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Febrero, 2019
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el término desigualdad se refiere
a las diferencias en materia de salud que son innecesarias, evitables e injustas.
Asimismo, el concepto de desigualdad hace referencia a las diferentes oportunidades
y recursos relacionados con la salud que tienen las personas en función de su clase
social, género, territorio o etnia. El origen de la desigualdad hay que buscarlo en los
procesos sociales y no en las causas naturales o sobrenaturales. Alrededor de todo el
mundo se observa que hay claras diferencias en las tasas de mortalidad de las clases
sociales, para ambos sexos y todas las edades. Así como también, se presentan
diferencias en el uso de los servicios sanitarios y de los servicios preventivos. Entre
los aspectos más observados, encontramos la pobreza, la diferencia de género, la
discapacidad y la vejez.
Por otro lado, una de las realidades demográficas más acentuadas en los ciudadanos,
es que las mujeres son mayoritarias, viven más tiempo que los hombres prácticamente
en todo el mundo. Las mujeres tienen, en comparación a los hombres más
posibilidades de llegar a la vejez. Debido a estas diferencias, las mujeres tienen que
afrontar muchas veces el trauma de la viudedad y pocos recursos económicos,
situación que en ocasiones se prolonga. Esto da pie a un estado de soledad que unido
a una salud precaria degrada su calidad de vida.
De igual forma aparecen las desigualdades en la salud comparando las edades, las
desigualdades sociales que tienen un efecto directo en la salud se incrementan con la
edad. Esto hace al colectivo de personas mayores aún más vulnerable. Nos preocupa
que ante una falta de recursos, se incrementen las desigualdades en todos los ámbitos
y que aumente la discriminación y la marginación de las personas mayores. Sería
necesario que en los estudios de desigualdades sociales se tenga en cuenta la edad
como variable importante, puesto que faltan estudios sobre esta relación.
En Conclusión, se puede decir que las políticas y acciones más efectivas para evitar la
desigualdad en salud pública serian a través de una política macroeconómica en
varios frentes, como son: la reducción de las diferencias en ingresos, a través de
impuestos progresivos y el soporte a las personas pobres o con otras desventajas, la
reducción del desempleo, la inversión en bienes físicos, como las infraestructuras de
servicios sanitarios, de transporte, de seguridad social, la inversión en bienes sociales,
como la educación, la participación de la sociedad civil y los programas comunitarios
en zonas de nivel socioeconómico bajo.