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(Aurelius Augustinus o Aurelio Agustín de Hipona; Tagaste, hoy Suq Ahras, actual Argelia, 354 - Hipona, id., 430) Teólogo latino,
una de las máximas figuras de la historia del pensamiento cristiano. Excelentes pintores han ilustrado la vida de San Agustín
recurriendo a una escena apócrifa que no por serlo resume y simboliza con menos acierto la insaciable curiosidad y la constante
búsqueda de la verdad que caracterizaron al santo africano. En lienzos, tablas y frescos, estos artistas le presentan acompañado
por un niño que, valiéndose de una concha, intenta llenar de agua marina un agujero hecho en la arena de la playa. Dicen que
San Agustín encontró al chico mientras paseaba junto al mar intentando comprender el misterio de la Trinidad y que, cuando trató
sonriente de hacerle ver la inutilidad de sus afanes, el niño repuso: "No ha de ser más difícil llenar de agua este agujero que
desentrañar el misterio que bulle en tu cabeza."
María Rafols es una estrella más en esa constelación de mujeres fuertes, urgidas por el amor a Dios y a sus preferidos, los más
pobres y necesitados de la sociedad, que aparece y brilla en ese siglo XIX español, tan convulso y agitado por enfrentamientos y
odios.
Pionera en España de la Vida Religiosa apostólica femenina, es fundadora, junto con el P. Juan Bonal, de las Hermanas de la
Caridad de Santa Ana.
Biografía
Catalana de origen, de Vilafranca del Penedès, su aventura empieza el 28 de diciembre de 1804 en Zaragoza, a donde llega entre
un grupo de doce Hermanas y doce Hermanos de la Caridad. El P. Juan Bonal los ha reunido en Barcelona para servir a los
enfermos del Hospital de Nuestra Señora de Gracia, respondiendo a la llamada de la Junta que lo rige.
Viajan en carros, desde Barcelona, dejando atrás para siempre su tierra y su familia. Al atardecer de ese 28 de diciembre llegan a
Zaragoza. Una primera visita al Pilar, para poner en manos de la Señora aquella nueva y arriesgada misión. Y desde allí al Hospital,
aquel gran mundo del dolor donde, bajo el lema Domus Infirmorum Urbis et Orbis, Casa de los enfermos de la ciudad y del mundo,
se cobijan enfermos, dementes, niños abandonados y toda suerte de desvalimientos.
Es un mundo complejo y difícil. María Rafols, Superiora de la Hermandad femenina a sus 23 años, tiene que enfrentarse a una
tarea que parece muy superior a sus fuerzas: poner orden, limpieza, respeto y, sobre todo, dedicación y cariño a aquellos seres,
los más pobres y necesitados de su tiempo.
Y lo hizo muy bien. Dicen las crónicas que “con mucha prudencia y discreción”. Los Hermanos ni pudieron superar la carrera de
obstáculos y a los tres años ya habían desaparecido. Las Hermanas se quedan y aumentan en número. M. Rafols sabe sortear los
escollos con prudencia, caridad incansable, y un temple heroico que ya empieza a despuntar.
Es una mujer decidida, arriesgada, valiente. Se presenta, con algunas Hermanas, a examen de flebotomía, ante la Junta en pleno,
para poder practicar la operación de la sangría, tan frecuente en la medicina de su tiempo, buscando siempre el mejor servicio al
enfermo. Esto, en su época y en una mujer, era algo casi inconcebible.
En los sitios de Zaragoza, durante la Guerra de la Independencia, su caridad alcanza cotas muy altas, especialmente cuando el
Hospital es bombardeado e incendiado por los franceses. Entre las balas y las ruinas expone su vida para salvar a los enfermos,
pide limosna para ellos y se priva de su propio alimento. Y cuando todo falta en la ciudad, se arriesga a pasar al campamento
francés, para postrarse ante el Mariscal Lannes y conseguir de él, atención para los enfermos y heridos. Atiende a los prisioneros,
e incluso intercede por ellos, logrando en algunos casos su libertad.
Desde 1813, Madre Rafols aparece al frente de la Inclusa, con los niños huérfanos o sin hogar, los más pobres entre los pobres.
Allí pasará prácticamente el resto de su vida, derrochando amor, entrega y ternura. Es el capítulo más largo de su vida, más
escondido, pero sin duda el más bello. Será la madre atenta de aquellos niños por los que se desvive hasta su ancianidad. Su
presencia se hace insustituible para lograr el buen orden y la paz en ese departamento, uno de los más difíciles y delicados del
Hospital. Sigue además los pasos de los niños que se crían fuera, a cargo del mismo Hospital, o se dan en adopción, defendiéndolos
y aún recogiéndolos cuando entiende que no son bien cuidados y tratados.
A M. Rafols le alcanzan también las salpicaduras de la primera guerra carlista, con un coste de dos meses de cárcel y seis años
de destierro en el Hospital de Huesca, con la Hermandad fundada en 1807, semejante a la Zaragoza, a pesar de que la sentencia
del juicio la declaraba inocente. Sigue la suerte de tantos otros desterrados por las más leve sospecha o denuncia calumniosa.
Pero cárcel, destierro, humillación, calumnia, sufridos con paz y sin una queha, le hacen entrar de lleno en el grupo de los que
Jesús llama dichosos: los perseguidos por causa de la justicia, los pacíficos, los misericordiosos. A su regreso, vuelve sencillamente
a la Inclusa, con los niños que no saben de guerras ni odios, pero que intuyen el amor.
Muere el 30 de agosto de 1853, próxima a cumplir 72 años y 49 de Hermana de la caridad. Su muerte es un reflejo de su vida:
serenidad, paz, cariño y agradecimiento a las Hermanas, entrega definitiva al Amor por quien ha vivido y se ha gastado sin reservas,
dejando a sus hijas la gran lección de la CARIDAD SIN FRONTERAS, en la entrega día a día. Una caridad que no muere, que no
pasa jamás.
El P. Juan Bonal es ante todo un gran apóstol de la caridad, mendigo de Dios en favor de los más desvalidos de la sociedad de su
tiempo, misionero incansable por los más diversos lugares de la geografía española, en una entrega radical y heroica.
Biografía
Nace en Terradas (Gerona) el 24 de agosto de 1769, en una familia de hondas raíces cristianas. Tiene una buena formación
intelectual para su época, encaminada al sacerdocio, a pesar de su condición de heredero, como primogénito de la familia, según
la costumbre del país. Emprende sus estudios de Filosofía en la Universidad Sertoriana de Huesca, de Teología en Barcelona y
Zaragoza.
Se presenta en Reus (Tarragona) a las oposiciones convocadas por el Ayuntamiento para las dos aulas de Gramática y es aprobado
para profesor de una de ellas. Allí residirá durante siete años, los cinco últimos ordenado ya de sacerdote. Es allí donde nace esa
vocación de caridad y entrega hacia los marginados de su tiempo, hacia las necesidades que palpaba cada día en su entorno.
Junto a la enseñanza, realiza una intensa actividad caritativa y apostólica: visita enfermos y encarcelados, atiende a niños y jóvenes
abandonados.
La caridad con los más pobre y desamparados de su tiempo le atraerá de tal manera, que llegará a renunciar a la enseñanza para
dedicarse de lleno al servicio de los enfermos en el Hospital de la Santa Cruz de Barcelona primero, en el de Ntra. Sra. de Gracia
de Zaragoza después, a donde llegara en 1804 para establecer en él una Hermandad de Caridad, con vocación de vida religiosa y
dedicación a los enfermos y desamparados, quedando él como capellán del Hospital y director de la Hermandad.
Los trágicos sucesos de los Sitios de Zaragoza, hicieron de aquel centro hospitalario un montón de ruinas y durante muchos años,
la miseria presidió la vida del Hospital y sus moradores. Para paliarla en lo posible, el P. Juan dedicará el resto de su vida a mendigar
de pueblo en pueblo, por gran parte de la geografía española, a lomos de una mala cabalgadura, en interminables y duras jornadas,
como limosnero del Hospital de Zaragoza.
Mendigo de Dios por los pobres, pasó por todas partes haciendo el bien, predicando a las gentes sencillas del mundo rural,
excitando su fe y caridad, dedicando largas horas al confesionario, impartiendo el perdón y la paz a los que, movidos por su palabra
ardiente, acudían a él.
Fueron muchas las fatigas e inclemencias de los caminos, muchas las dificultades que encontró en su ingrata misión de limosnero.
Pero nada le hará desistir de una empresa que exigía humildad, caridad y paciencia heroicas, en la que ponía ilusión y constancia
sin límites, con total entrega y olvido de sí. Misión que se prolongará el resto de su vida, hasta su muerte en el Santuario de Ntra.
Sra. del Salz, en Zuera (Zaragoza), donde solía retirarse para preparar sus veredas. Allí rindió su última jornada acom pañado de
dos Hermanas de la Caridad, de aquella Hermandad por él fundada, con la que siempre estuvo en comunión de ideales y afecto,
de un médico enviado por el Hospital, que tantos beneficios le debía, y de varios sacerdotes. Con plena lucidez y paz recibió los
sacramentos de manos del sacerdote de Zuera, mandó celebrar una misa a S. José y el Señor le salió al encuentro el día 19 de
agosto de 1829, próximo a cumplir 60 años.
BIOGRAFIA DE JUAN BONET
jBIOGRAFIA DE BONET, JUAN PABLO
Educador de sordomudos y primer publicista de una obra sobre el arte de enseñar a los mismos; los posteriores tratadistas y
maestros de esta enseñanza nacionales y extranjeros se apoyaron en su doctrina para perfeccionarla y lograr métodos más
adecuados.
Biografía
1579 - 1633
Vida
Juan Pablo Bonet nació el 5 enero de 1579 en Torres del Castellar (Zaragoza).
Llegó a la Corte a temprana edad.
Se alistó como soldado y peleó contra los piratas berberiscos, así como en las luchas de Felipe III por el dominio del Milanesado
y Saboya.
En 1607 entró al servicio del condestable Juan Fernández de Velasco, en calidad de secretario, y contrajo matrimonio con Da
Mencía de Ruicerezo.
Muerto el condestable en 1615, pudo observar cómo un hijo del mismo, sordomudo desde los dos años, era educado por Manuel
Ramírez de Carrión, que logró que aprendiera a leer, escribir y hablar con facilidad.
Pero Carrión fue obligado a ocuparse exclusivamente de otro alumno sordomudo, el marqués de Priego, y entonces fue cuando
se ofreció Bonet para continuar la labor de aquél.
Después se entregó a la política y a la diplomacia, para lo que reunía grandes dotes y un especial interés.
Estuvo en Roma y a la vuelta se le nombró consejero de Su Majestad y secretario del Consejo Supremo de Aragón.
Fue presidente del brazo de los hijosdalgo en las Cortes de Barbastro y Calatayud.
Murió el 2 febrero de 1633 en Madrid.
Obra
Su libro:
- Reducción de las letras, y arte para enseñar a hablar los mudos, fue dedicado a Felipe III y publicado en Madrid por Francisco
Abarca en 1620.
Hay en él dos partes principales:
- El tratado de la reducción de las letras, de interesante valor para los estudios de fonética.
- El arte de enseñar a hablar a los mudos.
Después inserta un:
- Tratado de las cifras, en el que indica "Cómo se leerá un papel escrito en cifra sin la contracifra, y qué advertencias son necesarias
para que no pueda leerse".
Le sigue un:
- Tratado de la lengua griega, con el que pretende enseñar fácilmente a leer los caracteres griegos, y pide que, siguiendo su
método, se enseñe a leer griego en las escuelas.
Cierran la obra unas:
- Advertencias para valerse de este Arte para enseñar a hablar los mudos las naciones extranjeras.
Para Bonet, la enseñanza de los mudos se basa en que la nominación de nuestras letras es tan sencilla que puede ser
demostrativa y, mediante estas demostraciones, que el mudo puede comprender incluso mejor que los que no lo son, rápidamente
se conocerán las letras.
Pero antes de llegar a este momento hay que lograr esa nominación sencilla de las letras, que no es la usada normalmente.
A tal fin se debe realizar la que él llama reducción de las letras. Son éstas, en los idiomas latinos, cinco vocales y 17 consonantes.
Las primeras son sencillas de por sí, pero a las otras hay que quitarles su complejidad.
Muestra cómo se articula cada una de ellas y de ahí deduce que cada consonante debe pronunciarse como un sonido puro, y no
acompañada de ninguna vocal.
Enseñadas así las consonantes, no habrá necesidad posterior de aprender a juntarlas, salvo el caso especial de algunas como la
C, de la que habrá que mostrar los conjuntos CA, CO, CU por una parte y CE, CI por otra.
Con tal método, el mudo aprenderá bien y los niños no defectuosos sabrán hacerlo en menos tiempo del que se emplea
normalmente, sin dificultades, sin aburrimiento, con sentido y en una progresión natural.
Bonet colocó el elemento palabra en primer término de la pedagogía del mudo.
Dio el uso debido a la mímica, prescindiendo de ella en cuanto el alumno conocía la lengua.
Proporciona al mudo la noción de los contrastes, mediante una intuición clara.
Y, de acuerdo con la base experimental de su enseñanza, prescribía el enseñar a contar mediante conjuntos de garbanzos, a los
que luego sustituiría la cifra y su representación en letras.uan de Pablo Bonet (1573-1633) fue un pedagogo y logopeda español,
nacido en El Castellar, hoy desaparecido, en el término de Torres de Berrellén (provincia de Zaragoza, España).
Juan de Pablo Bonet, revestido con el hábito de la Orden de Santiago, recreación artística del pintor sordo José Zaragoza, en
1929.
Aunque no está demostrado plenamente, se afirma de común que estudió en Zaragoza y Salamanca. También se afirma,
infundadamente, que combatió como militar, en África, en Saboya y en el Milanesado.
Tuvo en sus manos la educación de un joven noble, sordo de nacimiento, hijo del condestable de Castilla, Juan Fernández de
Velasco, a cuyo servicio estaba. A la vez que ascendía en su carrera política y llegara a presidir el "brazo de los caballeros" en las
Cortes del Reino de Aragón, se dedicó a desentrañar los misterios del habla, los secretos de los sonidos, de las letras y de las
estructuras gramaticales y fonéticas, para conseguir que los niños, y sobre todo los niños mudos, consiguiesen leer y hablar con
facilidad.
Inventó, pues, toda una pedagogía de la lengua para hablantes, sordos y sordomudos. Se le atribuye falsamente la invención de
lenguajes mímicos, cuando él mismo, en el prólogo de su propia obra, proscribe el uso de los mismos. También fue acusado por
el padre Benito Jerónimo Feijoo de haber plagiado la obra de fray Pedro Ponce de León, de lo cual fue defendido por Lorenzo
Hervás y Panduro a fines del siglo XVIII y en el siglo XX por el fonetista Tomás Navarro Tomás.
Es el autor de la obra Reduction de las letras y Arte de enseñar á ablar los Mudosconsiderado como el primer tratado moderno de
fonética y logopedia, en el que se proponía un método de enseñanza oral de los sordos mediante el uso de señas manuales en
forma de alfabeto manual, para mejorar la comunicación de los sordos y mudos.