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La razón de que hiciera eso es que había sido programado para calcular un cierto número de

jugadas por anticipado y contar luego las piezas, o algo similar. En este ejemplo, ese no era el
camino más adecuado. Por supuesto, si hubiera seguido calculando una jugada tras otra, y otra,
algunas veces más, habría sido capaz de hacerlo. La cuestión es que el ajedrez es un juego
computacional. En este caso, el jugador humano ve la barrera de peones y comprende que es
impenetrable. El ordenador no tenía esa comprensión -simplemente computaba un movimiento
tras otro-. Así pues, este ejemplo ilustra la diferencia que existe entre la mera computación y la
cualidad de la comprensión. He aquí otro ejemplo (figura 3.6). Es muy tentador capturar la torre
negra con el alfil blanco, pero lo correcto es hacer como si el alfil blanco fuera un peón y utilizarlo
para crear otra barrera de peones. Una vez que le hayamos enseñado a reconocer barreras de
peones, el ordenador podrá ser capaz de resolver el primer problema pero fracasará en el segundo
porque necesita un nivel de comprensión mayor. Ustedes podrían pensar, no obstante, que con
suficiente cuidado sería posible programar todos los niveles de

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comprensión posibles. Bien, quizá pueda hacerse con el ajedrez. El problema está en que el
ajedrez es un juego computacional y, por eso, en última instancia, sería posible calcular todas las
posibilidades hasta el final con un ordenador suficientemente potente. Esto supera la capacidad
de los ordenadores actuales pero, en principio, sería posible. De todas formas, uno tiene la
sensación de que en la comprensión hay algo más que la computación directa. Ciertamente, el
modo en que enfocamos estos problemas de ajedrez es muy diferente de como lo hace un
ordenador. ¿Podemos construir un argumento más fuerte a favor de que hay realmente algo en
nuestra comprensión que es diferente de la computación? Sí podemos. No quiero consumir
mucho tiempo en este argumento, aunque es la piedra básica de toda la discusión. Pero tengo que
dedicarle un poco de tiempo, aunque el argumento pueda hacerse algo técnico. Las docientas
primeras páginas de Las sombras de la mente estaban dedicadas a tratar de mostrar que no hay
cabos sueltos en el argumento que voy a ofrecerles. Déjenme decir algo sobre computaciones. Las
computaciones son lo que hace un ordenador. Los ordenadores reales tienen una capacidad de
almacenamiento limitada pero voy a considerar un ordenador idealizado, una máquina de Turing,
que difiere de un ordenador ordinario de propósito general solo en el hecho de que posee un
espacio de almacenamiento ilimitado y puede seguir computando indefinidamente sin cometer
errores y sin gastarse siquiera. Permítanme dar un ejemplo de computación. Una computación no
tiene por qué involucrar simple aritmética sino que puede incluir también la realización de
operaciones lógicas. Veamos un ejemplo:

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