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Alguien tenía que venir a la tierra y vencer a Satanás.

Alguien tenía que vivir toda su vida


sin pecar. Jesús se ofreció como voluntario.

«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna.»
Juan 3,16. Es un verso que he escuchado citar muchas veces. Pero, ¿qué significa realmente?

«Porque de tal manera amó Dios al mundo…» Tiene sentido que Dios amó al mundo, porque Él lo creó. Y si también
creó al hombre en su propia imagen, entonces es comprensible que Él también nos ame. Pero, ¿por qué tuvo que
dar a su Hijo? ¿Por qué Jesús tuvo que venir a la tierra?
Creo que la respuesta está en el comienzo de Génesis. Leemos cómo Dios creó un paraíso perfecto, y cómo
Satanás fue capaz de engañar a Adán y Eva. Con la caída en el pecado, la tierra ya no fue perfecta, y por causa del
pecado las personas ya no fueron capaces de ser intachable. Satanás había recibido poder sobre la humanidad.

Y como la paga del pecado es la muerte, y Satanás, que tenía el imperio de la muerte, tenía
a los pecadores en sus garras.
Como ya no podían servir a Dios por completo, Él les dio la ley – los mandamientos que les ayudarían a vivir una
buena vida en lo exterior. Pero año tras año tenían que hacer sacrificios a Dios para expiar sus pecados, porque no
eran capaces de vencer el pecado que moraba en el interior – en su naturaleza humana. El pecado creó una división
entre Dios y el hombre, y como la paga del pecado es la muerte, y Satanás, que tenía el imperio de la muerte, tenía
a los pecadores en sus garras.

Junto a su Padre Jesús miró desde los cielos y vio a la humanidad luchando en el pecado. Jesús también anhelaba
compartir lo que tenía en el cielo con la creación que había sido creada en la imagen de Dios. Pero ¿cómo podía
llegar al otro lado de ese abismo que separaba la tierra del cielo?

Había una sola respuesta. Alguien tenía que venir a la tierra y vencer a Satanás. Jesús se
ofreció como voluntario.

Había una sola respuesta. Alguien tenía que venir a la tierra y vencer a Satanás. Alguien tenía que vivir toda su vida
sin pecado, para hacer un camino a través de la carne humana de un lado hacia el otro. Jesús se ofreció como
voluntario.

Él tomó la forma de un ser humano, incluyendo una naturaleza con inclinaciones pecaminosas, ¡y en el poder del
Espíritu Santo vivió una vida completamente en victoria! Cuando murió en la cruz Satanás perdió su poder sobre la
humanidad, ¡porque Jesús nunca pecó!

«Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue
tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.» (Hebreos 4,15) Esto significa que resistió cada
tentación en su carne, y al tomar su cruz cada día pudo vencerlo todo, y preparó un camino a través de la carne
humana. ¡Y por lo tanto creó las pisadas que podemos seguir para ir en el mismo camino!

Si tomo mi cruz cada día como Jesús lo hizo, entonces Satanás ya no tiene el control sobre
mí.

Cuando Jesús estaba en la cruz y murió, Satanás pensó que finalmente había burlado a Dios. ¡Pero estaba
completamente equivocado! Cuando Jesús se apareció en la puerta de entrada al infierno, Satanás no tuvo
absolutamente nada con qué acusar a Jesús, porque había vivido una vida perfecta. De este modo Jesús mismo se
convirtió en el nuevo dueño de las llaves del reino de la muerte. Jesús finalmente había creado un puente sobre la
división entre Dios y el hombre.

Cuando pienso en la segunda parte de Juan 3,6, donde dice: «… para que todo aquel que en él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna». Esto contiene una enorme esperanza para mí. Creo que Jesús vino, y que preparó un
camino que también puedo seguir. Un camino que conduce directamente a través de mi carne y esa división que hay
entre Dios y yo. Esto significa que por causa del sacrificio de Jesús ya no necesito ser más un esclavo del pecado, y
si tomo mi cruz cada día como Jesús lo hizo, entonces Satanás ya no tiene el control sobre mí.
Con la ayuda de Dios puedo recibir el poder para vencer el pecado que está en mi carne, y cuando resisto a Satanás
y hago morir el pecado, entonces algo divino y celestial puede llegar en mi vida diaria. Cuando hago esto, voy por el
mismo camino que Jesús anduvo – un camino que conduce directamente al reino de los cielos. ¡Donde compartiré la
eternidad con Él!

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