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El existencialismo es un humanismo - Jean-Paul Sartre (breve resumen -

Doce textos fundamentales del la Ética del siglo XX – Carlos Gómez).

En esta exposición, Sartre, reúne una serie de respuestas y aclaraciones


a los diferentes reproches que suelen hacerse al existencialismo.

Sartre entiende por existencialismo una doctrina que hace posible la


vida humana y que, por otra parte, declara que toda verdad y toda acción
implican un medio y una subjetividad humana.

Lo que complica las cosas es que hay dos especies de existencialismos:


los primeros, que son cristianos, entre los cuales, Sartre, colocaría a Jaspers y a
Gabriel Marcel, de confesión católica; y, por otra parte, los existencialistas ateos
y también a los existencialistas franceses y a sí mismo.

Lo que tienen en común es simplemente el hecho de considerar que la


existencia precede a la esencia, o, si se prefiere, que hay que partir de la
subjetividad.

En el siglo XVIII, en el ateísmo de los filósofos, la noción de Dios es


suprimida, pero no pasa lo mismo con la idea de que la esencia precede a la
existencia.

El existencialismo ateo, que representa Sartre, declara que si Dios no


existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un
ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto, y que este ser es
el hombre o, como dice Heidegger, la realidad humana.

La existencia que precede a la esencia significa que el hombre empieza


por existir, se encuentra, surge en el mundo, y que después se define. El hombre
no es otra cosa que lo que él se hace. Este es el primer principio del
existencialismo y también lo que se llama la subjetividad.

Con ello se quiere dar a entender, que el hombre es ante todo un


proyecto que se vive subjetivamente, nada existe previamente a este proyecto; el
hombre será ante todo lo que haya proyectado ser. No lo que quiera ser. Pues, si
verdaderamente la existencia precede a la esencia, el hombre es responsable de
lo que es.

Por lo que el primer paso del existencialismo es poner a todo hombre en


posesión de lo que es, y hacer recaer sobre él la responsabilidad total de su
existencia. Y al decir, que el hombre es responsable de sí mismo, se quiere decir
que es responsable de todos los hombres.

El segundo sentido profundo del existencialismo es que cuando se dice


que el hombre se elige, se entiende que cada uno de nosotros se elige, pero
también quiere decir con esto que al elegirse elige a todos los hombres. Lo que
elegimos es siempre el bien, y nada puede ser bueno para nosotros sin serlo para
todos.

Así, nuestra responsabilidad es mucho mayor de la que podríamos


suponer, porque compromete a toda la humanidad.

“Eligiéndome, elijo al hombre”

El existencialismo suele declarar que el hombre es angustia. Esto


significa que el hombre que se compromete y que se da cuenta de que es no sólo
el que elige ser, sino también un legislador que al mismo tiempo que a sí mismo
elige a toda la humanidad, no podría escapar al sentimiento de su total y
profunda responsabilidad.

Esta angustia es la que Kierkegaard llamaba la angustia de Abraham.


Nadie se designa para ser Abraham, y, sin embargo, estamos obligados a cada
instante a realizar actos ejemplares. Todo ocurre como si, para todo hombre,
toda la humanidad tuviera los ojos fijos en lo que él hace y se ajustan a lo que él
hace.

Y cada hombre debe decirse: ¿soy yo quien tiene el derecho a obrar de


tal manera que la humanidad se rija según mis actos?

Se trata de una angustia simple, que corren todos aquellos que han
tenido responsabilidades. Esta especie de angustia que describe el
existencialismo se explica además por una responsabilidad directa frente a los
otros hombres que compromete. No es una cortina que nos separa de la acción,
sino que forma parte de la acción misma.

Y cuando se habla de desamparo, expresión cara a Heidegger, el


existencialismo quiere decir solamente que Dios no existe y que de esto hay que
sacar las últimas consecuencias.

Dostoiewski había escrito: “Si Dios no existe todo estaría permitido”


Éste es el punto de partida del existencialismo. Dicho de otro modo, si
Dios no existe no tenemos nada ni detrás ni delante de nosotros, en el dominio
luminoso de los valores, ni justificación ni excusa. Estamos solos sin excusa.

Es lo que Sartre expresa al decir que el hombre está condenado a ser


libre.

Condenado, porque no se ha creado a sí mismo y, sin embargo, por otro


lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que
hace.

El existencialismo no cree en el poder de la pasión. Piensa que el


hombre es responsable de su pasión. Tampoco piensa que el hombre puede
encontrar socorro en un signo dado, sino que piensa que el hombre, sin ningún
apoyo ni socorro, está condenado a cada instante a inventar al hombre.

El desamparo implica que elijamos nosotros mismos nuestro ser. El


desamparo va acompañado de la angustia. En cuanto a la desesperación,
significa que nos limitaremos a contar con lo que depende de nuestra voluntad,
o con el conjunto de probabilidades que hacen posible nuestra acción.

Sartre dice, que sólo hay realidad en la acción y agrega que el hombre no
es nada más que su proyecto, no existe más que en la medida en que se realiza,
por lo tanto, no es otra cosa que el conjunto de sus actos, nada más que su vida.

Al decir que: “Tú no eres otra cosa que tu vida”, significa que el hombre
no es más que una serie de empresas, que es la suma, la organización, el
conjunto de las relaciones que constituyen estas empresas.

Por lo que uno mismo es la totalidad de sus actos y lo importante es el


compromiso total.

En consecuencia, tenemos que vérnoslas con una moral de acción y


compromiso.

Sartre mantiene que quiere una doctrina basada en la verdad, por lo que
en el punto de partida no puede haber otra verdad que ésta: “pienso, luego
existo”; esta es la verdad absoluta de la conciencia captándose a sí misma.

Pero en el existencialismo, nosotros nos captamos a nosotros mismos


frente al otro y el otro es tan cierto para nosotros como nosotros mismos.
Así, el hombre que se capta directamente por el cogito descubre
también a todos los otros y los descubre como la condición de una existencia.

“Para obtener una verdad cualquiera sobre mí, es necesario que pase
por el otro”

Así descubrimos un mundo que llamamos intersubjetividad, y es en este


mundo donde el hombre decide lo que es y lo que son los otros.

Lo que el existencialismo le interesa demostrar es el enlace del carácter


absoluto del compromiso libre, por el que cada hombre se realiza al realizar un
tipo de humanidad, compromiso siempre comprensible para cualquier época y
por cualquier persona, y la relatividad del conjunto cultural que puede resultar
de tal elección.

En este sentido podemos decir, que hay una universalidad del hombre;
pero no está dada, es construida perpetuamente.

No hay otro universo que este universo humano, el universo de la


subjetividad humana. Esta unión de la trascendencia como constitutiva del
hombre, en el sentido de rebasamiento, y de la subjetividad, en el sentido de que
el hombre no está encerrado en sí mismo sino presente en un universo humano,
es lo que llamamos humanismo existencialista.

Análisis

El presente texto es uno de los más representativos del pensamiento existencialista de Jean
Paul Sartre.

Se estructura como un razonamiento lógico siguiendo la forma del modus ponendo pones,
(MPP): p->q, p l-q.

En la primera parte, Sartre establece la primera premisa: "Si la existencia precede a la


esencia.....el hombre es libertad", (p->q), que aclara brevemente afirmando que lo único que
sabemos de manera empírica, es decir observacional, fenoménica, o histórica, del ser humano
es que existe, que nace y vive hasta su muerte, por tanto su existencia, su biografía es anterior
a su esencia, a su naturaleza o carácter que él mismo irá construyendo a lo largo de su caminar
por la vida. En la segunda proposición de esta primera premisa (el hombre es libertad), Sartre
afirma que el ser humano es total libertad o ausencia de determinismo; el hombre será lo que
en el ejercicio de su libertad, es decir de su capacidad de determinación, decida ser, eligiendo
unas posibilidades y renunciando a otras en función de sus relaciones sociales, ya que nada ni
nadie ha realizado un proyecto anterior sobre su propia existencia.

Pensamiento existencialista: Corriente filosófica contemporánea, cuya preocupación o tema


de interés fundamental es el hombre, la realización o sentido de su vida o existencia concreta.
No hay una realidad humana, solo hay hombres y relaciones reales entre los hombres.

Modus Ponendo Ponens: razonamiento o ley lógica, según la cual si una proposición es
condición de otra, si se da la primera, necesariamente, se debe concluir la segunda, expresado
en lenguaje formal: p->q, p l-q.

Existencia: es la realización efectiva de la esencia, que se produce con el nacimiento o


aparición de un individuo, que actualiza o realiza las cualidades esenciales. En Sartre la
existencia se refiere sólo al hombre, y se entiende como proyecto, la existencia son las
realizaciones de la libertad individual.

Esencia: conjunto de cualidades constituyentes que definen a un objeto o a un ser de la


naturaleza, y le hacen pertenecer a una clase o conjunto. Por ejemplo la definición que dió
Boecio de persona: sustancia individual de naturaleza racional. La racionalidad es una cualidad
esencial que distingue a los seres humanos de otras sustancias.

En la segunda parte del texto, que corresponde a la fundamentación y aclaración de la primera


premisa del razonamiento (Si Dios no existe, no encontramos valores u órdenes que legitimen
nuestra conducta), Sartre hace suya en un sentido ateo, la afirmación de Dostoievsky en Los
hermanos Karamazov, de que si Dios no existiera todo estaría permitido, no habría normas
morales, pero como sí las hay Dios existe. Sartre por el contrario, entiende que ni hay Dios, ni
hay normas morales, -precisamente por la afirmación realizada en la primera premisa de que
la existencia precede a la esencia-; más bien vivimos en una sociedad agresiva y hostil en la
que el ser humano debe realizar su libertad como pueda, no tiene ni luces ni guía que ilumine
su existencia, no ha habido por tanto ningún Dios o artesano que lo haya creado de la nada
para realizar algún proyecto dentro de las leyes o el orden moral. Toda creencia religiosa no es
más que ilusión o engaño para controlar o alienar la libertad de otros, bajo el poder de la
sugestión. La religión es simplemente una instrumentalización o cosificación dentro de las
relaciones sociales, en las que unos utilizan a otros constantemente como objetos y no como
sujetos.

En la tercer parte del texto Sartre introduce la segunda premisa que corrobora de nuevo a la
primera: (Estamos solos, sin excusas) (p), nuestra existencia o biografía personal es como un
papel en blanco al que tenemos que darle sentido sin que nada ni nadie nos guíe porque no
hay normas ni seres superiores. Finalmente Sartre extrae la única conclusión posible: (El
hombre está condenado a ser libre), (I-q). Toda persona está sola, nace y muere desnuda, no
tiene justificación ni leyes ni reglas, salvo las que él mismo construya, por tanto en total y
completa libertad. Esta libertad al ser absoluta, se vuelve paradójicamente una condena, un
sin sentido, un absurdo, o una pasión inútil, ya que hace al ser humano completamente
responsable de todas sus acciones, sin que ni siquiera pueda distinguir el bien del mal, ya que
el orden moral es asimismo una construcción de nuevo de su libertad.

Tesis

Tal y como aclara la introducción a su edición en Edhasa, El existencialismo es un humanismo


constituye una conferencia dada por Sartre en París en 1945, en un doble intento de acercar
sus teorías del existencialismo a un público más amplio y de defenderlo y absolverlo de las
críticas de las que había sido objeto. Por ello, deviene imprescindible para un adecuada
comprensión del texto y su posicionamiento “a la defensiva” tener en cuenta las circunstancias
en las que la obra sartriana se había distribuido, así como el revuelo que había causado en las
esferas intelectuales del momento. Con su obra magna El ser y la nada publicada en 1943,
Sartre planteó la conferencia en reacción a dos frentes principales de crítica: el
marxista/comunista y el cristiano. En la posteridad, Sartre se arrepentiría de haber dejado que
el texto de su conferencia se editara (tras mínimas correcciones), probablemente porque ha
pasado a considerarse como introducción al existencialismo, algo que sólo consigue de forma
parcial. Amatíssimos puristas: sí, es cierto que su carácter breve y reductor ha eclipsado
desafortunadamente el global de la filosofía sartriana. También que quizá, de no tener este
tutorial de cien páginas, el astro francés no sería sino tierra inhóspita para el común de los
mortales.
Empieza Sartre su magistral lavado de cara en la primera página: la crítica que al
existencialismo se hizo en su día por incitar al quietismo, a la no-acción, no es más que una
pobre escudo de los que se inventan determinismos. Que yo sepa, desde Schopenhauer, y a su
paso por Nietzsche y Kierkegaard, la polémica de la abulia de la filosofía es candente. En el
caso de Sartre, el sector intelectual marxista renegó del existencialismo por incitar en última
instancia a una postura contemplativa de la vida, lo cual se consideraba aburguesado. Además,
tanto por el flanco comunista como por el cristiano se le critica por derivar sus teorías del puro
cogito cartesiano, esto es, de la subjetividad absoluta del que se sienta, y además en soledad, a
elucubrar. Se dice que su visión de la existencia es parcial, que han olvidado u omitido
aspectos luminosos y alegres de la vida a los cuales se tiene acceso no mediante al
pensamiento sino gracias a la acción. El colectivo religioso, además, suelta una clásica: los
postulados existencialistas no derivarían sino en una anarquía sistémica en la que la gente
pierde los valores. Sartre refuta esto con un argumento que atisba ya otro de los puntos
vertebrales del libro: el presentar verdades inconvenientes sin ser demolido por la tradición es
imposible. Sartre ve en el existencialismo una filosofía que libera al hombre, y al tiempo que lo
libera lo hace responsable de todas sus decisiones y el transcurso de su vida. Se desprende,
por tanto, de este punto, la idea sartriana que arguye que si el existencialismo es rechazado es
porque deja sin excusas circunstanciales al individuo, porque anula el victimismo. Cita Sartre
varias opiniones y dichos que se han consagrado como verdades en la mentalidad popular,
como es la de que los humanos somos débiles y necesitamos un órgano regulador (Dios, cuya
pérdida no aceptarían los religiosos, cimentados en esto) para no ir hacia “lo bajo”, lo vil. El
primer paso del existencialismo es poner a todo hombre en posesión de lo que es, y hacer
recaer sobre él la responsabilidad total de su existencia[1], sentencia.

Y poco hay que esperar para que Sartre establezca su tesis principal, la clarificación del
existencialismo. En su mínima expresión, la definición del existencialismo es la de un
movimiento filosófico que defiende que la existencia precede a la esencia[2]. Establece
entonces la analogía entre un abrecartas y los humanos, con la que explica que nosotros, al
contrario que los abrecartas, no fuimos creados con un proyecto o una plantilla de referencia,
ni con una utilidad concreta. Entendido este punto del ateísmo, Sartre trae a colación la falta
de coherencia en las teorías de Kant y otros filósofos ateos (sorprendente, puesto que Kant no
lo era) en sus consideraciones de una naturaleza humana común a todos. Para él, el ateísmo
debe ser consistente a este respecto y afirmar que, si la existencia precede a la esencia, no
puede haber ningún tipo de naturaleza o condición humana. La incongruencia a este respecto
no tardará en llegar.

Jean-Paul Sartre fuma una pipa


Es interesante que a las alturas de 1945 Sartre no viera el vínculo posible entre una
filosofización abstracta del asunto de la naturaleza humana y una conexión con la ciencia
relacionada, los estudios de evolución y herencia genética. Este aislamiento del humano de
toda base genética o acercamiento científico pareciera casi defender un resto en Sartre de la
comprensión del humano como ser particular, no animal. Se encuentra también por aquí su
afirmación el existencialismo es sólo para técnicos o filósofos. Acháquese este tufo clasista-
elitista a un lapsus y úsese el ad hominem para bien, sólo en aras de disociar un autor que
derrapa de un texto que vale la pena. A esta sazón, valga remarcar que en el libro se hallan
multitud de pasajes que, sacados de contexto, dan a entender muy bien por qué Sartre fue tan
criticado, sus teorías “mal entendidas”, y él sintió la necesidad de invertir tanto tiempo en
aclaraciones. Sin duda su estilo es una espada de doble filo: claro, sí, pero también
pontificador, acaso perezoso u olvidadizo de matizar cuando hace falta o de recalcar el anclaje
contextual de afirmaciones categóricas. Llaman la atención, pues, notas como la precede al
texto en la edición de Edhasa, en la que se explica que El ser y la nada es un texto mal leído y
con frecuencia deformado[3]. Discúlpese el afán pertinaz, pero ¿hasta qué punto es lícito esto?
En teoría de literatura un colectivo cada vez más numeroso formula la pregunta (algo retórica):
¿Es posible leer mal un texto o es más bien que el texto está mal construido? En toda obra
teórica, y en especial en filosofía, donde se maneja un elenco enorme de conceptos no
consensuados, la cuestión estilístico-lingüística adquiere una importancia vital. Construya su
casa por el tejado y cargará con las consecuencias. Ojalá Sartre hubiera sido tan sensato como
un filósofo austriaco contemporáneo (empieza por W y no es Willy Wonka) a este respecto,
definiendo como él hacía los términos constituyentes antes de enarbolarlos.

En cualquier caso, retomando su negación de una naturaleza humana (el hombre


empieza por no ser nada[4], que recuerda al brillante no se nace mujer de su esposa), se
desarrollan dos teorías. De un lado, el optimismo que se deriva de este proyecto en blanco, de
esta tabula rasa que Sartre ve en los humanos. Como contrapeso, una responsabilidad, pues
dichos valores e intereses vitales constituyen (aun si involuntariamente, aun para el mayor
relativista) nuestra afirmación del bien. Asumiendo que nadie opta en primera instancia por el
mal antes que por el bien, cualquier acto nuestro es una apuesta sobre el bien colectivo. Hay,
en este sentido, una losa de responsabilidad por todo acto en tanto que acto político, como
agente que repercute en el desarrollo de la comunidad. Esta presión por escoger lo acertado y
la falta de criterios sólidos para conseguirlo es lo que para Sartre desemboca en la agonía
existencialista, que injustamente se ha considerado más icónica de dicho movimiento que el
optimismo antes mencionado.

Lo que prosigue es una apología de la angustia, que Sartre no considera un camino hacia la
inacción. Aquí contrasta su opinión, por ejemplo, con la de Dostoievski. Como se observa al
leer Memorias del subsuelo (otro famoso aperitivo al existencialismo más sesudo), Dostoievski
entiende toda acción como una arrogancia equívoca, y todo agente un iluso que cree haber
encontrado la opción correcta y se jacta de implementarla.
Angustia

Todo está permitido si Dios no existe y en consecuencia el hombre está abandonado,


porque no encuentra ni dentro ni fuera de sí una posibilidad de aferrarse.[5] Si bien esto
guarda una lógica respecto a la idea del no-Dios como abandono de una moral impuesta y de
unos patrones éticos, no se tema diferir del maestro. ¿Cómo no va a encontrar el hombre
dentro de sí “una posibilidad de aferrarse”, una directriz? Desde esta perspectiva debería
creerse que una sociedad que comienza desde cero, sin valores y sin civilización, se destruiría a
sí misma en el caos. Quizá la única prueba capaz de probar esto erróneo sea el hecho de que,
en efecto, no sucedió así. Por mucho que haya costado, por grandes que sean sus fallas,
estamos en el siglo XXI con una civilización. Pese a esta precaria explicación, el Sartre de entre
líneas parece estar de acuerdo. Nótese cómo chirrían que (I) no hay esencia y (II) tendemos al
bien común. La mayoría somos hombres de “buena fe”, mientras que sólo una minoría son de
“mala fe”, aclara. Saliendo por la tangente, no es exactamente esto lo que se discute, sino más
bien hasta qué punto seríamos capaces de preservar un orden si aceptamos el “Dios ha
muerto”. Aunque Sartre no lo mencione, Kant tiene respuesta para esto. Parafraseando, viene
a ser: llegados a este punto, es absolutamente irrelevante si Dios existe o no y si las escrituras
bíblicas son verídicas para poder adoptar los valores morales provechosos que en ellas se
expresan. Actualmente, los razonamientos de Peter Singer parecen más lógicos.

A modo de bisagra, Sartre expresa un principio pro-activo que, incluso a cuenta y riesgo
de que se tache de idealista, parece acertadísimo: no se trata de contar con los posibles más
que en la medida estricta en que nuestra acción implica el conjunto de esos posibles.[6] Pero
esta actitud optimista, que mueve a la acción, no parece mantenerse del todo a posteriori.
Sartre confiesa que, al no haber esencia humana, no puede confiar en la buena fe de los
demás, por lo que pierde la esperanza. El filósofo francés no está convencido que los
presupuestos que apoya (políticos, sociales, etc.) vayan a salir bien. ¿Quiere decir esto que
debo abandonarme al quietismo? No. En primer lugar, debo comprometerme; luego, actuar
según la vieja fórmula «no es necesario tener esperanzas para actuar».[7]

Aguardan un par de ideas menos afortunadas. De recetas con malos ingredientes salen
platos no muy buenos, como son: una crítica a la esperanza en cuanto a creadora de ilusos y
fracasados (derivado de un “vida=conjunto de acciones”, premisa más que discutible); y
seguidamente un recordatorio de nuestra subjetividad deficiente (el otro es indispensable a
mi existencia tanto como el conocimiento que tengo de mí mismo[8], dice, y tiene un pase.
Pero ojo: diez gallinas no encontrarán la solución a un problema que una sola no pueda
resolver).
Ya en el último tercio, se entabla una conexión entre el arte y la moral, siendo que
ninguno de los dos posee un prospecto. Ambos se crean libremente y sin pauta, de acuerdo a
las necesidades y posibilidades de cada momento. Cierra Sartre explicando el humanismo del
que habla: una celebración al humano como ente subjetivo en continua formación, único
legislador de sí mismo y que es en el desamparo donde decidirá sobre sí mismo.[9]

Con estos temas y sus ramificaciones, las apenas noventa páginas de El existencialismo
es un humanismo construyen un texto rico en ideas, claro y accesible en la expresión, donde
los postulados de Sartre se presentan de forma esquemática, bosquejando más mediante
refutaciones de las críticas propinadas que con exposiciones completas. ¿Criticarlo por ello?
Un bonsái es un bonsái es un bonsái, no un árbol. El que rechazaría el Premio Nobel de
Literatura quince años después anima a la angustia acaso de un modo unamuniano, el de la
duda metódica, la duda como único método de ir obteniendo respuestas.

Uno debe terminar disculpando la osadía de haber contrariado a un grande. Juro tener
un parentesco que lo justifica: el mismo cogito desvelado, desconfiado y desconfiable de aquél
francés con gafas. Eso, y un poco más de torpeza.

INTRODUCCIÓN
Nos encontramos ante un libro escrito por Jean Paul Sastre, nacido en París, 1905-id.,
1980, filósofo y escritor francés. Precoz lector de los clásicos franceses, en 1915 ingresó
en el liceo Henri IV de París y conoció a Paul Nizan, con quien inició una estrecha amistad.
Al año siguiente, el segundo matrimonio de su madre (considerado por Jean-Paul como
«una traición») lo obligó a trasladarse a La Rochelle; hasta 1920 no regresó a París. En
1924 inició sus estudios universitarios en la École Normale Supérieure, donde conoció a
Simone de Beauvoir, con quien estableció una relación que duraría toda su vida. Tras
cumplir el servicio militar, empezó a ejercer como profesor de instituto; en 1933 obtuvo una
beca de estudios que le permitió trasladarse a Alemania, donde entró en contacto con la
filosofía de Husserl y de Heidegger. En 1938 publicó La náusea, novela que pretendía
divulgar los principios del existencialismo y que le proporcionó cierta celebridad, al tiempo
que se convertía en símbolo de aquel movimiento filosófico. Movilizado en 1939, fue hecho
prisionero, aunque consiguió evadirse en 1941 y regresar a París, donde trabajó en el liceo
Condorcet y colaboró con A. Camus en Combat, el periódico de la Resistencia. En 1943
publicó El Ser y la Nada, su obra filosófica más conocida, versión personal de la filosofía
existencialista de Heidegger. El ser humano existe como cosa (en sí), pero también como
conciencia (para sí), que sabe de la existencia de las cosas sin ser ella misma un en sí
como esas cosas, sino su negación (la Nada). La conciencia sitúa al hombre ante la
posibilidad de elegir lo que será; ésta es la condición de la libertad humana. Eligiendo su
acción, el hombre se elige a sí mismo, pero no elige su existencia, que le viene ya dada y
es requisito de su elección; de aquí la famosa máxima existencialista: «la existencia
precede a la esencia». Dos años más tarde, alcanzada ya la popularidad, abandonó la
enseñanza para dedicarse exclusivamente a escribir; en colaboración con Aron, Merleau-
Ponty y Simone de Beauvoir, fundó Les Temps Modernes, una de las revistas de
pensamiento de la izquierda más influyentes de la posguerra. Por esa época, Sartre inició
una fluctuante relación con el comunismo, hecha de acercamientos (uno de los cuales
provocó su ruptura con Camus en 1956) y alejamientos motivados por su denuncia del
estalinismo o su protesta por la intervención soviética en Hungría. En su última obra
filosófica, Crítica de la razón dialéctica (1960), se propuso una reconciliación del
materialismo dialéctico con el existencialismo, al cual pasó a considerar como una
ideología parásita del marxismo, y trató de establecer un fundamento de la dialéctica
marxista mostrando que la actividad racional humana, la praxis, es necesariamente
dialéctica. En 1964 rechazó el Premio Nobel de Literatura para no «dejarse recuperar por
el sistema»; decididamente contrario a la política estadounidense en Vietnam, colaboró
con Bertrand Russell en el establecimiento del Tribunal internacional de Estocolmo para la
persecución de los crímenes de guerra. Tras participar directamente en la revuelta
estudiantil de mayo de 1968, multiplicó sus gestos públicos de izquierdismo, asumió la
dirección del periódico La Cause du Peuple y fundó Tout!, de orientación maoísta y
libertaria. En 1975 se inició el progresivo quebranto de su salud; la ceguera lo apartó de la
lectura y la escritura durante los últimos años de su vida, tras haber completado su
postrera gran obra, El idiota de la familia (1971-1972), dedicada al tema de la creación
literaria, fruto de diez años que dedicó a la investigación de la personalidad de Gustave
Flaubert.
El libro comienza haciendo una pequeña introducción sobre la historia del libro, de lo que
representa, y en general de sus características principales.
RESUMEN
Cito a continuación los temas que se tratan en el libro brevemente: Comienza haciendo
referencia a las diferentes criticas de diversas ideas; que son: criticas hechas al
existencialismo, las criticas de los marxistas, las criticas de los católicos, el pesimismo y el
existencialismo, naturalismo y existencialismo; continua después con una idea de la
sabiduría de las naciones, la moda existencialista, las dos escuelas existencialistas y su
relación con la esencia. Continua después con su visión técnica del mundo, habla del
hombre, dios y la naturaleza humana es los filósofos del s. XVIII. Cita el existencialismo
ateo, la concepción existencialista del hombre, con todas sus ideas y sus características
así como su elección y responsabilidad, y hace bastante hincapié en la angustia de este.
Ideas como la moral o el radicalismo son términos que se comentan a continuación, el
desamparo, y el sentimiento, la elección y el compromiso.
Continua hablando por segunda vez del hombre y de alguna de sus características
comentadas desde diferentes puntos de vista. Habla después del existencialismo
relacionado con la subjetividad. Continua poniendo diferentes ejemplos ,comentando
después los valores existencialistas, el humanismo y el humanismo clásico, así como el
humanismo existencialista. Termina hablando de la trascendencia, la relación entre
existencialismo y ateismo, y ciertas conclusiones. El libro concluye con una Discusión
general sobre los temas tratados, en los que se tratan algunas objeciones de las ideas
citadas anteriormente.
Iré comentando a continuación las ideas del autor. La primera definición que nos
encontramos es la del existencialismo, definida como una doctrina que hace posible la vida
humana y que declara que toda verdad y acción implica un medio y una subjetividad
humana.
La mayoría de la gente, según dice sastre, y estoy de acuerdo con el, es que la gente
utiliza la palabra existencialismo sin saber realmente lo que significa; tiene tantos
significados y se usa para describir tantas cosas que realmente acaba por no significar
nada. Parece ser que el existencialismo se esta convirtiendo en una moda.
Des pues el autor continua explicando que hay dos escuelas existencialistas, la católica y
la atea, a la que pertenece sastre. Estas dos escuelas tienen en común la idea de que la
existencia precede a la esencia. Esto viene a significar que el hombre empieza por existir y
que si no es definible es porque empieza por no ser nada, es decir, conforme va creciendo
y adquiriendo conocimientos se va convirtiendo en ese algo que esta formando el mismo.
Por eso el autor dice que el hombre es el único que no solo es tal como el se concibe, sino
como el se quiere. Por tanto el hombre es lo que el se hace: este es conocido como el
primer principio del existencialismo. Se dice también que el hombre es un proyecto que se
vive subjetivamente, en que nada existe previamente. Por esto, el primer paso del
existencialismo es poner al hombre en posesión de lo que es, y hacer recaer sobre el la
responsabilidad de su existencia, esto para mi significa que el hombre es responsable de
todo lo que hace, hasta de su propia existencia.
Continua hablando el autor de la palabra subjetivismo, y que para el significa por una parte
la elección de sujeto individual por si mismo; y por la otra, la imposibilidad del hombre de
sobrepasar la subjetividad humana. Este ultimo punto de vista es el sentido profundo del
existencialismo.
Continua hablando de la elección de una cosa u otra, que lo que elegimos, no puede ser
bueno para nosotros sin serlo para los demás. Para mi esto significa, que elijamos lo que
elijamos, siempre tendrá una repercusión en los demás. Aun que no estoy de acuerdo
porque alo mejor algo que yo elijo es bueno solo para mi pero perjudica a los demás.
Así se hace al hombre responsable de si mismo y de los demás. Dice Sastre que esto nos
permite saber lo que se oculta tras las palabras como “angustia”, “desamparo” o
“desesperación”. Dice el existencialista que el hombre es angustia, esto significa que el
hombre que se compromete, que al mismo tiempo que se elige a si mismo elige también a
los demás. Nos pone a continuación un ejemplo de angustia, la de Abraham, cuando un
supuesto ángel le dice que matea su hijo; pero quién le dice a el que realmente es un
ángel quien se lo dice? O si de verdad es el Abraham? Nadie puede probárselo sino el
mismo. Por esto establecemos que no encontraremos nunca ninguna prueba de ello, por lo
que siempre seré yo quien decida.
Dice Sastre que la angustia conduce al a inacción, quizás porque no sabemos que hacer y
acabamos por no hacer nada evitando a las situaciones y enmascarando al angustia y el
miedo. El expone esta idea proponiendo la pregunta: soy yo quien tiene el derecho a obrar
de tal manera que se rija la humanidad según mis actos? Y sin o se ice esto es porque se
enmascara la angustia. Esta es una angustia simple que conocemos los que hemos tenido
responsabilidades, la angustia de si ago esto quizás ocurra lo potro y alo mejor si actúo de
esta otra manera las cosas cambien peor a peor... esa indecisión es la que nos angustia,
por lo menos desde mi punto de vista.
Pasamos ahora al desamparo; cuando hablamos de desamparo, generalmente nos
referimos que dios no existe, que no tenemos algo en que apoyarnos. Sastre nos explica
que el existencialista se opone a la ideas de los laicos de suprimir cualquier idea de que
dios existe con el menos esfuerzo posible. Los laicos dijeron que dios es una hipótesis
inútil, que ellos la suprimen peor que s necesario para que halla una sociedad, una moral y
un mundo vigilado por algo o alguien que no se sabe si realmente existe. En cambio el
radicalismo indica que dios es una hipótesis superada que morirá con el tiempo por si
misma; idea con la que los existencialistas no están de acuerdo ya que ellos piensan que
la idea de la inexistencia de dios aria que desapareciera la posibilidad de encontrar
valores.
El punto de partida del existencialismo lo marca la frase de Dostoievsky : “ si dios no
existiera todo estaría permitido”. Quizas dice esto porque al pensar que existe dios
mantenemos unos valores que respetamos, pero si no existiera, haríamos lo que
quisiéramos, que no encontramos esos valores que rigen nuestra conducta. En
consecuencia el hombre esta abandonado, desamparado, porque no encuentra excusas.
El existencialismo no cree en el poder de la pasión, pero si afirma que el hombre es
libertad, por tanto es libre. Pero opino que si esta regido por valores y normas, no creo que
sea tan libre como dicen.
El existencialismo también sostiene que el hombre sin apoyo esta destinado a inventar al
hombre.
Nos continua hablando a continuación de las dos morales; una de simpatía y de devoción
personal; y otra mas amplia pero de eficacia discutible.
Otro tema que trata Sastre es el sentimiento, nos dice que el sentimiento se construye con
actos que se realizan. Gaide dice que un sentimiento que se vive y uno que se representa
son dos cosas indiscernibles, es decir, decidir una cosa y actuar en consecuencia y hacer
como que la decido es casi lo mismo. No puedo buscar en mi interior un valor que me
indique como actuar en estos casos por lo que al ir a pedir un consejo ya es estar
comprometiéndose. Por lo que la elección y el compromiso están relacionados. En
consecuencia a todo esto, no hay moral que nos indique lo que hay que hacer, no hay
signos en el mundo.
Olvidaba comentar la palabra desesperación; para nuestro autor, significa que nos
limitaremos a contar con lo que depende de nuestra voluntad, o con el conjunto de
probabilidades que hacen posible nuestra acción. Pienso que en una situación de
desesperación siempre encontramos una acción adecuada, aunque no siempre sea
correcta o que no estemos seguros de que funcionara, así como se suele decir:
situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Cuando estamos al limite, en
el ultimo momento somos capaces de sacar acciones e ideas de donde no las hay, ya que
estamos desesperados y no sabemos que hacer.
Pero en realidad las cosas serán como el hombre a elegido que sean. Por lo que el
hombre se compromete. Pero hay gente que no se compromete y que prefiere que otros
hagan lo que ellos no pueden o no son capaces de hacer; son los quietistas. El quietismo
es la actitud a la que se opone el existencialismo. Sacamos de aquí que el hombre es el
conjunto de sus actos.
Una frase que merece ser destacada, es: el hombre no es mas que su vida”, esto quiere
decir que el hombre es una serie de empresas; que es la suma, la organización y el
conjunto de las relaciones que constituyen esas empresas. Aquí no se reprocha el
pesimismo, si no una dureza optimista, que para mi eso significa exactamente lo mismo.
Después nos relaciona el pesimismo con lo que la gente opina de personas malas
propiamente dichas, débiles e incluso cobardes, peor después nos explica que el
existencialista, no hace al cobarde responsable de su cobardía, ya que se a constituido
como hombre cobarde por sus actos. Sacamos de aquí que el existencialismo es una
doctrina optimista. A los existencialistas además se les reprocha que aíslan al hombre de
su subjetividad individual.
La única y verdadera verdad es la verdad absoluta de la conciencia captando se a si
misma: pienso luego existo. Esta teoría es un cogito cartesiano. Debemos añadir que esta
teoría es la única que da a l hombre una dignidad y no lo convierte en objeto. Cosa que me
parece realmente bien y estoy mas de acuerdo con esta idea, ya que si un teoría convierte
al hombre en un simple objeto, no tiene sentido todos los derechos que a este se le
otorgan ya que es un objeto.
Continua con el tema de los limites del hombre, que para el no son ni subjetivos no
objetivos, sino que tienen una faz objetiva(porque se encuentran en todos sitios y son
reconocibles) y otra subjetiva(porque son vividos y no tienen sentido si el hombre no vive).
Principalmente, lo que el existencialismo quiere demostrar es el carácter absoluto del
compromiso que realiza el hombre de realizar un tipo de humanidad.
Después nos habla de la subjetividad y la elección, que creo que están muy relacionadas,
ya que cuando elegimos, seguramente pensemos subjetivamente y no objetivamente, a no
ser que sea un tema que no nos incumba; pero aun así, siempre solemos ser objetivos con
nuestras cosas mas que con las de los demás. Aunque sin ánimos de echarme flores, mis
amigos me piden consejo constantemente, y siempre recurren a mi como primer recurso, y
no porque les diga lo que quieren escuchar, sino porque les digo las cosas como son. Y
pienso primero objetivamente, y después cuando me aclaro las ideas, pienso lo mismo
pero de manera mas subjetiva, favoreciendo claro esta al aconsejado y no al que
aconseja. Esto ocurre en cierta medida con la relación entre la elección y la subjetividad;
en función de o que queramos elegimos una cosa o la otra. Siempre tengo que elegir, y
aunque no elija, solamente por el echo de no elegir, ya estoy tomando una decisión, es
decir, estoy eligiendo.
Al igual que el hombre elige una acción, también elige su propia moral. Sabemos que la
elección no es gratuita ya que definimos al hombre en relación con un compromiso.
Se dice que no podemos juzgar a otros, aunque creo que so no tiene mucho sentido ya
que estamos constantemente juzgando a los demás. Esto en cierta medida es verdad ya
que no creemos en el progreso. Pero si que se puede juzgar, porque como dice el autor,
se elige frente a otros y uno se elige a si frente a otros. Se puede juzgara un hombre
diciendo que es de mala fe; ya que todo hombre que se refugia detrás de la excusa de sus
pasiones es considerado un hombre de mala fe. La mala fe, afirma el autor es una mentira.
También hay mala fe, si elijo que existen otro valores antes que yo, aunque no estoy de
acuerdo con esta idea, ya que no es de malas personas decidir si antes que ellos hay algo
que consideran mas importantes, considerando se entonces ellos por debajo que ese otro
algo. En cambio, según dice el autor, la actitud de estricta coherencia es una actitud de
buena fe; yo creo que no tiene nada que ver una cosa con la otra. Se dice que los hombre
con buena fe tiene como ultima significación la búsqueda de la libertad como tal; aunque
no creo que todos los que tengan buena fe busquen solamente la libertad. Al querer la
libertad, nos damos cuenta de que nuestra libertad, según el autor, depende de la libertad
de otros y viceversa. La libertad del hombre no depende de los demás, pero al haber un
compromiso, automáticamente estoy obligado a querer la libertad de los otros.
Así mismo, el autor afirma que a los que se oculten su libertad por excusas deterministas
los llamara cobardes; a los que traten de demostrar que su existencia es necesaria, los
llamara deshonestos. No me parecen bien las diferencias que hace, ya que para mi una
persona deshonesta no es la que cree que su existencia es necesaria, sino que no es
honesto ni con la gente y por consiguiente con sigo mismo; es deshonesta un apersona
que copia en un examen o que copia un trabajo, que hace algo aprovechando se de los
demás en beneficio propio. Para mi una persona cobarde es la que no se atreve a hacer
algo, porque le da miedo u otras causas.
A todo esto debo decir, que los principios demasiado abstractos fracasan ala hora de
ponerlos en practica, porque son tan sumamente abstractos que acaban por no tener
sentido.
El autor explica que los valores existencialistas no son serios porque los elegimos. L vida
no tiene sentido sin nosotros. Nosotros le damos un sentido. Y el valor es ese sentido que
elegimos y que le damos a la vida.
Una de las ultimas cosas que nombra en esta primera parte el autor es la definición del
humanismo y alguna de sus características. Define el humanismo como una teoría que
toma al hombre como fin y como valor. Estoy de acuerdo en que el hombre debe ser
tomad como un fin, tal como se dice en la frase: trata al a gente como un fin y no como un
medio”.
En relación a la trascendencia, se dice que no hay no hay otro universo que este humano
(idea con la que no estoy de acuerdo)el universo de la subjetividad humana.
Este unión de la trascendencia como constitutiva del hombre es lo que llamamos el
humanismo existencialista. A diferencia del existencialismo clásico, que implica que le dar
un valor al hombre de acuerdo con los actos mas altos de ciertos hombres, es decir nos
atribuimos triunfos y logros de ciertos hombres.
Finalmente, concluimos con que el existencialismo es un intento por sacar todas las
consecuencias de una posición atea coherente. No busca hundir al hombre en la
desesperación. Tampoco pretende demostrar que dios no existe, mas bien declara que
aunque dios existiera, el problema no es el de su existencia, sino que el hombre se
convenza de que nada puede salvarlo de si mismo, ni siquiera una prueba verdadera de
que dios existe. En este sentido es por el que dijimos anteriormente que el existencialismo
es un optimismo.
DISCUSION
En esta ultima parte del libro, se citan las objeciones que se ofrecen a las teorías
existencialistas de Sastre, basándose en puntos concretos. Es una especie de
conversación en la que se reprocha a Sastre y se ponen en duda sus puntos de vista
sobre el existencialismo y temas relacionados. Una primera opinión, reprocha a Sartre que
para el la desesperación o la angustia es mas importante que la propia decisión de hombre
que se siente solo y que debe decidir. A lo que Sastre contesta que para el, la angustia es
la ausencia total de justificación al mismo tiempo que la responsabilidad con respecto a
todos.
Otra objeción es la que representa en cuanto a la debilitada exposición que realiza Sastre
sobre la acción. Esto Sastre lo reconoce.
En otra ocasión se le reprocha a Sastre utilizar en un mal contexto la palabra humanismo.
Pero sastre contesta que el problema se a planteado así. Se comenta también que la
verdad científica es la única verdad.
Se comenta después mediante argumentos discutibles ideas sobre la estadística, pero
también la casualidad.
Mas adelante, Naville comenta que seria una buena idea hacer una autocrítica sobre el
tema de los subhumanismos sin ningún tipo de fondo. Termina diciendo que el humanismo
debería ser menos conformista con el mundo.
Mas adelante entra en conversación la idea del manifiesto comunista de Marx.
Seguidamente, Naville, quiere juntar y unir en uno solo todos los puntos de vista del
existencialismo y sacar una conclusión final que seria una resurrección del liberalismo.
Naville reprocha al autor al libro la idea de no aceptar al hombre como ser universal por la
diferencia de razas. Continua comentando temas acerca de la condición y la naturaleza
humana.
Finalmente sastre se da cuenta de que la mayoría de la gente, filósofos o no , atentan
contra la filosofía y la critican.

Mito de sisifo

En la su ensayo titulado así: El mito de Sísifo (y en la parte correspondiente al


mismo título), Albert Camus va a ofrecer una visión distinta de ese castigo.
Inicia diciendo: “Los dioses habían condenado a Sísifo a subir una roca
hasta la cima de una montaña, desde donde la piedra volvía a caer por su
propio peso”. Así, sin más preámbulos, Camus nos da una clara idea de la
tarea absurda; la de un empeño sin un propósito razonable, cíclico y sin
cambio alguno. En otras palabras, Camus ofrece una muestra de botón a lo
que es en sí un equiparable a la vida del hombre, a la existencia de éste.

Para Camus, el absurdo (su tema central en este y otros ensayos) es muy
simple: los deseos, los anhelos y aspiraciones del hombre no concuerdan con
el mundo que le circunda (o al revés). Todo a lo que aspira un hombre (amar a
una mujer plenamente, por ejemplo), choca contra un juego inexplicable de
situaciones (tiempo, rechazo, incompatibilidad, antipatía) que hacen
imposible la realización de ese anhelo. Pero lo mismo sucede en la maquinaria
con la que el hombre trabaja día y noche, y como pago recibe un salario que
no corresponde al esfuerzo realizado: no se le retribuye la felicidad esperada
por aquella matada a la que es sometida detrás de su tarea diaria.

Uno nace con el estigma de ser proyectado hacia la muerte, esa es la única
opción viable y segura que se le presenta: todas sus esperanzas y sueños y
planes a futuro no tiene validez bajo la sombra del absurdo. Lo único seguro
es la muerte acompañada de sinsabores y contradicciones, mientras se
aguarda. Esa es la única razón de estar y de ser en esta vida. No hay más
verdad, no hay más propósito.

El libro completo inicia con la propuesta de Camus en el sentido de que la


única pregunta válida para esta vida es si vale la pena realmente vivir, y si no
acaso el suicidio es la única razón a tanto absurdo (a la vez que la única
pregunta filosófica con sentido). La muerte es para Camus la culminación de
este entendimiento del absurdo, porque el hombre es realmente feliz y vive
realmente cuando comprende su finitud y sabe que ha vivido no como debe
ser, sino como pudo ser, y eso lo libra de una carga enorme de
responsabilidades y de culpas.

Lo importante es entonces saber que a pesar de que la vida es absurda y no


tiene objetivo trascendental, se debe seguir viviendo razonablemente y lo
más dignamente posible; se debe de encontrar alguna razón para vivir cada
día y para esperar la muerte gratamente. Vivir, dice Camus, como un hombre
rebelde. Su lema ( a la vez que mi lema desde la juventud) es fascinante y
lleno de una filosofía central que hace siempre al hombre más fuerte cuando
lo tunde el absurdo; dice el escritor argelino: “No hay destino que no se
supere con el desprecio”.
Para centrar esta frase de hermosura sin igual, Camus invierte la visión que
todos teníamos anteriormente del Sísifo castigado: en vez de verlo solamente
subiendo su piedra a la cima de la montaña, lo mira en su descenso; ésta, dice
Camus, es la hora de la conciencia. El hombre baja sin su roca y no tiene
porqué pensar en ella: sabe que la va a volver a cargar...Pero si, en su
libertad de no tenerla en ese momento, se empecina en pensar que la volverá
a cargar, será desgraciado toda la vida. Lo que hace Sísifo entonces es
“desprenderse” de su roca: sabe que le espera allá abajo, pero este instante
(el de la verdad) vale todos los instantes del mundo. En su descenso tiene la
vida por delante: el mar, el cielo, la espuma, la mujer inalcanzable, el amor
nunca tenido. En otras palabras, Camus definirá este instante (en otras partes
de su ensayo) como el de la existencia "aquí y ahora", y dirá que ésta es y
debe ser como una navaja de afeitar que corta por doquiera pases la yema de
los dedos.
Esta es la mejor forma en que se debe vivir; sabiendo que todo es un absurdo
y que no hay razón para la vida. Aun así uno vive y se empeña en ordenar ese
pequeño instante en que la roca ha quedado en el completo olvido.
Ahora, no resulta ya tan ingrato saber, y enfrentar, que este mundo es
ilógico: el mismo desorden hace que nada este mal. El mismo Edipo (cita
Camus) cuando viejo, llega a una conclusión en extremo deslumbrante y llena
de una comprensión de la vida claramente magnifica: “A pesar de tantas
pruebas, mi avanzada edad y la grandeza de mi alma me hacen juzgar que
todo esta bien”.

A veces tengo que repetirme esa frase con la imagen triunfal de Sísifo en su
descenso. Delante de este mar majestuoso, su sol, la espuma en índigo y azul,
el aroma a algas y moluscos; y junto con toda esta magnificencia de la vida,
ser consciente de todo lo que he perdido: no sólo lo que tuve, sino lo que
nunca tendré entre mis manos. Eso me hace imaginar a Sísifo en su descenso,
hacerme carne con é,, y boca con Edipo para decir que “todo está bien”. A
veces el absurdo me traiciona y me hace vociferar --sin faltar los momentos
en que reniego y digo: “Todo es peor que antes”. Pero siempre hay una luz: la
de la roca que desciende, y yo imaginándomea sin ese fardo que me obligue a
claudicar de la vida.
Está también una mujer hermosa, lejana, ajena, sin posibilidad alguna: ella
también tiene el mérito de hacerme decir junto con Camus en sus Bodas de la
Noche: “Comprendo aquí, eso que llaman la gloria de amar sin medida”.
No se requiere de más, sino de un poco de responsabilidad y darle significado
a esos momentos inalcanzables.
Tesis

Camus reinterpreta el mito de Sísifo,según la tesis, el mismo hecho de saber que nunca lo
logrará, el no tener esperanzas, lleva a Sísifo a sentir que su destino le pertenece y ahora, sin
amo, experimenta la sensación de libertad durante aquellos períodos en que ha terminado de
empujar el peñasco y aún no comienza a subirlo de nuevo, con lo que el descenso puede
hacerse con alegría. Es decir, justamente la clarividencia que debía constituir su tormento,
consuma al mismo tiempo su victoria. Camus termina su ensayo con la frase "hay que
imaginarse a Sísifo dichoso", aparentemente salvándolo de su destino suicida.

Anteriormente, el castigo consistente en tener que realizar eternamente un trabajo inútil e


inalcanzable, había sido entendido como la simbolización de la vana lucha del hombre por
alcanzar la sabiduría. Para Camus representa más bien la metáfora del esfuerzo inútil e
incesante del ser humano moderno que consume su vida en fábricas y oficinas sórdidas y
deshumanizadas, haciéndolo sentir que su destino es estéril y fútil. En otras palabras, es
filósofo existencialista cuestiona el valor de la vida y plantea la opción del suicidio.

El suplicio de estar condenado a realizar un trabajo repetitivo que se sabe inútil y sin ninguna
esperanza de escapatoria, simboliza una de las mayores angustias existenciales
contemporáneas inmersas profundamente en el inconsciente. Así, la fábula de Sísifo puede
relacionarse, por un lado, con fenómenos tan actuales como los trabajos rutinarios
representados tan bien por Chaplin en Tiempos Modernos; las labores inacabables de una
dueña de casa; la frustración, la incertidumbre, la problemática de la auto-estima y del sentido
de vida. ( copiado de blogspot.com)

¿Cuál es la intensión del autor?


La intención del autor es dar una solución a la problemática que se ha visto en su país
proponiendo que los niños fueran comercializados y vendidos por su peso, y su carne
sea distribuida en el país, debido a la falta de dinero para suplir las necesidades de los
infantes.

¿Cuál es el objetivo del texto?


La intención del texto es mostrar sarcásticamente los diferentes factores que con
llevan a varias problemáticas de la sociedad como lo es el aborto, el hurto, la
sobrepoblación y en especial el mal agradecimiento que se le da a la patria luego de
ser adultos y no ser Útiles en la sociedad dejando de lado el sustento que se le dio
durante su infancia.

¿Cuál es la tesis central del texto?


Es la ironía con la que el autor hace esta crítica social y propone soluciones para que
los niños de Irlanda en vez de ser un motivo de preocupación o carga para sus padres,
quienes no pueden sostenerlos, se convirtieran en una razón de beneficio para el país,
sirviéndolos de comida para los ricos.

¿Cuales es su valoración del texto?


Es arriesgado y por lo mismo admirable como se tiene un texto satírico en el que se
denuncia las situaciones devastadoras de pobreza en un país y se da a conocer todo
esto para poner en manifiesto la indiferencia que los adinerados mostraban hacia la
demás población. Esto en parte hizo que mi intensión lo apoyara pero tan irónico como
el texto hay varias razones por las que me contrapongo en especial a sus soluciones
descabelladas. Ya que la problemática es un hecho en su país y así existe la misma
en muchos, sin embargo se puede encontrar otras soluciones que NO atenten con.

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