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A. NUEVOS INTERESES
¿Cómo pasa su tiempo? Por supuesto que usted tiene que pasar cierto número
de horas cada día trabajando, comiendo y durmiendo; pero ¿cómo pasa el resto de su
tiempo? Lo que las personas hacen en su tiempo libre depende de lo que les interesa
a ellas y a su familia. Algunos siempre están trabajando, y otros siempre están
jugando. Algunos van a la iglesia y participan en su obra; otros no. Usted
probablemente no tiene suficiente tiempo para hacer todo lo que le gustaría hacer,
pero de alguna manera encuentra tiempo para las cosas que le interesan más.
Cuando sus intereses cambian
Usted no practica los mismos juegos que le gustaban cuando era niño porque se ocupa
en hacer algo que ahora le interesa más. Cuando sus intereses cambian, también
cambian sus actividades. Sus amigos de antes podrían sorprenderse porque a usted ya
no le interesa “divertirse” con ellos haciendo las cosas que le dañarían la salud o que
le perjudicarían el alma. Ellos quizás no entienden que usted ha comenzado una vida
de gozo más profundo, llena de actividades útiles y que lo satisfacen. ¿Usted debería
volver a las cosas que sabe que no pueden satisfacerlo? Pregúntele al hombre que
come desperdicios de los tiraderos de basura, y que luego recibe una invitación para
comer a la mesa de un amigo rico todos los días. ¿Volvería él al tiradero de basura?
Un propósito diferente
Como hijo de Dios, usted tiene nuevos intereses. Éstos lo dirigirán a actividades en
grupo y responsabilidades personales. Usted todavía hará muchas de las cosas que
hacía antes—trabajar, comer, dormir, cumplir con sus obligaciones del hogar—pero su
verdadera vida se centrará en sus nuevos intereses. Sobre todo, cuando usted ama a
alguien, usted quiere estar con esa persona y agradarla. Ahora que ama a Dios, usted
querrá pasar tiempo con Él y agradarlo en todo lo que haga.
Nosotros estamos intensamente interesados en el reino de nuestro Padre y en lo que
Él está haciendo en la tierra. Él está trabajando ahora, llamando a hombres, mujeres y
niños mediante la predicación de las buenas nuevas acerca de Jesús. Él está edificando
su iglesia, y nos ha llamado a trabajar con Él. ¡Qué privilegio!
C. ORACION
La oración es una de las disciplinas más importantes que el cristiano puede practicar.
Cuando usted ora y Dios responde, usted está trabajando con Dios, así que tome
tiempo para orar.
• Cuando se despierte por la mañana, comience el día con Dios y recibirá fortaleza
física, moral y espiritual para los problemas del día.
• Antes de comer dele gracias a Dios por la comida.
• Tenga devociones con la familia por la mañana o por la noche.
• Aproveche los momentos de oración durante las reuniones de la iglesia y antes de
comenzar el culto. Jesús dijo: “Mi casa, casa de oración será llamada” (Mateo 21:13).
D. SU TESTIMONIO
Testificar
Testificar quiere decir contarles a otros lo que Dios ha hecho por usted. Usted puede
hacer esto en su casa, en la calle, en las reuniones de la iglesia o hasta por carta. Así
como otros le hablaron a usted acerca de Cristo, usted puede hablarles a sus amigos y
parientes. Ore para que ellos acepten al Señor
como Salvador. La Biblia resalta la necesidad de declarar públicamente nuestra fe en
Cristo, de hacer saber a otros que Él es nuestro Salvador. Cristo mandó a los discípulos
que fueran sus testigos. Si usted necesita valor, pídaselo a Dios y Él se lo dará. Miles
de personas han tenido temor de testificar, tal como quizás usted lo tiene ahora, pero
ellas han conquistado su temor y han encontrado gran bendición y nueva fortaleza
para testificar de Cristo. El Señor Jesús dijo: A cualquiera, pues, que me confiese
delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los
cielos. (Mateo 10:32)
Cantar al Señor
La habilidad de cantar y tocar un instrumento musical es uno de los dones maravillosos
que Dios le da a la gente. En casa o en la iglesia, sus cantos ayudarán, alentarán y
bendecirán tanto a usted como a los demás. No importa si su voz no ha sido
entrenada para cantar; lo que importa es que alabe a Dios de corazón.
La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos
unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor
con salmos e himnos y cánticos espirituales. (Colosenses 3:16)
E. NUEVO TESTIMONIO
Predicar el evangelio
Esta es una actividad muy importante de la iglesia. Algunos son llamados a dedicar su
tiempo completo a esta obra. Dios les da la responsabilidad de ser pastores,
evangelistas y misioneros.
Ofrendar
Nuestro Padre es generoso. Como hijos suyos debemos aprender a comportarnos de
la manera en que Él lo hace. Esta es la razón principal por la que ofrendamos. Dar a
otros es una manera de mostrar que pertenecemos a Dios. El dinero que damos a la
iglesia en ofrendas ayuda a muchos. Una parte de ese dinero es para los hermanos
que necesitan ropa, otra parte es para al sostén del pastor y así pueda dedicar todo su
tiempo a sus deberes como ministro, y otra parte es para pagar los gastos de la iglesia,
como electricidad, agua y mantenimiento. Nuestro dinero también se puede usar para
comprar biblias, materiales y literatura cristiana. Se puede usar para pagar los
Sea alegre
Tenga fe en Dios y alábelo por las respuestas a sus oraciones, aún cuando todo parezca
oscuro. Nehemías dijo: Id y comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a
los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os
entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza. (Nehemías 8:10)
No se desaliente si se le hace difícil controlar su temperamento o algún otro aspecto
desagradable de su carácter. El mismo esfuerzo que está haciendo para vencerlos es
un testimonio de su amor por el Señor. Él le está ayudando a crecer espiritualmente.
¿Le parece muy lento su crecimiento? Mire más al Señor y menos a usted mismo, y se
sorprenderá de cómo Él resolverá los problemas en su hogar. Dios es su Padre
amoroso que cuida de usted.
Ame a su familia
Dios es amor. Cuanto más de Dios tenga usted en su vida, tanto más amor tendrá por
su familia. Y entre más amor haya en su hogar, más feliz será. Cuando sus hijos
necesiten corrección, usted debe disciplinarlos motivado por el amor que tiene para
B-Bendición
Dios desea lo mejor para nosotros. En 2 Pedro 3:9 dice que Él no quiere que ninguno
perezca. En la Biblia nos ofrece la bendición más grande: el perdón de nuestros
pecados y la vida eterna. Cristo como nuestro buen pastor nos dice en su Palabra:
Yo salvaré a mis ovejas…Y daré bendición a ellas…lluvias de bendición serán. (Ezequiel
34:22 y 26) Al estudiar la Palabra no podemos obtener beneficio más grande que la
bendición de la salvación eterna.
E-Estímulo
La Palabra de Dios está llena de estímulo o ánimo para nosotros. Él nos muestra
ejemplos de su cariño y de sus promesas de cuidarnos. El apóstol Pedro nos ha dejado
un versículo hermoso: Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque
él tiene cuidado de vosotros. (1 Pedro 5:7)
N-Nutrición
La Biblia es el pan de vida. Es la comida que mantiene nuestras almas con vida. A
medida que la leemos diariamente, recibimos salud y fuerza para el alma y el cuerpo.
Cristo dijo: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca
de Dios. (Mateo 4:4)
E-Exactitud
La exactitud en la Biblia es la veracidad de la respuesta a nuestras preguntas más
importantes. La Biblia nos da el significado y el propósito de nuestra vida. Nos libra de
la ignorancia y del error. Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. (Juan 8:32)
F-Fundamento
Un fundamento es algo sobre lo cual se edifica. Cristo dijo que su Palabra es un
fundamento seguro para lo que creemos y para el modo en que vivimos. Los que no
creen ni estudian la Biblia son como una casa sin fundamento.
I-Inspiración
Por medio de su Palabra, Dios inspira fe para salvación, esperanza para nuestro futuro
y amor para otros. Inspiración es la influencia que nos guía hacia ideas o acciones
buenas. Muchos poetas, músicos y artistas se han inspirado en la Biblia. La Biblia les
ha dado ideas hermosas para poesías, canciones o pinturas.
C-Cercanía a Dios
Sentimos a Dios cerca de nosotros cuando leemos su Palabra. Él está allí y nos habla
personalmente. Este es uno de los mayores beneficios que nos podamos imaginar.
I-Instrucción
La Palabra de Dios nos instruye sobre cómo vivir. Nos enseña cuál es el mejor camino,
el más saludable para nuestra mente, cuerpo y alma. Toda la Escritura es inspirada por
Dios, y útil
para enseñar, para reargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el
hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
(2 Timoteo 3: 16–17)
O-Ofrecimiento de gozo
Obtenemos gozo verdadero al leer la Biblia. Así como experimentamos gozo al leer
buenas noticias sobre las personas a quienes amamos, podemos también
experimentar gozo al leer las buenas nuevas del amor de Dios para nosotros. Aun
sus instrucciones nos producen gozo porque sabemos que son dadas para nuestro
bien. Por heredad he tomado sus testimonios para siempre, porque son el gozo de mi
corazón. (Salmo 119:11)
Su estructura general
Cuando dos personas o dos naciones quieren hacer un acuerdo especial entre ellos, pueden
escribir un papel que se llama un tratado o un pacto. Una vez que se firma un tratado no debe
ser roto.
La palabra testamento significa trato, pacto o alianza. La Biblia está dividida en dos
testamentos llamados el Antiguo y el Nuevo. Estos son los pactos que Dios ha hecho con el
hombre. En una de las primeras páginas de su Biblia, usted encontrará una lista de los
nombres de los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento. También se dan los números de las
páginas donde cada libro empieza. Notará que el Antiguo Testamento está primero y después
A. La cita bíblica
Para ayudarnos en nuestra lectura y estudio, cada libro de la Biblia está dividido en
capítulos. Cada capítulo también está dividido en secciones más pequeñas numeradas
al lado izquierdo. Estas se llaman versículos o textos bíblicos. Nos referimos a cualquier
texto bíblico mencionando primeramente el nombre del libro, después el número del
capítulo y el número del versículo. A todo esto unido se le llama cita bíblica. Leamos el
libro de Génesis, el primer libro de la Biblia. Si la versión que usted está usando tiene
una introducción, pásela por alto y busque el número uno grande que marca el
comienzo del primer capítulo. El primer versículo del capítulo, marcado con un uno
pequeño, comienza así: “En el principio . . .” Para referirse a este texto decimos:
“Génesis uno, uno.” Usted notará que los números pequeños marcan los versículos
que continúan a través de todo el capítulo. Ahora busque el siguiente número grande
que es el dos. Este es el comienzo del segundo capítulo. El primer versículo comienza
así: “Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra.” Para referirnos a este texto
decimos: “Génesis dos, uno.” El capítulo dos tiene veinticinco versículos. Ahora
adelántese hasta Génesis cinco, uno. Este comienza así: “Este es el libro de las
generaciones…” Cuando damos una cita bíblica, no tenemos que decir las palabras
capítulo y versículo, solamente los números que se refieren a ellos. ¿Cómo se referiría
a Génesis 5:1–5? Quizá usted lo dijo bien: “Génesis cinco, uno al cinco.” Con el guión
se dividen los versículos de versículos, y los capítulos de los capítulos que ocurren en
secuencia. Si nos estamos refiriendo a varios versículos del mismo capítulo, pero no
son consecutivos, los escribimos así: Josué 1:5, 8, 10. Nos referimos a ellos así:
“Josué, uno, cinco, ocho, y diez.” Si los textos están en diferentes capítulos de un libro,
separamos las citas de los capítulos con punto y coma. Mateo 1:21; 2:1–6 nos refiere
al capítulo uno, versículo veintiuno, y capítulo dos, versículos uno al seis. Algunos
libros, como 1 Reyes y 2 Reyes, tienen el mismo nombre y siguen el uno al otro. El
escritor de San Juan escribió tres cartas que también llevan su nombre: 1 Juan, 2 Juan,
3 Juan. Para referirse a estos libros (Primera de Juan, capítulo uno, versículo nueve)
se puede escribir 1 Juan 1:9.
C. La referencia de estudio
En algunas biblias las referencias de estudio se localizan en el centro, en otras en los
márgenes, también al final de cada página, o después de cada versículo. Estas a veces
se llaman eferencias temáticas o marginales. Estas remiten al lector de una parte
de un texto a otro similar. Las citas marginales le ayudan a encontrar otros versículos
relacionados. Una letra muy pequeña junto a ciertas palabras en un versículo bíblico
indica que debemos buscar la misma letra en la sección de referencias. Por esa letra
usted encontrará una cita que le indicará otro versículo relacionado. Si usted tiene
una Biblia de estudio, puede usar este sistema para preparar estudios interesantes
sobre los temas que usted está leyendo. Las referencias de estudio y otros
comentarios en su Biblia son de ayuda, pero no fueron inspirados divinamente.
Fueron preparados por maestros y eruditos de la Biblia para ayudarnos a comprender
y a usar mejor nuestras Biblias.
D. La concordancia
La concordancia es un índice alfabético de las palabras principales de la Biblia. Esta
indica las citas bíblicas en donde se usa una palabra en particular. La mayoría de las
concordancias se refieren a la versión Reina-Valera. Pero si usted tiene otra versión,
esperamos que estas sugerencias que se le den aquí para usar una concordancia le
sean de ayuda. Hay varios casos cuando quizá usted desee usar una concordancia.
Supongamos que usted desea leer varios versículos que contienen la palabra amor.
Busque esta palabra en su concordancia. Las citas se incluyen en orden y con unas
pocas palabras del versículo que contiene la palabra amor. Una concordancia también
puede serle de ayuda cuando usted busca cierto versículo bíblico. Quizá recuerde
todo el versículo, o sólo una parte, pero no recuerda o no sabe la cita. Escoja una
palabra clave de las que usted recuerda del versículo y busque esa palabra. Es posible
que usted encuentre, entre las citas dadas, una con la frase del versículo que usted
está buscando. Por ejemplo, suponga que usted quiere encontrar el versículo bíblico
Sinceridad y fervor
Sea sincero cuando ore. Con demasiada frecuencia simplemente decimos una oración
sin pensar en lo que decimos. Jesús tenía mucho que decir sobre esto.
C. ¿Dónde Orar?
Dios está en todas partes, de modo que dondequiera que estamos Dios nos oye y nos
responde. Sin embargo, en la Biblia aprendemos que hay lugares especiales para orar.
Por ejemplo, nuestras iglesias, como el templo de Dios en Jerusalén, han sido
dedicados a Dios como casa suya adonde vamos para encontrarnos con Él. Las iglesias
son lugares especiales de adoración. Y les enseñaba, [Jesús], diciendo: ¿No está
escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? (Marcos 11:17)
A. La voluntad de Dios
Si usted ama a una persona, desea estar con él o ella todo el tiempo. Quiere saber
todo lo que le sea posible acerca de esa persona. Anhela comprender sus
pensamientos e identificarse con sus sentimientos. Quiere agradarle. Al aumentar su
amor hacia esa persona, a través del trato personal, usted se vuelve más completo y
más satisfecho. La voluntad de Dios para nosotros es que le amemos a Él por sobre
todas las cosas. Cuando verdaderamente amamos a Dios, deseamos pasar tiempo con
Él, a fin de conocerlo más. Podemos hacer esto al leer y estudiar su Palabra. De esta
manera nuestro amor aumenta. Nuestra relación con Dios depende de cómo le
obedezcamos. No podemos obedecerle a menos que sepamos cuáles son sus
mandamientos. La Biblia nos exhorta a dedicar toda nuestra atención a nuestra tarea,
para que podamos comprender la Palabra de Dios y enseñársela a otros (2 Timoteo
2:15). Cristo Jesús mencionó la importancia de conocer la Palabra de Dios. Él dijo: “No
sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo
4:4). Al usar nuestras mentes para buscar el significado de la Palabra de Dios, estamos
cumpliendo una parte del gran mandamiento de Dios: “Amarás al Señor tu Dios con
todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:37). Es decir,
para hacer la voluntad de Dios, tenemos que estudiar su Palabra. De esta manera
aprendemos a amarle más y a la vez aprendemos sus mandamientos. En el Salmo 119,
el rey David escribe acerca de aprender la ley de Dios. La palabra “ley” en este Salmo
se refiere a los consejos y mandamientos dados en las Sagradas Escrituras. David
repite una y otra vez que el aprender y el obedecer van de la mano. Dice: “Entonces
no sería yo avergonzado, cuando atendiese a todos tus mandamientos” (v. 6). La
obediencia produce la comprensión y la sabiduría para entender el significado de la
Palabra de Dios. Luego podemos aplicarla a nuestras vidas y enseñársela a otros. Se
nos dice en 1 Pedro 2:2 que hemos de desear, “como niños recién nacidos, la leche
espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación”. El apóstol Pablo,
B. Nuestras necesidades
Dios nos creó. Por ello se interesa por nosotros. Conoce nuestras necesidades incluso
mejor que nosotros mismos. Un maestro artesano conoce su producto mejor que
cualquier otra persona. Si algún producto no funciona, se lo devolvemos al artesano
para que lo repare. Él hace que funcione de nuevo y sea útil. Nuestras vidas están
quebrantadas. Nos dominan nuestros malos hábitos. No seguimos a Dios como
debemos. Nos hace falta una reparación: ser enseñados, corregidos y reformados. La
Palabra de Dios es el único instrumento capacitado para repararnos. En 2 Timoteo
3:16–17 leemos: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea
perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. Dios empieza a reparar
nuestras vidas cuando aceptamos a Cristo como nuestro Salvador personal. Nos limpia
del pecado y nos da un nuevo comienzo. Nos instruye sobre la forma de llegar a ser
como Cristo. Las enseñanzas de la Biblia nos guían en nuestro crecimiento. Describen
la voluntad de Dios para nosotros en nuestro diario vivir. Conforme la Palabra de Dios
nos repara, suple muchas necesidades en nuestra vida. Nos ayuda a saber la verdad
en cuanto a nuestra salvación. Nos enseña cuál es nuestra herencia en Cristo. Nos da
fortaleza y poder a través de Cristo. Enseña cómo ser lleno del Espíritu Santo. Provee
el gozo y la paz que provienen de Dios. Nos instruye sobre cómo vivir en santidad.
Hebreos 4:12 nos dice: Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que
toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y
los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. La Palabra de
Dios nos muestra cuando nuestros deseos se oponen a la voluntad de Dios. Nos ayuda
a conformar nuestros pensamientos con los de Él. Nuestros deseos y pensamientos
están en el centro de nuestra vida espiritual de la misma manera en que las
coyunturas y los tuétanos son esenciales para la vida física. Mientras más leemos y
estudiamos la Biblia y escuchamos la enseñanza del Espíritu Santo, más podemos
comprender y hacer la voluntad de Dios. Obtenemos propósito en la vida y la
sabiduría para decidir correctamente. La Biblia dice acerca de la Palabra de Dios: “La
exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples” (Salmo 119:130).
Este alumbramiento nos guía en nuestra vida diaria. Nos ayuda a comprender el
retorno de Cristo y nuestra vida eterna en el cielo. El alumbramiento de la Palabra de
Dios nos transforma a la imagen de Cristo. Mientras estudiamos, nos despojamos “del
viejo hombre con sus hechos” y nos revestimos “del nuevo” (Colosenses 3:9–10).
C. Nuestra Actitud
La Biblia es distinta de todos los demás libros. Debemos abordar la Palabra de Dios
con una actitud de obediencia. El apóstol Pablo se preocupó por la desobediencia de
la iglesia de Corinto y les escribió una carta (1 Corintios) para aconsejarles. Les explicó
que no estaban creciendo espiritualmente debido a sus contenciones y otras malas
actitudes. Él dijo: De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales,
sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda;
porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues
habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis
como hombres? (1 Corintios 3:1–3) Nuestra actitud debe incluir la disciplina. No
podemos esperar que Dios nos revele sus verdades a menos que nos esforcemos por
aprender. Jesús dijo: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”
(Mateo 7:7). Es decir, debemos dedicarle tiempo para un estudio concienzudo. Ahora
bien, para que nuestro estudio cambie nuestra vida, debemos estar dispuestos a
aprender. Debemos estar dispuestos a recibir la instrucción de nuestro Padre celestial.
Tanto el rey David como el profeta Isaías confesaron a Dios su necesidad y deseo de
recibir la instrucción. El salmista escribió: “No me aparté de tus juicios, porque tú me
enseñaste. ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.”
(Salmo 119:102–103). Isaías registra: Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para
saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi
oído para que oiga como los sabios. (Isaías 50:4)
Cuando estamos dispuestos a aprender nos acercamos humildemente a la Palabra de
Dios. No debemos de gloriamos en nosotros mismos. Dios nos ha creado tal como
somos. Dios nos ha unido con Cristo Jesús, y Dios ha hecho que Cristo sea nuestra
sabiduría. A través de Él somos justificados con Dios, llegamos a ser el pueblo santo de
Dios y somos libertados. Por ello, la Biblia dice: “El que se gloría, gloríese en el Señor”
(1 Corintios 1:30–31). Nunca podremos aprender todo lo que contiene la Palabra de
Dios. Pero seguimos aprendiendo a medida que el Espíritu Santo nos revela la verdad
de Dios. Seguiremos aprendiendo aun en el cielo, porque la Palabra de Dios no pasará.
Ya que hemos declarado las razones de por qué estudiar la Biblia y la hemos descrito
brevemente, nos hace falta discutir cómo estudiarla. En esta lección examinaremos algunas
cosas que le prepararán para estudiar. Luego, en las siguientes cuatro lecciones,
presentaremos algunos métodos de estudio. Quizá piense que estudiar la Biblia es una tarea
imposible. Contiene mucho material y parte es difícil de comprender. Pero así como en
cualquier otra gran tarea, si sabe cómo hacerla y la divide en porciones más pequeñas, logrará
mucho. Quizá le interese saber que la preparación de este libro, Cómo estudiar la Biblia,
requirió la participación de más de 20 personas, en un proceso de unos 35 pasos. Muchos de
los pasos se completaron en semanas y algunos de ellos tuvieron que rehacerse. Este libro es
sólo uno de una serie de libros que se han escrito y siguen escribiéndose para ayudarle a
conocer a Dios y su voluntad para su vida. Hace pocos años, toda esta tarea parecía
imposible. Se está logrando porque trazamos un plan de acción.
Lea y piense
La vista física tiene mucha relación con la vista espiritual. Esto quiere decir
conocimiento o perspicacia en cuanto a las verdades escondidas de Dios. De hecho,
las Escrituras usan la palabra ver para referirse a “saber la verdad espiritual”. Según 2
Corintios 4:4, los que no creen en el evangelio acerca de Cristo son cegados por
Satanás para que no vean la luz que proviene de la Palabra de Dios. (Vea también
Mateo 13:14–16.) Isaías 44:18 dice que quienes rechazan a Dios tienen
“cerrados…sus ojos para no ver, y su corazón para no entender”. Por otra parte, los
El estudio devocional de la Palabra de Dios hace que el mensaje bíblico sea sencillo y personal.
La memorización de versículos constituye una parte muy valiosa del estudio devocional. Dios
ordenó en Deuteronomio 6:6–9: Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu
corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el
camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y
estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus
puertas. El estudio devocional de la Biblia nos ayuda a vencer al diablo (Apocalipsis 12:11;
Lucas 4:4); y a vivir en santidad (Salmo 119:9; Juan 15:3). Nos ayuda a obtener el éxito (Josué
1:8), a desarrollar una fe fuerte (Romanos 10:17) y a crecer espiritualmente (1 Pedro 2:2). Nos
ayuda a testificar a otros (2 Timoteo 3:16). La memorización de versículos constituye sólo un
paso para hacer que la Palabra sea personal. Hemos de aplicárnosla. Hemos de hacerla una
lámpara que nos guíe y una luz en nuestro camino (Salmo 119:105). La misma Biblia nos
aconseja sobre cuál actitud asumir respecto a ella: Pero sed hacedores de la palabra, y no tan
solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra
pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro
natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Más el que mira
atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor
olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace. (Santiago 1:22–
Dios quiere que compartamos el evangelio con otros. De ahí que un propósito importante del
estudio bíblico consista en ayudarnos a compartir la verdad divina con otros. Nos da
conocimiento y el deseo de enseñarles a los demás. La enseñanza comienza en casa. Debemos
enseñarles la Palabra de Dios a nuestros hijos (Deuteronomio 6:7). Es un gozo obtener
conocimiento y poder transmitirlo a los niños y a los jóvenes, en particular a los miembros de
nuestra propia familia. Entonces, como declara Colosenses 3:16, debemos vivir “enseñandoos
y exhortandoos unos a otros en toda sabiduría”. Pablo le dijo a Timoteo: “Lo que has oído de
mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar
también a otros” (2 Timoteo 2:2). Cristo le ha asignado una tarea a cada creyente: “Id por
todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). Parte de esta tarea
consiste en enseñarles (Mateo 28:20). Cristo desea que llevemos fruto. Él dijo: “No me
elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y
llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca…” (Juan 15:16). Hemos de hacer nuestras las palabras
de Cristo: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan
4:34). Dios no nos salvó sólo para que nos la pasáramos sentados todo el tiempo disfrutando
de nuestra salvación; Él espera que les contemos a otros acerca de Él. Dios quiere que
estudiemos la Biblia como nuestra fuente de devoción, fortaleza y regocijo; pero también le
agrada que la compartamos con otros. El amor que le tenemos a la Palabra de Dios nos
despierta el deseo de compartirla. Que Dios le bendiga al convertirse el estudio bíblico en vida
para usted.