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1 '
1
• 1 ••
AGRADECIMIENTOS ...................................................................
..................... 7
PRESENTACIÓN.......................................................................
.......................... 13
•.
INTRODUCCIÓN.......................................................................
.......................... 35
Teorías sobre }a
acción social
colectiva ...............................................................
38
:1 ¿y América Latina
qué?...............................................................................
....... 56
• 1
1
El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Barcelona: Ariel, 1971, pág. 11.
38 Mauricio Archila Neira
2
Esta sección es una versión corregida y aumentada de nuestro ensayo
"Poderes y contestación (reseña teorico-metodológica)", 6
Controversia, No. 173, diciembre de 1998, págs. 30-49.
!bid., pág. 30.
3
71
Véase, por ejemplo, la ya clásica síntesis de Jean Cohen, "Strategy or
ldentity: New Theoretical Paradigms and Contemporary Social Un resumen
de este tipo de acercamiento en Martín Tanaka, "Elementos para un análisis de los
movimientos sociales". Análisis Político
Movements", Social Research, Vol. 52, No. 4, invierno de 1985, págs. 663-
716. No. 25,
mayo-agosto de 1995.
'
~ara. esta parte n~s apoyamos en el análisis de Joe Foweraker, Theorizing Social
Movements. Londres: Pluto Press, 1995. Es signi-
8
4
Punto señalado por Alberto Melucci, en quien nos basamos para esta parte
(Acción colectiva, vida cotidiana y democracia. México:
El Colegio de México, 1999, págs. 27 -29). Una ampliación del aporte de
Park en Enrique Laraña, La construcción de los movimientos flc~tl~o el
paralelism? que se pres~nta ~ntre la evoluci.~n de la teoría económica y la de los
movimientos sociales. Las preguntas son
sociales. Madrid: Alianza, 1999, capítulo 1. Sobre el tema de la
racionalidad de los actores sociales volveremos en el último capítulo.
pract1camente l~s ~~s~as: la racionalidad de la aCCion, el costo-beneficio, el peso
del individualismo en las decisiones 0 de su
5
Alberto Melucci, Acción colectiva ... , pág. 28.
con!rap.arte, las mst1tU~10nes (Osear Rodríguez, "Economía institucional, corriente
principal y heterodoxia", Revista de Economía
vos actores sociales en los años setenta: los movimientos urbanos. Para
En forma paralela, en Europa surgió otro tipo de lectura que no compartía
Manuel éastells, la ciudad no era solo un espacio de producción sino tam-
la explicación de la acción colectiva por medio de intercambios estratégi-
bién de consumo. Aunque los conflictos urbanos eran estructuralmente
cos entre adversarios. El horizonte de los movimientos sociales no se redu-
"secundarios", pues no ponían en tela de juicio en forma directa el modo
cía al cálculo instrumental en el marco del sistema imperante. No solo
de producción dominante, coyunturalmente podían reflejar la contradic-
había metas difíciles de negociar, al menos en el co~to plazo (para' el am-
ción principal. Este malabarismo teórico estaba destinado a recalcar que
bientalismo o el pacifismo), sino que algunos movimientos perseg1l:~?JJ.tam
los movimientos urbanos no estaban relegados al reformismo porque "con-
bién la construcción de identidad (tal era el caso de movimientos étnicos o
trovierten el orden establecido a partir de las contradicciones específicas
de género). Surgió así el llamado paradigma de la construcción de identi-
de la problemática urbana" .11 Esas contradicciones brotaban del consu-
dad o de los "nuevos movimientos sociales".
mo colectivo, la defensa de la identidad asociada con el territorio y la
Manuel Castells, Movimientos sociales urbanos. México: Siglo XXI, 1988, págs.
3y113-114. Véase también La ciudad y las masas.
12
9 Véase La revolución teórica de Marx. México: Siglo XXI, 1967.
Jean Lokjine, El marxismo, el Estado y la cuestión urbana. México: Siglo XXI, 1979
y Jordi Borja, Movimientos sociales urbanos.
Buenos Aires: CIAP, 1975. Con el tiempo estos autores fueron incorporando las tesis
de Castells. Borja, por ejemplo, en un texto posterior
10 La obra de Althusser tuvo ecos en América Latina por medio de
divulgadores como la chilena Martha Harnecker, cuyo libro Conceptos
dirá: " ... los denominados movimientos urbanos, generados apartir de múltiples y
heterogéneas contradicciones urbanas, modifican
elementales del materialismo histórico vendió más de setecientos mil
ejemplares, según Jorge Castañeda (La utopía desarmada.
de forma más o menos sustancial esta estructura" (Estado y ciudad. Barcelona: PPU,
1988, pág. 188).
Intrigas, dilemas y promesas de la izquierda en América Latina Bogotá:
Tercer Mundo, 1994, pág. 208).
42 Mauricio Archila Neira
IDAS Y VENIDAS, VUELTAS Y REVUELTAS 43
norteamericano. 17
La metáfora base-superestructura sobre la que se apoyaban estas reflexio-
nes había sido radicalmente cuestionada en los· años sesenta por los his-
Otro de los intelectuales que bebió de las fuentes del marxismo pero pron-
toriadores marxistas británicos, inspirados a su vez en Antonio Gramsci.
to emprendió un camino propio fue Alain Touraine. 18 Para el sociólogo
Áunque no se trata de una escuela de pensamiento homogénea -algunos
francés, los actores sociales dejan de ser elementos marginales o, cuando
prefieren designarla como una "tradición teórica"-, es claro que autores
más, funcionales al sistema vigente, para convertirse en agentes de un
como Eduard Palmer Thompson, Georg e Rudé y el mismo Eric J. Hobs-
conflicto en el que luchan por el control y la orientación de la sociedad.
bawm rompieron con la lectura economicista de la acción humana y se
Aunque en un principio Touraine sigue muy de cerca el paradigma mar-
remontaron a explicaciones ideológicas, morales y culturales. 13 El estudio
xista de enfrentamiento de clases, para los años ochenta amplía el campo
de las rebeliones preindustriales, también llamadas "primitivas" por Hobs-
de conflicto y entra de lleno en una reflexión sobre los movimientos socia-
bawm, respiraba todavía el dualismo vigente en Occidente en los años
les.19 Estos se definen por tres principios: identidad o autorreconocimien-
cincuenta y sesenta, que oponía lo tradicional a lo moderno en una bús-
to del actor; oposición o caracterización del adversario; y totalidad o supe-
queda incesante del progieso. 14 Esto es válido para científicos sociales
ración de lo particular hacia lo más general. Con Touraine se da una rede-
cercanos a estas posturas, como Barrington Moore en su análisis de las
finición de la conflictividad social en la búsqueda de un sentido de la ac-
revoluciones campesinas y la construcción de la democracia, y James Scott
ción que no yace en la lógica instrumenta1 de la sociología norteamerica-
en sus asertos sobre la ruptura de las economías morales y la rebeldía en
na ni en el determinismo económico del marxismo ortodoxo. Las dimensio-
el sudeste asiático. 15 A pesar de ello les cabe el mérito de renovar la mira-
nes culturales y simbólicas son elementos sustanciales en la lucha por el
da de los actores sociales, a los que consideraron agentes activos y no
control de bienes y por la orientación de la sociedad por parte de los acto-
meros entes pasivos o reactivos de los acontecimientos históricos que en-
res sociales.
frentaron. Si esta opción los alejó del estructuralismo, también fueron crí-
ticos -en diverso grado- del voluntarismo leninista, por cuanto no creían
A pesar de los indudables logros de la sociología de la acción, en dicha
que hubiera una sola forma de conciencia de clase sino rnás bien que ella,
concepción aparecen algunos problemas que limitan sus alcances. 20 Todo
como las clases mismas, era resultado de procesos históricos. 16 Se ali-
parte del determinismo de sabor estructural que subyace en la centrali-
mentaba así la concepción histórica de actores que no respondían a esen-
dad que se le atribuye a la historicidad. En cierta forma ella antecede a
cias preestablecidas sino á una dinámica de construcción de identidades.
la acción social, la determina sin ser afectada por ella. Por esa vía se
limita el campo de conflicto y se oscurece la relación entre lo material y
13
Harvey J. Kaye, Los historiadores marxistas británicos. Zaragoza: Prensas
Universitarias, 1989.
17
14
Estamos de acuerdo con Boaventura de So usa Santos cuando señala que, así el
marxismo hoy no esté de moda, sigue siendo un pilar
Eric Hobsbawm, Los rebeldes primitivos. Barcelona: Ariel, 197 4, pág.
317.
19
trabaja no propiamente la resistencia sino el resentimiento meramente
reactivo que difícilmente deriva en un desafío público que Véase
América Latina:políticay sociedad. Madrid: Espasa-Calpe, 1989. Allí define los
movimientos sociales "por la lucha de un actor
alimente la solidaridad (Sidney Tarrow, Power in Movement. Social
Movements, Co/lectiveAction and Politics. Cambridge: Cambrid- social
contra un adversario por el control de los principales recursos de una sociedad o
por la dirección del proceso histórico de
ge University, 1997, pág. 103).
desarrollo" (pág. 205).
16 E. P.Thompson, La formación histórica de la clase obrera en Inglaterra.
2volúmenes. ~t{rcelona: Crítica, 1987. 20
El gran exponente de esta nueva tesis es sin lugar a dudas Charles Tilly,
A comienzos de los ochenta había, por tanto, dos paradigmas teóricos
quien se nutrió tanto de la sociología norteamericana como de los historia-
sobre los movimientos sociales que respondían a distintos contextos
dores británicos. Su modelo teórico, aunque ha ido variando con el tiempo,
políticos y culturales, inspirados a veces por el funcionalismo pero es-
tiene un planteamiento básico: toda relación -Estado y ciudadanos, o sis-
pecialmente por el marxismo. En Europa occidental, donde había exis-
tema político y movimientos sociales- está constreñida por elementos ex-
tido un gran consenso socialdemócrata y una gran tradición de movili-
ternos a ella -por ejemplo, el capital para la primera, o la oportunidad
zación clasista p.asta los años ochenta, los movimientos sociales apa-
política para la segunda-. Estos elementos, por lo general estructurales,
recían como intentos por construir identidades nuevas. En Norteaméri-
no determinan la relación, pero sí la limitan. De ahí que para Tilly sea más
ca, donde no existió tal consenso sino más bien uno de corte liberal, los
importante estudiar lo que permanece ql1e la apariencia de cambio. Ello
movimientos sociales se explicaban por la habilidad para movilizar
además le permite lanzar las miradas de ·larga duración de las que hace
recursos y ganar representación política. 22 Pero más que enfatizar las
gala. 25 Aunque recientemente dice estar abandonando el materüilismo que
diferencias de enfoque, nos interesa resaltar su complementariedad,
lo alimentó en sus primeros análisis históricos en aras de un análisis rela-
como lo hizo Jean Cohen en su momento: los europeos desarrollaron
1
21
Su eurocentrismo es evidente apesar del conocimiento que tiene del
subcontinente: "Lejos de la imagen occidental de movimientos
sociales que dirigen unas formas de intervención política, que se
traducen ellas mismas por una acción del Estado, en América Latina 25
es la intervención del Estado lo que determina unos actores políticos
qué, a su vez, dirigen la acción de movimientos sociales Charles
Tilly, Roads from Past to Future. Lanham (Maryland): Rowman and Littlefield, 1997.
débilmente integrados y la mayoría de las veces heterónomos" (América
Latina ... , pág. 164). 26
Peter Eisinger, el padre no reconocido parece ser Robert Merton, quien habló de
estructuras de oportunidad ("Caught in aWinding,
"Strategy and ldentity ... ", págs. 663-664.
Snarling Vine: The Structural Bias of Political Process Theory", manuscrito de
marzo de 1998 nota 4, pág. 5).
24
Foweraker, Theorízíng ... , pág. 21.
27
As Socíology Meets Hístory. New York: Academic Press, 1981, en especial los
capítulos 5 y 6.
46 Mauricio Archila Neira
IDAS Y VENIDAS, VUELTAS Y REVUELTAS 47
Power in Movement... Tarrow llega adecir que esta visión constituye un nuevo
paradigma que reemplazaría alos ya acuñados en
historiador-sociólogo.
Europa o Norteamérica (págs. 82-83).
30 Muchas de las cuales en su momento Tilly ha incorporado, en una muestra
de honestidad no muy frecuente. El describe su trayectoria 33
normas que son reflejo de la interacción entre los seres humanos. Ambas
34
·Hay aplicaciones creativas de estas categorías, como la de Jack Hammond
sobre los conflictos agrarios contemporáneos en Brasil.
Roger Chartier, On the Edge ofthe Cliff. Baltimore: The Johns Hopkins University,
1997, capítulo 8.
50 Maurido Archila Neira
48
trazan los límites de la acción individual. Como tal, el individualismo me-
sociedad Para Mouffe y Laclau los m_ovímientos
todológico toma forma reciente en la llamada elección racional, muy em-
les -esas convergencias de sujetos que encarnan de la
parentada con la teoría de los juegos. 44 Dicha elección supone metodológi-
camente que todo fenómeno social pasa por los individuos con la intención
45
C(íf~ca a la modernidad. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1994, págs. 205
y 232. Por senderos teóricos y políticos
Similares, Jürgen Habermas enuncia que la colonización del mundo de la vida (que
incluye ala subjetividad) por poderes económicos
48
43 Según Martín Tanaka, esta última postura tiene su fuente, como suele
suceder con el grueso de la teoría sociológica, en Max Weber, En su
análisis del feminismo dice Mouffe que "la 'identidad' de un sujeto múltiple y
contradictorio es por tanto siempre contingente
identificación. Es, por tanto, imposible hablar de un agente social como si fuera
una entidad unificada y homogénea" (The Return ... ,
44 No en vano Jan Estler es uno de sus defensores, según Tanaka ("Elementos
... ", pág. i 2). pág. 77). La
traducción de las citas textuales en inglés es obra del autor de este libro, ano
ser que se indique lo contrario.
52 Mauricio Archila Neira
IDAS Y VENIDAS, VUELTAS Y REVUELTAS 53
53
49
Véase, por ejemplo, al sociólogo español Enrique Laraña, La construcción ... , cap.
5. Él pr~pone una definición operativa de los
54
Hegemony. Cambridge: Harvard University, 1997.
52
movimientos sociales que no responde al ideario modernizante que hasta el momento
se les ha asignado. Así ellos serían formas
Entrevista aAijaz Ahmad en Santiago Castro yotros, Pensar (en) los
intersticios. Bogotá: Universidad Javeriana, 1999. Esta acusación de acción
colectiva que apelan a la solidaridad, explicitan un conflicto social y rompen los
límites del sistema en que se producen
de un giro a la derecha es similar a la que Habermas hace del
posmodernismo en The New Conservatism ... (pág.
79).
54 Mauricio Archila Neira
IDAS Y VENIDAS, VUELTAS Y REVUELTAS 55
rios descritos por Tilly y Tarrow que de los nuevos movimientos sociale~.
Es el sicoterapeuta y sociólogo italiano Alberto Melucci quien mejor ha
Agrega, sin embargo, un rasgo que perfila mejor la acción colectiva con-
concebido recientemente la construcción de identidades colectivas. 57 Es-
temporánea: la oscilación entre el individualismo y la apelación ~la natu-
tas no resultan de la sumatoria de motivaciones individuales, como tam-
raleza. 61
poco de condiciones estructurales, aunque incorporan ambas dimensio-
nes. Las identidades son resultados históricos que distan de esencias<pre-
Ya decíamos que Melucci es crítico de los análisis que buscan explicar las
determinadas. Señala también que en dicha construcción coexisten per-
acciones colectivas a partir de condiciones económicas o de oportunida-
manencias y cambios. Además, adelanta que la identidad es algo relacio-
des políticas. Sin embargo, al insistir en la primacía de lo simbólico cae en
nal, pues implica un mínimo reconocimiento del antagonista. En situacio-
otro extremo igualmente criticable: el reduccionismo cultural. Basta recor-
nes extremas de represión o de desintegración social, las identidades se
dar su caracterización de los movimientos sociales contemporáneos para
fraccionan o se vuelven muy rígida8-~remiten a esencias preestablecidas-,
percibir los riesgos de su postura, que lo hace deslizarse hacia un velado
con lo que pierden su función orientadora y legitimadora de la acción. In-
esencialismo en la comprensión de las identidades colectivas y a un ses-
siste en que identidad, acción colectiva, movimientos sociales, cultura y
gado énfasis en los aspectos defensivos de la acción colectiva. 62 Pero hay
muchos de los conceptos que usan los teóricos son categorías analíticas y
otro elemento teorico-metodológico que nos llama la atención y que ya
en ese sentido no corresponden a "cosas reales" .58
aparecía en Giddens: mientras Melucci se declara anti-estructuralista -
Véase Challenging Codes ..., Parte 11, capítulos 5a1O, titulada precisamente
"Contemporary Collective Action". Son muchos los autores
Action in the lnformation Age. y The Playing Self, ambos publicados en
Cambridge: Cambridge University, 1996. que
perciben lo ambiental como el nuevo horizonte de la acción social colectiva.
Boaventura de So usa Santos, por ejemplo, dice: " ..
59 La preocupación sobre los nuevos fenómenos de la informática en la
construcción de identidades es también compartida por Manuel al
final de siglo, la única utopía realista es la utopía ecológica y democrática" (De
la mano de Alicia ... , pág. 47).
Castells en su más reciente libro. The Power of ldentity. Oxford:
Blackwell, 1997. Esta obra es el segundo volumen de la serie publicada 62
Así lo sugiere cuando señala, por ejemplo, que ante la amenaza de cambio la gente
se une' para defender una identidad previamente
por el autor titulada The lnformation Age: Eéonomy, Society and Culture.
El énfasis de este segundo volumen, como el título lo sugiere, establecida.
Claro que en el transcurso de la movilización las identidades se transforman,
porque se suman otros actores con nuevas
está en los movimientos sociales. El interés del autor no es teórico y
más bien busca mostrar que de la crisis general del mundo actual, demandas
(Challenging Codes ... , pág. 296).
sometido al choque entre globalización eidentidades particulares, pueden
surgir nuevas formas de protesta yde poderes alternativos.
63
De manera provocativa (o provocadora) señala que de los fundamentalismos
religiosos y de los movimientos nacionalistas oterri- Se trata de
un análisis de la interacción de cuatro sistemas: el productivo (económico), el de
toma de decisiones (político), el que
toriales están brotando las nuevas identidades que pueden producir
sujetos con proyectos alternativos de sociedad.
gobierna el intercambio (organizativo) y el de la reproducción de la vida cotidiana
(cultural).
56 Mauricio Archila Neira
IDAS Y VENIDAS, VUELTAS Y REVUELTAS 57
68
69
En el fondo este debate es reflejo de las posturas ante el papel de los movimientos
sociales en el sub continente. Tilman Evers, por
ejemplo, los mira como la alternativa para recrear la política y la sociedad; por
tanto, postula su autonomía ("ldentity... "). Autores como
Foweraker (Theorizing ... ) yAssies ("Of Structured ... "), al creer en una acción
politizada que institucionaliza alos movimientos sociales,
América Latina los movimientos sociales han sido débiles, en la medida en que los
Estados nacional-populares desaparecen, los
76 De la mano de Alicia ... , pág. 162. De hecho, según él, la pregunta por
la identidad es una pregunta que surge en la modernidad. · actores
sociales logran mayor autonomía ("De la mañana de los regímenes nacional-populares
a la víspera de los movimientos
Una versión preliminar de esta sección fue presentada al Tercer Observatorio Socio-
político convocado por el CES en el mes de mayo
America", en David Slater (editor), New Social Movements and the State
in Latin America. Amsterdam: Cedla, 1985). Era un llamado, de 2000 y
publicada bajo el título "Vida, pasión y ... de los movimientos sociales en
Colombia", en Mauricio Archila y Mauricio Pardo
con cierta acogida entre \a intelectualidad latinoamericana, auna
contra~cultura apolítica que hacía eco al sesgo señalado.
{éairotesJ, M6Vitnient6s sociafes;ESlado Ydemocracia. Bogotá: CES~Icarih-, 2001,
págs.16-47.
78 W. Assies, "Of Structured ... ", pág. 88. El problema de la autonomía de
los movimientos sociales parece ser específico de América 81
o:
una interpretación de esa historia como toda cronología lo es. Agu1sa de
ejemplo vean se la~ propuestas de Francisco Roux yCnst1na
Escobar ("Una periodización de la movilización popular en los setentas",
Controver~ta, No. 125, ~ 985) ~ 1~ ~as elaborada de
Leopoldo Múnera (Rupturas y continuidades ... ). En ambos casos se
postula un protagonismo campesmo apnnc1p1os de los setenta,
86
seguido de un resurgimiento obrero amediados del mismo decenio para.
pasar luego al auge cívico de los ochenta.
Nac1onal, 1969 y de Robert Dix, Colombia, the Política/ Dimensions of Change. New
Haven: Yale University, 1967.
83
Una crítica del discurso desarrollista en Arturo Escobar, Encountering
Deve/opment. The Making and Unmaking ofthe Third World. 87
Princeton: Princeton University, 1995.
En esto coinciden los autores de la obra editada por Bernardo Tovar, El marxismo en
Colombia. Bogotá: Universidad Nacional, 1984.
84
Uno de ellos, Gabriel Misas, recuerda que "en la Universidad Nacional( ... ) se
podían contar, en el lapso 1960-1965, únicamente
Véanse, como ejemplos de los dos extremos, los trabajos del padre Joseph
Lebret (director de la Misión de Econom.ía y Humanismo), tres profesores
marxistas" (pág. 213).
Estudiossobre las condiciones de desarrollodeColombia.-Bogotá: Aedita,
1958 y de Orlando F-als Borda, Campesmos de los Andes. 88
Estudio sociológico de Saucio (Boyacá). Bogotá: Punta de Lanza, 1978.
En nuestro balance historiográfico ilustramos esta aseveración con estas cifras: de
351 textos revisados, 156 se referían ala clase obrera.
85
D~ estos, dos fuero.n escritos antes de los sesenta, ocho en los sesenta, 38 en el
decenio siguiente y106 en los ochenta ("Historiografía ... ",
Un texto representativo de esta primera aproximación, que cuenta además
con una importante base empírica, es el de Miguel Urrutia, pag. 267). L~s
mejores ejemplos de la tendencia marxista-leninista son Ignacio Torres Giraldo, Los
incontormes, 4volúmenes. Bogotá:
Historia del sindicalismo en Colombia. Bogotá: Universidad de Los Andes,
1969. Margen
Izquierdo, 1973 y Edgar Caicedo, Historia de las luchas sindicales en Colombia.
Bogotá: Suramérica, 1977.
64 Mauricio Archila Neira
92
nuestra evolución, la meta seguía siendo un desarrollo entendido como
El primer texto de Daniel Pécaut (Política y sindicalismo en Colombia. Bogotá: La
Carreta, 1973) hace eco de esta Visión, en especial
en la Introducción.
progreso de corte material, con los países centrales como modelo. En tér-
93
ante la lógica implacable de un capitalismo que no tenía patria. De los dos autores
véase Luchas obreras y política laboral en Colombia.
ses concebidas aisladamente, a un conjunto de sectores populares sumi-
Bogotá: La Carreta, 1978.
dos en condiciones de atraso precisamente por el desarrollo capitalista
94
95 Así ocurrió con los trabajos pioneros de Medófilo Medina, "Los paros cívicos
en Colombia (1957 -1977)", Estudios Marxistas, No.
89 El análisis de clase solía ser el inicio de toda investigación sobre
actores sociales. Algunos esfuerzos de este tipo para el movimiento 14,
1977, págs. 3-24, y de Jaime Carrillo, Los paros cívicos en Colombia. Bogotá: Oveja
Negra, 1981. El primero designó alos paros
estudiantil pueden observarse en Jaime Caycedo, "Los estudiantes y las
crisis políticas", Documentos Políticos, mayo-junio de 1979 cívicos
como una modalidad de huelga de masas, con gran presencia sindical. El segundo
desarrolló más la hipótesis de la crisis
y "Conceptos metodológicos para la historia del movimiento estudiantil
colombiano", Estudios Marxistas, No. 27, 1984. Algo similar urbana
para explicar la movilización ciudadana, pero reiteró el peso sindical. Sería Pedro
Santana quien refutaría esa última aprecia-
hizo para el magisterio Laureano Coral, Historia del movimiento
sindical del magisterio. Bogotá: Suramérica, 1980. En el caso de los ,
ción y quien insistiría más en la hipótesis del desarrollo desigual (Desarrollo
regional y paros cívicos en Colombia. Bogotá: Cinep,
pobladores véase, del Grupo José R. Russi, Luchas de clases por el
derecho ala ciudad. Medellín: 8 de junio, s.f.
1983). Años después Medina publicó un libro que recogía los pr[ncipales hitos
deJasJlLcbas que se dLeron en las ciudades
90 La heterogeneidad de los cívicos saltaba alavista, p¡¡ro no e_stªba
au_sente en _oíros mo'limientos.comúnme11tevistos como-homogé-
colombianas durante el siglo XX, pero no es propiamente un análisis de los
movimientos urbanos (La protesta urbana en Colombia
neos. Tal hallazgo fue claro para los campesinos en la obra de León
Zamosc, Los usuarios campesinos Yla lucha por la tierra. Bogotá: en el
siglo XX. Bogotá: Aurora, 1984).
Cinep, 1982.
96 Medófilo Medina no había hecho esta sumatoria en su seminal artículo, cosa
que sí realizaron Carrillo y sobre todo Santana. Un
91 Arturo Escobar, Encountering Development ... , cap. 2. Un texto
representativo de esta postura teórica en nuestro medio fue el de Mario
estudio estrictamente urbano fue el de Gilma Mosquera, "Luchas populares por el
suelo urbano", Estudios Marxistas No. 22,
Arrubla, Estudios sobre el subdesarrollo colombiano. Bogotá:
Estrategia, 1963:
1982, págs. 20-51.
66 Mauricio Archila Neira
lación entre las esferas social y política. Por la misma vía se duda de la
participación ciudadana. En una clara continuidad con el momento ante-
99
pureza de los actores sociales y de su ilimitada capacidad de autonomía.
rior, se postulaba que estaba surgiendo la simiente de un poder popular.
percibir que los movimientos sociales no son revolucionarios per se. Las
con los que se examina la realidad en los ochenta son bien diferentes. Ya
rivalidad entre las elites, como ocurría en el siglo XIX y parte del XX, sino
abrigo de teóricos neomarxistas ya mencionados. 100 Pero definitivamente
101
como demanda de las más disimiles capas sociales de provinéia. 102 A la
quien más inspira a los investigadores criollos es Alain Touraine . Como
En este terreno ~obr~;alen los cuidadosos estudios sobre los conflictos agrarios de
dos colombianistas norteamericanos: Catherine
99 En un apresurado artículo, C3milo González llegó adecir que la
movilización de principios del gobierno de Betancur era "la auténtica
LeGrand, Colomzac10~ y protesta campe~ina ~npolombia, 1850-1950. Bogotá:
Uoiversidad Nacional, 1988, yMichael Jiménez,
expresión de la forma~ión deurrpod_er popular que tiene la
potencialidad de convertirse en la base i~l+tiJGiGRaldeun contrapoder"
Struggles on an lntenor Shore. Manuscnto prox1mo aser publicado, 2000.
("Poder local y la reorganización de la acción popular",
Controversia, No. 121, 1984, págs. 75-76). La apuesta por la construcción 103
En uno de los trabajos representativos de esta reflexión, Clara Inés García afirma
que la región es una construcción en la que tiene que
de un poder popular estaba en la agenda de movimientos políticos de
izquierda como ALuchar, el Frente Popular y la misma Unión v~r mucho
la forma como se estructuran y resuelven los conflictos sociales (El Bajo Cauca
antioqueño: Cómo ver las regiones. Bogotá:
Patriótica (Marta Harnecker, Entrevista con la nueva izquierda.
Managua: Centro de Documentación y Ediciones Latinas, 1989). Cmep-
lner, 1993).
100 Véase Pedro Santana, Los movimientos sociales en Colombia. Bogotá:
Foro, 1989. 104
Un li?ro que refleja_ e~ta tendencia~ que asu vez es un trabajo de síntesis de la
acción política de izquierda es el compilado por Gustavo
101 Ejemplo de ello es el texto de Javier Giralda, La reivindicación
urbana. Bogotá: Cinep, 1987. Gallon,
Entre movtmtentos y caudtllos. Bogotá: Cinep-Cerec, 1989.
68 Mauricio Archila Neira
IDAS Y VENIDAS, VUELTAS Y REVUELTAS 69
minorías étnicas han sido las que han recibido mayor impulso
En cuanto al tema que venimos desarrollando, los signos de los tiempos
investigativo. 108 De ellas, especialmente de los indígenas, se resalta la afir-
presentes son bien contradictorios para actores e intelectuales, por lo que
mación de su diferencia y la obtención de espacios territoriales para con-
se requieren nuevos análisis. Aunque a veces se incorporan afanosamente
solidar su identidad. 109 La dimensión de género ha contado con dos cana-
modelos teóricos de lós países centrales, en general predomina un intento
les de expresión entre la intelectualidad colombiana: el estudio de los
de lectura entre desencantado y realista, que tal vez nos ofrezca una ima-
movimientos de mujeres o feministas como tales, y su presencia en los
gen más acertada de ia acción social colectiva en Colombia. Veamos las
"viejos" movimientos sociales, especialmente en la clase obrera. En la pri-
últimas vertientes investigativas que obran en consonancia con las bús-
mera vertiente se llega a hablar de una metodología feminista que supera
quedas teóricas y políticas de actores e intelectuales en la coyuntura del
cambio de siglo.
106
El problema organizativo de los actores sociales ha suscitado algunas
Así se percibe para el caso de la Acción Comunal que ha vivído un proceso de
creciente autonomía con relación al Estado, especial-
mente en los ochenta, pero siguen siendo asociaciones para reivindicaciones básicas
muy ligadas alos poderes locales y con una
reflexiones desprendidas de las concepciones entusiastas del pasado. Hay
pertenencia muy difusa. Véase Camilo Borre ro, "Acción comunal y política estatal
¿un matrimonio indisoluble?", Documentos Oca-
quienes afirman que existe una buena base organizativa en la sociedad
sionales, No. 57, Cínep. 1989. Beatriz López de Mesa ha estudiado la acción comunal
en Antíoquía desde la perspectiva de movimiento
Excepciones son los estudios sobre clase obrera de fines de los ochenta y
principios de los noventa de Charles Bergquíst, desde una
109
Son numerosos los ensayos sobre este tema. Aguisa de ejemplo mencionamos los de
María Teresa Fíndjí ("Movimiento social ycultura
1os Según cálculos de Rocío Londoño, para 1993 tendríamos casi 4' 500.000
colombianos vinculados aesas asociaciones (Una visión política: el caso
del movimiento de autoridades indígenas en Colombia", Ponencia al VIII Congreso de
Historia, Bucaramanga, 1992),
de las organizaciones populares en Colombia. Bogotá: Fundación Social-
Viva la Ciudadanía-UPN, 1994, págs. 40-47). Otro balance Christian Gros
(Colombia indígena. Identidad cultural y cambio social. Bogotá: Cerec, 1991 ),
Peter Wade, (Gente negra, nación
organizativo pero referido a Bogotá es el de Osear Alfonso, Noríko
Hataya y Samuel Jaramíllo, Organización popularYdesarrollo mestiza.
Bogotá: Universidad de Antíoquía-lcan-Uniandes-Siglo del Hombre, 1997) y Arturo
Escobar y Álvaro Pedroza (Pacífico:
urbano en Bogotá. Bogotá: Universidad Externado, 1997.
¿desarrollo o diversidad? Estado, capital y movimientos sociales en el Pacífico
colombiano. Bogotá: Cerec-Ecofondo, 1996).
IDAS Y VENIDAS, VUELTAS Y REVUt:LTAS 71
70 Mauricio Archila Neira
119
120
Por esta vía va el ensayo de José L. Sanín, "La expresión política de las
organizaciones sociales: una tendencia de reconstrucción de
111 Parte de este esfuerzo se debe ala creación de una Asociación de
Estudios Urbanos y Regionales (Aciur), que realiza encuentros las
prácticas políticas", en Varios, Nuevos movimientos políticos: entre el ser y el
desencanto. Medellín: IPC, 1997.
bianuales. Uno de ellos produjo los dos volúmenes ya citados de La
investigación regional y urbana en Colombia ...
72 Mauricio Archila Neira
IDAS Y VENIDAS, VUELTAS Y REVUELTAS 73
la acción social colectiva más allá del estrecho marco reivindicativo y de las
Con esta referencia concluimos nuestro balance sobre la producción aca-
demandas estrictamente materiales se nos vuelve un imperativo.
démica en torno al tema de los movimientos sociales en Colombia. ¿Qué
lecciones podemos extraer para orientar nuestra investigación?
De esta forma podemos plantearnos la tarea de hacer una nueva síntesis
130
dinámica de construcción de consenso y no de imposición por la fuerza. La _
ciudadanía.
acción armada es externa a la social, no tanto porque persiga fines políticos
(como a veces lo pueden hacer los movimientos sociales), sino por los medios
Por último, suponemos una cierta permanencia en el tiempo por parte de
violentos de los que hace uso. Otro es el problema de su presencia en una
los movimientos sociales. Ello quiere decir que trascienden las meras res-
sociedad violenta con1o la nuestra y de sus relaciones concretas con actores
puestas puntuales y se proyectan en el tiempo más allá de la coyuntura.
sociales, que son de tanta fluidez como las existentes entre éstos y el
sistema
Curiosamente, ésta es la parte más frágil de nuestra definición cuando se
político. En una mirada histórica es posible percibir que en fases iniciales
de trata de
aplicarla al caso colombiano, pues, por factores que analizaremos
un conflicto social se acuda a la violencia defensiva por condiciones propias
- luego, la
permanencia no ha sido una de las características de nuestra
ésta es la definición más amplia de un movimiento de autodefensa-, pero
acción social colectiva.
cuando se hace opción explícita de la búsqueda de poder por medio de las
armas -como hicieron las guerrillas revolucionarias de los 60 y 70, o los
para- Por esa
razón acudimos a un concepto que es más fácil de aprehender en
militares de hoy día- estamos ante otra dinámica, que no es la de los
conflic- el
seguimiento cotidiano de los conflictos: las protestas sociales. Son ac-
tos sociales. 131 Esto nos lleva al terreno de definiciones operativas, en
donde ciones
sociales de más de diez personas que irrumpen en espacios públi-
distintos niveles del Estado o entidades privadas. 133 Como salta a la vista,
12 9 Max Weber, Economy and Society. Vol.l, Berkeley: University of
California, 1978, pág. 22.
130 América Latina ... , págs. 320-322.
132 Así lo postulan Claus Offe, "New Social Movements: Challenging the Boundaries
of lnstitutional Politics", Social Research, Vol. 52, No.
131 Hay momentos en que los movimientos sociales acuden aformas de acción
directa que la gran prensa designa "violentas", tales como 4,
invierno de 1985, págs. 858 y ss, y Ernesto Laclau, "Los nuevos movimientos
sociales y la pluralidad de lo social", Revista Foro,
pedreas, motines oasonadas. Sin duda allí hay violencia, como la
puede haber en menor medida en un bloqueo o en ~~a huelga con
No. 4, noviembre de 1987, pág. 7.
toma de fábrica, pero es una violencia no buscada por principio sino
surgida como resultado temporal de la confrontac1on con fuerzas
133 El número de diez personas como mínimo para considerar colectiva una acción
es convencionalmente aceptado por los analistas de
del orden. El tipo de violencia utilizada por los actores sociales es
bien distinta de la provocada por una toma guerrillera oparamilitar,
así los agentes del Estado y las elites tiendan aconfundirlas con el
fin de penalizar la protesta. los
movimientos sociales.
IDAS Y VENIDAS, VUELTAS Y REVUELTAS 77
76 Mauricio Archila Neira
135
los otros, incluidos los medios de prensa revisados, percibieron ese acto.
Como dice un analista argentino, "la visibilidad se juega en el campo ri-
Algunas precisiones adicionales se imponen para aclarar el panorama de
val, única forma de ser vistos" .136 Son los antagonistas quienes fijan mu-
nuestra investigación. La dinámica de la acción social propende a la auto-
chas veces los contornos de la protesta social y aun las definiciones de lo
nomía de los actores sociales, así no siempre estén en capacidad real para
rarse del campo de juego sin haberlo pisado, cuando de lo que se trataba
137
Para Leopoldo Múnera, "la acción, la práxis social no se mueve solo en el eje de
las clases ytenemos que asumir ese desafío" ("Actores
tos más bajos de la sociedad. En ese sentido, clases sociales tendremos
Yclases sociales", en Jaime Caycedo yJairo Estrada (compiladores), Marx vive.
Bogotá: Universidad Nacional, 1998, pág. 265).
140
por n1ucho tiempo y ellas seguirán siendo fuente de identidades, pero, es
Aun para los países cenirales la distinción es discutible. Ludger Mees,
refiriéndose al caso europeo, sostiene que la distinción es más
de las sociedades que los originan que de ellos mismos. Muchos viejos movimientos
eran antes como hoy son los nuevos. La metáfora
141
138
En ese sentido nos apartamos de los teóricos europeos que como Claus Offe insisten
en la superación del análisis de clase por los
Coincidimos con Boaventura de So usa Santos en la centralidad que
todavía desempeña en nuestras sociedades periféricas la esfera
movimientos sociales (Partidos políticos ... , págs. 196-197).
productiva -o, en sus términos, el "espacio-tiempo" de la producción-.
Esto ratifica la vigencia de un cierto análisis de clase, pero, 142
como también lo señala el sociólogo portugués, no implica que esté al
orden del día la lucha de clases bajo la vanguardia del Héctor L.
Moncayo insiste en la capacidad explicativa de la categoría clase social, máxime si
se la desprende de la teleología de sujeto
proletariado, como se entendió desde fines del siglo XIX y parte del XX
(De la mano de Alicia ... , capítulo 12). histórico
que, asu juicio, es ajena al marxismo ("Las clnses sociales, fenomenología
ehistoricidad", en Jaime Caycedo y Jairo Estrada
146
doras que lo hacen pensar en la categoría gramsciana de "sentido común" (¿Qué hacer
con los pobres? Elite y sectores populares
143 Así lo señalan casi todos los participantes en un debate que tuvo
lugar aprincipios de los años noventa en Perú Yque fue publicado
en Santiago de Chile, 1840-1890. Buenos Aires: Sudamericana, 1997, pág. 204)
por Alberto Adrianzen y Eduardo Bailón (editores), Lo popular en
América Latina Wna visión en crisis? Lima: Deseo, 1992 (véanse, 147
''Los sectores populares urbanos como sujetos históricos", Proposiciones, No. 19,
1990, pág. 270. Eduardo Bailón retrata así la
por ejemplo, págs. 105 y 118).
búsqueda del sujeto histórico en América Latina: "en un principio era el
proletariado; y habitó entre nosotros. Después los movimientos
144 Peter Burke señala que después de siglos de divorcio entre la cultura
de elites y la popular, son los romáticos europeos quienes
sociales, el movimiento popular -así en singular- oel protagonismo popular (... j y
siempre el afán y la ilusión de la transformación
descubren ala segunda, con intenciones no muy revolucionarias (Popular
Culture in Ear/y Modem Europe. Londres: Harper, 1978).
radical de un orden fundamentalmente injusto; la búsqueda de actores sociales que
devienen en actores políticos" (Lo popular en
149
Escritos políticos. México: Cuadernos Pasado y Presente, 1977, pág. 359.
Aquí está implícita una concepción de Estado, sociedad
civil yhegemonía que en su momento discutiremos.
150
lbid., p. 361. Metodológicamente Gramsci remite aestudios monográficos,
por ser los más apropiados para reconstruir el pasado.
Otra cosa son los Estudios Subalternos y su derivación poscolonial.
Aunque parten de la matriz gramsciana, sus resultados son
diferentes, como ya hemos mostrado.
151
La metodología utilizada en la construcción de la base de datos se
explica con detalle en el mencionado Apéndice.
152
La selección del periodo de estudio se explica en el capítulo primero.
153
El científico Carl Sagan, en su obra póstuma, destaca los aportes de la
cuantificación y señala que tenerle miedo "supone limitarse,
renunciar auna de las perspectivas más firmes para entender y cambiar el
mundo" (Mi/es de millones. Madrid: Ediciones B, S.A.,
2000, pág. 35).