tiempo el modo como la pa­
lahra actúa. Si el enunciado parece simple , el propósiL ,
Aun antes de q ue concihiera su Interpretación de los sue­
('omo resulta evidente desde el primer intento de llevarlo a
10.'1, y a lodO lo largo de !>1.1 ob ra . Freud reco noció y pro­
t~l bo, es ard uo y complejo.
mo vió como central el lugar q ue ocupa la pa la bra en la
práctica de l psicoanálisis, tal y como lo testimo n ia la cita F ue Freud, e ntonces, quien precisó con qué materialidad
anterior y la q ue sirve de epígrafe a esta p arte del trabajo, traba jamos los p si coana lis tas . A Freud corres ponde la
las q ue rie nen ya ¡más de 100 a ños! En efecto, el psicoa ná­ magnífica intuición de que la ciencia tiene algo sustantivo
lisis e s, Fu nda me ntalmen te, L1 n~1 cl ín ica de l sign ifi ca nte
desde s u m ismo origen y no dejará ele serlo desde ento nces Y¡l lo afirma P:IUI -Laurent A ~ sou n : "la a mbición de cienliji"cidad d el psicoa ­
ni aun en las desviac io nes más f1agrantes de sus prinCipios. lIálists f reudiC/l1o se demu estra al rÜJmpo tJl.I ~' se produce, y p roduciendo al mismo
tiempo la, condicio nes refl exivas inm anentes de su pro pia produ cci ón . l... J Por
I:mlo, no hay por qu é temer dese ncarnar la revolució n freudiana consid('r~ nd o l ¡l
desde la p"" sp ectiva dd saber, pu esro que es d esd e é ..,til como se compla ce e n de­
-¡ S.F. : Trat:.1 Illi<. nfo p síqui co ( trat:.tn li",nto d e l "lima)", en U e. . All101T0l1U " di ­
lin irsc." Loe.cil . t:n Introdu cción C/ la epistemología freu dic/llC/, Sigl o Veintiuno edi­
¡O!'qs ,Bs. As. , 1976, Vo l.l, pp. 11'5. 12:\-4. 0 , 1 subrav:I tlo L'S rnío).
ftlrl:!i, MéxiL'O, !9H7, pp. IO- 14. ( El subrayado es mío).

76
'17,
que hacer por el hombre y por el mundo a través de una r /{/ del deseo bc~jo la fonna de un formidable punto de interro­
clínica de la palabra . Nll(; ión [. .]"4.
Algunos años después , Jacques Lacan se pronunció
sobre estos puntos llamando la atención de los psicoanalis­ I 'elo más que sus pronunciamientos de lealtad o la audacia
tas sobre su importancia. En 1953, por ejemplo, en uno de ((lI l que leyera en ocasiones la ohra freudiana, lo que de
sus textos más leídos, el que corresponde al momento fun­ Ilt'a n nos interesa son sus aportaciones originales, las que
dante de su enseñanza, escribió que el psicoanálisis, "ya se ¡lindaron una enseñanza que ya rinde sus frutos, cuyas ela-
dé por agente de curación, de formación o de sondeo, [, .. 1 II ¡raciones y desarrollos recorren toda su obra, la más im­
no tiene sino un medium: la palabra del paciente"3. Esta 1" III:u1le de las cuales es su reflexión sobre los efectos del
afirmación no puede ser calificada sino como un acto: un IO'll1pO.
acto de lealtad a la genialidad freudiana, sin duela, pero Fn su comprensión de Heidegger, Jacques Lacan encon­
sobre todo un acto de lealtad a la causa psicoanalítica en "!l la orientación que lo advirtiera sohre los efectos que el
aquellos años en que la 0110doxia estaba desviándose de 1Il'Il1PO tiene en el ser y, al interior de la preocupación psi­
los fundamentos del psicoanálisis al calor de los enfrenta­ lna na.!ítica, en ese ser que es para nosotros el sujeto del
mientos políticos. Iltonsciente. Con su perspicacia para aprovechar las apor­
Un poco más tarde, en su seminario del 6 de julio de I 11 iones de la lingüística, Lacan pudo vislumhrar que la
1960, con el que concluye La ética del psicoanálisis, Lacan III.llcria lidad del significante tiene estructura temporal
se manifestó sobre el lugar que ocupa la ciencia conside­ ..,!ncronía y diacronía de por medio-- y que este hecho
rándola desde la perspectiva analítica: nada menos que el 11~'ne e normes implicaciones que no se le escaparon al ela­
lugar del deseo.. ¿Obturándolo, quizás? ¿Como su metáfora j,qr:u su concepción de lIna cura psicoanalítica. Pero fue
privilegiada? ¿Como su fantasma histórico? En cualquiera libre todo en su pasión clínica donde Jacques Lacan en­
de los casos, la sugerencia no puede pasarnos desapercibi­ I «"ltró el lugar preciso para hacer fecundas comprensión y
da : perspicacia y atreverse allí al estilo que como analista lo
Ikvó a romper con una ortodoxia estéril --como lo son
"Lo que en realidad como cien cia ocupa actualmente el lugar tildas - y del que no se arrepintió nunca 5. Me refiero, por
del deseo, es muy simplemente lo que se llama por lo común "upuesto, a su audaz manejo del tiempo en la clínica , par­
la ciencia [. ..1 A lo largo de este periodo histórico, el deseo del Ill'ularmente al corte imprevisto de las sesiones o escan­
bombre largamente sondeado, anestesiado, adormecido por ,\/(;11 .
los moralistas, domesticado por los educadores, traicionado
por las academias, se re./iI8ió, se suprimió muy sencillamente, "i la clínica del significante es la propuesta de Freud , la
en la pasión más sutil y también la más ciega, como nos lo
,Iponación original de Lacan es trahajar esta clínica del sig-
muestra la bistoria de Edipo, la pasión del saber. Es ella quien
está marcando un paso que aún no ba dicbo su última pala­
bra. l.. '] La organización universal tiene que enfrentar el pro­ I j. Lacan: ¡;¡ seminario, Libro 7, Paidó.s, Bs.As .. 19i1H, pp.3H5-6. (El s ubrayado

blema de saber qué hará con esa c ien cia en la que se l' rnip ). Me qu edo con la posición e:pislel11ológicl de e:5te Lacan de los :11105 60's,
01 " l'I't (J " la interrogante 4ue le pbntea una "cicl1ci:1 dd deslOO" (<:n el mismo cnn­
despliega manifiestame nte algo cuya natmaleza le escapa. La l . · .~ I() l'l1 el <¡ue perfila al psicoan{¡]isis por los send"ros de la ética), prefiri0n dolo
ciencia. que ocupa el lugar del deseo, sólo puede ser una cien­ ,1 que, Úl0S más tarde:, se sumergief¡¡ en la prorne:sa de una top ología d e: nudos
• , " I_Í;¡ qu e pareda inten tar formular un~1 definitiva respuesta.
~ "l'ie:dra de: desc:cho o piedra angular, l1u estra fuerza es no haber cedido
3 J. LaGlI1: "Función )' campo de la palabra)' del lenguaje en psico: mJlisis", en ., ,h .... este punto". J.oc.eit. en Jc\C/'¡/OS 1. of.>.ci/. , 11.66 (añadid:1 en 19(6) a pie de pá­
b'cri/os J. Siglo Veinliuno "dilOn.:s. ,\Iéxico. 19H4, p.2.37.
f:ill:i 30j.

7R
79
nifi ca nte en su dimens ión te mpo ral: lo que podríamos iu t/¡scuntinuo del sistema P-Cc se basa la génesis de repre..
llamar, entonces, La cLínica del tiempo. l. 111:I<:ión de l tiempo", Pero vale la pena detenerse a pensar
Freudianos y lacanianos, los analistas, ahora, practicamos .,11 úiscontinuidad, Lo que Fre ud nos propone allí es que
una clínica de la palabra desplegada en el tiempo. Pero su 11 /IItermitel1cia con que las inervaciones de investidura se
é ti ca ap u nta en la dirección que comprom e te , ¡nada d '11'n paso a través del sistema P-Cc hacia el "interior", de­
menos!, la vida, que es el deseo de nuestros pacientes. De l! n11ina esa posihilidad discontinua con que el inconsciente
allí qu e, orientada en el compromiso suscrito por Freud de t IIIl'rge "al encuentro del mundo"7
hacer comprensible el prísrino poder ensalmador de la pa­ ID anterior no puede entenderse, para los fines de esta
labra , y aprovechando el esquema temporal construido por It IIl'xión, sino de la manera siguiente: a pesar de que "los
Lacan en su escrito de 1945 sobre "El tiempo lógico... "6, I "I¡('es()s anímicos inconscientes son en sí «atemporales" ­
p ropongo revisar do') momentos en la teoría psicoanalítica, ! d Y como Jo afirma desde 1920-, lo que significa para
uno e n Fre ud y otro en Lacan, como vía para abordar I ,, 'ud q ue "no se ordenan temporalmente , que el tiempo
1111 'lllera nada en ellos [y] que no puede aportárseles la re­
11. El tiemp
. o para comprender (Andante maestoso) IH\'scI1Lación del tiempo"R, el tcxLO de 1925 parece indicar
,} esto sin que exisla una contradicción en ello-- quc la
"El ritmo realiza una operación contraria
('1tlcrgcncia de estos mismos procesos anímicos, su mani­
a la de re lojes y calendarios: el tiempo
fl'lación, observa un patrón de intermitencia temporal, una
deja de ser med ida abstracta y regresa
ilhconLinuidad periódica en el contacto posible entre el in­
a lo que es: algo concreto y dotado
1, f ,l1sciente y el mundo,
de una cierta dirección. "
Para confirmarlo, avancemos unos años, hasta las "Nue­
\ .IS confe rencias d e introducció n al psicoanálisis", donde
''Todo ritmo es sentido de algo,

111 ,demos reencontrar este planteamiento freud iano, en apa­


Así pues, el ritmo no es excl usivamente

III ncia pa radó jico, a propósito de la relación entre el in­


una medida vacía de contenido

sino una dirección , un sentido,"


': lInsciente y el tiempo, En 1933, en la trigésima primera de
l ·...I;lS confe rencias, titulada "La descomposición de la perso­

Octavio Paz, El arco y la lira fI.tlidad psíquica", Freuc1 depura el p rohlema, que no de ja
lit asombra rlo y al mismo tie mpo d e adveltirlo sohre un
La discontinuidad del inconsciente en Freud 11.111azgo de fundamental importancia que, sin e mbargo, no
¡ ( II1sigue discernir él mismo:

Hurgando, a modo de brújula , en el inagotable texto freu­


"Dentro del ello no se encuentra nada que corresponda a la
diano, allí donde sabemos que sobre el tiempo Fre ud nos
representación del tiempo, ningún recon ocimiemo de un de­
ha legado tan escasos seña lamientos, me e ncuentro con un curliO temporal y -lo q ue es asombroso en grado sumo y
apunte, una sugerencia, un esbozo apenas de algo que me .lb'1la rd a ser apreciado por el pensamiento filosófkcr- nin8/t ­
sirve de orientación, n(/ alteración del p roceso anímico por el traNSCUrso del tiempo,
Ya en su "Nota sobre la pizarra mágica" , de 1925, Freud Moc iones de deseo q ue n unca han salido del e llo, pel'o tam­
establece una conjetura según la cual en el "modo de traba­ 1¡i én i.mpresiones que fueron hu ndidas en el ello por vía de re­

6 J. Lacan: "El tiempo lógico y el a~eno d e cenidullll>n.' :lnticipa eb . Un nu evo ¡ Clr s. Freud: En O.c., op.cil ., V"I.X]X , p .2'í7, ( El , uor:J.Y<ld o es mío).

sollsma ", e n ¡bid, rp. IH7 - 20.~. H S I're uJ: "M"s all á del principio de l placer", c;n ¡bid , Vo l. l\\'lII, p.2tl.

81
preSlon, son virtualmente inmortales. se comportan durante plldría decir ahora, sin alterar su texto: el inconsciente no
décadas C01110 si fueran acontecimientos nuevos. ,'1 (moce el decurso del tiempo, el inconsciente en sí mismo
Sólo es posible discernir/as como pasado, desvalorizarlas y qui­ 1" (1 tempo ra1, sí, pero su emergencia está determinada por
(arles su investidura energética cuando han devenido cons­
IlIlCI di mensión temporal que prefigura un cierto patrón dis­
cientes por medio del trabajo analítico, y en ello estriha, no en
escasa medida, el efecto terapéutico de/trabajo analítico, IImlin uo de sus manifestaciones; esa dimensión temporal es
"S igo teniendo la impresión de que hemos sacado muy poco ¡(mo, que organiza)' aun produce, en la cadena discursi­
partido para nuestra teoría analítica de ese hecho [. ..]".9 I 'ti, la emergencia del inconsciente. El tratamiento psicoa­
1\;1 lítico tiene que vérselas con eso.
Nuevamente aquí, la contundente afirmación de la natura­
leza atemporal del inconsciente es inmediatamente seguida n ser como efecto de la modulación del tiempo en Lacan
por la genial intuición de que el tiempo tiene, a pesar de
todo y de alguna manera, efectos de tan singular importan­ "En el fondo de todo fenómeno verbal

cia en el inconsciente que "sólo discerniendo como pasa­ ¡¡ay un ritmo [... 1El lenguaje es un

do" lo que es "virtualmente inmortal" es posible obtener continuo vaivén de frases y asociaciones

resultados terapéuticos "no en escasa medida ". Algo que es verbales regido por u,n ritmo secreto."

virtualmente inmortal , y que seguirá siéndolo 10, ocupa fi­


nalmente su lugar, por medio del psicoanálisis: en el pasa­ "El ritmo es un ir hacia algo aunque

nO sepamos qué puede ser ese algo

do, dice Freud.


l... y .. .J engendra en nosotros

Pero ¿cómo? si es inmortal y, en consecuencia -pensar­ u na disposición de ánimo que sólo

ía uno---, es constante, siempre presente. podrá calmarse cuando sobrevenga"

Suscribamos esta posibilidad de respuesta: siempre pre­ aquello que esperábamos pero que es

sente , como efectivamente lo es, hay algo aquí, en el secreto aun para nosotros misnios.

deseo, que es submyado en un lugar, atemperando así su


"investidura energética"; o, lo que es lo mismo, al eliminar Octavio Paz, El arco y la lira
de este modo lo que en ello había de excesivo, se le reco­
loca en su verdadero lugar. Es decir, la tarea del trabajo Repasemos ahora algunas de las proposiciones de Lacan,
analítico, cuando menos algo de su propósito terapéutico, Todo el desarrollo de su escrito sobre "El tiempo lógico
tiene que ver con subrayar en un sitio, con puntuar, con y el aserto de certidumbre anticipada" descansa sobre el
acentuar. Desde Lacan, la lectura no puede ser sino ésta. propósito, explícito allí mismo, de hacer comprender que
Pues bien, la acentuación o puntuación en el tiempo sólo de lo que se trata en psicoanálisis es "de captar la modula­
tiene un nomhre: RITMO. dón del tiempo". Pero, ¿qué es la modulación del tiempo
Esta proposición , que pretendo sostener a lo largo de si no , precisamente, ritmo'
este ensayo, intenta responder a la aparente paradoja que Vayamos más despacio.
Freud nos ofrece en las citas anteriores. De modo que A propósito de los tres momentos de la evidencia: el ins­
tante de la mirada , el tiempo para comprender y el mo­
9 s, Freud: ¡hid, Vol.xXIl, p ,69. (El subrayado es mío) , Fue Lacan , corno sahe­ me nto de concluir, Lacan precisa que
mos, quien supo sacar, 22 anos más larde, un signifícarivo provecho de esa inlui­
ciún frcudiana ,
10 Es así: inmOrlal, indeslrucl.ible, como se nos prCSenl<l el deséo, y es de "Mostrar que la instancia del tiempo se presenta bajo un modo
deseo de lo que con Freud eSI<lJ110S hablando aquí al hablar de inconscienle. diferente en cada uno de estos momentos es pre~elvar su je­

83
rarquía revelando en ellos una discontinuidad fan al esencial /J/J'itción subjetiva.
para su valor. Pero captar en la modulación del tiempo la fun­ A. partir de esta última afirmación, abordemos la segunda
ción misma por donde cada uno de esos momentos, en el p:ule de la cita, donde Lacan nos dice lo siguiente: para
tránsito hasta el siguiente, se reabsorbe en él, subsistiendo úni­ ¡ ,rnprender el movimiento lógico, ya no de un razona­
camente el últim o que los absorbe, es restituir su sucesión real 111!Cnto deductivo, sino el movimiento lógico que da cuenta
y comprender uerdaderamente su génesis en elmolJimiento ló­ dI l:..t génesis o constitución subjetiva -que es a lo que se
gico."ll II'!'!ere allí Lacan-, es necesario captar la función que fe
, 1I/~l'ace.· en ningún otro sitio sino en la modulación del
En ese texto, Lacan utili za el razonamiento sofista de los
tres presos a los que se les ofrece la libertad a cambio de '"'mpo .
Si Lacan nos insiste en que la modulación del tiempo
que infieran el color del círculo que se les ha co locado en 11IIIduce al sLljeto en su movimiento lógico, Freud, en aque­
la espalda, como ejemplo para ilustrar la cita anterior, la 1I,l temprana intuición de su "Nota sobre la pizarra mágica",
primera parte de la cual se refiere, como se sabe, a los 11,1 supuesto que es la emergencia del su jeto del incons­
efectos. producidos por las dos suspensiones del razona­ • Ic:nte lo que produce la posibilidad de representación del
miento en los modos d istintos en que e! sujeto se confronta 1ll.'mpo, lo que en última instancia no es sino modularlo 13.
con el tiempo en el p roceso de su constitución. 1'... decir, es la modulación del tiempo lo que produce, y, si­
Sobre ese pu nto, que de jo yo de lado, se han extendido /11 I tltá 17 eamente, lo que se produce como consecuencia de la
reflexi vamente otros autores en este mismo volumen, a l(Jl1stitución del sujeto.
'uyos textos remIto al lector interesado. Sólo subrayo, en Recapitulemos. En primer lugar, tenemos q ue la génesis
esa prime ra parte de la cita de Lacan, lo que ya había suge­ lid sujeto ele deseo, el proceso de subjetivación ent.onces,
rido la obra freu d iana: la discontin uidad, llamada aquí I\'sponde a una función que Lacan denomina modulación
tonal (calificativo al que volveré más adelante), es esencial Id tiempo, signada por el carácter de d iscontinuidad . Se­
para mostrar e! valo r diferencial con que el tiempo es expe­ ~\Indo, esa discontinuidad es tonal, es d.e cir, las suspensio­
rimentado por el sujeto... por el sujelO del inconsciente. ¡\l'S o cortes p roducen y dan cuenta de un sentido de
Concentrémonos ahof<l en la segu nda parte de la a ta, re­ Iraseo, de acomp asamiento. Finalmente, esta función te m­
cordando que el interés central de "El tiempo lógico y el puml, esta modulación del tiempo que no podemos llamar
aserto de certidumbre ... " estriba en explicar el modo com ... ¡no ritmo, y más precisamente resolución rítmi ca, es aque­
el sujeto se constiruye y se revela en el decurso temporal, Ilu que, manifiesto en el discurso de un paciente, da cuenta
pasando de su posición de suje to imp~rsonClI (qu e co rres­ lit: la emergencia (o represión) de sus mocio nes de deseo,
ponde al instante de la mirada) y por e! sujeto ind efinido !il:gún nos advierte Freud. Si tod.o esto es así, no puedo
recíproco (¡Jempo para comprender) hasta el aserto subjeti­ dt:jar de Uamar la aten ción de! lector sobre dos puntos:
() o forma p ersonal del sujeto del conocimiento (momento Prim er'o Una clara continLlidad lógica, que he intentado
de concluir)12. Es decir, si el tiempo es experimentado de Illosu'ar aquí, entre las tempranas intuiciones de Freud, que
dife rente modo p or el suje to en cada uno de los tres mo­ no re nunció al objetivo terapéutico del psicoanális is a pesar
mentos de este p roceso lógico es , solamente, porq ue el de reconocer que se enfrenta ba con algo cuya naturale za
tiempo produce efectos que I/ellan a la modificación de la e ra no sólo in mortal sino pers iste nte me nte excesiva, e l
deseo , y la barroca elabora ción de Lacan, apoyada en la
11 ]. Llcan: ¡':n Hs.cri[os J, ojJ.ci¡, p.1 94. (L1 subrayado en negritas es de Lacan ;
d que o;:,tá en cu rsivas es mío)
12 Cj'r, lbld, p.197 13 q¡'.. supra, p. HO.

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84
proposición heideggeriana del ser en el tiempo, que apunta 1,1n IS mismos , cuando el timbre de nuestro consultorio
claramente a precisar y potenciar las posibilidades de la .I l l1 l11ciala llegada del siguiente paciente, con el pretexto
clínica psicoanalítica introduciendo el manejo del tiempo I p l nul de las buenas maneras que hablan de cortesía y
como una de las técnicas privilegiadas con que cuenta una j'lpntualidad, anticipando la escansión del paciente que se
ética que apuesta por el ser del deseo. ;' 11\ Ul!mra en ese momento intentando recuperar su fraseo
Segundo. La clínica psicoanalítica no puede proponerse, ' 11 el d iván del consultorio. Allí puede haberse perdido ya
en consecuencia, sino como un dispositivo pertinente para 1 'tn l., posibilidad de que un sujeto reciba del Otro su propio
recibir los excesos de un discurso ~l del paciente- que 11Il'n~a je en forma invertida, parafraseando una de las cono­
es manifestación de una pérdida temporal de su sentido (o 'UlaS formulaciones de J.L., pues todo esto equivale a des­
mejor sería decir, aquí, de una pérdida rítmica de la resolu­ , n!1ocer su particularidad subjetiva, que es precisamente lo
ción desiderativa de su discurso, una pérdida de estilo), vi­ //lIICO que en el análisis está en juego.
15
vida de manera dolorosa (no es otro el concepto de goce Efectivamente, de lo que se trata es de subrayar la im­
para Lacan), y para 2 relanzarlo a la búsqueda, menos de la Illlltáncia que tiene el manejo del tiempo en la dirección de
significación que lo fije en definitiva como, de la posibili­ lUl,1 cura, pues allí reside, sobre todo, la posibilidad de insi­
dad de abandonar lo mortificante de la repetición en vías a dll sobre la resolución rítmica del inconsciente, sobre la
la recreación, a la reformulación de su deseo. En esto hay Il llcrgencia del deseo, que se ha atascado en la repetición
menos de revelación que de resolución rítmica... pues se InlOmática.
trata de algo que ya estaba allí, desde el principio, en el Por eso, a propósito del sentido de la escansión, Lacan es­
propio síntoma, pero de manera coagulada. ,tibió que "para que el mensaje del analista responda a la in­
Inrogación profunda del sujeto, es preciso que el sujeto lo
Del tiempo, entonces, lo que en psicoanálisis nos interesa es IlIga como la respuesta que le es particular" , pues se trata de
su modulación, es decÍ1; el manejo que de él hacemos apun­ 'tln don simbólico de la palabra, preñado de un pacto secre­
tando hacia la resolución rítmica de la presentificación del 111" que puede llevarnos, incluso, a acceder a ciertos requeri­
deseo, que el paciente experimenta en su discurso . Il\ientos con que las resistencias del paciente se manifiestan,
para propiciar "la puesta en movimiento de la palabra"16. Y
Este criterio contradice toda estandarización cronológica de I'~IO muy bien puede incluir la negociación primera de los
la sesión clínica. Es decir, no puede establecerse, a priori, l'ncuentros entre analizante y analista, pero, en última instan­
sesiones fijas de 45, 50 ó 60 minutos, como pretenden las (1:1, es esta flexibilidad en el manejo del tiempo -horarios,
normatividades de algunas asociaciones. Ninguna insisten­
I rl.!cuencia, duración de las sesiones-, es esta libertad en la
cia sobre este punto es excesiva. Particularmente cuando
Il'gul.aridad, lo que subyace a la tesis lacaneana de que la
los propios lacaneanos comienzan a inclinarse hacia una
práctica igualmente absurda y contraproducente, que co­
I ~ Es en rJzón de esa ética que no debe mos temer hacer lIna permanenre au­
mienza por imponer, por propia conveniencia, 2, 3 ó 4 se­ l ' '" rhiGI al manejo que del riempo hacemos en la clínica quienes fundamos en
siones semanales en horario prefijado, previniendo a los ¡ Il'UJ y en Lacan nuesrro ejercicio.
pacientes a propósito de una duración máxima. Si de lo 16 q ¡'. , J. tacan : "Función y campo ... ", en op.cil. , p .2HO. Es a propósiro del tra­
I,"tlic nto sorprendenrc que hace Freud en el caso del hombre de las raras, qlle
que se trata es de "introducir un efecto de significante en ,. IL'Un se permire este desarrollo singular: si Freud se inclina por acceder al reque­
cada una de las sesiones"14, no podemos excusarnos a no­ ¡ Ill1lenro de la resiste ncia, "hasta ran lejos que parece entr,u en el jllego del suje­
1,,". en lugar de interpretarla, es porque, sin desconocerla, se sirve de ella "para
IIllpliL'¡lr al sujeto en su mensaje", alejándose así, fructíferamente, de un comporra­
14 J Lacan : "Función y campo... ", en op .cil., p.2H5. II1lento ran estéril como doctrinario. Loe.cit. en lbidem.

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función del tiempo, del tiempo lógico en el que se desplie­ d kl' l.acan lf'. ¿Cómo leerlo?
ga el discurso del paciente, es uno de los dos momentos clIando el paciente llega al consultorio , lo que normal­
privilegiados en que "lo simhólico y lo real se reúnen"17. 1IH'llll: eS<"'l.lChamos es el atro pe llamiento desbordado de
Ahora bien, si la función del tiempo nos lleva a pensar en p. d ahras o el penoso silencio q ue resulta del conte­
ritmo, éste nos conduce, inevitablemente, a echar mano de Il llllsimo fra gor de sus batallas interiores. Porqu e, como
la metáfora musical, como lo hizo el propio Lacan en 1953, dl'l la Sor Juana, "callamos no porque no tengamos nada

en "Función y campo.. .". Dejémonos provocar por ello. 'IUl' decir, sino porq ue no sabe mos cómo decir todo lo qUé
t¡¡¡¡"iéramos ded r"19
La resolución rítmica en el modelo musical I Jable () calle , lo que el paciente nos trae es u n exceso.
l'l'l'O no e n el sentido de cantidad, lo que supondría que
"La palabra del paciente puede leerse lln.'i prop ondríamos contenerlo, moderarlo, disminuirlo. ¡Y
como una partitura en varios registros ." 11m cierto que no ·e s ésa la ética del psicoanálisis!
Ilablamos de exceso allí donde el ritmo se ha perdido,
"El psicoanálisis consbte en pulsar sobre II(Jnde no hay ni mod ulación nj fraseo ni concertación de
los múltiples pentagramas de [esa] partitura ." \ I ¡(es, y lo que se produce es toda clase de disonancias.

¿lla reparado el lector, por e jemplo, en lo excesivo que


Jacques Lacan, Función y campo de la palahra y de/len­ 1t'M¡]t.a cuando todos los integrantes de una orquesta sinfó­
guaje en psicoanálisis . II \('¡) afinan sus instrumentos, cada uno por su lado ... hasta

'111t: aparece el prime r violín a poner un poco de orden?


Ritmo es cadencia, es fraseo . Ritmo es puntuación, es ba­ Se trata de los mismos instrumentos, de los mismos eje­
lanceo. Podemos pensar en el ritmo como esa libertad que se I lItantes y aun del ensayo de trozos de la misma partitura,
ejerce al interior de una ('ie rta regularidad. El ritmo supone pL'ro resu lta excesivo para el oído humano esa falta de
un propósito definido , un sentido que infunde vida a aquello I ¡lmO, esa falta de sentido, esa falta de resolución musical
de lo que se trate (movimiento corporal, interpretación musi­ tille luego hará fluida la interpretación de la obra. Esta es
cal, palabras en prosa o en verso) y que en su ausencia Se una imagen posible para describ ir el discurso de un pacien­
convie rte en rigidez acartonada. El ritmo supone una estruc­ i (' al inicio ele un aná lisis: "la orquesta afinando".
tura temporal que demanda de precisión y exactitud pero, al Conforme el trabajo ana lítico avan za, el paciente nos
mismo tiempo, evita su observancia inflexible, severa y ma­ "frece, una y otra y otra vez, su tema musical leído en las
quinal. Tener "buen ritmo" supone atender a las exigencias dislinras vc)ces o pentagramas de la pa rt itura, es decir, nos
de la regularidad creando al mismo tiempo su sentido, de tal h.lbla de diversas maneras de su síntOl'n a, de su deseo ...
modo q ue, una vez establecido el ritmo, nada impide que pero siempre <...on una carac teríst ica comú n : e n algún
conti.núe con eventuales alteraciones, justificadas desviacio­ punto, cada versión fracasa al intentar recuperar el propósi­
nes de la regu laridad original , que marcan la difere ncia e ntre In, d sentido, es decir, la resolución rítmica de esa parte o
el ritmo y la repetición mecánica . El riuno no es armonía ni movim ie nto ele la p artitu ra , en resu me n , de su deseo, y
equilibrio. El ritmo es libre modulación del tiempo. aparece e nto nces como una obra inconclusa , inesuelta, que
Del lado del paciente está la partitura, eso es lo que nOs Sl' re pite con el ánimo de llegar a salvar el obstáculo en
algú n momento.
17 ¡hid, P 298. El otro momento st'l'lalado por Lacan es el ,'ikn cio del analista .
18 e/r.. J l.a can: ''¡'unción y Gllnpo d e la palabra y el Iengu'lje .. " , e n op. cil. ,
p. 2'í3 J':) Citado por OClavlO P" z en ¡;¡an() y !a lim .

88
89
Muy bien. Si e! problema es de ritmo, ¿cómo abordarlo? 11I111c;ión y frecuencia fuera externamente determinada y,
En primer lugar, debemos reconocer que cualquier parti­ 1 1\ ,!Iguna manera, previsible.
tura supone de entrada una estructura temporal: el compás. "-ceptemos entonces que, en definitiva , no podemos pre­
Traducir esto a la clínica psicoanalítica nos llevaría a reco­ "l" con qué clase de "compositor" nos encontramos cuan­
nocer que la escritura discursiva del paciente tiene ya sus d ll reci bimos en el consultorio a cada uno de nuestros

particularísimas dimensiones de fraseo temporal, determi­ p.wientes; no tenemos idea del ritmo con el que se produ­
nadas por la emergencia de su deseo, aun si ese ritmo le , I discontinuamente, a través de las manifestaciones in­
resulta desconocido o "secreto" --como lo sugiere el poeta. I tJJlscientes, el ser de su deseo. En consecuencia, no hay

Desconocido y secreto como es ese ritmo para el pacien­ tll r.l posibilidad que "dejarse hacer" -sobre todo al princi­
te, y sobre todo para e! analista, ya está allí desde un prin­ 1¡j¡J-- por cada uno de los pacientes, para que se establez­
cipio. Pero se trata menos de "descubrirlo" que de provocar i~ . 1 esa dialéctica que favorece la "participación imaginaria"
su resolución. Por eso las interpretaciones merecen tal esta­ \ h 1 analista en el despliegue de su discurso, Lacan dixil
tuto sólo en la medida en que producen cambios en la po­ I },l)). Y eso significa renunciar a las ventajas de las jornadas
sición del sujeto. 1IbOf",iles prefijadas, a los discursos sobre la libertad perso­
Se trata de apuntar a la exactitud pero evitando la rigi­ 11.11 del tiempo libre y a los criterios disciplinarios como
dez . No encuentro mejor metáfora para referirme a la inter­ ! (lnrución de trabajo, entre otras cosas.
pretación analítica, en la que tiene que. ver, como en El psicoanálisis es una experiencia provocadora median­
música, un director, aquí el analista que dirige la cura. Sólo Il su técnica de ritmos sugerentes, allí donde la vida de! su­
así es posible modificar las exigencias de la regularidad 'l'lO no es sino un tema inagotable que vuelve siempre al
rítmica sin destruir su sentido, el estilo propio, el deseo in­ Il Ji smo instante de su inspiración primera ... para intentar,
consciente. Sin embargo, esto no puede significar, como Vil cada una de sus variaciones, asir al universo en ese
desde Lacan es evidente, que e! ritmo sea del analista. punto de fuga en el que todo él se ofrece: su deseo.
¿De quién es e! ritmo entonces?, ¿del paciente? No. Si Si intentara, a partir de todo esto, resumir en una frase la
bien en la partitura de su discurso ya está incluida la es­ !'L!ca del psicoanálisis, tendría que decir: de lo que se trata
tructura rítmica que sostendrá todo su trabajo analítico, es ''s de transformar las implosiones dolorosas del exceso en
sólo en el inconsciente donde se realizan los efectos de esa nuida cadencia, que no es lo mismo que tranquilizar a las
modulación necesaria que el psicoanálisis promueve y que huenas conciencias con insípidas melodías . De lo que se
va revelando al paciente frente a sí mismo como sujeto de Irata es de promover la resolución rítmica de un discurso
deseo. que contiene ya su propia estructura temporal y que se re­
Vale la pena insistir aquí en que la estructura rítmica que pire hasta el dolor porque ha perdido contacto con su sen­
manifiesta al inconsciente y lo recrea no siempre es algo tido secr~to, sea de! tamaño que sea la ambición creadora
tan claro y regular como un compás de 4/ 4. ¿Puede imagi­ Jd sujeto.
narse e! lector, por ejemplo, cómo resultarían como anali­
zantes un Stravinsky (1882-1971), un Béla Bartók 1lI. El momento de COllcllÚr (Allegro ma non troppo)
(1881-1945), un Schonberg (1874-1951) , o mejor aún un vir­
tuoso del jazz? Todos ellos revolucionarios, en la historia de "Huhiese sido mejor que volvieses a la misma hora . Si, por
la música, de la rítmica conocida hasta entonces. Es eviden­ ejemplo, vienes a las cuatro de la tarde, desde las tres yo me
te lo estéril que resultaría imponerles un compás de 4/ 4, o,
lo que es lo mismo, escucharlos en sesiones anlíticas cuya 20 CJi·. , ¡hid, p.2HO.

90 91
~entiré feliz. Y a medida que se aproxime la hora, me sentlre 1, IUI11a!" en el punto mismo en que parece haber vivido mi

más contento. A las cuatro ya comenzaré a agitarme y a in­ 1'1' 'posición de cOlte como, simplemente, puntos suspensi­
quietarme: ¡conoceré el precio de la felicidad l Pero si llegas a
cualquier húra, jamás sah,'é cuán do preparar el curazón [.. .]
" ". hasta que comete el primer lapsus. Mi intervención,

Los ritos son necesarios." ' jl ll ' sólo lo subraya para hacérselo notar, opera un primer

Úll Iv a partir del cual es a mí a quien dirige su discurso 21 y,

Antoine de Saint--Exupéry, El principito rn l'o!lsecuencia, aparecen por primera vez, a modo de

Jllllr'..IpuntO de la primera y larga frase , brev es pero sustan­

Tan claridosos como el zorro, el del famosísimo cuento in­ I IV. IS sugerencias sobre el síntoma, que apunta a la insufi­
fantil recordado en el epígrafe, deberíamos proponernos. , i( ntÍa de la palabra para co municarse, una modalidad
Sólo que el ZOrro buscaba ser domesticado por el principi­ '. 111110 cualquier otra en la den uncia de q ue "le rapp011 se­
to, por eso le solicita ba que sus encuentros obedecieran a tm'/ n 'existe pas'22, pero una modalidad que delermina de
la dimensión del rito. Los analistas, en cambio, no pode­ '11. lnera muy panicular las intervenciones de l analista, pues
mos seguir creyendo que la transferencia se establece y se í. 1 preg unta por la propia palabra concentra la carga sinro­
fija , produce luego sus efectos, el más importa nte de los I1l.1tica en estos momentos . De allí que, mediante ese dis­
cuales es pe rmitir al sujeto que se interrogue por su deseo, , III'SO largo y detallado, pare zca tratar de asegurarse de que
mediante el ritual prefijado de encuentros en el reloj y en 1It'j.:aré a conocerla, a comprenderla, que conseguirá COITIU­
el calendario. 111!'<trse conmigo, yeso la mantie ne en sesiones largas, alre­
Ahora bien, el momento de concluir, para el analista en dl'dor de la hora de duración cada u na , que yo escucho.
sesión de trabajo clínico, es su acto, Sile ncio, escansión ve r­ I 11 este primer tiempo de trab;,¡jo analítico, la paciente
balo interpretac ió n, él mismo se p recipita en un punto de l' Jnstruye sus sesiones a la manera del canon 23, relatando
resolución de su ser de analista , de su deseo de analista, 1.1 sucesión de los acontecimientos diarios que le parecen
que busca producir efectos de tiempo en el ser de deseo 1":'iS importantes, particularmente por el dolor o la confu­
del sujeto q ue habla , el inconsciente. Pero aquí, qu e de un , I(m que le prod uce n, pero como si repit iera un tc ma que
testimonio sobre mi experie ncia se trata, con cluiré con el por no llegar a resolverse resu ltara cansino a. sus propios
intento de o frecer, mediante la e xp osición de un caso ojos,
clínico, la ilustración de algunas de las ideas expuestas.
2 1 fn la prácrica elel psicoanálisis e n institución , t:S frt'('ue nte encontrarse con
Caso clínico , ,, .¡ ~'prim er periodo, de dllració n variable, e n C¡Ll ~ d pacie nte no sahe a quien
I,.JI) I", pero sólo porque no ha fijad.o s u tra n!'fcn:ncia en el analisrJ , es decir, que
1" LW il dirigirse a alguien. Pero est O d e un mod o radicalme nt e diferente a lo q ue
Puntual desde su primera cita y salvo cO lHadísimas e xcep­ i" urrici más tarele, cua ndo no se pa a quié n habla como efeclo de la dt:suposid ó n
ciones que se empefla en disCUlpel! antes o después pun­ h ~a ht' r (:n e l analista y e l e nfrentamie nto a la p ma h:¡n'adura 'e n el Olro fJÓ.
tual sie mpre , la paciente des plie Wi un d i$c ur~o rico en 12 A p rop ósito de la traducci ón com,ci da y genera lizada de t!sta p roposi cJó n
III Lacan , "la relaci6n sexu al no existe ". con b qu e no deja r';; d e In, istir sohre mi
detalles que la llevan a hacer la rgos circunloqu ios sin per­ [',,,fundo d esacuerdo, l'éaEe mi comt!ntario t'n "Del ,Lmo r co rtés 3 la clínica psí ­
der e l hilo central de sus ideas; de este modo se ded ica, ,uam dílJCa ", en La clín ica del amor, Hilumen a GHgtl d e Néstor [3raunst ~ i n , Colo­
durante las primera::. cualro se¡,iones , a exponer todos los '1 l1 l()S de la funda ción No .H, Edici o nes de la fu nda ci6 n , México 1992, rp . 135,
118-9.
acontecimientos de su vida que considera traumáticos, con 23 E.I ca non es una forma ele compo si ción en que la VOL () 111~1 ()dÍ'l instrumcn­
notable p recisió n en las fechas, casi sin interrupción ni va­ l , tI q ~le
In comienza es imítada, nOla por nota , por alguna o[ra V07 (o p arte) q ue
cilaciones, como un larguísimo desahogo que ape nas con­ " "T1 ie nl.a más tarde y que e ncabalga d la primera , Vale desta c;,r que , e n música ,
,to' consid e ra a la composición de cáno nt!s COIllO la pr;'ctica más d ifícil de la com­
siente la suspensión que marco e n cada ocas ión , p ara 1'('sici6n .

9.3
I'X POSIClon de un material que no expongo aquí porque
Esto no ha sido sino el periodo de establecimiento de la
l '(cede la intención de este trabajo. Sólo vale la pena desta­
transferencia. En cuanto aparece un sutil reclamo dirigido
1 .11', como me lo ha parecido a mí misma en su momento ,
al analista en el sentido de no alcanzar a decir "TODO (lo
'1 potencial clínico que supone el manejo flexible del tiem­
que se había propuesto)", le anuncio que acortaré las sesio­ po, cuando el despliegue del discurso está abierto brutal­
nes. A partir del anuncio, la duración cronológica de las mente a las resonancias que recibe desde el lugar del Otro,
mismas no varía mucho (y es esto lo que hay que subrayar: que es precisamente la circunstancia en que opera la inter­
es el anuncio y no la modificación cronológica lo que n 'nción analítica. Lo que en otras condiciones podría ser
opera sus efectos, es decir, el tiempo lógico del sujeto y no l'scuchado como una sugerencia de apresuramientos o l'tl­
el rígido de los relojes) pero, a paltir de entonces, en la di­ /lL'nfcmdos, es una verdadera interrogante que el Otro pro­
mensión real del despliegue discursivo de la paciente, sus po ne sobre el presunto sentido de lo dicho y , en
proposiciones se dirigen más en el esfuerzo de comprender l'cmsecuencia, una verdadera provocación para suspender
que en el de sólo quejarse. De allí en adelante, cada vez un ritmo fallido y ensayar otro. La duración cronológica del
que reaparece el canon, recurro a diferentes modalidades discurso en sesiones de esta paciente no ha variado mucho
de corte en el ánimo de limitar el desbordamiento para que desde un principio hasta el momento del análisis en que
produzca resonancias y la paciente llegue a formular las doy aquí testimonio, yeso habla no sólo de su síntoma ,
preguntas que la comandan. El cambio de horarios opera, I'omo puede inferirse presumiblemente, sino también de su
fundamentalmente, como un indicador del modo como se t.:stilo , que no variará sino sólo en lo que toca a su caden­
va fijando la transferencia, pero llega a precipitar un acto da, en el acompasamiento que va produciéndose entre el
de la paciente a propósito del lugar que no reclama , del deseo insatisfecho y sus formulaciones sucesivas. Es a esto
lugar con que no cuenta, del lugar que no tiene: se atreve­ J lo que llamo resolución rítmica.
rá a enfrentarse con el Otro a paltir del lugar que ocupa su
análisis . Las escansiones sucesivas en una misma sesión,
que en consecuencia podría ser pensada como varias sesio­
nes en una , no consiguen sino un malestar difuso que no
produce mayores efectos. No es sino basta que suspendo
los encuentros a una sesión semanal que la angustia de esa
pérdida transforma el discurso en definitiva . A paltir de en­
tonces, se alternarán la impotencia dolorosa y la autoexi­
gencia para "dejar de quejarse y encontrar su propuesta" y,
finalmente, para confrontarse con el vacío que le deja esa
ausencia de propuesta. En este segundo tiempo del trabajo
analítico, la duración de las sesiones se vuelve variable,
pero con mucha frecuencia se extiende más allá de los 45
minutos, y los cortes operados en cualquier momento se
han convertido en verdaderos promotores de significación.
En ese momento, regularizo el horario de inicio de los en­
cuentros, aunque el número de sesiones a la semana au­
menta eventualmente, cuando se intensifica la angustia. L.,]
La discusión y comentario de un caso clínico exige de la

95
94
Nachtriiglichkeit, anticipación,
retrospección (hacia una teoría
no mitológica de los orígenes)
Salomón Derreza
para Heike.

I li t re las características del proceso de transformación que


• I psicoanálisis iniciara en la década de los setenta, hay dos
' Iilt: llaman mi atención, ya que pueden ser vistas como
I lfl )lotípicas de ese movimiento. Se trata de dos tendencias
'111~. a pesar de apoyarse ambas en Freud, resultan
1,.Ir<ldó jicamente excluyentes. Por un lado, se presenta un
11 (moo masivo a la teoría de la seducción (o, más precisa­
11llnle, a la teoría del trauma real infantil), sea en su ver­
,Ion más cruda, como teoría de la violación (Masson 1984;
I\loc h 1989), o en las versiones más elaboradas, inspiradas
111 la enseñanza de Lacan, como teoría de la seducción
,~~l'ne ra lizada (La planche 1986, 1987, 1992) o como teoría
dd goce traumático original (13raunstein 1990). Se trata del
mgimiento de un nuevo "paradigma", anunciado ya por
, 'II!len (1980), constituido a partir del retorno a una posi­
I l' lI'l que, dentro de la historia oficial del psicoanálisis, se
I Ilnsid eraba abandonada, superada por la doctrina de las

I'ulsio nes y el complejo de Edipo (Freud 1924; Kris 1950);


' lila posició n, en fin, cuyo rechazo se presentaba , al decir
tll' Anna Freud, como condición de existencia del psi­
lna ná lisis como tal (cir. en 1\1asson 1984).
Paralelamente a esta tendencia orientada a rescatar cer­
1Il lllmbres olvidadas, otro movimiento, apenas incipiente,
~l ha abocado a destacar las incertidumbres del discurso
í I ('uJiano, su "indecisión" estructural respecto al tema del
1I ,I u m a sexual infant;¡. Rand y Torok (1992) han mostrado
Il'LÍ~ mcmente que, dado que Freud nunca pudo decidirse
tl\.t:rca de si el trauma infantil era algo realmente acaecido

97
o si se trataba de una fantJsía construida después, el fun­ , I ), Ira r la certidurnbre freudiana de sus objeciones a fin de
dador del psicoanálisis incurrió en sostener tesis q ue por '11 1 noer un poco mejor la estructura de la inconsiste ncia de
incluir amIJ3s posihilidades a un tiempo resultaban contra­ 1.1 1, '( Ina psicoanalítica.
dictorias. A raíz de esto , umcluyen los autores, '·el psi­ L\ li t~sis es que la auténtica teoría alternativa a la teoría del
coanálisis frudiano parece di, erso y COnirario a sí mismo" (p. 11¡llIma originario (sea en su versión ontogenética como
3) --en otras péJ labras: es incunsistente. ¡(' UI I I de la seducción o en su versión filogenética como
Adicionalmente, la salieb .1 la luz de materiales inéditos 1( " Ina de las fantasías primordiales) es la teoría del fantaseo
Freud 1915 ([1985]) permitió comprobar hasta que punto la " .'111 lspectivo (Zurückphcmtasierel1), Se trataría, de ese modo,
clásica disyuntivél entre la teoría traumática y la teoría pul­ • j, 1.1 o posición entre una feO/ia de kl anticipacióll, en la que
sional no se encuentra realmente en la ohra freudiana. En vez I postu la un trauma real originario, y una teuría de la retro­
de eso, una vez puesta al desc.loie110 la homología estructur­ /~'(dón, en la que, por el contrario, se concibe una vivencia
al entre la teoría del trauma de los anos 1894-1897 y la teoría 1II1 lr.llllnática original significada después como trauma.
de las fantasías primordiales de 1915 (ef, Gruhrich-Simities Lomo ya he sena lado, el prohlema principal radica en
1985), fue posible corrohorar que en esta última tales teorías ti Il' e n las obras de Freud nunca encontramos ninguna de
contrarias se encuentran conjugadas: "Expresado esquemáti­ !,I.\" d os teorías rivales en forma pura, sino anudadas en
camente, no se trata ya de trJun la o pulsión, sino de trauma y 111 1.1 unidad conu,adictoria cuya naturaleza se asemeja a la
pubión" (Gruhridl-Si.müies 1987, p, 1007). De ese modo, la .kl Jlufhehen dialéctico en Hegel (c! Derreza 1992), es
conclusión a la que llega Gruhrich-Simities es coincidente I ln ir, e n la que se borra su diferencia.
con los resultados de las investigaciones de Rand y Torok La teoría freudiana de la seducción , la concepción origi­
(992) en lo que respecta a la inconsistencia del discurso 11:lri:! de l psicoanálisis sohre el origen , nos presenté! esta
freudiano. OrL'l"Jción ele un modo tan logrado que ni el mismo Freud
Pero a decir verdad, estas dos tend e ncias contemporá­ dcanzó a vislumhrar lo inconsistente ele su formulación , ni
neas (el retorno a la teoría traumática y el estudio de la in­ iquie ra e n el momento en e l cual se desdijo de ella.
consistencia de la teoría freudian,l ) no hacen sino represen­ En la teoría de la seducción, Freud concibe un meGlllis­
tar las dos actitudes que Freud mismo mantuvo respecto a ' 110 de s conce rtante. Por un lado tenemos que, en un
sus propias e1ahoraciones . Por un lado, aferrado él una cer­ Ikmpo 1, el sujeto experimenta un trauma real, un trauma
tidumbre prácticamente invulneréJhle a toda (auto)crítica y, de co ntenido ~exual descrito e n los siguientes términos:
por el otro, confesando a cada paso su trihul ación por no " /lilaexperiencia precoz de relaciones sexuales con
poder decidirse a abandonar esa certidumbre a pesar de las Irrilación efectiva de las partes genitales, l'esultanfe de un
fundadas objeciones que él mismo le presenra ba y conser­ ¡huso sexual practicado por olrel pe¡:s·ona" (Freud 1B96a, p.
vando, al final , tanto certidumbre como ohjeció n en un 1') 1). Se trata, hay que insistir en ello, de un tral:lma real,
todo contradictorio, ·fecliv a mente acaecido, p e r o que, sin embarg o, en su
Lo que me propongo en este trai)ajo, es tratar de avanzar '110111ento no fue sentido como tal ya que , a rg um e nta
un poco más en el esclarecimiento de esas posiciones contra­ I!'t!u tl, "justamente por ser infantil el sujeto , la irritación
dictorias que caracterizan el pensamiento de Freud y, por "L'xual preco z produce un efecto nulo o escaso" (p. 153).
extensión, el campo psicoanalítico en su totalidad. Tratar, Se trata, entonces, de un trau ma que ya es trauma p ero
pues, de dihujarlas en su especificidad luego de desanuebrlas que, a l mismo tiempo, 110 lo es todavía, un trauma que es
de ese todo inconsistente en el que Freud las urdió y en el un trauma sin que el sujeto lo sepa.
cual su diferen cia aparece escamoteada. Se trata , en suma, de ~ I segundo ele mento de la teoría de la seducción es el

9H 99
efecto con posterioridad (nachtrdg!ich), esto es, la "acción N.1chtraglichkeit la vivencia infantil es traumática y no
póstuma de un trauma sexuar, como Freud mismo subraya Im wl1ática a la vez.
(p . 153), que se presenta en un segundo tiempo, Tiempo 2, Lo que yo afirmo, entonces, y trataré de mostrar, es que
desencade nando una serie de procesos patológicos coman­ I.,s dos elementos de la teoría de la seducción (el trauma
dados por la represión. El hecho de que el efecto del \"rau­ ',l',<ual infantil y el efecto retardado del trauma) representan
ma se presente con retraso se debe, según Freud, a que , n realidad dos teorías mutuamente excluyentes, las cuales ,
sólo en este segundo tiempo puede el sujeto significar lo por hallarse anudadas en un abrazo dialéctico , han sido
que le ocurrió en el Tiempo l . Freud se muestra un tanto ,k:sfiguradas hasta el grado de parecer una sola.
indeciso en este punto. A veces dice que las vivencias Pa ra comprobarlo, basta co n ver cómo a Freud, poco
traumáticas del Tiempo 1 "no habiendo producido efectos l i t mp o después , se le presentará un disyuntiva entre dos

sobre , la niña, más tarde cobran, como recuerdos, una vio­ pLIntoS de vista incompatibles, a saber: si el trauma sexual
lencia traumática al abrirse paso para la joven virgen o la ' l~lJmente ocurrió en el Tiempo 1, entonces también fue
esposa el entendimiento de la vida sexual "(Freud 1895 a, \ ¡vida co mo traumático en su mo mento y no queda ya
pp. 148-149; subrayado mío), lo cual implica que la viven­ l llga r para el efecto retardado; el trauma tiene un efecto
cia tenía ya un significado traumático pero que sólo hasta Inmediato, lo cual supone una comprensión inmediata de
después , nachtriiglich, fue entendido por el sujeto. Otras 1" vive nciado, y para eso hace falta postular una estructura
veces, sin embargo, se inclina más a considerar "el caso de dada con anticipación que signifique las vivencias del
que un recuerdo despierte un afecto que como vivencia no J'iempo 1 como traumáticas in sta tu nascendi (teoría de la
había despertado, porque entre tanto la alteración de la . . ignificación anticipada) . Pero , por otro lado , si el efecto
puheltad ha posihilitado otra comprensión de lo recordado" tra umático sólo se presenta en el Tiempo 2, entonces el
(Freud 1895 [1950], p. 403; subrayado mío) , donde no se tr'J.uma sexual infantil no pudo haber ocurrido sino que se
trata ya de entender el significado de lo sucedido sino de Ir.na de una fantasía construida en ese segundo tiempo, es
comprenderlo después, nachtraglich, de otro modo. El deci r, que las vivencias no traumáticas del Tiempo 1 son
resultado es el mismo: el efecto del trauma real experimen­ 'iignificadas como traumáticas en e! Tiempo 2 y reconstru­
tado en el Tie mpo 1 se prese nta con retraso , nachtraglich, ¡<..las retrospectivamente como si hubieran sido traumáticas
en un Tiempo 2 al ser significado por el sujeto. d~de entonces (teoría de la significación retrospectiva). Se
Advertimos, pues, que la Nachtrdglichkeit introducida lf.1ta de una disyuntiva radical: o bien las vivencias del
aquí por Freud se refiere única y exclusivamente al retraso l'ie mpo 1 son traumáticas en sí , () bien sólo devienen
con que se presenta el efecto del trauma. Posterioridad, u-au máticas en el Tiempo 2.
tradujo Etcheverry, diferred action, lo hizo Strachey, apl"eS Sólo a través de! recurso de la Nachtr¿¡glichkeit ambas afir­
coup, propuso Lacan y fue retomado en la traducción maciones podían ser sostenidas por Freud , pero dado lo
estúndar al francés ; en todos los casos se trata de lo mismo, inconsistente de esa formulación, esa solución no podía
a saber de un evento cuyo efecto se presenta con retraso . durar mucho tiempo y, así, puede observarse con toda clari­
Pero es justamente ese retraso lo que permite que e! trau­ dnd un movimiento en el pensamiento de Freud encaminado
ma infantil lo sea y a sin serlo todavía, pues es gracias a hacia el abandono de la idea del efecto póstumo del trauma.
él que la vivencia infantil, no experimentada como trauma Con ello, la contradictoria unidad de la teoría de la seducci{m
en el Tiempo 1, sea traumática desde ya por estar destina­ se resquebrajaba permitiéndonos presenciar la emergencia de
da , en un Tiempo 2, a ser significada como traumática . O, la tesis de una estructura de significación anticipada, por UIl
para decirlo más claramente , a través del concepto de lacio, y la tesis del fantaseo retrospectivo por el otro.

101
100
Los primeros signos de insatisfacción de Freud respecto III t1l1 0 de vista económico, el trauma experimentado en el
a la concepción del efecto retardado los encontramos en el I ll' rnpo 1 sólo puede tener un efecto traumático inmediato.
Manuscrito K, escrito a principio de 1896. En é l, luego de Poco después, en el artículo que según Masson (l9~4)
volver a preguntarse que "de dónde proviene el displace r ltia la exposición más cabal de la teoría de la seducción ,
quc una esrimu\:.¡ción sexual prematura está dest ina da a ¡lll'lld daba un paso más haci:l el abandono de la
desprender", Freud introducía una nueva respuesta: "Mi \"cbtráglichkeit. En "La etiología de la histeria " Frcud
opinión es que dentro de la vida sexual tiene que existir ¡HIJ6c) llega ya a considerar el trauma sexual del Tiempo 1
una fuelte independiente de desprendimiento de displaccr Illtlependientemente del elemento de l efecto con posteriori­
(Frcud lR87-1902 [19501, pp. 261-262). Esa fuente indepen­ ll.td de l Tiempo 2. Ahí, luego de destacar la importancia
die nte de desprendirniento de displacer sería la quc, sin lid lrauma , elevándolo incluso al rango de caput Nili de la
necesidad de esperar a un segundo tiempo (la pubertad o l1l'llropatología, observa que, en cuanto al asunto del efec­
la madurez sexual) significaría las vivencias infantiles como 111 róstumo de esos traumas, este sería "un problema que
traumáticas desde el principio. I nn buen derecho podemos separar de nuestro tema " (p.

Cabe seí1alar que tal instancia de significación traumática 21), un problema que "por el momento puede per­
dada con anticipación se encuentra ya implícita en la t1\anecer irresuelto" (p. 212). J\lás adelante, a principios del
economía freudiana, de la cual se deriva el co ncepto 11'l0 siguiente, a la hora de redactar los resumenes de sus
mismo de trauma . Esta economía estaba construida sobre I r.thajos anteriores (Freud 1897), Freud omite ya toda refer­
un postulado fundamental, según el cual la tendencia origi­ l'n cia al efecto con posterioridad del trauma en los
naria del aparato psíquico estaría orientada hacia el reposo , Il sumenes de los trabajos en los que lo había trabajado
la inercia , la desca rga, en suma, orientada hacia el cero t Freud 1895a, 1896a, 1896b, 1896c).
energético. A paltir de eso, el trauma era concebido como e ese modo, la idea según la cual "el recuerdo desple­
un exceso cnergético, como un monto de excitaciém no ~prá un poder que le faltó totalmente al evento" (Freud
abreaccionado, conservado como un cuerpo extraño dentro I K96a, p. 153) será sustituida por esta ,)tra: "Si en A ~lice
del metabolismo psíquico (Freud 1892, 1893). Vista en su n.:firíendose al Tiempo 1-, cuando era actual, desprendió
estructura más profunda, la economía freudiana postula (¡en o displa ce r, y al despertar desprende un displacer
una tendencia originaria que, en tanto su meta es mantener lluevo, entonces no es inhibible. El recucrdo se comporta
libre de los estímulos externos a fin de alcanzar el cero ~n tal caso como algo actual" (cana del 6.12.1896 , op. cit.,
energético, ha de calificarse de ctnohjetal. Para esa tenden­ I l. 276). La vivencia infantil del tiempo 1 es ya displacentera
cia anobjetal originaria todo estímulo es excesivo, es decir, -n sí misma; su recuerdo en el Tiempo 2 es tan sólo la
traumático. Ya sea que se trate de los estímulos internos repetición de ese displacer. El efecto con posterioridad del
(necesidades) o de los estímulos externos (objetos reales), 1muma ha desaparecido por complcto de la escena.
dentro de esa economía de muerte la vida sólo puede ser Pernútaseme insistir una vcz más en cómo esta idea del
vista como ulla "perturbación ", como Frcud repite con trauma con efecto inmediato requiere que la significación ,
insistencia (1 895 [19501, 1911 , 1920). O, para decirlo de otra .lT1tes ubicada en el Tiempo 2, ocurra en el Tiempo. 1, lo
manera , para la tendencia a 11.ohjetalla tendeucia ohjeta/y cu al implica una estructura de sigl1~licClción anticipada,
sus objetos son lo traumático. Desde estc punto de vista, el an un cia da ya como esa fuente independiente de
postulado económico subyacente al concepto de trauma desprendimiento de displacer, la cual prefigura --o vuelve
excluye la posibilidad de un efecto retardado y, en vez de imp e rativa- la teoría de las fantasías primordiales o un
eso, implica que todo trauma es trauma desde ya. Dcsde el postulado equivalente.

102 103
Pero del mismo modo en que el elemento del trauma Illlsitivo de la Nachtraglichkeit (p. ej. Laplanche & Pontalis
real llegó a independizarse y, reelaborado como trauma con 11)67; Thoma & Kache!e 1988; Thonú & Cheshire 1991). y
efecto inmediato, fue opuesto al elemento del efecto retar­ ~ .., <¡uc , en efecto, una teoría de la retrospecció n (aún por
dado del trauma , asimismo este segundo elemento tuvo un I o nstruirse) resulta tan insoportable para el sujeto del psi­

destino particular. Una vez liberado de! abrazo dialéctico IIl:l nálisis que o bien se la destierra como desviación , o
con su contrario, pudo desembocar en la tesis del "fantaseo h iL ll se la acepta siempre y cuando sea neutralizada al con­
hacia atrás" (Rückw¿irt!)phcmtasieren), de la "proyección 11In cl írsela con su contrario. Pues el concepto de
hacia atrás" (Zurückprojetzieren) , 0, mejor aún, en la tesis vocbtr¿¿ghcbkeit es eso, el meelio para el All/heben ele la
del "fantaseo retrospectivo" (Zurückphantasieren), a partir Inntra dicción entre la teoría del trauma real , o sea , de la
de lo c'_IaI Freud se vió forzado a considerar la posibilidad 'gnificación anticipada , y la teoría del fantaseo retrospecti­
de que en e! Tiempo 1 no hubiera tal cosa como un trauma vu () ele la significación retrospectiva.
sexual, sino que el recuerdo de esa escena infantil fuera Este otro modo de entender las cosas derivado de y , a la
una construcción retrmpectiva hecha en el Tiempo 2. Esta H~Z, contrapuesto a la teoría de la seducción comenzó a
manera de entender las cosas, sin embargo, no se presenta ti linar forma no bien Freud se había decidido a abandonar
con la misma decisión y firmeza que el movimiento \ .j ele mento del efecto retardado del trauma y a profesar la
opuesto, visto anteriormente. Por el contrario, el camino lonvicción en el trauma con efecto inmediato (cl supra). A
que Freud recorre para dar forma a una teoría de la retro­ ¡¡.mir del mes de abril de 1897, Freud se vió confrontado
specciófl está signado por el titubeo y la vacilación, y se (on una novedad, con "una nueva fuente de la que se deri­
caracteriza por una resistencia considerable a avanzar. Es a \.1 un elemento nuevo de la producción inconsciente "
partir de esta constelación que podemos identificar clara­ «'a rta del 6.4.1897, op. cit., p. 285), la cual , según él, per­
mente el estatuto de esta segunda línea de pensamiento mitía por vez primera "una vislumbre delta ele la estructura
como el de una objeción hecha a la certidumbre sobre el de una histeria" (calta del 2.5.1897, op. cit., p . 288). Esta
trauma real. Freud mismo; de hecho, avala esta inter­ Ilovedad radical eran las fantasías histéricas.
pretación al hablar de "un duro crítico" que opondría la A decir verdad , el primer intento de Freud por teorizar
concepción de la construcción retrospectiva del recuerdo 1.15 fantasías histéricas no era sino una reedición de la
cuando Freud se afanaba tanto en sostener la realidad de la l'stru ctura (inconsistente) de la teoría de la seducción, un
escena traumática (cj; carta del 3-4.10.1897, op. cit., p. 305). rdorno sin más a la estructura del trauma real con efecto
Más aún, puede afirmarse que, en virtud de este estado I etardado . Sólo que en este caso no se trataba ya de lo efec­

de cosas, la teoría de la retrospección nunca alcanzó a ser tivam ente vivenciado en el Tiempo 1 y de la postergación
formulada plenamente por Freud. es decir, que a diferencia dc su efecto para el tiempo 2, no se trataba de lo vivencia­
de la teoría de la anticipación, la cual tendió siempre a do sino de lo escuchado. Durante este periodo , freud habla
imponerse, aquella permaneció siempre marginada, a pesar de fantasías que "por lo general se remontan (zurückgehe/z)
de lo cual es posible rastrearla en sus fragmentos, en sus ;1 las cosas que los niños oyeron en épocas tempranas y
esfuerzos por salir a la luz. Tan es así que hasta la fecha ha que sólo con posterioridad entendieron" Ubid. p. 285), dice
seguido sosteniéndose el error histórico de atribuir él Jung que las fantasías "provienen de lo oído, entendido con pos­
la tesis del fantaseo retrospectivo (c! i/lfra), una inter­ terioridad' Uhid. , p. 288), una y otra vez repite que las fan­
pretación del todo injustificada, sobre todo si se toma en lasías "son establecidas por medio de las cosas que fueron
cuenta que los mismos que la sostienen aceptan al mismo uidas y que se valorizaron con posterioridad' (Manuscrito L,
tiempo que el fantaseo retrospectivo forma parte del dis­ op. cit., p. 289).

104 105
Como se ve, también en este caso se trata de un efecto dl' Wla vivencia no traumática ocurrida en el Tiempo 1, sig­
retardado, es decir, de Nctchtr¿iglicbl~eit; se trata del efecto ,li neada después como trauma dentro de una fantasía con­
retardado de lo escuchado en el Tiempo ] al ser compren­ ~ Iru i da en el Tiempo 2. En esa carta, freuel se desdice,
dido en el Tiempo 2 y no de una verdadera teoría de la ret­ I I~rtamente, de su creencia en la realidad del trauma infan­

rospección. Y para comprohar este antagonismo entre la 1 d. pero no llega a postular todavía la tesis del fantaseo ret­

Nechtr¿iglichkeit recuperada en la tesis de las fantasías Illspecrivo. Más aún, en ese mismo rnovimiento se desdice

histéricas y la retrospección correspondiente él una teoría incluso de lo avanzado con la tesis de las fantasías histéric­

del fantaseo retrospectivo aún no formulada por esas IS . "Pa rece de nuevo discutible -dice abí- que sólo

fechas , basta con reparar en que la tesis de las fantasías \ ¡venc ias posteriores den el envíon a fantasías que se

histéricas no era incompatible con la creencia en la realidad Il'mon La n a la infancia" (carta del 2l.9.1897 , op. cit., p.

del trauma infantil. ,(2).


Esas fantasías producidas en el Tiempo 2 como una "fal­ El recuerdo de la escena ele seducción se ha revelado
sificación del recuerdo" (Manuscrito M, op. cit., p. 293) no linalmente como una fantasía, pero freud se niega a admi­
tenían como contenido la escena de seducción, es decir, las I ir que se trate de una fantasía retrospectiva. ¿Qué le queda
fantasías histéricas no eran fantasías de seducción. No hay l'ntonces? -sino postularla como una fantasía anticipada:
nada parecido aún al concepto de fantasía de seducción. ('on ello el factor de la predisposición hereditaria recobra
Dicho de otro modo: la tesis de las fantasías histéricas no IlI1é\ jurisdicción de la que yo me había propuesto desalo­

tenía como consecuencia refutar la realidad del trauma ,arlo en interés del total esclarecimiento de la neurosis"
infantil y postular a la seducción como una mera fantasía . ([bid ). Con ello quedará abierto el camino hacia la teoría
Por el contrario, Freud plantea que esas fantasías tienen It: las fantasías primordiales, esas estructuras a priori que,
como función precisamcntc ocultar la cruda rcalidad del por anticipado, significan las vivencias como traumáticas.
trau.m.a infantil; son "edificios protectores", dice, "poetiza­ n, dicho de un modo más general , el postulado de una
ciones protectoras" contruidas para "volver inasequible el stn tctura de sigl11!icación anticijJada (sea biológica o
recuerdo del que se generaron o puedcn generarse sín­ lingü ísticaJ es el resultado del recbazo de la teoría del fan­
tomas" Cíhíd., p. 293). /(lseo retrospectivo. y más: a través del recurso de la signifi­
Pero, ¿cuál es, entonces, el contenido de esas fantasías? <-ación anticipada (fantasía anticipada) las vivencias no
Freud no lo dice en ninguna parte. Sólo nos dice que son ll"<l. umáticas del Tiempo 1 son ya, desde antes, desde siem­
"embellecimientos" de la escena primordial traumática, tér­ pre, traumáticas. Lo que con ello se pierde no es sólo la
mino que, por cierto, acuña a la razón. No será sino hasta u¡[c rencia entre fantasía y realidad sino que, más decrsivo,
más tarde, al admitir por vez primera que el trauma infantil la fantasía adquiere prioridad sobre la realidad.
no fue algo real sino una fantasía, que quedará claro que en Tal es , pues, la línea de pensamiento que se abre al
la teoría de las fantasías histéricas se encontraba ya en ger­ rechazar la tesis del fantaseo retrospectivo. Pero ese rec­
men la teoría del fantaseo retrospectivo, sólo que fundida hazo , al igual que el abandono de la tepría del trauma
con su contrario a través del recurso de la Na cbtrliglicbkeit. infantil, es sólo momentáneo. Tras ese momento de crisis
Todavía en la célebre carta del 21 de septiembre de 1897, es cuando vemos emerger realmente el esbozo de una
en la que dramati2ara ese movimiento como un "derrumbe leoría de la retrospección. esta vez no sintetizada con su
de todos los valores " (Freud 1887-1904 [1985], p. 286), o pt¡esto sino, por uez primera, presentada como una alter­
Freud, a pesar de todo, sigue negándose a admitir que la nat iva a la teoría del trauma real. Durante el resto de ese
alternativa (l la teoría del trauma infantil era la concepción sig lo, Freud , se enfrentará por primera vez a la disyuntiva

107
entre la teoría del trauma real y la teoría del fantaseo ret­ Ilueden apreciarse con un poco de más claridad los ele­
rospectivo. l11ento s de la teoría de la retrospección. En él , puede
Tanto en la correspondencia con Fliess como en la dis­ l'llco ntrarse una estructura de 2 tiempos, distinta de la de la
quisiciones sohre los recuerdos encuhridores apreciamos la Yrlcbtraglichkeit, compuesta por un Tiempo 1 en el cual
dimensión del conflicto. Como recientemente quedara Ilay una "escena auténtica" pero cuyo contenido es "indifer­
definitivamente claro gracias a la polémica levantado por l me" , es decir, no traumático, y un Tiempo 2, en el cual

Masson (1984), el "derrumhe de todos los valores" experi­ I':-a escena no traumática se convertirá en traumática por
mentado por Freud ese 21 de septiembre de 1897, no sig­ libras del fantaseo, adolescente. Ciertamente, Freud no
nificó de ningún modo el abandono definitivo de la 11~lbla allí de trauma, pero ¿a qué otra cosa puede referirse?
creencia en la realidad de la escena traumática de seduc­ ¿de qu é otra escena infantil puede tratarse? El recuerdo
ción. Menos documentada, sin embargo, ha sido la posi­ n'lCubridor fundamental que está en el centro de la di s­
ción que realmente se oponía a esa certidumhre. ,'llsión es el recuerdo de seducción. Y la definición del
Como ya he señalado, la actitud de Freud respecto a la ll'cuerdo encubridor es, también, la primera definición del
concepción según la cual el recuerdo de la escena de I,lntaseo retrospectivo: "A un recuerdo así, cuyo valor con­
seducción sería un "fantaseo hacia atrás", se le presenta a ¡"te en subrogar en la memoria unas impresiones y LInos
Freud como una ohjeción hecha por un "duro crítico". Pero pensamientos de un tiempo posterior, y cuyo contenido se
si bien Freud tiende a rechazar, la objeción, confiando en l'nlaza con el genuino mediante vínculos simbólicos y otros
que los experimenta crucis la refutarían , hay momentos en ,l'me jantes, lo llamaría un recuerdo encllbridOl)' (Freud
los que no pueden evitar verse llevado a afirmar que "las IH99, p. 309). Un recuerdo falso, una deformación de lo
fantasías son productos de épocas posteriores, proyectadas I ~'a l mente acaecído, de lo "genuino", producido a partir de
hacia atrás (zurückprojetzieren); y el camino por el cual tina simbolización. ¿Qué es lo que encubre este recuerdo?
ello acontece ha resultado ser, de nuevo, una conexión-pal­ (Jué clase de realidad está destinado a deformar? Freud ya
abra " (carta del 3.1.1899, op. cit., p. 318). ID ha dicho: una escena "en sí indiferente", puede decirse:
Lo más impoltante aquí es reparar en la diferencia entre Ilfla vivencia de satisfacción objetal , puramente biológica ,
esta concepción y la de las fantasías histéricas. Dos son las '.i n significado ni intención, una escena de exclusivo valor
diferencias esenciales: a) mientras que las fantasías histéric­ vita l.
as son "embellecimientos", desfiguraciones de la escena Pero Freud no puede dar este último paso ni nunca lo
traumática, el fantaseo hacia atrás no deforma la escena d.lrá , admitir que las vivencias del Tiempo 1 son puramente
traumática sino que la crea , la produce a partir de una hiológicas, de pura autoconservación. En vez de eso postu­
vivencia no traumática ; b) mientras que las fantasías histéri­ lará siempre un Tiempo 1 signado por la muerte y la
cas son el resultado de una significación retardada de algo destrucción, como se aprecia claramente en la tesis del nar­
efectivamente escuchado, la proyección hacia atrás es con­ ¡sismo y su continuación en la doctrina de la pulsión de
secuencia de la significación en sí, de la conexión, entre muerte; un Tiempo 1 ocupado por un Mal biológico origi­
una vivencia y una palabra que la significa como traumáti­ nal -pues para Freud, como para todos sus continuadores,
ca. ell el prinCipio era el Mal.
Es en el artículo sobre los recuerdos encubridores (Freud No, Freud no puede aceptar que la escena genuina del
11-599), calificado por Rand y Torok (1992) con toda justicia Tiem po 1 haya sido algo del orden de lo objetal y los
como "un debate interno de Freud hecho en público en Instintos de vida, está imposibilitado para asumir la teoría
cuanto a la autenticidad de las escenas infantiles" (p . 24), (le la retrospección en tod as sus consecuencias. "Si ese

109
recuerdo impostor está ahí -parece decirse Freud- es 6). Pero lo encubierto por ese recuerdo inventado, lo
par8 ocultar un realidad aún n1ás terrible que una escena Lln taseado retrospectivamente, es aún más desagradable
de seducción, no puede estar ahí, para ocultar una realidad que aquello: el autoerotismo infantil. A lo largo de todo
neutra, una escena de autoconservación ". Freud , como I.'sl t' período 0900-1915), Freud, en una cuestionable jerar­
cualquier sujeto, dehe asegurarse de que el Mal se encuen­ q~¡jza ción ele lo traumático, postula que la práctica auto­
tre en el origen , porque si no ¿qué sentido tendrían el ,"r(¡tica infantil sería tan inaceptable, es decir, que su
desarrollo, la cultura y sus leyes simhólicas, las prohihi­ rl'cu erc.lo sería tan displacentero, que habría sido reconstru­
ciones y los imperativos? Si el Mal no se encuentra en el ida retrospectivamente como una escena de seducción
origen se corre el riesgo de atreverse a pensar que éste se (Frt' ud 1905h; 1909, 1914).
presenta después, justo como esa dimensión que se supone En ningún momento, en cambio, se muestra dispuesto
dehería de combatirlo (digamos, el orden de la cultura). Tal Siquiera él pensar en la posibilidad de que el autoerotismo
vez sea esa la razón de que la ética del psicoanálisis -la I rJa ntil sea igualmente una fantasía retrospectiva , o, dicho
Etica misma- esté construida sohre un axioma según el ('on más precisión, que la tesis de la anobjetalidad origi­
cual lo originario es lo mal igno. liaría (Mal biológico original) es U/la fantasía retrospectiva.
Sólo de ese modo podemos explicarnos el que Freud se rvlejor dicho, mientras más se acercaba Freud a desentrai1ar
haya rehusado a asumir a fondo la teoría de la retrospec­ l'I d ispositivo del fantaseo retrospectivo, con mucha mayor
ción que se derivé! de la tesis sobre los recuerdos encubri­ ruerza el movimiento en sentido contrario lo avasallaba.
dores y, en vez de eso, postular un nuevo Mal primordial; Tomemos como ejemplo la intervención del 12 de enero
no un trauma original, venido de afuera , sino una constitu­ de 1912 frente a la Sociedad Psicoanalítica de Viena , en
ción traumática en sí, un Mal interno dado ya por anticipa­ dó nde encontramos uml de las exposiciones más patentes
do -la sexualidad infantil. del conflicto. En esa ocasión, después de repetir una vez
La concepción de una sexualidad perversa originaria , más que la fantasía ele seducción era una fantasía retro­
regida por un principio anob jetal (autoerotismo) pasó a "rectiva destinada a ocultar el élutoerotisl1lo infantil, aí'lade:
ocupar, así, el lugar elel trauma sexual infantil, según consta 'El núcleo de ve rdad que ella contiene radica en que efec­
en la historia oficial del psicoanálisis. Lo que parece haher livamente el padre, me diante su inofensiva ternura, des­
sido olvidado es que este movimiento no constituía ningún pe;:rtó la sexualjdad de la niña en la más temprana infancia
progreso , ningún au elanto, sino que , por el contrario, era r lo mismo vale para el nií'lo y su madre). Esos mismos
el resultado del rechazo de lo más radical y subversivo del padres tiernos son los q ue después se esfuerza n en quitar
pensamiento de Freud. En efecto, la sustitución del trauma la costumhre de masturhación al nii1o, de la cual fueron la
por el Trieh lejos de representar una verdadera tra nsforma­ c.lLIsa inocente. Y así se mezclan los motivos de la manera
ción (e! Grubrich-Simities 1987) era en realidad el moclo lIlás afoltllOada en la fo rmación de esta fantasía que fre­
de superar la objeción representada por la teoría de la ret­ CLlen temente domina la vida entera de la mujer (fantasía de
rospección. De hecho, puede afirmarse que toelo el recorri­ .;educción): un fragmento de verdad, un fragmento de satis­
do freudiano y postfreudiano está marcado por ese facción amorosa y un fragmento de venganza" (Nunberg &
designio: superar las objeciones hechas al axioma del Mal h.::dern 1976-1981, t. 4, p. 22).
primordial. Esta idea, retomada mucho tiempo después a propósito
La escena de seducción , terminará Freud por admitir, no de la sexualidad femenina (Freud 1931, 1932), implica una
ocurrió realmente; es un recuerdo encubridor o, como dirá ;Slructura de tiempos compuesta por un Tiempo 1 en el
poco más tarde, una "fantasía retrospectiva " (Frelld 1900, p. que impera una relación de objeto, un periodo de satisfac­

111
clon ohjetal previa al autoerotismo, una época pues, en la I t 11\ )S. Como en el caso del complejo de castraCIon, en el
que la necesidad de contacto físico, apenas recientemente ' 1111' la rivalidad con el padre decisiva en la estructuración
comenzada a valorar en toda su importancia hiológica (c! ¡, I Edipo, no puede evitar ser vista por Freud como una
Stern 1985), es satisfecha por la presencia tierna de los !t I t !Iasía retrospectiva (e! intervención del 25.11.1908 frente
progenitores. Es sólo tras este Tiempo 1 que la dimensión i ' "'PV, op. cit., t. 2, p. 64 y Freud 1915-1917, p. 306). O
anohjetal (narCisismo) se ahre para el ser humano, lleván­ • , Hil O en el caso de la inclinación infantil hacia la madre
dolo a trascender las fronteras de lo puramente hiológico. 1 . !t·seo edípico) , el cual, presiente Freud, no es incestuosa

y sólo para este segundo modo de satisfacción ~repito : I !I .-; í misma sino que sólo en un segundo tiempo, dentro

sólo para él- es que la satisfacción ohjetal original puede i ll las fantasías adolescentes, adquiere ese significado
resultar traumática, pues para un ser ávido de no-ser aún Il ll.'ud 1905a, p . 207). Se trata, en suma, de toda una con­
las pocas ganas de vivir son una perturhación intolerahle. 1 1 l pció n alternativa , presente en la obra de Freud, cuyo

Tal es, en verdad, el fundamento de una teoría de la ret­ r -.Lr tLlto es ése, el de la objeción a la certidumbre freudi­
rospección. Para ella, las viucncias de satisfacción objetal I tll1, y su destino es el de ser superada mediante el
del Tiempo 1 son signtficadas en el Tiempo 2 como I ,~rhehen de su diferencia con respecto él esa celtidumbre,
traumáticas dentro de Ulla fantasía retrospectiva que se 1. 11 y cómo creo haher mostrado en el caso de la doctrina
presenta como realidad. El ohjeto real de la satisfacción dl'l na rcisismo (Derreza 1992).2
originaria es, en consecuencia, reconstruido como "malo" Pero antes de ocuparme del modo en que Freud supera
(p. ej. en Klein), como "lo peor" (p. ej. en la doctrina laca­ 1,1 o b jeción en este caso, mediante la tesis de las fantasías
niana de la Cosa), como "seductor" (p. ej. en la teoría de la l"irTlo rdiales, creo conveniente deshacer un malentendido
seducción generalizada de Laplanche), en fin, como aquel­ ti respecto; a saber, la concepción unánimemente acepta­
lo que dehe ser rechazado. La tendencia ohjetal originaria r 1:1, según la cual la tesis del fantaseo retrospectivo sería
es significada a su vez como maligna, ora autoerótica ora !ll la tesis junguiana.

autodestructiva, y se convierte, entonces, en lo que dehe Al parecer, fueron Laplanche y Pontalis quienes, a partir
ser reprimido en favor de la satisfacción, anohjetal, esta ,Iv un seI'ialamiento de Freud , según el cual Jung y Adler
última la auténticamente antivital. La represión primordial f(lm bién es decir, además de Freud , habrían sostenido la
("orgánica" la llama Freud) consiste, en ese sentido, en la I¡ 'sis d el fantaseo retrospectivo (Freud 1914-191 7, p. 94n.),
significación retrospectiva de la dimensión de satisfacción lífun dieron esa concepción que , a pesar de la falta de
ohjetal como traumática a fin de asegurar el imperio de la Ilruebas, llegó a convertirse en verdad aceptada por todos.
satisfacción anohjetal. 1,l nto en su célehre anículo sobre las fantasías primordiales
Tal es la concepción que se le presenta a Freud como ( 1964) como en el Diccionario (966), Laplanche y Pontalis
Sl' contentan con afirmar que el concepto de fantaseo retro­
una objeción constante al axioma del Mal primordial, ator­
~pectivo es junguiano, sin senalar en cambio, en que lugar
mentándolo sin cesar, obligándolo a retorcer todos sus
argumentos a fin de superarla, acosándolo en todos los ter­ de la obra de Jung se encuentra tal formulación. Basta sin
l'l1lbargo, con recurrir a los escritos de Jung para con­
vencerse de que tal idea no perte nece a su aparato concep­
1 No es este d lugar para prorundizar e n d modo e n d que esla ofx:ración
[c'ndría IUgilr. Bástl:me dl:cir que lo que est;1 e n juego es 1,1 identificación del suje ­
to con los objelos ck su satisfa cción vit,>I . La dimensi6n d e: satisfa cci6n an o bjélal ~ J)e hecho. la te;; is .soste nida all{r sohre la rc lac i,'lI1 d e ohjl:to inidal. nüs pri­
se al )re en e l I11O,ll e nto e n d qU e d vi vie nte ;;C I.Uma como objeto d e su propia ' ,,:I l'i a que e! proceso primari o, ant e rior al princ ipio de pla cer. más ad de! goce,
sa tist'J cc iún, ell e! momento c'n el que ;;e conful\ck ,:on el objeto. La ide:ntifica c iún ,., del tocio con;;;s[ente: co n la lc:oría de la rc:trospecciú n defe ndida aquí, )' e nc uen­
es 1,1 o pcraci (lIl de b A/(jheblm,~ de la dik're nc ia entre el s ujeto y sus ohj,,[o s. 11;\ L'!l clla ~LL lugar.

113
tual: el término "fantaseo retrospectivo" (Zurlickpbcmta­
P~ " de m{¡s deslumbrante, admirable por lo cerrero de su
sierell) no aparece nunca en la obra de jung (d. jung ]979;
.I ¡.¡le gia, por su casi rotal perfección: mediante el
Hark 1990; Samuels 1986). to que encontramos en lugar de
III/lJehel1 de la contradicci()n entre la teoría de la antici­
éso es la teoría de los arquetipos, es decir, la posición
l ' 11 i()Il Y la teoría de la retrospección , tal y cómo ya lo
exactamente contraria a la dd fantaseo retrospectivo, ya
I 111 ·Llntrábamos en el dispositivo de la NClcbtr¿ig!ieh!;"eil (el
que en ella de lo que se trata es de la "predisposición bere­
111)/"(1 )·
ditJ.ria" para construir representaciones a partir ele las
I\kd iante la tesis de las fantasías prim()rdi~¡)es , rreud
vivencias. Dichas representaciones , determinadas C011
I fl ll."igue de nueva cuenta lo imposible::' hacer de la fan­
Clnlicipoción. son las que darían lugar a los mitos univer­
1.1,In retrospectiva una realidad anticipada.
sales de la humanidad (p. ej. el complejo de Edipo), que
1 re ucl, siguiendo un recorrido que lo lleva del plan­
no por ser mitos dejarían de ser verdaderos. En suma, lo
" ' ,¡miento orig~inal según el cual la actividad fantaseadora
que encontramos en jung es una teoría de la anticipación
(arquetipos) y no una teoría de la rctrospección (fantaseo presenta por primera vez en un Tiempo 2 como fantasía
retrospectivo) . 1\'1rospectivas de la pubertad, retrotrae luego ese fantasco a
1111 T iempo 1 como esas fantasías inf:lntiles incestuosas que
Como ya hal,ía sido sel1alado desde hace tiempo del
lado junguiano (p. ej. Frey-Rohm 1964) y apenas más H"llm pai'lan al onanismo (c/ Freud 190m )', más tardc, al
recientemente del lado freudiano (Hoffer 19(2), la posición ' lllgen mismo de la vida psíquica el introducir el principio
de jung est{¡ más cerca a la de Freud de Jo que ambos , 11' p lacer como proceso cronológicamente prima rio, el cual
pudieron admitir. En efecto, la teoría de los arquetipos es ,'", d efinido como un principio fantaseador en el m.omento
un homólogo estructural de la teoría de las fantasías pri­ ,1,' formularlo por primera vez, en la sesión del 1H de mayo
í k· 1910 de la Sociedad PsicOJnalítica ele Viena (c/ oj). eil.,
mordiales. "Evidentemente -dice Jung- no se trata de
representaciones hereditarias, sino de l/na predisposición J. 2, p . !~999. Y es así que, de acuerdo a esta tendencia a
congénita a la formaciélll de representaciones pdralelas o dC'iplazar hacia au·{¡s la actividad hmtaseador3 , Freud tenni­
de estructuras idénticas universak:s de la psique, a las l1.!rá por ubicar las fantasías en un Tiempo cero, 8nterior al
cuales más tarde califiqué de inconsciente colectivo. A esas ... uje to y él la historia, como fantasías filogenélicamente
estructuras las llamé arquetipos. Corresponden al concepto transm itidas.
biológico de: patlern q! behaviollr (Tung 1952, pp. 200-201). El resultado de ese lT1ovirniento es que las fantasías I"l:tro­
Más allá de la polémica acerca de si los arquetipos son de ~pectivas que aparecían en el Tiempo 2 no serán m{¡s pro­

naturaleza bio]é)gica , como claramente se presenta en este ducidas en ese momento sino que se encuentran ya ahí
pasaje, o si son m2is bien estructuras trascendentales como lk:scle el principio bajo b forma de fantasías primordiales;
en Platón (el Elle:nherger 1970), lo que es importante es su o, para expresar la paradoja con toda su fuerza, en la teoría
carácter anticipado, su función de significación anticipada. ele las jcml{fsías primordiales las Iantasías ,.etro,~peetiL'as
Tal es la concepción que se le impone al final a Jung, f!vtém ya dadas por antiCIpado. Para frcud, las fantasías ret­
luego de, ciertamente un ligero acercamiento a la tesis del ros pectivas son hereditarias y así lo dice cuando, en la
fantaseo rctrospectivo , sin embargo en nada comparable rt::petición de la polémica consigo mismo de 1H99, habla de
con las intuiciones frel/dianas (p. ej., en las cartas del "la posibilidad de que esas vivencias infantiles olvidadas (y
17.5.1912 y 2.8.1912 en rreLld &.Jung 1974). vivencias a una edad inverosímilmente temprana). que el
También en Freucl, la teoría ele la anticipación consigue
imponerse al final , séllo que el modo en que lo hace resulta 3 Lo ¡mposil)I~. en !úgil,.:~l, L'S iLlSl~¡mLT\ lL' lo cOJltr:l dh:tori<J, lo q ue al llli'Slno
t1l.:tllPO .:s )' no e,.

11')
análisis postula, descansen más bien en fantasías creadas a .• ,III."a de la neurosis radica en la incapacidad del sujeto
raíz de ocasiones posteriores, y que deba admitirse la exte­ 1) ira distinguir entre fantasía y realidad (o sea: su formida­
riorización de un factor constitucional o de una predisposi­ ¡ >I v ca pacidad para el Al(fhehen de la diferencia entre reali­
ción conservada por vía filogenética toda vez que se cree , Lid y fantasía) y , en consecuencia , en la preponderancia
hallar en el análisis el eco de una vivencia infantil de esa .1" la fantasía sobre la realidad (es decir, el triunfo del
índole" (Freud 191 4-1917, p . 94n.). Las fantasías retrospecti­ " \lom a), ese mismo Freud termina haciendo lo mismo que
vas se han convenido en la expresión de lo ya dado como , I ne urótico: desconocer la diferencia entre la realidad y la
fantasías primordiales. 1.ll1lasía y recomendar incluso ese desconocimiento a la
Con la teoría de las fantasías primordiales, en efecto, I¡¡\ra del tratamiento psicoanalitico (p . ej. Freud 1914-1917,
Freud consigue una vez más el AL~fbeben de la contradic­ JI H9 Y 1916-1917, p . 335). Y, al hacerlo, Freud no puede
ción entre el axioma y la objeción , y, tan sólo para dejar I ,ilar dar el paso lógico final: dar preponderancia a la fan­
en claro la consecuencia de ello , basta con considerar el I ,,,ía sobre la rcalidad , como lo demuestra el hecho de que
resultado final de este Alf;ft,ehen: nada menos que el triun­ 1, ) q ue una vez llamara "su fantasía filogenética", fuera
fo de la teoría de la anticipación, vale decir, el axioma de JI 'ma da al final como una realidad prehistórica (cf. Freud
Mal biológico originario, tal y como se presentará más 11)15 [1985]). La idea, del todo aberrante , por otro lado, de
tarde dentro de la doctrina de la pubión de muerte. Puede \ [l l e "la omnipotencia de los pensamientos fue una vez
decirse, de modo general, que así como la primera teoría Il'Ll lidad" comunicada a Abraham en la carta del 5 de
pulsional (la doctrina de la sexualidad infantil) fue el re­ IIClubre de 1917 (el Jones 1953-1957 , t. 3, p . 367), nos per­
sultado del Aufhehen de la diferencia entre la teoría del l\lite apreciar a qué callejón sin salida conduce esa solu­
trauma y la teoría del fantaseo hacia atrás de los años L'ión.
1895-1900, la segunda teoría pu\sional (la doctrina de la No es de extrañar, pues, que durante el periodo de
pulsión de muerte) fue la consecuencia del Al~/Zleben geslación de la teoría de las fantasías primordiales, Freud se
alcanzado por Freud con la tesis de las fantasías primor­ \ iera acosado por la autocrítica, preguntándose hasta qué
diales. punto los postulados fundamentales del psicoanálisis no
Para apreciar hasta dónde llegan las consecuencias de serían nüs una fantasía que una realidad (Freud 1911, p.
esta operación, hay que recordar que a la tesis de las fan­ 131), si éstos no serían más un delirio (Freud 1910, p. 72)
tasías primordiales le es correlativo el postulado de la "real­ _ y acaso, en verdad , el psicoanálisis no sea otra cosa que
idad psíquica", con la cual Freud consigue un triunfo más la fa ntasía fundamental del sujeto.
sobre sí mismo: el Aujbeben de la diferencia entre realidad El Aufbehen de la teoría de la retrospección y el conse­
y fantasía , pues , como por su parte han reconocido recien­ CLIe nte triunfo de la teoría de la anticipación alcanzado
temente Rand y Torok (992), en este postulado la "reali­ mediante la tesis de las fantasías primordiales constituye
dad (psíquica) es una fantasía y la fantasía es una realidad ~lO a de los triunfos supremos de Freud sobre sí mismo y,
(prehistórica)" (p. 30). !n tanto tal, representa uno de los pilares más sólidos del
La operación de Freud de dotar de realidad psíquica a psicoanálisis. Si bien todavía hoy hay quienes (Nicola'idis
las fantasías retrospectivas haciéndolas retroceder al 1991; Arfoilloux 1991; Pasche 1991) siguen sosteniendo la
Tiempo cero de la a nticipación filogenética (Freud 1916­ idea de la transmisión filogenética de las fantasías primor­
191 7, p. 335), es una prueba más de lo tenaz de esa com­ d iales , a pesar de lo absolutamente insostenible de ese
pulsión a sostener el axioma en contra de todas las ;,¡ rgumento (el SullO\vay 1979) , es cierto que una nueV,1
objeciones. Freud , que nunca se cansó de reconocer que la vers ión, no filogenética sino lingüística, de esa tesis se ha

116 117
impuesto rotundame nte, conservando, y aún refinando , la I lv in (976) y su discípul o Gill (982) sostienen que lo que
solución freudiana. El "viraje lingüístico" (c{ Haher m ~IS II.dmente haya ocurrido en le Tie mpo 1 es indiferente o
1988) efectuado a medi,ldos de siglo e n el pensamiento , .Irece d e impo rtancia pa ra los fines del aná lisis , que lo
occidental y que , e n el ámhito del psicoa nálisis , estuvk ra , 1, 'Cisivo es la significación que éso ti ene para el sujeto. O
represe ntado por Lacan, ha co ndu c ido a un a s ue rt e de 11kn , co mo afirman or ros (Schafer 1976; Ri coeu r 1977 ;
so/ipsiS111o hermenéutico, late nte ya en Freud, como medio ,\l.l hler 19H2; Spence 1982), que no sólo es intrascendente
para perpetuar la primacía de la fantasía sobre la realidad. ~: ill(), además, imposihle sahe r lo que ocurrió rea lme nte en
En sus ex po nentes más radicak:s, eSle movimi~nto ha ,1 fi em po 1, dado qu e e ntre e l Tiempo 1 y el Tiempo 2 se
co ndu ci do él propo ner la ruptura d e los marcos trad i­ I,'v¡ tn ta un muro de significación que impide ve r los hechos
cio na les de pensami e nto y a ahogar por un a "retrocausali­ , I"sn udos y distinguirlos de las inte rpretacio nes retrospecti­
dad ", inspirada e n e l dispositi vo de la N(lcbtréiglicbkeit \" I S; es decir, qu e es imposibl e distinguir entre realidad y
freudian a , como rec ie ntem e n te denun c iara n Thom~i y I.Hllasía.
Cheshire (991). Se I'rata d e una posició n extre ma sostenida ) e lo que se trata e n todos los casos es d e un rechazo
e n los últimos tiempos por un heterogéneo grupo d e ana l­ ¡k la realidad efectiva propia del Tiempo 1, d e la resiste n­
istas (p. ej. Viderman 1970; Loch 1977, Steele & Jacobson I i 1 indohlegable a admitir su diferencia con res pecto de las

1978; Jacohson & Steele 1979; Blum 1980; Ba ranguer 1988; ·.ig niJicac io nes retrospectivas realizadas en e l Tiempo 2, y,
Mo d el l 1990) qu e , si bien admite n que es un un Tiempo 2 le IffiO res ultado de e llo, de un a pre ponderancia de estas
d onde adquiere signifi cado lo oc urrido e n e l Tiempo 1, se ' l'lrosigni ficaciones sobre aquella realidad.
niega n a admitir que éso que realmente aconteció en ese Estas significaciones retrospectivas, que o bien crea n o
Tie mpo 1 sea una cosa distinta de aquello que luego es !Iien están e n luga r d e un original intrasce nd e nte/ incog­
reconsu'Llido en el Tiempo 2. Arriban así a un solipsismo 110scible no son creaciones arhitrarias, no son invenciones
he rmené utico dentro del cual la inte/prefación hecha en e l Ilhres . Las fantasías retrospectivas qu e el solipsismo he r­
Tiempo 2 se convie ne en la causa de la realidad propia del Illenéuti co postula en el lugar de la realidad se co nstitu ye
Tie mpo 1. Ellos , como Freud , saben que lo reconstruido en ,II.! acue rd o a ciertas estructuras trasce ndentales que les
el anális is, las fantasías retrospectivas produ cidas por sus .Inte cede n, es decir que, de acuerdo a esa operación que
pacie ntes acerca d el Tiempo 1 son éso, re invenciones de la 'J1(on tramos en Fre ud por vez primera , también para esta
rea lidad efecti va , recuerdos Ldsos , mitos individuales ­ IHleV3 tende ncia las fantasías retrospectivas son la expre­
incluso los mismos que el psicoa nálisis postula acerca del ..,16n de ciertas fantasías primordiales, sólo Cjue e n este caso
orige n-o Se resisten , en camb io , a pregu ntarse por la ..,tI materialidad no es hiológica sino lingüística , lo que abre
especificidad de ese Tiempo 1, por su diferencia respecto a ,,] interrogante por e l origen de esa estructura lingü ística de
lo significado en e l Tiempo 2 )' co ncluye n otorgando a la significac ió n anticipada de la cua l de rivarían las fantasías
Fanras Í<1 retrosp ec tiv a una su erte de "hiperrea lid ad" n: trospectivas.
(J.aplanche 1992) que condu ce a afirm ar, por ejemplo: "el Ya d esde e l clásico artículo sobre las fantasías primo r­
psicoan51 isis n o só lo d escu br e el pas ado -lo c re a " diales, Lap lanche (Laplanche & Po ntalis 1964), dentro d e
(Jacohson & Sleele 1979, p. 361). ü que de lo q ue se trat~l una lógica rigurosamente lacaniana , propugnaba por susti­
e n e l análisis es de "inventar lo real" CEabant 1992). llI ir el argumento "pse udocientífico" de las fantasías heredi­
Junto a esta postura ~Ibi ert amen te solipsista se encuen­ tarias p o r e l de un a "pre-estructura " lingüística , po r e l de la
tra n variaciones que, no por moderadas, dejan de revelar "a nte riorid ad de un a organización .'iignificante" (p . 1852).
las mismas premisas. !V1c refiero a aquellos que, COJllO G. S. De ese I11(Jdo, con la refundi ción del conce pto freud ia no

lli) 11 9
de fantasía en menos de Lacan, la estructura de signifi­ 1, 'gico , antlclpaclon y retrospección se conjugan en un
cación anticipada filogenética de Freud se convirtió en una 1I 11eVO A/ljbehell en el que la anulación de la diferencia
estructura de significación anticipada lingüística (c! Green ' li tre realidad y fantasía encuentra su forma gramatical
1982). ' futu ro anterior), lógica (lógica paraconsistente) y
En la enseñanzGl de Lacan, en efecto, encontramos los " l,(lemática (topología del borde).
elemento esenciales que permitieron la reafirmación eJe la y es así que , merced a esta reconceptualización, una
victoria de la teoría de la anticipación de Freud, bajo cuyo j'structura de significación anticipada lingüística , sea como
reinado vive hoy día el mundo psicoanalítico. No es por l'sce nas" (Laplanche 1992), "matrices simbólicas" (Green
nada que, de modo generalizado, se acepte quc fue Lacan 11)90 b) , o , incluso, como "mitos" (Assoun 1982; Guillaumin
quien, con su concepción sobre el apres coup (traducido 1')82; Stein 1986), es postulada como originaria, presente ya
como retroacfiuidad al españoD, rescatara del olvido o, desd e el principio, a partir de lo cual puede sostenerse , por
menos dramáticamente, le otorgara todo su valor al con­ lll! mplo, que el amamantamiento represente una "seduc­
cepto freudiano de Nac!Jtréiglichkeit (cl p. ej. Ricoeur 1977; ció n, primordial", que la satisfacción objetal alimenticia sea
Bourgogne 1989, Thoma & Cheshire 1991). y es quc la lra umática en sí dado que el niño cuenta con la capacidad
concepción lacaniana del ap¡'es coup, en efecto, representa de entender los mensajes "perversos" que la madre trans­
la reedición de la paradoja freudiana de la Nachtr¿iglichkeit mite junto con su leche, aún cuando su efecto no se mani­
en su versión lingüística , que, por otra pal1e, es quizá su !'les te sino hasta después, dentro de una "traducción"
versión más acabada, la más poderosa . posterior de lo ocurrido, tal y como encontramos en la
La intervención lacaniana, si se me permite repasar teoría de la seducción generalizada de Laplanche 0986,
brevemente su recorrido, arranca con una teoría de la 1987).
anticipación imaginaria con raíces biológicas dentro de su Pero también dentro de esta concepción la explicación
doctrina del estadio del espejo (Lacan 1936). Esta antici­ fracasa él la hora de preguntarse por el origen de la estruc­
pación imaginaria de la identidad adquiere. más tarde, un lu ra de significación anticipada , ya que , en contra de toda
estatuto simbólico y se conviel1e, con el sofisma de cer­ su intención, no queda más remedio que remitirlo a la con-
tidumbre anticipada, en una anticipación lógica (LIcan 1>titución biológica, como la demuestra el caso dramático de
1945). No es sino hasta el Discurso de Roma (Lacan 1955) Vielerman (970), quien , como bien reconociera Laplanche
que el concepto de Nachtréiglichl<.eit comenzará a adquirir (1 992), no puede evitar, en su deriva hermenéutica, con­
el papel preponderante que, tras su reconceptualización cl uir por retornar a la tesis de las fantasías primordiales filo­
dentro de la concepción .sobre el punto eJe almohadillado genéticas. Es por eso que Green, por ejemplo, luego de
(Lacan 1955-1956 11981]), estará destinado a adquirir al mribar él la misma conclusión (982) y horrorizado frente a
renacer en su discurso bajo la forma de un tiempo lógico, ella, termina por recomendar abstenerse de preguntar por
opuesto y superior al tiempo cronológico (Laca n 1957-1958 e l origen de esa estructura 0990a). Y qué decir de los
[1970]). Es dentro de este tiempo lógico, tiempo del apres intentos eJe Lorenzer 0986, 1988) por borrar toda dimen­
coup que dirige la construcción del grafo del deseo (Lacan sión biológica del humano a través del recurso de hacer de
1960), que lo que dentro del tiempo cronológico era reali­ lo prenatal un estado ya social en sí mismo, sino que es en
dad neutra, se transforma posteriormente en otra cosa que, esa clase de posiciones (como en la tesis del narcisismo
a pesar de presentarse en un Tiempo 2, aparece como lo primario de Freud o en la idea del goce de la vida de
propio del Tiempo 1, como si hubiera estado ya desde el Lacan) donde encontramos la razón de ser de toda consid­
t principio. Dentro de la concepción lacaniana del tiempo eración psicoanalítica sobre el origen , a saber: el esfuerzo

120
121
por desconocer el verdadero origen, la ohjetalidad propia . (1893). Sobre e l mecanismo psíqu ico de los fenómenos
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. para que el "ser ahí", pueda "a ndar en torno con un


plexo de útiles, es necesario que comprenda, aunque ate­
iIlú ricamentc, lo que hemos llamado la conformidad: es ne­
cesario que le sea ahierto 1111 mundo. Y éste es abierto con
b existencia fácti ca de "ser ahí" si es que por otra parle
csle ente existe esencialmente como "ser en el llwndo". Y
~i el ser del "ser ahí" tiene su pleno fundamento en la tem­
pora lidad, entonces es necesario que sea ésta la que haga
posible el "ser en el mundo" y por ende la trascendencia
del "ser ahí".

Martin Heidegger en D sery el tiempo.

"Tía, háblame; tengo miedo porque está oscuro". Y la tía le


:speta: "¿Qué ganas con eso? De todos modos no puedes
ve rme". A lo cual respondió el nioo: "No importa, hay más
lu z cuando alguien habla ".

Sigmund freud en Ti'cs ensaJ'()s de teoría sexual.

Carola llegó a mi consultorio cuando estaba a escasos


lres meses de cumplir los 11 aoos. Fue traída por sus pa­
dres porque su comportamiento les resultaba caela vez m{¡s
lnsoporta ble.
Exhibe un constante balanceo (lo que ha sido designado

J26 127
Ilija. Una microoftalmia, la cual, a decir suyo, no les fue co­
comúnmente como rocking), algo de lo que Freud da
cuenta ya en 1905: l11 wnicada en el hospitaL Microoftalmia negada, pues es en
La existencia de las sensaciones placenteras así generadas n·:t lidad muy evidente. Han de pasar varios días , ya en la
l . .Isa, antes de que se anime a preguntarle a su madre ­
-merece destacarse que estamos a utorizados a usar indis­
tintamente, para todo un tramo, "excitación sexual " y "satis­ ilbuela de Caro-- si le nota los ojos raros a su hija, a lo que
l'slél responde que sí, que tiene los ojitos mal: "Están dema­
facción"-, ... la existencia de esas sensaciones placenteras,
entonces, producidas por ciertos sacudimientos mecánicos ... jado chicos y como rojitos." Denis Vasse nos dice: "El
del cuerpo, es documentada por el gusto que sienten los I'uerpo imaginarizado testimonia, en tanto que escritura ,
niños en los juegos de movimiento pasivo, como ser hama­ , léI e ncuentro primordial del sujeto y del otro, de la palabra
cados y arrojados por el aire, cuya repetición piden incesan­ lTl!ado ra . El cuerpo es testamento". (D. Vasse , 1983) 3
temente. 1 La microoftalmia precipita una actuación ansiosa en los
Carola, además gritaba sonidos como: "aaaa-i, aaaa-ii, padres , quienes inician un doloroso peregrinaje de clínica
i-oo, i-oo"; " ... se retira en sí mismo y establece consigo ('" cl ínica y de doctor en doctor, en busca de algo que
t ;lmbie ese diagnóstico de incurabilidad que pesa sobre los
mismo un código de lenguaje delirante para nosotros mien­
tras que, para él, este código presta sentido a lo que él (¡jos de su hija. Atribuyen a su falta de dinero lo incurable y
vive; o bien "deshabla", emitiendo fonemas que no son l'mpiezan a trabajar más y más horas para conseguir una
reuniones sensatas de palabras". (Dolto, 19R4). 2 n tntidad imponante de dinero que logre llevarlos a la C011­
Presentaba movimientos de las manos en los que suenan "l'cución de un oftalmólogo en México o adonde sea, pero
los dedos al chocar entre sí. Decía en voz baja palabras II1Ie logre hacer que esos ojos puedan ver.
ininteligibles. Hacía '·berrinches" en los que se golpeaba, En el universo fantasmático, no es difícil suponer la heri­
chillaba , lloraba y golpeaba a los demás . Es esto último lo , lB narcisística que esta niña causó en la madre y cuánto de
lJ1~ ldición lograda sintió jugarse ahí. Piera Aulagnier, cuan-
que les hace llegar al consultorio. La vida social se ha
hecho cada vez más restringida. No pueden ir de compras lo habla del "riesgo relacional" entre la madre y el hijo nos
ni a restaurantes o lugares públicos con ella. pregunta : "¿Qué representa el cuerpo del i,~rans para esa
Los padres refieren que tras dos años de noviazgo deci­ mad re que supuestamente lo espera y lo recibe' Yo diría de
dieron casarse . La madre de él se opuso violentamente; huena gana que ahí donde la madre esperaba ... ¿a aquél
aducía , entre otras razones, que a los 20 años su hijo aún (Iue habría puesto fin a la espera?, ¿a aquél que le probaría
era muy joven para casarse. A pesar de que la madre llevó 1.1 realización de su deseo de ser madre?, ¿a la última elabo­
su oposición al punto de desheredarlo, el padre de Carola r;tción del objeto de un largo suet10 iniciado en su propia
infa ncia?". (P. Aulagnier, 1986) 4
mantuvo su decisiém e inició un negocio propio. En el mo­
mento de separarse de su madre, tuvo que dejar el negocio La familia del esposo, particularmente la suegra , había
familiar del cual se hacía cargo totalmente , a raíz de la re­ Ingrado hacerles daño con su odio a ella y a su bebé . La
ciente muerte de su padre. vida ya no sería nunca igual para ella después de esto . Por
Plro lado , este nacimiento también f01talecía fantasías auto­
Al nacer Carola, los padres, de 21 años de edad, tuvieron
que afrontar la malformación congénita que padecía su dcva luatorias que la situaban de nuevo en un lugar donde

3 V'b se, ¡knis, U peso del SIIJi'imien/o, Gedisa, 1'''lxI11a, 19H'S, p . 146.
1 l'relld , s..
"Tres ensayos dL· teoría sexual"" , Obras Complelas, All1orrortu Edi­
'1 Aulagni r: I·, Piera , Cu erpo. !lis/orJa, fn/eIJJrewcir)n, l'aidós, Argenl in:" j Y9 j , p.
["rL~S. Argentin a,1976, p . lH3 . 1'i 1
2 Dolto, F. , La imagel1/l/collscienledel clIe/po, l'aidós, bpalb, 199U , p . 37.

128 129
ella se sentía incapaz; se había equivocado o había cometi­ '1lociones relacionales del aparato. (P. Aulagnier, 1986) (,
do algún error que había causado que su bebé no se for­ Pon el padre de Caro parecían cumplirse las advertencias
mara bien dentro suyo. 11 Lllernas: "Tal vez si no se hubiera casado ... , si le hubiese
Piera Aulagnier establece una diferencia entre cieIto tipo 11' 'cho caso a su madre... ". Vivió este evento como algo que
de sufrimiento psíquico del niño y dice: 1" dejaba atrapado en el "castigo de Dios" y empezó a añorar
No sucede lo mismo en lo que atañe al sufrimiento físi­ IlI jo; la presencia de su padre, personaje privilegiado en sus
co; su manifestación reviste el carácter de la evidencia , con­ dl'etos, ya que con él sentía que sí podía hablar. Por ello, las
lleva efectivamente un riesgo que, lejos de ser negado, es a II lnversaciones imaginarias que sostenía con su padre muelto
menudo amplificado; jamás dejará indiferente a la madre, '1 1LTo n haciéndosele cada vez más necesarias y frecuentes:
quien responde a él procurando, atenuando o huyendo de Sostener una idel1tijicaciól1 narcisista de la que hace el su­
lo que para ella forma pm1e de lo insop0l1able,1 o incluso )1 '10 la condición de todo "reencuentro" con el objeto. El suje­
mediante una reacción agresiva. De ahí esta primera conse­ 11) va e nmascarado a este reencuentro como siendo lo que no

cuencia: el sufrimiento del cuerpo induce en la madre una ~. este semejante no semejante que posee aquello de lo cual
respuesta que retornará al niño en forma de revelación d se cree desprovisto, el falo. En este concepto, el Padre
sobre lo que su sufrimiento representa para el otro. (P. Au­ '1 leal se manifiesta como un rival , siempre traicionado: es en
lagnier, 1986) ') ...11 lugar "robado" que el sujeto se sitúa ; y como un obstácu­
111, pero indispensable: el sujeto no tiene más que un solo
Más adelante insistirá: 'presuramiemo, volver a colocarlo sobre su pedestal ... para
pc,'m1anecer el mismo en él". (IVI. Safouan, 1974) 7
Es evidente que la imposibilidad de sentir placer al ama­ La pequeña Caro quedó al cuidado de su abuela materna;
mantar, asear o tocar al niño influirá sobre los movimientos perso naje enfermizo que temía tomarla entre sus brazos y
necesarios para hacerlo, pero no creo que podamos confor­ 1·.\I·garla por la severa afección cardíaca que padecía . Lo que
marnos con esta explicación "mecanicista" o "realista ". los padres mencionan textualmente es: "La abuelita tenía
Pienso que es necesario que la madre experimente un pla­ Il1iedo de sufrir un ataque del corazón y caerse sobre la bebé
cer psíquico, con sus componentes erotizados, para que el y matarla aplastándola". En realidad, sentía una gran ambiva­
infans pueda sentir plenamente sus propias experiencias k:ncia hacia su nietecita , pues le quitaba el lugar de hija que
de placer. La madre puede tener el mismo comportamiento por su enfermedad había ocupado frente él su propia hija .
gestual, la misma digitación, pero mi sensación es que si A.,í, si bien llena de cuidados en lo concerniente a la ali­
no experimenta placer, si no hay circulación de una expe­ menlación y la higiene, la invidente Caro no sólo careció de
riencia de placer común por la vía del cuerpo, la psique 1:1 cstimulación adecuada sino que además permanecía lar­
del il1Jcms no recibirá "el alimento" placer que necesita, en gns horas dentro de su cuna sin ser acompañada , en el
una forma apta para asimilarlo o metabolizarlo. Habrá pre­ mejor estilo de lo ya mencionado por Spitz. (R.A. Spitz,
1(65) H
sencia de placer, pues sin esta energía vital el aparato psí­
quico no podría funcionar, pero su calidad y propiedades Pa ra estructurar el aparato psíquico la adquisición del es­
se traducirán en anomalías y ante todo en la resistencia que
ofrece esta forma de energía para ponerse al servicio de las (Í Aulagnil'L Pil'ra. OJ! . cit., 1'1'. 160· 16 .1.

7 Safouml" Moustapha . ¡;:'I/ldios sobre el L'clipo, Sigl o XXI Editores , ~kxico.

1' m, p. 16.
l:l Spitl., R. /\ .. El primer mIo de !'ida del n ¡¡¡o. Fondo lk: CultUr:l Fcon()Jni ca.
') Aul:tgnier, Piera, Oj). cit ., p . 1')6. ~ Ic'<i co, 1')')1 , p . 20/¡ .

l30 131
quema corporal reviste un papel rector. La diferenciación ¡Ir¡uía separarse ni diferenciarse de ella, fija en el lugar de
adentro/afuera, yo/ no yo, base de cualquier mecanismo In'hé . Esto me permitió advertir la existencia de un modo
mental. Este proceso normalmente se logra durante el ma­ tll' "juego-comunicación" entre ellas que comprendía soni­
ternaje en el que la madre es en general, un espejo que .\l):-:; O chiflidos al terminar o en lugar del final de las pala­
con su mirada, su sonrisa y sumado el manejo cenestésico l' Iil~ . "El delirante instrumenta el lenguaje para dar testimo­
que hace del infante, éste se va constituyendo. (A.M. Fabre Ido con él de su propia exclusión como sujeto. El esquizo­
y E. de Plá, 1988) 9 fl énico, a su vez, vive en un mundo donde lo simbólico
Tal vez sea necesario recurrir a la riqueza teórica y clíni­ ~llstituye a lo real, sin ningún vínculo con lo imaginario".
ca de D.\Xf. \Xfinnicott cuando nos dice: I M.Ma nnoni, 1967) 11
'a mbién pude saber así, que su relación estaba preñada
"existen necesidades muy sutiles que sólo pueden ser satisfe­ .k intensos temores que las llevaba a recitarse oraciones y
chas por medio del contacto humano. Quizá..:; el bebé necesite .1 q ue Carola pidiera la bendición. Pude saber, de igual
sentir el ritmo respiratorio de la madre, o los latidos de un co­ Il1odo, que la pequeña Carola había vivido múltiples "lim­
razón adulto. O necesite sentir el olor de la madre o del padre, pias" y "curaciones", y que su familia experimentaha inten­
o los sonidos que indican actividad y vida en el ambiente, o
~; I men te una mezcla de "religiosidad" y"chamanismo".
percibir los colores y el movimiento, de modo de no quedar li­
Aquello que ha escuchado en la familia determinará en
brado a sus propios recursos cuando aún es demasiado joven
o inmaduro como para poder asumir la plena responsabilidad
d niño la palabra delirante, alucinada , al.1rística , y fortalece-
de su vida. Detrás de estas necesidades se halla el hecho de 1'tÍ la severidad arcaica de un superyó que se ha vuelto te­
que los hebés están expuestos a sentir las ansiedades más se­ mible. El niño, "como lo demostró i'delanie Klein", se siente
veras que puedan imaginarse. Si se los priva del contacto fami­ l'xp uesto desde muy pequeño a la amenaza de una agre­
liar y humano duranrc demasiado tiempo (horas , minutos) tie­ ... ión interior que, proyectada al exterior, le descubre un
nen experiencias que sólo poclemos describir con palabras 1l1undo ambiente que, en el plano fantasmático, siente
como éstas: , omo peligroso .. , Paralelamente, el niño se siente en peli­
partirse en pedazos 'ro, porque no ha adquirido por sí mismo una imagen de
caída interminable le rpo unificado: la ausencia de identificación de su Yo
morir, morir y morir ('on el ego especular lo impulsa a escapar de su propio
total desesperanza de que se renueven los contactos. (D.\V
ue rpo y alienarse perpetuamente en un cuerpo parcial
\Vinnicott, 19(8) 10
"1Joca, ano". Sólo él costa de esto consigue mantenerse en
El primer año trabajé con la pequeña Carola a razón de
d deseo materno, y situarse en la dialéctica del adulto. Allí
tres sesiones por semana, a la que asistía acompañada por
se encuentran las bases de un ulterior desarrollo esquizo­
su madre, de quien no podía separarse. Pues así como fue
frén ico. (NI. lVlannoni, 1967) 12
patógena la manera de separarse de la bebé recién nacida,
También advertí así que tras: "en el nombre del padre,
de igual manera lo fue el estilo en que la madre retornó los
del hijo, del Espíritu Santo, amén, amén, la mano, la bendi­
cuidados de la niña. Su dedicación absoluta, tomó la forma
ció n, el beso"; ¿cuál heso? ¿a cual mano? En una sucesión
de una sobreprolección asfixiante, en donde la niña no
q ue comporta ha un ritmo vertiginoso donde escuchaha él

\> Fahre, AlU ",1 ,1. Y ESpL'fanZa 1'. de I'b , /'ljJro.\imación p sic[)/era -pélllica de
CUT/(! jJsi c(}oJ/alilico en el caso de /lna niiia !)Sicólicu J' cieW;¡, XXI Congreso \':lcio­ '1·1 .M<lnnoni , \bud. U ¡'fi¡io, s/./ "enfermedad ' )' los ,,/ros 1967, "ul'va Visión.
nal de Pecliatrí:!, "la z:.ltI Jn, 19HH. Art;cnlina , p. 111 .

10 \\ lI1ni co([ . 1).\\'., Los 1;('1)('s )' s /./ s m(/dres, l'aidéls, ivlb ll'o, 1990, pp. 1l'i-ll'5. 12 I\bnnoni , ~[aud . ofJ. cil ., p. 106.

132 133
Carola pedir, exigir, lloriquear, pero sin pode r distinguir, Como la Yolanta de Tchaikovsky, Carola no sabe nada
distinguirse de su madre. "En el nombre del Padre, Padre •!L. <;u ceguera, la madre tiene totalmente exciuidos del len­
Nuestro, Angel de la Guardia, Jesusito mío, ¡la bendición!, ~lIa je familiar las palabras, ciego, ceguera, falta de visión ,
ila bendición!." (' 1<.:., y el padre se
pliega a ello. Es en el consultorio donde
Bástenos seI'lalar lo que Freud menciona aludiendo a lo (:Iro puede por primera vez hablarlo.
que Hoffman maneja como perturbaciones del Yo: "En ella Tal vez no esté de más señalar 10 difícil que era para la
se trata de un retraso a fases singulares de la historia de de­ IK'queña contactar con los espacios nuevos. Así, en ocasión
sarrollo del sentimiento yoico, de una regresión a épocas d~ un cambio de consultorio, al entrar con su madre y sen­
en las que el Yo no se había deslindado aún netamente del 1ilrse al lado suyo tomó la mano de Caro y al tiempo que le
mundo exterior, ni del Otro. " (S. Freud, 1919) 13 ¡\;leía tocar la alfombra del consultorio con la mano le dijo:
Con respecto a las dificultades que experimentó la '- jue vea, ve Caro el consultorio nuevo de tu doctora", a 10
madre de Carola en su crianza, resulta importante destacar que ella respondió: "Sí, que vea, que vea Caro ... ", para des­
que su alimentación fue a hase de papillas hasta los seis r ués incorporarse lenta y dolorosamente decir: "Pero Caro
años de edad, cuando entró en contacto con una maestra no ve .. . no ve". Es la madre quien no puede contener el
especializada en niños ciegos con problemas de autismo. llanto como si algo retenido por muchos años saliera por fin.
Fue ella quien enseñó a Caro a comer sólidos y convenció Fue también el trabajo de consultorio el que me permitió
a la madre que sí podía comerlos. También fue esta maes­ inte rve nir en el manejo que se hacía del cuerpo de Caro. Al
tra la que durante muchos años le cortó las uñas de manos volver de unas vacaciones ella mencionaba con frecuencia
y pies a Carola , porque su madre, atribuía al ser zurda su el supus así me enteré que la madre solía aplicarle suposi­
dificultad para hacer este tipo de operaciones, y experi­ torios. "Algunas madres no pueden concebir que el funcio­
mentaba un intenso temor de lastimarla. na miento del tuho digestivo del hijo tenga cielta autono­
Agradezco a la melomanía de Nestor Braunstein y Frida mía, y consideran necesario provocar excitaciones anales
Saal el conocimiento de la ópera "Yolanta" que el escuchar rara que se produzca la expulsión de las heces; es así
la historia clínica les hizo evocar. Tchaikovsky nos habla co mo hacen amplio uso de supositorios." (Gutton, 1983) 14
ahí del sufrimiento de la princesa Yolanta quien vive confi­ A 10 íargo de las sesiones con Carola, pude descifrar mu­
nada en un vergel maravilloso rodeada de mimos y cuida­ chos de los miedos que la aquejaban, el por qué de los te­
dos, pero donde intuye que hay algo que falta. mores fóbicos que le impedían poner los pies en el piso
El rey René , su padre, ha querido evitar a toda costa que del consultorio, tocar los objetos; cómo no discriminaba
su hija sepa el infortunio que representa no conocer la luz. entre los seres vivos y los objetos inanimados ; de quién era
Ha prohibido -so pena de muerte- que se le mencionen el cuerpo que tocaba o de dónde provenían las voces que
a Yolanta todas las cosas relacionadas con la visión. la perseguían . De la pelota , de la Superina , de la Fruti­
Pero aparece el amor encarnado en Vcaudément quien ¡upis, de la No-Quisi, de la Lupitina, etcétera.
confirma esa falta en YoJanta al descuhrirle toda la riqueza En 10 concerniente al manejo de su cuerpo es que logro
que la luz encierra. convencer a la madre que ya no se bañe más con ella, ni le
Sólo después de saberlo podrá ser atendida por un sabio ha ga tocarle el cuerpo para decirle que ella también es
médico moro quíen ha puesto como condición el que Yolan­ mujer y que va a tener senos como ella y que le va a salir
ta sepa que le aqueja esa enfermedad y que desee curarse.

H GU([ll!1. l'hilippe, El bebé del psicOClI'lulislCl. Perspect ivCls clínicas, AmorroJ111 ,


13 Fn:'uJ , Sigl11u!1d, Ohm:! CU/IlplelCls, rOl11o XvII , p. 2)6. Argenrin:l , J9R7 , [l , 71.

135
vello púbico como a ella. Entonces empiezo a realizar un ,·lIa responde con: "¿y qué quiere?". O en preguntas más
trabajo para que la madre deje de tocar ese cuerpo, de (' la horadas que implican una mayor complejidad afectiva
apoderarse de él , en el estilo de lo que ya ha mencionado i '01110: "¿por qué lloró con risa?", refiriéndose a ella misma.
Aulagnier, acerca de que la madre no permite hacer el pa­ La madre trae un comentario de la abucla que dice que es
saje del cuerpo funcional al cuerpo libidinal , y que queda 0 01 0 si Carola hubiera estado d011l1ida y hubiera despeltado.
el niño como menciona la Maud Mannoni , en un lugar de Voy a tratar de ilustrar este movimiento psíquico con ma­
objeto parcial del que la madre se apodera: "En el juego Icrial de sesiones de los años HH, 90 y 92.
que se instaura a paltir de la demanda del niño, si la res­ 13 de agosto de 1988 (cerca de vac3ciones de verano).
puesta materna le hace sentir al niño que es rechazado
como sujeto deseante, permanecerá identificado con el ob­ .\ los pocos minutos de haber iniciado la sesión.
jeto parcial , objeto de la demanda rnaterna , sin poder ir
nunca más allá, sin poder asumirse en una palabra propia ". L . Doctora ¿qué horas son doctora?

CM. Mannoni, 1967) l'j 1) . Son las 7,1 las 5:20 minutos Caro, 23 minutos.

A partir de un trahajo conjunto de desciframiento de los C. ¿Qué horas son doctora?


significados ocultos en las cosas a que ella hacía mención , 1) . Las 5:23 minutos.
algo del lenguaje empezó a ordenarse y la dimensión tem­ e. Caro no ve, Fabre que no la extrañe 2
poral , objeto de este coloquio, empezó a existir. D. Pero Caro y Fabre todavía van a estar juntas la semana
En el momento en que pude, por ejemplo, determinar entrante.3
que cuando la atacaba la Lupitina, se refería en realidad a
una prima de su abuela, cuya hija se llamaba Carola como A lo largo de la sesión ella despliega una gran agresIvI­
eIJa. O cuando se pudo establecer en el consultorio cuánto dad : menciona constantemente a la No Quisi y al muñeco
de la dimensión del odio, de la rivalidad y de los celos es­ de Nuncasabras. 4 Yo trato de contener los ataques que ella
taba implicado en el temor a cieltos objetos como el tubito pretende realizar sohre sí misma .
del "Aramo del nene estú" que significaba en realidad su
deseo de golpear con un tubo de la cuna. comprada en la En otro momento de la sesión dice:
tienda Ara, al nene estúpido que era su hermano, -por
supuesto estúpido--, algo de su cabeza pareció ordenarse. su cassette de la voz de Fabre. s
c. Caro oyó a su voz,
Por ello mismo, la dimensión temporal empezó a existir. D. Ah ¿sí? ¿Estuvo oyendo Caro su cassette de la voz de
Esto se advierte en el consultorio a partir de unos muy fre­ Fabre?
cuentes: "Jesús! ¿qué hora es, Fabre?" -lo que alude a su C. Sí.
angustia alrededor de la finitud de las sesiones- y por D . ¿Cuándo Caro?
sus construcciones como: "Si le dara un beso a la pelota ... " C. ¿Doctora?

-donde se advierte la aparición del condicional en su dis­ D, Carola

curso . y en su casa, en comentarios que trae la madre. Ca­


rola ha empezado a preguntar al oír sonar el timbre de la 1 El subrayado es mio.
puerta: "¿quién tocó?" y al responderle quién había IOcado: 2 Aquí mi propia cabeza se pierde.
3 Que alude al dolor de la ceguera y a la angustia de separación.
4 Mi intervención pretende aminorar dicha angustia y rcase gurarle un
punto de re-encuentro_
l'i ,\·!annoni. ~-lalld, o¡;. cit .. p. lH9. S Nuncasabras = Nunca Sabrás.

137
C. Doctora. D. Caro se enoja .
D. Carola 6
C. Caro no ve a sesión.
A ... así está Caro.
D. Sí, Caro no va a venir a su seSlon porque ya hoy tuvo
D. Umjú. su sesión, mañana Carola vuelve a tener sesión con su doc­
C. Por eso, por eso, Caro inventó a la No Quisi. Porque la tora mañana jueves. 10
No Quisi es parte de Caro que quiere pegarse y lastimarse. 7
D. Sí, Caro. 1 de noviemnre de 1990.
C. Yeso la asusta.
D. Sí: a Caro la No Quisi la asusta. C. En el año nuevo... 11
C. Caro quiere que Caro marzo llore. 8 D . En el año nuevo, sí Carola.
D. Caro quiere que su doctora llore porque van a haber C. Todavía no empiece.
vacaciones aquí y porque no va a estar con Caro. ¿Que D . Todavía no empieza.
llore su doctora de Caro? (. ..)
C. Doctora ... (muy triste)
En esta sesión, tras preguntarme siete veces ¿qué horas D . Carola. ¿Qué pasó, Caro?
son doctora? y yo responderle los minutos que correspon­ C. Caro no ve. 12
dían de pronto ella me dice: D. Sí, es cierto. Caro no ve (. ..)
C. Desde que Caro nació. 13
C. Caro, que le dijeran ¡chingaíto! a la doctora. D. Sí, Caro, desde que nació Caro sus ojitos no ven.
D. Ajá. e. Doctoré ...
C. Chingaíto, chingao y chingaíto. D . -re-ré. 14
D. Umjú. Que le dijera la doctora. C. Doctoré ...
C. Lo ... Caro sane D. -ere-ré . Ahora Caro hace la voz de una ncnita que es­
D. ¿Qué saber tuviera sufriendo porque hemos hablado de la separa­
C. Chingaíto a su doctora. 9 ción. Y como Caro quiere ser la bcné de su doctora ,
D. Umjú. ahora se queja. Por eso empezó a decir: "doc-to-ra",
C. y chingao a su doctora. después dijo: "Caro no ve ", y ahora empezó: "doctoré­
re-re", con una voz de sufrimiento. Cuando dijo: "doc­
to-ra", Caro puso su cabecita en el regazo de su docto­
ra y con su manita derecha empezó a tallarse con las
6 Me parece que eUa se (~onsuela pensando que en la separación se
uñas de mi mano izquierda .
queda con mi voz. C. Caro no veía. 15
7 A eso obedece el epígrafe de Freud. Durante mucho tiempo trabaja­
mos en una suerte de ceo. Como bien menciona Dum3.<¡: "Si el precursor del
espejo es la mirada de la madre, es el Otro que refleja al sujeto por vía de la 10 Carola no soporta más. Contuve la a gresión fislca que quería volcar
palabra, de ahí la asimetría en los juegos espe(:ulares. Narcl<¡o desconoció sobre sí misma. Vuelca ahora su coraje de m anera verbal sobre mi.
esa asimetría li~da a la palabra". De ahí su desprecio a la Ninfa Eco quien 11 Organización del tiempo alrededor de la presencia y la ausencia.
fue la única que lo amó. (Dumas, 1985) (6) 12 Se advierte n uevamente la angtJ$tia de separación ante la proximi·
8 El dolor de separarse la Ueva a coufroutarse también con sus aspectos dad de las vacaciones de fin de año.
más escindidos y hostiles. 13 Puede hablar de su ceguera, de su falta de visión.
9 En su discurso aparece el ~de marzo . 14 Eso le permite q ue e.ute un desde.
15 Restos de ecolalia. También tererere refiere a una Terc bebé.

139
D. No, no veía. Eso es cielto. en la escuela? Cuando Fabre le dice a Caro que querría
C. Todavía no empieza el año nuevo.16 saber qué pasó en la escuela, Caro se sonríe y no le
D. Sí, todavía no se acaba 1990. (. .. ) cuenta nada él Fabre. 21 ¿Le pide Fabre a mamá el casset ­
te de los villancicos? ¿sí? ¿no'
21 de octubre de 1992. C. No.

C. Caro tiene que abrir su llave sola17 En la última sesión pueden advertirse los múltiples cam­
D. Umjú .
hios discursivos que se han operado en ella: su dificultad
c:. Caro no es bebé .18
para encarar su edad y el deseo de ser una bebé de quien
D. No, ya no es bebé. Cumplió ¿cuántos años Caro!
lot; demás deban ocuparse.
c:. ¿Cumplió qué? ¿manita?
Sin embélrgo, a pesar de la precariedad que presenta,
D. ¿Quiere que le cuente Fabre? existe ya un yo y también el deseo de valerse más por sí
C. Sí. m isma. Hay que destacar que de ser banada pasó a estar
D. (Procedo él tomar los dedos de su mano para ilustrar) de ntro de la regadera , sostenida por la mano de su madre,
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, y ahora se mete sola al bano, templa el agua y se bai'ia to­
diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciseis años. talmente sola .
¿Hay bebés de dieciseis años? Ya no se presentan los personajes persecutorios ni escu­
C. ¿siii? cha las voces que la aterrorizaban. Su temor hacia los obje­
lOS y los ruidos de los aparatos no precipitan ya en ella una
D. Sí; es cierto eso Caro. En la mente de Caro, de alguna
manera, Caro se siente una bebé. actividad agresivo-destructiva.
C. La araña se le presentó. Pero no qu.iero dejar de mencionar que él 10 largo del tra ­
D. Umjú. ¿La araña representa el coraje que tiene Caro de
ta miento de Carola no sólo experimentó un cielto alivio de
dejar de ser bebé í sus angustias persecutorias. También los padres han podido
C. ¿Qué le pasó a Caro? irse ocupando cada vez mejor de ella y de una manera
D. ¿Qué le pasó a Caro? menos cargada de ansiedad y culpa.
C. ¿J\lImmm! Esto último quisiera ilustrarlo con algo que sucedió en
D. ¿Qué le pasó? 1988 cuando la pequena Caro se encontraba muy resfri;:¡eb.
La madre empezó a decirme que le haría un té de gordolo­
C. ¿Le pegó al senor Armandono
bo . Al escucharlo Caro empezó a mecerse con violencia y ,1
D . Si pero eso fue después, primero estuvo llorando tanto
re írse a carcajadas donde algo de l orden de lo siniestro pa­
en la escLlela que a Fahre le interesaría saber por qué
recía asomarse. La madre comentó que a su hija le gustaba
lloró ¿por qué lloró así en la escuela? ¿qué habrá pasado el nombre, que se le hacía "chistoso".
A mí me pareció que Carola se defendía de algo terrorífi­
co, por lo que le dije: "¿Y no será que Carola piensa que
16 Manejo discursivo del copretérJto. gordolobo es un lobo gordo que se la va a comer?" [Acoto
17 Las referencias al ailo nuevo obedecen a que, tras las vacaciones de
fin de ailo, volveríamos a estar juntas en el ailo nuevo. que existía ya en ella una fasci nación por Caperucita Eoja )
18 Haciendo referencia a que ya se baila sola y que debe encargarse de
tem~larse el agua por sí misma.
9 Dimensión temporal inferida al paso del tiempo en su propia vida. 21 Evidcnlcmcnte experimenta u na suerte de poder a nte mi insistencia
20 Movimiento que traduce la din1ensión del odio por no ser bebé. por averiguar qué la hizo llorar.

Jli I
que manifestaba con frecuencia fantasías devoratoriasJ. Ca­ El tiempo me está prohibido. No pudiendo seguir su ca­
rola empezó a disminuir la violencia del rocking y a decir: .Ic.:ncia, me agarro a él o 10 contemplo, pero sin estar jamás
"un lobo gordo ... un té funchi .. . funchi , funchi ". lentro de él: no es mi elernento. Y en vano espero un poco
También favoreció la mejoría de Carola el que los padres llt.: tiempo de los demás .
comprendieron que 10 que Caro decía tenía un sentido. Que
cuando se pellizcaba la mejilla, se daba golpes en el pecho, o E.I'vl. Cioran en Silogismos de la mnargllret.
se picaha los ojos, estaba atrdpada en un "terror sin nombre".
Es decir, simultáneamente con el trabajo sohre 10 más
primario, se tienden puentes entre sus sentimientos deli­
rantes y el mundo exterior. Aclaremos esto, las palabras
deben cambiar de un sentido psicótico que han ido adqui­
riendo a 10 largo del tiempo, para volverse compartibles.
Este es uno de los sentidos de la tan mentada comunica­
ción cuando se habla de los niños psicóticos . Muchas
veces estos niños al no poder expresarse o al encontrar
terrorífica la realidad se desesperan, siendo ésta una de
las causas fundamentales de las conductas autopunitivas.
CE . de Plá y A.M. Fabre, 1988) 16
En la actualidad, al cabo de cinco años de tral)ajo , a
razón de tres sesiones por semana, Carola puede valerse
por sí misma en 10 que respecta a vestirse, bañarse y cal­
zarse. También se desplaza por la casa con absoluta inde­
pendencia. En la calle camina auxiliándose del hastón; pero
siempre acompañada .
Actualmente ambos padres están en terapia , y la actitud
hacia su hija es la que le ha permitido atreverse a realizar
muchas cosas que, sin su apoyo, no habría logrado .
Carola ha iniciado una suelte de escolarización en una
escuela para ciegos, así como el aprendizaje del Braille,
para poder leer y escribir.
Espero haber podido transmitir 10 que se ha logrado en
cinco años de trabajo. Cinco años, al cabo de los cuales
una persona puede decir qué quiere y no quiere. Donde la
primera persona , el yo, aparece cada vez más en su discur­
so. Son cinco años.. ., pero son también los tiempos del in­
consciente.

16 Pla , Esp e ranza 1'. de y Ana ¡\la. Fahrc, /:i dll CilJll psicrJ/ica de /IIS ¡Ú¡)us con
nlillusl"tiírl sensorial, XXI Congre", Na cional (k : Pediatría , ,\laz:nbn, 19Hi-l.

1'13
Tiempo y efectos de tiempo en el

hombre de los lobos. J


Leticia Flores
"No soy m{IS que e:l lie:mpo".
Chateau!)riand

"La e:te:rnidad rotativa puede parecer


atroz al e:spe:claclor.. yo no tengo
prC)xima vez, cada momento es (mico,
distinto, y muchos se pierde:n en los
descuidos. Es cie:rlO que: para las imá­
genes tampoco hay pré)xima vez
(todas son iguales él la primera).
!Juede pensarse que nuestra vicia es
como una semana de estas im:lgenes
y que vuelve él re:petirse en mundos
contiguos. "

Adolfo Bio)' Casares.

1..:1 del análisis ha sido desde sus mlclos, una experiencia


q ue <Illunta a la reconstitución de la historia del sujeto; his­
lo ria que podría pensarse d esde su orige n mismo, rebasan­
rJ o los limites individuales. Esto implica considerar el lugar,
l'] estatuto que -en la vida de un sujeto, en sus manifesta­
don es, en su discurso, en su síntoma-, adquiere el orden
dt! lo lransindividual, de la prehistoria, de la historia arcai­
ca . de la filogénesis, tal como Frcud la abordó. De alguna
m an era, cada un o ele los cinco graneles casos del psicoaná­
lisis, en su singu la rida d . ela cuenta de ello. Sobre este tema
pivote, el análisis del n omhre de los Lobos ocupa Ull lugar
fu n danlental.
Cuando Freud publica este historial, atraviesa un mo­
me nto cru cial en el que rebate a Jung el rechazo que bte
h~l manife stado ;1 su teorí;¡ sobre la sexualidad infantil. El

1 L"rl: l'scrito elche IT1Ll ( 'h o (1 lO'.; CO!neI1L,lríos -c'n un lr~tl)(lj() en clrlcl- de
'\,b lo l" llrdunsleln . AcLtII " '!1(l 1.,,\" ; J J:t ll1 h l :l l' Vícror '\UV(),I

h'i
homhre de los lohos aparece inmerso en dicho debate, pues Aú n antes de ser enunciado dentro de la segunda tópica,
resultó ser la pieza que Freud necesitaba en esta polémica. ,'1 ello es discernible desde el momento en que Freud con-
De hecho, una de las singularidades del caso es que es L'ptualiza la represión originaria. En relación al tiempo ,
presentado como la historia de una neurosis infantil , la cual ) n,: ud afirma: "Dentro del ello no se encuentra nada qUe
es objeto de análisis 1S anos más tarde . A freud no le inte­ , i Irres ponda a la representación del tiempo, ningún rcco­
resa abordar aspectos que tengan que ver con la vicia pre­ 1ll ,(. imiento de un decurso temporal y -lo que es asombro­
sente de su pa ciente, sino "poder estudiar al nino refracta­ ,(1 en grado sumo y aguarda ser apreciado por el pensa­

do en el adlllto",2 y para ello lo analiza "retrospectivamente " liemo filosófico- ninguna alteración del proceso anímico
desde un tiempo posterior". (sic)3 Esta advcI1encia previene I ll1r el trascurso del tiempo". 'í
al lector y lo coloca en una dimensión temporal que dista Cuando freud empieza a utilizar el término de ello, de­
mucho de ser lineal, aquella medida por relojes. La doctri­ ,Ignab a así ESO que no podía decirse con palabras, pero
na frelldiana introduce en una dimensión distinta , -Iógi­ llrod ucido por ellas. Más que representar una sustanciali­
ca-, cuyo orden no es cronológico. Es un tiempo de anti­ lIad , -reservorio de las pulsiones-, el ello es un lugar
cipación, de retraso lógico, tiempo del apres-coup. Tiempo ncío, en el que nada puede escribirse. A partir de él
del futuro anterior, en el que lo que habrá sido, -o habrá puede pensarse la constmcción del fantasma.
sabido-- ordena y da sentido, no lo que fué, ni lo que es. El síntoma , el sueí'lo, que se inscriben como contingen­
Recordemos textualmente el comentario de Freud en sus Il'S, son formaciones que se producen en el apll?s-coujJ de
trabajos sobre iVletapsicología: "Los procesos del sistema in­ Il n saber, un saber inconsciente. Es decir, cuando Freud in­
consciente son atemporales , es decir, no están ordenados I rnd uce el concepto ele represión -propiamente dicha­
con arreglo al tiempo, no se modifican por el transcurso de 110 se trata ya del recuerdo olvidado , sino de la representa­
éste, ni en general tienen relación alguna con él".í No están (¡(m de la pulsión que ha penetrado e n la concie ncia y re­
ordenados de acuerdo al tiempo cronológico, pero en la primida apres-coup, siempre inscrita en un marco y encade­
medida en que estan sometidos a las mismas leyes del len­ namiento memorial originario.
guaje, la cadena discursiva se inscribe en un orden lógico La represión originaria , que comprende un nudo pulsio­
donde el significante por llegar va otorgando sentido en la Iml i.nconsciente primario, tendrá consecuencias capitales
retroacción a esa sucesión de significantes anteriores a él , p<I ra el destino de la pulsión. Sin embargo las representa­
en una cadena donde habrían podido sucederle otros o don es reprimidas apres-coujJ conocen el mismo destino
bien habrán de sucederle otros que resignifiquen apres­ que la represión originaria. Lo reprimido originario ejerce
coujJ al anterior. \lI1 a atracción hacia sí sin la cual no se daría la represión
Las consideraciones sobre la atemporalidad del incons­ propiamente dicha. Así, lo reprimido originario queda fuera
ciente se colocan en un plano distinto a lo que podría Ila­ ti!:' to da experiencia histórica , como algo extrat'lo, extranjero
nurse la atemporalidad del ello. Detenerse aquí podría per­ al sujeto. A pal1ir de esta idea podemos decir q ue somos
mitirnos abordar los distintos planos en los que un caso, una incógnita para nosotros mismos, una x, lo que hacemos
una historia , -en la que ahora nos ocupa , la del hombre () lo que pensam0s es para nosotros mismos algo ex-trano,
de los lohos- puede ser pensada . un no sabido , ya que aquello que es lo más íntimo cn no­
S(ltros mismos, es justamente aqucllo que no conocemos.
2 Freud , ~.: De lo his/urio de 11/10 n(,/.Imsis ir{/ái1lil, Obras Compl eras , Alllorror­
tu T. XVII , p;í g. 95 .
~ ibid , 1'''1'. lO. 'i Freud . s.: -'la . conferenciJ . La descomposici" 11 de lo persi)17olidac! ¡ISíl/l/i c(/.
'1 I'reud . S.: lh"'(~i()s sobre m('/upsicolugíll, O .e. AmorrurLu , ·T. XIV, p:'g. 154. O .C . Amorr","IU . T . XXII, P",'(, fí\! .

146 H .7
Eso no s ah ido, ese prime r real en el su je to, p roporciona 1II lttlon d e la escena p rimo rdial , e ncontrarnos en F re ud el
al historial dd bombre de los loIJos u n enorme valo r para 1. 1 ¡¡-¡tInto ele ubi ca.!' e n e l pas~ldo de ';ergei Pdrov el recu e rdo
retlexión e n el campo d e l análisis. di LI rea li dad de la escena.
'al como Lacan lo señala , la o bservación d e 1 reud sv I le la teoría del trauma, es dec ir, d e la experie ncia pri­
centra y se concentra sobre la h úsqlJ t:da cleLaJ!ad~l , ar as iu 1 Il'J.1 de F reu d , se desprende p o r un lado un ca r:lcter de
nadJ e incl uso, en co ntra de lo s hech o!'), d e 1(;1 ,. , p iezas qUl' i' 11 dond e lo traumáti co queda como un nucleo patóge n o,
pudicra n o rd c na r y da r .,entielo a e ')<! "neu rosis infa m il" . ' '11 no al yo , excl uído de l o rd en simhólico, dejando hu el las
La pregunta sobre el esta tu to ele la realid ad de lo s acon ­ t¡ l ll (!Sli.lll en e l origen de los síntomas. A su vez, el recu e r­
tecimie n tüS qu e p udiero n o cupar un lu ga r de term inante e n o1 ( , rep rimido , sólo e n un mornento a pusreri ori se transfor­
el o rigen de lo~ sí ntomas ocupó ,,1 Fre ud no solamente e n 11.1 en trauma ti smo. Proceso CjLle lu ego llamará retorno de
este a náli sis sinú p rácricame nte toda Su ,'¡el:.!. ))e,. , cie s us pri­ 11, reprim ido. Est,1 idea la e ncontramos d esd é el Proyecto:
m eros (;'scritos sohre la his teria, - } la neurosi s en ge ne­ [)ondequ iera se descuh re que e~ reprimido un recue rdo
ra l - , basta s us traha jo ..., p ó stumos, como e l de J\loisés, Il ll' sólo co n efecto retard ~ld o !nachrragli chJ ha d eVenid o
Freucl se p reocu p a p o r e l es taturo q ue tie ne la re alidad , por lJ.llII1W . "C, Y en La herencia y la etiología de las neurosis:
el lug ar que la verda d -hbl.órica l) m ate ri a l -, tien e e n b '(~ rco comp re nder qu e esta relaciém inve rsa entre el efecto
vida del sujeto. 11"'lqu ico del recuerdo y el d e l acontecimienlO con tiene la
'li b ien e l lr¡¡hajo an alítico ha apunta d o haüa la búsque­ , 1~6n por la c ual e l re c uerdo pe rma nece inconscie nte. ": De
da de la \'e rda d del s ujeto. la concep tualizac ión en torno ¡¡ •"(,1 ma nera ve mos d e nu e vo cómo Sé a bre e n e l psicoanú­
ella fue pUnlua li zá n dosl: en la m ed ida en la que la vida ¡I"IS esa dimensión te mporal. e n una persp ccti\ a dist inta a
fanta s mjt ica ocu pa ba un lug ar centra l e n lel teoría e1el tra u­ I I del tiempo l/u e se mide por re lojes y ca lendarios , que
m.a. El descubrimiento eJ e l inco nscieote y de la sexualiclad I H Id ría llamarse dimcn~i 6 n sÍln!?(5/ica, ~ ino co mo un real.
infa ntil ex ig ía re~¡gnifica. r () replantear la idea de la realidad ( ,ierL,unentc -dice j.A.l\.l ill e r- el tiempo tall.hié::n es ima ­
del tra u ma . H ubiese () n o acon teCid o , hu hicc.,c o no s ido un ::ll1mio, como nos pe rcatamos al hacer Un trayecLo tra nS~ll­
suceso real, la presu po sic ió n de l.a e xbten cia de la fantasía, I.ínlico, es imagin ~lr i o p ue s es e l tiempo d e nu estro c ue rpo ,
más aCln, d e las fantasías origina rias, ¡:ooduce a Frcu d a re­ 'lIJe c., ufre a vt'u:s du ram t:!nte los efectos d e lo q ue se ll a ma
nunciar a la ide a de 1.1 ren li eb cl de las escen8 S tmu nü ticJs y j(!I- lag. Es cierto que existe tamhién un t iempo simbó li co
adoptar Id idea de u na rea lid ad psíc¡ uic l pa ra explica rlas. ( ji Il! t()do~ lleva mus en nu estra mLl11eCa , pero <.:n el an:.í lisis,

Esta r eali ddcl ps íqu ica n o es puram e nt e si n ó nim o ,k [~.... l() e stá m ús ocu lt o , e l ti empo es un reaj" .tl
mundo in terior, s ino que d esigna un nuclo rea l, d e d o nde Justamen te p odría decirse que el valor ck- (~s(e h istoria l
.,e d esp re nd e e l deseo r se orga n iza e n s u bCI stj w:'du infini­ Il'siclL' en el Jugar --<"jUC para Fre ud resulta cada VL'7 más
ta y sie m pre fal lid a del objeto q ue lo llene. Es decir, intro­ Il'levante- que ahí ocupa e l fa nt:lsma .
duciendo la d im e nsión del d e!-iC:!o. es com o .h e ud se li be ra En el I.)()mhre de los lol?os ap recia m o ~ el intento d e
de la oposición entre C:-.cen a re a l o fantasead a . El deseo, I:rt:'ud de ~Irticul ar el fa ntasma originario con las fI gu ra ,; .,in­
ajl'no a esa It)gica, es 10 qu e ordena 13 v ida psíq uiGl , y lo gl1lares IIn puesw s por los aCo ntee im iemo s comingc nLc'" dI.!
c¡ ue le otorga su ILl g~lr de realid'H.I. 1.1 historia perso nal. En un orde n "line al " \emos insc rih irse
De la teoría del Lra uma a l desc ubrimiento d e 1:1 vida fan ­ los suce.'iOS, lns personajes , los .,íntomas. Las puntuac iones
f<I :-,m:í tica y d e ahí a las t e()ri zacJ() n e~ que se de::.prenden
de l histo ria l de l hOlllbre de los lobos, fund arne ntal m c n re en h Prt 'lId. s : J'ro)"ec¡" d('psu.;f)I(~~í{/. o .c., !\Jl]()rrorlll. TI. p;lg. lO:!
FI~ lIc.I 'i . O/¡m" c·"III/,It'lus. Amorr"rlll "ll.. T. 111 . p:lg. I S:\.

lo que Loca al pu mo J1<x.L!1 (It: este a n ii lisis, es ue-u r la cons­ H ~ li l kr. .l-r\ .' f iel" (' il/umscif!Jlle. \I,Itl.I T1li :rI p:lg. l l.

1'10
que se presentan a diferentes edades, al ano y medio el ac­ ~omo lo dice Freud, soñar eS una forma de recordar, 10 cabe
ceso de malaria, a los 2 anos y medio los recuerdos encu­ preguntarse, ¿qué es recordar? Ac¡ui cabría traer a la me­
bridores, 3 aúos y cua110 la seducción, a los 4 la angustia a moria esta definición que Lacan hace de la historia: "La his­
raíz del sueúo, a los 5 la alucinación del dedo c011ado, más toria no es e! pasado. La historia es el pasado en la medida
tarde las manifestaciones obsesivas, etc. ') ~ ll que es historizado en el presente -historizado en el
Estas puntuaciones , más que posibilitar la construcción presente porque fue vivido en e! pasado. "ll
de una historia, permiten desarmarla. Más que mostrar una Si la temporalidad de! inconsciente es lógica, es porque
continuidad , seúalan, para freud, puntos de fractura , dis­ se I'itúa en la dimensión simbólica de la al1iculación de la
continuidades. Estos sucesos podrán "re-significarse" a par­ cad ena significante. En la cadena , el orden productor de
tir de la construcción, la invención , de Otra historia, la his­ sentido no es progresivo, sino siempre retroactivo, con ese
toria de algo que nunca sucedió: lo oriRinario. significante que en la cadena vendrá , con posterioridad, a
De hecho, las protofantasías, la seducción, la castración, da r sentido al significante anterior a él. Podemos así vis­
la escena primordial, remiten todas a la cuestión del origen, lumbrar una analogía entre la teoría del apres-coup que
el origen de la sexualidad , de la diferencia de sexos, del Freud sostiene y la articulación de la cadena significante de
sujeto. ac uerdo a Lacan.
Freud busca establecer la realidad de la escena primor­ Partiendo de la articulación primera del grafo -en lo
dial. Tal como Freud se empeña en demostrar, el sueño de q ue concierne a la cadena significante-, podemos extraer
los lobos colgados del árbol , luego la angustia a la maripo­ LUla idea de lo que el historial devela del tiempo del sujeto
sa veteada de amarillo aparecen como "puntos temporales" del inconsciente. Para ello quisiera citar textualmente una
que revalidan , reactivan , con efecto retardado ¡ nachtr­ no ta a pie de página del historial: ".. .no perdamos de vista
iip,lichl, la observación del coito al año y medio y entender 18 situación real, a saber: que el analizado expresaba, a la
con ella la posibilidad de castración. Castración relacionada edad de 25 años, unas impresiones y mociones de su cuar­
en última instancia directamente con el padre, y ello, a to año de vida con palabras que en esa época no habría
pesar de no contar con otra referencia que la explicación hallado. Si se descuida esta puntualización , fácilmente se
de seguir el arquetipo filogenético. Es decir, a pesar de que ha llará cómico e increíble que un niño de cuatro aúos pu­
en "los recuerdos" de Sergei la amenaza proviniera en efec­ d iera ser capaz de tales juicios expertos y sabios pensa­
to de la madre o de la ñaña. mientos . Es este, simplemente, un segundo caso de
Volviendo a la idea de la atemporalidad de los procesos lVa cbtrCip,licbkeit. Cuando tiene 1 1/2 años el niño recibe
inconscientes, ella es correlativa a la no sustancialidad del una impresi()I1 frente él la cual no puede reaccionar sufi­
inconsciente. Es decir, c¡ue cuando hablamos de reconstruc­ cientemente; sólo la comprende y es capturado por ella
ción o constitución de la historia del sujeto, esto tiene que cuando es reanimada a los CU8tro años, y sólo dos dece­
ver con algo distinto a la ubicación de los sucesos o expe­ nios después , en el análisis, puede asir con una actividad
riencias que tuvieron lugar en el tiempo, en el pasado. Que de pensamiento conciente lo que ocurrió entonces dentro
el inconsciente nada tiene que ver con un lugar donde irían de él. El analizado prescinde , pues, con razón de las tres
c¡uedando guardados los recuerdos, suceptibles de ser o no fases temporales e introduce su yo presente en la situación
rememorados en un presente, momento evanescente que del lejano pasado."1 2 Entonces tenemos tres tiempos, el de
desaparece , dejando de ser desde que se habla de él. Si, [al
10 Freu cl , s.: De la bis/uri(/ dc /.l/Uf He /./ltisis il1jáll/il. op. ( il. pjg. 50.

<) Vt:r n()t~l ;.lgn.:g~l c.hl l 'n ]1) 2 'i dondt.' FrclId hace b cron o logLL 11 La C It), J : l.es {;cri/s /ecb 11 iq/lcs d" Freud. Seuil, pétg. 19

151
la t:~c e n<.l hasta ('} sucllo, el del suenu Justa la cura y el liempo I llndenando al humbre de los luIJos a quedar J'ijado en d
mismo d e la c ur:1. In ~l a nte de la mirada , atrapado en el propio deseo de
I l'l'lI d.
Si la posihilidad ele cernir el inconsciente es desde un
Primer C ISO de {/pres-colI/J Segundo caso de ({jJres-uJ/lp
tIe m po lógico , y desde su ~lrticulación en lo simhéllico ,
l ()m o ahon.Ltr-desde ahí el prohlem:.t de reconstrucciéJn de

1,1 e scena primordial en el historial del Homhre de los


1.5 ,111<:1 ....~A ,lI10S inranci~ ~25 :1l10S
I.llhos} ¿qué efectos tiene ella para un sujeto' i.Cél!110 pensar
1.1" co nsecuencias de que el analista se anticipe a fij~lr un
phlzo al término del :ll1{¡lisis(
P:u a orientarse con respecto a estas interrogantes. es nc­
I·l.sar io insistir en la distinciéln de lo que constituye un~l es­
I l'na. Es decir, lejos de uhicarnos en la realidad del aconte­

1 im ie nto, -desde la pc:rspcctiva silTlhéJlica dd tiempo-,

11.l hría que detenerse en lo real de la escena. Fn ese senti­


Repd ici{ln del prim<.:r caso l'arle inf...:rior del graro dI) podríam os distinguir entre rememoracj(m y repe tición.

11 escena construícla no es recordada por Scrge i, es repeti ­


d:1. No sólo a traves del sueño. sino en su \'ida. Sergci e,,, el
Grllscl~ ~larip()S a S( A}J.. ~\ (' fceto d e este real , ese real que como lo define !.acan. apa­
Il'ce como aquello que retorna siempre al mismo lugar... " él
I'se lugar donde el sujeto, en tanto piensa, donde ti res cu­
,~¡la/lS, no lo recncucntra ".1 5 Lo que no ces,) de no escribir­
I (1\ )
"l', es decir, otra forma de definiciém lógica del retorno ,
IVr1ck:ncia reirer:ltiva de bClsqueda de sufrimiento.
La escena es construída por Freud a partir de una se ri c
.Junro al orden cronolélgico, vemos enton ces inscribirse otro tilO inversiones que opera al interior del relato del sueno
tiempo, d del apres-coup. Con la estructura de b cOn1unica­
que Scrgci ticn e a los cuatro aÍ10s () partir del cual se de­
ci(m vertida en el grafo, vemos que la signific:.lci(m se ohtie­
ne: en seA) en la retroacciéln de la linea 1 p<lsando por A. En "L,t1c ldena I:.l histeria de angustia . Alrededor de este suello
el tiempo de b escena al sueno, la escena primaria hahría gi11.l todo el an;'ilisis y su inte:rprctaciéln la cual lx' rmite ar­
tenido lugar al al10 y medio. Es a partir de b estructura tem­ titula r "todo lo que es asumido por el sujeto como su his­
poral del apres-coup, con el sueno que tiene lugar a los 4 Inria '·. Dice Frcud: "'cl enfermo !lO hace sino repetir la si­
a110s, qu e esas impresiones recogidas al ano y n1Cdio ser;'in Illación de la llamada escena primordial: ... Sig ll e siempre
resignificadas, "comprendidas con efecto retardado ". Queda !'ijade. como hechizado de:ntro de la escena que se \'olvi(l
así el SLlCI10 "sancionado" por una .<.;ignifiGl ciéln . Cuando IcClsiva para su vida sexlIal y cuyo retorno aqu e lla noche
Sergei se somete a análisis con Freud, se introduce a un 11.: 1SUC!10 inaugur(l su condición de enferm o." ) i
tiempo I(lgico que es el de la cura. Anticipando un tC:rl1lino La repetici6n , en su vínculo con lo imposible , q uc 1ll:Clre,l
él su análisis , Freud no toma en cuenta las inlpli caciones
miSlnas del concepto de apres-coup por é:l desarrolbdo,
I .~ LI l':tIl . .J. : I.es (j llel l TI' C(¡ l/ cc 'jJt.l'ji JiIl /(I!IU' i IlO/!.\' de /(/ /).1')',,1>(/1/(/11 'se. Sl'II ¡I. 19"';'>,
I J.Ig. 1').
12 I'rclId . S.: J)(' !t/ ¡'¡sl <JJ'/Ú de / /1 /(/ 11l'1Ii'fisis il/¡(¡ mil. 1',"g. '5- 1 i. I I F,,-u K I. S.: f)c ja b istu ria d e I/l W Jl Cll m s(, i Jl/(¡¡¡ l il. cit . p" g. ')2.

F:i:)
"el eterno retorno de lo igual" como lo define Freud en labor de "arquéologo" que busca las huellas perdidas de
il1ás al/a del PrinciPio del Placel~ borra toda historia. El una historia que hahría que reubicar en su lugar, recordar,
bOll2l?re de los lobos es sólo eso; hombre DE los lobos, suje­ etc , busca más bien desarmar la novela. Cuando Frcud
to atrapado en el horror y la fascinación de una escena, su­ pone el método sugestivo al método psicoanalítico, se
jeto de esa escena. "irve de las fórmulas que en relación a las artes permite a
El sueño soñado numerosas veces desde la infancia , es Leonardo da Vinci oponer la pintura de la escultura. IvIien­
el fantasma puro c1evc1ado en su estructura, que permite a tras que la pintura trabaja per vía di porre, la escultura,
freud hacer esa relación del fantasma con 10 real. Un dice , opera per vía di levare, así, la terapia analítica, intenta
marco, la ventana , el árhol cubierto de lobos que lo miran "restar" "retirar", en tanto que con la sugestión se agregan
fijamente desde las ramas es, como lo señala Lacan en el elementos ajenos a la historia , al discurso del sujeto. Esta
Seminario sobre La angustia, identificable en su marco y metMora de la operación per uia di leu{{re, permite en cier­
en su forma a la función misma del fantasma , en su forma ta forma dar cuenta, desde Freud, del sentido de dicha pro­
mJS angustia,nte. "Se trata ahí de goce , -dice- presentifi­ p uesta, En el análisis, no se trata de un intento de llenar las
cado bajo esa forma erecta erguida; el sujeto no es más que lagunas de la memoria, hurgando en el pasado aconteci­
erección en esta toma que lo hace falo , lo arborifica, lo fija mientos olvidados o deformados por la usura del tiempo.. ,
entero." J ') Ta mpoco de tallar la piedra para encontrar dentro de ella la
Volviendo a lo que se afirmaba anteriormente , me parece figura ya contenida ahí. Ahí no hay esencia alguna, El suje­
que uno de los planteamientos más importantes que se to es, como decíamos, un no sabido, un real , donde el fan­
desprenden del análisis de este historial , concierne al lugar tasma se construye y lo constituye. Si nos servimos del
que va t0I11,l11do para el mismo Freud la construcción de la ejemplo de freud de la operación de restar, de retirar, es
c.s cena, su relación con la realidad , y fundamentalmente, el para insistir en la idea de que en el análisis, lejos de inten­
lugar que estas consideraciones ocupan en la cura, en el tar agregar -recuerdos, fantasías , etc-, se trata de des­
análisis. construir, "romper" esa eterna repetición sostenida o man­
Podemos observar cómo en la redacción del historial en tenida por el goce que impide hacer del sujeto un sujeto
1914, el planteamiento gira en torno a una evento que deseante.
tiene lugar en la realidad y que el sujeto vive como algo Entonces, Sergei Petrov nunca dejó de ser el hombre de
traumático. los lobos, ¡Vlás allá de la polémica que el historial abre en
Un par de años más tarde, (1916) en Las Lecciones de In­ torno a la estructura clínica , al episodio psicótico, lo que el
troducción al psicoanálisis, y en una nota de 1917 del análisis con Ruth Mack Bruns\vick descubrió , las memorias
mismo historial, el lugar de la realidad es relegada a segun­ que el mismo Sergei escribió, cabe preguntarse sobre aque­
do plano, Ella impona poco, llo que pudo determinar esre destino, J~'I bombre de los
Por otro lacio , como lo deCÍa al inicio , lo que interesa en lobos hasta su muerte , siguió conservando ese seudónimo,
el campo del análisis, a lo que apunta , más ;:illá de la cons­ y durante su vida nunca dejó de ser un tesoro vivo, -suJ'­
trucción de una historia , es a su desconstrucción, a partir vi{)ing l1umument- dentro y fuera del medio psicoanalítico
de lo cual se articularía el llamado atravesamiento del fan­ a quien Sergei solía vender dibujos de los lobos, réplicas de
tasma, Es decir, lo que el an<Ílisis del hombre de los lobos aquel dibujado para Freuc.L Sin embargo , lo que fué lel vida
muestra , es que el trabajO analítico antes que ver con una de Sergei después de su "fin " de análisis con freud, hacen
pensar más bien en un estado de momificación absoluto.
1'5 Lac~n, J : Seminario X , f. úl1w.Jisse, ine'elilo, sesión <id 2<) ele m:tyo el" 1<)63. Así lo refiere , por ejemplo e l testimonio d e K. Obholzer

154 ] 'j'j
quien tuvo algunu:-; encuentros con S,p, en los ú!timo s años
d e su vida: "mi<:ntra:-; más vic jo se volvía, más iba queclan­
El tiempo de A (fÍ)

do fijado en cienos estereoripos de los que cada \'ez menos


podía Iibera r:-;e ",I ()
(o de la lógica de a, al alogon)

Laca n , en el Discurso de Roma , comenta en reb eión al


tiempo Il)gico, que el hombre de los lobos q ueda alienado
Modesto Garrido
de su verdad en razón de b anticip::lción de Freuel por fijar
un termino al ~lI1álisis, y en el cua l q ueda an ulado el tiem­ '"eSlióll de tiempos
po para compren der en beneficio del momentc} ele concluir.
Ant ic ip;.¡ndo e:-;l e m omento, Freud condena a Sergei a q ue­ Mientras que parecería que en la IcorizaCJon freudiana la
dar atrapado en un d eslino que Freud forja para el, Es por rdl..!re nC'Í<:l al concepto de tiem po , en relación al inconscien­
ello que el hombre de los lobo,"" queda indefinido en su eter­ tI. p udiera ser simp lemente re ducida él la lesis de el incons­
n o retorno , como Morel , en su isla , con su inve nció n , de­ \ ll:nte co mo <ltLmpor:J.1. 1 este.: mbmo con cepto , l iempo,
j,lndo en ulla rep<:tit ión infinita , que en ella se refl ejen una [I.:ne en Lacan una gran importancia , pue> él no se limita a
y otra vez sus fanta:-;mas, su~ tene r la afirm ación de una cierta alcmporalid.ld sino q ue
illlcnta incluir al tiempo como un even to ce ntra l en el psi ­
(oan i lisis ,
No se tra ta en Lacan , corno hien lo seI'lala Erik ]Jorge,
tamo tle :-;itu ar a los eventos lógi cos L'n fu nc ión del lil:.: m­
po: (lo cual es el objetivo de una lógica del tkm p o) " ino
tic roma r al tiempo como eY(:~n lO ]()gico " 2
Pues sí l:1 proposición freudiana de la :llemporalid,ld del
incomciente n os remire a b imposibilidad de aborc.b r los

'1'n l,.,rl J")Ullto Illc' pC"TnilO roz.;lr dc' 1);,,,,,1,, un il "U:I 1l1I.'Jl'Cl'dor eIeI 111:" pro­
tllndo tr: (L"n i, 'ntD, l.;¡ k,¡" J~' K;llll " ,'glUl I;¡ l'tIC" I ll'lllPO ) c'spacio 'Ol! l'onn:l ' tW­
"'s:tr ia" clv l1ueS lro PlC'1,'''l11 ie'l1lC) puede hoy S()Ill <.: I<:r,"-.' .1 !'l'\' isi(>I1 " h " 1, d ~ cic" '.
II J' L. o!loc imil.:'nlos psic(J;¡ Il~ ¡\írico ..... T ..:nl'!'l lO'" ;H'l t [:~ ~ I;I(I() qll~' 10.-, pnwc;...o . . ~Jní'ni('l)s
/rh un :-;(ít.:nt~s . . on en si ·· a tl'lllr>or~ dl;'s ·' r . . !n . . i~n i rtc L en p rinl t: f It":Tfll in\). qUl. no . . 1.'
tlrd1'n:lmn lC'1l1p oralll1.:nl.:, qlle l ' l lil!lllPO no : Ih c:r~, n",h .:n , 11"" que' no pucde
¡lp"rt.ír",1e, b r "p rl'~.:nlaci(m l lc-I ricl1l p", " Fl"f'lId S, " \1:" ,1 1I.í del p nn..-ip io ud pl;¡­
U 'rO, l'n 01)/'(1$ «J/II/J!e/{I_'. \, Dlullll'1l l?l, IIII.-no, \in:", f\rllurrrJr[ U , 'dil"r<,', p 2Ft
Ahi dond" Ele lle"l'IT" 1raduce: "no pu edl' ,t¡} ()rI:lru.:k', la rep rc:,'c'nl,ld¡'lI1 cid
11, 'llI pl" Lop,_'z-halle,'lc'l'C" nos ot'r,·",' "no 'oc' le', p llc:L k ap lic,,' t,¡ ¡d .... ;1 lk ¡iC: Il'l0o,"
h,'ud, s, " \ Ia, alJ;i del princ ipIo dd pl: lcl,'r' , c:: n Ohm' CO IT//,!e/((s, lomo 111. \¡¡¡ d ri d
i\¡II!iO!L,.:" 'uel.!. p , 2';2U, E l texlO c:n akllla n c', d ,igllí,'nlt: "(b" m,1Il dic., Zdl
'"\I<,II((II,~ nidl1 ,In ,ie, h c:nll1 hrin~l:n 1<.; "111 ' \ '(J/,"e//III/!;, p,l"'br" quc " i i>¡en p unJc
.,'r l'Ofl'c:<l amc:nl ~ lr:ttlUl l t b UJII1 (l n: pre:,vnt,(('Íún lI.m() "11 c,l h'XlO dc' I:l,'hc'\,'ITY ,
liult princi¡xllrnL'nlc 1:. 1 conno\;tc iú n de "¡c1C'~I, il rul..:ti n dciún ~ . Cn'u quc en l.""'le ~t'1ltl
L

do 1, lI,lLllIlúún ofrecid" p or L()pc~I.· ll.ilk-,lcT(),' ,OlllIlCITl! cbr:1I11l:nl <.' n>n 1:, 1'1"1 '"
d~ I'n:ud, :.Ict:ntu;ll1do :d llliS!TI ( > !i ~'rnp() lo qu~ ""Le q U ilTc' lmn'lnllirnns,
16 O¡'Ii"lz, 'r, ",, : JIJe I I'u(/ IIWII Si,\'{l'.l'NII',; !({/N, ROlll leclge ~ Kc'g'''l 1"1lI1. [,( '11 ­ 2 I'orgl'. J' r ik, 11 ~X9): Se cIJll'lp/<!r Imis, l." /('m/,.' /o,c#'/I/C de }.{JUIII '!'olll"u'l',
d r\.· ~ p~í:~. i l .
r"r.tn ,'¡a, I,:dillof), Er2s, p , "2.

1 ')() i')~
"procesos inconscientes" en funci6n de una cronología , (Jo IH) hay esos tres, no hay nada que motive aquello que ma­
cual me parece el punto central de la tesis freudiana) resul­ ll if'ieste con claridad el dos, a saber esta escansión que he
ta innegable que en varios de sus pbnteamientos te6ricos 1 k:scrito y que es aquella de un detenimiento , un cesar y

podemos encontrar con frecuencia deconstrucciones que IIn reC()menLar. "·~ Lo que me parece ya claro en el texto
proponen tres momentos determinados : la gram{¡tica del ,>obre El tiempo lógico ...
fantasma en ;pegan a un nil)o', su proposición teórica sobre Según el propio ejemplo que Lacan nos ofrece, es des­
la compulsión a la repeticiCm, o la determinación de la es­ pués del momento de concluir, después ele que los tres pri­
tructura del sujeto a panir de tres generaciones, para sólo ... joneros salen de la habitación , que "los tres sujetos dan
nombrar algunas, Proposiciones donde podríamos encon­ luntos algunos pasos que los conducen directamente a cru­
trar un cierto esquema reductible él: :ar la puerta. Separadamente, cada uno propone entonces
l/na respuesta"¡ y es entonces que cada uno de ellos al
j\JOl1lento 1 ¡"Iomento 2 ¡Vlomento 3 ()frecer su razonamiento lógico, ofrece una deconstrucción.
Pero plantearlo así supondría que "el tiempo lógico no
La proposlClon lacaniana del tiempo lógico implica que ce; en realidad una lógica del tiempo sino una lógica del
estos momentos sean o puedan ser abordados como even­ acto. Una lógica del acto determinada no por el tiempo,
tos lógicos , o mejor aún, que dichos momentos se <l11iculen sino por los tiempos"'í.
entre sí como eventos lógicos, Nada en ellos que suponga Los "tiempos" hacen aquÍ referencia a momentos de sus­
una cronología. Es sólo en un intento de nominación y di­ pensión de una relación dada y surgimiento de otra; cam­
ferenciación que dichos índices aparecen. bio estructural, cambio en la relación existente , momento
Si he utilizado el término deconstrucciones refiriéndome de cOl1e.
él algunas proposiciones de Freud, es en t:mto me parece
que el planteamiento de dichos tres mom.entos se produce El acto, tiempo - movimiento
a partir del abordaje te()rico de un evento ya dado. No se
trata unicamente de localizar los diferentes elementos sino Pa ra abordar al tiempo como evento I()gico al interior de
primordialmente de acentuar los diversos tiempos, es decir, una lógica del acto me permitiré retornar al cIerno cuestio­
las diferentes relaciones e ...;tructuraIes o lógicas entre ellos. na mienro del movimiento.
Lacan mismo , en relación al tiempo lógico, supone que En L IMAG/-:'-¡\fOUVE.MEiVT Gilles Deleuze aborda y co­
IaposiI )ilidad de nombrar estos tres tiempos es pa11iendo menta tres tesis de Henry Bergson sobre el movimiento. La
del tercero: "Yo había en otra ocasión producido algo que p r imera tesis es la siguiente: "el movimiento no se confun­
se llamalxl el tiempo lógico. y resulta curioso que haya co­ d e con el espacio recorrido. El espacio recorrido es pasado,
locado como segundo tiempo el tiempo para comprender, el movimiento es presente, es el acto de recorrer. El espa­
el tiempo rara comprender aquello que hay qLlle compren­ cio recorrido es divisible y aun infinitamente divisible,
der. Fs lu único que yo he hecho dentro de esto tan claro m.ientras que el movimiento es indivisible o en todo caso
como es posible , (;s la única cosa que había que compren­ iIlO se divide sin cambiar ele naturaleza a cada división. Lo
der. Que el tiempo para comprender no funciona si no hay que supone una idea ya m{¡s compleja: los espacios recorri­
tres. A saber, eso que he llamado el instante de ver, des­
pués la cosa para comprender y el momento de concluir; .) Lacan , J : /.es l/Oi¡ -dujJes errelll. S" lnínar;" d,," ,) de' ,¡lx;1 1')7·í. in"diLO.
de concluir, como creo h:1berlo sugerido suficientemente el LLC"I1 , J ( 1')'í'í ): le lellljJs !op,ique el I'mserlio/'l de u : rl i lude (I/¡lici/,lÍe. En
Fcnjs. P:lrís. 19(,6 Ed. dll SC'uil. p. 19H.
en ese at1ículo , ele concluir defectuosamente. Sin lo cual, si ) l'(Jrge, E. O/) cil. p. H5

l'íS 159
clos pertenecen (Ocios a un único y mismo e ~pa cio homo­ rl'aliza sino cuando el todo no es ni dado ni dable. A panir
gé neo, mie ntras que los movimientos son heterogé neos e le que se da el todo en el orde n ete rno de las formas y las
irreductible:. entr e ellos". Re.sulta nclo de ello qUe "ustedes poses, o en el conjunto ele instantes cualesquiera, entonces o
no pueden reconstituir el movirniento con posiciones en el hien el tiempo no es más que la image n de la eternidad ,
espacio o con instantes en el lie mpo , es ck:cLr con "cortes" () h ie n la consecuencia del conjunto: no ha y más sitio para
inmóviles ... .Esta reconstitu ción , ustedes no la hace n sino l'1 mov imiento real"7.
agregando a las [Josiciones o a los insta ntes la idea abstr~lc­
ta de una su cesiÓn , de un tiempo mecánico, homogé neo, ¡. es ti Il todo ahiel1o, () toda ahertura
un ivers;tl y calcado sobre el espacio, el mismo para todos
los movim iento s. De lal forma que pierden el movimie nto l.;,t tercera tesis nos es ofrecida, según palabras de De1euze,
ele dos maneras. Por un lado podrán aprox imar hasta e l in­ med iante una fórm ula b rutal: "no ünicamente el instante es un
finiro do..,; instantes () clos po siciones: el 1110\ imiento se hará 'orte inmóvil del movimie nto, sino que el movimien ro es un
siempre e n el inte rvalo enfre ellas d o s, p or 10 tanto a sus corte móvil ele la duració n, es decir del todo o de un todo"8
espaldas. Por el otro, podr{¡n dividir y subdividir el tiempo: En esta fórmula el mOvimiento nos es p ropuesto como
I mo vimiento se ha rá siempre en una du ración concreta, corte móvil de la duración, concepto que d e alguna manera
cada movim iento tendrá e ntonces su propia duraciÓn cllali­ rem ite a la dimensión temporal, que al mismo tiempo nos
tativa" () Tal ('oncepcicm supondría elllon ccs dos fórmulas l,;S presentada como un todo.
o[Juestas e irredu ctihles de aborebje elel movimiento. Por Cuando Dele uze inte nta definirnos al tod o . cstahlece una
un lad o , "cortes inmÓviles + tiempo abstracto " y, por el diferencia entre dos concepciones: por un lado , el todo su­
)1 1'0 "movilnie nro real- duraciÓn concreta ". puesto como suma de paltes o elementos de un conjunto
SegCln Deleu ze , en l 'évo/uLion créatrice, Bc rgson nos y, por otro lado, el [Odo concebido como las re laciones
ofrece una seg unda tesis, de la cual no hay una formula­ 'xistentes entre d ichas pa rtes u objetos.
ción tan CrJ11crct<l com o de la primera, es la que menos in­ "Si hu hiese q ue defin.ir al to do. se le de fi n iria p or la Rela­
te resallle para Jl ue"tro tema me parece. En esta segunda ción. Y es que la reldción no es una propiedad de los obje­
tesis se trataría n uevamente de dos formas de ahordajc y tos: e Ua es siempre exterior a sus términos. De tal forma, es
sohre Lod o de inte nto de reproducc1(m del movimiento. La insepara ble d e lo abierto y p resenta una existe ncia espiri­
p rimera, él pa rtir de instantes privilegiados o poses: así, por tual o menl~ü. Las re lacio nes no pertenece n a los objeto s,
ejemplo podría mos inte ntar reproducir e l trote de un caba­ sino al tod o, con la condición de no confundirlo con u n
llo a partir de un cieno nClmero de poses . La segunda sería co n ju nto cerrado d e objetos. Por el mo vimiento en el espa­
la de asociar al l1lovi mie nLO, ya no con instantes privilegia­ do, los obje to s de un conjunto cambian de posiciones res­
dos, sIno con el insta nre cualquiera; el cinematógrafo, éll re­ pectivas. Pero , p or las relaciones, el todo se trj llsforma o
gistrar e l Lrole de un cahallo no registra poses , sino aun ins­ cambia de cualidad. De la du raci ón mi.-;ma o del tiempo,
tantes que fueran "formalmente imposibles como poses". pode mos decir que el es el todo de las relacione s"9.
Pero, co mo concluye Deleuz e , "en los do s casos se pierde He aquÍ una definición extraon..lina ria d el úempo . Del
e l movi mie nto, p ue sto que se ofrece un Todo, se supone uempo no como sucesión continua de un cierto núme ro de
que' "[ocio t"~<¡tá dad o ", mientras que el movim ie nto no se
7 Ihirl , p. 17.

H Ibid, p. ] 8.

() Dd,:uI:C'. Gil b L i 19H.3 J.: 'IJ1J/IGE-. \ j()[ '1 'f::Wi.\T. l'"ris. Ediliol1s d e m inllil.
p p . <)- JiI. <) lhiel.. pp. 20-21 .

l(íO leíl
elementos temporales, relacionados () calcados de elemen­
tos espaciales discretos (puntos, poses, ete.), sino como un Il'ció n]; mientras que 'movimiento real- duración concre­
todo abierto que remite primordialmente a las relaciones " rem ite a la apertura de un todo que dura , y cuyos movi­
(¿estructuralcsn entre objetos o elementos de un complejo '1I il! ntos son asi mismo cOltes móviles que atraviesan los
y que, en tanto que abielto, no pueden ser determinadas I,Lemas cerrados [acto]"13.
en su totalidad . La acción remitiría al movimiento en el espacio, el acto
Pues como insiste Deleuze, "no se debe confundir el Ji tiempo, es decir, al cambio de espacio. Un acto, que no
¡ ma acción, transforma las relaciones estructurales existen­
todo, los "todos", con los conjuntos. Los conjuntos son ce­
l e<; e n las cuales se realiza: de ahí su irreversibilidad.
rrados , y todo aquello que esta cerrado es artificialmente
cerrado. Los conjuntos son siempre conjuntos de paltes.
Pero un todo no es cerrado, está abierto, y no tiene partes, NeR ro o blanco, () ¿'Ying y Yang?
salvo en un sentido muy especial, puesto que no se divide la an ticipación y el c011e móvil
sin cambiar de naturaleza a cada etapa de la división"JO.
De la misma forma la conclusión de cada lino de los Puesto que 'en toda identificación se encuentra eso que he
presos en el texto lacaniano: 11 "soy blanco", revela una llamado el instante de ver, el tiempo para comprender y el
cierta "lógica" al establecer nuevas relaciones estructurales momento de concluir'l i i, se puede esperar que en efecto, el
entre los elementos (los tres presos, los cinco puntos de I ie mpo lógico tenga su lugar en las identificaciones sexua­
color, y la situación planteada por el director de la c{¡rce!) les . Pero ¿qué lugar? Sin querer aquí responder a esta pre­
La conclusión es el momento mismo de creación del tocio. gu nta, podemos sin emhargo indicar que es necesario,
"Hasta cierro punto se conduye siempre muy temprana­ mo condición previa, distinguir dos planos, aquel del
mente (anticipadamente). Pero este muy tempranamente es ueseo y el del goce"l'; nos plantea Erik Porge en su texto
solo el evitar un d e masiado tarde . Y esto está ligado al .Jntes citado.
fondo mismo de la lógica. La idea del todo, del universal, Lo que sigue más que intento de ofrecer una respuesta,
está ya de alguna forma prefigurada en el lenguaje" 12 L'S e l intento de ahordaje de varios aspectos implicados en
Encuentro ahora, a partir de las proposiciones de Deleu­ la p regunta.
ze, la oportunidad de intentar ofrecer un cielto sostén a la Lo primero que tendría que subrayar es el hecho de que
irreversibilidad del acto. IvIientras que el acto estaría referido l!n cada uno de los tres momentos (instante de la mirada ,
al todo temporal, la acción lo estaría al conjunto: "Los con­ tiempo para comprender y momento de concluir), el sujeto
juntos están en el espacio, y el todo, los todos son en la du­ es co nfrontado, marcado por la otredad, por el otro y, aún
ración [tiempo], son la duración misma en tanto que ella no más, remitido a, situado, en la Otredad.
cesa de cambiar. Las dos fórmulas que correspondían a la Tomemos como ejemplo uno de esos momentos , el ins­
primera tesis de Bergson ohtienen ahora un más riguroso es­ tante de la mirada .
tatuto: 'corres inmóviles + tiempo ahstracto' remite a conjun­ En principio, parecería simple localizar la otreclad en e l
tos cerrados cuyas partes son, en efecto, cortes inmóviles, y 1lecho de que cada uno de los sujetos observa a los otros
los estados sucesivos, calculados sohre un tiempo abstracto dos. Pero ¿realmente es posible reducir el instante de la
m irada, al hecho de que el preso A, sujeto del desarrollo
lO Ibídem
11 Lacan,).: l.e Icmps logique.. (JI ) eil. , p . 19H. 13 Dc leuze, c. Oi' cll .• pp. 12-22. (Los parénll'sis son mio." )
12 L¡can.]. "Conferencia en Ginebra . El sinto!l1;¡" Ci!;¡d" por Pmge. F. en Se 14 L~(,;Il1 , J. "Pl'Oble)i¡es C/1.lcitlllX pO//I' la psyc!Ja)wÓ'_'e'· . Seminario del J:) de
c(Jmplr.!1' IIVis " Op eil. p . 127. !.·"cro dc .196'). inédito.
1') Porgl-. F. Se cUllljJle lrols . Op cll., p. 12 1.

162
Hí3
lógico en el texto de Lacan, ve a el color que marca al Volvamos al preso A del texto lacaman.....
preso B y al preso C? La primera de las pro p osiciones , paradójicame nte, no
Respond amos por aho ra afirmativamente . Vis to así, la nos co nfronta a lo que dicho sujeto, segú n el planteamien­
otre dad pa rece estar situada exclusivamente en la presencia H) del problema , pued e v<:: r e n realidad. En e l re lato, el su ­
de B y e , o en la posib ilidad de acceso visual que A tient' 1110 A tiene fren te a él dos bla ncos y no dos negros.
de sus presencias, e n tanto que cada u no de e llos y ambos Según los supuestos del proble ma, en tan to sólo existen
a la vez pueden ser cons iderados como otros. dos d iscos negros, es cieno que frente a dichos dos discos
Ba jo e l subtítulo "La mo dulación del tiempo en el movi­ 11110 debería s;;lber su propio colo r. Más si tal fuera el caso
mie nto del sofi5ma", Lacan nos ofrece tres proposiciones d p reso no te ndría n ing una neces idad , para concl uir, de
relacio nadas a cada uno de los tres Uempos. I icmpo parJ comprencle r. Si [JI fuera e l caso, lo.... tres tiem­
En lo q ue respecta a e l instante de ve r, la proposición e:-. pos se uerían red ucidos al primero. Tal posibilidad no s u­
la sigu iente : pone el instante de la mirada, en tamo esca nsión temporal.
11.l Al estar fren te a dos negros, se sabe que uno es blanco. "it! de entrada q ue el conjunto de discos negros es un COI1 ­
Sobre el tiempo p ara co mpre nder: Jl lOto d e card inal idad 2, y al ver a los dos miembros de
2>1 Si yo fuese un neg ro, los dos bla ncos que veo no tar­ dicho conjunto lo sé cerrado y concl uyo e n mi exterio ri dad
darían e n reco noce rse como blancos . ('on re~pecto a él. Esto remitiría, siguienclo a Deleu ze, al
Finalmente, el momento de concluir: I icmpo co mo tiempo abstracto , pues frenle a dos negros yo
3" Yo me apres uro a afirmarme como si endo blanco, seré hlanco de una vez y pa ra siem pre, produciéndose no
para que esos blancos, así considerados por mí, no Se 1111 cOl1e (o en to do caso un ( orte inmóvil), sino un punto
me adelanten en reconocerse por lo que son. final: la cen e za eSLa cerrada, la cel1eza e$ rotal.
Otras tres p roposicio nes serán formul adas a l final del texto: Lo q ue ocurre frente a dos hlancos es diferente, p ues no
I II Un hombre sabe aquello que no e s un hombre . puedo co nclu ir. M e e nfre nto aquí a un co njunto abierto :
2'] Los hombres se reconocen entre e llos por ser ho mbres. veo dos blancos, que no bastan para ce rrar e l conjunto de
3() Yó afirmo ser un ho mbre, por te mor de ser conve nci­ discos blancos.
do por los hombres de no ser un hombre. E5LO me ofrece la o portunidad de insistir y pregumarme,
Tomemos las dos primeras proposicio nes: ¿pod ría el insta nte de la mirada ser localizado en la p osibiU­
-Al estar frente a dos negros, se sabe que uno es blanco. dad de ver do ~ discos blancos?
- Un homhre sabe aqu ello que no es un hombre. Pe ro, p ue..,to que una de mis Le sis era que cada uno de
Si bien am bas proposiciones implican una cierta posibi los U'es momentos de l tie mpo lógico confrontaban al sujeto
lidad de identificación de a lgo otro, en la pri me ra proposi ­ (.'on la o lredad, de be ría preg untarme si el ver dos discos
ció n, es fre nte a u na otredad ide ntificabl e, o bservable y blancos supone en realidad dicha confrontación .
aun afirmada (dos negros) y. en tanto tal, aprehensiblc , Res ulta cla ro q ue en un cie rto n ive l p od ría respo nde r
que el suje to puede cOIzclu i1' ser un blanco . Mientras qu e ,Ifírmativamente, e n tanto esos dos que veo son orros (alter
en la segunda , la arre dad no es ni observable ni ide ntifica­ L'gos), m as, por otro lado , p od ría preguntarme si e n rea li­
da, y de hecho , es propue sta no a pa rtir de una afirma­ dad esos dos di scos blancos q ue veo ~on la oLredad con
ción, como en el p rime r caso (dos negros), sino a pa rtir de r~specto al color ele l disco que me identific a.
una negación (aq ue llo que no es un ho mbre). Por lo cual Esos dos discos bla ncos serían realmente la otredad si yo
parecería posible sostener entre ellas una dife rencia estruc­ tuera negro , ¿pero lo soy? Y co mo lodo mundo sabe , A no
tura 1. es negro .

165
"Soy un blanco, y he aquí cómo lo sé. Dado que mis negros, no necesitaría de ningún tiempo para com­
compañeros eran blancos , pensé que, si yo fuese negro, prender. Pero si e no sale es que lo que ve no son dos
cada uno de ellos hubiera podido inferir de ello lo siguien­ negros.
te: "Si yo también fuese negro, el otro ... " .1 G . Tanto en 2Q como en 3º, el instante de la mirada remite a
La cita podría continuar, y quizás no sería V:1l10 pedir al 1.1 mirada de! otro . En ambos, A es objeto de la mirada ,
lector que vaya un instante al texto de Lacan y arroje una lunge como o/~jeto a de la mirada del otro.
mirada, pero por el momento quedémonos con este trozo, Para la argumentación que sostendrá al salir de la habita­
pues creo que podré encontrar ahí el instante de la mirada. d6n, no sólo es fundamental que él sea e! objeto a de la
"Pensé que si fuese negro", dice e! sujeto en su argu­ mirada de! otro, sino también que un instante se sitúe en e!
mentación, donde "si fuese negro" remite a ser visto como lugar ele dicha mirada, es decir, en el lugar del otro que lo
tal por los otros dos, a la posibilidad de ser portador de un mira.
disco negro para la mirada de B y de C. Entonces cada Me detengo nuevamente en la primera proposición
uno de ellos podría .. ¿qué? hecha por Lacan en relación al instante de la mirada: "Al
Es en este momento que surge el tiempo para compren­ estar frente a dos negros, se sabe que uno es blanco", y
der, y surge no para A, o desde el lugar de A, sino para, o igo en cuenta de que esta proposición se dirige precisa­
desde el lugar de B ó C. mente al instante de la mirada supuesta en el otro. Lo que
Si la mirada de éstos encuentra en A un disco negro, he propuesto como tercer punto de localización de! instan­
cada uno de ellos estaría entonces en el tiempo para com­ te de la mirada implica que, desde e! lugar de 13, e! sujeto
prender: que si él también fuese negro, entonces el terce­ se suponga en otra nueva otredad, en una otreelad redobla­
ro ... no tendría que comprender nada: se sabría blanco. Si da, a saber la mirada de e y que, desde el lugar de B, su­
el tercero vacila , si no sale, es por que él no ve dos negros, ponga a e la posibilidad de ver dos discos negros.
y por lo tanto podrían concluir que ambos son blancos. Es a partir de la suposición de ese instante único y sufi­
Deseo subrayar que la deducción propuesta por A, de la ciente, en el que e ve dos discos negros, que la mirada ad­
cual sólo presento el inicio, si bien es sostenida por un instan­ qu iere su estatuto de tiempo como evento lógico. Ese ins­
te de mirada, éste no puede ser reducido a un "yo veo dos tante no le permitiría dudar. De tal forma que su vacilación
discos..." (blancos o negros, poco importa), es necesario in­ me confronta no a un conjunto cerrado sino, utilizando las
cluir la mirada de B y de e, mirada desde el lugar del otro, mi­ fo rmubciones de Deleuze, al tiempo como un todo abielto,
rada que lo incumbe pues es él quien la soporta como objeto. es decir al movimiento, al cOlte móvil.
Podría proponer que el instante de la mirada es localiza­ En cada uno de los otros dos momentos: el tiempo para
ble en los siguientes tres puntos: comprender y el momento de concluir, es localizable una es­
r 2 A, que ve e n B y e dos discos blancos. t.ructura similar. Dejo al lector la tarea de interrogarse sobre
2Q A, que se dice "si yo en el lugar de B, viera un blanco ello , pues ahora quisiera ahondar en la cuestión de la otredad.
(e, que A sabe blanco) y un negro (A, visto como
negro)" , instante de la mirada supuesto en la fr:.tse "si El deseo, ¿'cuestión de otro? de-ser... otro
yo fuese negro". o
3º Entonces B sabría que si e viera ligo diferente a lo que El deseo, cuestión de tiempos
él ve (según 2\1: un blanco y un negro), es decir dos
El deseo del hombre...
](í Lt can , J, !. e l emps /()giqu e.. ., Op cit ., p. 19H.

167
· n el inte nto de relacionar el tiempo como evento lógico Ilién captarse e n él q ue la d ialéctica no es individ ual y qu
o n la otredad , un decir de Lacan surge en mi ayuda : "El 1:1 cuestión del fin del análisis es la de l mo me nto en que la
deseo del homb re es el deseo de l otro", Proposición que ',;¡ti~racción del sujeto e ncuentra cómo realizarse e n la satis­
sufrirá va rias transformaciones en e l transcu rso de su ense­ \'Icción de cada uno , es dec ir de todos aquello" co n los
ñanza , Tomaré so lo trc's o cuatro dé e llas, que se asocia e n la realizació n de una obra humana"21.
La p rim era, es la ante s mencionada: "el deseo de l ho m­ y e n e l se minari o del 25 de mayo dt: 1955: "aquello que
bre es el deseo de l orro ", que puede st'r localizada e mbrio­ por otrO lado nos enseña el análisis, es que e l yo es una
nariMnente en Acerca de la cCl1lsalidad psíqu ica, texto de lorma fundamental para la conslituCÍón de los objeto!:>, [.. .1
191¡6 , Habla ndo so b re Hegel, Lacan e scrihe: "El m ismo bita for ma de l otro tiene la mas íntima relación con !,1I yo,
desL'o del ho mbre, nos dice él, se constituye bajo el signo lIa le es superp uesla, nosotros la escribimos a,
de la mediación, es deseo de hacer recon ocer su deseo, "Hay enlonce~ el nivel del espejo, e l mun do simétrico de
Tiene p or objeto un deseo, el del otro"17 , En Fun ción y los egos, de lo.'> otros homogé neos, Eb necesario distinguir
campo.. " texto de 1953, la proposición aparece sin modifi­ otrO nivel, que lla mare mos e l mu ro del lenguaje,
caciones susta nciales: "el deseo del hombre encue ntra su "El tiene que ver.,elas con un cie rto nüme ro d e pcrso­
sentido e n e l deseo del otro, no tanto purque el otro deten­ 11:ljes, a', a", En tanto q ue el sujeto los po ne en re lación
te las llaves de l oh jeto deseado, si no porq ue su primer ob­ :on su pro p ia imagen, aquellos él los cuales él habl a son
jeto es ser reconocido por e l o tro" lS tambié n aqu e llos a los cuales é l se idcntifica ,
o n la introducción de l gran O tro (A), en 1955, encon­ "Hab ie nd o d icho esto, es necesario no omitir nue!Stra su­
U'are mos la segunda de la~ formll l a cione~: "El deseo d el posició n de base, la de nosotros analistas -nosotros cree­
hombre es e l d(:seo e1el Otro ", mos que hay otros sujetos, qu e hay relaciones au téntica­
y fina lmente, en Subversión del sujeto ... , texto de 1960, menre inte rsu b jetiv3s . No tend ríam os ningu na ra zón de
te nemo s por un lado "el fa nTasma como de~eo del Olro" 19 pensa rlo si no tuviésemos el lest!monl<) de aquello q ue ca­
y p or otro un a nueva proposición de lectura de "el deseo racteriza a la inte rsubjetividad , a sabe r que el su jeto puede
del hombre e s el deseo del O tro": "pero tam bié n agregan­ me ntirnos , Es la prueba deCIsiva . No d igo qu e :>ea el ún ico
do q ue e l deseo del hombre es el deseo del Olro, donde el funda me nlo de la realidad del o tro su jeto, es su prueba . En
del ofrece la determina ción llama da subjetiva por los gra­ otros ré rminos , nosorros nos dirigimos de hecho a los Al,
máricos, es decir que es en l a nto que Ol ro que él desea A2, q ue son aqucllo q ue no conocemos, verdaderos Otros,
eso q ue da el ve rdadero alcance de la pasión humana)"20, verdade ros s ujeto s."22
Fn la primera proposició n, el otro del deseo es u n alter Bie n que e l O tro e s abordado él través del muro del le n­
ego. El deseo es ante todo deseo de reconocim ientu; 10 guaje, e l p roponerlo aq uí como \erdadera sub jetividad lo
que se establece es una identificación imaginaria, e mpa re nta con la proposició n de "sub jetividad de su tiem­
Al fin:ll de Función JI campo ..., se prepara la transforma­ po" reali zada p or Lacan en Fu nción y campo....
ció n a la segunda p mp o:,ición: "Pero a la vez puede tam­ Cuando posteriormente el Otro haga referencia nO a una
"subjetividad verdadera' sino a l lugar de roda subjetividad
1~ Llt'an, J (1 95 () PmjJos sur la (,(/iW~/j/(; jJsychif/lI l!. En ¡:'crils Op ell , p . lXI .
posihle, es decir al Otro como tesoro elel significa nte , como
I X Lac;1I1 J (19')(,): "Fonction el chamr "le- b r;lroJe <:1 du bnga!\t:O en p' ycha ­
n;" }'~,, ". cr l ¡';cnts, Op cit .. p. 26¡.;.
19 Lac(Jn , J (1960): Sub\l:rsion du sujel el lli<.ilcCliquL' du d 6sir dan s I'incon'­ 21 ta can, J. I'onction <,;\ C h ~ ll1p .. ()f' cit. , p. :321.
22 Lac,m. '.J. Ir> Sém/I/ ,¡iIP II/!/'(! 11. l,e mol (/ml,\ lu Ihéu/'Ie d e " ¡'I! /ld el d({I/S Id
cienr freuu ien. En f!.¡;r¡/s. Op ell , p. /J2·i.
:20 I/>id. , p HI í, leclmit¡U1! dI! 1(/ pS l'cha J1(.IZ)'se. París. Fd . du ~<::lIil , pp. 2R')-(, .

H'i9
16H
Otro simbólico, surgirá, al interior de la frase "el deseo del perspectiva de la inclusión del homhre en el Otro simbólico,
hombre es el deseo del Otro", la dimensión de una identifi­ ,'S decir, desde la pregunta ¿qué lugar tengo en el Otro, qué
cación simbólica. lugar me da, porqué o cómo me incluyo y, porqué o cómo
Este tipo de identificación supone una diferencia Con la me incluye? Todas ellas remiten a la identificación simhólica.
anterior. Pues mientras que la identificación imaginaria im­ Segundo, que todas ellas pueden tampién ser abordadas
plica la posibilidad de establecer una cierta igualdad, a par­ corno diversas formas o posibilidades de una relación suje­
tir de una relación especular ("esa imagen que veo fuera de to-o hjeto. A partir de lo cual me pregunto si lo que he en­
mi soy yo"), tratándose, como dice Lacan, de una otredad con trado es el matema lacaniano del fantasma $ O a.
h01110geneizahle, la identificación simhólica no hace refe­ ¿No podrían ser entendidas las :omteriores proposiciones
rencia a la homogeneización de un otro, sino a la adscrip­ eJe lectura como un intento de ahordaje de la incógnita del
ción dentro de una serie, lo que incluye propiamente la di­ deseo de Otro? "Che vuoi?" en el grafo de Lacan.
mensión de diferencia, pues, sólo obtengo un lugar de ads­ Llegamos pues a la frase "el fantasma como deseo del
cripción en el Otro del lenguaje, es decir, en una serie posi­ Otro" .
ble, a partir de ocupar un lugar específico, determinado Si hien es cierto que esta proposición está ya implicada
por otros lugares. En la identificación simhólica no se trata en las dos anteriores (hasta sería posihle decir que es la es­
de homologarme a un otro, sino de, al ser representado tructura mínima supuesta por ellas). No creo que como
por un significante, obtener una identidad. En la identifica­ nueva formulación no aporte nada.
ción simbólica el sujeto no se identifica -homologa- al Realicemos sobre esta nueva fórnlUla el mismo ejercicio.
significante que lo representa, sino que el significante lo Propongo por ahora tres lecturas:
identifica. 1Q El fantasma es el objeto que el Otro desea.
Ahora hien, "el deseo del hombre es el deseo del Otro" 2'] El fantasma es el deseo de que el Otro desee.
puede ser leído de diversas formas. Veamos algunas: y mucho más radicalmente, pero sin excluir las dos ante­
1° El homhre desea el objeto de deseo del Otro, o el ob­ riores:
jeto que el hombre desea es el objeto que el Otro 3º El fantasma es el deseo de que el Otro sea.
desea. Estas tres lecturas, fundamentalmente la tercera, presen­
Q
2 El Otro desea que el hombre desée, o el objeto de ta n una ligera, pero fundamental, diferencia con las realiza­
deseo del Otro es el deseo del homhre (lectura total­ das al respecto de la proposición "el deseo del hombre es
mente emparentada con la primera, pero radicalmente el deseo del Otro".
diferente, y que me permite proponer una tercera lec­ Pues si propuse entender aquéllas como formas de abor­
tura). daje, de enfrentamiento del deseo del Otro, me parece que
3° El homhre desea que el Otro desée, o el objeto de estas últimas suponen ya una "identificación" de la respues­
deseo del homhre es el deseo del Otro. ta posible al "che vuoi?", es decir la localización del objeto
Q
4 El homhre desea ser el deseo del Otro, o el hombre que resolvería la incógnita.
se ofrece como objeto del deseo del Otro. Ahora hien, como dije antes, existe en Suhversión del
5° El hombre desea al Otro, o el ohjeto del deseo del slf:jeto ... la proposición: "el deseo del hombre es el deseo
hombre es que el Otro sea. del Otro, en donde el del ofrece la determinación llamada
Dejemos aquí la lista de lecturas. Me interesa señalar dos suhjetiva por los gramáticos, es decir que es en tamo Otro
cosas. que él desea (eso que da el verdadero alcance de la pa­
Primero, que todas ellas pueden ser abordadas desde la sión humana)".

170 171
Proposición radical. La posibilidad de desear, de expresar FI J eseo del ho mbre

un deseo (no un anhelo, una volición, o un querer), es la de l'S e l deseo del o tro _____ Instanrc de la mirada.

e ncontrarse e n la Otreclad, la d e ser Otro. Y en una Olredad


no hOillogeneizable, pues no ~e tratará de identificarml~ con I '~ I deseo del hombre

un ótro determinado, sino de perdCI1Tlé en la Otreclad. es el deseo del Otro Tiempo para comprender.

Así soy el Otro, no para un tercero, sino para mi mismo.


Dife rencia entre: El fantasma como

Soy aquel orro q ue veo. Ide ntificació n imaginaria . deseo del Otro _______ Mome nto de concluir.

Soy representado por un significan te p ara e l O tro. Identi­


ficación simbólica. La p ri mcra po ne en evide ncia no só lo una relación especu­

y lo q ue la lecturn propuesta por Lacan inclica ; lar, sino q ue, al mismo tiempo que establece la fo rma en la

Al desear, no sé lo q ue soy. Estoy e n e l lugar de l Otr~ . ~ua l el s ujeto es co ncernido (regard, mirada) po r la otrc­

Propongo ahora una cuarta lectura de "e l fantasm a como dad, no!> m uestra su prime r intento de responder a e llo. In­

deseo de l Otro". lento de homogeneización. La cuesti ó n de la otredad es re­

4!! El O tro (ahsoluto, sin tachadura) y su deseo, son un ducida a un a relación de alter egos.

fa ntasma. Ahora bien, seg(m Gilles Deleuze , de dos cosas una, o e:,1:~
Si de ma nera ma gi st r~¡\mente "ped agógi ca" la frase "e l relació n se establece como sin fa lb , enfrentándonos a un
deseo de l hombre es el deseo del Otro", pone en escna al conjunto cerrado , o bien el todo de las relacio nes estableci­
me can ismo d e la d esmentida al ocultar aquello q ue mues­ das eS una dperttlra, por lo cual es posible un cOlte que las
tra (p(')r un lado el Otro es sin tachadura, hipotesis de un transfonnc.
Ot ro ab ~o lut(»), p o r el otro nos lo presentifica como de­ La segunda relación, como he dicho anterio rm ente, supo­
scante, es d e c ir, ba rrado. P ropon er "e l fa ntasma como ne la inclusión del sujeto e n una serie. Si en e l punto anterio r
d eseo d e l Otro" permite d ese nm asca rar di cho meca nis­ se trataha de cómo yo puedu asimilar o asimi lam1c al otro, S
mo al reenv ia mos al O tro e n su radica l in co mpl etu d . Lrala aquí de cómo el Otro del lenguaje m e incluye. Lo que
Fre n te a Id barrad Ll ra d el Ot ro 23 , dos posihlilidades: () supone el establecimiento de un rasgo, trazo, de idemifica­
bien desmie mo y sOMeng o al O tro como absolu tO, o bie n ... dón: la inclusión del gran Otro, inclusión en el gran Otro. Lo
¡no lo hago! pero entonces no sé q uie n soy, pues e n tanto que introduce p ropi<uneme la dimensió n de la diferencia.
sujeto dcl lenguaje es e l Otro quien me define v me e n­ Lacan en este se ntido es claro: la di fere ncia es estableci­
cuenLro (pierdo) en la O tredad. da por el significa nte.
Es esta segunda re lación la que plantea el proble ma , e l
Desear ti tiempo, o tiempo de desea r cuesLionamiento de l deseo del Otro .
La rel ación e ntre "el de seo del hombre es el deseo del
Abordando los tres conceptos centra les d el uesarroll ante­ Otro" y el tie mpo p ara co m prende r, es u n espado de pre­
ri or, a saber, Tiem po, Deseo y Fantasma , establezco las si­ d o min anc ia sim bó lica, tie mpo de cuestionamie nto del su­
guie ntes re lacio nes: jeto con rel ación a lo Otro. Por e llo, Lacan d ir{¡ q ue este
tie m po para comprend er es en realid ad "lo único qLl e h;lY
a com prende r"2'í.
25 Ver Fr"ud, S ( 1927 ,: "Fctich ism o " En o. e op eil . Tomo XXI )' (ll),)K): "Lt
eseision del ylJ en el proc" so deknsivo" O . e op eil . Tornu XX Ill .
2/j J.a can,.J. I.es 1/(J11 clujJes el'lu ll. Sl:minario dd ~) de ahril de 1974. ]n¿'dito.

173
De tal forma que la tercera proposición mencionada sobre
el deseo del Otro, "el fantasma como deseo del Otro", ad­
quiere su dimensión de momento de concluir. Momento de
posicionamiento frente a la diferencia , a la Otredad. d
Intentar una aproximación de estas tres relaciones CI tra­
vés de! grafo podría ser ilustrativo. Hagámosla pues:

El deseo del hombre es el deseo Resolución que de manera im­


plícita o explícita supone el
del otro. Instante de la mirada. m I : I ¡(a) cuestionamiento de lo Otro y
A Primer tiempo: la relación con el
pone, en juego la relación dia­
Otro, vector $ ...... A, es resuelta en
léctica entre el deseo del sujeto
m i l ¡(a)
el cortocircuito de lo imaginario.
y el deseo del Otro, vector <.¡ue
---------------, Vector i(a) ...... yo(moi), relación a
envía de A a Che vuoi?
un otro homogeneizable, mismo I(Al $ Esquema 3.
tipo de resolución que enccmtra­
mas en el esquema L. Según el Esquema 3
grafo, esta relación especular no
I(A) $ puede ser establecida sino a paltir
Esquema 1 El fantasma como el deseo del
del "ector $ ...... A. Otro. Momento de concluir.
Línea - - - - en el esquema 1.
S(f.~ -L Finalmente , tercer tiempo, el
vector S . . . A, incluyendo la rela­
fO a U- · _ ·- - - ·-Ld ción dialéctica del deseo del su­
jeto al deseo del Otro,
vector $ ...... A ...... d, encuentra su
El deseo del hombre es el deseo verdadero estatuto fantasm ático,
A
del Otro. Tiempo para comprender.
Segundo momento, el vector
s (A!!. Ji A ($ Oa), y remite a dos posrura.s
:11 diferentes: la primera permite un
$ ...... A no se resuelve en la rela­ m 1 ¡(a) nuevo cortocircuito que Lacan
mI '1 ¡(a) ción inlaginaria , sino a través del : 1 mismo relaciona al cOJ1ocircuito
vector retrógrado :l 'i imaginario, vector
A ...... seA) , el sujeto encuentra su : 1
l '
A ...... d ...... ($ Oa) ...... seA).
forma de sujeción, de inclusión en I1
l ' Línea - - - - en el esquema 4.
el Otro simbólico. I1
La segunda a la incompletud
Esquema 2. I(Al $
del Otro, vector A -> d ...... $ Oa
I(A) $
...... (S(f,.) .)
Esquema 2 Esquema 4.
Línea - • - . - en el es<.¡ucma 4.

175
'Cuestio!l de sexos? o La eterna pregunta IlIfedacles estntcturalmente dife rentes. sino (Je dos formas
o , le resolu ción del e nfrenta mie nto :1 lo mro.
la pregunta p or lo eterno. Ell/niversal. Com o sa be mo s, ver do s círculos negros significa e star
Irt:nte a un co nju nto ce rrado al c ual yo no p e rte n~zc o.
"La ide a sobre la relaciCm qu e puede '\ hora bien, e n un un ive rso constituido por sólo dos con­
existir e ntre el rechazo de algun;t
ItIntos (y tal es el p la nteamie nto), si n o pe rtenezco a ese
cosa y el nacimie nto ele eso que yu
I r.mjunlo deheré perten ecer necesaria mente al otro . Deduc­
llamaba hace un i.nsra nte el sjgnificantl'
¡ ión a bsolutamente sostenible tratándose de una lógica bi­
amo es cienamente un a id ea que rete ner"2 ~
,alente, sean estos por e jemplo: verda dero y fa lso, () 111311­
"Por haber mata do al viejo, suceden dos cosas, 'o y negro (com o en e l caso pla nteado por l .a can).
yo pongo una e ntre p aréntesis, pue s result,l En una ló gi ca b ival en te p uedo, a parti r de de finir un
fabulosa, e llos se d escub ren heml a n os 2 (, l ¡erro conju oto, p or ejem plo el conjunto ele lo blanco, ue fi­
l1ir lo exterior a este conjunLo com o p en eneciente al con­
"Yo también soy bijo de Pedro Páramo"27 !uoto qu e se e stablece C0111 0 negación del p rim ero, al que
llamo co njunLo de lo no-b la nco . l ' al bJ,cer!o realizo algo
sorpre nd e nte. He n01l1br-dc!O a partir de ello s el universo ;
Todos somos blancos quiero de cir q ue todo e l un ive rso, cada elemento qu e lo
J recbaz Q de lo neg ro o su localización como todo l \)mpon e, se encontra rá definido y co mp rendido por algu­

no de los Jos conjuntos. pues sin imp ortar de qué se trate


El interés central qu e tie ne La can e n una lógica soc ial no es lodo formará p:lIte, sea del co njun to hla.nco () sea d el con­
e l de p ropon e r una lógica ex iste nte al interio r de un ciert() ,unto de 10 no blanco. Ejemplifiquemos un poco . Habie ndo
grupo social, sino el de im e rrogar lógicame nte la creación :sLablecido tant o el conjunto de lo b la n co como el de lo no
del gru p o social y p o r a hí la serie significa nte . Reto rne mos ilbnco. me p reg unto: ¿el amor es hJ anco? Pu edo responder
a las seis p roposiciones de Laca n respecto a los momentos ,lllrma tivam cnte , por lo tan to localizar a l am or en e l con­
del tie mpo lóg ico. Co mo dije anteriormente, hay dos pro­ junto d e lo blanco . Podría ta mb i ~n clt:cir q u e n o , que el
posicio nes ligadas a cada u no d e los tres mome ntos. :Imor n o es b lanco , d ecir por ejemplo que el amor eS azul,
Instante d e la m irada : dado lo cu al e l amor se rá parte del conj UJ1lO n o-b lanco.
a) AJ estar frente a dos negros, se sabe que uno es blan­ Pod ría aún sostene r que la preg unta es incongrue nte,
co. que el color no es un a cu alidad d el am or, y ace pta ndo que
b) Un hombre sabe aq uell o que no es un ho mbre. Lom o cierto, podría segu ir el s ig u ie nte ra zo mlmie n to :
Cuando ante rio rmente co menté estas dos proposiciones, ¿c uand o digo que el color n0 es una cualida d del a m or,
dije q ue me p a recía.n referidas a dos d ifere ntes concepcio qulero dec ir que lo hlanco no pod ría d etlnir al am o r? Po­
nes d e la otredad , pero ahora m e p e rmitiría decir que qui ­ dría respo nder qu e es eso efec tiva mente lo qu e a fi rmo,
zás es excesivo sostenerlo. En realidad no se tra ta de dos dado lo Cual el amor se en c ue n tra. nuevam e nte definido
.o m o fo rmand o ]Ja rre del con jun to d e lo no-hlanco, en
25 !.aco Ln , J. : D 'II " d isco/lis lj lll //e semil jJe/s d u ~ellJhI{/nl. S"m inari() del 13 ,1.­ lamo q ue lo l.,1:mco no 10 de fi ne. Pu edo insi stir y d ecimle
c'ne ro el " 197 1 lnC·Jitü.
2(, Laca n , ). L.e Séminaire liure X v'!!. L '¡'!Iluers de /a /,,1 )1c17 I1 I1(4I )1-'I'. París. EeI. el..
que clIando he d icho que e l color no d efin e al amor, no
'<eu¡l, ¡J. 1.31. . . ­ hago referenci a excJ usiva al color blanco, SUJ O al co lo r en
27 l{ulfo . .J. Pedm Ptímll/o. ~,!t:x¡co. Fondo de Cult ua Económicci, p. 9. genera l, q ue ningún color d efi ne al amor. Pero , e ntonces ,

¡"
177
i

rJ

,rli
tendré que decirme que el conjunto de lo no-blanco no es Saber aquello que no es un hombre ni siquiera implica
simplemente el conjunto de los colores que no son blan­ que se sepa qué es un elemento del conjunto no-hombre.
cos, sino el conjunto de todo aquello que no puede ser de 11 agujero negro, Dios y la mujer pueden ser miembros de
finido como blanco, sea que esté afectado por otro color () lal conjunto, sin que ello suponga que se sepa qué son
no, debiendo concluir que de cualquier forma el amor e!'i cad a uno de ellos, sino simplemente que se les sabe o se
blanco o no lo es y por lo tanto forma palte de alguno de lL"s supone como no-hombres.
los dos conjuntos. () cual me permite plantear la Otredad como definible y
¿Pero para qué todo lo anterior' por ahí homo-geneizable y reafirmarme como poseedor de
Para decir que en toda lógica bivalente está supuesto im­ Id c ualidad que en lo otro niego.
plícitamente un universal y, por otro lado, que definir a un ~mto frente al conjunto totalizado de los discos negros,
conjunto como la negación de otro permite la constitución, como frente al conjunto cerrado de lo no-hombre, me afir­
artificial, de un conjunto cerrado, cuyo límite es representad() mo : soy blanco, soy hombre.
por el conjunto negado. Lo cual es realmente extraordinario, A paltir de este razonamiento podría creerse posible de­
pues lo defino no a partir de las cualidades que poseen sus finir a Vx (PX, como la negación de Vx (PX, pero esto es
elementos sino a partir de una cualidad que no poseen. El si m plemente el intento de producir el "conjunto" de las
amor, un sombrero gris, un cuervo y un agujero negro son mu jeres al definirlas como no-hombres.
todos elementos del conjunto no-blanco y, aunque en princi­ Tiempo para comprender:
pio nada parece relacionarlos entre sí, produzco, al constitui! a) Si yo fuese un negro, los dos blancos que veo no tar­
tal conjunto, un saber que me permite abordarlos. darían en reconocerse como blancos.
El problema planteado a los presos, supone de entrada h ) Los hombres se reconocen entre ellos por ser hombres.
un universo establecido, compuesto sólo de discos negro." Momento en el cual surge la pregunta sobre cómo me
y blancos. Cinco discos en total: tres blancos, dos negros. incluye el Otro, la pregunta ¿soy para el Otro' Lucha de re­
Pero, ¿significa esto que alguno de los dos conjuntos. conocimiento, soy lo que el Otro reconoce en mí. Soy un
que se establecen como cerrados, ya que su cardinalidad hom b re en tanto los hombres me reconocen como tal.
está determinada, puede constituir, para un preso, la posi Tiempo para comprender lo emico que hay que compren­
bilidad de enfrentamiento a un Otro completo? uer. como lo afirma Lacan, comprender que inmerso en el
La posibilidad existe, sería la posibilidad de ver dos dis orden simbólico la 0pOltunidad que yo sea O no, está jugada
cos negros, pero en este caso para qué pedirme algún ra L:n la dialéctica del deseo. El deseo del Otro determina mi ser.
zonamiento, es el Otro quien determina mi suerte de manv Pero siendo el deseo del Otro sólo una incógnita, me en­
ra total, ¿Dios? frem o a la imposibilidad de concluir, a menos que
La necesidad de un razonamiento, de un tiempo par:! Momento de concluir:
coniprender, sólo existe ahí donde no me enfrento a lll' a) Yo me apresuro a afirmarme como siendo blanco,
Otro sin falla. para que esos blancos, así considerados por mí, no se
Si dos círculos constituyen al conjunto de círculos negros me adelanten en reconocerse por lo que son.
como un conjunto cerrado, la afirmación, en la segund., b ) Yo afirmo ser un hombre, por temor de ser convenci­
proposición, de que un hombre "sabe aquello que no t..''' do por los hombres de no ser un hombre.
un hombre", permite, artificialmente, como he tratado <I v ... A menos que concluya apresuradamente, "aserción
mostrar, en una lógica bivalente, la posibilidad de abord:!! subjetiva anticipada". Pero ¿qué es lo que en mi premura,
al conjunto no-hombre como conjunto cerrado. en mi conclusión apresurada intento sostener?

178 179
La anticipación califica un "aserto subjetivo", aquello que Lacan no ha p roducid o todavía en ese ento nces la
m e precipito a sostener es u na afirmación suhjeLi\ a. Lo que.' tegoría del gran Otro CA), p ero, a partir de su' creac ión,
puedo leer como: 1Q) un s ujeto afirrna algo, 2Q ) un sujeto es resulta cl aro que es el "sujero lógico"; O rro dé la es trate­
afirmauo. O ambas al mismo ti empo: un sujeto a firma a un gia -lo lla ma- , e .s el gra n Otro qui e n sostie n e toda
sujeto. "rorma person al de sujeto del co nocimiento" . Se afirma
En e l momemo de concl uir, e l sujeto afi rmado es e l suje­ pues al Olro como sujeto.
lO del razona mie nto lógico. Es el sujeto que concluye q ll ien ¿Pero no es esto una con trad icción? Prime ro he dicho
resu lra afirmado e n la conclusión. Lo cual, p o r cierto, resul­ que lo que se exclu ye es la otredad y, ahora , qu e se afirma
la hastante claro e n las dos proposicio nes qu e nos ocupan: 10 O tro co mo a b~o llJ to, Como espero m o ~trar, e l O tro si m­
bólico no e s la o trcdad y afirmarlo como absoluto es la
No puedo evitar, s in emhargo, e l fonnul arme la siguiente forma más simple de negarla.
preg unta, ¡es ese suje Lo el único q ue resu lta afirmado?2tl [n tente mos no hablar más ya de discos negros y blancos
Crl'O posihle responder nega tivamente. /'ji no de m ujeres y ho mbres, paso qu e por nLás d ifíci l q ue
La primera frase dice "esos hlancos, así considerados por pare7ca rea lizar ha sido dado ya por Lacan mismo en I.dS
mí", ¿Sería excesivo <;oste ner qu e cxi~le a hí o tra afirma­ (¡ILimas líneas de su leX lO . Les propongo ento n o,~ ~ reto rna r
ción?, ¿c.¡ ue esos dos blancos no simplemenle son vistos por una última vez a los tres mOLm: ntos de l tie mpo lógico, oe ­
mí, sino afirmados corno tales? jando establecido q ue aqu ello de 10 qu e se U'ata es de obte­
La concl usión sólo es p osible apresuradamente en tan to ner mi identidad, saber qué SO).
ue es la pre mura lo que e n rea lidad le o frece su sosté n , InsLant e de la mirada:
Esra afirm ación a nti cipada no sólo afirma al ~ Llj etO del ra­ a) Frente al co nj unto cerrado de las m uje res, se sabe q ue
zonam iento, afirma ta mbién al razooa m ie nto mismo y al un o es un hombre .
hacerlo lo afirma como lógica de la com p letu d. Es decir, b ) Un hom bre sabe que la muje r es un no-hom bre .
afirma no únicamente la presenCia de un tercer disco blan· Donde lo que se ju ega es Jo sigUlenLe. Frente a la eterna
co, sino tambien la presen cia de Lres d iscos blancos, lo qU l' pregun ta eJe lo feme ni no, ru ego al c ie lo que se presenten
p arece ría q ue es lo mismo, pero no es igual. frente a mí como un con junto cerrauo, co mo dd inihles y
Afirmar tres discos bl anco~ es Ulrnhién afÍlTIla r la existen­ abordahles, pues e ntonces una cierta relación ele comple­
cia de un conjunto cerrado, excluyendo del mjsmo golpe lo me ntariedad sería posihle, Si yo supieTa c.¡ ué c.'> la muje r,
con/ingente, (la p osibilidad de existencia del d isco negro), en LOnccs pu d ría sahernle ho mhre ; si no huh lera ninguna
excl uyendo la Ouedad. falla, yo sa brí.J lo qll~ soy.
1 momento de concluir afirmará, com o dice Lacan, al Dos p()~ ihilicl ades ento nces. Una sería la de cerrar e l
"sujelo lógico", es decir, a la fo rma "pe rsonal de sujeto del conjunto de la muje r, hacerla toda, pero, ide~g('aciH! , e lla
.conocimien ro "29. 110 [oda ,
Tengo e ntonces olro rec urso , la homogeneizació n, elefinir­
l..ls como aquello q ue niega la calegoría homb re (definirlas
2H Hes uJ¡ ;, l,, ¡dlmlc que ];¡ p osibilid ad qu e: ren gll de pLtnlC¡¡ r w p rL'g unt;I Sl'
como no-hombres es h()m o-gc ncizarL~), es decir, defi nirlas
d..,ril·" dI ' la co~<.: nanza pUSl L'1'ior d" Lacan. Sé w n-,b,én qu.., pudría ~u reprochad"
el que ,~e int..,n tt.! ;Ibord" r al Lt C:1Jl d ..,1 Tiempo lóg icu ... :1 [Xlrt ir de s u ..,nse'na n /: ' como y a tra\és del hombre, así seJ para nega r que lo sean .
p o"lcrinr pt.:ro creo 'IUC es rC.l lml:ntL' rro" c choso ljU t.: nO.sol ros 1I1II'n tc fJlos ponL'r Se trata. e n eSLe primer momen LO, u e plantear la posibi li ­
a pru eb:1 e l tex to clt- LaGln ;¡ part ir ti.., c;¡t q;nrí as <¡li t.: C· I mi.sn lo rrocllljo po.s
!t::riormcn!t:.
dad de relación a partir de establecer dos conjunLos como
29 Lacn n,.J. . Le lel11ps ¡ogique ... Op e/l., p . 21J7. con juntos comrlernentarios: lasfl'luchachas son para los

:181
muchachos , los muchachos son para las muchachas. Orden para que esos hombres que veo, así considerados por
imaginario. mí, no se me adelanten en reconocerse como tales.
Tiempo para comprender: b) Yo afirmo ser hombre, por temor de ser convencido
a) Si yo fuese una mujer, los otros dos no tardarían en por los hombres de no ser un hombre.
reconocerse como homhres. O, frente a una mujer, Donde lo que está en juego es la premura que tengo en
frente a la otredad , todos nos reconocemos homhres. res ponder, en ofrecer yo una respuesta a la pregunta sobre
h) El reconocimiento de ser hombre lo reciho de los l!i deseo del Otro , a riesgo de que hable antes que yo y no
hombres. O sé que soy un hombre porque los otros desée lo que yo creo.
hombres dicen que soy un hombre, me reconocen En el diálogo que tengo con ese Otro de la estrategia ,
como uno de ellos. me he enfrentado a la pregunta ¿qué quiere? y la única po­
Donde lo que está puesto en juego es el hecho de que, sibilidad que tengo es no dudar, tener la certeza de que
imposihilitado de localizar el conjunto cerrado mujer, frente puedo ofrecer el objeto de su deseo.
a la falta (frente a una mujer) de poder localizar dicho con­ Es así como soy hombre, apostando a que la totalidad, el
junto, tengo que reconocerme como homhre. Pero mi reco­ co njunto cerrado existe, (\:Ix <I>x,) apostando al Otro abso­
nocimienro está determinado por la tesis de que al menos luto. Ofreciendo una respuesta al deseo del Otro, un fan­
Otro me reconoce como tal. tasma.
Frente a un disco negro y uno blanco, me pregunto por Nos enfrentamos aquí a un acto que concluye cerrando,
qué el portador del disco blanco que veo no sale. Sé que si excluyendo la otredad. Excluyendo la eterna pregunta de
él viera dos discos negros saldría, si no sale, es porque yo lo femenino , la pregunta que lo femenino plantea . Es la
no soy negro, es decir que él 110 ve en mí un negro, que me pregunta sobre el deseo lo que se excluye, pues se le ofre­
ve, me reconoce como bLanco. Donde es lo que él ve lo que ce una respuesta.
me determina como blanco, pero donde soy yo quien in­ A través de esta respuesta fantasmática , el Otro del len­
tenta comprender su razonamiento. guaje es homo-geneizado , es supuesto a imagen y semejan­
Pero , ¿puedo confiar en él? ¿No podría ser simplemente za del hombre, no envía a una otredad inasible, sino a la
un idiota? Sí, esa es una posihilidad, pero si me la planteo d iferencia que permite el establecimiento de una razón. La
entonces no puedo concluir, por lo que tengo necesidad de Olredad radical queda excluida de este orden, paradoja es
suponer a un Otro que funcione de forma ideal , como Otro cierto, pues esta otredad radical es un producto del orden
de la estrategia ; es de este Otro que obtengo mi identidad, simbólico mismo, es la falla misma del orden simbólico.
pero ésta resulta aún una identidad que me interroga , que El hombre no pudiendo concluir sin falla en su propia
puedo interrogar (la falla está presente). Pues, si ese Otro co mpletud, no pudiendo sin falla afirmar-ser, o no pudien­
de la estrategia realme nte fuera el magnífico jugador que d o afirmar-ser sin falla , concluye la completud del Otro CA):
supongo es, ¿no podría engañarme? ¿No es posible suponer a ése nt) le falta nada, no falta ninguno: reconociéndose
que esté frente a dos negros y se detenga sólo por diver­ p ues retrospectivamente , todos hombres, todos bermanos,
sión/ Si no podía confiar en el idiota, ¿puedo confiar en odos hlancos.
este extraordinario jugador? ¿l\ile tiene por comple to en sus El anterior desarrollo intentaría dar cuenta de la forma
manos? ¿El Otro del lenguaje me define de forma total? Lo masculina de concluir. Pero intentemos no excluir la cues­
que m e re nvÍa a interrogar su juego, su deseo. ¿Que quiere l rion de lo femenino.
Momento de concluir: y no es que tenga mucho que de cir; podría simplemente
a) Yo me apresuro a afirmarme como siendo hombre, d ecir "no sé". ¿Acaso no he dicho que lo que generalmente

183
se ha hecho frente a tal incógnita es ofrecer respuestas, so na razón a dicho padecer, o asumir dlcho padecimiento
lucio nes? Q u izás es p osible decir algo. o mo su p ropi3 pasión. Pasió n, deseo sin rélZón .
Me pa rece que, si l, ien pod ría mos encon trar alguna dife­ Lo que no quiere:: decir q ue la vida del sujeto , la exprt ­
rencia e n el abo rdaje qu e una m ujer pudiese realizar eJe los sió n más ínt ima de la v id<t de un sujeto, el deseo, no tenga
dos p rimeros momentos, la diferencia más iJl1pol1ante po­ ¡;\.:nt ido. ~ino que ese sentido no admite ni ngun a razón "(en
drÍ:.l ser situada e n el te rce r momento , en el momen to de la acepc ión donde e l térmmo es empleado como "media y
concl uir. extrema razón " de la di visión a rmónic:l )"3 1
Propone r que "es en tanto O tro que se desea" , n o p resu­ FI momento de co ncl ui r desde lo fem('ni no no podría
pone otra vía que la s upu e&ta e n "d fantasma como deseo sino remitir precisa mente él este punto de falta de respues­
del O tro". L't, ele resp uesta e n falta, o él la fa lta como única conclusió n
~sto (Iltimo es una de las posibilidades de lccturél de la posible. Una mujer es aquel su jt'to que, como apun taba
primera ff"Jse. Es proponer q ue mi deseo podría senne tan Freud , no niega su castrad6n y que cle algun a forma ~o por-
aje no q ue sería me jor resolverlo im putándoselo a un Otro. 1.:1 la castración del Otro, qu e la :-,oporta en ta nto q ue e Ua
"Es pegado un n iúo" p one en evidencia e l goce ~upu est() mis ma Lt p rod uce, su actO pone e 1l. eviden cia la falrn del
al O tro , pero ¿q ué deseo y el deseo de qu ién expresa? Otro . La m ujer, e n tanto no- tod:.t , \:Ix <t>x, tie ne acceso y
Es su pro pio deseo inabord.thle e l que e l sujeto hace res­ reenvía al sign ifica nte de la falt a e n el O tro : ':lCf.)
ponsabilidad de l O tro, par:t así po de r sa [ i sf~I Cerl o o frecién­ Mienll'a" que el mom enro el e conclu ir, del lad o hom b re,
dose como objeto de goce . está marcado por el inten t() de localización del o bje to de
Pero ésta no es la ún ica lectu ra posihle. Puedo leer tam­ salisfacció n del deseo, imento que lo lleva a reduci r al o b­
hién q ue es en tanto Otro para sí mis mo, qu e c e¡ desde el jeto CI en Ll ml serie de ohjetos me tafórjco~ (dond e el falo
lllgar del Ot ro que e l suj e to p uede asumir s u deseo Mas e::, ~ blece b razón e ntre el los), encargados de ofrecer con­
¿cómo es posible as um ir mi deseo , ahí donde yo soy O tro? siste nc ia a la re:-,pue!>ta ofrecida al deseo. es decir, al deseo
Vayam oo; p o r partes. Recordemos que el deseo, :-'1 bien mismo , y por ahí domeñarl o .
articu lado en la deman da , es prop uesto por La can corno Del lado muje r, el objeLO a se nos presenta en su dimen­
ina rLicula ble . En La significación del falo, lo presentará e n sión de objeto causa, objeto que produce e l deseo, ralla,
tanto retoño de la rep re:-,ión primaria (Crverdrangun g)?o, es ra lla, objeto no scrulhle (aunqu e pennite la serie), objet<
decir, como retoT l O de lo no simboH:zabl c . sin nlzón, sin medida comúnilariá: .<,i e l falo no deja de ejer­
Q ue el sujeto dcsée desde el lugar del Olro im plica qu e ce r su fun ción e n e l campo femenino, no perm ite a una
no p uede h'lcerlo sino desde el lugar de In fall a q ue é l muier establecer un universa l o cena r e l conjunto, estable­
m i.<,mo incluye, puesto que él e~ eso, falta, castración , en e l ciendo una razón.
tro. Es en f<UllO Otre) que el sujeto desea, sí, pero en tn nto la postura feme nin a no s confronta con e l objeto a e n
tro barrado, p ues él es la barra sobre el Olro. Y dec ir esto tanto no identificah le , no nOO1brable, fuera de l campo del
es deci r q ue el sujeto no puede constituirse en amo de su lenguaje, alogon 32
deseo. FI sujeto no dom ina su deseu. es dominado por él ;
pasión, sí, el s ujeto padece su deseo .
Dos posihilicbde¡; e nto nces: suponer su padecimie n to
corno la exp re~ión de l deseo de un Otro , obte niendo así
j i [bid . p . 693
32 .JlI ~~lnd(} un poco con 1:1 term in o g ri c'go ;'l logol1 , !(I qul...· !lO ril'n c r ~I Z()n ,
JO !."C tn. J (l (),);l); " l." sign fflc.ll i(>!1 du I'h"lIu,". I':n r Ó·ils. OJ) cil .. p . !ÍS'O. Ic)'c nd" lo com(, ~Iu senci" dc log"s. discurso. lo '11.1<': <.:S[;t fuera del Ic n g \ I ~ lj<,.

l:S5
"Horas seculares e instantáneas"
Margarita Gasque M.

"Horas seculares e instantáneas" es el nombre de una obra


p:u a piano que Erik Satie compuso en 1914. Satie 0866­
1925), se caracterizaba por su sentido del humor y su talan­
le lúdico; alguna vez escribió: "He venido al mundo muy
j()ven en un tiempo muy viejo".
Iegí este título porque quizás, más allá de su aparente
umbigüedad, puede dar una idea más precisa de lo que se
rata cuando hablamos del tiempo en psicoanálisis. En el tí­
lulo se juega con la idea de la relatividad del tiempo, que
.'n psicoanálisis no es la relatividad matemática del tiem­
po , sino la relatividad del tiempo subjetivo. Horas que
duran siglos ... o instantes.
La intención de este breve desarrollo es presentar algu­
nas ref1exiones en torno al tiempo en la fotografía y en el
'iintoma obsesivo. No trataré aquí las particularidades es­
tructurales de la neurosis obsesiva , ni haré una presenta­
l'i6n exhaustiva del caso clínico, sino Cin icamente tomaré
com o punto de partida la siguiente viñeta clínica , para
mostrar lo que en el síntoma obsesivo se manifiesta como
una peculiar relación con las cuestiones del tiemp o.
n paciente de 57 años, describe el asombro y la confu­
sió n que le ha ocasionado ver una fotografía de su padre.
H padre, muerto hace ya muchos años, tiene '50 años en la
roto . El paciente se desconcierta al encontrar que él ahora
s mayor que su padre entonces. Dice: "Veo el retrél(O de
mi papá, ahora yo soy mayor; pero yo sigo viendo que mi
papá es mayor".
Instante de la mirada ante la fotografía del padre. Tiem­
r0 para comprender que él ahora es mayor que el padre.
Mo mento para concluir su lugar en relación al padre: el
pad re sigue siendo mayor.
l a palabra fotorvClflCl se define como la reproducción de
Ilna imagen. Del griego piJota que signifiGl: " luz', v grajJ­

187
bía que significa: "escritu ra; representación". Esto nos lleva bra. ¿De qué :;i no de los efectos del le nguaje en el sujeto
a formu lar las siguien tes p regunta s: se ocupa e l psicoanálisis?
¿Qué es lo q ue con luz se escribe?; ¿Qué se representa Pe te r Handke hace decir a Kaspar, el p rotagonista de su
en cada fotografía? pleza de teat m :
En los ana les de la fotografía e ncontra mos L1n precedente
lite rari o; se trata d e lo q ue hace a lgunas décadas se Ilamaha "De!)de q Ué sé hablar, puedo le \ antarme ()f(..I c nadamentc.
"novela de antIcip ación " y q ue hoy e n día se llama "cie ncia Pero las caídas duelen desde q ue sé habl:I r.
ficció n ". Se remontrI al siglo >-''VITI, su a uto r, Tiphaignc d e tI Pero el dolor de las caídas duele menos desde que sé hablar
Roch e , e scribió la novela Gipbrllltie e n 1762, q ue es al J e l dolor.
Pero las caídas du den más , desde q ue sé que otros o ueden
m ismo tiempo título de su o h ra y anagrama de su n o mbre.
llablar de mis caídas.
Es un lib ro de v iaj e~ imaginarios; el p ro t..lgonisLa descLl-' Pe ro las caídas no du elen desde que sé , que saben que puedo
])rc e n un ~ubl crrá n e o u nos paisajes y los cre e reales, hasta hablar del dolor". CHandke, p. 33)
qu e le explica n lo sigu ien te: ".. Los espíritus eleme ntales no
ion tan há biles pi ntores como bue nos fís icos ... sa b éis que Una última referencia para aludir al poder creado r de la
la luz refle jad a de los distintos cuerpo:'i forman cuadro y pa labra: la del comie nzo de 106 tiem r os . La conocida fra se
que estos cuerpos se g raban e n todas la:> supe rficies puli­ bíhlic.a:
das, en la retina del ojo, por ejem p lo . e n el agua, e n los es­
pe jos. Los espíritus e lementales h emos procurado fi jar estas "Haya luz; y hubo luz. "
imágenes fugaces . H e mos comp uesto una ma teria ITlUy
sUlil , muy viscosa y p ronta e n deseca rse y e ndurt~cer, con ...Y co n la luz reLomamo!' e l tem a de la fotografía, escri­
la que se hace un c uad ro e n un Íllstante. Se recubre de tu rá con luz; i n ~cri pción de lu z en el tie mpo ...
di cha mate ria un lIOZO d e lie nzo qu e lu ego se pre::.enra
ante los o bjetos que se requ ieren p ima r. El primer decto La fotografía tiene una estrecha relación con el tiempo,
del lien zo es el mismo del espe jo ... Pero lo q ue un espejo con el instante; insta ntánea ha sido sin6nimo de fotografh-i.
no puede hacer, lo consigue la tela , cuyo revestimiento vis­ In¡.;tante de la mirada que qu e da arra pad o , fijado, deteni­
coso reLiene los sim ulacros. El espe jo nos dcvtll!l\'c fiel­ do, inten tando abolir el decu fs() tempo ra l; y queda s()lo
mente los o bjt:tos, pero n o retic.: ne ning u no. Nuestras tela:> como inte nto, porq ue es algo que no se logra de l lodo, p ri­
[os restituye n fie1meme y sí los conservan todos_ Esta im­ mero porque el p ape l impre!>o q ue guarda la imagen, aun­
presión d e 1::Is ímágc n e~ es cuestión dd primer instaOle en que perdura, es fin a lmente pereced e ro; y luego p orq ue la
que la LeJa los rc.:c ibc." . (ScJlIgez, p . 14) roto no es una , única, e n donde se haya conseguido efecti­
Recordemos q ue la técnica fotográfica empez6 a desarro­ \ amente dete ner e l ti e mpo, sino v~l ria~ , en serie, en suce­
llarse hacia 1822. Es decir; esta descri pció n a nticipa más de sión , e n co njunto , en catálogo o en colección, una y otra y
medio sig lb a la fotografía tal y como la conocemos a p anir otra . Hepetició n qu~ da cue nta d e l fracaso de parar e l tiem ­
d e ~ l1lonce:'i . po , fracaso de atrapar e l goce qUe no transc urre en e l tiem ­
Hago este rodeo hI stórico con el p ropósito de señalar de po, ~in(¡ que ocurre en el instante y q ue la foto tampoco
paso có mo, una vez más, la palabra torna su lu ga r en la logra asir.
creación : precede <\1 ohje to . Lo anticipa, es porque lo n om­ La fo tografía hace un recorte de la rea lidad) es por eso
brd que lo produce, lo inve nta, lo crea . Pero no sólo a 106 selectiva, elige una parte y p ie rde por c llu la totalidad d el
>bjetos; el sujeto mismo e!' tdmh ié n p ro duci d o por la pala­ cunpo, só lo put:de tomar un trozo, una porc ión , un deta­

HlH 1)-)9
lIe, siempre objeto parcial , fetiche . Con la fotografía St' denuncian no lo que los sujetos ven , sino lo que han en­
juega a no perder, a retener, a apoderarse para siempre de contrado precisamente por lo que no ven.
aquello que queeb cautivo dentro del marco de la fotogra­ En otro momento del mismo trabajo Lacan comenta:
fía. Los bordes de la fotografía: límites del abismo en la "No son pocos los casos en los que por ver demasiado
hendidura del tiempo, encierran a los testigos silentes, pre­ bie n, se permanece ciego". Cop ocit. p. 192)
sos de lo imaginario, para dar cuenta de lo que ha sido. En la fotografia, lo que se muestra es algo que no apare­
La fotografía es también una re-presentación; vuelve a ce en la foto misma. La imagen es evocación de otra cosa,
presentar. La imagen es un duplicado del referente; su de algo que por cierto está perdido. Dice Barthes: "... Para
doble. Y aquí podría plantearse la pregunta de si finalmen­ ver una foto vale más leva ntar la cabeza o cerrar los ojos".
te .la fotografía desmiente la idea de la inescrutabilidad del (Ba rthes, p.104)
referente . La respuesta es no . El referente sigue siendo En la fotografía, como testimonio de la co nvergencia
inescnnable. La foto diría: "Esto tampoco es una pipa". Y ntre el tiempo y el espacio, algo conmueve; es la patética
no se trata aquí de un engai'lo; aunque la fotografía pueda inmovilidad del tiempo en la imagen. Prueba del tiempo in­
engañar también , cuando hace uso de los artificios técni­ terrumpido, silencio y quietud. ¿Qué es lo que enigmática­
cos. mente la ILlZ escribe en cada foto, si no la muerte? No
En este punto, quisiera abrir la ref1exiém hacia el tema de puede dejar de saberse, que lo que aguarda detrás de la
la verdad . imagen de tiempo detenido es la muerte inexorable.
Para ello, les voy a hablar de una película que no ví y Roland Bartlles en su libro "La cámara lúcida " -que ha
que trata precisamente de un fotógrafo ciego. Me refi ero a sido fuente e inspiración de muchas de las ieleas aquí desa­
la película australiana Proa}," "La prueba" . En eIJa, el prota­ rrolladas- dice: "La fotografía cs ... el teatro muerto de la
gonista , ciego de nacimiento, comienza a dudar de lo que muerte". (Balthes, p. 157)
la madre le dice; de eso que sólo puede ver a través de los En el grabado de Durero titulado: "El caballero, la muer­
ojos de la madre. Para saber acerca del mundo requiere de te y el diahlo" de 1513, se representan e n la parte central al
las fotografías que toma y va marcando, e interroga lo Cjue caballero y al diablo que le muestra una c1epsidra. Reloj de
otros ven allí, en cada foto que les muestra . El decía que la arena representante del tiempo... y de la muerte.
fotografía era una forma de ver mejor. Quería saber a través Platón afirmaba que la filosofía es una "meditación eJe la
de las fotos , si los otros lo engañaban o no. Al final se da muelte". Descle este punto de vista, la historia ele la filoso­
cuenta de que sí había sido engañado a través ele la foto fía no sería otra cosa que la sucesión de las formas de me­
que él conserva como prueba de la verdad. ditació n de la muerte.
Dice Lacan : ".. .si bien en esta carrera tras la verdad no se La muerte puede pensarse en dos sentidos: C01110 desig­
está sino solo, si bien no se es todos cuando se toca lo ver­ nación de todo fenómeno en el que se produce una cesa­
dadero, ninguno sin embargo lo toca sino por los otros". ción y como muerte humana.
(Laca n , p. 201) Es con la muerte humana que adquiere plena significación
Esta cita es tomada de su trabajo de 1945: "El Tiempo el hecho ele morir; éste plantea necesariamente la pregunta
Lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo so­ por el sentido de la vida. La cuestión cobra su real magnitud
fisma ". En él, se plantea un problema de lógica que resuel­ si se piensa desde lo que puede ser el sentido de la muerte.
ve con un sofisma. No voy a elaborar aquí el desarrollo DeCÍa el poeta Rilke precisamente en el "Libro de las
que hace Lacan , pero quisiera señalar que, en la solución, Horas": "La gran muerte que cada uno lleva en sí, es el
Lacan destaca el valor de dos escansiones suspensivas que fruto alrededor elel cual todo camhia ".

191
Ante la m u eJ1e h uma n a, la muene rCil l, cuyo se ntido Esti ramie nto del tiempo, lucha por demorar el tiempo lí­
o torga u n sentido a la v ida , la m uerte se co nstituye como mire; por reta rd ar el L¡ltimo momento para con cluir, el lími­
punto definitivo en el hOlizonte de la vida. Es la única cer­ l e de la muerte.
teza a bso luta y orga niza retroactivamcnLe e l paso por la Vencido aún antes de la batalla, combatiente imp otente,
vida. Es la muertt: t l que incita a crear, a hacer, a inventar, Inmóvil , aislado. Estatua de sí mismo .
a prod ucir, a co m p o ne r, a decir, él arriesgarse, todo para no El síntoma o bsesivo puede definirse com o el conju nto de
ren w1Cjar al deseo. d c mcnros, haz.anas, artimanas y estrategias co n las que el
Bien d e cía Freu d e n su trab ajo sobre la g ueml y la mue r­ 'ill jero m antie ne su deseo co m o i mp o sible .
te : "La vida se emp obrece, pierde interés, cuan do la n1.áxi­ En "El PsicoanáliSis y su Ense ñanza " (957), Lacan escri­
ma apuesta en e l juego <le la vida , que es la vida misma, he a prop ósito de la estrateg ia elel obsesivo:
no puede alTie sg'd fse". (FrcLld, p . 291)
Rdom emos aquí la o tra form a de pensar la muerte, esto " .. Es a la 111uel1e a la qu e se. trata de enganar cun mil astu­
es, co m o cesación. Algo que d etiene el m o vimie m o , que cias, y ese otro que es el yo del suje to, entra en juego como
dé.."1110ra su evo lución, su desarrollo, s u crecimie nto, su pro­ u n soporte de la apuesta de las mil hazaüas q L1e son las úni­
d ucción . Tomemos las particularidad es de la incidencia del C"d t:i que le aseguran el tiempo de sus astucias. La seguridad
tie m po en el síntoma obsesivo . q w,ó' la astucia LOma de la llazai'ta se replica con las segurida­
La p alabra en alemún es Zwal18,snellrose.- neurosis com­ des que la hazana toma en la astucia. Y esa astucia , q ue una
p u lsiua: que Freud m ismo tradu ce al fra ncé s p o r nevrose razó n su prema sostiene de un campo fu e ra d el sujeto que se
d 'o lJsessüms, JleU rOS1~, o!Jsesiva lla ma e l inco nscie nte , es también aquella cuyo medio como
Según el diccio na rio etimológico de Gómez de Sil va , la su fin le escapan. Porque ella es la que re tie ne al SlJjeto, y
a ún le arre hat,l fuera d e l combate. como V en us hizo con
pa la bra olJses'/óll tiene sus orígenes en ohsidere q ue Sig nifi­
P a ris, haciéndo le estar siempre en otnl luga r q ue aque l do nd e
ca aCción de SitiCl1~ que a su vez viene de sedere, estar Sell­
se corre e l riesgo , y no dej:u en el lugar sino una so mbra de
lI'Ido. sí m ismo , pues anul a de antemano la gan ancia como pérdida,
El o bsesivo se q ueda sentad o. Espe ra, no puede levan­ ah dicando en primer lu gar el deseo q u e es tá en ju ego ".
CH s e y dar el p rime r p aso qu e le llevaría a ava nz:u , a ha cer (p.434)
su travesía p o r e l ti empo, por la h1stol;a: en cambio , es
atravesado p OI' el tiemp o qu e se le escapa irremisiblemen­ Paraliza do an te la nec~sidacl de resolución, el obsesivo no
te. pue de decidiJ; la d uda o c upa su tiempo. No puede elegir
El ohsesi vo se embarca en empeños imposibles para de­ po rq ue e legir implica acepta r qu e algo p ierde.
te ner al tiem p o, para fre n arlo, para so mete rlo . Se detiene En el seminario de 19'5 8, El deseo y su interp1'etación,
e n la e s pera indefinida de l m omento propicio, de L1na Lacan hace un extenso com enta rio sobre Hamlet para ha­
me jor ocasión. de circunstancias favorables, de que Uegue blar de las relacio n es que la neurosis obsesiva man tie ne
una oponu nidad .. . ron la muerte . Frente al acto imposible, el pen samiento y
y si 'ie em b'arca en la tarea im posible de d o b legar al la duda sobre la existencia 0'0 be or not t ü be) ma ntienen
ti empo, el) ~ól o pa ra qu e darse va ra d o, rum iando la bitácora .11 sujeto en e stado de s itio: paralizado, suspen di do, inca­
el..: 6l1t> fracasos. paz, de realiza r su anhelo.
Prolon gar e l tiempo : engailo de la p ostergación. Luego, El sí nto ma recibe Sll nombre: procrastinu ción , derivado
desp ub .;, m:ís tarde, dúación con la que el obsesivo cre e de la palab ra in glesa procrastinalíoll, que significa andar
garan tizar q u e habrá rnañ ana. 'on d ilaciones, no d ecidirse, a p laza r o difer ir una decl!)ión.

193
Dice Lacan: "El obsesivo procrastinaporC¡Lie anticip:1 En Obras C01nplelas. EeI. A IllOITOrlU. Tomo x rv. Argentina ,
siempre dem dsiado ta rde" 19H'i.
~I procrastinador cree así engañar a la muerte y al ticllI ióm ez de Silva, G uiclo Breue Diccionario Flim()!c)¿j,ic() de la len­
po, compulsivamente se dedica él elaborar mil trampas pal":l gua E\¡jJeáiola. Ed. Fondo d e Cultura Econ(l1l1ica. ¡Vléxico 191m.
engallar la rnuerte; estirando el tiempo, haciendo siglos d(' I lancJke, P~ler G(/sjJar. Eel. A liann. l\l a(lricl, 191'5 2.
los instantes, realizando mil proezas qu e nada arriesgan. Ltlcan, Jacqucs El P~i c oan<Íl i s is y su Enset'Lanza. En .E.I'C/·ilos Tomo
J. Ed. Siglo XXI , I\léxico 1984.
Cito directamcnrc a Shakespeare con la entrada de l-!<llll
L:.lGl n, Jacql1cs El Tiem p o l.ógico y el Asel10 de Certidumbre An ­
let en el tercer acto, en el monólogo se plantea la pregunta licipada. Un nuevo sofisma T~n Escrilos Tomo 1. Ed. Siglo XXl,
por la ex istencia y ante su temor él la muerte , concluye: Méx ico 1984
Lacan, Jacqucs F.i Deseo y su Inl elpreICl c!ríll. Sel17inurio . 7958­
"ASí la conciencia hace de IOclos nosOI ros LlllOS cohardcs; y ,lSI 7959 Versión lninwografiada.
los primiliv() .~ matices de la resolucióll , desmayan bajo los r::i11 lülke, ]{ai ner hl libro de las Jio ras. Ed. Lurnen.
do.~ toques del rensamiel1lo, y bs empresas ele mayores :.tlien 'iclz , Jean A /!?recbt l)(irer AC R Eclil ion Internacionalc , Courhc ­
ros e imrortanria, por esa consi deracióJ1 , tuercen SlJ cLlr.~() \ voie, París, 1988.
dejan de tener l10rnbre de acci ón .. . " CShake spcarc, pag.2 i í9) Shake spe arc, W ilJiam Ha miel, ¡wínciPe de Dinanw/'ca. En Ohras
CC)f71jJleh/s Ed. Agl.1ilar, iVladrid , 1981.
Acción: efecto de movimiento, precisamente eso a lo <jl.Je vi
obsesivo no puede llegar. Actuar implicaría ir 1l1ás all~l dd
padre; atreverse ;1 ser mayor.
~J pacienre , petrificado :l11re el retrato de su padre , se el;¡
cll~enta de que lo sigue vi e ndo m ayor. ¡{cromo del padrl'
en la imagen del retrato. La palabra " retralO ", etilT10lógicI
mente significa: "volve r a traer".
Fantasma que vuelve para abrir una grieta en la histori;l ;
para rasgar la continuidcld del tiempo s ubjetivo del l Llllllc1
dd .-.;iglo ::\"}(.
Finalmente, lo qlle las im{lgcnes eternjz adas de la fot()
grafía sólo pUéden evidencia r es la inevitable fugacidad dl'1
tiempo ) eJe las horas, ya sean éstas, seculares () instant::í
neas ...

BlBLIOCJ RAFlA
Banhcs, RolancJ : La C'ú l/l ora Uícida. Ediciones lJ<lid(lS , B;m:elo na ,
1990 .
Cande, Roland de His/oria de 1[/ ikTúsica. 2 TOlnos , Edil. AguiLtr.
M~l drid, 1981.
Ferratcr Mo ra , José Dicciorwri() de Fi/(Js()!íCl . ."¡ Tomos . Ec!. Alian­
za. M é¡drid , 1979.
Freud, SigJl1unc1 De Guerra y f. ll1e rl<.:. Tcma~ ele Actua lidad (191'»)

191 19'5
Mem oria del olvido
Daniel Gerber

una presencia que no se olvida


"La historia tiene la realida d atroz de
una pesadilla ; la grandeza tld hombre
consisle t n hacer obras hermosas y
durables con la sustancia real de esa
pesad illa. O d !ch o d e otro m o do:
transfigurar la pesadilla en visión , li­
berarnos, así sea por un instante, de
la realidad disforme por medio de la
creación ".

o. Paz; El laberinto de lel solee/C/d

"La mu erte (o su alusión) ha ce pre­


ciosos y pat él icos a los ho m b res.
Estos conm ueven p o r su condición de
fantasmas ; ca da a ctO que ejecuta n
puede ser último; no hay rostro que
no e sté por desdibujarse como el ros­
tro ele un sueño. Todo. enlre los mor­
tales, tiene el va lor de lo irrecupera ­
ble y ele lo <lzaroso".

J. L. Borges; El ill morta l

"¿Q ué es un recuerdo, algo que te­


ne mos o algo que hemos perdido'"

w . Allen: La olra nn~jer

1. El inconsciellle es el tiempo

Comienzo estas refl exio nes en to rno a 1(1 memoria con u na


evocac ión. 1lace 10 años, e n mi primera pa11icipació n en
los Coloquios de la Fu ndación, afim1aba esto: "el inco ns­

197
cienre es el tiempo"J. Hoy quisiera qu e esla asever~l ci (lll sea Este tiem p o es indísociable de la ex iste ncia del lenguaje
1 p unto de partida para tratar .-;obre el tiempo en psicoanú ' Iue impone e l sometimiento de las necesidades de l ser hu­
Usis.
nK1I1 0 a la demanda , es decir, a una ;'puesra en forma" sig­
Una tesis muchas veces re iterada por fre ud y los psicoa­ llifkante que las alien a en la le ngua en que dehen decirse.
naJisras d ice: "el inconsciente está fuera del tie mpo" o "el in I:nu'c necesidad y demanda se interpone la represión pri­
conscie nte es ate mpora l". Entre las primeras me ncion es dl' Im)[(J ial qu e fun da una imposibilidad p ues la alienación de
e lla se encuentra el agregado de 1907 a la P,icopat% ,qia de !.I~ necesidades en la demanda deja un rest:o irreductible,
la vida cotidiclIla: "M uy probablem.e nte respecto del olvido un imposible de dec ir, hu cco ahierto por ada palahra que
no se pueda h ablar d e una fu nción directa del ti empo 1... 1 st: dice , pé rdida ine vita hle lJue el lenguaje provoca. Es el
En e l caso de las hucJLls mné micas reprimidas, se j)uedl' dvseo, tiempo de 1 'el'dad, ti e mpo de la verdad de la de­
comproba r q ue no han expe rimentado alleraciones durantl' llland a. tiempo fundador d e la falta como "potenci,¡ de la
Jo s más largus lapsos. Lo inconsciente es totalmen te atem­ pura pé relida "5
poral. El carácte r más imponanre, y también e l más asol1l El d eseo requiere tiempo, por lo menos el tiempo que la
broso, de la fijación psíquica es que [ocbs las impresionl's .Irticulaci(m d e la demanda e x ige . fiempo de apL.lzamjento
se conservan , por un lado, de la misma manera como fu t' de la satisfacción en el que la pérdida deviene potencia. La
ron recibidas, pero, adCl1léÍs d e dio, en todas las formas que constitución ele! deseo positiviza el valor negativo de la
han cobrado él raíz de ulteriores desa rrollos, re lación ésta r;lIta porq ue a p a rtir d e est:.l constitución ella deja de figurar
L¡L1e no se puede ilustrar con ningu na co mparació n tomada ('omo falta de algo real para definirse Lomo falla ele todo
de o tra esfera. TeóricamenLe, entonces, cada estado anterior lenguaje, de tod a p :.d a bra; no es care ncia de un ~ ignifka nte
del contenido de la me mo ria se podrá restablecer para el re o;i no fa lta ele nada creada por e l significante Fl deseo se
cuerdo dLlnlJLlc todos sus eleme nt os hayan trocado de anr i­ sostiene en aquéllo que de la n~('esidael la palabra no arti­
guo sus vín c ulos originarios por otros nue vo s".? n Il a; irreductible él la demanda hace de Ll falt ;.l el pod er
El tiem po, con su paso, no altera p a ra nada lo que p e rtv mism o qu e lo causa.
ne o: a l inconscie nte pues las em icas <t1 te raci o!1Cs posibll's Desde el com ien zo , el tiempo est;l asociaclo con la p érdi­
depe nd e n de procesos inbcrenres a él mismo. 5i e l incon.s da. con 1(.) inarticul ah le del lenguaje . Pérdida de nada , exis­
cic nte es inm une al transcurrir del tiempo, cuya caractcríst i ll'ncia d e un irre prescmabJe por efecto ele la acción dd sig­
ca - según Fre lld- es producir pérdida, es posible enton nillca nte que orcle na la vida y e l cleseo_ Por esto. represen­
ces identificarlo con esa pérdida; con ma yo r razón si Sl' tar e l tiempo es un intento condenado siemj'J'e a l fracaso ;
toma en O lenta lJue en algunos textos, Fre ud de fi ne a l in imposibl e una representación adecuada porque é l es la pér­
conscie nle como p ensCl mien/os (Gedan/~enJ. Pe nsamie nlC>s , dida , lo rea l qu e no se inscribe e n el campo simbólico . 'r'a
represc nta cionet. deriv adas d e una p é rdid a fundante qLh' "~ln Agustín advenía esta imposib ilidad con palabras que
hace imposible la ide mid au de perce pción ; pensamientns no (kjan de evocar esa ditnensión real: "¿Q ué es el tiempo?
asoc i~dos con la e xiste ncia de un tie mp o de demora , ((( ' ~I no me lo pre gunta n, lo s¿~ . Si me lo pregunta n lo igno­
inevirable ap lazamie nto d e la satisfacción. ro "· I.
El inconsciente es pues e l ti e mpo , pero sólo en tanto
, . e L C; erher, D.: I.a ilpfT'siol1 .1' el i nconscien te. En Bra u ' tt' in , 1\<. (com pJ: La li'
f lexión d e los C/.II/cept()., de Fi r'u d e ll lo obm dt' LacaJl. '\1 0x im. Sig lo :-'X l . 191'l..i, l'
J.? 1 .1. 1.:IGl n, ,I. : 1.u si,~!1ljiwli() n dll pballlls. En /;'¡;r irs, París, StCu i l. 1966. p . liY I IFn
2. 1 :r>~Lld . s.: I'siLD!¡u rIJI()¡;;a de la (lhla c()lidiww En Obrus (.(J!11pleta s. T o mo VI
•·..I"uio ! La s(q rnjiw ci(jl/ de/rol(). e n h erirus J. \!!¿' Xil () . Sigl o XXI, 19K'i . p . ú7 11.
n U tCn (l~ ,\irL.' , A m ()'T,,,·t U. 198U. p. 2(,(1. I Cita do P{)r Bnrgc, , .1.1... : /:'It iC'/!/f>o. En fjurp,es oml. But:rlo, Ai rt:s. "'))(:6 ' Pd i­
Irlr-I'di' o ri al d t: I k l:~': II1 [) . 1<)79. p . K ').

19R
.199
ést<: Cdtimo re mite a lo irrepresenta ble qu e cond iciona tod.! un tiempo que no tiene lugar en un a sucesión cro no lógica
representación; es el tiempo en su e sencia de pura pérdie\;l . pues constituye un momento ele la estructura significante.
Esta es la causa del nexo q ue vinc ula indisolu b leme nte J:¡ Este tie mpo mírico fuera de l ti empo es ca usa de todo
tesis qu e afirma que en e l inconscie nte no existe represen tiempo y toda medida del tiempo. De hecho toda medid a,
tac ión del tiempo con esa otra no menos co nocida qut' to da cronología, no es sino e l intento de circunscribir eso
postula que "en e l inconscie nte no hay representació n de J:¡ q ue falta p a ra e l reecue ntro de l ti empo origina ria me nte
muerte" . Ambas aluden a una a usen cia , ause nci;) de reprv perdido. Toda cronología es finalmente espera. eS]'Jera infi­
se ntac ión; a usencia q ue dep ende de la existencia de l o rel<:" nita de ese significa nte "reprimido" que no llega . Por ésto,
simbólico porque toda represe ntaci ó n es consecuencia dd "e l rc mrno de lo reprimido no vie ne del pasado sino de l
lenguaje, sin e l cua l no hay inconscie nte ni sujeto. Este Cllti fu tu ro""; es retorno del significante q ue se espera , reto rno
mo se constituye como tal a pa l1ir de l anudam ie nto de len de aquéllo que e n la medida en que no se ha co nstituíelo
guaje , representación e inconsciente, como lo se ñala el c¿'­ no pue de venir de l pasado sino del futuro bajo la modali­
leh re y multicitado aforismo de Lacan: "el sign ifica nte re ­ da d del tro piezo, la fa ll a, e l fracaso. Paradigma de la recep­
presenta al sujeto pa ra otro significa nte" . Se trata , evidente ción del propio mensaje -de lo más propio que es la falta
mente , del sujeto elel inconsciente , del suj eto descentrado de significante- e n ft)rma invertida: no del pasa do hacia el
de su ilusión de amo de l significante , del sujeto que dej:1 momento actual sino desde e l futum que o rdena e l presen­
de ~er la c::t uSa de la articulación signific.lOre y pas;:; a ser te como presencia e n acro de una pa labra que aunq ue bita
efecto de ésta última, no dej a de decirse.
El inco nsciente y el ti empo son la consecuencia de la Falta un significa nte, esta es la razón de b es pera eterna ,
prim acía del significante sobre el su jeto, porque la repre­ de la esperanza q ue no es otra que la de eternidad , nOl11­
sentación signifi ca nte supone la represión primordial. Esta bre de un estado e n el cual el universo simbólico podria al­
se puede defi ni r como la elisió n del segund o significante canzar su mítico completamiento y la insoportable sucesió n
de la fórmu la de Lacan citada , es decir. de S2' ese sig nifi­ sig nificante concluirla finalmente . La eternidad "- e l inmó­
cante p ara d c ual todo sign ificante , todo Sl ' representa al vil y terrible musco ele los arqu etipos platónicos"(S, el con­
sujeto. EJislón de este segundo significante que es el signifi ­ Ju nto signifi ca nte co nge lad o. d esvitalizado , d onde na da
cante convocado para decir, más allá de la represe ntación, falta que pueda ser causa de circulación- es, e n rigo r, un
lo que e l sujeto es. La falta de este significante no obe dece bntasma q ue la ex istenc ia del significante in duce , "una
a un dé fic it p otencialmente repa rable. se de riva más hien imagen hecha con sustancia de tiempo"7.
de la naturaleza misma de tOdo significante que es la de so­ Hay tiempo porque hay sucesión significa nte; hay ti e m­
lamente repre:-,e ntar sin p o sibilid.a d de designa r 10 qUt' po porque , p ar:1dój icamente, falta tie mpo. Es la razón por
nquéllo re presenta do por él es. la que la histori.a, la sucesión signi fica nte, es un encamina­
"t:l significante representa al sujeto pa ra otro signiJican­ mie nto sin fin hac ia una significación que no se pro d uce ;
te ", para oU'O significante que faltel. Fa lta en la hate ría signi­ falta e l sig nifica nte último que p ueda efectuarla. Encamina­
fj(~ante qu e Lacéln escribe SCA), t.érmino que designa la fa lta miento signifi cante c uyo sen tido últim o se escapa, la histo­
del O tro, en e l lugar de l significante. Fa lta en el O tro un
significante , el significante prOPio de l sujeto, es decir, ése -S, L~J(.::'Ln , J. : le S{'il7illlúre . Lil're !. fes écá'.': recb nir¡ues d e Fre" d P:lI,'ís , Sl:u il.
para e l cual todos los ot ro.' lo representan. S2 es la repre­ 197') , p . 181 .
6. lIo rgcs, .J.1..: /-lis ruria de la der nir/wJ. En Pn~~a c(¡mole/(.¡. Vol 1. ILlrcL'lon".
sentació n faltante , caída bajo e.l peso de la represión p ri­ 1},~lgll t: ra. 19HO, p . 22 í. 7. Bo rges, J.I.' ibíd. , p . 22 J.

mordial que, desde Fre ud, se lücaliza en un tie mpo mítico, I Horg,;,'. JI.. ihíd., p. 2~ J

21l ]
ria es el "dominio ele lo imprevisihl e "H de modo que la eter­ "ume , pe ro yo soy e l fuego. El 1Tlun do, d esgraciadamente
nidad, el supuesto arqu e Lipo que la histori~l realizaría , resul­ es real; yo, desgraciadamente, soy Borges" lJ El tiempo es
ta ser e l imposihle que la sustenLa. Jel orden de lo real, tal vez por esto "es un problema p;ua
'Todo lenguaje -dice Borges- es de índole sucesiva, Ilosutros , un temhloroso y ex igente problema, acaso el más
no es h:tI)i! para razonar lo eterno, lo intenlporal "') Pero la vita l de la meta física; la eterni dad, un juego o una fatigada
idea de lo eterno, de 10 inte mporal, es un corolario de la esperanz a" 12.
existencia del lenguaje con su índole slIcesiv;¡. Antes,
ahora y después son significantes , categorías del lenguaje, II. El olvido y la repel ¡el'
términos inslll"icienres para de cir e l tiempo verdadero, el
lie mpo que se sitúa m{ls <le:1 y más a ll :l de todo lo contin­ El tiempo es real, "es la sustancia de que estoy hecho " ,
gente ; el tiempo anterior a la palahra y efec[() de ella él la "s ustancia " que no p uede aluclir ,1 otra cosa que al ser q ue
ve z, tiempo de pura pérdida , como la ll'TUerte , irrepresenta­ se me escapa por efecto de la captura significante. El ser
ble: "L! Jlluerte no tien e [significación] y es esto lo que nos me falLa y porqu e me fa lta sólo puedo vivirlo como es pe ra
deja indefensos ank e lla. No podemos decir nada fre nte a interminable . El tie mpo será entonces la [raza no m arcada
la q ue dice nada. La muerte es la insignificación universal,
de la diferencia significante que engendra el d eseo. l.as
redes del orden simbólico deja n e scapar un desecho, resto
la gran refutaci6 n ele nuestros lenguaje s y nuestras razo­
no simholizado de la operación significante que> e s el rastro
nes" IO.
bo rrado de la satisfacción mítica , la traza perdida que la re­
Es el lenguaje lo que hace insrantl~ a l instante, tie mpo al
lación sex ual - imposible por e llo-- no puede ree ncontrar.
tiempo. Porque el lenguaje instituve la sucesión - la ex is­
El libro de los Provcrhios -atribuído al rey Sa lo mó n­
tencia ele cada instan te como algo Cmico e irrepetible den­
dice:
tro del marco ele una infinita repelición- )', simultánea­
me nte, la posibilidael ele negarla , de sor'iar un imposihle lla­ "Tres cosas m e son oc ultas ;
mado etern idad q Lle no es la suma d e l tiempo, de todos los Aún tampoco .~C: la cuarta ;
ti em pos, sino la nega c i()Il de lo sucesi, u. Es p or e l lenguaje El raslro del águila en el :J ire;
que e sta negaci6n de lo suces ivo se r u ede formular; pero El rastro de hl culebra so] me' la lx.~ 11a;
el lenguaje no p ue de con lo real que él mismo segrega , de El rastro de la nave en medi() del mar;
ahí que "ne gar la s ucesión temporal, negar el yo, negar el '( el rastro del ilonl\)r~ en la doncella " l 5
uni ve rso astron()mico , son desesperaci o nes apan:nLes y
consuelos secretos. Nuestro d estino l. .. J no es espantoso Ese rastro que no se marca , esa traza que no se inscrihe ,
por irreaL es espJJ1toso p orque es irreversible y ele hierro. lo no simbolizado que no funda ningún saber, es e l gran
El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El Liempo es olvid o qu e e l pensa m ie nlo prcte nre olvidar, "El o lv ido ­
un río q u e me <lrre bata, pero yo soy el río; e s un tigre que ice E. Jabes - es en tod o recuerdo , el recu e rd C! q ue nace
me destroza, pero yo soy e l tigre; es un fuego q ue nw con- mue llo y anige a la memuria "l -i. Ila y un o lvido fu nd ante
c uya causa e~ el carácter impropio del orden sim bólico
k . .1 ';17., o.: JlIi'SjmeSh lS 1/l ICua s a pn;QI!lI/tI ~ t ·le'jas. En Fw:fht. No. ')<)2 \' o "ic nlhrL'
d e 19)12 , p. 1~ 1 l. 1\01')('-'''. ,1.1.. ' ihi( l. , p. ")01.

'J. [jo rg es, JL.· .\úeu(/ refillllc i6n cid tiemp o. En l'rosu cumple/a. Vol 2, ibid, 1). J 2. J\()rgc~. JI.. ' f fis!()i'ic: de la e/" rnidad. Uf). c it. , p. 2 21 ,

2')2 lj. PnJl'erhi()s, XXX. 1lO, 1<),

10. P:IL . O .: X UdN ViflaUl77llro ('1 1 pel;,'() flf/ J' ell uhm. Iv!é'xi co , F,C.¡:, IS'7H, p. ] .'i. .I"b¿·s. F.: HI j)e(( !w; ío ¡ i{HO de L" ::/l hl 'C' i'si6 u /i le n; d" sos/x'cha, \·1,""; ('( "

]S \-uc lr" . .1<)1')0. p, 51.

205
para la escritura de la relación sexual. lo simbó lico carece lioídad creadora y lo conviritó en p oeta" J Esta actividad
=)

de conecto r lóg ico q ue pued a asociar un signo ho mbre COII poética hace prese nte la repetició n , q ue no es e l recuerd
un sign o mujer y esto determ ina la falta de un universal c!t­ sino "el mismo movimiemo, p e ro en sentido contrario" lG.
la atraccIó n de los cue rpos sexuad os. El pro verbio bíblicc) Algo vue lve e n la re p e ti ción , pero no e s un "co nte nido"
lo a fir ma ya cuando expre~ a que e l acto sexual no deja sino más bie n una "forma" y esto hace de aquélla una "vi­
traza , rastro , y Laca n lo acentu ará al se ña lar que el a cro se­ venc ia" del instante, un acto que - en el luga r de u na pala­
xua l e s e l acto fa llido por excelencia porque no pue de b,d imposihle- se a bre a lo real.
Cre)prod ucir e sa traza q ue no existe. Es notab le co mo Kierkegaard fo rmula su ide a de la re pe­
Un ra stro olvida d o e n tan to inexistente, una falta de tición; "La au tén tica re pe tición, supo nie ndo q ue sea posi­
sabe r q ue disti ng ue:: la pulsió n del instinto, funda e l saber ble, hace al hombre feliz, mie ntras e l recuerdo lo hace d e s­
inconsciente que interpe lará al sujeto beljO la fOl1na de una graciado, e n e l caso , cla ro e stá, de q ue se co nceda tie mpo
pregunta insistente q ue ocupa el lugar del sexo. Pregunta para vivir y no busq ue, apenas na cido, un pretexto p ara
ace rca de la manera de re-producir esa traza desde sie m pre evadirse nue vame nte de la vida , el pretexto, por e je mplo,
bon·acla. inte n'ogante q ue aco me te en un tiempo que es el de q ue h a olvida do algo" 17 Repetición auténtica, dice e n
de retorno de la pérdida fu ndante, el tiempo del retorno de primer lugar, y eslO lleva a pregu nta rse si hab rá una re peti­
lo re p rimido. El inconsciente fre udiano e s e l concepto q ue ción falsa , De se r asi, ¿cómo establecer una d istinció n entre
designa esa pé rdida de l ti e mpo, ese tiemp o perdi do de lo ambas' Q uizá so la mente a p mt ir de la dife rencia señalad a
q ue carece de hue ll a, e l retorno insiste nte d e un tiempo ya e ntre auto matismo de repetición y tyché, repetición de
q ue sólo regresa p:ua ser nuevamente pe rdido. la hue lla q ue no existe.
Una pérdida reite rada se ma nifie sta en la repetición que Kierkcgaa rd apu nta en esta di rección pues ese carácte r
es retorno de lo inme morial, de Jo fI LIe no tiene rastro e n la e n p rinci pio i nlp o~ ib le q ue asigna a la re p eti ción --curiosa­
me moria. Una pé rd ida q ue es retorno e n acto , en el aco n­ mente a~ociada con la fe licidad , el goce- permite definir­
tecimiento in esperado de un decir qUe re p ite lo qtle no ha la, invinie ndo los té rminos , com o re pe tició n de lo imposi­
sido y cre a así la hue lla bo rrada . La repetición, desde este b le. Ade más, la re petición se conU'apo ne al olvido , e ntendi­
punto de vista , es tycbé; e ncuentro fo rtuito , azaroso, con lo do po r Kierkegaard C0Q10 preleh'10 ; p re-texto, lo pre vio al
real del sa ber inconscien te que se d istingue de l autom atis­ texto , anre lior y exterior al ordt:1l signifi cante en cuyo con­
mo d e re p e ti ció n - fu nda d o e n lo s imhó lico- sie mpre texto podrá ser retroact!vame nte de signado como tal. Y tI­
p revisible y calculable. nalm e nte, el recuerdo q ue Kierkegaard vinc ula al pretexto
La repetición como a conleci m ie nto ligad o a lo rea l es del olvido , ¿no recuerda de algú n modo lo que Freud de­
una noció n que evo ca cie rtas idea." de Kicrkegaard plasma­ nomina recuerdo e ncuhriclor, e l recuerdo qu e encu bre, ve r­
das e n el texto de l fi lósofo danés q ue tiene precisame nte dadero pretexto para nada saber de l imposible q ue se re pi­
ese titulo. Allí se puede advertiJ un vínculo estrec ho entre te'
l acceso a lo sim bó lico y la satisfa cción im posible del El recue rdo es ll1orrificante. Como dice Seferis: "Donde­
deseo q ue e::ie acceso tiene como com;ecuencia , e n tanto q uie ra que 10 toques e l recuerdo d uele" lS. D uele porq ue
causa de la ausencia de relació n sexual.
Kierkegaard parte de una anécdota de la vida amoro sa ] 5. KJerkega arcl , S.: 1/1 uil1li I'erirus. La rejJericirJI/. M.tJriJ , Guad arr"nu , \ 97 5, p .
del protago n ista de la ficció n que p resenta. Este ama a una ] '11 (l ctS cursivas son mb s) .
joven pero "la m uchacha no era e n real idad su amada . sino 16. Ki.: rkeg'I<lrd. S. ¡hid ., p. 130
17. Kj erke Aaard, s: ibid., p. 13 1.

sim plememe la ocasión que despen ó en él la llena de la a c­ IS. screrÍ'\. Y.: Recil erdo, L !in Poesía completa Mad rid . Al ia nza , 1989, p . l l)H

204 20'S
e.stá hecho de pa labras y la palabra falla cuando se traLa dc c1ar"25 Pe ro tam bién es necesario recordar, no e xiste otra
nombrar el objeto, cle revivír la Lraza q ue no existe . Dolor manera de hacer existir y subsistir el aco nLecim ie nto; para
de la mem o ria que sólo enc ue ntra ausen c ias allí do nde fo rmulario en pa lahras de Elías Cane ui: "Recuerda, entré­
tnta de revivir una prese ncia; dolor del imrosible (re )en­ ga te voluntariament e al rec uerd o , no lo desdeñes, es lo
cucntro. "No hay noswlgia p eor que anorar lo que nLlnca m ás verdadero que tienes, y tod o cu anlO se te pierda en el
jamás suced ió" J<) , Canta Joaq uín Sabina. La nosLalgia no es recuerdo estará perdid o , y para sielll rre "2f l.
sino esa al'lO ran za ; el di ccionario et imológico la d e fine ~SLa paradoja de la memoria no le es exclu~ i v a; es la pa­
como "deseo doloroso de regresa r"20 y esa conjunción de radoja elel goce, regido por una d o ble impotencia que el
d eseo y dol or no puede dejar d e .ser asociado con el goce le ng uaje lógico puede formular como "no poder no", y que
imposib le . Se pued e co mprender entonces lo qu e se ñala j. e !'> también aplicable tanLO al olvidar co mo al record a r.
P. Winte r: "La nostalgia es hija de la espera I... J la espe ra es Siem pre se ol vida , siempre ~c recu erd a ; po rque se olvida se
neurótica. e s ceneza en c uanto él la decerción, d cmand~l de rec uerda , porq ue se recuerda se o lvit.h Ve rda d ero callejón
decepci{)n , apego patológico él un ideal que ha y que man­ sin salida el del recuerdo , al plinto ele lle gar él constituirse
tener co nlO Lal "21. ¿Apego él un go ce.:, e spera del go ce, goce n un obstáculo infranqueahle q ue puede impedir la conti­
de la espera que ma nti ene en suspenso la pregunta por el n u idad del análisis. La posi b il idad de hallar Lln:.! sa lida
deseo y sostiene el fantasma de un oLro cuyo deseo -tam­ puede encontrar inspiración en Ki erkegaa rd: "C~l d d uno
bién en sllspenso-- no cau se angusLi ar elcbe hacer verdad en sí misrno el principio d e que su vid a
La m emoria mortifica porq ue una paradoja le es consti­ ya es algo cac!u c.:'ado d esde el primer mome nto en que em­
tuti va: no es p osible dejar de olvidar y, simultáneamente, p ieza a viYirla , pero en este caso es necesario que tenga
tampoco se puede d e jar de recordar. Es p re c iso ol vidar también la suficiente fuerza para rnatar esa muerte rropia y
pue s de masi ados rec uerdos vacían el presellle. Punes el co nvenirla en una vida auLénLica "2')
m ernorioso22 es el pa radigma par0tico del suje Lo impe dido La vida es algo caducado, caído ba jo el peso del signifi­
de viv ir p or el record;Jr in Cesante. O lvidar, en este sentido, cante, desd e el com ie nzo. Es muerte que es p reciso matar
además d e inevitable resulta imprescind ible, como lo ex­ rrodu ci e ndo una repetición que la pone de manifi e sto
pone Nicrlsche: "la acción supone el olvido, d e l mismo
pero dice tamhié n otra cosa. Una re peti ción q ue, para Kier­
mo do que la vida de tod o ser orgánico -; u ro ne no sola­
kcgaard, es condena del h:ílJilO entend ido como retieraciótl
mente la lu z, s ino también la oscuri d ad. Un homhre que
de conductas y también de la m emoria que se ejerce en la
pre tendiera semir en un todo his tóricamenre Se parecería
forma esté ril d e l recorda r: "La gran venw ja del recue rdo es
a Lin o que estuviera obligado él p rescindir del su cii o () al
que co mie nza con una pérdida , por eso est{l tan seg uro ,
animal que tuviera que subsisti r exclusivam e nte en ba,<;e
pues ya desde el principio no tiene ntlcla q ue perde r"2Ci. Si
del s iem pre re no, ado rumiar. Es p ues posible ViVlf, y aún
nada tie ne nad:l que percle r st: p odría decir qu e Lampoco
vi vir feliz , casi sin re cordar, como lo de mu cstl'a el animal;
tiene nacla q ue ganar, por esto lo valioso de la me moria es
mas es d e Lodo punto imposible siql..lief:l oÍl'i r sin olvi­
qLle fall a y allí donde fal la la pérdida que la fu nd a re torna.
19. ~ , tb in a . J : Con la j iC'lI!e lI'l(./rc!:il! a
20. Coro m ina,.... .l.: l)rel 1e diccion a r io ("fhnolrígic-" de la leJ1f.!, !iU coste/lcu/o. ;\bu riu. 25 , Cil:,t!o pm V"rrill1() ,. ( ;.: II 1 s/.Iid" J' la másca ra , Ibrcclol1:t , Pcnínsu L, 191'9, [l .
Credo" , I <)H5. P I¡ J 6. 2~
21. \Vinler, JI' . Sil ,. '·.1!()i.'"e e! 1" iI!() I'/()!b';¡",!/(, ,. P')'chorlCl/jse de 1'{~/1tls¡jm ¡lism e, 2/1. Ci\:ld" por \X!ol dcn l x:rg, J: I.os ",¡-,e;¡ eh ls /J''f'S(.I"I /l!s. ,\'10x í.:o, Cal \' Are na .
En i .(. / /'.~l'cl:!OJ/o/)"se I.'sl-e//e !lile bis!()ire j u j ¡'e.' París., Sl'üi 1, J <)1>1 , p. 1e)/) , 1<)')2 , p. S-5.
~2 . ef. l$orgL'S, J L. F lIl1es el n U"} j}ori(JsfJ . En Ficc i (Nle:; . j>ro,',;{./ CrJlnpleto, Vo l. 1\ 25 , KiL"'kl'gaa rd, ~ ,: (Jf! , ci!. p, 1" l.
01', Cil, p 5S:S 2(,. Ihid , p. 1:)<),

206 207
(mu ar: "El analizado no recuerda, en general, nada de lo
Desde Klerkegaard es posible saber que eso que se deno· ClJ\ idado y reprimido, sino que lo actúa. No lo reproduce
mina "falla" de la me moria no posee el carácter de una b ­ (nmo rec ue rdo, sino como acción; lo repite, sin saber.
guna que eS posible colmar, razón por la que el psicoanáli · desde luego, que lo hace"27 Repetición qu e rebasa no sólo
sis no puede entenderse como un método para reparar la 1.1 re producción con su vano intento de reencontrar lo
memoria o "llenar las lagunas del recuerd o" como el I1'usm() Idé ntico sino tambié n la compulsión repetitiva q ue es la del
F'rcud lo pensó en un tiempo inicial. Sin embargo, después I racu<;o reiterado e n esa búsqueda; rep etición creadora que
de la "vuelta" de los años 20, co n la compulsión de repeti· pretende hacer efecriva la idea de Kierkegaard que postula
j ón, la reacción tera péutica negaliva y la necesidad de GIS­ 101 exigencia de un decir nuevo , poético. Decir que no es
tigo p uso e n e ntredi cho esa idea que propugnaba por la re­ sin sabe r, en el lugar dd sinsabor del recuerdo.
constituitución del tejido de los recuerdos con el fin de ase­ Si el recordar es intento siempre fa llido d e re producir
gu rar el dom.jnio pleno de la conciencia. Después de 1920 una cosa , repetir es decir de alguna ma nera la cosa, eso
ya no se trata rá de recordar porqu e se pone de manifiesto que está más allá, protegido por el velo del fantasma que
que no hay n ada qu e record~lr o, d icho con mayor pre ci­ ('ubre la roca vi\'a de lo real. Decir en el instanle de una re­
sión , que hay que recordar nada. petición creadora. en un momento en donde el tiempo cro­
Recordar nada . hacer presente el olvido primordia l que nológico de la sucesión significante sufre una transforrna­
es del tiempo, de ese tiempo constitutivo que se denomina tiÓll decisiva y esa sucesión de ja, por ese instante, de Huir.
represIón originaria fund adora de la memor~l ; de una me­ PLleSla en suspenso en un tiempo qu e de ja de ser idenlidad
mo ria que , por la ausenda de una tr'...lza que el recuerdo no de m omentos que se sucede n , sucesión de las mismas
deja de buscar está - como diría Borges- hecha de olvi­ losas, para pasa r a ser e l comienzo de otra cosa: "¿Qué
dos. Porque sólo el olvido p uede sostener el recuerdo que, sería, al fin de cuentas , la vida si no se diera ninguna repe­
por esto mismo, ~e constitu ye siempre como recuerdo en­ tición? ¿Quien desearía ser naJ a más q ue un tablero en el
cubridor. De modo que, más que registro , la memoria es que el tie mpo iba ap untan do a ca da instante una breve
mito : verda d del olv ido que se d ice un una estructu ra de rrase nueva o el historial de todo el pasado? ¿O ser sola­
fi cción , nunca exactitud. me ntc como un tronco arrastrado po r la corrie nte de tod o
El incon<¡ciente es una memoria, sí, pero una memoria lo fugaz y novedoso. que de una mane ra incesante y blan­
que se organiza e n torno al olvido; un saber hecho de mar­ dengue embauca y debil ita el alma humana?"2H.
cas que remi ten a una gran ausencia. Un saber qu e, aun­ Allí donde hay im posibilidad dcl recue rdo, nostalgia que
q ue no pertenece al sujeto , tampoco es un saber rechazado no tiene referente porque la huella de lo que "nunCl cesa
a la "tieITa de nadie " del recuerdo desde donde puede re­ de no inscribirse" está borra da ; allí es donde puede pro du­
tornar. La concepción del inconsciente como una memoria Clfse la repetición que es decir nuevo , decir el pase) del
muerta sepl1 ltad~1 en algú n archivo silencioso debe ser sus­ tiempo en su dunensión m.ás real de retorno de lo mismo.
tituída por otra que lo sitúe en su dimensión de memori2 Decir lo mismo que \'iene a deciJ que lo mismo es siempre
vÍ\ ¡ente . Memoria hecha cuerpo: su luga r es el cuerpo vi­ 10 otro, la palabra inarticulahle que sostiene la trarna de la
vie nte c uya vida es vida mortificad a por la presencia de esa va ried ad a parente de pala bras. El Uempo del análisis es
ma rca indeleble del lenguaje que es e l goce hecho carne tiempo que descifra , tiempo de desciframiento de las rcite­
bajo la fo rma privilegiada del síntoma .
El análisis procura actualiza r ese saber de la me moria in­ 27. Fn::ud . S.: Recurda r. re/ie/ir)' reela /l0m,.. En Obras Compleltls, Tom() Xl I.
consciente en el cuerpo por medio de una puesta e n acto Buenos All v'. A ' lHHT<lnU , 19~O. p . '1 ~1.

2H. Kic:rkeg,.,ard, S : op. cit., p. 1:\2.

que pretende - por la rcpe ti ción- trascender el simple re­

209
raciones esencia les dd tien)po, tiempo de poner de mani lll. Del olvido a la 17Wlnoria
tiesto I:l cifrél que gobierna la escansión de mis ICJoras y mi~
días y sC1'\ab la idenLidad susl::I1Icial que preside y cnvuelvv Por la repeLiciém creador:! , el o lvido se Lransform;.¡ en po­
el cambio y la permane ncia. Tiempo poé:tico, creación de te nc ia positiva, lorna el sitio de la ausencia q ue distrihuye )'
lIn nuevo Liempo que , otro del Liemp() su cesivo, pu ede ele nxJisLrihuye los luga re;; de los presentes, del sinscllLido Ljuc
cirse poélicamente , como Borges lo hace en su Alte jJoétic(/: o.;u hvierLe los sentidos eslable cidos. El ana lista se hace pre­
,>e ncia en ese siLio donde -como Olises- es nadie, rC:rmi­
"\1irélr el río hecho de tiempo y agUJ

no que no es designación de una ausencia si.no -a l contra­


y recordar que elliempo es otro río

rio- ele la más presente de las presencias. Presencia real,


"ab er que nos perdem os como el río

y qu e los rostros pasan corno el agua


e n el csp:C lcio del olvid o dibujado por la palabra que hisLO­
riza, e n e se espacio he cho ele Liempo y que delliempo dice
Se.::mir que la vigilia es orro sueilo
<;tIS ine, itables y siempre negados reLornos. Presencia de l
Que suel1a no S011ar y que la Illuerte
a nali sta en el tiempo para posibi litar la produccié)!1 de una
QUL! I.enie nuestra carn<.: es esa muerte.::
p~t1abra cargada de poesía, poseída y recorrida ror el tiem­
D e c<leL! noche, que se ll ama sueño
po; ele una pa b hra que llega para recordar lo que afirma el
poe ta: "Solo una cosa no hay . Es el olvido"50
Ve ren el día o en el Jño un símholo
Repetición creado ra, creac ión de tiempo, () tamhién ­
De los días del hUll1hre y de SU" ailos

co rno l:n el poenu horgeano- producci(m de una música.


Convertir (:'1 ultraje ele los aflOS

Verdadero modelo de ejercicio de eSLilo que pone en juego


En una música , un rUll10r y Ull símbolo

una ética, la del hien co mponer, la mClsica -porq ue no


Ver (: :1 la mucrte el sudlo. en el OCISO
dice nada- nos hahla mejor, m ás allá de l lenguaje. "Que
Un triste oro, tal es IJ poesía
:=;e diga qu eda o lvidado tras lo qu e se d ice en lo que se es­
Que es inm o rtal y pohre. La poesía
;ucha "51 F.ste resto olvidaclo, la músiCoI lo e scrihe ; ella es
Vuelve como la aUlUrJ y el ocaso .
rÍlmo, Liempo, retorno. DésLinada a hacer oir la oLra cnS<I, la
música p ropone sonidos que evocan el bien d ecir pues re­
A veces en la tarde una cara
basan aquéllo que se arti cula en lo que se d ice; sonidos
Nos mira desde el rondo de un l',,!x:io:
qu e marcan otro tiempo de aqu él efecLivamente vivido, un
El arte dehe ser como ese l'spejo
tie mpo que se nos escapa pero en e l que podemos re cono­
Que nos revela l1ueSlra propia l' ara

cernos en eso que carece d e lugar en la palahra , como su­


Cuentan que Ui:-'l:S, hano de prodigios ,

ce de con frecuencia cuando una melodía nos retorna con


Uorú de ~lInor al di,'isar su Ifaca
insisLencia. Esta verdad que la música deja oir es bordeada
V e rde y humilde. El ,ll1 e es esa lla ca
po r Erik SaLie con palabras cuya resonancia no puede ser
De verde elernidad, no (k: prodigios
a¡e na al oido del psicoanalisLa: "1'\0 la me nto nada. J'\ unca
he escrito una nota que tenga sentido"52 .
Tamhi én es como el río il1lermil1 ab le

Q ue pa.-;a y qucda y es cristal de un mismo


2') . Ilurges. JI..: / Irte p (Jélica . [n 1:) //C/ ced()J~' Ohm !>()ér icCi. "''''d r icl ,\li:lI1 / :I. J ~)7').
Iler{lcli[o in consranle , qll(~ e.-; el mismo
p. 1(, I
y es olro, como el río inlerll1in,lhle "2()
:iO. I$mgl' s. JI... I.ál n I L:\.':. En ¡;¡ (11 m . e/ m isIII U. O/J/II /JO ,;t/UI. " p . c il. p. ¿'iK.
"(J.
:) 1. 1." <:; 111 , .1.: /' ·l'h J/./ lllir Fn !;ciliwl. ·i . I'ct rís. Seu i!. I'r:s, p. 'i.
:>2. Ci l,! d(¡ 10m '\,bl11 .l. : l'úÚl rds mOlli!!';-s. En 1. >111<', 'D. lO. I\l.ii-.I u in 1 9~:I .

2Hl 2 11
Es preciso ha cer memoria más allá del recordar, ese fas­ ranza de inmoltalid ad. Castraci ón y muerte son negada.s
cina nte - y a veces tambié n paralizante- e jercici o de la p or la exl<;tencia de l fantasma que es e l punto donde el su­
evo cació n nostálg ica. Hacer memoria p ues ella no está ,ieto es lig-ado y re ligado - consagrado- a un más alfa, un
hecha antes, al modo de un ardlivo en el q Lle la co nciencia plus. el plus de goce q ue e l O tro atesora. Por esto, el fan­
se internaría para exrraer de allí recuerdos y ponerlos a su tasma da cuerpo a una d imensión profLU1damenre re ligiosa
disposición. Hacer memoria, produci rla p or med io de una de la existencia q ue se fund a en la creencia en el Otro que
construcción q ue debe realiza rse rebasando la d imensión e nlaza al sujeto co n la posibilidad de goce absoluto e impi­
pura me nte evoc~lLiva con un dec ir nu evo, un d ecir p oét ico de así e l des-enlace del dese o: "Al matar la muerte - d ice
q ue es conme moración elel goce , un decir u na vez mb [en­ O . Paz- , la re Lgión desvive a la vid a. La ete rnidad desha­
carel el síntoma p ero decirlo de otra manera. Pues si el sín­ bita el instame, porq ue vida y muerte son insep arables. La
toma permite co nse rvar algo del goce para que el su jeto no m uerte está prese nte en la vida; vivin10S muriendo. Y cada
advenga en el lugar de su verdad, el decir p oético es una mome nto q ue morimos, 10 vjvimos. Al q uitarnos e l morir, la
palab ra novedosa que funda e l sujeto singular a partir de la religión nos quita la vida. En nombre d e la vida eTerna, la
pérdida que ella misma ha ce irrevers ihle . religión afirma la mue ltc de e sta v i da,, ·~j .
En u n ensayo titulado P in tura sin mancha, X. VillaurfLl­ Hacer memoria de l tiempo y la mu e rte para no ok idar
tia dice: "[si] el o bjeto de la m úsica es hacer oir lo ina udito, que vivir es morir. La muerte no es exterior a la vieja , está
expresando cuanto hay de significativo e n e l ruido y en el incluida en e Lla; es su interior e xd uído , como lo revela la
ruido qu e hace el silencio, y l... l si el fin de la poesía es gran creación frcucüana , la rubión, esa grdnolvidada, con­
hacer pensar en lo im pe nsable , acaso el objeto de la pi ntu­ vidado de piedra en el hanquete de las cie ncias. Dar voz a
ra no sea otro q ue hacer ver lo invisible"3.3. O ir lo inaud ito, esta p re se ncia "sin atributos" de la pu]sión es el p ropósito
ver lo in visible ... ¿será posible afirmar - -con esta lógica­ del psicoanáUsis; hace r oir esta "mI'a voz" en medio de tan­
q ue el fi n J el psicoanálisis es hacer memoria de lo inme­ tas voces desti nad as a acariciar oídos complacientes con
m oria l? Hacer m emoria del olvid o para instaurar un nuevo sus promesas fa scinantes que d~l11 vida a una utopía. Utopía
Tiempo, tie mpo de la repeti ció n creadora que haga posible de vida e terna -o muerte eterna- q ue la re ligión p romue ­
el paso d el o lvido del ol vido - en el q ue se su ste nta la ve y q ue la ciencia moderna eleva como ideal q ue se impo­
añoran za d el ree ncue ntro imposible con la h uella desde ne alcanzar al precio de la d esaparició n cl el sujelO y e l
sie m pre borrada- a la memoria del olvid o . Pasaje por la deseo . Hacer oir lo inau d ito en UD co ntexto do nde la racio­
palabra creadora, q ue del olvido hace saber, para fu nda r na lidad extrema que se impo ne es ciega ante los efectos
una nueva p oslción de l sU jeto q uien -confrontado con la irracionales q ue ella misma enge n dra. No es u na nu eva
verdad de sus pre-textos- ya no podrá de jar de ser res­ promesa de armonía sino sola mente p osib ilidad de un vivi r
ponsable de sus olvidos. dife re nte ; un viv ir que no excluye el mo rir conden ándonos
Mem oria del Qh' id o es memoria del tiem po y la mu e rte, a una m uerte en vida, sino que lo co nti ene como Su verdad
los o lvidos fundame ntales y funda nte s. Olvidos constituti­ i.nc u estion~lbl e. Reconciliación de contrélrios qu e no encu­

vos del fantasm a , defi nid o como re-u nión con el objeto bre n uestra co ndición; la descubre - p or med io de una re­
perd ido que ma ntiene el deseo co mo lo inaudito. En el velación q ue es a l~ vez creación- y al descubrirla convo­
fantasma no hay carencia pa ra el sujeto: allí está muerto ca a hacerla e fect iva .
desde siem pre, lo que p em1ite el soslenimiento de la espe­ El descubrimiento dd psicoanálisis --el de cada psicoa­

55 V lll;wrruli" X.: Pim!<rasi n mallcba. En: O/?}'((s. M ¿:x ico. F.c'l·:. 1991. p. ~i').
.3 i. 1':iZ. o. FI (/)'w y lo lira. Mé xi co. rc,I·:. [')H5, p. l,i7

212 213
ná lisis- no es el de a lgo oculto que "estaba ah í" , a la espe
ra de ser clevelado. Nada hay ames d el acto de desc ubrir
Tiempo y (Po)ética en Psicoanálisis.
pues este im plica la creación de lo que va a ser d esc ubier­
to. De sc ubrimiento que in venta, in ve nció n que descubre,
Rosario Herrera Guido
instan te q ue revela que solamente ~oy .. . ese tiempo mismo;
que solu soy ese "ti gre qu e me destroza " porqu e e stoy El instante es 1m átomo de eternidad.
hech o de pérdida y ol vido y la mue rte qu e mi carne tenw Sórcn Kicrkegaard I
no es lo que vagamente percibe al final d el reco rrido; est;'1
a l comienzo, está ya -eswJla- de antemano en la ¡xtl a lxa , U ,,/(11 us del inC()1ZSC icmle,
Tiempo del psicoanálisis, tiempc) de c reación, p or el rodeo /(1/1 frágil en el plano (mi ieo,
de la pal ab ra. del instante sie mp re único ; de un instante como se los he indicado, es ético .
que la pabbra m isma devolverá de inme diato a la eterni­ Jacques Lacan 2
da d inalcanzable,
En este tiempo, la "fatigada es peranza", la d esesperada ,.s6!o el poela cree q /l e las jxi!(/bras
espera, podrá dar lugar a un acto que es el de perde rn os saben más que él.
BIas Malamoro:i
en el iJlstante de la rCbolu ció n creadora, Pe rdernos en al
asombro suscitad o po r ese insta nte e n e l que , co mo nunca ,
puede resplande cer lo que Nie tzsc he llama la "viv acidad in­ J , De la duración, al inslan/e.
comparable de la ,ida", Es la te m po ralidad a la q ue el psi,
coanálisis nos con voca y conduce , tempo ralidad elel instan En una nota agregada en J 907 a l Capítulo Xl de la Psico­
te de pérd ida en la cre3ción; del mo me nto evanescente dl' ptJ l () lo~i(l
de la vida cotidia na'i Fre ud hace la primera

la conjugación d e los contrarios, vida y mu e rte, en un sól() mención explícita a la ausencia del Lie mpo en el incons­

decir. c iente ; d e su atemporalidad da cu e nta la fijaci ón psíquica

Un nu evo tiempo se pe rfila entonces cuando ia insistell ­ de las impresiones que se conservan wl como se recibie ­

cia reir.eraliva de la d e ma nda -que busca una s3tisfacciém ron en todos los desarrollos poste riores , de [al suerte que

soi1ad a como posible y en la medida en que no la encuen­ es posible restablecer la memoria incluso cuando los ele­

tra relanza una "éZ más carrC'ra hacia e l fracaso- da lugar mentos ha yan cambiad o :iUS añe jos nexos por oLros nue­

al de <;co , Tiempo de sustitución de eso q ue en el sujeto Sé' ' os, Freud vuelve en 191') sobre la ate mporalidad del m­
formul a como "lo que me falta otro lo tiene y de él lo espe­ nsciente al hablar e n torno él sus características;;. desLa­
ro" por un "lo que me t~llta, lo que nu nca le ndré, es 10 má:-; cando que estos procesos no se ordena n de conformidad
\ e reb clero que Le ngo p ues allí puedo fundar mi deseo", Fin con el tiempo ni sufre n cambios pues se e ncu e ntran fucr~\
de la espe ra, liem po de pasa r de un silencio poblado dv de él , y qtle más bie n la relación con el ti e m po 1.1 mantie­
palahras a un silencio que re torna en su a usencia inicial, ne e l sisLema consciente, En Más a llá del p rincip io del pla­
tie mpo de dejar oir algo de una verdad siempre silenciada
po r ve ndavales de palabras, Es, lal ve7., la p us ibilidad de , ~iiren Ií.ic'rkeg:t :t rd , f. 'e.\'i.\ /el/ce( 7('xles Umis;s). P.U .F., Fr'tnC\: . 1972" p. 1'5".
:o nv(' rtir el ultraje de los a ños e n una IllCls ica , UD rumor, un 2 .I ae 'lllL'S I.:lCH1, f.us ella /m u JJ1ce/i/us(r ll ld a lilt"llales del pSlcuanálisis ISemil1C/·
símholo, riu J /l, P" idós. Is,"\ 'doncL, 191;7. p. ' jl .
:í En r)cl cl/Jiu IOaz, FdicionL's d e Cultur;¡ lIisp;Íni c l , ~ b cJrid . l')S\l. p. 22.
4 Sigl11und Frc'lId , " PSi LOr); I~()I()gÍ<l dc b , 'ilb colidl :I!U" ( 1')07). c·n Ohms Co/n ­
/11,,:/tIS, A lllorrorlU , Bs As., l\lHO. 1. \11.. P 1(,(,.

-, Sigl11uml Frcud , 1.0 in C!)\1c Íccnlc'·, op. c it. , 1. Xl\ ., p. lMi.

2]')
cer 6 refuta que el tiempo y el espado sean formas neCl'· co mo el elefante q ue hace entrar en la sala donde dicta su
sarias del pensa mie nto-como sostiene Kant- , ya qUl' Seminario; lo que hace qu e la cosa e sté a hi es el concepto ,
sus investigaciones Jo han llevado a concluir que los pro· la identidad en la diferencia; la re lación de la cosa con el
cesos inconsciente s no pueden represe nlarse el tiempo; conce pto haCe: q ue la cosa sea cosa y el hecho sea simboli­
aq uí sei1ala que e l tie mpo pertenece por completo al siste· z.ad o. Entre el sol -precisa Lacan- que es e l que ilumina
ma preconscien te. E n la Co nfe re ncia 31;¡ d e Las N uevfl.\ el Ul1JVCrSO de las apariencias y un cÍn.L llo hay u na distancia
Co r~ferencias de Introducción a l Psicoa nálisis' afirma que abismal, ya que e l sol como círculo no vale nada ; el valor
el ví nculo con el tiempo , comple jo d e ex p licar, le es dad() de l círculo está e n q ue e l símholo organiza el mu ndo de los
al yo a través de la p ercepción, q ue es la q ue propo rciona símbolos. Para Octay io Paz el lenguaje significa la distancia
la representac ión de l ti empo ; es el yo el q ue se e ncarga en tre el hom bre y las cosas 1011 10 como su ['O/lIn tad de anu­
d e la síntesis y reunión de sus con tenido s, mientras q ue el larla. Tal vez por ello la palabra nomen mantiene una ínti­
el lo está carente en defin.itiva d e esLos procesos . Esta ob· ma relación con e l no mbre numen, lo sagrado. En Lacan
servación de Fre ud pe rmüe co mprender que al ti empo se tamhié n priva la idea de qu e e l nomhre es el tiempo del ob­
le asignen me táforas espaciales, q ue se le imag ina rice, y jeto, en tan tO el acto de nombr'.:I("" es e l que establece un
más todavía, qu e se divida en pasado, presente y futuro. pacto e ntre los sujetos a través de reconoce r entre sí, un o b­
Cuando Fre ud -sostiene l aca n- dice que el inconscien­ jeto; ~i no se da este acuerdo no hay mund o posible que
te se sitúa fuera del tiemp o. Fs cierto y no es cíe/to . Se sit(ia afirmar ni por un instante; si e l m undo se pe rcibe es gracia!>
fuera del tiempo exactmnente cOn/O lo ha ce el concepto, por­ él la aniculaci{m entre lo simbólico y lo imaginario.
que él es el tiemp o de sí mism o, el tiempo puro de la cosa, y Pero volvamos a la frase el concepto es el tiempo puro de
en tanto tal, p uede reproducir/{/. segzí n cierlcl mod ulación, la cosa . En ella se vislu mbra la imprecisa definición de que
cuyo soporte mate1"ial p uede ser cl/a lquier cosas En esta el tiempo es lo real. Digo imp recisa p orque primero ten­
frase es fácil reconocer la Ciencia de la l ógica de H.cgel, en dríamos que sabe r d e qu é idea de l lie mpo se pa rte. En
la q ue se sostie ne que el concepto e.'·; el tiempo de la cosa; cambio la frase no es cierto que el inconsó e nte esté f uera
tam hién se aprecia la sínte sis de fa i.d elllidCld ('11 la diferen­ del tiempo se explica por sí so la: el tiempo es una dime n­
cia que ya el río eje He rácUlO había res uelto. Q ue el con­ sió n de la pala bra. Si el concepto es e l tie m po , eSLOnces
cep to sea elliernpo de la cosa es u na afi rmación de la que hay que b1.1 SCar sus sentid os m últiples, teniendo en c uenta
se desprende otra : el tiem po es lo real. La lógica hege liana que e l sentido úlrimo de la palahra del ~uj eto está e n ~ u re­
- se ña la Hyppolite- se funda a pa rt..Íl" d e e nte nder a l co n­ laci ón con el ohjeto de su deseo.
ce pto en su materiaUdad, como la cosa mis ma, no co mo Es indudable que el discurso está sometido a un orden
una ilusión virtual de e lla. Esta es una p ropu esta qu e tan1­ line al (los ~ignj fica ntes deben ir LIno u'as otro), ffi.,IS cu:.mu
bié n se encue ntra en Las p alabr(lS y las cosas de Foucault. e l sujeto tra,,;rah illa e n su uecir su rge esa dime n:-¡ión ate m­
Pero a taca n no se le olvida ad venirnu:::. q ue el concepto poral de la q ue hablan Freud y Laca n. Ex isten de ma~iada s
no e s la cosa sino que ll ega para re empLu ar a la cosa, cue sLiones que anal iza r e n torno al tiempo del psicoanáli­
s is . Pe ro por de pronto y pcn:;;ando en la b reved ad de este
6 Sigrnund rrcud , "t-J:b :rllá de l prin,'irio cid pl ;.r u.:r" ( J<)20), op. cit., l. :\,' 111 ., texLO, me parece imp ortante e nsa yar tan sólo una idea e n
[1214
7 Sigm uncl Frc.: ud, ··Nlleva., ("(lnfcre n c ias de: rnlrod uccic'lII al psicoan:ílis is" , op.
torno :11 tie mpo del inconsd cnte .
c it. , t. XXIL p. 71. Se preg unta Lacan 9 . ¿Qué dice Freud :.d e n unci ar qu e el
14 J,r cqu,,·s I.:.rcrn, Los escritos téc nicos de Frr! /ld (~en lin'H i() 1). I'a id('>.,. n a rcclon;r.
19tH p .')-;2.
9 ¡hir,/elJ1 .. p. 5?-lt-l.

.! I ,
inconsciente no conoce el tiemro? A lo que responde qUl' t'orresponder al trabajO d e "Íntesis que lleva a cabo el yo,
el inconscie nte no es una realidad impensahle, y que I() me rced a la propuesta de la p e'l'cerción -de acuerdo con
que Freud trata de decir es que la ralabra verdadera qut' Freud. Se tra La de un tiempo ima ginario, espaci:.l lizado, que
debe ser d e tectada, no a través de la obscrvaci6n sino de I:t hasta los santos lo lloran, q ue se gasta o se ri e rde, donde
inre rpret.ac ió n del sínto ma , el suerío, e l larsus, el chiste, :-¡e encucntra pa ralizada la sucesión misma. Es un tiempo
est{1 suje ta a otras leyes distintas a las qu e rigen en el dis­ q ue <;e redu ce a un presente hueco, a u na caricatun! de lo
curso corrie n le..:, Lacan parece reterirse a los momentos rri­ elenl.O -dice Kie rkegaard. En cambi o en el insta nte el
vilegb do,'j d e un aná lisis que no se dan en la rereza de b tiempo ~ la eternidad se LOC lll. El instante es un desrell o de
d uraLÍ ón SÍllO en un m o m ento vivo, un corte, un aclo. En etcrn idad , y un intento p o r d etenerla. Sólo el instante
el análisis son los cortes del discurso los que da n sentido, p uede b urb rse de los rel o jes y da rn os ese átomo de eterni­
del imita ndo el borde; el significa nte es d e l orden del corte dad de l que hab lJ. Klerkegaard en uno de los e pígrafes de
d o nd e el sujeto se desvanece para dejar sitio a un agujero, ~~le texto. Un {¡tomo de real (¿el o bjeto a?) que se de spren­
a un significante que falta, donde \ ie ne a caer e l objeto del de de la palabra plena, como una síntesis de lo temporal y
deseo. ENonces e l instante que desgarra el tiemro lineal de lo eterno, de la que aprendemos que sólo vivimos en el
cuando el di scurso tro p ieza o es cortado, es pensable como instante, y que éste es nuestro infierno y nuestra gloria.
discontin ui d~ld, coma accidente , como acto. Y el acto analí­ Sólo el instante histo riza e n tanto que di scontinui d ad que
tico es el tiem po justo de la p alabra plena. Sólo ella hace inte rru m pe la eternidad que atraviesa al tie m po. Sin e l ins­
acto. Es un buen d ecir que nos saca d el impasse he ide gge­ ta nle todo se puede reducir a UD p,¡sad o m uerto, donde lo
ria no, en el que ,.,;{)lo hay dOt> caminos : recuperar lo sagra­ ete rn o siem pre qu eda atrás. No h ay ninguna forma de in­
do con la poética o inv(' ntar un nuevo Dios. Tal vez Lacan troducir el accidente, el corte y h! repetición, sin el insta nte.
s un significante que suena a timbales todavía , por l a m~ar No se trata ele , ¡v il' en la duración dt'1 infinito porq ue ahí
este desafío: crea r un nu eVO significante que se deslice por se está muy cómodo, sino de habitar e l instante, su e xtra­
los lazos sociales. El imrerativo de esta ética es qu e el ba­ ñeza, la exaltación del d eseo. Se trara d e una metamorfosis
blente -como lo llan1a Néstor Braun stein- transforme su única , e n la que la palahra, víctinlJ de la cuchilla del ins­
vínculo con laleng /lCl . Se trata de una transforma c ión en la ta nte, eclirsa la duracióJl pa ra q ue un segundo dé a luz a
que desde luego está implicado el ti e mpo. un objeto que nunc;;¡ se r{1 caba lmente cnmprendido .
Es aquÍ donde q uiero prop on erles una hipótesis de tra­ En La intuición del lnstcl11tel l de Bachelard, Roup nel y
bajo: E/tiempu del incollScíellfe (7S el imta11te. Su punto de K ierkegaard se e ncu ent ran: el tiempo sólo liene una reali··
artida e stá en Kierkegaarcl. 11J Ava nza r en esta ide a supone dad. la del inslan/e. El instan te es un~1 soled ad trágica que,
ta mbién plantear qu é el instante es la (mica realidad del a l romre r con el p asad o, violen ta una cre<.lción, un acto.
tiem po del inconscie nle , l'l único ric mro posible p ara el Gé rard P o mrni er e n Frelld ¿Apolítico? lo d ice así: La vela
advenimiento de un real. uf;'ecida PUl' K ie rkegaal'd en la recopilacirJn El instante me­
Definir al tiem po corno una sucesi(>n conduce a dividirlo rece alÍ n un p oco c/e a len CüJI7 . H/ illstante nos interesa e11
en rresenlC, pasad o y fu turo --dice Kie rk egaa rd. Dado que su relaci6n CO ll el aclo al7alítico. Se ' I'"Ia del tiempo justo
es im posible loca lizar e n la sucesión de.! tiem p o un runto del desc/{ hrimiento de fi n sabe,; de su quiasrnrl CO/7 Itl /le r··
fij o, un presente sus pendido, ningún momento es presente, da d. El instan/e evoca el acto (oO,) Para referir/o a! octo
pasado () fUtUfO , Esra form a de fragme nta r e l liempo p a rece cmalítico, el install /e no es efímero: Sf[!,IIU1'cíl el 111UIIlel110 el1

H> Siin.: n Kíl'rkq.p:ml. , O/), c il.. JlP 1~27. 'l l (;:l , lon n"dll'l;¡rrl. !.el ¡1I1"ir ÍI, JI dd ¡,¡"Jan /e. ~í!~lo VC'íntl' , lb. As .. 19HU.

219
que un sujeto aprehende /0 que siernpre ha sabido de S/I co, el acciden te, la discontin uida d, hace algo de ser ahí en
saber inconsciente (. ..) Ese instante CJS ético (. .. ) El instan/('. el corte.
el encuelltro, es esa eternidad que se pone al día. La chispa. A pesar de todas las virtude s que Bergson le atribuye a
el p unto de Real de un momento en que tú p uedes saber (. .. ) la duración, especialmente la de su unidad indeSTructible,
el higo de la parábola de jesús Pierde su tonalidad mi/aRro es la más fugJZ de las experiencias. Todo lo que es verda­
sa: tú puedes saher algo de tu p resencia en e/ mundo, PUL' deramente durable es un do n del instante. El acto analítico
des nacer al mundo enseguida, indrpe1ld ielltemel1le de las cstá hecho él la medida del instante, pues más que ninhTt.II1a
circunsta ncias, e incluso contra ellas (. .. ) Pues es ése el alfa experiencia introdu ce la discontinuidad fracturando la
fruto que c071uiene recoger: el frulo que no hay da la clave du ración. El instante a nalítico pennite e ntrar co n la eterni­
de la existencia en el tnlfndo.12 Ro upne l y Kie rkegaard pro­ dad por delante, con el fUl ufo que regresa como pasa do.
ponen que sólo e l instantc puede hacer nacer ese real. Es Sólo de este instant e é ti co surg e un a ética instantá nea .
este carácter dramárk o d e l instante el quc ilustra la discon. Bergson piensa e l tiempo a partir de la vida conce b ida
tinuidad esencial del tie mpo. como algo que brota y se d esa rrolla de un ' mismo impu l­
Es I3c rgson el que se o po ne a los filósofos ele! instante al so l ¡ ( élan oí/a l) y en ella sLlslenta su fil osofía de la dura­
soste ner que la experiencia íntim.a y d ire cta de la du ración, ción . Pero mientras la vida permanece en la duració n , la
como daro in mediato ele la co ncie ncia y que depe nde ele existencia se h isto riza al ser habitada y deshah itada por el
un ::'010 imp ulso vital, hace del instante una nada q ue no instante. El mismo Fre ud cuando se plam ea q ue e l a nálisis
llega siquie ra a separar el p asa do de l fULuro , la duración es reescritura de la historia de l sujeto . se sitúa en el instan­
re úne e l pasado y el porve nir p~l ra poder a prehender el te, pues la e::.Critu ra es acto. Aunque esta ética instantánea
tiempo como una unida d in d estruclible, en la q ue el fin que les propongo, más que hacer historia es un hacer qu e
e stá en el comie nzo; el se r y su devenir están en el imp ulso historiza . El orde n del instante analítico va del porvenir al
pri mero. pasado, en futu ro anterior. El inconscie nte es al go que
Pe ro ... ¿e ntonce s cómo ex plicar el comienzo de un habrá sido.
acto? Sólo e l instante es la d octrina del co rnif'nzo, p ues el
acto cread or se inscribe en el accidente. Mie ntI"ds la te..,is __ .la dimensión (po)ética .
bergson iana es un a filosofía de la acci ón, la de Ro u p nel y
Kie rkeg<tard es del acto, de una de cisió n tan instantánea Lo que nos proponemos aq uí es ensayar la posibilidad de
como la de Jos prisi oner()~: ¡la libe rlad o la muerte ! Só lo la la p oéti ca del psicoanális is. Freud mismo ya aporta mu chos
pereza esp era a que los relojes decida n el tiempo d e la sa­ elementos: la aso ciación li bre como forma excc.: lsa que des­
lida, el mome nto de concluir. El acto es insta ntáne o por­ garra la duración, la poética de l sueño y de todas las for­
que sól o lo instantáneo es actual. El instante trae la re peti­ maciones del in conSciCnte, su constante recu rre ncia a la li­
ción , lo s anacronismos, las re an uda ciones . La duración te ratu ra para avanzar e n el d escubrimiento dd inconscien­
está hecha a la medida de la memoria y de las inter mina­ Le, sus aJortunados hallazgos e n rel ació n a las posibilidades
bles novela s famili ares. Si Einste in destrllye lo q ue dura e s del lengu a je, sobre todo en el p Ltnto ele coincidencia entre
para q ue el in,Sta nte se imponga y corte con la rela ti \ idad el sonido y e l sentido . En Freud, incluso el juego del niño
la longitud del liempo; es el insta nte e l qu e realiza la sínte­
sis del tiem.po y el espacio , es decir, el ser. El acto analíti­
l ~ Ja" Cjll "'-'i LaCJn, La ética d!!l psiwtmá l ls is, I'a id ós, Bs. A'., 19KIl. p . 21
1'1 Henri I:krgb()1l, .' I ~I t'voluc;ón creador,, ", t'n O",.as Hsc(),~idas. Agllibr, Ma­
12 C; ('r:lru I'ol nlll il: r. rl"l'l/ d <Apolítico;- "I;tlC"" Vi., ¡ón. 1". As ., 19:--:7. pp. .l "i3-'t. urid. 1963. p. 532

221
coo el ca rr~te , evoca una p oé ti ca; el juego nos introduce VII 'omo Oct:wio Paz: a(!.!,() que J1/uere en el I1U!11/.eII/O mismo
esa dime nsión a través de la primera manifestación del len le la creaci6n. Lacan retorna desde '>us F:scrilos ;;1 la poética
gllaje, gracias él UOd oposición fonenütica que inrroduce al de Frcud para lanzar su imperat ivo po(:tico: R, ta técn ica
niño en lo simhólico, en ia presencia y la ausencia del oh ex igiría, pora ensellarse como para ajJrelulel:,e, una {lsil17i­
jeto; el juego del ./br/-dct orga niza las primeras metáfora", laciC>11 pm/im.d¿/ de los recUI:'i()S de tt!W leu,!.!,ltcI, y e.,pecial­
del mundo; nacer a l lenguaje es no sólo asumir la soledad mente de los que se rec¡/iz(//z cO!1cr elCmzcllte en sus textos
y la inremperie, es ya esw r en la dirnensiém poética , que.: poéticosJ~, Lacan regresa a Freud y descubre qu e el in cons­
eleva el deseo a la e nésima potenci<J ; el juego pertenece ; 1 cie nte est;¡ estructurado COlTlO una poética , hecho de met{l ­
la dimensión poé tica porque introdu ce al sujeto al Glmr o 'oras y metonimias.
de l deseo , a l instante en el que hace su propio ohjeto. Lo más pa radójico de la condenación de ta can y de la
Para tal avenrura , les propongo una (ro)ética que escri fJoéticl dd psicoan{¡lisis, es que los cofrades de la A<,ocia­
ho entre paréntesis porque me parece que el an:.ílisis es un ción 1l1lcmacional de: Psicoan:t1isis se .wrocondenan él vivir
acto poéti co que ahre una dime nsión ética , r ero también e n cade nados;j la burocrática abulia de la d urac ión . UlZa so­
una e:-,tética . Para ello segui ré el cam in o de la poé tica hacb ciedad COINO la l/l/es/m, dice O cravio Paz, q ue Cl/en/a entre
la d imensión ética, y después apunt;ué a una é tica qu e es a sus uíctimas a sus mejo res poetas; II na sociedad qlle sól o
su vez estéti ca, es decir, ( ro)étic:J. r¡uiere consen.'({rse y durar: una sociedad, en fi n, para la
Lacan es un significante que toda vía ret umha en las S:I . que lo cOIlseruoci(;n y el aborro son las Ú 11 icas leyes y prefie­
cristÍas "psicoanalíticas" como si Dios go lpeara el cielo con re renunciar {I lo I-'ido on/es que e."f..!xmen·c al camhi(J, liene
un marro. Y es que es un nombre que desga rra la c!u ra ci(m qUé c01ldenar ct la poesi{,l, ese de::.P iljúrro uital, c /./cmdo 110
y funda un acto: la esca/7.sión, un que hacer poé ti co d ado a ¡mede d omes/icaria C01l toda clase dé bipócritas alahct11zCls.
luz pur el instante. Al condenar la escansión el politburél }' la condena rlO el/. !/ omhre de la uída , que es (I/)enlll ra y
de la A.<;ociación Internaci o na l de Psicoanúlisis ha condena­ camh io, sil lO en l10mhre de la máscara de lo fiido: e/1 J/(}/11. ­
do a la poesía > a su poeta : Lacan . Los fariseos q ue prote­ hre del ills/into de cO/'lscruaciól1. I()
gen las Sagradas EscriturJS de Freucl conde na n él Lacan por­ Llcan lec a Freud para rescatar la dimensión poética de l
que su inrerp re taci ó n no es re ligiosa , porque Ice de otra diá logo socrúti cQ el llle /1()ll, como un pe ns;,¡miento que se
ma nera, es decir, al pie de la let ra , pero para ir más a lhí de porta sin pe nsar, y e n el que e l sujeto -como ha sci'ia lado
e lla . Esa condena demu estra que sé)lo los guard ian es d<.: la .J.-A. Miller- es un/úllciollario del dicbo y el que escucha
pe reza y las arenas 111Llertas de los relojes le tenle n a l acci es un promutor de la verdad. La verdad la trae el acto e n el
dente, al instan te, a l acto, e:n beneficio de unJ ortodoxia insunre mismo en que aparece ; no pertenece a nad ie , y
e nana que ha sacrali zado el tiem po para que ahí no pase suele advenir sin ser requerida , incluso cuando es rechaza­
lUida, para que p~¡se d tiempo y no aclvcngJ e l instante,
da. Es una poética de la verdad que surg~ del error, de l
para detener la muerte ; sólo e l instante, cUFI virtud máxi­
errar de:l kngu:.lje, de la erra ncia de l sujeto rol' las ra bhr3.s.
ma es su filo , tra e un riemro vivo que nos hace vit a Jes es
[~ s He idegg<.:r quien e n iQué es Met{~/isic{fíI 7 dc\'ela que e l
de ci r, mortales. El acto d e Laca n irrumpe con el insra nte e
homhre erra , pero que no va al error m:1S que rOl' ex-sis­
ina ugura un a poérica que se kvama contra tocla ru tina o
tente e insist~ntc; el e rror no corre a su lado como una
c...l isé, y contra foda ta.xaliva/illura -como afirma Aristóte­
les en su célebre libro.
J ) JIC q llL''; I.;tcm , /';scri/us l . Si g lo X.'X I " .\'il'xico, l \JkO. p.ll.) .

De camino a l bah/a Laca l' SOSlll:, ne desde e l princip io de


1(, OU,dlio 1';.I7.• I.{/:;¡wrasc!e!u!nw. Sei" Lbrr"l , 1\',1 I'Cc·l rll'Ci. J(ikí. p . ](J I .

su ensci'ianza una técnica comparable él la de un poeta J7 ,\brtin I l"i <!c'ggc r , ;,Q/H' I'S !1/c:/q/ i'sica>. Si g lo 'v ...,it1 Ic' 11, As .. l'F ·í. p 12(¡.

222 225
ciega tu m ba con la q ue un día tropieza, sino que es parll'
de su ser (porque e l lenguaje es su casa). El a cto analítio) ha surgido ahí en el corte, en el que el instante encarna.
está hecho de enc uentro!' no de búsquedas. En esto consis­ El decir se desliza y los significantes se siguen unos a
te una de las principales d im ensiones poéticas del psicoa­ olros sin término. Por el clmino de l lenguaje, que puede
nális js. Se trata de pal1ir de la ignorancia , de preguntar y se r el de G alLa LI otro cualquiera, nunca se dice lo que se
descuhrir que el lenguaje mismo , en su deslizamiento, trae q uie re decir, y sie mpre llegamos al punto de partida. Mas
algo de la verdad. Para ha b lar de esta dimensión p Oética porq ue la búsqueda resulta infructuosa nos topamos con el
del psicoanálisis, dejemos que un p oeta como Valé ry no,,> insta nte, con un real que está más all:l d e l sentido. Es el
deslu mbre con una breve frase: ... vengo a ig norar en VOZ' inSL'.IIHe de b disolución del sujelü, el tiempo en el que el
alta. IR IcngLlaje ll ega a su límite, a donde no puede decirlo todo,
Toda poética nace de un discurso que se produce a sí no puede de cir el ser.
mismo, un saber ( sauoir) pe ro en el sentido de sabo rear _ El poeta bahla sin saher !o que dice -afirma María Zam­
como p ropone Lymard en ¿Por quéjUosofa r? La poética del bru no en Filoso/ía y poesía. El analizante hace poesía por lo
acto analítico a rroja un sabe r que sólo se sabe al decirlo. E'I lTÚ,'> m °,pero t<tmbién porque !o que uno dice de sí es siem­
inconscien te está abf dO/lde a{I5Uien babia y IW sahe lo que pre J)()CSÜ¡ (Renán: Souven ir;; d 'enfance el de jeunesse).
dice. No sab e lo q ue dice porque es el lenguaje el q ue lo Pero la poesía del analizante sufre una escasión más radical
sabe a él. Esta p o ética no puede te ner un patrimon io de que la del poeta cuando corta sus versos. Tanto el poeta
saber p ues se insta la en la grieta del sabe r, e n la incomple­ '-'0 1110 el analizante eSLán él la espera de un significante que
tud rad ica l del lenguaje , a lRO grados del discu rso universi­ cie rre la cadena y detenga su errar. Pero al analizante lo
tario y de l discurso del amo (c uyos saberes tienen la forma co rta el Otro, un 0 11'0 que tampoco tiene el significante
de un tra tado, ele un discurso académ ico con el que se p re­ q ue falla, un O tro que al no pretender aporrar un signifi­
tende lle nar la fa lta de saber en el analizam e y , p a radó jica­ ca nlt' del que tambié n carece, coloca al analizante frente al
mente, de una fil o sofía que es ele lo qu e tanro se le ac usa a hjeto de: su deseo. La poética del psicoanálisis está com­
Laca n). Es el mode lo del tratado el qu e priva en las psico­ p rometida no con decir el ser sino con hacer nacer el ser
terapias y en otros an á lisis, d onde el analista y el paciente -c:omo sostiene Laca n en Radiqfo'/lío- de lafálla que pro­
suturan sus agujeros de saber para que ahí ru¡da nuevo se u ce el ente [Jor decirse, 1') ~e trata de hacer n<lcer el ser de
p rod u zca. Lo n uevo surge del descentramie nto del sa ber. la gri e ta que se abre entre: el ente y el se r. Para el poeta
Pa ra lo cual -diría Jean Lcscurc- sólo ulla poética puede los verso s se sig uen unos a otros sin ol vidar cortar ahora
sacar de su ausenc,ia a este serpor ven ir. aquí lue go allá; el decir del p oela es una e rrancia a la que
El tiempo del inconsciente es el instante que hace acto é l mismo le im pone un fin provisorio. E.I :-tnal izante, cuan­
en e l zigzag ueo, en e l trastabill ar y en el cort.e de la cade­ do el Otro le escande el verso, se introduce en la dimen­
na significante. Es un ti empo que no es del ser sino del sión ética por excele.nc ia: el (Ieseo_ r.S.J.-F. Lyotard quien
hacer, del (J ser por ven ir. Esta mos en un tiem po q ue trae ha escogido para la pa labra latina deseo uno de sus más
la ruina inevita ble de la continuida d . El acto analítico es hermosos sentidos: de-sfderclr". de los si c!erios , de los as­
un ac to poé tico en tod a su pesa n tez. Por lo que h ay qu e tr os ; el dese o surge de comprohar y lamentar que las cons­
hacerle decir a Hegel: la p a labra p oética es el tiemp o de la tel aciones, los sider;J no d e n se nalcs de vida , que los dio­
1

cosa. y el tiempo de la '-'osa es un a d ife rencia rad ical q ue ses enmudezcan. Cre o que el anal iza nte babIa poéticarnen­
Le todo el tiempo de este silencio de las estre llas.
lS J'aul \ r,de'ry , T(!oJi" Fod íca y (!s/{Yica . Visor, .'v);¡dricl. 19900 jl o'í 'ío
1" J; Il°C(Ll CS I.a<'; l n , /(Cldí"/<Jl/ICI. '.n:,'grd 111" , Il:Irc"l"na . 19HUo jlo 'i=;o

224
22')
La incertidumbre ante la impot;ibilidad de decir el ser l ", La dimensión ética del psicoanálisis devi ene e sretlca ,
la qu e produce la función d el tiempo , el instante d l' (po)ética. En todo análisis se juega lo trágico, que pone a
hacer(se) un ser. Y el instante, el corte, para hacerse un s('1. los analiza ntes , héroes y heroínas que se extralimitan, ante
es ético y estético: deseo, acto creador. Les bago n otur ­ e l Áté, el límite que la vida h umana no podría atravesar
dice Lacan- que ya en 1882, en una calt a dirigida a S I/ m u cho tiempo 22 No hay aná lisis en el que no se deshorde
novia, Freud apuntaba que lo que aparecía en los sueill1.\ el chiste, cuya estructura p oética hace que el único chistoso
no eran tanto las p,randes preocupaciones del día como 1m. sea el Otro; la poética que incluiría la téenia/, dejada en la
lemas comenzados y después interrumpidos: cuando qUe sombra, del cbiste. Parafraseando a Néstor Braunstein: ILO
da17 ustedes cortados .. 20 Es la conversación interrumpida hay l'lada más siniestro que el análisis. Pe ro también en un
con Ono la que crea El sueiio de la inyección de Irma. LI momento privilegiado del a nálisis hace n su apa rición lo
escansión es pues un arlÍficio poético que coloca al sujet( I bello y lo sublime, las únicas satisfaccio nes -dice Lacan en
ante su deseo. La poética del acIO analítico viene a poner r.a Etica- que puede promete r el análisis.
límite al deslizamiento e1el sujeto en la cadena sig nificante, La (po)ética de l análisis parte de lo (in)versQ de lo natu­
que lo mantiene en la inconsistencia y en la d uda. Es el ra l (e l len gua je) , para ha cerle frente a lo (ad)ve rso del
instante en q ue algo del -"e l' adviene. Es gracias a este ins­ mundo con e l ve rso, bordeando el (re)verso de la palabra:
tante que se puede afirmar: el ser no se dice , se hace. '{ lo real. La pala bra plena del acto analítico es poética , como
hacer el ser es el acto de parto con el que desde antaño se d iría Octavio Paz ... es u n lengua je uuelto sohre sí mismo y
ha identificado al quehacer poéti co. Po íesis, en El Banque­ que se del.'ora y anula para que aparezca lo otro, lo sin me­
le, es la causa que hace que lo que no es llegue a ser. -lida, el !Jasame17.to ueI11~rJ,ú1OS0, el f u ndamento ahismal de
La poética del psicoanálisis no conduce al ser sino al no­ la medida . El reverso del lenguaje. El instante (po)ético del
ser, ... al no-ser que está por ser, al instante en que se hace el ps icoa nálisis es el tiempo justo en el que el a na liza nte
ser. el objeto del deseo. Se trata de un instante privilegiado rompe con la se rvidumbre del le nguaje ) se e nfrenta al de­
en el que el analizante hace de su exi~tencia trágica un acto safío de crear un nu evo signi ficante q ue se deslice por los
lihre : un cuadro, un Ubro, o un olmo que da peras. Lo mara­
lazos ~ociales. El acto analítico romp e el eslabón de la ca­
villoso y lo misterioso de la creación, es este objeto único
dena significante para dejar al sujeto frente a su de seo, él
que no hahía. El acto analítico inaugura un instante enigmá­
mismo ya en posición de objeto de deseo.
tico en el que el arte y la vida se tocan para hacer el ser.
La. (po)ética del psicoanálisis es la vía regia p ara acceder
Deseo y creación son un solo real. Etica y estética se con­
al lenguaje , pero a su vez el Lmico camino para li berarse a l
substancian para proponer una (po)ética. Lo imposible de
menos por un instante de él. Y es que el O rden Sirnbólico
decir pone al analizanre fre nte a lo real. Por ello en El Ato­
libera e ncade nando . Como se p uede leer en Cuadrivio de
londradicho se lee: ¿D ónde mejor he hecho sentir que con lo
imposihle de deci1' se mide lo real -en la práctica? 21 E l ins­ O ctavio Paz: .. . todo lenguaje, sin excluir al de la lihertad,
tante es un real que trae una inquietud ética que deviene termina por convertirse en U 17C1 cárcel.2 .'í Esta poélica del
creación. Es un deseo, p L"ro no un deseo puro sino un deseo psicoanálisis está hecha pa ra corLar la cade na de los dcc ires
de algo que no hay, y por 10 mismo hay q ue inventar, crear. congelados, para crear nu evos significantes e jnvcntar nue­
vos enunciados. Es una poé tica que nos pone fre nte al ries­
20 J<ll'C¡UCS I.:t G tn. L/yu en In teoría yen la téc nico psicoCl!wlílica (Selllllltlrio 2),
P"id"s. l):,rc<.:lon:,.19H3. p.2.'30. 22 Jacc¡ucs l.ac m . ÜI élicel deljls ic()(/nií lisis (S'e lniIUlri" 7), P"idós. lIs . As . 19HH.
21 J:l cques r.;lcln. ¡;¡ a{olo ildm clich o. Fn E;;ca rlsión 1, Paidós. Bs. As .. 19H'Í. p . p. :Wi

(íH 23 OCl:lvi o I'a/, Ct lCidricio. JO:lquín :,Ioni / , l'vléx ico. 19t<9. ]l. 13 .

226 227
go ele la lihertad. Pero se trata de UDa libertad hajo palo Todos los tiempos, el tiemp o
hra, que dice /lO a la cá rce l del lengua je para decir sí a l oh
jero d e l deseo. /\Jo se trata d e una salida en falso del Orden
SimbóJjco sino de salir en el instante li be rad o r en e l que Adalberto Levi H~1l11b r~
entre los labios que dicen hay un vacío, d e l que cae un oh­
jeto de las palabras mismas: el objeto 3. En este insw nre la
palabra se trasciende <t sí mism a e n el decir, porq ue quien' Esta , que pa rece una paráfrasis de Cortazar es, en rC~.¡]idad
desvanecerse y morir e n lo qu e dice - sostie ne Paul l~i­ un la psus. Puesr.o a pensar sobre el ti empo me p~trec ió adc­
coeur en Le conflü des intc¡1;retatiolls 2 ., La poesía como ha cuado ce ntrarm e e n un cuento ac~ rca del tiem po. Y, en ese
dicho Octavio Paz es el arte de despedit:'ie. Nomhrar nO con­ sentido , el título de COr[azar se me presentó como excelen ­
siste simplemente en repa rtir nomhres él las cosas del te .
mu nclo sino en Ihtm <trlas a la palahra , e n invocarlas , dice Masona, refiriéndose :1 Laca n decía: "cuando intemo in­
He idegge r en n e comino (/1 hoh/a. Pcro se trau de un lla­ vl'ntar, repito, y cuando inte nto repe tir, trai c iono". Yo hice
ma do a la p n..'se ncia que es tamhién ausencia. La (po)ética otro lanto. ~~ k consterné, pero no m ucho , cuando recordé
del psicoan á lisis que pro pongo sufre un dohle desp re ndi­ e l verdad ero título de l cuento e n cucstiÓI'l: "Todos los Fuc­
mie nto. Por un lado el de l instante de ruptura de la cadena os, e l Fuego". Cuento qu e tratLl sobre fu egos , sin duda,
signifi ca nte en la escansión qu e presentifi ca e l ohjdo del pero tambi é n sohre til'mpos. En é l se re latan dos hisrorias
d eseo. Por otro, e l c1c 'iprc nclimienlo del objeto qu e cae a hí paralelas (u n eXlral10 paralelis mo que se \e rifica a través
em re e l sujeto y el Olro, ese ohjeto que se crea, y qu e una de l tiempo). ~on do•., historias d e traic ión , una ocurre en la
ve z que nace ya no le pCI1t:'ne ce. l{oma imperial , y la orra en un indefinido presente occiden­
Sie mpre h<ly una ex trall CL3 e n toda po é tica . E n la lal. Dos historias de trai ción; dos historias de muerte. La
(po)é tica del acto a n ~dítico lo extraño por excde ncia surge nlLlc rte se produ ce, d esdl' luego , p or medio del fu ego. Dos
c ua ndo el bah1a h~l lJla. Ex trañeza ante la ex pe rien cia de h istorias de amor, dos historias d e pasión impura . l.a purifi­
que e l lenguaje hable p or sí mismo, de que sea n las pala­ G1ci(¡n se impone, y ll ega finalment e ror el fuego. Pre\ ia­
hra s las que nos digan y no nosotros a e lla.'i. Este instante me nte huho dos m uertes. luego dos muertes más. Y así se
es p oético porque estando en nu e$tra propia G1 S~1 vivimos cie rra inexo rableme nte e l círculo: Amor-Tra ició n-M ue rte .
el desgarrado e interrogante ,1Cto de ser ~'{j liados en nu es­ Este círculo ti ene q ue ve r con la vida. Y con el tie mpo.
tra tierra. Y, por e l mismo motivo, con el psicoanálisis .
El p sicoa nálisis es una (po)ética porq ue <l la pregunta de
Nietzsche ¿Quién babIa? responde C0ll10 el poe ta Arthur E/ tiempo y el psicoanálisis
Ri mh<lud : Yo es Otro.
Freud afirmaha d e l tiempo que es una fun ción c.'icncial al
ps icoa nálisis. Lo es e n m uc hos nive les. La historia de l hom ­
bre , historia lacunar que Freud inte nta recol1S"tru ir, est{¡
h echa ese ncial menle d e tiempo. U n tlempo que ~e crist<lli­
za e n la repelic ión, q ue, incluso "c in movil iza en di3. El
ti e mpo d e la reretición es recon o cido por Fre ud co mo
ti empo de mucrte.
2,,; I';f u l I¡¡"(" ',,r. fe crJII(1i1 des illi¡ 'IPfl'll~ti{) IIS. Sl'uil. I):tri ,. 19 (,<), p. ,.;=" Mu y <..c rc~ de ese ti em po un comemporá neo de Preuel,

229
Albe rt Einstein, decretaba la muerte del tiem po absoluto. Y límite en la dimensión genealógica introducida por la "fun­
e l tie mpo construido por Freud tam poco 10 es, tiene como ción paterna". La función p aterna , planteada en este senti­
sistema de coordenadas el e spacio de la Lransferencia. Es­ do , tiene como precondición la inclusión misma de la
pacio y tiempo conslituyen para la física relativista fundada m uerte como sistema. El "padre simbólico" es, simultánea­
por Einstein una unidad . Y hay algo de unita rio en el espa mente, el "padre muerto". Padre cuya condición esencial
c io-tiempo de la sesió n an alítica. (Aunque para su pleno es, en su momento, haber sido hijo. Bajo esta condición se
desarrollo habrá que espe rar e l plan teo elel tiempo lógico p roduce la trasmisión generacional del ape llido, que sel1a­
que debemos a Lacan.) El tiem po del olvido y el tiempo de la, cada vez, una nueva fundación.
la me moria (que configuran la mate ria prima de la práctica Así, e l hijo es arrancado a la madre para ser, a su vez, un
analítica tal como la seguimos e jerciendo aún ahora) se ins­ p ad re. Y la operación es decididamente temporal.
talan en una di mensión que Freud ma nep rá hasta e l día de Freud asigna a e ste proceso un origen mítico. Pone en
su muel1C: la dimensió n (también el la te mporaD de l mito. manos del hijo la muerte del padre, de acuerdo con los
De ese orden (justamente "orden mítico") será la produc­ dictados de un destino inexorable . Pero el parricidio per­
'ió n de un sig n ificante (a su vez imposible), norte muy petrado en tal descripción no es precisamente el qu e recae
preciso de la práctica clínica. obre el padre del cual se trata. Set-,>ú n el mito cre ado por
Freud, la liga de hermanos asesina al padre primordial,
Tiempo materno y tiemp o pa terno padre con cualidades de omnipotencia que, en realidad, le
co nfie ren una posición ma terna. Tal vez por eso, en la
Hay dos órdenes temporales que destacan especialme nte descripción freudi ana , la eticidad se constituye después de
en la vida de [Odo sujeto humano : un o rden vinculado con esa mu e rle y, fund a mentalmente por acuerdo entre los
la inmortalidad (y, naturalmente , la eternidad) y otro vincu­ he rmanos.
lado con la condición específica de morta l. Podríamos decir Freud bahla de Complejo de Edipo. PerO en la concep­
del prim ero que es un tiempo anterior a todo tiem po (en tualización laca nianél el padre , pasible de ::;er asesinado, es­
cierto sentido , un "no ti em p o"). El tiempo pro pia mente . laría situado en un segundo tiempo. Esto signi fica que no
dicho haría su aparición en un sistema dominado por la ~e trata de l Padre Si mbólico (origen, justamente de la ge­
muerte. nealogía). Es, más bien , el Padre 1deal , que, despojando a
n ot ras palahras: sólo la escansión defin iti va de la la madre de sus atribu tos, los hereda él mismo, adquiriendo
mu erte puede te mpo ralizar la vida . Y su logro es, justamen­ un a cond ición terrorífica similar a la de la madre de! p rimer
te, una tarea vital. tie mpo: la madre precisam ente omnipotente . Es a esa
Esta tarca fue descrita fDu chas veces y de diferente ma­ madre que el hijo tendrá que decir que no, para acceder
nera. Pod ría mos, por e je mplo, caracterizarla como un pasa­ p ropiame nte al universo sim bólico. Este proce so es coinci­
je del dos al tres. Pe ro así caracterizada, la cuestión se ñala dente con e! pasaje del matriarcado al patriarcado. En otras
el pasaje de un o rden tem poral materno a uno pate rno . palab ras, el pasaje del universo materno (en el cual el pe­
ue üo Hans leulÍa con razón la "posihilidad de la imposibi­
De la imnoftalidad a la su.bjetiuación de la muerte lidad de l corte") al universo paterno. En ese orde n paterno,
y no en otro lado, el sujeto humano encontrará una inser­
En efecto, La madre y su hijo , cuyo estado más pleno es el ción histórica, una ubicación en la cadena ge neracio na l que
que Frc ud describió co mo "célula narcisista-madre fálica ", lo arrancará, crue ntame nte, de la inmo rta lidad materna ,
conforman una unidad atempora l que sólo encontrará un otorgándole un lugar en el mu ndo.

231
230
inmortales y lrogl()dita.~· lógica y escansión

Comencé citando a Julio Corta zar. Pe ro hubo otro gigantes El problema del tiempo, tal como lo presenta Lacan, es una
ca contemporáneo que se ocupó repetidamente del tiempl) cuestión lógica, y apunta a aquello q ue é l postula como b
(e ntre sus textos se incluyc, por ejemplo, una "Rduraci()J1" posibilidad de una lógica colectiva. se trata de una pulsa­
del mismo). M.e refiero, desde luego, a Jorge Luis Borgcs. ción ternporal interna a una situació n problemútica cuya re­
Hay un rdato , en su copiosa obra , que se vincub de algu­ solución depe nde, precisamentc, de una suspe nsión tem­
na manera con e l ya mencionado "Todos los Fuegos el poral en la a cción del otro. Para e l caso de tres sujetos (el
Fuego": se trata de "El Inmortal ". Curio samente e l p e rsonaje presentado más cxtenS:lmente por Lacan), e l número de es­
es tambi é n un procónsul romano. En este caso bu sca la in­ cansiones ne cesarias para alcanzar la certid umbre es de
mortalidad, alcanza ble a través ele un río que conduciría ;¡ dos. Menos desarrollado p resen ta e l mismo problema para
la ciudad de los inmorta les . Por el camino, y antes de e n­ cuatro sujetos; e n ese caso el número ck escansiones nece­
trar en la c iudad a nhelada, se encuentra con una especie sarias es de tres. (Laca n menciona la posible generalización
de suhhombres, q ue llama "trogloditas", incapaces de ha­ del pro h lema en términos de n - 1 escansio nes p ~lra n suje­
blar. Cuando, después de duras pruebas , logra penetrar en tos .)
la ciudad de los inmortales, descubre horrorizado que se La presentación c1{lsic.t , en libros de lógica también se Ii­
trata de una ciudad de pesadilla. Consigue huir de e ll a par:l mip a tres sujetos, aunque tiene algunas dife rencias con la
reenCOJl trar.se con un trog lo dita que, como un perro, lo presentación lacaniana: algunos datos que se agregan , algu­
había segu ido hasta la e ntrada de la c iudad. Finalmente nas condiciones q ue difieren. Claro que el ohjetivo de los
logra co municarse con e l troglodita (al cua l l'Iama Argos, lógicos es ta m bién distinto del de Lacan. Aquí les presento
como el p erro de lJlises); entonces descubre en él a un ex­ una formulación planteada por la lógica:
traño p e rsona je que suprim ió las p :-dahras porque , en la "De tres prisioneros que se hallaban en cierta cárcel . uno
e tern idad. ya no las necesitaba. Se trata nada menos que tenía visión normal , el o Lro tenía un ojo y el tercero era to­
d e l c reador de Argo,.:; , y de Ulises : r [omero . talmente ciego. Los tres eran de inteligencia por lo me nos
En este c uento queda planteada la inmortalidad como me dia. El carcelero les dijo que de un conjunto de tres
imposible. Y, a propósito de impos ihilidades , \'olvJmos al sombreros blancos y dos rojos. ekgiría tres de e ll os , y los
psicoanálisis. colocaría sobre sus cabezas. ~e prohibía él cada uno de
ellos que viera e l color de l sombre ro que tenía sobre su
El tiempo en la escena clínica propia caheza . Se los reunió y e l carcelero ofreció la liber­
tad a l prisionero con visión norma l si podía decir de qué
El tiempo tiene otra presencia en la e~ ce na clínica . Una color era el sombrero que tenía sohre su cabeza . El prisio­
pulsación temporal define el transcurrir de una sesión a na­ ne ro confesó que no podía . Luego e l carcek:ro o freci() la li­
lítica. Un t.iem po que com ien za co n e l tiempo qu e el hertad al prisione ro que tenía un solo ojo , él condición de
misrno Freud d ed icaba a sus anali7.:m tcs. que se ritualiza en que dijera cuál ('ra el color d e su sombrero. El segundo pri­
el ámbito de la Asociación Psicoanalírica lnle rna ciona l (45 sionero confesó que no podía d ec irlo. El ca rce lero no se
o 50 minuto s), y que estalla , finalniente, con la práctica la­ molestó en hacer e l ofrecimiento a l prisionero ciego, pero ,
caniana cleI tiempo escandido. él pedido de é ...,le .Jce ptó concederle la mlsm a oportu ni da d.
El prisione ro ciego esbozó enlOI1('e s una ancha sonrisa y
dijo:

2'\;
- No necesito de mi vista, pues, por lo que mis amigos En Lacan la modulación de! tie mpo está planteada e n
con o jos ha n dicho, veo claramente qu e mi somhrero es... " tres términos. El pri m ero es un "instante de la mirada " ,
Esta cita termina así, con puntos suspensivos, porque este aq uel en el cual cada uno de los prisioneros ve dos discos
ejemplo está presentado como prohlema. Pero ustedes po­ bla ncos, y ve, tambié n que ninguno de sus compañeros se
drán deducir fácilmente el razonamiento que condujo al pri­ p recipita hacia la p uerta para da r cuenta de su razonamien­
sionero ciego a conocer el color de su propio so mbrero, aCIn to (recordemos qu e e n Laca n la fu nda mentación de la solu­
sin verlo. El sombrerq e n cuestión es de color blanco, como ción debe ser expresamente lógica y no aza rosa ni probabi­
son blancos los tres discos en la formulación de Lacan. lista . Pero ade más señalemos que esta condición es impen­
Pe ro voy a detenerme un momento en esta formulación. able en el e je mplo del ciego y los dos videntes). El segun­
En el tex to el ciego dice: "veo claramente". Ta l vez por eso do es "un tie mpo para co mprende r" durante el cual la vaci­
Lacan elige otra formulación. De hecho, ciego () no ciego, lación de los otros dos prisio ne ros le permite compre nder
el p risio nero sabe que sus co mpa ñeros no han accedido a que él tamhién porta un disco blanco (aquÍ, repitámoslo, el
la libe rtad , po rque no pudieron d ecir el co lor de su propio prisionero con visión nonnal y aquel que cuenta con un
sombrero. En realidad había u n solo caso en e l que e! vi­ solo ojo no pueden ni siqu iera dudar). Pero lo esencial en
de nte y e l tuerto p udieron decir su color co n abso luta se­ este problema es que después de estos dos tiempos , para
guridad: el caso en que cada uno de eUos viese dos som­ acan hay un tercer ti empo fi nal que es un tiempo de ac­
breros rojos (o dos discos negros, en e l texto de Lacan). ción, y q ue esa acción se sostiene sobre u na anticipación
Esto es lo que el ciego pudo "ver claramente" ; no el desco­ de la certidumbre, marcada por una urgencia temporal ine­
nocimiento sino más bien la duda: una duda repetida dos vitable.
veces (como señala Lacan en su texto). Esa doble duda le Ese tiempo de anticipación, riesgoso tiempo de antid pa­
pe rmite concluir su propio color (cosa que en rigor pudie­ ción marcado p or una urgencia y sostenido por la espera
ron haher concluido también los otros dos) . Este paré ntesis de l otro, constitu ye na.da menos q ue la acción única y bási­
apare ce también en mi presentación o rig inal; pero en este ca del analista . Lácan lo llama: ¡"IOMENTO DE CONCLUIR.
momento percibo claramente que no es correcto. Se señaló Esta modulación temporal sirve de ba se a Laca n p ara
acertad amente en la discusión que siguió a la presentación fund amenta r su práctica del ti e mpo escandido. El tiempo
que la dife re ncia entre este ejemplo y el eje mplo de Lacan lógico, ajeno a la p ráctica freu diana, estaha presente, sin
era la presencia de la palabra. Esta indicació n es correcta si e mba rgo en su conceptualización del Inconsciente. En el
pensamos que la "yjs ión" de l prisione ro ciego dependía de cual lo temporal y lo atemporal sostenían Ulla relación con­
las pala bras d e sus compañeros vide ntes. Pero esto vale flictiva , que Fre ud plantea en térm1110s de "proceso prima­
justamente para el ciego y no para los orros. En la med ida rio". Lacan lleva esta condició n contlictiva a s us úl timas
en que el ciego no ve le es imposible llegar a conclusión consecu encias en su prácti ca de la esca nsión como sistema.
alg una sin las palabras de los o tros clos. Pero sólo é l puede :s en ese sentido que , si podemos pensar el "insta nte de la
llega r a la conclusión correcta, po rqu e s us compañeros mirada" como imaginario y el "tiem po para comprender"
cuentan con su propia vista y la de! otro vidente, pero no co mo simbólico, resu ltará necesario que pase a un p rimer
cuentan en absoluto con las palabras del ciego. En otros plano, p recisamente e n e l o rden de lo reaL el "mo mento el
términ os, el ciego no puede d udar: simple y lógicamente concluir".
sabe. Precisa mente, la conclusión simultánea de los tres Dije algunas cosas sobre el tie mpo, Me hubiera gustad
(después de dos dudas) es lo característico de la presenta­ decir otras: distintas y mejores. Pero sI queremos cosas ciertas
ción lacania na de este problema. sobre el tiempo ¿por q ué no ceder la palabra a los poetas?

23:;
Yo :;e la cedo a Jorge Luis Borges:
El psicoanálisis y los tiem pos
TODOS LOS AYERES, UN SUEJ\O m odernos
"\Iaclerías. El homhre de Mura ¡) a ,
una mano templando una g uita rra, Hel1 Morales Ascencio
una vo z, hoy pretérita qu e narra
A Santos y M on tz l~.
por la ta rd e una pe rdida hazaña
de burdel o de atrio, una porfía , "' Art..:, p oesía , bdlcza ... ¡<¡ Lié cXlraiias palalJras!

d os hierros, hoy herru mbre, que chocaron i.Spr{ln un conjuro?

Hoy c ua lqu ier Ct: rdo (:'s G I¡XII. ele qUl'm a r

y alguie n quedó te ndido, me IXlslaron d edén p o r ('ohr;lr un seg uro"

pa ra e rigir uoa mitología .


Una mitologb en.<;angren tada l.. F. AUll'

qu e ahora es el ay er. La sabia historia


de las a ulas no es menos ilusoria 1. Introducción
que esa mitología de la nada.
Conforme nüs p;1."a el Li enlpo, m5s se acerca el final del
El pasado es arcilla que e l presente m il en io. En pocos a ños este siglo e ncontra rá s u nlU erLc.
labra él su antojo. Intermin'lblemente. Nos ha tocado v iv ir e n el siglo AA, ) este siglo fu e un tiem­
po de luces y soml..,ras. En el present e siglo la c ienc ia y la
técni ca han ocupado un luga r fundamental. El siglo XX
tam b ién podría llanursc el siglo de la ciencia. E ~t am(),." e n­
tonces. en la era cientifica. O 10 que p arece lo mis mo , en la
e ra d e l uso d e la en e rgía. La ciencia ha desc ubi erto al
mundo corno un esuIlqtH: utilizahle de.:: énerg ía. La dell cia
es ante todo , hoy e n día, técni ca de utili zación de la ener­
gía. La dencia se prese nta como amante de la técnica. lloy
la ciencia es técnica y la técniGI es la em b ajadora e ficaz de
la cien cia.
es imposible negar los be nefici os q ue la cienciél y la téc­
ni ca ha n brin dado al mundo. Pero tamb ié n e <; imposte rga­
hl e señalar los ma le ficios q ue ellas ha n traído a la tierra. La
de:,tr ucción ecológ-ica es una de las imág<:l1cs dolorosa... de
ese ma leficio.
Pero no sólo en el esp a cio e co lógico la ciencia y la téc­
nica ha n te nido una injerencia Ltstim o sa. T:unh ié n el t:'spa­
cio relacional d e los hu mbres y mu je res ha :-;ufrido In U­
ta c io l1t;s ,

2j(l
~:p
Comencemo s señalando algunos de los lados obscuros d~ ' La recnociencia y el uso acelerado del tiempo han deste­
la ciencia. Q uizás por e-l más inmed iato: el de la cotidianidad. rra do la intimidad e ntre los humanos y las cosas, pero tam­
Es evid ente que la ciencia ha ocupado un lugar estelar VII bién entre los hombres; entre los hombres y las mujeres. El
la v ida cotidia na de los sujetos. El modo como se presenta la tiempo es la tierra de la intimidad y hoy éste parece exil iado .
ciencia es la eficiencia técnica. La licuadora, la plancha, la Los sujetos han de venido cosas tecnificadas, es decir, dese­
T. v. , los te léfonos inalámbricos, e tc. son las ma raviIJ~ técni chables; sujetos incapaces de intimidad. El ideal teeno es que
cas que nos hacen má.'i fác iles los días y las noches. el sujeto devenga máquina-performa nce. Las relaciones se
El teléfono, el fax, el au to, los aviones, la T.v. son lo.s es. vuelven de uso y de desuso. La intimidad, e.s decir el espacio
tandartes por excelencia de la era tceno. del intercambio de las diferencias y las deferencias, está dc:sa­
Aho ra, ¿qué es lo que pe rmite la ciencia con esta vía tée pareciendo. Mientras más integrados a la era tecno de la efi­
nica ? Acercar las cosas, aCOrtar el tiempo. La técnica ha mu­ ciencia y la seriación, menos intimidad habrá.
tado el ser del tiempo.
Al expulsar a los hombres de la posibilidad de intintar
La técnica ha acortad o las grandes d istan cias, sin emhar nos han convertido en desterrados; desterrados del recogi­
go, también ha alejado lo más cercano. La técnica acercan­ miento dulce de la intimidad 2 Y, qu izás, dentro de poco
do las cosas, las ha a le jado.1
tiempo desterrados de este p la neta. ¿Cómo crear si no hay
¿Cómo ha alejado la tecnociencia él las cosas si están tierra donde intimar? ¿Cómo hacer bailes y palabras si no
aparentemente tan cerca? La.s ha ale jado p orque ha tran.s­ hay campo donde hacer florecer los pasos y los p o e mas?
formad o el modo de relación de las cosas con los sujetos. Hemos llega do a un momento histórico donde es impo­
Las cosas so n, hoy e n día, instrumentos desechables . Lo sible no preguntarse por lo que busca ese extrai10 conglo­
que ha producido la ciencia-tecno es aholir el tiem po del me rado llamado humanidad.
placer de la re lación con las cOsa s. Como ejemplo viviente Ante esta situación se abren preguntas tales como: ¿Qué
está la llamada generación McDonald's.
busca "el homhre'" ¿Cuáles son los fin es declarados de las
Lo que ha fracturado la tecnociencia es el romance con nacione s-imperio? ¿Hacia dónd e vamos? ¿Qué determina el
las cosas. Lo que h a propiciado es el romp imiento ele la in­ actuar d e lo s sujetos'
till1ida d dulce. Hace no m uch o toda vía se podía encontrar
Estas preguntas tan actuales son precisamente el funda­
uoa intimidad e n tre la Cosa y los homhres: hahía romance.
me ntí) de la ética .
Ahora la e ficacia-perfo rma nce y la desec habilidad han
La historia del pensamie nto ético es el intento por res­
hecho, ele su presencia , hegemonía : de la pluma del abuelo
al bo lígrafo hie. pond er a estas cuestiones .
Po dríéln puntuarse d e ntro de esta histori a, cuatro gra nd es
Lo q ue ha desterrado la era moderna es la intimidad: la
ha dejado sin tierra. propuestas é ticas:
1) La ética nico maq uea , fun dada por Aristóteles;
Pero ¿qué es la inti midad? Es el e'ip ado donde dos se res
2) La é tica kantiana, enunciada por Kant;
se relacionan sin ro mpe r, si.n disol ver su difere ncia. Sólo
3) La ética libertina , descrita p o r Sade, y
quien p uede relacionarse con O[ro sin destruir sus dife ren­
4) La ética de l psicoanálisis construída po r Freu d y Lacan
cias, pu ede enta b lar intim id ad. Lo otro, alli donde se di­
pero donde es imposible no incl uir la prese ncia de ~p in oza
suelven las diferencias , es la fusiém , y ésa no crea intimidad
sino intimidación. y Nietzsche.

2 \ <.;f: :-'1. Heick:gger. "El fl abla' en f)e camin o tl/ /Jah/a , rd. Od(,S.
~'1.
B;lITt'IOI1:t.
I Ver: l T<.; ideAAc r. " Ll Cos,, " en I:sjmcio.\ No. /3. l'u d l la 1991. 19S 7 .

2.39
La ética que aquí nos inte resa es aq udl a surgida de las fluir en la consolidación de otro gran p e ríodo de la historia
ag uas d e l psicoan álisis. Sus redes representan un te jid() d e l placer, a saber, el cristianismo.
com ple jo, por ello, sólo se tomará n Ires temas para intentar El c ristia nism o inte ntará exiliar al placer. Más concreta­
a nudar1 0 s en un gohdino tangihl e. Estos temas son: la me nte , propond rá un ex ilio d e l pla cer de l c ue rpo. El c uer­
ética , e l mal y la creclciém. Y comenzaremos, c uriosamente, po no es más el recinto n,Hural de lo place ntero como lo es
por una hreve historia de l pl ace r, de los discursos de l pla­ para los hedonistas, tampoco es un espacio d e expres ión
cer. dd placer, el cue rpo es el territorio donde e l placer devie ­
ne pecado y la acción place ntera un signo d e l mal. El cuer­
11. Los cam inos del placer po, e n e l cristia nismo. deviene el ho te l de lo diabólico y lo
pecaminoso. El bie n sería. e ntonces, renunciar al placer d el
Reco rrer los senderos histórico.'i del p lacer Lleva él los o ríge­ cuerpo. ~o se exilia al cuerpo, sino a su posihilidad de re­
ne s , es dec ir, a la cultura griega. Los griegos eran unos cibi r y exhalar placer. El cue rpo no es expulsado del cristia­
pracrica nles d el p lacer y, por ello, escrihieron sohre él. nismo p orq ue su uso le .'ie rá primord ial. El c uerpo
La dive rs idad de las prácticas condujo a un mosaico de devendrá el espacio dond e ejercer e l castigo, pero también
p Qsic io nes, aquí se punl uar:ín sólo las más representativas. una ofre nda a Dios. Den tro de l c ristia nismo h ay una forma
Pa ra los hedonistas, el placer era un fin natmal. 'Y a esa aceptada de obte ne r p lacer corporal: entregárselo a Dios.
de te rminació n natural la proponían como el objel ivo de la Los santos son el e jc mplo. La perfección cristiana sería la
vida. El placer sería el borbotón natural d e la fuente de b beatitud teológica: entregar e l cuerpo a Dios para acercarlo
fe licidad. Si el fin d e la vida es la feli cidad por e l placer, el a las costas d e la di vin idad . El cristia n ismo p ropone con
place r de\ ¡ene un hien , un bien sohe rano. e llo, un he donismo divino.
Platón intervie ne y pro p o ne que el placer no e s ni un Podrí,:ln"\os puntuar aquí algo fundamental para esta breve
bien ni un mal en sí. sino algo ligado a la mesura. El placer arqu eología: e l place r aparece en el GllllpO del discurso divi­
sería un bie n si es finito y m e nsurable; si, al contrario, se d ido , y juzg:Id() e n el espacio de lo ético. Existe , por un
quie re infinito, caería d e ntro de l cam po del mal. ¡'"do, el place r como un bicn ; aquel de la mesura , la conti­
Aristóteles, quie n representa a l p en sador é tico por exce­ nencia medible, la re nuncia al c uerpo; este pbcer debe ser
lenCia d e LI antigua G recia, p ropondrá que el placer no es finito y limitado . Por otro lado eXÜjte el place r del lado del
un bien que e nc<'lrne la mel a de la vida, SÜ10 qu e el Bie n es mal: aquel que implica la desmesura , el exceso, lo infinito.
e l objetivo ético de la vida. El principio q ue determina el Inte ntar ll evar el placer a lo infinito es lo condenado por las
hace r huma no es la proc uración d e l Bie n . El pl acer es de­ é ticas de la mesu ra. Pero, ¿acaso el placer Ueva do a lo infini­
rrocado de la soheranía d onde querían colocarlo los hc clo­ to no me rece ría otro nom bre? Sí, el no mbre h.istórico del pla­
ni.,>tas y es situado como un sign o mensurable de l Bie n . El cer desmesu rado Pllc de ser lo que !larDamos goce. De este
p lace r remper3do es un bien, la desmesura dd pla cer, una modo , lo que condenan e sas éticas es precisamente el goce.
;]cciém qu e lleva a 10 he stia l Volvamos a la historia después de este bre ve p aré ntesis.3
Pero si ha y algún p e n samie n to griego q ue acorrale al Curiosamente quie n es va n a reb nzar la c uesti ó n d el pla­
pla cer, ése es el estoico. Para el eSloicismo el fin de la vida cer fUera de l orden divino ~ religioso son los empiristas. El
es la fe li cida d p e ro por la vía de la ausencia d e placer. Más
p re ciso: la perfección es e l hi e n soherano y aka nza rl a ll eva .'l 1'" e:\'i(lénlo:: qu e: :Iquí se inle:n l" ha,'e:r un" <l1'<juclllugí" uel pl"l'e:1' h"st:l nll:
conl fxlct ;l . \lu l h ()~ :lUfon.:.";
y ()b r~ts rm:ret:t.'rí;ln su ILl g~lr. Sin e lnh:Jr~ () , en t,;st t.:
a la fe li cidad. El placer. en esta lI-:lye(loria , cSlorba. hl"'vc I<,corrid,) ,,(¡Io "" sl'ilab r:1l1 aque ll", q ue illlel've ng:m d ecididal11c'lllt· e:n el
T~jmo la nropuesra a ristol (~ li ca co mo la cSloica val1 él in­ problema e1 el pbcCl' )' su ~l'J¡¡, !(lf'I ccm LI <'lic l yel aC lo el'e" liv" .

2'í j
emptrlsmo va a proponer a l placer como un estado ligado marse la pregunta por el sentido del placer. El hot11bre no
al trahajo y al pensamiento. Lo s empirista,..; va n a reintrodu ­ es q ue busquc el p lacer, ni se pregum<l por su significaciém
cir la dimensión humana del placer. sino que aparece como un sistema maquinal que reacciona
A partir de todas estas discusiones histó ricas, e n el siglo a un cierto fu ncionamiento.
XIX, van a surgir dos grandes posiciones fre nte al placer. La Sin emba rgo, Freud tuvo q ue renunciar a e~ta co ncep­
primera que llamaremos estética y la segund a que será no­ ció n de lo humano. Algo se le impuso en su práctica: b abía
minada posición utilitarista. La modern idad estará atravesa­ algo que atentaha contra ese principio. Freud se encontró
da por arnbas. con que había "una fuerza" más poderosa que la tendencia
La posición estética introduce la dime nsión de la belleza. a l equilih rio. Existía algo "diabólico" q Ue atentaba contra el
El placer debe Ile\ ar él las aguas de lo be llo y por eso no bien y la máquina. Esta "fu erzl~' buscaba la destrucción . A
pue d e te ner límites. El place r ligado a lo helio elebe ~er in­ partir de ::illí, todo cambió. ya que ninguna máquina busca
finito. El p lacer de lo be llo exaltado es lo sublime . Lo suhli­ su destrucción. Entonces , el hombre y la m uje r no funcio­
me Ueva el placer a b infinitud y allí lo vue lve delicioso. Lo nan co mo máq uina ~.
sublime es el roSLro policromático de la delicia. El arte , pro­ La "fu cr.la" que buscaba destruir fue llamada por Freud
puesto como ética sublime, se conviene en la tierra del pla­ pulsió n de mu e I1e. Aunque suene paradójico, la p ulsió n de
cer infinito , desmesurado, es decir. del goce. muerte h urnan iza la concepción del ho mbre introduciendo
o mo evidencia de esta posición, surge en el siglo XIX el aroma ele lo diahólico.
la propuesta ética del romanticismo moderno. El romántico Frcud encontró que e l sujeto no busca el placer sino el
qu iere cantarle al placer co mo desm es ura. Los románticos, dolor. Más radical aún: busca placer en el dolor.
de Poe a Lautréamo nt, a puestan a una escritura posible del Freud constató que el placer no tiende a la mesura sino
goce, de allí su fért il desgarramie-nto. A ello dedicaron su a la desmesura.
vjda y su muerte. De algú n modo, todo buscador desespe­ A esta 'tendencia", a e ste placer en el dolor, Fre ucl., a
rado de goce es un romántico. Ahora, no todos escriben alta de algo mejor, le Jlan:tó masoquismo primord ial.
textos desgarradoramen te he lios. Lacan le lla mó , goce.
Ante la posición estética del placer, surge otra vía: la uti­ Freud tenía una concepción fundam e nta lme nte económi­
litarista . El utili tarismo intenta hacer un uso del placer pero ca d el goce, lo llamaba pl ace r en la exitáció n y el d o lo r.
propo n ie ndo una aritmética: el place r es una cantidad utili­ ,a ean propo ne una concepción é tica: e l sujeto no b usca
za ble. El place r es esa cant idad mínima que se neces ita su bien sino su mal. Den_n a mos esquemáticamente, goce:
pa ra rea lizar un trabajo, una acción. place r e n el mal.
Es hora de introducir el lugar del psicoanálisis. Por curio­ !l p sicoaná lisis 'ieñala que el mal es mucho más desea­
so que parezca, Fre ud, el Freud de antes de 1919, se incl u­ ble que el hien. Hay m ucho más place r en ha ce rse y hacer
ye en esta posición rnaquinista del placer. el mal qu e el bien. Esta es la mala nueva . Desmen ucemos
La ética utilita rista es la ideología d e l maq uinismo. El sus consecuen cias.
ho mbre fun ciona como máquina, es decir. a pa11ir de un Si el mal es más deseable que el bien , el deseo se pre­
p ri nci p io regulador. Freud , por eje mplo, le llama princip io senta como huscando el mal.
del placer. El Freud de los inicios del psicoan{üisis, propo­ Si e l deseo tie nde al mal, ahste ne rse de ha cer el IDa I es
ne al placer como u na ten uencia. E.I aparato psíquico fun­ renunciar al desc:o.
ciona con un prin c ipio regul ad o r d e eq u ilibrio. Esta y si toda renuncia al deseo es una sumisión. todo iotcn­
posición reivi nd ica al maquinismo contra lo quc podría lIa­ (Q de evitar el mal es una sumbiófl .

2~3
Llegamos e ntonces a un gran p roblema: (cuál es la posi también sus obras. Desde el discurso de los fanáticos hasl;1
ción del psicoan álisis frent e al m al? e l famoso Index del Vaticano se sustentan en esa acusa ­
No p uede nega r su insistencia pues es lo descub ierto pOI ción.
su práctica. r\o puede conde na rlo po rque se volverla un;1 CuriosJmente, Lacan relaciona el mal con la creación in­
moral o UD a relig ión. Pe ro ta mpoco puede exaltarlo pues troduciendo el p roblem a de la Cosa.
propiciaría una posición sad iana. En el semin ario de La Etica del psicoan úlisis , el 3 de fe ­
Entonces ¿c uál es la posid6n del psi c()a n áli~is [re nte al brero d e 1960, dice:
p lacer como infi niro, ante e l mal como fin , ante el goce? ··EI mal está e n la materia. Pero el mal p uede estar tam ­
Las respuestas a estas preguntas constituyen precisan,en b ién e n ot ro lado ( ... ) El mal pue de estar en la Cosa".
te lo fundamental de la propuesta é tica del psicoanálisis. "EI puede esta r e n la Cosa e n tanto qu e e lla no es el sig­
nificante que guía la obra , en tante) que ella no es la m ate­
lll. De los laberintos de la creación ria de la obra, sino en tanto que, e n el corazón de l mito d e
la creac ión del cual toda la cuestión está suspendida , ella
Se puntuó que a p rinCIpIOs d e l siglo XLX frente al placcr, mantiene la prese ncia de lo 11UlTla no ".'Í
existieron dos posiciones: la utilitarista y la estética. y Lacan define la Cosa: aquello del real que padece del
La fo rma ética qu e a nte las pa ra doja s d el goce tomará d significante.
psicoánálisis, será la de exp lor:!r la dime nsi6n .:~ tética. ES;I La Cosa no es la materia , tampoco el significanre en sí ,
es la posició n de este escrito . Veá moslo de cerca. sino aquel vacío que invocando al significante es marcado
El a rre , co mo se dij o , h a d emostrado la re lac ión ética por é l mismo. La Cosa es el imiin del significante, pe ro al
que e xiste e ntre el placer y el infinito. Es por e llo que St' a[raerlo, éste la circunscri be . La Cosa está entre dos regis­
vi ncula .l los $t;';nd t:'fQs del mal. A la vi nc ul ac ió n erótica tros: el real y el simbólico. La Cosa es aqu e llo que sie ndo
vacío precipita a la creació n, precisame nte por su condi­
entre el placer in fi nito y los 'vericue tos d e l mal, se le puede
llamar también : creación. ción de vacío ima mador.
Pe ro ¿por q ué rebcionar él la creación con el maP Sí; ta ca n reb ciona la creación con la Cosa y el mal , pe ro
El acto creador, en tanto p rod uce un a in.novación, in u'O­ Fre ud?
du ce un desorden. CrL:a r es deso rdenar y tam bién desobe­ Fre ud relaciona la creación con la sublimacjón.
d ecer. ¿A q uié n? A Dios, pensad po r mu c hos s ig los la La subl ünaci()11 es uno de los destinos de la pulsión .
religión. Lo s creadores desafían al Creador, deso rdenan su Sublimar es cambiar un fin sexual pe ligroso po r otro so­
texto y tiene n la desfachatez de florecer co rno dioses . cialmente soportable . Mucho se ha escrito sobre el as un­
Por ello m uc¡'os fue ro n que m ados , perseguid os y los to , el arte m is mo se ha intentado ex plicar por eoSa vía .
más fueron ohligados él la retractación de su pensar. Pero dete ngámonos un p oco en este puntO de la expo si­
Pero la re ligión no sólo tomó cartas en el asu mo respec­ ció n. Hasta aquí tres h ilos han qu edado co lga ndo .
to al ac'lO creador, ta mbién condenó d espacio mismo de la Comenza mos con una arque()log~l del placer) llegamos
creación, es d eciJ', la materia hecha o b ra . hasta el territorio d e la p ul.sión d e muerte, hasta los perfiles
To do aq uello que ca mbia es maligno . Si la materia se del goce, ha~t:l la vcrtiente estética d el placcr.
tra nsforma , e ll a ta mbi é n aparect;'; como fuente del mal. Ese camino nos llevó hasta las costa" del mal } ésto al
Todo aq uel q ue inte nte ha cer co n la fuente del ma l. un problema de la relación de la creación y la Cosa.
ano aún m ás ma ligno co mo es crear, será doblemente d e­
moníaco . Así, no sólo el sujeto creador fue perseg uido, i J. 1.:1<::111 . f. iI:re I·'JI: f. ',;¡I7iqile de hl pS,I'chullf/ l!,w'. r:d . Scuí!. 19K(l, I'arb .

2'1-)
2 /¡.j
Ahora , en este último punto, pasamos de la creaClon al La creaClo n surge ele la sublimación de la pu lsi ó n de
espinoso espacio de la suhlimació n . Pe ro ¿y el mal? ¿QUl' muerte, porq ue el sujeto en lugar de destruir, crea. El fin de
relació n existe e nue la sublimación . los vericue to s del mal. la pu bión se tra nsforma , se sublima: en lu gar de destruc­
los laberinto s del goce y la inconme nsu rahilidad del placer? ción como relorno, la d estrucción se hace insistencia en la
Es hora de an udar eso!:' cabos. Teación.
Pa rtamos de la p regun ta inicial: ¿Cómo se posiciona e l Pero se trata de una creación que no excluye el goce, ni
psicoanálisis frente a la pulsión de mu erte, fre nte al ma l? el dolor, n i la presencia de la m uerte, al contrario, les inclu­
Respondamos: to mando la vía de la creación. ye como materia prima y como fuente .
Precisemos: pa ra el psico análisis la creación tiene que Desde lo fenomenol()gico, la muerte siempre está incluí­
ver con la muerte y el ma l, porque la fuente de l::t creación da en lo al1ístico: la escultura es la muerte de la pied ra; la
brota de la muerte. música, la suspe nsión del silencio; la pintura, la pincelada
Seamo s osadQS: ¿acaso lo q ue se su hlima no es la pul­ de co lor fre nte a su ausencia; la escritura, la marca del lito­
sió n ... pe ro de muerte? ral de la mu e rte.
E:->a es la hipótesis q ue sostiene este trabajo. Pe ro en psicoanálisis esto toma carácter radical, pues la
El psicoanális is no condena al ma l, nO desoye a la p ul­ creación misma surge de las aguas de la m uene. Frente al
sión de muerte , no puede no mira r los signos de la destruc­ vacío, ante esa na da, eme rge el acto creador: ante la insis­
c ión, pero reconoce en esa "fu e rza " una emergencia tencia de la materialidad sometida a la destru cdón, por la
privilegiada de la creació n. La su blimación de la pu lsión de sublimación, se pro duce la obra desde esa misma malcri.al.t­
muerte es la fuente de la creación . dad.
Desde lo fe no me nol ógico se podrla d ecir que ante el Recurramos a la escritura C01110 ejemplo.
vacío surge la creación: desde lo ex istencia l po dría plan­ La palahra , dijo Lacan por los años cincuenta, es la
tearse que ante la mue rte emerge:: e l acto creador: desde lo muerte de la cosa. Pero en su materialidad más radical, es
analítico se diría qUl! anle la pu bión d estru ctiva , la sublima­ escritura. Escribir es poner un teXIo ante la muerte. l'vlás ra­
ción convierte a la fuerza de la muerte en p ulsación crea­ d ical: es util izar la materialidad de la mue rte para hacerla
d ora. hahJ ar. Escribir es anudar de otro modo el goce. El escritor
Dice Lacan en 1960: hace del goce desafo rado de la pulsión de mu erte , un goce
"Si todo eso que e stá implicito e n la ca dena de los suce­ qu e p ued a incluirse en el espectro del sentido. Lacan diría
sos naturales p uede ser con!)klerada como sumiso a la pul­ jugando con la homofonía: j 'ouf sens, es decir, jouissance,
sió n llam ada de muerte, no lo e1> :.ino ligada a la cade na goce. Q uien escribe hace texto gozoso de su cuerpo su­
significante. Se hace exigible e n este punto de l pensamie n­ fr ie nte. La tinta del escritor es la sangre de su historia: co­
to de Freud que de lo que se trata es de a rticul ar la p u]sión munión fallida d e un cuerpo textu a l y una sangre que
de destrucción , en tanto que e ll a pone en lela de juicio ma rca. El cuerpo como tiemp o complejo se vierte e n el es­
todo lo q ue existe. Pero e lla es iguaJme nte vo lunta d de crito como j 'ouf sens. El escrito es e l cue rpo ocupado por
creación a pal1ir de nada, voluntad de recomienzo". el goce, no el de la carne pura, sino el que se precipita e n
y desde all í asegura:
la velo cidad sin tiempo del scnrído.
"La noción de pubión de mu e rte e s una sublimació n Ahora , esta transmutación no se hace s in sacudimientos .
creacion ista ... "5
Hacer hablar a la m uelle desgarra la vida. RepeLir es fácil,
crea r no. Sólo los de!>esperaclos crean; los d esespe rados
') J. l.acan . OjJ.cil. ·1 J<:: ma)o eJ.' li)6u, p. 2'51. por vi'yi r. Los adaptados, los conformados, esos repiten ; ahí

24
no hay riesgo. Escribir, analizar, diseñar, soo actos su b limes Cestbélhic.¡ue)''> sino de gestar una posibilidad ética que illl ­
si ante la muerte contestan con una creació n. Y seamos cla­ pliql1e una estética barrada, una estética q ue incluya l;¡
ros , dicha creaciélO es poética. Sea una escu ltu ra, un escri­ falta, la incompletud. Pero ¿qué significaría esta nu eva posi­
to , una pintura, si produ cen un ti e mpo nu evo, son bilidad de pensar est/ ética?
poéticos. Crear es inve ntar nu evas formas y no formas de Se trataría eJe una estética no de la belleza de la forma
apasio narse con el tiempo frente a la muerte . sino de la p~lsión. No se trataría de ningún nu evo ideal esta
La creación desde esta p e rspectiva , la del dolor y desga­ vez colocado del lado de lo be llo. La b e lleza no existe, es
rramie nto del sujeto y del tiernpo no es un acto comercial, un mito h umano , lo que aquí se ava nza , intenta s~nalar
es guelTlllero pues atenta contra el orden, por eso es \ icla. una estética co mo no se había p ensado a ntes del psicoaná­
La vida es un acto que desordena la muerte . Este desorden lisis: aqu ella fu ndada en el deseo señalando la fractLlfél.
gestado por la creación que vie ne de la transmutación de la No se trata de la belleza 7 d e los filósofos sino de aquella
muerte, Lie ne un carácter subversivo , caótICo. En este senti­ que surge de la ética analítica.
do , la sublimación de la pulsiClO de m uerte , siempre fraca­ La belleza q ue señalaría el psicoa ná lisis no es aqucll<1 de
sa: la obra y el acto creado r subvierten los órdenes y por la form~¡ sensible, tampoco la belleza trascende ntal , n i si­
eso no son socialmente aceptados. quiera la de la tran"gresió n batailleana. La hell ez~l que se
vislumbra es aquella dd deseo.
JI/. De ángeles. a migos y pasiones Lacan en un momento de l semina rio de la ética enuncia
a la belleza como velo del terror, Pe ro más adelante , en ese
Después de este largo recorrido , podemos apuntar a una misln o año, hablando de Antígona, deja v i:·,lumbrar o tra
propuesta. manera de pensar la b elleza : sería aquella q ue incluyendo
El mundo actual, moderno y 10 posmoderno, está re p leto el velo muestre e incluya lo q ue está d etrás del mismo, es
ele signos de d estru cció n, violencia y desamparo. No hay d ecir, el te rror. La belleza, tal como pue de pensarse desde
icleales q ue se sostengan y el retorno a los caminos del os­ 1 psicoanálisis, seria aqu e lla qu e incl uye lo maldito , lo te­
curantismo toma el rostro terrible del fascismo y el lame n­ rrible, e l riesgo , lo caótico, lo trágico; la insoportable bell<>­
table escudo de lo religioso. Zél de lo trágico.
El psicoanálisis trajo malas nuevas; no propone nu evos Frente al derrlll1lhamiento del tie mpo y el IIlLImlo, el psi­
ideales, ni se toma por un nuevo camino salvador. co a nális is señala una b e lleza de la pasión del deseo; de no
El psicoanálisis ante las crisis actuales, señala una ética ceder a la pasión del deseo.
que se funda en una clínica. La clínica an alítica im plica Se trata d e una est/ ética que implica el caos y el desor­
hacer de la pulsión de mue rte una pos ibilidad c readora , del den pero ta mbit'n la obra y la caricia.
dolor un canto significable , del ge nüd o un poema. Lacao, en 1966, retomando a Spinoza de cía: "el gusto
La ética del psicoanálisis es radical porqu e sin negar la por el escollo es el orname nto de la perseverancia del ser".
insistencia del mal ni el goce , intenta transformar la des­ Dicho de otro modo: el gusto por la dificultad es la b elleza
trucción en obra , el place r desmesurado en delicia: lo terri­
ble en belleza. (, I'hilippe Ll co Llnl'- Lab"nhe "1)(: l'éll1i'lLll': :tpru[l'" d '¡\nl igo\1l'" l'!l jUCC/11
y aquí entra la propuesta. La ética del psicoanálisis ante (/I,"S les p"ilu$()pb"s. A lbín M ichcl. 1':ll"í" ] <)') l , p. :\ 1' .
/ Lo qLle se inl en l:1 e', ahrir l l11:l d inw n,i()1l iné'd it" de- pl'n s:lf' el c:llnl)() de lo
los ti em pos mode rnos, empuja d e una é tica a una helio. r.I Llclns pet l:tbr:t s v<ln :t ¡r:msl'lrIm lr SlIs illlplicOIc iones ltl!lCl'plll:lks :tI Se r
estí ética , es decir, a una estética rota. No se trata , como t cn.";~tdas [")0 1' <:1 psico:lni Usis, Pi0n:-;csc en 1:.1 n.: sign incaciún qu e r rodu c~ I';H.:.an l:'n
propone un autor franc és de incl uir lo ético en lo esté[ic l C: r!l\ino s cU Ino \TrdJ i l. s:thL: r , sujl"to . \.'-' lL'.

2·í9
2/¡H
del deseo del sujeto. En estos tiempos donde la dificultad "Todo ángel es terrible" y en esa misma e legía continúa:
es cotidianeidad , el deseo p uede ser la belleza del acto. "lo helio no es más que el com ienzo de lo terrible"H
Lo bello se muestra en el re::;planelor del deseo: sólo el ¿Por q ué rodo ángel se ría terrible? Porq ue representa lo
deseo transforma lo obscuro y Cha l O en helleza. Más claro: que los hu manos no podemos ser. El ángel puede exis tir
b belleza es el brillo de la pas ión del sujeto . La ética dd en los dos mu ndos: en el cielo y e n la tie rra. Pa ra é l no
psicoa nálisis , im plica al guerrero , pero ataviado con el or­ existe d dolor. Su cue rpo no es el recinro del sufrin.1.iento,
namento de su deseo. tampoco del place r. Los ángeles no pueden tene r tentacio­
Tomemos algunos ejemplos para mostrar lo aquí expues­ nes porque no tiene n cue rpo: por e llo son invisibles. Los
to. En p rimer té rmino pod ríamos pensar uno de los campos ángeles viven abrazando la unid ad. Ven lo visible y lo invi­
amorosos que hoy se encuentra en crisis: la amistad. Es evi­ sible : pueden mi rar las lorre s que desaparecieron , las casas
de nte que uno de los síntomas ele la modernidad , con su que se hu ndieron, los barcos que na u frngaro n . Para ellos,
propuesta uUJitarista, es la dis.ol ución de algo tan preciado además, no ha y prisa ni a puro, ya q ue so n eternos.
para los griegos Cy los no griegos) como la amistad. Q uizás El ángel es la belleza de lo e terno y lo inmoltal: los án­
la gran dificu ltad para g~star amigos pasa por una cada vez gele s ~on la belleza de la unidad cielo-tierra , visible-invisi­
más creciente imposi bilidad de admira r a alguien . Sólo se ble, ayer-h oy. La be lleza del ángel es lo absol uto.
puede ser amigo de alguien a qu ien se admira. Y ¿qué se le En este sentido es tenible po rque es precisa mente lo q ue
puede admi rar a algu ien? ¿Su coche, su dinero, su p oder? el hombre no pu ede ser. la belleza humana está siempre
No, eso no se admira; se envid ia, ¿e ntonces? lo que se ad­ rota, fallida, fracturada. lo terrib le es lo qu e señala lo ca­
mira es, precisamente, su belleza. Su belleza no es ni su fí­ reneiado.
sico ni su q uí mi ca , s ino el brillo de su deseo. Só lo se ueda más claro q ue todo ánge l sea terri ble , pero ¿por
puede admirar a los apas ionados. a los apasionados por un qué la belleza sería e l co mienzo de lo terrible? Precisamen­
texto, un silencio, un movimiento, un hijo, un día, un edifi­ te porque la belleza angelical es eterna e inmorta l. Lo terri­
cio, un segundo, un análisis. Incl uso , en la mayo ría de los h le es que los ángeles no puede n vivir. Lo terrihle es vivir.
casos, uno ad mira la pa.sión con que los amigos nos sopor­ La belleza es el comienzo de lo terrib le porq ue lo te rrible
tan, cómo, con qué d ulzu ra nos a lojan a pesar de nuestros tiene que ver con la no-u nida d , co n lo fracturad o, cun
silencios y nuestros garabatos. La amistad flo rece e n el te­ aqu ello que la vida es por el hecho de q ue existe la muer­
rrito rio de la adm iración de la belleza del o tro, de la o tra, re. Lo terrible es vivir porque vivir implica estar carenciado
~s deci r, en 1::( ola de hu med ad deseame con la qu e el y arrojado al deseo y al riesgo de morir. Lo terrible de los
amigo arrasa la re6equ edad del mu ndo. ángeles es que no pu ede n vivir lo terriblemente bello que
POr eso es tan d ifícil tener amigos o am igas; e l mu ndo es vivir. Los ángeles exisren pero no viven. Exislen porq ue
los q uiere resecar. Pero hay muchos q ue se rebelan a ello, los han pintado. porque los niños los sue f'lan, porque los
por eso un amigo es siempre un ser bello , un ser apasio na­ poelas los nom bran p ero no v ive n porque no pueden
do; un ánge l ca ído co n alas de de6eo. mori r. Y si no mue ren no pueden se ntir pasió n.
Para merocle:l r la dimens ión de la be lleza que aq uí se in­ Para visualiza r eSle e je mplo , secu rr-amos al cine .
nta tensar, valdría la pena co nfrontarla con otra q ue po_ Win Wenders rea li za e n 1986 una hermosa pe lícul a: Las
dría llamarse belleza a ngel ical. Los ángeles han constituído alclS del deseo. Allí cuenta ci nematográficamente la hi.sto ria
un tema tanto para la re ligión como pa ra la poesía, siendo de un ánge l que se e namora. Pero no podía viv ir esa p a­
este último camino el único que aq uí nos interesa. Comen­
cemos citando a un gran p oeta: Rai ne r María Ril ke. íl lbi l1<'r Ma ría Rilkl'". Las j' /<!f< ias c/e DI/lnu. Ed . LU lTIen. M.ltlrid. I <)K(Í.

251
s]on porque no tenía cuerpo . Además (>l era eterno y ella de convertir lo te rrible en maravilla visible? Algo m21s, en
mortal. Los áng eles, en tanto ete rnos, son se res sin pasión, todo este de spliegue so bre el de seo, ¿dónde quedó e l gocel
des a pa sio nada men te abulTidüs . Además según \v c nders Precisam ente en lOdo lo p lan tea do: e l deseo llevado hast,1
ven e n bl anco ) negro. Lo que nos clifere nci:l de los ánge­ la belleza de lo tenible es OU·O modo de no mb rar al goce .
les es que, en ta nto mOI1ales, estamos arrojado s a nuestro Vo l v~l mo s , para te rminar, al p rincip io de este ap an ado.
deseo y a nu eSLrás pasiones. Es por el límite que impone la El psicoa nálisis e n medio d e esta decadencia d el ~ig l() y
mue rte q ue uno se arriesga;] vivir, La diferencia entre los en este ocaso d e l milenio p ued e! ffi o strclf a otras prácticas lo
ánge les y nosotros, es la natura leza de las alas. e llos las q ue fund a menta la suya : una ética radical, es decir, aquella
usa n para tra nsitar eternamente por los um brales de la uni­ qu e inclu ye la mu e rte e n la v id a y hace d e ella u na
da d , nosotros usamos alas, pero alas d el deseo. Po r eso el est/ética del deseo .
p ersonaje de la pel ícula, por amor, por pode r to car a una Ahora , l igo es evide nte: se trata de una est/ éüca trágica
m ujer, decide cambiar las alas de á ng el por aqu e llas del ya que recibe la luz obsc ura d e la m ue rte , la tensión de la
deseo. Ade m{¡s lo úni co q ue le d e ja n es su ornam e m o , que, ley y e l ho rizo nte d el su frimi e nto que im pl iG.l lleva r e]
llega.do el momento cambia por ropa calientita. Los mOl1a­ dese o a un acto con consecu e ncias, El psjcoanálisis es la
les somos torpes , p e ro esta tie rra es n uestro territorio para práctica de una est/ ética p o rque , sin negar e ] mal, empu ja a
volar; volar con las alas d el deseo. En ese se ntido los hu­ tra nsmuta r, por un a ctu sublime. la d estrucción e n o bra
manos SOH lOS úngeles caídos. No todos, pero alg unos, algu­ bella , y, a la traged ia de la VIda , e n una poesía casi tran smi­
nas, cayeron a la tie rra para fec undarla, mientras du re la sible , aUllque ést:J., al gestarse, produz ca un gran dolor: e l
vid a, con el Líq uido del deseo. dolor de existir.
Lo qu e nos cUfe reDcia d e los {illgeles es el d eseo, la pa­
sión. Su he lleza no es la nuestra. La belleza del deseo sólo Cuern avaca, invierno 1992 .
se instala c uand o existe un cuerpo para sostenerla y la
rnu el1e para inflamarla.
Rilke decía: "La muerte e ~ el lado de ]a vida que no da
hacia nuso tros, el lacio que no nos est2l ilu minado . ]\;uestro
existir reside en incl uir alll.ho s domin ios lim ilados, porque
la ve rdad e ra fo rma d e la vida CfLlza por ambo .:; territorios". 9
Ad emás hay otra g ran diferencia entre los ángeles y los
m cntales: ellos no pued en cre ar. No pueden crear p orque
no puede n transfo rmar la mu e rte en obra. No puede n crear
ohjetos, ni poema:-; . ni películas. La gran dife re ncia entre los
ánge les y los humanos, es q ue e l s ujeto puede devenir ar­
tesano por la vía ele su deseo. RiJ ke escribe en su elegía
que de lo ú nj co , q ue co n lo único que podemos tod avía
sorprender el los ángeles , es con aqu ellas cosas que crea­
mos . La belleza no es más q ue e] comienzo de lo terrible
po rque inlplica la pasión y la ITwerte, ¿acaso no se trataría

9 J{. ' '1 Hilh' Oj!. el/, I'r(Jlogo.

2)::)
Infancia no es destino
Víctor Novoa Cota

Lacan en 1966 resignihca el LISO del tiempo y lo convie rte


en eje central de una nueva p raxis analítica. El tie mpo de ja
de ser ese co nte}."to si<:mpre presente , pe ro del que pocas
vece s se habla, pam ubicarse como una dimensión eSlruc­
tLIral en La dirección de la cura.
Iro ni za me ncio nando un caso en el que fue determinan­
te el liSO de las sesionc:s cortas: "He mos p odido sacar él la
lu z en tal sujeto masculino fantasías de em baraz o anal con
1 sueño de su resolución p or medio de una cesárea, e n un
p lazo q ue de otro modo hubiéramos seg uido reducidos a
escuchar sus esp eculaciones sobre el arre de Dostolevsk y". 1
Otro aspecto fundamental fue la escansión de b s sesio­
nes; no el acelerar el proceso anaJir1co p ara concluir en
menos tiemp o . Tampoco se pretendía ahorrar sufrimie nto
al élnaliza ntc ; porq ue hacer de la eficacia y del logro tera­
pé u(Íco las metas de un análisis responde él la lógica del
amo y este ele ninguna manera es el caso. El manejo de l
tiempo en Lacan se dirige a la transferencia y no al alivio
del síntoma , lo que determina la dinámica de una cura . Y
es que al suspender calcu ladamente una sesión se remueve
la fa scinación ) ::.ed ucción. Así se pued~ afim1ar q ue un as­
pecto meduhtr en el uso de l ti e mpo consiste en introdu cir
Otro tiempo en e l tiempo de l análisis, q ue es el de la trans­
ferencia.
Romper con una tradición analítica que se conyirtl() en
req uisito burocrático fu e pal1e de b originalidad de Laca n
en e l uso del tiem po. Tambié n h;1Y que siruarlo como res­
puesta a una ex igencia clínica mayor: hace rse cabalmente
ca rgo de la dirección de una cura.
Ade más sabemos desde f reud que la experiencia p sicoa­

1 LI GII1, .J. FtllJc1¡}/J .1' campo de la p a/uln"a y de! lengu aje e/1 psicoanálisis. ~iglo
",;imillI10 editores, 'j' l,dici (m, ,\1 0xico, D.F. 1977 [). 132.

25'5
na lítica tiene una dirección , y que ('sa no se encuentra m,tr­ jado, que responda a las directrices de una técnica
cada por los síntomas, q ue no es una práctica terapéutica rígidamente prc;e~ta hlecida.
más. En aras de la consecución de un hien mayor, lo terapéu­
Incluir Otro tiempo e n e l espacio de la transfe rencia es tico, se d iluyen las diferencias que definen a cada caso, y la
efectuar estallidos en la historia del sujeto, estallidos qut' escena clinica se cohija hajo la dominación de ohjetivos
p roducen nu evas configuracio nes s imbólicas con sus res­ como los de unificación y totalidad. En este sentido, Octa­
pectivos reord enamientos imagina rios. Por el contrario, el vio Paz afirma que la histo ria , la historia social: "no es inco­
aCOlnpas:Jmiento transferencial da lugar él la repetición herente pero sí hostil él las explicaciones únicas, totales"2
como mera reproducció n de la h i:-;roria y el Ll sugestlon Por nuestro lado diremos con respecto a la historia que
como elemento pred o mina nte en el recorrido de una análi­ concierne al deseo, que ésta sí es incoherente , fragmenta­
sis. da , y aún hostil a esta clase de explicaciones.
Lo pa rticular de toela transferencia , ilevada a su extremu, Lo único, lo total, son principios fundamentales para que
es que ofrece como resullaelo una historia inédita , porqUl' e n el campo de la clínica no existan saliclas al tiempo de
desde su in icio el analista provoca en el sujeto ext raña ­ los otros; ha jo estos principios globalizantes, lo diferente
mientos resp ecto él su propio sahe r. Es falso p ensar que al­ deviene lo similar aunque no lo sea. Sin embargo, vivir en
guien somelic!o a un psicoanálisis llegue, tarde O tem prano ese tiempo ajeno implica jamás incluirse en e! propio. Lo
e independiente me nte de q uién es el analista, a construir la que significa que pueda uno apartarse, independizarse ah­
misma bjstoria. Los encuentros y dese ncue ntros con e l Otro sol uta mente de! Otro. Hablamos de la regulación diferente
son tun sorpresivos como sus consecuencias. acerca de una relación disimétrica de entrada entre el lugar
Las form::lciones del inconscienle se caracterizan porq ue, elel sujeto y el campo del O lro. Bajo esta perspectiva, la te­
aun cuand o .~u contenido se repita, lo ese ncial no está en rapia es fiel a sus principios, pues trata c..l e hacer hahlar al
ese con tenido sino en su repetición, considerada como acto síntoma en su lenguaje y de ponerlo a tiempo en su tiempo
qu e ~ e r ara una primera 111 a nifesla ciéll1 de otra (s) su bse (q ue no es el suyo sino el de Jos otros) con ayuda de la
cuenrds). Entre una y otra, lo q Ulé cucnra para el sujeto l'S transferencia.
la d ifere ncia por pequeña q ue ésta sea. La pal1icu laridad ck Freud introdujo la transferencia en el campo de las psico­
cad a anúlisis se juega en la articlIhlción de l'"as diferencias; terap ias, y así evitó la violencia q ue anreriorme nte se ejercía
es la tarea creadora y o riginal de cada analista. directamente sobre el síntoma. Una vez que la transferencia
Eso marca una distinción radical entre psicote rapia y fue reconocida , se le extrajo lo único que estaba al alcance
aná lisis. Si se trata de una labor terapé utica, nos encontra­ de la miracla y no de la escucha: sus efecros sedativos.
mos principalmente con los ere ctos sedativos y de abreac­ Pero la transferencia es también otra cosa, es la e ntrada
ción d e una trans fc' re ncia sO lne Lida a varios id e ale s de otra fo rma de sahe r en la cura, así como la sujeción de
relacio nados entre sí; idea les d el ana lista, de I~ cu ltu ra. Con ese saber. por e l/o, si por un lado se articula co n los ideales
la mirada p uesta en e l ide~¡\ , los J1l1 ntos por los q ue ha C!(' unificadores, por el otro encontramos su vínculo con la
a trave sar cualquie r historia están p red ete rminados, sól() pu!sió n. y la p uJsión es un verdadero obstáculo para alcan­
q ueda recorrerlos. zar las metas sostenidas desde los ideales; ideal y pulsión
Rumbo y tránsito tam bién están de terminados de ante­ son polaridades que se repel en.
mano, y es cu estión únicamente d e seguirlos. Es decir que
si atendemos a l o~ principios de u na tera pia , es lógico pen­ 2 Pa/. O. M éxico y los !Juetas del exilio eSjxu¡()I. [n f/oJi/iJres en Sil "igln, Fdilo­
sar q ue el tiempo d ¡; cada st;!f-, ión funcione como algo prefi ­ ri 'll Scix llenral , ~cxl, 1 I ci lilpre"ión , México I <)<)U, p .
'¡7 .

257
Los ideales, pilares de toda cultura, determinan la forllla de posguerra, y la p rosperi~y norteamericana, y estaba desti­
en que ésta nos protege de la naturaleza, yel modo en qUI' nado a aco mpasar el tiempo de la terapia analítica a la
se regulan los h IZO socia les entre los hombres. Para cada prisa de la vida n0l1eamerica na ".'5
época la promesa de dicha adquiere matices diferentes, aSI Creyó que había dado con la solución sohre cómo inte­
como también son varias las formas en que las leyes dI" grar al sujeto en el ritmo que la vida moderna le imponía.
cada sociedad se empeñan por conseguir alguna plen:1 Para él, en definitiva se trataba de ponerlo a tiempo en otro
igualdad entre sus mi e mbros. tiempo.
La teoría y los procedimientos con los que se ha queridu a res puesta que ofrece Lacan es muy distinta cuando, al
enfrelltar, domesticar, él la pubión -como aquello que per­ final de su trabajo "Función y campo de la palabra y del
turba, desequilibra las relaciones entre el orden de la legali­ lenguaje en psicoanálisis", re specto él la terminación de los
dad y aquél de los idcales- son plurales. La cultura Sl' análisis didácticos, come nta: "mejor que renu ncie quien no
edifica sohre la renuncia de lo pulsional, afirmó lapic.bri<1­ puede unir a su horiz.onte la subjetividad de su época". 6
mente Freud.3 Ser hijo de la época y responder a al subjetividad de la
Es, pues en el interior de esta lucha entre los ideales del época, no son la misma cosa . En la primera se es heredero
homhre y lo indol1lel1ab[c pulsion al , que Cé¡da sujeto se en­ ele la época, y la tarea consiste en encarnar y reprod ucir los
cuentra obligado a res p onder ante las e xigencias de su ideales im perantes él los que estamos sujetos. Mientras que
época. Respuesta que puede sumarse él la de muchos otros en la segund a se trata de que ex ista una posición subjetiva 7
o darse en forma ind ividual, la una no excluye él la otra . frente al silencio de la época; ahí donde los ideales no ha ­
Hemos de añadir que incluso hay re spuestas que sirven hlan, actúan mudos, será el sujeto el que e m itirá su balbu­
para no preguntarse. ceo.
En esta lucha entre lo ideéll y lo pulsional , han ex·i stido ¿Y cómo responder a aqu ello que no cesa de no e scribi r­
ocasiones en que el psicoanálisis, presionado p o r un tiem­ se'
p o que no es el suyo, se ha visto arrastrado a intentar res­ La respuesta de tacan es clara : con el deseo.
ponder desde su extraterri tor ialidad. Recordemos en En consecuencia, ante dos tipos de respuesta hay que re­
come ntario que hace Freud so hre R..'1 nk, quien pretendía conocer la existencia y acci ón ele dos tiempos. El primero ,
acelerar los análisis con el fin de "eliminar la neurosis resulta do de la intersección de lo imaginario y lo simhólico,
íntegra en unos pocos meses".,í aquello que p roduce significación con respecto al Otro, y
Al uhicar a este trauma como el pil ar de su teoría, Rank la sensación de progre::;o rítmico con los otro s: alienación
pensó que el acto del nacimiento era la fuente de la neuro­ subjetiva. El ::;egundo es el qu e se efe ctúa desde lo simbóli­
sis po rq ue qu edaha sin su pe rar la fijación él la madre, fija­ co y lo real , dando por resultado esa cond ición del tiempo
ción que requería ser resue lta como represión primordial. propio del sujeto, del cual Lacan ex trae una lógica distinta
Pe ro se olvidó de un de talle: las pulsiones son las que de­ para el psicoanálisis: la que impulsa al sujeto a mante nerse
terminan tanto a la fij ac ión como al ohjeto, y no al revés. en el nivel de. la pregunta por su deseo.
Así, d ice Freud: "Ra nk er<1 hijo de su ép oca : fue concebi­ Sabemos que la pubión está prese nte en la formación
do hajo el influjo de la oposición entre la m iseria europea
') Freud , S rhid
.3 Freu o , S. liI !lwleslar en 1(./ c ulWrlf. ":11 Ol>ras Completas , Amorronu ed ito­ 6 LI G II1 , J. Fll n cirJlI y C{l/u/J() d e la J!r¡/Clhm .J' t.!ellc1781161je en jJsic(){/lIlÍllsls. "1'­
re s, Buenos A ires 1()'6, volumen XXI. p. 96. cil ,-/, 13H
tÍ FreuJ , S. A nálisis terll/inable e intermirwhle. "n OlmlS C:omplet<Is. A morrorlu Lo que implica dejar.se dlr,lpar por el (k.s co , Iv n it:n do como ¡c!ón ti" IIJlul..
Fd iIOH':S. Bueno.s Aire, 1976, volumen XX[ II , p. 219. el dc.'arrcglo fUl1cLinlCnl,d de \,1 pul.sión ,'on (: 1 universo ,in1hóbco.

258 .!r:.! J
del síntoma y, como tal, afecta al acuerdo conve ncional del una dinám ica sacrificial. Tal es el caso de la religión. donde
tiempo, lo coagula, lo detiene. Se evidencia así que la idea la voluntad de sacrificio es pasaporte de entrada en el más
de compartir el tiempo con los otros es una il usión difícil allá. Paradoja en la que el sufrimiento nos liga a los otros,
de sostener. El síntoma conlleva sufrimiento, y al respecto pero en un tiem po sedativo que no es e l ahora sino el ma­
nos dice Cioran que éste nos hace caer en un estado de no ñana de la muerte que funciona como verdadero arraigo a
coincidencia con e l mundo, nos encierra en la soledad, la vida.
porque afloja l()~ lazos que nos vinculan a los otros: "el su­ Sin e mbargo, el sufrinúe nto así idealizado y el síntoma
frimiento es un generador de intervalos ".s que habla, no están en el mismo nivel; las formaciones ele l
La revelación de dichos intervalos se aprecia en la inconsciente hacen manifiesta su diferencia ra d ical . Frente a
clínica cu ando el sufrim ie nto da origen a una de m anda la oblación compaliida p ropu esta por La religió n , el psicoa­
acompat'i.ada de un síntoma , que es mensaje iniciaLl1ente nálisis responde q ue cada qu ien habla mudamente con su
iJ1descifrable para el Otro, que exige el reconocimiento de síntoma.
su propio riempo como puro intervalo , pues en forma de­ Al psicoanálisis le atañe el desciframiento de esa particu­
se sperada trasluce la inconsistencia indescifra ble de ese laridad. y para ello le es necesario introducir otro tiempo.
Otro. Justo los intervalos dan lugar para que se introduzca uno que no sea tan sólo un te ló n de fondo, sino q ue opere
un tiempo del sujero , un tiempo propio y único que dese­ como condición estructurante e n la dirección de la cura.
quilib ra la participaciún conjunta con el tiempo de los Antes de Lacan el tiempo fue indife rencia estanda rizada,
o tros, el acuerdo de los deseos y los tiempos. pero a partir de él adquiere otro e statuto en la cu ra . Uno
Co n respec to al sufrimiento, la función del síntoma es de los efectos es que, desde entonces, se ap recia que el
doble. Se dirige al Otro para ser leído, pero también pre­ orden de los fa ctores que intervienen en un a ná lisis sí alte­
senta la cara aislada del go ce que impide la ::mexió n al ra el prod ucto.
ti e mpo de los demás. Crea discordan cia con el prójimo, Como ejemplo tenemos el co me ntario que hace sobre
responde sólo a su propia lógica interna , se mueve a su "El hombre de las Ratas" en su trabajo La dirección de la
tiempo . cura JI los principios de su p oder, cuando señala la secue n­
De ahí que el encuentro que se produce con los otros cia fundamental para prod ucir ese tiemp o que el incons­
tiempos, () con el tiempo de los otros, sea violento e insen­ ciente pide a fin de reve larse . En primer té rmino menciona
sato. que frente a la demanda de análisis es necesario provocar
El sufrimiento nos margina del tiempo de los demás y la la rectificación de la relación del sujeto co n lo real, de ahí
vida parece pel1enccer a los o tros . Por su parte ellos per­ hay que esp erar el desarrollo de la traJ1sferencia y p or últi­
manecen ajenos él los intervalos de ese otro tiempo íntimo mo la interpretación Y
y nu estro. El caso ex tremo es cuando el su frimiento no Cuando Lacan e stable ce este ordenamiento de los ele­
co nduce a ningún p edido o llamado alguno, a un vínculo mentos, determinado p or los tiempos , aclara q ue es exacta­
cualquie ra con algún otro. mente inverso al de otros psicoanali~tas. Ya que ellos
Otra mane ra de enfrentar el sufrimiento es ubicarlo en plantean iniciar con e l desarrollo de la tra nsfere ncia , de ahí
una espera pacificadora, en la que el peso de un ide al ins­ pasar a la interpretación, pa ra que al final resulte una solu­
taura una promesa y un reconocimiento que lo coloca en ción adaptativa .

R C i o r;¡ n, 1'. ;\1. So bre lo e n/ermed (/(I. En /.el caído del lieml}(), Fclirori'JI 9 Lac Jn, J Lel dirección de la c /.Ira y los I¡riu eí!'!os de .1' /.1 poder. En Escritos l,
J..;.¡í3 / Monte Av ib Edilores , Barn:lom ]9im , p. 105. Siglo Veintiuno EclilDrc.o;, M C:xico, D.F. 1977, P 2'iO

260 261
Lacan se opone a la interpretación de la transferencia, ver con los efectos que se producen en la incidencia de lo
pues es hacer de ella, y del psicoaná lisis, una hermenéuti­ simbólico sobre lo real. La w()rkíng througb (perlahoraci6n)
ca. Si la transfe rencia se coloca en un prime r té rmino para es desplazada por Lacan, y sometida a la primacía de la e fi ­
ser interpre tada, se pierden las posibilidades de desarrollo ciencia simbólica producida por la Durcbarheitung.
e n el plan o simlJólico que apuntan al sin sentido, además En el despliegue imaginario Lacan impone esos cortes,
de que se interrumpen las condiciones que precian ese pri­ abruptos, que efectúan la juntura de lo simbólico con lo real
mer tiempo subjetivo, al que Lacan llama el del instante de en e l anális.is. En lugar de seguir un discurso hasta su escla­
la mimda, en el que a parece el sujeto impe rsonaL recimiento razonado, mediante la lectu ra de símbolos apor­
Otro ejemplo lo tenemos en lo s comentarios de Lacan tados por el analista, es por los intervalos producidos en
sobre el caso ]uanito , con relación las producciones forma calculada que e l saber tomará el camino de su límite
míticas que era n se ñal de l progreso e laborativo que se y no el de su reali zación. Así, mientras q ue para Reik el lla­
efectuaba en el nii1o. Ante esto, Lacan recomienda no com­ mado insight era un signo inequívoco de momentos aclara­
pre nder demasiado rápido, no a pre~u ra rse, pues una inter­ torios y termin ales, para Lacan representaba apenas un
pretación que se adelanta dando sentido, corta el recorrido punto de partida . Donde uno pone fin, el otro comienza.
propio iniciado por e l sujeto. lO No hablamos de profundidades sino espacios surgidos
En el segundo tiempo , fundamento episté mico de la del tiempo del inconsciente . Porque es distinta la historia
transferencia , se produce la insta uración del Sujeto supues­ construida desde la interpretación , a la que Lacan sitúa en
to Saber como pivote de la cura . Durante este proceso nos punto de intersección entre lo simbólico y lo imaginario, y
encontra mos con el sujeto recíproco, motor de lo que co­ el manejo del tie mpo en la escanción realizada desde la
nOcemos como elaboración psicoanalítica. Para q ue este juntura de 10 simbólico con lo real. La interpretación
tie mpo pueda entrar a escena es preciso esperar todo lo analítica estaría entonces en función del tiempo introduci­
que sea necesario. do por el corte. Ese real que se Ilace presente Y moviliza
En e!;,te sentido, y en lo que re.specta a la elaboración la supuesta estabilidad imaginaria de las certidumbres sub­
p uede hace rse una dife rencia ilustra tiva entre e l wo~·k ing jetivas.
through -al que Lacan se re fi ere como aqu e llo utilizado Si "lo real es aquello q ue siempre vuelve al mismo
para "la deducc¡(m de l analista", vaivén imaginario que se lugar" , es otra situación la q ue acontece para el sujeto, ya
recrea e n la dinámica de la cura ll , y la Dllrcharheitung que que sus encue ntros con lo real no son producidos desde el
estaría más ligada al manejo ca lc ulado de l tiem p o y sus mismo lugar. Es la diversidad de encue ntros de lo mismo
efectos de simbolización, que impulsan a su vez la precipi­ con lo dife rente, lo que rompe la certeza de construir una
tación de otro tiem po . historia que progresa hasta completarse.
No se afirma q ue sea posible dirigir la cura exclusiva­ Considerar a la transferen ci a como repe tición d e lo
mente en uno o en otro sentido, pero sí q ue las co nd icio­ mismo, e interpretarla así , es dar mayor consistencia a lo
nes dete rminantes en la e la boración se establezcan por la inamovible del fa nta sma . Pretende r que la ne uros is d e l
dominación de uno u otro p roceso. adulto es una réplica de la infantil , es reconocer los cam­
Los re acomodos de lo imaginario en la cura tienen que bios que se operan, por lo qu e toca al deseo, en su paso
por la relación estructural que es e l Ed ipo. Es dejar al suje­
l() Cfr, LeLea n, J. Seminario /\ .. Las relac/olles de oh/e/o y 1(/.1 eSlllI clll ras ji·ew!i(/­ to encaden ado en re lación al falo inldginario, en un espa­
na"'-, .Se tllin'Hio cld 22 de n) ~ l y () d e 19')7, ve rsió n nlinleo grdfiau a. c io en el q ue ni siquiera se contempla la rOc a de la
1. Lacan J. Sllhl~>",i6n ritA SII¡e/O ) ' diCllécliw del deseo en el il1uJI1scierr/e/iell­
1.

dic/!/(). Fn t,.:rilOs 1, 01' . eil. , fl · 1) 2.


castración formulada por fre ud. El dominio del falo imagi­

263
nario en la cura , justo o btura a la castración , que es simbó­ Actuar de sde el lugar del padre refuerza el orden re pe ti­
lica , en lugar de hacerla presente. tivo ele lo mismo; primacb de la legalidad sobre 10 pulsio­
Si la transferencia es un cliché que se repite, y el falo es na\.
el resultado de una negociación conciliato ria ligada a las Du rante mucho tiempo Lacan recomendó al analista ocu­
ideologías, acabaremos por se hijos de la époc:a en el peur pa r e l lugar del muerto, no el del p adre , invin iendo así lo
de los sentidos. El padre d o m ina la escena , un padre, que establecido hasta entonces en los análisis. Co n el analista
se piensa que ha sido, construido a la medida de las exi­ ocupando el lugar del muerto, la escena clínica se vio obli­
gencias pulsiona les; y muchas veces reforza do desde el gada a seguir el recorrido de la pulsión. Y así como tacan
lugar del analista, quien se apodera de esta función en la no cedió en el manejo del tiempo, ta mpoco lo hizo con el
creencia de que podrá acomodar de mejor modo el desa­ seguimiento de la pulsión, al grad o q ue fue éste último el
rreg lo original del deseo y la ley. que cambió en d istintos momentos el lugar mismo del ana­
Dar consistencia al fantasma es engrandecer esta figura lista. El manejo del tiempo pues, y la deriva puIsional , fue­
del padre, de la que tanto se habla en término de su asesi­ ron las causas fundamentales del re basamiento de la clínica
nato; pero de un asesinato también repetitivo y, por qué no freudiana en su co nsabido ro pe de la roca de la castración.
decirlo morhoso, debid o a que su muerte continúa siendo El destino del psicoa ná lisis y del sujeto en aná lisis se
el fantasma de su existencia. Tenemos entonces que asesi­ mo dificó sustancialm ente.
nar al padre es invocarlo, e invo carlo es asesinarlo y asesi­ En los años cincuenta hubo quienes reprobaron e l mane­
narlo es (. .. ); círculo vicioso y sin salida , pues es alrededor jo que hacía tacan d el tiempo, tratándolo como una excen­
de una reconciliación con ese padre, que la amenaza de tricidad insoste nible pa ra el psicoanál isis conte mp oráneo .
castración se funde con lo que es causa el deseo, pero ta­ Ahora en los noventa sabemos q ue no se trataba de una
pándola, haciéndola inaccesible . . moda.
Decía Lacan que hahía deseos causados como provocación ¿Ha brá acaso para el psicoanálisis u n espacio intermedio,
a la ley: "porque se prohibe lo deseo". Pero hay otra co ndición de<;de el cual se pueda ubicar lo que concierne a la con­
que es su causa principal, y es el objeto CI . Sin el objeto ti como cepción del destino ·y lo que se hace con él, de una f0 n11a
causa, la tra)rectoria del análisis paJ1e ele y se limita al paelre. El diferente a esas dos o p ciones, antigua y moderna, que
es quien transmite la castración pero no es la causa el deseo . ofrece Cioran?:
Esa causa se ubica , e n primer término, en la dimensión "No a labare mos bastante a la antigüedad por habe r
de una ética en la que el deseo y la m.uerte está n muy pró­ creído que n uestros destinos estaban inscritos en los asrros,
ximos; no la muerte rivalizante con le padre edípico sino y que no había ningún rastro de in1provisación o d e azar
aquella de la pulsión homónima. Entonces, si el padre es en nueslras alegrías y desgracias. Po r no haber sabido opo­
soporte de la amenaza de castración, )' ahí encontramos los ner a tan noble "superstición" más q ue "las leyes de la he­
límites de nuestra experiencia analítica , q uedamos atrapa­ rencia", nuestra ciencia se ha desprestigiado para siempre.
dos en los preceptos de la mo ral trad icional. Por el contra­ Te níamos cada q uie n nuestra "estrella " y be nos aho ra escla­
rio, Lacan afirmó lo siguiente: "Propo ngo que de la Lmica vos de u na odiosa química . Es la última degradación de la
cosa de la que se puede ser culpable, al menos en la pe rs­ idea de d estino"13
pectiva analítica , es de haher cedido en su deseo". 12 Tal ve z sea la última pero no la única. Paralelame nte co­
rren vari as, entre ellas, la odiosa clínica de la reproducción.
12 Lacan, J Las !JClrarluias d e lo ú/ica ,,¿Has actuado conforme C/ /11 deseo? En L'I
sell/i/iC/l'üJ. VII, 1.a ¿lica d el psicoanálisis, Edirorial PJido.." Buenos Aires 19~~ , r- 37<). 1) Cior.m . L VI. f.os pel(~ms de la senS(f/(!z . En La caída deltiemjJo, oJ). CiL r- H<),

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26'5
En ella se cristaliza el resultado del encierro del sujeto VJI siemp re a las mismas cosas y desde el mismo lugar. No
esa versió n también degradada del Edipo, en la q ue se sus curre así. ¿Qué sucedería entonces con las formas de
titu ye el espacio celeste por un suelo biológico con el p~ ­ aproximarse a, y asumir la condición fálica , o bien verse
goteo de signos , resultado de una visi(m clesarrollista y imposibilitado de hacerlo? Frent e a las exigencias simbóli­
termina l. cas de responder él ese retorno de lo mismo, las condicio­
Nuestra estre lla p articular surge a partir de una pérdida nes subjetivas se revelan como tales por no pe rmanecer
originaria y brilla gracias a que ha quedado imposibilitada idénticas.
de pronosticar nuestro desti no , su función es hacernos ha­ O acaso será que aquello que forzac.1amente interpreta­
blar. An ~e tan enorme tarea preferimos entregarnos a des· mos como repetición sea le) que señala Frc ud en "El porve­
mentir su silencio a cualquier precio. l a prueba analítica es nir de una ilusión", cuand o habla del desvali mie nto del ser
que si n desliga rnos de "nuestra estrella ", nos atreva mos a humano co mo algo pe rmane nte , así como permanente es
romper co n su voz oracular. también su añoranza por el pad re, y la esperanza de que
Pensar que el destino está en la infancia, marcado desde los dioses lo reconcilie n con la cru eldad de su destino. 16
ella en forma inexo rable, es soldar la novela del neurótico ¿Hay que interpretar ese llamado al pache que no cesa de
a su fantasma. "Infancia es destino" , implica el no poder es­ producirse, como un destino e ncaden ado a la infancia o,
capar de la relación original y eterna del padre, porque más bien, co mo e l rotu ndo desam paro ante lo reaP. en
siempre es el mismo , desde el co mienzo hasta el final. cie n o sentido , seremos niños siempre . De pronto det>perta­
Freud lo de cía clarame nte: "El destino mismo no es en defi­ mos de una pesadilla. angustiados, exaltados y bañados en
nitiva sino una tardía proyección del padre". 14 Y también sudor: somos niños.
reconOcla que ren unciar al deseo era un modo de ace ptar Pero eso no impUca q ue , ante el temor de lo real, los
el destino . modos de invocación al padre sean los mismos una y otra
Afi rmar que en la infancia está nuestro fu turo, sería no Ve Z . La hipótesis ele e sle traba jo es que sí, sí seguramente,
reconocer el cambio que se produ ce de la ne urosis infantil si el analista se coloca e n e l lugar del padre. Es justamente
a la neurosis del adulto. él qu ien no ofrece ningu na otra salida.
To da form3 neuró tica formula una pregunta particular. Entre el padre y el objeto a, Lacan apostó a éste último , y
En este sentido M. Sil vest rc ,15 menciona q ue durante la in­ lo eligió co mo punto nodal para la estructuración de su
a ncia la pregu nta es ¿'qué quiere mi melina?, mjentras que clínica. Desde un inicio , y a diferencia de otros psicoan.tl is­
en el neuró tico adulto se transforma por: ¿'qué quiere la tas, se sostuvo en el límite sei'ialaelo por Freud con respecto
mujer? Entre una y otra interrogante hay Suslitución , pues a la te rminación ele un análisis . Su acierto consistió en crear
m ientras q ue la interrogante de l niflO está cobijada p or la las condiciones para invocar a lo real. Entre ellas, tres son
prese ncia de l fa lo materno, desp ués será e l fa lo de su di­ fundamentales. el U So del tiempo lógico, el seguimiento de
mensión siITlbólica el que introduce la pregunta por ese la pu b ión, y de ahí al lugar de l analista, inicialmente como
"contine nte negro". m uerto, y luego como o~ieto CI. Fue la pulsión lo que lo obli­
Por otra parle, con esta ilusión psicologi sta de la cons­ gó a introducir el objeto a como determi nante de su nueva
tancia en la identidad , es co mo si el sujeto se enfre nta ra propu esta sobre la dirección de la cura. Propuesta q ue reba­
só, es preciso decirlo, los alca nces imaginados por Fre ud.
] .~Freud, S. FI f/ w leswr en !tI cl/l/l/ra. up . cir , " . l H2.
11 Silvl!., rre . M. 11'1 /JC/dre, su .Ii.m ción en el U1llí lisIS. En MClli w w el p.licucmálisis, 16 FrL·ud. S l!1¡Xl /venir de 1/17(/ ""s/611. I:n Ob ras Cumple/Cls, Arno rrorL U .:cl i{o­
Editorial M;tn~ nU :·JI , BUen os A i r<::~, 19í1H, p. 9 1. n", Bucno.' Airl 's 1976, volumen ' :XI . p . [ H.

267
Freud puso el límite en la roca de la castración , y Lacan nera, pues en todo caso lo real irrumpe en los significantes
lo trasp asó, cruzó esa barrera y siguió a la pulsión más allá. y éstos no son inamovibles, tienen inercia y vid a propia . La
Tuvo g ue responder, e n la clínica misma, de otra form a a la dinámica d e una cura nos d a cue o!:.'l de esos retoños , freme
establecida hasta ento nces. a los cuales el lugar del analista es determinante para evitar
Si la clínica freu wa na se bastó con la interpre tació n y la que encie rre n al sujeto en u na misma hislOri a . Cuando
construcció n, la lacaniana exige más, pues para ponerse a Lacan insiste en que el lugar d el analista es el d el muelto,
nivel de la pulsión, es necesario seguir el circuito de la re­ bien sabe hacia dónd e se dirige . Y es sosteniendo la difícil
petición y llegar .l ~ Llsúltimas consecuencias. Si al comienzo f-u nción de una p resencia que no responde, como invita a
Lacan reconoce que es únicamente a través del deseo del que la pulsión cobre mayor fuerza.
analista como puede presentifi carse la pulsión l ~ , sig uk ndo
por la misma dirección más tarde la función analítica se verá
arrastrada a lo q ue él llam6 "el acto ana lítico" .
FJ acto analítico descentró al sujeto de todo continente
imaginario, y lo arro jó a una transfOffilación, en la cual el
analista n1ismo pierde relación co n su p ropio saber. Zona
de riesgo ; no hay garantía, tamp oco tiempo, ni pasado ni
futuro se vislumbran , tao sólo el presente po drá llegar a
ser. El tiemp o de concluir se decide en la anticipación de
un aCto que se des liga de l ritmo marcado p or un saber.
En un comienzo Lacan habló de la terminación de análi­
sis en térn1inos fre udianos. Escribió en 1958: "La función
del significante falo en la búsq ueda del deseo es La clave
en la terminación de los a ná lisis".lH
Posteriormente se distinguió que el falo no es la causa
del deseo . y q ue la transferencia se enco ntrJba influida por
algo q ue e SLaba más allá del complejo de castración.
La introducción del objeto ti en el psicoa nálisis, es lo que
otorga una nueva dirección a la cura , y modifica sus alcan­
ces. Porque él está totalmente involucrado e n aquello que
Úlcan form u ló acerca d el "lIa mado a la subje tividad", reco­
nociendo que en éste "se J11émifiesta esencia'lmentc la pul­
sión". 19
Es cie rto que lo rea l vllelve al m ismo lugar, a paltir de
ahí no significa, sin em ba rgo , que lo haga de la misma m~l-

J 7 Cfr. L¡,';J n , J.
I:!;/J ti más q//e rú . En Los cuarro cOl1cepros jill7damen/({les del
psicou l1ú lisis Edic:i (JJ1e ~
l';Jidus. J3arcd ona 1987 "'. 282.
18 Laca n. j. La d i recckm de /(/ q/l'a Y I()~ jlrillcipius de ~'U (Juder. o p cit. p. 261
19 1.~L"l n . J. El sltie/l) J' el O/m: 1(/ a!i(!fIac J(JI1. "n ¡.os C/l atro ca n ee/J/osj;: nda ·
ment{//es del psicoClluílfsis. up. c il p. 212.

26H 269
Más allá de la temporalidad
María Teresa Orvañanos

El 8 de noviembre de 1911 ~e celebró una reu ntOn en la


Sociedad Psicoanalítica de Viena 1, pa ra hablar ~obre el
tema del tiempo, En ella, Tausk hizo hincapié en la divisiém
de Heinhold, quien propone tres tiempos: el tiempo metafí­
sico, el conce pto de l tiem po desde un plinto de vista psico­
lógico, y el LISO del tie m po en sentido psicoanalítico.
Ahora bien, en lo que respect:l al último punto, b tarea de
pensar y reflexionar sobre el concepto del tiempo desde el
psicoanálisi..s es lIna tarea tan difícil como la de hacer el tra­
bajo de d esecamie nto d el Zuide rzee, este trabajo obra de la
cultllfa, que Fre ud menciona con gran agud eza al final de su
Conferencia 31 2 , a p ropós ito del \·\'/0 fl<; WCl t; solllch lj)erden.
A partir de esre impe ra Livo fre ud iano y de sus conse­
cuencias teóricas , trataré de d esarrollar algunas ideas so bre
el concepto del tiem po en psicoan{disis.
Toma ré, COmo punto d e partida , dos de las varias traduc­
ciones que Lacan ha hed 10 de esta gnómica - y la traduc­
ción qu e hace José Etcheveny de e sta pre misa: la primera
es de La ciencia y lel verde/el 3 (966) Y propone:
<, Wío Es u'ar. soll !eh werden, que v uelvo a traducir una

vez más ace ntuá ndol o aquí: allí donde ello era, allí como
sujeto deho aduenir y o."
La segunda parte de La cosa /rcu diancfÍ (1955) y dice:
"donde ello (Es ) estaba, deho yo (fe) llegar a sel~',

J ": ;cicnlii"ic j\kt:tlng on \'o\'emhC'r H, 1911 , On lile' Supposed Tirl1eJc:ssn es.s oi"
l h e U n consci o us ' , Mi'1II les (JI' lb" I're l1Jw r's )'cbo{j/wl )'lic ~'()ci,,/ )!, (1910 -1 9 11 )
Ed itado por hy I Icrm:ln :\ u;nhcrg y Emes! F ccll:m, Ncw York', Inte rnation:t1
UnlVt'rsily "ress. In L' . 19 7 ' 1, p . 299.
2 Sig;n und Frcud (.l9:B ): j 1 Coni"cTL·nci:l . !.el des c()irI!JIJsiciri n de la perso!/'I
lidad /}s íqllico. En Obras Complel(/S, lluL'[\OS A lre.s, J\.mo rrnl1u , 1974, torn o :\2, 11.
n
:) JIC(llICS l.aC:1I1 , f.o cienc ia .l' lo n:rdud, ell l;:w;ri/us.2, M,:xicll, Sig lo \\'inl il"",
EeI .) 9H·í, P ¿j.i.)
1 Ja n luL'.s J.aGIfl, fa cosa Ji'ellc/imw, ell .b·criJos ./. oj). ciJ.. lJl. p. 59').

'~ I
Po r último, José Etcheve rry '> al traducir a Freud, dice : cia del perfe cto , ya que el aoristo no expresa , como el pre­
"Donde Hilo era, Yo debo devenir". térito perfecto. que duren los efectos de la acció n; asimis­
Es n ece~ario ah ora , come nzar por hacer un breve análisis mo, cahe se ñalar q ue algu nos lihros de gramática griega
gramatical al respecto: hahla n de una cierta re lación entre el aorÍbto con el futuro
donde () allí donde, es un a dverbio de lugar qu e equiva le pe rfecto (ha hrá sido).
de acuerdo co n el diccionario 3: "en cua lqu ier sitio". ' 1 ao risto de indicativo denota que la acción t UY O lugur
el/o era o ello estaba, el tiempo gramatical en q ue se en­ ::: n el ti em po , pe ro no acla ra si dicha acción se lle vó a Glho
cuentra , según la gramática castellana , es prétcrito imper­ g radu almente o in stant{¡neame nte; tampoco se habla elel es­
fecto , modo indicativo del verbo se r o estar. Sin embargo, tado pn:.:sente, ni de que la acci ó n haya terminado.
Lacan en Suhversión de! sujeto y dialéctica del desecP (960) Co n frecu éocia el ao ristl). e n ve rbos qu e significan ac­
d ice : "Co nte ntándo nos con ciar un paso en gramática: allí ció n o estado dura dero. expresa e l comienzo de un estad o
donde eso estu vo .... ..... ¿qué q uiere decir? Si no fuese sino o 1t'ción , por ejemplo : ser hcc.h o senador, em pecé a reinar.
"ello " que hubiese estado (en aoristo), ¿ cómo ll egar allí Ao risto quiere decir que no limita ni define condicio na la °
mismo para hacerme ser allí, por el hecho de enunciarlo acció n sig nificada p o r el verbo . Por lo tanto, se [rata de lllla
ahora?". acción sincrón ica , aremp())'al e instantá nea; una acción del
¿'Cómo llegar allí mismo p ara hacenne ser allí por el ord e n de una pulsación .
hecho de enunciar/o ahora? Esta frase implica por una A.'iimis11lü el ao risto gnómi co, con su aspecto neutro, es
patte: llegar a un !uBar de ser que antes no estaba; y supo­ empl eado en griego p ara expresar máximas y aseveracio­
ne asimismo relaciones de tiempo y de espacio (llega r a llí, nes ele valor perma nente.
enunciarlo ahora). Además, el hecho d e enuncia rlo ahora, En suma , el aoristo , q ue no ti ene equiva le nte en castella­
como señala Lacan , representa un momento, el momento no, nos ayuda no solo a co mp render este impe rativo fre u­
mismo; y el ahora, es la proximidad al instante del enun­ dia no, qu e es la fin alidad de l análisis, sino tambié n a no
ciado -es, e n su ma , la instantaneidad-o ancl a rn os en la pr imera con ce pc ión d e La can de J 95 3,
Pero antes de continuar con e l análisis del Wo Es WClt; cua nd o su meta del análj..,is e ra la de hacer histo ria, "reo r­
sol! leh l1 'erden, es necesario aclarar qué significa el aoristo de nar las cCJOLfngencia:, p asadas dándoles el ~e n ti do de las
qu e Lacan , e n Suhuersión del suje/o, coloca entre paréntesis necesidades por vc nir"7.
y que no deja de llamar nuestra ate nción. Pe ro ya Heidegger hahía propuesto esta concepción en
El aoristo es , en la gramática griega, un tiempo gramati­ e l ve rano de 1934, cua nd o al tra bajar las relaciones enlre la
cal del indicativo q ue , por su aspecto puntual, se opone al histori a ~ el pasad o, se pregu ntaba: ¿cómo es que al pasa do
durativo ele los presentes e impe rfectos; es decir, carece de le co rres ponde la primacía de la determinación tempora l?; y
valor temporal. El aoristo equivale casi siempre al preté rito ¿qué resulta de todo e llo para la relación de historia y tiem­
perfec[O castellano (ha sido); pero se difere ncia principal­ po? A lo qu e respo ndía que lo pasado no es lo que está en
me nte eJel imperfecto ( era), puesto que el aoristo significa lre n de pasar. sino lo que desde a nte ,> to davía pt:rma necc¡
una acción continuada y no concluida , mientras que el im­ es deci r, lo que está siendo a un desde el a nles, esto e s, lo
perfecto sig nifica una acción acabada. También se eliferen­ sido .
.() sid o, con fo rme a He idegge r (es decir el pretérito per­
'i (1). ell. 2.
6 .I :l cqlle~ L:1cJn, SUbl'e/";;!·(Jn del sujel0.J' dlC/léelicC/ dlil dliseo. en berilo.' 2, op. 7 .I~ ,·q ll (;.' Ll ca n : 1'1I11G:lóJt y campo de ICllxIICI /Jrt/ y r/ei letlf'.lwlli en pslcf)C/IIcíli­
ell . 13J. p. 7~ J. II'. ,'n /,:,(/'111;.1 l. "1'. eil . UJ. p. 246.

T j
fecto) es un pasado, pero no lodo pasado es un sid o e n el Por otra pa rte, en 1915 en su artículo Lo inconscie77{(P ,
sentido de lo que está siendo aCm desde el a ntes. Freud señala que los p rocesos del sistem a inco nsciente son
El p asado es un salirse d e l tiempo para entrar en el ám­ :uemporak.>s.
bito de lo que de saparece. Es impo rtante insistir en la diferenc ia entre pri mera y se­
Mientras q ue "lo si do " tiene Id dirección opuesta. Desde g u nda tópica y, p or lo tanto, entre Ello e inconsciente; y a
lo propio elel sido él (el sujeto) emerge por sobre el p resen­ que no es lo mi~rno d ecir que en el in co l1 scie nh:: el tie m po
te inscribiéndose en el futuro. (habrá sido-futuro perfecto). no exi ste , como ITle n cí ollan algunos autores conternporá­
Pero regresemos al análisis de W'o E',- ll'¿U; so!1 [eh wer­ IJCOS lO , a decir que en el Ello no hay re p re se ntación del
den, y tratemos de a nali z~ r el ¡,entido de esta sentencia tiempo y' que ~on los p rocesos del inconsciente los que son
Í',mém1ica pre so crática. En ella h ay una sucesión y u.na con­ atemp o rales.
ti nuidad, -aunqLle irrumpida p or la coma que la divide­ En la reunión de 1911 que m e ncionaba al inicio de este
hay un orden y una lJosterioridad con respecto a la frase trabajo, Fre ucl aclara que no pud emos recO t'locc r los proce­
que le antece de. Así pues , ésta es enunciada en dos tiem­ sos incon scie ntes tomo rales, sino que ún icame nte pode­
po~ y e n dos d istintas p e rsonas gramaticales. m os p ercibirlos m e<..l ianle sus re p resentaciones en la
Es así que e l debo yo (en tanto sujeto del inconsciente) con ciencia; sin e mhargo, d ice Fre ud , se pueden hacer ase­
lIep,ar (1 sel; apa rece como un suceder lógico (de ra zona­ veraciones so bre las ca racter ísticas d e e stos proce:>os in­
miento); por lo tanto se trata en el p sicoanálisis de una ló­ conscie ntes como, por e jem plo. la de sorientaci6n tem poral
gica te mporal, es decir de un tie mpo del logos, ele un en la formación de l SUdl O , e n d onde pasado y futuro so n
tiempo del le nguaje, de la tempora lidad de.! enunciado, en uno, la ause ncia de lo.s efectos del p asaje del ti em po, la
una palabra: de un ti e mpo lógico del sujeto de la enuncia­ pe rma ne n cia de los ob je w s. el p roceso ele conclen.5ación,
ción. de fi jación, C[ C ., son toda.'> e llas p ruebas de que el tie mpo
¿Se rá esta la respuesta para razonar (/ogos) al ello y al 11 0 juega nin gún papel e n el s istem a inconscieme .
goce, p ara descifrar al goce que está cifrado!' S ¿Es esta la En aquella oc asión Freu d refutó. com o ta ntas veces lo hi­
meta del análisis que equivale al 1\70 B.',; war; soll !eh wer­
ciera, la tesis de K.a n t acerca de q ue el tie m po y el esp acio
delP son formas necesarias d e nu estro pensar conscien te ; m ien­
La ca n nos d ice q ue el inconsciente está es tructurado
tras que Fre ud ase gulcl que e n el sujeto ha ~ dos sistemas
como un lenguaje y Fre ucl, p o r su p a n c , en la Conferencia
uno de Jos cuales fu nciona solo en términos de Liem po ) el
31, asegura que dentro del Ello no se e ncuentra n ada que
otro en términos de e"pllc io.
correspo nda a la rep resentación elel ti e mpo ni al re conoc i­
Y3 q ue Freuu en este momento (1911) no dist ing ue e ntre
miento de un decu rso lemporal: no ha y nin g una al te ración
'Ho e inconsc ie nte. s ugiero que e s el Ello , - éste q ue e:-. UJl
del proceso anímico p o r e l transcurso dd tie mpo ~ las mo­
a o s, .sin o rg ani zac ión, don d e no hay nada que p ueda
ciones de deseo, si bie n n un ca han sa li d o del ello o e,stán
e q u ipara rse a la ne gación. donde las m ociones de deseo
hundidas p or vía de la re p re sió n, son virtu almente inmo r­
ade más de .,;e r inmorta le s se comporta n como aconteci ­
tales, se comport a n du r<.LI1te d écad as como si fue ran accm­
m ientos nue vo s, es decir que no cesan de no escrib irse-,
tecimienlos ¡¡ueuos. 'E l tie mpo no al lera lo repr imid o .
el que funciona en térmi nos de espacio - de e spacial idad .
1
.'1. : "f.o que FrCllcl :clnicuLl C0l110 p roceso prin1:Jri() en el incun.-;ciCJltc ---t'...,IO es
mío, pé..iol'O qll~' ~c rl'CU!Te( y Sl' lo Vc r:'L--, no l':... :tlgu qUl' ,'-;(' (,¡rrl" ,sino (Ill~' se () Signll lnd ¡:reud, Lo incoi/scicnle, (1:JJ5j o/J. cit. 2, L01110 XCV p;~lg. IHí.
clcscifr:l. Y'o lli}-{o: el goce mis¡no" ID Ill a rle\.; ¡C"nny. ,.\.;¡ .. i(l'l, el l i"m po y 1:\ lllU('rlC'" l'oncl" de C:uilur"
JHjLJC,'-; Llcan. 'j"e!e¡J;sf(JJ1. B:lrCl'loll~1 Fllit{)ri~d An :l g r::lm:.I, 1<;X77 , p::'lg, IU2. I:CClll(lllliGl., ~ (é xic(). 1). l'., 1')')1

27~
Al10ra bien, ¿qué o cu{tl es son la:-; co nsecuenci<ts, pa rt ic u­ me nto p reciso de conclu ir del tiempo lógico del aserto s ul ·­
lannen le e n la clín ica, de este pla nteamicl1lo? Es necesario je tivo, que e:-> e l flln da rnenlo propio de la subjetiv ida d.
pa ra respon der a e~las interrogan tes, regresar el aná lisis Hay q ue recordar que Lacan -dicL' en e l S&mina rio de
gramatical del in icio: {os cuatro conceptos ji,¡ ndamentales del psicoallálisis1s q L1e
'O n d e ello eslabtl - allí d onde estaba lo q ue pe rtenece prop iamente a l orden dd incon<;cicnte es
dOl1de, im plica un luga r - es un lugar de se,. de lo que qu e no e s ni ser ni no ser, sino que es no-realiza do.
se l ra t ~ l. Lu eg o, e l inconscie nte no estaba ni antes ni después del
y ,,¡[tí en este ]u g~r : soll "es un deber e n el sent ido moral enunciado , éste se actu a liza e n el ¡.jcto m ismo del decir y
lo que allí se an uncia, "dice Lacan en La Cosaji'(!lIditfIlU11, com() efe cto d e este decir su rge el sujeto d el inco nscie nte.
ulcb, yo IJ eJ a llí dcbn yo (dél mismo modo qu e ,..,e anuncia­ Po r o tra p arte, ¿c lI úl e~ este lllg:u o este espac io (a llí
ba: "este soy yo" [ce Slús~jeJ, antes de que se dijese: "soy yo d onde e llo estaba, -en aoristc}--) el qlll:: l acan e n su re­
" rc 'eSf mot1) , 1)le-rdel1. llegar a ser, es decir no sohreYiv i r, ni lectura d e Freud, parece decirn OS q ue se constitu ye e n el
siq uiera ad\'e nü, sino ve nir a la luz <k ese lugar mismo en instante mismo del decir, en el m omenlo del corte, p ero
cua nlo q Ué es luga r de ser". que al mismo tiempo . e n c:'ll.e i n~tante d e la cel1eza sub jeti­
El luga r necesa riame nte n os rcmile a un espacio, p e ro va (sol! ¡cl? luerdell) el su jeto desa p arece como tal'; por
éste, s egú n Fre ud es un caos , entonces, ide qué lugar se p oco e.staha, dice tacan , "entre esa extinció n y ésa eclo­
tra L;,.t ~ sión"; es por eso que c:l sLljet l) se consLitu ye e n la alternan­
Por otra parte. no se tra ra de que el Yó deha desalojar al cia sígni fican ll' entre 52 y S1, Y no en la comin uic.1ad de un
Filo , comc nra Lacan e n La direcc i6n de la CUI't1 12 , o de Cju tiempo fe nomenológico . Por ello c,O rma tacan q ue: e l sujero
el Yo tome e l l L1 g~U' de l Ell o , sino q ue la pregunta q u e s a pa rece y desapa rece en una p ulsaci6n repetida .
hace Laca n en 5úhversióll d el sufero, dando u n paso po r la 1 ejemplo de Signordli en P,icopatolop,ía de Itll'ida coti­
g ramall ca y s irv ié ndose de l aoris to es, "i.cómo llegar al lí diana l6 nos puede ay ud a r a comprende r los tie mpos lógi­
mis mo pa ra hacerm e Se r allí.. por el hecho de en unciarlo :üs de la suhjetiyación: el insu nre de \e r (o de saber), el
ahora?" ti empo para com pre nder y el momento de co nclu ir; los
A lo cua l responde: " ..... Allí donde estaba e n eSTe m ismo c uale s cüllstitt lyen la lempornlicLld d el incon.s cie nte. Lacan
momellLO, allí d on dé por poco estab:l, enl re esa extinció n los Huma m odos di fe rentes d e la instancia d e l tiempo y
qu e l uce todavía y esa e closión q u e sc' estre lla, Yo (fe] entre e llos eSl;lIl mutua m e nte determ in ados.
puedo venir al ser desapareciendo de mI d ic ho" u Frcud sabe que le falta e l s ignuk:-antc Sig norelli (e l o lvi­
Es d ecir q ue es e n la 111stanraneidad ele la e nu nciaci6n do j p are:ce com o un p re-lexto), en el lugar de este signifi­
que aparece e l Wo E.s U'(u; sofl fe/) werden. y es en e l in ­ ca nte se produce LIIi vacío producido por la falla misma del
conscien te -nos dice tacan e n RadiojullíCllri- d o nde se significante, este vaCÍo es el i n~tante d e 1.1 maniJestac¡ó n de l
<lrLic ul a lo q ue de l ser v iene al d ecir. s uje to del in conscie nte, es d ecir, el acto que marca el mo­
Así, e l Wo Es wa r. sol! !eh u'erdcl1 e~ b innli nenda de la mento d e concl uir.
111<lnifestació n de l inconscie nte q ue cúrresponde a l mo­ Pe ro hay un deseo que subtiende a la fal ta , e ste deseo
estú e n I'e laci(m co n e l deseo d e l Ol ro, )' con e l otro es­
1: ,1 ;IC(Ul',' 1.; \(';111, u! cosujrelldi{{/w, op, Gil. 13L PC\g..)99.

U J"Ci U' ·' Lac;ln, lrl ,J,flXCÜ)U de 1(1 CI/ra.l lo.' }))'illclf¡jos de su p odel. o/J, uf
1'5 J;'C(lI'" Lt ctn. Semi l/{,/I'in .'(/. ros CUa l1'U conce/J/'" !rllidCl l/le ll!r/les del /).\ I­
151. \ Ol1lO 2, r úg. 'j(ÍS CD(/IIúb';s, II \lC<1'" ~ire.' P;,;d(l,. 1')K(" pélg, :l"í ,
1:) (/). ell. 131 I(, Sígl11 untl I:reud. p,iCi'I /{II()I(),~í{/ de lo ¡'ida ( ' ,litli(iI /rl " 1), di" 1211 ()IIlO V I. p:l,((
l /r .J aques L~lcln l Nodh!l'1}úct, B;lrn.:l f )n ~1. FíJitori;1! An,l gr~t!l\:J , J97"" pjg . . :r() . SI

27(; 277
peCLdar (e l companero de viaje de Frc.:ud con el que man­ cante". Por lo ta nto , e l sujeto del inconsciente surge en eSI:1
lenía la con ve rsación en e l tre n). Reco rd e mos q ue mien­ inte rm iLen cia e ntre S2 y SI.
tras la con verb 3ción se ll evaha a c aho entre los dos Es irn porta nLe agrega r que ta m bién el vel c umple en su
via je ros, f rc.: ud se p reg untaba: ¿q ué podrá pen~ ar este ex­ m O\ ¡mienro de alienació n -sepa rac ión una función de alter­
tra I''l.o si le hab lo de las costumbres el e los turcos O de la na n cia , y es en este movimiento que se constituye e l sujelo .
sexualidad y la lll u erLej lJacila cio nes subj(?t iuclS: si digo Es decir, que el sujeto se constituye por Nacbtréip,/icbkeit en
esto o si digtl lo ot1'(>; (si yo fu ese negro o si yo fuese e l lu ga r de este va cío, e n la ate mporalidad , en lo eterno, en
hlanco, que son las escan s ione s suspensivas del e je mplo la negación d e l tiempo, en el apres-coup del aoristo que
que Lacan nos da d e lo s tres prisione ros en El tie mpo caréce de valor tempo ral.
lógico y el aserto de certidll m hre anl i cljJad a ) 17; es Si p e nsamos este e sp acio, de ac uerdo con los atomistas ,
d ec ir, q ue en estas e scans io nes su spe ns ivas , en e s ta [em­ como un vacío, veremos qu e se traLa de un vacío que
p ()r<ll iz~l c ió n , e xiste un cálculo y u na estrategia d e Fre ud a queda primeram e nte corno un lugar de causa (lo que no
partir de una relación de rec iproc idad con el u tro ele la cesa de no e~ cribirs e) , en el q ue ex iste un imperati vo de
transfere nci a. Esta re la c ión predispone a Frc ud y lo ll eva valor perman <:ntc sol! Jch wel'den que nos cond uce a la re­
a sofocar y a d esvi ar la aten ción d <: 'lUS pensamientos petición, al constante rt: lorno sobre eSte vacío , y c.:s precisa­
( m u l:: rte y sexualidad) > ', en el rugar de lo rep rimido, apa­ m e nt e en la re p e tición sif,tni fi cante donde creamos el vacío.
rece la falra - Signorell i. Ahí se constiruye el inconsciente - a mayo r repetici ó n sig­
Recorde mos que la tra n~ferc.: ncia es la puesta en ac to de nifican te. mayor ca usa.
la rea li dad del inconsc ie nte, y el sujeto tie ne la misma es­ Es en este va cío, en esta alrernancia, en esta fa lta, donde
tructura que las formaciones el!.;'1 in consciente . el sujeto asume s u ca usalidad .
Si con Lin uamos con nu es tro e jemplo de Sign orelli , dice Es en el lu gar ele la falta dond e debo yo lle8aJ' a seJ~ p e ro
tacan e n Posición del iNCOl1sciellte lH, "El regist ro del ~ign ifj ­ al mismo tiempn !lO soy la falta ni la causa. estoy únjca­
cante se institu yc por e l hecho d e que un significante re­ m ente e n el lup,ol: en el eSjJtlc io de la causa, que p or lo
presenta él un s ujeto p ara o tro significa nte. Es la est.ruc[ura, ta nto m e re mite a una hianCla y a una escisión su hj e tiva.
su e no , lapsus y rasgo de ingenio, de t.odas las formaciones Es así qlle el ti empo lógico del aSe rto suhje tivo. d a cuen­
del inconscie nt e . y e~ también la qu e e x p lica la d iv isión ta del lY/() Ii.'\ 11 'a 1', so!! lch werden, y m a rca e n lo simbólico
origina ria del su je to . El significante prod Ll ciéndose en el el momen to eJ e co ncluir, es e l ··mod o d e e ntrada de la ~sb ­
lugar d el O tro todaví~l no ubicado, hace surg ir allí al sujeto tencía de toci o h om hre", nos dice La can.
del ser q ue no Tie ne toda vía la pala h ra , pero a l precio de La escansión es un m o me nto d e ver ifi ca ci ó n de una
coagu larlo. Lo que allí bahía listo a h3hla r - esto en los tra nsto rmación, élCfLlelIa en la cual la subjetivación ha podi­
d os sentidos que el pre lé rito im p erfecto , e n francé s como d o rt:ali zarse.
en espanol, d a al ba bia, e l d e co locarlo e n el in ~ta me ante ­ La esca nsión, e l corte en la ses ión analítica, pre cipita e l
rior: esraha allí y ya no e,,>ttÍ, p e ro tam h ién en e l ins lan te si­ momento de con clu ir, que a s u "e7. resign ifjca retl'o acli\'<.! ­
guie nte: un poco más y estaba por habe r podido esta r-, lo m ente e l ti e m po para co mpre nder y el instante clt, la mira­
q ue había aJlí c!esapa rece por no ser más que Ull signifi­ da . Así pues , d co rte e n e l ti e mpo ) la es ca n sió n d el
discurso prod u cen por una pa rre un vacío, una falta, una
atem p o ralidad y al mi smo tie mpo contorne<l n , limi tan, dan
17 Jlqlll.·S Licln , I:lliempo lrip le() y el lIserl" dI' cer/iduli"lhre (/I/liólmdo . / '11
Ii¡.¡('/"(,Js(!/ isl/la. o/!. 0/.1:\1. lomo 1, p;l g. IK-. forma a lo e terno y a la inmorta lidad e inmutabilidad d e l
I~ JICJ I Il:' Ll .:an . Po.,ic¡,)n del ¡n" (JI/I d "lI i!! "/J. Uf. UJ. U l J::'ui¡os 2. I);i:~ . S I SI. deseo, a lo real d t'l Ello.

27fl
279
El tiempo lógico contiene (como la vasija contiene al
v~cí()) al caos del Ello , 3nueb él través del co rte el sig nifi­ Escansión, interpretación y acto
cante a lo rea l. En la di sconrinuiebd del tie mpo, e n la in s­
tanL;m eidad de la castración y de la escisión subje Liva se Frida 5aal
anudan tiempo y ete rnidad en un dev enir más allá d e la
Lemporalida d Cj ue con vierte al deseo en indestructible , .Este
es el tra bajo de desecamien w del Z ui derzee, tralJajo de la La p r5cti ca ele sesion es de duración variable es una marca
cultura y de d esciframi e nto d e l goce: "en e l discurso de l d istintiva del p sicoanálisis lacan iano. El lérmino escansión
analista donde lo que se ha ce es cult u ra" scgCm dice tacan -que en <::'1 le ng uaje de la poé tica sign ifica medida de lo~
en Televisión/I), versos- ha sido adopt;;¡do para designar ese p unto , varia­
y de acuerdo con estas pre m isas cabe reCordar lo qu e ha ble e n el tiempo cronol óg ico , de pendiendo de [o que suce­
dicho Kanl acerca d e l mod o como se p rocede a temporali­ de allí, e n q Ul' la se<;ión se in lerrum pe . El vocablo se ha
zar lo dado , es decir construyé ndolo o hje tivame nte : Yo soy, gene ral izado en este n ue\ () ~en Liclo y !je ha integrado al vo­
.le suis.... hombre o muje r, momento de concluir. cabulario PSi(.'OJ l1C¡üticll,
Para lerm i.nar, dice Lacan en Radio.fo l1ía 2U : "aqu e llo que Esta práctica no era, sin emb a rgo , la de Freud. Con él las
del tiempo le presta estofa no es un e mprésito de lo imagi­ sesiones tc rúan un ti empo fijo - de '55 minutos- rigurosa­
lurio, s ino más bien de un Lexlil do nde los nudos no dirían me nte controlados por el di sc urnr dr:1 re loj.
sino de los agujeros qu e ah í <;e encuentran. " E.s del conocimiento de lo d os que esta práctica he te ro­
d oxa inaugu rada por LaC::.l ll fu e Lino ele los moti vos de má­
x ima con troversia e n las discusiones q ue culminaron con la
escisión de la Sociedad Psicoana lítica ej e Pmis en 1953 . El
rn ane jo que Lacan hacía ele b duración de l tiempo dl: la se­
<; ió n, eSjx:cia lme nt c e n los a náUsis didáctico,>, ha hía si c.!
motivo de quejas ~ de llamadas al orde n instituciona l.
En nota a l píe de pági na en su Fu nción y campo de la
palo hra Ji e/ lengua je en psicoanálisis, Lacan afij'ma: "Piedra
dc desh echo o piedra a ngular, nuestra fu e rza es no lla her
cedido sohre este pun to" ,
Los docu mentos de la época mueslran que la situaclém
fue e n verdad m:t,.., complicada y oscura q ue lo que :;e des­
p rende de esta supuc::>ta in transige ncia con matices he rol cüs.
En carta a lowenstc in d e l 14 ele julio de 19'5.3, Lacan es­
cribía a quien fue ra su analisLa : "yo había decl arad o plJ bli­
ca ll1e n l~ qu e, so metiéndome al prin Lipio de los standa rd....
fundados sobre un reglamento profesional , en tanto pasú­
bamos él un estadio de o rganización de la profesión, yo no
volvería más sohre C:'ita práctica ( la del acorramien to de Lts
;~ ""<1 II l', /.;:"111 . "j> . c il . 131, pjg, 9CJ

sesione,,), c ua lqu ierJ c¡ue me h uhiera parecid o su inte rés, y


- O ""llIL'S L'll<ln , (¡p . Ctl. r1'1 1, flCI,li.I CJ .
que había reg ulari zado progresi vamente rudos mis análisis

280 20]
did ácticos y los babía puesto d e finitivamente en los tiem­ "q ue las reglas dictadas ¡){)r el (//w lista acrecenlorían I{/
po~ regla menrarios desde fin d e año , sin qu e se haya podi­ d isimetría de fa relación de las ji terz as que opera n en el es­
do levanta r contra m í, la meno r in frac c ió n" . ¿No habe r pacio analítico ".
cedid o ' O lo q ue le di ce a Lowe nsrein no es cierto o la A esto tam bién se pod ría o hjet:1f diciendo q ue la deci­
nota d e 1966 al artículo de 1953 no lo es. sió n fu ene perma nece del lado de l ana lizan te e n qu ien re­
L~ ca n no cu mple, eso es un hecho , e n el corto () e n e l side l a posib ili dad C1lrima d e rec hazar la s cond ic iones
m ediano plazo, y de ese incumplinliento hará de spués un pbn tcadas por e l a nalista. Es, sin e m bargo , una posibilidad
rasgo de honor. rel ativa. No se pucd e ignora r q ue e srá allí en juego la tra ns­
or otro lado no,<; enWramos e n la monumental in vestiga­ fe re n cia, condidón de lodo análisis, que puede incl u cj¡ si­
ción de Elisab e th Ro uclin c sco , La !Juta lla de los cien aFlOs tLl<lci ones de some tim ien to. Amor y odio d e transfe renc ia
Histo ire de l{/ psychCll lt¡/yse en France, 2, Se ui l, 19B6), q ue están p resen tes y alte rnan en su irrupción.
Ll can había pedido a s us a nalizados q ue declarasen, ante El que la variación de las se~ i on es se dé siempre en la
la comjsió n inv~s Ligadora de la I.P. A ., q ue había normaliza­ direcc ió n q ue posihilita di a na lista ll evar un núm e ro mayo r
do el tie m po d e las sesiones. de aná lisis sirfi ultán cos indu ce a Vid c rman a decir q ue: "la
Promesas, falsas aceptac io n es, mentiras , espera ... todo uariaciólI sietnpl'e se da ell la direcci(}J1 de los intereses de.
e sto configura a lrededor del tiempo de d uració n de las se­ analista sin que nadie b(~)!a pedido lo ojJinüí!1 de los a na/i­
siones un a verdade ra piedra d e es<.:á neb. Io , toque ~l quie n zClntes".
toque , y hace de e Sla varia b le qU i 7.~1 e l p a rteag uas ese ncia l, Son los mismos argu mentos por los que Elisahct h l~ oud i ­
o aj m l.!OOS e l m fu:; \ is ihle, entre d laca n ismo y el resto d e n esco, e n la obra antes mencionada , puede habl ar de la
los descendi ente s d e Freud . Hist{)ricame nte es así. amhición y el afán de lu cro de LaC;lI1 , come m arios estos
La pr{lcrica d e la escansión se generalizó, :1n;] lisi~ d idáct i­ que ban sido moúvo de t:.t ntas reacciones de irr itaCIón . No
cos med iante, ba:.ta co nve rtir<;t' e n shihh()/elh para c l reco­ se trata de asu mir n inguna ddensa , sino m~ls bien de pe n­
n ocim ien to recíp roco eI1l re los laca ni anos . Al mismo sa r que al go mu ~ delicado se jue ga e n lomo a la cu e stión.
tiempo e st.a innO\ ación d esp icrt<:l la desconfianza en la mi­ Po d ríamos descal ificar con facilid<td las críticas n o J'l!CO­
rada e\ a lu adora de q ui enes 110 comu lgan co n d la . Sobre nociéndo lcs pertine nc ia y an ul a rlas por proced e r d e una
todo porque se fue produ c ie nd o, en Lacan p rimero y e n m ira da exterior. NOS e ncerraría mos así en una cOll,pl acen­
SlJ S di scíp ul os después, un de sl izan, ier"1to q ue llevó del da na rcisísticl: sólo babel/los Ilosotros para j uzga r de lo que
tie mpo variable de la sesió n a la.s así ll amada s sesiones cor­ hacemos, y hasta podríamos usa r esa ¿peq uena? di fe rencia
tas, m ás aú n él las sesion e<; .. . ceYrtí..'i ÍmCts. como timhre de orgu ll o: Dios reconocerá a los suyos.
Serge Viderma n , en un Iih ro que ll eva por títul o Del di­ Esas crít icas deben ser e scuchadas y h~lbrá q ue as umir el
nero en psicoa/lálisís y más e/ l/á CP. l:.f., ] 992 ), d ed ica un riesgo) hasta la rea li dad de la de snaturalizaci ón eJe la prác­
capítu lo urticante al tema de la duración va riable de las se­ tica de e sc ucha de l inconsciente que im plica e l ~lhus() ind is­
sio nes. ~ us crítica s se p od ría n sintetiza r así: c ut ible comel ido e n alg una" p rovinc ias del l'e ino lacaniano
"se produce una SU hL'e.rsiól7 del tiempu conuellido ". en el .lcol1<:lm ien to de las sesi o nes. Se puede llegar hasta ...i­
Diga mos por nue stra parte q ue es bastante c" ¡dente que tU <lcio nes ca ri catu resca s donde la imitación eJe los modos
sólo hahría tal subv ersión desde la fí jació n de un stan da rd el e t aca n red uce la sesión al gesto del pagcJ (y de l cobro )
r d e sde b a ceptación d e una convención. No es e l C<l:'¡() e lidiendo toda pU'iihil id:t d el e e sc ucha r. BJ d e spl i<::guc del
cuando es e l standard mi s mo e l qu e está cuestionado y por discurso del anal iza n le requiere del Liempo , no de un tiem ­
lo tan to ninguna convención es v ul ne rada. po fijo , pero tamp(KO de s u anu laciClll.

282 Li{'l
1"1 )1 que atender a b voz de los q ue cuestionan. e llas re­ \'a a coloca r en la espa lda de cada lino de los p nslone ros
ve la n lo que pu ede ser un síntoma, y no neces;;l riamente de un dL-;co, cu yo co lor p uede ser negro o bla nco. El di rector
q ui ~ nes se inqui eta n. OÍ<.léL<; ell su verdad COJ1 SL itu) e n la d ispone de do~ disco,> negros y Lres d¡,>cos bla ncos. Los pri­
laLeria para form ular preg un tas. sioneros no pueden hab la r e ntre e llos y sald rá e n liheltad
Si n em bargo, ning una d e las crílicas punrua lizada s se e l p rime ro de ell os l(ue adivine su color, luego de 10 cual
acerca él la qu e a nuestro modo de vcr, re\ iste mayor gra­ loca un disco blanco en e l d o rso d e cada uno . Llamem()s
ved ad: si Lacan se e rige contra el uso estandariza do d el a los prisione ros A, By C, El razona m ie nto que conduce a
tiem po y contra la rir ua lización de ciertas reglas - q ue e lu ­ \a <;a lida discurre así: A p a rte de l ~ hi p(¡tesls d e ser negro :
den reflexi ona r la p ráclica- <:orn.! mos, pOr ser "Iacania­ '·si yo fuera negro , B hahría ~ d i vi nado e l colo r de su di.sco
nos", el ri esgo· eJe hacer de las ses iones breves e l objeto de porque de no ser él blan co. e ya h ~d )ría \iSlO dos di 'icOS
una nu eva rílll.dizac ión . Co rre mos el riesgo de crea r un negros, y ad ivinado en con secuenci a . el co lor del suyo, óe
nu evo está ndar. bla nco que yo, A, veo e n é l y e n B Si e no ha salid u es
Por eso hace fa lta regresa r él los fu nda me ntos psicoanalí­ porque no vió d os eliseos negros y como B no adivinó el
ti cos li gados a b l'structura disnlrsiva del inconsciente, y color que le p ertenecía. h l~go m i color no es negro, sino
Vl. r s i d esde allí la práctica de lél esca nsi ón no s()l" se ju-;t i­ blanco" . Así disc urre A, sohre su ser, rcc;pu esta qu e soJo
fi ca sino que se impon puede alca nza r dCl>de y a través d e lo s otros.
D ie!.:: Lacan e n FI.llu.;iólJ J' call1po de la pc" abra y eL len­ HaSlél a llí la pa rte c1:ísica del probk·ma. Lacan le ag r~ga
guaje ell psicoílnálisis ( Rscri/os, p.242 ): 'Así, es una pun­ el ti e mpo necesa rio de dos vaci laciones pa ra pode r Ik:gar a
fua ción ajbrtunado la que da SIl sentido al d iscu rso de la certiuulllbr<.: anticipada.
sujeto . T)(ll' eso, la slIspensión de 1(/ sesión de la que la técni­ Dado que cada uno de los pli~ioneros se juega la liber­
ca clctua/ hace Ztrl (tilo puramellte crOllométriC(i y como tal tad . que a cada uno le V~I en e llo la vida, realiza n todos el
i1'ldi{ere7lle a /a fr(ww del dlsC/II:'W, desel17pelia e11 él u 11 razo nam it: nro a nterior que lo s Ue::Víl, lodos él un.a H enrilar-;e
papel de eSCClllSióll, qlle liene l odo el redor de I1I lCl in /e171e n­ hacia la salida . La duda los detiene al Ill i:.mo tiem p o ;,Sale B
ción para precipitar los m omentos cO/lcluyen /es . Y esto indi­ porque ad ivinó su color? ¿~ ale e p orque vió dos negro~?
ca liberar a ese l é rm i t lO d e s u marco ru ti nari(J parc. El hecho de qu e lo::; tres -;e detenga n a l mismo tiempo,
someterlo a l odas lasfillo/í.dades úliles a la técnica". El dIto, c:n un movimil' n!o pu r Jos veces suspendido, adelanta la
la slIspe ns iún , la esca nsiém , de h e estar determ inada por la cenCZél que p recipita la conclusión , el :.tp.re~ulCl m i e n t () hacia
Ir<lma de l discurso, pa ra ello e 'i necesario qu e haya discur­ la puerta de salida. hacia la Ii bert~ld ganada en el acto .
so. Lacan s ubraya [res lTlodalidades de la temp oralizac iém · el
La refe re ncia a los tiempos concluye ntes re m ite a l tr:Clhaj il/stcmte d e /(/ mimda que tiene la du ración d e:: un A/lgell ­
e n q ue t aca n m oda li za las ca ra cterísticas temporales : hl hlick, un abrir r cem.lr de o jos, ~tnre e llos se despliegan los
tiempo lógico .JI el aseri o tle certiclum hre anticipa da . Un signos de un enigma, no ha) allí co rrer del tiempo, todo
71ueuo soflslIla. (J~<;crll()s, p.18- J. está dado al mbmo tiempo; el tiempo para comprender, L' n
Hecordel1los brevemente su argumento . Se traLa de un el que se da e l desarrollo d e l razonam iento que pemlite la
problema lóg ico plante ad o en términos de ficción: un di ­ soluci()n de l proh lema, es un tiempo que t r.1nSL UrrC , 1111:1
rector de cárcel se ve e n la opción de dejar salir en li bertad d iacronía y, fi.nalmente, el 1710172(>1ltO de concluir, q ue P OIlL'
a un pris ionero, siendo tres los que merecen la excarcela­ límite a l tiempo p a ra comp re nder. y fuerza a la prccipJla '
c ión. h l d ire ctor d ec ide some[crlos 3 lI n ~ pru eha lé)g ica, CIOIl . allí donde el ~ lI jeto eJche a rriesgarse, en su re-se llt l·
prometienclo la li he rtad a l primero qu e so lu c ione el d ilema: ción hacia la salida.

2H4
Es necesario relacio nar e st~l modalización del tiempo ló­ Las preguntas q ue despuntan en quien sigue esta arg u­
gico con la maner,1 en que ha ele ope rar:-,e en la s e:-, ión ana­ mentación no deja n de acumularse al llegar a esta encruci ­
lírica y desde allí dar c uenta d e l su Sle nto teórico de la jada. ¡Cómo sahe el analista cual es el momento del e Ol1e ()
práctica de las duraciones variahl es de la sesión . de una puntuació n afortunadat ¿Cómo podría é l conoce r el
En un excelente ~l nícu l () de Ma rie-f\.lagdele ine Cha tel (L ' momento de concluir con el tie mpo para com prcnller que
acte dI" p OllctuatíC)lI ou le lemps de fa ccmpll r e des scéa n ces es propio eJel allaliza nte? f.Cuál hab rÍ:1 de se r y de dónde
cou rtes. E'iquis;;esp~ycb(m(,¡fyliqlles, nº 15, 1991, p{¡g. 37) se podria proceder su saber(
se ñala que el corte , la puntuac ión , da al apres-CCJup al que Las respuestas no son fáciles porq ue, en primer lugar, el
pone a funcio nar, su real alcance. Sugie re q ue en el trans­ ana lista no sabe. Hay algo que sin e mbargo sabe con certe­
curso de 1;:1 sesi()11 se pone n en juego tres d imensiones tem­ za: que eso que &1 va a hacer ha brá de producir efectos.
porales: ¡-l ay una vacilación calcu lada del tiempo e n la que el psi­
a) la sincronía del mome nto de la mirada que co rres­ coanalista arriesga y se deja sorpre nder, él ta mbién, por los
pondería al registro de lo imagi/la r i(j; e fe ctos que' retroacLi va me me , Clpres-collp, hab rá producido
b) la diacronía del tiempo para c()mpre nder. donde esta­ el co rte sohre el d iscurso, e n cu yo caso habrá sido interpre­
ría en juego el registro sil17 hólico concretado e n b tarea tación. Esa e '> su apUL' ~l,l , su interve nción no progra mada.
asocÍ;ltiva , y , El corte de la sesi(ln p uede subra yar un signifíc ll1te de l
c) la p untuación, el tiempo para concluir con el corte, d ¡scurso e1e l and li zanle, p ue de dej ar planteada la pregtill La
que impone: un borde infranqu t.:ahle a las otras dos cJimen­ por el enigma de un lapsus, pu ede poner un tope a la pro­
:"iones )' q ue corre.'>po nde al regist ro de lo real. crastinación obsesiva, pu ede ponelr un lími te al goce de la
Al transculTi r la se sión e l ana li zante SLl~ lra e de la sincro­ compla ce nci a en el síntoma de la hi"térica , p ue de cort3r
nía del e llo, de esc espacio sin ticm po, los motivos que una palabr::1 p;.¡ ra hacer surgir un senti do sorp resivo.
te mporaU:w asoci.a Ll varnente en la d iacronía de su encade­ Esas son L.I S razones p or las q ue e l analista no puede r ri­
namie nto discursiyo. '-,e jueg~ all í en la interacción p re [xm­ varse del rec urso a la escansión. Sin él el analisis corre ría el
elerante de dos re g istros . Imáge nes y rec uc ruo s son riego de dirigirse él un estancam iemo , más aún. él ex ten ­
transpirad o~ p or la sucesión de las palabr'ds. Se simholiza la de rse al infi ni to.
image n y el ril mo de las asociacion es pu e h la e l espacio En esta d irecc ió n la escansión c:;tá intima mente asoci:lcl,,'1
analítico. El cune im prcvis[o ele la sesión produce , como COn la fllncirm i nterprct;:.¡tiv~¡, no como función hermené uti­
lo do corte, un hord e que contornea lo real: e l pritner e fec­ ca de traduc ción de se ntid o o de aditame nto meulfó rico .
to es un e fecto de despe rtar que pone tOpe a todo lo q ue Vacía allí donde no d ice y relan za . Dice no a un sentido
desde el yo del ~ln aliza nte se orga niza e n e l "quere r decir ". ún ico o Cilt imo . Más hien es una desco nstrucci6n ~ un va­
En ta nto que tope , que subrayado, que inlerdicció n, la pri­ ciamiento d e sentid os p reexistt: nres.
me ra función del corte es la de un vaciamie nto de sentido. a otra vertiente por la que queremos ,¡ho rda r e l rema de
Vacío que posib ilita una reorgan izació n distinta y abre el la escansi ó n se artic ula con el acto analítico. Para e llo po­
malerial a un sentido diferente . Se trata ele un de.sce mra­ demos apoya rnos e n dos p untas. P lH un la eJo, vo lver al
miento similar al que p rodu ce el dlis te , rela nza al discurso apólogo de los p risioneros pa r~l ver e n él la ml.' láfo ra de la
por U11C1 vhl diferente. Es en ese sent ido que tocio co rte, por producción del sujeto dividido qu e es el res1..1ltado d el acto :
su ~ efecto!:i, funcio na como inte rp retación, no sie ndo v:tlida es a parLir de un ':>ig nifican te p ro puesto por e l Otro -en la
la Invers ión de e.'>la fras e e n su co ntraria . Hay diferentes ficción el director de la c{¡ rcel- pasando por las jclentifica­
modos ime rpretativos que no se redu cen a l co rte. cione!> imaginaria" co n los se mejantes -l o~ otros presos­

2H6 2t-l7
pero tamhién ~t;'p<:l ránd ose y diferenciándose d e e llas que La escansión, en tanto que efecto de sentido, se uhica del
e l suje to $ sale haCI a la vida, dejando un dese cho de su lado de la intelpretación, pero en tanto que efecto de st~jelo
propio ser, causa de su d ivisión, motor de su d eseo. se situa del lado del acto: "El (coI1e) hace sujeto: así ciiia lo
Nos encontramos con la otra p unta en e l se mi na rio sobre que fuere ... " (Lacan: L'etourdit, pág. 43 , Scilicet. n') 4,
el actu pl'icoa nalítico . la carta de ciud<ldanía de;;1 acto, en la 1973,)
perspectiva del psicoanálisis, vie ne dellde la Psic()pa/otogía Cabría tambien dar su lugar aquí al papel del deseo del
de la /'fda cotidiana, allí d onde el acto fallido, e n s u tropie­ analista, este es el motor que lo lleva a asumir su acto y
'.O, se manifiesta como revelador de la verdad. Comenta donde, en una articulación tal vez no muy del agrado de
Lacan: "el acto, lodo acto /JO deja de caer haj (J el mLmlO me­ Lacan, pone en juego lo que Nietzsche llamó amorfati, lo
canisnw , a saher, q/le puede ser pla nteada la cllest i 611 de que lo llevaría a poder sostener y buscar este momento
otra uerdad q ue la de su Í17fell ció n ". (J. Lacan: Sem illario para nada feliz pero absolutamente necesario, definitorio.
"El aCf()p,<;ico{fJ1(/líIíc()'~ lecdó n de l 6 ele diciembre uc 1967, Interpretación y acto, efecto de sentido y efecto de suje­
inédito.) to, ambas funciones son esenciales en la dirección de todo
El peso d e la determin ación inco nscie nte legitima para análisis. Ellas son demasiado importantes para dejarlas iner­
lodo acto la preg unta por la verdad que encubre y abre la tes en las manos de un manejo convencional del tiempo.
posi hilidad de su falla , es d ecir, de su verdad. Sí; la acción del analista implica riesgos.
~ l acto es también acta, certificació n ele un com ienzo, Hay que buscar los fundamentos por los que en cada se­
que como todo comienzo ~e articula con un flnal. ¿De qL1 é sión hay que inventar el tiempo evitando caer en cualquier
com ienzo se trata' La pregunta guía de aq uel se minario estándar.
a p unta al momento en e l c ual alguien adv iene analista. Co­ Hemos recortado un problema, señalado sus riesgos e
mien zo y fin: se comien za a ser anali')t3 al fio d e un an áli­ intentado algunas articulaciones. Tal es la intención limita­
sis. (No carece de interés sCTlalar la cOlTelación temporal de da de este trabajo.
este semina rio, cOn la Proposi/ioll dll 90ctobre 1967 su r le
>.~)lch al7a ~ysle de l 'Écow, en cu a nto a la p roble mática del
advenimie nto dd psicoanalista).
"El término del ul/úlisis consiste ell fa caída del sujeto SIl­
/les/o saher)' S1l reducció n a llIl ad¡J(Jllimie nto tle ese o/)je­
to a CO/11.() causa de la d ivisión del sujeto que ujp ru; a su
l llgar" (Lacan: Sem i na rio "El a cto psicom w lítiw ", lección
del 10 de enero <.le 196R, inédito) .
Si el ana lista cae como desecho es el S en su d ivisión
uien adviene.
Esta articul ación de un fín con un comienzo e n el acto,
no implica q ue eslO acontezca en un momento úni co . La
escisión subjetiva, la asu nción de la ca ~t ra c.ión, la separa­
iéll1 y co rte del o hjeto se juegan una y o tr:1 vez e ll el trans­
Curso de un a ná lisis. Cad<l sesión, cada esculs1ón con su
marca de fi nal inespe rado p recipita un cie rto efecto de ,>u­
jeto.

281-> 21>9
¿Ser (¿consciente o

inconsciente?) y tiempo?

Juan Manuel Silva Camarena


El tiempo es algo que puede perderse. Y, por tanto, l'."
grande la tentación de ir en husca del tiempo perdido.
Ganar el tiempo y perderlo. Por ejemplo, perder el tiempo
pensándolo. Según parece, el tiempo se deja pensar. Cuan­
do los griegos comenzaron a pensar el tiempo lo perdie­
ron: lo perdieron de vista para librarse de él, para salvar al
ser del tiempo. ¡Salvar el ser del tiempo , perdiéndolo!
Faena extrana del pensamiento.
Es igualmente grande la tentación de decir que los grie­
gos supieron casi todo lo que hoy sabemos del tiempo, y
en cambio ignoraban lo que hoy sabemos (¡y debe saber­
se!) de lo inconsciente. Lo inconsciente , que no puede per­
derse o ganarse , ¿es susceptible de pensarse? ¿Lo
inconsciente se deja pensar?
La razón es capaz de todo para poder llevar a cabo su
tarea de pensamiento. La razón tuvo que inventar el tiempo
para pensarlo; tuvo que inventar lo inconsciente para
poder pensar lo inconsciente. Y esto, sin lugar a dudas, es
algo que tenemos que pensar en serio. No debe servir sólo
para proveer ele ideas al sentido común. Tal vez nada ni
nadie pueda evitar que estas afirmaciones se conviertan en
un (filosóficamente seguro) lugar común. Al fin y al cabo
son las convicciones del sentido común las que pueden
echar a perder a la filosofía. Los inventos de la fil osofía, io
que ella hace para poder pensar, pueden seducir a la razón
para ahorrarle el trabajo del pensamiento. Pero si los atrapa
el sentido común, ya no se puede pensar nada.
Son grandes las tentaciones de la filosofía, pues, e igual­
mente grandes son las seducciones de la razón. Lo que sin
duda enoja es que el sentido común no pueda sentir nunca
la tristeza del dcscngai1o, siempre tan seguro de sí mismo.
Pero si no del sentido común, sí vale la pena ocuparse de
filosofía y razones, eJe seducciones y tentaciones. Aunque

291
sea para desenganarnos, vale la pena hablar del tiempo y La nada es lo que queda cuando al ser lo abandona el
lo inconsciente. La razón, tomándose el tiempo que quiera, tiempo.
tiene la palabra. Ahora bien, cuando la razón entiende a lo que es y a lo
La razón inventa ideas para pensar lo real. La filosofía in­ que cambia, entiende entonces lo que sucede. Si lo que su­
ventó el tiempo. Ella lo inventa para poder hablar de él. Y cede se entiende , la razón, festejándolo, lo nombra llamán­
bien: ¿qué inventa, y por tanto de que habla la filosofía dolo lo racional. Pero para que lo que sucede pueda
cuando habla del tiempo? entenderse tiene que acontecer racionalmente: con orden,
Desde que la filosofía comienza a hablar, habla del tiem­ es decir, con tiempo (¿por qué no decirlo?), a tiempo.
po. El texto más antiguo del pensamiento filosófico tiene Todo, absolutamente todo, tiene que suceder a tiempo.
que ver con e! tiempo. En e! fragmento Bl Anaximandro Sobre la base de una experiencia vital, solemos creer que
dice lo siguiente: el tiempo cura las heridas, y bien sabemos que algo de lo
que queremos decir con esto es que el tiempo pone en
... Ahí de donde emergen las cosas que existen, ahí mismo orden nuestros sentimientos o nuestras emociones, las
concluyen en su destrucción , de modo necesario; pues se cosas de la vida. Las cosas de nuestra vida. Las cosas del
hacen justicia y dan reparación unas a otras de su injusticia, cosmos, también, reciben la dádiva del tiempo: la racionali­
según el orden del tiempo . dad . Los filósofos, al filosofar, tenían que hablar del tiempo,
porque necesitaban hablar de! ser. Hacer filosofía es hablar
Anaximandro, como filósofo , habla de la totalidad de lo del ser. La filosofía siempre habla del ser y e! tiempo, aún
real. Y dice más o menos lo que sigue: La realidad es e! cuando no hable expresamente de! ser del tiempo. La me­
conjunto de cosas que son (lo que son). Ese es un conjunto tafísica es onto-Iogía, y por eso mismo es crono-Iogía. Ha­
cuyo inventario no puede fijarse nunca, pues está formado blar del ser es hablar del tiempo, porque éste ordena las
por cosas que son, y esas cosas que son vinieron a ser y cosas que son , en el sentido preciso de que les permite ser,
dejan de ser, siendo siempre, "en" e! ser. Vienen a ser (esto en un suceder ordenado. El tiempo es razón del ser. El ser,
o lo otro), y dejan de ser (esto y lo otro), pero no cesan de por el tiempo, es devenir; el camhjo, debido al tiempo, es
ser, en el ser, ni salen nunca de él, de modo necesario, racional. El orden del tiempo, en un sentido estrictamente
pues "se hacen justicia y dan reparación unas a otras de su ontológico, no tiene que ver nada con el orden que se or­
injusticia". Lo justo y lo injusto para continuar la metáfora ganiza según un antes y un de,~pués. en el sentido espacial
jurídica de Anaximandro, se da en el llegar a ser algo dis­ de estos conceptos. Se trata , por ejemplo, de un ya no ser
tinto o el dejar de ser lo que se era mediante un factor que como se era antes o es el caso de un ser, después, de otro
evita el desorden que se produciría si se llegara a ser o se modo y no más como se era.
dejara de ser arbitrariamente, es decir, sin el tiempo . El El hoy, el ayer y el manana del ser son la temporalidad
tiempo es el factor de orden de lo real, porque es la medi­ de lo real. La temporalidad de lo real es la razón del ser. El
da de lo real. Lo que es, llega a ser y deja de ser, es, llega a principio de temporalidad de lo real , según el cual todo lo
ser y deja de ser en la medida del tiempo. El tiempo es el renl es temporal, está presente en varios fragmentos de los
orden en e! que las cosas son, llegan a ser una cosa distinta presocráticos, cuando hablan de lo real o de la razón. No
de lo que eran y dejan de ser lo que son. El tiempo es e! pueden pensar el problema del ser y el tiempo sin el térmi­
ser ordenado. El ser en desorden es imposible. El tiempo no que explica el conjunto: la razón . El ser es tiempo, por­
es la posibilidad del ser: de lo real. El desorden en el ser, que es racional. El ser es racionaL porque el ser es tiempo.
un ser sin tiempo, hace imposible el ser: nada es posible. No hay entre el ser y el tiempo sino la m{¡s clara de las ar­

29.1
monías: la ele la razón, que para los griegos es sinónimo de mente nos persuadió al mal (esta es una de las defin iciones
orden, de medida. La filosofía de Heráclito es una filosofía de la seducción) de pensar mal. Platón se dió cuenta dd
de la razón (como fuego que se enciende según medidas y enga¡)o cuando ya no pudo llevar más lejos el dualismo del
se apaga según medidas) y por eso mismo es una filosofía ser y la apariencia, y tuvo que reconocer tanro ser al cam­
del ser y de! devenir. Ser y devenir en la armonía dialéctica bio como al ser mismo. El ser es y el no ser también es.
de los contrarios. En la intuición del orden se ohtiene la Si se puede consumar el parricidio (matando al padre de
evidencia primaria de la racionalidad del devenir, de la di­ la ontología) tenemos que inventar un nu evo concepto de
versidad y el cambio en la unidad del ser. tiempo y un nuevo concepto de ser (porque el ser es tiem­
Pero podemos perder el tiempo pensándolo. En Parmé­ po; lo que es, es temporal; lo que es, cambia) que no se
nides nace el problema del ser y el tiempo. El problema contente con el reconocimiento de que el ser es y el no ser
del ser y el tiempo sustituye la armonía del ser y e! tiempo también es. Tenemos que adrnitir igualmente que el ser,
en lo real. Las cosas que son Cy cambian, puesto que son) por el tiempo, es lo que es. No Se explica el ser sin el tiem­
quedan sustituídas en e! pensamiento del así llamado padre po. No hay qu e salvar al ser del tiempo. Es necesario expli­
de la ontología , por el Ser, en una unidad artificial que ex­ car al ser por medio del tiempo . No basta con reconocer el
cluye la diversidad y el camhio. Para él, el ser y el tiempo ser del no ser. Es preciso salvar al ser de la nada, recono­
son incompatibles porque piensa que el cambio es irracio­ ciendo su temporalidad. El ser no es lo que es sino por el
nal, y cree que el devenir es irracional porque el principio tiempo. El tiempo eS la esencia del ser. No hay ser sino ahí
(de no contradicción) de la razón le prohibe pensarlo, donde hay cosas que son (no hay ser a solas); sólo hay
puesto que la nada, hacia la que lleva el cambio del Ser, es cosas que son donde hay cosas que cambian: únicamente
impensable. El ser es eterno, fuera del tiempo. El ser puede haber cosas que cambian donde hay tiempo. Donde
queda, así salvado del tiempo, y de este modo, queda sal­ hay tiempo, hay ser. Sin tiempo, sólo hay nada.
vado del devenir y la nada. El tiempo que para Anaximan­ La razón inventa al tiempo, como algo distinto del ser,
dro y Heráclito era factor del orden (del ser), queda para poderlo pensar. Y tarda tiempo en advertir que el ser
concebido por Parménides como factor de disolución (del es impensable sin el tiemp o. Pasa mucho tiempo para
ser), en la"ilusión" del devenir. El Tiempo es incompatible darse cuenta de que el tiempo no puede pensarse como
con el ser, porque "el ser es y el no ser no es';. El ser no algo separado del ser.
puede no ser, y por tanto, es intemporal. Y como son lo P ero, ¿puede pensarse al tiempo como algo separado de
mismo el ser y la razón, el cambio y la diversidad son irra­ lo que es el hombre? Heidegger, en su proyecto teórico de
cionales y no son. El tiempo corroe al ser en su ser mismo, 1927 (Seill lmd Zeit), en referencia directa al Sqflsta de Pla­
si al ser se le deja a la deriva del devenir. Es preciso salvar . tón, se pregunta si tenemos hoy una respuesta a la pregun­
al ser del tiempo, concibiéndolo en la intemporalidad abso­ ta que interroga por lo que queremos decir p rop iamente
luta (sin temporalidad, sin cambio). El ser sin cambio es ser con la palabra "ente" , y se responde a sí mismo de un
sin tiempo. modo categórico; e n modo alguno. Y, por tanto, se pone a
Pero el ser sin cambio es irracional. No hay ser sin tiem­ la tarea de "despertar" la comprensión p ara el sentido de
po, porque no hay ser sino formas de ser, que son y no esa pregunta , en un trabajo de comprensión de la com­
so n , que cambian y dejan de ser lo que eran, que son prensión en el que el tiempo aparece como "horizonte po­
mientras cambian, etcétera. Pensar un ser sin tiempo, ajeno sible de toda comprensión del ser", y adquiere de este
a la temporalidad, fue una de las grandes seducciones de la modo peculiar importancia el ser humano, cuya "constitu­
razón. Sin que nos diéramos cuenta prontamente, suave ­ ción ontológico-existenciaria" de la totalidad de su ser tiene

295
su fundamento en la temporalidad. Esta afirmación, que mos y miramos bien su forma de ser. La historicidad , como
forma parte de las últimas líneas de El ser y el tiempo, forma forma de la temporalidad humana , explica el ser del hom­
parte esencial del tratado y encuentra inspiración prefilosó­ hre, él no puede perder el tiempo sin perder la forma del
fica en la fábula de Higinio, que cuenta Heidegger en el propio ser.
parágrafo cuarenta y dos: Pero perdemos el tiempo. ¿Y cómo perdemos el tiempo
sin perdernos a nosotros mismos? ¿Qué queda de nosotros
Una vez llegó Cura a un río y vio terrones de arcilla. Cavilando mismos, ahí donde ya no contamos con el tiempo? Perde­
cogió un trozo y empezó a modelarlo. Mientras piensa para sí mos el tiempo sin conciencia. Perdemos el tiempo incons­
qué había hecho , se acerca Júpiter. Cura le pide que infunda cienterJ1cnte. Antes de Freud no teníamos conciencia de
espíritu al modelado trozo de arcilla. Jupiter se lo concede con que no tenemos tiempo sino podemos contar con la con­
gusto. Pero al querer Cura poner su nombre a su obra , Júpiter
ciencia . Lo inconsciente no tiene tiempo:
se 10 prohibió, diciendo que debía dársele el suyo. Mientras
Cura y Júpiter litigaban sobre el nombre, se levantó la Tierra
Los procesos del sistema inconsciente son atemporales, es
(Tellus) y pidió que se le pusiera a la obra su nombre, puesto
decir, no est{"tn ordenados con arreglo al tiempo , no se modifi­
que ella era quien había dado para la misma un trozo de su
can por el transclll'so de este ni , en general, tienen relación al­
cuerpo. Los litigantes escogieron por juez a Saturno. Y Saturno
guna con él. También la relación con el tiempo se sigue del
les dio la siguiente sentencia evidentemente justa: 'Tú , Júpiter,
trabajo del sistema de la conciencia.
por haber puesto el espíritu , lo recibirás a su muerte; tú , tierra ,
por haber ofrecido el cuerpo, recibirás el cuerpo. Pero por
haber sido Cura quien primero dio forma a este ser, que mien­ Este texto de 1915, titulado Lo inconsciente, es enteramente
tras viva lo posea Cura. Y en cuanto el litigio sohre el nomhre, claro en sus enunciados: los procesos inconscientes no
que se llame 'homo ', puesto que está hecho de humus (tie­ están ordenados con arreglo al tiempo y no se modifican
rra)' . por su transcurso ni tiene relación alguna con él. El tiempo
está perdido. Perder la conciencia es perder el tiempo.
El hombre, dice Heidegger, tiene el sello "entiforme" de la ¿Cómo habremos concebido a la conciencia para poder
"cura ". "Su nombre (homo) lo recibe este ente no de su ser, perder al tiempo ahí donde ella está ausente? ¿Cómo tene­
sino de aqueJlo de que está hecho (humus) . En qué se mos que pensar lo inconsciente para pensarlo como un
haya de ver el ser "origina\,'de esta obra, lo dice la senten­ ámbito intemporal l Mejor: ¿cuál es el tiempo de ese tiempo
cia de Saturno: en el "tiempo". En esa fáhula como una de­ que no es tiempo porque no hay conciencia? Ninguna zona
finición preontológica de la esencia del hombre , aparece de lo real, sea lo que sea, puede ser sin tiempo. ¿En qué
fijada la vista, según Heidegger "en aquella forma de ser consiste ese tiempo sin tiempo de lo inconsciente? Cierta­
que domina su pe/so temporal por el mundo "'. mente es extraña la noción de lo inconsciente como una
Para el hombre, el paso temporal por el mundo es su dimensión sin tiempo. Pero más extraña es (aunque no po­
historia. Historicidad del homhre que como historia de una damos advertirlo por estar tan profundamente familiariza­
comunidad o de un Individuo decide la forma de su ser. Su dos con ella) la concepción de una conciencia cuya
ser tiene formas, y estas formas son históricas. Su ser es ex­ legalidad lógica puede resultar ontológica mente arhitraria y
presión, pero sus expresiones son históricas, como queda cuya noción del tiempo igualmente puede presentarse
demostrado en la Metafísica de la expresión de Nicol. Su como algo artificial y arbitrario . Lo inconsciente puede ser
ser, como lo revelaron más o menos los historicismos, es algo menos extraño y misterioso que la conciencia.
histórico. El hombre es historia, no naturaleza, si atende­ Freud sabía que aquí se gestaba una sorpresa para la

296 297
razón. Y tal vez sospechaba que ni con los reCursos del un aquí y un ahora , configurando un espacio y un tit'ln !'ll ,
propio psicoanálisis podían ponerse las cosas suficiente­ y ellas tienen que ver con lo que los hombres son. 1'1...' 1'< 1
mente en claro. Un:1 dificultad para el pensamiento consist­ ellas no le ponen un espacio y LI11 tiempo a un SUPUcSl( 1
ía en reconocer un límite en sus propias capacidades: ser utópico y ucrónico. El ser eS tiempo, aunque inesp~l( i:tl.
Pero lo inconsciente es intemporal porque hay en él el im
Las leyes del pensamiento, sobre tocio el principio de no con­ perio de un tiempo del que no puede darse razón al través
tradicción, no rigen para los procesos del ello. i\'lociones de una parmenídea razón dominada por un principio de ni)
opuestas coexisten unas junto a las otras sin cancelarse entre sí contradicción , incapaz ele explicar de lo que ofi(ológica ­
ni dchitarse ...
mente sucede ahí donde ha y se r y devenir. El tiempo que
transcurre, en nuestras nociones vulgares del tiempo, como
¿Cómo pensar correctamente una zona (el ello, lo incons­ un río que avanza devorando espacios, poco o nada tiene
ciente) donde no rigen las legalidades de la razón? ¿Cómo que ver con e l tie m p o. Lo inconsciente no tiene que ver
decir algo acerca de esa zona que no sea sólo el señala­ con una representaci6n vulgar del tiempo, como en la que
miento de ausencias o carencias? En medio de las dificulta­ el ayer se coloca atrás del hoy y a éste le sigue el porvenir.
des la razón freudiana avanza y consigna la perplejidad: La historia de lo que vita lmente nos pasa sc)lo queda orde­
. nada en un decurso te mp oral aI1ifi cialmente elaborado por
En el ello no hay nada que pueda equipararse a la negación cuentos, historias o b io grafías. El tiempo de los calendarios
(Negationl , y aun se percibe con sorpresa la excepción al
y el de los relojes y demás represenlaciones espaciales no
enunciado elei filosófo según el cual espacio y tiempo son for­
tiene nada que ver con el tiempo de la vida. Lo inconscien­
mas necesarias de nuestros actos anímicos. Dentro del ello no
te es intem poral porque es :-l jeno al ti empo del sentido
se encuentra nada que corresponda a la representación del
tiempo, ningún reconocimiento de un decurso temporal y ­ común . Lo que sucede en el inconsciente tiene que ver
lo que es asombroso en grado sumo y aguarda ser apreciado más con palabras que con relojes y cale ndarios.
por el pensamiento fi)Ds(¡fic(}-- ninguna alteración del proceso ¿Es Freud una víctima más de la razón pa nne nídea de la
anímico por el transcurso del tiempo. Mociones de deseo que no contradicción, que inventó una conciencia d e temporali­
nunca han salido del ello, pero también inmortales, se com­ dad fácil, como la de los cuentos y las historias de los hom­
portan durante décadas como si fueran acontecimientos nue­ bres, o representa acaso la mejor de las oportunidades para
vos. entender la extrañísima relación entre el ser, el tiempo y la
palabra? El ser es tie mpo. Pero lo que es,. lo es en la pala­
En la trigésimoprimera de sus nuevas conferencias de intro­ bra. y tan oscura es p ara nosotros la rela ci6n entre el ser y
ducción al psicoanálisis, de 1933 (muy a menudo), para el tiempo como lo es la relación entre el ser y la palabra
Freud el filos6fo es Kant, como lo era Aristóteles para (Iogos). Casi e ntera oscuridad. Tan grande es nu estra in­
Santo T6mas. Para Kant el espacio y el tiempo tienen que comprensión. G rande es, para el ser de la palabra, la l e nt:1­
quedar acomodados en la subjetividad (como formas aprio­ ción de ir en busca del tiempo perdido.
ri) porque lo único que queda a la vista (del filósofo ale­
mán) es el fenómeno : la cosa que aparece en complicidad
con tal subjetividad. La verdadera relación entre el ser y el
tiempo es kantianamente impensable. tas coordenadas cen­
trales de la experiencia humana, tal como quedan presenta­
das en la Psicología de las situaciones vitales de Nicol son

299
El libro HI tiempo, el jJsicomlúlisis)' otros tiempos

se terminó de imprimir en el mes de noviembre de 1993,

en los talleres de Imprenta Madero, S. A. de C. V. ,

Avena 102, Col. Granjas Esmeralda , 09810 México, D. F.

Su tiraje fue de 1,000 ejemplares.

El tiempo, el psicoanálisis y los tiempos.

El psicoa nálisis nada e n el tie mpo.

¿Nada o vuela? Todo o nada.

Tie mpo de las sesio nes. Tie mpo de un análisis.

Instante de la mirada, tiempo para compre nde r, momento de concl uir.

Apres-coup: de un análisis, del acto psicoa nalítico,

de un Nove no Coloquio

con ocho detrás.

Tiempo de Freud , de leerl o desde La can, de organiza r

desritualiza ndo

una práctica de la escucha .

y los tiempos que corren: info rmáticos, massmediáticos, compl acie ntes

en afirmar la muene de lo que nunca vivió: el sujeto , la historia,

el libro , el psicoa nálisis, la ve rdad .

La respuesta: la apuesta. La puesta en acto de

la rea lidad del inconscie nte .

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