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TODOS QUEDARON LLENOS DEL ESPÍRITU SANTO

Misa Pentecostés y 70º Aniversario Parroquial

Hechos 2, 1-11:
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo
Todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas del Señor
Salmo 103:
Si les quitas el aliento, expiran y vuelven al polvo
1 Corintios 12, 3-7. 12-13:
Hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu
En cada uno el Espíritu se manifiesta para el bien común
Hay muchos miembros, pero un solo cuerpo
Juan 20, 19-23:
Puertas cerradas por temor
La paz esté con ustedes
Se llenaron de alegría cuando vieron al Señor
Yo los envío a ustedes
Reciban el Espíritu Santo
Los pecados serán perdonados

1. Los tiempos que vivimos

Vivimos tiempos difíciles. Cuando comenzamos a pensar en celebrar estos 70 años, hubo voces que se
preguntaban ¿Qué podemos celebrar después de un terremoto como el que hemos sufrido?, ¿De qué
alegrarnos en este tiempo donde hechos eclesiales nos han llenado de vergüenza y de preguntas?

Otros más prácticos, al estilo de Judas, muchas veces nos preguntamos, también, para qué gastar plata en
juntarnos a celebrar, cuando podríamos usarla para satisfacer necesidades más urgentes…

Suele suceder que frente a los tiempos difíciles, frente a las necesidades urgentes, frente al temor, a la
duda, al pecado, al dolor, parece más fácil, como les sucedió a los discípulos, mantener las puertas
cerradas: Batírselas solos, apenas con las propias manos; huir de toda posible contaminación de “este
mundo violento y perverso”. Parece más fácil replegarse, encerrarse, encorvarse en actitud egoísta incapaz
de ver más allá del propio ombligo. O, también, está la alternativa de rasgar vestiduras y pretender que los
problemas son de otros sin reconocer la propia culpa. La consigna parece ser “no meterse con nadie para
permanecer a salvo”…

Pero, ¿estamos llamados a vivir con las puertas cerradas?

Ciertamente no. Aunque nosotros pretendiéramos vivir así, aislados, no podríamos, porque es el mismo
Dios el que irrumpe. Se pone en medio nuestro. Nos llena de su Espíritu.

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“…Poniéndose en medio de ellos les dijo: “¡La paz esté con Uds.!”…”Yo los envío a Uds.!” y “los
discípulos se llenaron de alegría”…

2. Es necesario agradecer y celebrar el paso de Dios

Por eso, es necesario agradecer y celebrar. Celebrar que Dios se hace presente para vencer el miedo y la
duda; que el Señor actúa aún en medio de tanta fragilidad, pequeñez y dolor.

Él, con su soplo, nos dice:


Abran ventanas y puertas. ¡Que entre la luz y la esperanza!...
Déjense tomar por el Espíritu de Dios…
Usen los dones que les he entregado…
Proclamen las maravillas que el Señor hace por su pueblo…
Salgan de su encierro. ¡Celebren la Vida que les regalo!

¡Y hay tanto que celebrar como comunidad parroquial!

3. Una mirada a nuestra comunidad parroquial

…12 capillas o comunidades de fe vivas que celebran la Eucaristía (también cafecitos, bingos,
cumpleaños, rifas, 18…¡celebran la vida!), que preparan para los sacramentos, que crecen en solidaridad,
que se acompañan en los momentos claves de sus vidas...

…Tantos agentes pastorales que silenciosamente se forman para entregar mejor lo que saben (lo que, a su
vez, han recibido del Señor), que se reúnen semana a semana, preparando temas, misiones, charlas,
encuentros, celebraciones…

…Varias decenas de jóvenes que sábado a sábado revolucionan la sede parroquial, llenos de alegría y
energías, para ir conociendo a un Jesús cercano que transforma sus corazones.

…Cientos de familias que a través de la catequesis familiar, prebautismal, matrimonial y de adultos van
integrando su fe, creciendo en compromiso, reconociendo al Dios actuando en cada uno de sus
integrantes…

¡Imagínense esto multiplicado por 70 años! ¡Son muchas, muchas personas tocadas por el Señor!

Con fotos y recuerdos, con un corazón agradecido, hemos traído hoy a la memoria tantos de sus rostros y
acciones, también los nuestros, los de aquellos que aún peregrinamos en esta porción del pueblo de Dios
aquí en Padre Hurtado.

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Y todos, todos elegidos amorosamente por el Señor. Y no por nuestros méritos, sino simplemente por el
inmenso amor que nos tiene, porque ve nuestra fragilidad y necesidad, nuestra pequeñez y miseria. Y se
decide a llamarnos y salvarnos.

Por eso, sí, es justo y necesario, agradecer y celebrar el paso de Dios por nuestras vidas, su fidelidad y su
acción en medio nuestro.

4. La fuerza del Espíritu de Dios

Que esta alegría, entonces, al reconocer esa acción de Dios en nosotros, nos llene de confianza y aliente el
deseo de abrir todas las puertas para “nacer de nuevo”, como los apóstoles después de recibir el Espíritu en
Pentecostés.

Hasta ese día ellos “eran torpes para entender las Sagradas Escrituras y aún para entender las
enseñanzas que recibieron directamente del Señor. También eran débiles en su fe, deseosos de los
primeros puestos y envidiosos entre ellos. Eran, además, temerosos para presentarse como seguidores de
Jesús, por miedo a ser perseguidos”.

Pero luego de recibir el Espíritu Santo en Pentecostés, cambiaron totalmente: se lanzaron a predicar sin
ningún temor, llenos de sabiduría divina, con un poder de comunicación especial dado por el Espíritu
Santo. En el idioma que fuera necesario, llamaban a todos -judíos y extranjeros- a la conversión.

Los torpes de antes comienzan a actuar con la Sabiduría de Dios. Los envidiosos de antes asumen cada
uno el lugar que le corresponde en la Iglesia de Cristo. Los temerosos de antes sufren persecuciones y
llegan incluso a sufrir el martirio”. (www.homilia.org)

Celebremos, entonces, nuestra historia, estos 70 años, acogiendo el Espíritu Santo que hoy desciende sobre
nosotros, para que sigamos construyendo la historia de salvación que Él no sólo nos promete, sino que nos
ayuda a construir con la abundancia de sus dones.

Sabemos, Señor, que si nos quitas el aliento, expiramos y volvemos al polvo. Por eso, llénanos del
Espíritu Santo para proclamar, con nuestra vida y testimonio, las maravillas que haces con
nosotros.
Irrumpe en nuestra vida parroquial trayéndonos tu paz; haz que, llenos de alegría, con la diversidad
de dones que nos regalas, sigamos construyendo tu Cuerpo eclesial aquí en Padre Hurtado.

¡Ven Espíritu Santo, y renueva la faz de la tierra!

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