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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA

con Pascal Gribomont: Logique 1 (París, Hermes, 1990, reimpr. 1991); Logique INTRODUCCIÓN
11 (Paris, Herrnes, 1993).

Simone GOYARD-FABRE es profesora emérita de filosofía en la Universidad


de Caen. Fundó los Cahiers y la Bibliotheque de philosophie politique et ¿Filosofía Analítica o Filosofía
juridique. Dirige e! Thesaurus de philosophie du droit que continúa desde
entonces. Publicó recientemente Montesquieu: la nature, les lois, la liberté Anglosajona?
(PUF, 1993) Y LesJondements de l'ordrejuridique (PUF, 1992).

Jacques RICHE es licenciado en filosofía y en lingüística de la Universidad


Católica de Lovaina, Ph.D. en lógica de la Universidad nacional australiana.
Por Micbel Meyer
Actualmente, es investigador libre en e! departamento de informática de la
Universidad Católica de Lovaina.

Francoís RIVENC enseña en al Universidad de París 1. Publicó una [ntro-


La obra que hoy presentamos a la atención de! lector hispanoparlante (y
duction lz la logique (Editions Payot, 1989) y una obra titulada Recherchessur
antes al francófono) es una compilación sin equivalente en estos días. Cubre e!
l'uniuersalisme logique (Editions Payot, 1993).
conjunto de las problemáticas y de las corrientes filosóficas que, desde Locke
a Rorry, desde Bacon a Rawls, desde Hobbes a Feyerabend y Popper, han
consagrado la originalidad y la sustancia de! pensamiento anglosajón. Estos
últimos nombres de origen alemán o austríaco podrían sugerir que hubiera
sido más apropiado otro título para nuestra empresa. ¿Hubiera sido necesario
hablar aquí de "filosofía analítica'? Pero es difícil ubicar la filosofía moral y
política en e! pensamiento analítico. Finalmente, si hemos dejado e! título
La filosofía anglosajona, es porque un mismo espíritu anima a los pensadores
y atraviesa a las filosofías de las que nos vamos a ocupar: se encuentran en
ellos una cierta concepción de! rigor, un cierto estilo en la argumentación de
los problemas, una preocupación constante por llamar tanto a los
hechos como al razonamiento: lo que desde siempre marca la especificidad de
la corriente anglosajona es e! empirismo y, más recientemente, la cuestión de
la lógica y de! lenguaje. Por otra parte, se encuentran preocupaciones y una
metodología semejantes en un Wittgenstein o un Popper, como en muchos
otros huidos de las persecuciones alemanas, que prefirieron vivir en e! país
de Locke antes que morir en e! de Heidegger. Sabemos hasta qué punto e!
ideal de tolerancia y de apertura caracteriza al universo angloparlante desde
hace siglos; e! escepticismo constructivo de un Hume o, más irónico e! de
un Rusell, son sus maravillosas expresiones filosóficas.
¿Qué nos propone e! pensamiento anglosajón, más allá de su escepticismo?
Primero, un pensamiento moral y político extraordinariamente rico y bien
construido, sin cuyo conocimiento hoyes vano hacer ética. Pero también se

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA

encuentra una filosofía de la ciencia, de! lenguaje, de la lógica y de la acción


que sólo e! mundo anglosajón supo elaborar a fondo. Por cierto, pocos de los
teóricos que aquí se encuentran pretendieron e! desarrollo de una filosofía
completa y sistemática. Sin duda, por esta razón, igualmente se puede hablar,
según sus consideraciones, de "filosofía analítica". Pero esta misma modestia 1 - El nacimiento del empirismo:
la hace extremadamente actual y pertinente para nuestra época, que vio la
ruptura de los grandes sistemas y que alimentó la más extrema desconfianza Locke, Berkeley, Hume
hacia las empresas totalizadoras.

Por Michel Meyer

1. La herencia cartesiana
Desde siempre se asocia a la filosofía anglosajona con e! empirismo, es
decir, al respeto y la exigencia de la experiencia. Por cierto, no hubo que
esperar a Locke (1632-1704), ni a Berke!ey (1685-1753) ni aHume (1711-
1776) para hablar de lo concreto, de la percepción o de la observación de
los fenómenos, pero lo que es nuevo es que se trata, antes que nada, de una
filosofía de la conciencia. Respecto de esto, e! empirismo se presenta como una
teoría de! sujeto, una antropología, una concepción de la naturaleza humana,
como lo recuerda Hume con e! título de su libro fundamental. En verdad,
con Bacon (1561-1626) y Hobbes (1588-1679), ya se puede destacar que
e! acento está puesto sobre la inducción antes bien que sobre la deducción,
sobre la sensación y la experimentación más que sobre la abstracción. Pero
todavía no se puede hablar de una concepción sistematizada, como lo será
más tarde. Lo que comienza con Hobbes, en ocasiones tan cercano al racio-
nalismo, como con Bacon, es una tendencia filosófica que tomará su impulso
a partir de ese momento.
En razón de! rol preeminente que e! empirismo reconoce a la cons-
ciencia en la elaboración de las experiencias que hacemos de los objetos, e!
encuentro con Descartes era inevitable. Descartes es e! primero que enraíza
la vida intelectual, y por lo tanto e! saber, en la conciencia, una consciencia
aprehendida como reflexividad. Ahí está, finalmente, la definición mínima
pero absoluta, apodíctica, de lo que se entiende por consciencia: si se sabe, se
sabe que necesariamente se sabe; si soy consciente de lo que sea, afortiori, yo
soy consciente de lo que pasa en mi consciencia. Consciencia = consciencia de

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA El nacimiento del empirismo

sí, El Cogito certifica esta ecuación. Cuando dudo de todo, dice Descartes, no que tenemos en nosotros mismos la facultad de producidos". 3 Este innatismo
puedo dudar que dudo, por lo tanto, que yo pienso, ya que dudar es pensar. moderado es, en el fondo, un innatismo de las facultades: la materia proviene
Cuando afirmo que dudo, pienso pero, sobre todo, pienso que pienso, ya de otro lugar. Pero, ¿de dónde llega? ¿Cuál es este otro lugar, sino la experiencia
que afirmo. Pensar es pensar que se piensa, y, por ello, no hay pensamiento sensible, externa? Aun así, Descartes rechaza este desvío de la alternativa, porque
que no sea reflexión o consciencia. La subjetividad, lo humano, se define, a la experiencia, a la inversa de las ideas innatas, no encierra ninguna necesidad,
partir de este momento, por esta consciencia de sí antes que por la unión del ninguna apodicticidad. El saber, entonces, no sabría ser empírico. En resumen,
alma y del cuerpo, a la que, sin embargo, Descartes acatará. Esto no impide la alternativa imposible con la que el racionalismo se confronta es la de saber
que se haya dado un paso decisivo que marcará la modernidad de manera si el espíritu ya sabe todo o si está condenado a no saber nunca nada con toda
irreversible: la conciencia es fuente de todo saber posible y este forzosamente certeza: el innatismo o el empirismo, de alguna manera.
se inscribe como un uso de esta consciencia de sí, Por el yo pienso o Cogito, yo Descartes mantendrá el equívoco que, sin embargo, debía conducido, con
afirmo que pienso y me afirmo pensando que me afirmo como tal, produzco toda lógica, al empirismo, como, por otra parte, lo mostrará la historia de la fi-
un discurso necesario que en realidad afirma la necesidad como verdad indu- losofía. Porque la dificultad rebota en otros niveles en e! pensamiento cartesiano.
bitable del discurso, cuyo texto originario, la frase inaugural, el modelo y la Así, para rendir cuentas de una consciencia que no siempre sería consciencia
fuente, es el mismo Cogito. Es la primera respuesta fuera de la pregunta del de sí, es decir, saber, por qué está alimentada por e! exterior sensible, por e!
cuestionarniento generalizado instaurado por la duda radical. La consciencia, cuerpo, Descartes, para no sacrificarse al empirismo, va a tener que explicar de
afirmándose propone el reino de la asertabilidad en los mismos términos otra manera la existencia de estas ideas inciertas que provienen de lo sensible
que han permitido que se reflejara como consciencia: apodícticamente. Este sin recurrir al Cogito que funda el saber. Hablará, con respecto a este tema, de
saber necesario de sí afirma la necesidad como norma del saber, una norma pasiones. Estas son las ideas que resultan de la unión y de la acción de! cuerpo
de la que el Cogito es el fundamento y el ideal: dudar del Cogito hasta sería y de! alma. Tomamos lo sensible que nos da ideas de alegría, de tristeza, de
pensarlo, por lo tanto, confirmarlo necesariamente. ' amor, de odio, y otras más. Ideas diferentes de las que surgen activamente de la
La consciencia que es totalmente consciente de sí en una transparencia re- consciencia de sí alimentada de manera innata por Dios desde e! nacimiento. En
flexiva indubitable propone la cuestión de su contenido. Aquí Descartes tropieza el fondo, las pasiones en Descartes representan el máximo de empirismo que él
contra una dificultad muy importante: el innatismo. Si todo lo que pasa en mi se permite para no tener que ser empirista. La pasionalidad, para la consciencia,
espíritu es conocido por mí desde que tengo este espíritu, la consecuencia es que es el momento de consciencia en el que ella percibe -cuando no es víctima de
yo sé siempre todo desde el nacimiento. Este innatismo radical fue sostenido la ilusión sensible, por lo tanto, pasional- que hay algo en ella que no viene de
con insistencia por Descartes. "Esta es la razón por la que, dice Descartes, no ella y de lo que no estaba en conocimiento desde e! comienzo. La consciencia
dudo en absoluto que el espíritu, apenas se infunde en el cuerpo de un niño, externa, sensible, es la pasionalidad, una pasionalidad que Descartes trata, en
comienza a pensar, y que, a partir de entonces, él sepa que piensa". J Lo que hace su Tratado de las pasiones, de teorizar, de recuperar y de integrar. Se desenmas-
que se puede "tener por cierto que nada puede estar en mí de lo que no tenga cara, se descorteza, se analiza; en resumen, la apariencia deviene en aparecer, y
algún conocimiento". 2 ¿No ha implantado Dios en mí el saber del mundo la trampa es engañada. La consciencia puede encontrar su Otro en ella. Una
que Él ha creado? Consciente de todo, yo ya sabría todo, lo que es absurdo, ya consciencia pasiva, impresionada y animada desde e! exterior deviene por ello
que si la Razón puede perderse, es necesario aún poder alimentarla, es decir, en un aspecto de la consciencia de sí, y este desplazamiento de la consciencia
aprender lo que ignoro. Descartes va a tener que atenuar la tesis innatista en con ella misma, para ella no es más que un espectáculo; de allí el rol central
un innatismo moderado: "Cuando digo que algo nació con nosotros, o que y originario de la admiración en Descartes, una admiración entendida como
está naturalmente impreso en nuestras almas, no entiendo que se presente forma de la mirada especular.
siempre en nuestro pensamiento, ya que, así, no habría ninguno, sino sólo Esto no impide que permanezca el problema de una consciencia que es
opaca para sí misma -y allí está el rol que juega la pasión, que consiste en en-
I Carta a Gibieuf(19 de enero de 1641)
2 Respuestas a las Primeras Objeciones (AT, IX, 85). 3 Terceras Respuestas (AT, IX, 47)

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA El nacimiento del empirismo

ceguecernos sobre nosotros mismos, y en esto, representa una forma primitiva, en resumen, mucho antes que Kant, lo que hay que poner en evidencia son
o más bien una modalidad, de! inconsciente-, de una consciencia que no es los límites de nuestro entendimiento humano. Lo que investigo, dice Locke
consciencia de sí, pero que está vuelta hacia e! exterior y allí se deja absorber, " es e1 examen de la certeza y de! alcance del conocimiento humano, así como '
pasivamente. La pasión es la consciencia que no se refleja y que se enceguece los fundamentos y los grados de la creencia, la opinión y e! asentimiento.
sobre ella misma. Pero, ¿qué es una consciencia que es inconsciente de lo que [... ] Por consiguiente, es útil determinar los límites que separan la opinión
le sucede? ¿Se ha eliminado la dificultad cuando de habla de las "pasiones del de! saber, y examinar cómo, en relación con aquello de lo que no tenemos
alma" antes que de consciencia? ningún conocimiento, podemos regular nuestro asentimiento y moderar toda
Cuando se habla así de las pasiones, lo que Descartes se ve obligado a persuasion "4 . L a bú
-Ór
usque d a d e 1a certeza muestra que en Locke aparece la misma
hacer para rendir cuentas de una consciencia en la que todos los contenidos preocupación que en Descartes por establecer la necesidad de! saber, pero a
no son innatos para no caer en e! empirismo -e incluso para condenarlo por partir de los únicos poderes de! entendimiento, los que deben ser examinados
adelantado ya que la pasión enceguece- e! camino lleva muy naturalmente a no por ellos mismos, y no más a partir de Dios. A partir de aquí, resulta azaroso
poder explicar la Razón y su emergencia. ¿De dónde viene la duda radical, si no e! hecho de suscribir aún al innatismo: las únicas ideas que tenemos provienen
es de la toma de consciencia de que la unión de! cuerpo y de! alma engendra de! mundo exter~or. En tanto que concepción de la consciencia, e! innatismo
ilusiones? Pero, ¿de que puede resultar esta toma de consciencia si la pasión es insostenible. Este sugiere que. en la consciencia se encuentran ideas de las
que proviene de esta unión me enceguece? Si estoy enceguecido, ni tengo la que aquélla no tiene conocimiento, ya que las ha olvidado desde que Dios
idea de que puedo estar privado de la verdad, incluso la duda, por lo tanto, las ha implantado en ella, o entonces la consciencia, como consciencia de sí,
parece imposible. Ya hay que poseer razones de duda para hacerlo; para dudar, totalmente transparente a ella misma desde e! nacimiento, ya sabe siempre
es necesario, por lo tanto, que yo ya sepa que estoy engañado, pero si yo lo sé, la todo y que ella, por lo tanto, no tiene nada más para aprender. Sea cual fuere la
mentira se borra. Por e! contrario, si caigo en la trampa que me tiende e! mundo solución que se adopte, no resiste e! menor análisis: la consciencia es idéntica
empírico, no voy a tener ni idea de dudar acerca de eso. No se escapa al círculo: a la consciencia de sí, so pena de ser inconsciente, pero no puede saber todo.
hay que hacer uso de la Razón para afirmarla y sobre todo para experimentar En consecuencia, al principio está vacía de todo contenido, y es sólo desde e!
la necesidad de instaurarla - pero, ¿aún es útili-, la necesidad que se presenta exterior de donde pueden provenir las ideas. Por cierto, Descartes fue forzado
así como único ideal de verdad. Descartes mantiene e! empirismo de la razón, a admitir que se podían adquirir ideas resultantes de! mundo sensible, pero
una razón que naturalmente experimenta la necesidad de su propia necesidad les denegaba toda necesidad, al punto, incluso, de llamarlas pasiones a fin de
como una evidencia que necesariamente hay que afirmar. subrayar su carácter engañoso y enceguecedor. En Locke, que sólo cree en
No nos sorprenda que e! empirismo, que es la consecuencia lógica del la tesis de la exterioridad en materia de ideas (lo que se llama la teoría causal
racionalismo, su coherencia natural y subyacente, abandone, en primer lugar, de la percepción) no habrá teoría de las pasiones. La consciencia está vacía
e! innatismo, la preeminencia de la consciencia de sí, luego, y la necesidad y es perfectamente reflexiva, por lo tanto, no hay en absoluto ninguna ne-
instaurada a priori como norma de! entendimiento humano. Aquí está todo cesidad de hablar de situación donde ella no lo sería, para decir que no hay
el sentido de la evolución que va de Locke a Hume, pasando por Berkley. más consciencia sino pasión, o que cuando se alimenta desde el interior, es
reflexiva, y entonces es la razón. "Ya que decir que hay verdades impresas en e!
2. Locke o la salvaguarda de la necesidad. espí.ritu de las que e! espíritu no se da cuenta, es hacer de esta impresión algo
equivalente a nada. Ninguna proposición que él no hubiera conocido, de la
Con Locke, hay algo que cambia en filosofía, lo que, por otra parte, uno que nunca hubiera tenido consciencia, podría encontrarse en e! espírltu'". En
no siempre se advierte. No se trata ni de una teoría de! ser o de la sustancia, definitiva, tomar consciencia de una así llamada idea innata, es lo mismo que
como en los filósofos de la antigüedad o en Spinoza, ni de una teoría de la tomar consciencia de cualquier idea que provenga de! exterior, y la diferencia
ciencia, calcada sobre las posibilidades matemáticas de! espíritu, como en Des-
cartes. Lo que importa comprender es, a la vez, más simple y más complejo:
4 Ensayo sobre el entendimiento humano, Introducción, § 1 Y 3.
es cuestión de! entendimiento de cada uno, de lo que puede conocer o no;
5 Op. Cit., libro I, cap. 1, § 5.

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El nacimiento del empirismo

entre lo innato y lo empírico llega a ser así [ndecidible, o más bien un a priori o de poder (power): aquí se trata del poder de producir cambios, tal como se
metafísico al que el fenómeno de toma de consciencia le es extraño. 10 puede observar, por ejemplo, a partir de los efector de nuestros propios
De allí la cuestión de saber cómo la consciencia acrecienta su capital, ad- actos. La existencia o la unidad, el poder o el placer son síntesis del sentido
quiere sus ideas, forma su saber. La experiencia es la palabra que expresa esta interno y del sentido externo, donde las cosas como los humanos, parece que
acumulación de materia sensible que se irílprime en nuestras consciencias. formaran parte de la misma realidad física. Un dolor, por ejemplo, es el objeto
Pero, ¿cómo? La consciencia opera de dos maneras: por la sensación y por la en nosotros, sin que se sepa demasiado lo que es sensación y lo que se extrae
reflexión. Lo sentidos nos dan las impresiones sensibles, como el frío, el calor, sólo de la subjetividad. La existencia proviene de cada objeto en tanto que es
lo coloreado, lo extendido, todas cualidades sensibles al mismo tiempo que externo y, en cuanto a la unidad, dice Locke, resulta de cada idea.
ideas; en realidad, allí están las fuentes de las ideas del mismo nombre. Luego, E~ lo referente a las ideas complejas, no habrá que sorprenderse por vedas
está lo que el entendimiento hace con estas ideas: las combina, engendra otras, definidas como combinaciones de ideas simples, 10 que hace esta vez del
o las analiza, duda o creen en ellas, razona, o quiere, etc .. Se encuentra, en el espíritu pasivo un espíritu activo.
dualismo de la sensación y de la reflexión la oposición que parece irremontable Locke divide estas ideas complejas en modos, sustancias y relaciones, en
de lo sensible y lo inteligible, o desde Descartes, de la consciencia de objeto y virtud de los objetos a los que estas combinaciones se refieren. Una sustancia,
de la consciencia de sÍ. Locke las llama el sentido externo y el sentido interno, evidentemente, es una combinación de ideas que remite a un ser particular,
en razón del paso que toma, a partir de este momento, la sensibilidad en la el hombre por ejemplo. Un modo es un compuesto de ideas simples que no
explicación del saber. expresa un todo singular, autónomo, sino que se considera como un atributo
Locke va a operar un deslizamiento que será determinante para toda la de la sustancia. Locke cita las ideas de gratitud, o de asesinato, que están
historia del empirismo. Va a identificar las cualidades sensibles y las ideas. constituidas por un conjunto de ideas que ellas mismas tienen que referirse a
Escuchémoslo una vez más: "Querer saber en qué momento un hombre tiene objetos, a sustancias: "X mató a y, en tal momento, etc.". En suma, son ideas
ideas por primera vez, es querer saber en qué momento comienza a percibir, dependientes, a la inversa de las sustancias que. son independientes ..¿Quién
ya que tener ideas es lo mismo que percibir'". Es decir, "cuando un hombre no piensa aquí en la vieja concepción aristotélica de las sustancias primeras
comienza a tener ideas -pienso- es cuando comienza a tener sensaciones"? y de l,os.géneros, que abre las Categorías? Locke distingue luego, siempre tan
Volveremos sobre esta identificación. Por ahora, contentémonos con explicar escolasticamenre, los modos simples de los modos complejos según se refieran a
la teoría lockeana de las ideas: pueden ser simples o complejas. Por esta división, una sola idea al comienzo (ejemplo: una docena, que es doce veces lo mismo) o
se encuentra la voluntad analítica de Locke que, quizás bajo la influencia de una multiplicidad de ideas, como la belleza que es un atributo por una mezcla
Boyle, se esfuerza por descomponer los elementos del conocimiento en lo más de formas, de colores debida al maquillaje, al placer de la vista, etc.
profundo de sí mismo. ¿Cuáles son estas ideas simples? Locke las reagrupa en queda un tercer grupo de ideas complejas: las relaciones, que resultan de
cuatro clases: la comparación de las ideas entre ellas, y que, ya que hay cosas y atributos,
1) Están las ideas que nos llegan por un solo sentido, como un color, muy bien podrían hacer pensar en los mismos juicios. Locke no da ningún
por ejemplo. ejemplo de relación", De aquí, Locke va a deducir, por otra parte, la natura-
2) Están también las ideas que recibimos por varios sentidos, como la impre- leza del conocimiento que consiste en la comparación de las ideas según la
sión de distancia espacial, o la forma, que percibimos por la vista y el tacto. identidad y la diversidad.
3) Luego están las ideas de reflexión, q¡le representan las operaciones que . ¿Qué decir de tal clasificación? Mezcla indiferentemente el concepto de
efectúa el espíritu a partir de estas ideas. Locke subraya aquí dos grandes I~ea y el ~e cosa como si sólo fuesen uno. La blancura es una idea, el espa-
operaciones intelectuales: la voluntad y el pensamiento. cIO también, una mesa igualmente. Se discutirá igualmente para saber si el
4) Queda, entonces, una última posibilidad, que resulta de la combinación espacio es una idea simple o una sensación, comparable con el placer o con
de la reflexión y de la sensación, como el placer o el dolor, la idea de unidad el dolor, con la voluntad, o con la blancura. Esta es diferente de la gratitud,
6 Op. Cit., libro I1,cap. I, § 9.
7 is«, § 23 8 Op. Cit.., libro Il, cap. XII, § 7.

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA El nacimiento del empirismo

porque aquélla estaría en e! objeto, y ésta no. En todo esto se ve la int~nción portemos e! calor o la solidez, experimentamos y probamos, en todos los casos,
de partir de objetos que admitan la descomposición en idea~ o cual.ldades sensaciones. Nada en ellas permite atribuirlas más a un sujeto que a un objeto
simples, que se combinen y que, en sí mismas, sean o no abstracciones mientras (o a la inversa). Tenemos ideas, punto, es todo. Como Locke asimila las ideas
no se encuentre aquello a lo que ellas remitan. Pero una vez que se trata de con cualidades, puede afirmar que lo subjetivo y lo objetivo se parecen, incluso
transformar esta voluntad en una concepción bien estructurada y coherente, se recubren. Es por lo menos extraño hacer de las ideas las cualidades tanto de
se tropieza con un sentimiento de incomodidad, como si se for~ara a lo real los objetos como de las sustancias. En suma, si se es un empirista consecuente,
para que entrara en un continente que no corresponde a las medidas ad~cua- se está forzando a concluir que no hay nada de empírico en la distinción entre
das. Parece que una idea simple se refiera a lo sensible, en tanto que las Ideas las cualidades primarias y las cualidades secundarias. Después de todo, una idea
complejas parece que más bien recubren las distinciones lógico-gra.maticales, es una idea, y la sensación que le corresponde es tan subjetiva como la más
las operaciones de reflexión. Sin embargo, para tomar .nuestro eJe~plo, e! objetiva de todas, y tan objetiva como las más sujetiva, ya que tal diferencia no
espacio es, a la vez, un modo simple, por lo tanto, u~a Idea c~mpleJa y una se podría sentir, porque no es de! orden de! espíritu. La consciencia no puede ir
idea simple que proviene de dos sentidos. Antes que introducir dos modos, más allá de ella misma y atribuir a sus sensaciones un valor objetivo cualquiera
complejos o simples, quizá hubiera sido más convincente, como, por otra que por definición allí no encuentra. No se puede experimentar lo que trasciende
parte, igualmente lo ha hecho Locke en e! mismo capítulo XII de! Segundo la experiencia, y cuando se dice que una cosa es, para poder decirlo, hay que
libro, hablar de idea complejas, combinando ideas simples que luego se percibir la cosa en cuestión. Esse est percipi, precisa así Berkley.
comparan entre ellas en un tercer nivel, lo que da lugar a relaciones, P?r lo Para resumir las críticas de Berke!ey, se concluirá: 1) que las ideas son,
tanto, a la abstracción. Pero no olvidemos que cada vez buscaba, detras de en tanto que tales, indiferenciadas, y que los objetos que les corresponden
todos estos recortes, una empiria subyacente, en tanto que aquí se trata de están tejidos tanto de cualidades primarias como de cualidades secundarias;
dos maneras distintas de estructurar e! orden de las ideas. 2) qu-e, siempre a falta de poder distinguirlas en la consciencia, que sólo
Más fundamental es e! resurgimiento de la distinción entre cualidades conoce ideas, las que recubren cualidades así denominadas objetivas son, en
primarias y cualidades secundarias, que ya se encontraba e~ Descarte.s. Unas realidad, tan subjetivas como las otras. Así, la distancia de visión hace a los
están en e! objeto, mientras que las otras son las que e! sujeto expenmenta, objetos pequeños, mientras que su tamaño constituye una de sus propiedades
bajo forma de ideas, en e! contacto de este objeto. Entonces, las cualid~~es intrínsecas. Inversamente, e! calor nos aparecerá como objetivo, siendo una
primarias se atienen al objeto, como atributos esencia~es: son la ,ex~enslOn, propiedad física, incluso si e! sentirlo es subjetivo.
la figura, e! número, e! movimiento y la solidez, cu~l~dad .esta u~t1ma que Todo esto prueba, a los ojos de Berke!ey, que la distinción entre lo subje-
Descartes no incluía en la lista, dado que no era empinsta SIllO geometra en tivo y lo objetivo, la materia (de la sustancia) y e! espíritu, es empíricamente
su concepción de! mundo físico". Por e! poder (power) que ti~nen los objet~s insostenible y, por lo tanto, hay que abandonarla. Desde entonces, no se
externos de producir ideas en nosotros, por lo tanto, sensaciones, se expen- puede decir que las sustancias actúan sobre nuestros sentidos, ya que decir
mentará e! frío, e! calor, e! sonido, e! color, que son cualidades segundas de esto es una imposibilidad epistemológica. No se puede ir más lejos de lo que
estos objetos. No tienen nada de necesario, son "subjetivas", y, por lo tanto, se percibe, y la única "cosa" de la que la consciencia toma conocimiento es
puramente contingentes. No manifiestan ciencia. la idea "objeto" de su reflexión, es decir, de su sensación.
¿De qué vale tal distinción entre las ideas? Escuchemos al propio Berke!ey:

"Aunque las ideas no existen fuera del espíritu, sin embargo puede haber cosas en
3. Berkeley o cómo el idealismo puede ser empirista. él que les sean semejantes y ellas serían sus copias y sus imágenes; estas cosas existen
fuera del espíritu, en una sustancia no pensante. A lo que respondo que una idea
Se dice que Berkeley formuló esta pregunta. Por otra parte, construyó
sólo puede parecerse a una idea; un color o una figura sólo puede ser semejante
su filosofía sobre la crítica de la distinción entre estos dos tipos de ideas. El
a otro color o figura ... ; además, pregunto si los pretendidos originales o cosas
fenómeno de conciencia se opone a tal diferenciación entre las ideas. Que so- exteriores, de los que nuestras ideas serían las pinturas o representaciones, son ellos
mismos perceptibles. Si lo son, entonces son ideas, y habremos ganado nuestra
9 Tercera meditación (AT, IX,34).

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causa; si dice que no lo son, yo apelaría a cualquiera para saber si es razonable decir "No discuto la existencia de ninguna cosa que pudiéramos captar, sea por los
que un color se parece a algo invisible ( ... ) Por ello, está claro que la noción de lo sentidos, sea por la reflexión. Que las cosas que veo con mis ojos y toco con mis
que se llama materia o sustancia corporal encierra una contradicción"JO. manos existen realmente es lo que menos cuestiono en el mundo. La única cosa
cuya existencia negamos es la de la que los filósofos llaman materia o sustancia
En efecto, lo que sería tal materia se expresa por ideas como la solidez o corporal; y este rechazo no afecta en nada al resto de los hombres que, me atrevo
a decido, nunca sufrirán por esta pérdida, Por cierto, el ateo aquí perderá la
e! color, y sólo un ser que tiene ideas, una consciencia, puede sentir lo sólido
fachada de una palabra hueca para sostener su impiedad"!',
o ver lo que tiene color. En consecuencia, la materia no puede ser, y lo que
existe es lo que se percibe, es decir, las ideas, por lo tanto, las sensaciones, ya Pero por e! hecho de que las ideas no son nada más que la empiria misma,
que la consciencia es a la vez consciencia externa y reílexividad, como toda es decir, las cosas, no hay necesidad en absoluto de suponer un espíritu que
consciencia. Esse est aut percipi aut percipere: ser es ser percibido o percibir, conciba estas cosas. "La suposición de que las cosas son distintas de las ideas
para utilizar la forma completa de Berkley. suprime toda verdad de la cosa, y, en consecuencia, conduce a un escepticismo
Se ve claramente que la materia como sustancia no percipiente no puede universal, ya que no conocemos y nunca contemplamos más que a nuestras
poseer ni extensión ni movimiento ni coloración, ya que son ideas y que las propias ideas"!". Las ideas necesitan un espíritu, no las cosas, de manera que la
ideas son lo que nosotros percibimos, en tanto que espíritus. Por otra parte, amalgama de ambos, instituida por Berke!ey por convención verbal 1 5, le permite
¿Cómo podríamos decir lo que fuera de lo que fuera sin idea, sin consciencia? rechazar e! ateísmo, por ser sensualista, como lo exige todo empirismo bien
y con esta única consciencia, ¿Cómo podríamos salir de flosotros mismos e entendido. Lógicamente, sin embargo, si las ideas son cosas, no hay ninguna
inferir un algo más allá, al que no tenemos acceso, por definición? "En resu- necesidad de relacionar aquéllas con un Espíritu que las conciba, que trascienda
men, incluso si hubiera cuerpos exteriores, es imposible que llegáramos nunca forzosamente la experiencia. Berke!ey sólo ve las cosas sensibles en términos
a saberlo; y aun si no existen, exactamente tendríamos las mismas razones de conj.untos de ideas. El problema que surge a este respecto concierne, sin
que actua Imente tenemos para pensar que existen . J\
. JUI,
A -'"
cuan d o ponemos embargo, a la objetividad de esta perceptualidad subjetiva. En otras palabras,
lo mejor de nosotros mismos para concebirla existencia de los cuerpos exte- ¿cómo es posible la ciencia? ¿Cuál es e! valor de la abstracción? "En realidad,
riores, durante todo ese tiempo sólo contemplamos nuestras propias ideas". aunque sostengamos que los objetos de los sentidos no son nada más que ideas
La consciencia absorbida por ella misma no puede identificarse más, con que no pueden existir si no son percibidas, sin embargo, no se puede concluir
propiedad, como principio activo de sus ideas y, por esta razón, diferente de que no tienen existencia más que durante e! tiempo en que son percibidas por
ellas. En realidad, la sucesión de las ideas revela un ordenamiento que sólo nosotros: puede haber algún otro espíritu (spiritl que las percibe mientras que
puede ser la obra de un Creador, y no la idea de una consciencia-principio nosotros no las percibimos. Allí donde: digo que los cuerpos no tienen ninguna
concebida abstractamente fuera de las ideas que la componen, una idea que existencia fuera de! espíritu, yo no quisiera que se entienda tal o cual espíritu
sería aun distinta de estas ideas sin ser empírica como ellas. Éstas "son im- o mente (mind) en particular, sino todo espíritu o mente cualquiera que fuese
presas sobre los sentidos por e! Autor de la naturaleza de las cosas reales" 12. Lo (minds)"16. En realidad, cuando un individuo hace tal hipótesis, ¿no desborda
que se llama realidad son, entonces, las ideas: no corresponden a un sustrato e! marco estricto de! empirismo? En e! fondo, si se quiere ir más allá de las
material cualquiera, que no puede tener ideas, pero deben, en tanto que ideas, incoherencias del idealismo empirista, e! sentido de la filosofía de Berkeley
relacionarse con un Espíritu. Nuestra imaginación que nos empuja de idea reside en una cierta reforma del lenguaje que anticipa en muchos aspectos la
en idea, nos empuja igualmente a objetivarlas, pero al hacerlo, dice Berkeley, de nuestro siglo. Así, cuando nos invita a repensar e! concepto de existencia en
las relacionamos generalmente con otras causas y no con Él, y así llegamos a términos de accesibilidad, es decir, de percepción, quiere evitar una acepción
ser, por la misma causa, espantosos materialistas.
13 Subrayado por nosotros. Op. Cit., § 35.
10 Principios del conocimiento humano, § 8-9 (rraduc. Franc. M. Phillips, en las Obras de Ber- 14. Notas filosóficas, 606 (rrad. francesa bajo la dirección de G. Brykman, Obras, vol. 1, t. 104.
keley, vol. 1, París, PUF, 1985). París, PUF, 1985).
11 Op. Cit. § 23. 15 Principios, § 38 Y 39.
12 Op. Cit. § 33. 16 Op. Cit., § 48.

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA El nacimiento del empirismo

de la palabra ser que recubra una contradicción. Si usted dice que la mesa es lismo entre otros. Hume no va a librar semejantes combates. Para él, e! gran
redonda, esto significa que usted la ha percibido así, y no que ella es eso en sí, problema es la generalización del modelo empirista. La física se transformo
ya que usted no podría ni decirlo ni pensarla asÍ. Las ideas abstractas, entonces, en una ciencia experimental. Entre Newton y Descartes, e! primero fue quien
no son más que convenciones lingüísticas para capturar lo empírico. Si nosotros se impusiera definitivamente en su aproximación a la naturaleza. Hablar de!
somos conscientes de ello, no hay problema, no nos lanzaremos, como él dice, hombre, ahora, es extraer de! seno de la naturaleza una naturaleza humana.
en "disputas puntillosas", Al contrario, si uno lo olvida, va a imaginar cosas Por esto, por supuesto, siempre son las mismas grandes cuestiones filosóficas
detrás de las palabras, en lugar de verlas como simples maneras de hablar. Por que se trata de considerar: e! Sí, e! Mundo (o las cosas), e! Otro. Traduzca: e!
ello, hay que concluir en que lo que la ciencia de su tiempo ha podido llamar entendimiento que conoce las cosas; e! espíritu que se conoce, es decir, la teoría
espacio o gravedad, por ejemplo, nunca son más que aparatos conceptuales de las pasiones; y, finalmente, la relación con e! Otro que define e! problema
cuya finalidad última es la de unir ideas entre ellas, por lo tanto, lo sensible. de la moral y de la justicia. Más tarde, con Kant, estas tres partes de! Tratado
Pero no vaya a concluir por ello que e! espacio existe o que la Gravitación es, de la naturaleza humana (1739) van a dar lugar a tres Críticas distintas. En
tampoco que las ideas son causadas por las cosas, puesto que ellas son estas la Antigüedad, se hablaba de la lógica para describir las operaciones de! en-
cosas. Aquí aún importa captar e! carácter convencional de! lenguaje humano. tendimiento, de! Sí; de lafísica para comprender cómo funciona e! universo;
Después de todo, hablamos de! sol que se eleva y que gira, o de! coche que s~ y de la ética para tratar de la relación entre los hombres.
mueve, y así sucesivamente. Con Berke!ey, e! lenguaje nunca se ha disociado La cuestión que se formula en e! siglo XVIII trata precisamente de la re-
tanto de la realidad, sin duda porque nunca las ideas que percibe la consciencia lación entre e! hombre y la naturaleza. ¿Es su prolongación, como lo piensan
han estado tan próximas a ella. Rousseau y Hume, o se arranca de ella para afirmar e! reino de lo inteligible
y de la autonomía, como lo pensará Kant? Pero si, como Hume, se estima
4. Hume o el escepticismo radical. que el-hombre es un ser de naturaleza, por otra parte siguiendo a Hobbes en
esto, ¿cuál será e! estatuto de la especificidad del género humano? El hombre
Con Hume, la maldición de Descartes se realiza: se atiene a la .estricta expe-
no es sólo un animal y hasta quizá se distingue de él esencialmente. ¿Cómo
riencia, por lo tanto, a la pura contingencia de lo factual y de lo sensible, y no
establecer una ciencia de la naturaleza humana que no sea antinómica por
se explicará e! conocimiento por otra cosa, Dios por ejemplo. Lo que cuenta
definición, donde hombre y naturaleza se transformen en términos incom-
exclusivamente es la percepción y conviene limitarse a este análisis. ¿Por qué
patibles? El escepticismo, en estas condiciones, ¿no es inevitable? Se sabe,
e! escepticismo en estas condiciones? La razón es simple: si e! espíritu no tiene
para Hume, que la gran diferencia se da .respecto a las pasiones, que son,
otro objeto más que sus ideas, ¿cómo quiere usted, sin recurrir a Dios, que las
a la vez, la prolongación de la sensible en e! hombre y una marca propia
sensaciones recubran cualquier cosa que esté "asegurada", que sea "objetiva"?
exclusivamente humana en relación con lo natural que ellas transforman'?
En e! fondo, Hume parte de la crítica berke!eyana de Locke y la empuja hasta
Las pasiones van a aparecer como la expresión de! sentimiento de sí y van a
su fin. Mis sensaciones sólo son subjetivas y sólo estoy seguro de esto. No hay
constituir e! máximo de racionalismo de! que e! empirismo hará sus pruebas
ninguna garantía más de necesidad en lo que percibo y pienso, lo que pienso
sin traicionar sus premisas. Esto no impedirá que se formule con fuerza e!
está extraído de lo que percibo. La consciencia está totalmente movilizada por lo
problema de! Yo en e! empirismo, como un problema tan insuperable para
externo, a la inversa de! racionalismo que hacía que todo partiera de! Cogito, de
él como la consciencia empírica lo era para e! racionalismo.
la reflexividad apodíctica. Esto le propondrá a Hume e! problema de no poder
explicar la ciencia en otros términos que no sean los probabilistas.
6. Naturaleza y límites del entendimiento humano.
5. La cuestión de la naturaleza humana._ La primera búsqueda a la que hay que dedicarse concierne a la cuestión
de saber lo que nosotros podemos conocer y cómo. El hombre como pro-
Los predecesores de Hume se centraron en e! problema de! conocimiento,
longación de la naturaleza de la que forma parte está unido naturalmente a
cuya finalidad era la afirmación de las bases de! empirismo, contra e! raciona-
17 Ver M. Meyer, Le philosophe et les passions, Le libre de peche, 1991, p. 243 Ys.

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA El nacimiento del empirismo

ella: de allí el rol de los sentidos y de las impresiones que ellos comunican a de la relación. De allí la introducción del grado y del número para calificar
nuestro cerebro. aquello que tienen más o menos en común. Como se ve, la asociación de ideas
puede hacerse por una identificación o una sucesión de cualidades próximas
"Todas las percepciones del espíritu humano se dirigen a dos géneros distintos
que llamaré impresiones e ideas"18.
en el espacio y en el tiempo. En cuanto a la causalidad, parece que se resume
en una relación de contigüidad en el espacio y en el tiempo, en el hábito que
La diferencia entre las impresiones y las ideas es la vivacidad, la fuerza sensi- experimentamos frente a la concurrencia de los fenómenos y de las sensacio-
ble: una impresión puede ser tanto una pasión como una simple sensación. La nes. Esto no impide que Hume la distinga de la pura y simple relación de
idea es la copia intelectual, la consciencia que se transforma en consciencia de contigüidad, por el hecho de que la causalidad nos hace inferir cosas que no
sí, el intelecto que reflexiona, dice Hume, lo que los sentidos nos aportan. Por lo percibimos ni sentimos forzosamente, aun si, en último análisis, no hubiera
tanto, no se trata más de llamar idea, como lo hacía Locke, todo lo que está en causalidad sin una relación sensible originaria. La causalidad desborda la
la consciencia sensible y lo que de ella emana por elaboración, por reflexión. Las contigüidad como la sucesión que ellas no agotan. Como ningún objeto
ideas "parecen ser, de alguna manera, las imágenes reflejadas de las [impresiones 1 posee en él la condición de la existencia de otro, la causalidad se manifiesta
de forma tal que las percepciones del espíritu son dobles y aparecen igualmente como puramente contingente. La inducción, que nos hace pasar de un caso
como impresiones y como ideas" 19. ¿Cómo opera la percepción? "Primeramente, particular a otro o a una ley llamada general, no es necesaria en absoluto. Por
una impresión afecta nuestros sentidos y nos hace percibir calor o frío, sed o otra parte, la necesidad es una relación y, por ello, desborda lo sensible.
hambre, placer o dolor, de un tipo o de otro. De esta impresión, el espíritu En realidad la crítica de Hume desde el punto de vista de la visión ra-
hace una copia que permanece después de la desaparición de esta impresión: cionalista de la inferencia se fundamenta sobre el carácter no empírico de la
es lo que llamamos una idea. Esta idea de placer o de dolor, cuando vuelve al necesidad lógica. La relación entre percepciones, entre proposiciones, no se
alma, produce nuevas impresiones de deseo y de aversión, de esperanza y de manifiesta por la experiencia. Nada en cada una de ellas permite concluir la
temor que propiamente se pueden llamar impresiones de reflexiones, porque existencia de una cosa respecto de otra, prueba-que sólo el contacto con las
derivan de ellas'?", Como se ve, las ideas engendran, a su vez, impresiones, por cosas mismas permite decidir lo que, en general, es decir, por hábito, fluye de
supuesto, distintas de las que las han engendrado. Las ideas poseen una cierta ello. De allí, el rol central de la inducción, que no autoriza generalizaciones
autonomía en relación con las impresiones: surgen de la memoria y alimentan, absolutas y ciertas, sino que siempre son sólo probables. Uno no conocerá el
así, la imaginación, dos formas de uso intelectual aparentemente desconectadas mundo si se queda en su habitación, sino si sale y lo contacta: sin embargo,
de toda relación inmediata con lo sensible. no se tendrán los absolutos que a la metafísica le gusta poner por delante, un
Esto origina la pregunta de la relación de las ideas entre ellas, ya que su pocosuperficialmente. La legalidad a priori de la naturaleza se ve así cuestio-
combinación no se limita evidentemente sólo a las relaciones arbitrarias de la nada, y, por la misma razón, también la ciencia, en todo caso en su pretensión
imaginación. La conexión de las ideas se hace porque las cualidades se asocian de poner en lo real la lógica y la apodicticidad salidas sólo del entendimiento,
por semejanza, contigüidad en el espacio y en el tiempo, y por causalidad. incluido de la imaginación humana.
"Allí hay, dice Hume, una especie de atracción que, parecería, tiene en el
mundo del espíritu tantos extraordinarios efectos como en el mundo de la 7. El problema de las pasiones en Hume
naturaleza'?". Por ello, es evidente que el hombre forma parte de la naturaleza
El poder de la pasión es no sólo el de producir sino el de reproducir im-
y que las mismas leyes -newtonianas- se aplican a él. La semejanza es signo
presiones sensibles, aun siendo ella misma una de ellas. He aquí por qué la
de una gran proximidad, que se debilita con la yuxtaposición (en el espacio
pasión es una impresión, pero también una reflexión. Si un individuo se siente
y en el tiempo), y por supuesto, con la causalidad. Sigue un debilitamiento
halagado por las posesiones que puede exhibir, probablemente su vanidad va
18 Tratado, p.65 (trad. Franc. A. Leroy, Paris, Aubier, 1983). a incitado a acumular más y a mostrar a los otros su éxito, lo que refuerza,
19 Ibid., p.67. al mismo tiempo su placer, y su vanidad, y su placer, etc.
20 Ibid., p.72. Este mecanismo de producción y de pasaje no se da sin recordar lo que
21 Ibid., p.77. se juega, en el nivel del entendimiento esta vez, como inferencia o conexión

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA El nacimiento del empirismo

necesaria. Ésta reposa sobre la comprobación de una conjunción habitual, en sensaciones. Entonces, es necesario distinguir las impresiones secundarias en
la experiencia, de los objetos, un poco como la vanidad y la posesión lo son calmas y violentas: el sentimiento estético o el simple uso, neutro, de la razón,
en el ejemplo dado más arriba. No hay nada en la consideración de un hecho levantan pasiones calmas, apenas perceptibles como tales, que merecen quizás
que obligue a concluir en algo diferente, porque tal operación ya constituiría apenas que se las llame otra cosa que emociones. Las pasiones violentas son
otro hecho. En otros términos, no hay ninguna necesidad de inferir lo que sea, el odio y el amor, la pena y la alegría, el orgullo y la humildad.
incluida en ella una necesidad. Si necesariamente, cuatro menos dos hacen Otra clasificación, por lo tanto, debe imponerse, según Hume: la que
dos, no se necesita hacer el cálculo en cuestión. Concluir necesariamente no divide las pasiones en pasiones directas e indirectas.
es necesariamente concluir. Ninguna proposición encierra en ella misma el
"Por pasiones directas, yo entiendo las que nacen inmediatamente de! bien y
enunciado de sus consecuencias. No hay en la idea de A, la idea de ir más de! mal, de! dolor y de! placer. Por pasiones indirectas, las que proceden de los
allá y el hecho de decir A ya es un hecho diferente de A, que lo refleja, por mismos principios, pero por conjunciones con otras cualidades. A esta distinción,
el atajo de la creencia de alguna manera. Esta libertad obedece a otra lógica por e! instante, no puedo justificarla, ni explicarla más'?".
que la del entendimiento. Es el misterio de la pasión según Hume.
Extraigamos el cuadro sintético de las pasiones según Hurne".
"La creencia, evidentemente, consiste no en la naturaleza ni en e! orden de
nuestras ideas, sino en la manera como las concebimos y como las sentimos Pasiones
en e! espíritu. No puedo, lo confieso, explicar perfectamente este sentimiento,
esta manera de concebir?". IMPRESIONES DE SENSACIÓN IMPRESIONES DE REFLEXIÓN
(instintos, necesidades)
Hay una libertad de concluir que es, en realidad, la de asociar ideas, de re-
unidas, según la proximidad o la semejanza que los objetos tienen entre sí,
''Así, todo razonamiento probable no es nada más que una especie de sen-
_ CAlmas
sentido de lo bello, amor a la vida,
\
violentas
o pasiones en sentido estricto
sación, no sólo en poesía o en música donde debemos seguir nuestro gusto y sentido moral y de la justicia
nuestro sentimiento, lo mismo ocurre en filosofía. Cuando estoy convencido
de un principio, sólo es una idea que me golpea más fuerte. Cuando doy la
preferencia sobre otra a una sucesión de argumentos, no hago más que decir
según la manera como yo experimento la superioridad de su influencia. No hay
(benevolencia y resentimiento)

.r >:
trectas
Razón

In trectas
/~
directas indirectas

conexión que se pueda descubrir entre los objetos y no hay otro principio más la atracción del aprobación y deseo y aversión, orgullo,
que una acción de la costumbre sobre la imaginación de donde pudiéramos bien y el rechazo desaprobación alegría y pena, humildad,
extraer una inferencia de la aparición de uno a la existencia del otro'?", del mal de los otros esperanza y temor amor,

Como se ve, Hume da, finalmente, un sentido preciso y riguroso al desesperanza y odio,
seguridad pero también
término reflexión: es una impresión que redobla otra formando parte del
ambición,
orden natural al que responde. Por otra parte, Hume insiste mucho sobre la vanidad,
distinción entre las impresiones de sensación y las impresiones de reflexión. envidia,
Las sensaciones se distinguen según el eje del placer y del dolor. Se trata de malevolencia,
sensaciones que nacen de nuestra constitución biológica, sin razón y Hume, piedad,
por lo tanto, no se detiene allí. Representan un hecho, es por ellas que lo y generosidad

natural de la naturaleza humana se une a su animalidad. Las impresiones de


reflexión, al contrario, emergen como tantas reacciones en el espíritu ante estas 24 Ibid., p.3?5.
25Se encontrarán otras más o menos semejantes, en N. Kemp Smirh, The Philosophy o/David
21 Ibid., p.I?3. Hume, p.l06 (Londres, Mac Millan, 1941; 1966), en H. Parrer, Les Passions, p.48 (Bruselas,
23 Ibid., p.180-181. Mardaga), o aun en J. Pucelle, Hume, p.69 (parís, Seghers, 1969).

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA El nacimiento del empirismo

En realidad, hay una especie de evanescencia o de debilitamiento de las Lo que está muy claro, me parece, es que las pasiones directas apuntan a
pasiones en sentimientos, de los sentimientos en creencias, que corresponde a traducir en el espíritu, si no como constitutivos del yo en sí mismo, lo que
un apaciguamiento en la reacción pasional, más pasiva en que implica menos le conviene y lo que no le conviene. Persigue o no una evolución natural,
al sujeto y su voluntad de actuar o de reaccionar. directamente, por voluntad y refuerzo. Decir, decirse, "esto está bien", o
Las pasiones primarias son sensaciones, que se manifiestan en e! nivel de! "esto esta mal", permite reaccionar, instituir una coherencia, en suma, un
cuerpo y comunican inmediatamente e! dolor o e! placer. La reacción a este suerte de identidad personal en el instinto de sobrevida, surgido de nuestro
dolor o a este placer se traduce por pasiones secundarias calmas que muestran ser biológico. A partir de aquí, surge naturalmente una consideración de
más su comprobación que la pasión stricto semu, o por pasiones violentas. En nosotros mismos, sobre nosotros mismos, que resulta indirectamente de lo
cuanto a las pasiones directas "nacen frecuentemente de un impulso natural que hemos podido experimentar y que nos da el retroceso, el cambio, lo que
o de un instinto perfectamente inexplicables. De este género son e! deseo otras filosofías hubieran llamado la consciencia de sí, Hume, como buen
de un castigo para nuestros enemigos y e! de dicha para nuestros amigos, e! empirista, concibe las pasiones directas como reacciones naturales ante las
hambre, e! deseo lascivo y algunos otros apetitos corporales. Hablando con impresiones sensibles originarias. Ellas pueden ir de la calma de la razón
propiedad, las pasiones traducen e! bien y e! mal y no proceden como los (ya que "no hablamos ni con rigor, ni filosóficamente cuando hablamos del
otros afectos"26. combate de la pasión y de la razón. La razón es, y con ella no puede más que
Lo que significa que aquí se trata de pasiones que directamente tienen por ser, la esclava de las pasiones'?") al sentimiento de lo bello, a la reacción en
objeto e! bien y e! mal, e! dolor y e! placer. Más que ninguna otra, la pasión el placer que trata de producirse, o hasta al sentimiento de sí. Las pasiones
directa es la respuesta natural a los problemas naturales que e! hombre debe son como reforzadores, o al contrario, puntos de inflexión, cuando no son
afrontar: él tiene esperanzas, teme, desea, quiere, todo esto como respuesta al puras reflexiones sobre la naturaleza misma. Del entendimiento pasivo a la
placer, para repetido, y al dolor para huir de él y e!iminarlo, como se elimina voluntad más activa la pasión ocupa todo el espacio de la subjetividad. La
a un enemigo mortal. razón entonces no es más que la buena consciencia de la pasión: "da razón"
Al lado de esto, se encuentran las pasiones indirectas, que operan a o "devuelve razón". Lo que se llama pasión se relaciona con cierto grado de
partir de! dolor y de! placer, pero sin tomados como fin. Indirectas son las imaginación, con cierta fuerza de voluntad que el hombre ejecuta después de
pasiones que nacen de la consideración de nosotros mismos, en relación con haber experimentado su situación, porque, simplemente, la vive.
e! objeto que nos procura placer o pena, u otros. En la pasión indirecta, lo La razón puede justificar todo, sólo la pasión hace elegir.
que verdaderamente se cuestiona básicamente, no es tanto algo que está en
e! exterior como a nosotros mismos en relación con ese exterior. De allí e! "No es contrario a la razón preferir la destrucción del mundo entero a un
arañazo de mi dedo?",
orgullo y la humildad, que aumentan o debilitan e! sentimiento de sí, a través
de sensaciones que se pueden experimentar cuando se posee bellos objetivos Frase cruel, de la que Nietzche no habría renegado, pero que dice bien
por ejemplo, o hasta cuando se frecuenta a gente importante, para tomar que la razón viste y maquilla allí donde, verdaderamente, es la pasión la que
otro ejemplo donde una impresión sensible positiva, de placer, da lugar a un opera frecuentemente bajo la manga.
acrecentamiento de placer vía la pasión indirecta de orgullo que de ello resulta. La moral, la razón moral, reposa sobre la proximidad de los individuos,
Lo que Hume llama una doble relación de impresiones y de ideas, donde dos su voluntad de ayudarse los unos a los otros, a la que Hume llama simpatía,
impresiones de placer se redoblan en la alegría de la cosa y en e! orgullo que que consiste en experimentar la pasión de la pasión del otro, en compartir
ello representa para nosotros cuando lo gozamos. Es el síndrome de la mujer su suerte. Aquí se está lejos de una moral universal "3.la Kant", que ignora el
bella, si se prefiere: uno aprovecha tanto su belleza, como el hecho de que es sentimiento, en provecho de la generalidad fría de la Ley.
con nosotros con quien ella pasa su tiempo más bien que con otro.

27 Ibid., p.524.
26 Ibid., p.551. 28 Ibid., p.525.

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA El nacimiento del empirismo

"Nos gusta la sociedad en general; pero es de la misma manera como nos gusta La simpatía es una tendencia que perdura, para transformarse en verdadero
todo otro entretenimiento. En Italia, un inglés es un amigo; en China, un eu- sentimiento moral, el que, según Hume ha salido de las impresiones sensibles,
ropeo; y quizá nos agradaría un hombre por el solo hecho de que es un hombre,
y no de su descuido, o de su domesticación ilusoria proveniente de cualquier
si lo encontráramos en la luna'?".
cosa dada a priori. La simpatía, al contrario, es algo enteramente natural.
No se podría ser más claro sobre el rol que juega la proximidad en la
"Evidentemente la simpatía, o comunicación de las pasiones, se encuentra en
simpatía. La lógica de las pasiones, lo he dicho y repetido, es una lógica de los animales, no menos que en los hombres'T.
la identidad y de la diferencia. La simpatía expresa el contagio pasional en
términos de acercamiento y de identidad. Hume llama esto contigüidad o Hay un realismo en la posición de Hume que no puede más que conmover.
sucesión, para subrayar el rol del espacio y del tiempo, o aun semejanza, para Es la relación con las pasiones del otro que crea el juicio moral.
indicar la división de ciertas propiedades, que suscita la identificación, aunque
"Tener el sentido de la virtud, no es nada más que experimentar una satisfacción
más no fuera que por asociación. En la simpatía, hay como una trascendencia de un género particular en la contemplación de un carácter. Este mismo senti-
del amor propio donde uno sólo se preocupa de la diferencia del otro, que miento es el que constituye nuestro elogio o nuestra admiración'T'.
aquí no es más diferencia con el otro. Así, dice Hume, "nuestro primer y muy
natural sentimiento moral se funda sobre la naturaleza de nuestras pasiones y La simpatía tiene forzosamente como contrapartida el egoísmo natural
tanto acuerda la preferencia por nosotros mismos como por nuestros amigos del ser sobreviviente que somos todos nosotros. Pero la necesidad de satisfa-
sobre los extraños". Esto se refiere a que el estado de naturaleza, a la Rousseau, cer todas nuestras necesidades debe hacer surgir necesariamente la demanda
no existe. El hombre siempre vive en sociedad. de justicia. Incluso "cuando la injusticia se produce lejos de nosotros, a una
distancia tal que de ninguna manera puede afectar nuestros intereses, aún
"No podemos formular ningún deseo que no se revele a la sociedad [... ]. Sean
así nos desagrada. Ya que la consideramos como perjudicial para la sociedad
cuales fueran las pasiones que nos animen, orgullo, ambición, curiosidad, deseo
humana y como peligrosa para todos los que se acercan a la persona que
de venganza o lujuria, su alma, el principio de todas, es la simpatía; no tendrían
ninguna fuerza si debiéramos extraerlas enteramente de los pensamientos y de se ha hecho culpable. Compartimos su contrariedad por simpatía. Todo lo
los sentimientos ajenos"30. que, en las acciones humanas, produce una contrariedad desde una perspectiva
general se llama vicio, y todo lo que produce una satisfacción, de la misma ma-
El amor y el odio son pasiones dirigidas hacia otro, así como el orgullo y la nera, se llama virtud (... ) Este progreso de los sentimientos es natural y hasta
vanidad lo son hacia uno. La lógica de la identidad y de la diferencia funciona necesario'P' .
de manera tal que no hay orgullo que no sea, finalmente, una comparación En suma, "toda la moralidad depende de nuestros sentimientos; cuando
con el otro, una relación con él. una acción o una cualidad del espíritu nos place de una cierta manera, deci-
"Tenemos una idea viva de todo lo que se relaciona con nosotros. Todas las mos que es virtuosa":", pero esto no es arbitrario, ya que "no podemos más
creaturas humanas se relacionan con nosotros por semejanza. Entonces, sus cargar nuestros sentimientos personales que los movimientos de los cielos?",
personas, sus intereses, sus pasiones, sus penas y sus placeres deben afectamos lo que constituye una especie de necesidad y de universalidad, tomadas de
de una manera viva y producir una emoción semejante a la emoción original, los hechos, en todo caso de su regularidad.
ya que una idea viva se convierte cómodamente es impresión'?'. Se quiera o no, las pasiones son sociales, ya que son naturales. La hu-
manidad del hombre, de la naturaleza humana, es su inserción en grupos
¿Qué cosa hay más emocionante que el espectáculo del sufrimiento aje-
más o menos numerosos. De allí el sentimiento de justicia, pero también el
no, que genera la simpatía, que puede, entonces, transformarse en piedad?
Experimentamos el dolor al ver su dolor (impresión viva). 32 lbid., p.504.
33 Ibid., p.587.
29 Ibid., p.59B. 34 ¡bid.,p.617-61B.
30 Ibid., p.467. 35 Ibid., p.636.
31 Ibid., p.473. 36 Ibid.

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA}ONA
El nacimiento del empirismo

de orgullo, o hasta del amor, y todas las otras pasiones que de su naturaleza más sensible si la compara con el placer original del que ella misma goza. Por
fluyen. cierto, este contraste también debe avivar el placer presente'?".
El poder y la riqueza, por ejemplo, suscitan reacciones pasionales, que
pueden ir de la simpatía a la envidia, porque el que goza de estos bienes par- Así una comparación desfavorable que me da una imagen negativa de mí
ticipa de alguna manera en lo que él tiene. Esto prueba que tuvo éxito, que es mismo, no podría más que guardar rencor al otro por ser más que yo, y en el
alguien y no podemos impedimos relacionar nuestra propia suerte con la de límite, me esforzaré por destruido. La moral real no es universalista, sino es
él. La libertad de la que disponen los ricos y los poderosos hace de sus medios por ingenuidad o ilusión de un deber racional (que permanece teórico) pero
de fortuna causas de esperanza y de placer suplementarias. Finalmente, todas es comparatista. Lo que rige a la mayor parte de los hombres es el rechazo
estas ventajas materiales, son tanto instrumentos de comparación como de envidioso de aquellos que tienen más éxito que otrós, yel desdén para aquellos
valoración. Pero se desprecian los bienes y los privilegios sociales no tanto que se esfuerzan por aproximarse a la posición triunfante.
por lo que procuran es sí mismos, como por que los otros están desprovistos "De aquí surge esta especie de envidia cuando vemos a nuestros inferiores
de ellos. Sirven para afirmar una superioridad, una diferencia, por lo tanto, que se nos aproximan o que hasta nos superan en la prosecución de la gloria
un valor más grande que se estima que sea inherente a su persona. o de la dicha?".
"Más grande es la diferencia entre los hombres, menos grande es la
"Los hombres están tan poco gobernados por la razón en sus sentimientos y en pasión":",
sus opiniones que siempre tienen más objetos por comparación que según su
Entonces, será juzgado bueno o bien, lo que permitirá que se eleve, dan-
precio y su valor intrínseco'?".
do por supuesto que los inferiores, cuya igualdad no se quiere, piensan lo
De allí se sigue que, mismo, como los superiores, que temen esta igualación de las condiciones
que nosotros defendemos.
"es según la parte más o menos grande de dicha o desdicha observada en los La justificación moral del ascenso vale para todos, pero la universalidad es
otros como apreciamos necesariamente lo nuestro propio y experimentamos en
ilusoria ya que trata de legitimar nuestro propio ascenso particular, ascenso
consecuencia e! dolor o e! placer. La desdicha de otro nos da una idea más viva
de nuestra dicha y su desdicha una idea más viva de nuestra dicha. La primera que rechazamos para los inferiores. Los intereses particulares rebotan detrás
procura, por consiguiente, una alegría y la segunda un malestar":". del uso de las categorías de bien y de mal.
Nos queda un último punto para su consideración, más epistemológico
Aquí, el malestar ha salido, claramente de las comparaciones de los indi- esta vez. Hume lo dice bien:
viduos entre ellos. Lo que se marca más, con Hume, es la socialización de las
"Creo que se puede establecer con toda seguridad como una máxima general
pasiones, no es que previamente se la hubiera ignorado (Aristóteles, Hobbes),
que ningún objero se presenta a los sentidos, y que ninguna imagen se forma
sino que, por primera vez, toma el aspecto determinante de la envidia porque
en la imaginación, sin que una cierta emoción los acompañe'V,
el interés y la propiedad son reconocidos como razones legítimas con todos
los derechos. Hay una gratuidad pasional en la riqueza, que no pertenece a Pero, ¿en qué puede traducir una emoción un juicio objetivo e, incluso,
la doctrina protestante de la salvación (Weber), sino simplemente que surge si se da el caso, en qué es pertinente?
de la preocupación por hacer mejor y más que el vecino. La lógica de las Para Hume se trata de explicar que la relación con la experiencia simple
pasiones, de la identidad y de la diferencia, se transforma en una especie de es indirectamente pasional. Distingue, por lo tanto, el objeto de estas pasiones
lógica "pequeño-burguesa", de la afirmación de sí en referencia a los otros. indirectas, que es el Yo, de su causa, que es talo tal objeto particular que

"De! principio de comparación es de donde nacen igualmente estos apetitos


irregulares para el mal. Una persona, que experimenta cualquier placer cuando
un amigo yace en la aflicción, siente por reflexión la pena de su amigo de manera 39 Ibid..• pA8l.
40 Ibid..• p.482.
37 Ibid., pA?? 41 Ibid., pA84.
38 Ibid., pA80. 42 Ibid., pA78.

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA
El nacimiento del empirismo

despierta una u otra pasión en nosotros. El Yo, por ello, se refleja sobre todo Si e! proposicionalismo está unido desde sus orígenes a la teoría de las
por un sentimiento de sí débil (humildad) o fuerte (orgullo). pasiones, esto sucede porque la sana razón es la antipasión por excelencia, y
"La pasión, extendiendo sus miradas, se apodera de todos los objetos que tienen por ello, se debe oír la respuesta a lo que es problemático como erradicación
con nosotros la menor alianza o relación'Y. de lo problemático. Por supuesto, es totalmente paradójico". En e! fondo,
se trata de partir del hecho pasional negándolo absolutamente. Hume no
Toda la cuestión es saber cómo opera esta pasionalidad generalizada: como escapa a la dificultad que es aceptar este hecho pasional superándolo en e!
relación con e! mundo y como reflexión sobre sí en e! mundo. La mediación juicio. La objetividad de la experiencia, nunca puesta ,en duda y siempre
de! juicio es inevitable, porque el juicio es la operación por la que opera la postulada, reposaría sobre la atribución de cualidades que sólo la pasión
representación (pasiva y pasionalizada) de la experiencia. Tomemos,e! ejem- permite destacar o inferir. Entonces, ¿la pasión será lo insuperable que se
plo que da el mismo Hume: tal hombre está orgulloso de su casa. Esta es la supera, o la etapa preliminar y superflua ante la evidencia de lo esencial que
causa del sentimiento que él experimenta. En realidad, hay que distinguir sigue y se continúa con sus consecuencias? Sea lo que fuere, la pasión es más
e! sujeto, causa de la pasión, de algo que es la cualidad para la que la pasión que nunca sensibilidad o consciencia sensible, y también, consciencia de esta
surge. Decir que talo cual casa, incluso la mía, presenta un techo plano, por sensibilidad, desvío y percepción de! desvío, todo forma una consciencia a
ejemplo, no tienen ningún interés, si esto no es causa de amor propio. Por ello, pesar de esto. La pasión absorbe e! juicio, pero se refleja también como tal,
lo que aquí está en juego es la atribución de cierta cualidad que especifica la recreando la diferencia: e! juicio esjuicio, y no pasión. La toma de consciencia
causa de la pasión en cuestión. Si nuestro hombre está orgulloso por haberla de la pasión es la reflexión de la sensibilidad por ella misma, una diferencia
construido él mismo, él dirá "esta casa fue construida por mis manos"; si más a su pesar, ya que es reflexión. Pensar la experiencia no es vivirla, es a lo me-
bien quiere hacer resaltar su belleza global, dirá: "esta casa es muy bella", y jor, hacer otra experiencia, totalmente nueva. De todas maneras, la pasión
si es otra cosa la que suscita su orgullo, otra será la cualidad invocada. En es la realización de la no-fusión en sí, y Hume, antes de Nierzsche, Marx y
resumen, la causa de la pasión exige una subdivisión en sujeto-predicado (o Freud, había visto que e! hecho pasional firma hl sentencia de muerte de la
cualidad): es el origen de! juicio y de su dicotomía interna. consciencia absoluta, en fusión perfecta, reflexiva, con este sí que también
"Estas dos partes son esenciales y esto no es una distinción vana y es percepción del mundo.
quimérica"44. Realmente, ¿encontrará Kanr la 'solución más tarde, cuando evacue las
pasiones, en la apodicticidad de la razón pura, o en la de los imperativos cate-
¿De qué es cuestión en e! acto de juzgar sino de la pasión? Allí está la razón góricos de la razón práctica, o hasta en la universalidad de! juicio de gusto? ¿No
misma de! hecho de que se juzgue aquello de lo que se juzga. Y si no hubiera desplaza más bien e! problema, que es e! de la subjetividad siempre particular,
pasión, no habría proposición, con su sujeto que, al recibir tal propiedad, pero situada, por tanto en estado de pasión, es decir, de disponibilidad? La
nos uniera a él, implícitamente. Las cosas nos hablan por las pasiones que ambigüedad de Hume, a pesar de su severa crítica de la razón tradicional, es
ellas imprimen en nosotros, a través de las propiedades que nos aproximan que no escapa de esta última pese a su voluntad de deshacerse de ella. No la
a ellas. El hecho de que haya una bella casa se resuelve en proposición: "esta vuelve a pensar, la ataca desde su interior. La pasión es, entonces, la razón
casa es bella", y por ello, se manifiesta un interés personal y se comunica una que se piensa en su impensado, pero aún es lo suyo. De allí e! escepticismo
causalidad humana. El sujeto puro, si lo hay, es el objeto, pero semejante que revela el carácter prisionero de la pasión en e! seno de una razón que
objetividad es una trampa, ya que la casa sólo es en tanto que esto o aquello. siempre se esfuerza por abolirla. Allí donde hubiera sido necesario salir del
El sentimiento del yo se borra ante e! reconocimiento de la cualidad que lo modelo, Hume lo perpetúa y lo critica desde el interior empujándolo hasta
causa, pero no está menos allí. e! límite de la inconsciencia que hay en querer admitir la pasión que la razón
proposicional y necesaria sólo puede condenar.

43 Ibid., p.377.
44 Ibid., p.378. 45 Sobre este punto, ver M. Meyer, De la problématilogie, París, Le Libre de poche, 1994.

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA El nacimiento del empirismo

Por cierto, queda la contingencia, y Hume la cultiva. Desde Aristóteles, primarias y de las cualidades secundarias, en provecho del único correlato
esta noción formula problemas para una racionalidad que sólo concibe la posible de una consciencia en general: las ideas. La escuela escocesa, llamada
necesidad de sus resultados, y a través de éstos, la necesidad de su propia del sentido común, con, entre otros, T. Reid (171 0-1796), se opondrá a esta
existencia. concepción: si se es empirista, se debe suscribir a las enseñanzas del sentido
Sin embargo, lo cotidiano, con sus juicios y sus emociones, siempre es común, se tiene consciencia de las cosas, no de las ideas, que forman una pan-
aleatorio, y se necesita una buena dosis de ilusión para tener la esperanza de talla entre el espíritu y la cosa misma. En Locke, en todo caso, la consciencia
hacer de ellas verdades necesarias, queridas y ejecutadas por la Providencia es reflexiva y lo que ella descubra es lo que se encuentra en ella, no las cosas
divina o por la Historia. sino las ideas. Por cierto, se supone que éstas están adheridas a las cosas, ya
La reflexión sobre las pasiones se presenta así como el texto mismo de la que son la causa de las ideas que uno puede tener de ellas. Pero, ¿cómo estar
contingencia humana, en el seno de una visión global dellogos que siempre seguro sin sacrificarse a una petición de principios? Evidentemente, no hay
ha privilegiado los discursos del método con respecto a los discursos sobre lugar, en semejante visión, para la pasionalidad. Esta última se inscribe como
las pasiones. Reducir lo múltiple a la unidad es, entonces, la apuesta de una ruptura entre el Yo sensible y el Yo reflexivo, para explicar las zonas de irre-
teoría de las pasiones prisionera de lo que la hace finalmente imposible o des- flexión en la consciencia que no puede ser irreflejada, es decir, inconsciente.
esperadamente superflua. Como no conoce de la razón más que lo necesario y Si, con Locke, se reduce la consciencia a la pura reflexividad, y ésta a una
de la consciencia más que ella se sabe tal, Hume sólo puede desembocar en lo placa fotográfica, las sensaciones van a chocar en las representaciones sensibles,
inexplicable. El empirismo permite reconocer su realidad, pero, no obstante, y no hay más necesidad de explicar cualquier ruptura no intelectualizada,
no puede ir más allá de su sola comprobación. Su teoría de la ciencia como que escapa a la consciencia, a la que se llamaría la pasión, para significar que
inducción de verdades generales a partir de hechos aislados que se repiten algo se nos escapa y nos invade a pesar de todos nuestro dominio intelectual.
sólo es imperfecta con respecto al saber definido como apodicticidad, y la Semejante transparencia reflexiva es, por supuesto, una trampa, y Locke se
probabilidad que emerge sólo podría ser su pariente pobre. verá obligado a conceder un mínimo de pasionalidad. Hablará de malestar
Pero, al final del viaje, es necesario darse cuenta de que lo que Hume aporta (uneasiness) para consagrar las irrupciones involuntarias, incluso indeseables,
por encima de todo es el respeto de lo particular y del hecho, de lo que ningún en esta consciencia que se dice de sí misma perfecta adherencia de sí,
filósofo podrá sustraerse más después de él. Se ha pasado dellogos centrado Sea lo que fuere, la consciencia lockiana es ambivalente: allí se encuentran
sobre la evidencia apodíctica a un logosdominado por la probabilidad. tanto la necesidad como la contingencia sensible; Berkeley tuvo razón de hacer
estallar la necesidad cartesiana, de la reflexivídad en Locke. Sólo se conocen
8. La cuestión de la consciencia y del Yo en el empirismo las ideas, por tanto, las sensaciones. El resto está agregado, y es erróneo; la
consciencia sólo se conoce a sí misma, y si el empirismo debe marchar, sólo
El problema de la consciencia es la cuestión fundamental de la filosofía puede ser en razón de la acción divina. Pero incluso decir esto es impropio,
moderna. Es por este atajo como se trata, desde Descartes, de fundar el pro- precisará un Hume. La consciencia sólo es sensible y todo el resto es agregado
posicionalismo, la apodicticidad dellogos, de la Razón, de la discursividad. Es que, para tener alguna significación, debe poder emerger de la experiencia.
su fuente, ya que se afirma necesariamente (el Cogito) y por este hecho, hace Lo que valen nuestras impresiones es puramente subjetivo y todas las relacio-
de la necesidad su propia norma al mismo tiempo que la de toda afirmación nes que somos llevados a hacer entre las ideas, entre los objetos, sólo tienen
posible. Pero muy rápido fue evidente que muchas ideas son contingentes, un valor subjetivo. La necesidad no es más que una regularidad observada
por su origen como por su esfera de validez. De este modo, se han podido por hábito y no tiene nada de limitante. Por cierto, se deben distinguir las
oponer las cualidades primarias y las cualidades secundarias. En cuanto a la cuestiones de hecho (matters offact) de las relaciones entre ideas (relations of
consciencia misma, es totalmente reflexiva, lo que es evidente si no se quiere ideas), precisa en la Investigación sobre el entendimiento humano, pero es para
hacer lugar a una consciencia inconsciente. Consciencia de sí y consciencia asignar mejor un rol derivado y hasta empírico a lo que podría parecerse a
externa o sensible coinciden, lo que, en buena lógica, debe anular su distin- la consciencia de sí, que abstrae de lo sensible. La pasión es el sentimiento
ción, la escisión de lo inteligible y de lo sensible, la dicotomía de las cualidades del Yo que se encuentra presente en toda impresión sensible, incluso dirigida

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA
El nacimiento del empirismo

hacia "e! objeto". Pero, ¿cómo reducir la consciencia de sí a una excrecencia


cido para ceder e! lugar a un conocimiento "fundado" sobre la probabilidad,
sensible, si e! Yo no se encamina a una sensación entre otras, sustentándolas
como si la separación entre e! espíritu ye! mundo se hundiera y las pasarelas
a todas, aunque fuera a través de pasiones múltiples y diferenciadas? Una
fueran menos seguras. Al mismo tiempo, la apodicricidad como norma de!
identidad que traduce una diferencia, puesto que e!Yo no es ni cosa ni siquiera
logos se encuentra cuestionada, y e! saber, de geométrico, se va a modelar
sensación de cosas; pero en un universo inte!ectual que no admite más que
ante todo sobre la física. Pero, ¿cómo fundar la razón sin la necesidad que se
semejantes sensaciones, es forzosamente reductible, no siéndolo en absoluto.
afirma necesariamente proponiéndola como necesaria? Aquí Hume rechaza
De allí la dificultad confesada por Hume:
una concepción de dos mil años de antigüedad. Su error, si se puede decir,
"Al revisar de manera más sensata la sección sobre la Identidad personal, me consiste en haber concluido en un fracaso, es decir, en continuar razonan-
encuentro enredado en rallaberinto, que lo debo confesar, no sé cómo corregir do según los mismos términos de la doctrina que él rechazaba: fuera de la
mis primeras opiniones, ni cómo hacerlas coherentes (... ) Por mi parte, es necesidad, e! escepticismo, como si todavía y siempre constituyera e! ideal
necesario que alegue el privilegio del escéptico y que confiese que la dificultad
de toda racionalidad posible. Presupone así como valioso lo mismo que ha
es demasiado ruda para mi enrendírníenro?".
socavado, al mismo tiempo que nos deja frente a una de las más grandes
La pasión, en Hume, busca absorber la diferencia entre e! Yo, no empírico, tareas de la filosofía: abrir la vía a un pensamiento positivo desembarazado
y las sensaciones que él vive ya que la pasionalidad expresa precisamente la de la apodicricídad como norma exclusiva de razonamiento, de saber y de
manera diversa de experimentar las cosas. La pasión instaura una falsa identi- relación con e! mundo.
dad destinada a capturar la consciencia de sí, específica, pero a la que se quiere
rechazar como que es distinta, exactamente como quería Descartes, un siglo
antes, reducir la consciencia externa, irreductible a la consciencia de sí, a una
modalidad reflexiva pero de débil valor cognitivo y al que él también llamaría
la pasión. Ésta es como un residuo inasimilable, una falsa identidad, una falsa
diferencia cuya función es la de explicar la ruptura de la consciencia de sí y de
la consciencia absorbida, no por sí sino por e! mundo exterior. En Descartes,
por supuesto, la consciencia sensible era la que presentaba e! problema, lo
mismo que en Hume es la consciencia de sí, un sí distinto de toda sensación,
una identidad no sensible, que él quiere llevar en tanto que pasionalidad a la
consciencia externa. Kant, por su parte, evacuará e! problema consagrando
e! carácter incognoscible de una consciencia por e! otro. De allí la ausencia
en e! de toda teoría de las pasiones", pero también una identidad de! Sí que
no dejará de presentar problemas hasta nuestros días.

9. El aporte del empirismo


Con e! empirismo - sobre todo con Hurne- e! proposicionalismo se
transtorna. Por cierto, e! escepticismo existía antes. Pero la seguridad que
procuraba e! Cogito en cuanto a los contenidos de consciencia se ha desvane-

46 Tratado, p.758 y 761.


47 Sobre todo esto, ver M. Meyer, Le pbilosopbe et les passions, París, Le Livre de peche, 1991,
p.246 Y s.

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43
II - La filosofía moral y política:
entre el contractualismo yel
utilitarismo

Por Simone Goyard-Fabre

Introducción
Sin hablar, como lo hacen ciertos autores contemporáneos, del "clivaje"
que separaría casi irremediablemente la filosofía continental del pensamien-
to anglosajón porque "el espíritu general de los pueblos" sería, aquí y allá,
diferente y tendría exigencias difícilmente compatibles, sin embargo hay
que reconocer que la filosofía práctica de lengua inglesa, sobre todo en los
dominios político y jurídico, ha quedado oculta hasta una época reciente
-principalmente en Francia y en Alemania y, en menor grado, en Italia- en
una penumbra ambivalente: no se la ignoraba totalmente; pero permanecía,
con mucha frecuencia, marginada. Así, desde hace algunos años, se asiste a
una amplia apertura hacia la filosofía anglosajona, moderna y contemporá-
nea. No sólo el conocimiento de autores mayores como Hobbes, Locke y
Hume ha hecho rápidos progresos como los testimonian numerosas empre-
sas editoriales, sino corrientes de pensamiento, hasta entonces descuidadas
con alguna condescendencia, son exploradas; además, se descubren autores
contemporáneos que, incluso, suscitan los suspiros de la moda, y hasta de
los entusiasmos mediáticos.
En las páginas que siguen, no cederemos a la moda, que siempre es efímera
y que, por lo tanto, no tiene ni consistencia ni solidez. Al contrario, como,
en la hora en que, política y culturalmente, ya no es más posible ubicarse
en la barricada de la vieja Europa como si fuera una fortaleza del espíritu,
nos abriremos a las grandes temáticas que, desde los siglos XVII y XVIII, la
filosofía anglosajona ha elaborado.

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA La filosofía moral y política

La empresa es vasta, ya que, por una parte, se atiene al dominio de la jalonado la filosofía anglosajona e interrogaremos sus principales filosofemas.
filosofía práctica (moral, política y jurídica), y, por otra parte, se limita a los Siguiendo el desarrollo cronológico de la filosofía anglosajona desde mediados
desarrollos que se han efectuado después de mediados del siglo XVII. Si, en del siglo XVII, veremos que está ubicada seguramente, como comúnmente
efecto, debemos abordar, primeramente a filósofos clásicos como Hobbes se dice, bajo el signo del empirismo y del pragmatismo, pero también que
y Locke, Hume, Bentham o Stuart Mili, también debemos familiarizamos siempre está preocupada -lo que se dice menos- por situar sus diversos aná-
con autores más próximos a nuestro tiempo, como H. Sidgwick, J. Rawls, R. lisis en relación con los poderes de la razón humana, ya que ella matice sus
Nozick o R. Dworkin ... , autores relativamente poco conocidos (y, general- capacidades, ya que denuncie sus carencias y sus errores.
mente, mal conocidos) por el público europeo. Pero es suficiente con haber Reagruparemos en cuatro registros principales las temáticas que se des-
evocado sus nombres para adivinar que, en Inglaterra y allende el Atlántico, pliegan a lo largo de las obras y cada uno de estos registros estará dominado
se ha producido desde hace tres siglos un verdadero hervidero intelectual. por la silueta de filósofos de mayor o menor envergadura.
Por cierto, esta efervescencia filosófica no fue siempre organizada, como
1) Thomas Hobbes y John Locke, a la hora de las dos revoluciones de
se dio en la filosofía continental, francesa o alemana en todo caso, en siste-
Inglaterra, van de la razón racional a la razón razonable y, en el pensamiento
mas arquitectónicos. Pero manifiesta un pensamiento verdadero que surge,
anglosajón, abren e! registro de la filosofía política.
se frota con las experiencia, se desgasta en el contacto con las dificultades
2) David Hume y Edmond Burke, un siglo más tarde, expresan su des-
concretas, se corrige y se retorna, siempre preocupada por su ascendiente
confianza, incluso su hostilidad, con respecto a la racionalidad; le efectúan
sobre lo real vivido y de su congruencia con él. En todas partes se encuentra
un proceso que quieren que sea sin apelación. Sus filosofías valoran tanto
la preocupación por la empiricidad a la que Locke y Hume, al r;chazar el
una como la otra las vías de la tradición y de la historia.
racionalismo calculador de Hobbes, han adherido su nombre. Este es un
3) De Jeremy Bentham a Henry Sidgwick, se afirma, en e! curso de! siglo
rasgo profundo de la mentalidad anglosajona, dominada antes que nada por
XIX, una razón que pone sus capacidades calculadoras esencialmente al ser-
su inclinación pragmática.
Como no tenemos relación con teorizaciones sistemáticas, es incómodo vicio de una preocupación práctica: e! utilitarismo, bajo sus diversas formas,
poner etiquetas sobre pensamientos que no se organizan en cuerpos de doctri- siempre busca la felicidad más grande para la mayor cantidad posible.
na rigurosamente construidos y ordenados. Entonces, aunque la historiografía 4) Hoy, numerosos autores, de John Rawls a Ronald Dworkin y a Murray
filosófica considera generalmente el pensamiento anglosajón como que forma Rothbard, hacen e! proceso de! universalismo racionalista y declaran que abren
un díptico, por su empirismo, con el racionalismo del pensamiento francés la era de los pluralismos relatiuistas en los que ellos estiman que encuentran
o, más ampliamente, continental, hay que reconocer que las corrientes de las condiciones de la democracia y de la justicia.
esta filosofía están diversificadas. Por cierto, global mente consideradas, se
caracterizan por su rechazo de la abstracción metafísica y de la especulación lo Hobbes y Locke:
teórica, trámite necesario para que puedan tomar los caminos que se dicen El despertar de la filosofía política inglesa.
del "sentido común" y seguir la vía que se llama "analítica". Pero reducidas
De la razón racional a la razón razonable
a este trámite constituye una simplificación abusiva que oculta sus postula-
dos fundamentales. Entonces, es necesario respetar, todo junto, el espíritu El siglo XVII es e! siglo de gloria de la filosofía "clásica" en la que e! pen-
general del que participan y sus inflexiones plurales. Además el panorama samiento, volviéndose de las vías tradicionales de la metafísica sometida o al
que diseñaremos en estas páginas, 'antes que tener la pretensión de la exhaus- cosmologismo de la Antigüedad o al teologismo de la escolástica medieval,
tividad, tendrá por objetivo el poner en evidencia, al mismo tiempo que la se afirma en dos direcciones. Por una parte, lleva la marca de este "milagro
diversidad de las perspectivas, el constante rechazo de las teorías abstractas y de los años 1620" que, con la ciencia rnecanicista, celebra en la naturaleza
de las generalizaciones ambiciosas. e! reino de! orden y de la mesura. A este respecto, hasta se ha llegado a decir
Para evitar el desfile de autores en un catálogo de obras o de ideas, tra- que con este nuevo tipo de inte!igibilidad, "e! viejo mundo" de la tradición
taremos los axiomas fundadores de las obras que, desde hace tres siglos, han filosófica habría cedido e! lugar a un "mundo nuevo" que atestigua e! triunfo

46 47
LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA La filosofía moral y política

del fisicismo. Por otra parte, la filosofía opera "el descubrimiento metafísico En realidad, los acontecimientos que sacudieron la historia inglesa en 1640
del hombre" cuyo testimonio es la obra grandiosa de Descartes. decidieron a Hobbes, espantado por la revolución puritana y por la supresión
A partir de este momento, la filosofía elabora una teoría de la Naturaleza del parlamentarismo, a trastocar el orden de composición y de publicación fle
humana y, sobre bases antropológicas que reconocen en el hombre el privi- su trilogía filosófica: el De Cive y el Leviathan aparecieron primero, respec-
legio de la racionalidad, construye vastos sistemas que ponen en evidencia tivamente en 1642 y en 1651; el De Corpore y el De homine, previstos como
las capacidades constructivas gracias a las cuales la condición humana puede los primeros, aparecieron últimos, en 1655 y 1658. Esta aventura editorial,
ser transformada. Sin embargo, mientras que Descartes, en el dominio de la en la que se había creído ver un error de orden intelectual, en realidad es
filosofía práctica, se atiene a una "moral provisoria" y no penetra en absoluto doblemente significativa: por una parte muestra la importancia que Hobbes
sobre las tierras de la política, Hobbes y Locke, en su país al que sacuden crisis otorgaba al derecho político y su voluntad de encontrar sus fundamentos; la
y revoluciones, no pueden eludir una reflexión filos~fica sobre los problemas obstinación que Hobbes puso por publicar ulteriormente obras previstas con
de derecho y de gobierno que dan forma a la política. anterioridad muestra, por otra parte, la preocupación profunda que siempre
tuvo por articular su filosofía política con su concepción fundamental del
1. El racionalismo constructivista de Hobbes mundo y del hombre. Así se explica que las líneas de fuerza principales que
estructuran el corpus filosófico de Hobbes encuentran su punto culminante
Thomas Hobbes (1588-1679) durante mucho tiempo fue confundido con
en el constructivismo jurídico-político del Leviathán.
"el horrible Señor Hobbes" del que hablara Rousseau. En verdad, el filósofo
de Malmesbury no es el pensador escandaloso que se creyó ver en el, sino un
La pendiente epistemológica del pensamiento de Hobbes y su
filósofo profundo cuya obra es compleja: es profundo porque se interroga
"discurso del método"
sobre problemas "fundamentales"; es complejo porque es un "pensador entre
dos mundos". Es la razón por la cual, aún hoy, la exégesis de su obra da lugar a Hoy conocemos bien el texto del Short Traet,48,compuesto verosímilmente
tonalidades diversas y la interpretación de su filosofía política aparece todavía en 1630, conciso. hasta el vértigo, pero que, en su densidad, constituye la
tironeada entre "absolutismo" y "liberalismo". clave de la obra entera.
Una lectura muy atenta de los textos permite, no obstante, el relevamiento Según el testimonio de Aubrey, el biógrafo de Hobbes, como también
de los equívocos acumulados durante largo tiempo y evita los comentarios según sus mismas confidencias, el joven filósofo habría tenido, como Pascal,
interesados que toman partido y deforman el sentido de la obra entera. una "iluminación euclidiana". Se dudó sobre este episodio. Sin embargo parece
Para comprender la filosofía política de Hobbes, nunca hay que omitir su que sucedió y marcó como un instante decisivo, toda la carrera de Hobbes.
situación en el lugar justo en el corpus sistemático construido por el filósofo. En efecto, en Oxford, el joven Thomas Hobbes habría sido formado
En efecto, la racionalidad del pensamiento de Hobbes le confiere una lógica esencialmente por la escolástica y habría estudiado mucho a Aristóteles. Así,
tan rigurosa que, en ella, todo se deduce de su postulado principal; dicho decepcionado y quizás irritado por este modo de pensamiento, era sensible a
de otra manera, la sistematicidad casi monolítica de la filosofía de Hobbes la corriente antiescolástica que se desarrollaba desde el Renacimiento, e hizo
necesariamente remite a los principios de su filosofía primera. Por otro lado, surgir, contra la certeza del cosmologismo, las promesas del individualismo.
Hobbes había proyectado la composición de una vasta summa filosófica a la Se vuelve entonces hacia Tucídides, traduce La guerra del Peloponeso, mien-
que quería dar el nombre de Elementa philosophiae. Por orden, esta summa tras espera encontrar en este relato "una manera de filosofar diferente del
hubiera comportado un De eorpore, un De homine, un De Cive, que tratan, aristotelismo" y, particularmente, las líneas rectoras de una concepción de la
respectiva y progresivamente, de la naturaleza física, de la naturaleza humana y naturaleza humana. Pero se decepciona una vez más ya que por más lúcido que
de la condición política. Desde su concepción inicial, la obra iba a ser unitaria;
debía estar construida como un sistema que seguiría las reglas metodológicas
48 Short Tract on first Principles, traducción y edición francesas de Jean Bernhardt, bajo el
expuestas en las pocas páginas del Short Traet y, en su rigor deductivo, no título Court traité des premiers principes, PUF, 1988. Antes este texto sólo era accesible en una
debía dejar nada en la sombra. transcripción imperfecta y lagunar dada por Tonnies en 1889, retornada en 1969 en Frank
Cass, por el Pr Goldsmith.

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA La filosofía moral y política

haya sido Tucídides ante los dramas de la guerra, le parece, sin embargo, muy en su tiempo una extraordinaria eficiencia en el mundo científico: Roberval,
alejado de un conocimiento riguroso de los hombres. Pero, un día, Hobbes Gassendi, Pascal, Harvey ... son "rnecanicistas".
descubre los Elementos de Euclides, unas matemáticas donde lo elemental y Tampoco Hobbes, en 1640, duda en explicitar las audacias episterno-
sus composiciones constituyen "las bases y los modos de articulación de toda lógicas a las que lo han conducido la frecuentación de Euclides, después
realidad accesible a la cíencia'r": elemenralisrno, deductivismo, racionalidad de Mersennes. Después de explicar>' que hay "dos tipos de conocimiento",
de lo real, todo está en este libro: la geometría puede explicar el mundo. Para a saber: "una experiencia de los hechos" y "la evidencia de la verdad", es-
Hobbes, es la iluminación. Probablemente al precio de una simplificación de tablece entre ellas una diferencia tipológica radical: la primera sólo es un
los procedimientos eucledianos, comprende que se puede descomponer lo procedimiento empírico del pensamiento; fundada sobre consecuciones de
real, y recomponerlo, incluso de otra manera. En su Vlta en prosa, Hobbes hechos, la representación queda allí adherida en las imágenes; sólo es una
confiesa que fue "seducido por este tipo de razonamiento". En todo caso, presunción de ciencia. El segundo tipo de conocimiento se eleva a las ideas
allí estaba, dice, el método de pensamiento que él necesitaba ya que, para verdaderas y a su encadenamiento lógico necesario. Este movimiento de in-
explicar lo que se produce en los cuerpos, en el hombre o en la política, la teligibilización de lo sensible, al mismo tiempo, es su ordenamiento por una
geometría de Euclides, a la vez realista por su elementalisrno y racional por red de relaciones gracias a las que las significaciones son atribuidas a las cosas
su deductivismo, ofrece un modelo de intelección claro y fecundo. De este percibidas. Inteligibilidad, relacionalidad y significación son las conquistas de
deslumbramiento salió casi inmediatamente el Short Tractque proporciona las la ciencia: "la evidencia de lo verdadero". Una vez definidas estas exigencias,
claves metodológicas de toda la obra posterior; se trata de cuatro claves: or- Hobbes especifica los pasos que ellas requieren: más allá de la sensación y de
ganización y rigor demostrativos; lógica analítica y reconstrucción deductiva; las imágenes, dice, se necesitan el discurso y la síntesis: el discurso, es decir,
claridad de las definiciones; principio de causalidad necesario y suficiente. una operación nominalista en la que los signos (marks) que son las palabras
Pero la exposición more geometrico de este texto, que sólo era un ejercicio sustituyen a la cosa, por lo tanto, el significante al dato; la síntesis, es decir,
no destinado a la publicación, es poderosamente innovador: "formula las bases una demostración que, según el modelo de la geometría, reagrupa y ordena
de un mecanismo moderno de alcance universal, que determina hasta al ser las proposiciones en vista de una conclusión necesaria. Nominalismo y de-
humano en toralidad"?". A este respecto, los escritos de los años 1630-1645 ductivismo son el camino de la racionalidad necesitante (es decir, 'que obliga')
hablan de sí mismos": la referencia constante a Mersenne'" significa que que la conceptualización científica exige.
Hobbes casa el pensamiento de ruptura que, en "el secretario de la Europa Esta toma de posición metodológica y epistemológica, que está explícita
culta", suscitó "el milagro de los años 1620". Mersenne rechaza el naturalismo desde 1640, es definitiva". Las implicaciones filosóficas esenciales repercutirán
aristotélico y el panpsiquismo que merodea en él y, lo mismo que Calileo", en toda la obra política del filósofo. En efecto, la ciencia exige la formalización
forja, por un camino deliberadamente antiescolástico, una imagen del mun- de lo cuantitativo: dicho de otra manera, solo es posible por los tamaños, los
do totalmente inédita: una imagen que se declara racional, que se construye números y las relaciones que establece entre ambos: por lo tanto, calcula-el
por análisis y síntesis correlativos y que sustituye el lenguaje de la cantidad término ratio es una de las claves de la filosofía de Hobbes- ; por lo tanto,
y de la medida por la "física de la cualidad" a la que hasta entonces se había puede construir y prever. El artificionalismo es el correlato del racionalismo.
limitado. Hobbes está tanto más sorprendido por esta nueva episteme que, La ciencia es obra "civilizada". Cuando supera la empiricidad, se eleva a un
por una parte, reúne las preocupaciones del Short Tracty que, por otra, toma lenguaje verbal cuya significación se dirige hacia el porvenir: esta es la causa·
por la que importa sustituir el discurso verbal -oratio y ratio- en el discurso
4. J. Bernhardt, ed. Cit., p.83. mental que no es más que sucesión de imágenes mas o menos caóticas; esto
50 Ibid., p.124. implica la invención terminológica, la memoria del sentido, el razonamiento y
51Entre 1630 y 1636, Hobbes redacta un texto sobre el Tractatus opticus de Mersenne; en la sintaxis, la comunicatividad, que son el rechazo del empirismo naturalista.
1643, termina un opúsculo titulado De loco, motu et tempore: en 1644 escribe el prefacio del
Tratado de balística de Mersenne.
52 Marin Mersenne (1588-1648). 54 Elements o/ Law, primera parte, cap. VI, § 34.
53 Galileo (1564-1642). 55 El De Homine, en 1658, da un eco fiel de ella (X, § 4).

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La filosofía moral y política
LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA
..•
perseverar en su ser". Esta "tendencia" es un "poder", una fuerza que Hobbes
Este nominalismo convencionalista hace toda la diferencia entre el hombre
designa por la expresión de derecho de naturaleza (jus naturae). No solo este
yel animal. "derecho" es totalmente a-jurídico, sino que no es nada más, según el modelo
Hobbes, filósofo de la ciencia al punto de querer conferir a la filosofía el
rnecanicista, que un conatus que, acompañado por un ímpetus, produce una
mismo estatuto que la ciencia, da vuelta la espalda a la ontología y hace del
fuerza. El derecho natural confiere al individuo la fuerza de vivir: es "derecho
universal mecanismo la vía regia de su filosofía. a la vida"60. Y, desde el momento en que un ser vivo tiene derecho a un fin,
tiene derecho a los medios".
Una antropología de tipo mecanicista
Esto es así para todos los individuos: tienen las mismas necesidades y
De acuerdo con las premisas de su filosofía primera, Hobbes subordina los mismos derechos; también tienen los mismos medios para satisfacer sus
todos sus análisis -los relativos al mundo físico, a la naturaleza humana o la necesidades y para perseverar en su vida. En consecuencia su coexistencia,
sociedad civil (o política)- a las nociones dominantes de fuerza y de movi- que se inscribe sobre un horizonte de geometría y de mecánica, no es nada
miento (una y otra remiten, como en la teoría mecanicista de Mersenne, a mas que la feroz relación de sus fuerzas naturales y como la fuerza (o el
la idea de causa entendida como potentia agentis). La insistencia con la que derecho) de cada uno es igual a la fuerza (o al derecho) de cualquier otro,
utiliza, en todas las partes de su obra, el lenguaje del mecanicismo muestra que la vida, en esta hipotética condición natural, seria "solitaria, menesterosa,
quiere unificar y sistematizar su pensamiento. En lo vivo y, particul:rmente penosa, casi animal, y breve"62. Todos los individuos, en su igual desnudez,
en el hombre, solo hay un encadenamiento de movimientos que tienen el como tienen derecho a todo lo que necesitan para vivir, instalarían "la guerra
movimiento como causa inicial. Hay una física de la sensación, de la pasión, de todos contra todos", mas allá del temor perpetuo a la muerte (el horrible
y, también, de los encadenamientos de pensamiento. Todo, en el hombre, timor mortis), la certeza de ser vencido, con ninguna victoria que pueda ser
es efecto de conatus; el hombre es cambio, movilidad; todo en él es movi- durable¡ en esta conflagración universal. El derecho de naturaleza, al servicio
rniento'". Los análisis antropológicos por los que comienzan los tres grandes de la vida de cada uno, contiene la muerte de todos. Bajo el signo del jus
tratados polfticos'" de Hobbes aplican a la naturaleza humana el lenguaje de naturae, la naturaleza humana, tal como la revela la hipótesis metodologica
la física rnacanisista ". del estado de naturaleza, por más que se caracterice por un juego de fuerzas
La antropología de Hobbes se desarrolla a partir de una ficción operatoria: mecánicas y dinámicas, el hombre esta contradictoriamente condenado a la
la de un estado de naturaleza -o, más exactamente, de "la condición natural miseria y a la muerte.
de los hombres"59- que permite imaginar lo que es la "naturaleza humana". Esto es, entonces, lo que la actitud macanicista enseña transpuesta del
En este punto, importa subrayar que, según Hobbes, el estado de naturaleza dominio de la física al estudio de la antropología. Si se aplica al individuo
no tiene realidad: su concepto corresponde a una hipótesis de trabajo, cuya humano el método de Galileo de la resolución y de la composición (o del
función es metodológica. En efecto, cuando la civilización aún no existe o análisis y de la síntesis correlativos), aparece como un juego de fuerzas que,
cuando todas las adquisiciones de la civilización -el comercio, la industria, iguales a las fuerzas que se manifiestan en cualquier otro individuo, lo condena
la navegación, las letras, las artes, etc.- son borradas en la representación del a muerte en un plazo más o menos breve. Esta condición es mucho más dra-
hombre, la silueta que de él se obtiene muestra su propia naturaleza. Así, lo mática por que un conflicto interno desgarra a la naturaleza humana: ya que
que de natural hay en el hombre no le es específico: como todos los seres vivos, el hombre, totalmente obediente al derecho de naturaleza, al mismo tiempo
el hombre posee por naturaleza lo que Spinoza llamará luego "la tendencia a es ubicado bajo el signo de la ley de naturaleza: entonces, está tironeado entre
la guerra y al paz. Esta lex naturae, anota Hobbes, por otra parte, no es una
56 Cf Por ejemplo, Elements ofLaw !LB; cap.III. ley en el sentido propio del término; más bien es "un precepto, una regla
57 Elements of Law, 1640; De Cive; Leviathan,1651.
58 Esta transposición del mecanicismo a la antropología atestigua el rechazo deliberado por 60 Elements of Lato, 1, XIV, § 6: "El deseo natural de concervarse es lo que se llama derecho, o
una paret de Hobbes no sólo de ontología tradicional, sino también de la visu~ .dualista del en latín jus, que es una inocente libertad de servirse de su poder y de su fuerza natural".
cuerpo y del alma. El espíritu no goza de ningún estatuto privilegiado: hay una física del alma 61 Elements of Law, I. XIV, § 7; De Ciue, 1, § 7; Leuiatban, cap. XI1/.
porque no hay autonomía del hombre en relación con la física.
62 Leuiaihan, cap. XIII, p.125.
59 Leuiathan, cap. XVIII.

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA La filosofía moral y polírica

general descubierta por la razón, por la que se prohíbe a los individuos hacer de una respublica que, por la presión, borra e! temor y, por un conjunto de
lo que lleve a la destrucción de su vida o evite los medios de preservarla'F', Así leyes civiles, substituye con la paz a la guerra.
definida, semejante ley de naturaleza es extraña a la ley divina con la que la El acto instituyente de la sociedad civil (o política) es una operación
tradición asimilaba su idea. Es un "precepto" o una "regla" que se inscribe en aritmética cuya estructura y ejecución están inscripta en la computación de
la marcha de la razón para indicar la finalidad que cada uno debe esforzarse la razón, esclarecida y aconsejada por las dos primeras leyes de naturaleza.
por alcanzar: es "lo que nos dicta la recta razón en lo que respecta a las cosas La prim~ra de las leyes de naturaleza indica a los hombres e! fin hacia e! que
que tenemos que hacer u omitir para la conservación de nuestra vida"64.Pero, es ventajoso tender: la paz; la segunda ley de naturaleza indica e! medio de
en este primer paso de la te!eología antropológica, se descubren a la vez la poner en obra para alcanzar este 6n66: "que se consienta, cuando los otros
grandeza y la debilidad de la ley natural: su racionalidad no es por si misma también consienten, en renunciar, en la medida en que se piense que esto es
eficiente. Los dictamina [dictámenes'] de la razón son consejos y no ordenes'". necesario para la paz y para su propia defensa, al derecho que se tiene sobre
La naturaleza humana, entonces, esta ubicada bajo dos signos antinómicos: un todas las cosas". Un cálculo teleológico de intereses es, así, lo que permite
derecho de naturaleza que es "libertad" en e! sentido mecanicista de! termino, reconocer e! valor de! contrato generador de la republica.
pero que, en e! servicio de la perseveración en la vida, conduce a la muerte; El principio de este cálculo pragmático es, en e! contexto mecanicista en e!
y la ley de naturaleza, que obliga a "buscar y perseguir la paz", pero que, sin que se inserta, de una nitidez incisiva: "si cada uno cede e! derecho que tiene
constreñir nunca, sólo es un consejo desprovisto de poder. sobre todas las cosas", es decir, renuncia a ejercerlo, y si todos hacen otro tanto,
En este conflicto que, por la oposición de! deseo y de la razón, desgarra un nuevo equilibrio de fuerzas se establecerá, de tal modo que será trazado e!
a todo ser humano, se descifra la complejidad de la posición de Hobbes: los camino de la paz civil. El estado, que será su dispensador, será un ser de razón
esquemas mecanicistas que hace actuar en su estudio antropológico por más en quien se habrá acumulado e! formidable poder que constituyen todos los
que descubran en, e! hombre e! juego de las fuerzas y de los movimientos, se derechos (o fuerza) que cada individuo -por lo tanto todos- haya renunciado
aproximan a una concepción heterodoxa de la ley natural que, aunque defi- a ejercer. Tal es, según Hobbes, e! conrrato'" cuya originalidad estriba en que
nida como un procedimiento racional, esta cargada de intención te!eológica. no hay nada concluido entre gobernantes y gobernados, es decir, entre los
Esto muestra cuán difícil es efectuar una revolución epistemológica. En todo príncipes y los pueblos, sino entre los mismos individuos (inter pares). Se trata,
caso, en e! carácter conflictivo de las fuerzas que actúan en e! y de los fines sin embargo, de un acto contractual ya que requiere, en la unanimidad, una
que su razón persigue e! hombre encuentra la condición de su salvación; por total reciprocidad: si e! abandono de! ejercicio de los derechos naturales fueran
un calculo de la razón, instituyente de un nuevo equilibrio de las fuerzas, e! unilateral o parcial, seria un mercado de engaños donde los que no hubieran
hombre se arranca de su condición natural para construir un "estado civil" consentido en esta renuncia aplastarían a los otros con todas sus fuerzas. La
que le asegurará tranquilidad y paz. consecuencia se impone matemáticamente: e! Soberano no es parte en e!
pacto pero esta construido, en tanto que poder o potestas, por la acumulación
El artíficíalísrno político de todos los derechos (o potential) que los individuos han decidido no usar.
Este formidable poder es e! de un homo artificialis, puramente racional, que
Conforme con la ley de naturaleza, e! hombre encuentra en los poderes
de la razón la fuente de! artificio por e! que triunfará de las pasiones que se llama Estado o commonwealth. Se caracteriza por su imperio (imperium
o summa potestas). En esta dimensión superlativa, él es poder soberano, es
atiza e! derecho de naturaleza. Vuelta hacia e! porvenir, la razón calcula las
decir, un poder tal que no hay otro mas grande que el: Esta superioritas hace
condiciones necesarias para la salvaguarda de los hombres: procediendo por
geometría y técnica, construye un homo artificiales, en quien reside la esencia la soberanía de! Estado- Leviathan que, en tanto que plenitud opotestatis repre-
senta un nuevo equilibrio de fuerzas: en lugar que la igualdad de poder de los
63 Iuid., cap. XIV, p.128. individuos los exponga a una competencia mortal, e! todo- poder de Leviatán
64 De Cive, n, l.
65 Leuiathan, cap. XV, p.160: "Se riene por cosrumbre el llamar con el nombre de ley a esras
66 Leuiatban, XIV, p. 129.
prescripciones de la razón; pero es impropio: en efecto, sólo son conclusiones o reo remas que
se refieren a lo que favorece la conservación y la defensa de los hombres". 67 Elements o/ Lato, XV, § 8; De Ciue, V, § 8; Leuiatban, cap. XIV.

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA
La filosofía moral y política

no encuentra frente a él más que sus ciudadanos sometidos de antemano, en


el poder soberano es "absoluto", es decir, soluta legibus: el soberano de una
razón de su renuncia, a su autoridad legisladora.
república no esta sujeto a las leyes civiles, ya que él las hacen.
Las consecuencias del acto contractual son, por ello, perfectamente claras:
Sin embargo, no hay que exagerar en absoluto la audacia de esta tesis en la
por una parte, los individuos no son más, como en el estado de naturaleza,
"ciencia política" de Hobbes. Hobbes, pensador "entre dos mundos", no puede
exteriores uno respecto de otros (partes extrapartes) ni están expuestos, por su
franquear el umbral del "positivismo" cuya filosofía envuelve la intuición.
yuxtaposición, a una rivalidad belicosa; forman un "cuerpo público", en el que
Si el Estado es un "hombre artificial" un ser de razón salido del cálculo, no
la unión es unificación: desde ese momento el pueblo ha nacido'" y su poder,
agota su ser en una astucia mecanicista. Las leyes civiles y las leyes naturales
que es la soberanía edificada por el couenant, y confiada a ese tercero que es el
"se contienen mutuarnente'V': por una parte, las leyes naturales, que no son
Leviatán, es una e indivisible: Rex estpropulus. Por otra parte el commonu/ealt
más que consejos de la razón, -que, por consiguiente, es posible seguir o no
o Estado así instituido es la persona civitatii9 que ha recibido del pueblo el seguir- por ellas mismas no tienen efectividad; necesitan de las leyes civiles
cuerpo que ella representa -a propósito, el frontispicio del Leuiathan es de un para llegar a ser operantes; pero, por otra parte, las leyes civiles [ímjpuestas
poderoso simbolisrno- la autorización de actuar en su lugar y ubicación: su por el legislador soberano no son leyes verdaderamente mas que si responden
poder absoluto, que es el "alma" o la "forma" de toda republica?", se encarna, a la teleología de la ley fundamental de naturaleza: dicho de otro modo, que
entonces, tanto en una asamblea como en un hombre. Aunque a Hobbes no le si contribuyen a la saluspopuli, a la tranquilidad y a la paz. El positivismo no
agrade la monarquía parlamentaria que, en Inglaterra, le ha dado tanto temor puede pasar: los remanentes de la filosofía tradicional aferrada a las leyes de
que él mismo se ha condenado al exilio, no es estrictamente defensor de la naturaleza permanecen extremadamente firmes.
monarquía absoluta sino de un estatismo centralizador. En efecto, pertenece En todo caso, Hobbes, a mediados del siglo XVII opta resueltamente,
al soberano poder el "dar y quitar la ley" en todos los dominios: el Estado contra las perspectivas naturalistas diseñadas por la filosofía de Aristóteles,
es "el único legislador'?'. Como tal, le pertenece decidir lo que es justo o por un artificialismo político cuyo pacto social; obra del cálculo racional, es
injusto, legitimo o ilegitimo: la leyes positivas del estado crean y administran el instrumento esencial. Pero el pensamiento político inglés no lo sigue en
el derecho -un' derecho positivo- e imponen a todos los ciudadanos, por la absoluto en las vías que serán mas bien las de la filosofía continental de las
constricción legal, un deber de obediencia que, por otra parte, esta inscrípto Luces. Así, John Locke, medio siglo más tarde, remodela la noción de contrato
en la lógica del contrato institutor de la republica y que, en el nuevo equilibrio social conforme con los requerimientos de una razón que, según él, debe ser
de los poderes, no pueden rehusar. mas razonable que racional.
Así, el Estado según Hobbes, no es nada más que "el efecto soberano" del
arte racional de los hombres: por su cálculo, han construido, bajo el Dios 2. La razón razonable de Locke
inmortal, "un dios mortal" cuya leyes capaz de imponer la paz. A partir de ese
momento, la autoridad política no tiene que mirar más al cielo para atribuirse La filosofía política de John Locke (1632-1704) esta contenida, principal-
el "derecho divino de los reyes". La antropologización del Poder, que, al mismo mente, en su Tratado del gobierno civil que apareció en 1690, el mismo año
tiempo, es su racionalización, parece que abriera la vía a lo que tres siglos que la tercera Carta sobre la tolerancia en la que expone sus ideas morales.
mas tarde se llamara el "positivismo juridico": en efecto, según Hobbes, sólo Pero las tomas de posición del filósofo no pueden ser separadas de los acon-
hay derecho "positivo", es decir, "(imjpuesto" por la ley del Estado; además, tecimientos que marcaron puntualmente su vida.
Locke era demasiado joven como para recordar los comienzos de la primera
revolución inglesa cuyo surgimiento había sido determinante para el pensa-
miento político de Hobbes. Pero supo muy temprano lo que era la guerra y,
68 De Ciue, VI, § l. particularmente, la más espantosa de todas las guerras: la guerra civil. Vio que
69 Leviathan, cap. XlV.
su padre se enroló en el ejército "parlamentario" para luchar contra la tiranía
70 Evidentemente hay que entender bien la palabra república como "cosa pública" (respublica);
y no como un determinado régimen político de forma democrática.
72 Ibid., cap. XXVI, p.283.
71 Leuiatban, cap. XXVI, p. 283 YXXX, p. 357.
73 Ibid., cap. XXVI.

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA La filosofía moral y política

de los Estuardos. En e! colegio vivió con sus condiscípulos los momentos el nombre de Maria 11Estuardo fueron numerosos acontecimientos "glorio-
de efervescencia que provocaban los ecos y los clamores de la rebelión. En sos" en los que veía la consagración de sus propias ideas liberales. Cuando
1649, la ejecución de! rey Carlos I lo conmovió menos que e! texto por e! en febrero de 1689, regresó a Inglaterra, reconoció en la Declaración de los
que e!pueblo de Inglaterra se constituía en República y Estado libre. Además, derechos leída solemnemente en e! Parlamento su propia filosofía política: a
e! episodio Cronwell le pareció muy lejos de sostener las promesas que en partir de ese momento, la monarquía absoluta había muerto; la monarquía
un tiempo e! había dejado entrever; e! Protectorado, entonces, no tuvo en lo constitucional, que extrae su legitimidad de! pueblo y al que le garantiza
más mínimo sus favores. En resumen, la política, en los años perturbadores, protección, abría la ruta de la libertad. Locke, seguro de haber tenido razón,
sólo le interesaba muy mediocremente y estaba preparado para pensar que publicó, entonces, sin interrupciones las obras que durante mucho tiempo
los efectos morales que engendra generalmente son de!etéreos. había meditado en la sombra.
Éstos son los acontecimientos que llevaron a Locke a interrogarse sobre los
problemas esenciales de! mundo político. Esto se produjo, por otra parte, al El aspecto polémico de los tratados de Locke
favor de una derivación profesional y de una amistad. En efecto, John Locke,
Toda la obra de Locke constituye un vasto alegato en pro de la libertad:
a quien los estudios clásicos apenas le habían interesado, por e! contrario, se
en efecto, para defenderla había redactado, desde 1664, unos Ensayos sobre
había apasionado por las disciplinas científicas y, especialmente, por la me-
la ley de la naturaleza y, en 1666, un Ensayo sobre la tolerancia. Pero no había
dicina. Aunque no hubiera adquirido e! título de doctor en medicina, nunca
publicado estos escritos. En su retiro forzado en los Países Bajos, prosiguió,
rechazaba la oportunidad de poner su saber y su habilidad al servicio de sus
durante años, esta misma meditación de donde salieron las tres grandes
amigos. Veía en esto la ocasión de completar su conocimiento de! hombre y
publicaciones de 1690: e! Ensayo sobre el entendimiento humano, la tercera
de su comportamiento. Pero, en e! Círculo de Oxford, de donde había na-
Carta sobre la tolerancia y los dos Tratados políticos. Estos dos últimos textos
cido, en 1660, la Royal Society, él había adquirido una sólida reputación que
no constituyen, por lo tanto, como se lo ha sostenido, la justificación a pos-
le valió que fuera llamado, en 1666, al lecho de lord Ashley, futuro conde de
teriori de la "Glorious Revolutions": más bien teorizan sus ideas directrices
Shaftesbury. Lo curó de una grave enfermedad, lo que le confirió una gran fundamentales. Y esta teorización, que se diferencia netamente de! estilo de la
notoriedad aliado de los hombres de ciencia de! momento. Se convirtió en el
"ciencia política" de Hobbes, totalmente elaborada "en lo abstracto", se opera
médico particular de lord Ashley al mismo tiempo que éste se encontraba cada
en dos tiempos y sobre dos modos: uno, critico; otro, constructivo.
vez más comprometido en la vida política inglesa, primero como Canciller, El primer Tratado político es, explícitamente, la refutación de las tesis
luego, algunos años mas tarde, como jefe del partido de oposición al Rey. A
expuestas por Filmer en su Patriarcha. Estas tesis no habían sido publicadas
partir de ese momento, y como a su pesar, Locke, unido por una amistad fiel
en vida de su autor, pero le habían valido, cuando circulaban de castillo
a Shaftesbury, era llevado con él en sus tribulaciones políticas. Lo siguió en
en castillo, la reputación de un defensor incondicional de la "prerrogativa
ocasión de su exilio en Francia, volvió a Inglaterra con él cuando e! Rey, bajo
real"74. Con el apoyo en las Santas Escrituras, se empeñaba en mostrar que
la presión de la opinión, debió reponerlo en su cargo de Canciller, lo visitó
el poder real deriva de! poder paternal. En efecto, la sociedad, decía, es una
en secreto cuando fue encarcelado en la Torre de Londres, se embarcó con
vasta familia cuyo único tronco es Adán. Como Dios, cuando creó a Adán,
e! para los Países Bajos en su exilio definitivo: Shaftesbury murió en 1683.
le ha dado autoridad sobre todos los que vinieran después de él, y como la
Es en el curso de este período en el que conoció e! exilio y e! temor cuando
soberanía de Adán se ha transmitido por herencia de Caín a Carlos I según
Locke, extremadamente sensibilizado esta vez, más allá de las vicisitudes de
un derecho de primogenitura, todos los sujetos están subordinados y some-
la historia inglesa, en e! curso de la vida política en general, concibió sus dos
tidos a aquel que ha recibido esta realeza. Dicho de otra manera, las ideas de
Tratados del gobierno civil. Convertido en sospechoso a causa de su amistad
la libertad natural y de igualdad están vacías de sentido ya que los hombres
con Shaftesbury, debió vivir en la clandestinidad; además cansado y enfermo,
siempre están sujetos a sus padres. Como la sociedad política, según Filmer,
postergó durante casi ocho años la publicación de sus obras. La revolución
de 1688, la llegada de Guillermo de Orange a Londres, su amistad con la
74 Por otra parte Carlos 1 había recompensado su celo promonárquico confiriéndole un
princesa Mary que debía, aliado de Guillermo III, convertirse en reina bajo título.

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LA FILOSOFÍA ANGLOSAJONA
La filosofía moral y polírica

es de la misma naturaleza que la sociedad familiar, la relación de! príncipe y Remontarse a los comienzos de la humanidad es encontrar e! estado pri-
de sus sujetos es la misma que la de! padre con sus hijos: es una relación de mitivo en e! que se encontraron naturalmente los hombres/". Sólo que, para
Locke, hablar del "estado de naturaleza" no es como para Hobbes, utilizar una
mandamiento a la obediencia que no puede tolerar ni reservas ni excepciones.
ficción metodológica que tenga valor, en una construcción racional, como
La obligación política se reduce a una fidelidad total a la autoridad patriarcal
hipótesis de trabajo. Siguiendo la pendiente empirista de su pensamiento,
de! príncipe. Así Filmer justificaba en conjunto e! absolutismo monárquico
Locke entiende que opera una simple comprobación sobre e! dato natural
como herencia directa de! imperium paternal de Adán y la obediencia pasiva
tal como, por ejemplo, lo puede revelar América. En verdad, no obstante, e!
de los sujetos, necesariamente subordinados y sujetados.
estado de naturaleza que describe tiene dos rostros: e! primero de ellos es más
Locke emprendió la refutación metódica de! Patriarca: ¡cien páginas para
teórico e imaginario que real y objetivo. En efecto, e! estado de naturaleza
aniquilar veinte páginas de su adversario! Cuando prosigue la critica que su es, primeramente, e! estado que Dios ha querido para la creatura humana
amigo James Tyrrell había comenzado en su Patriarcha non monarcha, Locke, en e! momento de la Creación. Este estado originario se caracterizaba por la
que no ignora ni a Bayle, ni a Spinoza, ni a Pufendorf, retorna uno a uno sociabilidad; la experiencia de los otros estaba inscripta en cada uno como
los argumentos de Filmer a fin de mostrar la falsedad de sus principios. El una necesidad de la naturaleza humana. En este estado primordial -que no
patriarcalismo de Filmer es un mito menos inteligible que, pretendidarnen- expresa en absoluto, como lo piensa Hobbes, e! equilibrio mecánico de las
te fundado sobre las historias sagradas, estas, así como la naturaleza de las fuerzas individuales- todos los hombres obedecen los dictámenes de la ley
cosas, lo desmienten. Por lo tanto, desde e! momento en que estos "falsos fundamental de naturaleza: su coexistencia de seres razonables implica una
principios" son "desenmascarados y derribados", es conveniente precisar "e! perfecta reciprocidad. Esta sociabilidad original va a la par con la libertad y
origen, e! alcance y los fines verdaderos de! gobierno civil": tal es la tarea de! la igualdad de todos los individuos": cada uno, como todos, tiene la libertad
Segundo tratado, que prolonga lógicamente la refutación de Filmer. Esta vez, de hacer lo que le place y de disponer de su persona y de sus bienes", Sin
e! combate por la libertad contra e! absolutismo, prosigue a través de una embargo, estado en nada es un estado de licencia ya que, cada uno, conforme
reflexión filosófico-programática. con la ley de naturaleza querida por Dios, debe hacer "el mejor y e! más noble
uso" de sus facultades naturales. La comunidad de los hombres no responde,
El estilo filosófico de Locke entonces, a una simple determinación natural, sino a una obligación: es una
deuda hacia Dios, que cada uno debe reconocer como un deber. Así se mide
Con frecuencia se ha presentado a Locke como un anti-Hobbes. El juicio desde e! estado de naturaleza, la vocación moral de la humanidad: Dios ha
es sumario hasta e! error. La intención de Locke no es en absoluto la de efec- puesto a la comunidad universal de! género humano en un estado de per-
tuar la "devastación" de la política de Hobbes. Por otra parte, no tiene más e! fección que cada uno, en virtud de su derecho natural, tiene e! poder y e!
propósito de oponer la doctrina whiga la doctrina tory. No combate sobre e! deber de conservar. Dado que e! individualismo moral es e! principio de la
terreno de la doctrina o de la "ideología", sino sobre e! de lajilosofla. Incluso vida social, e! estado de naturaleza se define como un estado de convivencia
conviene precisar que, en e! mismo corazón de esta filosofía, e! que esta en y de paz.
cuestión es, fundamentalmente, e! estatuto de! hombre. En esa circunstancia, Sin embargo, la naturaleza humana es frágiF8 y los hombres siempre están
e! estudio antropológico que efectúa e! Ensayo sobre el entendimiento humano lejos de seguir las reglas de! Creador. En realidad, se desvían, entonces, de las
muestra que en todas sus actividades, por lo tanto, en política y en moral, e! prescripciones de la ley de naturaleza querida por Dios. Como esta ley divina
hombre se sitúa en e! encuentro de la experiencia y de la razón. no es una ley de determinación, sino una ley de obligación, deja lugar a los
desvíos y a los errores de los hombres: si, por lo tanto, el estado de naturaleza,
Las lecciones de la experiencia se imponen primero a la reflexión. Inmedia- 75 Tratado del gobierno civil (o Segundo tratado), § 4.
tamente, la primera cuestión que Locke se formula es la de! origen de! poder 76 Ibid., § 4.
político. Se remonta, entonces, a los "comienzos" de la humanidad y vuelve n Ibid. ,§ 6.
78 Ibid., § 143.
a marcar la génesis de las sociedades civiles.

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LA FILOSOFÍA ANGLOSAjONA La filosofía moral y política

en su perfección primera, se parecía a un reino de fines, en realidad revela, sociedad política no esta edificada matemáticamente como la construcción
desde que se lo observa, imperfecciones, carencias y defectos que provienen de un poder eminente que resultaría de la suma de todos los poderes de
de las pasiones y de los vicios a los que los individuos están sujetos. Con todos los individuos. Según Locke, que siempre se remite a la observación
frecuencia, lo irrazonable -¿hay que evocar las oleadas de violencia de las empírica de los hechos, hay sociedad civil cuando los hombre, no importa
que Inglaterra, cuando rechazaba las máximas gubernamentales, ha sido el la cantidad, deciden unirse de manera tal que, cuando cada uno renuncia
teatro?- desafía a la razón. Mediante el esbozo, a su manera, de un tratado de voluntariamente al poder ejecutivo que él tiene del derecho natural, lo confía
las pasiones, Locke explica que el estado de naturaleza real-en el que se puede a una instancia pública'", Esta decisión es un acto estrictamente individual,
observar en las fuentes de la historia o en las regiones salvajes- con frecuencia que cada uno complementa sólo voluntariamente y para sí mismo: incluso
es el lugar de diferendos, de querellas y de guerras; estos comportamientos un padre no puede comprometerse por sus hijos", Tal decisión implica el
provocados y atizados por rivalidades pasionales son funestos porque no existe consentimiento libre (consent) de aquel que pacta". Cada contratante acepta
juez competente para estos litigios", Pero esto no podría significar -Hobbes renunciar al uso de su derecho de naturaleza para hacerse a sí mismo justicia
se equivocó- que el estado de naturaleza es, por esencia, un estado de guerra; y, en el mismo movimiento, lo transfiere al cuerpo público a quien acuerda
solo enseña a quien lo observa que, en su debilidad, el hombre esta listo para su confianza. Individualismo, voluntarismo, concensualismo son, entonces,
olvidar los mandamientos de la razón y, con ellos, de la fundamental y divina los rasgos característicos de este contrato que divide la sociedad natural coex-
ley natural. Entonces, es necesario concluir en que la naturaleza humana no tensiva al género humano en "agrupamientos más restringidos" a los que son
es mala -también allí Hobbes se equivocó- sino que es vulnerable. "incorporados" aquellos que, cualquiera sea el número, han consentido en
Como el estado de naturaleza real no tiene, en verdad, la calma majestad este carnbío'". El contrato, entonces, es el medio de una mutación existencial
del estado de naturaleza creado por Dios, Locke, en su antropología, insiste que hace de la sociedad "civilizada" otra cosa que una "América originaria";
sobre la incapacidad que tiene el hombre de oír siempre el llamado de la no es un cálculo teleológico de ventajas, sino constituye un giro histórico y
razón. Por ello, las sociedades naturales -aquellas cuya historia conjetural concreto en la vida de las sociedades.
de los comienzos de la humanidad muestra la epopeya- han sido y siempre No obstante, sería un error creer que el relato de los comienzos y de la
serán marcadas por la precariedad: así, las sociedades domésticas o que viven génesis contractual de las sociedades políticas, bajo la pluma de Locke, sólo
según el modelo familiar no muestran más que un derecho natural privado de tiene un carácter descriptivo con connotación puramente empirista. Sin
garantía. Son anteriores a las instituciones, anteriores al orden jurídico: esta cesar el filósofo encuentra en la materia el arte del médico que combina
vez es Filmer quien se ha equivocado: las sociedades naturales están expuestas ernpirismo y racionalismo. En efecto, todo el análisis de Locke está ubicado
a los avatares de la naturaleza humana. bajo el signo de la razón razonable (reasonableness) que no solo hace la dife-
Entonces, se hace necesario, según otro esquema sobre la base de "princi- rencia entre el hombre y el animal sino indica, con la verdad del hombre,
pios verdaderos", volver a trazar la génesis de las sociedades políticas, dicho de su propio destino.
otro modo, exponer el camino por el que los hombres han podido escapar En este punto, la filosofía de Locke -con frecuencia presentada como
al carácter defectivo de las sociedades naturales. Según Locke el pasaje del uno de los faros de la "modemidad'P> reúne, reactivándola una de la tesis
estado de naturaleza al estado civil se efectúa por un contrato. La idea puede dominante de la filosofía tradicional. En efecto, su filosofía política sólo puede
parecer trivial ya que, desde los Monarcómacos, pasando por Hobbes o comprenderse si se la relaciona con la ley fundamental de naturaleza de la
Spinoza, por Pufendorf o Cumberland, es corrientemente admitida y no que Locke declara, en una perspectiva muy ciceroniana, que es aquella por la
tardará en llegar a ser un lugar común de la filosofía política. Pero la posi-
ción de Locke es original, sobre todo si se la compara con la de Hobbes. El 80 lbid., § 89.

contrato que inaugura la sociedad civil no resulta, según él así como según 8\ Ibid., § 117 Y 119.
82 Ibid., § 95.
Hobbes, de un cálculo racional de intereses, operado "en lo abstracto"; la
83 lbid., § 128.
84Cf. Por ejemplo Leo Strauss, en Derecho natural e historia o en Las tres olas de la
79 lbid., § 19. modernidad.

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--------------
LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA La filosofía moral y política

que Dios, que gobierna a los hombres de acuerdo con las prescripciones de la primero, el que tiene consciencia de los deberes que Dios le pide que cumpla
razón, impone a cada uno su obligación'". En su Segundo Tratado, el filósofo, en razón de la naturaleza que Él le ha dado. En el orden del mundo, la ley
es verdad, no aporta en absoluto precisiones sobre esta ley de naturaleza; de naturaleza y la naturaleza razonable del hombre mantienen una relación
incluso, ni la define. Pero, por una parte, es muy posible que el análisis de estrecha de conveniencia?': en efecto, la ley de naturaleza se impone como
esta noción haya formado parte de un manojo de papeles manuscritos extra- la regla moral que vale universalmente para la especie humana. El hombre
viados en ocasión de las tribulaciones políticas de Locke en los Países Bajos. cumplirá, entonces, con su humanidad siguiendo el camino que le indica una
Por otra parte y sobre todo, este análisis había sido hecho en los Essayson the razón seguramente menos racional que razonable (la reasonableness).Así Locke
Law o/ Nature, cuya redacción, terminada desde 1664, puede considerarse le otorga al hombre una amplia confianza: si Dios, en el orden ontológico,
definitiva. La "ley de naturaleza", exponía entonces Locke, muy próxima en del que es el amo soberano, no le ha dado ideas innatas, puso en él facultades
esto a las tesis que desarrollaron Punfendorf y Cumberland'", es en conjunto naturales que le son necesarias y suficientes para juzgar lo que es conveniente
un mandamiento de Dios, una regla de la razón y la ley que rige la naturaleza para la realización de su humanidad, para su libertad y para su felicidad.
de todas las cosas. Los Ensayos II y V explican que el hombre conoce esta
ley, fuera de toda revelación divina, por la experiencia sensible y gracias a La razón razonable y la formación de la sociedad civil
la "luz natural" de la razón; por otra parte no es necesario, para alcanzar su
En el estado de naturaleza en el que Dios puso originariamente al
inteligibilidad efectuar razonamientos complejos. En efecto, como lo dirá el
hombre, la ley de naturaleza ha inscripto la paz y la benevolencia recíproca.
Primer Tratado, razón y ley natural se confunden": la ley de naturaleza es,
Sin embargo aunque el estado de naturaleza indique a los hombres, en su
entonces, directamente accesible en su existencia y en sentido por las "criaturas
releología inmanente, el designio moral de la humanidad, esto no conlleva
razonables"; y el Segundo Tratado repite que la ley de naturaleza es "un hecho
los medios que aseguren con certidumbre su cumplimiento. La naturaleza
inteligible y evidente para una creatura dotada de razón" 88. Dicho de otro
humana' es frágil y, si es verdad que todo individuo es "capaz de ley", no es
modo, la razón comprende sin ninguna mediación que, conforme con la ley
menos verdadero que cada uno puede ceder a l~ pasión y desviarse de esta
natural, los individuos son todos iguales y que nada se funda en perjudicar
ley de obligación que es la ley de naturaleza querida por Dios. Entonces
al otro en su vida, su salud, su libertad o sus bienes'". En esta experiencia
aparecen súbitamente diferendos entre los individuos y no hay ningún "juez
primordial de toda creatura dotada de razón, se afirman inmediatamente
común competente" para zanjarlos", En otros términos, se puede decir que
los mandamientos de la ley natural: entrando en la vida, cada uno sabe
el "derecho natural" de cada uno esta desprovisto de toda dimensión jurídica.
inmediatamente por su razón que debe velar por su propia conservación y
Esto no significa, como lo creyó Hobbes, que el estado de naturaleza es un
por la del género humano y que quien quiera que viole esta prescripción se
estado de guerra, sino, simplemente, que los individuos están expuestos a
expone a los castigos de todos los otros". A los triunfos del racionalismo que
muchas incertidumbres e inconvenientes.
expresan las filosofías de Descartes y de Hobbes, Locke opone la humildad
Éste es el por qué los hombres aspiran a otro estado, que pueda darles
de la razón humana. Ésta no trataría de dominar al mundo; es modesta y se
la seguridad y las garantías que reclama una razón razonable: necesitan una
caracteriza antes que nada por su sagacidad: partiendo de las enseñanzas de
sociedad civil en la que "un sistema jurídico y judicial común" los proteja
la experiencia, contempla el arte y la sabiduría de la creación divina y prueba
en su persona y en sus bienes, que sancione a los que violen la ley universal
la ley de obligación que la une con Dios. El hombre razonable es, entonces,
de naturaleza.
Por ello, el problema es saber cómo se puede efectuar el pasaje de la gran
85 Tratado del gobierno civil.
sociedad natural a las sociedades civiles. En un sentido, la respuesta de Locke
86 Pufendorf publicará su tratado Acerca del dercho de la naturaleza y de las gentes en 1672, el
mismo año en que Cumberland redactará su Disertación sobre la ley natural. es simple: él piensa, como Hobbes, que es necesario un contrato social para
87 Primer Tratado, § 10 l. que nazcan las sociedades civiles o políticas. Pero, en otro sentido, esta res-
88 Tratado del gobierno civil, § 12.
89 Ibid., § 6. 91 Cf. Cicerón, De Republica, III, § 22.
90 Ibid., § 6, 7 Y 8. 92 Tratado del gobierno civil, § 19.

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA
La filosofía moral y política

puesta es sutil y la originalidad de la propuesta que la ordena aleja a Locke tismo monárquico -el que los Estuardos han ensuciado con tantas fechorías
del autor del Leuiathan. En efecto, a la inversa de Hobbe, Locke piensa que, y crímenes- se encuentra en el campo de los "revolucionarios" orangistas.
como la sociabilidad es connatural a los hombres no hay existencia humana Pero más profundo es el sentido meta-político de este contrato razona-
que no sea social. No se trata, entonces, de explicar cómo se unen los in- ble que, según Locke, traduce un deber: la obligación para los hombres de
dividuos insulares de la condición natural para instituir una sociedad que conformar su vida de acuerdo con lo que su Creador ha querido que ella
necesariamente sea civil -tal era la tesis de Hobbes- sino demostrar cómo sea. Sólo a este precio realizan su humanidad. Para conjugar la ambición
la gran comunidad natural de la especie humana se especifica en sociedades de los individuos, no se trata de construir, por un artificio intelectual, las
particulares en las que un poder jurisdiccional protegerá a los individuos. condiciones técnicas de lo justo, de lo lícito o de lo legítimo y de ejercer en
Aunque, dice Locke, la certeza, en este punto, se nos escapa" (es en lo que se su marco una restricción que haga retroceder las injusticias y los crímenes.
encuentra la humildad y la prudencia que Locke opone siempre a lo seguro El problema que se le presentaba a Locke en la Inglaterra perturbada de su
de los racionalismos calculadores), es muy plausible que se avance en que hay tiempo era más práctico que teórico. Por ello, el criterio de juridicidad que
un solo procedimientos para adoptar los lazos de la sociedad civil: es, a saber, asigna a la sociedad civil es el signo de una exigencia moral que compromete la
que los hombre formulen entre ellos una convención. Pero hay que enten- responsabilidad del hombre; este sólo encuentra su verdad de hombre cuando
der bien la naturaleza de este acto. No sería un pacto de asociación ya que, se esfuerza por realizar por sí mismo los fines que el Creador le ha indicado
conforme con la ley de naturaleza, la sociedad es natural. En los términos de en el momento en que inscribió en el mundo la ley natural fundamental.
esta convención, cada uno renuncia voluntariamente al poder ejecutivo que Es decir que pertenece al buen uso de la razón el cumplimentar los poderes
tiene del derecho natural y lo confía al "publico"?", consintiendo así en que morales y espirituales que el hombre, por cierto, posee por naturaleza, pero
un magistrado haga leyes y administre la justicia en su lugar y ubicación: evi- sin cuy? cumplimiento no podría ser verdaderamente humano.
dentemente, este consentimiento libre y voluntario va a la par con la confianza
que los que pactan acuerdan con el Poder publico. Este contrato no requiere
Hobbes y Locke encajan las condiciones contractuales de la vida política en .
ningún cálculo racional de intereses, sino más bien es un acto prudente y
contextos filosóficos en los que la razón toma dos siluetas totalmente diferentes
sensato que acuerda seguridad y paz a los que quieran cumplimentarlos'",
una de otra. Hobbes, cuyo gran objetivo es construir una "ciencia política" con
Es por ello que no implica en absoluto la unanimidad -rodos los hombres
la adaptación al mundo de los hombres de los esquemas y las categorías de la
no son sabios-, sino mas modestamente, es la mayorfa'f la que decide acerca
física mecanicista de su tiempo, piensa -de alguna manera- como un inglés
del curso político de las cosas. La majority rule es una máxima práctica de
del continente: su preocupación de racionalidad exhaustiva, que se descifra
sabiduría política: como en ella se hace oír la voz de la razón razonable, hace
desde el comienzo en su voluntad metodológica de proceder por resolución
posible la eficacia y la perennidad de un poder legislador apto para con tener
la sinrazón de los deseos y de las pasiones. y composición correlativas, solo puede inscribirse en una perspectiva teórica.
El sentido político del contrato razonable que describe Locke es perfecta- Razona, dice, "en lo abstracto" y diseña, more geométrico, el plan matemático
mente claro: implica una soberanía cuyo asiento esta en el pueblo", argumento de la sociedad política moderna: el Estado constituye el poder soberano, por
por el que Locke, como combatiente con todas sus fuerzas contra el absolu- lo tanto, todo poderoso, al que edifica una razón calculadora en las que las
exigencias lógicas nunca fallan. En la silueta altiva y segura de sí misma del
9} Ibid., § 105 Y 106.
Estado, el constructivismo racionalista orgulloso y frío en sus certezas, alcanza
94 Ibid., § 89.
95 Ya que cada uno puede ser parte en este pacto mas que voluntaria y libremente -incluso un
a su casi perfección.
padre no puede decidir por sus hijos- el hombre siempre es libre de no acordar su confianza a AsÍ, si al que Voltaire debía llamar "el sabio Locke" ubica igualmente una
los magistrados públicos; entonces, es libre y propietario de su derecho natural, pero permanece gestión contractualista en el principio de la sociedad civil, ésta no expresa
en el estado de naturaleza y no puede pretender encontrar en el cuerpo público protección o
los triunfos de una razón que entiende que se asegura el dominio del mun-
seguridad.
96 Tratado del gobierno civil, § 96 Y 98.
do humano así como se asegura el dominio del mundo físico. Las obras de
97 Ibid., § 11, 175. Locke "traducen sin duda la aparición de un orden nuevo del pensamiento

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA
La filosofía moral y polírica

filosófico"?", Sin embargo, no se podría resumir la filosofía de Locke diciendo Al día siguiente de la Gloriosa Revolución, es apenas dudoso que, toda
simplemente que es "empirista". En efecto, si es verdad que Locke explora Inglaterra, hostil al absolutismo, del cual se creía entonces que Hobbes, por
e! mundo de la experiencia humana y anuncia en esto lo que permanece- su contractualismo racionalista, fue el defensor, reconocía al contrario en
rá como uno de los rasgos característicos de! pensamiento anglosajón, e! Locke e! maestro pensador de la monarquía constitucional y de la política de
nunca desconoce la vocación fundamental de la razón. Solamente, la razón la libertad que los hombres comenzaban a aspirar. En efecto, no sólo Locke
tal como la descubre en e! hombre esta lejos de embriagarse de los poderes defendía la libertad de! pueblo y los derechos de! individuo, sino que la po-
especulativos de que se jactan en ella los grandes sistemas racionalistas. En lítica moral que llamaba a sus deseos era la que debía cumplir, en la cotidia-
un lenguaje que aún no es corriente en e! siglo XVII, podríamos decir que él neidad de las experiencias vividas, la teleología inmanente de la ley natural.
le reconoce un uso práctico más que teórico. No obstante, aún así, sería un El Tratado del Gobierno Civil devino "la Biblia política de! nuevo siglo". Por
error tratar de comprenderlo a la luz de una posteridad filosófica que, por cierto, hay que apartar algunas extravagancias provocadas por una admiración
otra parte, es bastante ingrata hacia él. Más bien nos parece que permanece excesiva. Pero, de manera general, la razón razonable que está en e! corazón
fiel, particularmente en su pensamiento moral y político, a la larga tradición del pensamiento de Locke concordaba tan bien con el espíritu de la Carta
que le ha enseñado "e! juicioso Hooker": la razón es depositaria de la gran Magna de jean-Sans- Terre y con la Common law que anunciaba una nueva
ley por la que Dios organizó e! mundo. Esta es la razón por la que Locke se era para la filosofía inglesa: no podía ser problema para ella encerrarse en los
expresa en términos de reasonableness: la razón razonable, cuando traduce, dogmatismos de una razón especulativa inevitablemente expuesta a disputas
por su transparencia y su sagacidad, la íntima relación que mantiene con la teóricas y estériles, sino que debía, muy al contrario, apelar a la prudencia y
ley divina de naturaleza, confiere a la vida cotidiana de los pueblos la mode- a la sabiduría prácticas que saben adoptar la diversidad y la dinámica de la
ración que hace posibles la tolerancia la paz y la libertad. La Declaración de experiencia. Ahora bien, es bastante notable que esta sensibilidad intelectual
los derechos, solemnemente leída en el Parlamento e! 13 de febrero de 1689, nueva, de la cual el Ensayo sobre el Entendimiento Humano de Locke había
afirmaba ante e! tribunal de la historia y del mundo el eminente valor de expuesto las demandas experimentales, hubieraencontrado para expresarse
la prudencia que corresponde a la naturaleza de las cosas. Cuando se recoge la filosofía inglesa del siglo XVII cincelando el proceso de la racionalidad
más o menos fielmente la herencia de Locke, e! liberalismo que vendrá nunca mientras que, al otro lado de la Mancha, la filosofía francesa de las Luces
podrá olvidar la lección de sabiduría práctica que ~l filósofo ha extraído de su glorificaba las potencias y los méritos. David Hume (1711-1776) y Edmundo
meditación, con frecuencia dolorosa, sobre el desorden y los dramas que, en Burke (1729 - 1797) fueron los maestros_de las obras más virulentas de una
su siglo, habían introducido tanta irracionalidad en la historia de Inglaterra. controversia antirracionalista que estaba más allá de las reticencias formuladas
Por lo menos era inevitable que, después de Locke, ya no fuera más posible por Locke contra una razón raciocinante. En e! curso de una polémica que
filosofar como antes de él. se inscribió en obras en estilos y en acentos muy diferentes, Hume y Burke
revelaron "el espíritu general" de una nación que, atada a la tradición y a la
11. Hume et Burke: la polémica anti-racionalista del siglo XVII historia, saca sus fuerzas morales y políticas de la herencia de los siglos.
- Tradición e Historia
1- Las dudas escépticas de Hume
El nacimiento de la filosofía política inglesa en e! siglo XVII se había
colocado, con Hobbes, bajo la influencia de! constructivismo calculador y, No es inútil, cuando se aborda la obra de David Hume, recordar que es
con Locke, bajo la influencia de la sabiduría práctica. Ambos filósofos, me- de origen escocés y que el Colegio de Edimburgo dónde realizó sus estudios
nos enemigos uno de otro como se ha dicho frecuentemente, y cuidadosos fue el primero en introducir la enseñanza de la física newtoniana en el curso
de comprender bien la naturaleza humana, llamaban a ambas vocaciones, universitario. En el transcurso de una estancia en Francia, redacta e! Tratado
racional o teórica, razonable o práctica, de la razón. de la naturaleza humana que publica en Londres en 1739 y 1740, sin mucho
éxito. Poco después, Ensayos moralesy políticas no recogen tampoco muchos
98 F. Duchesneau, Revista internacional de Jilosofia, nO 165, 1988/2, Locke, Presentación,
elogios. Sus Ensayosfilosóficos sobre el entendimiento humano, publicados en
p.1l3.

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La filosofía moral y polírica
LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA La filosofía moral y política

Londres en 1748, conocen sin embargo reediciones en 1750 y 1751; luego, descubre sólo si se observan sus diversas manifestaciones. Hume, negando
a un ritmo rápido, se suceden trabajos sobre La Historia de Inglaterra que la elocuencia retórica que ha hecho la fama de las más célebres filosofías,
aportan a Hume la notoriedad. A favor de una carrera diplomática que lo piensa consecuencia, sin ningún a priori, proceder a un "inventario" de los
conduce a París donde frecuenta a los Enciclopedistas, su obra filosófica hechos y de los datos de la experiencia. Aprueba, confiesa, el respeto por el
conoce por fin una cierta celebridad: una traducción francesa de sus princi- raciocinio y las demostraciones lógicas, sin embargo repite incansablemente
pales ensayos ve la misma luz, en seis tomos, en 1764. La amistad, luego la que, delante de la incertidumbre de sus conclusiones, permanece escéptico:
desavenencia del filósofo con Rousseau lo conducen un tiempo adelante de en efecto, gracias a ellos, por muy rigurosos que sean, no podemos conocer
la escena filosófico-política ... el ser interior de las cosas y de los seres; y lo absoluto, siempre, les escapará.
Podríamos asombramos de las vacilaciones y reticencias que puntúan Tenemos en efecto conocimiento sólo por las impresiones y nuestras ideas
la carrera de Hume. Son completamente significativas de hecho, como si vienen de las sensaciones que experimentamos al contacto de los fenómenos.
hicieran eco a la duda escéptica que, toda su vida, Hume hizo pesar sobre la Es decir, la experiencia sola está en la raíz de todo pensamiento. No sería cues-
vida intelectual tal como a sus ojos se había desarrollado hasta su época. Al tión de hacer fondo sobre principios hipotéticos que son sólo unas conjeturas
principio de la Investigación sobre el entendimiento humano, cuyo texto ~ata y ficciones. Conocer la naturaleza humana, no es pensar e! pensamiento pues
de 1748, explícitamente dice que hay dos maneras de filosofar: una, conside- el pensamiento no se puede pensar; es mirado vivir y actuar. Ello es posible
rando al hombre como un ser razonador, es puramente especulativa; examina o bien por la observación prudente de sí mismo, o bien por la investigación
el entendimiento con el fin de encontrar en él los principios que regulan el sobre la experiencia de la vida corriente. El problema que se impone al filó-
funcionamiento; el otro, considerando al hombre como principalmente na- sofo no es, en efecto, saber de dónde provienen nuestras representaciones o
cido para la acción y como influido en sus estimaciones por el gus:~ y ~o,: el nuestras pasiones, sino examinar cómo funciona el espíritu.
sentimiento, despierta y regula la sensibilidad con el fin de hacer senttr la El escepticismo que manifiesta Hume no consiste de ninguna manera en
diferencia entre el vicio y la virtud. Entonces Hume, pesando las ventajas de renunciar al saber. Pero observando la naturale~ humana en sus múltiples
estos dos pasos, estima que la abstracción de las especulaciones filosóficas no manifestaciones cotidianas, el conocimiento que tomamos no es teórico sino
sólo expone a la incertidumbre, incluso al error, sino que a menudo ingresa en funcionalista. Es indiscutible que este saber empírico no se alza en verdades
una metafísica abstracta nacida "de estériles esfuerzos de la vanidad humana irrefutables, sin embargo es portador de presunciones o de probabilidades
que querría penetrar sujetos absolutamente inaccesibles al entendimiento". de validez bastante fuertes para que, desempeñando una función crítica en
Su elección pues está hecha: ya que los sistemas filosóficos hasta entonces consideración a cuestiones vanas como aquellos milagros, de la providencia
edificados no lo han sido sobre bases sólidas, hay que tomar otra vía que o de la finalidad, pueda servir de guía a las conductas humanas. El ernpi-
permita explorar el mundo concreto y medir la riqueza de lo sensible. rismo de Hume desemboca en un pragmatismo ético y político que, muy
particularmente, arroja un desafío disolvente sobre los triunfos de la idea
"El recurso necesario de la naturaleza humana" contractualita.
Desde su juventud, Hume, que no vacilaba en declarar que una "revolu-
La crítica de las tesis contractualitas
ción en filosofía" era necesaria, pensaba elaborar una ciencia-nueva que sería
en la "filosofía moral" lo que eran los Principia de Newton en la "filosofía Hasta antes de que Rousseau dé a la idea de! contrato social su factura
natural". Acreditaba en efecto a Newton el mérito inmenso de haber hecho definitiva, Hume había envuelto el concepto en el escepticismo decapante
de la experiencia un problema filosófico. También el estudio de la "naturaleza que acompañaba el espíritu antiespeculativo de su actitud metodológica. En
humana" se le impone como el primer paso del "empirismo radical" del cual e! racionalismo contractualita de los sistemas filosóficos, denuncia un doble
expone las premisas. Ahora bien, la naturaleza humana -que, precisamente, error: axiomático y de procedimiento.
I~s más brillantes sistemas filosóficos jamás habían estudiado en su aspecto El axioma de base de las teorías contractualitas, dice, es erróneo: a razón
. concreto ya que siempre habían privilegiado el problema de las ideas- se de su pretensión en la "cientificidad" o de su voluntad metafísica, estas reo-

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La filosofía moral y política
LA FILOSOFÍA ANGLOSA)ONA

humana son de simpatía, es falaz transportar el esquema compositivo de la


rías reposan sobre una postulación abstracta y puramente dogmática. Que física galilea en el mundo humano: es decir, todo contrato de asociación es
se trate de "la condición natural de los hombres" descrita por Hobbes o del inútil. Por añadidura, la operación aritmética que, según Hobbes, origina la
estado de naturaleza al cual Locke, como Pufendorf, adosan su construcción sociedad, instituye al mismo tiempo la sociedad civil o la República. Ahora
política, sólo hay allí una "pura ficción". Hobbes, explícitamente, forja una bien, replica Hume, esto es doblemente falso: por una parte, no se puede
hipótesis metodológica que toma su sentido sólo en el seno del rnecanicismo asimilar el uno al otro la sociedad y la sociedad política ya que existe una
racionalista el cual transporta al nivel político los presupuestos ontológicos sociedad natural; por otra parte, la forma política de una sociedad no resulta
de su filosofía primera. La condición natural de los hombres se expresa en del artificio técnico que es el contrato de gobierno descrito por el Leviatán;
un concepto operatorio al cual adosa la institución del Estado-Léviarhan, La ella tiene un fundamento histórico irreducible en su geometrización.
concepción metafísica del estado de naturaleza que exponen Pufendorf y Locke Pero el rechazo del artificialismo hobbesiano no aproxima a Hume a
es también dogmático: piensan en ello por referencia a la ley fundamental de Pufendorf ya Locke, aún cuando admiten la sociabilidad natural de los hom-
naturaleza que es divina y que descubre la luz natural de nuestra razón. El bres. En efecto, Hume les reprocha ser teóricos, y, por este hecho, no saber
axiomático individualista de estas filosofías es inseparable de su postulación. observar. Así, Pufendorfhace de la sociabilidad un a priori que se confunde
Sin embargo, en este marco, el individuo es, según Hobbes como según con la "ley fundamental del derecho natural" querida por el Dios creador. En
Locke, no más que una idea abstracta: aunque Locke es, sobre este punto, la obra de Locke, las nociones de naturaleza humana, de estado de naturaleza,
menos falible que Hobbes, queda que la individualidad, para ambos filósofos, de derecho natural, de ley de naturaleza son de conceptos puros derivados
es un concepto, no una realidad. Pero, falta más grave todavía, suponen que de su metafísica. Locke tiene como bello combatir las ideas innatas, no sabe
es posible pasar del individuo a la sociedad. Ahora, la sociedad, dice Hume, interrogar los hechos; no sabe separar las lecciones de la experiencia y de la
es un hecho primero y no el resultado de una operación que une individuos historia: permanece un "razonador". Luego, el doble contrato al cual se llama
que habrían sido los elementos preexistentes. Su postulado individualista pues Pufendorf para explicar el génesis de la sociedad civil tanto como el pacto
es falso: es desmentido a la vez por la experiencia cotidi~na y por la historia que, según Locke, requiere, para transformar las comunidades humanas en
que, la una y la otra, revelan que la ley natural e .inmediata de la "naturaleza sociedades civiles, el consentimiento de la mayoría y la confianza hacia el
humana" es la de la amistad, de la generosidad, de la benevolencia. Aún cuando Poder, no corresponden a realidades vividas: son procedimientos teóricos
estas tendencias son contrariadas por la cólera, la maldad o el desprecio, sólo que tienen un carácter tan especulativo que el contrato no es más que una
se sabría concluir en la fragilidad o en la debilidad de los hombres, no en su fórmula abstracta en la cual Hume ve un obstáculo epistemológico más que
independencia y en su insociabilidad. El error de Hobbes, sobre todo, es grave un factor de explicación.
ya que olvida totalmente los fenómenos de ósmosis natural que acercan a los El antidogmatismo de Hume se transforma en una duda generalizada.
hombres. El individualismo teórico y abstracto que está en el principio de la Al racionalismo del contrato social, en el que ve la aberración filosófica más
lógica racionalista sobre la cual reposan las doctrinas del contrato social tiene manifiesta de la política moderna, opone un escepticismo radical: lo que
la culpa de descuidar la primera realidad de las sociedades y, en consecuencia, puede ser verdad metafísicamente ha conducido a groseros errores políticos.
o bien de equivocarse en su sentido o bien de tratar a los hombres como cosas, Hay que devolver pues a la existencia política su verdad concreta.
partes extra partes. Esta ilusión especulativa principalmente e~ la fuente de
todos los errores acumulados por la teoría contractualita. Las fuentes verdaderas de la existencia política
También Hume ve en la exposición de los procedimientos contractua-
listas no más que un pedazo de elocuencia que resuena falso. En la filosofía Partiendo de lo dado que le ofrece la vida humana, Hume procede a actas
de Hobbes, muy particularmente puesto en acusación, el contrato responde que constituyen los parámetros de su juicio y son el índice de las posturas
a un paso sintético y a un constructivismo sociopolítico. No obstante, esta que asigna a la política.
concepción es privada de toda pertinencia: el hombre sólo existe dentro de Hume concede que "las cuestiones políticas son infinitamente compli-
una comunidad, evidentemente no es reducible a un individuo o a un áto- cadas" no sólo porque los numerosos acontecimientos se suceden allí y se
mo. Desde entonces, ya que las determinaciones naturales de la condición

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA La filosofía moral y política

embrochalan allí, sino sobre todo porque los hechos mismos, son privados de justicia distributiva o repartitiva, hay que "inventaria". No entendamos
de pensamiento, pues, de sentido. Por lo tanto, comprender la política, es en absoluto que la justicia es una idea general y abstracta o un ser de razón
primero interrogarse sobre e! hecho de su surgimiento: es descubrir "e! origen nacido de! cálculo. El sentido de! justo está menos hecho de ideas que de
de! gobierno" y esto es posible sólo en e! recuerdo de sus bases antropológicas. impresiones: la justicia es sumergida en la experiencia y en la vida. Pues desde
Ahora, la observación de la naturaleza humana muestra que las pasiones intro- que e! hombre está comprometido "en e! proceso de establecer una sociedad
ducen allí la parcialidad, que es fuente de desequilibrio; que la imaginación,
política, con e! fin de que administre la justicia sin la cual no puede tener ni
cuando hace tomar las apariencias por la realidad, es maestra de! error; que e!
paz, ni seguridad", es la creatividad no racional de la vida diaria la que lo pone
interés empuja a los hombres a vivir en e! instante o, a lo sumo, en un futuro
a prueba. Si lo hace, es porque tiene conciencia de que "e! inmenso aparato de!
próximo: en resumen, que la naturaleza humana es frágil y poco susceptible de
gobierno no tiene, en definitiva, otro objeto ni otro fin que la organización
modificaciones. Todo lo que los hombres pueden hacer, es, a falta de cambiar
de la justicia". Es claro en lo sucesivo que e! criterio de una sociedad política
su naturaleza, "cambiar su situación". El problema es pues poner en evidencia
resida en su carácter jurisdiccional: carácter puramente práctico porque se
e! criterio de! gobierno, con e! fin de encontrar la fuente.
trata menos de decir lo justo que de "ejecutar la justicia". En síntesis, "hacer
En este problema, e! empirismo de Hume le aparta una vez más de las
reinar la justicia, he aquí e! origen de! gobierno civil".
teorías, y, muy particularmente, de las teorías iusnaturalistas: no sabría según
él tener allí de norma natural, más que la que sea deseada por Dios o la que En su delgada lengua filosófica, Hume no distingue, como lo hará Rous-
sea inscrita en la razón humana. En su realismo experimental, considera que seau, los problemas de origen y los problemas de fundamento; pasa subrepti-
una "sociedad sin gobierno" es "uno de los estados más naturales que sean": ciamente de unos a otros sin embargo sin apartarse de las vías de! empirismo.
tal hecho se verifica cada día ya que la unión de las fuerzas, la división de las Explica en efecto que -Bacon y Bodin ya lo habían observado- generalmente
tareas, la ayuda mutua ... permiten compensar las debilidades humanas; por son conquistadores o usurpadores quienes han instalado sociedades políticas:
otra parte, dice, "en las tribus americanas, los hombres viven en la concordia la historia de Inglaterra aporta una prueba indudable, que comenzó con la
y la amistad mutua, sin gobierno establecido". Solamente, en esta sociedad conquista sajona e impuso por fuerza y violencia "federaciones de asociacio-
natural en que no habita ninguna normatividad, transcendente o racional, nes libres" sometidas a la dominación más o menos brutal de los "jefes". La
y que corresponde a una vida "salvaje e inculta", las pasiones originan e! autoridad de un gobierno se impone originariamente por la fuerza y por las
inestabilidad y la precariedad. Allí, a causa de ellas, todo es ambivalencia, capacidades psicológicas de los jefes, que, de una manera cierta, son - ¿hay
incluso contradicción: e! egoísmo bordea la generosidad, e! orgullo va a la que recordar a Rómulo, Licurgo o Teseo? -los "genios de la Ciudad". Pero la
par con la humildad, e! vicio con la virtud, la belleza con la fealdad. Y luego, ilusión de las teorías políticas ha sido creer, principalmente desde los Monar-
sobre todo, surge, temible, la cuestión de la posesión de bienes: la aspereza comaquias del siglo XVI, que la relación que se establece entre gobernantes y
de la ganancia material, sobre todo cuando es junta a la rareza de los bienes, gobernados es un contrato tal como e! deber de sumisión al gobierno deriva
deviene un factor de desarmonía y de conflicto. Hume parece muy próximo a de una promesa de los sujetos. Esto es falso por varias razones: por una parte,
Locke para quien e! deseo insaciable de poseer y la invención de "un pequeño los "jefes" generalmente esconden su origen; por otra parte, si se le preguntara
pedazo de metal amarillo" bastaban para originar desacuerdos y alimentar "a la gran mayoría de los hombres de la nación si jamás habían consentido
las disputas. a someterse a la autoridad de sus gobernantes ... , ellos dirían que el asunto
Pero Hume no sigue a Locke, Mientras que, según Locke, la obligación no dependía de su consentimiento". En fin, si se admite la hipótesis de una
a la ley fundamental de naturaleza significa que e! orden deseado por Dios Providencia que dirige los destinos de! mundo, bien se puede, si se quiere,
en la comunidad originaria se preserva, importa ante todo, según Hume,
llamar "contrato primitivo" a la tendencia que ha llevado a los hombres de
dominar las pasiones. Yes a la justicia a quien incumbe conjurar e! malestar
los primeros tiempos a agruparse; pero este pseudocontrato hoy se ha borra-
engendrado por las pasiones: debe pues intervenir como la regla de división
do en las lejanías de la proto-historia. Pues, un tal "origen filosófico" de los
de los bienes. Sin embargo, ya que Hume es hostil hacia las vistas "metafísicas"
gobiernos es sólo un espejismo: "la naturaleza de las cosas humanas jamás
de los iusnaturalistas, es decir, ya que comprueba que, naturalmente, no existe
admite este consentimiento".

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA La filosofía moral y política

Como e! origen de las sociedades políticas es inseparable de los rasgos Las especificídades nacionales
propios de la naturaleza humana, es entre ellos que Hume descubre e! hecho
portador. No hay gobierno en absoluto, cualquiera que sea la forma, que no Si la justicia distributiva bien es la regla de todas las sociedades políticas,
recurra a la opinión. En efecto, e! interés de la sociedad al cual un gobierno no procede por eso, en lo universal, de la normatividad racional de! dere-
debe proveer si quiere durar se puede descubrir sólo sondeando las opiniones cho: según Hume en efecto, no tiene otro proyecto que la realización, en la
de! pueblo: es por eso que e! interés público y e! derecho de propiedad son "lazos experiencia cotidiana, de "la utilidad pública": Salus populi suprema lex esto.
muy sagrados" que atan a los sujetos a sus gobiernos. Además, un gobierno Ninguno sabría seriamente discutirlo. Pero la dificultad viene de la relatiui-
encuentra en la posesión del Poder que le reconoce la opinión pública su título dad que, siempre, se ata la justicia: está ligada al carácter de las naciones y es
más preciado, a saber su legitimidad. Aunque Hume desconfía de los que, tributaria de la imaginación.
como los tories, se inclinarían de buena gana a establecer una "proporción entre El rechazo de las premisas racionalistas conduce a Hume, lo hemos visto,
sus riquezas y las de! Estado", asigna al Poder político e! mismo fundamento sobre las vías de un empirismo radical. Al mismo tiempo, niega las perspec-
que al derecho de propiedad. Es decir, la legitimidad de! Poder es tanto más tivas de! universalismo, en las que ve sólo abstracción e irrealismo. También
sólida y prestigiosa que la posesión de la autoridad política de más larga data. reconoce en las sociedades un pluralismo de formas y de significados que
"Poco a poco, escribe, e! tiempo supera los obstáculos y acostumbra a la nación refleja la diversidad de los caracteres nacionales, es decir, según sus propios
. a ver como un soberano legítimo a aque! al que primero había tomado por términos, "la distinción originaria" que la naturaleza puso entre las especies y
un extranjero y un usurpador." Pues, más que la accesión al Poder, que se las razas. Cada pueblo tiene una fisonomía sui generis de! que Hume piensa,
produce casi siempre cínicamente por la fuerza, es la larga posesión de! Poder como Montesquieu y como, más tarde, Hege!, que corresponde al carácter
que asegura la garantía porque reviste al soberano de un carácter público y particular de cada nación. Pero este carácter no resulta de una determinación
le confiere autoridad y mando sobre sus sujetos. física, .por ejemplo, por e! clima, ni de una disposición metafísica, deseada tal,
Así, ningún "raciocinio moral" es, según Hume, apto para fundar los por ejemplo, por la voluntad divina: estas interpretaciones constituyen pasos
gobiernos y se comprende que su empirismo psicológico encuentre en la cos- epistemológicos falsos. Porque los hombres son naturalmente prontos para
tumbre al aliado más poderoso de! derecho político. Ella tiene primeramente sacar de! ejemplo los modelos de comportamiento que interiorizan hasta e!
una virtud crítica que arranca la autoridad de los magistrados civiles de las punto de hacerlo su propia sustancia, es por la imitación que hay que pedir
ilusiones contractualistas de! racionalismo y de la pereza de! dogmatismo na- la llave de la originalidad de cada pueblo. "No es posible para los hombres
turalista. Tiene luego y sobre todo una prestancia muy positiva porque, por su verse a menudo sin contraer una semejanza de costumbres y sin comunicarse
naturaleza psicológica y social, los hábitos y las costumbres, imprimiéndose en sus vicios tanto como sus virtudes." Un siglo y medio antes de Tarde, Hume
las formas de la temporalidad, modelan la conciencia histórica de las naciones. presiente la importancia de las "leyes de la imitación": ellas no son leyes
La autoridad de la tradición permite la integración de los individuos en las de determinación sino máximas de acondicionamiento. También ve en la
estructuras de! Estado. "El tiempo y la costumbre dan la autoridad a todas "inclinación natural" de la imitación lo que, "por una especie de contagio",
las formas de gobierno y a todas las sucesiones de los príncipes". Gracias a la introduce en un grupo humano "una simpatía de costumbres" y una "comu-
costumbre, que es como la paciencia de lo político, la dialéctica de la justicia nicación" que, pronto, una comunidad de gustos y de sentimientos expresa
y de la autoridad soberana, en lugar de ser sólo una relación abstracta, toma con firmeza. Así es como en su "uniformidad sorprendente", un Estado viene
una consistencia duradera que restituye más fácil la institucionalización. a distinguirse de otros Estados. Por añadidura, es notable que, e! espíritu de
También e! propio genio de los grandes hombres políticos debe tomar de! un pueblo que viaja en cierto modo con ello por toda la superficie de! globo,
inmenso depósito de la tradición las creencias que les son necesarias para permanezca lo que es: dondequiera que se transporten los Franceses o los
mostrar a sus pueblos los caminos que hay que recorrer. Lejos de recibir Irlandeses, quedarán Franceses o Irlandeses. .
pasivamente e! tesoro indiviso de las costumbres de un pueblo, los grandes Este trabajo colectivo de grupo sobre él mismo es acentuado por otra parte
hombres de Estado prolongan gracias a ello e! impulso de los fundadores y gracias a estos otros factores que contribuyen a la historia de un pueblo, como
legisladores antiguos. la imitación, la costumbre, la tradición, y gracias a la educación. Pero su juego

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA La filosofía moral y política

repetitivo y asociativo es relevado por la imaginación que, funcionando en el "corrige" el sentido de la vida. Por su antirracionalismo, la filosofía política de
hombre como un espejo creciente, que fija sólidamente las líneas de fuerza. Hume prepara la vía sobre la cual, algunas décadas más tarde, se comprometerá
Todo pasa si como la imaginación, lejos de ser esa "potencia engañosa" de Burke para denunciar los errores de la Revolución francesa.
la cual el racionalismo ha revelado a menudo las malas acciones, asumía al
contrario de la experiencia de los hombres - o, más precisamente, de los grupos 2. La rebelión de Burke contra la Revolución francesa
nacionales - el papel positivo y constructor de una función esquematizante. Edmundo Burke no es verdaderamente un filósofo. Este irlandés de origen
No se trata en esto, como lo muestra el análisis del derecho de propiedad se había dado a conocer saber -corno Hurne- por una Historia de Inglaterra que
que propone Hume en el Tratado de la naturaleza humana, de someter la había publicado en 1758; a partir de 1759, había editado cada año Register
sensible miscelánea a las categorías del entendimiento: Hume, evidentemente, en el cual relataba los principales acontecimientos que se habían producido
no es Kant. Se trata de ver que la imaginación da de las cosas una imagen en las Islas británicas o sobre el Continente. Esta inclinación para la historia
fuerte en la cual los rasgos principales son tan nítidos que sugieren para la no fue por otra parte jamás en Burke completamente inocente. Siempre
acción una regla práctica que envuelve una obligación. Así, explica Hume, fue evidente con un empeño político e ideológico: elegido diputado a los
una regla jurídica sale de los hechos gracias a la mediación esquemática de la Municipios en 1765, Burke defiende allí las ideas liberales del partido whig;:
imaginación: esto quiere decir que, por la asociación y la atracción de ciertos como Locke, considera que la libertad individual es la más preciada de los
rasgos de las imágenes especulares, se diseña el dibujo de las instituciones y bienes y, repitiendo a Montesquieu, declara que es la condición para todos
de las normas aplicables en una sociedad. En otros términos, digamos que los demás bienes. El "sentimiento irresistible" que lo ata a las ideas liberales le
las leyes, en una sociedad civil, expresan las máximas reguladoras a las cuales había inspirado, al día siguiente de la guerra de Independencia, una defensa
el poder de la imaginación ha dado figura y fuerza. Estas reglas, que son el apasionada de los Insurgentes de América y una requisitoria inflamada contra
fruto de una imaginación casi constituyente, bastan para revelar las carencias la Corona de Inglaterra, acusada de garantizar los abusos de la colonización y
del entendimiento en materia de política y de derecho. Por otra parte, llama la esclavitud. Burke, con el mismo ardor, denun:ciaba también la corrupción.
Hume, Rómulo o Teseo, tanto como los grandes legisladores o los grandes demasiado frecuente de los notables, el fraude fiscal o electoral y, de manera
jefes de Estado, no tuvieron en absoluto en la historia una inteligencia fuera general, todos desvíos del poder en provecho de los intereses privados. Bien
de lo común. Un sistema jurídico no es asunto de inteligencia o de racioci- antes de la Revolución francesa, era pues, y quería ser lo que se convino en
nio: es el "esquema" de una sociedad en tanto que define un tipo práctico de llamar militante "whig avanzado", a veces de manera audaz y siempre deli-
comportamiento que saca sus raíces de la fuerza de las costumbres de la cual berada, para una política liberal.
la imaginación ha revelado la primacía. Sin embargo, si Burke es, en la tradición de la Carta Magna, el defensor
El repudio del contrato social es no sólo en Hume la consecuencia de su de las libertades individuales contra el absolutismo de la Corona, reacciona
negativa al racionalismo doctrinario, sino además el rechazo, en nombre de violentamente con respecto a la Revolución francesa, en la que no ve de
la experiencia, del individualismo y del voluntarismo de su postulado funda- ninguna manera las promesas de una política de libertad. Es lo que explica
mental. Hume no cree en la autonomía de la voluntad: según él, la vida de largamente en su obra más célebre, redactada en el curso del año 1790: sus
las sociedades políticas -su advenimiento, su organización, sus experiencias, Reflexiones sobre la Revolución de Francia. Esta obra se presenta como un río
su duración- puede proceder sólo de la opinión y puede buscar no más que la textual aparentemente mal estructurado. Una escritura espontánea libro de
utilidad común. Los principios de la política no son unos dogmas abstractos impresiones críticas mucho más bien que un análisis de ideas o que la expo-
y generales, válidos universalmente. A razón de su agnosticismo metafísico sición de un sistema sintético. A este respecto, este texto se parece mucho a
y de su empirismo radical, Hume puede encontrar la fuente sólo en la expe- las obras de Hume. Pero hay en Burke una intención polémica intensa que a
riencia de los pueblos. En efecto, solamente es allí dónde se teje, entre, por menudo da a su declaración una vuelta satírica que es extraña a la filosofía de
una parte, la espontaneidad donde se atropellan las necesidades, las fuerzas Hume. Es que en efecto, hasta en su escritura, Burke permanece un hombre
e las impresiones y, por otra parte, la práctica jurídico-política que obliga político voluntario que, fundamentalmente, estima que la práctica es superior
al respeto de la justicia, una red de asociaciones y de correspondencias que

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA La filosofía moral y política

a la teoría. Así como lo vemos, en los Municipios, separarse de liberales fieles sabiduría ancestral que ha atravesado los siglos y que hay que relacionar a
a la filosofía de Locke y a las tesis constitucionalistas de Guillermo d' Orange los orígenes del mundo; pero sabe muy bien que, más allá de Rousseau, este
por el motivo que razonan demasiado. Su vida y su obra están pues colocadas olvido de las primeras mañanas sobre las cuales Dios había vertido la luz y la
bajo la influencia de la polémica: combate el contractualismo de Rousseau, el belleza, es la gran falta de todos los filósofos modernos. Antropologizando el
racionalismo de los revolucionarios franceses, el idealismo de la Declaración mundo, lo han desprovisto del orden divino que era el alma.
de los derechos de hombre y del ciudadano. Desde entonces, el contrato social de los filósofos modernos es a los ojos
de Burke una construcción geométrica o mecánica, privada de alma y de vida.
La polémica antí-contractualista La voluntad general según Rousseau no es la voluntad de todos: Rousseau
Burke ve en Rousseau al padre de la Revolución francesa. Pone pues en mismo insiste mucho allí, pero es para mostrar -en lo que, según Burke, tiene
acusación su teoría del contrato social, grueso de todos los errores políticos y error- la superioridad del "pueblo como cuerpo" ,"uno e indivisible", sobre la
de todas las desviaciones sociales y morales provocadas por el acontecimiento multitud que no es, dice, más que una agregación de individuos. Ahora bien,
revolucionario. este "cuerpo" del pueblo es una entidad puremente formal, no una realidad
Por cierto, concede Burke, "la sociedad es un contrato". Antes de Kanr, él sustancial y viva; en cuanto a la voluntad general que lo caracteriza, es un
mismo supone que el contrato social es un contrato noble que no se parece concepto abstracto tan helado como un ser matemático; es por consiguiente
en nada a estos "contratos de orden inferior" que son, "por calicó o tabaco", privada de sentimientos, opiniones y creencias que dan su calor al alma de
los contratos de hecho. El contrato que requiere el Estado implica "todo otro las naciones. Los filósofos que, como Hobbes y Rousseau -y hasta como
sentimiento": el de comunidad de vida, de acción, de proyectos. Forma una Locke, aunque en un grado mucho menor- han hecho del contrato y los
asociación "no sólo entre los vivientes, sino entre los vivientes y los muertos efectos.jurídicos que originaba la piedra de ángulo del Estado se equivocaron
y todos los que van a nacer". Contra Rousseau que concibió el contrato social en el sentido de la política: ésta no es un juego de fuerzas o un equilibrio de
com? razonador con el fin de explicar que la voluntad general que origina potencias; no es tampoco el lugar donde se inscriben seres de razón que no
hace sólo uno con la soberanía del pueblo, Burke considera que el contrato
tienen más que verdad formal; muy al contrario, sustancial y viva, la política
tiene sentido sólo producido en los más lejanos orígenes históricos del mundo.
se confunde con el .mevimieato complejo de los acontecimientos que, bajo
En una página célebre, escribe: ':El contrato propio a cada Estado particular
la ley de Dios, tejen la trama de la historia.
es sólo una cláusula en el gran contrato primitivo de la sociedad eterna -este
A fin de cuentas, la idea de contrato social, que Burke evoca en un con-
orden eterno que relaciona las naturalezas más bajas con aquellas que son más
texto coyuntural más bien que doctrinal, es menos a sus ojos un concepto
elevadas y que une el mundo visible al mundo invisible, conforme al pacto
político superior que un síntoma desconsolador de las tendencias filosóficas
inmutable, sancionado por un juramento inviolable, que mantiene todas las
naturalezas físicas y morales cada una en su sitio asignado". Piensa que una modernas. Pues no se tarda en multiplicar las quejas contra este concepto en
gran ley, natural y divina, gobierna el universo para la eternidad y que, por el fondo bastante indigente en sí mismo. Prefiere consagrar su inspiración
consiguiente, todos los constructivismos y los artíficialismos que los hombres polémica a denunciar las carencias y los vicios de la filosofía racionalista
querrán imponer en algún lugar del mundo no sabrían andar sin vanidad. El que, con una suficiencia que él no acepta, ha sido un filosofema clave del
solo contrato que, pues, sea creíble, es "el contrato primitivo" que une a los pensamiento político.
hombres a Dios: posición aparentemente muy tradicional que se emparienta
a aquella de Cicéron, de Bodin o de Locke. En verdad, Burke, sobre este Contra el racionalismo de la Revolución francesa
problema, tiene menos preocupación de buscar para su pensamiento una
Oponiéndose a la idea de contrato social, Burke volvía, contra las ten-
caución filosófica venida de los "Antiguos" que de oponerse a los "Modernos",
dencias laico-positivistas de la filosofía moderna, a las perspectivas del crea-
así como el soligne Leo Strauss. En efecto, reprocha muy particularmente
cionismo y del iusnaturalismo tradicionales. Al mismo tiempo, repudiaba
a Rousseau por haber descuidado, para pensar la política y el contrato, la
el triunfalismo racionalista que inducía a la humanidad sobre mal camino.

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA La filosofía moral y política

Ambos temas, evidentemente, son interdependientes, pero cada uno de ellos tonces, el resultado es infinitamente triste: su "filosofía mecánica" ha asfixiado
tiene su resonancia propia. el sentimiento, de tal modo que "no queda a la cosa pública nada que pueda
Por una parte, no es posible, cuando se quiere comprender la política, dice hablar al corazón de los ciudadanos". En lugar de "personas" que poseen vir-
Burke, no referirse a la ley natural inmutable y eterna de la cual Aristóteles y tudes y talentos, se inspiran en creencias o en valores, no estamos en relación
Cicerón mostraron que gobernaba el mundo. En todo al menos esta referencia más que con "individuos" intercambiables, razonando en la más perfecta
transcendental es el marco -el solo marco- que permite juzgar la forma de indiferencia. Mientras que, antaño, los usos y las prácticas comunes habían
las repúblicas y el valor de los regímenes. En su hostilidad al artificialismo justificado el nacimiento de una aristocracia "de gran corazón", atada, por su
de las teorías del contrato, Burke hasta va a decir que la política "es una nacimiento y por su experiencia, a sus prerrogativas y a sus deberes, los hom-
imitación de la naturaleza". Entendamos que responde a la naturaleza de las bres de la Revolución - vea Sieyes- reclaman que el pueblo, en su agregación
cosas y que tiene por fin inscribir el gobierno de las sociedades humanas en masiva, se deje gobernar por "representantes" que, a veces, hasta no conoce.
el orden objetivo y organicista del cosmos. Pues no solamente Burke opone Este individualismo abstracto, que depende del espíritu de especulación y
al horizonte matemático helado del contractualismo un cosmologismo que, que, ignorando el relieve viviente de la realidad, tiende hacia la uniformidad
por otra parte, alía con teologismo ya que, según él, Dios es el único Crea- de lo vivido, es a la vez soso y perverso. "Cuando son desterradas todas las
dor, sino que considera que el orden político debe repetir en el microcosmo antiguas opiniones y reglas de vida, sufrimos una pérdida que es imposible
humano el orden jerárquico que Dios ha asignado, en el macrocosmo, a la estimar. Desde ese momento, no tenemos más brújula para gobernarnos; y
escala de los seres. jamás sabemos claramente hacia cual puerto nos dirigimos." El olvido de
En esta filosofía profundamente naturalista, las aspiraciones igualitarias la ley natural y de la jerarquía de los seres ha desestabilizado al mundo. El
que alaban las modernas doctrinas no sabrían tener lugar. En el orden social constructivismo de las Luces es de hecho un agente de destrucción.
como en el orden del mundo, hay, como decía Montesquieu, "rangos y dife- Por.otra parte, este artificialismo destructor ha hecho de la Revolución
rencias", necesarios a las complementariedades functionales del conjunto. La francesa una "revolución filosófica": una revolución cuyo carácter único -que
igualdad que llaman de sus votos los filósofos y las políticas revolucionarias es la diferencia de manera irreductible de otras revoluciones y, en particular,
una idea teórica, vacía de sustancia, pues, de sentido: es una forma aritmética de la revolución inglesa de 1688- ha apelado a la razón y a la libertad: ha
hueca. En "el edificio social" donde se despliegan los anillos de una larga inscrito el espíritu de especulación y de teoría en el dominio de la práctica
"cadena", hay que reconocer la existencia de una serie de subordinaciones política. El error de ese "doctrinarismo político de origen filosófico" no es
que implican jerarquía de las clases y de los seres. solamente nefasto; será fatal, estima Burke, como si previera el episodio del
Entonces, exclama Burke, es esta concatenación jerárquica natural la que la Terror. No se puede razonar en términos abstractos cuando es cuestión de
Revolución francesa ha querido destruir: ¿hay que desde entonces asombrarse acción política. Como Hume y antes Kanr, Burke se interroga sobre la difícil
si ella no condujo más que a "un balance de ruina"? El racionalismo de los adecuación de la teoría y de la práctica. Ambos registros, jamás, se reúnen. El
que pusieron en marcha la revolución los ha inducido al error: la igualdad "especulatismo" de los revolucionarios de Francia significa simplemente su
es el sueño imposible urdido por "sofistas capciosos" o por "falsos ingenuos" falta de sabiduría y de prudencia. ¿Hay que asombrarse porque el resultado
que no saben observar alrededor de ellos porque por fin es patente que todos hubiera sido "perturbador e incendiario"? También Burke se burla de esta
los hombres no pueden indiferentemente acceder a todas las funciones. El "filosofía parisina' que cree ser una política en idea, pero no es en absoluto
naturalismo de Burke es elitista. Por añadidura, en la teoría de la excelencia una política. Cuando la seguridad racional consiste en ignorar la opinión, los
que tiene sus preferencias, no basta que ciertos hombres posean sabiduría o sentimientos, la jerarquía de las necesarias estructuras organizacionales de la
virtud, hace falta que sepan, en la experiencia, -la de la banalidad cotidiana vida, conduce a "un nuevo orden de cosas" tal como "un rey no es más que
o la de las horas excepcionales- "ponerlas a prueba". un hombre como otro". La democracia igualitaria pone el orden social y la
Así es como Burke lamenta la desaparición del espíritu de caballería, autoridad política en peligro de muerte.
al cual han sucedido las glorias "de los sofistas, de los economistas y de los El antirracionalismo de Burke es tan radical como el de Hume; pero con-
calculadores". Han creído poder desafiar la naturaleza por la razón. Pero en- duce a este polemista virulento a un gesto filosófico que no había cumplido

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La filosofía moral y política
LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA

es un gran libro abierto para nuestra instrucción, que permite desprenderse


Hume: sin apelar a la voluntad sistemática de valorizar a los "Antiguos" con
e! fin de desvalorizar a los "modernos", Burke saca sin embargo de la filosofía de los errores pasados y de los dolores que han agobiado al género humano
antigua las lecciones prácticas de prudencia y de sabiduría que faltan tan dándole una sabiduría futura"; pero esto es posible sólo absteniéndose de ge-
cruelmente en la intemperancia de las Luces. En efecto, e! racionalismo de! neralizaciones. Además, si nos obstinamos a hacerlo, incurrimos en el riesgo de
siglo XVIII se embriagó de las perspectivas de lo universal y de lo perma- estar, a la luz de los precedentes, "cincuenta años al menos con atraso en política".
nente; ahora, e! mérito de los Antiguos era saber que la práctica política se La historia es "una sabiduría retrospectiva" en la cual es importante no ocultar
despliega en lo particular y lo cambiante. La buena política no es la que aspira la singularidad de los acontecimientos y la particularidad de las situaciones. Lo
al universalismo de sus categorías y de sus conceptos; muy al contrario, lejos "prudencial", que deja lugar a las excepciones, a lo extraordinario, a los cambios,
de los principios a priori, de los esquemas abstractos y de los fines generales, a las mezclas, a las compensaciones y a los compromisos, debe lograrlo sobre lo
tiene en cuenta e! carácter específico de las diversas coyunturas; no ignora "legalista" que, en su formulación incisiva y rígida, quiere orden, repetición y
en absoluto que e! azar tiene su sitio en la vida de los hombres; retiene e! generalidad. La política está ligada a la esfera de influencia de la temporalidad y
aspecto diferencial de las situaciones y de la "gran diversidad de accidentes" a la débil singularidad de las cosas.
que surgen en e! curso de! tiempo; no pone jamás tampoco entre paréntesis Es por eso que e! error más manifiesto de! racionalismo de la Revolución
e! carácter propio de las naciones y de los hombres. Todo esto es contrario a francesa reside, según Burke, en su concepción "metafísica" de los derechos
la "metafísica" de los teóricos modernos: Aristóte!es, mejor que cualquiera, de! hombre que, de cabo a rabo, es un desafío a la naturaleza misma de su
había comprendido que la mejor Constitución, lejos de ser "elaborada según
experiencia.
un plan regular o con una unidad de proyecto", "aspira a los fines más di-
versos". Es bastante difícil sostener que esta visión de las cosas implica para El error fundamental de la Declaración de los derechos del hombre
Burke un "retorno" a Aristóte!es o a Platón- que después de todo cita muy
poco. Su deseo no es practicar una arqueología filosófica que sepa e! antídoto Desde e! debut de las Reflexiones sobre la Revolución francesa, Burke le
de los descubrimientos de! pensamiento moderno. Parece más bien buscar declara la guerra al Dr. Price, e! eclesiástico unitario y ardiente defensor de
en la historia, de la cual le gusta evocar e! material multiforme que, desde sus los derechos de! hombre. Su daño es garantizar irreflexivamente la Decla-
comienzos lejanos, contiene su desarrollo continuo, las lecciones prácticas ración de 1789 que "ha transformado la metafísica moderna en programa
que alumbran la vida política. político". Es decir, Burke, otra vez, quería refutar, atacando al Dr. Pric~, e!
Burke parece muy próximo de Hume cuando éste subrayaba la importan- universalismo abstracto que conlleva la idea de los derechos del hombre -idea
cia de las costumbres y de las tradiciones en la historia política de los pueblos. cargada de hipocresía que, fue proclamada solemnemente, a la misma razón
Es en realidad mucho más matizado que él. Por una parte, jamás busca en la de su abstracción, privada de realidad sustancial, pues de efectividad. Es así e!
historia precedentes de alcance general; la historia no se repite; no hay "leyes" humanismo de los filósofos modernos que, culminando, se dice, en e! texto
ni "ciencia" históricas. Se sabría pues descubrir una inclinación "historicista" de! 26 de agosto de 1789, sería puesto en acusación.
en su polémica antimoderna que forzaba mucho e! texto de las Reflexiones. Así Esta interpretación filosófico-ética de las críticas de Burke, por muy
como lo remarca Leo Strauss, lo "histórico", hasta en su prosecución, es para corriente que sea, nos parece poco fiel al espíritu que las inspira y las anima.
Burke "lo local y lo accidental", una "causalidad fortuita modificada por una Burke, se olvida demasiado frecuentemente, es historiador y político más que
manipulación prudencial de los acontecimientos a medida que sobrevienen". filósofo; este Irlandés tenaz quiso consagrar su vida a la defensa de "grandes,
También Burke no considera de ninguna manera que la historia de! mundo justas y honorables causas"; y sus Reflexiones sobre la Revolución de Francia
es e! tribunal de! mundo. Por otra parte tampoco versa en un historicismo son, al mismo tiempo que una obra de circunstancia, un arma de combate.
"romántico" sentimentalmente atado, a pesar de todo, al patrimonio de los
Además, lejos de que relacionemos este texto con una meditación teórica
siglos. Por otra parte y sobre todo, observa, muy explícitamente, que hay "un
sobre los derechos del hombre, encontramos allí, a la hora en que ciertos
y
buen un mal uso de la historia" y nada más nefasto que "detenerse en las
actores políticos como e! Dr. Price querrían transponer los principios de la
apariencias de la historia, en su envoltura externa". Por cierto, "La historia

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA La filosofía moral y política

Revolución francesa en el orden constitucional inglés, una comparación entra es ella extraña al racionalismo francés al punto que cincela un díptico entre
el Bill ofRights de 1689 y Declaración de 1789. "los derechos de los Ingleses" y los "derechos del hombre" (tales como los
El problema explícitamente abordado por Burke es el de la legitimidad del piensan los Constituyentes franceses): la "sabiduría práctica" de los primeros
monarca. Mientras que el artículo 3 de la Declaración francesa recuerda que desafía e! saber "vago y especulativo" de los segundos.
"el principio de toda soberanía reside en la nación" y que, por consiguiente, La intención polémica que anima a Burke le conduce ciertamente a una
un reyes legítimo sólo por la investidura del pueblo -es la doccrina de! con- lectura sirnplificadora de la Declaración de los derechos de hombre y del ciudada-
trato-, Burke observa que no sólo el rey de Inglaterra "no debe su alto cargo no; reteniendo de! texto de los Constituyentes que la igualdad de los derechos
a ninguna elección popular", sino que el Bill inglés no menciona a ningún naturales de los individuos, oculta e! significado político, olvidando, para las
"derecho general de escoger a los que nos gobiernan, y de deponerlos por necesidades de la causa, que sus redactores hablaban, después de los debates
mala conducta" -es e! derecho de oposición de! pueblo. Muy al contrario, e! preparatorios, de los derechos de! hombre-ciudadano más bien que de los
Bill afirma que existe "un lazo indisoluble" entre los derechos y las libertades derechos de! individuo. La antítesis que establece entre los "derechos de los
de los sujetos y e! orden de sucesión de la Corona. Burke no quiere decir Ingleses" y los "derechos del hombre" se encuentra evidentemente facilitada:
con esto que e! orden monárquico es intangible; pero, como Hume, piensa éstos, colocados de este modo en un marco universalista, son fácilmente opo-
que el derecho público ofrece históricamente dos concepciones opuestas de nibles al sentido de la patria que manifiesta la historia de Inglaterra. Pero no
la legitimidad del Poder: o bien echa raíces en la soberanía nacional (tal es la hay que equivocarse sobre e! objetivo de Burke. El quiere mostrar que Price
concepción de los Constituyentes de Francia); o bien obedece a la necesidad tiene la culpa de "hacer de 1789 la verdad de 1688", pues, que hay entre
superior de la historia (lo que traduce, en Inglaterra, la devolución dinástica Inglaterra y Francia una irreductible diferencia de espíritu que manifiesta la
y hereditaria de la Corona). Así, o bien la Constitución se funda sobre una historia de ambos países. Es en las leyes fundamentales de! reino, que son
construcción de la razón; o bien es e! producto de los siglos y de su historia. en cierto modo la "Constitución natural", que se implantan los derechos y
Es claro que Burke -y este es e! punto importante- defiende los derechos po- las libertades de los sujetos. Burke piensa alabar, allí como en lo demás y a
líticos en tanto que encuentran sus raíces en la historia: recuerda no sólo estos la manera de Hume, el valor de la tradición y de la historia, e! afecto de un
procedimientos jurídicos puntuales y circunstanciales destinados a proteger pueblo a su pasado singular, la inestimable grandeza de la herencia nacional.
ciertas libertades específicas de los sujetos británicos como la Petición de los Entonces, se puede bien decir, si se quiere, que intenta acusar al racionalismo
derechos de 1628 que prohibe e! levantamiento de impuestos sin e! acuerdo de los autores de la Declaración francesa detrás de la que ve la sombra nefasta
de! Parlamento o e! bill de habeas corpus de 1679 que, bajo el reinado de de Rousseau. En esta perspectiva, su falta es haber puesto sobre e! mismo
Estuardo, garantizaba a todo individuo contra la arbitrariedad de eventuales plano los derechos civiles y los derechos políticos entendidos sobre derechos
detenciones; pero menciona repetidas veces textos de más larga amplitud como naturales considerados en todos los hombres, y, como tales, inviolables y
la Magna Carta de 1215, e! Bill ofRightsy e! Acta de establecimiento, obras de sagrados ya que son pensados en e! marco filosófico de un individualismo de
la Gloriosa Revolución, que expresan los derechos de los sujetos británicos en dimensión universal. Entonces, e! error sería monumental. Pero, aún cuando
e! marco de la monarquía constitucional. "La Revolución (inglesa), escribe, numerosas críticas han tomado esta argumentación para revelar lo que convino
ha tenido por objeto conservar nuestras antiguas e indiscutibles libertades, considerar como e! formalismo y e! universalismo racionales de los derechos
y esta antigua Constitución es su sola salvaguardia". Los derechos políticos del hombre, la probidad exige observar que esta interpretación está bien
de los sujetos británicos sacan su existencia de! "legado de los siglos" y "la más allá de lo que contienen las Reflexiones. Por cierto, Burke es hostil hacia
herencia de los abue!os" y Burke alaba la diligencia de Edward Coke y de ellegocentrismo centralizador del Estado según Rousseau; pero no niega la
Blackstone que "se esforzaron por poner en evidencia la antigüedad de nuestras necesidad de limitar constitucionalmente las libertades. Por cierto, defiende los
libertades". La legitimidad de la Corona y los derechos de los sujetos hasta particularismos heredados de! pasado; pero no opta por un conservadurismo
tienen pues mismo origen y mismo fundamento: la "herencia inalienable ciego porque es sensible a los progresos de la civilización. Si bien defiende los
que nos ha venido de nuestros abuelos y que debemos transmitir a nuestra pluralismos que corresponden al orden espontáneo en e! cual se reclaman las
posteridad". Desde entonces, según Burke, la tradición inglesa revela cuánto naciones en la misma carne de su historia, se limita a subrayar los peligros de

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA La filosofía moral y política

una teoría cuyo cosmopolitismo ambicioso confina a la hipocresía. Es pues e! 11I. De Bentham a Sidgwick: las doctrinas utilitaristas. "La
peligro de los idealismos jurídicos que denuncia Burke: alzándose de golpe
mayor felicidad para la mayoría"
a la idea de un derecho universal, se pierde e! sentido de la experiencia: ¿en
derechohabiente a todo, los hombres no vendrán para ser privados de todo? El escepticismo que, sobre todo, desde Hurne, opone e! pensamiento
Se cree, es completamente legítimo, fundar meta- políticamente la aspiración inglés a las certidumbres de! pensamiento europeo: ?a ~ontribuid~ al desa-
a la libertad, pero le damos de hecho un asiento sin consistencia que el soplo rrollo del empirismo cuya finalidad es, como lo dirá Víctor Cousin en sus
del acontecimiento corre el riesgo de barrer: ¿la libertad absoluta no avanza Leccione!9, la de "volver a poner a la filosofía sobre la tierra". También los
inexorablemente hacia ninguna libertad? filósofos anglosajones, todos más o menos herederos de Newton, están atentos,
El texto de Burke es menos fácil de comprender de lo que a menudo se particularmente cuando estudian la naturaleza humana, a.l~s.enseñanzas de la
cree, basta con alumbrar la pluralidad de las interpretaciones a las cuales, la experiencia: de este modo, acuerdan prevalencia a la sensIb~hdad ~ntes que al
vaga antirrevolucionaria alemana en los análisis recientes de H. Arendt o de F. entendimiento, a la sensación antes que al concepto, a las impresiones antes
Hayek, ha podido dar lugar. Entre todas estas interpretaciones, el estudio de que a las ideas, al sentido común antes que a la racionalidad. A sus ojos, e!
L. Strauss tiene e! mérito de subrayar fuertemente el carácter práctico y realista common sense incluso constituye una virtud.
de las reflexiones de Burke. Si él critica la Revolución francesa, es porque, La filosofía del sentido común, no obstante, encierra muchas ambigüeda-
por una parte, sus dirigentes, en su "extremismo", han hecho una obra de des. Así, e! escocés Thomas Reíd (1710-1796), que declara "comparar sin cesar
"geórnetras", es decir que cumplieron sólo una "revolución filosófica" olvida- las aserciones de los filósofos con los hechos que le suministra la observación"
diza de! orden de las comunidades humanas y de su necesaria organización se opone, en realidad, al empirismo y, principalmente a Hume, al que, sin
jerárquica; es que, por otra parte, han sido incapaces para la tan prudente embargo, debe mucho. Según él, Hume no habría comprendido qu: e! sen-
sabiduría que exige la acción política. En definitiva, lo que Burke critica en tido común contiene todos los principios, es decir, los elementos simples e
la Revolución, es no haber subordinado jamás los asuntos al tiempo: esta falta irreductibles a partir de los cuales se despliega toda la vida de la consciencia.
de pragmatismo es el gran error de la filosofía continental moderna del que es Según lo que dice, no habría sabido encontrar la ingenuidad primordial.sin
hermana. La política, no más que e! arte, es una creación del entendimiento la que es imposible filosofar: "Si queremos ser filósofos, l~ ,gusta repe,ttr,~
humano. Que e! hombre intervenga para gobernarse y administrar sus asuntos 1homas Reíd, debemos volver a ser, nuevamente, como runos pequen os .
es inevitable porque no es regido por e! instinto; pero, que pretenda hacerse e! Sin duda debemos reconocer que se dedica sobre todo a "investigaciones
solo dueño de su destino es una ilusión. La ambición prometeica que Burke sobre e! entendimiento humano'"?". Pero interesa a nuestro propósito en
discierne en la Revolución de Francia corresponde a una concepción logicista la medida en que su exploración de la consciencia y de! juicio lo conduce,
que, a sus ojos, es la falsificación de lapluralidad mouiente del mundo humano. cuando sitúa su pensamiento en relación con los de Locke, de Berkeley o de
Cuando Burke, como Hume, celebra la sabiduría pragmática de la tradición Hume, a observaciones prácticas en el orden de la moral'?'. Además, e! pan-
inglesa, se niega a volcarse en lo imaginario de la racionalidad autosuficiente fleto titulado El sentido común, que e! cuáquero Thomas Paine (1737-1809)
y fundadora que ambos autores estiman ser la característica profunda de! publicó en 1776, era, antes que una exposición filosófica, una defe.nsa de los
pensamiento francés. Su empirismo y su pragmatismo se oponen a esta Insurgentes de América. Por otra parte, se ha dicho que su pluma Igualaba a
"lógica de la desecación" que, según ciertos autores contemporáneos, hace la la espada de George Washington. Siempre es él e! que abogaba por la causa
"desolación" de! campo político moderno. de la independencia de las colonias inglesas de América y exaltaba, contra la
Sin embargo, es ir demasiado lejos prestar a estos autores del siglo XVII, monarquía de Inglaterra, los méritos del gobierno republicano que se apoya
probablemente bajo la influencia de temáticas heideggerianas, la voluntad sobre las ideas de libertad y de representación. En su apología de una demo-
de una vuelta a lo antiguo. El pensamiento anglosajón, sensibilizado en lo
sucesivo a las demandas de la experiencia, debía tomar, más bien que la vía 99 V. Cousin, Lecciones, 1816-1817, ed. Ladrange, París, 184l.
\00 Cf. Thomas Reid,An Inquiry into the human Mind on the Principies ofCommon Sense, 1764;
suntuosa de un ascenso arqueológico -en todo rigor impracticable y por otra
Essays on tbe intellectual Powers of Man, 1785.
parte poco deseable- el camino a menudo sinuoso de! utilitarismo.
\0\ Cf. en particular Essays on the active Powers of Man, 1788

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA
La filosofía moral y política

cracia b~en fundad.a, expresaba su hostilidad hacia la Corona cuya tradición opinión pública. Burke, sensible a la importancia de la economía política,
preten~I~am.ente libera] no era, afirmaba, más que una apariencia engañosa. no pensaba en absoluto de otra manera y habría podido encontrar en el que
Esta filtpIca mflamada estaba lejos de los análisis del sentido común dados considera como su adversario un argumento de peso para apuntalar su propia
por Th~mas Reid. No obstante, en esta diatriba que abogaba por la libertad concepción de la felicidad. Pero, en el extraño diálogo de tres -Paine, Burke
se d~scIfra s~ concepción de la naturaleza humana: concepción pesimista qu~ y Price- que se desarrolla en torno del acontecimiento revolucionario y de
;.eflep ~specIalmente la naturaleza de los gobiernos que se dan los hombres: los derechos del hombre, en el que cada uno, en definitiva, tiene la misma
La sociedad, e~cribe, es el.resultado de nuestras necesidades, yel gobierno, de obsesión por la libertad y por la felicidad, los compañeros no quieren escuchar
nue~tra perversidad: la primera contribuye a nuestra felicidad positivamente al otro con imparcialidad.
conjugando nuestros afectos; el segundo, negativamente, conteniendo nues- Sin embargo, cualquiera que sea la vaguedad que acompaña las dudas
tros VIC~OS . d d protege; e1 go b ierno castiga. No es más que un mal
" "102 . La SOCIea
y las ambigüedades del pensamiento anglosajón del sentido común'?', deja
necesario y, al fin de cuentas, porque la ley más profunda de la naturaleza es percibir esta idea-fuerza que impresionó tanto a V. Cousin, es decir que el
qU,elos hombres .~spiren a la felicidad, todo gobierno es insoportable. Ten- pensamiento y la acción tienen no sólo siempre una parte relacionada con la
dríamos la tentación de creer que, eI1el otro libelo que consagra en 1791 a los "teoría de los sentimientos morales" sino que el moral sense, en su dimensión
derechos de~bombre'í", la te~ática del sentido común se atenúa para dejar ligar individual y social, siempre es tributario de la economía política. Théodore
~ la apología de la RevoluclOn francesa. En realidad, Paine persigue la misma Jouffroy- que, a comienzos del siglo XIX, traducirá al francés las obras de
Idea: refut: !as posicion.es tradicionalistas de Burke!" y llega a considerar que Thomas Reid y de Dugald Stewarr- estará particularmente atento a la estrecha
la Revoluc~on de Francia prolonga la Glorious Revolution de Inglaterra. En la relación del pensamiento de ambos con "la teoría económica" y subrayará el
controve.rsIa poco. amena que lo opone a Burke y que a veces es tan viva que interés que estos autores pondrán en la obra de Adam Smith!".
la poste.ndad ha VIstOen los dos adversarios los portavoces ideales típicos del Mucho más que a las construcciones doctrinarias de la Escuela escocesa
progresismo y del ~~nservadurismo, hay un signo que no puede engañar: el que, con frecuencia, carecen de rigor arquitectónico, es oportuno prestar
gran pro.blema p~llt.Ic~ que es el de las relaciories de la autoridad (pública) atención al trayecto intelectual de estos autores. No sólo su filosofía, lejos de
y de la libertad (índívidual), que sólo se pude juzgar relacionándolo con el la meditación metafísica de un Descartes solitario en su cuarto con estufa, se
grado defelicidad que pueden alcanzar los hombres. Este tema de la felicidad apoya, como la de Locke y la de Hume, en la experiencia y la observación de
llega a ser, en la filosofía inglesa, un filosofema clave: pertenece seguramente los hechos y, en esto, se aparta del orden artificial del racionalismo francés, sino
al horizonte de la "Luces" del siglo; pero las "Luces inglesas" no provienen, ante todo es sensible a las relaciones que, en la sociedad, pone a los hombres
co:n0 las Luces francesas, de los triunfos de un racionalismo conquistador. en contacto unos con otros, según dicen, los mecanismos económicos del
AsI, sobre este punto, no se podría olvidar que Burke, en sus Reflexiones sobre comercio y del mercado. En consecuencia, arrancan la vieja noción de bien
~ Revolución de Francia respondía a las tesis de Richard Price (1723-1791). común del contexto ético-metafísico en el que el pensamiento clásico lo había
Sin ~mbarg~, en la obra de su adversario había una tesis antropológica que situado y, confiriéndole una acepción nueva, lo asimilan a esta dimensión
hubiera d.ebIdo retener su atención. En una obra publicada en febrero de 1776: concreta de la vida social que de allí en más llaman el interés general. La obra
Übseruations on the nature ofcivilliberty, R. Price subraya la relación estrecha de Adam Smith se transforma para ellos en una referencia obligada. Las In-
que une el sentido moral y la libertad civil con el orden económico de una vestigaciones sobre la riqueza de las naciones que, a través de una deslumbrante
nación: dicho de otro modo, la defensa de la libertad sólo se puede hacer si acumulación de hechos, proponen, en 1776, "una historia de la civilización",
adosa el conc~pto de "liberalismo" a "el orden espontáneo" del comercio y
del mercado. Este, en efecto, o bien contiene la tradición, o bien sustenta la 105 Cf. E. Griffin-Collart, La filosofía escocesadel sentido común Tbomas Reid y Dugald Steu/ard,
102 Th Pai L Bruselas, Academia Real de Bélgica, Memorias de la clase de letras, 2a serie, t.LVIV, fasc.4,
103 omas a~ne, e sen~ commun, ed. bilingüe [inglés-francés], Aubíer, París, 1983, p.59. 1980.
1homas Paine, Tbe Rtghts of Man, Penguin Books, 1969; reed. 1971.
106 Adam Smith (1723-1790), escocés también él, es el autor de dos grandes obras, la Teoría de
104Recordemos que Paine, con sus Rights o/ Man, replicaba en 1791 a las Reflexiones sobre la los sentimientos morales (1759) y las Investigaciones sobre la naturaleza y las causas de la riqueza
Revolución de Francia, de Burke.
de las naciones (1776).

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son citadas muchas veces y su autor es celebrado como una gloria nacional. incluso se puede decir que los temas utilitaristas ya estaban presentes en
~a idea esencial de la obra constituye en sí misma, en la sensibilidad ernpi- las obras de Hornero, en la moral de Epicuro y en la filosofía cristiana. Por
nsta totalmente preparada para recibida, los prolegómenos de una verdadera otra parte, en e! curso de su larga historia, la idea de utilidad tomó acentos
revolución intelectual. En efecto, Adam Smith explicaba, con e! apoyo de diferenciados, ya porque se inspiró en visiones naturalistas, ya porque se
una multitud de ejemplos, que la riqueza de una nación tiene al trabajo por apoyó sobre una teología de tipo providencialista, ya porque respondía a un
causa mayor. Así, como e! trabajo es la actividad libre de! hombre, debe ser cálculo te!eológico de intereses. Pero, en e! camino abierto por e! empirismo
considerado como e! eje de una teoría mercantilista en cuyo seno constituye de Hume y por la economía política de Adam Smith, la noción de lo útil
la fuente esencial de la abundancia y de! poder. Para que sea así, es necesario tomó una connotación puramente secular y antropológica. Sin duda fue
y suficiente que e! valor económico sea medido por la utilidad que procura, influida por e! tono cáustico de los análisis económicos-sociales de Bernard
que, además, da cohesión a la vida social y consistencia a la vida moral. Por Mandeville!" y más o menos tentada por e! materialismo de Diderot y de
consiguiente, la economía política, elaborada sobre estas bases que la expe- He!vitius. Pero corresponde sobre todo al estado de espíritu que acompaña
riencia verifica en sus múltiples variantes, reviste una dignidad filosófica. A a las mutaciones de la vida económica inglesa: no es cuestión de descifrar el
partir de ese momento puede servir de faro, incluso de guía, a los mismos destino de los hombres en un orden cosmológico juzgado muy hipotético ni
filósofos. En efecto, es en torno de la noción de utilidad donde, durante varios de apelar a misteriosos designios teológicos; sólo al hombre le pertenece la
decenios, debía cristalizar la interrogación filosófica anglosajona. construcción de su destino.
En todo caso está claro que, en medio de muchas incertidumbres y con- En consecuencia, las doctrinas utilitaristas se pueden desarrollar a partir
troversias, e! pensamiento y la acción, según la palabra de].J. Chevallier se de la antropología que, desde Hobbes y Locke, la filosofía había elaborado.
habían "unido para la victoria". Es lo que habían comprendido los americanos, Asi ]eremy Bentham (1748-1832), completando una fórmula que e! pastor
como lo atestiguan la obra política de Benjamín Franklín (1706-1790) y, ]oseph Priesdey había empleado en un contexto espiritualista'?", solicitó que
más aún, la Declaración de! 4 de julio de 1776, redactada, en lo esencial, por e! hombre, utilizando sus propios recursos psicológicos, construyera una
1homas ]efferson (1743-1826). También es lo que los ingleses testimonian "aritmética de los placeres" que permitiera acordar "la mayor felicidad para la
en e! momento en que, en su reino, se desarrollan la técnica industrial y e! mayoría". Extrayendo de Elvetius y de Beccaria la tesis psicologista de! placer
gran comercio. Inglaterra, "tan sabia en filosofía como en política, después de como ausencia de dolor, tomó como objetivo e! proponer a los hombres una
haber atravesado los excesos de las teorías más singulares, las rechaza y confía moral reformista ésta se presenta, se ha dicho, como "una teoría ética general
en las fuerzas de su buen sentido y de su experiencia", dirá Víctor Cousin al [... ] que produce un criterio para distinguir la buena y la mala acción y, por
concluir su curso de! año académico 1816-1817, dedicado a 1homas Reid y consiguiente, una explicación de la naturaleza de los juicios morales que
a Duglas Stewart!". A pesar de la envergadura modesta de las obras que han caracterizan la acción como buena o mala"!". Sin embargo, no se podría ol-
dejado, su mérito es e! de haber preparado e! camino de! utilitarismo que, en vidar que Bentham dedicó toda su vida a la investigación jurídica'!': también
e! país donde "e! hedonismo razonable" es e! fruto de la experiencia, debía
conducir, según procedimientos diversificados y más o menos complejos, a
la mayorfelicidad para la mayoría. 108 Bernard Mandeville (1670-1733) había publicado en 1714 [reed. En 1723, 1724, 1729) su
Fábula de las abejas (trad. Fr., Vrin,1985; cf. P. Carrive, Bernard Mendeuille, Vrin, 1980.

1. El mercantilismo moral de Jeremy Bentham 109 J. Priestley, An Examinatio ofDr Reid s Inquiry ... Appea! lo common Sense, 1774.
110 Anrhony Quitan, Utilitarian Ethics, Duckworth, 1989, p.I.
La idea de utilidad que aparece en los autores anglosajones de! siglo 111 Sin embargo sería un error ver' en Benrham a un adepto de la especulación teórica y abstracta.

XVIII como e! criterio decisivo para juzgar acerca de la pertinencia de una En efecto, es porque su voz demasiado débil no le permite ejercer la profesión de abogado para
la que ha sido formado por lo que Bentham sustituye la profesión de abogado en los tribunales
concepción de la vida moral y social no corresponde a una filosofía tan simple
por la investigación. En el fondo, todas sus obras se inscriben en un marco deliberadamente
como se lo podría creer a primera vista. Por una parte, no es una idea nueva: jurídico, a la vez constitucional y, sobre todo, judicial. Citemos, por ejemplo, An lntroduction
to the Principies ofMorals and Legislation, 1789; Tbe Panopticon, 1791; A Plea for a Constituion,
107 V Cousin, op.cit., p.115. 1803; Codification Proposals, 1823; su traductor franees ha reunido otros textos -su amigo

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA
La filosofía moral y política

su teoría moral toma naturalmente bajo su pluma una tonalidad politica y


convención de base, sino, dice Bentham, una evidencia que la razón recibe
jurídica de primera importancia.
de la experiencia. Es evidente que en conjunto es descriptivo y normativo: es
descriptivo ya que, como depende de una psicología individualista, sensualista
Los principios psicológicos de! utilitarismo
y asociacionista para la cual los comportamientos están subordinados a las
Una regla metodológica domina la obra de Benrham, de la que él mismo necesidades y a los deseos naturales, permite subrayar la determinación de
dio una formulación programática incisiva: es necesario, declara, "soltar las las conductas humanas por e! placer o por el dolor; es normativo ya que, en
sombras para la presa", es decir, lo imaginario por lo real, lo abstracto por moral, en economía o en política, hace posible una táctica en favor de la que
lo concreto, los valores ilusorios por los valores efectivos. Su método, se se evitan el dolor y el sufrimiento y, en consecuencia, se obtienen placer y
atiene, entonces, a dos máximas que explícita en 1789, su Introducción a Los felicidad. La articulación de lo descriptivo con lo normativo es interesante:
Principios de La moral y de La Legislación: primeramente, conviene observar los como, dice Bentham, según nuestra propia naturaleza, estamos determinados
hechos -por allí se encuentra la preocupación por la experiencia que domina en nuestras acciones por e! placer y por e! dolor, no es posible que tratemos
la filosofía inglesa del siglo XVIII; en segundo lugar, importa calcular con de obedecer a otros impulsos: eso sería contra-natura, por lo tanto a-normal;
exactitud lo que procura el más grande placer- es lo que llama "el principio por lo tanto, nuestro deber es que nuestro pensamiento y nuestra voluntad
de utilldad"-. sigan esta pendiente natural. Nuestro deber moral procede de la necesidad
Extrayendo la lección del epicureísmo, de la filosofía de las pasiones que natural. En consecuencia, como la felicidad se funda sobre las disposiciones
encontró en Hume y de la lógica del interés general cuyo plan trazara Helvetius de la naturaleza, tenemos tendencia a buscarla evitando todo lo que no la
en su obra Acerca del espíritu, Bentham rechaza, en nombre de la experiencia ocasiona. Esta "lógica del interés" suministra a la ética su único criterio
y del realismo, e! otorgamiento de un valor absoluto a los principios de la posible de validez.
moral: no hay, estima, virtud perfecta ni justicia absoluta. Como los fisiócratas Sobre estas bases, Bentham elabora un cálculo aritmético de los placeres.
franceses que, todos, hacían e! proceso de las ideas generales y apoyaban sus Este cálculo no podría tener por objeto los deseos o los sentimientos ya que,
teorías sobre creencias sensualistas que recuerdan las tesis de Condillac, Ben- dice siguiendo a Hume, sólo podemos tener impresiones de ellos; por lo tan-
tham considera que, conforme con la naturaleza q.uele es propia, e! hombre, en to, éstas, como son subjetivas, sólo se pueden caracterizar cualitativamente;
todos sus actos, obedece siempre, en último análisis, a los principios de! placer entonces, no son ni cuantificables, ni mensurables y no pueden dar lugar a
y de! sufrimiento. Había sido conmovido por una fórmula de Quesnayll2: "e! cálculos. Al contrario, las ventajas que produce la satisfacción de los deseos
hombre tiene derecho a las cosas propias de su gozo". Con este propósito, el son cuantificables y se las puede medir tanto más cómodamente como puedan
teórico de la fisiocracia hablaba de "derecho natural". Bentham rechaza este llegar a ser "sólidas y durables". Por el contrario, los inconvenientes que nacen
vocablo cuya resonancia, según él, es aún "metafísica", y escribe: "La naturaleza de la no-satisfacción de los deseos son, del mismo modo, cuantitativamente
ha ubicado al hombre bajo e! gobierno de dos soberanos esenciales: e! placer apreciables. Se puede establecer así un balance cifrado, que es, como en
y e! dolor. El principio de utilidad reconoce este sujeción y la supone como economía política, una balanza del activo y del pasivo, de las ganancias y de
fundamento de! sistema que tiene por objeto erigir, con e! auxilio de la razón las pérdidas.
y de la ley, e! edificio de la felicidad".A partir de la postulación de su "sistema", Añadiendo e! lenguaje de la psicología al de la economía, Bentham es-
Bentham hace, entonces, claramente, del principio de utilidad la expresión tima, al término de la contabilidad de los placeres y de los pesares, que tal
de una preocupación hedonista (búsqueda de! placer) cuya consecuencia es satisfacción es "rentable" y que tal insatisfacción. se traduce por una carencia
que una acción es buena o mala según si sus resultados son o no útiles. Este o un déficit: "Por utilidad, entiendo esta propiedad en todo objeto por la cual
principio, como en matemáticas, toma valor de axioma fundante: no es una tiende a producir un beneficio, una ventaja, un placer, un bien o la felicidad
(todo esto vuelve aquí a lo mismo), o (lo que vuelve otra vez a lo mismo)
Étienne Dumont- con títulos evocadores: Teoría de los castigosy de las recompemas, 1811; Tratado a evitar que aparezca un daño, un sufrimiento, un malo una desdicha". El
de las pruebas judiciales, 1823; Acerca de la organización judicial y de la codificación, 1823 ... vocabulario no engaña: placer y felicidad -Bentham no diferencia estos dos
¡¡2 Francois Quesnay (l694-1774),journal de l'Agriculture, septiembre 1765. estados- traducen la misma preocupación "primitiva" o "fundamental" del

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA La filosofía moral y política

interesJ/3:por principio, e! utilitarismo no podría ser, hablando con propiedad, doctrina, los intereses de una comunidad se reducen a la suma de todos los
si se refiere a los moralistas antiguos, ni un hedonismo ni un eudemonismo intereses de los diversos miembros que la cornponen!". En consecuencia, lo
['doctrina moral que tiene por principio que e! objetivo de la acción es la mismo que la suma de los placeres, teniendo en cuenta la cantidad de pesares
felicidad'; N. de! T.j. Expresa un pensamiento objetivo, puramente secular, evitados, determina el grado de felicidad de un individuo, y lo mismo, la
incluso agnóstico y, como tal, no solicita nada a un horizonte axiológico. felicidad de una comunidad, lejos de presentarse con la silueta trascendente
Esto explica la severidad de Bentham frente a morales de tipo ascético que del "bien común" según la tradición moral clásica, es la suma de los placeres
desvalorizan el placer, aunque sean alabadas "por filósofos" como los Estoicos efectivos de la mayoría. Y como la actitud descriptiva de Bentharn induce a
o "por devotos" como los Jansenistas de Port-Royal: y cuando el ascetismo una actitud normativa, el deber consiste en reconocer la utilidad de un com-
se asocia con la religión para exaltar las virtudes del sufrimiento y hacer de portamiento o de una acción para la mayoría. Concretamente, esto quiere
él una escuela de carácter, allí hay, dice, una actitud francamente absurda ya decir que tal acción debe ser completa si está conforme con el principio de
que el sufrimiento, llevado a su límite extremo, puede provocar la muerte. utilidad: entonces, es buena, es decir, justa; al contrario, si contradice este
Esta es la razón por la cual al interés o a la utilidad como no son valores en mismo principio de utilidad, hay que renunciar a realizada ya que es mala y
sí o, si se prefiere, valores trascendentes, hay que considerados, en términos no puede ser justa. El razonamiento muestra así que el principio de utilidad
psico-econórnicos, como relaciones entre lo que solicita la naturaleza humana es el único criterio que dirime para tomar en consideración a la vez desde el
y lo que procura la acción del hombre. punto de vista de la moral en tanto que concierne a los particulares y desde
el puno de vista de la política en tanto que concierne a la "cosa pública", es
Las consecuencias prácticas del principio de utilidad decir, a las sociedades y sus gobiernos. Virtud privada y justicia pública se
En la Introducción a losprincipios de moral y de legislación, el principio miden igualmente según la utilidad.
de utilidad es presentado por Bentham como válido tanto para el individuo For~uladas estas bases, la búsqueda del bien (por lo tanto de lo justo)
como para la comunidad social y política. Sin embargo, es sobre este segundo en la comunidad requiere los "aprestos lógicos" de un cálculo que exige
terreno donde, en razón de su formación y de sus preocupaciones jurídicas, "precisión, claridad y necesidad'T'". Así Bentham examina por un método
Bentham sitúa, principalmente, sus efectos y sus aplicaciones prácticas. Incluso matemático la legislación sobre la propiedad que considera como "la rama
se puede considerar que los tres tomos del Panopticum y, sobre todo, los dos distributiva" del derecho en tanto que tiene por objetivo proveer a cuatro
volúmenes de! Tratado de legislación civil y penal(las dos obras son publica- fines: seguridad, igualdad, subsistencia y abundancia. De manera más general,
das en 1802) proponen, el primero en el dominio judicial, el segundo en el elabora una aritmética de losplaceres en la que ve una ciencia y una técnica
dominio legislativo, ejemplos de aplicación práctica de los considerandos de de la utilidad feliz. La maximización de los placeres define un mercantilismo
la doctrina utilitarista. ético-jurídico que se apoya sobre diversos parámetros como la intensidad, la
Uno podría sorprenderse ante el pasaje subrepticio del plano psicológico de duración, la proximidad, la rentabilidad o la pureza del placer. Este cálculo
la subjetividad al plano socio-jurídico de la comunidad. En verdad, el pasaje, es menos ingenuo de lo que se ha dicho: Bentham sabe muy bien, en efecto,
para Bentham, se efectúa sin dificultad ya que, en la economía general de su que la contingencia y el azar son susceptibles de hacer modificar bruscamente
los resultados escrupulosamente calculados; y, a veces, entrevé -es verdad sin.
1I3 En su Tratado de legislación, prosigue: "Por principio de utilidad, entiendo este principio extraer las consecuencias-los cambios cualitativos que pueden introducir una
que aprueba o desaprueba toda acción, cualquiera que sea, según la tendencia que parece tener,
amplificación cuantitativa. Al fin de cuentas, conducir su vida o conducir
sea de aumentar, sea de disminuir la dicha del partido cuyo interés está en cuestión: o, lo que
vuelve a lo mismo, de promover esta felicidad o de oponerse a ella". Un texto de la Introducción un Estado, es "tener registro de las acciones", establecer una contabilidad. El
a los principios de moral y de legislación es aún más claro (p.l 00): "El placer es en sí mismo un
bien; todavía más, incluso poniendo a un costado la inmunidad de dolor, es el único bien; el 114 En su crítica del utilitarismo J. Rawls verá en esto uno de los puntos dificultosos más espi-
dolor es un mal en sí mismo; y, en realidad, sin excepción, el único mal; o bien las palabras nosos de la teoría de Benrham, cf. Infra, p.124 sg.
bien y mal no tienen sentido. Y esto es igualmente verdadero para todos los tipos de penas y 115 Bentham pensaba que distinguía su método de investigación al que llamaba "el pensamiento
todos los tipos de placeres. La consecuencia, entonces, inmediata y seguramente, es que no hay
serio", porque está hecho con cálculos rigurosos, del pensamiento "errante" que avanza sin
en absoluto un motivo cualquiera que sea en sí mismo malo". obedecer los requerimientos del rigor lógico.

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La filosofía moral y política
LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA

social. Es así en nombre de la vida social como elogia el sufragio universal,


utilitarismo es la réplica moral y política de lo que era el mercantilismo en la por el que, dice, cada uno, hombre o mujer -lo que, en su tiempo, es una
economía política de Adam Smith. En suma, la felicidad se administra y se idea audaz-, expresa su interés propio.
gestiona como la propiedad de los bienes o como la fortuna. Por otra parte, Las críticas no faltan, las que, hoy, tales como, por ejemplo, las de J. Rawls
Bentham llega a hablar de lo que él mismo llama un "lenguaje mercenario". o H. Arendt, reprochan a Bentham su concepción de una democracia parla-
Como todos los placeres no son directamente comparables, para compararlos, mentaria en la que el individuo posee una dimensión prototípica. Esto es, en
es necesario encontrar un instrumento mediador que constituirá su deno- verdad, el pensar fuera de su orden. Marcado por el contexto socio-económico
minador común. Y el economista moral piensa en el precio del placer: "El del siglo XVIII inglés, pensó su doctrina utilitarista en términos de economía
termómetro es el instrumento para medir la temperatura; el barómetro es el y de derecho, no en términos de ideología militante. Por otro lado, hay que
instrumento para medir la presión del aire ... La moneda es el instrumento reconocer que, en el plano práctico, el desarrollo de la industria técnica y la
para medir la cantidad de placer y de dolor. ¡Convengamos, por lo menos, actividad comercial de Inglaterra durante la época victoriana debían darle
que en esta administración de la felicidad, la espontaneidad no tiene ningún la razón a su cálculo de interés generador de progreso y de bienestar. Sin
lugar en absoluto! embargo, desde el punto de vista teórico, John Stuart Mili, que quería dar al
Es por lo que, jurídicamente entendido, el utilitarismo confiere un lugar utilitarismo su forma definitiva, modificó sensiblemente la dirección de sus
de primer rango a la noción de obligación: que una proposición de derecho líneas conductoras.
ordene, permita o prohíba, la idea de obligación es "su base necesaria"!".
No hay derechos que sean independientes de obligaciones. Por consiguiente, 2.EI "utilitarismo desinteresado" de John Stuart Mili
Bentham se opone a la idea de "derechos naturales" anteriores a la ley positiva
en lo que no ve más que sofismas: el lenguaje jusnaturalista es, dice, "una Las teorías de John Stuart MilI (1806-1873) nos trasportan al corazón del
pieza de sin sentido"; también la idea de derechos del hombre "naturales e siglo XIX al que la diversidad, el pluralismo, la movilidad y a veces la violencia
imprescriptibles" no es más que "un sin sentido retórico, un sin sentido so- de los acontecimientos y de las ideas hacen muy complejo. El psiquismo frágil
bre zancos"!", No se inclina por esto, por anticipación, hacia el positivismo y la vida atormentada de John Sruart MilI están lejos, además, de introducir
jurídico. Según él, el discurso normativo del derecho refleja simplemente las claridad y serenidad en su filosofía. Sin embargo, en 1861, su obra titulada El
estructuras del pensamiento; pero esta idea, que podría pasar por una intuición utilitarismo entiende que da una forma completamente elaborada y definitiva
de los análisis lingüísticos de Austin, permanece fugitiva. Bentharn prefiere a las ideas utilitaristas lanzadas por Bentham!". Probablemente, a causa de las
insistir sobre la dimensión práctica del pensamiento y del lenguaje de donde dificultades de todo orden que la vida le había impuesto, John Stuart Mili,
extrae dos consecuencias, a saber: por una parte, la inutilidad jurídica y política cuando publicó esta obra, se transformó (a diferencia de su padre James Mili,
de un artificio como el contrato social, en el que, como Hume, denuncia una al que acusaba de buena gana de rigidez dogmática y con quien las relaciones
"quimera"!" y, por otra parte, la importancia de la legislación penal en la que habían llegado a ser, en el transcurso de los años, cada vez más difíciles) en
"la verdadera medida de las penas es el daño causado a la sociedad'"!", un conciliador. Por cierto repite, como Bentharn, que la única cosa deseable
Políticamente considerado, el utilitarismo se inscribe es la corriente del es la felicidad, una felicidad a la que asimila, también él, con el placer y con
liberalismo individualista donde, como cada uno es el mejor juez de su interés, la ausencia de dolor. Pero su larga correspondencia, entre 1830 y 1846, con
el Poder legítimamente no puede tener la pretensión de reglamentar la vida 1homas Carlyle (1795-1881) le había hecho descubrir los horizontes del
idealismo político; con la lectura de Auguste Comte, y como corresponsal
durante mucho tiempo con él de 1841 a 1847, vio que se afirmaban los prin-
116 Tratado de legislación civil y penal, en Obras de Jérémie Bentham, 3" ed., Bruselas, 1840,
t.I.,p.311.
120 Desde 1822 -tiene dieciséis años-, había leído el Tratado de legislación de Bentham y confía,
117 Ibid., p.508 Y 513. en su Autobiografía (Londres, 1873; trad. Francesa bajo el título de Mis memorias, 1874), que,
118 Afragmenton Gouernment, edición de 1823, p.439. por esta lectura que lo había "transformado", se había encontrado conquistado por el utilita-
119 Cf. En particular su Esbozo de un plan nuevo para la organización de la Justicia en Francia, rismo. Por otra parte, el mismo año, con su padre y algunos amigos, debía fundar la Sociedad
que le valió la gratitud del duque de La Rochefoucaulr, y su tratado Acerca de la organización utilitarista, que vivió de manera activa durante tres años.
judicial y de la codificación, 1823.
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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA
La filosofía moral y política

cipios del "positivismo" que incluía el conocimiento científico del hombre; cantilistas" de la teoría de Benrham, estará destinada a poner en evidencia
el poeta Coleridge debía enseñarle que el espíritu, siempre, trasciende a la las reglas prácticas de "prudencia" gracias a las cuales los asuntos privados o
naturaleza; Harriet Taylor, que fue su esposa en 1851, le.había hablado mucho públicos pueden ser administrados; la "estética" (aesthetics), finalmente, estará
de la "cuestión social", tan ardiente a la hora de las revoluciones europeas de destinada, apoyándose sobre el sentimiento moral, a guiar la búsqueda de
1848 y de las tesis de los saint-sirnonianos. Marcados por este eclecticismo lo que es elegante y amable. En esta trilogía, el estudio de la "moralidad"
vertiginoso, sus Principios de economía política, redactados en 1848, debían deberá jugar un papel eminente y condicionará a las otras dos actitudes, en
combinar temas muy socializantes con una defensa del liberalismo. Entonces, cuanto a ellas más prácticas, incluso más técnicas. Ésta es la razón por la
es en una obra llena de meandros y matices donde John Stuart Mill propone que John Stuart Mill, considerando que el principio de utilidad producido
una nueva evaluación de la doctrina utilitarista. por Bentham debe permanecer como el hilo conductor de la "moralidad",
en búsqueda del placer y de la mayor felicidad que hacen la calidad de la
En qué prolonga John Stuart Mill los estudios de Bentham
vida, pretende, sin embargo, distinguir lo que es simplemente expediente
Desde 1833, J. S. Mill había redactado y publicado anónimamente unas (expedient) de lo que es propiamente útil (usefu!). Mientras que la realización
Remarks on Benthams philosophy; cinco años más tarde, nuevamente, dedicaba de medios convenientes permite ejecutar un fin próximo y personal, lo que
un segundo estudio al padre del utilitarismo!". Los dos textos son elogiosos es "útil" permite, de manera a la vez más amplia y más generosa, tratar de
y conservan algo del entusiasmo que la lectura de juventud de las teorías de alcanzar la felicidad general.
Bentham había suscitado. Sin embargo, contienen reservas que a veces son Este programa de investigación es retornado, en lo esencial, en El utilita-
francas críticas: así, Bentham habría tenido el error de ocultar cuestiones rismo, de 1861. Pero, en esta fecha, el eclecticismo de Mill no consiste más
como las de la consciencia moral, del deber e incluso del sentimiento moral; sólo en yuxtaponer tendencias extraídas de sus lecturas o coloreadas por las
no habría comprendido bien la importancia que el altruismo puede conferir a influencias positivistas o románticas de su época; ha madurado y se ha organi-
una conducta; incluso habría ignorado totalmente que la necesidad del sacri- zado en un corpus sintético en el que se afirmandos inflexiones personales.
ficio a veces se hace sentir en la vida. Más mesuradas, las críticas del segundo Por una parte, se deja aprehender una preocupación de "refinamiento" 123,
artículo convergen, no obstante, para deplorar que Bentharn, preocupado en la que, de cierta manera, se refracta el espíritu atormentado de John Stuart
por la silueta del hombre de negocios que percibía en cada individuo haya Mill. No sólo continúa distinguiendo lo útil y lo oportuno, sino, escribe "el
descuidado con demasiada frecuencia la mirada escrutadora sobre la vida principio de utilidad es perfectamente compatible con el reconocimiento del
interior. Más o menos son los mismos reproches que dirige a su padre James hecho de que ciertas especies de placeres son más deseables y tienen un valor
Mill que, en definitiva, no habría tenido del hombre más que una visión más grande que otras". Por consiguiente, hay que tener en cuenta tanto la
estrecha, esencialmente porque habría dejado de lado lo que en él conforma calidad de los placeres como su cantidad: incluso sería "absurdo" pensar de
su valor moral. otra manera!", Esto implica que se pueda lograr una actitud comparativa
En efecto, lo que Mlll, en 1843122, llama "el arte de la vida" se presenta sutil y fina a fin de decidir acerca del valor de los placeres. En efecto, es de
como una empresa programática a la que componen tres partes complemen- este valor del que depende su desiderabilidad y, ya que procuran o bien una
tarias: la "moralidad" (morality), estará destinada a hacer apreciar el bien y el simple satisfacción (content) o bien una verdadera felicidad (happiness)125, se
mal, por lo tanto, en comprender en qué consiste la "corrección moral"; la puede expresar una preferencia a favor de tal o tal tipo de placer. Yendo más
"prudencia" (policy), que corresponde bastante bien a las perspectivas "mer- lejos, Mill apela a la competencia del sabio y estima que se puede establecer
una jerarquía de las preferencias en función de una escala de los placeres: más
121 El primer texto apareció como apéndice de! libro de E.L.Bulwer, England and the English, vale ser Sócrates insatisfecho que un cerdo ahíto.
París, 1833; fue reimpreso en ].WM.Gibbs, Early essaysby j.S. Mili selected, Londres, 1897;
e! segundo texto apareció en Dissertations and Discussions, en 1838; fue reeditado en Mili on
Bentham and Coleridge, Inrr .. de ER.Leavis, Londres, 1962. 123 Es lo que muestra G. Boss, en John Stuart Mili: inducción y utilidad, PUF, 1990, p.3l.
122 Es la fecha de publicación de su importante obra, Sistema de lógica deductiva e inductiva, 124 ]. Sruart Mili, Eutilitarisme, tr. Franc., Flarnmarion, GF, 1968, p.5l.
de la que se ha dicho que era "la última gran obra de! empirismo inglés". 125 Ibid., p.53.

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA
La filosofía moral y política

Por otra parte, se manifiesta expresamente la preocupación ética compleja sólo alimenta "esperanzas vanas" cuya moral debe poder hacer la economía.
que exige "el arte de vivir". En efecto, es mucho más simple considerar, como Aun si Mill estima muy severas estas condenas sin apelación, alaba en este
Bentham, que el placer y la felicidad excluyen el dolor y el sufrimiento porque "filósofo destacable" la preocupación por rendir cuentas de las exigencias más
son los contrarios. Sucede son frecuencia, observa Mill, que hay que aceptar altas de la moralidad. No obstante, no lo puede seguir y critica a Kant por
una cierta cantidad de sufrimiento para obtener un placer. En consecuencia, haber fundado las máximas del deber+" en el mundo de las cosas en sí, Por
la cuestión moral no está en saber cómo hay que actuar para evitar el sufri- consiguiente, aun si la concepción que se hace John Stuart Mil! del sacrificio
miento, ya que, en la misma ocasión, se tendrían muchas oportunidades de y del altruismo parece que poseyera acentos kantianos cuando insiste en la
alejar el placer. El problema es más complejo: con una clara consciencia del necesaria unión de la moralidad con la dignidad, se separa profundamente de
hecho de que los gozos más altos exponen a sufrimientos más grandes que las tesis de Kant. Contra su "trascendentalismo" y su formalismo abstracto,
los pequeños placeres, hay que preguntarse cuáles son las penas que uno está Mil! subraya la exigencia de efectividad concreta de la obligación moral y de!
dispuesto a aceptar, y en qué límites, para alcanzar tal placer. En este proceso respecto a la justicia. Entonces, como Kant, es necesario no rechazar nunca el
complejo que, precisamente, condiciona el arte de vivir -Q del "buen" vivir-la imperativo categórico de la moralidad; pero, contrariamente a Kant, no hay
mayor felicidad seguramente no es el resultado de un cálculo o de una suma- que comprender la moralidad como una exigencia pura: sólo toma sentido
toria de placeres elementales. Va a la par con una capacidad de generosidad y consistencia en la efectividad.
y de pureza. Aquí está lo que aclara el propósito sibilino de una carta escrita Ésta es la razón por la cual e! arte de vivir posee un ineliminable carácter
a Carlyle el 12 de enero de 1834: "Todavía soy y, probablemente, seguiré socio-político. La felicidad a la que corresponde no está hecha ni de la satis-
siendo utilitarista, pero sin formar parte de esos grupos de personas a las facción mínima que invoca la tradición epicúrea'F, ni de la quietud que los
que se llama utilitaristas ... Ud. juzgará más tarde el número y la diversidad Estoicos llamaban ataraxia. La felicidad implica una búsqueda que se persigue
considerables de aclaraciones que requiere mi utilitarismo y verá que estas incansablemente. Así, va a la par con e! que se persigue incansablemente. Así,
aclaraciones afectan su esencia y no sólo sus aspectos accidentales". va a la par con e! movimiento, cualquiera fueran los riesgos de sufrimiento que
Se ve así que John Stuart Mil! no habría sido él mismo si Berharn, desde lo acompañen. Dicho de otra manera, es una ilusión creer que' la felicidad
el principio, no lo hubiera inspirado tan fuertemente. No obstante, inme- puede ser total y sin fisuras; siempre encierra una carencia, que es el aguijón
diatamente se ve también que este discípulo es infiel y se compromete por de una nueva búsqueda. En esta visión casi fenomenológica de la felicidad,
caminos más densos. se descubre un carácter que Bentham y James Mil! habían descuidado total-
mente: que la felicidad siempre es intermediaria entre la "tranquilidad" y la
La infiel fidelidad a Bentham "excitación" que son sus "dos constituyentes principales". Por otra parte, a
Los cálculos utilitaristas de Bentham siempre han formado, a los ojos de medida que se pasa de los placeres simples o elementales que sólo procuran
Mil!, una figura fría y fija: una figura fría porque se le aparece como demasiado gozo porque resultan del apaciguamiento de una necesidad vital, a placeres
extraños a la dimensión moral de la vida interior; una figura fija porque, por superiores que provienen de la satisfacción de aspiraciones espirituales, la
una parte, han dejado de lado la importancia del movimiento en el arte de dosificación de estos dos "constituyentes" se puede diversificar al infinito y
vivir y porque, por otra parte, han minimizado la dimensión socio-política. suscitar una búsqueda siempre renovada. Entonces, se comprende cómoda-
La dimensión ética de las tesis de Mil! aparecía en filigrana desde los mente que el marco general de esta búsqueda ilimitada supere en mucho a la
artículos de los años 1830 dedicados a Benrham, Pero sobre todo es visible individualidad: "El ideal utilitarista, escribe John Stuart Mill, es la felicidad
la posición, totalmente con matices, que toma Mil! respecto de Kant. La general y no la felicidad personal'T", Esto es por lo que, lejos de replegarse
filosofía práctica de Kant, evidentemente, es hostil al utilitarismo que, piensa,
126 Ibid., cap.I, p.42, y cap. V, p.136.
agota su concepto, en el nivel empírico más llano, en un pensamiento de
J27 Tradición seguramente simplificadora y no muy fiel a las Máximas de Epicuro cf. Sobre
medios; además, el eudemonismo, que podría pasar por una versión moral
este punto V. Goldschmidt, La teoría epicúrea del derecho, en Archivos de filosofía del derecho,
.más afinada del utilitarismo, es, a los ojos de Kant, una concepción que 1981, t.26.
128 L'utilitarisme, p.56.

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La filosofía moral y política
LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA

exige distribución y proporcionalidad: ocurre lo mismo en lo que se refiere a


en la esfera estrecha de! egoísmo, e! utilitarismo bien comprendido invoca "la
la justicia penal, la renumeración de! trabajo, el reparto de los impuestos, la
consagración a la felicidad de! otro o a lo que puede ser su condición, tanto
educación de los niños, por ejemplo ... "Los actos de justicia corresponden
se trate de la humanidad considerada colectivamente, o de individuos en los
a exigencias sociales que son las más importantes y las más imperiosas de
límites impuestos por los intereses colectivos de la humanidad'T": la "regla
t o d as"133 . Y como, po l'mcamente
. enten did l o, eI interés general necesita estar
de oro de Jesús de Nazareth", ya, encerraba "todo e! espíritu de la moral de
regido por normas constitucionales y legislativas, e! utilitarismo formula la
la utilidad".
cuestión de! gobierno de! Estado. En la respuesta a este problema, reside la
Las perspectivas altruístas de este utilitarismo desinteresado, como tienen
fiuente de 1"ra dircal'ismo "134 que Imp
• l'ica, en Ia pro Iongación de las ideas de
por significado que e! interés general triunfa, en definitiva, por sobre los inte-
Bentahm, una reforma parlamentaria y una teoría constitucional que hagan
reses privados y particulares, entonces la dimensión política de las sociedades
fondo sobre la idea de representación. Mili, por otra parte, se dedicó a unas
humanas debía retener la atención de J. S. MilI. Por cierto, Bentham no había
Considerations on Representatiue Government, un ensayo que fue publicado en
ignorado ni las cuestiones judiciales ni los problemas constitucionales. Pero
1861135• Muestra que, para proteger los intereses individuales y para proveer
Mili examina metódicamente los dimes y di retes de! utilitarismo en materia
al interés común, la fuerza de! gobierno es necesaria. Pero tal tesis vuelve a
política y jurídica. Así, redacta en 1854 un ensayo titulado On LibertyJ30en
llevar a Mili a la cuestión central de la filosofía política clásica, que es la de!
e! que, subrayando los límites de la autoridad política sobre los individuosl ",
mejor orden político. Pero, en este punto, es muy desconfiado con respecto
restituía vigor a las ideas liberales, en un tiempo rechazadas por la imagen que
a la democracia representativa cuya fuerza social teme. Si es cierto, como lo
se había hecho de la revolución francesa y de Napoleón. La libertad, como
escribía en La libertad, que, "El gobierno de sí mismo no es e! gobierno de
es lo que la vida interior tiene como más preciado, debe ser protegida contra
cada uno por él mismo, sino de cada uno por todo e! resto", la libertad y la
todo ataque y contra toda violencia; particularmente interesa contener por
democracia suponen "un minimum de racionalidad que caracteriza a cada
reglas de derecho la presión de las costumbres y de los usos cuyo peso, en la
participante en e! discurso social". En otros términos, pertenece a la razón -
common law, es tan fuerte. Por consiguiente, sólo hay libertad verdadera en
no a la razón calculadora, sino a una razón práctica, prudente y reflexiva- e!
un marco socio-político donde la heteronomía se borra ante la autonomía.
hecho de insinuar en la democracia, para evitar "la tiranía de la mayoría",
Solamente, e! common sense es demasiado débil, estima Mili, para que en él se
que Mili, como Tocqueville, denuncia sin reservas en On Liberty, este juicio
vea una guía segura; a los ciudadanos "aristocráticos" hay que solicitarles que
de valor aristocrático sin e! que e! principio de utilidad no puede servir ni al
formulen normas sociales e institucionales. También e! último capítulo de El
interés de la mayoría ni al progreso. Probablemente, la cuestión está en saber
utilitarismo estudia minuciosamente las relaciones que deben establecerse entre
la distancia que separa a las promesas de esta razón práctica de su ejecución
e! principio de utilidad y la justicia. En efecto, la idea de justicia supone a la
en la política y en la historia.
vez, según Mili una regla de conducta y un sentimiento que asegure el respeto
Sobre este punto, las obras de John Stuart Mili permanecen mudas. Como
de la regla!". Por ello se comprende que la justicia, como no depende del
contrapartida, Henry Sidgwick esboza una respuesta que efectúa la síntesis
único tribunal interior que reside completamente en cada uno, está relacionada
utilitarista ajustándola al espíritu de la era victoriana.
con la utilidad común cuya razón, por sus capacidades selectivas, es apta para
definir el estatuto conforme con la jerarquía de los bienes y can la escala de
3. Henry Sidgwick y el espíritu de la era victoriana
valores de los hombres. Entonces, la justicia no significa la igualación de las
condiciones: como no hay ni comunidad homogénea de hombres ni deno- El largo reinado de la reina Victoria (1837-1901) coincide prácticamente
minador común de bienes, la justicia, para obrar en pro de la utilidad social, con la vida de Henry Sidgwick (1838-1900). Sin duda, aquí no hay más que
un dato constituyente de la historia. Sin embargo, e! espíritu a la vez majes-
129 Ibid., p.66.
130 Este ensayo, redactado en 1854, ha sido publicado solamente en 1859 (trad. francesa por
133 Ibid., p.156.
Dupont-White desde 1860).
134 Sobre este problema, cf E. Halévy, La formación del radicalismo, op.cit.
I~I On Liberty, cap.III.
m La traducción francesa de Duponr White apareció a partir de 1862.
m L'utilitarisme, cap. V, p.137.

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LA FILOSOFÍA ANGLOSAjONA
La filosofía moral y política

tuoso y pluralista de la era victoriana se encuentra en las líneas de fuerza del


religiosas ... son tantas insuficiencias que hipotecan la doctrina. Por lo tanto,
pensamiento de Sidgwick. La sociedad victoriana secretó un estado del espí-
como Sidgwick concibe al utilitarismo como un consecuencialismo normativo
ritu que caracterizan el impulso y el equilibrio de la prosperidad económica,
en el que el acto moral es el que provoca los mejores efectos, su manera de ac-
de la virtud moral, del poder político al mismo tiempo que de la tenacidad
tuar incluso exige una extrema precisión conceptual y mucho rigor deductivo.
de las creencias. De esta mentalidad generosa, que no deja de agregar una
Entonces, reuniendo el sentido de la experiencia con la exigencia de rectitud
brizna de romanticismo a las actividades más serias, H. Sidgwick participa,
del razonamiento, Sidgwick concibe la ética utilitarista como una ciencia de
más aún de lo que lo habían hecho, algunos años antes, John Stuart Mill
las costumbres que establece relaciones entre las tendencias psicológicas de
o Herbert Spencer. El confort socio-cultural que conoce en Inglaterra en el
los individuos o de los grupos y su entorno actual o futuro. También requiere
apogeo del reinado de la reina Victoria explica, desde muchos puntos de vista,
estructuras racionales intrínsecas gracias a lo cual el utilitarismo se encuentra
la confianza optimista que expresa una obra cuyo equilibrio se asemeja a la
elevado al nivel de una ética teórica. Ésta debe ser una ciencia que se relaciona
estética del Big Ben o a la del Parlamento de Westminster. Muy diversificada
y sólo se relaciona con el mundo de la experiencia humana -lo que implica
ya que alcanza a la ciencia política, a la sociología, a la psicología, incluso
una actitud epistemológica sin ambigüedad.
a la parapsicología, a la religión ... , esta obra está dominada, sin embargo,
Comprendamos que voluntad metodológica de rigor e intuición episte-
por Tbe Method o/ Ethics (1874) 136 en la que John Rawls (que ha dado una
mológica positivista tienden a eliminar de la moral utilitarista, por una parte,
edición) ve la formulación más clara del utilitarismo!",
las consideraciones de orden metafísico o axiológico y, por otra parte, las
Si es verdad que Sidgwick da una forma incisiva a los esquemas hedonistas
postulaciones a priori. Así, no hay que confundir el cálculo utilitarista de los
de la tradición utilitarista dominante de su época, es que entiende que acentúa
intereses, la maximización de la felicidad o las probabilidades de oportunidad
la pendiente científica de la doctrina a fin de afinar sus dos componentes,
de una conducta con un proceso teleológico: el utilitarismo no tiene ni que
esenciales a sus ojos, que son en su seno la dimensión práctica de la razón y
buscados fines últimos de la acción humana ni que interrogarse sobre el
la vocación distributiva de la justicia.
destino del hombre. Estas cuestiones trans-ernpíricas son, en la perspectiva
de una ciencia de la utilidad, totalmente ociosas. Con el mismo espíritu
Una voluntad de teorización científica del utilitarismo
Sidgwick condena las axiomáticas, a priori que, según su perspectiva, vician
Según su propio testimonio, Sidgwick manifiesta que se sitúa en la línea a numerosas filosofías morales y, especialmente, la de Kant a quien reprocha
de pensamiento definida por John Stuart MilI. Pero, a partir del prefacio de que ignore la realidad vivida. Al rechazar a la vez la consideración de los
la primera edición de su Method o/ Ethics, afirma, de acuerdo con el título fines últimos y la de los principios primeros, Sidgwick vuelve a encontrar la
dado a la obra, una intención metodológica de teorización que lo distingue de actitud pragmática de la Escuela escocesa del common Jeme según la cual una
numerosos autores ingleses. Si manifiesta que permanece siendo empirista en conducta es buena -es decir, derecha o moral- cuando, aprobada o aprobable
el sentido en que se apoya sobre la observación de los hechos, teme, explica, por la mayoría, puede ser declarada razonable.
particularmente en el dominio moral, la indecisión de las naciones, la vague- En consecuencia, se puede preguntar lo que significa según este autor la
dad de los análisis y la intrusión de cierto dogmatismo. La imprecisión del teorización científica del utilitarismo. Quiere, dice, conferir rigor y precisión
vocabulario de la ética utilitarista tradicional -deber, obligación, disciplina, a una ética construida sobre la base de las relaciones que observa entre las
dedicación ... no son términos claros-, la brevedad de los análisis psicológicos acciones y sus consecuencias. No obstante, no hay necesidad, declara, de un
que tienen por objeto las necesidades, las pasiones o las aspiraciones, el rema- procedimiento específico; es, al contrario, gracias a la convergencia y a la
nente de creencias no razonadas con frecuencia tributarias de convicciones complementariedad de una pluralidad de vías exploratorias como es posible
juzgar la conveniencia y la eficacia de las conductas. El proyecto epistemológi-
136 La obra fue reeditada en Londres en 1907; señalemos su reimpresión en 1967.
co de Sidgwick aleja así la concepción sistematizante de la vida ética que cree
137John Rawls, Teoría de lajusticia (trad. Franc., Seuil, 1987, p.49): "La forma de utilitarismo encontrar en Bentham o en MilI. No sólo la coherencia unitaria que resultaría
que describiré aquí es la estricta doctrina clásica que quizá recibe su formulación más clara y de ello sería reductora sino falsificaría la figura pluralista de la realidad ético-
más accesible en Sidgwick". social. Por consiguiente, lejos de temer, en el utilitarismo transformado en

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA La filosofía moral y política

científico, la heterogeneidad de los principios y de las conductas, Sidgwick la de todos los seres dotados de sensaciones 140. Entonces, sería necesario
ve en ella la condición exploratoria que permite reunir lo que hay de diverso complejizar la doctrina, afinando sus criterios referenciales.
y de complejo en las expresiones del sentido común. Pero aquí comienzan las dificultades para el razonamiento del utilitarista
Sin embargo, hay que evitar dos escollos: la tentación del eclecticismo, y, en estas dificultades -de ellas, nosotros retendremos tres principales- se
que es desordenado; la del oportunismo, que altera la experiencia. También descifran los límites de la racionalización de la doctrina.
es necesario, con el fin de elevar al utilitarismo al nivel de la teorización Para comenzar, observa Sidgwick, Mili tuvo razón en mostrar, contra Ben-
ética, limitar el papel que debe asumir la razón en esta empresa y relacionar tharn, que el hombre no es un ser estático sino que, al contrario, es llevado,
las nociones esenciales de felicidad, de deber o de bien con esta categoría en sus sensaciones, sus emociones, su lenguaje, su .función creativa ... por
fundamental que es la idea de justicia. pulsiones siempre cambiantes. Según Sidgwick, el hombre es un ser abierto,
a progressive being, en el que el movimiento es mucho más significativo que
Los límites de la racionalización ética el equilibrio de las facultades. Entonces, dice, conviene tener en cuenta las
El utilitarismo de Sidgwick, como el de Bentham o el de MilI, nunca capacidades de dinamismo y de espera del ser humano para apreciar lo que
insiste sobre las intenciones que presiden a las diversas conductas observadas; le es útil y benéfico. Dicho de otra manera, el sentido común -que aquí es el
.esencialmente, retiene las consecuencias prácticas que derivan de las acciones buen sentido- exige que el interés, discernible seguramente en los resultados
cumplidas. Dadas estas consecuencias, concluye en que tales acciones son de una acción, sea igualmente apreciado en una perspectiva operacional y
buenas si acrecientan el placer y el bienestar de sus autores!". La moralidad evolutiva. La idea es perfectamente clara. Pero Sidgwick no la analiza; por
de una acción reside, entonces, en su capacidad de producir la felicidad (en- una parte, no busca ni criterio ni punto de referencia en torno de los que o
tendida como bienestar). Y, como toda conducta humana es monetizable en en relación con los cuales se articulan el interés y el cambio; por otra parte,
términos de utilidad o de placer, toda la ética se expresa, como la economía en la perspectiva operacional que evoca, no parece hacer diferencia entre el
política, en términos de ventajas y de inconvenientes. Sidgwick conserva, utilitarismo positivo que insiste sobre la maximízación de los placeres y el uti-
entonces, de sus predecesores la preocupación primordial por el interés que, litarismo negativo que insiste sobre la minimización de los sufrimientos!".
solo, determina las preferencias o las aversiones que los hombres pueden La segunda dificultad contra la que se tropieza el razonamiento reside en
tener. La teoría que propone se edifica claramente en torno del paradigma la compatibilidad de las aspiraciones del individuo a su propia felicidad y de
que constituye el cálculo de intereses o el principio utilitario. los imperativos de la utilidad social. Sin duda, esta dificultad no es propia del
Sin embargo, Sidgwick insiste en que las conductas humanas pueden tener pensamiento de Sidgwick, y, en su defensa, se debe decir que él tiene cons-
otros fines que el placer o el inrerés'P: podemos actuar buscando por ejemplo ciencia de ello ya que hace la diferencia entre el provecho promedio para el
la riqueza, la gloria, otro estatuto social, la elegancia, un conocimiento más individuo (average happiness) yel provecho total colectivo (total happiness) 142.
amplio ... y nada permite afirmar que estos designios tienen al interés o a la Pero, ¿Cómo unir estos dos órdenes de consideraciones? ¿Cómo explicar
utilidad por aguijón y por denominador común. Además, es difícil apoyarse teóricamente el pasaje de la utilidad personal al interés general? Y como, con
sólo en el placer para juzgar, ya que no tenemos, en el caso presente, un criterio todo rigor, no es posible deducir el bien común de las aspiraciones indivi-
decisivo. En efecto, el utilitarismo hedonista -el de Bentham e incluso, más duales o una economía pública de una moral privada, ¿habría que admitir
afinado, el de MilI- no da precisiones sobre si debemos relacionar el interés que existe en cada individuo una propensión al altruismo? Esto, Sidgwick,
con la sensibilidad compleja del hombre solamente o con la más elemental, incluso cuando privilegia la pragmática social en relación con la esfera de la
individualidad, nunca lo dice; eso, por otra parte, sería recurrir a uno de esos
presupuestos que él atacara.

140 Ibid., libro IV, cap. 1 § 2.


"La justificación moral de las acciones debe hacerse en términos de resultados" (Urmson,
Sobre este punto, cf. J.J.c. Stuart y B. Williams,
138
141 Utilitarianism: Por orAgaimt, Cambridge,
Saints and herves, in Me/den, Essays in moral Philosophy, Londres, 1958, p.215)] 1973, p.28 sq.
139 The Method of Ethics, libro I, cap.4. 142 The Method 01Etbics, libro Iv; cap.I.
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La filosofía moral y política
LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA

instaurar la utilidad común. Sus tesis habían marcado a varias generaciones


Finalmente Sidgwick observa pertinentemente, contra Mili, que si la vali- de estudiantes. Especialmente, la idea por la que tomaba sus distancias en
dez de las reglas éticas se establece en relación con el principio de la mayoría, relación con los whigsy, de manera más general, en relación con el liberalismo,
su apreciación es mucho más delicada de lo que parece, porque tropieza con y que quiere que el Estado no se esfuerce por la libertad de los individuos sino
una doble dificultad: primero, se formula o se postula este principio, pero no por la utilidad general y por el progreso social, en su tiempo, tenía una fuerza
es demostrado y, por otra parte, es indemostrable porque no se sabe cómo doctrinal y sobre todo una virtud heurística que conmovían los espíritus.
efectuar el pasaje de lo individual a lo colectivo; luego, este principio presu- Además, la originalidad de Austin era menos la de juzgar el valor de una
pone que todos a los que la mayoría engloba sean imparciales y benévolos conducta o de una regla según sus consecuencias y sus efectos -actitud con-
-presupuesto gratuito y temerario puesto que cada uno es el lugar de las secuencialista común a todos los teóricos del utilitarismo- que la de apreciar
pulsiones y de las pasiones. teniendo en cuenta el futuro antes que al presente. Dicho de otro modo, las
Sidgwick tiene clara consciencia de estas dificultades que, intrínsecas al máximas jurídicas de la obediencia civil, del orden público o de la justicia no
razonamiento del utilitarista, obstaculizan la racionalización de la teoría. Sin tienen valor en sí, inmutable y absoluto; sólo encuentran su valor en y por
embargo, si estos puntos neurálgicos significan que la formalización perfecta su uso, que las proyecta al porvenir. Austin no precisaba si esta proyección
de lo moral es imposible, en nada son suficientes para hacer aceptables sea significaba un corto, un medio o un largo plazo. Pero subrayaba insisten-
el irracionalismo, sea el sentimentalismo ético. De acuerdo con el estado de temente el hecho de que los usos y costumbres, los hábitos, las tradiciones,
espíritu conciliador que triunfa en la Inglaterra de los años 1870, Sidgwick contrariamente a lo que sostenían Hume y Burke, sólo tenían un valor muy
confía en una razón moderada y pragmática que, para comprender la vida relativo: si la humanidad del mañana es más feliz sin haber recurrido allegado
humana y guiar sus acciones, apela a todo el patrimonio natural y cultural fijo del pasado, ¿por qué obstinarse en perpetuado?
del hombre. Esta solución optimista!" persiste como algo muy vago en su Sidgwick se hizo eco ampliamente de esta toma de posición cuando, en sus
pluralismo; y, hay que confesado, está muy alejada de las ambiciones epis- Elements ofPolitics145, explica, con esta preocupación realista siempre sorpren-
temo lógicas de la doctrina. Sin embargo, induce a reflexiones interesantes dente en su teoría, que lo que hace que una ley sea una ley, no es un carácter
sobre la cuestión de la justicia. prescripto y obligatorio que aloja en su anunciado el mandato del legislador,
sino su puesta en aplicación, es decir, su ejecutoriedad y su efectividad. La
La cuestión de la justicia presión y la sanción son los auxiliares de la ley y le confieren su verdad.
El realismo con el que Sidgwick da una presentación matizada del utili- Así, es en esta concepción general del orden público donde la justicia
tarismo por cierto encuentra su más sólido punto de apoyo en la idea que él sumerge sus raíces. En efecto, dice Sidgwick -antes que Rawls-, ninguna
se hace de la justicia. obligación se resume en un enunciado prescriptito, aunque pudiera obedecer
Aquí se trata, en verdad, del que es uno de los problemas más antiguos a las intenciones más sublimes, El concepto de obligación, moral o jurídica,
de la moral. Pero, en esta cuestión, Sidgwick recuerda particularmente los no sólo es inseparable del bienestar que su observancia procura a todos aque-
análisis que hacía el jurista John Austin, que había sido el profesor, después el llos, individuos o colectividad, a los que implica, sino que impone el reparto
amigo, de John Stuart MiII144• En su obra titulada Tbe Province offurisprudence equitativo de esos beneficios". La obligación, entonces, no tiene un carácter
Determined (1832), todos los análisis -los de la ley, de la codificación, del formal; no es ni abstracta, ni impersonal, ni ciega. Al contrario, envuelve en
papel del juez, del derecho penal, etc.>- convergían, como los de sus cursos, su ejecutoriedad un principio de justicia distributiva o repartitiva que es el
en subrayar la finalidad del derecho positivo para tratar de respetar e incluso correctivo de los cákulos utilitaristas':". Si la exigencia de justicia inmanente
a la obligación permite maximizar el bienestar general, alcanza su función
143 Por ejemplo, Sidgwick sabe que, en la sociedad de! siglo XIX, en la que subsisten clases

pobres, éstas sólo retiran una utilidad mediocre del patrimonio cultural. Pero, en su utilitarismo
optimista, piensa que e! desarrollo de la instrucción, en una Inglaterra en la que e! crecimiento 145 Elements o/ Politics, apéndice A.
económico está en marcha, favorecerá rápidamente la felicidad de estas clases sociales. 146 The Method o/ Etbics, libro IV, cap.I, § 2.
144 J .St. Mili, incluso, dedicó un estudio a las teorías jurídicas de su amigo: Austin on jurispru- 147 Ibid., libro Il, cap. 5; libro IV, cap. 2, § 5 sq.
dente, en Dissertations and Diseussions, op.cit., t.Ill, ed. de Londres, 1867, p.206-274.
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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA La filosofía moral y política

verdadera cuando asegura su reparto equitativo -lo que, según Sidgwick como del tiempo. Pero, sobre este punto profundo, el utilitarismo ha conservado
según Austin, es un factor de valorización y, por lo tanto, de evolución de la celosamente su secreto ... y los pluralismos relativistas de nuestro tiempo lo
sociedad. En sus Principies 01 Political Economy, se esforzará, por otra parte, dejan hundido en la sombra.
explícitamente en aplicar a las cuestiones de justicia social y económica los
temas rectores de su moral!", Desde muchos puntos de vista, la Teoría de Iv. De Charles Pierce a Roland Dworkin:
justicia de John Rawls prolongará, sistematizándola, la intuición que tiene
El despliegue de la filosofía anglosajona contemporánea.
Sidgwick de una justicia como equidad -o como reparto equitativo- lo que
La era de los pluralismos relativistas
relativiza muy sensiblemente al principio utilitarista.
En el umbral del siglo XX, la filosofía anglosajona, aunque dominada por
La doctrina utilitarista atravesó el siglo XIX con sus variantes y su evolu- el utilitarismo, sin embargo, se encontró dispersa en múltiples tendencias
ción. Sin duda, no se impone, a causa de sus indecisiones, de sus imprecisiones que abrevaban de sus fuentes en corrientes muy diversas. No obstante, el
y de sus análisis demasiados breves, como una filosofía poderosa. Sin embar- romanticismo y el evolucionismo ya aparecían como filosofías de un siglo
go, marca un momento importante en la historia del pensamiento y, por su superado'{': en cuanto al idealismo de Bernard Bosanquet (1848-1923) y
realismo insistente, muestra, sin polémicas violentas, las debilidades de un de Francis Herbert Bradley (1846-1924), que vuelve a dar vigor, en Ingla-
idealismo ético al que ella está muy cerca de considerar como una peligrosa terra, bajo la influencia de Kant y de los postkantianos, al clasicismo de los
utopía: ni la moral personal ni la ética social se nutren de sueños. Entonces "platónicos de Cambridge", se expresa ante todo en obras metafísicas I 52 que,
quiso volver a colocar sobre la tierra a la filosofía moral, teniendo en cuenta cuando encuentran las cuestiones de moral y de política, las consideran como
una antropología que, por una parte, no reduce al hombre a un ser de pura prolongaciones secundarias de esos problemas profundos y esenciales que
razón, y que, por otra parte, lo sitúa en medio de las cosas y de los otros. son los del Yo o de la Totalidad. Por el contrario, la eclosión de la filosofía
De Bentharn a Sidgwick, la doctrina conservó mucha timidez y se debe americana se hace bajo el signo elocuente del pragmatismo. Éste, complejo
confesar que' no tiene mucha envergadura. Las doctrinas utilitaristas, en sí tanto como sea posible, no da lugar a muy grandes obras; pero determina
mismas, son decepcionantes. Sin embargo, aún hoy, tienen un eco indiscutible y fija una tonalidad de pensamiento que resume el libro de William James
-sea que se critique su axiomática, juzgada, con frecuencia, simplista, sea que publicado en 1903: El universo pluralistico,
se trate, al contrario, de prolongar, corrigiéndolas, sus intuiciones fundamen- En efecto, sobre un horizonte con dimensiones plurales es donde, en su
tales. En efecto, subrayando la importancia del espíritu de iniciativa, el utili- conjunto, se despliega en el siglo XX la filosofía anglosajona. Este aspecto
tarismo aparece, retrospectivamente, como "una filosofía del porvenir" 149 que pluralista es vertiginoso por dos razones. Por una parte, orienta la reflexión
contiene los ingredientes de un reformismo a la vez ético y jurídico, político y filosófica en direcciones múltiples -que sea suficiente recordar que el propio
social IS0. La tentación, incluso, es grande, en cierta literatura filosófico-social, Russell se sitúa en la descendencia del "circulo de Viena", que Whitehead
de exagerar las capacidades de renovación de la ética que contienen las obras considera que prosigue la tradición filosófica que coloca "una serie de notas
de los utilitaristas, Se olvida, parece, que sólo se comprenden si se las relaciona debajo de los Diálogos de Platón", que la filosofía analítica tiene brillantes
con la necesidad de potencia que se manifiesta, de múltiples maneras, en la adeptos como W Quine o J. L. Austin, mientras que K. Popper se rebela
Inglaterra victoriana. Sin embargo, no hay error en descubrir en ellas una contra todas las formas de positivismo ... Por cierto, esta diversidad de estilos
preocupación por el cambio organizado que, seguramente, incluye una filosofía y de tipos de problemas no es propia de la filosofía anglosajona; pero es el
signo de la efervescencia intelectual que suscita los movimientos del pensa-
148 Principies o/ Political Economy, Londres, 1883, libro III.
149 Cf. R. Seve, L'utilitarisme comme philosophie de l'avenir, en Le droit et le fotur, obra 151 Cadyle murió en 1881; la gran obra de Darwin, El origen de las especies, data de 1859; la

colectiva, PUF, p.212. obra de 1homas Huxley, Acerca del lugar del hombre en la naturaleza, fue publicada en 1863;
150 A este respecto, la muy reciente obra colectiva editada por Bart Schulrz, Essays on Henry las obras de Herbert Spencer no suscitaron gran entusiasmo.
Sidgwick, Chicago, 1992, es totalmente representativa; quizá hay que decides a los utilitaristas 152 Señalemos, de Bosanquet, Knowledge and Reality, 1883; de Bradley, Appearance and Reality:
más de lo que ellos mismos dijeron. a metaphysical essay, 1893.

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA
La filosofía moral y política

miento en búsqueda de una mejor comprensión de sí misma. Por otra parte,


este pluralismo toma una connotación totalmente ~iferente, que se descifra El nacimiento del pragmatismo americano
más precisamente en la reflexión ética y política. Esta, de manera general, En el último cuarto del siglo XIX, Charles Pierce había publicado en
rechaza al absolutismo de los sistemas. De este principio, derivan los rasgos lengua francesa dos artÍculos en los que se está de acuerdo en ver la primera
fundamentales que, orientándola hacia el relativismo, le permiten renovar expresión del pragmatismo: "Cómo se fija la creencia" y "Cómo hacer claras
la forma y el sentido del liberalismo. La empresa es gigantesca. Se despliega nuestras ideas"153. Sin embargo, se retorna en WilIiamJames, en 1907, quien
principalmente sobre el continente norteamericano que, de alguna forma,
explica su filosofía en una obra -El pragmatismo/54 - dedicado a la memoria de
está hecho a su medida. Si es verdad que los puentes entre Inglaterra y los
John Stuarr MilI, que reagrupa ocho lecciones de las que se puede considerar
Estados Unidos no están cortados, sobre todo son los pensadores americanos
que constituyen el cuerpo de su doctrina. Un poco más tarde, John Dewey
los que conducen la reflexión ética sobre los caminos tortuosos del pluralismo
(1859-1952), maestro de "la escuela de Chicago", debía esforzarse en mostrar,
relativista.
en una plétora de artículos, que el pragmatismo encontraba su aplicación en
Por otra parte, este pluralismo es tan realmente plural que es muy difícil
todos los dominios, no sólo en pedagogía (que es su lugar predilecto) sino
poner orden allí (¿sería ésta una manía del intelecto francés?), a través del
también en psicología, en sociología, en política, en derecho ... En 1922, en
discernimiento de corrientes claras y precisas. Las diferentes inflexiones del
ocasión de establecer un balance de los resultados obtenidos y previstos por
pensamiento se encuentran, interfieren, se superponen a veces; también
esta corriente de pensamiento, subrayaba vigorosamente "el desarrollo del
pretenden, por análisis críticos, completarse o corregirse mutuamente ...
pragmatismo americano'T'", Detrás de estos tres grandes nombres, se agru-
Nuestra exposición, entonces, aquí, no consistirá más que en una distribución
paron autores como los ingleses F. C. S. SchilIer (1864-1937) o F. P. Ramsey
puramente didáctica de las tesis y de los temas. Su único propósito es el de
(1903-1930), muy diferentes, en el fondo, uno del otro, puesto que se habló
discernir, en la inflación de las publicaciones, algunas obras destacables de
del "pragrnatismo mágico" de uno y del "pragmatismo lógico" del otro; en los
las que razonablemente se puede pensar que marcaron un momento impor-
Estados Unidos, el pragmatismo conoció una indiscutible popularidad con
tante en la historia de la filosofía práctica. Así como sólo retendremos, en la
autores -bastante poco filósofos, sin embargo- como G. Mead y C. J. Lewis;
abundante trayectoria de la filosofía anglosajona del siglo XX, tres direccio-
en Italia, G. Papini (1881-1956) y Mario Calderoni (1879-1914) dieron
nes cardinales con las que se relacionan, más o menos fielmente, una gran
un impulso a la doctrina y, en Francia, Bergson no ocultó cierta simpatÍa
cantidad de obras secundarias. Estas direcciones son, a saber: la orientación
intelectual por W James ...
generalmente pragmatista de la filosofía ético-política; la vertiente liberal o
De esta filosofía que se declara tributaría de la ciencia experimental y
"neoliberal' a la que sigue globalmente (aunque no exclusivamente) la reflexión
pretende invocar lo que Pierce llama "el hábito del espíritu de laboratorio", en
política; la preocupación jurisprudencial de la filosofía del derecho.
definitiva, hay pocas cosas para retener en matena. enea
,. y po 1'·mea 156 . En este
dominio, en efecto, el pragmatismo aparece mucho menos como un corpus fi-
1. La orientación pragmatista de la filosofía práctica
losófico que como un indicador de tendencia. Pero, por esta razón, es, tal como
La idea del pragmatismo pudo ser tomada, como la misma palabra, de la se desprende, en lo esencial, de la obra de WilIiam James, particularmente
obra de Kant. En todo caso, parece que ha sido discutida por primera vez en
ocasión de las reuniones, en Cambridge (en Massachussetts), de un curioso
153Estos dos artículos aparecieron en la Revue philosopbique, el primero en 1878; el segundo en
"Club metafísico" del que eran miembros WilIiam James (1842-1910) Y
1879; cf. G. Deledalle, La naturaleza del pragmatismo, Revue philosophique, 1969.
Charles Pierce (1839-1914). Pero, más allá de estas discusiones, son los textos
154 Seguiremos la traducción francesa de Le Brun: Le pragmatisme, Flammarion, 1911.
fundadores de esta corriente de pensamiento a los que conviene interrogar 155 Tal es el título del artículo que hacía aparecer en esta fecha en la Revue de métaphysiquc et
antes de examinar las inflexiones, a veces inesperadas, que hoy se pueden de mora/e.
señalar en la filosofía ética (más que política propiamente hablando) que se 156 La herencia intelectual es mucho más importante en el dominio de la @osofíadelas ciencias.
desarrolla bajo este vocablo. Filósofos como B. Russell, L. Wittgenstein, WVO. Quine, según sus propias confesiones,
abrevaron en el pragmatismo ciertos principios de su método de trabajo; H. Putnam, como
W james, relaciona verdad y satisfacción.
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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA La filosofía moral y política

sugestivo, incluso si hay que confesar que se establece, entonces, sobre la base por su rendimiento+". Entonces, son sólo momentáneas, provisorias. Dicho
de una interpretación dudosa de las intuiciones originarias de Pierce. de otro modo, un enunciado no es verdadero de manera intrínseca; llega a ser
En los artículos que había publicado en el Popular Science Monthly, Ch. verdadero de manera extrínseca.
Pierce había subrayado la importancia de las creencias, a las que compren- En este punto, se puede objetar que por una especie de desvío del prag-
día como "reglas de conducta", en la vida de los hombres. Partiendo de esta matismo se lo ha considerado con frecuencia como que acuerda prevalencia
idea, a la que relaciona con "la atención a la vida", W James llega a definir a las cuestiones prácticas por sobre las cuestiones teóricas. La objeción tiene
a la consciencia como "un combatiente que lucha por unos fines"!". En algún fundamento ya que autores como Quine o Carnap, transportando
consecuencia, explica, una idea sólo se comprende y se aprecia según sus al dominio científico la concepción instrumentalista del pragmatismo, le
consecuencias prácticas, presentes y, más aún, por venir. La acción (prag- han dado un gran vigor teórico. En todo caso, el pragmatismo ha llegado
ma) es juezdel pensamiento. Recíprocamente, una idea es un programa de a tomar una connotación práctica aliando a su complicidad, por otra parte
actividad. Dicho de otra manera, la verdad sólo tiene sentido práctico; se confesada, con el utilitarismo de John Stuart Mill, una franca hostilidad
confunde con lo oportuno, lo útil o lo funcional!" cuyo examen, por otra hacia el racionalismo. Sobre esta tendencia anti-racionalista, John Dewey
parte, exige que siempre se mire el futuro!". "Lo verdadero, escribe James, pudo considerar a la política (que siempre tiene un proyecto en común con
consiste, simplemente, en lo que es ventajoso para el pensamiento'v'", La la educación 166)como el lugar por excelencia en el que se comprueba este
verdad, por este carácter práctico, pertenece al universo de un pensamiento pluralismo relativista. En efecto, el avance de la democracia en la historia de
ante todo "instrumentalisra"!" y "operacional" en el que significación, valor Occidente implica, observa, el rechazo de todos los absolutismos, incluso
e importancia se confunden. "El factor práctico es el carácter valioso de el de la verdad. Apela a la diversidad plural de las opiniones y de las ideas.
las consecuencias: son buenas o malas; deseables o no deseables"162.Quine A través de esta reducción realista de la democracia, la filosofía política no
subrayará el carácter empirista de tal verdad práctica que sólo se mide por tiene que interrogarse ni sobre las cuestiones de la soberanía, de la ley o del
su verificación experimental; piensa, entonces, en la verdad científica; pero derecho, ni que examinar la naturaleza o la finalidad de las instituciones;
este empirismo, junto con una intención prospectiva es aún más claro en el contra la "potencia de lo racional", se declara profundamente empirista y en
dominio de la vida ética. Por otra parte, correlativamente, James subraya, la democracia sólo ve las manifestaciones diversificadas de la dinámica de las
en relación con la verdad, la importancia de "la voluntad de creer"163en las opiniones en un espacio social cambiante. La política no es asunto de cálculo,
reglas prácticas que se ejercen en todos los dominios. Sucede que, tributaria sino de adaptación y de flexibilidad.
de las vicisitudes de la experiencia concreta, la verdad, sin cesar, varía. Lejos Se comprende por qué William James concluía modestamente sus lec-
en todo caso de la in mutabilidad que le confiere una lógica racional pura, se ciones con estas palabras: "Toda la originalidad del pragmatismo, al fin de
suaviza y se relativiza. Nuestras verdades -y, sobre este punto, es necesario cuentas, se atiene a su manera totalmente concreta de ver las cosas. Comienza
relacionarse con el sentido común 164_siempre son concretas por su papel y por lo concreto; vuelve a lo concreto; termina en lo concreto'T".
Pero lo que se ha llamado "la edad de oro de la filosofía americana", ca-
racterizada, precisamente, por la modestia metodológica del pragmatismo,
157 Cf. En particular Problémes de pbilosopbie, 1911; la obra impresionará a H. Bergson.
158 W James, Le pragmatisme, 1907, ed. Cit., 1911, p.157.
hoy está superada. La palabra subsiste y pretende permanecer cargada con el
159 Ibid., p.160. realismo del empirismo. Pero, por su expansión y sus deslizamientos semán-
160 Ibid., p.203. ticos, llegó a designar algo totalmente distinto de lo que hablaba William
161 Hablar de "pensamiento instrumental", dirá Dewey, "tiene un fuerte olor a organum nouum", James. Los acentos clásicos del pragmatismo, en nuestros días, han caído
Essays in Experimental Logic,Chicago, 1916 (reed, New York, 1953), Nota suplementaria sobre totalmente en desuso.
lo "práctico", p.332-333.
162 Ibid., p.305 sq.
163La traducción francesa de la obra que lleva este tÍtulo apareció en 1916. (Ed. 165 lbid., p.165-166.
F1ammarion) 166 J. Dewey, Democracia y educación, 1917.
164 W James, Le pragmatisme (1907),1911, p.121 sq. 167 W James (1907),1911, p.233.

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La filosofía moral y política
LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA

El ensanchamiento de! pragmatismo sistemas morales, es el de haber querido "analizar lo inanalizable? A esta sis-
tematización "metafísica", Moore opone por consiguiente un intuicionismo
De George Moore a Richard Rorty, e! pragmatismo, introduciéndose ético que, descubriendo la inanidad de! razonamiento moral, se encuentra
por nuevos caminos, tomó una forma que sus padres no hubieran podido con que es e! principio de la "metaética".
sospechar. Limitémonos a evocar aquí algunas de estas vías imprevisibles, Pero esta metaética es todo lo contrario de una fundación metafísica de la
frecuentemente complicadas y brumosas, en las que se introdujo la filosofía ética. Confía, dice Moore, en el "sentido común'T", Sin embargo, no se trata
angloamericana. del sentido común exactamente como 1homas Reid y la Escuela escocesa lo
George Edward Moore (I873-1958) sobre todo es conocido como e! veían en el sentido de! conjunto de creencias y opiniones con las que abor-
fundador, con su amigo Bertrand Russell, de la filosofía analítica a la que damos la existencia y que deslizamos, en diversos grados y a veces en nuestra
Wittgenstein, su alumno y su amigo, debía dar su forma célebre empeñandose ignorancia, en la edificación de nuestros conocimientos. El sentido común
particularmente en elucidar los enunciados lingüisticos. Pero Moore, en su del que habla Moore está hecho de estas evidencias que incluso no necesitan
modestia, ante todo, se declaró e! defensor de! sentido común. Lo defiende ser dichas, pero que están omnipresentes, sin que tengamos consciencia de
en un doble frente: contra la vanidad de todas las formas de escepticismo y ellas y porque son simples, en todas nuestras acciones. También e! problema
contra las aberraciones de los idealismos (finalmente escépticos también ellos). más importante de la filosofía práctica es el de reconocer, cualquiera que sea
En efecto, según él, los escépticos tienen e! error de desvalorizar e! mundo la diferencia formal entre enunciados de hecho y enunciados de valor, que
de la vida; al hacer esto, dan la espalda, como a pesar de ellos, al verdadero siempre implican estas verdades intuitivas de! sentido común: constituyen
realismo. Pero, sobre todo, los idealismos y, singularmente, e! idealismo incluso e! tronco -"metaético" - de donde emerge la vida moral: verdadera-
hege!iano y neohege!iano- de! que deplora que Bradley le haga eco con tanta mente son los principia etbica.
connivencia- se complacen en discursos herméticos. En un artículo de Mind Sin .duda es difícil descubrir en la obra de Moore una filiación directa y
de 1903 titulado "The Refutation ofIdealism", hace responsable a Berkeley, confesa con el pragmatismo de W James -tarea. tanto más difícil cuanto que
por su tenebroso Esse estpercipi, de los delirios de este tipo de filosofía. Moore verdaderamente no ha teorizado sobre su práctica analítica de la vida
A partir de esta fecha, Moore, impulsado por este doble rechazo, entiende moral-o Sin embargo, si e! pragmatismo constituye, como lo hemos dicho,
que vuelve a dar autoridad a la tradición inglesa d~1empirismo que distingue, un indicador de tendencia antes que una doctrina, el realismo intuicionista
de acuerdo con e! buen sentido, e! sujeto que siente y e! objeto sentido. Se de Moore se relaciona, como el pragmatismo, con la preocupación por no
comprende así que e! dominio práctico haya constituido para él e! principal poder ponerse fuera de los caminos de la empiria y por captar lo que, para la
dominio en e! que e! realismo de! análisis deba encontrar su lugar de excelencia. vida moral, incluso la más trivial, es eficaz.
Principia Ethica de 1903, sin conducir una empresa de crítica destructiva de Esta misma tendencia pragmatista es la que se encuentra en la obra -más
la ética tradicional, establece, sin embargo, en e! transcurso de! análisis, que psicológica que filosófica, es verdad- de George Herbert Mead cuando busca
había tomado un mal camino. Así, los primeros capítulos de la obra subrayan una respuesta a los viejos problemas de las relaciones entre individuo y socie-
los "errores de! naturalismo ético" (en particular, la naturalistic fallacy) que dad. Alrededor de los años treinta, subrayaba la importancia práctica que toma
socavan la filosofía práctica enraizándola en la metafísica". El ejemplo más , en la formación de la consciencia y del yo, el fenómeno especular que crean,
impresionante de este sofisma está dado por la comprensión tradicional de! en la intersubjetividad, el lenguaje y más generalmente, la comunicación. No
Bien, generalmente definido, dice, en términos no-éticos -¡lo que es e! colmo se puede comprender nada en la psicología sin tener en cuenta este factor
de! escepticismo!-, en tanto que la resonancia de esta noción es captada de pragmático, al que hay que considerar a la vez en su dimensión práctica y en
manera puramente intuitiva. Aprehendemos, incluso, la significación del Bien su eficacia'?". Solamente, la psicología social de Mead ha permanecido des-
en una intuición simple, es decir, inanalizable. ¿Cómo no ver, en consecuencia,
que e! error más grosero y, al mismo tiempo, e! más frecuente, de los grandes
169 Cf. A Defence of Cornmon Sense, in Contemporary British Philosopby, ed. por J .H. Muir-
head, Londres, 1925.
168 J. Searle retornará, a su manera, la crítica que hace Moore del sofisma naturalista, pero para
170 Cf. Mind, Selfand Society, Chicago, 1934; Thephilosophy ofthe Act, 1938.
preguntarse si la moral no reposa sobre juicios sintéticos a priori.

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA
La filosofía moral y política

criptiva y explicativa. No abre su preocupación pragmática a consideraciones


clan consideraciones críticas, problemáticas epistemológicas, apreciaciones
normativas, a tal punto que no clarifica ni a la ética ni a la política.
morales, análisis Iingüísticos ... Hoy todo pasa como si la distancia no fuera
Más recientemente, este paso fue franqueado por numerosos autores
bastante grande y la altura no lo bastante elevada como para que la filosofía
americanos. Evidentemente, no podemos citarlos a todos, dado que sus tesis,
logre dominar de manera reflexiva las tendencias pragmatistas que pare~e
teñidas, en diversos grados, de pragmatismo más o menos ortodoxo se remiten
que se impusieran desde que se abordan problemas éticos. En consecue~CIa,
unos a otros. Retengamos, a título de ejemplo, la obra de Stephen Toulmin
e! proyecto filosófico de! pragmatismo se desvanece en tanto que filosofico
que utiliza la idea de Peirce según la cual la elección de una actividad racio-
ya que, a través de la utilización que de él se hace, al mismo tiempo que se
nal tiene implicaciones normativas. En una obra de 1950, An Examination
desdibuja la distinción entre e! hecho y e! valor, se encuentra abolido todo
o/ the Place o/ Reason in EthicPI, este autor insiste en la importancia de las
horizonte de absoluto. Entonces, uno se puede preguntar -lo que lleva,
"determinaciones pragmáticas" como factor de limitación de! razonamiento
evidentemente, muy lejos de las intenciones originales de la filosofía de!
en e! dominio moral. Pensamos y actuamos en función de los objetivos que
pragmatismo- si, midiendo las conductas y las ideas que las anim:n en su
nos asignamos. Sucede que e! discurso moral o político no sólo no se puede
dimensión de "rentabilidad", inevitablemente no se llega a ocultar los pro-
entender más que porque siempre articula unos con otros los enfoques de con-
blemas fundamentales". El optimismo pragmatista, ¿no desembocaría en una
ductas individuales y de conductas sociales, sino que implica necesariamente
crisis? Más precisamente, y más gravemente, uno se puede preguntar si la
una proyección hacia e! porvenir. Toda teoría moral o política, entonces, es
expansión de! pragmatismo no conduce a la filosofía anglosajona -como e!
dinámica y expresa, como e! discurso que la contiene, la intención normativa
historicismo, a la filosofía alernana'Zt-, a una actitud reductora al cabo de la
de la racionalidad. Esta normatividad correspondería a la necesidad -como
cual se instalaría la mediocridad de un mundo vacío de valores transempíricos
en e! pragmatismo- de tener "buenas razones" para actuar moralmente ... 172
y de ideales eternos. ,
La persistencia de los temas de! pragmatismo va a la par, se lo ve, de su
Probablemente, es contra este naufragio de la filosofía en la no-filosofía
expansión y su atenuación. Por ello, Richard Rorty se interrogó, en 1982,
-un fracaso en e! que se puede ver una faceta del nihilismo- como reacciona
sobre "las consecuencias de! pragmatismo" arnericano+". Ve en él, tal como
la filosofía política cuando observa atentamente los grandes problemas de la
llegó a ser a fines de! siglo XX, la antítesis radical de la filosofía tradicional justicia y de la libertad.
surgida no sólo de Kanr, sino, sobre todo, de Platón. Al fin de cuentas, dice, e!
pensador de! pragmatismo es e! que rechaza la posibilidad incluso de acordar 2. El "neo-liberalismo" americano
un sentido pleno de sentido implícito primero, al término de racionalidad,
luego, por extrapolación, a las nociones de verdad, de valor, de objetividad, Habitualmente se recuerda que Locke, erigido contra e! absolutismo de
de bien, de moralidad, etc. De manera general, es "pragmatista" -cualquiera los Estuardos, les dio a las ideas liberales, a fines de! siglo XVII, su primer
que fueren los matices introducidos en los análisis desde Pierce y]ames- aquel vigor. En e! siglo XVIII, Montesquieu, admirador de Inglaterra, formuló su
para quien ciertas ideas son "ventajosas" o "rentables" y otras, no. Por ello, R. carta constitucional en e! capítulo más célebre de El espíritu de las leyes. En
Rorty se pregunta si esta actitud no conduce a una no-filosofía, al cabo de la e! siglo XIX, finalmente, la invención de la palabra liberalismo correspondió
cual se expandiría, en breve plazo, la muerte de la filosofía ... a la madurez de un pensamiento político que B. Constant, Prévost-Paradol,
El veredicto puede parecer severo. Pero incita a reflexionar. En todo caso, Tocqueville, Laboulaye ... erigieron en doctrina. Pero e! liberalismo anglosajón
es indudable que las reminiscencias más o menos deseadas o las extensiones no se hace eco exactamente de! liberalismo europeo. En medio de numerosos
que deliberadamente pretenden afinar la tendencia pragmatista, desde hace remolinos inte!ectuales, a veces partidistas, e! liberalismo americano encontró
medio siglo están sumergidas en un discurso complicado en e! que se mez- su formulación más contundente en la Teoría de la justicia de John Rawls.
Desde su aparición en 1971, la obra no dejó de suscitar comentarios y reac-
171 La obra fue publicada en Cambridge, Estados Unidos de América.
172 Hoy se encuenrra esta tesis en el filósofo canadiense David Gauthier: Practica! Reasoning,
Clarendon Press, 1953; Morality and Advantage, en J, Raz, Practical Reasoning, Oxford, 1978.
173 R. Rorry, Consequences ofPragmatism, Brighron, 1982. 174 No deja de tener interés destacar la similitud de las posiciones de R. Rorry respecto del
pragmatismo y de L. Strauss respecto del historicisrno.
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La filosofía moral y política
LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA

constitucional, modificaba sensiblemente -no sin criticar el individualismo


ciones. Incluso las teorías de Robert Nozick y de Alasdair Maclnryre se sitúan
que es su punta de lanza- la teoría liberal tradicional y se inclinaba hacia lo
en relación con las posiciones adoptadas por J. Rawls.
que en Europa se llama la "social-democracia". Además,]. Rawls se levantaba
expresamente contra las tendencias utilitaristas del mundo anglosajón que,
La ética política de John Rawls
declaraba, habían sido incapaces de rendir cuentas de los "derechos funda-
La obra de John Rawls no nació en un contexto filosóficamente neu- mentales" y de las "libertades basicas" de la persona, "lo que, sin embargo,
tro. Pertenece a ese momento de la filosofía que emprendió la crítica de la es, estimaba insistiendo en esto, una exigencia absolutamente prioritaria de
"modernidad" europea y de los positivismos que han sido su ineluctable un análisis de las instituciones democráticas"!". En esta doble actitud, había
resultado. El proceso que la filosofía de fines de siglo XX intentó frente al temas que perturbaban la sensibilidad y los hábitos intelectuales de América y
universalismo abstracto y al individualismo de la racionalidad europea de las se comprende fácilmente que el libro haya provocado el concierto de elogios
Luces sobrepasa los límites de nuestro propósito. Ciñárnonos a destacar que la y de reprobaciones que sobrevino.
crítica del racionalismo moderno, conducida en registros tan diversos como John Rawls concibe y construye su teoría a partir de una crítica al utilita-
el criticismo o el romanticismo, encontró, evidentemente, en la sensibilidad rismo. Por cierto, concede, el defecto del utilitarismo fue percibido bastante
empirista del mundo anglosajón un terreno muy favorable. En este contexto rápido. Pero las críticas formuladas contra él no prosperaron en oponerle "una
casi judicial es donde se inscribe, incluso teniendo en cuenta su evolución, el concepción moral sistemática y aplicable" 178. Particularmente ataca las tesis
pensamiento ético-político de Rawls. defendidas por H. Sidgwick'?". Si se admite que no es indebido contabilizar
Hoy este pensamiento es bastante bien conocido en Europa, aun cuando la las ganancias y las pérdidas que ocasiona el comportamiento individual o
traducción francesa de la obra principal sólo data de 1987175. Desde entonces, el comportamiento colectivo, observa, primeramente, que esto no autoriza
en todo caso, y después de un largo silencio cargado de ignorancia, este pen- para la confusión entre lo que es beneficioso y lo que es bueno o justo, ni
samiento dio lugar a múltiples exposiciones'"; Recordemos la problemática inversamente, lo que provoca una disminución. del provecho y lo que está
de la obra, las soluciones propuestas, el tipo de filosofía que implica la teoría malo es injusto. En segundo lugar, no es cierto que el principio de elección
de la justicia según Rawls. racional que es válido para un individuo sea traspasable tal cual a la sociedad
a. La problemática: The Theory ofJustice apareció en los Estados Unidos en en su conjunto. Esta incertidumbre ocasiona una carencia enojosa: "el utili-
1971. En seguida, esta gran obra de setecientas páginas suscitó simultánea- tarismo no toma verdaderamente en serio a la pluralidad de las personas" 180.
mente entusiasmos y reticencias. Nada hay en esto que deba sorprender: en Además, las reivindicaciones hechas en nombre de la justicia o de la libertad
efecto, J. Rawls proponía, según sus propios términos, "una teoría fundamen- no pueden ser asimiladas según el deseo del acrecentamiento del bienestar
talmente política" y, en este terreno, aprobación y controversia siempre son o de la felicidad en la comunidad: los cálculos de intereses y los regateos
vigorosas. En el caso presente, lo fueron tanto más cuanto que el autor decía que se dan en los grupos sociales presentan una irreductible diferencia de
que optaba por un "liberalismo de izquierda" que, unido con la democracia naturaleza en relación con la libertad fundamental y la exigencia moral de
justicia. Finalmente y sobre todo, el utilitarismo es una doctrina teleológica,
\75 J. Rawls, The Theory ofJustice (I971) (trad.francesa: Tbéorie de la Justice, Ed. Seuil, 1987) mientras que la teoría de la justicia, que insiste no sobre deseos o fines, sino
\76 Sin ser exhaustivos, podemos citar: H. Ph. Vissert Hoofr, "[ohn Rawls er l'urilitarisme", sobre principios, no es teleológica sino deontológica 181: no interpreta lo justo
en Archives de philosophie du droit, 1981; Guy Lafrance, "Le principe d' égalité démocratique
como una maximización del bien; no define el bien independientemente de
dans la théorie de J. Rawls", en Cahiers de phi/osophie politique et [uridique, n"2, 1982; Jean
Roy, "Liberté, égalité, fraternité reuisited: un estudio sobre Rawls", en Cahiers de pbilosophie
177 J. Rawls (1971), 1987, p.10.
politique et juridique, n"2, 1982; Jean Ladriére y Philippe van Pariys, Fondements d'une théorie
de la justice, Lovaina, 1984; Indiuidu et justice socia/e, Actas del Coloquio "La théorie de la \78 lbid., p.20.
justice de John Rawls", Ed. Seuil, 1987; Stéphane Rials, "Rawls et les Lurniéres", en Droits, \79 Ibid., p.49 sq.
n"6, 1987; René Séve, "Défense de Rawls", en Droits, n"7, 1988; Otfried Hoffe, L'Etat et la \80 lbid., p.53.
Justice:John RawIsety Robert Nozick, Vrin, 1988; A. Boyer, « De la métaphysique au politique: \8\ Sobre esta especifidad deontológica de la teoría de Rawls insiste P. Rícoeur en el artículo
a propos de John Rawls », Cahiers de pbilosopbie politique et juridique, n" 18, 1990; P Ricocur, citado nota 2, p.123.
«John Rawls o>, en Revue de métaphysique et de mora/e, n"3 1990.

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La filosofía moral y política
LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA

lo justo, por la buena y simple razón de que hay -lo que los utilitaristas no cios sociales". Así Rawls trata de conocer, a partir de una "posición original"
comprendieron en absoluto- una prioridad de lojusto. imaginada o hipotética -que es e! equivalente al "estado de naturaleza" en
De esta crítica fuertemente argumentada, Rawls extrae una idea sobre la la teoría tradicional de! contrato social-, las demandas de reciprocidad que
están en la base de! sistema cooperativo que es, según su criterio, la sociedad
~ue su~te~t~ t~d,a su teoría: es de~ir, dice, e! carácter absolutamente principal
[de prmCIplOS, de fundamentos] de lo justo. Dicho de otro modo, como la de los hombres.
justicia no es -no puede ser- e! resultado de un cálculo utilitario, es un princi- La dificultad proviene del hecho de que, originariamente, nadie conoce ni
pio primero, como si fuera un derecho natural. Por ello, se pueden encarar las su lugar en e! mundo social ni los dones naturales que se reciben en suerte y
teorías de la justicia en su relación con esta idea. Tradicionalmente, se abrían de los que se podrá hacer uso. Los principios de la justicia se eligen detrás de
dos caminos para estas teorías; o bien se daban, como e! utilitarismo, sobre un "velo de ignorancia". La dificultad sería casi insuperable si todos los hom-
la base de cálculos especiales y se sabe que estaban equivocadas; o bien eran, bres no experimentaran e! mismo perjuicio. Dado esto, es imposible suponer
como la teoría de Moore, de tipo intuicionista: pero entonces, confrontando (¿o esperar) que los principios de la justicia son, en su misma prioridad, e!
en e! juego de pluralismos y de relaciones competitivas, e! intuicionismo moral resultado de un acuerdo equitativo lfair}. La idea de una primacía principal
no tiene ninguna regla de prioridad para juzgar e! valor de una conducta. que es, sin embargo, un resultado es, hay que confesarlo, poco convincente
Entonces, se hacía necesario encontrar un tercer camino, una "solución de en razón de! carácter contradictorio de los términos. Pero este entendimiento
recambio": precisamente es la teoría rawlsiana lo que, dice e! autor, hunde sus inicial, intenta precisar Rawls, es establecido por los hombres que se supone
que son "seres racionales" y "mutuamente desinteresados'T".
raí~es e~ las o~ras .d~ Locke, de Rousseau y de Kantl82 a fin de mostrar por
En e! marco de la situación original así definida, la estructura de base de
qu~ y como la Ju~t1CIa'"entanto que está unida con e! bien inviolable que es
la libertad, constItuye la estructura de base de la sociedad" y juega un papel la sociedad obedece, según J. Rawls, a dos principios de justicia. El primero
fundamental en la "cooperación social". Rawls entiende, así, que propone "una corresponde a los derechos y libertades que se relacionan con instituciones
concepción pública" de la justicia: entendemos una concepción que encara políticas: cada uno "debe tener un derecho igual al sistema total que cubra
desde e! punto de vista de la comunidad y rinde cuentas de su capacidad de a la más extensa gama de libertades de 'base iguales para todos, compatibles
reparto o de distribución de bienes. con un mismo sistema de libertades para todos"!", Estas libertades de base
son estrictamente individuales: son la protección de la persona (habeas cor-
b. Los principios de la solución de! problema de la justicia así formulado pus), la libertad de expresión, e! derecho de propiedad personal, los derechos
sólo se comprenden verdaderamente si se los relaciona con e! proyecto de políticos (voto, elegibilidad). A pesar de que son bienes sociales primordiales
renovación de la teoría moral tradicional: "Mi objetivo es presentar una con- y, aunque procedan de! derecho natural, generalmente están inscriptos en
cepción de la justicia que generalice y lleve a su nivel más alto de abstracción la Constitución.
la bien conocida teoría de! contrato social tal como se la encuentra, entre El segundo principio define las reglas de reparto de la riqueza o de los in-
otros, en Locke, Rousseau y Kant"183.Rawls prosigue: "Por esto, no debemos gresos tanto como las condiciones de acceso a las funciones de autoridad y de
pensar que e! contrato original esté concebido para que nos comprometamos responsabilidad 186.Propone las condiciones de una igualdad de oportunidades
a entrar en una sociedad particular o para establecer una forma particular de que no coincide, dice J. Rawls, ni con la igualdad liberal ni con la aristocracia
natural; éstas en efecto, dependen de la "lotería natural"187 y, además, son
g~~ierno. La idea que nos guiará es más bien que los principios de la justicia
válidos para la estructura de base de la sociedad son e! objeto del acuerdo inestables!", La igualdad de oportunidades depende más bien, en cuanto
a ella, de un principio de diferencia por e! que sea posible "maximizar las
ori~inal. ... D~bemos imagina~ q~e los que se comprometen en la cooperación
S~CIaleligen Juntos, por un UnlCOacto colectivo, los principios que deben 184 Ibid., p.40.
fijar los derechos y los deberes de base y determinar el reparto de los benefi- 185 Ibid., p.287.
186 Ibid., p.115.
182 J. Rawls (1971), 1987, p.37.
187 Ibid., p.I 04.
Ibid., p.37. Evidentemente uno se puede sorprender cuando ve, aquí, puestas baj o una mis
183
. ... al ~ 188 lbid., p.l 05.
msigrua teonas contractu istas tan distintas como las de los tres filósofos mencionados.

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LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA

La filosofía moral y política

expectativas de los más des favorecidos" 189.Concierne particularmente a "los


bienes sociales primeros" que son "la base de las expectativas" y responden En verdad, con este tema mayor, comienzan las dificultades filosóficas
únicamente a las "posiciones sociales pertinentes'"?". de la teoría que, sin duda, son la fuente de la evolución de! pensamiento de
Para completar la exposición abstracta de los dos principios de la justicia Rawls.
como equidad, Rawls, en la segunda parte de la obra, examina las condiciones En e! caso de la lectura de La teoría de la justicia, uno tendría la tentación
institucionales de su aplicación concreta 191.Pero, sobre todo, es interesante de evocar la bella comunidad de la ciudad aristotélica, pero hay que evitar
extraer los filosofemas que constituyen los hilos conductores de la teoría de esta tentación: Rawls, a diferencia de Aristóte!es, no es "naturalista". Explíci-
Rawls. tamente, él se dice kantiano!" y utiliza e! concepto de imperativo categórico
para aplicarlo a los principios de justicia y declararlos "oblígatoríos'T": bajo
c. Filosóficamente considerada, la teoría de la justicia, anunciada al co- e! ve!o de ignorancia, los principios de justicia tienen e! mismo carácter de!
mienzo de la obra de 1971 como una teoría política, es en realidad, en tanto imperativo categórico y formal que los hace imponerse universalmente. Sólo
que está ubicada bajo e! signo de equidad, una teoría moral. Los dos principios que, e! mismo Rawls lo confiesa, no hay identidad, sino "analogía" entre los
de justicia están presentados como aquellos que aceptarían personas racionales enfoques de Kant y los suyos!". Su parentesco explica seguramente e! rechazo
capaces de efectuar juicios morales. reiterado de! utilitarismo, de! perfeccionismo y de! intuicionismo; sitúa la
La teoría de la justicia distributíva, como tal, se inscribe, sin embargo, ética bajo e! signo de la razón práctica. Pero deja subsistir una divergencia
en un contexto cuya originalidad es la de no ser individualista: la justicia fundamental: Rawls no recurre ni a la idea de! sujeto trascendental ni incluso
encuentra su mejor expresión en la idea de una media ponderada de las a la idea de un horizonte trascendental para fundar los principios éticos o las
diferencias que es la condición de una "armonización de los intereses"l92 o normas jurídicas de la coexistencia. Consciente de la distancia que lo separa
de la obtención de ventajas mutuas y recíprocas. Por esto, Rawls, netamente de Kant, Rawls llega incluso a rebatir la fundamentación de la moral, de la
anri-individualista, no toma e! partido ni de una moral altruista ni de una política jr de! derecho en relaciones consensuales.
filosofía sociologista: expresamente traza las líneas de fuerza de "una sociedad La idea de un "consenso por recorte" que expone en 1988198es testimonio,
bien ordenada'"?? en la que las instituciones, consideradas como "un bien en evidentemente, de una evolución de su pensamiento. Pero, sobre todo, pone
sí mismas" porque, a la vez, tienden hacia e! bien individual y hacia e! bien en evidencia las dificultades filosóficas que eran inherentes a su teorización
colectivo, están aptas para favorecer la "fraternidad" 194.En otros términos, se anterior. Pasa muy claramente de! terreno de la ética al terreno de la política y
podría decir que la ética de Rawls es una ética de la co-existencia, una ética sitúa su análisis, deliberadamente, en e! marco de procedimientos de la demo-
comunitaria. cracia constitucional. "Lo que se requiere, escribe, es una concepción política
de la justicia que sea reguladora, que pueda articular y ordenar los ideales así
189 Ibid., p.112. "Para ofrecer una verdadera igualdad de oportunidades, la sociedad debe dedicar como los valores de! régimen democrático en función de un principio y, de
más atención a los más desposeídos en cuanto a sus dones naturales y los más desfavorecidos esta manera, definir los objetivos que una Constitución debe alcanzar y los
socialmente por el nacimiento" (p.13l) -<jue quede claro que esta diferenciación nunca debe límites que ella se debe asignar'?". Esto no significa que Rawls proponga de
alcanzar a las libertades fundamentales que son el objeto del primer principio.
allí en adelante una moral aplicada sino más bien que se interroga sobre la
190 lbid., p.121.
aplicabilidad de su concepto de justicia en las instituciones necesarias para
191 Ibid., p.23l sq. Son necesarias cuatro etapas: reunir una asamblea constituyente para ele-
las sociedades democráticas occidentales avanzadas. Así, sobre este terreno
gir una Constitución; legislar de acuerdo con programas políticos maduramente sopesados;
establecer un ida y vuelta entre la Asamblea constituyente y la Asamblea legislativa; aplicar las práctico, hay que tener en cuenta e! "hecho de! pluralismo". Las "reglas públi-
reglas a los casos particulares por medio de los administradores y de los jueces -programa, por
lo demás, sin ninguna originalidad que corresponde a la idea de una democracia representativa 195 Cf. Ibid., p.405-407.
y mayoritaria. 196 Cf. Todo el capítulo VI, titulado "Deber y obligación" (1971), 1987, p.375-431.
192 Ibid., p.135. 197 "Por supuesto, en muchos aspectos me he desviado de la doctrina de Kanr" (1971), 1987,
193 lbid., p.495. p.293.
194 Ibid., p.570. 198 J. Rawls, en Revue de métapbysique et de mora/e, 1988, n= l , p.3-32.
199 J. Rawls, 1988, ibid., p.3.
126
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LA FILOSOFÍA ANGLOSA}ONA La filosofía moral y polírica

camente admitidas" deben pertenecer al tejido social e incluir "los conceptos, .Las primeras reticencias fueron formuladas por Herbert Hart. Desde
los principios y las virtudes" que forman "el contenido común sobre el que 197Y02, descubría en la obra de Rawls una marcha circular que la hacía esté-
todos se encuentran'?". En resumen, el realismo pide renunciar a la cuestión riP03.Norman Daniels, desde 1975, reunía unos quince estadios críticos que
filosófica del fundamento de la justicia y solicita a "un acuerdo público", reeditó en 1989204.Es sorprendente ver que los nombres más prestigiosos de
originado, en la "cultura pública", de la deliberación y de la discusión, el la filosofía moral, política y jurídica del mundo anglosajón contemporáneo
punto de anclaje de todo programa político y de sus reglas organizacionales. están reunidos aquí: al lado de H. Hart, con el artículo citado más arriba
Esto es dar una solución simplemente de procedimiento al problema de la totalmente reproducido, se encuentran Thomas Nagel, Ronald Dworkin,
justicia y, correlativamente, al problema de la libertad que es su doble. El R.M. Hare, David Lyons, Benjamin Barber. .. Los estudios tratan acerca
consenso aparece en definitiva, fuera de toda consideración axiológica, como de las dificultades intrínsecas del método de Rawls, sobre la naturaleza con
la sintaxis normativa de la ética política destinada a renovar la comprensión frecuencia brumosa de los conceptos rectores de La teoría de lajusticia, sobre
y las condiciones de realización del liberalismo. las posiciones que Rawls adopta en relación con un kantismo muy atenuado,
Nadie se atrevería a decir que allí no hay en absoluto una concepción según lo dice el propio Rawls ... Igualmente hay que señalar las críticas severas
razonable de la vida ético-política. Pero, por una parte, es evidente que que James Buchanan dirige a Rawls desde el punto de vista de la economía
la sociedad, lejos de ser el tejido donde se componen armoniosamente las polítíca-", reprochándole un idealismo utópico, por lo tanto falso, a propósito
diferencias, es un lugar, como lo dice P. Ricoeur, "consensual-conflictual"201 del principio de reparto de bienes que, en la realidad, no se transfieren, como
en el que es necesario, en un clima de incertidumbre, discutir y argumentar lo sostiene, a los más desfavorecidos sino a las clases medias.
-"negociar" - para obtener un "acuerdo público". Por otra parte, parece que En el enorme raudal de estas consideraciones críticas, hay que notar el
los resultados a los que se llega (encontrados, simplemente, para permitir la amplio espacio que ocupan los enfoques comunitaristas de la justicia expuestos
coexistencia de las libertades de acuerdo con los principios de la justicia distri- desde el comienzo de los años 1980. Pero, aún allí, la diversidad de análisis y
butiva, demandas del sentido común y del pragmatismo) están, en resumen, de conclusiones es bastante vertiginosa. Es suficiente citar, en orden crono-
bastante lejos de las ambiciones filosóficas originarias de la teoría. En estas lógico, algunos nombres que han adquirido cierta celebridad para que nos
condiciones, uno no se podría sorprender de las reticencias y de las críticas persuadamos de ello: por ejemplo, Alasdair Maclnryre/", Michael Sandelf",
suscitadas, en el mismo mundo anglosajón, por la obra de John Rawls. Michael Walzer08, Charles Taylor09 ••• que, en su totalidad, subrayan la plu-

Reticencias al rechazo

Defensor del consenso, Rawls, a pesar de la celebridad, vio que se formó un 202 H. Hart, "Rawls on liberty and its priority", en University ofChicago Law Revin», 1973,
vol.40, p.534-555.
fuerte disenso en torno de su teoría de la justicia. La multitud de comentarios
203 Notemos que Paul Ricceur desarrollará una crítica de la misma naruraleza en la que denun-
más o menos críticos de la que su obra ha sido y aún es objeto manifiesta de
ciará "el círculo de la demosrración" en la obra de John Rawls (cf Individuo y justicia social,
manera superabundante el pluralismo que, en el mundo anglosajón, caracte- op.cit., 1988).
riza a la filosofía. Ésta, seguramente, es, en su conjunto, hostil al racionalismo 204 N. Daniels, Reading Raiols: Critical Studies on Rawl ·s.A Tbeory of Justice, Stanford, Cali-
humanista de la filosofía europea clásica. Pero este denominador común está fornia, 1989.
muy lejos de ser suficiente como para darle unidad. De esta falta de unidad 205 Desde esta perspectiva, dos rexros nos parecen esenciales: "Polirical consrraints on contractual
redistribution", en American Economic Reuiew, 1974, vol. 64,2; y Freedom in Constitutional
son testimonio particularmente intenso los estudios críticos de los que la
Contractualism. Perspectiva of a Political Economist, College Srarion, Sranford, 1977.
obra de Rawls es objeto. 206 A. Maclntyre, After Vlrtue, Notre Dame University Press, 1981; Whose [usticei, Which
Rationality?, Londres, Duckworrh, 1988 (trad. Francesa: PUF, 1993).
207 Michael Sandel, Liberalism and the Limits ofJustice, Cambridge, Esrados Unidos, 1982.
208 Michel Walrer, Spheres of Justice. A Defenc« o/ Pluralism and Equality. Oxford, 1983.
200 Ibid., p.21, n.18. 209 Charles Taylor, "The diversiry of Goods", en A. Sen y B. Williams, Utilitarism and Beyond,
201 P. Rícoeur, arto cir., 1990, p.376. Cambridge, 1984.

128 129
LA FILOSOFÍA ANGLOSAjONA
La filosofía moral y política

ralidad de las concepciones del bien, de la justicia!", de la moralidad o de la Por otra parte, es necesario distinguir, en la discusión filosófica anglo-
libertad. Observemos, finalmente, que otros autores, como Joseph Raz211 o sajona que se refiere a la social-democracia de J. Rawls, lo que -por ejemplo,
Charles Larrnore'!', que se interesan sobre todo en el examen de las relaciones de parte de Robert Nozick- es simple reserva, lo que esfranca oposición -por
entre moral y política, encarando principalmente las incidencias políticas de ejemplo en Michael San del- y lo que =como en Alasdair Mac Inryre- es re-
la teoría de Rawls. Por otra parte, uno se puede preguntar si, en realidad, no chazo categórico (por supuesto que, entre estas posiciones, aparece todo tipo
siempre ocurre eso, como lo observa Charles Taylor13, que siempre más o de tonalidades intermedias).
menos directamente es cuestión en el debate donde, en torno de J. Rawls, Herbert Hart y Ronald Dworkin, aunque reconocen el interés de la obra
se enfrentan comunitaristas y neoliberales. Es verdad que, en este debate, las de John Rawls, fueron los primeros en manifestar cierta reserva respecto de
cosas están lejos de ser bien claras: primero, porque el pluralismo caracteriza las tesis avanzadas en A Theory o/ Justice.
no sólo, como acabamos de subrayarlo, al pensamiento de los que se dicen H.Hart, cuando se interroga sobre la relación entre la justicia y la liber-
comunitaristas, sino también al de los neoliberales cuyo arsenal se despliega tad214, manifiesta sus dudas sobre la prioridad de la libertad individual con
desde la social-democracia al "libertarianismo" puramente "reaccionario" de respecto a los otros valores éticos y, en particular, en relación con el valor de
Rothbard, luego, porque la oposición de los comunitaristas y de los liberales la justicia. Como, dice en sustancia, J. Rawls, en razón de una formulación
es menos categórica de lo que dicen, a tal punto que uno se puede preguntar desafortunada, distingue malla libertad y las libertades fundamentales tales
si el liberalismo social-democrático de John Rawls no tiene acentos cornuni- como la libertad de consciencia o la libertad de expresión, como se mantiene
taristas o si las tesis de Michael Sandel no conservan alguna nostalgia del líbe- muy evasivo o sólo examina casos demasiado simples cuando sostiene que la
ralismo ... Evidentemente, unos pretenden que no se puede, en una sociedad limitación de la libertad individual sólo es admisible si consigue una mayor
dada, hablar de justicia -es decir, de la justa distribución de los bienes- sin libertad general; o además, como no discierne claramente la diferencia entre
tener en cuenta a la cultura, a la tradición, a los modos de vida ... , en tanto un princípiq y su aplicación, no logra demostrar la prioridad de la libertad
que otros, que estiman que estos particularismos son incompatibles con la que él confirma, sin embargo, categóricamente. En estas condiciones, el
idea misma de lo justo, pretenden dar a su tesis una dimensión universalista. dogmatismo de Rawls debilita considerablemente el alcance de su doctrina
Pero esta diferencia de intención esta lejos de traducirse con nitidez en la y conduce a un debate de fondo.
multitud de publicaciones. Aunque Robert Nozick estime "absolutamente sorprendente" el impacto
en América, después de dos decenios, de la teoría de la justicia de Rawls, y
aunque él sostenga algún desacuerdo con las críticas de H. Hart a propósito
210 La obra de M. Walzer, desde este punto de vista, es totalmente representativa del pluralismo de las nociones de equidad y de derecho natural"", se pregunta, como él, sobre
relativista que frecuenta la filosoña práctica americana. La justicia no da lugar a una idea simple el tema de la libertad en tanto que, inscripta en el individuo, manifiesta su
porque en sí misma está desmembrada en una pluralidad de "esferas": la propiamente política, total prioridad. En los propósitos de Rawls, lo importante es menos, según
que es relativa a la ciudadanía (¿la misma para el extranjero, un emigrado, un apátrida, un
R. Nozick, buscar lo que se opone a la tradición dominante del utilitarismol"
refugiado político ... ?; la que se relaciona con la economía, por lo tanto, con las cuestiones de
dinero, de comercio, de riqueza y de sistema fiscal; la propiamente moral, en la que se preocupa
que poner en evidencia por qué y cómo cada individuo, en las sociedades
por los derechos y las liberrades de la persona; pero hay que contar también con esas esferas de avanzadas del occidente contemporáneo, es y debe ser una persona libre e
contornos mucho menos claros en lo que se refiere a la justicia social, por ejemplo en materia igual a cualquier otra.
de trabajo, de empleo, de cualificación, o más aún -donde las controversias son más tensas-la
relacionada con la seguridad pública, la protección, la asistencia ... En estas "esferas" diferentes, 214 Cf. H. Harr, "Rawls on Liberry and its Priority", en University ofChicago Law Review,
los criterios de apreciación varían con los objetos considerados y con la escala de valores tomados 1973, voJ.40, n03, p. 534-555, retornado en Norman Daniels, Reading Raw/s, op.cit., p.230
en consideración que no es sólo plural sino también lábil. sq. Nos referimos a esta reedición.
211 Joseph Raz, Tb« morality of Freedom, Oxford, 1986. 215 R. Nozick, Anarchy, Stat« and Utopia, New Cork, 1974 (trad. Francesa: PUF, 1988,
212 Charles Larmore, Patterns of moral Complexity; Cambridge, 1987; Politicai liberalism, en p.118).
Po/itica/ Theory. 1990, vol.IB, n03. 216 En efecto, es indudable, dice (1974), 1988 (rrad.cit.,p.284), que J. Rawls critica eficaz-
213 Charles Taylor, "Le juste et le bien", en Reoue de métaphysique et de mora/e, 1998, n'T, mente los presupuestos reduccionistas que sustentan los cálculos utilitaristas de Bentham a
Sidgwick.
p.33.

130 131
LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA La filosofía moral y política

En la segunda parte de Anarquía. Estado y Utopírll7. R. Nozick procede al respeto de sí de los seres humanos'?". Nozick denuncia, entonces, no sólo
examen crítico de la teoría de J. Rawls, dedicándose, dice, al "desacuerdo" que el dilema estructural con el que se enfrenta la teoría de Rawls sino las insu-
sostiene con ella. Este desacuerdo es doble. En primer lugar, explica Nozick, ficiencias que se descubren cuando se la analiza222•
la construcción de la "cooperación social" que propone Rawls cuando analiza Más precisamente, si se reubica el examen crítico de R. Nozick en la pro-
la idea de justicia distributiva es incapaz "de producir una habilitación o una blemática de Estado mediante la pregunta de si la teoría de J. Rawls puede
concepción históríca'F": entendamos que, en los desarrollos de Rawls, no justificar un Estado más extensivo que el Estado mínimo fundamental, se
se encuentran ni el principio de legitimación de esta cooperación social ni percibe que esto es una apuesta. Nozick, en efecto, encuentra en Locke el
las razones que la hagan necesaria. Por otra parte, no hay que sorprenderse modelo de la justicia distributiva: este modelo abierto se sustenta sobre tres
de esta carencia ya que, por una parte, el "principio de equidad" lfairness) objetos: la adquisición de los bienes, su transmisión y la correción de los
que utiliza Rawls es "criticable e inaceptable'P'? -si el principio es erróneo, errores. Así, Rawls encierra su teoría en un círculo cuyo centro es, por otra
las consecuencias tambíen lo son- y que, por otra parte, el "principio de parte, una especie de misterio: ¿Cómo concebir el procedimiento que funda
diferencia" es inapropiado considerado como principio de gobierno -no los principios de la justicia distributiva sobre el consenso al que llegarían los
se puede aplicar ciegamente a una macro-situación lo que conviene a una individuos racionales ya que, detrás del "velo de la ignorancia", no saben
micro-situación. En segundo lugar, Nozick critica la interpretación liberal nada de sí mismos ni de la historia? Éste es el misterio y, ¿Cómo llega a
que, como rechaza absolutamente "el sistema de la libertad natural", Rawls comprender que este procedimiento de distribución sea apto para garantizar
pretende dar de sus dos principios de justicia+", No sólo aquí hay, según que los principios de justicia que toman al Estado como fin sean, al mismo
Nozick, una actitud que se vincula con la paradoja, ya que Rawls no precisa tiempo, principios fundamentales? Éste es el círculo. Además, desde el punto
"por qué las personas que se encontraban en la posición original" rechazan de vista práctico, hay que admitir, recuerda R. Nozick, que aquí avanza un
esta "libertad natural", sino que se trata de un error de fondo tan grave que argumento que empleará J. Buchanan-", que los programas de redistribución
desemboca en una imposibilidad: no se puede denigrar la autonomía de la no realizan la igualdad de oportunidades, no reducen la codicia, no incitan a
persona o denegarle la responsabilidad primera de sus acciones y, al mismo la filantropía ... y, en realidad, benefician a las clases medias. Entonces, nada,
tiempo, pretender elaborar "una teoría que desee asegurar la dignidad y el desde el punto de vista teórico como desde el punto de vista práctico, justifica
la existencia de un Estado más extensivo que el Estado mínimo fundamental:
217 Recordemos brevemente que la obra se compone de tres partes. La primera parte está de-
dicada a lo que, en la línea de pensamiento de Locke y de los filósofos de las Luces, R. Nozick
contrariamente a lo que cree Rawls, este tipo de Estado no tiene fundamento
llama "el estado de naturaleza". Tiene como objetivo demostrar la necesidad del Estado mínimo ni de orden moral ni de orden económico-social.
fundamental. En efecto, es el estado de naturaleza, la ejecución del derecho neutral, que conduce R. Nozick, de este modo, rechaza la entrada en las concepciones de un
a hacerse justicia cada uno por sí mismo, no puede ser suficiente ni para hacer reinar el orden en estatismo dispensador de bienestar y de acción social. Por cierto, como Rawls,
una sociedad ni para proteger a los individuos que la componen. Únicamente si se franquean los
condena el desorden y la anarquía. Pero, .a diferencia de Rawls, no se abre
límites del Estado mínimo indispensable, no hay más justificación posible para el Estado. -La
segunda parte estudia, por lo tanto, lo que ocurre "más allá del Estado mínimo fundamental": a una social-democracia. No se trata de concluir en que, según él, justicia y
el estatismo centralizador llega a una violación de los derechos de los individuos. El examen libertad se oponen en un conflicto sin salida. Pero piensa, contra Rawls, que
de la teoría de Rawls lo conduce, en nombre de una justicia cuyos principios del derecho "todo Estado más extensivo que el Estado mínimo fundamental violaría los
natural sustentan el concepto, a pronunciar la condena del Estado benefactor. -La tercera parte
derechos de los individuos'F". Y no hay peor injusticia que lo que afecta, así
muestra que, únicamente, el Estado mínimo fundamental trata a los hombres "como personas
que tienen derechos individuales con la dignidad que esto supone". A la vez es una respuesta
al anarquismo individualista y a la empresa dominante que el Estado corre el riesgo de ejercer 221 R. Nozick (1974),1988, p.265.
sobre los individuos so pretexto de orientados, de guiar/os o de proteger/os. 222 Ibid., p.259.
218 R. Nozick (1974),1998, p.25 1. Recordemos que la "habilitación" -es decir, lo que legiti- m James M. Buchanan, The Limits o/ Liberty: betu/een Anarchy and Leuiathan, Chicago,
ma- encuentra el medio de expresarse en los dos principios de la adquisición (original) de un Londres, 1975.
bien y la transferencia de ese bien (cf.p. 188 sq.). 22' R. Nozick (1974),1988, p.405; el capítulo tres subraya la prioridad absoluta de esos dere-
219 Ibid., p.122. chos, tales como la libertad individual o la propiedad privada, en relación con consideraciones
220 J. Rawls (1971),1987, p.l04-105. de utilidad o en relación con otras razones

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La filosofía moral y política
LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA

Por otra parte, Sande! subraya la necesidad de sustituir e! individualismo


como lo habían pensado Locke y Kant, a los derechos fundamentales de los
que es e! principio conductor de las teorías liberales -clásicas o "reexarnina-
individuos, es decir, a "la inviolabilidad de las personas"225.
das"- por una filosofía de la intersujetividad. Simplemente, en J. Rawls, las
Más allá de las reticencias severas de H. Hart y de R. Nozick frente a las
perspectivas son algo confusas, ya que, por una parte, considera que todo
tesis de J. Rawls, las posiciones adoptadas por Michae! Sandel se hacen más
individuo posee una identidad invulnerable y, por otra parte, a fin de defender
netamente críticas?". Se sitúan en la prolongación de una crítica más general
la causa de la justicia distributiva, yuxtapone a ese discurso individualista un
de la teoría liberal. Metódicamente, M. Sande! encara, entonces, el principio
discurso co~unitario -bien común, naturaleza común, cooperación social,
mismo de! liberalismo tal como, según él, Kant lo habría enunciado y tal como
virtudes cívicas ... - difícilmente compatible con las premisas que había
subsistiría, a pesar de las correcciones y retoques, en la doctrina de Rawls.
adoptado. Todo pasa como si, muy torpemente, adjuntara la esfera de la
Según M. Sande!, sólo hay liberalismo "deontológico": entendamos que, si
existencia pública a la esfera de la existencia privada, sin llegar a integradas
se habla de justicia, ésta es considerada como la virtud primordial de! sujeto;
o a articuladas una con otra. Por otra parte, John Rawls es ni más ni menos
llega a ser esencial para la sociedad si y sólo si ésta es definida como suma de
falible, cuando habla de! principio de diferencia para asentar la justicia como
sujetos. Dicho de otro modo, la teoría liberal supone e! individualismo; postula
equidad, que Roben Nozick cuando invoca una meritocracia como fuente
la identidad, la integridad y la autosuficiencia de sujetos soberanos y autóno-
de la igualdad liberal: el desacuerdo de estos autores no cambia nada en
mos y, como tal, encuentra su más poderoso aliado en e! voluntarismo,
su error común de base. En consecuencia, para salir de lo que él considera
Este esquema general es e! que se encuentra en Kanr, adversario de! uti-
como e! callejón sin salida de la filosofía práctica que encuentra sus raíces
litarismo; J. Rawls, según Sandel, lo retorna por su cuenta. Sin duda, admite
en e! postulado individualista, M. Sande! propone concebir un "sujeto más
que Rawls se separa de! trascendentalismo kantiano para atenerse a una "teoría
amplio"230, abierto, de manera constitutiva y no conjetural en absoluto, a la
ernpírica'F", pero conserva e! perfil individualista de! sujeto rnoral/". Por ello,
comunidad de las personas y de las cosas.
en esto, olvida que los individuos "capaces de justicia" de los que habla son
El proyecto de M. Sande! sólo encuentra su fuerza, evidentemente, en
"creaturas de cierto género, situadas de cierta manera en las circunstancias
la debilidad de! liberalismo deontológico de J. Rawls, incapaz, según él,
humanas'?". A partir de ese momento, la autonomía delsujeto, seakantiano
de sustraerse de las dificultades que acompañan a la filosofía kantiana de!
o rawlsiano, es una ilusión.
sujero-" y sujeta, en consecuencia, a la idea de la prioridad absoluta de los
En consecuencia, la cooperación social que Rawls asigna como marco a
derechos individuales. Así, e! sentido de la comunidad y los imperativos que
su concepción de la justicia distributiva se asienta sobre un postulado que
la acompañan no sólo imponen una limitación de los derechos individuales
comete e! error de no explicitar, o de no captar bien, y que, de todas maneras,
y de la justicia igualitaria que expresan, sino también muestran que e! ideal
es antropológicamente erróneo: presupone que la sociedad resulta de la suma
de las democracias liberales relacionadas con su defensa es o bien hipócrita
de una pluralidad de individuos insulares, mientras que sólo se puede tratar
o bien falso. En definitiva, el error de J. Rawls es el de haberse inspirado en
de sujetos situados entre otros sujetos y en relación con ellos.
la filosofía práctica de Kant y el de no haber sabido (o no haber podido, en
razón de sus premisas) abrirse al pensamiento "comunitarista" que, según
225 Ibid., p. 52-53. estas posiciones adoptadas por R. Nozick no dejan de relacionarse con su M. Sandel, requiere el mundo contemporáneo. El fracaso de su teoría de la
concepción de la auto-referencia como propiedad de las normas (cf. Pbilosophical Explanasions, justicia proviene de su dependencia de la ilusión individualista que vicia a
Harvard, 1981), concepción según la cual la teoría de los valores y, especialmente, el principio las filosofías modernas de la libertad.
moral de la obligación, implica la valorización del sujeto que valoriza. Por este fenómeno de
auto-referencia, la autonomía del Yo, que se identifica con la autonomía de la norrnatividad,
va a la par con "la clausura sobre sí mismo".
226 Michael J. Sandel, Liberalism and tbe Limits offustice, Cambridge Uníversiry Press, 1982;
reimpreso cada año hasta 1990.
227 M: Sandel, 1982, p.24.
230 lbid., p.149.
22. Ibid., p.49.
231 lbid., p.14.
229 ts«, p. 49 y 51.
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134
LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA La filosofía moral y política

Tal crítica, está muy cerca del rechazo. Alasdair Maclnryre, situándose, es nada menos, para escapar a la abstracción de los Modernos que regresar a las
verdad, en otro registro que el de M. Sandel, franquea el paso condenando el perspectivas globalizantes del pensamiento de Aristóteles o de Santo Tomás
acuerdo de la moralidad con el individualismo de la filosofía moderna'?", relacionado con la defensa del bien común.
Según A. Maclnryre, las filosofías, desde los siglos XVII y XVIII, han Lejos de pensar que la tradición es portadora de oscuras fuerzas tiránicas,
hecho del sujeto autónomo el centro de toda reflexión práctica y, más es- estima, al contrario, que la virtud y la justicia no encuentran sus raíces ni en
pecialmente, el crisol de la normatividad ética. Actuando así, el recurso o los postulados metafísicos del moderno proyecto liberal ni en las preferencias
criterios subjetivistas engendró un pluralismo inevitablemente repleto de individuales exaltadas por las teorías sentimentalistas, sino sólo en la dimen-
posiciones contradícroriasé" y, como toda concepción teleológica del mundo sión histórica de la vida. Es imposible separar las teorías ético-políticas de
se encontró borrada, "no hay más respuesta clara" en lo que se refiere a su los acontecimientos históricos y los conceptos filosóficos corresponden a las
valor'". En consecuencia, la ética contemporánea disfraza la preocupación figuras de los grandes hombres que han marcado el curso de la historiav".
axiológica que exigen la moral, el derecho y la política; chapotea en el pantano Rechazando pura y simplemente las filosofías modernas, A. MacIntyre en-
de argumentos vagos y repetitivos que, como siempre remiten a un sujeto tiende que hace oscilar del individuo a la comunidad el zócalo mismo de la
individual auto-satisfecho, no pueden encontrar ni fundamento ni justifica- filosofía práctica. Contra Rawls y "los otros" (según él, Hart, Rawls, Gewirth,
ción sólidos. También las morales de hoy son sólo controversias y polémicas Nozick, Dworkin, Ackermann prolongan las ideas liberales de Kant, ]efferson
que engendran un "desorden moral" dificultoso. y Mill), considera que la justicia, lejos de ser "prima Jacie igualitaria" =con-
En esta condena global, A. MacIntyre no critica más al "liberalismo" de cepción abstracta e idealista- sólo tiene sentido y consistencia en el seno de
Rawls que al de Tocqueville, o a la filosofía de Kant que a la de Locke. De un orden común jerarquizado =concepción concreta y realista- en el que sólo
manera general, por otra parte, cita a pocos autores. Pero, contra el inevitable es él mismo por su función en la unidad del todo social o cívico. El pecado
pluralismo de la reflexión moral y de las políticas modernas obsesionadas de todos los que dicen que operan en el liberalismo democrático es el de
por el pretendido poder normativo de la razón y de la voluntad subjetivas, caer, sin saberlo y a su cargo, en un atomismo que es un desafío a lo real. En
defiende el valor de la tradición históricamente constitutiva de otro tipo de . resumen, MacIntyre, entre todas las filosofías modernas a las que hipotecan
racionalidad. En efecto, según él, la racionalidad surgida de las Luces consti- sus presupuestos individualistas, condena las tesis de Rawls porque se confun-
tuye el mal de nuestro siglo, preocupado ante todo por defender los derechos den acerca de la naturaleza de la comunidad en la que él inscribe la justicia
individuales o, como se dice desde la Revolución francesa, "los derechos del distributiva. La comunidad no es ni una multitud de individuos reunidos,
hombre". En esta perspectiva, se cree, se perfilan todas las esperanzas de la ni incluso un "pueblo" uno e indivisible, que es como un super-individuo;
democracia liberal. Así objeta A. MacIntyre, estos triunfos racionalistas son designa a la unidad organica y funcional de una familia, de un clan, de una
los de la abstracción: en ellos, sólo es cuestión de individuos impersonales, de tribu, de una nación ... , que es el resultado siempre cambiante de una historia
individuos que se parecen todos porque ninguno es persona. El individualismo que construyen las tradiciones plurales de las diversas sociedades.
tiene la pretensión del universalismo; pero está desencarnado. Por otra parte La filosofía práctica, entonces, no tienen que especular, en la abstracción,
esta crítica sin apelación determina la necesidad de restituir a la filosofía y, sobre las condiciones de una universal justicia que, en la igualdad, tendría
singularmente, a la ética, la dimensión concreta que la historia puede darle: la misma forma y el mismo sentido para todos. El rechazo del individua-
"doctrinas, tesis y argumentos, todo debe ser comprendido en términos de lismo con pretensión universalista, que A. MacIntyre reprocha a ]. Rawls,
contextualidad histórica"235. Más específicamente, MacIntyre no propone en suma, no es más que una faceta de su rechazo radical de las figuras de la
modernidad. Pero, si bien se considera, estima que, en la decadencia romana,
232Dos textos de A. Maclntyre, con respecto a estos temas, son esenciales: Alter Vlrtue. A 5tudy ya se dejaban adivinar los resultados perniciosos de esta tendencia deletérea.
in Moral Tbeory, Notre Dame University Press, 1981; reed. Londres, 1985; y Whose Vlrtue?
Simplemente, hoy llega a su paroxismo: los bárbaros -¡los abogados del in-
Which Rationalityi, Londres, 1988.
23) A. Maclntyre, 1981, p.6.
dividualisrnol- están en el lugar. Entonces, para escapar del "marasmo" que
234 lbid., p. 59.
·m Ibid., p.9. 236 A. Maclntyre, WhoseJustice? Which Rationality?, 1988, p.401 (rrad.franc: PUF, 1993).

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La filosofía moral y política
LA FILOSOFÍA ANGLOSA]ONA

Por lo menos es urgente volver a pensar el liberalismo. En esta tarea, la


secreta su obsesión analítica y elementarista -que es des-composición en
filosofía del derecho, si se la libera de las confusiones a las que con frecuencia
todos los sentidos de la palabra- habría que resucitar la bella comunidad de
da lugar, es susceptible de aportar un precioso tributo.
la Ciudad aristotélica ...
A. MacIntyre, en este prodigioso designio, sólo olvida una cosa: pregun-
3. La filosofía del derecho anglosajón contemporánea
tarse si es posible, hoy, regresar a los horizontes de antaño; ..
Es difícil afirmar que, en el crescendo que va de la reticencia al rechazo, las Hoyes abundante la filosofía del derecho anglosajón. Desde el comienzo,
críticas dirigidas (principalmente) a John Rawls tengan un alcance decisivo se impone una comprobación: en la plétora de artículos y de obras dedicadas
y que verdaderamente hoy sea imperioso regresar a la filosofía aristotélico- a este tema, son muy numerosos los que tratan de los derechos antes que del
tornisra-". Pero estas críticas son un signo: el de la duda que, en nuestra época, derecho -tendencia que hoy se manifiesta igualmente en Europa, no sin
obsesiona particularmente a la filosofía práctica anglosajona, tironeada entre introducir lamentables confusiones en un dominio en el que el rigor de los
los dos polos que son el individuo y la comunidad. El error de A. MacIntyre, conceptos y de los razonamientos debería ser la regla por excelencia. A fin de
sin duda, es el de postular sin matices que individualidad y modernidad por descartar equívocos y ambigüedades, distinguiremos los dos problemas cuya
una parte, comunidad y tradición por otra parte, son sinónimos. Pero la especificidad, con mucha frecuencia, la confusión entre ambos oculta: por
controversia suscitada por la teoría de la justicia de John Rawls debe ser con- una parte, la problemática que se relaciona con los derechos que detentan o
siderada como lo revelador de un debate amplio y virulento cuya apuesta es reivindican los sujetos; por otra parte, la problemática relativa a las estructuras
inmensa: son, en conjunto, el estatuto del hombre en el seno de la colectividad del aparato jurídico y a las cuestiones de su efectivización.
yel estilo mismo del acto de filosofar los que están cuestionados.
En un texto muy reciente, Quentin Skinner "extrae la moral de la La filosofía de los derechos
historia'T". Se sostiene entre dos puntos. Primeramente, si es verdad que "el
La problemática relativa a los derechos de los sujetos no tiene el privilegio
liberalismo contemporáneo corre el riesgo de liberar a la escena pública de
de la novedad: se remonta a las filosofías de Hobbes y, sobre todo, de Locke;
todos los conceptos salvo los del egoísmo y los de los derechos individuales",
pero, principalmente desde hace dos decenios, da lugar a desarrollos tan
la protesta contra este empobrecimiento está seguramente fundamentada;
numerosos como elocuentes sobre "los derechos humanos".
pero cuando numerosos críticos -H. Arendt, Ch. Taylor, A. MacIntyre ... o,
Aquí no seguiremos en detalle los múltiples meandros en los que se des-
por otra parte, L. Strauss o M. Willey ... -proponen el retorno al pasado como
pliega esta prolífica [iteratura/?". Si dejamos de lado la posición extremista
principio de renovación, tienen el error de considerar que el resurgimiento de
la tradición aristotélico-tornista de una "libertad en acto" en el corazón de la
240 Para una abundante bibliografia, remitimos a Pilles Paradis, Philosophie des Droits de l'homme,
Ciudad es "la única alternativa" ante la inflación del liberalismo individualista.
en Biblioteca de filosofía política y jurídica, Caen, 1992.
El segundo punto es, por parte de Q. Skinner, una advertencia que, estimo Citemos simplemente, aquí, a título indicativo y sin pretensiones de exhaustivid~d:
por mi parte, debe ser tomada muy en serio: como no coloquemos "nuestros H'Arendt, "The Righrs ofMan: What are they?", en Modern Review, 1949, p.24-37; J. Berlín,
deberes delante de nuestros derechos, deberemos atenemos a que nuestros Tour Seáis on Liberry, Calmann-Lévy, 1988); M. Cranston, Human Righrs To-day, Londres,
1962; What are human Rights?, 2" ed., Londres, 1973; R. Dworkin, Taking Rights seriously,
mismos derechos sean socavados'T".
Londres, 1977; "What is equality?", parts 1 y 1I, en Philosophy and public Affairs, 1981;
part 1Il, en Iowa Law Review, 1987; J. Feinberg, "Ruties, Rights and claims", en American
Philosophical Quarterly, 1966, vol.S: "The nature and Value of Righrs", en The ]ournal of
Value Inquiry, 1970, vol.4, n04; Social Philosophy, Englewood Cliffs, 1973; ].M. Finnls,
237 Por otra parte, el mismo]. Rawls no había desconocido el valor de las tesis aristotélicas.
Natural Law and natural Rights, Oxford, 1980; A.Gewirth, Reason and Moraliry, Chicago,
Sobre este punto, cf. R. Séve, "[ohn Rawls et la philosophie politique", en Indiuidu et justice
1978; Human Rights on ]ustification and application, Chicago, 1982; "Rights and Vírtues",
sociale. Autour de John Rawls, op.cit., p.25.
en Review of Metaphysics, 1985, vol. 38, n04; "Ethical Universalism and Particularisrn", en
238Q. Skinner , "Les idéaux républicans de liberté et de citoyennere", en Rue Descartes, A.
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