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Contexto
1. Sanidad del leproso; el Señor le tocó. Esta fue una dolencia humana en su
versión más grave.
2. Sanidad del siervo del centurión; fue realizada desde cierta distancia. El Señor
no tuvo contacto físico con el enfermo.
Mateo 8:5-13
Jesús sana al criado del centurión
5 Y cuando entró Jesús[c] en Capernaúm se le acercó un centurión suplicándole, 6
y diciendo: Señor, mi criado (mi muchacho) está postrado en casa, paralítico,
sufriendo mucho (terriblemente atormentado) 7 Y Jesús le dijo*: Yo iré y lo
sanaré. 8 Pero el centurión respondió y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo
mi techo; mas solamente di la palabra (di con una palabra) y mi criado (mi
muchacho) quedará sano. 9 Porque yo también soy hombre bajo autoridad, con
(teniendo) soldados a mis órdenes (debajo de mi); y digo a este: «Ve», y va; y al
otro: «Ven», y viene; y a mi siervo: «Haz esto», y lo hace. 10 Al oírlo Jesús, se
maravilló y dijo a los que le seguían: En verdad os digo que en Israel (ni en Israel)
no he hallado en nadie una fe tan grande. 11 Y os digo que vendrán muchos del
oriente y del occidente, y se sentarán (se recostarán) a la mesa con Abraham, Isaac
y Jacob en el reino de los cielos. 12 Pero los hijos del reino serán arrojados a las
tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes. 13 Entonces Jesús dijo
al centurión: Vete; así como has creído, te sea hecho. Y el criado (muchacho) fue
sanado en esa misma hora.”
Este oficial se enterô de lo que Jesus había hecho por otros (Lucas 7:3).
Asi que ahora ruega que se le muestre la misma misericordia a sus siervo (Lucas
7:2), llamándolo afectuosamente “mi muchacho”.
El alma del centurión estaba en su ruego, porque el muchacho “le era muy
querido”.
Las palabras del oficial equivalían a una declaración mas que a una petición.
Era una declaración que describia la condición del muchacho y que confiadamente
dejaba la disposición en las manos de Jesus.
Sin embargo, incluían una petición de ayuda: “Vino a él pidiéndole ayuda”.
La respuesta del Señor fue lo que se deseaba y mucho mas de lo que el centurión
pudiera esperar.
No fue: “ ¿Por qué esperaste tanto para venir?”, ni, “puesto que representes al
opresor, nada puedo hacer por ti”. Ni siquiera, “veré que puedo hacer”.
Fue una afirmación emocionante, sin ambigüedad, concisa y positiva que se halla
en el versículo 7:
Y Jesús le dijo*: Yo iré y lo sanaré.
En el original griego ese pronombre “Yo” es muy enfático, como si dijera “Yo
mismo”, “Yo sin duda alguna”.
8 Pero el centurión respondió y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi
techo; mas solamente di la palabra (di con una palabra) y mi criado (mi
muchacho) quedará sano. 9 Porque yo también soy hombre bajo autoridad, con
(teniendo) soldados a mis órdenes (debajo de mi); y digo a este: «Ve», y va; y al
otro: «Ven», y viene; y a mi siervo: «Haz esto», y lo hace.
Así que Jesus no debe entrar en la casa, ni siquiera aproximarse demasiado; que
solamente diga la palabra de sanidad. Eso es todo lo que necesita.
El centurión reflexiona sobre su autoridad, ahora Jesus que es todo poderoso, el
puede solo decir “Vete” enfermedad, la enfermedad se irá, y cuando dice Ven”, la
salud llegará.
10 Al oírlo Jesús, se maravilló y dijo a los que le seguían: En verdad os digo que
en Israel (ni en Israel) no he hallado en nadie una fe tan grande.
En muchos casos, lo que había hallado Jesus ¿no era poca fe? Mateo 6:30.
A un funcionario de la corte le llevó buen rato comprender que Jesus podía sanar
desde larga distancia. (Juan 4:46-54). En cambio al Centurión de Mateo 8:5-13
comprendió este hecho inmediatamente.
11 Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán (se
recostarán) a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. 12
Pero los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas de afuera; allí será el
llanto y el crujir de dientes.
13 Entonces Jesús dijo al centurión: Vete; así como has creído, te sea hecho. Y
el criado (muchacho) fue sanado en esa misma hora.”