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Edita:
INTITUTO NACIONAL DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
ISBN: 84-7088-741-6
NIPO: 329-04-012-4
Depósito Legal: M-19.602-2004
Fotocomposición e Impresión: Solana e Hijos, A.G., S.A.
SUMARIO
Págs.
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SUMARIO
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LA FUNCIÓN PÚBLICA: NECESIDAD DE UN ANÁLISIS CONCEPTUAL
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PROLÓGO
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LA FUNCIÓN PÚBLICA: NECESIDAD DE UN ANÁLISIS CONCEPTUAL
Hay que partir quizás de que no existe mayor inconveniente en que se hagan
contratos laborales para personal de mera ejecución, que por la naturaleza de
las tareas que realizan no tiene gran responsabilidad ni está obligado a la reser-
va y la confidencialidad de otros servidores públicos. Pero existe en cuanto a
nuestro tema un gigantesco equívoco. Se trata de que tanto el público en gene-
ral como señaladamente la clase política tienen en mente un concepto genérico
de la función pública que abarca de manera indistinta e indiscriminada a todos
los servidores de las distintas Administraciones. Parece obvio que esta con-
vicción parte del juridicismo con el que se contempla normalmente a las Ad-
ministraciones. La función pública según esta idea está constituida por los
colectivos de personas a los que se aplica el Estatuto de funcionarios sin es-
tablecer diferencias entre ellos. Se ignora así que, como vengo insistiendo
en mis obras anteriores, desde el punto de vista de la Ciencia Política y la
Administración hay que distinguir entre los altos funcionarios y el personal
de ejecución. Los primeros, que quizás sería equívoco denominar directivos
pues que lo sean depende de que se entienda por tales, realizan tareas muy dis-
tintas y presentan características muy distintas del personal de ejecución. Las
cuestiones relativas a estos altos funcionarios dan lugar a problemas políticos,
mientras que, en cambio, a la gestión del personal de ejecución pueden aplicar-
se, siempre por analogía mejor que por identidad, criterios técnicos similares a
los que emplean las empresas privadas. Ello supone que disolver o corromper
el concepto tradicional de función pública puede no ser demasiado grave res-
pecto al personal de ejecución si se emplean con prudencia criterios técnicos,
aunque ello siempre supone atentar contra nuestro modelo tradicional. Pero
esta disolución o corrupción es grave si afecta a los altos funcionarios. No
se está hablando de meras posibilidades sino de auténticas realidades, pues
en ocasiones se pretende laboralizar e incluso introducir masivamente a las
empresas privadas y a sus técnicas y criterios cuando se trata del entorno de
los políticos encargados de preparar las decisiones políticas conformadoras.
De este modo, se está desnaturalizando o trastocando el equilibrio y la cola-
boración entre políticos y altos funcionarios, siempre necesarios pero también
siempre delicados.
* * *
Pues bien, frente a este panorama se sale al paso en la presente obra con in-
dudable oportunidad, en un momento en que la tendencia general es que las
aguas vuelvan a sus cauces, pues las ideas y los prejuicios propios de la Nueva
Gestión Pública no siempre producen efectos favorables y en ocasiones dan lu-
gar a efectos perversos.
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PROLÓGO
Así, se insiste en que los altos funcionarios deben mantener las característi-
cas de la función pública, en el sentido de que deben ser funcionarios profesio-
nales que tienen el deber de mantener una objetividad y una imparcialidad,
además de la necesaria neutralidad política. Sólo entonces estarán en condicio-
nes de pronunciarse sobre la viabilidad de las medidas políticas en proyecto,
guardándose el correspondiente equilibrio en la relación entre políticos y altos
funcionarios. Por otra parte, hay que tener en cuenta que a estos altos funciona-
rios les corresponde la previsión y obtención de los medios necesarios para que
las personas y los órganos competentes lleven a cabo la ejecución de las deci-
siones políticas. Ni que decir tiene que todo ello, y así se mantiene en este libro,
supone que esos altos funcionarios ejercen un poder público, aunque sea de es-
pecie distinta que el ejercido por los miembros de la clase política.
De fonna consecuente con lo anterior se propugna en esta obra, y ello parece
más que razonable, que se revise la legislación española en cuanto a la provi-
sión de puestos de trabajo, en especial cuando se aplica el procedimiento de li-
bre designación. Pero ni sobre éste ni sobre otros extremos debe insistirse, pues
ello desbordaría la finalidad de este prólogo el cual debe dejar paso de inmedia-
to a la lectura de la obra.
Cuestión distinta es, por supuesto, el destino que tenga esta monografia, es
decir, cuál sea el resultado de la presente publicación, que debería ser leída por
la clase política y por los máximos responsables de la función pública tanto del
Estado como de las Comunidades Autónomas. Ello es lo que deseo de modo
ferviente, tanto en interés del autor como en beneficio de las Administraciones
Públicas españolas.
Madrid, marzo de 2004
MARIANO BAENA DEL ALCÁZAR
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CAPÍTULO 0
PROPÓSITO PRINCIPAL
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LA FUNCIÓN PÚBLICA: NECESIDAD DE UN ANÁLISIS CONCEPTUAL
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CAPÍTULO 1
LAS NOCIONES ORIGINARIAS DE FUNCIONARIO
Y EMPLEADO PÚBLICO1
1 No existe mucha bibliografía que se ocupe directamente y en especial del concepto de la función
pública propiamente dicho desde las bases y fundamentos que pretende este trabajo. Sin perjuicio de las
notas concretas que resulten en este punto, en orden al concepto de función pública o de funcionarios,
son las primeras obras de Derecho administrativo las que realizan matices y distinciones respecto del
concepto de empleados públicos y el de funcionarios, pero son dos obras las que resultan más clarifica-
doras, una es la de Leopoldo CALVO SOTELO, Derecho Político y Administrativo. Obra ajustada al pro-
grama de 31 de julio de 1924 para los ejercicios teóricos de las oposiciones de ingreso al Cuerpo de
Abogados del Estado. Ed. Reus. S.A, y otra la de J. MEYER y A. POSADA La Administración y la orga-
nización administrativa en Inglaterra, Francia, Alemania y Austria: exposición de la organización ad-
ministrativa en España; Madrid (sin año de edición), Ed. España Moderna S.A (Biblioteca de
Jurisprudencia, Filosofía e Historia 229). Más recientemente y en el momento inicial de la organización
de las Comunidades Autónomas en orden a su función pública tuvo actualidad el trabajo de N ICKSCH
«El puesto de trabajo eje de la función pública. La distinción personal laboral/personal funcionario. El
caso de la República Federal Alemana»; Revista Vasca de Administración Pública, núm. 11, 1985.
Aun cuando no se analiza de modo tan directo el concepto de funciones públicas o de funcionarios,
el lector interesado en la materia tiene una muy buena exposición general de las cuestiones relativas al
empleo público, con análisis y apunte de buena parte de los problemas que en este trabajo se analizan,
en la obra de Ramón PARADA VÁZQUEZ, Derecho Administrativo II, Organización y empleo público, en
su Título IV, pp. 397 y ss., 14 edición. Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales. Madrid Barcelo-
na 2000. Respecto del concepto de autoridad resulta de interés y presenta relación con el concepto de
funcionarios el trabajo de J.F. LÓPEZ-FONT MÁRQUEZ, La configuración jurídica del principio de auto-
ridad. Ed. Universidad de Granada y Cívitas. Col. Cuadernos Civitas. Madrid 1993.
2 La doctrina italiana es la que con mayor claridad ha puesto en evidencia la contraposición entre
servicio público y función pública. J.L. VILLAR EZCURRA, en su obra Derecho Administrativo Especial.
Administración Pública y actividad de los particulares; Ed. Civitas 1999, pp. 183 y 184, nos evidencia
las posturas de Zanobini y Giannini que conectan la función pública con el ejercicio de potestades o au-
toridad.
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3 Los conceptos que siguen están extraídos de la obra de Leopoldo CALVO SOTELO, antes citada,
pp. 189 y ss.
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Por ello, CALVO SOTELO destaca como interesante la doctrina que se refiere
a «funcionarios de autoridad» y «funcionarios de gestión» y dice que los fun-
cionarios de autoridad, según BERTHELEMY, participan en el ejercicio del po-
der de mando y no mantienen con el Estado ningún lazo contractual: los
funcionarios de gestión mantienen simplemente, con las personas morales ad-
ministrativas que los nombran, una relación contractual civil de arrendamiento
de servicios. La diferencia radica en la naturaleza de sus actos: por eso es un
error atribuirla a la condición del sujeto y afirmar que consiste en que los su-
periores son los que mandan y los subalternos los que ejecutan: hay funciona-
rios subalternos un guardia jurado que no realizan más que actos de
autoridad, y funcionarios superiores un ingeniero jefe que no realiza más
que actos de gestión. La doctrina es fecunda en resultados: las medidas repre-
sivas de las ofensas inferidas a los funcionarios de autoridad no alcanzan a los
funcionarios de gestión; y las leyes del trabajo resultan aplicables a los funcio-
narios de gestión (accidentes, huelga, sindicación), y no a los de autoridad6.
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LAS NOCIONES ORIGINARIAS DE FUNCIONARIO Y EMPLEADO PÚBLICO
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CAPÍTULO 2
FUNCIONARIOS Y EMPLEADOS PÚBLICOS
EN LA ACTUALIDAD1
1 El contenido de este punto tiene una relación directa con el ordenamiento jurídico que se ocupa
de la función pública, tanto de la configuración europea de los empleos de la Administración pública no
sujetos a movilidad como de las distintas leyes españolas que han configurado la función pública, por
ello el lector interesado puede consultar las obras y trabajos siguientes: GARRIDO FALLA, La nueva le-
gislación sobre funcionarios públicos en España, Centro de Formación y Perfeccionamiento de Funcio-
narios, Madrid 1964 y Reformas de la función pública. Discurso de ingreso en la Real Academia de
Ciencias Morales y Políticas, Madrid 1985; L ÓPEZ HENARES, «Visión crítica de la reforma de la función
pública» en «Estudios sobre la burocracia española», Instituto de Estudios Políticos, Madrid 1974, pp.
101 y ss. VILLAR PALASÍ, «Diez años de reforma de la función pública», Documentación Administrativa,
núm. 160, julio-agosto 1974, pp. 7 y ss. y Revista Española de Derecho Administrativo, núm. 2, julio-
septiembre 1974, pp. 215 y ss. ALBADALEJO CAMPOY, «Pasado, presente y futuro de la función pública
española», Cuadernos Económicos de Información Comercial Española, núm. 12, 1980, pp. 53 y ss.
BAENA DEL ALCÁZAR, «La función pública en la Constitución y las leyes orgánicas», en Administración
y Constitución. Estudios en homenaje al Profesor Mesa-Moles, Presidencia del Gobierno, Madrid 1981,
pp. 53 y ss. CARRASCO CANALS, «La función pública española en la actualidad (La reforma y perspecti-
vas de futuro)», Revista de Administración Pública núm.107, mayo-agosto 1985, pp. 259 y ss. ESCUIN,
«Cuerpos de funcionarios y Ley de Medidas para la Reforma de la Función Pública», Revista Española
de Derecho Administrativo, núm. 48, octubre-diciembre 1985, pp. 497 y ss. GONZÁLEZ-HABA, «La nue-
va normativa de la función pública y sus derivaciones en el ámbito local». Revista de Estudios de Admi-
nistración Local y Autonómica, núm. 231, julio-septiembre 1986, pp. 441 y ss. SANTAMARÍA
MODERNE, «Les régimes de fonction publique en France et en Espagne. Evolutions recentes», Revue
Française d Administration Publique, núm. 38, abril-junio 1986. SUAY RINCÓN, «La reforma de la fun-
ción pública. Su impacto sobre la burocracia». Revista Española de Derecho Administrativo, núm. 56,
octubre- diciembre 1987 y JIMÉNEZ ASENSIO, «Los regímenes de función pública en Francia y España:
Evoluciones recientes (Comentarios a un número monográfico de la Revista Francesa de Administra-
ción Pública)», Revista Vasca de Administración Pública núm.17, pp. 163 y ss. SAINZ MORENO, «El Es-
tatuto de la función pública después de la Sentencia constitucional 99/1987 y la Ley 23/1988», Revista
de Administración Pública, núm. 117, septiembre-diciembre 1988, pp. 321 y ss. CATALÁ POLO, PIÑAR
MAÑAS y LÓPEZ LÓPEZ, Situación actual de la función pública española. Centro de Estudios Municipa-
les y de Cooperación Internacional. 1998; CATALÁ POLO, Sistema constitucional de la función pública.
Administraciones Públicas y Constitución. Instituto Nacional de Administración Pública, Madrid 1999.
CRESPO MONTES, «La reforma legal de la función pública española de los años 70», Revista de Adminis-
tración Pública, núm. 149, mayo-agosto 1999, pp. 337 y ss. y La función pública española 1976- 1986.
De la transición al cambio. Instituto Nacional de Administración Pública. Madrid 2000.
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No obstante, hay que señalar que de 1852 a 1918 la normativa ya viene utili-
zando el término de funcionarios o la expresión «funcionarios públicos».
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FUNCIONARIOS Y EMPLEADOS PÚBLICOS EN LA ACTUALIDAD
retribuciones con cargo a los presupuestos públicos y que se sujetan o rigen por
el Derecho administrativo. Además, también ha excluido normalmente de su
ámbito a los funcionarios de los poderes legislativo y judicial, así como a los
militares, de modo que el concepto de funcionario público se identifica con el
burócrata, en su acepción corriente; situación que ya se refleja en el Real De-
creto de 18 de junio de 1852. De otro lado, frente al concepto de funcionario
público como sujeto al Derecho administrativo, se establece el de personal
obrero y el de trabajadores al servicio de la Administración pública, que se en-
globan bajo el común de personal laboral, que se rige por el Derecho de tal ca-
rácter. Pero en estas descripciones legales de los que son funcionarios públicos
y los que no, se olvida la exposición de cuáles son las actividades que los carac-
terizan o les son propias y que determinan su sujeción a uno u otro Derecho.
Así pues, si se analizan las normas básicas más recientes de la función pú-
blica, la Ley de Funcionarios Civiles del Estado de 7 de febrero de 1964 y la
Ley 30/1984, de Medidas para la Reforma de la Función Pública, se observa
una referencia exclusiva a la denominada Administración Civil del Estado, lo
que excluye su aplicación directa al personal de las Administraciones de los
otros poderes estatales y al personal militar. Lo que no quiere decir que en di-
chas Administraciones no existan funcionarios. Así, la Ley de 1964 expresa-
mente decía, por ejemplo, que quedaban excluidos de su ámbito los
funcionarios al servicio de la Administración de Justicia, lo que evidencia que
lo son, pero que no se rigen por la mencionada ley. De este modo, por la renun-
cia de las normas a definir las funciones públicas y por la aplicación de la legis-
lación de la función pública a la denominada Administración Civil del Estado,
se ha producido la identificación de los funcionarios públicos con el personal
de las Administraciones públicas de los poderes ejecutivos con funciones pre-
dominantemente burocráticas, sin perjuicio de la influencia de la identificación
entre actividad administrativa y Derecho administrativo.
Sin embargo, antes de realizar un análisis de la normativa vigente, para un
adecuado reflejo de la situación actual de los conceptos y por su repercusión
respecto de la normativa, resulta conveniente exponer, con carácter previo, cuál
es la situación en el Derecho comunitario europeo, ya que el principio de libre
circulación de trabajadores en la Unión Europea produce una necesaria refle-
xión sobre su aplicación en los empleos de las Administraciones públicas.
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acto administrativo o con el poder jurídico, sino con los intereses generales de
las Administraciones públicas territoriales.
De la jurisprudencia europea examinada, si bien es cierto que no se obliga a
los Estados a mantener un determinado concepto de función pública o de Ad-
ministración pública, sí se debe concluir que resulta una diferencia entre em-
pleos que se relacionan directa o indirectamente con el ejercicio de autoridad
pública o potestades administrativas y con la defensa de los intereses generales
y empleos que no lo hacen. Los primeros, pues, serían los que coinciden con el
concepto de funciones públicas o funcionarios públicos que se ha reflejado en
el capítulo primero de este trabajo. De este modo, si el concepto funciones pú-
blicas se hubiere perfilado, se podría decir que los empleos que se excepcionan
de la libre circulación del artículo 48.4 del Tratado son aquellos en los que se
ejercen funciones públicas o, visto de otro modo, podríamos afirmar que son
funciones públicas las que se ejercen en los empleos que se excepcionan.
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4 Cabe mencionar aquí a efectos comparativos la solución italiana, ya que la normativa española
que se reseña debe conectarse con la afirmación general del carácter funcionarial de los puestos de tra-
bajo y de su relación sujeta a Derecho administrativo, que realiza la normativa reguladora de la función
pública y que se analiza en otro punto. En Italia, en cambio, la Ley 421/1992, en su artículo 2.1 a) dele-
ga en el Gobierno de la República la regulación mediante Decreto legislativo, dejando a salvo el límite
de la salvaguarda de los intereses generales a que se dirigen la organización y acción de las Administra-
ciones públicas, de la relación de los empleados públicos conforme al Derecho civil. En virtud de ello,
el Decreto legislativo 29/1993 en su artículo 2.2 y 3 regula la aplicación de la legislación civil y laboral
en las relaciones de trabajo de los empleados públicos, pero, en su punto 4, declara que permanecen re-
gulados por su propio ordenamiento y excepciona a la magistratura ordinaria, administrativa y contable;
los abogados y procuradores del Estado; el personal militar y las fuerzas de policía del Estado; el perso-
nal de la carrera diplomática y de la prefecticia; ésta a partir de la categoría de consigliere di preffetura.
5 En los Cuerpos y Escalas excluidos figuran los funcionarios de Administración Local con habili-
tación de carácter nacional, la Carrera diplomática; los Abogados del Estado; el Cuerpo Superior de
Inspectores de Hacienda; los Interventores y Auditores del Estado; la Especialidad de Subinspección,
Gestión y Liquidación, Gestión Recaudatoria y Gestión Aduanera del Cuerpo de Gestión de la Hacien-
da Pública y la especialidad de Agentes de la Hacienda Pública del Cuerpo General Administrativo del
Estado; los Cuerpos de Agentes, Ejecutivo y Técnico de Vigilancia Aduanera; los Inspectores del
SOIVRE; los Inspectores de Seguros del Estado; el Cuerpo Superior de Técnicos Comerciales y Econo-
mistas del Estado; el Cuerpo de Diplomados Comerciales del Estado; el Cuerpo de Ayudantes de Insti-
tuciones Penitenciarias (Escalas femenina y masculina); el Cuerpo Superior de Inspectores de Trabajo y
Seguridad Social; el Cuerpo de Subinspectores de Empleo y Seguridad Social; el Cuerpo Superior de
Intervención y Contabilidad de la Administración de la Seguridad Social; el Cuerpo Superior de Letra-
dos de la Administración de la Seguridad Social; la Escala de Titulados Superior OO.AA. Ministerio de
Ciencia y Tecnología en la Especialidad de Propiedad Industrial; los Cuerpos de Ingenieros Técnicos,
Maestros y Oficiales de Arsenales de la Armada; las Escalas de Médicos Inspectores, Farmacéuticos
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6 Este artículo ha sufrido una nueva redacción en la Ley 24/2001, de Medidas Fiscales y Adminis-
trativas y del Orden Social, manteniendo, como es lógico, su carácter temporal, cuando dice que ocu-
pan su puesto en tanto no sea posible su desempeño por funcionarios de carrera y permanezcan las
razones de necesidad o urgencia.
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reserva de ley y que, por tanto, debía definirse por la propia Ley y no por la Ad-
ministración.
7 Ramón PARADA, op. cit., pp. 446 y ss., se ocupa de analizar la cuestión del doble régimen jurídi-
co del empleo público y lo considera irracional respecto de las Administraciones Públicas y perturbador
para la buena marcha de los servicios.
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8 J.L. VILLAR PALASÍ, en sus Apuntes de Derecho Administrativo. Tomo I, Distribuidora Dykinson.
Madrid 1977, pp. 139 y ss., se refiere a la distinción de dos esferas a las que se aplica la potestad de la
Administración, una interna o doméstica y otra externa o relacional, para un poco más adelante, en con-
sonancia con alguna de las afirmaciones que realizamos en esta obra, afirmar a su vez que: el haber cir-
cunscrito el principio de legalidad sólo al ejercicio de potestades administrativas que afectaban
directamente a los particulares fue la causa de que tal principio fuese en la formulación liberal del si-
glo XIX más que una conquista espectacular, un instrumento que se volvió en contra de sus propios au-
tores, contra su propia finalidad en una medida importante, al dejar exento de las exigencias del
principio justamente lo interno o doméstico de la Administración.
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9 Esta diferenciación, sin perjuicio de la existencia de personal sujeto al Derecho civil, está pre-
sente en la República Federal Alemana; al objeto puede verse lo reflejado por NICKSCH en su trabajo ya
citado. En este punto y en relación con lo expuesto, es de destacar la postura de Ramón PARADA, que no
estima como la mejor solución el distinguir entre funciones de autoridad y de gestión, op. cit., p. 450,
basándose en los problemas de la Administración alemana, que expone en la página 421.
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10 Curso de Ciencia de la Administración, Volumen I. Ed. Tecnos. Cuarta edición reformada. Ma-
drid. 2000.
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Por lo que se refiere a la conexión con las políticas públicas, las funciones
públicas se muestran más próximas a los factores organizativos, sin perjuicio
del necesario análisis de su ajuste a lo ordenado jurídicamente y, en consecuen-
cia, en intimidad con los intereses públicos dirigidos a la eficacia y racionalidad
de las decisiones político-administrativas, o simplemente políticas, en cuanto
necesitan de una ejecución administrativa11. Y aquí sí que surge un servicio que
no se dirige directamente al público sino al aparato político propiamente dicho.
11 De extraordinario interés y en completa conexión con las cuestiones que en esta obra se plantean, si
bien con un enfoque distinto, más general y de ciencia de la Administración, resulta la obra de Mariano
BAENA DEL ALCÁZAR, ya citada, Curso de Ciencia de la Administración. Volumen I; cuarta edición refor-
mada, en especial y más en directa conexión con lo aquí expuesto, en sus capítulos IX a XIII.
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FUNCIONARIOS Y EMPLEADOS PÚBLICOS EN LA ACTUALIDAD
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CAPÍTULO 3
NOTAS PROPIAS DE LA FUNCION PÚBLICA:
PERMANENCIA, OBJETIVIDAD Y ESPECIALIZACIÓN
O PREPARACIÓN TÉCNICA1
1 Las notas de la función pública que en este punto abordamos son analizadas preferentemente por
la doctrina administrativista en los tratados de Derecho administrativo que se ocupan con especial aten-
ción de la función pública, de ellos por el manejo preferente que por nuestra parte se ha realizado, sin
perjuicio de las referencias concretas que se realizan, se considera en especial a los siguientes autores:
Luis MORELL OCAÑA, Curso de Derecho administrativo I, Ed. Aranzadi, Pamplona 1998, en especial
las lecciones 12 y 13; Ramón PARADA VÁZQUEZ, Derecho Administrativo, obra y título citados. J.A.
SANTAMARÍA PASTOR, en Principios de Derecho Adminisrativo. Volumen I Capítulo XIII. Ed. Centro de
Estudios Ramón Areces. Madrid 2000.
Respecto de la objetividad y en orden a lo que aquí se mantiene, resulta clarificador Luciano P ARE-
JO ALFONSO, el Capítulo II, en especial el punto II. 2, del Manual de Derecho Administrativo Volumen
I. Ed. Ariel. Barcelona 1998, p. 33 y ss. E, igualmente SANTAMARÍA PASTOR, op. cit., p. 119 y ss. MO-
RELL OCAÑA, «El principio de objetividad en la actuación de la Administración pública», en Homenaje
a González Pérez, I, p.147 y ss. En la misma obra J.M. ALEGRE ÁVILA, «Objetividad e imparcialidad en
la Administración. El principio de especialidad en la composición de los órganos de selección», p. 889
y ss. Alejandro NIETO, «La Administración sirve con objetividad los intereses generales». Homenaje a
Enterría, III, p. 2185 y ss. La cuestión también es analizada por Juli PONCE SOLÉ, en Deber de buena
administración y derecho al procedimiento administrativo. Ed. Lex Nova. Valladolid 2001, p. 245 y ss.
2 Rafael JIMÉNEZ ASENSIO, en su obra Altos cargos y Directivos Públicos. Un estudio sobre las re-
laciones entre política y administración en España, 2ª edición, ampliada y adaptada a la Ley del Go-
bierno y la LOFAGE. Ed. IVAP. Oñati 1998, p. 61, llega a la conclusión de que la configuración de un
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LA FUNCIÓN PÚBLICA: NECESIDAD DE UN ANÁLISIS CONCEPTUAL
sistema profesional de función pública, asentado en criterios de mérito y capacidad, está plenamente
conectado con la objetividad en el actuar de la Administración pública, con la eficacia como principio
vector de su actuación, y con una gestión de los recursos públicos guiada por los principios de eficien-
cia y economía.
3 La dialéctica autoridad versus eficacia está tratada por BAENA DEL ALCÁZAR en su Curso de
Ciencia de la Administración, cuarta edición reformada. Op. citada, pp. 43 y 44. También guarda cone-
xión con la cuestión el Capítulo III en sus primeros puntos. De igual interés resulta «La legitimidad de
la Administración Pública» de BAÑÓN-CARRILLO en la obra La nueva Administración pública; Alianza
Editorial. Madrid 1997.
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NOTAS PROPIAS DE LA FUNCIÓN PÚBLICA: PERMANENCIA
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LA FUNCIÓN PÚBLICA: NECESIDAD DE UN ANÁLISIS CONCEPTUAL
Aclarando esta última afirmación, hay que poner de manifiesto que la íntima
conexión que se produce entre Derecho y organización, principalmente a través
de las normas reglamentarias las cuales quedan incluidas en el concepto de ley
que utiliza el artículo 103.1 de la Constitución, produce que el ordenamiento
jurídico recoja numerosos preceptos y normas de carácter técnico. Es decir, el
ordenamiento jurídico adopta muchas veces decisiones técnicas exigiendo su
aplicación por razón de que las considera como las ajustadas o mejores para los
intereses generales; en dichos casos la justificación, aun teniendo un fundamen-
to técnico inicial, es o constituye una referencia normativa y encierra una remi-
sión a la voluntad legal, por ello cabe considerar que es jurídica. La simple
referencia a la norma constituye una manifestación de objetividad administrati-
va. Pero, al contener las normas también referencias generales y abstractas a los
intereses públicos o generales, en múltiples ocasiones la justificación de su
cumplimiento o del ajuste de la actuación a los mismos constituye un necesario
razonamiento de índole técnica sobre la bondad, eficacia y eficiencia de la me-
dida adoptada. Ya no existe, como en el caso anterior, una referencia a la vo-
luntad legal, sino que se produce la necesidad de un informe o dictamen técnico
que justifique que la decisión cumple mejor que cualquiera otra los intereses
públicos porque este cumplimiento es la voluntad legal básica. La objetividad
que en este caso exige la Constitución se concreta en un documento o estudio y
no tanto en la referencia normativa, sino como consecuencia de la exigencia es-
tablecida en ésta.
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NOTAS PROPIAS DE LA FUNCIÓN PÚBLICA: PERMANENCIA
y, por ello, la objetividad que es objeto de análisis ahora resulta ser también
parte del sistema de eficacia de las Administraciones públicas, pero no sólo
afecta a ella sino que constituye un punto clave en el concepto que tratamos de
concretar, porque presenta el aspecto de autoridad que reviste la función públi-
ca profesional, frente a la política, porque afecta a las relaciones entre políticos
y burócratas o funcionarios públicos y porque, finalmente, se integra en el siste-
ma jurídico público o de garantías. Este último aspecto es el que más interesa
destacar, pues, por encima, de que, por ejemplo, la permanencia pueda ser un
derecho o una situación beneficiosa para los funcionarios, lo cierto es, por su
razón final, que constituye una garantía para los intereses públicos y para el
acierto de las decisiones administrativas y su objetividad y neutralidad.
Por ello, y ante las propuestas actuales de desfuncionarización o privatiza-
ción, es necesario que nos refiramos a la nota más importante de la función pú-
blica resultante de lo analizado hasta ahora: la de la función pública como
poder.
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CAPÍTULO 4
LA FUNCIÓN PÚBLICA COMO PODER.
UN PROBLEMA POLÍTICO: EL PODER POLÍTICO
Y JURÍDICO DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA1
1 La orientación de este punto no es la de ofrecer una idea del poder de la burocracia, sino de in-
cardinar a la función pública como parte del poder estatal, por lo que la bibliografía útil para el caso se-
ría toda aquella que analiza las bases constitucionales del Derecho administrativo o del Poder ejecutivo,
Gobierno y Administración, sobre todo en cuanto en este punto la determinación del poder o de las po-
testades de la función pública guarda íntima conexión con el Derecho, aun cuando no se pierde en abso-
luto la conexión con los aspectos organizativos y de dirección administrativa. Por ello sin pretender
eliminar cualquier tratado o manual de Derecho administrativo que explique dichas bases, se estima
que la bibliografía recomendada debe coincidir con aquella que ha sido referencia general en el punto
anterior, dedicado a las notas de la función pública, destacando las obras ya citadas de Luciano PAREJO
ALFONSO y J.A. SANTAMARÍA PASTOR, por su tratamiento. También es posible calibrar la importancia
de la función pública, si se conecta la importancia que al procedimiento administrativo otorga PONCE
LEAL, en su obra ya citada, con el hecho de que éste no es sólo función administrativa sino función pú-
blica y se ejerce por funcionarios públicos.
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LA FUNCIÓN PÚBLICA COMO PODER. UN PROBLEMA POLÍTICO
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LA FUNCIÓN PÚBLICA: NECESIDAD DE UN ANÁLISIS CONCEPTUAL
ca concreta o específica, sino que también existe una mayor intervención del
sector político de las Administraciones públicas.
De otro lado, también se destaca la especificación de unos principios básicos de
corte organizativo, como son los reseñados de eficacia, jerarquía, etc., que, precisa-
mente por ello, aparecen formando parte de los citados intereses generales.
En consecuencia, hay que analizar qué significa la objetividad reseñada
en el artículo y, forzosamente, debe conectarse con los principios que la
Constitución otorga a la Administración pública; es decir, objetividad es
atender a los intereses generales y no a los personales, particulares y priva-
dos, y actuar con pleno sometimiento a la ley y el Derecho. Y esta objetivi-
dad, sin perjuicio de otras eficacias comunes, constituye una eficacia
general, política y jurídica; esta última en su vertiente más política, la de la
consecución de un sistema equitativo. Conectadas ambas cuestiones, el ser-
vicio objetivo a los intereses generales implica una necesaria indagación y
referencia en la ley y en la voluntad y fines que ella manifiesta, o, en defini-
tiva, una referencia al Derecho, en su gran y amplio sentido de ordenamien-
to jurídico o principios generales que lo inspiran. De este modo, la conexión
de la función pública con el ejercicio de una actividad técnico-jurídica y con
el Derecho es evidente y, en consecuencia, con la emisión o adopción de ac-
tos administrativos o, en su caso, con la contribución en la formación de los
anteproyectos de normas, incluidos los anteproyectos de leyes, aplicando las
técnicas que permitan el equilibrio y eficacia de los sistemas normativo y ju-
rídico y distribuyendo o delimitando la competencia o contenidos propios de
leyes y reglamentos, permitiendo así, finalmente, la eficacia en la adminis-
tración o gestión pública. Pero las implicaciones de estas cuestiones se ana-
lizarán posteriormente.
Lo que, en resumen, interesa destacar ahora es que la garantía de los intere-
ses públicos es una función pública y que en el campo que se manifiesta con
mayor repercusión y con desconexión de los derechos subjetivos es en el de la
organización administrativa o de las Administraciones públicas y en el que se
evidencia la conexión con los principios de la eficacia, jerarquía, descentralización,
desconcentración y coordinación, que, al ser constitucionales, constituyen Derecho
y someten a las Administraciones públicas y son a su vez un interés general a cum-
plir y hacer efectivo, y, en consecuencia, la atención a los mismos en las deci-
siones organizativas se convierte en una actuación objetiva y en una función
pública más2. Pero la cuestión que aquí surge es la de que las reglas o princi-
pios de la eficacia administrativa o de la buena administración, no son Derecho
54
LA FUNCIÓN PÚBLICA COMO PODER. UN PROBLEMA POLÍTICO
55
LA FUNCIÓN PÚBLICA: NECESIDAD DE UN ANÁLISIS CONCEPTUAL
3 Esta visión de actividad continuada de política y administración es la que nos ofrece la Ciencia
de la Administración como una rama de la ciencia política, cuestión en la que resulta fundamental la re-
petida obra del profesor BAENA DEL ALCÁZAR, en especial su Curso de Ciencia de la Administración.
Volumen I. Cuarta edición reformada.
56
LA FUNCIÓN PÚBLICA COMO PODER. UN PROBLEMA POLÍTICO
57
CAPÍTULO 5
LA SITUACIÓN EN LA LEGISLACIÓN ESPAÑOLA.
PRINCIPIOS LEGALES GENERALES Y PRÁCTICAS
Y ASPIRACIONES POLÍTICAS1
1 El objetivo de este punto al ser el del análisis de los principios básicos de ordenación de la fun-
ción pública que establece la vigente legislación española guarda relación principalmente con aquellos
trabajos o publicaciones que han examinado la reforma de 1984 y la Ley 23/ 1988, de ahí que sean de
utilidad las ya citadas de SUAY RINCÓN, «La reforma de la función pública. Su impacto sobre la buro-
cracia», SÁINZ MORENO, «El Estatuto de la función pública después de la Sentencia constitucional
99/1987 y la Ley 23/1988», GONZÁLEZ-HABA, «La nueva normativa sobre la función pública y sus deri-
vaciones en el ámbito local». CARRASCO CANALS. «La función pública española en la actualidad (la re-
forma y perspectivas de futuro».
La importancia de la estructura corporativa y su consideración como sistema de carrera es objeto
de atención por OLIVAGUTIÉRREZ REÑÓN, «Los Cuerpos de funcionarios», Documentación Adminis-
trativa, nº 124, julio-agosto 1968, p. 38; Alejandro NIETO, «Afirmación, apogeo, decadencia y crisis de
los Cuerpos de funcionarios», Estudios sobre la burocracia española. Instituto de Estudios Políticos,
Madrid 1974, pp. 127 y ss. ALBADALEJO CAMPOY, «Pasado, presente y futuro de la función pública es-
pañola». Cuadernos Económicos de Información Comercial Española, nº 12, 1980, pp. 53 y ss. ESCUIN
PALOP, «Cuerpos de funcionarios y Ley de Medidas para la Reforma de la Función Pública». Revista
Española de Derecho Administrativo, nº. 48, octubre-diciembre 1985, pp. 497 y ss. JIMÉNEZ ASENSIO,
«Cuerpos generales versus cuerpos especiales: la fragmentación de la función pública en el siglo XIX».
Revista Vasca de Administración Pública, nº 23, enero-abril 1989, pp. 81 y ss.
Respecto de la carera administrativa, que forma parte de las referencias de este punto, hay que con-
siderar GUTIÉRREZ REÑÓN, «La carrera administrativa en España, evolución histórica y perspectivas»,
Documentación Administrativa, nº 210-211, pp. 29 y ss.
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hay que concluir que más, que razones técnicas, existe un hecho político y
constitucional que es la necesidad de que las Comunidades Autónomas puedan
dentro de su autonomía y potestad configurar su propia función pública y que lo
hagan dentro de unas bases comunes y límites de unidad que no afecten al prin-
cipio de igualdad constitucionalmente establecido.
De este modo, las bases realmente importantes, pues otras resultantes de la
Ley pueden ser criticadas, son las reseñadas en el punto anterior, pero su valo-
ración debe continuar estableciéndose considerando no sólo el hecho reseñado,
sino también teniendo en cuenta la existencia de unas prácticas, consideracio-
nes e ideas presentes en la política diaria y ordinaria del momento. Momento de
transición, de afán de ruptura con los sistemas del régimen franquista y, por
tanto, de desconfianza hacia cualquier sistema, organización y personas relacio-
nadas con él. La unión de esta situación, con la puesta en marcha de una nueva
Administración e instancia política y la transferencia estatal de medios materia-
les pero no de los personales encargados en la Administración central de la fun-
ción directiva y de las funciones transferidas, junto con la apertura que propicia
la Ley 30/1984 de sistemas de movilidad, selección y provisión de puestos de
trabajo y el de relaciones de puestos de trabajo, produce la necesidad de cubrir
unas plantillas que no surgen de procesos racionales y progresivos, sino a im-
pulsos políticos, fundadas en programas de partido y de políticas públicas con
tendencias de innovación y, en definitiva y paradójicamente, con mimetización
de las estructuras estatales. Esta mimetización se ofrece no sólo respecto de las
políticas de personal, sino en general, y no sólo respecto de las estatales, sino
de las primeras adoptadas por las Comunidades Autónomas catalana y vasca,
como consecuencia del proceso político, de la confusión de la eficacia con la
rapidez y de la escasa formación y, sobre todo, experiencia de políticos y fun-
cionarios autonómicos.
La carencia de personal realmente experto en las funciones directivas y de
nivel superior de administración pública, la clasificación y relación de puestos
de trabajo más formal que real, la necesidad política de personal de confianza,
la proliferación de concursos para proveer puestos de trabajo abiertos a todas
las Administraciones públicas, la selección de personal condicionada por la
presencia de personas reclutadas en las preautonomías con carácter interino o
laboral, la clasificación de puestos de trabajo por las propias convocatorias de
concursos y pruebas de selección a puestos concretos y la sobredimensión de
las plantillas y estructuras por copia de una Administración estatal y de la con-
secuencia de la incorporación de los puestos del personal de la AISS y del Movi-
miento y, finalmente, por la adopción de un modelo y estructuras consolidadas
en muchos años, sin ajustarse al hecho de unas Administraciones incipientes, es
lógico que dieran lugar a procesos y procedimientos en los que la racionalidad
y los sistemas de las Administraciones consolidadas no fueran más que forma-
les. De este modo, las contradicciones, las paradojas y la carencia de una políti-
ca de personal son lógicas; abundando, en cambio, las referencias a la panacea
de la eficacia, la privatización, la laborización, la desfuncionarización y la des-
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LA SITUACIÓN EN LA LEGISLACIÓN ESPAÑOLA
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CAPÍTULO 6
PUNTOS CONCRETOS PROBLEMÁTICOS
EN EL SISTEMA LEGAL ESPAÑOL1
1 Una vez más las cuestiones que se tratan en este punto, si exceptuamos la selección de funciona-
rios o personal de las Administraciones públicas o la provisión de puestos de trabajo y la cuestión, ya
tratada en parte, de la objetividad en la Administración pública, no ha sido objeto de un tratamiento es-
pecífico, sino que son analizadas en obras generales de Derecho administrativo o de Ciencia de la Ad-
ministración, según los casos. No obstante, al objeto de ofrecer al lector o al estudioso una visión
bibliográfica de los temas concretos que son objeto de atención, se ofrece el siguiente resumen:
Respecto de la selección de personal y provisión de puestos de trabajo de trabajo resultan aclarato-
rias y de utilidad: JIMÉNEZ ASENSIO, Políticas de selección en la función pública española (1808-1978),
Ministerio para las Administraciones Públicas, Madrid 1989. ESCUIN PALOP, El acceso del personal y
la provisión de puestos de trabajo en la Administración del Estado y de las Comunidades Autónomas,
Instituto Nacional de Administración Pública, Madrid 1987; Manuel BEATO ESPEJO, «La libre designa-
ción a la luz de la doctrina jurisprudencial: garantías jurídicas», en REDA. nº. 56, 1987. Por mi parte, he
tratado estas cuestiones en «La selección de personal en la Administración pública», op. cit.; «Situación
actual de la selección de personal en la Administración Pública», Dossier de Jornadas sobre selección
de personal al servicio de las Administraciones Públicas, Sevilla, Mayo 1987 y «El puesto de trabajo
en la Administración española», Revista Andaluza de Administración Pública nº 27, Julio,-Agosto-Sep-
tiembre 1996, pp. 299 y ss. En el enfoque de la carrera administrativa, GUTIÉRREZ REÑÓN, «La carrera
administrativa en España, evolución histórica y perspectivas», op. cit.; CÁDIZ, «Notas sobre la carrera
profesional del funcionario público», Documentación Administrativa, nº 210-211, mayo-setiembre
1987, pp. 97 y ss. ARROYO YANES, La carrera administrativa de los funcionarios públicos, Universidad
de Cádiz, Ed. Tirant lo Blanch, Valencia 1994 y La ordenación de la función pública contemporánea:
la carrera administrativa, Instituto Andaluz de Administración Pública, 1996. También mi trabajo «La
carrera administrativa», Cuadernos Económicos de Información Comercial Española, núm. 13; julio
1980, pp. 123 a 135.
Respecto de la cuestión de la objetividad sigue siendo útil la bibliografía expuesta en la nota 1 del
capítulo 3, pero en conexión con las cuestiones tratadas en este punto puede verse Julián Á LVAREZ,
«Neutralidad política y carrera administrativa de los funcionarios públicos», Documentación Adminis-
trativa, nº 210-211, mayo- septiembre 1987, pp. 71 y ss.; ALEGRE ÁVILA, «La promoción interna de los
funcionarios públicos», Revista de Administración Pública, nº 113, mayo-agosto 1987, pp. 217 y ss.
Respecto de la gestión de personal o de recursos humanos: Joan PRATS, «Política, gestión y admi-
nistración de recursos humanos en las Administraciones Públicas», Documentación Administrativa, nº
210-211, mayo-septiembre 1987, pp. 121 y ss. La gestión de recursos humanos en las Administraciones
Públicas, obra coordinada por Blanca OLÍAS DE LIMA, Ed. Complutense, Madrid, 1995; VILLORIA DEL
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LA FUNCIÓN PÚBLICA: NECESIDAD DE UN ANÁLISIS CONCEPTUAL
PINO, Manual de gestión de recursos humanos en las Administraciones públicas. Ed. Tecnos, Madrid
1997.
Respecto de las relaciones entre políticos y altos funcionarios o del directivo público: A. NIETO
GARCÍA, «Necesidad de una disciplina básica para la formación de directivos», Documentación Admi-
nistrativa núm. 200; A. MARTÍN ACEBES, «Objetivos y estrategia de modernización de la Administración
Pública» en «La formación de directivos para la modernización de la Administración Pública». Encuen-
tro internacional.- MAP 1992; pp. 29 y ss. Manuel ARENILLA SÁEZ. «La estructura de la Administración
Pública: análisis, evaluación y propuestas». Obra colectiva Los recursos humanos en las Administracio-
nes Públicas, dirigida por Andrés RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ; pp. 90 y ss. Ed. Tecnos,. Madrid 1995.
E. SÁNCHEZ SANTA-BÁRBARA, «Estilos de Dirección en la Administración Pública». En la obra colecti-
va citada, pp. 395 y ss. José Manuel CANALES ALIENDE. «El directivo público». Actualidad Administra-
tiva; núm. 7/12-18 de febrero de 1996. Rafael JIMÉNEZ ASENSIO, Altos Cargos y Directivos Públicos.
Un estudio sobre las relaciones entre política y administración en España, op. cit., VELÁZQUEZ, «Em-
pleados públicos y funcionarios: algunas ideas sobre la función directiva». Gestión y Análisis de Políti-
cas Públicas nº 10 septiembre-diciembre 1997, pp. 53 y ss. Carlos LOSADA MARRODÁN; Mª Victoria
BERGAZ PÉREZ, La función directiva pública, Parte de Obra completa, T.5, Instituto Andaluz de Admi-
nistración Pública 2001. Por mi parte, el tema lo he tratado en el trabajo citado en la nota anterior y en
La selección del personal en la Administración Pública, también citada, pp. 76 y ss.; así como en el mi-
meografiado «Directivos y recursos humanos en la Administración Pública». Master Universitario en
Administración Pública de la Universidad de Granada y Junta de Andalucía 1992.
2 Sobre la dialéctica cuerpos generales-cuerpos especiales puede verse el trabajo, ya citado, de Ra-
fael JIMÉNEZ ASENSIO, Cuerpos Generales versus Cuerpos especiales: la fragmentación de la función
pública española en el siglo XIX.
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3 La carencia de verdadero sustrato técnico en las relaciones de puestos de trabajo fue puesta de
relieve por Alberto GUTIÉRREZ REÑÓN y Manuel LABRADO FERNÁNDEZ, La experiencia de la evalua-
ción de puestos de trabajo en la Administración Pública; Instituto Nacional de Administración Pública.
Madrid 1988.
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4 La cita está extraída de la p. 284 del Curso de Ciencia de la Administración. Volumen I, op. cit.,
del capítulo X dedicado a las funciones administrativas.
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LA FUNCIÓN PÚBLICA: NECESIDAD DE UN ANÁLISIS CONCEPTUAL
más firmes no prueba otra cosa sino que con la jurisdicción y la judicialidad,
al proponer la institución de un Tribunal Político Constitucional, no se persi-
gue en realidad otra cosa que fundar, frente a los apetitos y los negocios de la
política de partido, una instancia neutral y política, creando una cierta «per-
manencia». Es decir, permanencia, independencia y objetividad resultan ínti-
mamente unidas y la primera garantiza la segunda y sin la independencia no
puede existir la objetividad6. En estas citas, sin embargo, la objetividad consti-
tuye una referencia fundamentalmente jurídica.
6 Mariano BAENA DEL ALCÁZAR. Curso de Ciencia de la Administración. Volumen I, cuarta edi-
ción reformada, pp. 298 y ss., matiza estos tres conceptos y señala sus diferencias. También son anali-
zadas las diferencias o la distinción entre neutralidad, imparcialidad y objetividad en la obra ya citada
de Juli PONCE SOLÉ, p. 246 y ss.
7 Juan SANTAMARÍA PASTOR, en consonancia con lo dicho y con cuestiones que tratamos a conti-
nuación, en su obra Principios de Derecho Administrativo. Volumen I, Ed. Centro de Estudios Ramón
Areces, S.A., 3ª edición, pp. 119 y ss., destaca los principios de objetividad e imparcialidad como pará-
metros de valoración jurídica de toda la actividad administrativa, pero muy especialmente respecto de
las actividades materiales y técnicas, sobre las que el principio de legalidad no despliega toda su efica-
cia. Y señala que estos principios constituyen el fundamento de la opción de la Constitución por un sis-
tema burocrático profesionalizado seleccionado con arreglo a los principios de igualdad, mérito y
capacidad y con una situación de inamovilidad, pero también los considera la base del establecimiento
de un conjunto de reglas de comportamiento tendentes a asegurar el correcto uso de las potestades ad-
ministrativas y la ponderación de todos los intereses sobre los que éstas han de incidir, concretando que
tal es la función básica del procedimiento administrativo, que la ley debe regular y al cual ha de aco-
modarse la actuación administrativa [art. 105 c) CE], así como diversos trámites constitutivos del mis-
mo, como los principios de contradicción y audiencia [art. 105 a) y c) CE] y el deber de abstención
que pesa sobre las autoridades públicas en los supuestos en que su interés personal pueda influir en la
decisión que haya de adoptarse (arts. 28 y 29 LRJAP).
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Queda, en cambio, sin una solución expresa o clara el segundo aspecto del
problema; es decir, cómo el órgano decisor puede suplir la propuesta de resolu-
ción o los informes técnicos por otros que considere más ajustados. El procedi-
miento administrativo sólo pone de manifiesto que la resolución le corresponde,
por lo que la separación de la propuesta o de los informes por parte de la resolu-
ción sólo tiene como obligación formal la de la motivación y manifestación de la
razón por la que no se acepta; lo que, finalmente, siempre supone una
referencia jurídica en cuanto a la adecuación de la decisión al Derecho, aun
cuando sea en su vertiente de defensa de los intereses públicos. Pero como el
órgano decisor, normalmente un cargo político, no tiene por qué poseer los co-
nocimientos técnicos precisos para suplir las propuestas o informes, en su caso,
12 Hay que recordar que en los estudios y análisis de la Administración Pública o de Ciencia de
la Administración se ha destacado la información como uno de los aspectos constitutivos o ca-
racterísticos de la Administración pública y el hecho de su acaparamiento y monopolización por
los poderes ejecutivos, sin permitir el acceso parlamentario a la misma, y se ha puesto de relieve
que la información que supone debería estar al alcance de todos, lo que implica una concepción de
la Administración como servicio al público y no a los Gobiernos. Vease DEBBASCH, Ciencia Admi-
nistrativa. Administración Pública. Ed. Instituto Nacional de Administración Pública. Madrid 1981,
p. 46.
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LA FUNCIÓN PÚBLICA: NECESIDAD DE UN ANÁLISIS CONCEPTUAL
14 Las cuestiones que plantean los principios de dirección y jerarquía se exponen con mucha clari-
dad por Juan Alfonso SANTAMARÍA PASTOR, en su obra Principios de Derecho Administrativo, Vol. I,
op. cit., pp. 454 y ss., partiendo de la distribución orgánica de competencias como un obstáculo o
cuestión para la eficacia del principio de jerarquía, dice, en concreto, que si un órgano tiene atribui-
da normativamente una competencia con carácter exclusivo, el superior no podrá darle órdenes ni
instrucciones, ni sustituirle, ni anular sus actos, puesto que en tal caso, estaría ejerciendo por sí
una competencia que el sistema normativo ha otorgado de modo exclusivo y excluyente al inferior.
Por ello se refiere a la noción de dirección, aplicable en estos casos de atribución exclusiva de la com-
petencia, como son los casos de decisiones, asesoramiento, enjuiciamiento o selección y tareas mate-
riales que implican una preparación específica. En estos casos nos dice que los poderes de dirección se
reducen a la posibilidad de un condicionamiento externo de la actividad y, en ocasiones, a un condicio-
namiento finalista, pero en ningún caso a la posibilidad de predeterminar el contenido de la actividad
del órgano inferior.
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PUNTOS CONCRETOS PROBLEMÁTICOS EN EL SISTEMA LEGAL ESPAÑOL
Del artículo 24 se deducen las mismas exigencias que con respecto a los an-
teproyectos de ley y se especifica que, además de los informes preceptivos, de-
ben recabarse cuantos estudios y consultas se estimen convenientes para
garantizar el acierto y legalidad del texto. Todos los estudios, informes, con-
sultas, actuaciones y audiencia a los interesados, junto con la memoria, deben
ser conservados en el expediente. En todo caso, también es preceptivo el infor-
me de la Secretaría General Técnica y, en los que proceda, el dictamen del
Consejo de Estado. Igualmente se requiere exista informe previo del Ministerio
de Administraciones Públicas cuando la norma reglamentaria pueda afectar a la
distribución de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas.
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LA FUNCIÓN PÚBLICA: NECESIDAD DE UN ANÁLISIS CONCEPTUAL
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PUNTOS CONCRETOS PROBLEMÁTICOS EN EL SISTEMA LEGAL ESPAÑOL
nistración pública, sin perjuicio de que el hecho de que el colaborador sea un fun-
cionario experto y de alta formación forma parte de las garantías necesarias. Todo
ello sin perjuicio de que la colaboración funcionarial sea preferentemente técnica,
en el sentido de poner de manifiesto los problemas existentes para llevar a cabo la
política pública, las necesidades de reformas y acciones concretas para eliminar
barreras y en el de proponer soluciones y procedimientos para hacerla realidad.
En definitiva, pues, y resumiendo todo lo anterior, la relación de jerarquía, tal
como veíamos que pone de manifiesto PAREJO ALFONSO o, en su caso, SANTAMA-
RÍA PASTOR, no alcanza o no puede determinar el contenido de aquellos actos, ac-
tuaciones o informes de contenido técnico, especializado o profesional, en especial
en cuanto, además, afecte a las garantías que el ordenamiento jurídico establece
para la adecuación a Derecho de la actuación administrativa y efectividad de los
intereses públicos, de las que forma parte la objetividad en el ejercicio de las fun-
ciones públicas. En dicho sentido, en cuanto la libre designación pueda afectar a
dicha objetividad colocando al funcionario público en situación de dependencia y
condicionando el contenido de su actuación, hay que considerar al sistema como
inconstitucional, sin perjuicio de que en todo caso esté sujeto al principio de igual-
dad, mérito y capacidad, pues en aquellas áreas o campos en los que no sea exigi-
ble la objetividad, no deja de serlo en cambio la eficacia. Así, por ejemplo, el que
hayamos considerado que el diseño de políticas públicas pueda ser campo apropia-
do para la libre designación, no quiere decir que no importe que ellas sean adecua-
das y eficaces, por lo que es exigible que los designados reúnan las condiciones,
requisitos y experiencia para que ello sea así. La relación de jerarquía, pues, o el
mando jerárquico, en los procedimientos administrativos juega el papel básico del
impulso y la dirección, sin perjuicio del control de que la actividad se desarrolle
conforme a las garantías legales establecidas, velando también por la imparcialidad
de los funcionarios públicos que actúan, sobre todo en orden a la inexistencia de
incompatibilidades legales; es decir, velando porque el funcionario que ejerce fun-
ciones públicas en un procedimiento no se vea implicado en intereses ajenos a los
públicos que se deciden.
En consecuencia, el equilibrio entre la relación de jerarquía y la objetividad
se produce en el seno de los procedimientos administrativos y en especial con
el requerimiento por las normas de informes técnicos y jurídicos y estudios y
análisis previos que justifiquen la necesidad y racionalidad y, también, por su-
puesto y según casos, por la participación y alegaciones previas de los sectores
de intereses implicados en la decisión administrativa y, sobre todo, mediante
las propuestas de resolución o de actuaciones concretas. Igualmente, tiene im-
portancia en dicho equilibrio el sistema legal de incompatibilidades para cargos
y funcionarios públicos15. Al legislador, pues, corresponde el establecimiento
15 La importancia de esta cuestión se manifiesta de muchas maneras, pero resulta interesante, por
ejemplo, exponer aquí unas declaraciones del Fiscal Jefe de la Fiscalía Anticorrupción, D. Carlos Jimé-
nez Villarejo, efectuadas el 16 de diciembre de 2001, en la revista El Semanal, cuando a la pregunta so-
bre si España es más corrupta que otros países europeos, respondía: Lo importante no es la
comparación con otros países europeos, el problema es que la corrupción va cambiando de formas a
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LA FUNCIÓN PÚBLICA: NECESIDAD DE UN ANÁLISIS CONCEPTUAL
consecuencia de una cierta confusión entre el interés público y el interés privado. El transvase a la
función pública de personas que han desarrollado actividades profesionales de carácter privado, con-
lleva intereses y compromisos, sobre todo cuando esas empresas se llaman Telefónica o Repsol, o son
los grandes bancos. Hay una situación de riesgo objetivo de abusar del poder. Vemos tráfico de in-
fluencias, uso de información privilegiada de cargos públicos que infringen leyes de icompatibilidades
de una forma más o menos discreta u oculta. Opinión que, aun no siendo fruto de un análisis científico,
tiene raíces empíricas y que revela o coincide con los peligros que aquí evidenciamos, aunque referidos
a la libre designación y a la dependencia política.
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PUNTOS CONCRETOS PROBLEMÁTICOS EN EL SISTEMA LEGAL ESPAÑOL
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LA FUNCIÓN PÚBLICA: NECESIDAD DE UN ANÁLISIS CONCEPTUAL
Sea como sea, adscripción doble o múltiple, los puestos de trabajo clasifica-
dos de libre designación no pueden, en consecuencia, constituir puestos o pla-
zas de un determinado cuerpo de funcionarios a efectos del cálculo de vacantes
a cubrir por las pruebas selectivas de ingreso en la función pública y tienen que
quedar excluidas de dicho sistema selectivo, lo que implica que no sean consi-
deradas vacantes a dichos efectos. Y ello es así, como es lógico, por la simple
múltiple y varia adscripción, de modo que, en las denominadas plantillas de
cuerpo, el puesto no puede formar parte de ninguna de ellas. Por ello, el cesado
en el puesto de libre designación tiene que volver a un puesto de la plantilla de
su cuerpo, ya que al cesar no queda, técnicamente, en la situación de expectati-
va de destino, ni puede, por tanto, pasar a la situación de excedencia forzosa,
sólo procedente en los casos de reasignación de efectivos, según el artículo 12
del Real Decreto 365/1995, de Situaciones administrativas de Funcionarios Ci-
viles del Estado, correspondiéndoles en cambio la adscripción provisional a un
puesto de su Cuerpo o Escala hasta que obtengan otro definitivo, según el
artículo 58.2 del Real Decreto 364/1995. Ello obliga, pues, a tener siempre
puestos vacantes para proceder a esta adscripción provisional. Incluso, la Ad-
ministración del Estado, en los casos de ceses por libre designación y, en au-
sencia de vacante, ha regulado en Resolución de 15 de febrero de 1996, de las
Secretarías de Estado de Administración Pública y de Hacienda, un sistema de
creación de puestos de trabajo al efecto [Punto III; reglas 2.1 c) y 2.2 c)]. Esta
solución realmente le libera de un complicado procedimiento de control de va-
cantes para evitar que por un error no pudiera volver a su habitual función y
profesión un funcionario cesado en libre designación y acalla posibles reivindi-
caciones de derechos subjetivos o adquiridos.
Sin embargo, los puestos de libre designación sí deben considerarse a efec-
tos de las relaciones de puestos de trabajo, lo que, además de obligar, en su
caso, a distinguir las plantillas de cuerpo de las relaciones de puestos de traba-
jo, implica que sí están sujetos a su necesidad racional y efectiva y, por tanto,
deben ser resultado de un estudio y análisis previo que parta, ante todo, de la
existencia de carga de trabajo y responsabilidad suficiente, del análisis de su
coste y existencia de crédito y de la delimitación de sus funciones, requisitos,
etc., que permitan el diseño de las características de las personas que los tengan
que desempeñar.
Lo que evidencia el sistema es que determinados puestos que podían ser ca-
lificados dentro del nivel directivo y propios, inicialmente, de los administrado-
res superiores, no se clasifican exclusivamente para ellos y que pueden ser
ocupados por especialistas que carezcan de experiencia en los órdenes adminis-
trativos de carácter general o común y que, realmente, sus funciones no van a
ser directivas en el sentido organizativo, de gestión y jerárquico y me atrevo a
decir que tampoco en el funcional o material, campo ya determinado por la di-
rección o direcciones generales competentes en la materias correspondientes o
por la normativa concreta. Su misión, pues, tendría conexión con funciones más
bien representativas o de orden político o muy particularizado respecto de la
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PUNTOS CONCRETOS PROBLEMÁTICOS EN EL SISTEMA LEGAL ESPAÑOL
17 En orden a la determinación de lo que son directivos públicos pueden verse los trabajos citados
en la nota 1 de este capítulo 6.
18 En mi trabajo, ya citado, de La selección del personal en la Administración pública, pp. 82 y ss., se
realizó un intento de fijación de las áreas de conocimiento propias de la formación del directivo, desta-
cando preferentemente las relativas a la organización y estructuras y en especial se hacía referencia al
conocimiento que denominamos de enfoque jurídico estructural, en el cual se atendiera a la condición
de la Administración como fenómeno jurídico, resaltando la importancia del factor jurídico y su reper-
cusión en las formas de organización administrativa o pública. Es decir, el enfoque allí definido, consti-
tuía la idea germen del enfoque que preside este punto. De otro lado, la importancia y relación de las
políticas públicas con el nivel directivo es puesta claramente de manifiesto por BAENA DEL ALCÁZAR en
su Curso de Ciencia de la Administración, cuarta edición reformada, ya citado, en especial, en sus capí-
tulos XI, XII y XIII.
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LA FUNCIÓN PÚBLICA: NECESIDAD DE UN ANÁLISIS CONCEPTUAL
pueden formar parte del cálculo de las vacantes a ofrecer en las pruebas selecti-
vas de un cuerpo o categoría determinada de funcionarios.
Pero, del mismo modo, el funcionario de un cuerpo que accede a un puesto
de libre designación no puede dejar una vacante, en su cuerpo o categoría, al
efecto del ingreso de un nuevo funcionario; por ello, en el cuerpo o en los pues-
tos de su categoría siempre debe quedar un número de puestos, equivalente al
número de funcionarios en puestos de libre designación, digamos «congelados»
y sin posibilidad, por tanto, de entrar en el cálculo de vacantes a efectos de
pruebas selectivas de ingreso. Además, esta «congelación» podría resolverse
mediante la reserva del puesto concreto que deja el funcionario para pasar a
uno de libre designación o, en cambio, simplemente, mediante la reserva de uno
indeterminado, dentro del cuerpo o de la clase correspondiente. Cualquiera de
las decisiones que se adopten tienen repercusión en la gestión de personal, pero
también en la carrera administrativa de los funcionarios públicos y las conse-
cuencias, en algunos casos, llegan a ser la quiebra del sistema de provisión y la
práctica anulación del procedimiento de los concursos de méritos.
Explicando aún más la situación, debemos precisar que la que hemos deno-
minado como congelación obedecería a la necesidad de recolocación de los ce-
santes en puestos de libre designación en otro puesto, pero si bien el puesto que
el nombrado por libre designación venía ocupando no debe ser considerado va-
cante a efectos de ingreso en la función pública, sí debe ser considerado como tal a
efectos de provisión de puestos de trabajo, en su caso por concurso. Ello, en cuanto
se debe facilitar la carrera del resto de funcionarios. Lo que no existe desde el pun-
to de vista del sistema de provisión, ni legal, ni reglamentariamente, es una reserva
del puesto conseguido por concurso para aquellos funcionarios que acceden a un
puesto de libre designación en tanto ocupen éste. De este modo, el sistema adopta-
do generalmente, es el que viene especificado en el artículo 58.2 del Real Decreto
364/1995, de manera que los funcionarios cesados en un puesto de libre designa-
ción serán adscritos provisionalmente a un puesto de trabajo correspondiente a su
Cuerpo o Escala no inferior en más de dos niveles al de su grado personal en el
mismo municipio, en tanto no obtengan otro con carácter definitivo, con efec-
tos del día siguiente al de la fecha del cese y de acuerdo con el procedimiento
que fije el Ministerio para las Administraciones Públicas. El Decreto 33/1999,
del Gobierno valenciano, establece similar criterio en su artículo 29.2.
De otro lado, el artículo 63, del Reglamento estatal, regula las adscripciones
provisionales, contemplando el caso de ceses en las libres designaciones y tam-
bién el de los ceses en un puesto de trabajo obtenido por concurso. De la legis-
lación valenciana se deduce que los nombramientos provisionales son posibles
por las mismas causas señaladas de ceses en puestos de libre designación o re-
mociones de los de concurso.
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19 De los datos obtenidos de los presupuestos para el año 2001 de la Generalitat Valenciana y de
los proporcionados a los sindicatos por la Administración en diciembre del 2000, nos resultan las si-
guientes cifras de destinos provisionales (comprendidos nombramientos provisionales, comisiones de
servicios e interinidades) sobre los totales por grupos de titulación, personal de Administración general
y especial, excluido personal docente y sanitario:
Grupo A: Total de puestos 2.801. Provisionales 1.401
Grupo B: Total de puestos 1.415. Provisionales 629
Grupo C: Total de puestos 2.408. Provisionales 762
Grupo D: Total de puestos 4.453. Provisionales 1.411
Grupo E: Total de puestos 2.720. Provisionales 1.161
El total de puestos en Presupuestos es pues de 13.797 y son ocupados 5.414 de ellos con carácter
no definitivo, lo que hace un porcentaje del 40%, pero que si se atiende al grupo superior de titulación
A se eleva al 50%.
En la obra La libre designación en la función pública vasca de Rafael JIMÉNEZ ASENSIO y Adela
MESA DEL OLMO, Bilbao, 1993, se recogen datos sobre los puestos de libre designación en dicha Admi-
nistración.
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que debe ser por breve tiempo no hay por qué establecer un procedimiento com-
plejo de concurrencia. Por ello, los reglamentos no establecen procedimientos y el
sistema se mueve a propuesta de los jefes afectados por la vacante o por las peti-
ciones y gestiones de los interesados en acceder a un puesto. Pero la realidad no es
la de que la provisionalidad o comisión de servicios sea breve (de serlo nunca hu-
biera aparecido el sistema) y explicaremos las razones existentes para ello.
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tiempo y la preparación técnica para solucionar todas las cuestiones que un de-
terminado, asunto o problema puedan plantear. Pero esta argumentación, aun-
que admisible, no puede considerarse sin tener en cuenta que lo normal es que
los proyectos o anteproyectos de las leyes, como he manifestado anteriormente,
se realizan por la Administración pública a la que sí se considera preparada téc-
nicamente y que, por tanto, sí podría desarrollar en los borradores de la norma
correspondiente los detalles técnicos que puedan escapar al poder legislativo.
La cuestión, pues, no es tanto de preparación técnica como de eficacia del siste-
ma jurídico, en especial del normativo y, enlaza con los conceptos que el Dere-
cho administrativo maneja respecto de las fuentes del Derecho y del
ordenamiento jurídico, proclamando como tales a las normas primarias, perma-
nentes o soberanas. En definitiva, lo que resulta evidente es que una ley que
desciende al detalle, que no se limita a establecer principios y reglas generales,
abstractos, que sujeten a la Administración en su actividad, puede incurrir en
excesos de regulación contrapoducentes y exigir cambios normativos prontos y
rápidos que no se ajustan al procedimiento legislativo, más lento que el de ela-
boración de los reglamentos y más sujeto a la participación y al debate político
y parlamentario, así como al sistema de las mayorías en el Parlamento.
La colaboración entre la ley y el reglamento es necesaria, pues, para la efi-
cacia del sistema jurídico, ya que, además, en la actualidad no es posible predi-
car un sistema de vinculación positiva de la Administración a la ley, dadas las
cuestiones y problemas que dependen de una Administración pública eficaz y,
aunque nuestro ordenamiento jurídico no haya perfilado una reserva material a
favor del reglamento, es indudable que en la práctica hay que determinar las
cuestiones que son propias de ser reguladas por éste y las que deben ser tratadas
o llevadas a la ley, y esta determinación, si no con carácter general, sí debe reali-
zarse en cada caso concreto. VILLAR PALASÍ, en su momento, evidenciaba este
necesario equilibrio entre ley y reglamento cuando decía: …es preciso recordar
la peculiar característica del ordenamiento administrativo que se debate entre
el principio de legalidad y plenitud normativa y el apego necesario a lo con-
creto en la regulación positiva, como ya se vio anteriormente. Esta tensión in-
terna, que alude al «espacio normativo», exigiría que todo detalle, para cada
lugar y cada caso, estuviera en la Ley. Sin embargo, como vimos ya, es imposi-
ble, si no contraproducente, que un Parlamento pueda eficazmente hacer frente
a tal reto. A ello hay que sumar lo relativo al «tiempo normado», ya que el
apego a lo concreto conlleva la necesidad de alterar o actualizar la norma con
gran frecuencia, para hacer frente a los cambios que continuamente se produ-
cen en la realidad sobre la que hay que actuar. De este modo, espacio y tiem-
po, legalidad y detalle, permanencia y contingenciabilidad, marcan, en la
teoría de las normas, el gran envite que el Derecho administrativo ha de acep-
tar y, por algún camino, resolver.
Este camino es el que la propia realidad evidencia: apartar, como materia
encomendada a la Ley, todo lo relativamente permanente que no se identifica
con las materias reservadas y las precisas de Ley formal, que responden a una
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Era necesario que expusiéramos esta repercusión para que se evidencie que
la función pública es algo más que el personal al servicio de las Administracio-
nes públicas y que realmente constituye una institución jurídica más transcen-
dente que la de los funcionarios de la Administración de Justicia, en cuanto no
sólo resuelve los casos concretos de conflictos que se puedan dar entre sujetos,
22 J.L. VILLAR PALASÍ, Apuntes de Derecho administrativo. Tomo I; pp. 347 y 348. Distribuidora
Dykinson. Madrid 1977.
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CAPÍTULO 7
PRINCIPIOS A DEDUCIR DE LAS DECLARACIONES
DE LA JURISDICCIÓN CONTENCIOSO-
ADMINISTRATIVA. Y DE LA JURISPRUDENCIA
DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL1
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fue considerado en la fase de ingreso y que pueden tenerse en cuenta otros criterios
y considera razonables los criterios mantenidos que se refieren al volumen de po-
blación o la importancia administrativa y presupuestaria de la Corporación.
Y por lo que respecta a las alegaciones relativas a la calidad de las funciones
que desempeñan los funcionarios que nos ocupan, el considerando sexto de la
sentencia dice concretamente: Tampoco se aprecia incompatibilidad entre el
sistema de provisión de puestos de trabajo mediante libre designación y las ca-
racterísticas de las funciones atribuidas por la Ley a los funcionarios con habi-
litación nacional, pues el artículo 20.1, b) de la Ley 30/1984 no limita la libre
designación a los puestos de Subdirector General, Delegados y Directores re-
gionales o provinciales y Secretarías de altos cargos, como el actor deduce de
una lectura incompleta del precepto, sino que la extiende también a aquellos
otros cargos de «carácter directivo o de especial responsabilidad para los que
así se determine en las relaciones de puestos de trabajo». De otro lado, como
señala el Abogado del Estado, la eventualidad de un conflicto con la Autori-
dad que lo designó no puede impedir al funcionario el cumplimiento de su
deber, ni el hacerlo así debe determinar su cese, que incurriría en arbitrarie-
dad proscrita por el artículo 9.3 de la Constitución. Y ello aparte de que la hi-
pótesis planteada en la demanda habría de hacerse extensiva a todas las
Administraciones públicas.
Se produce en esta sentencia y en otras una relación entre los puestos direc-
tivos y la existencia de una confianza entre el designante o persona que realiza
el nombramiento, sin que en principio esta afirmación jurisprudencial pueda
considerarse desacertada, pero en su momento realizaré las matizaciones co-
rrespondientes. No es pues esta sentencia en sí la criticable, sino el hecho de
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2 Este análisis lo realicé en La selección de personal en la Administración Pública, op. cit., pp. 76
y ss.
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De lo expuesto, vemos que el directivo tiene una conexión mayor con las ta-
reas de organización y planificación y que su conexión con el Derecho no es
pues la que corresponde en su ejecución, entendida como la acción encaminada
a producir actos administrativos, sino que, en todo caso, se relaciona con el De-
recho en la fase de la proyección normativa, por un lado, o en su consideración
a efectos de valorar las acciones programadas, los planes y las políticas públi-
cas, considerando entonces la repercusión que pueda tener el ordenamiento ju-
rídico vigente y, en su caso, previendo la necesidad de su reforma o adaptación.
En consecuencia, es de considerar que el legislador tenía en la doctrina y en la
Ciencia de la Administración suficientes pautas para definir adecuadamente los
puestos de trabajo que tienen naturaleza directiva o para definir ésta de modo
más concreto, sin necesidad de remitir al reglamento o, peor todavía, a las rela-
ciones de puestos de trabajo. El análisis que hemos efectuado del alcance de lo
directivo o del directivo confirma nuestra opinión de que el inciso final del
artículo 20.1.b) de la Ley 30/1984, de medidas para la Reforma de la Función
Pública, quebranta la reserva de ley, en cuanto el legislador debía haber defini-
do el alcance del «carácter directivo» y de la «especial responsabilidad». Las
consecuencias de dicha indefinición son palpables observando simplemente las
relaciones de puestos de trabajo y los clasificados como de libre designación.
Igualmente, cabe estimar que las leyes autonómicas han extendido la libre
designación y considerando directivos a personal que no desarrolla funciones
directivas propiamente dichas, afectando a puestos que deben constituirse en
garantía del ordenamiento jurídico y que desarrollan su actividad, simplemente
en un procedimiento administrativo o en la mera ejecución o gestión adminis-
trativa, en la que si no por el derecho subjetivo sí se debe actuar en garantía de
los intereses públicos. Esta extensión ha introducido en el comportamiento bu-
rocrático de muchos funcionarios una racionalidad política presidida por la ne-
cesidad de supervivencia, frente a la racionalidad administrativa influida por la
permanencia en el puesto y la reflexión y análisis empírico y, en su caso, jurídi-
co y de eficacia de los intereses públicos.
Queda por analizar el alcance de la expresión «especial responsabilidad», lo
que trataremos de hacer en el punto siguiente.
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LA FUNCIÓN PÚBLICA: NECESIDAD DE UN ANÁLISIS CONCEPTUAL
dicar una separación como una alternativa. Desde nuestro punto de vista, carác-
ter directivo y especial responsabilidad resultan íntimamente unidos, por lo que
entendemos que la conjunción presenta una alternativa que, a su vez, muestra
una equivalencia. En todo caso, la especial responsabilidad nace de la supera-
ción del nivel administrativo y meramente ejecutivo para alcanzar el nivel polí-
tico, que se ha reflejado al analizar las funciones directivas que implica que la
responsabilidad no sea exclusivamente una cuestión de actuación conforme a
unos procedimientos establecidos, sino una responsabilidad de eficacia por re-
sultados; es decir, una eficacia de las políticas o programas diseñados. Eficacia
que, además, es la que manifiesta el factor de confianza que en estos puestos se
revela, y que, en consecuencia, también revela la conexión con la política.
Como no puede ser de otro modo, pues, función directiva y especial respon-
sabilidad son conceptos íntimamente unidos y, por ello, equivalentes, de modo
que si la función directiva se manifiesta por su superación del nivel ejecutivo y
por su conexión con el nivel político, resulta que la especial responsabilidad se
produce respecto a la eficacia o exigencia de resultados en los programas o, en
su caso, políticas públicas perseguidas y a cuyo efecto se designa al directivo.
Se manifiesta, así, la conexión con el tercer factor considerado jurisprudencial-
mente que es el del sistema de confianza que se entiende de aplicación a los
puestos de libre designación y que tratamos a continuación.
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7 Vease Luis MORELL OCAÑA. Curso de Derecho Administrativo I, op. cit., p. 397.
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8 Luis MORELL OCAÑA, op. cit., p. 338. Este autor realiza un especial análisis del empleo público
basado en la confianza en pp. 391 y ss.
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Hay que destacar, de otro lado, que la jurisprudencia del Tribunal Constitu-
cional realiza una conexión entre el principio de mérito y capacidad que declara
el artículo 103 con el artículo 23.2 de la Constitución y así la Sentencia
99/1999, de 31 de mayo, dice: De este modo, se produce una intersección, en
este momento, del contenido del art. 23.2 CE con el del art. 103.3 CE, de ma-
nera que, como se ha venido afirmando desde la STC 50/1986, «aunque esta
exigencia figura en el art. 103.3 y no en el 23.2 de la Constitución, la necesaria
relación recíproca entre ambos preceptos que una interpretación sistemática
no puede desconocer, autoriza a concluir que, además de la definición genéri-
ca de los requisitos o condiciones necesarios para aspirar a los distintos car-
gos y funciones públicas, el art. 23.2 de la Constitución impone la obligación
de no exigir para el acceso a la función pública requisito o condición alguna
que no sea referible a los indicados conceptos de mérito y capacidad de manera
que pudieran considerarse también violatorios del principio de igualdad todos
aquellos que, sin esa referencia, establezcan una diferencia entre españoles». En
definitiva, la sentencia también realiza la conexión con el artículo 14 de la Consti-
tución, cuestión que, con referencia a las sentencias del Tribunal Constitucional
50/1986; 84/1987; 27/1991; 217/1992 y 293/1993, pone de manifiesto el Auto de
dicho Tribunal 23/1999, de 8 de febrero, cuando dice: En cuanto al juego combi-
nado de los arts. 14 y 23.2 CE, conviene recordar que, cuando se invocan simultá-
neamente, las supuestas violaciones de aquél quedan subsumidas en las más
concretas de éste, salvo que la discriminación impugnada concierna a algunos de
los criterios explícitamente proscritos en el art. 14 CE; o cuando, más adelante,
concreta conforme a la citada Sentencia 293/1993 que al reconocer a los ciudada-
nos el derecho a acceder en condiciones de igualdad a los cargos y funciones pú-
blicas con los requisitos que señalen las leyes, concreta el principio de igualdad
en el ámbito de la función pública.
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9 Esta sentencia ha sido objeto de crítica por mi parte en la Revista General de Derecho, número
670-671 Julio Agosto 2000, en el trabajo «Las relaciones de puestos de trabajo: Su naturaleza jurídica
y problemática», pp. 8982 y ss.
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LA FUNCIÓN PÚBLICA: NECESIDAD DE UN ANÁLISIS CONCEPTUAL
Otra cuestión que hay que evidenciar de las declaraciones efectuadas por el
Tribunal Constitucional (SSTC 10/1983; 32/1985 y 99/1987, entre otras) es
aquella que establece que el derecho de acceso a cargos y funciones públicas
implica el de mantenerse en ellos, lo que debe relacionarse con la comentada
regulación de los ceses inmotivados en casos de libre designación; es decir, ello
debe considerarse a efectos de la configuración actual de la libre remoción sin
necesidad de motivar y con la única base de tener atribuida la competencia.
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Sin embargo, el Tribunal tiene que adentrarse en la cuestión central que nos
ocupa y en su fundamento décimo tiene que matizar este último análisis ya que
en los recurrentes la defensa del concurso como único medio se vincula a la
consecución de una finalidad que el artículo 149.1.18 CE hace explícita: la
garantía a los administrados de un tratamiento común ante las Adminis-
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CAPÍTULO 8
RECAPITULACIÓN FINAL: LA FUNCIÓN PÚBLICA
ELEMENTO ESENCIAL EN EL SISTEMA POLÍTICO
Y JURÍDICO Y LAS CUESTIONES RELATIVAS
A SU EFICACIA
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LA FUNCIÓN PÚBLICA: NECESIDAD DE UN ANÁLISIS CONCEPTUAL
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RECAPITULACIÓN FINAL: LA FUNCIÓN PÚBLICA ELEMENTO ESENCIAL
y mérito y capacidad, en todos los empleos públicos, incluso en los del personal
laboral que conlleva unos procedimientos a los que no se sujeta la empresa pri-
vada y que constituyen uno de los problemas de gestión de recursos humanos
en la Administración pública. Las cuestiones que se acaban de exponer plan-
tean que el análisis de la eficacia pública y de la posible privatización en su
gestión o eliminación de los procedimientos de Derecho público tenga como
presupuesto básico, inicialmente, no si existen procedimientos más rápidos y
eficaces para ello, sino si la materia o cuestión correspondiente exige de proce-
dimientos y garantías especiales al afectar al campo o sector público de una u
otra manera y, en segundo lugar, si, establecida esta necesidad, el procedimien-
to fijado es el más eficaz o existen otros que lo sean más, siempre que se respe-
te la garantía que exige el factor o carácter público de la actuación.
La consecuencia de esta necesaria función pública supone, también, la de su
configuración como una carrera y profesión, para garantizar la experiencia y
conocimientos propios y necesarios para hacer eficaz y seria la alta gestión buro-
crática y la directiva en el seno de las Administraciones públicas, distinta de la ex-
clusivamente jurídica. Y, con ello, conformar un verdadero sistema de mérito y
capacidad, sin perjuicio de la adopción de procedimientos que configuren la movi-
lidad funcionarial que actualmente requiere la estructura descentralizada del Estado
español y la noción de empleos de la Administración pública del Derecho europeo.
Sin tener, para ello, que acudir al sistema cerrado y corporativo del anterior Estado
centralizado en razón de la garantía del mérito y capacidad y como paliativo y freno
a la libre designación; freno que de todas formas no alcanza a la Administración
general, como hemos visto, y que es precisamente la que permite, por sus funcio-
nes y gestión, configurar o conseguir el real cuerpo directivo.
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2 Vease Charles DEBBASCH, Ciencia Administrativa. Administración Pública, op. cit., pp. 71 y ss.
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