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La Historia de los Celtas: Cultura y Ritos Funerarios

Por el lado de la historia, encontraremos que la cremación del cuerpo para el entierro, no empezó ayer. Sin embargo, se
trata de explicar el significado pretendido por nuestros antepasados durante la preparación de la ceremonia del funeral y el
tratamiento del cuerpo en el último adiós.

Cada época tiene sus tradiciones, dicho esto, tendríamos mucho que aprender de los que nos precedieron en el tiempo.

¿Quienes son los celtas?

Se habla de tradiciones y civilizaciones celtas para las tribus distribuidas geográficamente del norte de Escocia hasta el sur
de Normandía y Bretaña Occidental a la frontera entre Alemania y Polonia.

Según el historiador griego Heródoto , los celtas habitan las regiones que van desde las columnas de Hércules hasta el
Danubio en el medio del siglo quinto antes de Cristo. AD , es decir, desde la Península Ibérica a Rumanía a través de la
Francia , el Bélgica , el norte de Italia , el sur de Alemania , el Bohemia , el Morava , la Eslovaquia , el Eslovenia, el
Austria (tradicionalmente reconocida como la región de origen de los celtas de Hallstatt ), donde se atestigua la presencia
de carácter celta poblaciones.

El ‘Más Allá’ en la cultura celta


Si hay un Más Allá mitológico digno de ser contado es el mágico Más Allá de los celtas. Las antiguas creencias de los
galos sobre la ‘Ultratumba’ aparecen recogidas por un historiador bizantino, Procopio de Cesarea, en el siglo VI. Narraba
éste, entonces, que en aquellos tiempos se creía que la ‘tierra de la muerte’ (y hablamos de los ritos funerarios celtas) se
situaba al oeste de la isla de Gran Bretaña. La muerte, en una ceremonia denominada ‘Despedida del Cuerpo’ donde los
elementos de la naturaleza (el agua, el fuego, la tierra y el aire) aportan riqueza y matiz en la honra fúnebre al ser querido.

Las almas que abandonaban el cuerpo se dirigían al norte de la Galia y, desde ahí, embarcaban hacia Bretaña. Esas
ánimas, cuando se iba la luz del día, llamaban con insistencia a las puertas de los marineros galos para que les embarcasen
rumbo a su nuevo hogar. Tocaban a sus puertas insistentemente (según el credo celta) hasta que estos se decidían a cruzar
el canal en naves fantasmagóricas; naves que, en la mitología de la región de Bretaña, llevaban el nombre de Bag An Noz
(barca de noche). Y ahí comenzaba la ceremonia el tránsito…

El ritual de la exposición de cadáveres:

Este ritual, destinado a los que morían en combate, consistía en depositar sus cadáveres en determinados lugares, para que
fueran comidos por lo buitres, considerados como intermediarios (psicopompos) entre el mundo de los humanos y el de
los dioses, ya que al mismo tiempo que descarnaban su cuerpo transportaban su espíritu directamente a la deidad celeste.
Este ritual era considerado más puro que la incineración, ya que evitaba el contacto con la tierra

El Ritual de la Incineración

El primer ritual era el usual, consistía en la incineración del cadáver con su ajuar en una pira funeraria o “ustrinum”. Una
vez finalizada la cremación, se recogían, previamente seleccionadas, las cenizas y restos óseos del difunto,
introduciéndolos en un hoyo o, previamente, en una urna o vasija de cerámica. Junto a ésta se depositaba al ajuar u objetos
personales del difunto, compuesto de armas, elementos de adorno y utensilios.

La tumbas, agrupadas en necrópolis o cementerios, podían estar señalizadas al exterior con una piedra o estela o una
cubierta tumular.

Característico de las tumbas celtas es la inutilización intencionada de los objetos personales o ajuar del difunto. Las armas,
útiles o adornos depositados en las tumbas aparecen doblados e inutilizados intencionadamente; con esta práctica se
trataba de evitar la separación del difunto de sus objetos personales, a través de su “muerte ritual”, de esta manera su
espíritu acompañaba al difunto al Más Allá, como exponentes de su propia identidad.

La existencia, en algunas tumbas, de restos óseos de animales jóvenes -cordero, potro- ha sido interpretada como la
porción de carne del banquete funerario perteneciente al difunto. También, en menor medida, se han encontrado en las
necrópolis celtas enterramientos simbólicos o cenotafios, en donde los animales sustituyen al cuerpo del difunto cuando
este fuera imposible de recuperar.
CELTAS Y LOS DRUIDAS
Los celtas con un armamento de mayor calidad y eficacia fueron los dueños de Europa en las batallas no tenían miedo a la
muerte, porque creían en la transfiguración de las almas. Desarrollaron un sistema religioso politeísta por una clase
sacerdotal omnipotente

DRUIDAS
DRUIDAS

Los celtas druidas, discípulos de los magos partieron de la India por un trayecto indirecto y finalmente abordaron Europa
tras diversas estancias y transbordos en Egipto y en Persia. Desde los bordes del Indo o del Ganges, trajeron unos sueños
de naturalismo. A su llegada de los celtas, en Europa había el culto a numerosos árboles. Sin embargo, pese a todos los
esfuerzos de los druidas, el antiguo culto a los árboles no pudo ser aniquilado por completo y tomaron la decisión de
adoptar uno excluyendo a todos los demás. Este árbol oficial, especie de altar verde donde venía Dios para manifestarse a
sus sacerdotes era un roble, un roble robusto y vigoroso, el rey de los bosques. Poco tiempo después esta costumbre iba a
invadir toda el área Céltica.

En la sociedad celta, eran muy respetados los druidas ya que poseían la ciencia de medicina, magia y de lectura y
escritura basada en el alfabeto sagrado oghámico. Tales conocimientos que hace más de 3.000 años nadie conocían, les
permitía ejercer de consejeros de los jefes o reyes. Los druidas estaban exentos de pagar tributos y de las actividades
guerreras, por lo que muchas familias enviaban a sus hijos a las escuelas druídicas para que fueran druidas: Estudiaban
astronomía, filosofía natural, derecho, literatura y mitología, y algunos tardaban veinte años en completar su formación. El
dogma principal de la doctrina druídica afirmaba que el alma era inmortal y por tanto, y que tras la muerte el alma de la
persona fallecida pasaba a otro cuerpo, en un proceso que llamaban de reencarnación, creencia extraña en las culturas
europeas de la época.

Los testimonios más antiguos que se conservan sobre los druidas se remontan al siglo III antes de nuestra era y
corresponden al escritor griego Posidonio; y de Julio César, contra los cuales lucho, ambos narran que a los druidas se
les rendían honores porque ellos se encargaban de los sacrificios, juzgaban las querellas privadas y públicas y dictaban
sentencias y a quien no acatara la sentencia, se le prohibía asistir a los sacrificios, que era la pena más grave. Entre los
druidas se elegía el gran druida, la máxima autoridad y cuando varios de ellos reunían los mismos méritos la elección se
realizaba en una asamblea, que podia terminar con enfrentamientos armados. Esta civilización se destruyó por el Imperio
romano, sin embargo la cultura persiste hoy en regiones europeas; en Galicia y Asturias regiones españolas y en Irlanda
con músicas y creencias de aquella época.

GAITEROS

GAITEROS
Los druidas se dividen en tres clases: los DRUIDAS propiamente dichos (Eubages, en Galia), filósofos y sabios, Incluso
magos si era necesario (porque entonces la magia no era más que la forma más superficial de la ciencia), quienes estaban
encargados de mantener los principios de la moral y de estudiar los secretos de la naturaleza: los ADIVINOS que al menor
soplo de viento sabían interpretar el lenguaje del roble sagrado por el murmullo de las hojas, el susurro de las ramas, un
crujido en el árbol, el retraso o la precocidad de su vegetación. y LOS BARDOS que eran los poetas dedicados al altar.

Plinio, el viejo, identificó etimológicamente la voz Druida con la voz griega “encina”, seguramente por la importancia de
este árbol en las actividades religiosas druídicas. La encina es un árbol que habla, tras escuchar el murmullo del viento
entre sus hojas los vaticinios de los adivinadores eran más seguros en los tiempos de los griegos.
os druidas eran mucho más que los sacerdotes de la religión celta. Su presencia era indispensable para numerosos actos
políticos y sociales. De una indudable elocuencia y sabiduría, estos hombres de roble mantenían su conocimiento a buen
resguardo bajo un alto secreto y transmitido solamente de forma oral.

Druidas, los hombres justos en la sociedad celta


Acerca de los druidas, tenemos poca información veraz, me temo, pero muchas historias de fantasía. Las dos fuentes
fidedignas con las que podemos contar son los textos mitológicos irlandeses y las de los escritores clásicos. Lo que está
claro, es que los druidas consiguieron que la religión se tornara de un carácter social y político, acercándola a las masas.
Además, sabemos con certeza que gozaban de una gran autoridad y de gran prestigio en la sociedad celta. César
reconocía en la sociedad celta la triple división en druidas, equites (caballeros) y plebeyos. También afirmaba que no
tenían que pagar tributos ni hacer el servicio militar.

“Nadie habla antes que el rey, pero el rey no habla antes que sus druidas”así nos muestran el Mesca Ulad ( La embriaguez
de los Ulad, texto de la mitología irlandesa sobre los habitantes de Ulster) el poder supremo de estos teólogos y filósofos
de la cultura celta.
“Nadie habla antes que el rey, pero el rey no habla antes que sus druidas”

Mesca Ulad

Significado de la palabra druida


La procedencia de la palabra “druida” estaba muy debatida hasta hace no mucho. Sabemos que fue Aristóteles el primer
autor en nombrar a los sacerdotes celtas con la palabra “druides” en el siglo IV a.C. Plinio supuso que el término griego
“druides” derivaba de drus, la palabra celta para roble. Según esto, los druidas serían “los hombres de roble”. Otros lo
relacionan con dru (cuidadoso, a fondo) y uid (saber).

Otra teoría, la más apoyada en los últimos tiempos, es que el término corresponde a druí, contracción de la palabra
druwid, del irlandés antiguo que significa “rico en conocimientos”.

Funciones de los druidas


Entre los conocimientos y funciones de los sabios druidas, están la magia, el uso de hiervas y aguas medicinales, la
astronomía (calendario de Coligny) ,la geografía, y todo lo concerniente a la naturaleza. También organizaban y presidían
los sacrificios. Para adquirir todo el conocimiento que les era necesario, iban a centros de sacerdocio donde aprendían
durante muchos años y de forma oral, porque como ya sabes, no dejaron palabra escrita. Lo que debemos considerar ahora
es el sistema de signos llamado ogam. Su uso, además de hacerse en piedras casi siempre funerarias, se atribuye a los
druidas. El ogam era considerado una puerta de acceso a profundos secretos y reservado a los sabios druidas.

La Religión druídica
Según César “Los druidas enseñan la doctrina según la cual el alma no muere, sino que después de la muerte pasa de uno
a otro”. Según esto, la religión de los druidas estaba basada en la transmigración de las almas. Esto demuestra sin lugar a
dudas la preocupación por el alma en la sociedad celta. El origen del alma, su destino y sobre todo la transformación de
ésta tras la muerte y en el más allá.

Categorías de druidas
Son los textos mitológicos irlandeses los que más información arrojan acerca de la jerarquía de la orden druídica. Existían
tres categorías sacerdotales dependiendo de las materias a las que se dedicaran. Eran los druidas propiamente dichos, los
ovates y los bardos. Había un druida que presidía a todos ellos que, aunque no mandaba, sí gozaba de una gran autoridad.

Druidas
Los druidas, la primera categoría, era la de los sacerdotes encargados de temas referentes a la religión, la justicia, la
educación y todo lo referente a la política.

Vates
Los vates también llamados ovates o ubagos, eran la segunda categoría de druidas. Se dedicaban a la adivinación. En
Irlanda eran llamados faith.

Bardos
Los bardos, la tercera categoría de druidas, eran los que se dedicaban a la poesía y la literatura. Tengo que decir que
bardos era como se les llamaba en la Galia pero en Irlanda, eran los filid (poetas). Además de dedicarse a las leyendas y
los poemas épicos y mitológicos, practicaban música con arpa. También se les atribuyen la medicina y la construcción de
casas y fortalezas.

Bosques: los templos de los druidas


Es bien sabido que los celtas estaban muy unidos a la naturaleza y sus lugares sagrados eran sencillos e integrados en ella.
Seguro que alguna vez has visto un cuadro o una escena donde los druidas están celebrando sus rituales en un bosque
sagrado. Así sucede en la litografía El bosque de los druidas, de Vincenzo Bellini o en Ceremonia druídica de Noël Hallé.
Este último he podido verlo en persona y es una pasada. Las pinceladas, los tonos azules y verdes agua tan bonicos…mira,
le hice una foto:
Druidas en procesión
Está en la Galería Nacional de Escocia, en Edimburgo.

Los Nemeton, lugares sagrados para la sociedad celta


El nombre que se daba a los santuarios o lugares de culto de los celtas dirigidos por los druidas era el Nemeton o nemeto,
un término galo cuyo equivalente gaélico es Nemed, que significa «sagrado». Nemeton, es también aplicado a otros
lugares de culto donde se reunían las tribus o Túath en celebraciones estacionales. Así, tenemos sitios como el famoso
Tara en Irlanda, donde nació la tradicional fiesta de Samhain, que sería un Nemeton. También se llamaban así a pequeños
santuarios o lugares sagrados.

Algunos ejemplos de estos lugares de culto son:

El Drunemeton de los gálatas en Asia Menor.


Nemetobriga en Galicia
Nemecatum en La Galia
Vernemeton en Gran Bretaña

Druidas en Stonehenge
Ya te conté en el artículo Stonehenge, los misterios del templo de piedra que esta construcción de la época prehistórica ha
estado muy unida al druidismo. No fue diseñado para ellos, ya que data de mucho tiempo antes de la llegada de los
druidas, pero fue utilizado por ellos. Pero nada menos que 2000 años después de su construcción.

druidas en Stonehenge

Sacrificios humanos: ¿leyenda o realidad?


Pues sí: los sacrificios humanos eran, al igual que para los nórdicos “necesarios” en algunas situaciones. Gracias a César
sabemos que los celtas, antes de enfrentarse a una batalla en la que podrían perder la vida o ante el peligro de morir por
una enfermedad grave, realizaban un sacrificio. Para evitar la muerte tenían que llevar a cabo dicho sacrificio, donde
daban una vida a cambio de la suya. Este sacrificio era llevado a cabo por un druida, como es obvio.

Otros sacrificios rituales celtas


En los casos donde el sacrificio fuera realizado en honor a un dios, mataban a la víctima asestándole un golpe en la
espalda con una espada. Otras veces les clavaban flechas o les crucificaban en un templo.

Estrabón afirmaba que nunca se procedía a llevar a cabo un sacrificio humano si no había un druida presente. Este,
realizaba adivinaciones mientras observaba como moría la víctima. También podían realizar augurios consultando sus
entrañas (y la manera en que caían). Suena raro, pero así es como lo cuenta Estrabón. Algo curioso es que este tipo de
adivinación era realizado por los druidas de la Hispania celta: entre los lusitanos.

Otra forma de sacrificio consistía en introducir a seres humanos y animales en un gran hombre de paja. En la película The
wicker man, inspirada en una comunidad wiccan, se celebra un sacrificio de este tipo.

Otro de los sacrificios llevados a cabo por los druidas era el que narra Plinio sobre el ritual de recogida de muérdago.
Después de cortar la planta, la llevaban en procesión en actitud de gran solemnidad con dos toros blancos a los que
sacrificaban a continuación en calidad de ofrenda.

El muérdago, la planta de los druidas por excelencia


Cuando hablamos del muérdago, sucede lo mismo que con Stonehenge: lo relacionamos mentalmente con los druidas.

El muérdago (Viscum álbum) ha gozado de mucha fama desde la antigüedad por poseer propiedades terapéuticas en
enfermedades nerviosas (Paracelso, Botánica oculta). Los druidas, en la época de lo que conocemos como Navidad,
celebraban por todo lo alto la recogida de bayas de muérdago, a las que se les atribuía un triple significado: el flujo de los
árboles, de los astros y de la fe de los asistentes a la ceremonia. Estos flujos se convertían en un poderoso condensador
magnético capaz de realizar curas maravillosas en casos casi imposibles.

Los druidas cortaban el muérdago con una hoz de oro consagrada, de una forma ceremonial y mística. Para ellos, esta
planta parásita, simboliza el sacrificio divino, el descenso del espíritu hacia la materia.
Plinio, en Historia Natural (XVII, 44) añade: “Sacerdos cándida veste cultus arborem scandit falce áurea demetit” lo que
se traduce a:

“Un sacerdote vestido de blanco, sube al árbol y corta el muérdago con una falce de oro.”

Plinio

Druidas llevando el muérdago

“The Druids: Bringing in the Mistletoe”


Esta obra muestra el rito que llevaban a cabo los druidas para portar el sagrado muérdago. Podéis ver a un grupo de
sacerdotes celtas con trajes ceremoniales ricamente decorados e insignias que avanzan por una empinada ladera en
solemne procesión. En la década de 1890 hubo un renacimiento del interés por el arte y el folclore celtas; la influencia de
esto se puede ver en el uso de patrones complejos entrelazados en las ropas de los sacerdotes y también en el elaborado
patrón del marco.
Henry y Hornel, los autores, eran miembros de un grupo de artistas llamados los Glasgow Boys que, a fines del siglo XIX,
revolucionaron la pintura escocesa. Esta pintura, que data de 1890, fue la primera en la que colaboraron los dos artistas.

La foto de esta obra la hice en el Museo Nacional de Escocia, en Edimburgo, (porque fui a ver la exposición “Celts, art
and identity” en 2016) pero pertenece al Museo Kelvingrove de Glasgow.

Awen: un símbolo de los druidas


Awen es un término que proviene de la lengua galesa y significa “inspiración poética”. En el mundo druídico es un
concepto que se atribuye a los bardos, la que hemos visto antes que es tercera orden druídica. En ella caben conocimientos
y aprendizajes como poeta, pero también de chamán, lingüista, filósofo, mago, sacerdote o historiador.

Historia Brittonum de Nennius es la primera obra escrita donde aparece la palabra Awen.Este texto latino del año 796 dC
aprox. está basado en escritos anteriores del monje galés Gildas. Después de referirse al rey Ida de Northumbria, quien
reinó desde 547 hasta 559, Nennius dice que:

“Entonces Talhearn Tad Awen ganó renombre en poesía”.

Esto mostraría que Awen existió ya como concepto cuando Diarmait mac Cerbaill aún reinaba como el último rey irlandés
semi-pagano de Irlanda, y solo un siglo después de la misión de San Patricio de convertir a los irlandeses al cristianismo.

awen, símbolo de druidas

El fin del druidismo


Magos, chamanes, videntes: los druidas han sido vistos de muchas formas y para el cristianismo, fue sobre todo una
amenaza. El fin de los druidas vino con la llegada del cristianismo a la Galia en el Siglo IV. En Gales se disiparon
rápidamente aunque sobrevivieron hasta bien entrada la Edad Media los bardos, dedicando su arte a las cortes
principescas. En cuanto a Irlanda, ya sabes que el cristianismo penetró de forma tardía, por lo que los druidas de la isla
esmeralda existieron hasta la mitad del siglo V. De esta manera, el druidismo desapareció por completo, lamentablemente.

Lo que nos queda de los druidas son algunos libros pero sobre todo manifestaciones artísticas que nos ayudan a recordar a
estos sacerdotes. Dedicados a la astronomía, la adivinación, la botánica, la filosofía, los hombres de roble han sido y
seguirán siendo inspiración para muchas historias venideras.

Fuentes consultadas

T.G.E. Powell, Los Celtas


Ramón Sainero, Diccionario de Mitología Celta
Miranda J.Green, The Druids
Henri Hubert, Los celtas

El significado de la muerte en el mundo celtibérico


La muerte y los dioses
Lo primero que podemos concluir es que la muerte era algo cotidiano para los celtas de la Península Ibérica,
especialmente por el ambiente guerrero en el que vivían y los constantes enfrentamientos ya fuera entre tribus o
posteriormente con púnicos y romanos. Por esta misma razón descubrimos una gran cantidad de divinidades
relacionadas con el mundo de los muertos e incluso especializadas, pues tenemos por ejemplo a Vaélico, el dios lobo,
encargado de guiar a los guerreros muertos hacia el Inframundo. Este mismo ejemplo nos deja ver que para los celtas
peninsulares la muerte no era el fin, ya que esperaban ser guiados hacia el Otro Mundo y con este fin rendían culto a estos
dioses entre los que encontramos psicopompos como Nabia o Airón y ctónicos propiamente dichos como Ataecina o
Endovélico.
La muerte y los guerreros
Sabemos también por fuentes romanas que los celtas de la Península Ibérica no parecían temer a la muerte: se lanzaban a
la lucha sin apenas protección buscando algunos la gloriosa muerte en la batalla, muchas veces elegían la muerte antes que
la rendición, juraban la devotio a sus caudillos… No sólo no tenían miedo sino que además parecían buscar una manera
heroica o cuanto menos honrosa de morir, ya fuera defendiendo lo suyo o protegiendo su honor. El tránsito hacia la
muerte era tan importante como la muerte en sí misma y estaba considerada parte de la vida, un paso más al que no temían
y para el que se sentían preparados, en especial si hablamos del ámbito guerrero. La creencia en la inmortalidad del alma
les hacía tener la certeza de que la muerte no era el final.
La muerte y las mujeres, los niños y los ancianos
¿Pero qué pasaba con aquellos que no luchaban, con los niños, mujeres y ancianos? Solían ser enterrados bajo los suelos
de las casas o incluso junto a las murallas de la aldea, suponiendo que ésta las tuviera, permaneciendo de esta forma cerca
de su familia y de la tribu y diferenciados de los lugares de enterramiento de los guerreros, quienes merecían un estatus
aparte. El hecho de tener cerca los restos de niños, mujeres y ancianos nos señala de nuevo esa creencia en la permanencia
del alma, pues parecían querer facilitar la estancia de las almas de sus familiares en su hogar.
En algunos casos observamos la existencia de necrópolis cercanas al poblado, siendo parte del día a día de los vivos que
podían interactuar con estos enterramientos por medio de oraciones, ofrendas o simplemente teniéndolos presentes gracias
a esta cercanía. Estas necrópolis solían situarse cerca de los ríos, siendo el agua la frontera entre la vida y la muerte, tanto
de forma metafórica como real. Recordemos que Nabia y Airón, las divinidades psicopompas, habitan en las corrientes
fluviales y en el fondo de las lagunas respectivamente.
De todo esto podemos deducir no sólo la creencia en Otro Mundo y en la continuidad del alma tras la muerte, sino
también la no existencia del temor a morir ni a lo desconocido. Tenían la certeza de que la Muerte no es el final sino otra
etapa de la Vida, un rito de paso hacia otro estado.
Bibliografía
CERDEÑA, Mª LUISA, “Arqueología funeraria celtibérica”, Historiae 2, 2005
NIETO RAMIREZ, CARLOS, “El mundo funerario de celtas y celtíberos en la Península Ibérica”, Revista de
Claseshistoria, Artículo nº 235, 2011
El origen oculto de Halloween, el ritual prohibido de los druidas celtas que Roma reprimió por su brutalidad
Ni calabazas, ni caramelos. Esta celebración tiene su origen en el Samagín, una festividad en la que se llevaban a cabo
sacrificios humanos para adivinar el futuro y -según la tradición- el mundo de los vivos y los muertos quedaba
irremediablemente conectado
Manuel P. Villatoro
Manuel P. Villatoro
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Actualizado:02/11/2017 15:30h
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Ni caramelos, ni calabazas sonrientes, ni niños felices. Lo que a día de hoy llamamos Halloween no guarda ninguna
relación con la fiesta en la que hunde sus raíces. Una celebración celta llamada Samhain o Samagín en la los druidas
rendían culto al dios de la muerte a través de la barbarie y la crueldad. De hecho, tan brutal era aquel festejo que, cuando
las legiones romanas llegaron a la antigua Britania, decidieron prohibir una buena parte de sus ritos.

Desde entonces, los retazos de aquella primitiva fiesta se han ido transformando a lo largo de los siglos. Tanto que, a día
de hoy, existen decenas de versiones sobre lo que ocurría en el Samagín. Lo que sí está claro es que en aquella fiesta los
druidas llevaban a cabo sacrificios humanos con el objetivo de adivinar el futuro. Algo que no resulta extraño atendiendo
a lo que el mismo historiador Cornelio Tácito señaló en sus escritos: «Consultaban a los dioses en las palpitantes entrañas
de los hombres».

Celtas y druidas
A día de hoy, se desconoce el momento exacto en el que el Samagín empezó a celebrarse. Tan solo se sabe que tenía
como protagonistas a los hechiceros britanos y que ya se practicaba antes de la conquista romana de las islas. La cual
comenzó con Julio César en el año 55 a.C. y acabó de materializarse en el 43 con Claudio. Independientemente de la fecha
concreta, todas las fuentes coinciden en que la fiesta giraba alrededor de los druidas, los sacerdotes del pueblo celta.
Un pueblo que, como bien señalan los autores John Ankerberg y John Weldon en su libro « Facts on Halloween», vivía en
el norte de Francia y las Islas Británicas. «Era un pueblo que practicaba las artes ocultas y adoraba a la naturaleza, a la que
atribuía cualidades animísticas o sobrenaturales», determinan los espertos.

El arqueólogo e historiador decimonónico Henri Hubert determina en su obra «Los celtas y la civilización céltica» la
importancia que tenían para este pueblo los druidas. Según sus palabras, eran un punto central sobre el que se apoyaba la
sociedad. De hecho, añade que la mencionada civilización se mantenía unidad -entre otras tantas cosas- gracias a ellos. La
razón principal era que se encargaban de contentar a los temidos dioses. «Eran una clase de sacerdotes expresamente
encargados de la conservación de las tradiciones», sentencia el experto.

Soldados romanos asesinando druidas


Soldados romanos asesinando druidas
Pero los druidas eran únicamente los guardianes de las temibles deidades, sino que también eran los médicos del pueblo.
Así lo afirma el divulgador histórico Manuel Velasco Laguna en « Breve historia de los celtas». Obra en la que explica
que basaban sus rituales de curación en las plantas que recogían en el bosque. Por si fuera poco, también hacían las veces
de cirujanos. «Los arqueólogos han encontrado herramientas muy similares a las usadas hoy en día con las que
practicaban cesáreas y trepanaciones», completa el experto.

Al parecer, esta mezcla de hechiceros y líderes espirituales se encargaban primero de buscar la razón de la dolencia
«detectando» las alteraciones a través de la piel para, posteriormente, solventar el problema expulsando -entre otras cosas-
con conjuros a los demonios del interior del cuerpo. «Silicio nos habla del canto druídico curativo refiriéndose a él como
una forma de apaciguar el alma y lograr que el enfermo se reestablezca de sus males», explica Pedro Palao en « El libro de
los celtas».

Samagín y Belenus
Como pueblo que basaba una buena parte de su existencia en la naturaleza, los celtas daban una importancia suma a los
ciclos estacionales. Para ellos, el año se dividía en dos grandes épocas: el invierno y el verano. La primera, asociada con la
muerte; la segunda con la vida. Y, para conmemorar el paso de una a otra, celebraban dos fiestas en honor a los
respectivos dioses a los que asociaban cada una de ellas. «Los celtas adoraban al dios sol (Belenus) especialmente en
Beltane, el primero de mayo. Y adoraban a otro dios, Samagín, el dios de la muerte o de los muertos, el 31 de octubre»,
determinan los autores de «Facts on Halloween» en su obra.

De la segunda fiesta que se llevaba a cabo en honor de esta deidad es de la que proviene el actual Halloween. Según
afirman la mayoría de las fuentes, el festival de Samagín duraba tres días y tres noches y en él se conmemoraba el «inicio
de la estación muerta del año, en la cual campos y seres vivos dormían a la espera de la próxima primavera». Al menos,
según lo eplica la doctora en historia Margarita Barrera Cañellas en su tesis « Halloween, su proyección en la sociedad
estadounidense».

Podría parecer que esta fiesta era entendida como una celebración de segunda categoría, pero nada más lejos de la
realidad. Al fin y al cabo, los propios druidasconsideraban al pueblo britano descendiente directo del dios de la muerte.
Con todo, tan cierto como esto es que existen autores partidarios de que Samagín era únicamente el nombre que se le dio a
la festividad, y no el de ninguna deidad. «De los 400 nombres de dioses celtas conocidos, el que más se menciona es el de
Belenus. Samagín, que es nombre específico del señor de la muerte, es incierto. No obstante, es posible que fuera la
principal deidad druídica», explican Ankerberg y Weldon.

Creencias
Las creencias de los druidas afirmaban que, en la noche del 31 de octubre, Samagín convocaba a los muertos para que
pasasen «al otro lado». Es decir, del mundo de los fallecidos, al de los vivos. Sin embargo, estos espíritus podían llegar al
«más acá» de dos formas diferentes atendiendo a si habían sido «buenos» o «malos» durante los últimos meses.

Si el dios consideraba que no habían cumplido con sus deberes, hacía que se reencarnasen en animales tras el ocaso. Por el
contrario, aquellos que habían obrado acorde a lo que quería la deidad eran libres de visitar a sus familiares con su forma
humana y pasar unas horas en sus antiguos hogares antes de regresar al limbo.

Además, la noche del 31 era considerada especialmente esotérica por los druidas. «Creían que el velo existente entre el
presente, el pasado y el futuro caía, siendo esta la razón de que se considerase como el momento más propicio para todas
las clases de artes mágicas y, en especial, las adivinatorias y de predicción sobre el nuevo año», completa la experta en su
tesis. Era, en definitiva, una jornada mágica en el sentido más literal de la palabra en la que el miedo a los muertos se
mezclaba con la esperanza de recordar a un familiar que hubiese dejado este mundo.

Y brutalidad
Durante las celebraciones, los celtas practicaban varios rituales. Uno de los más básicos era apagar todos los fuegos que
hubiese encendidos en las casas con dos objetivos. El primero era evitar que los espíritus errantes (los malvados) entrasen
en las viviendas al considerarlas frías. El segundo, simbolizar la llegada de la estación «muerta» y oscura del año. De esta
forma, los diferentes pueblos se quedaban totalmente a oscuras y solo eran iluminados por una cosa: las hogueras
gigantescas que los druidas encendían en las colinas.

«Los druidas o clase sacerdotal celta encendían nuevos fuegos centrales en las colinas como símbolo del renacimiento de
la Naturaleza y de la vida durante la noche de Samhain. En estos nuevos fuegos se quemaban principalmente ramas de
roble, árbol sagrado para los celtas, y ofrendas de frutos, animales e incluso seres humanos. Al día siguiente en las cenizas
y restos de huesos calcinados los druidas leían el futuro de la comunidad en el nuevo año que comenzaba», completa la
doctora en historia en su obra

Druidas britanos
Druidas britanos
Estas fogatas eran encendidas con todo tipo de objetos que los jóvenes reunían en los días previos a la celebración. ¿Cómo
lo hacían? Mediante una tradición que se mantiene en la actualidad: pidiendo materiales de casa en casa para la gran
hoguera.

Los fuegos eran un elemento central de la celebración, pues se creía que con ellos se lograba espantar a los espíritus
malignos que, enfadados por haber sido castigados por el dios de la muerte, se dedicaban a hacer tretas a los vivos. «La
gente se ponía grotescas máscaras y danzaba alrededor de la gran fogata pretendiendo que eran perseguidos por los malos
espíritus», completan los autores ingleses.

Con todo, las gigantescas fogatas y las máscaras no era lo único que primaba durante esta festividad. Además de todo ello,
esta fiesta era considerada un momento propicio para pedir por los espíritus de los fallecidos y para practicar la magia y
las artes adivinatorias. Esta última praxis era realizada por los druidas, quienes consideraban que podían averiguar el
futuro usando vegetales... o sacrificando seres humanos a los dioses. Una barbaridad que, a día de hoy, ha caído en el
olvido durante la noche de Halloween.

Adiós a Samagín
La barbarie de Samagín continuó hasta el siglo I d. C., cuando los romanos llegaron hasta Britania de manos de Claudio y
sus legiones Augusta, Hispana, Gemina y Valeria Victrix. Después de pisar tierras isleñas, estos «civilizaron» la festividad
erradicando los sacrificios humanos. En su lugar, cambiaron a los condenados por efigies. Posteriormente, y en un intento
de romanizar todavía más la celebración, la cambiaron por el festival de Pomona (en honor de la diosa de las manzanas y
el otoño). La fiesta aceptada, pero el pueblo jamás olvidó sus creencias.

Con el paso de los años, y usando como vía de entrada la civilización romana, la Iglesia Católica trató de dar una vuelta de
tuerca más al festival para acabar definitivamente con las creencias celtas. Así fue como, en el año 610, el Papa Bonifacio
IV instauró la fiesta de los «Mártires Cristianos» el 13 de mayo.

Druida britano, pintado en el siglo XVIII


Druida britano, pintado en el siglo XVIII - William Stukeley
«Esta medida no tuvo mucho éxito, por lo que en el siglo VIII d.C. el Papa Gregorio III, implantó la fiesta de los Mártires
Cristianos el día 1 de Noviembre, haciéndola coincidir de esta forma con la fecha de la celebración de Samhain, y más
adelante, el Papa Gregorio IV amplió esta celebración a todos los santos del panteón cristiano», añade la experta. En esos
años fue cuando se cambió el nombre del festival a «All Hallow's Eve», término que derivaría posteriormente en el actual
Halloween
Los Druidas
En esta oportunidad quiero escribir acerca de los sacerdotes que hicieron parte de la historia celta como lo fueron los
Druidas. Magos, eruditos, religiosos y sanguinarios; los druidas actuaban como enlace entre su combativo pueblo y los
dioses.

En el año 43, los romanos, bajo las órdenes de su general Claudio y tras dos desafortunados intentos preparaban la
invasión a Bretaña por tercera vez. Sometieron a una gran parte del país y con especial interés devastaron la isla de Mona.
Esta era llamada la Roma de los Celtas isleños. Como centro espiritual, albergaba sus templos más importantes.
Todos los lugares donde se celebraban los sacrificios fueron asolados, y lo que no destrozaron fue pasto de las llamas.
Quizás este fue el momento en que entró en liza Lovernious, el príncipe druida quién sería conocido casi 2000 años más
tarde como el hombre de Lindow.
Los arqueólogos deducen que pudo ser que pudo ser mandado a Mona como refuerzo contra los romanos, pero llegó
demasiado tarde; ya que los bosques sagrados estaban cubiertos de nubes de polvo negro. Tropezaba por doquier con los
cuerpos descuartizados de sus compañeros druidas. Este suceso también determinó su destino. Abandonó Mona con
discreción para entregarse en Lindow, donde encontraría la muerte en un tétrico ritual, destinado a aplacar la ira de los
dioses.
De acuerdo con un estudio criminológico del suceso, ha revelado que el sacerdote se dejó atar y se arrodilló
voluntariamente ante le hacha. Los ejecutores, también sacerdotes, lo agarraron por los brazos y lo sentaron sobre el
taburete. Su cabeza pendía sobre una marmita de metal; sus desmadejados brazos rodeaban sis rodillas. En aquel
momento, alguien debió clavarle una daga en la garganta, pues la sangre fluyó al recipiente, donde fue recogida.

El sacerdote era la principal autoridad espiritual de este pueblo, del que los primeros hecho conocidos datan del año 300
A.C. Tanto su origen como su conciencia de pueblo son discutibles. Lo único cierto que se sabe de ellos es que, desde su
cuna en Baviera y Bohemia, se extendieron hacia Francia, España e Inglaterra. En el año 287 A.C. conquistaron Roma y
llegaron hasta Asia Menor, donde se establecieron entre Ankara y Pérgamo.

Los celtas, a pesar de no tener la capacidad de fundar un verdadero estado, sí eran capaces de transmitir miedo y terror a
todo el mundo que se interpusiera en su camino. Es así, que en numerosas pinturas aparecen como musculosos atletas
pelirrojos o albinos que, semidesnudos y en medio salvaje griterío, se abalanzan sobre sus adversarios, como poseídos por
una fuerza sobrenatural.

El historiador romano Tácito, describe los acontecimientos ocurridos en Mona de la siguiente manera: "Allá permanecía
una fila del frente enemigo, una densa franuja de hombres y armas, En medio corrían mujeres hechas una furia,
desgreñadas y vestidas con las ropas de los muertos, que portaban antorchas. Los druidas lanzaban terribles maldiciones
que alcanzaban el cielo. Este atípico momento desconcertaba de tal manera a los soldados, quienes experimentaban la
paralización de sus miembros, o continuas lesiones. Cuando su general los alentó, se lanzaron al combate, derribando todo
con lo que se topaban y echándolo al fuego de sus propias antorchas.

Los druidas eran eruditos, filósofos de la naturaleza y magos. Poseían conocimientos sobre astronomía, matemáticas,
medicina, botánica y diversas prácticas que consternaban a la población, como la toma de contacto con los dioses y
demonios.

Una vez al año, todos los druidas se reunían en una asamblea general. Su punto de encuentro era el Ombligo de la Galia,
el monasterio que hoy recibe el nombre de San Benedicto, cerca de Orleans. Allí hablaban de derecho y manipulaban el
pasado y el futuro, el transcurso de los años los misterios de la naturaleza.
Los druidas celtas eran a un tiempo universidad, iglesia y tribunal constitucional. Esto les daba un prestigio, pero a su vez
se les exigía el máximo de inteligencia y sabiduría.

Los druidas, sabían leer y escribir, y se servían de la escritura griega para despachar los asuntos oficiales. Pero transcribir
los secretos del propio pueblo era considerado como pecado original.

Dios Taranis
La palabra druida, viene de Drus, que en griego significa roble, y de la voz indogermana wid, sabiduría. Es decir, el sabio
del roble. Su significado se basa en que los druidas celebraban sus ritos en robledales, considerados sagrados. En
determinadas cuestiones encontraban en ellos la última palabra, como jueces supremos. Según el historiador romano,
Plinio el Viejo, los celtas celebraban una gran fiesta el sexto día de cada mes. Druidas vestidos de blanco subían a los
robles para cortar ramas de muérdago como una hoz de oro, y acto seguido las depositaban sobre paños blancos. Después
eran sacrificados dos toros, también blancos.

El muérdago era hervido en pócimas muy extrañas, destinadas a proporcionar a los hombres una fuerza sobrenatural. Ellos
estaban convencidos de que ésta hierba les protegería del rayo y la magia negra. Este poder distaba mucho de ser real; sin
embargo, garantizaba gran prestigio a los hombres quienes manipulaban el vegetal.

El escudo druida era una hoz de oro, la cual ha llegado a gozar en muchas ocasiones de más fuerza y significado que
muchos de los símbolos de los poderes paganos.

Una de las mayores tareas de los sabios del roble, era de convencer a los guerreros de la inmortalidad de su alma, por
medio de los sacrificios y rituales mágicos. Al igual que en otras religiones, los sacerdotes druidas intentaban consolar a
sus fieles de su invitable muerte. Es posible que les prometieran una mejor vida después de la muerte ó una reencarnación.
Para ellos, la vida tenía el valor de un bien para vaciarse de un recipiente a otro, hasta conseguir mantener en orden la
relación divino-terrenal. El asesinato no era el único delito que perturbara la paz de los dioses celtas. A veces, también se
enojaban por otros motivos, y entonces era el Estado el que intervenía en los sacrificios sin seguir proceso alguno,
quemando a personas y animales en cestos gigantescos.
Los celtas estaban tan seguros de la inmortalidad de su alma, que a veces aplazaban sus deudas más allá de la muerte. Por
ello, se lanzaban masivamente al combate. Querían morir como héroes.

Para finalizar, creo que cada cultura, inspira e impulsa a otra... queiro decir que todo viene de un origen, nada de crea de la
nada. Todo tiene un por qué, un dónde, un cuándo. Los druidas, son ese ejemplo de cultura, filosofía, religión,
pensamiento el cual se ha infundado a través de los siglos. No todo lo que creemos es lo que parece. Siempre lo que
quizás estamos creyendo viene de otro lado, inspirado en un momento de la historia. Como le dijo un prisionero celta a
Alejandro Mango: "Nada nos puede asustar, excepto que el cielo se nos caiga encima".

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