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La leyenda del conejo desfallecer como consecuencia de ello y también de mi

enorme sed.
grabado en la Luna  ¿Y por qué habría de pasar algo tan terrible si yo
puedo ayudarte? – Replicó el conejo.
 Eres muy amable, conejito. Sigue tu camino y no te
preocupes por mí. – Exclamó apesadumbrado y
agotado el dios Quetzalcóatl.
 Solo soy un pequeño e insignificante conejo. No dudes
en tomarme como tu alimento cuando creas que no
puedes más. En la Tierra, todos debemos encontrar la
manera de sobrevivir.
Quetzalcóatl se quedó completamente conmocionado
ante aquellas palabras del conejo y lo acarició con
mucho cariño y emoción. Después lo cogió entre sus
Existe una leyenda misteriosa que nos habla del dios manos y lo alzó hacia el cielo, en dirección al brillo
azteca Quetzalcóatl. Según esta leyenda, en una tarde que despedían las estrellas en la noche. Tal alto lo
de verano, el dios azteca Quetzalcóatl pensó que podía subió con sus propias manos, que su silueta quedó
ser muy buena idea ir a dar un paseo. Pero se olvidaba grabada en la gran Luna casi anaranjada. Mientras
de que su aspecto, en forma de serpiente emplumada, Quetzalcóatl volvía a descender sus brazos con el
podría atemorizar al mundo. De esta forma decidió conejo entre las manos, observaba el magnífico
que lo mejor sería bajar a pasear a la Tierra tomando grabado que había quedado en el cielo. La imagen del
un nuevo aspecto humano y común. conejito quedaría para siempre en el firmamento, para
Caminó sin parar durante todo el día el dios que fuese recordada siglos y siglos por todos los
Quetzalcóatl disfrutando plenamente de todos los hombres que habitaran la Tierra como premio por su
maravillosos paisajes que le brindaba la preciosa bondad.
Tierra. Y tras mucho caminar, cuando ya parecía Después Quetzalcóatl se despidió del conejo, y
despedirse el Sol entre las luces rosadas y mágicas del agradeciéndole nuevamente su amabilidad, continuó
atardecer, Quetzalcóatl sintió un hambre terrible que su camino. El pequeño conejito no podía creer lo que
le apretaba el estómago, además de un fuerte había visto. Aquel hombre tenía aspecto de humano,
cansancio. Pero a pesar de todo aquel malestar, pero se comportaba con una grandeza fuera de lo
Quetzalcóatl no se detuvo en su camino. normal.
Finalmente cayó la noche, y junto a una hermosa y Y con aquella reflexión observó anonadado el brillo de
casi anaranjada Luna, brillaban miles de estrellas que su silueta en la Luna durante mucho, mucho, tiempo.
eclipsaban al mismísimo dios. Y en ese justo instante
Quetzalcóatl pensó que debía parar su paseo y
descansar finalmente para reponer fuerzas. La belleza
del firmamento le había hecho darse cuenta de que el
mundo merecía contemplarse con detenimiento y
verdadera atención.
Tomó asiento en aquel mismo instante sobre una
piedra gruesa del camino, y al poco tiempo se le
aproximó un conejito que parecía observarle con
mucha atención mientras movía los finos bigotes.
 ¿Qué comes?- Dijo el dios al conejo.
 Como una deliciosa zanahoria que encontré por el
camino. ¿Deseas que la comparta contigo?
 No gracias, no puedo quitarle su sustento a un ser
vivo. Tal vez mi verdadero destino sea pasar hambre y

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