Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Se refieren a las causas derivadas de las crisis políticas que suelen presentarse en ciertos
países. Muchas personas que temen a la persecución y venganza políticas abandonan un
país para residenciarse en otro o, al menos, intentan abandonarlo, aunque a menudo
pueden llegar inclusive a perder la vida cuando se trata de regímenes totalitarios.
Cuando las personas emigran por persecuciones políticas en su propio país se habla de
exiliados políticos, como sucedió en el caso de los españoles que huían de la
persecución del gobierno franquista después de la Guerra Civil española. Ejemplos de
este último caso lo representan Juan David García Bacca y Pablo Vila Dinarés así como
muchos otros que se dirigieron a otros países. En Venezuela se produjo en diversas
ocasiones el mismo proceso de exilio, pero en sentido inverso a la inmigración de los
exiliados españoles y de otros países: el caso de Andrés Eloy Blanco podría señalarse
como ejemplo.
Son las causas fundamentales en cualquier proceso migratorio. De hecho, existe una
relación directa entre desarrollo socioeconómico e inmigración y, por ende, entre
subdesarrollo y emigración. La mayor parte de los que emigran lo hacen por motivos
económicos, buscando un mejor nivel de vida. La situación de hambre y miseria en
muchos países subdesarrollados obliga a muchos emigrantes a arriesgar su vida (y hasta
perderla en multitud de ocasiones), con tal de salir de su situación.
Constituyen una verdadera fuente de migraciones forzadas, que han dado origen a
desplazamientos masivos de la población, huyendo del exterminio o de la persecución
del país o ejército vencedor. La Segunda Guerra Mundial en Europa (y también en
Asia), así como guerras posteriores en África (Biafra, Uganda, Somalia, Sudán, etc.) y
en otras partes del mundo, han dado origen a enormes desplazamientos de la población
o, como podemos decir también, migraciones forzadas. mas naki kentaky
De todos modos ninguna de las sociedades ricas puede prescindir de los inmigrantes
porque amplios segmentos de los mercados de trabajo solo pueden emplear inmigrantes,
ya que ni aún los más descalificados trabajadores nativos están dispuestos a desempeñar
ciertos empleos.
[editar] Perspectivas
Las situaciones sociales generadas por las migraciones son difíciles y muy complejas,
especialmente en los momentos actuales. Sin embargo, una idea fundamental debe
resaltarse: el fenómeno de la migración debe atenderse tanto en el lugar o país de
emigración (origen) como en el de inmigración (destino). Los países desarrollados
resultan favorecidos con la situación de atraso del mundo subdesarrollado: tienen
mercado para su producción, consiguen precios muy bajos para sus importaciones de los
países pobres, su moneda es más estable porque se aprovechan de la mayor inestabilidad
en los otros países, etc. Y así sucesivamente.
Por otra parte, la desigualdad social y económica ha venido creciendo de una manera
exagerada en el último medio siglo, tanto si nos referimos a la que existe entre los
países como la que existe entre las personas y grupos sociales. El aumento del bienestar
socioeconómico (es decir, del nivel de vida de la población) en los países ricos implica
una enorme carga económica en los países más pobres porque son aquellos los que se
benefician más del crecimiento del comercio mundial y del abaratamiento relativo de
los productos agrícolas, y ahora industriales, de los países más pobres. El aumento de
los precios del petróleo es una manifestación de esta situación: los países desérticos del
Medio Oriente y de África tienen miles de km. de oleoductos y gasoductos (inclusive
entre países enfrentados entre sí) y, en cambio, no tienen ni siquiera una cantidad mucho
menor de acueductos, a pesar de que el agua es mucho más cara y necesaria que los
hidrocarburos. Por otra parte, en los países del Sahel se podría impulsar el desarrollo
agrícola de muchas zonas desérticas con acueductos por tubería procedentes de las
regiones ecuatoriales, donde se encuentra el río Congo, que es el segundo en el mundo
por su caudal. Pero ello parece una utopía, no por razones técnicas, sino por motivos
políticos, culturales y comerciales.
Además, hemos de tener en cuenta que hoy en día se puede llegar en muy poco tiempo,
a la superproducción en casi cualquier ramo de la economía, tanto agrícola (café,
azúcar, bananas y otras frutas, etc.) como industrial (máquinas, automóviles, camiones,
autobuses, textiles, productos electrónicos, etc.) y, aunque esa superproducción tiene
lugar en muchos países pobres, los precios bajos de dichos productos (por dicha
superproducción) favorecen, evidentemente, a los más ricos.
Por otra parte los países desarrollados siguen una política dual frente a las migraciones
provenientes de los países no desarrollados, promoviendo y fomentando la inmigración
de científicos, técnicos, personal capacitado, empresarios, artistas y deportistas (fuga de
cerebros en el país de origen), agravando así aún más el subdesarrollo, y extremando las
restricciones para la inmigración de trabajadores no calificados.
Como se afirma en el Informe Final del Encuentro Regional de Expertos sobre "La
Migración Internacional y África" (Gaborone, Botswana, 2-5 de junio, 1998), "La
migración internacional se considera, generalmente, desde un punto de vista negativo;
por tanto, hay una urgente necesidad de 'reconceptualizarla', porque constituye una
aportación positiva importante para la transformación y el cambio social y
económico...". Esta reflexión se refería a África, pero no vamos a dudar en extender su
aplicación al resto del planeta.
Los países de origen que son pobres cuentan con las remesas de los trabajadores
emigrantes para sostener la economía local, mientras los países de destino cuentan
con la mano de obra barata para seguir produciendo y manteniendo sus propias
industrias, y para reemplazar en los trabajos domésticos a las mujeres que han
entrado a formar parte de la fuerza laboral.
Las mujeres entran, siempre en mayor número, a formar parte de las filas de los
migrantes internacionales, en beneficio de las familias donde trabajan y en menoscabo
de las familias que dejan en la patria. Contratadas con frecuencia como trabajadoras
no cualificadas, o para el servicio doméstico, las mujeres son más vulnerables a la
violencia y a la violación de los derechos humanos y laborales, que a menudo no se les
reconocen. Ellas constituyen también una gran parte de los flujos de refugiados. Junto
con los niños, son las víctimas más frecuentes del tráfico ilícito de comercio humano.
Por el temor a una llegada masiva de migrantes, acentuado por el 'síndrome del 11 de
septiembre', los países ricos industrializados han aumentado los controles de
seguridad en las fronteras y hacen cumplir con severidad las leyes sobre inmigración.
Esto ha producido una proliferación de agencias de empleo que logran grandes
ganancias explotando las esperanzas de los "pobres" migrantes. Y lo peor es que ha
desencadenado la migración ilegal de los que no pueden cumplir con los requisitos. El
resultado de todo esto es el aumento de las ganancias de los contrabandistas y
traficantes de personas. La Unión Europea ha intentado luchar contra esta plaga social
tratando de introducir una legislación que castigue, no sólo a los traficantes y
contrabandistas, sino también a los que 'compran' sus “productos”.
La grave crisis económica, las calamidades naturales, la violencia, los conflictos
raciales, la inestabilidad política y las guerras han llevado a la migración forzosa
y han producido refugiados, personas desplazadas y migrantes por motivos
económicos. Todos ellos, por su parte, han contribuido a la formación de
sociedades multiculturales y multiétnicas que han enriquecido el patrimonio
cultural de los países receptores; han transformado incluso pequeñas y aisladas
comunidades en realidades pluralistas e interculturales.
No obstante, los migrantes son víctimas con frecuencia de la discriminación
racial, de la xenofobia y de otras formas de intolerancia. Esto ha agregado un
ulterior sufrimiento a sus vidas, ya de por sí desdichadas. Es necesario por lo
contrario reconocer en las personas de otras culturas la obra de Dios, tarea no
fácil, y pasar de la simple tolerancia de los demás a un verdadero respeto por sus
diferencias. Sin embargo, el respeto debe ser recíproco, y los inmigrantes están
llamados a cumplir las leyes del país que los acoge.
Si puedo manifestar una expectativa, sin pretender ser futurólogo, diría que un día el
ideal de hermandad universal se realizará también gracias a la contribución del
fenómeno migratorio. Los cristianos debemos recordar que ya actualmente, como
afirma el Santo Padre en su Carta apostólica Novo Millennio Ineunte (n. 49-50), "nadie
puede ser excluido de nuestro amor, desde el momento que 'con la encarnación el Hijo
de Dios se ha unido en cierto modo a cada hombre'. Ateniéndonos a las indiscutibles
palabras del Evangelio, en la persona de los pobres hay una presencia especial suya, que
impone a la Iglesia una opción preferencial por ellos (...). Son muchas, en nuestro
tiempo, las necesidades que interpelan la sensibilidad cristiana. Nuestro mundo empieza
el nuevo milenio cargado de las contradicciones de un crecimiento económico, cultural,
tecnológico, que ofrece a pocos afortunados grandes posibilidades, dejando no sólo a
millones y millones de personas al margen del progreso, sino a vivir en condiciones de
vida muy por debajo del mínimo requerido por la dignidad humana (...). El panorama de
la pobreza puede extenderse indefinidamente (...). Es la hora de una 'nueva
imaginación' de la caridad, que promueva no tanto y no sólo la eficacia de las ayudas
prestadas, sino la capacidad de hacerse cercanos y solidarios con quien sufre, para que
el gesto de ayuda sea sentido no como una limosna humillante, sino como un compartir
fraterno".