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CAPÍTULO 11

El marxismo y la desestalinización
FRANCISCO JOSÉ MARTÍNEZ

Los años inmediatamente posteriores al fin de la Segunda Guerra


Mundial estuvieron dominados por la permanencia del estalinismo y
por la consolidación de la guerra fría entre los dos bloques antagónicos.
En estos años el marxismo oficial fue muy poco creativo y es en estos
.iños en los que se consolida la denominada «escolástica soviética». Lo
.mtcrior no obsta para que, tanto en la Europa Oriental como en Oc i·
tiente surgieran atisbos de una renovación del marxismo que eclosionó
l'I1 los años sesenta y setenta del pasado siglo. Esta renovación buscó I s
puntos menos conflictivos desde el punto de vista político y por el! se
e entró en las problemáticas filosóficas y artísticas, más que en las dircc
1,1111 .nte políticas o económicas, ya que sobre estos temas el control
Id '01' gico de la burocracia era casi completo. En esta época el marxis
1110 buscó su complemento en filosofías como la fenomenología, 1.1
.uulirica o el estructuralismo, desarrollando también una recupera .ión
(kl diálogo con las grandes filosoílas clásicas, especialmente el idcalis
1110 alemán con Hegel a la cabeza.
En .st trabajo vamos a hacer un rápido repaso de las obras d ' LIS
('\( Ud,lSy pcn ad res más creativos de la época para centramos lu 'go
('11 11 ,~ obras que consideramos cmblcmáticas de dich pcrí do por su
(lllglll.ílid.KI, fecundidad l Srica y proyc i n histé ri a: I s ruadcmi
gl.1tm( i.1Il0S, 1.1Cntir« rll' /a "mí" rI;,,//rt;m el J. P. Sartr - y -1/'0111' M", \
d(' 1.. 1\11 hnss '1.

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EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 11. SEGUNDA PARTE

hipótesis ideales que poco a poco se van concretando y enriqueciendo


mediante la introducción de nuevas suposiciones. Para estos autores
1. PANORAMA GENERAL: ESCUELAS Y PENSADORES el Marx de El capital se sitúa en la tradición científica inaugurada por
Galileo.
Comenzamos nuestro rápido recorrido por la República Democrá- Si dirigimos nuestra mirada a Checoslovaquia, allí encontramos a
tica Alemana, a la que volvieron tras la Segunda Guerra Mundial K. Kosic y J. Zeleny. Si el primero, en su obra Dialéctica de lo concreto, a
marxistas célebres como Brecht y Bloch. El pensamiento más creador partir de las ideas de totalidad y praxis, produce un marxismo de corte
de estos años se aglutinó en torno a la revista Deutsche Zeitschrijifür Phi- humanista que conecta la economía y la filosofia, el segundo, en su li-
losophie, dirigida por W. Harich y en la que también colaboró Bloch. La bro La estructura lógica de «El capital» de Marx, elabora lo que denomina
revista defendió en los años 1954-1956 la vuelta a Hegel que filósofos una «ontopraxeología- a partir de un análisis materialista-dialéctico
como Lukács en su obra El joven Hegel y el propio Bloch en Sujeto- que combina lo genético con lo estructural y que va más allá de la con-
Objeto estaban desarrollando en la época y que fue muy criticada por la fi- traposición clásica entre epistemología y ontología.
losofia oficial y los dirigentes del Partido. Harich evolucionó asimilan- Conviene recordar también aquí los trabajos de Lukács y sus discí-
do el ecologismo en una idea de «comunismo sin crecimiento» de cor- pulos de la Escuela de Budapest, entre los que se encuentran A. Heller,
te autoritario como único medio de evitar la catástrofe ecológica del G. Markus, A. Vajda, F. Feher y otros, los cuales siguiendo al Lukács de
planeta. Otro autor importante de la República Democrática Alemana la Estética, desarrollan un crítica de la vida cotidiana y una teoría de las
Iue Havemann que en su Dialéctica sin dogma llevó a cabo una síntesis necesidades radicales que unen una sólida base marxista con aportacio-
creadora entre el materialismo dialéctico y los resultados de la nueva fí- nes antropológicas, fenomenológicas, y otras procedentes de la filosofla
sica en contra de las interpretaciones subjetivistas e idealistas de ésta. analítica. G. Markus repIantea la antropología marxiana en Marxismoy
Por último, R. Bahro ya en los setenta desarrolló un análisis del socia- antropología, donde define la sustancia humana como un conjunto de
lismo real como una vía no capitalista a la sociedad industrial que ha- rasgos entre los que destacan el trabajo, la sociedad, la conciencia,
bía supuesto el paso del despotismo agrario a una nueva forma de des- la universalidad y la libertad. A. Heller se considera una heredera de la
potismo en una sociedad industrial avanzada. Ilustración y plantea el lado subjetivo del comunismo que para ella se
Pasando a Polonia, podemos destacar las obras de L. Kolakovski y hace necesario a partir de la existencia de unas «necesidades radicales»
de A. Schaff. El primero completó el marxismo con la fenomenología cuya satisfacción es imposible en el capitalismo, necesidades como la
y el positivismo en su obra esencial El hombre sin alternativa y en los ar- de libertad, la de universalidad, la de tiempo libre, que son generadas
tículos recopilados en su Tratado de la mortalidad de la razón, la idea de por el desarrollo del capitalismo pero que éste no puede satisfacer plc
verdad, la búsqueda de una ética sin códigos, la noción de personali- namente, Otra aportación de A. Heller a la renovación del marxismo
d.id, el análisis del racionalismo, la relación entre concepción del mun- es su desarrollo de la axiología implícita en la obra de Marx y que ella
do y vida cotidiana, ete., son algunos de los temas abordados en estos hace culminar en la categoría de riqueza, entendida como el dcsplic
rst ritos, anteriores a su partida a Occidente y su conversión en un an- gu' multilateral de la esencia humana. Durante esta época el propio
umarxista furibundo y un católico integrista, en la estela de su compa- I.ukács elaboró su monumental Estética y su Ontología del ser social don-
tIiot,1el papa Wojtyla. Por su parte, A. Schaff abrió el marxismo hacia dr '11un fecundo diálogo entre Marx, Hegel y Hartmann elabora la re
1.1 íilosofla analítica y la filosofia del lenguaje, especialmente el campo LIt ión entre libertad y necesidad, la idea de. totalidad y otras nocion 'S
de la semántica, continuando la obra de la escuela lógica polaca. Estu- h.isicns a partir de un diálogo crítico con el existencialismo y el 1 osit i
dia la problemática de la verdad, de la lógica dialéctica que identifica vixmo. También convendría destacar su importante e influyente obra
con la lógica formal, así como las relaciones del marxismo y el existen- /:1,1\',11'0 (/ IfI razón, donde analiza los orígenes del irracionalismo n10
ci.ilismo. También abierta hacia la filosofia de la ciencia, pero en un dt'lll0, .sp 'cialmente a través de los es ritos de Nictzs he cstal lec icn

sentido distinto al de Schaff y Kolakowski, la Escuela de Poznan, li- do sobre éSI ' un arut .rna [uc sólo a partir de los años setenta pudo '11
dorada P r L. Nowak, reinterpretó la rnet dología de Marx a la luz p,nl 's -r lcv.mt.ido. A partir el' Schelling, S .hop .nhau -r y I icrl cg.utrd,
dc un.i noción de la ciencia como id 'aliza ·i611contrafáctica qu ' p.ut ' de p,ls.lIHlo pOI Ni ,tzs(hl', Luldcs rond 'n,l ti vit.ilismo moderno d 'St\to

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EL lEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPíTULO 11. SEGUNDA PARTE

Dilthey y Simmel hasta el fascismo de Klages, pasando por Jaspers y una serie de obras en las que pasa de una concepción ortodoxa en Teo-
l leidegger. Igualmente critica la sociología alemana desde Tonnies has- ría marxista del conocimiento, de 1953, hasta los escritos de los años se-
ta C. Schmitt, pasando por Max y Alfred Weber. La crítica concluye ce- sen~a en los que e~tabla un diálogo con Hegel, abre la concepción del
bándose en el racismo, el darwinismo social y el fascismo de Gobineau r~ahsmo que dommaba hasta entonces e inicia el diálogo con los cris-
,1 Chamberlein. La crítica lukacsiana se basa en un sentido de razón tianos. Por su parte, Lefebvre es el marxista más innovador. De matriz
muy estrecho y parcial, como ya denunciara con su lucidez caracterís- hegeliana en sus comienzos, es uno de los introductores del joven
tica, el introductor de Lukács en España, M. Sacristán. Frente a este Marx en Francia con sus análisis en torno a la enajenación, y desarrolla
irracionalismo el filósofo húngaro defiende a Hegel en su monumen- una teoría de la acción, la vida cotidiana y el uso del espacio urbano
tal El joven Hegel, donde revisa el período republicano de Berna; el pe- en su Critique de la vie cotidienne. Respecto a Socialisme ou Barbarie, pode-
ríodo de Frankfurt en el que se inicia el método dialéctico, el período mos decir que, si bien empezó siendo un grupo que mantenía un
de Jena donde se despliega el idealismo absoluto, y concluye con la marxismo crítico con la burocracia y la rígida jerarquización que se da-
ruptura con Schelling y la publicación de la Fenomenología del espin- ban en los países del Este, a las que ellos definían como un capitalismo
11/ en 1807. Esta recuperación de Hegel para el marxismo fue muy cri- burocrático totalitario, que defendía la democracia directa y que inten-
t ir.ida por los filósofos oficiales, como vimos. tó configurarse como un partido no burocrático, acabó adoptando una
En Yugoslavia los filósofos organizados en torno a la revista Praxis, actitud crítica hacia el marxismo mismo antes de disolverse en 1966-1967.
lO 111 o G. Petrovic, desarrollaron a partir del año 1948, fecha de la ex- En Italia, aparte del impacto de los Quadernl~ que analizaremos
pulsión de los yugoslavos de la Cominform, un marxismo crítico y hu- posteriormente, hay que destacar la obra de Galvano della Volpe, que
munista centrado en la noción de praxis, elaborado a partir de las obras desarrolló un marxismo cientificista e historicista a la vez, defendiendo
[uvcniles de Marx y que concede gran importancia a la filosofia en la la auton0!11ía del marxismo como un galileísmo moral. Sus aportacio-
c onstrucción de una idea de socialismo no burocrático. nes esenciales se centran en los campos de la lógica, la ética y la estéti-
El renacimiento del marxismo no sólo se da en los países del Este, (.1 en obras como La lógica como ciencia bistorica y Crítica del gusto, don-
t.unbién en Inglaterra, Alemania y Francia se produce una paulatina se- de desarrolla su idea del método marxista basado en la «abstracción de-
p.rración-superación de la dogmática marxista y se va elaborando un tcrrninada» históricamente situada. Su discípulo L. Colletti analizó
m.rrxisrno creativo. En Inglaterra,]. Lewis y M. Cornforth son los filóso- en El marxismoy Hegel el surgimiento del marxismo a partir de Hegel y
fos que acompañaron al despliegue del marxismo de la escuela de histo- 1.1izquierda hegeliana.
II.Id res británicos que comprende a B. Farrington, G. Thomson, No podemos concluir este breve repaso al marxismo innovador de
c. Ilill, Gordon Childe, el gmpo de Past andPresent, etc.]' Lewis, defen- csros ~í1os sin aludir a la obra del filósofo español exiliado en México,
sor de una concepción hegelianizante e historicista del marxismo, escri- Adolfo Sánchez Vázquez, que desarrolló una reflexión original sobr
hió UIl libro importante sobre la vida y la obra de Marx, y entabló una dos campos no muy tratados por el marxismo tradicional, la ética y
\01101,1polémica con Althusser en 1972 en torno al papel del hombre 1.1estética, y además elaboró la categoría de la praxis dando pie a un
\01110 .1.tor en la historia. Por su parte, M. Cornforth popularizó el mar- 1It.lI.xlsmo humanista y crítico cuya virtualidad sigue vigente en la a -
XI\IIH)en lengua inglesa a través de tres libros dedicados al materialismo nulid,id. Para Sánchez Vázquez la filosofia de la praxis supone una
dl,tI \ neo, al materialismo histórico y a la teoría del conocimiento. 1I1I('V,1praxis de la filosofia que la convierte en una fuerza transforma
( ;0111íorth desarrolló también la crítica de la filosofia anglosajona con- dm.! d . la realidad histórica.
rcmporánca en sus vertientes positivista y pragmatista, tanto en su dimen-.
\IÚIl d 'fil sofia de la ciencia como en su dimensión moral. Igualmente
IIU .stro autor re ponde a las críticas que Popper hizo al marxismo. ANTONIO RAMS 1: UNA NUEVA FILOSorfA DE LA PRAXIS
En Fran ia en este período hay que destacar la obras de R. Ga-
r.uuly y 11. Lcícbvrc, sin olvidar a los fundadores de la Int rna ional Los -ol/(/rll'mi (Ir! atrccrr de Grarns i se editar n ntrc 1948 y 1951
SitU,1.ionisia, G. O bord y R. Vancigcm, así corn al grup d SOr/r¡{':\'ltIc pOI i\liti,Itiv,1 de P. '(bgli.lti y su irnpact fue grande e inmediato .n el
111/ Bnrlmri«, c. Castoriadis, '. Lcfort y F. Lyotard. Jólraudy 's .ribió 111,11l\tllo it.t1i,1I10y, 1 01 cxt -nsión, en lodo .l m.nxismo 'UI'Op'o y 1.1

1)
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tinoamericano. A pesar de sus reiteraciones, su diversidad, su falta de Iosofía. Frente al materialismo vulgar del Ensayo popular de Bujarin,
sistematismo, en esta obra monumental se trasluce una visión coheren- Gramsci defiende un deterrninismo más matizado y complejo que no
te del marxismo que ha sido esencial en el siglo xx. Nos vamos a cen- se reduce a la mera metamorfosis del instrumento técnico. En la obra
trar sólo en los aspectos filosóficos de esta magna obra concebida criticada, el marxismo aparece como una sociología cuya filosofia sería
como un diálogo en el que los principales oponente s son, por un lado, el materialismo vulgar (una especie de aristotelismo positivista) y no
el pensamiento idealista italiano de Croce y Gentile y, por otro, el ma- una filosofía autónoma, integral y original. Frente a este materialismo
terialismo vulgar de Bujarin, pero siempre con la mirada puesta en la grosero, la noción de materia que le interesa a Gramsci no es la de ma-
praxis, es decir, en la reforma intelectual y moral de la época. Para teria en sí, sino la de materia social e históricamente organizada por la
Gramsci, tan importante como elaborar ideas nuevas de forma indivi- producción. Una materia concebida como categoría histórica, como
dual es difundir de forma crítica las verdades ya descubiertas sociali- «relación humana». Si el idealismo opera por hipóstasis, por abstrac-
zándolas y convirtiéndolas en la base de las acciones vitales que contri- ciones arbitrarias, también es una hipóstasis divinizar a la materia, de
buyan a crear un nuevo orden intelectual y moral. Al contrario que el manera que el materialismo vulgar es una especie de «idealismo inver-
catolicismo, la filo sofla de la praxis no quiere dejar a los simples en su tido». El marxismo no es un monismo, ni materialista ni idealista, sino
ignorancia, sino elevados a una concepción superior de la vida, y en un materialismo histórico, es decir, la actividad del hombre en concre-
esta misión son claves los intelectuales que tienen que formar un "blo- to aplicada a una cierta materia organizada y transformada por el hom-
que intelectual y moral» con las masas para posibilitar un progreso in- bre y que constituye las «fuerzas materiales de producción». La praxis
telectual masivo y no sólo reducido a unos cuantos grupos selectos. sería precisamente la mediación entre la voluntad humana (superes·
1"IS partes más directamente filosóficas de esta obra se encuentra en los tructura) y la estructura económica, que forman entre sí un «bloque
c uadcrnos 4, 7, 8, y especialmente en ellO, dedicado a la filosofía de histórico», un nexo necesario y vital, en el que el conjunto complejo y
Crece, y en elll, que es una introducción al estudio de la filosofía. La discordante de las superestructuras son el reflejo del conjunto de las re-
noción de filo sofla de nuestro autor coincide con el nexo orgánico de laciones sociales de producción. La filosofía de la praxis absorbe e!
1.1historia, la política y la economía y se concibe a sí misma en modo idealismo en tanto que concepción subjetiva de la realidad en su no-
polémico como superación de los modos de pensar preexistentes. En ción de superestructura, traduciéndolo al historicismo realista. La lu-
el cuaderno 4 se contrapone el idealismo al materialismo y se defiende cha por la objetividad supone la universalización de lo subjetivo, la
1.1originalidad del marxismo que no se confunde ni se reduce a ningu- unificación cultural del género humano que supera sus limitaciones y
l1,1otra filo sofía, en la línea de Labriola. Un marxismo que por un lado divisiones y concuerda en su ajuste a la realidad exterior.
tiene que combatir las ideologías contemporáneas en sus formas más En cuanto a Croce, Gramsci no acepta que el materialismo históri-
refinadas y por otro rescatar a las masas populares de su cultura medie- (O sea una concepción del mundo que haya vuelto por detrás de Kant
val generando un nuevo sentido común ilustrado, es decir, que ha re- y que haya transformado la noción de estructura económica en un
c ogido las aportaciones de las ciencias y por ello se ha convertido en "dios escondido» que dirige la historia. Al contrario, la estructura eco-
«buen sentido». El sentido común es la filosofía de los no filósofos, es nómica no se considera de forma especulativa, sino histórica, como el
1.1«ouccpción del mundo dominante que se absorbe de manera acríti- l onjunto de relaciones sociales en las que se mueven y actúan los hom
l ,1; es dispersa, incoherente, inconsecuente. La filosofía, por su parte, hr 's r ales, como un conjunto de condiciones objetivas que tienen
l'S 1.1l rítica y superación del sentido común y de la religión, y por ello que ser estudiadas con métodos científicos y no mediante la espe u-
c oincidc con el «buen sentido». La filosofía es la expresión de la vida I.I( ión. De la misma manera que e! materialismo histórico es la traduc
rnt .lcctual y moral en su conjunto de un determinado grupo social y l ión 1,1 hegelianismo a un lenguaje historicista, la filosofía de Cr 'C
no 1.1 concreción de sus intereses actuales inmediatos, sino también de es un.i traduc ión al lenguaje especulativo de! historicismo reali ra de
1m mcdiatos y futuros, frente a la ideología que se dirige a resolver los 1.1filosorh de la praxis. La filosoíla de la praxis es «el histori ism ab
prohl 'mas actuales más acuciantes e inmediatos. El materialismo his- mluto,"!'1 mundaniza i n y terrenalidad absoluta d I P n amiento, un
tÓI ico, para Cramsci, ha na ido en la forma de riteri s prácti os en I _s I111111,1 11ixmo absoluto ti' la historia» ( uad .rno 11, § 27). También ri
c u.il -x, sin embargo, c'st.í implícita una c nc P ión del mundo, una rl f Il ,11 ;I.IIIlSl i 1.1110(ión dc' «histo: i;1l't iro políti; ,1» qu • no 'S m.is qu ' 1.1

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CAPÍTULO 11. SEGUNDA PARTE

hipóstasis mecánica y arbitraria del momento de la hegemonía; del vidad, es la superación subjetiva de la objetividad dada que condicio-
consenso, que escamotea el momento de la lucha y la confrontación. na la acción hacia una objetividad por alcanzar, perteneciente al cam-
La ética se refiere a la sociedad civil, a la hegemonía; la política se re- po de los posibles. El proyecto es la vida orientada, la orientación de
íiere a la coerción estatal y las dos son precisas, la libertad y la fuerza. la vida hacia una meta que se persigue a partir de lo dado. El proyecto
En resumen, los Quaderni nos ponen en contacto con una concep- se orienta por la finalidad buscada, pero dado que la actividad del su-
ción historicista del marxismo que se ve como un nuevo sentido co- jeto tiene lugar en un campo social en el que hay también otros suje-
mún, que sea a la vez un buen sentido y capaz de convertirse en la con- tos con sus fines propios, esas fines vivos personales se ven mediatiza-
cepción del mundo de las más amplias masas populares, llevando a dos por los fines impersonales, subproductos de la interacción entre
cabo una profunda reforma intelectual y moral. los diversos sujetos y que se producen sin que nadie los quiera ni los
busque. Son las consecuencias no queridas de nuestras acciones y que
a su vez condicionan a éstas.
.\. LA «CRÍTICA DE LA RAZÓN DIALÉCTICA» DE]EAN-PAUL SARTRE El método que se debe utilizar es heurístico, progresivo y regresivo,
analítico y sintético a la vez; tiene en cuenta las condiciones existentes,
La respuesta filosófica más importante al XX Congreso del PCUS pero también las metas buscadas; se refiere a la alienación y a la vez a
y .1 la desestalinización incipiente fue la Crítica de la razón dialéctica de los esfuerzos por superar dicha alienación. Dicho método se refiere al
[. P. Sartre. En esta obra el filósofo francés pretende establecer una an- hombre en situación; explica la biografia por la época y la época por la
tropología estructural e histórica a la vez, partiendo de la base de que biografia; es un continuo vaivén entre la parte y el todo.
l·1 marxismo es el horizonte intelectual de nuestra época, es el Saber Para Sartre, la originalidad de Marx respecto a Hegel reside en que la
ron mayúsculas, pero asumiendo también que la falta de mediaciones Historia se conserva en curso y que el Ser es.irreductible al Saber, aunque,
le hace incapaz de asumir los problemas de la subjetividad y es ahí sin embargo, se puede establecer un movimiento dialéctico entre Ser y
donde aparece el papel del existencialismo, en tanto que ideología que Saber. El marxismo es materialista en tanto que es el pensamiento de los
.icornpaña a la filosofía, al Saber que es el marxismo. El existencialis- hombres situados en el mundo y que actúan sobre dicho mundo, y la ra-
1110 írcnte a la abstracción y generalidad del saber marxista destaca la
zón dialéctica es el producto de las praxis determinadas de hombres que
.spccificidad irreductible del acontecimiento histórico, que no es un habitan en una sociedad determinada y en un tiempo determinado. La
mero residuo azaroso de la universalidad. Ahora bien, el estableci- dialéctica es el resultado de una infinidad de actos individuales; es la ley
miento de esta antropología exige un nuevo tipo de razón, es decir, de dc totalización que produce las realidades que se imponen a los indivi-
una nueva relación entre el pensamiento y su objeto, que tiene que ser duos: los grupos, la sociedad, la historia; es una resultante que no se redu-
di.rl.ctica ya que tiene que ser capaz de totalizar el conocimiento del ce a un mero promedio, y una fuerza totalizadora que no deviene fatali-
hombre, El objetivo de esta obra será, pues, explorar la legitimidad de dad trascendente. El nominalismo se da aquí otra vez, ya que la dialécti-
1111.1 razón dialéctica en su relación conflictiva con la razón analítica y ea es «la totalización de las totalizaciones concretas operadas por un;'!
positivista. multiplicidad de singularidades totalizadoras». Aquí conviene distinguir
El pu nto de partida de Sartre, como muy bien ha destacado entre totalidad y totalización: la primera es sólo un principio regulador de
( :. Amorós, es nominalista, ya que desde el punto de vista ontológico las totalizaciones en curso, y se reduce al conjunto inerte de sus realiza io
11 's provisionales. La totalidad es un estado, mientras que la totaliza ión
\,')10 11.Iy individuos y relaciones entre dichos individuos; los objetos
. olcctivos, como los grupos, son reales pero con una realidad parasita- es un proceso; una está totalizada y la otra se totaliza. La dialé ti a 'S,
1Í.1. Por otra parte, la totalidad que busca el grupo nunca se encuentra pu ·s,a .tividad totalizadora, es el movimiento original de la totaliza ión;
l'~ In lógica de la acción creadora, es decir, la lógica de la libertad.
del todo: sus intentos de totalización nunca desembocan en una tota-
li Lid completa, sino, a lo más, en una totalidad destotalizada. El obje- LI praxis individual s una totaliza ión en curso quc transforma ·1
tivo que se proponen los grupos, su proyecto, es una negatividad en el I)lCS .mc ha 'ia cl ¡ orvcnir, que hace de lo inerte lo orgánico, 01" raudo
\011 lo orgánico sobr . la in 'r ia cir lindante. Las r 1,ci ti s humnn.is
s .nt ido ti . que no ha sido nunca, de que no se ha al anzad todavía.
111 ·~lj.IIl .ntrc distintos s .crorcs de 1;1 materialidad, de íormn qu ' 1.1
El proyecto 's In unidad '11 rnovirni nto d la subj tividad y la obj ni-

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praxis humana es la razón constituyente que opera en la Historia y que se do las diversas praxis individuales confluyen entre sí, libremente de
presenta como la razón constituida. La praxis como libre desarrollo de! manera armónica, en una praxis común, se produce la disolución de
organismo totaliza lo circundante material y lo transforma en un cam· las series y e! surgimiento de lo que nuestro autor denomina e! grupo
po práctico, pero a su vez e! medio material es el resultado totalizado en fusión, cuyo modelo arquetípico es el que desarrolla la acción re-
de las relaciones humanas. Sartre introduce la materia como una totali- volucionaria, la toma de la Bastilla, por ejemplo. El grupo en fusión
dad totalizada e inerte, producto del trabajo de las generaciones anterio- tiene su unidad sintética en e! interior y la unificación no le viene de
res y como condición material de la historicidad. Esta materia se da a fuera, como a las estructuras seriales. El grupo ya no es una mera agre-
los hombres como rareza, hasta e! punto de que la historia humana ha gación de partes discontinuas, sino una multiplicidad no cuantifica-
sido hasta ahora una lucha contra la rareza. La rareza es el carácter esen- ble, intensiva y no extensiva, como la serie. El grupo en fusión propia-
cial de la relación que una multiplicidad práctica determinada establece mente no es sino algo que se totaliza continuamente y puede desapa·
con la materialidad circundante y en ese sentido es el fundamento y la recer por dispersión u osificarse por inercia. La consolidación del
posibilidad de la historia humana, de la unión de diversos individuos y grupo, su permanencia, es decir, su paso al ser, exige que éste se pro-
grupos en un campo práctico común. La materia es siempre una mate- ponga como objetivo su propio mantenimiento y esto produce como
ria trabajada en tanto que objetivación alienada de la praxis individual resultado lo que Sartre denomina e! grupo juramentado, basado en la
y colectiva. La praxis instrumentaliza la realidad material al envolverla reflexividad, en la dialéctica de la fraternidad y en e! terror, según se
en un proyecto totalizador que le confiere una unidad pseudoorgánica considere e! compromiso contraído desde el punto de vista de la liber-
y dota a las fuerzas naturales de un sentido humano y significante. La tad, como fraternidad, o desde e! punto de vista de la necesidad, como
m.ucria se presenta, pues, como una «praxis invertida», como una anti- terror que se puede dirigir contra e! que ponga en peligro la supervi·
praxis, como una praxis sin autor, que condiciona, sin embargo, las vencia del grupo. La praxis del grupo juramentado es una praxis insti-
praxis concretas de los individuos. Se da una dialéctica entre la praxis y tucionalizada, la transformación de la praxis orgánica en inercia. Se
la materia: por un lado, la praxis unifica y desvela la materia; por otro, crea una inercia ficticia para conjurar los peligros de la recaída en lo
Ll materia condiciona la praxis humana, los objetos materiales comuni- práctico-inerte. El grupo se convierte en una organización, en una ins-
e.in entre sí a través de los hombres y éstos, a su vez, surgen en un mun- titución con vocación de perdurar. Los grupos, en tanto que unidades
do formado por materialidades humanizadas que condicionan su actua- prácticas de una objetivación en curso, se definen de forma negativa a
ción: «Nada les ocurre a los hombres y a los objetos fuera de su ser ma- lravés de la serialidad exterior que acoge a los no agrupados. Es decir,
tcrial y de la materialidad del Ser. Pero el hombre es precisamente esa el ser uno del grupo le llega a éste desde fuera por el otro.
r ..ilidad material por la que la materia recibe sus funciones humanas.. Quizás sea la noción de grupo en fusión la apuesta más utópica d '
En las condiciones de! capitalismo e! resultado de mi praxis se alie- esta obra de Sartre, que hoy se podría recuperar para acompañar al, ur
n.t y me vuelve como algo extraño. A esta relación de la praxis con la gimiente de un nuevo movimiento contestatario global promet i 'o
materia, en tanto que lo práctico-inerte, y con las otras praxis también que quizás suplante al momento sisífico, reiterativo y sin esperanza del
.11 icnadas la denomina Sartre serialidad. La serialidad es una relación dominio capitalista. Mientras tanto, conviene sostener los grupos jura
entre los individuos determinada por la presencia de un «colectivo» en mentados como estructuras que mantienen la llama del movimienl
el campo social. Un colectivo es un objeto práctico-inerte, o sea, un en espera de su despliegue revolucionario.
(lhj 'lo material producto de! trabajo humano que reúne a su alrededor
un.i multiplicidad de individuos a los que somete a sus exigencias y a
los que también totaliza en parte. Ejemplos de colectivos son e! mer- 11. Lxs APORTACIONES DE ALTHUSSER:
e.ido, O una línea de autobuses. Un colectivo es un objeto institucio- 1,/\ RECONSTRU rÓN CIENTíFICA DEL PENSAMIENTO MARXI/\NO
n.il que rcla ion a a los individuos de una manera determinada, pero
siempre cxtcri r indiferente. Pero la serialidad produ ida en torno a También L. Althusser comienza su reflexión sobre el marxismo
los col xt ivos, aunque sea la Íc rma funda m ntaJ de la socialidad, n es en la csrcla de I(]dcscstalinización puesto que durante el estalinismo
1,1 única forma en que los individuos se r lncionan según Sartr '. 1I,11l 110 les quedó m:ls r 'medio .1 los pcns.iclorcs marxistas qu ' el sil 'Il
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 11. SEGUNDA PARTE

cio O el comentario. Ahora es el momento de elaborar la filosofía La filosofía marxista implica, pues, para Althusser, enunciar teó-
marxiana ya que nuestro autor la dejó en estado práctico en su obra ricamente la solución que ya se encontraba en estado práctico en los
pero no la desarrolló de forma autónoma; al fundar la teoría de la escritos del Marx maduro, especialmente en El capital. Establecer un
historia fundó al mismo tiempo una nueva filosofía de forma implí- enunciado teórico implica no sólo producir un conocimiento, sino
cita. La filosofía de Marx está escondida, en acción, confundida con también criticar la ilusión (ideológica) que lo precedía y que impe-
su actividad crítica o heurística. Curiosamente, para Althusser la fi- día su surgimiento. Por ello, el establecimiento de la filosofía de
losofía específica de Marx no se encuentra en sus escritos filosóficos Marx exige la crítica de la ilusión que reducía esta fil,osofía ~ los. es-
juveniles, sino en sus escritos económicos e históricos de madurez. bozos del joven Marx. La construcción de la filoso Ha marxista im-
Althusser defiende, como Gramsci, la autonomía y originalidad del plica una actividad, una práctica (teórica) que permite, a partir de
marxismo, que es el resultado de una ruptura epistemológica que no una ideología previa, y mediante la aplicación de un método, dar lu-
sólo da lugar al nacimiento de una nueva filosofía, sino también a gar a un producto teórico nuevo. Se produc~ el paso de u~a Gene-
una nueva concepción de la filosofía. Por ello, es importante locali- ralidad 1(ideológica) a una Generalidad Ill (CIentífica) gracias al uso
1"• ar el lugar y el alcance de dicha ruptura. A este cometido principal de una Generalidad Il (metodológica). Toda práctica es un proceso
Alt husser dedicó los artículos reunidos en Pour Marx. Además del de transformación de una materia prima dada mediante un trabajo
(OIlC('ptOde ruptura epistemológica retornado de Bachelard, nues- humano que pone en funcionamiento unos medios de pro~ucción
no .rutor introduce el de problemática debido a su amigo J. Martin. determinados. Aplicado al caso de la teoría, tenemos en pnmer lu-
I .1 pioblcm.itica es el conjunto de conceptos estructurados y jerar- gar que siempre partimos de lo abstracto, no tanto de los he~hos,
tluiz.tdos que da unidad a una teoría. Los conceptos sólo tienen sen- sino de una primera reflexión ideológica o científica sobre dichos
tido en el seno de una problemática y al cambiar de problemática hechos. En segundo lugar, el producto de la reflexión sobre lo abs-
c.unbian de sentido y dejan de ser los mismos, aunque se mantenga tracto es un concepto, un elemento más concreto que el punto de
I.r palabra que los designa. partida. El proceso de la ciencia pasa, pues, de lo abstracto a lo con-
La tesis del surgimiento del marxismo a través de una ruptura epis- creto. Este proceso se da completamente en el marco del pensa-
icmológica conduce a situar a Marx respecto de su contexto cultural y miento, aunque, por supuesto, parte de los hechos reale~ y.vuelv~ a
lilosóíico marcado por el hegelianismo de izquierdas y especialmente ellos mediante la práctica transformadora, pero el conocimiento t!e-
por la influencia decisiva de Feuerbach. Marx desplaza el punto de vis- nc lugar en el pensamiento, pasando de unas estructuras a otras e m-
t.l y cambia de elemento en relación con este contexto, cosa que no es troduciendo una novedad real: en un caso produciendo un concep-
c.rpaz de hacer Feuerbach, que se limita a invertir a Hegel sin cambiar to científico a partir de una imagen ideológica, en otros casos pro-
de clcmcnt respecto de él. Marx no invierte a Hegel, sino que pasa a duciendo un nuevo concepto científico a partir de otro concepto
ot ro espacio teórico marcado por el descubrimiento de dos realidades científico previo al que el segundo engloba y supera definiendo su
que no csrab,m presentes en los análisis hegelianos ni feuerbachianos: rclatividad y sus límites de validez. La Generalidad Il está formada
1.1rc.ilid.ul del capitalismo y su expresión ideológica en la economía por el cuerpo de conceptos cuya unidad constituye la teoría de la
polít i(.l Illglt',.l, y la lucha de la clase obrera organizada, especialmente ciencia dada en un momento determinado, teoría que define el carn
el movmucnto obrero francés. La apertura a estas realidades nuevas le po en el que hay que plantear los problemas.. . r •

1'('1 "lit, ir Ill.ís .illá de la ideología que las deformaba o simplemente El núcleo de esta filosofía marxiana reconstruida es la dialé ti a
I.tSiglloJ'.tba. La filosofía marxiana establece nuevas relaciones entre cuya especificidad frente a la hegeliana reside en su carácter de s
t "llllill0S también nuevos, inéditos hasta entonces y que apuntaban a brcdcterrninación. En efecto, frente a la oposición rígida y d t .r
LISrealidades recién descubiertas por Marx a partir de su salida de Ale- minista que el diarnat introdu e entre la base económica y las div -r
m.mia. Su liberalismo kantiano-fichteano de la «Gaceta Renana» y su ~,lSsupcrcstru turas, Althusser, iguicndo a Lenin, afirma qu , .n l:1
post .rior comunismo de raíz feuerbachiana dejan paso a la reflexión "I.lIICislí10,las contradic ion s s encuentran sicrnprc s bredct .rnu
teórica qu . P .rrnit pensar la «cien ia nueva» (la historia) y que sería la n.ld.ls, no son simples, sino que se encuentran csp -ciíicadas por I.ls
h.lSCti ' su comunismo p st rior, ya sp íf arn nte marxiano, 101 "\,lS y LISe in lI1lSt.1I1t
i.rs e OIlC!''1.1Sen que dit 1t.1Sconu.ulicc io\lt·s

1111
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO:xx CAPÍTULO 11. SEGUNDA PARTE

se despliegan. La producción es el factor determinante, pero sólo en


«última instancia» ya que siempre los factores superestructurales
ejercen una influencia decisiva sobre el curso de la historia y deter- BIBLIOGRAFÍA
minan muchas veces su forma. En las circunstancias históricas con-
cretas se produce una acumulación de determinaciones eficaces sur- Fuentes
gidas de las superestructuras y de las circunstancias particulares na-
cionales e internacionales que operan, modulándola, sobre la ALTIlUSSER,L., Pour Marx, París, Maspéro, 1965 [trad. esp. en México, Siglo XXI,
determinación, en última instancia, por la economía. 1973].
En este texto se produce también una intervención sobre la cues- BAHRo, R., La alternativa. Contribución a la crítica del socialismo realmente existen-
tión de las relaciones del marxismo y el humanismo. Althusser de- te, Barcelona, Materiales, 1979.
fiende un antihumanismo teórico de Marx en el sentido de que el GRAMSCI, A, Qjtaderni del carcere, Turín, Einaudi, 1975 (reimp. en 2001) [trad.
concepto de humanismo no es científico, sino ideológico ya que se esp. en México, Era, 1981-2000].
limita a señalar un conjunto de realidades existentes pero no nos da HARICH, W., ¿Comunismo sin crecimiento?, Barcelona, Materiales, 1978.
los medios teóricos para conocerlas. Reconocer un problema o una HELLER, A, La revolución de la vida cotidiana, Barcelona, Materiales, 1979.
Ic.llidad no es conocerla. Si el joven Marx ha profesado un humanis- - La teoría de las necesidades en Marx, Barcelona, Península, 1978.
I\lOde cuño liberal basado en Kant y Fichte, y después un humanis- KOLAKOVSKI,L., El hombre sin alternativa, Madrid, Alianza, 1970.
1110 comunista basado en Feuerbach, a partir de 1845 Marx rompe - Tratado sobre la mortalidad de la razón, Caracas, Monte Ávila, 1969.
i.uliculmente con toda teoría que funde la política y la historia en la KOSIK, K., Dialéctica de lo concreto, México, Grijalbo, 1967.
110l ión de la esencia del hombre. Marx crea conceptos nuevos, criti- LUKÁcs, G., El asalto a la razón, Barcelona, Grijalbo, 1978.
(.1 la pretensión teórica de todo humanismo filosófico y define el - Eljoven Hegel; Barcelona, Grijalbo, 1970.
humanismo como una ideología que se basa a la vez en un empiris- NOWAK, L., La scienza come idealizzazione: ifondamenti della metodología marxia-
I\lO del sujeto y un idealismo de la esencia, ya que se afirma la exis- na, Bolonia, Il Mulino, 1971.
tencia de una esencia del hombre que es, a su vez, el atributo de los SANCHEZ VÁZQUEZ, A, Filosofia de la Praxis, México, Grijalbo, 1967.
individuos aislados. Rechazar el carácter teórico del humanismo no Si\RTREJ.-P., Critique de la raison dialectique, París, Gallimard, 1985 [trad. esp. en
significa negar su valor como ideología rectora de la acción política. Buenos Aires, Losada, 1970].
I"IS ideologías tienen una función práctica fundamental, aunque no ZI:,I.F.NY,].,La estructura lógíca de «El Capital» de Marx, Barcelona, Grijalbo, 1974,
icngnn una función teórica y cognoscitiva. Las ideologías son siste-
1ll,1S d . representaciones mediante las que los hombres expresan no
Nt/átncias
t.uuo sus relaciones con las condiciones reales de su existencia, sino
( ómo viven dicha relación en su imaginario. AMORÓS, c., Diáspora y apocalipsis. Estudios sobre el nominalismo de J.-P. Sartre,
1,,1 .rfirmación de la radical novedad de Marx respecto al contexto Valencia, Institució Alfons el Magnanim, 2000.
Ill,\túlic o en el que surge, la ruptura epistemológica que el marxismo IkItMUDO,J. M., De Gramsci a Althusser, Barcelona, Horsori, 1979 .
.\lIpOI1l'respecto a las problemáticas teóricas existentes en su época, el (:i\S"S, c., Crítica del marxismo libera¿ Barcelona, Península, 1971.
(()IH cpto de sobredeterminación de las contradicciones y la idea del 1o'1',ItNANDEZ BUEY, F., Leyendo a Gramsci, Barcelona, El Viejo Topo, 2001.
.uuihumanisrno teórico de Marx son las principales aportaciones de CONzA!."z, J.; PEREIRA,C. y V ARCASG., Praxis y filoscfia. Ensayos en homenaje
Althusscr al marxismo de su época, aportaciones que a grandes rasgos ,1 /1¡f0fln Sáncbez Vázqucz, México, Grijalbo, 1985.
siguen siendo válidas en la actualidad. Mi\I('I rNI:.í'~F. J., «Filosofia, ética y política en la escuela de Budapest», en LII Es
(/Id" di' 8//rltlpI'JI, Madri \, Fundación Investigaciones Marxistas (HM), 1985 .
« FiI6sof()s marxistas ingleses: J. Lcwis y M. Cornforth», en De la crisis ti ItI
1I,tlr/llloji'. M,ld, id, Origen 'S, 1986.

IMI
CAPÍTULO12

La teoría crítica
SERGIOSEVILLA(coord.)

l. LA ESCUELADE FRANKFURT

SERGIOSEVILLA

Pocas afirmaciones pueden presentar de un modo tan emblemáti-


co la peculiar elaboración de la filosofía actual como crítica que lleva
.1 cabo la Escuela de Frankfurt como la que Adorno escribe a Benja-
111 in: "En definitiva, en la Genealogía de la moral de Nietzsche hay más
de la verdad una que en el ABC de Bujarin-', junto con la afirmación:
"En el primer lugar de mi lista figura, de todos modos, el estudio siste-
mático de El capiiab/: Si, además, se tiene en cuenta que, en estos mis-
1110S años, Nietzsche está siendo comentado por Heidegger como diag-
nóstico esencial para el tiempo presente, y ferozmente criticado por
l.ukács como destructor de la razón, la afirmación de Adorno mucs-
11';1 hasta qué punto el marxismo de la teoría crítica es original, tanto
'11 el diagnóstico del momento histórico que le tocó vivir, como en la
v.iloración que realiza de los clásicos filosóficos posteriores a Hegel,
dc los que se siente heredero crítico. Crítica de las tradiciones (Kant,
1 lcgcl YMarx, por supuesto, pero también Kierkegaard, Schopenhaucr
y Nictzsche), y voluntad de comprender y transformar las sociedad s
r.rc ionalizadas, pero no emancipadas, del siglo xx (comprensión en 1::1
qll . ti scmpeñan una función central conceptos y concepciones de

(1928·194(~. ThcodorW /ldoruoy


l. o;""('(/,ollrll'//(;rl Wrtl/I'I' Brujamin. trad. tI·.J. Mil
11111Y V. COlllt·Z, Madrir], Trott.i, 19 8, P:\I\. 274.
! ! lhldnn, P'\I-\. 011.

\71
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 12. SEGUNDA PARTE

M. Weber, Freud y el Lukács de Historia y conciencia de clase) se unen en transformaciones en el ámbito de la cultura [oo.] incluyendo no sólo los
una particular comprensión de la actividad filosófica que sabe que no contenidos llamados espirituales de la ciencia, el arte y la religión, sino
puede ya contar con la aspiración de teorizar desde el punto de vista también el derecho, la ética, la moda, la opinión pública, el deporte, el
de la totalidad. entretenimiento, el estilo de vida, etc.»:', Este programa interdisciplinar
Los avatares de la historia europea, desde los años veinte a los años de tematización materialista de la sociedad, comprendida desde la no-
setenta del siglo xx, esto es, los efectos de la Primera Guerra Mundial ción hegeliana de «Espíritu objetivo» que constituye el trasfondo de su
y de la Revolución Soviética, de cuya herencia intectual se separaron a concepción de la sociedad, abogaba por la colaboración de la filosofía
pesar de asumir el marxismo; el nazismo y su antisemitismo, que los y de las diversas ciencias sociales en el estudio de los problemas actua-
llevó al exilio, la Segunda Guerra Mundial, la ocupación y división de les de la sociedad; ello propició la colaboración en el Zeitschrift für 50-
Alemania por los vencedores, la reconstrucción de su parte occidental, zialforschung del nutrido conjunto de teóricos que forman el grupo
a la que regresaron, dentro de los parámetros del capitalismo económi- (Horkheimer, Adorno, Marcuse, Fromm, Pollock, Neumann, Lówenthal,
co y la democracia política, y el protagonismo intelectual que el movi- que convergieron, con grados diversos de afinidad teórica), que nun-
miento estudiantil de los años sesenta dio a algunos de sus miembros, ca borraría el carácter personal y diferenciado tanto de sus temas
constituyen la historia viva que hay que tener presente a la hora de en- de estudio como de sus posicionamientos. El importante artículo de
tender y periodizar el pensamiento de la teoría crítica y sus modulacio- Horkheimer de 1937 «Teoríatradicional y teoría crítica» intenta formu-
nes evolutivas. Esa historia no es un mero trasfondo con textual para lar las posiciones filosóficas que caracterizan al grupo como tal, pero
una filosofIa que entiende el pensamiento según la fórmula hegeliana basta compararlo con el escrito, igualmente programático, de Adorno
de captar el propio tiempo en conceptos; como realización consecuen- Actualidad de lafilosofia (1931), o ambos con el de Marcuse «Teoríacrí-
te de esa tarea hay que entender su caracterización de la sociedad con- tica de la cultura» (1933), para captar el alcance de algunas de las diver-
temporánea como un «mundo administrado», o de nuestra época gencias filosóficas que se mantienen en la colaboración, y que ayudan
como un tiempo sólo comprensible en tanto que marcado por el «des- ;\ entender la trayectoria posterior de sus autores.
pués de Auschwitz». Y también de esa permanente elaboración teórica En la evolución conceptual de la teoría crítica, tendremos en
de una configuración social y política cambiante proceden las modifi- cuenta los textos que el Instituto y sus miembros producen a lo lar-
caciones de posición teórica en algunos temas centrales. go de un período de turbulenta historia alemana y europea, que abar-
El Instituto de Investigación Social de Frankfurt tuvo como primer ca desde 1929, por tomar la fecha del nombramiento como director
director a Carl Grünberg quien, en la lección inaugural de 1924, expu- del Instituto de Horkheimer como marcador de referencia, hasta 1968,
so su compromiso con el marxismo, entendido como sistema filosófi- fecha de publicación de la obra de Habermas Conocimiento e interés, qu
co y como método de investigación. Sin embargo, debe tenerse pre- señala la irrupción de una generación nueva en el desarrollo de la teoría
sente que el marxismo del Instituto orienta sus investigaciones empíri- crítica, aún en pleno vigor productivo, tras la que ya han aparecido los
CIS hacia los rasgos de la sociedad del momento, sin que ello implique nombres de la llamada «tercera generación», como los de A. Wellmer,
conexión organizativa con las organizaciones políticas -comunistas o A. Honneth o S. Benhabib. Nos atendremos en esta exposición al pe-
socialdemócratas- marxistas del momento. Esta desconexión organi- ríodo del grupo inicial hasta la aparición de Conocimiento e interés.
z.uiva, a veces criticada como elitismo e inconsecuencia práxica pro- Lo más acertado sería seguramente no intentar definir en términ s
pios de un «marxismo de cátedra», se corresponde con una enorme li- .iscrtivos en qué consiste la teoría crítica más allá del límite señalado
hel t.id moral e intelectual que les permite, a la vez, fustigar el nazismo por el propio Leo Lówenthal: teoría crítica «es, ciertamente, una pers-
y .idoptar las virtualidades críticas de la genealogía nietzscheana. pectiva, una orientación crítica básica común acerca de todos los 1ro-
En 1929, Horkheimer sucedió a Grünberg en la dirección del Ins- bl '1)13$ ulturalcs sin plantear nunca una pretensión de sistema. La
tituto. Su pr pio programa, bajo el título «La situación presente de la Zl'If.w/Hift contiene los programas críticos de los padres fundadores, si
íilosofla social y las tareas de un Instituto de Investigación Social»,
plantea como obj .tivo el estudio de «la interconexión entre la vida
('( onórnica el ' la soci .dad, 1ti .sarrollo psíquico d 'los individuos y las

17. \7\
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 12. SEGUNDA PARTE

los puedo llamar así, en filo sofía, economía, psicología, música y lite- la rúbrica «materialismo»; (2) de 1937 a 1940, período que denomina
ratura. No otra cosa sino este denominador común colectivo es lo que «Teoría Crítica»; (3) de 1940 a 1945, período que entiende bajo el rótu-
debiera entenderse por teoría crítica, una expresión, por lo demás, que lo «crítica de la razón instrumental». Valorando el rigor de su plantea-
nunca utilizamos nosotros en los primeros veinte años tan cargada de miento, no seguiremos en esta exposición su criterio por entenderlo
connotaciones como le ha parecido a la "posteridad". Ésta es mi res- excesivamente dependiente de los escritos de M. Horkheimer. Enten-
puesta. Es una perspectivas". Eso que Lówenthal llama «perspectiva», deremos que tambien Actualidad de lafilosofía (1931) de Adorno ha de
por oposición a lo que podría considerarse una «doctrina», no impide valorarse como escrito programático; desde esta opción, se hace más
caracterizar un grupo de cuestiones recurrentes, relativamente estables, compleja la relación crítica con la filosofía marxista de la historia, la re-
y de un conjunto de posiciones teóricas que se modifican según lo exi- lación teoría-práctica adquiere dimensiones filosóficas no reductibles a
ge el análisis de una situación social cambiante; ese núcleo estable de la aplicación política, y se observa, ya desde el inicio, el impacto meto-
problemas y posicionamientos da identidad al grupo. H. Dubiel ha in- dológico de la obra de Freud.
tentado caracterizar esa «identidad» teórica articulándola en tomo a Adorno enmarca su posición sobre el carácter actual de la filosofía
esos tres ejes: (1) La experiencia histórica y política del grupo, que ar- como teoría crítica en una ruptura con el idealismo, como filosofía re-
ticula sus posiciones en tomo al movimiento obrero, a la Unión Sovié- constructiva de la totalidad de lo real, exigida por la voluntad de articu-
tica y al fascismo. (2) La teoría de la relación teoría-práctica, que inclu- lar la filosofía crítica con la noción de praxis. La posición que Adorno
ye sus posiciones en tomo al sujeto de la transformación social, como introduce como «materialismo» no es una tésis ontológica, en sentido
destinatario de la teoría crítica, y su propia elaboración acerca de cómo prccrítico, sino la consecuencia rigurosa de la ruptura de la filosoBa
entender la relación filosófica entre teoría y praxis, que es cuestión de- con la aspiración a captar la totalidad desde una hermenéutica del sen-
finitoria para la teoría crítica. (3) La posición teorética, que puede ca- tido. El fin del idealismo ha de entenderse tanto como un factum his-
racterizarse a través de su auto-comprensión en la tradición de la teoría iórico-filosófico cuanto como manifestación de nuestra imposibilidad
histórica y política, su relación con el marxismo, su modo de articular de justificar mediante la razón el mundo presente, como hace la teoría
la filosofía con las ciencias, y su posición respecto a la utopía. Sin ern- ti .id icional, lo que la convierte en apologética de lo inaceptable.
bargo, el repertorio de cuestiones y posiciones que dan in den ti dad a la La bermenéutica que Adorno propone, rompe con el idealismo d ,1
Escuela, y que justifican una periodización evolutiva, depende de los ,'¡'Iltido, con el postulado de una esencia que subyace a la apariencia fe
textos que aceptemos como más significativos del programa, y de la in- noménica, para interpretar los enigmas como constelaciones con el pro
terpretación que realicemos de ellos. Intentaremos, sin menoscabo de pósiro de aniquilarlos práxicamente. Pero tal ruptura con los supue tos
una cierta idea de identidad, no perder de vista la pluralidad de posi- onrológicos de una razón objetiva total no se opone a esta otra tesis: «Pie
ciones en tomo a esas cuestiones básicas, que se simplifican en exceso uuud material y concreción de los problemas es algo que la filosofía sólo
si damos la palabra predominante a uno de los miembros del grupo. jlodd,l to mar del estado contemporáneo de las ciencias particulares>'!'. La
Lo mismo sucede con la valoración de la cronología: si se toma nucr.tcción entre investigación (tarea de las ciencias), interpretación (tar 'a
C0l110 momento central de la historia de la Escuela la producción de los (1(' 1.1 íilosofla como crítica) y praxis se sitúa en un nuevo nivel para el [ue
.iños cuarenta, se infravalora la influencia de Marx; si, en cambio, se da 111) ( ,ll)l' trazar un modelo estable, puesto que varía en cada situación on-
preferencia a los escritos programáticos de los años treinta, se corre el ( 11'1.1: VI1 eso consiste la actualidad de la filosofia. La valoración de las
1 i .sgo de malinterpretar los desarrollos teóricos posteriores a 1940 como ( 11'11\ l,lScmpíri as explica el programa de investigación interdisciplinar en
una deriva hacia el pesimismo y la autorrenuncia. Dubiel' propone el si- 11 1\"(' 1.1 c olaboración activa entre filosofía y ciencias sociales se convicr
guiente esquema cronológico: (1) de 1930 a 1937, período que sitúa bajo 11- ('11 LII,Il't .rística distintiva de la Escuela de Frankfurt.
1\111.1 níti 'a al cientifismo, descubrimos que la categoría de «5 'nti
.¡ 11. Dubicl, Leo LihlJl'n/bfll. Una conuersacián {JII/obiogrrifica, Valencia, Edicions Al- do .. ('~ IILls .unplia que la de «sabe!'», y que nuestra comprensión ti '
IOl1s ~I Mngnánim-lvfil, 1993, pág. 59.
\ 11., Dubicl, WiJJI'm(b4i,(or,~{l/Iis{l/io/l nnd politiscl» E:rflbrtt/l,~: S/I/dil'll zlIr./hibl'll Kri-
/hdl/'11'lhro¡ir, Fr,lnlcillfl, Suhrkamp Vcrl.rg, 1978, 1'11 W i\dolllO, III/I/allt!at! t!rllljillllll/fil. IlJ \ 1, p.\g, ~6

\74
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPíTULO 12. SEGUNDA PARTE

senti~o es confil?llradora d~ praxis. Pero la crítica a la metafisica que ea- particulares (y la prueba práctica de la solución del problema es la apli-
ractenza el corruenzo del siglo xx añade la advertencia contra una do- cabilidad técnica de la ley teórica, o de sus consecuencias). Pero, «lo
ble objetivación ilusoria: la del «sentido» y la del «sujeto» que lo confi- que sucede» nos reta, con frecuencia, no como problema, sino como
gura. Sacar las consecuencias del abandono de esta doble ilusión no es enigma; el enigma nos reta como lo que no puede ser totalmente com-
tarea fácil ni unívocamente formulable; de hecho, se diría que los pro- prendido por remisión a un modelo teórico; nos reta desde la situa-
gramas filosóficos se diferencian por el modo en que registran concep- ción vital en la que estamos comprometidos; no se nos enfrenta como
tualmente la crítica de esa doble objetivación. «objeto» disponible. El que interpreta lo hace en actitud realizativa, es
El marxismo «ortodoxo», en su versión reformista o revoluciona- decir, en la actitud del ser activo que se encuentra ante un obstáculo
ria, sería «falsa conciencia» por pretender una representación filosófica que ha de remover quitándolo de delante (disolviéndolo, dice Adorno)
de la totalidad, como la que contiene su filosofia de la historia. La con- para proseguir la acción propia. No es una cuestión de sentido, sino de
cepción de la praxis que se entiende a sí misma como coherente con acción y, por eso, «la contestación no se queda en el ámbito cerrado
una tal teoría de la sociedad como «totalidad» no puede ser sino la de del conocimiento, sino que es la praxis quien la da-". En ese sentido se
una praxis que se entiende a sí misma como aplicación de una teoría cumple la tesis de Marx: no se trata de interpretar, esto es, de extraer un
verdadera. La pregunta por los efectos práxicos de una teoría social crí- sentido profundo, que sea el duplicado en un segundo mundo -el de
tica no es secundaria, especialmente cuando ésta ha asumido como las significaciones ideales- de lo que aparece en el ámbito fenoméni-
propia la perspectiva que Marx trazara en la Tesis XI sobre Feuerbach. co; se trata de transformar el mundo, es decir, de disolver la configura-
Por un lado, la teoría crítica no puede aceptar la forma política en que ción fácticamente dada que impide que nuestra acción propia conti-
el marxismo ortodoxo la convierte en partido que aplica una supuesta núe. La interpretación ha de estar abierta a lo particular inconceptuali-
comprensión científica de la totalidad, y de sus posibilidades evoluti- zable y al sinsentido: es materialista porque se opone a cancelar lo que
vas científicamente determinadas, convirtiéndola así en realización sucede en el concepto.
(ide~lógica) de .la fi~osofia. El haber declarado ilusoria la pretensión de La distinción entre praxis (emancipatoria) y aplicación (técnica) re-
totalidad se lo impide, Pero, por otro lado, la teoría crítica se enfrenta solutoria de problemas depende de la demarcación entre ciencia y fi-
a la teoría tradicional porque su aplicación práxica, la racionalización losofia, entre investigación e interpretación. El criterio de demarca-
~ecnológica, reproduce el dominio sobre la naturaleza, y también en el ción, y la relación entre ambas actividades es planteada por Adorno
mtcnor del vínculo social e intra-psíquico, al no cuestionar su funcio- en los siguientes términos: la filosofia no se distancia de la ciencia, en
namiento previo, y al potenciar su mera funcionalidad sistémica. La Ull hipotético lugar superior, por lo general de sus planteamientos o
praxis (emancipatoria) es ~istinta de la resolución técnica de proble- lo abstracto de sus categorías; al contrario, «los problemas filosófi os
mas, porque la interpretación, característica de la filosofia, es distinta se encuentran en todo momento, y en cierto sentido indisolublemen
de la investigación propia de las ciencias particulares que formulan te, encerrados en las cuestiones más definidas de las ciencias parti 'u
problemas y los resuelven, y que «aceptan sus hallazgos, en todo caso l.ircs-". Pero la actividad filosófica sobre esas cuestiones definidas
~us hallazgos últimos y más fundamentales, como algo ulteriormente de las ciencias particulares no se deja llevar por la dinámica interna d .
lmol.uble que descansa sobre sí mismo, en tanto la filosofia concibe ya esas ciencias que, presumiblemente, es la de la teoría tradicional: «el re
d primer hallazgo con el que tropieza como un signo que está obliga- c ono imiento de la sociología por parte de la intepretación filosófi a
da a descifrar»)", prc .isa de alguna restricción. Para la filosofia interpretativa se trata d .
O, este modo, la caracterización de la relación teoría-praxis en la c onstruir alguna clave que haga abrirse de golpe a la realidad»!". ]ust,1
teoría crítica, nos lleva a la caracterización de las relaciones entre filo- Il1t'nl 'el! reintroduce la cuestión por la teoría filosófica como praxis:
\On.1 y iencias positivas. Si la actividad teórica de formular y resolver «Sólo en la aniquilación de la pregunta se llega a verificar la autcntici
problemas sucede es en determinados ámbitos que dan lugar a ciencias
H I",,,,d,,/,,r!, p,\g,\.9.\ 91\.
:' ;1, ,,,"/i¡{rIf/, p.\¡:. HIl.
I ,1, 1111I/11/11I/, p.\¡:. 117 111 ,1"II,d,,/,"/, p.\g. 97.

17(1 '177
CAPÍTULO 12, SEGUNDA PARTE
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIEN1ÍFICO DEL SIGLO XX

dad de la interpretación filosófica, y el puro pensamiento no es capaz cial e históricamente variable (vl.a unidad de la vida individual no era
de llevarla a cabo partiendo de sí mismo. Por eso trae consigo a la natural, sino conceptual, y por tanto socialmente mediada»)", '! un fi-
praxis forzosamente»!'. nal visible en la sociedad actual, racionalizada según el pnncipio de la
La formulación canónica de la teoría crítica, publicada por Hork- utilidad «<Con la desaparición d.e la ~xistencia aut~noma. de,n,tro
la economía desaparece el propiO sujeto como u~lldad smt~tlCa») .
1;
heimer en el artículo de 1937 «Teoría tradicional y teoría crítica" clari-
fica algunas de las posiciones básicas sobre las que todavía se discute. Acepta, por tanto, como superación, la crítica hegeh~r:a del.su~eto k~n-
En primer lugar, es una toma de posición sobre la transformación ac- tiano, que queda así ins~ri~ocomo ~l~mento de~espmtu,obJ.etlvo, e m-
tual de la filosofia; en la autoaclaración que Horkheimer publica en el terpreta de modo materialista la actividad del sujeto en,termu:~s de tra-
Zeitschrifi como apéndice, junto al escrito de Marcuse «Filosofía y teo- bajo e interacción social. La construcción por .la teona tradicional d~
ría crítica», afirma: «En mi ensayo he dado cuenta de la diferencia en- una filosofia del sujeto como punto de partida queda anulada, ~Sl
tre dos modos de conocimiento: uno fue fundado en el Discours de la como la restricción de la filosofia a epistemología, que reduce el suje-
méthode, el otro en la crítica marxiana de la economía política-F. La di- to real a mero sujeto de la actividad lógica de formular enunciados
cotomía ya encierra un diagnóstico sobre la autocomprensión filosófi- contemplativos. La construcción histórica del individuo como sujeto
ca de la modernidad, y un posicionamiento respecto al tipo de marxis- fue también la construcción de su pretensión de autonomía frente a la
mo que se adopta. La teoría tradicional realiza una función social dominación por poderes externos. Pero la evol~c.ión de la ~acionaliza-
conservadora, puesto que no cuestiona como problema teórico los ras- ción social hacia una sociedad totalmente administrada ha Ido progre-
gos básicos de la forma social de vida en la que se inscribe, ni los fines sivamente borrando las instancias de emancipación humana que, en
y valores que la caracterizan: «La teoría (tradicional) considera externos un período inicial, ella misma elevó: «~a categ?ría de individuo, a la
,1e1!.1misma el origen social de los problemas, las situaciones reales en que, pese a todas las ~ension~s, estaba ligada la .l?ea de autO?Omla, no
1.1Sque se necesita la ciencia o los fines para los que ésta se aplica. La ha resistido a la gran industria. [...] La destrucción de la razon y la del
rcoria crítica de la sociedad, en cambio, tiene por objeto a los hombres individuo son una sola»!", La razón moderna, vinculada clásicamente
en tanto que productores de todas sus formas históricas de vida':' y, ,1la deliberación libre por parte del individuo sobre .s~ forma. de .v~day
.1I1.1de,«a la teoría crítica no sólo le interesan los fines tal como están su modo de insertarse en la sociedad «<Sinla colectividad el individu
110 es nada. La razón es el modo en que el individuo establece con ~ll,S
Irazados por las formas de vida existentes, sino que le interesan los
hombres con todas sus posibilidades-l"; de ahí que apunte «a emanci- ,le iones el equilibrio entre su propio benefic.io y el de la colectivi
p.lr a lo hombres de las relaciones que los esclavizan-P. El viraje de la d.H.I»)20, considera ilusorio su vínculo con los Ide~17sde su autocom-
teoría hacia la posición crítica se dirige a un sujeto descentralizado, in- prcnsión racionalista e ilus~ada y c~e en un esceptl~~smo s?bre su pro
merso en su historia como producto de una sociedad cuyos usos inte- pi.l potencialidad que se aviene mejor con su función socialmente ~u
IiOIiza, frente al cogito cartesiano, o al sujeto trascendental kantiano o hordinada, respetuosa de la heteronomía, esto es, con su us,o.so 1,11
husscrliano, que aparece en la teoría tradicional porque se ha limitado .u t ual como mero instrumento de la dominación, y de la utilidad .11
,11.1P .rspcctiva del sujeto de la ciencia, y pone entre paréntesis -y, en St'l vicio de fines no mediados racionalmente. Para la teoría crítica,

(OllSCClH.'11 ia, ignora activamente- sus condiciones fácticas sociales "desde el principio, el concepto de razón contuvo en sí, al mismo
tll' posibilidad. Para Horkheimer, el yo tiene un origen histÓrico «<Ni ucmp , el concepto de crítica-", junto c~? el insobo~able compr~)
I()~ CSCl.lvOS ni los pobres tienen individualidad»)", un contenido so- miso con la autonomía; la autocomprenslOn de la razon en la t 011.1
u.idicional, en cambio, introduce el escepticismo, el formalism y el

11 Artunlidad, pág. 94.


1,' M, l lorkhcimcr, Teorla tradicionaly /eoría critica, Barcelona, Paidós, 2000, pág. 79. 11 lhhlnn. p'\I\. 104.
11 ¡{¡{tI/'II/, p::lg. 79. l' 1/111I0/1, P:II\. IO'i.
11 lhldnn, p.lgs. 80 81. 1" lhklmt, P'\I\' IOil.
l' lhldrrn, I ,\g, 81. 111 I/¡{dml, p.\g. 1) l.

11, lltldrrn, (1,\1\, 105, )1 IhUml, [1'\1\ 'lO.


EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 12. SEGUNDA PARTE

nominalismo como formas de alejarse de lo concreto, y la separación ya había señalado Max Weber. La teoría crítica sintoniza con sus d s
entre hechos y valores como modo de dejar la práctica en manos de los tesis más relevantes sobre la configuración de la sociedad conternporá
poderes existentes, como forma de su propia adaptación a lo que hay, nea: «El moderno capitalismo racional de empresa requiere, además de
considerado como inmodificable. Los escritos de Horkheimer, de medios técnicos de trabajo calculables, un derecho calculable y una ad
Adorno y del conjunto de la Escuela en estos años, desde los Estudios ministración de acuerdo con reglas formales, sin los cuales ciertamcn
sobre la autoridad y lafomilia (1936), consideran críticamente temas con- te son posibles el capitalismo aventurero y especulativo y todas las for-
cretos como la familia, la educación, la evolución económica hacia el mas de capitalismo condicionado por la política, pero ninguna empr '
monopolio, el amor, ete., para denunciar la tendencia a convertir los sa racional de economía privada con un capital permanente y cálculo
vínculos sociales en vínculos económicos y de dominación. Esa ten- scguro,,22. En la doble asociación que la sociedad del siglo xx presenta
dencia social a disolver lo cualitativo en lo calculable corresponde, en entre capitalismo y racionalización, la segunda aporta como valor 's
la vida social, a la reducción de la racionalidad a cálculo estratégico de propios el cálculo, la técnica y la formalización de la administración,
medios y fines. Los Estudios intentan problematizar la autoridad como lomo rasgos propios de la racionalidad que se convierten en configu
elemento del vínculo social en la sociedad moderna, complementan- 1.1I1tesdel modo de vida, y que los frankfurtianos consideran presentes
do la teoría marxiana sobre el vínculo económico con un estudio I.l11tOen el nazismo, como en la sociedad soviética y en la sociedad li
de los eslabones psíquicos que operan como mediación entre la base y la bcral democrática; la racionalización atraviesa las distintas configura
sobre-estructura. Su voluntad de revisar el marxismo, en el sentido de I iones políticas de la sociedad, del mismo modo que el capitalismo, .n
una mayor complejidad en su teoría de la sociedad, les opone a los vux formas no actuales, puede ser independiente de la racionalización.
marxistas de partido, y, por otra parte, su valoración crítica de las socie- La segunda tesis enfatiza la dimensión de «modo de vida práctico
dades democráticas no facilita su inserción en la «sociedad abierta». 1.11ional- de lo que Weber llama «racionalismo económico», y lo v '
Una reflexión especial merecen los escritos de la década 1940-1950. (01110 un sustituto de las creencias mágicas y religiosas: «El racionalis
El «período americano» de la Escuela contiene obras tan centrales como I1Hl económico depende para su aparición, tanto de la técnica y el de
Dialéctica de la ilustración (Adorno y Horkheimer, 1944), Crítica de la razón 1('(110 racionales, como de la capacidad y la disposición de los hombres
instrumental (Horkheimer, 1947) y Minima Moralia (Adorno, 1947), cuya .1 determinadas formas de modo de vida práctico-racionales-P, Lo qu .
interpretación no conviene reducir al concepto «razón instrumental». Adorno y Horkheimer entienden por «dialéctica de la Ilustración», o ·1
La evolución histórico-social muestra que los procesos de raciona- \l'glll1UO por «razón instrumental», tiene más que ver con la tesis wcbc
lización no han hecho más que generalizarse y profundizarse desde los 11.11\.\de la racionalización social como «cálculo», y sus efectos dcstruc
tiempos de Weber; en cierto sentido, cabe afirmar que el hegelianismo uvos sobre los modos de vida práctico-racionales, que con una hiporé
se ha vuelto insostenible como filosofia precisamente por su propio 111.1vuelta a una filosofia pesimista de la historia, o con un supuesto
cumplimiento: el mundo social se ha racionalizado tan a fondo que se .rb.mdono del punto de vista racional para la teoría crítica. Las I,·s
ha vuelto inhabitable. Hay en la modernización funcional de la socie- ,·.l.llltl .s bras de la década de los cuarenta concretan el signifi adc ti·
dad una experiencia de sufrimiento, vinculada a la realización del con- 1.1r.u ionalización social en los grandes cambios históricos a los qu . I'S
cepto a expensas del particular. La «crítica de la razón» no puede ser, 1.111.lsisti .ndo los teóricos críticos.
por tanto, una tarea epistemológica trascendental, sino un análisis so- St' h.i discutido mucho en qué medida la tesis del cará ter insuu
cial de las formas opresivas de realización de la razón. No se trata de uunt.il de la razón conlleva una especie de posición insostenible 1.11.1
analizar la razón presente en los discursos científicos, sino en las for- I 11(,('Hit ) criti o, qu no tiene otro instrumento que la razón para 11·
mas de existencia, en los vínculos sociales efectivos: la familia, la ciu- V.lI ,1 c.ibo su tarea. i se entiende de un modo e en iali ta la tesis qu .
dad, el derecho, la riqueza, el estado, ete. La razón se autoproduce en dl'( 1.11.1 contradictori s 1s de
t s de la racionalidad, 0111 si fUt'I.1
todas esas formas de organización de la vida social, en sus institucio-
nes y en sus prácticas.
, M Wdll'l. SIl(/II!().~itl rI'·!llldWIÍII. u.ul. de I~. C,lv,l.íll. Madrul, 1111110. 1')'1/,
Esa interpretación de los procesos de racionalización enlaza con el 1'\1\ \ -1
carácter ambivalente de la racionalización como modernización que -, ¡/I,,/,.III. 1':'1\_ I ~

.1RO IH I
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTíFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 12. SEGUNDA PARTE

una caracterización de la estructura lógica y necesaria de la razón, ha- Adorno y Horkheimer, es la naturaleza dialéctica, sin reconciliación de
bría que concluir la imposibilidad de fundar en la razón la crítica de la los contrarios, que caracteriza el proceso de racionalización; la razón,
sociedad administrada. Si se entiende, en cambio, que el modo y al- al servicio de la autonservación de la especie humana, se convierte, a la
cance que se da en cada caso al uso de la razón es interdependiente del vez, en principio de heteronomía; el principio del cáculo racional faci-
modo d.eexistencia histórica del vínculo social, es posible sostener con lita la supervivencia al precio de convertir el dominio sobre la natura-
Horkheimer: «Algo de la relación objetiva con lo vivo, y no sólo con leza, fisica y humana, en el vínculo prevalente que excluye la equiva-
la propia existencia, se ha conservado en aquella facultad subjetiva de lencia entre razón y autonomía a la que siempre aspiró todo proceso
la razón por el hecho de que ésta obedece a los fines y, al mismo tiem- de Ilustración.
po, aprende de ellos cómo escapar a ellos. Es siempre capaz de recono- Lo que caracteriza en este período al desarrollo de la teoría crítica
cer la figura de la injusticia en la dominación, y gracias a ello elevarse es su decidida desvinculación del objetivismo y el economicismo de la
por encima de la injusticia hasta la verdad-". íilosofla marxista de la historia. La ubicación del grupo en Estados
Esa forma de entender la actividad filosófica de la crítica de la ra- Unidos, en cuya Universidad de Columbia crearon el Institute of Soaal
zón como una teoría social crítica reúne tres acepciones clásicas de ese Researcb, el desenlace de la guerra europea con la derrota de la Alema-
concepto: (1) «crítica» como trazado de los límites del uso válido de la nia nazi, y el comienzo de la guerra fría propiciaron su aguda concien-
razón; (2) «crítica» como discusión y recusación de los supuestos ideo- cia de la negatividad social y su distanciamiento previo de las opciones
lógicos de la teoría tradicional que, al explicar causalmente los fenóme- políticas existentes, para ellos inaceptables. Como dice Lówenthal, no
nos sociales, directa o indirectamente los justifica; (3) crítica de las rea- sin humor: «Nosotros no abandonamos la praxis, fue la praxis la que
Iizacione~ s~)Cialesde una ra~ionalidad funcional que se vuelve pérdi- nos abandonó a nosotros-P. En las sociedades socialistas, al objetivis-
da y sufrimiento para el particular, Esta triple estrategia de la filosofía tllO teórico en la filosofla de la historia correspondía una práctica de-
com~ crítica estar~ presente en los estudios empírico-críticos sobre per- gr'1<.ladaque había dejado atrás la idea del potencial revolucionario del
sonalidad y autondad, y en las obras principales de la década de los proletariado; el sujeto de una transformación histórica emancipatoria
c~larent~;más que un viraje de un marxismo inicial a un pesimismo ci- r.unpoco aparecía en las sociedades europeas de posguerra, en las que
vilizatorio, como algunos han creído ver, hay en esa trayectoria una el restablecimiento de regímenes democráticos normalizaba y desdra-
profundización en la tesis del carácter autocontradictorio de la raciona- m.uizaba la situación, pero no representaba por sí solo una fuerza que
lización social, y de la necesidad de poner coto a su voluntad idealista pudiera oponerse a la universalización de la lógica mercantil y mono-
de recubrir la totalidad. El modo de entender en concreto esas tareas polista. La imagen que da Adorno de la teoría crítica como un mensa
varía entre los distintos autores: Horkheimer se aproxima a un cierto 1(' encerrado en una botella por un náufrago, ayuda a entender que la
hcgelianismo al intentar poner coto a la razón instrumental en térmi- .uuoconciencia de una teoría crítica sin destinatario social se haya en
nos de una racionalidad más abarcante que incluye los fines; Marcuse rendido como pesimismo civilizatorio. El final de la década repre cnta
propugna, frente a una racionalización basada en los vínculos de do- 1.1 ~ .paración, al menos física, del grupo, con la vuelta a Alemania d '
minio sobre los impulsos del ser humano para mejor someterlo al Adorno y Horkheimer.
Ví~l'L110social funcional: una razón que desarrolle la potencialidad de El período de 1950 a 1968, que hemos acotado como final de e t
«1',J"(~s»,en una concepción antropológica que dialoga, a la vez, con (,Ipíllllo, viene caracterizado por la publicación de las obras de madu
1'1,110ny con Freud; para Adorno, en cambio, la filosofía crítica no I('Zde los autores de la Escuela. No obstante la mayor o menor {j leli
puede hacer propuestas positivas de sentido sin recaer en la ilusión de d,ld ,1 los que podríamos considerar un núcleo de posiciones cornpar-
ser pensamiento de la totalidad ", con el riesgo inherente de convertir- 11I1.1S, /!'ros.J'ciuilizacion o El hombre unidimensional, Dialéctica negali7}(1 y
se .n id ología. Lo que distingue la postura, compartida al menos por '1':II//r/I',l/ltic{( s n obras centrales del pensamiento crítico de nuestro si
glll que constituyen la ap rta ión de H. Marcuse o de TIl. W. Adorno

11 /MrI"III, págs, 118 119.


1', Vé,ISt· M. ),IY, M(/r.úllll (/1/(/7i¡/r¡/¡/-y, Univcrsity
0(" alifornin Prcss, 1984. 'j' 11 1)lIl1ld, 1,1'1I1,'¡'/IIl'IIlha/ ... , 0/1, itt., p'\I\. 60.

IH 'IH 1
,
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 12. SEGUNDA PARTE

en mayor medida que del grupo intelectual al que pertenecen. A dar donadas esas esferas, la razón abstracta y formalizada se ocupa de la racionali-
cuenta de lo personal de esas contribuciones a la filosofia actual están zación de los medios y su vinculación con cualquier fin, por lo tanto de la efi-
dedicados los artículos que siguen, y que sólo incluyen una excepción cacia y de la utilidad. La razón se convierte en un principio o instrumento para
a lo dicho: la inclusión de Conocimiento e interés, de J. Habermas. Con la adaptación. Al buscar los mejores medios para fines no cuestionados, la ra-
ella comienza una nueva modulación de la teoría crítica, propia de una zón subjetiva es básicamente un mecanismo adaptativo y pierde, por tanto, la
pretensión de someter a crítica e! todo social y los principios o fines que lo or-
segunda generación llamada a ejercer gran influencia teórica. Sus obras
denan. Se convierte, por e! contrario, en un instrumento eficaz de integración,
posteriores, sin embargo, se estudiarán en otro epígrafe de este libro.
sumisión y adaptación a lo impuesto. Horkheimer señala al pragmatismo
como un modelo ejemplar de la racionalidad subjetiva: sustituye la verdad por
la probabilidad y la calculabilidad, reduce la experiencia al modelo de experi-
2. ANÁLISIS DE LAS OBRAS DE LA ESCUELA DE FRANKFURT mento de laboratorio y hace que e! pensamiento deba siempre justificarse mos-
trando su utilidad. En e! segundo capítulo insiste en lo vano que han sido los
2.1. «Crítica de la razón instrumental» intentos de recuperar artificialmente la razón objetiva a través de la neoescolás-
tica y otras ontologizaciones, toda vez que e! triunfo de la razón subjetiva co-
ISAAC ÁL vAREZ rresponde a una época en la que las restauraciones de la razón objetiva, lejos
de cumplir la función crítica de su época, se incorporan, ahora, como meros
elementos ideológicos y complementarios de la razón subjetiva.
Horkheimer presenta el libro como desarrollo y continuación de aspectos En los capítulos tercero y cuarto Horkheimer aborda e! problema de la cri-
centrales de la Dialéctica de la Ilustración. El texto, publicado por primera vez sis del individuo que, como la razón, se ha ido formando en un complejo hi -
en 1947 bajo e! título de Eclipse cfReason y en 1967, en su traducción alemana, rórico y que en la época actual da señas de hundimiento y liquidación. Perdi-
con e! de Zur Kritik der instrumentellen Vernunji, es el resultado de la elaboración da la base económica de la que llegó a gozar en e! siglo XIX y que le garantiza-
de cinco conferencias impartidas en la Universidad de Columbia en la prima- h.1 cierta independencia, al menos a una parte de la sociedad, en la época d
v .ra de 1944. La obra expone e! pensamiento de madurez de Horkheimer, que LIS grandes multinacionales la supervivencia de! individuo aparece vinculada a
fue modulándose dentro de una cierta continuidad en su intención crítica y en su adaptación consciente a la realidad. La razón subjetiva y formalizada aparc-
sus fuentes filosóficas: la filosofIa clásica alemana, Marx, Schopenhauer y ,t' como el medio de ese sometimiento o esclavización consciente. El proceso
l'rcud. En los cinco capítulos se examinan las diversas manifestaciones de la de dominio de la naturaleza que mueve e! proceso de formación de la civiliza-
crisis de la civilización occidental, y ese examen se focaliza en los conceptos de I ión occidental llevaría implícito un proceso de adaptación e identificación
r.izón e individuo. A pesar de tener la estructura de ciclo de conferencias y (011 lo que se deseaba someter. Esa adaptación a las exigencias de! sistema se
mantener un esfuerzo por la precisión y la claridad, se aprecia también en el li- h.rbría vuelto deliberada y, por tanto, total, de tal modo que el proceso abier
hro una intención de no convertir el texto en objeto de receta o resumen, sino lo en pos de dominar la naturaleza se estaría cerrando con e! triunfo de la ob
que, por el contrario, se nos exige que lo leamos en todos sus extremos y siga- 11'1 ividad, enfrentada al sujeto como absoluta. A la vez que la naturaleza va pcr
1110Scada uno de los pasos de la argumentación. dlt'lIdo todo sentido interno y es convertida en mero material, en mera SUS1,ln
En el primer capítulo Horkheimer estudia la conversión histórica de la ra- , 1.1que debe ser dominada sin otra finalidad que la de! dominio mism , ,1
zón en una razón instrumental, utilitaria y pragmatista. La razón que dominó hombre pierde todos los fines, se vacía completamente excepto de su int 'rés
!'I pensamiento occidental hasta ser sustituida por esta otra forma de razón as- II()J 1.1autoconservación. En actitud regresiva, el mimetismo se habría conv .r
¡¡ir.lb,1 ,1desarrollar un sistema jerárquico de todo lo que es y se concebía como lulo en la lógica de! comportamiento del hombre medio actual, que imitando
111\,1fuerza presente por igual en la conciencia individual y en e! mundo obje- ,1lo qu . le rodea, se adapta a las exigencias de los grupos poderosos sacrif :111
livo. I~sta razón englobaba a la razón subjetiva como expresión limitada y par- do 1.1esperanza de una realización de sí mismo. El ideal del dominio del más
I i.d suya. Los sistemas de Platón, Aristóte!es, la escolástica y el idealismo ale- 111('11'IOIWI asi la apariencia de norma eterna. La represión y e! resentirni 111)
111,\11 rcsp nden a esa idea. En la época moderna la razón objeti a habría ido 1111111,11 (,111LII1par de fuerzas condicionadoras de esta subjetividad y que en una
desarrollando la tendencia a disolver sus propios contenidos objetivos, dando di I IÓIIcspir.t1 suprimirían toda individualidad autónoma y re istcntc, dcjándo
¡¡.ISO,1la preponderancia de la razón subjetiva. A diferencia de la razón objeti- 1,1d"P\l"SI~1 para I~ manipulación de los movimientos de masas y de la indus
v.i, la subjetiva no discute los fines que deban orientar la existencia humana, 111,1,IUlílll.lI,l lorkh imcr no ve po ibJ s lu i nar cl conlli .to con retornos ,1
qu . quedan excluidos de la racionalidad. Así, los principios éticos, políticos, 1,1IIIIIIIl,t1t'Z,1prctérit.i ni con I~ r ianirnn .ión de vi 'j~s doctrinas () I;¡ cr ',1 'i6n
t'sll'liws o religiosos se convierten en objeto de elc ción o prediJe ión, Aban- di' 1l!III'vmIIli(os. Los ,1'nWI1(OSdes 'I1LI 1'11l1111 's de ·SI.1di.llúlit,1 no los ifí,1

\X
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTíFICO DEL SIGLO XX CAPíTULO 12. SEGUNDA PARTE

en una naturaleza humana depredadora, ni en el desarrollo de la técnica o en rismos a cargo de Horkheimer, «Apuntes y esbozos», que contienen, comprimi-
el impulso por la autoconservación tomados aisladamente. Lo decisivo son las dos, los elementos de la crítica de la racionalidad desplegados en el libro.
relaciones entre los hombres dentro del marco específico del industrialismo, Ninguna de sus partes ha sido tan discutida como «Ulises, o mito e Ilustra-
una estructura social cuyo centro es un estado de guerra latente o explícito y ción». Según la interpretación usual, esta digresión opera en la obra como el
que exporta también a su relación con la naturaleza. punto temporal del que parte la construcción de la lógica histórica, para des-
En el capítulo final Horkheimer se plantea el papel que le cabe desempeñar pués hacer transparente la totalidad del proceso histórico en tanto que filoso-
a la filosofia en la situación de crisis civilizatoria del momento. Ante lo que se fia negativa y catastrófica de la historia. Pero, en realidad, la lectura del texto
muestra como divergencia y antagonismo entre las filosofias que representan a homérico se hace «desde el punto de vista de la sociedad de cambio avanzada
la razón subjetivista y formalizadora, por un lado, y las que toman la forma on- y de sus individuos», y el objetivo es su interpretación crítica (Deutung). Ador-
tologizante, por otro, Horkheimer no cree que la solución se pueda encontrar en no descifra este relato como «protohistoria de la subjetividad», y a Ulises como
la opción por una u otra tendencia. Como en los días de Kant, nos dice que lo «prototipo» del individuo burgués en su relación de abstracta oposición con la
único que queda abierto es el camino de la crítica. En vez de hipostasiar una po- naturaleza externa e interna, una relación de dominación que Horkheimer y
sición concreta propone promover la crítica recíproca de aquellas tendencias y Adorno encuentran hoy por doquier.
enfrentarlas una a la otra comprendiéndolas en sus limitaciones. La verdadera Pero Dialéctica de la Ilustración no es solamente «interpretación» social. La
crítica de la razón deberá ejercitar una reflexión sobre la enfermedad del mundo obra tiene un contenido filosófico: en tanto que crítica de la razón ilustrada,
en paralelo con la reflexión sobre la enfermedad de la razón que arrancaría en el pretende «preparar un concepto positivo de Ilustración que disuelva su imbri-
deseo de dominio que le constituye. En el trato adecuado con el lenguaje ve una eación con la dominación ciega».
nota distintiva y decisiva de la filosofía para su tarea crítica. Ese trato no es «Concepto de Ilustración», el grueso teórico de la obra, no discurre lineal-
una tarea fácil, no puede consistir, por ejemplo, en la reducción del lenguaje a mente, y su forma de exposición fragmentada no es irrelevante para su conte-
formulas ahistóricas. Las palabras no pueden tomarse aisladamente, sino seguir nido: cada fragmento es una renovada tentativa teórica de abordar el mismo
las implicaciones significativas semiolvidadas, la experiencia almacenada y las ícnómeno. El punto de partida es la configuración actual de la Ilustración bajo
asociaciones ocultas. Los términos deberán considerarse como fragmentos de vu figura positivista. Por eso el capítulo empieza con un diagnóstico: Bacon,
una verdad que lo implica todo y en la que esa palabra alcanza su significado ver- «vl padre de la filosofía experimental», habría reunido ya en los albores de la
dadero. En su relación con el lenguaje, la filosofia, como el arte, puede traer el modernidad la totalidad de los motivos de la ciencia que iba a sucederle: la
sufrimiento a la experiencia y al recuerdo, reflejando el anhelo de los oprimidos equiparación de saber, poder y técnica es aquí ya efectiva. El segundo fragmen-
y la opresión de la naturaleza. La filosofía iría tomando la forma de una estruc- lo .nuncia la tesis del carácter racional del mito. «Pero los mitos, que pasaron
tura lingüística en la que las cosas fueran llamadas por su nombre correcto. .1ser víctimas de la Ilustración, eran ya ellos mismos productos de ésta» En el
mismo mito, que narra y explica, existiría ya la ruptura entre Lagos y mundo,
1111.1 distancia entre subjeto y objeto. Sin ella no habría habido pensamiento,
2.2. "Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos filosóficos» 1lt"IO 1,11 distancia va a engullir en sí misma toda otra distinción, y en ello cifran
I( 1\ .iutores su carácter excluyente. El tercer frarnento enuncia la tesis de que « ·1
VICENTE GÓMEZ 111110se convierte en Ilustración y la naturaleza en mera objetividad»: en la fi
1',111.1 positivista de la Ilustración, sujeto y objeto no son sólo distantes, sino
f)lallellca de la Ilustración (1944) articula un programa que, según los auto- "1'lIlIlOS»,abstracciones enfrentadas según el esquema de una subjetividad qu '
I(,,~.,kt .rrninará la totalidad de sus esfuerzos teóricos posteriores. "1ollsl ituye» el mundo y que es la única garante de sentido, siendo el objeto
TI.IS los dos prólogos (1944 y 1969), asistimos al despliegue de la dialéctica mudo, simple material. Truncada ha quedado una forma de relación entre su
lid "Concepto de Ilustración», primer capítulo de la obra, al que siguen dos di- il'IO y objeto en la que ambos no se enfrenten como meras abstracciones. Su
1\1'siolles: en la primera, «Ulises, o mito e Ilustración», Adorno propone una numhrc es «mimesis», una relación que «no es de intencionalidad, sino de :1fi
llueva interpretación de la Odisea de Hornero; en la segunda, es Horkheimer 11I11.,d », 1,:1 .unn fragmento enuncia la tesis de la conversión de la Ilustra .ión
quien investiga la relación entre Ilustración y filosofia moral. En el segundo ca- 1'11lIlilologl,l: «Así orno lo mitos eran ya realización de la Ilustración, en cada
pítulo, «La industria de la cultura», Adorno identifica el rasgo mítico del retorno \11111dl' sus P,lS0S ésta re <le más profundamente en mitología.» La legalidad
de lo-siempre-igual con el principio de los productos de la cultura de masas. El '1e'llllIí,.1 Y 1.1Iundnmcrua .ión kantiana de In experiencia son descifradas como
tracaso de la Ilustración, entendido como el fracaso del desarrollo y materializa- 11.1I,luI('i{,1l ti ,1 I rin .ipio míti '0 de In inrnancn ia, según el cual t do suceso
ción de la racionalidad, lo investigan ambos autores en el tercer capítulo, el titu- d",j~' polir!' -xplic.trse COIllO«rcp ,ti ión» d lo ya aca 'ido, ti' lo-siempre igu.il.
lado «Elementos del antisemitismo». El libro concluye on una col ción de aro- 11,11111 ,lhlt-" l'S liquid.ulo h.u icndo .ibstracción
1)11I 1Il'1I,\l11 ti' lo 'lI:llil,llivO 1.111

.IH6 \WI
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 12. SEGUNDA PARTE

to en el objeto como en el sujeto. El quinto fragmento enuncia la tesis de la


identidad estructural de la dominación sobre la naturaleza y el dominio sobre los
hombres. La rememoración de los momentos truncados en el proceso de con- 2.3. «La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica»
versión de la racionalidad en «ratio subjetiva» recupera ahora la noción preani-
mista de «maná», «lo que en las cosas es más que su ser conocido de antemano», ROMÁN DE LA CALLE
una noción estrechamente emparentada con una comprensión objetiva del con-
cepto -distinta de la nominalista o subjetiva, en tanto que unidad de notas de Walter Benjamin (Berlín, 1892-Portbou, 1940) publicó en Zeitschriflfür So-
lo abarcado por él- y con el pensar dialéctico, «en el que todo es lo que es al zia!forschung (1-1936) -la famosa revista del Instituto de Frankfurt, convertido
pasar a ser lo que no es». Emplazada queda la explicitación de sus relaciones. El en itinerante por las obligadas circunstancias históricas de la época, y ubicado
sexto fragmento ahonda en la tesis del cuarto, la conversión de la Ilustración en a la sazón en París- su relevante trabajo «Das Kunstwerk im Zeitalter seiner
mitología: «La Ilustración es totalitaria, igual que cualquier otro sistema» Los ras- technischen Reproduzierbarkeit». Concretamente aparece en versión francesa,
gos del mito cósmico --circularidad, destino, renuncia a la esperanza- son re- llevada a cabo por Pierre KIossowski, en la que no faltaron determinados recor-
cogidos en la noción filosófica y científica de «claridad», que se erige desde Des- tes y modificaciones terminológicas, curiosamente sugeridas o propiciadas des-
(.1I1es en canon de la verdad. La falsedad de la figura positivista de la Ilustración de la propia dirección del Instituto. En realidad, la primera edición alemana
r.idicaría en la predeterminación del proceso cognoscitivo. La determinación de completa de dicha obra le sería póstuma, teniendo que esperar a ser incluida
los límites de la experiencia posible en la Crítica de la razón pura de Kant vuelve en los dos volúmenes de la antología de 1955, los Schriften, publicados por
.1 desempeñar aquí un papel fundamental. La exigencia clásica de la filosofia, Suhrkamp.
consistente en «pensar el pensamiento», ha sido abandonada en la conversión Se trata, pues, de una obra tardía en el contexto de su producción filosófico-
del pensamiento en «instrumento». El séptimo fragmento vuelve sobre la rela- literaria, escrita «desde el materialismo histórico», tal como él mismo apunta a
( iÓ11entre racionalidad y realidad social, ahora bajo la figura del «industrialis- Werner Karft, en diciembre de 1935, en el momento de finalizar su redac-
1110».Cosificación de la razón y hechizo de las relaciones entre los hombres mar- ción. Recogía en ella Benjamin «una serie de reflexiones provisionales» capa-
(11.111al mismo ritmo. La razón cosificada implica, además, la regresión de la ea- ces de poner las bases de una teoría del arte, elaborada desde perspectivas real-
p.icidad de experiencia bajo la contraposición de pensamiento e impulso. mente «actuales» y «desde dentro» de las mismas manifestaciones artísticas, evi-
«Concepto de Ilustración» no muestra la necesidad del proceso histórico t.mdo reduccionismos externos, pero atendiendo al crítico presente, «a la hora
de la instrumentalización de la razón. El interés del tratamiento histórico no íatal del arte», para fijar su situación con la llegada de los nuevos medios y la
('s otro que la recuperación, para su reorientación, de los momentos truncados .idopción generalizada de las nuevas técnicas de producción y reproducción ar-
en 1.1conversión del pensamiento en instrumento. Y esto sólo puede realizar- IíSIicas. Su correspondencia de aquel momento histórico aporta precisamente
~l' mediante la reelaboración epistemológica de la relación sujeto-objeto. En la .ibundante información en torno a «La obra de arte en la época de su repro-
t.lre.1 de «autorreflexión del pensamiento», las nociones de «mimesis», «lo in- ductibilidad técnica». Un título, sin duda, suficientemente alusivo y, en sí mis-
c onmcnsurable en sujeto y objeto», «maná», «concepto», y una noción de ex- mo, elocuente.
pt'l icncia libre de la dualidad pensamientolimpulso son fundamentales. Dia- Justamente, por desplazarse la actividad reflexiva de W. Benjamin, con
1/,11((1 /I{:~(I/Í7Ja (1966) articulará epistemológicamente los momentos teóricos viv.i actualidad, hacia los márgenes y moverse en torno a las fronteras temáti-
IIII\' IJi(¡/klirC/ de la Ilustración presenta en estado de dispersión a modo de «pro- I.IS más dispares -allí donde mejor y con más intensidad tienen cabida las in-
1'.1.1111.1». Pero el contenido filosófico de estos «Fragmentos filosóficos» consti- It'l<lcciones y las referencias directamente emergentes del flagrante contexto de
tuy(' y.1 UI1serio impedimento para ofrecer una explicación meramente socio- 1.1existencia-e- fue él mismo consciente del interés y de la novedad que este
logl'f..lI1te de ellos y para considerados como una renuncia de las pretensiones I r.rbajo suyo realmente aportaba. Así se lo apunta, sin rodeos, a Gerhard
11l1\110S('it ivns de la filosofia en favor de la estética. Scholcm, al subrayar el secreto con el que mantiene el contenido del ensayo,
lod.\ vez que las ideas que en él se expresan «son incomparablemente más idó
I\(·.ISpara el robo» que la mayoría de las suyas, expuestas en otros trabajos.
1\1111
I()CRAI:[A
Es bien sabido que el eje aglutinante de este estudio es precisamente la
111r.1(It- 1.\plrdir/fl (!ti (//1/'(/, noción esta que, a su vez, debe considerarse la clave
II( lIIKIII\lMlm,M. y ADORNO, Th. W., Dialeklik der Auj!ditrtmg. Pbilosopbische Fragmente, [\llId,11111'11[<11de su teoría del arte, articulada básicamente desde una óptica ma
en RolfTicdcmann, Gretcl Adorno, Susan Buck-Morss y Klaus Schulz (eds.), Gesam- I('¡¡.dist.,: W. Bcujamiu capta con total clarividencia la diílcil coyuntura, el
uultr Sr/lid/m, vol. 3, Fmnkíirrt, 20 vols., [970-1986 [trad. esp. de J. José Sánchez, I ,llllhiO I.ldi(.d y 1.1crisis que, C111.11St'111 ido, .igu.ird» .,1 ,1I't<:e11su oblig.id« in
n/III/II/m ti,· 111 I/Iw/'II";,I/I. fir'(~/I/{'IJI(),¡/iI1JS1ji('()s.Mad riel. Trot la. J 9941. I¡'IM'ILi{11l«111 I.I.~I1I1l'V.IStéc ni, ,IS, ('11('1 ('()l1t('xtO de 1.1SOl icd.id (k 1ll,ISaS,E~

IHH IHe)
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTíFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 12. SEGUNDA PARTE

testigo sumamente consciente de que al filo de tal encuentro se están genera-


do nuevas modalidades artísticas, capaces de alterar -desde el seno mismo del
hecho artístico- la propia noción de obra de arte, siendo incluso imprescin- 2.4. "El hombre unidimensional- (1968)
dible la apertura hacia otras categorías explicativas y la incorporación de nue- NEUS CAMPILLO
vos conceptos a la hora de poner los cimientos de una nueva teorización, ca-
paz precisamente de dar cuenta de esas prácticas artísticas emergentes y pu- «Sociedad cerrada» es el concepto introducido por H. Marcuse en su obra El
diendo ser «utilizables para la formación de exigencias revolucionarias en la hombre unidimensional para dar cuenta de que las sociedades del capitalismo tardío
política artística». «disciplinan e integran todas las dimensiones de la existencia privada o pública»
El hilo conductor de sus reflexiones se trenza principalmente en tomo al (Introducción). Se trata de dar cuenta del nuevo fenómeno que ha hecho posible
cine y a la foto grana, aunque el planteamiento general de la reproductibilidad que se asimilen todas las «fuerzas de la oposición» y la «administración metódica
técnica -al contraponerse abiertamente, en esa «pérdida del aura», a las obras de los instintos». Una de sus consecuencias es que «vuelve manejables y utiliza-
de arte que la historia y la tradición nos aporta- pasa y apunta asimismo, a bles los elementos antisociales del inconsciente». Otra, es la «parálisisde la críti-
través del ámbito de las artes plásticas, hacia los diversos registros de la obra ca» en el sentido de que ya «no hay poder de lo negativo». La reflexión sobre am-
gráfica. Es, pues, no el juego de las tensiones entre pintura yfotografía o el reite- bas lleva al autor a intentar una revisión del marxismo clásico desde la «teoría de
rado tema del cine como arte, lo que, de hecho, atrae el interés de W. Benjamin, los instintos» de S. Freud y, desde ahí, a redefinir el significado de la crítica.
sino más bien -tras el directo encuentro del hombre con la máquina- el en- El análisis de «la sociedad unidirnensional» y la posibilidad de alternativas
f rcntarniento y el fructífero diálogo posterior entre arte y técnica. ,1ésta constituyen los núcleos temáticos de este ensayo. En ambos es relevan-
En realidad, ya en su conocido ensayo de 1931, titulado Pequeña historia de Ir el papel de la filosofía tanto para mostrar cómo el triunfo del pensamiento
/tI fiJ/ografia, se apuntan perfectamente determinadas cuestiones acerca delleit- positivo da lugar a la «filosofía unidimensional», como para indagar en las po-
IIIOti71 de la pérdida del aura de la obra de arte, al hacer hincapié en el empuje sibilidades de una teoría crítica de la sociedad. Marcuse constata que han sido
de los nuevos medios de reproducción técnica, frente a la reproducción ma- .iltcradas las bases de la crítica en las sociedades del «capitalismo tardío» o «so
nual, a la que históricamente siempre había estado, de alguna forma, vincula- ( «xlades industriales avanzadas». Es por eso que habría que entender su análi
d.\ la obra de arte, manteniendo con ello el tradicional auge de las categorías '" de «la sociedad unidimensional» más allá de un análisis sociológico ya que
de unicidad, autenticidad y valor del original, creación y genialidad, autono- d -scnmascara los mecanismos ideológicos justificadores de ésta.
mi.i, perennidad y misterio. Pero será en el trabajo, publicado en el 36, que Un fenómeno central de la sociedad unidimensional es la posibilidad real
ahora comentamos, donde mejor se recoja, amplíe y articule la correlación en- dI' l ubrir las necesidades que hay en ella, lo que conlleva la pérdida de función
trc los citados temas de la reproductibilidad técnica y la pérdida del aura, jun- ( 1ílic.l de la libertad de pensamiento y del derecho de oposición política. El de
to .1las cuestiones del relevo entre el valor cultual y el de exhibición del arte, ',11rollo tecnológico hace posible sociedades en las que ya no cabe analizar 1,\
de los cambios en la sensibilidad y su vinculación a determinadas transforma- t'l1l'1gí.lindividual hacia un reino de libertad más allá de la necesidad. Antes ,11
ciones sociales y técnicas, así como la referencia básica al relevo de categorías (0111r.irio, el sistema específico de producción y distribución, aun siendo COI11
estéticas y a las intensas modificaciones en lo que respecta a las funciones e in- p.uiblc con un sistema de libertades, llega a ser totalitario.
t luso ,1la concepción del arte. Uno de los aspectos más perturbadores de esta sociedad es el carácter «1.1
Rcsurnidamente, cabe afirmar que la extensa e incisiva recepción de este 11011,11 de su irracionalidad» (pág. 39). El control social se ha hecho omniab,n
u.ibaio de Walter Benjamin -relevante en el contexto de su propia produc- 1,II11l'porque se halla en las nuevas necesidades que el individuo ha produc i
t ión lilosófica- ha aportado históricamente no sólo la clave para estructurar do. lnclus está introyectado en la protesta individual. Hasta el concepto de
.idc .uadarnente el conjunto de su propio pensamiento estético, articulado des- ,tll('lI,leión se rechaza porque el individuo se identifica con la existen ia que 1'
de una óptica materialista, sino que ha supuesto, además, uno de los puntos (', unpucsta. Pensamiento y conducta unidimensionales se enseñorean de lodo
de partida verdaderamente definitivos para el desarrollo de la posterior teo- IHlI [uc S' r .chaza todo aquello que pueda trascender el universo de dis 1I1S0.
Ií,\ del arte, en el nuevo contexto de la reflexión estética del siglo XX, frente 1,1".\~Iucia de la razón» opera en interés del universo de discurso .
•11 complejo panorama de los medios de masas, las nuevas tecnologías, las 1..1r.\tionnlidad técni a, a pesar de su uso irracional, llega a incrustarse en
plurales tendencias evolutivas de las manifestaciones artísticas más recientes 1'1.lp.II.II()produ .tivo. Lo que se ha ,e pat nt en la so icdad unidim .nsiou.il
y novcdosas, condicionadas directamente -en su distinta naturaleza, fun- n ,·1,,(1'IICLid universo político» porqu s' pr du 'e en .lla un cambio lU.lli
llón y alcance social por aquellas cir unstancias y determinaciones apun- l,tlIVO'P()1medio d ,1cu.il l.is Il' .nic.rs ti '1.\ induslri.t1iz,teión son Il'l·nit'.\~pol]
I.ld,I\, con .igud za y saga idad, I or la pi n ra reflexión -casi adivinar ria 11(11\quv, \OIl10 1.11t·~, pl 'jUi",g,ll1 las p()~ihilid,\tb ti" 1.1R,w,ón y d ' 1.1l.ibcu.ul,
t1rW.lknJ.\min. h.\tl' ti '1.1SUllli,ióll un.t «,u titud (l'llloIÓgi¡.11.11
1.1-vul.i .ldI111l1i\II,\d,\1I iOI1.¡\
••

\ I)()
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO xx CAPÍTULO 12. SEGUNDA PARTE

La contención de! cambio social es un fenómeno que se produce tanto en cómo en e! pensamiento occidental «el poder de lo negativo» de la razón ha
la sociedad capitalista como en la soviética. La cuestión que se plantea en las sucumbido a una lógica de la dominación. Pero e! paso a la teoría crítica pro-
sociedades capitalistas de! Estado de Bienestar es por qué cambiar a una pro- viene de Marx y de su tesis sobre la necesidad de que la filosofia transforme e!
ducción de bienes y servicios e instituciones diferentes si e! individuo está sa- mundo. Esa dialéctica de la misma filosofia posibilita la introducción de lo
tisfecho con los bienes y servicios que le proporciona la administración. Y en utópico.
la sociedad soviética, donde supuestamente se realizó la revolución, no se pro- El problema es, sin embargo, salir de la situación aporética en la que se si-
duce e! control de! proceso productivo por los «productores inmediatos» y per- túa. 0, dicho de otra manera, «íe dónde proviene e! poder de lo negativo si
manece de forma altamente racionalizada la esclavitud de! hombre por los ins- asistimos al triunfo de la razón positiva que reasimila cualquier posibilidad de
trumentos de su trabajo. cambio? Marcuse acepta con Adorno y Horkheimer que e! proyecto de la razón
A la racionalidad tecnológica hay que añadir un «proceso de desublima- instrumental representa una clausura de las posibilidades de! cambio. Sin embar-
ción». Los «modos represivos de desublimación», que ya había analizado en su go, entiende que la teoría freudiana de los instintos es una de las concepciones
anterior obra Erosy civilización (1954) siguiendo a Freud, los aplica al diagnós- que podría aportar salidas. Pero épueden los elementos antisociales de! incons-
Iico de las sociedades industriales avanzadas. El significado de la «desublima- ciente proporcionar las bases de! cambio? mn qué medida se puede llegar a
l ión represiva» consiste en que <<elprincipio de! placer» absorbe al «principio formar una subjetividad rebelde? La única posibilidad estaría en explicar la ca-
de realidad». Si la creciente productividad tecnológica daba lugar a la integra- pacidad de rebelión de la subjetividad por medio de un nivel más allá de la in-
I ión política de la sociedad industrial avanzada e! proceso de desublimación dividuacion y la racionalidad. ms esto posible? El final de! libro es ambivalen-
d,1lugar a la integración en e! campo de la cultura. La idea básica de Marcuse te entre una propuesta positiva con la búsqueda de nuevos sujetos revolucio·
P,II,Iexplicada es que la realidad ha sobrepasado su cultura. Su análisis capta narios, e! tercer mundo, los negros americanos, los estudiantes, las mujeres, ete.,
11110 de los aspectos más perturbadores de la sociedad unidimensional: la apa- por una parte, y, por otra, la incapacidad de demostrar la existencia de tenden-
1('lIlt libertad, ese precondicionamiento por parte de los hombres a aceptar es- cias liberadoras dentro de la sociedad establecida. Por eso se hace portavoz de
pont.incarnente lo que se le ofrece. Se trata de un fenómeno que se concreta la frase de Walter Benjamin «sólo gracias a aquellos sin esperanza nos es dada
('11que lo deseado y lo permitido parecen no estar en contradicción, de mane- la esperanza».
1,1que la libertad sexual llega a ser un valor de mercado. Al concepto de «desu- A pesar de que se ha calificado la prosa de Marcuse de ideología del éxito,
hlimación represiva» se une e! de «desublimación controlada» para dar a enten- en una época de masas, lo cierto es que One-Dimensional Man planteó las difi-
der la imposibilidad de liberar simultáneamente la sexualidad y la agresividad. cultades para salir de la situación aporética de la teoría crítica de la sociedad,
El cierre de! universo de! discurso se une a los fenómenos anteriores. Esto El libro conectó con las nuevas élites intelectuales de izquierda de manera sor-
queda expresado con una frase: «El lenguaje unificado, funcional, es un len- prendente, pero eso no invalida su importancia filosófica, Captó la crisis de la
gll.lj , irreconciliablemente anticrítico y antidialéctico» porque la racionalidad sociedad y la de la teoría crítica, Eso queda de manifiesto en las conclusiones,
f uncional absorbe los elementos críticos y negativos. Uno de los rasgos de!len- 1~nellas, expresa la posibilidad de salida a la sociedad establecida, a otros valo-
gu,lje íuncional es e! de que es e! control que ejerce al sustituir los conceptos 1'(:5, sólo en la «ficción» en la que la «libertad estética» podría nombrar lo in-
pOi imágenes. Esa crítica dialéctica de! lenguaje unidimensional es realizada a 110mbrable.
P,IIIir de mostrar la tensión entre e! «es»y e! «debe», entre esencia y apariencia,
('111 re potencialidad y actualidad, lo que le lleva a mostrar la dimensión histó-
11\,1ti ,1pensamiento que e! lenguaje unidimensional había clausurado. La crí- 2,5. «Dialéctica negativa»27
lit ,1qu . hace de la racionalidad tecnológica no lo es de la mera aplicación de
1.1I{'( 11ilol" la naturaleza. Influido por M. Heidegger, de quien fue discípulo, SERGIO SEVILLA
111 dlí',,'su concepción de la técnica según la cual se concibe la naturaleza como
1111 11l~11umento potencial de control y organización y a partir de ahí llega a in- «Resumir lo esencial es falsear la esencia» (pág. 40) es una advertencia qu
11'1 plt'l.ll' el «(1 priori tecnológico» como un «a priori político». Adorno nos hace en Dialéctica negativa y que bien puede precavemos sobre I s
Pero> I núcleo fuerte de! análisis de Marcuse, radica en su crítica a la teo- límites de la operación en que nos encontramos; resumir una obra romp In
d" tradicional amo filosofia unidimensional, como una ideología que forma
Il.IIte d ,1proceso productivo mismo. Desde su interpretación de Hege! (Hegels n M:wtlÍ71(' Dialrktil: S' en UCl1tr¡1 en el vol. 6 d ' las GI'.I'flllllllt'l/(' SrbriJil'll, Prankíuu,
()/Ifll108il' Iftld die Grundlegung einer Theorie der Geschicbtlichkeu, 1932, y Reason Sull1k.llnpVnl.lg, 19711.ostextos it.ulo»procedentI·1,¡rraduc 'i611.spañoln rt\lIiZ,ld,1
tlllfl Rcuolutio», 1941) afianzó la idea de la razón como una fuerza objetiva en pOI l. M. Rip.ild», cdit.ul..en M.ldlid por 'i',\lI11IS ('111975,l.os 11Í11ll1'I'(lS (JU(' Si¡\1I1'11
,\ I.IS
1,1hisro: i,1y defendió 1.1capacidad de la íilosoíla negativa qu ap rta. Analiza I ,1(,1\1 1.1,\p,\' ¡;II1.I\(1(' ('\,\('(I(1(l11,
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EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 12. SEGUNDA PARTE

unidad entre contenido y forma expresiva que caracteriza al pensamiento, por de cuando, como hoy ocurre, «el odio contra e! universal petrificado funda un
lo que se auto-incapacita para contenerlo; sólo puede justificarse, por tanto, culto de la inmediatez irracional» (págs. 16-17). La filos ofía ha de hacer posible
como una invitación preliminar a recorrerlo completo. la crítica de una sociedad que «se compone tanto de los sujetos como de su ne-
Dialictica negativa (1966) despliega la teorización de una práctica inte!ec- gación» (pág. 19).
tual, efectuada en los trabajos sociológicos como teoría crítica de las deforma- Un diagnóstico filosófico que nos permita intervenir activamente, y no
ciones que produce la racionalización, en términos instrumentales, de la vida quedar prendidos en la situación, pasa por un nuevo uso de! pensamiento dia-
social regida por e! patrón de la optimización de la producción, en e! carácter léctico: «La conciencia tendrá que abismarse inconscientemente en los fenó-
plural de la experiencia de sí mismo, en los vínculos sociales y en la creación menos ante los cuales toma posición. Esto significaría ciertamente un cambio
de cultura. cualitativo de la dialéctica. La armonía sistemática desaparecería. El fenómeno
Con Benjamin comparte Adorno algunos de los rasgos más característi- dejaría de ser el ejemplo de! concepto, que sigue siendo en Hegel, a pesar de
cos de su pensamiento, sin cuya intelección es imposible acercarse con éxito todas sus declaraciones en contra» (pág. 35). La dialéctica negativa piensa el
.1 Dialéctica negativa. En primer lugar, su atención preferente a lo múltiple en mundo presente, a la vez, con Hegel y contra Hegel: hay que devolver a la fi-
la experiencia, dimensión que corremos e! riesgo de perder al atenemos con- losofía «la libertad de entregarse al objeto»; para ello hay que librarse de las ca-
vencionalmente a esquemas conceptuales, clasificaciones y, en general, al prin- tegorías de «sistema» y «totalidad» para ejercer una crítica micrológica que usa
cipio abstracto de unidad que sacrifica la multiplicidad de la experiencia en como modo de expresión el fragmento: «Las categorías de la crítica al sistema
nombre de! ser o de! sujeto, es decir, en última instancia, de! concepto. En se- son a la vez las que comprenden lo particular» (pág. 36). El espíritu autocríti-
gundo lugar, e! papel determinante para la crítica de la «fantasía filosófica» ea de la razón, propio de la Ilustración, perdido por la filosofía «tanto a cau a
c orno combinación de la atención a lo «infinitamente pequeño», en lo que de su creciente distancia con la práctica como por su integración en la rutina
puede hacerse experienciable lo que excede al concepto. En tercer lugar, el .icadérnica», significa sobre todo la libertad de entregarse a «la experiencia del
Iragrnento como forma filosófica propia de un pensamiento atento a la expe- mundo» (pág. 37). Pero esta experiencia no significa una entrega aquiescente a
riencia que la forma «sistema» hace inexpresable, y su correspondiente aten- lo dado que rehuyera lo que de falso y opresivo hay en ello. El objetivo de la
l ión a lo concreto como imagen histórica, y no originaria en sentido fenome- teoría crítica no es una reproducción teorética del mundo social tal como es:
nológico o existencial. Lo concreto no es nunca reductible a aprehensión in- «El ideal de la filos ofia sería que su misma actividad hiciese superfluo rendir
tencional, puesto que ésta lo diluye en concepto, pero tampoco puede cuentas sobre ésta» (pág. 54). Una lectura materialista de la sociedad ha de ha
presentarse como una inmediatez originaria que pretenda falsamente ser fun- rcr visibles los desgarramientos, las contradicciones, de la sociedad racionaliza
damento o punto de partida. Por último, la propia comprensión de la dialécti- da para permitir a la praxis la transformación. Adorno expresa concisamente la
Cl como «dialéctica detenida» o «dialéctica negativa» como oposición de imá- r.irea de la filos ofía como crítica cuando afirma: «La libertad de! pensamiento
genes históricas, que iluminan sus límites mutuos y los de la experiencia, sin es el lugar en que éste supera aquello a que a la vez se vincula y ofrece resisten
movimiento de conciliación. l i.r. Su guía es e! impulso expresivo de! sujeto. La necesidad de dejar su elo
La estructura de la obra ha de entenderse desde la atención central que, l uencia al dolor es la condición de toda verdad. Y es que sufrimiento es objc
p.ira Adorno, está reservada para la expresión en la filosofía: «Una delicada tividad que pesa sobre e! sujeto; lo que éste experimenta como lo más subjct i
exactitud en la elección de las palabras, como si éstas tuvieran que expresar la vo, su propia expresión, está mediado objetivamente» (pág. 26).
l OS;l,es una de las razones, y no de las menores, por las que la exposición le es En el caso de Dialéctica negativa, la propia estructura de la obra señala los
esencial a la filosofía» (pág. 57). El lenguaje conceptual aspira a captar la cosa, temas de los que ha de ocuparse una crítica de la razón realizada a la altura dr
pero, por su propia naturaleza la traspasa al orden de! concepto: el pensamien- \U momento histórico. La introducción establece la índole lingüística de 1.1fi
to 11.1de contar siempre con su paradoja constitutiva: la de consistir en ser una losoíla y, dada esa esencia lingüística, lo que Adorno señala como Iímit ' que
expresión en conceptos de lo que no es conceptual. El espacio abierto entre lo \t' ti .splaza constantemente en la actividad del pensamiento es la demar 'al iÚI1
p.irticular inconceptualizable y el juego de mediaciones conceptuales que abre ('!ltle lo lógico y lo retórico en el uso cognitivo crítico del lenguaje. tras (11
su expresión lingüístico-racional es justamente el espacio que hace posible la 1I1.1S del pensamiento filosófico contemporáneo se deslizan hacia dos (igur.ls:
uítil.l. La filosofía no sigue, por tanto, e! procedimiento de la ciencia, pero 1.1que ,1 va el ~ rrnalism vacío de la l' gi a a la ley de la osif 'a i n de 1.1
i.nnpoco el arte e nstituye un modelo para filosofar: «Una filosofía que imita- IOllt icnc ia, y la que se pi rde en «aquel ultiv de la reté rica que dcsprccub.i
sc ;11 .ut " que aspirase a definirse como obra de arte, se eliminaría a sí misma» .11 obrero» (p.ig. 61). Son d s pcligr s que el p nsarnicnto crít ico h.i de mil/u
(p,\g. 23). La íilosofla no puede limitarse a un formalismo vacío, ni degenerar 1.\1, dc..j.\ndose gui.lf por 1:1('XI' .ricn in del objeto: « La dialécti ';1 tr;11.1de dorni
l'l1 cosmovisión, ni pu de recurrir para su ríti ':1 de la ra i nalización so ial a 11.\1(·1 dil '111:1entre la .uhiu.ui xlad de la opinión y 1.1 .orrccción v.ld.l, mcdi.m
1111.1im.igin.u i.t intuic ión que íunci n.ir.i a .spald.ts del con cpto, l 1110 ~1I • liq 1.1 tol1lpOlll·nt(· 1t'iÓI iel ron 1.1 «HI1I.ll, IÚgit.1. P'I(I ~ • imlin.t .11tlllllt'llld(l
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 12. SEGUNDA PARTE

como a algo que está abierto, que no ha sido decidido de antemano por su an- rio. Toda la pregunta por el sentido de la existencia no hace probablemente
damiaje, es decir: protesta contra el mito» (pág. 62). La filosofía sólo puede ac- más que expresar tal desequilibrio» (pág. 282).
tuar como crítica de la razón en un sentido no previsto por Kant: como razón El segundo modelo realiza un «excurso sobre Hegel» para repensar la rela-
que en su voluntad de llevar a concepto la experiencia convierte su propio mo- ción entre naturaleza y sociedad convertida en necesidad objetiva; y la función
vimiento sintético inherente al concepto en una subsunción aniquiladora del que la sociedad actual deja al individuo concebido como contradicción entre
particular que, si conserva la vida, es sólo como «vida dañada». En el modo de «objetividad» y libertad de acción.
proceder de Adorno resuenan, a la vez, la crítica marxiana de la cosificación y En el tercer modelo, Adorno analiza la metafísica hoy como la falsa pro-
la genealogía de Nietzsche. mesa de «algo cumplido» en la experiencia del particular. Aunque la promesa
La primera parte de Dialéctica negativa «<Necesidad de la ontología») reali- no puede cumplirse, no por ello carece de valor: su función, siempre que no
za la crítica de las impostaciones ideológicas que representan las filosofías del se la confunda con la experiencia efectiva, es proporcionar criterio con que re-
presente, en primer lugar, la supuesta necesidad de una nueva ontología guia- gistrar la deficiencia de lo existente, y no engañarse tomándolo como algo úl-
da por la pregunta por el sentido del ser. La inconsecuencia de la neo-ontolo- limo: «La espera en vano no garantiza el objeto de la espera, sino que reflexio-
gía se pone de relieve en el trato que da al sujeto: lleva su objetivismo del sen- 11.1una situación cuya medida es la penuria» (pág. 375).
tido y su hostilidad al individualismo moderno hasta una destrucción del su-
jeto que ya ha llevado a cabo, en lo concreto, la lógica social imperante.
La segunda parte constituye una construcción de la noción de dialéctica 2,6. «Conocimiento e interés»
como elaboración conceptual de la experiencia; las categorías básicas han de
b.isarsc en lo concreto y eludir la disolución de la concreción y de la misma ló- MANUEL ]IMÉNEZ REDOND
gic.1 en nociones tan amplias como las de «ser» o «sentido», que quedan vacías
de todo contenido de experiencia: «Sin ente no hay ser. Todo concepto, inclu- 1:1libro empieza consistiendo en un intento históricamente orientado de
so el de ser, necesita para ser pensado basarse en algo. "Algo" es la abstracción 1('( onstrucción crítica de la prehistoria del positivismo contemporáneo. Em-
extrema de la realidad diferente del pensamiento; ningún proceso mental ulte- Pll'Z.1analizando el proceso de disolución de la «teoría del conocimiento» y su
rior puede eliminado. La lógica formal es impensable sin el algo» (pág. 139). t Ic,'plazamiento por la «teoría positivista de la ciencia». Recorrer hacia atrás ese
La lógica formal no puede ser tomada (como hace el cientifismo) como crite- I .unino puede ayudamos, dice el autor, a suscitar de nuevo y a rehabilitar la 01-
rio último del saber que, para seda, ha de abandonarse a la multiplicidad de la vnl.ida experiencia de la «reflexión». De eso se trata en el libro y ése es su con-
experiencia y a su concreción; pero tampoco es posible situar la tarea del pen- te'llido y su preocupación central. Pues el positivismo contemporáneo, dice el
s.ir (como pretende la neo-ontología) en un hipotético «más allá» de las catego- .1\1101',no es sino el suceder de ese olvido.
rías lógicas que pretenda saber prescindiendo de ellas. Ni el cientifismo analí- Suscitar de nuevo esa experiencia no significa retornar a la vieja teoría del
l ico ni la neo-ontología de Heidegger pueden dar cuenta del pensamiento de t UIlO ·imiento. Significa ver emerger de nuevo esa experiencia en el contexto
una experiencia que ha de ser comprendida críticamente para que sea posible Ile' 1.1comprensión contemporánea de la ciencia, en contra de la comprensi n
1:1acción humana con sentido. Por ello, «la filosofla tiene que perder la espe- pmilivista. Ya ello se propone contribuir esta obra publicada en 1968, más ()
r.IIlZ.1de la totalidad: el carácter fundamental de cualquier concepto abstracto nu-nos en el momento en que la propia comprensión positivista de la icn ·i.1
se dcsplom.i ante el ente concreto» (págs. 140-141). Ni puede tomarse al ser 11111 i.ib.t ella sola un largo proceso de autocrítica, hasta acabar deshaciénd se,
tOlIlO nu ·V.Itotalidad, ni puede hacerse de «lo fáctico» una nueva conceptua- Sus .itar esa experiencia consiste para el autor en llegar a percatamos d las
IiZ.ll ión que lo cosifique. La dialéctica, en cambio, no es un punto de vista; se t nmlil iones de posibilidad que las distintas formas de conocimiento tienen .n
IlIUC'Vl'en l·1espacio de la no total identidad entre lo lógico y lo óntico: «Siendo . 1I11('l'l'sesuniversales de la especie», que definen otras tantas formas de I que
conuudicc ión en la realidad, es también contradicción a la realidad» (pág. 148). 111 HIt'IIlOS ntender por «razón». y ello implica a su vez, dice el autor, per atar-
LI tercera parte de Dialéctica negativa construye tres modelos como otras l'
11( ti ' que una crítica del conocimiento, practicada con radicalidad, sól 's
I.ln(;IS «constelaciones» que elaboran críticamente tres «enigmas» de nuestro 1"1.,ihk como teoría de la sociedad, entendiendo como ingrediente bá id'
tiempo: la libertad, la oposición entre lo supuestamente natural y la acción, y ,\,1.11.1idc.i ti . la historia de la especie como un «proceso de forma ión», El re
d estatuto de la reflexión filosófica en nuestra experiencia de una época mar- tI11110.1 1.11eofÍa del n cimiento cobra, pues, en Conocimiento e irlterfs la Ior
cld.1 '01110tiempo posterior a Auschwitz. 111.1 de un s .ntnr las bases de una «teoría crítica de la o icdad».
El primer modelo, confrontando la concepción kantiana de la libertad ,1\1tibIO tiene una cstru .tura mpleja. Re rr un d bl arnino, Uno de
('()II nuestra situación social, afirma: «La libertad no existe sino> bien débilrnen- Id.I·!1to l., lIIod '111.1«tcorí.r ti '1 .ono irni nto» a su sustitución por 1.1tcori.i 1()
le, en 1.1superestructura. Su cierno íracas desvía la n stalgia hacia su contra 'dIIVl.~1.1 dr 1.\tit'\H i.i. I\Sll' {.II11ino pauc tk 1.1I('OIf.l tkl COIlot'i mi .nto de K.IIII,

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EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 12. SEGUNDA PARTE

pasa por la crítica de Hegel a Kant y por la revisión materialista que hace Marx cia interactiva humana y constituido conforme a ella. Esa gramática se mues-
de la crítica de Hegel a Kant y acaba describiendo la victoria de perspectivas tra distorsionada en los síndrome s sintomáticos que la crítica y la auto con cien-
como la de A. Comte y E. Mach que preparan el suelo a las diversas modali- cia crítica buscan penetrar y deshacer.
dades del positivismo contemporáneo. Tanto por el lado de la idea de «saber El concepto de «intereses constitutivos del conocimiento» es, pues, para
para prever y prever para proveer» de Comte, como por el lado de la ontolo- Habermas, ingrediente de la «historia sistemáticamente generalizada» que re-
gía de los hechos de Mach, la filosofía de la historia y la crítica tradicional del sulta del hacerse el sujeto socializado reflexiva y críticamente cargo del propio
conocimiento acaban autoanulándose como formas de conocimiento, que- proceso en que la voluntad de razón se dirime y del que él resulta. El propio
dando como única forma de conocimiento la ciencia positiva entendida con- libro Conocimiento e interés acaba, pues, entendiéndose como parte de ese mis-
forme al modelo de la física matemática. mo proceso de reflexión que cobra conciencia de sí mediante el tipo de cono-
Por este camino de ida, se liberan motivos que, no sin recurrir de nuevo cimiento del que el psicoanálisis y la crítica ideológica son dos ejemplos. En
de forma muy básica a ideas de Kant y de Fichte, o, si se quiere, de un Fichte cierto modo cataliza y consuma esa clase de movimientos reflexivos y la inte-
interpretado en términos de Marx o de un Marx interpretado en términos de pretación o autointerpretación de ellos. Ni quiere ser otra cosa ni puede ser
Fichte, se hacen valer en un camino de vuelta del positivismo contemporáneo rnetodológicamente otra cosa. Y así entiende el autor su trabajo. Ello tiene la
a la teoría del conocimiento. El camino de vuelta se solapa, pues, en parte con desventaja de que Habermas ha de estar pretendiendo constantemente enten-
el de ida. Consiste en un tránsito por la filosofía de la ciencia de Ch. S. Peirce der a los autores en los que, a su juicio, se pone en marcha el movimiento re-
y por la teoría de W. Dilthey de las «ciencias del espíritu». La idea de «interés flexivo (que él trata de impulsar o consumar), mucho mejor de lo que esos au-
c ognoscitivo técnico» que a Habermas le viene sugerida por Peirce, y la idea de tores se entendieron ellos mismos.
«interés cognoscitivo práctico» que a Habermas le viene sugerida por el senti- Conocimiento e interés trata, por tanto, de inducir una especie de derrumbe
do de la hermenéutica de Dilthey, sólo se entienden del todo cuando se las en- de la «teoría positivista de la ciencia». Frente a la intención de ésta de no ser
marca en (y se las interpreta desde) el tipo de conocimiento reflexivo que Ha- \1110una reconstrucción de la metodología a la que supuestamente responde
bcrmas ve ejempliticado en el psicoanálisis de Freud y en la crítica ideológica d conocimiento que representa la ciencia física de la naturaleza, entendida
del tipo de la practicada por Marx, que, a juicio del autor, tienen estructuras (01110 la forma ejemplar de conocimiento simpliciter, el autor estudia los su-
.málogas. puestos metodológicos con que operan las ciencias naturales, las ciencias his
Ese tipo de conocimiento reflexivo responde al «interés cognoscitivo [(')1icas y las ciencias sociales; estudia los problemas metodológicos de esas
crnancipatorio» de un sujeto que no puede constituirse ni reproducir su vida ( uncias y la autointerpretación de esos supuestos y de esos problemas; y tam
sino mediante procesos de trabajo y en contextos de interacción, en los que, hll:'11estudia la autorreflexión metodológica de formas de conocimiento tan
sin embargo, puede perderse o no entenderse o quedar escindido de sí. Lo así .iu.ivcsadas respecto de la ciencia natural como es el psicoanálisis de Freud o
.scindido ejerce sobre el sujeto, como decía Hegel, la terrible «causalidad de 1.11 rítica ideológica de Marx; y aúna todo ello en un movimiento reflexivo qu .
un destino objetivo», que el sujeto sólo llega a domeñar cuando penetra en .I(,Ib,1consistiendo en un análisis (quizá demasiado unitario y compacto, e in
esas objetivaciones y se descubre a sí en ellas como otro de sí alienado en ellas. ( 1uso simplista, en su diseño básico) de las condiciones de posibilidad de 1,1,
El sujeto sólo pone en marcha el proceso de reflexión del que resulta como su- d"lintas formas de conocimiento, es decir, que acaba consistiendo en filos 11.1
icto libre y vuelto en sí, al encontrarse sufriendo a causa de tal auto extraña- .11·1conocimiento y no en reconstrucción de la supuesta metodología el· 1.1
miento, En el tener que salir a darse alcance reflexivamente a sí mismo es don- ( 1l'11\i.l natural. Y esa teoría del conocimiento no es lo que es, sino cone tan
de su propia historia se le revela a este sujeto como un proceso de formación dll ton ,1 tipo de reflexión que ya encuentra en el sistema de los tipos contem
en el medio del trabajo y de la interacción y como un encontrarse en y desde plli.ÍIH:OS de saber. Conocimiento e interés se hace cargo de ese tipo de reflexión
1.1~objctivaciones que se producen en esos medios y en las que esos medios y. IH)I ,lsí decir, lo amplía. Se trata de una teoría del conocimiento que erncrgc
\ onsistcn, y en las que puede perderse. (nlIlO parte de una reflexión, contemporáneamente necesaria, sobre las ndi
En la consideración reflexiva y crítica de tal «proceso de formación» en la (1(lIll'S del proceso de reproducción de la especie humana en medios de «tr;1
lIU' istc se hace cargo de sí (es decir, en la filosofía entendida como «crítica» 11,110. int .rnc ión» caracterizados por su extrema reflexividad. Conocimiento l'
conforme al modelo de Kant), es donde la naturaleza en tanto que objeto del /I/(I'//i\ ·s, pOI tanto, también teoría crítica de la sociedad, en el context d· los
cono imiento y de la «actividad objetiva» del hombre acaba revelándose como \,¡J1('I('\ lOntel11l oráne s, a partir de ellos y en el medio de ellos, ent ndidos
UI1orden «objetivado» (es decir, que «a nosotros» no se nos vuelve objeto sino) (IIIIHI 100m.1\ ti' reflexión de sistema' sociale de a ci6n. Ciertamente, cabe
en el «círculo de fun iones» de la acción instrumental, e decir, como un or- 11I1·gllllr.lI\. ,i ·1autor hubi ra onseguid 1 s mi mos resultad s d no haber
ti '11que en cuanto obj tiv s6l se onstituye en ese cír ulo, A la vez, 1orden I d :I.ldo glli.lI dccisiv.uncntc por 1" pasión I1.hteana por la autonomía, cntcn
soc i.II se r .v ·1.1corno oh ,de .icndo a la «gramática I refunda» el la compct in dlll,llwl1lO uuid,ul pl.\(tit,1 ti ,1,1 razón y dd interés de 1.1razón pOI sí mism.r,

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EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 12. SEGUNDA PARTE

que Fichte sólo juzga posible en el medio de una auto comprensión del sujeto objetivo de «Teoría estética» es el desarrollo de una teoría general, de lo cual
como «sujeto constituyente», es decir, en el medio de la «filosofía trascen- no se debe deducir ni su prioridad ni su inteligibilidad al margen de ellos. Esa
dental»; esto es, cabe preguntarse si el autor hubiera obtenido los mismos teoría general se plantea como el intento de renovar la filosofía del arte, anqui-
resultados de no haber apelado al concepto de «reflexión» y a motivos bá- losada y retrasada, según Adorno, respecto a la altura reflexiva alcanzada por la
sicos del idealismo alemán. A este tipo de dudas responde Habermas en su modernidad artística, cuya dinámica habría desbordado la pretensión tradicio-
Epilogo de 1973 reorientando decisivamente su trabajo. nal de pensar lo artístico con categorías invariantes. El ideal metódico que
En la intención del autor el libro está tratando de hacer críticamente fren- orienta «Teoría estética» es la confrontación mutuamente correctiva de los
te a la posibilidad de la congelación del interés cognoscitivo práctico, del inte- conceptos y momentos estéticos tradicionales con la experiencia artística.
rés cognoscitivo emancipatorio e incluso del interés cosgnoscitivo técnico (po- Si puede usarse aún la metáfora del hilo conductor para una obra como
lítica del conocimiento y política de la ciencia) por imperativos dimanantes de «Teoría estética», no podrá aplicarse con el mismo grado de exactitud a ningu-
una concreta forma histórica del «círculo de funciones de la acción instrumen- na otra temática que a la cuestión de la verdad del arte. Según Adorno, todos
tal». (Mutatis mutandis, la preocupación del autor es, pues, análoga a la de Hus- los problemas estéticos confluyen en la cuestión del contenido de verdad del
ser! y Heidegger, o a la de M_ Horkheimer y H Marcuse.) La comprensión po- .ute, Para entender esta tesis es preciso situarse en la perspectiva de la contra-
sitivista de la ciencia quedaría convicta de mala metafísica que se ignora como dicción que, según "Teoría estética», caracteriza la situación del arte. Por un
tal, es decir, de sucumbir a una «apariencia objetivista» y, por tanto, de promo- lado, el desarrollo histórico del arte en la era burguesa sigue la tendencia hacia
ver una no-reflexión sobre las condiciones de posibilidad y sentido de los sis- una autonomización creciente, de forma que lo artístico se constituye como
temas de saber que revertiría sobre los sujetos socializados convertida en una una esfera espiritual independiente de los fines externos a su propia dinámica.
especie de destino objetivo y ejerciendo sobre ellos la aplastante causalidad Por otro, el arte, producto en definitiva del «trabajo social del espíritu», sucede
que ejerce «lo escindido». en el contexto de una sociedad cuya dinámica convierte en universal la media-
El libro acaba refiriéndose a aquel tipo de crítica del conocimiento, que ( rón social misma, a través del sometimiento sin excepciones al principio de
Nietzsche practica, en que la negación de la reflexión que el positivismo repre- mtcrcambio, Puesto que la tendencia a la administración total del mundo pe-
venta, en cierto modo se reduplica. Este tipo de crítica reduplicativamente po- netra, según Adorno, en las capilaridades más finas del arte y de la subjetividad
sitivista del conocimiento no hace a su vez sino llevar a colmo un tipo de in- .ut ística, aquella contradicción no debemos representámosla como una dialéc-
consecuencia que ya está prefigurada en las malas interpretaciones que tanto t1(.1entre lo interior y lo exterior al proceso estético. Es inmanente al arte, y lo
Marx como Freud tendieron a hacer de sí, al tratar de reabsorber en ciencia po- -uúa ante la perspectiva de su propia disolución: si prosigue la ley de su auto-
sitiva su propia actividad reflexiva. Sujeto y objeto del conocimiento quedan uomía, enmudece y se convierte en insignificante en el doble sentido de la pa-
situados «irreflexivamente» ambos en el mismo plano, en el plano de lo «cons- l.ibru: si se deja absorber por el todo social, abandona la ausencia de fines ex-
tituido», de los hechos. La crítica positivista del conocimiento (muy conse- tl'1110Sque caracteriza al comportamiento estético y renuncia a sí mismo.
cuentemente) descubre entonces que lo supuestamente «en-sí» no es tal y que "Teoría estética» eleva a canon de autenticidad artística obras como las de
1.1realidad, la verdad y, por tanto, el conocimiento, tal como el positivismo los Iln kett, Kafka o Schónberg porque ellas no intentan resolver las contradiccio-
entiende, son nada, no son sino «ficciones» que el animal humano (de nuevo lit', de la situación histórica del arte mediante ningún mecanismo de adapta-
U11acomprensión positivista del conocimiento biológico) necesita para sobre- t rón, sino que las asumen en la conformación interna de la propia obra. La r
VIVIr. Lit rón de Adorno con la negatividad del arte moderno resulta, pues, profunda
1I1('11teafirmativa. Que la modernidad artística asuma intraestéticamente las
,1I1tinornias objetivas del arte a través de la liquidación del sentido estético, que
.'1. «Tcoria estética» 1.1obra de arte se desvincule de los imperativos de la comprensibilidad y la co-
municación, en fin, que el arte moderno arroje de sí los elementos armónicos,
GIRO MES todo .sto vendría a mostramos su resistencia a someterse al embrujo de la ra-
1II1Il,IIidad instrumental. La renuncia al sentido y a la armonía de la síntesis es-
«Teoría estética», publicada póstumamente en 1970, constituye la exposi- trt It ,1sería e m el informe sismográfico del potencial de libertad y crítica que
( 1<'>11
g .neral del pensamiento estético de Adorno, que hasta entonces se había l.iu- en '11.1s.Y n esto reside precisamente su contenido de verdad, que n s
d.ido J ono er a través de escritos de temática no exclusivamente estética y de cnucndc aquí en un sentido primariamente predicativo, sino ante todo en .la
'1I~ trabajos sobre objetos artísticos particulares (por ejemplo, lo tres tomo de VI' l\'flexiv,l, «)1l10 medida de la fuerza ilustrad ra del arte. Adorn piensa 1.1
••Notas sobre literatura», «Filosoíla de la mú ica moderna», «Di onan ia » o las vrld,ld WI110 11'g.1tión de lo cxist ntc, totalidad no-verdad ra, La obra d aue
monogr.iílas se br Wagner, Mahlcr y Berg). A diferen ia de cst , trabajos, ·1 del despliegue de MI propi.t ley
\rI ,1 V ·l(l.ldl'I,1 en 1,1llll'did.1 '11t¡1I " ,1 11.lV(~'S

1\00 "01
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTIFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 12. SEGUNDA PARTE

formal y su articulación de los materiales artísticos, da cuenta del carácter irre- la experiencia. Tal vez ninguna otra obra de Adorno se encuentre tan próxima
conciliado de la realidad. De este modo, al arte le correspondería un tipo de como ésta a la filosofia del espíritu de Hegel, de la que, no obstante, se separa
verdad que Adorno denomina «a priori». La ausencia de fines y de intención decisivamente el concepto de «consciencia correcta» que aparece en algunos
que caracteriza la apariencia estética constituye una negación determinada de pasajes decisivos. De la misma forma que para Adorno no hay nada en sí ver-
la sociedad total, basada en la universalidad del principio de intercambio. Por dadero, tampoco la consciencia correcta es pensable en clave positiva. «Cons-
el lado objetivo, el ser en-sí empírico de la obra representa a lo resistente a la ciencia correcta» sería el nombre para la «representación completa de la falsa
Iungibilidad universal; por el lado subjetivo, una relación espiritual con las co- conciencia», algo que no podemos ni presuponer ni impostar teleológicamen-
sas diferente de la producción de mercancías y de la auto conservación salvaje: te, sólo ver resplandecer en las pequeñas transiciones que desestabilizan la fal-
una forma de dominio espiritual en la que a lo dominado se le concede len- sa consciencia: ruptura de la monotonía y la inercia, despertar y recordar, per-
guaje. Adorno muestra como constitutivo del arte auténtico, caracterizado por derse y recuperarse viendo y escuchando de otra manera. El arte y la estética
ser inmisericorde y hermético, el momento de la «reparación de daños» y la podrían ser momentos de la consciencia correcta.
'<expiación»del dominio ciego, así como el rastro de una subjetividad diferen-
te, capaz de poner al servicio de lo no-idéntico su disposición sobre sí misma
y sobre lo distinto. A través de la liberación de la forma y la desintegración de
los elementos reales en la síntesis artística, la apariencia estética pasa a servir a
1.1verdad: se convierte en negación de la realidad.
Pero el mundo que la apariencia estética refleja permanece como lo que ya
('~,precisamente porque sólo le es dado reflejarlo. De ahí la necesidad que plan-
tC.1Adorno de una reflexión de segundo orden que, enfrentándose al enigma
que plantea cada obra de arte, eleve a consciencia su contenido de verdad, lo
convierta en conocimiento y lo integre en la perspectiva de una posible praxis so-
l i.il transformadora. «Teoría estética» nos presenta las obras de arte como el re-

sultado de experiencias subjetivas en las que se depositan las mediaciones so-


cialcs objetivas. A través de ellas, algo «transubjetivo- eclosiona en el mundo
sensible y se hace lenguaje permeable a la interpretación. Así, a través de la ex-
p '1iencia estética, la objetividad irrumpe en la consciencia subjetiva. Claro que
C~.Iirrupción no tiene la forma de un conocimiento de objetos en sentido in-
mediato. Adorno piensa más bien la experiencia estética como un cortocircui-
to interno de la falsa consciencia, un cambio «apenas perceptible» que sacude
el .squcmatismo social de las formas de percepción establecidas capaz de
oricnt.rr a los individuos hacia una revuelta no regresiva contra los agentes in-
tell1m del dominio y, con ello, tal vez también contra los externos. Desde esta
perspectiva, la verdad de la obra de arte depende de su relación crítica con la
f.t1sl'd,ldde la falsa consciencia, de su capacidad para la «formación de cons-
Ill'lH i.i». Así, si según Adorno la tarea de la filosofia del arte es entender la obra
IOI\U 't.1en la alternativa de verdad y no-verdad, esa tarea desemboca en la crí-
tI .1dd hc.:chizoque produce la realidad constituida. El arte auténtico hace po-
~Ibk una experiencia no reglamentada que conmueve tanto la rígida unidad
lid sujeto como la inmediatez aparente de lo real. Al reflexionar sobre esa ex-
p '1i -ncia, 1,1estética se constituye en una esfera esencial del pensar crítico. En
1.11\1xlid.r en que su objeto representa una racionalidad que reacciona contra
l.i 11 r.icionalidad imperante, Adomo hace a la estética depositaria del horizon-
t(' utópico de una rganización racional de la sociedad.
,;1' ·orÍ.1 estética» dcsarr lIa la cuestión de la verdad en el arte siguiendo
1111.1 (1.IVl'reflexiva .strc .h.imcntc cmparcntada e n la dialécii a hcg .Iiana ti .

o 1\0\
CAPÍTULO 13

La revolución estructuralista
JOSÉ LUIS PARDO (coord.)

l INm.ODUCCIÓN

JOSÉ LUIS PARDO

El rótulo «estructuralismo- induce a ciertos equívocos: si nos li-


IlIit.11110Sa decir que se trata de una metodología científica propensa
.1 describir su objeto en términos de estructura, sin duda muchas dis-
Ilplin,ls se reclamarían «estructuralistas», desde ciertas escuelas de
m.ucmáticos y biólogos hasta la totalidad de las ciencias humana,
('" I.IS .uales están muy extendidos, por ejemplo, términos como «es-
II1Iltura social», «estructura económica» o «estructura mental». E
!lII'lISO, pues, en aras de la precisión, recordar que el uso riguroso del
V()( .ihlo estructura que define al «estructuralismo» remite a las investi-
g,1l101lCS lingüísticas de Ferdinand de Saussure publicadas por us
rI1\1 ípulos a principios del siglo XX en el Curso de lingüística genera',
'111l' luego encontrarían un refrendo y un impulso definitivo en I
rlrM uhrimicnt de la Fonología y en los trabajos de diferentes e 'u
1,1\11I1~üíst i as ricntadas en este sentido (Praga, Copenhague, et .),
11,1\1.\ .rlc.inzar una inílu n ia indis utible en todos los estudios s J-I
It IIfll,íll' d ,1 siglo l asa lo. En este aspc to, el estructuralismo no es ni
11It/\ 111IIIt'I/O.1 (/lft' d 1II//0rfO (/lft' /,I'rllli/t' tllll't/gu((J{' acceder por 7)/'7 primen:
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0'1
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENlÍFICO DEL SIGLO XX CAPíTULO 13. SEGUNDA PARTE

tifico autónomo y propio. Pero si el estructuralismo se define únicamen- mero en su propio terreno, evitar esta alternativa (razón por la cual,
te así (a pesar de la importancia del acontecimiento epistemológico a primera vista, los materialistas lo juzgaron como un nuevo idealis-
en cuestión), sería inexplicable la polémica desatada por él en las dé- mo y los fenomenólogos y existencialistas como un nuevo positivis-
cadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, polémica que no so- mo): lo que la lingüística estructural muestra es que el sentido no es
lamente se extiende a muchas otras áreas distintas de la Lingüística, un producto del «sonido» (o de la grafía) ni tampoco del «pensarnien-
sino que tiene marcados tintes filosóficos. Y es que el acceso dellen- 10» (o del sujeto pensante), sino que posee una realidad propiamente
guaje a la cientificidad permite ver, retrospectivamente, cuál era el lillgüística, diferenciable tanto de la materialidad gráfico-fonética en
«obstáculo epistemológico» que impedía ese acceso antes de la «re- 1.1que se encarnan los significantes como de la experiencia subjeti-
volución estructuralista» y, por tanto, esclarecer un problema cuya vo-psicológica en la cual los hablantes perciben los significados: los
naturaleza filosófica es innegable. Por expresarlo de manera simpli- [onrmas de una lengua determinada no son realidades físicas ni rea-
ficada, digamos que «el problema (filosófico) del lenguaje» se había lidades psíquicas, sino combinaciones de rasgos distintivos (estricta-
planteado habitualmente de un modo que podría resumirse en la si- mente fonológicos) que, estructurados en un sistema diferencial, pro-
guiente interrogación: «éPor qué ciertos sonidos (o grafías) vehiculan l lucen un significado que no está más allá del signo lingüístico sino
ciertos sentidos?» Según la interpretación tradicional (que se retrotrae lJue forma parte de él. Y estas combinaciones o estructuras no pue-
al menos hasta el Crátilo platónico), planteada la cuestión en estos dell ser llamadas simplemente convencionales (ya que no está en ma-
términos, no caben más que dos respuestas: o la hipótesis de una «se- 1111\de los hablantes de una lengua el decidir acerca del entramado
mejanza» entre sonidos y sentidos (que abre la vía de las «simpatías», fOl\ológico que les permite producir sentido): son, ciertamente, arbi-
«concordancias» y «analogías» practicadas por las tradiciones mágico- 11.111.1\,pero su arbitrariedad no remite al «libre arbitrio» del hablan-
herméticas y por la poesía en sentido amplio), o bien la de la co- 11. \1110 a la arbitrariedad «involuntaria» y presubjetiva de la lengua
nexión arbitraria entre ellos de un modo convencional. Dado que la 1111\111.1. Independientemente de los rendimientos que este método
durísima crítica cartesiana de las especulaciones mágico-poéticas des- 1'" idu¡o en el terreno de la Lingüística así fundado, su modo de «re-
calificó irreversiblemente la vía de las «semejanzas», condenándola al \lllvl'l" 1,1vieja alternativa entre positivismo y fenomenología, o en-
irracionalismo, las diferentes convenciones sonoras y gráficas (en 111'm.ucrialisrno e idealismo, sugirió inmediatamente la posibilidad
suma: las diferentes lenguas) tendieron a ser vistas como arbitrarieda- di .rplir.irlo en otros territorios en los cuales la discusión se había de-
des «inexplicables» (es decir: variedades que la historiografía podía v.u inll.ulo en los mismos términos: en Francia, Lévi-Strauss (con el
constatar y variaciones que la filología debía registrar, pero que no te- 111,111\1\estructural de la mitología), Althusser o Lacan (con sus pro-
nían una razón propia) para expresar un sentido -residente en el 1111I'\1.1\de lectura estructuralista del marxismo y el psicoanálisis),
pensamiento- que se suponía el mismo en todo tiempo y lugar. De 11.111111'\ (animando el programa de la «ciencia general de los sign s»
este modo, el lenguaje, con todas sus variedades históricas y variacio- 1'11VI\1.1por Saussure, la semiología) o Foucault (en algunos de sus pri
nes filológicas, no podía considerarse más que como un obstáculo 11I!'1!l\ libros de análisis histórico) extendieron inmediatamente l s
para la recta manifestación de ese sentido y ese pensamiento, el «dis- 11 IIILllIo, y el estilo estructuralista más allá de su lugar episternológi
fraz» engañoso que el positivismo se proponía eliminar mediante el 111 di' II.I(imi .nto, e inspiraron un movimiento filosófico -que 11
análisis lógico y el materialismo mediante la crítica ideológica. Pero ,1 11I'1\IpOhabría de reconocerse como post-estructuralismo- que salu-
.Isí como el positivismo obtuvo un aleccionador fracaso en su inten- d 111.11.1\h.is 'S ontológicas que dicha metodología permitía dcsarro
1 de «traducir» las lenguas naturales a un lenguaje lógico perfecto, el 1111 I ti IlIlIMlim es de ir, esas «estructuras» cuya objetividad es irre
materialismo tuvo que admitir la derrota no menos aleccionadora de dlll Idlll' .1 1.1estudiada por las ciencias naturales, pero que tampoco
su pretensión de producir sentido a partir de la «materia», lo cual no 1111dl'lI \l'1 11.1111,1 1.IS«subjetivas», y que están pre ente allí d ndc
pare ía dejar otra opción que aquella que, sospechosa de idealismo, 1111 d 111.1111.11\('de cultura y, por tant ,de eres hurnan s e r v '1.1
presentaba el sentido como una creación de la subjetividad existente 1 1I di "~II' IlIodo COIllO un ámbito qu permitía ent nd r 1,1«COI11U
si .rnpre ya pre upuesta, una creación, por tanto, irreductible a todo 11111111111" d,·1.1 n.uur.ilcz.¡ (lo real) y el 'SI íritu (lo illlfl,~ill(lrio) sin I -n '1
int .nto de bjctiva ión. El d ubrimiento de Sau sure permiti ,pri 111'11111.11 1111111 IIll-\lI110 ti' 1.,11
os.

,\()H 1011
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 13. SEGUNDA PARTE

verdad metafísica sobre el destino del hombre) ni construir ad libitum


obras de arte; descubrir la estructura inteligible de los mitos (a menu-
2. LA «ANrn.OPOLOGÍA ESTRUCTURAL»l do tenidos por paradigmas de lo irracional o «pre-racional») no sola-
DE CLAUDE LÉVI-STRAUSS mente supone un conocimiento sustantivo sobre las sociedades de las
cuales proceden, sino que pone de manifiesto un conjunto de modos
JOSÉ LUIS PARDO de operación mental que puede encontrarse en sociedades muy dife-
rentes (letradas o no), en muy diversas épocas y en áreas geográficas
Como muchos otros grandes autores, Claude Lévi-Strauss no es un muy alejadas; de este modo, sin necesidad de recurrir a la hipótesis del
investigador cuyo nombre pueda asociarse especial o específicamente viejo comparativismo (que, ante las semejanzas entre dos sociedades,
a una obra: su «obra» es una labor continuada a lo largo de un dilata- buscaba una conexión física entre ellas en algún momento de su histo-
do número de años e infatigablemente dedicada a arrojar luz sobre las ria para poder fundamentar su discurso), la antropología estructural in-
sociedades sin tradición escrita (locución ésta que el propio Lévi- tenta poner de relieve la existencia de estructuras comunes a las más di-
Strauss ha impuesto para sustituir al tan etnocéntrico rótulo de «socie- versas sociedades -quizás, en última instancia, a toda sociedad- que
dades primitivas»), principalmente mediante el estudio y análisis del no se basan en un contacto histórico efectivo, sino en la comunidad
material en el cual estas sociedades depositan su identidad y su saber: de los problemas que la especie humana tiene que resolver para conse-
los mitos. Este primer volumen de Antropologia estructural ha sido esco- guir habitar la tierra y hacer soportable la existencia.
gido aquí por representar la primera ocasión en que su autor presenta A partir de una comparación entre el método seguido por Trubetz-
y difunde hacia un público amplio los rudimentos metodológicos de koy y Jakobson para «descubrir» los fonemas de una determinada len-
su quehacer, junto con algunas ejemplificaciones magistrales, y lo hace gua, Lévi-Strauss propone estudiar los sistemas de parentesco a partir
además bajo un adjetivo --«estructural>>- que designará en adelante la de rasgos diferenciales que, pudiendo dar lugar a una u otra estructura
originalidad y la especifidad de su pensamiento. A pesar de la inmen- social, podrían ser comunes a una muchedumbre de organizaciones de
sa influencia ejercida sobre la filosofia por Lévi-Strauss, él no solamen- parentesco, como los rasgos fonológicos son comunes a las más diver-
te se ha cuidado siempre de negar su condición de filósofo, sino que \.15 lenguas. En el caso de los mitos, su carácter aparentemente ilógico
incluso ha llegado a atribuir a su obra una cierta vocación «antifilosó- y contingente choca con el sorprendente parecido entre los relatos de
fica»2,aunque esta afirmación haya sido hecha en el marco de una po- l.rs regiones más alejadas del planeta. Algo similar sucedía con las len-
lémica contra dos clases de filósofos por los cuales en su momento se gll,IS,cuyas similitudes y diferencias resultaban inexplicables antes de
sintió sitiado: sus detractores «humanistas», que temían que el descu- S,lllssure: «La contradicción no fue resuelta hasta el día en que se pcr-
brimiento de las estructuras racionales que sustentaban la seductora be- I rbió que la función significativa de la lengua no está ligada dire ta
lleza de los mitos arruinaría el placer de la narración o los misterios del mente a los sonidos en cuanto tales, sino a la manera en que los soni
espíritu, y sus aduladores «esteticistas», que esperaban poder invertir el dos se encuentran combinados entre sP. Analógicamente, las espe u-
método del antropólogo y construir «estructuras» artificiales con las l.u ioncs acerca de los «arquetipos» de la mitología pueden resolver sus
cuajes producir mecánicamente belleza, seducción y misterio. Pero el pl'lpl'jidades si descubren que el sentido de los mitos no está ligad a
análisis de los mitos practicado por Lévi-Strauss no permite «extraer 1.1.rp.irición en ellos de tales figuras o personajes, sino a la manera en
consecuencias filosóficas» (si por tal cosa se entiende revelar alguna qlll' .stos se combinan para dar lugar al relato. De ese modo, así como
I u.mdo 1 mas una partitura musical hemos de añadir a la lectura «dia-

1 Autbropologie Struaurale, París, 1958, corregida y aumentada en 1961 [trad. esp. I r<'1I1it.l»de la melodía la lectura «sincrónica» de la armonía, el mito re-
dt' E. Vcrón, Antropologfa estructural, Buenos Aires, Eudeba, 1968]. 1.II,Idonos revela iertas recurrencias estructurales que nos pcrrnit .n,
2 "Me p ngo a toda explotación filosófica que pudiera hacerse de mis escritos, y 11111111 en ·1 '<15 de la fonología, d s ubrir al mismo tiemp 1 «1 '
mc lirnito a señalar que, a mi modo de ver, podrían, en el mejor de los casos, contribuir
.1 .rbjur.ir d . lo que se entiende h y p r filosofía», Ebomme nu (Mytbologiques, lV), París, 1971
[u.ul. -sp, de J. Almcl.i, El hombrr desnudo (Mitol6gicflS, IV), Buenos Aires, igl XXI,
1976, p,\f\. ~761· I IlIt/OII(I/¡~~{¡1 rstu« tuml, (I/" lit" p,ll\. I HH.

tilO 11
EL LEGADO FILOs6FICO y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 13. SEGUNDA PARTE

mentas» de los que se componen y el sistema que con ellos forman. Hombre con mayúsculas, que se toma al mismo tiempo Sujeto de la
«Talvez un día descubramos que en el pensamiento mítico y en el pen- Declaración Universal de Derechos Humanos y Objeto de un saber
samiento científico opera la misma lógica, y que el hombre ha pensa- científico que, al mismo tiempo que saca a la luz su irreductible fini-
do siempre igualmente bien-". En tal caso, la antropología sería tam- tud, hereda de ésta la ambigüedad de un modo de ser que es al mismo
bién una tarea ética: «Liberándome por ello de mi orgullo intelectual, tiempo empírico y trascendental: el cuerpo humano es un fragmento
cuya vanidad mido por la de su objeto, acepto también subordinar sus de espacio entre las cosas espaciales, pero también es un cuerpo vivido
pretensiones a las exigencias objetivas de liberación de una multitud a como propio y a partir del cual pueden determinarse las demás cosas
la que constantemente se le niegan los medios para tal opción-", espaciales; el deseo humano es un apetito entre muchos otros, pero
también aquel en función del cual las demás cosas adquieren valores
relativos; los lenguajes humanos son formas de comunicación en un
3. «LAS PALABRASy LAS COSAS»6 DE MICHEL FOUCAULT: mundo poblado por signos, pero también el centro a partir del cual
LA CONSTRUCCIÓN HISTÓRICA DEL HOMBRE pueden darse «todos los discursos de todos los tiempos, todas las suce-
siones y todas las simultaneidad es [...] la invencible impresión de va-
JOSÉ LUIS PARDO guedad, de inexactitud, de imprecisión que dejan casi todas las ciencias
humanas no es más que el efecto superficial de aquello que permite de-
Desde el momento de su aparición, Las palabras y las cosas parece finirlas en su positividad» (págs. 306-345). Foucault no anuncia, pues,
haberse leído sobre todo a partir de sus últimas páginas: aquellas en las la muerte del hombre, sino que más bien intenta establecer el carácter
cuales Foucault, algo enigmáticamente, anuncia «la muerte del hom· xorprendentemente reciente de su estatuto como objeto de saber empí-
bre», un tema frecuentemente asociado a los autores «estructuralistas» I iea: nacido de una modificación contingente del tejido de la episteme

y al debate que mantuvieron en su día con los pensadores «humanis- occidental a finales del siglo XVIII, el «hombre» construido por las cien-
ta », Sin embargo, de eso -de «la muerte del hombres-e- es de lo úni- t ¡,IS humanas no puede durar más de lo que duren esas instituciones
co que no trata el libro de Foucault. Bien al contrario, esta obra dibuja mtclectuales que lo sustentan. La crisis de estas instituciones -que
el paisaje intelectual de la modernidad entre los siglos xv y xx precisa- loucault constata en las últimas páginas de su texto-- es la que sitúa
mente para mostrar la emergencia de una novedad que trastoca entera- l'I1 el horizonte la posiblidad de una «desaparición del hombre» en este
mente el campo del saber: la aparición del hombre como objeto de co- sentido estructurado por la modernidad.
nocimiento. Si se retrotrae casi hasta la Edad Media es para mostrar al Pero Las palabras y las cosas no es solamente un documento excep-
le tor lo que podríamos designar como la no obviedad de las ciencias t ional de historia intelectual de la modernidad: es también el marco en
humanas, esos saberes cuya presencia se ha hecho entre nosotros tan el que Foucault situará investigaciones posteriores acerca de las on
habitual que tendemos a imaginarios como si tuviesen la misma anti- diciones prácticas de la formación histórica de las ciencias human: s
güedad que nuestra especie. Pero no es así: han sido necesarios trastor- (especialmente Vigilary Castigar) y el campo de pruebas de un pro
nos estructurales en la concepción de la epistemología del lenguaje, del di 111 iento que durante mucho tiempo se llamó arqueología del saber.
trabajo y de la vida, revoluciones científicas que suponen rupturas ra- 11",11,1 de un modo de enfrentarse a la historia que ha obtenido sus prin-
di .ales con el naturalismo, las gramáticas generales o el análisis de las e ip.iles armas en el arsenal del estructuralismo, lo que puede compr n-
riquezas, para que se edificasen los nuevos campos de la Economía, la ti .rs . con ayuda de un ejemplo. Los lingüistas llaman campo de disper-
Biología o la Filología, en el cruce de los cuales se dibuja la figura del .\;Ií" d ' un fonema a todas las variedades que de esta unidad puede su-
ministrar la experiencia sin que los cambios de pronunciación o ti '
xcritura impliquen un cambio de significado; la unidad en cue ti n
l/¡fdl'lII, pág. 210.

II.mxgrcd sus márgenes de cguridad cuando introdu e una varia i n
\ Tristes Tropiques, París, 1955 [trad. esp. de E. Verón, Tristes Trópicos, Buenos Aires,
qu«, ,1lI" que mínima desde el punto de vi ta íonéti gráfico, s el'
Eud ·b.l, 1970, pág. 4181.
•• lrs ntots rt Ies dioses, París, 1966 r trad. esp. de E. C. Frost, Lf/J palabrasy las (()SIIJ, l i,ivil porque indu 'e un nu v sentid . Así, l 11I' Fou .ault llama
M{'xl o, Siglo XXI, 19681. I((O/lh'l intirntos 1'IIII/lr;flfi710S son 1'1 cis.nn 'ni' .1 IU '1I,1S V,lI iacion 'S del

'11 '11 \
EL LEGADO FlLOS6F1CO y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 13. SEGUNDA PARTE

discurso -sobre el cuerpo, sobre la enfermedad, sobre el poder, so- ro como un objeto topológico, a minúscula, que a partir de 1962 es
bre la delincuencia, sobre la sexualidad- que, aunque aparentemen- un cross-cap o cinta de Móbius cortada por un disco. En 1972 en
te se encadenan en una remota tradición que parecería decir siempre 1;/~tourdit, verdadero testamento intelectual de Lacan, se mantiene,
lo mismo con distintas palabras, inducen una variación casi imper- I.tI cual, este sujeto cross-cap. Entre el 72 Y el 75 Lacan introduce los
ceptible que transforma enteramente el sentido de esos discursos, 11udos borromeos, que siendo igualmente topológicos, suponen un
cambiando estructuralmente las relaciones entre los locutores y entre carnbio de rumbo y dan una nueva versión del mathema del psico-
los objetos a los que se refieren, definiendo nuevas regularidades y se- .málisis.
pultando viejas seguridades, modificando enteramente el equilibrio Sin embargo, se trata aquí de poner de relieve la importancia de los
entre lo que es «evidente» y lo que no lo es. La arqueología del saber lisrritos en cuanto obra que permite establecer el recorrido desde el Dis-
extrae de los documentos archivados por la historiografia estas nove- ( urso de Roma (1953), Función y campo de la palabra y del lenguajeen psi-
dades desapercibidas, que una historia continuista tiende a desaten- roanálisis, verdadero manifiesto del primer clasicismo, hasta la apari-
der y, en lugar de tranquilizar las conciencias con la idea de una per- ( ión del segundo clasicismo. La distinción entre ambos clasicismos la
manencia esencial de rasgos invariantes, las perturba mediante estos tomarnos de Jean Claude Milner (LOeuvre claire, Seuil, 1995) porque
«restos» que interrumpen el relato complaciente de la historia y obli- 110Sparece que refleja con exactitud la torsión que lleva a Lacan, sin
gan a los herederos de la civilización occidental a observar su propio duda influido por el formalismo del grupo Bourbaki, desde la identi-
territorio con la misma extrañeza con la que un explorador extranje- (LId entre estructura y lenguaje hasta la identidad entre estructura y ma-
ro afrontaría el descubrimiento de una cultura completamente desco- temáticas. El mathema, lo que se transmite sin resto, es el único medio
nocida. p,lra circunscribir lo imposible de decir, lo real de la satisfacción pul-
xional. La pulsión no se deja atrapar por el significante y sólo un len-
guaje indeformable podrá poner las condiciones para la existencia del
4. SOBRE LOS «ESCRITOS» DE LACAN medio-decir de la pulsión. El goce es la verdad del sujeto que no entra
dentro del campo del saber mal que le pese a los nacionalistas a ultran-
CRISTINA MARQuÉs RODILLA /,,1. Ilay un saber en lo real que no acierta a decirse sino en el equívo-
e o y el malentendido. En La ciencia y la verdad, que cierra los Escritos,
Al cumplirse el centenario del nacimiento de Lacan (1901-1981) la l "lean deja claro que el sujeto de la ciencia es el mismo que el del psi-
editorial Seuil ha publicado Autres écrits para conmemorar la obra ca- co.málisis (la banda de Móbius tiene una sola cara), pero que la escu-
nónica Écrits (Escritos). Los textos compilados en los Escritos, cuya ober- ( 11.1 analítica permite que eso hable, ergo eso goce. El inconsciente está es-
tura es de octube de 1966, momento en que Lacan comenzaba un se- uucturado como un lenguaje y habla, y por el mero hecho de hacerla
minario clave (La lógica delfantasma), aunque inédito, en el que se ha- (y más allá de lo dicho), goza.
cía la definitiva subversión del sujeto cartesiano, son de los años en Lacan tiene como objetivo primordial el goce,plus-de-goce(objeto a
que Lacan se ceñía a la lógica del significante y practicaba el retorno a II/illlí.l'cula) que se construye en la relación analítica y que da nombre y
Freud. 't'r, de goce, al sujeto del inconsciente tachado por el significante, que
Dado que toda semblanza exige de la traición de la selección y el 11,1 tenido que ir a buscar al campo del Otro (materno) para, aSÍ, poder
resumen, ésta se estructura alrededor del objeto a minúscula que nos dvcirse. Las resonancias hegelianas son manifiestas, sobre todo desde
parece el concepto lacaniano por excelencia. En la obertura de los Es- !<.ojcve. En la Introduccióny respuesta al comentario deJean Hyppolite so/m
critos se dice, refiriéndose a la potencia matemática de La carta roba- 1" Vt'rJ/I'il1/1l1g de Freud (1954), puede apreciarse cómo el origen del de-
da de Poe, que el sujeto se verifica por atravesado un objeto sin que seo es la negación, entendida ésta como libertad/carencia de ser. Los
se penetren el uno al otro. Hay que recordar que en 1966, cuando la ('s( 1iros de 1936 ~I 1960 revelan también la determinante influencia de
insistencia de Jean Wahl permite que estos escritos vean la luz, Lacan 1 kidqi,ger.
.staba ya inmerso en la torsión topológica que le llevó de la lógica ¡:,n los lisrritos est.\ claramente diseñado el sujeto en l.111tOque sien
del significantc hacia una topología del sujeto, concibiendo este sujc- do ~t'}~I'11\ el ,\igllilit;lIHe, que t'~ ser según el deseo del Otro ,ti <111(.' el su

1'1
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX
CAPíTULO 13, SEGUNDA PARTE

jeto se encuentra estructuralmente alienado. Remitimos a Subversión


del sujeto y Dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano (1960), donde
aparece el grafo del sujeto y el subversivo postulado: el significante re- 'l, LA SEMIOLOGÍA DE ROLAND BARTHES7
presenta al sujeto para otro significante, que reduce a éste al lugar va-
cío en que se aloja su representante, y a La significación delfalo (1958),
JOSÉ LUIS PARDO
donde el falo, único símbolo del psicoanálisis y media y extrema razón
de la división armónica, aparece como responsable de lo que será La Semiología es mencionada por Ferdinand de Saussure en su
(1972) la imposibilidad de la correlación (isomorfismo) sexual. Con- 0/1',1'0 de lingüística general como una futura ciencia que habrá' de dar
vendría no olvidar El estudio del espejo (1949), que está en los cimientos ( ucnta ~e todos los sistemas de signos o, en otras palabras, como la
de los artículos inmediatamente citados, y que deja establecida la dis- IH'lspectIva capaz de estudiar un amplio campo de fenómenos cultura-
yunción moilje; el moi es imaginario, es el yo inflado por el narcisismo, k-, (Off/O sistemas de signos. En los cálculos de Saussure, la Lingüística
semblante amable desde el que queremos ser deseados por el Otro. El (H 1Il,1,tríasolaI?e~te una provincia -aunque fuese la capital- de este
yo simbólico está «tapado», velado en el fantasma (La) que erá el ob- V,I\II.\11l10terntono: P~r~ sólo en los años 60 del siglo XX empieza el
jeto básico del trabajo en el diván. pl(lgr~lma de esta disciplina a tomar cuerpo, y su principal mentor en
El viaje analítico será el itinerario que irá desde la alienación al fan- lr.in; la es Roland Barthes, quien ya había empleado las armas del aná-
tasma originado por el deseo del Otro, y que se muestra en los sínto- 11\1\estructural para llevar a cabo una renovación de la crítica literaria
mas, hasta el fantasma construido por el juego asociación libre/inter- ("J(' .\l·conoció en su momento como nouvelle critique. Los Elementos de
pretación, que incorpora al objeto a minúscula como plus-de-goce que 1(/I1I(¡f(}.~í{( constituyen el texto más declarado y programático en el cual
dice el verdadero ser del sujeto, ya «liberado» del deseo del Otro para \( expresa este proyecto en los estrictos términos de un intento de res-
mejor sumergirse en el lenguaje, verdadero y único amo del sujeto del 1H 11\(In ,11principal desafio metodológico que a esta ciencia naciente se
inconsciente. El lenguaje natural o topológico es el punto excéntrico al /1 pI.I111e<1, y que podría expresarse en una pregunta: éhasta qué punto
que el sujeto está sometido aunque quede un resto inalcanzable por el 1\ p<l.\lhlc «aplicar» o «extender» las categorías lingüísticas al análisis de
significante, el resto pulsional que no se deja articular en el significan- '.J',I('1I1.1S de signos diferentes del lenguaje verbal? En los sucesivos capí-
te, y que hace que el sujeto sea un parpardear entre el ser y el pe~sar. Ildm !k- ~ste texto, Barthes se enfrenta con las nociones que vertebran
La subversión del cogito cartesiano reza: o no soy (no gozo) o no pIen- 1.1ell\! iplina -lengua y habla, significado y significan te, sintagma y sis-
so (no dejo hablar al inconsciente). El plus-de-goce es un resto del Ello 11111,1, dcnotación y connotación- para articular una contestación po-
que nunca será integrado en el saber inconsciente. La verdad pulsional .JIIV.Ique, ya de antemano, subvierte, al menos en apariencia, la for-
hará imposible, estructuralmente imposible, el cumplimiento del man- 111111.1( IÓI1saussureana de la semiología: ésta no debe concebirse como
dato freudiano (Wo Es war sollIch werden). Creemos que un malen- 1111.1 1(l/.lIi~lad de la cual la lingüística formase parte sino que, más bien
tendido conduce de Habermas a considerar que las barreras del más 111111111.1110, es la semiología la que constituye una parte de la lingüls
allá del placer podrían ser universalmente respetadas. El límite es es- 111.1,lIllIque,. eso sí, ~na parte pec~liar y distinta de la estudiada por los
1ru .tural: hace existir al sujeto como un objeto que se articula, parpa- IlIlgtll\/.I~. I~Icrecirruento de los SIstemas de comunicación en el rnun
deo de apertura/cierre, con el sujeto universal del lenguaje; el sujeto dll 11\(,1I1l'1110 ¡mp?~e el estudio ~e estas estructuras que vehiculan signi
impersonal (estructura) es una banda de Móbius que gira en cualquier 111 ,1111111(1,\ publi idad comercial, la moda vestimentaria, las maneras
dirección, y que sólo encontrará su destino y radical diferencia en su dI 1.111H'.\,I,el m biliario doméstico y urbano, los automóviles ...), pero
forma particularísima de gozar, Después de mucho pensarlo, léase leer- I 1(' ('\1lid lO no puede -ése es al menos el punto de vista de Barth s
lo .n los textos citados aquí, no encontramos sostén para la impostura 11,V,II\!' ,1 c.iho con ind pend ncia del lenguaje. En definitiva, n se
intelectual, aunque sí para una cuasi-ontología lacaniana, una a-filoso- 111/.1d ' ,mll'l1('r que lal o ual si, terna d sign s (los rituales religiosos,
íla que existe en tanto que articulación entre los dos lados de la fronte-
1',1,raz u/sinrazón, que dividen al suj to y hacen que el hornbr n sea
('/1'1"1'1I1\lIt' ,\'I'IIIf()II~~II', P,II f\, t 1)611 111.ld. l'~p. de A. Mi'lIdl'z, "'('IIII'11IIJ1 l/¡' 1('1IIr'1I1()~/II,
y.t una r 'fer '11 'i,) tan segura. 11011111, AIIl¡'II" (:111.111'111, 19'111 '

'11 (1 '11"1
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTíFICO DEL SIGLO XX

el cine o el teatro, etc.) es un lenguaje, reclamando (como hacen otros


semiólogos) su «autonomía» con respecto al lenguaje verbal; se trata de
reconocer, ante todo, la imposibilidad de tal autonomía en la medida
en que todo sistema de significación y comunicación. importante p~ra
los seres humanos pasa necesariamente por el lenguaje, y que precisa-
mente por ello resulta lingüísticamente articulado y se deja estudiar
mediante categorías en parte procedentes de la lingüística. La vesti-
menta o el arte culinario no son lenguajes, pero contienen sistemas de
significación que, si bien resultan estructurados gracias al lenguaje en
sentido estricto, no se confunden enteramente con él. Así como Lévi-
Strauss ha hecho con la mitología o Lacan con el inconsciente -es de-
cir, no convertirlos en otros lenguajes que competirían con e/lenguaje
propiamente dicho, sino señalar su imbricación en el lenguaje, su orga- CAPíTULO 14
nización significativa y, al mismo tiempo, su especificidad-, Barthes
se propone mostrar que puede hacerse con todos esos otros sistemas El paradigma hemenéutico
de significación, sistemas que no están, la mayoría de ellos, diseñados
con intención comunicativa, pero que se vuelven significantes sencilla-
RAMÓN RODRfGUEZ (coord.)
mente por el hecho, insoslayable, de que toda sociedad convierte sus
objetos en signos de sí mismos: el cuchillo y el tenedor no solamente El. PROYECTOHERMENÉUTICO DE HANs GADAMER:
son útiles, sino significantes de una determinada manera de comer, "VERDAD y MÉTODO» .
como las iglesias barrocas y los templos budistas son significantes de
RAMÓN RODRfGUEZ
una manera de rezar. Este enfoque permite a Barthes promover, me-
diante su concepción de la Semiología, un renacimiento de la retórica, Cuando en ~960 Hans Georg Gadamer publicó Verdad y método te-
CS.1especie de semiótica avant la lettre que modula formas de signific~- 111.1 y" ses.enta anos. Hasta entonces no había dado a la imprenta más
ción que funcionan frecuentemente al margen de la voluntad cornum- qlll' trabajos de índole menor, que si bien le habían dado cierto rango
cativa de sus usuarios que, por tanto, más que usuarios son en realidad C'" d .íl~lbito académico alemán, estaban aún muy lejos de marcar la
portadores inconscientes de sentido. Así pues, aunque sus modelos pro- 111('.\ '11('1.1.de.un pe~sa;n.iento ambicioso capaz de replantear las bases
l -dan en principio de la Lingüística, la Semiología trabaja con sistemas
dd WI10 .muento histórico y abrir un amplio debate sobre el significa-
cuyas unidades son más «amplias» que el signo lingüístico y que a me- dc) y ,1 alcance de la herm,ené,!tica filoséfica, corriente de pensamiento
nudo no se dejan plegar enteramente a sus exigencias de análisis en c 111('desde entonces figura mdlsolublemente unida a su nombre. Dis í
unidades discretas. Entendidos de esta manera, tanto los sujetos como pIdo temprano de Heidegger, a cuyas clases como Privatdozenl en
I(,s objetos producidos por una cultura forman parte de un enjambre PlIllIIrgo acudió en 1923, sig~iéndole posteriormente a Marburgo,
d ' sistemas de significación que, si pudieran describirse completa y ex- ( l.ld,lIllt'!' tom? del filos~far heideggeriano los impulsos más constan
h.iustivarnente, diseñarían el mapa entero de los entramado s simbóli- le, d" ~1IPI?PIO pensamiento. N<:> sólo la teoría de la comprensión y
lOS de esa misma cultura. Muy influido por el lingüista danés Louis dc' 1.1IlIstorJ .idad de Sery tiempo, sino la posterior crítica de la metafísi
Ilj -lmslev, Barthes lleva en esta obra al extremo las pretensiones de la c .1. y 1.1\iilosollas h ideggerianas del lenguaje y de la técnica, dejan In
S .miol gía, que él mismo experimentaría hasta sus límites tanto en su l." Itlll'I~.ISen la ?b:a de Gadamer. Su formación en filología c1ási a y
obra como crítico literario cuanto en sus investigaciones semiológicas 011.lIlIpllO WI1() '11111 .nto de la tradi ión alemana de las ciencias del es
I11{¡Stécnicas y arduas (como El sistema de la moda). pllllll «"1l1plct:1n ~ll11arco en qu 's' d s .nvuclve l csfu .rzo de pcnsa
IIlIC'lltOqu . lIlSt.lhz,1 '11 Vl'I'drlll.y",/todo, 1,1prirn .ra y en el íondo úni
c " ClII',1 dc ( •. 1<1,1111
'1. A 1',11 til d ' su public.« ión, 1.1hl'lll1t'llt'utit ,1g.ld,1

IJIH
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX
CAPÍTULO 14. SEGUNDA PARTE

meriana adquiere una presencia filosófica y una notoriedad públ~ca ra realizando un corte entre la obra de arte y las condiciones de su apa-
permanentes, pasando a convertirse con el tiempo, y merced a s~ ,m- rición, abstracción que permite establecer la pureza de la obra de arte
Iluencia a partir de los años setenta y ochenta en el mundo anglosajón, y la correspondiente «vivencia estética» en que el sujeto la vive. Ésta re-
en el paradigma de la «filosofía continental» europea. Muestra de esa lación sujeto-objeto, específicamente estética, es 10 que no se encuen-
relevancia son los debates, que hicieron época en esos años, que tra en modo alguno en la experiencia de la obra de arte. Ésta sólo re-
Gadamer y sus discípulos sostuvieron con la teoría de las ideologías de sulta plenamente significativa cuando se la ve como presentación
Habermas y la Escuela de Frankfurt. .. (Darstellung) de un mundo que se hace manifiesto únicamente a través
La aspiración declarada de Verdad y método es ensayar una legiti- de ella; la obra de arte contiene una referencia indisoluble a su propio
mación filosófica de la verdad propia de las ciencias del espíritu, que se mundo y es esta referencia la que la constituye y no la abstracción que
ve constreñida y ahogada por la universalización de la metodología de la convierte en objeto estético. Por ello, para expresar la peculiaridad
la ciencia moderna. Con ello Gadamer retorna la cuestión que movía de la :xperiencia del arte, Gadamer retorna el concepto dejuego, por su
el pensamiento de Dilthey, la fundamentación de las ciencias del espí- capacidad de mostrar un acontecimiento reglado en el que los sujetos
ritu, pero se acerca a ella con una pretensión 0I:u~sta: no .buscar el mé- participan sin ser ellos las instancias determinantes. En la medida en
todo capaz de fundar la objetividad de su conocmuento, smo. sacar a re- que la experiencia de la obra de arte no es la percepción por un sujeto
IUl ir la experiencia de la verdad que se encuentra en ellas y liberarla de ya hecho de un objeto estético, sino una experiencia que modifica al
1.1Imposición de los cañones prefijados por la metodología científica que experimenta, su sujeto no es el individuo que percibe, sino el
cxt.indar. Se trata ante todo de atenerse a 10 que de hecho ocurre cuan- acontecer de la propia obra, que, como el juego, tiene su propia esen-
do comprendemos acontecimientos históricos, formas artísticas o tex- cia, con independencia de la conciencia de los jugadores.
tos del pasado y no de exigir de entrada la adecuación ?e tal.forma d~ El fenómeno de la comprensión que op.era en la obra de arte supe-
l omprender a patrones metodológicos previos. Esta resistencia a la pn-
ra, pues, los límites de la estética y aparece como un acontecer de sen-
m.icia del método es el motor esencial del libro, que por ello, como ha tido en el que se insertan y se originan los enunciados cognoscitivos
scnalado Ricoeur, bien podía titularse Verdad o método. . del arte y en general de cualquier saber que recae sobre los productos
Para llevar a cabo su proyecto de legitimación, Gadamer emprende del espíritu humano. Este acontecer, que es la experiencia hermenéuti-
un trabajo hermenéutico, en el pleno sentido de la palabra, pues se tra- l.1 misma, tiene su propia estructura y para desvelarla Gadamer lleva a la
1.1de penetrar en el fenómeno mismo de la comprensión que está en t onciencia histórica, que tradicionalmente se hace cargo de la com-
obra en toda relación humana con el mundo y del que es un trasunto prensión de las objetivaciones del espíritu, 10 ganado en el análisis de
el comprender de las ciencias del espíritu. La hermenéutica, siguiendo 1.1obra de arte. Desde este ángulo examina la evolución de la herme-
los derroteros marcados por Sery tiempo, es la explicitación de ese com- néutica desde la Ilustración hasta Dilthey, mostrando cómo en éste, a
prender que, antes que comportamiento cognoscitivo, es ~na dimen- pesar de la clara conciencia del problema, la experiencia hermenéutica
slún ontológica del humano estar en el mundo. Por ello mismo la her- 110alcanza toda su amplitud, lastrada por el ideal objetivista del que
menéutica deja de ser un procedimiento o disciplina auxiliar de las ti 'pende su intento de fundamentación de las ciencias del espíritu. Es
l ()I~ la radicalización ontológica del comprender, llevada a cabo por
II 'm ias históricas para convertirse en el pensamiento que experimen-
I lcid .gger, en la que éste aparece como el modo de ser en que se arti-
1.1y da palabra al ser histórico que somos. . .,
Verdad y método realiza esta tarea en la forma de una generahzacIOn lUI.! nuestro estar en el mundo, como la hermenéutica logra una base

y I.ldicalización progresiva del fenómeno de la comprensión. Fiel a la universal, Pues la comprensión posee la estructura de «proyecto arroja-
Ide.1ti' que la experiencia del arte, de la historia y de la filos?fia con- do», p r la que la anticipación de posibilidades de existencia asume
tI -n '11forma de verdad que no se dejan tratar con los medios de la " -mprc la itua icn fáctica, heredada, en la que está, y de este modo
meted logía científica, Gadamer trata, en primer lugar, de extraer 10 ,111.l1g,1 '11 '1 r que omo la idea, típica de la hermenéutica histórica,
Ill.b g -nuino del comprender que rige en nues~a .experi.encia~el arte.
til' 1.1p.ert 11.n ia.d 1 mprend r a su objeto. La pertenencia ntológi-
'\()tl.l SLlrcfl 'xi' n tien como contrapunto polémi o la Idea, vigente a l.l. 1.ldl .11,d ,1 Sll) to al mundo IU trata d ompr nder se t rna así
p.ntir de Schiller, de la autonomía de la « n icncia stéti íl»,que opc- ('11l·1!(()11' 'pto dir xtor ti' todo ,1 plant .ami .nt gndam .riano, on

11 I
420
El. LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO xx CAPÍTULO 14, SEGUNDA PARTE

esa idea se da expresión al hecho, verdadero supuesto de todo el pensa- -que es también de la verdad, en la medida en que en él se hace visi-
miento hermenéutico, de que antes de toda posición indagadora, re- ble el mundo- realiza. Frente a la conciencia histórica, que basa en
flexiva, del sujeto cognoscente hacia su mundo, éste pertene~e y~ a él, cautelas metodológicas su aproximación correcta a los acontecimien-
está inserto en toda la trama de significaciones, valores y estrmaciones tos históricos, Gadamer expone la conciencia histórico-if'ectual (wirkungs-
que constituye el mundo y de donde procede ~u posi~ión teórica ante él, geschichtliches Bewusstsein), el saberse sometido a los efectos de la histo-
que siempre registra huellas de esa pertenencia prevIa. Todo el desarro- ria, hallarse siempre bajo la eficacia de aquello que se quiere compren-
llo de la teoría gadameriana de la experiencia hermenéutica es una con- der, de 10 que no podemos, por tanto, distanciamos por completo
sideración de los distintos aspectos o elementos que configuran la per- mediante ninguna objetividad científica ni poseerlo intelectivamente
tenencia y que, al hilo del análisis de la conciencia histórica, forman de manera plena. Lo característico de esta forma de conciencia es que,
los conceptos fundamentales de la hermenéutica de .Gada~er. frente a todo idealismo metodológico, no nos libera de las condiciones
El primero es la rehabilitación, contra el pensamiento ilustrado, de que reconoce, no anula la eficacia de la historia sobre nuestro saber.
la idea de prejuicio. En efecto, si la situación herm.enéut~ca en la que Por ello dirá Gadamer de ella que «es más ser que conciencia».
siempre ya estamos av~nza, queramos, ~ no, las, o~lentaClo~e~ ~on las En la última parte de la obra, Gadamer extiende al máximo los re-
que afrontamos cualquier problema teonco o práctico, esos )UlClOSI:re- sultados del análisis de la experiencia hermenéutica mediante un peculiar
vios que anteceden nuestro quehacer, lejos de poseer el valor negativo «giro ontológico», que ya estaba prefigurado en su visón del compren-
ti ' un prejuicio, so.n .t~s condiciones, que h~~en posibl~ l,~ compren- der como un «acontecer de sentido». Y es que ahora este acontecer se
sión, Por eso el prejuicio expresa la vinculación a la tradición a la que revela esencialmente como obra del lenguaje: es la lingüisticidad de la
p -rtcnecernos y sin la que no hay acceso posible a ningún ámbi~o ?e experiencia hermenéutica la que permite entender los rendimientos de
sentido. Antes que deformaciones o encubrimientos son potenciacio- la comprensión, en la medida en que es en el lenguaje donde se con-
ncs del comprender, reconocer lo cual no significa promover sin más neta la conciencia histórico efectual. Pero para entender el papel del
su aceptación sumisa. Por ello distinguir en los prejuicios entre su po- lenguaje en la comprensión tenemos que despojamos de la concep-
der promotor y su poder deformador para la comprensión es el proble- ción que nos 10 presenta como un instrumento de ella, formalizable en
ma crítico esencial de la hermenéutica, al que una y otra vez se ve abo- diversos grados en función de la voluntad metodológica del científico,
cada. Pero eso no impide ver en los prejuicios la sustancia histórica de () de la concepción que lo comprende como una estructura autónoma,
1" que estamos hechos, el estrato fundamental del ser que s~~~s. Por independiente del mundo que en él comparece. El lenguaje es la ins-
su parte, la tradición, cuya fuerza se ejerce a través de los pre)UlCIOS,es r.mcia hermenéutica fundamental porque es el medium primario en
una realidad viva, no un lastre o un peso muerto al que quepa enfren- que se desenvuelve la experiencia que es el comprender, que es siem-
t.irsc como a un objeto dado. Esta imagen de la tradición como algo pre captación de sentido, un sentido que alcanza su plena intele ción
y.) h .cho y objetivable desconoce el carácter móvil de la ,comprensión, (liando se hace lenguaje. La idea de venir o acceder al lenguaje resulta
Vil ln que el intérprete, que se dirige desde su propi~ honzonte al pasa- enormemente significativa de la concepción hermenéutica, pues expr '
do ¡LIC trata de comprender, se ve afectado y modificado por las pr~- ~,\ bien la relación entre lenguaje y mundo que registra la experien ia
t -nsioncs de verdad que el texto o el monumento antiguo lleva COl1SI- dd comprender: entre ambos se da una diferencia insuprimible, qu
g(), modi ficación q~e. se produ~e de disti?ta n::~nera, e.n ~nción ju~ta- impide, por ejemplo, una absorción trascendental del mundo por el
III -ntc de la receptividad propIa de la situación del intérprete: 111el I -nguajc, pero que exige a la vez una copertenencia radical, de forma
horizonte de éste ni el del pasado están cerrados para sí mismos. En la que el mundo sólo aparece como tal en el lenguaje que lo dice y éste,
l (>111 pr .nsión se realiza siempre la obra de una fusión de horizontes, con' ,\ SlI vez, sólo es lenguaje por el hecho de que presenta el mundo. Es
«-pro en el que Gadamer quiere plasmar esta movi~idad .intrínsec.a de ('~t.\ apertura fundamental del lenguaje al mundo 10 que hace qu en
1,\ trndici n que hace posible la labor hermenéutica, 5111necesidad (·I s ' produz a toda la obra del acontecer de la tradición, como la íu-
(k plantearse imposibles desplazamientos a situaciones ajenas o no xión ti ,. horiz nt 's y el pod r de los prejuicios. Gadamer ha dado .x-
menos irn¡ sibl s inhibiciones de prejuicios. Ninguna conciencia .r~e- 11I csi()I1 a es!' .arácicr fundamental en la frase, ya él bre, «el s r qu '
todológica pu .d ' sustituir este traba] que el acontecer de la Imdm6n p\ln~ , s '1'compr .ndido 's I .ngua] 'o). 011 ,11;\se tI:1 a cnrcnd 'r, no un.'

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EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTiFICO DEL SIGLO XX
CAPÍTULO 14. SEGUNDA PARTE

reducción del ser al lenguaje, sino, más bien al revés, lo que Cada- .1 barrotada, su famosa conferencia El existencialismo es un humanismo. La
mer llama la «estructura especulativa del lenguaje», por la que éste, Carta representa, pues, su nueva salida al mundo, tras un largo perío-
lejos de ser algo cerrado para sí, se distingue de. sí mismo al. presen- do de silencio de casi veinte años, apenas interrumpido por dos breves
tar el mundo. El ser se manifiesta en el lenguaje, es lenguaje, en la publicaciones durante la guerra, de escasa difusión. Pero la polémica
medida en que su hacerse presente forma parte de su ser. La coper- c on el humanismo tiene también otros antecedentes cercanos, en tor-
tenencia mundo-lenguaje hace que la experiencia hermenéutica sea 110 precisamente de una de esas dos publicaciones. En 1942 la revista
esencialmente lingüística, sin por ello representar ninguna forma de de Ernesto Grassi,jahrbuch für Geistige Überliiferung, publica la «Doctrina
idealismo. platónica de la verdad», una interpretación del mito de la caverna que
El pensamiento contenido en Verdad y. m.é~odorebasa co?-.~ucho el termina con una crítica al humanismo en sus diversas formas, de las
ámbito de las ciencias del espíritu, al que inicialmente se dirigía. Justa- lue muestra el arraigo en la metafísica de todas ellas. Tal escrito había
mente en el campo epistemológico es donde menos se percibe su in- recibido la censura de las autoridades culturales nazis (la Oficina Ro-
fluencia directa, dejando aparte el difuso «ambiente» hermené~tico scnberg), que pretendían la promoción de un humanismo indogermá-
que impregna hoy cierta filosofía de la ciencia. Es po.r el contra~lO en nico racial. La cuestión que plantea Beaufret, «écómo volver a darle
<:1 campo tradicional de la filosofía donde su presencia es notona ..D~ sentido a la palabra humanismo?», le permite a Heidegger llevar a cabo
un lado, su carácter ontológico y universal le dan una clara ~roXlmI- una explicación de su distancia ante el humanismo, concepto reacti-
dad, a pesar de su crítica radical de ciertas formas. de metafísica, con v.ido y reapropiado por todas las posiciones filosóficas dominante
I.\S pretensiones tradicionales de una filosofía pnmera, CIertamente (marxismo, existencialismo, pensamiento cristiano) y, a la vez, exponer
de nuevo estilo. Por otra parte, su constante y firme posición contra .1 1.\ luz el «giro» experimentado por su pensamiento. La Carta es así un
la filosofía de la subjetividad y contra la primacía de la conciencia le documento capital tanto del antihumanismo del siglo xx como del
otorgan un puesto de privilegio entre las corrientes fuertemente críti- pcusamiento del llamado «segundo» Heidegger, pues los trabajos de los
cas de la modernidad que han llenado la mayor parte de la filosofía .IIIOS treinta más decisivos, sólo se conocieron con posterioridad a ella.
del siglo xx. La meditada separación de Heidegger de todas las estrategias de re-
vu.ilización del humanismo no se basa en una posición moral contra-
puesta, sino en una hermenéutica de la metafísica. Frente al pensa-
2. LA SEGUNDA NAVEGACIÓN DE HEIDEGGER 11Ii .nto ingenuo que ve en el humanismo una inocente y obvia defen-
\.1 de la humanización del mundo y de una ética que ensalza el val r
RAMÓN RODRÍGUEZ
111 t rí nseco del hombre y el consiguiente respeto a él, Heidegger ha e
ver su estricta dependencia de una posición metafísica fundamental,
2.1. Más allá del humanismo y de la modernidad .iquclla que hace del ser humano centro del universo y que culmina en
1.\ concepción del hombre como «el sujeto» propia de la modernidad.
La Carta sobre el humanismo, uno de los más célebres e influyentes El humanismo no es sólo una ética ni la mera afirmación antropológi
C\( I itos de Heidegger, a pesar de la dificultad de su lenguaje, tiene un (,1 d ' la especificidad del ser humano, es una toma de postura respe -
e out .xt muy preciso de elaboración y aparición. Se publicó en 1947, lo de la relación del hombre con el ser. Los modos de dignifi ar al
{'P()(',1 difícil en la vida de Heidegger, expulsado de su cátedra en 1945 hombr que ejercen los diversos humanismos, acentuando alguna de
por su colaboración con el régimen nazi y cuando ya sabía que sus es- sus «pr piedades» esenciales, alma, libertad, conciencia, trabajo, ct " a
fUl'IZOS de autojustificación no habían dado resultado alguno. Sólo la 1111 de d stacar su lugar en el ser y promover el desarrollo d su p si
I Lrción 011 algunos amigos y admiradores franceses, que le visitaban lulid.id ·S, n se limitan a exponer la e encía del hombre, impli an t,\
'11 Friburgo, le sacaban de su aislamiento. Heidegger aprovecha la car- ( I t.1I nc 11te mu ha más: «todo humanismo se funda n una m taílsica
t.\ que le dirige uno de ellos, Jean Beaufret, para exponer su nueva po- (1' • convi .rtc él mismo '11 mctaflsi a». No es posible pensar la 'scn( i.i
~i ión (11 sóíica y sus distancias re pecto del existencialismo fran és, dc lo hum.uio sin pronunciarse a la vez sobre 1;1 naturaleza, 1.\ hisio
cnton 's .n 1 I na xplosión: Sartre acababa d dar en París, en un ala 11.,,1() Dios: ,1 hum.mismo, t¡u' <01110 posirióll m ,t.\flsi .\ implh it.1
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX
CAPÍTULO 14. SEGUNDA PARTE

Heidegger remonta a Platón, siempre comporta una interpretación del to de entender el ser como algo en algún sentido resultante de la acti-
todo de lo real, pero mientras los humanismos premodernos pensaban vidad práctica o pensante del hombre. Éste deja de ser el sujeto que,
al hombre desde esa totalidad, el humanismo que ha sacado hasta el fi- mediante su poder de objetivación, pone crecientemente el mundo a
nal todas sus consecuencias es aquel que funda él mismo una metafísi- su disposición. La destitución del hombre de su papel de sujeto, es de-
ca. La filosofia moderna de la subjetividad es el humanismo converti- cir, de fundamento de la objetividad, se cumple plenamente en la idea
do en metafisica, donde la posición trascendental del sujeto, que sien- de apelación o de envío, en las que quien apela o envía no es el hom-
ta las condiciones para que algo pueda ser objeto, es la verdadera bre, sino el ser. La imposibilidad de que el humanismo se haga cargo
expresión de la excepcionalidad del hombre. La reducción del ser a ob- hasta el final del carácter radicado, destinado, del hombre se debe a su
jetividad, con la completa puesta a disposición del hombre de todo lo dependencia de la metafisica, más aún, a que es metafisica. En efecto,
real que ello implica, es para Heidegger la esencia del humanismo. para el Heidegger de estos años, la metafisica, desde Platón, consiste en
La crítica de la metafisica humanista no implica un desinterés por el olvido del ser a favor del ente; su dinámica propia consiste en cen-
·1hombre ni un dejado a merced de fuerzas oscuras. Por el contrario, 1 rarse en lo manifiesto y sus estructuras -«el ente en cuanto ente>)-
Ilcidegger trata de mostrar que el humanismo no ha experimentado dejando en el olvido su proveniencia a partir del ser. El humanismo
nunca la esencia del hombre en el verdadero fondo de su dignidad, moderno, con el hombre-sujeto como centro y la realidad reducida a
que no consiste en ser el «señor del ente», sino el «pastor del ser», El objetividad, es la culminación de la metafisica. Frente a ella y yendo
hombre es hombre en la medida en que su exposición al ser le convier- m.is atrás de ella, el «pensar de la verdad del ser» intenta pensar al hom-
le en el custodio de su manifestación, en ser el «ahí» del ser, el lugar en hre más originariamente, como aquel ente cuya esencia no es el trato
que el ser se hace patente. La pertenencia del hombre a la «verdad del ((·tllico y teórico con las cosas, sino su arraigo en el ámbito de ilumi-
ser», el ser requerido para su patencia, es su auténtica esencia. Justo n.u ión a partir del cual el mundo, las cosas con las que trata y él mis-
.1 este «estar en el claro despejado (Lichtung) del ser» llama Heidegger 1110cobran la figura inteligible que tienen y que Heidegger llama el ser .
existencia, el término fundamental de Ser y tiempo, que ahora escribe Con este movimiento que conduce a ir más atrás de la metafisica
re sistenaa, para acentuar el carácter extático, de pura exposición a la ver- y ¡¡U ' contempla sus diversas formas históricas como originadas en un
dad del ser, frente a todo otro rasgo antropológico. A esta concepción .unhito que ellas no atienden, Heidegger inaugura una nueva teoría y
dc 1.1exi tencia va ligada todo un nuevo lenguaje para expresar la rela- 1'1.Í1I ica interpretativas de la tradición filosófica, que puede denomi
l ión hombre-ser. Lo más destacado es que la Carta invierte en cierto 11,11 ~l' hermenéutica de la historia del ser, en la cual las diversas figuras de la

x .ntido la dirección de esa relación: mientras en Sery tiempo, en virtud 1Ill'l,lÍIsica y del mismo mundo que ellas fundan son comprendidas 11'
de la posición trascendental soterrada de toda la obra, es el Dasein (la v.uulolas hacia atrás, hacia el envío del ser que late en ellas y que 's
-xistcncia humana) de quien parece partir la apertura del horizonte del '.lt'lllpre la instancia impensada en su propia teoría. El olvido del s r,
inundo en que se manifiestan las cosas, ahora es el ser a quien se atri- IIllt' r.idica en el propio destinar de éste, es la clave interpretativa d 1.1
huye primordialmente la iniciativa: es él quien reclama o apela al horn- u.u] Il ión, lo que ilumina las diversas figuras que ella toma. La idea d '
hu-, quien le envía o sitúa en su lugar y quien determina la figura que 1111,1 historia del ser implica entonces que la metafisica se funda en un
·111111l1do histórico va a tener, es decir, el modo y manera como las co- dnllll.lr que proviene del ser mismo y no, por tanto, en libres op i
\.1\ .ip.ircccn. La actividad del hombre descansa en la previa apelación 11('\1(-01ico-prácticas de los filósofos. El trabajo de la filosofia opera y.t
dd xcr, .rciividad que entonces no es otra cosa que respuesta, corres- ('11('1d .stin del ser. Por eso la metafisica deja de ser considerada 1110
poudcn; ia al lestino -en el sentido de «envío--e- del ser. La pertenen- 1111nlilirio teórico, como un entramado conceptual, para ser ViS!;1
1 i.l del hombre al ser, que es copertenencia, apropiación mntua, por- ( (1111t 1 1111,1. nfigura ión epocal, como un hecho que domina '1 .c 11
qlll' "sle nece ita del hombre para su manifestación, es el nuevo juego 111"10lit- manilesta i nes d todo orden que constituyen una épOC1.
UlIll 'ptual de Heidegger que aparece por primera vez con la publica- ir el ' la nueva (arma de entender las r la i ne entr
A 11.111 I h In
l ión ti ' la CHlfI. Illt y' d S '1,1.1 emlr/II va a .ab , n breves trazos, una rnpl 'I:¡ rein
A 1.1luz de este juego se entiende bien el absoluto alejami nto del I( \lUd,H ión ti ' 1,1,111,llíli", 'xiSI'11 ial d SI'r.Y tiempo. Es, brc t lo el
hum.inisrno, Pues con él se rompe por ornplcto on ualquicr int '11 1qll! "plo d . {'xiSlt'llti\ el que . .ntr.: 1,1.11'11(ión, Apoyándose '111,111.1

I
1 ~I I.EGADO FILOSÓFICO y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 14. SEGUNDA PARTE

se de Sartre en la citada conferencia, «la existencia precede a la esen- prefacio nos advierte ya que aquí el nombre del pensador no es más
l ia», inspirada en la expresión de Sery tiempo «la esencia del Dasein está que el título para «la cosa» de su pensar. De esta manera queda ya cla-
en la existencia», Heidegger expone que para él esta idea, existencia, ro que no se trata de una simple interpretación del pensamiento de
sólo significa «estar en el ámbito de iluminación (Lichtung) del ser». Nietzsche, y mucho menos de una exégesis de su obra en relación con
Con ello quiere explícitamente desentenderse del marco metafísico su vida. En los años transcurridos desde su muerte Nietzsche se había
lcibniziano en el que se mueve la interpretación sartriana. Más aún, el convertido en una referencia continua en la reflexión alemana, desde
Irasíondo humanista del existencialismo le es tan absolutamente ajeno perspectivas muy diferentes, pero casi siempre en busca de ese elemen-
que a la afirmación de Sartre de que estamos en un plano en el que to que escapaba a una razón que había dado muestras claras de agota-
sólo hay hombres, expresión de la inmanencia radical de su posición, miento. Frente al Nietzsche irracional, o que en cualquier caso no po-
I Icidegger no vacila en replicar que «estamos en un plano en el que día pensarse de modo riguroso, Heidegger propugna una lectura que
1I,1Yprincipalmente el ser [...]. El plano y el ser son lo mismo». No son, lo trate como un pensador estricto, del mismo modo que Kant o Aris-
pues, los hombres quienes dotan de inteligibilidad al mundo. La «hu- tóteles. Pero esto es algo que no sólo se logra con una lectura filológi-
m.mización» del mundo descansa en el envío del ser. Significativa es, camente cuidadosa, sino que exige pensado en el camino que ha reco-
igu,dmente, la reinterpretación a la que somete el concepto de la ana- rrido el pensamiento occidental. Heidegger reintegra a Nietzsche den-
lílll,l existencial que mayor vecindad guarda con la metafísica de la Iro de una tradición metafísica de la que él mismo se consideraba
\11hjel ividad: el proyecto hacia el propio poder ser; revolviéndose contra fuera. Pero precisamente por eso es decisivo, porque si se lo lee así se ve
lod,l interpretación subjetivo-trascendental, que haría del proyecto una la unidad de su pensar y se ve que piensa hasta su extremo lo
(()IIlI,1de poner o sentar condiciones subjetivas de posibilidad, Heideg- que determinaba a esa tradición. Gracias a ello piensa efectivamente lo que
gn insiste en que el proyectar no pone o crea el ser, sino que, al con- es, el carácter de nuestra época, y sus concepciones dejan de ser las ocu-
u.uio, debe entenderse como «arrojado» (otro término existencial cla- rrencias más o menos geniales, más o menos delirantes, de un determi-
ve en Ser y tiempo) y ello significa que el hombre es enviado a la ec-sis- nado individuo. El primer paso, el paso que marca desde un comien-
1('llt ia por el ser: «quien proyecta en el proyectar no es el hombre, sino zo el carácter de la lectura heideggeriana es, pues, el de pensar a Nietzsche
el ser». La inversión de la interpretación existencialista del pensamien- dentro de la tradición de un preguntar metafísico al que responde.
lo del «primer» Heidegger, que fue su lectura inmediata, queda plena- Pero este paso sólo adquiere sentido sobre el fondo de otro, en el mar-
111l'lllecumplida. Con ella se abre un ancho camino para pensar fue- co de un horizonte desde el cual adquiere precisamente su unidad.
1,1del radio de acción del humanismo de la modernidad, camino Como dice aquí, ésta era ya la experiencia básica de Sery tiempo: el ser
que seguirán no pocas corrientes de pensamiento de la segunda mitad .rlcctado por ese «acontecimiento único de que en la historia del pen-
del siglo. samiento occidental se ha pensado ciertamente desde un comienzo
el ser del ente, pero la verdad del ser en cuanto ser ha quedado, no
obstante, sin pensarse, y no sólo se le rehúsa al pensar como expe-
.~. /,(1 meditación heideggeriana sobre Nietzsche riencia posible sino que el pensar occidental, en cuanto metafísica,
encubre propiamente, aunque no a sabiendas, el acontecimiento de
JUAN LUIS VERMAL este rehusar» (II, 211). La pregunta de la metafísica, la que se pregun-
1.1«équé es el ente?» es la pregunta conductora, pero no la pregunta
En 1961 Heidegger revisa y publica los cursos sobre Nietzsche im- íundamental, nunca abordada como tal, la pregunta por el ser, la pre-
P,IIIidos en trc 1936 y 1940, agregándole otros trabajos escritos desde gunta por el darse, el mostrarse mismo, y no ya por el carácter de lo
elllOllces hasta 1946. La publicación debía servir para mostrar el cami- que en cada caso se muestra. Este horizonte sustenta toda la medita-
110ICLOITidoentre 1930 (La esencia de la verdad) y 1946 (Carta sobre elhu- ción hcidcggcriana y permite situar el carácter y la unidad de la prc
/IIlllIi.\1II0), pero es, sobre todo, una preparación para que el pensamien- gUIlI,I inctaílsica. Pero no se trata de un mero supuesto, sino de aquc
lo "penetre en la cosa», en la causa en litigio, en eso que da que pensar llo ha(, i,1 lo cual esta meditación tendría que conducir 0, por lo me
y donde puede acontecer una decisión esencial. La primera [rase del Ilm[ prrp.rr.u. POI eso 1Icidq.\ger dir.i que si 1.1mct.i próxima dc l'SI.lS

12H ~l()
EL LEGADO FILOSOFICO y CIEN1ÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 14. SEGUNDA PARTE

le.cciones es la de mostrar la unidad y articulación del pensamiento Si por un lado está ya prefigurado en el inicio griego, inmediata-
nietzscheano como preguntar metafisico, su meta remota será la prepa- mente ocultado al concebirse lo que es como idea, como presencia
ración de la auténtica cosa en litigio, de la «confrontación del poder para un pensar, el acabamiento de la metafísica aparece ante todo
del ente y la verdad del ser» (II, 213). como el cumplimiento esencial de la época moderna. La transforma-
Esto sólo será posible en la medida en que se asuma completamen- ción del hombre en sujeto, la primacía de la representación y la con-
te aque~lo. Por eso, frente a las numerosas formas de engaño posibles, versión de la verdad en certeza constituyen los pasos decisivos sobre
el tránsito por aquello a lo que alude el nombre «Nietzsche» es esen- los que se erige. Heidegger va construyendo así la filiación moderna de
cial. Nietzsche muestra una extrema lucidez al ver lo que es efectiva- la metafísica de la voluntad de poder, que debe comprenderse enton-
mente en la época y no inventar nuevos ídolos. En su frase «Dios ha ces como una radicalización de la filosofia de la subjetividad.
muerto» v~ Heidegger la caducidad de todos los principios metafísicos y Es importante señalar que todo esto no implica una «crítica» de
su incapacidad para ser ya una fuerza configuradora. Por eso, Nietzsche Nietzsche, sino el señalamiento de que sus determinaciones funda-
vive esa falta como nadie (a excepción de Hólderlin) y en la extrema mentales corresponden a un modo de darse lo que es un momento del
crudeza en la que muestra el ser de la época puede abrirse la posibili- acontecer histórico. No es de extrañar que los comentarios acerca de
dad de una decisión. Pero él mismo, por no dar el paso atrás que le per- Nietzsche desemboquen en la concepción de la metafísica como una
mitiría ver ese horizonte desde el cual se alumbra el carácter unitaria- historia, como un «destino», en el sentido de un envío que acontece en
l~lCnte metafísico de sus. determinaciones, no hace más que darle una' el sustraerse de la dimensión de ser en beneficio de una presencia cons-
forma extrema. Se constituye así en el acabamiento de esa historia, en Unte. En la medida en que esa dimensión no puede ser nunca algo
~u cul~inación y su agotamiento, en un final que puede prolongarse presente, su sustracción es necesaria, pero ese ocultamiento es a su vez
indefinidamente. Heidegger va mostrando cómo todas las determina- ocultado por la metafísica en un movimiento de progresiva produc
t i.~nes fundamentales del último Nietzsche se copertenecen por ser los t ión de todo lo que es. En cierto modo, Heidegger recoge el desarro
diícrentes modos en que se articula una posible respuesta a la pregun- 110 histórico que hace el propio Nietzsche para inscribirlo en una pers-
1,] conductora metafísica. La voluntad de poder, el eterno retorno, el pectiva que lo abarca. La historia de Occidente es la historia del adve-
nihilismo, el superhombre y la idea de justicia responden de una ma- nimiento del nihilismo, pero éste no es simplemente la caducidad de
nera específica a las preguntas por la constitución de lo que es, su los valores supremos que debe ser asumida por el movimiento que los
modo de ser, la historia en la que acontecen, el tipo de hombre que le t rea, sino que esta creación es la culminación de esa misma historia. L1
corresponde y el modo de verdad que impera. En todos estos respec- «superación» del nihilismo sólo será posible en la medida en que s 'x
t os, trazan el cuadro de una modernidad que ha recogido en sí todo el pcrirnente que el nihil la nada que allí se nombre no es una mera n:lt1.1
movimiento de la metafísica, hasta el punto de que parece estar ya más sino un lugar de proveniencia, el «velo del ser».
.dl.í de ella, haberla «superado», constituyendo así la más extrema ce- Ya en Sery tiempo la lectura de la historia ocupaba un lugar ccnu.il,
gucra. El poder, como continuo acrecentamiento de sí, es la forma úl- -n la medida en que se requería una «destrucción de la historia de 1.1
tirn.i y acabada de la consistencia de la presencia como la que se com- out logia» que desmontara las categorías en que actualmente com
Iucndc ser desde un inicio, con olvido de la dimensionalidad de su sur- prendemos el mundo y nos comprendemos a nosotros mismos y que
gil. L,l afirmación del devenir, lejos de reivindicar un flujo heraclíteo, habían quedado separadas del ámbito que les da sentido. Había que IIe
l".' el extremo aseguramiento de la presencia en su constante autoali- v.irla hacia esas «experiencias en las que fueron forjadas», en un re
montarse. El eterno retorno, lejos de ser la invocación de una naturale- l (mido regresivo de la historia que era en cierto modo paralelo al que
/,.1 tÍ lica, es el continuo volver del autoacrecentamiento. El super: recorría la existencia actual desde su estar entregada a los entes 0111
hombre, lejos de ser quien ha dejado atrás la metafísica, es el tipo prendiéndose sólo desde ellos hasta llegar a comprenderse en su m do
d . hombre capaz de asumir la dominación de la tierra. La figura de lo d . s -r propi .En realidad, la hermenéutica como modo de cornpi n
qut' es c mo lo absolutamente disponible y reelaborable en una cadena ti 'I'S ' e int rpretarse de la existencia daba la pauta de la hermcn iuric ,]
l -rrada sobre sí se dibuja como la de la época técnica, aquí caraceriza- c omo int .rpr la i' n de la historia. El paso dado de d la finalizac ión,
d.l tomo «la ipo .1 d la acabada caren ia de entid »(TI, 9). () 111 'jor di 110, dcsd ' ,1 in.' .nbamicnto d Ser» ,iNI//,O, consist ' e '1)(1'."

110 1111
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 14. SEGUNDA PARTE

mente en el reconocimiento de la prioridad de un ocultamiento origi- en abandonar de inmediato el país. En 1933 Arendt está en París y
nario que acontece como historia, que funda propiamente el suceder. mantiene su actividad antinazi y prosionista; en 1940 es recluida por
Esto se va formando a lo largo de esta intensa meditación sobre Nietzsche, las autoridades de la República Francesa en el campo de internamiento
meditación que es una confrontación, una lucha y un poner enfrente, de Gurs para población sospechosa de desafección; en 1941, desnacio-
un tomar distancia que permite otra lectura. Aunque Heidegger ya nalizada y en la ilegalidad, recibe por mediación de su primer marido
no la llame así, la hermenéutica como lectura de la tradición, de lo un permiso de entrada a los Estados Unidos. Con toda probabilidad
transmitido y enviado adquiere ahora el rango principal. En ella se cruzaría España en tren, para embarcar en Lisboa con destino a Nueva
anunciará ese «otro inicio» que se trasluce sólo en ocasiones a lo largo York. El suyo fue, por así decir, uno de los últimos trenes con judíos
del texto y que sería un tema principal en los Beitrage, concluidos en la que partió en dirección contraria a Auschwitz. Diez años después de su
misma época, pero celosamente ocultados, mantenidos en reserva. llegada a los Estados Unidos, Arendt publicó en inglés una obra que
sigue siendo un hito a la hora de interpretar los acontecimientos histó-
ricos que ella misma había vivido en su primera parte. Los orígenes del
3. UN PENSAMIENTO LÚCIDO EN TIEMPOS DE OSCURIDAD: totalitarismo examina la irrupción en la historia de Europa de una for-
HANNAH ARENDT ma desconocida hasta entonces de dominación del hombre, a la que
corresponde una categoría política inédita: precisamente la de totalita-
ACUSTÍN SERRANO DE HARo rismo -que acaso tiene incluso alcance filosófico.
La defensa de la novedad absoluta del totalitarismo significaba en
Aunque nacida en Hannover, en 1906, la infancia y adolescencia 1.1 gran obra de 1951 la impugnación de toda su interpretación ya fue-
de l lannah Arendt Cohn discurrieron en Kónigsberg, la ciudad de se como una forma de tiranía sólo que especialmente cruel, ya como
Kant, la cuna de Prusia. Los Arendt y los Cohn eran allí familias judías una versión extrema del fascismo, ya como degradación última del
d . antiguo arraigo, y tan integradas en la cultura alemana que miraban nacionalismo, de la moderna razón de Estado, del capitalismo ... Nada
LIS nacientes ideas sionistas como si con ellas se tratara de poner bajo de todo ello acertaba con la terrible creación que los hechos habían
sospecha su germanidad largamente acreditada. A diferencia de Kant, puesto de manifiesto. Pues a la vez, y sorprendentemente, la nove-
Arcndt abandonó la ciudad para cursar sus estudios universitarios y ya dad absoluta no aparecía como un unicum singular e incomparable,
110volvió a residir en ella. En el curso 1924-1925 la jovencísima Arendt SlJ10simultáneamente bajo dos formas diferenciadas: la Alemania na-
escuchó fascinada dos cursos decisivos de Heidegger en Marburgo: el L ionalsocialista y la Unión Soviética del estalinismo; o con mayor pre-

que versó sobre la historia del concepto de tiempo y el dedicado al 50- l isión, la Alemania nazi (y luego la Europa ocupada) entre 1938 y 1945,
[ist«. Al acabar el semestre de verano, ciertas razones de prudencia para Y la Unión Soviética de las deportaciones masivas de población y las
L 011la carrera universitaria de su maestro la impulsaron a trasladarse a purgas continuas en el partido comunista entre 1930 y 1938. En am
11 .idclberg, donde prosiguió su formación con Jaspers. En la ciudad hos casos se advertía cómo la consolidación plena del régimen políti
dd Ncckar se doctoró con un estudio que llamaba la atención: una ju- e o, una vez eliminada de raíz toda oposición interna mínimamente
dí.1 110religiosa disertando con las categorías de la novísima filosofía \Ignirlcativa y alcanzado un reconocimiento efectivo en el exterior, ha-
('mll'l1cial sobre la idea del amor del Padre de la Iglesia latina (El con- hí.1 sido no ya un punto de equilibrio y moderación, sino el verdader
//1/111 dI' amor en san Agustín, 1929), Pero a diferencia ahora de todos sus punto de partida para el desencadenamiento de una violencia de otro
l.uuili.ircs vivos, Hannah Arendt sí advirtió el horizonte de amenazas ord '11y otra escala. Ésta no tenía ya carácter instrumental y alcance li-
qm' arrojaba la realidad política alemana, y comprendió asimismo que mit.rdo (eliminación de adversarios, atemorización de desafectos, et .),
1m giup s sionistas, tan minoritarios, eran los únicos dispuestos a la re- '11lOm:' bien entido sustantivo y justificación no utilitaria. Te i en
\lsl 'J1l i,) a .tiva contra los perseguidores nazis. La colaboración clan- t1.11ti ' la obra e , en efecto, que la política totalitaria responde a una
dt'SIII1.1ton ellos llevó a Arendt a la cárcel en Berlín, muy poco des- dlll.ínfi .a ideológica, a una «visión del mundo» en un s ntid privati
pu "S de la llegada de Hitler al poder. Tras las astutas mentiras que en la vo y p .culi.ir. Tal «visi 11»redu por lo pronto el mund a una s la
c ontusión de aqu ,1prim r mornent la d volvieron a la alle, n dudó HI("¡, que 's (()I1V.uida en e nt 'ni lo t rno ti' la naturaleza y motor

tl \ \I
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTíFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 14. SEGUNDA PARTE

de la Historia: lucha perpetua de las razas por la supervivencia y la su- la construcción de un Purgatorio de sombras humanas y ver, en cam-
premacía; clasismo biologicista (no el marxismo) en que clases socia- bio, en Auschwitz la realización lograda del Infierno en la Tierra. Con
les moribundas frenan el avance inexorable de la necesidad. Pero lo la causación de este mal definitivamente radical se podía, sin embargo,
verdaderamente original estribaba en que esta ideología de la matriz colaborar decisivamente sin necesidad de ser un psicópata ni un faná-
sobrehumana de la realidad se encarnaba ahora, se residenciaba en la rico ni un monstruo de depravación, sino, por así decir, un hombre
práctica del movimiento político organizado, el cual se ajustaba «sin- normal que «hace su trabajo» y no se hace preguntas; así lo descubriría
ceramente» a ella, se «alimentaba» incesantemente de ella y, en con- Arendt más tarde (Eichmann en Jerusalén. Informe sobre la banalidad del
secuencia, no reconocía más que como una apariencia el mundo nor- mal, 1963) para su absoluta sopresa y para escándalo e indignación co-
malizado de la experiencia colectiva, el mundo de la vida con sus lectivos.
convenciones morales y legales, con sus criterios consuetudinarios y Claro que, después de todo, el título (español y norteamericano)
utilitarios. El «todo es necesario, todo está escrito y prescrito» se conju- de la obra de 1951 aludía más bien a los orígenes del fenómeno totali-
ga, se explica, se plasma, pues, por medio de un «todo está permitido, iario. Unos orígenes que, sin ser causas de ningún tipo, sí revelaban
todo es posible»: todo se ha de volver materia o material de poder para una génesis progresiva de «elementos totalitarios» en la política euro-
el movimiento dispuesto a dar su verdadera forma ideológica a la rea- pea. En particular, el imperialismo del siglo XIX había experimentado
lidad. Las fechas en cada caso iniciales de 1930 y 1938 señalan así el con la posibilidad de una dominación política directa que no se basa-
momento en que poblaciones enteras sin delito tipificable se tornaron, ba en la formación de ningún cuerpo político (pues era imposible de-
como culpables de un crimen más allá de toda ley, objeto de la perse- finir uno común para los ciudadanos y súbditos ingleses o franceses y
cución sistemática que la ideología exigía y cuyo brazo ejecutor era el para las poblaciones de la India o de Argelia -que no eran tampoco,
propio movimiento totalitario. Arendt apunta incluso a que habría siquiera, esclavos-). Bajo el lema de la expansión por la expansión, el
algo así como un concepto totalitario de la verdad (y de la realidad), en poder político ocupaba territorios para dar la cobertura imprescindible
virtud del cual la ficción ideológica se hace valer por el terror a costa de seguridad a unos capitales superfluos en la producción nacional
de toda otra realidad, de tal modo que ella acredita su validez en los pero que de este modo realimentaban incesantemente la generación
hechos mismos, o lo que es igual, contra todo hecho distinto de ella o de riqueza. Cuestión decisiva en la segunda gran obra de Arendt, La
contrario a ella. rondiaán humana (1958) -cuyo título francés es La condición del hombre
El campo de concentración y exterminio emerge a esta luz como iuoderno-, es justamente la determinación de si este proceso imparable
la «institución más coherente del gobierno totalitario», a la que bajo de expansión ilimitada, de expansión por mor de sí misma, databa d
ninguna condición -siquiera la victoria bélica- se estaba dispuesto a un momento y unas causas tan tardías, o si más bien se asentaba en ,1
renunciar. En el universo concentracionario, que empieza por poner a t orazón mismo de la Modernidad hasta el punto de definida.
1.1 p rsona fuera de toda ley «jurídica», destruye luego al individuo hu· La condición humana es en principio una fenomenología descripti
mano como ser en el mundo (hace de él un número hacinado entre se- va de la acción del hombre -el título alemán es Vita activa-, gu ,
res .adavéricos), y finalmente lo reduce a mero haz de reacciones al f 1'(; n te a casi toda la tradición filosófica, destaca la profunda heteroge
terror (lo saca incluso de la comunidad de la especie), en este universo ncidad de los órdenes en que se articula la acción del hombre. La labor
.dt .rnativo se cumple y redime la clave omnipotente de la naturaleza y mintcrrumpida del cuerpo en la provisión y consumo de los bienes p -
1.\ I Iistoria, para la cual los hombres individuales y la condición huma- rcccdcros -primer orden de acción- diseña un ciclo cerrado sobre sí
11.1 in genere son retardatarios (aun cuando sean a la vez el material de mismo, en que la vida natural, la nuda vida, prolonga su precariedad
su pr ducción). El campo específicamente de exterminio, que da ,~i11 ti 'jar tro resultado ni fin ulterior. El trabajo de las manos y de la
muerte industrial a masas humanas indiferenciadas, opera en el acto el mtclig ncia manual-segundo orden- crea, en cambio, objetos du
mismo r sultado de sacar a los hombres de la realidad sin dejar de ellos I,\d 'ros lU resisten al contacto con el cuerpo y al paso de los días y
huella ni resto, como si de hecho fueran sólo sustancia química. Con que, integrad s en t talidades de sentido, forman un mundo cstabl "
ello se observa a imismo que entre ambos totalitarismos sí media una (·1 IPlllldo el ,1 hornbr a resguardo el la naturaleza. Pero h, y todavía
diIC:r .ncia inabrogabl dualidad, que permite mirar el Culag m 1111 itl'l"('l'l'ord '11 de la r -nlidacl qu ,<lUI1QU se d spli 'ga '11 ,1 .spacio

'1,14
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTíFICO DEL SIGLO XX CAPíTULO 14. SEGUNDA PARTE

artificial creado por el trabajo, es correlato de una nueva forma de ac- tenga también que ver con el hecho de que incluso en este tiempo
ción: la acción como praxis ciudadana, en la que ciertos hombres, sus- de oscuridad cabe que algunos hombres estén dispuestos a repensar de
trayéndose a la dominación violenta de unos por otros y de todos por nuevo la propia tradición de pensamiento y de acción, ahora que ella
la naturaleza, discuten y deciden en pie de igualdad, pero no igualados está irremediablemente rota. Pues un pensamiento tal, sin ataduras ni
sino en libre concurrencia, de las empresas y determinaciones que in- apoyaturas, participa a su modo de la condición imprevisible e inaca-
cumben a la ciudad y a los ciudadanos. La acción es, pues, irreductible- bable que caracteriza a la praxis (La vida del espíritu, 1978, edición pós-
mente triple, y la praxis es además irreductible a cualquier forma de tuma). Arendt murió en Nueva York en diciembre de 1975.
teoría, así sea la del conocimiento moral. Lo cual no impide que a esta
acción compartida y discutida entre los hombres, que Arendt concibe
como la experiencia originaria de la libertad, esté encomendado el cui- 4. LA HEMENÉUTICA EN FRANCIA: PAUL R.:rCOEUR
dado del mundo del hombre en su conjunto. La Historia, por su par-
te, es resultado de la acción humana en la unidad (imposible) de su tri- GABroELARANzUEQUE
ple sentido, como muestra el que las etapas fundacionales del devenir
histórico se dejen categorizar desde la tricotomía de la vida activa: épo- A finales de los años sesenta, el pensamiento francés halla en la re-
ca clásica de la praxis, acontecimiento platónico del descubrimiento de flexión crítica de Paul Ricoeur en torno al fenómeno de la subjetividad
1.1teoría y, tras él, edad medieval de la contemplación, triunfo moder- uno de sus hitos más conspicuos. La publicación de Le conjlit des inter-
110 del homofobery, finalmente, apoteosis en las sociedades occidenta- prétations en 1969, época en la que el filósofo de Valence se hace cargo,
les de fines del siglo xx, del animallaborans, que produce toda suerte de no sin severas dificultades, del decanato de la Universidad de París-
útiles y artefactos liberados ya de cualquier marco estable de sentido, y Nanterre, iba acompañada de una gran expectación, toda vez que los
los ordena a la cadena de un consumo masivo que no conoce tregua, dos volúmenes ya aparecidos de su inconclusa Philosophie de la volonté,
límite ni fin. junto a su ensayo sobre Freud De l'interprétation, habían llamado podero-
La genealogía de la Modernidad que Arendt defiende en La condi- samente la atención años antes, mostrando la capacidad y el rigor de un
rián humana culmina de este modo en la desconcertante tesis de que pensador en ciernes llamado a intervenir decisivamente en la «querella
«la alienación del mundo, no la alienación del hombre como creía del humanismo» que redefiniría, a comienzos de los setenta, el marco fi-
Mane, ha sido la marca de contraste de la Época Moderna». No se tra- losófico contemporáneo. El libro reunía para su edición conjunta una
t.1con ello de que la praxis se haya desvanecido del cuadro de la con- serie de trabajos -publicados previamente entre 1960 y 1969- que
dición humana; no es siquiera que no emerja, aquí y allá, como resis- condensaban 10 esencial de la contribución de Ricoeur allegado her-
tencia a despotismos o interrupción de decadencias. Aunque, desde menéutica. El contexto, con todo, no era el más propicio para un sere-
luego, sí parece casi agotada su capacidad de fundar cuerpos políticos no debate intelectual. La compulsión revolucionaria que había agitado
que preserven la acción concertada, que era el sentido originario de las el medio universitario desde la movilización contra la guerra de Argelia
revoluciones, tal como 10 ejemplifica paradigmáticamente la revolu- había mudado años después su éthos reivindicativo en el enfrentamien-
c ión norteamericana: la única revolución moderna que, según Arendt, to directo con las fuerzas de orden público de mayo de 1968. Las
tlIVOéxito a la hora de institucionalizar la libertad (Sobre la revolución, b.irricadas del Barrio Latino de París -índice galo de la revolución cul-
I lJ6J). La cuestión es más bien que la praxis, como cuidado responsa- rural en marcha y de un malestar social paulatinamente enquistado
hlc del mundo y libertad compartida, parece haber perdido su suelo de mostraban asimismo el declive del marco axiológico vigente y la nece-
sentido a resultas de una Historia contingente; de una historia de la vid.id de subvertir los patrones estatuidos del debate político y de la re
propia acción, cuyo horizonte de posibilidades en el presente viene de- l.« ión educativa, así como los modelos de identidad troquelados e in
terminado por la ciencia técnica en su proceso anónimo de desarrollo c cntivados recurrentemente por la «ideología» imperante. A ojos vistas,
infinito (<<yaactuamos por la ciencia») y por la socialización masiva el tltulodcl libro de Ricoeur sintonizaba con esa coyuntura ag6,,¡m, y
(que «devora el mundo»). Quizá el «incansable optimismo» que en las !1olll.1sobre el tapete su actitud ante el conflicto político patente que
p.'lgill.ISde Arcndt contesta siempre a la «incansable desesperación » d(,~IIÜ:lIlhl'lb.11.1sociedad francesa: la irrupción contcstat.rria no podía

11(, .\'1
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 14. SEGUNDA PARTE

constituir por sí sola un planteamiento autosuficiente, y su impetus utó- soluto respondía a un dispositivo táctico que embozaba su propio ori-
pico precisaba la mediación dialógica de una reforma institucional gen. A decir verdad, la lógica de la apercepción pura era, ante todo,
flexible, consensuada y de amplio espectro. «falsa conciencia». Por ello, la auténtica comprensión de uno mismo
En el terreno filosófico, el talante de Ricoeur presentaba un cariz no precisaba una actitud cimentad ora, en última instancia metafísica,
homogéneo. Ante las posiciones aparentemente omnímodas del leni- sino un talante interpretativo: la reflexión crítica en tomo a las expre-
nismo maoísta, del idealismo fenomenológico, del estructuralismo, de siones en las que se concretaba cotidianamente la propia existencia
la filosofía analítica, de la semiótica narrativa o de la corriente psicoa- (Dilthey). Esa objetivación de las vivencias en sus actos -huellas de
nalítica, por citar únicamente algunos de sus interlocutores principales, una praxis definida intrínsecamente por su dimensión histórico-tem-
la hermenéutica filosófica ricoeuriana postulaba una comprensión me- poral- constituía, para Ricoeur, el punto de partida de toda posible
diata del problema del sujeto y del lenguaje que asimilara los logros y indagación arqueológica en tomo a las configuraciones conscientes del
los equívocos de las distintas disciplinas implicadas, así como la singu- sujeto, entendido ahora este último no como un dato especulativo in-
laridad de cada enfoque. mediato y sin necesidad de justificación ulterior, sino como un texto
En primer lugar, y a pesar de la filiación husserliana de sus prime- confuso -sembrado de engaños, disculpas y evasivas- que reclama-
ros trabajos, la reconsideración de la función estratégica que cumplía ba una exégesis continuada y radical de su sentido.
1.1 «subjetividad trascendental» en el pensamiento fenomenológico Esa tarea hermenéutica de largo recorrido constituía el paso previo
motivaría la resquebrajadura del cogito como instancia apodíctica, y en- necesario de todo desarrollo ontológico posterior. La «vía corta» desa-
traliaría su reemplazo por la preeminencia de la intencionalidad ad extra rrollada por Heidegger en Sein und Zeit, al abordar directamente las
del ego, tal como había subrayado previamente Sartre. Esa ruptura con condiciones de posibilidad del Dasein, también había puesto de relieve
1,1 inmediatez abstracta de la auto conciencia fenomenológica, ade- cómo todo estudio de la existencia finita requería una ontología del fe-
más de tener un claro tinte hegeliano, acentuaba no sólo la primacía nómeno de la comprensión; pero eludía la necesidad de llevar a cabo
de la alteridad respecto a la identidad absoluta del «yo pienso» como un análisis igualmente detallado del lenguaje, esto es, del medio sim-
canon de la apercepción moderna, sino la herida de una subjetividad bólico, social y cultural en el que cada acción comprensiva del sujeto
incapaz de determinarse a sí misma práctica y epistémicamente. La ex- resultaba significativa. Para Ricoeur, por el contrario, la relación entre
periencia reflexiva de la conciencia, antaño autoasegurada, reconocía lafuerza elocutiva de la vida consciente -su «querer deciríse)» origina-
hogaño su jaez trágico, poliédrico y ficcional. Lejos de suponer la arché rio- y la expresión sígnica de su sentido precisaba una reescritura de la
indubitable de toda fundamentación gnoseológica, la razón encum- «apertura del lenguaje al sep>,y, con ellas, del concepto de ehermeneia», Es
brada por la Modernidad habría de asumir genealógicamente la econo- decir, el énfasis en la plasmación verbal del «poder ser» del sujeto im-
mía de sus máscaras, junto a la constatación de que el plexo raigal so- plicaba con anterioridad la reconsideración de la puesta en escena d 1
bre el que se había asentado su devenir histórico era extraño a las ma- discurso enunciativo y de su carácter referencial. La «interpretación» en
nifestaciones de la propia conciencia. No era otra la enseñanza la que se plasmaba la volición (auto)nominativa de la subjetividad, por
transmitida por la llamada «filosofía de la sospecha»: la fuente de la tanto, no consistía en la captación transparente del emisor del enuncia-
que dimanaba el flujo vivencial no estaba formada por el núcleo téti- do, sino en su fractura predicativa a la hora de articular lingüísticamen-
\ () de 1.10 sujeto etéreo carente de contenido, sino por el basamento t . un mundo posible, o, como comenta el propio Ricoeur, en el a t
electivo de las relaciones de producción económica (Marx), por la pul- de «decir algo a alguien sobre algo». Dicha acción, inscrita en un mar-
sión figurativa de la voluntad de poder (Nietzsche) o por la dinámica co de significatividad intersubjetivamente válido, en un mundo qu
libidinaJ de un aparato psíquico diferencial (Freud). .idoptaba la forma de un mensaje compartido y por descifrar, decía
A jui io de Ricoeur, la conciencia moderna confundía la necesidad cnigmáti amente algo en tomo al ser. El uso del habla (parole), el a a'
in 'ondi ionada del hecho de ser con el conocimiento real de lo que se l imient efectivo de la expresión lingüística, poseía una inten i nali-
'S '11 .ada caso. La adecuación de ambos momentos en el seno de una dad semántica que no podía agotarse en su dimensión s miol6gi '0-
reflexión (¡ rrnal huera no sólo era síntoma de una pretensión egotista l'str~lCtII ral (lang)«). Si bien era cierto que todo signifl ad r rrnaba
injustificada, sino indi ador d que la topología abstra ta del sujeto ab- l),Ift~'ti ' un complejo entramado d . valores y magnitud 's int .rrclncio

.Hl
CAPÍTULO 14. SEGUNDA PARTE
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX

Por último, dicha caracterización corría parejas con la considera-


nadas, la «efectuación» del discurso, en opinión de Ricoeur, iba más
ción teleológica de una subjetividad que ya no desempeñaba el papel
allá de la clausura sígnica propuesta por el estructuralismo pansernióti-
de instancia de fundamentación de todo conocimiento efectivo, sino
co (Creimas, Barthes, Lévi-Strauss). La noción de «estructura lingüísti-
la tarea interpretativa de un cogito herido que asumía la expectativa de
ca» e.ra ~~cap,az .de dar cuenta de todo el fenómeno discursivo, pues la
devenir consciente a través de la comprensión de las configuraciones
m~dl~Clo!: slg!l1Ca,e~tre ~os hablantes en modo alguno suponía una
simbólicas que conformaban su circunstancia. Esas expresiones cultu-
objetivación smcromca, sino un proceso heurístico de intercambio de
rales, en cuanto horizonte posible de toda proyección existencial da-
~areceres do~de el lenguaje desaparecía como objeto en aras de su pru-
ban cuerpo a las voliciones subjetivas, y articulaban a través de sus dis-
rito referenCla.l. Es~ proyección significativa, evento de la equivocidad
tintos efectos de sentido la búsqueda de un principio de identidad so-
del ser en la. dlv.efS1dad del habla, vivía del libre juego de representacio-
portable. Cada «metáfora», cada nueva irrupción semántica, revelaba
ncs, de explicaciones y de comprensiones múltiples que compartían en-
un fragmento de nuestra memoria por venir. En ese largo rodeo hacia
t re sí los miembros de una cultura, y ponía de manifiesto la simultanei-
nosotros mismos, narración de una subjetividad ya siempre diferida y
dad del «ser dicho» mundano y del acaecimiento hic et nunc del habla
asintóticamente expuesta a su propia menesterosidad interpretativa, se
COl110gnomon específico de la existencia. Ahora bien, esa multiplici-
evidenciaba la multiplicidad de un acto de existir dividido y polariza-
dad semántica, verificada a través del análisis de aquellas expresiones
do desde un principio por su deseo de ser, por el conato erótico de su
que P?seían de forma manifiesta un sentido figurado, doble o indirec-
apetito. La apropiación de lo que somos requería la captación extática
to, l'xlgía una labor interpretativa reiterada por parte de los sujetos sim-
de nuestro devenir sígnico, es decir, una asunción conflictiva psicolibi-
hól icos que vertebraban el campo hermenéutico colectivo, a sabiendas
dinal e histórico-cultural del telas de la conciencia. Sólo desde esa dia-
d . l.IU· la elucidación de los signos en los que se expresaba la propia
léctica interpretativa de la existencia y de la propia ipseidad, mediada
subjetividad se encontraba estrechamente vinculada a la comprensión
por la síntesis discordante de una «identidad narrativa» que tratara de
ti . uno mismo.
colmar el vacío interrogativo abierto por el pronombre «quién», sería
No obstante, dichas expresiones, como veíamos con anterioridad
viable para Ricoeur, como señalará en textos posteriores, aprender a ser
sólo I~lanifestaban el juego estratégico de las propias representacione~
el «narrador» de nuestra propia historia sin convertimos totalmente en el
l ()n~ .ientes. El senado de cada una de ellas, lejos de resultar inteligible
«autor» narcisista de nuestra vida.
en (u~lclón de un patrón explicativo preestablecido, guardaba una di-
III .nsión oculta que sólo una interpretación pertinente podía esclare-
l'~r. Paralelamente a Freud, la conciencia del sujeto constituía, para
Ricocur, el efecto ~e sl!perficie de una dinámica pulsional subyacente.
Aquello que cada individuo decía conocer de su persona sólo era la
máscara que signaba su deseo. El contenido explícito del entendimien-
to, ,:or tanto, se presentaba como el falso sentido de un yo autocorn-
pl.iciente. La práctica del psicoanálisis había evidenciado el modo en
que la libido se metamorfoseaba en distintos objetos, reprimiendo o
d .splazando a distintos motivos la economía pulsional del sujeto. Ri-
tOeul'. trata?a d.e vincul~r esa dimensión energético-corporal de la
transferencia psicoanalítica a la traslación de sentido que operaba la
jio,/¡'.\is lingüística. A su juicio, la simbólica de la existencia precisaba ser
r .intcrpr tada desde el enfoque de esa «semántica del deseo» freudia-
11.1, pues la de centralización del sentido llevada a cabo por el analista
podía equipararse tanto a la reducción eidética desarrollada por la fe-
110m .nol gía, mo a una genealogía reflexiva capaz de desvelar las
rniccs hct .rogén 'as d la vida nsci ntc.

''1'11
'lO
B. La era delpostmodernismo.
Las nuevas constelaciones
(1971-2000)
LAs NUEVAS CONSTELACIONES

Tres rasgos inéditos caracterizan al pensamiento filosófico occidental del último tercio del
pasado siglo: postmodernismo, nuevas tecnologías y revolución del pensamiento moral.
El postmodernismo se manifestó primero en la órbita del arte, allá por los sesenta, cuando
nuevos creadores se rebelaron contra el gusto moderno por lo bien acabado. Así desplazó, por
ejemplo, el cine de Godard al de Renoir o Hitchcock. En las postrimerías de esa década los
pensadores franceses Foucault, Deleuze, Barthes, Baudrillard, Lyotard y Derrida delinearon fi-
losóficamente la nueva tendencia.
El blanco de sus ataques era el «paradigma moderno», antaño diseñado por los protagonis·
ras de la gran revolución científica de los siglos XVI y XVII que privilegiaba con Galileo, Des-
cartes y Newton al conocimiento científico. Los hombres de la Ilustración le añadieron al mo·
dern ismo un sesgo más utópico e ideológico, al predicar una sociedad basada en la ciencia que
progresa necesaria e ilimitadamente; y Hegel profundizó en su espíritu burgués. En la segun·
d.i mitad del XIX, Nietzsche, profeta del postmodernismo, combatió aquella utopía dinamitan·
do 1.1razón científica, mientras Marx dinamitaba a la burguesía capitalista.
La sombra de Nietzsche, que planea durante todo el siglo xx, vino a colorear en éste el trán-
Introducción
sito de los últimos sesenta a los setenta. Ya los jóvenes del 68, bautizados por Godard como «hi- El paradigma postmoderno
Jm de Marx y de la coca-cola- les habían espetado sendos «noes» a Rusia y a USA. De modo si-
1I111.Ir los pensadores franceses recién citados cerraron el paraguas marxista y cambiaron la adora-
fÉLIxDuQUE
"<'>11.11viejo ídolo por el izquierdistamente heterodoxo culto a Nietzsche, que entusiasmó de
súhuo .1la nueva juventud. (De hecho> Foucault y Deleuze prologaron la versión francesa de la
nucv.i edición de las obras de Nietzsche preparada por los italianos Colli y Montinari.) Al como
h.u 11los principios de la modernidad en general, los nuevos maestros pensantes arremetían de La fase final de la guerra fría (1968-1991) h~ sid~ por lo común
p.I\t) contra las corrientes francesas entonces vigentes. Todos recordamos cómo Robbe-Crillet y
1:1.1I)\oiseSagan minaron con su nuevo modo de escribir novelas la literatura éticamente com-
marcada como postmodernidad: un .tér~ino tan difundido y de tan am-
prometida de Sartre, que había bautizado a su famosa revista con el título Les Temps Modemes. Ale- plio espectro como difus~ ~n su significado, para ~mpezar, por~ue s~
¡;.lIldo que el hombre no es fuente personal de cultura, sino impersonal producto de ésta, los propia expresión parece VIVIrde aquello que ella.mIs~a prete~dIa pos
nuevos maestros des-construyeron con el eslogan «la muerte del hombre» el ideal moral de indi- tergar, a saber, la modernidad. En 1968, la conciencia del caracter a~-
viduo «auténtico», compartido por existencialistas, marxistas y cristianos.
El tiempo estaba maduro para la aparición de dos importantes manifiestos del postmodernis- surdo y suicida de la «carrera de armamento» (se calculaba que ha~la
1110lilosó!ico. En La condición postmoderna (1979) el francés Lyotard denunció la mentira de las entonces tres toneladas de TNT por cada habit~nt~ de l~ TIerra, gracias
(:l.lIltlcs llistorias marxistas y liberales y proponía que cada cual eligiera a discreción su propia pe- a armas de destrucción masiva que podrían aniquilar diez veces nues-
'IlIell.1 historia. Al año siguiente, el estadounídense Rorty pregonaba en La filosofía y el espejo de la na-
11I11I1alll.1 crítica radical a toda búsqueda de fundamento apoyándose en .el pensamiento del <<se-
tro planeta: overkilling situation), que llevó en esa fecha a la firma del ~~-
¡;llIldo» Wittgenstein y en la tesis de la inconmensurabilidad de paradigrnas propuesta por Kuhn al tado de no proliferación nuclear; la guerr~ de Vie~~m (q~e concluma
,bplllll.lr los sesenta. Su conclusión era que esa búsqueda, inaugurada por Platón y modernizada con un armisticio en 1973, tras haber arrojado casi SIete mIllo?es de to-
pOI 1) ·s .1I1cs,es pura pérdida de tiempo. Al escepticismo de Lyotard por los grandes relatos histó-
neladas de bombas sobre ese martirizado país: tre~ veces mas que en
""1' l·1sumaba su «anri-fundacionalismo» o escepticismo en la búsqueda de fundamentos, sean
,.Il".lb o sernánticos, El postrnodernismo tiene en su haber la emancipación de las grandes ideo- toda la Segunda Guerra Mundial), las muertes violentas de Robert
1,"'.1."de posguerra y la promoción de la filosofía de la diferencia, de la cual se benefició el feminis- Kennedy y de Martin Luther King, símbolos de la d:fe.nsa de lo~ dere-
1110.EII contra suya hablan el soberano ridículo, evidenciado por Sokal, en que ha incurrido su m- chos civiles en Estados Unidos. Todos esos ac~nteClmIen~?S, mas-y
Ili .1dt· 1.1t icncia y su poco fiable capacidad para afrontar los desafíos del nuevo milenio.
El p.iradigma postmoderno floreció en una época de crisis política y económica (declive
quizá sobre todo-la erosión del ideal comunista (supresrón del expe-
.1•. 1.,1JniÓII Soviética, crisis del petróleo, guerra de Vietnam, ascenso del fundamentalismo is- rimento checo de «socialismo con rostro humano»); toda esta brutal
1."'11(o). sobre el paisaje global del desarrollo de lo que se ha venido en llamar civilización r .alidad socio política produjo como reacción. levantamlent?S, espc
po" IIldustl i.11o capitalismo tardío, más flexible e inteligente que el clásico, en el que irrumpen
eialmente de intele tuales y estudiantes, en casi todas ~as.capitales del
1.1' 11I11'11/11 Imrologffls de la información, que van del ciberrnundo a la biotecnología.
(:01110 botones de muestra de la revolución del pensamiento ético baste citar a los estadouniden- glob (París, Berlín, Berkeley, Roma, Tokio): un movlml~nto. tan H-
ws R.lwls. Nozick y Dworkin, al australiano Singer y al francés Levinas. Los dos primeros replan- 111 -ro como lueng en onsecuencias que ha pa ad0.a la historia c m~
1,,,,,0" dc I.¡(Zel pensamiento moral y político del liberalismo. El tercero ha reivindicado la recu-
1lt'1.1'16n dt· I.i íilosofl.i jurídica, para analizar a fondo con una lucidez increíble problemas bási os
"Mayo d ,168». P r .iert , n nada es, des~e luego, ajeno a todo \ c,1
.1,. 1111 ·slr.11 onduct.i privada y públi a. Singer ha liderado teóri a y prácti arnerue la campaña de qll~ ·127 de en .ro de 1968 jncqu s O rrida (1930-2004) pr nunciarn
1111 ·1.III{,1Ide lo, .mim.rlcs. Y Levin.rs es ·1nuestro del nuevo personalismo (tilO religioso,
Me . 114 ~
INTRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1971-2000)
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTIFICO DEL SIGLO XX

en la Sociedad Francesa de Filosofía la seminal conferencia La différance, tos ideológicos de los editores». En efecto, el ensayo fue publi~ado y
así como que ésta apareciera ese mismo año en el volumen colecti- denunciado el voluntario fraude simultáneamente por Sokal. Sin eI?--
vo Teoría de conjunto, a cargo de la redacción de TelQjte4 con ensayos bargo, el escándalo previsto no fue tal. Por su parte, 10s,«postmod~mI~-
además de Barthes, Foucault, Kristeva y Sollers, entre otros. Hasta tas» arguyeron -con cierta razón- que «empedrar» formulas y tem:I-
en los nombres se podía oír el entrechocar de las espadas: Les Temps nos científicos con nociones y giros postmodemos denotaba, ademas
Modemes, la revista de Sartre, se veía ahora arrumbada por otra que exal- de una evidente falta deontológica, un «cambio de género y de catego-
taba el ensamblaje ... de lo heteróclito. Si añadimos además que en 1968 se rías»: el artículo debería haberse enviado a una revista científica, y no
p~blican.las dos tesis de Gilles Deleuze (1925-1995), Diferenciay repeti- a una dedicada a las humanidades. Sokal volvería a la carga tr~s años
cum y Spmoza y elproblema de la expresión, queda bien asentada la fecha después, publicando un libro en colaboración con Jean Bncmont
de 1968 como inicio (todavía larvado, innominado) del movimien- (Fashionable Nonsense; traducido como Impo.sturas intelectuales), en el <;luese
to postmodemo. presentaban resúmenes de intelectuales bien conocidos que, se~n los
De todas formas, es obvio que la llamada «postmodernidad- exce- autores, abusaban pro domo de la rerminología científica, produClendo
de con cr~ces a su estricta justificación y teoretización filosóficas, ya en su ignorancia verdaderos disparates (espeClalmente en el caso ~e La-
que se extiende por todos los campos del maltratado y vapuleado «es- can). Antes de ello, también en España tuvo lugar una controversIa,en-
píritu absoluto» hegeliano, o sea: el arte, la religión y la filosofía. So- tre profesores «racionalistas» y filocieD:tíficos, ~o~o J. Echeverna y
bre todo en la arquitectura (por ejemplo, los edificios metaorgánicos, J. M. Sánchez Ron, y el profesor Q.Ra~lOnero (el rmsmo, co~o E0e-
de ángulos no ortogonales y superficies blandas de Frank Gehry, verría un excelente conocedor de Leibniz y, por tanto, del espm~ CIen-
como el Museo Guggenheim de Bilbao) y en las nuevas tecnologías tífico: aunque más abierto a los nuev?s aires). L~ polémica (recogida en
artísticas, en las artes plásticas (desde los pastiches de David Salle y los
Ciencia moderna y postmoderna, Madnd, Fundación Juan March, 1998)
conglomerados de Julian Schnabel a la expansión multiforme del mini- se reveló en definitiva como un diálogo de sordos. Como en el caso de
malismo, hasta desembocar en el reino ilimitado del diseño), en la mú- Sokal (con su dogmática pretensión de impedir el uso metafórico d
sica (de la silenciosa solemnidad de John Cage al minimalismo de términos científicos para ejemplificar teorías del c~po d~ las «hum~-
Michael Nyman) y en la crítica (critical theory) de los medios de comu- nidades»), cabe argüir falta de comP.rensión y hasta ~e interes por el ~L~-
cIeo de la debatida cuestión (por ejemplo, confundiendo los «gra.ndlsl
nicación de masas; por todos estos géneros «de moda» se ha ido insi-
mos relatos» de la big science con los metarrelatos sensu lvotardian ).
nuando esa difusa amalgama de corrientes, unida quizá más por lo
que rechaza: la modemidad (entendida en suma como realización lai- Una posición intermedia y mesurada es la ofrec~da por Joseph RO~l,S
ca de los viejos ideales metafísico-cristianos: la mutua conversión de (Engaging Science, Ithaca, N. Y., 1996). Por lo demas, y com.o conclusión
los trascendentales «ente/uno/verdadero/bueno/bello» a cargo de la de esta contextualización histórica, es notable que, precisamente por
Tríada «Hombre/Ciencia/Estado»), que por lo que aporta: fundamen- su ubicua expansión, el movimiento postmodemo se haya ido convir
talmente, una activa defensa (entre el nihilismo y lo lúdico) de la frag- tiendo de tal modo en una atmósfera común que está a punto de per-
m .ntación y la pluralidad. der toda delimitación medianamente precisa: permea en efecto los
, ignificativamente, y a pesar de que siempre cabe apelar a figuras movimientos feministas, desde los gender studies de una S. Fires~one
111.1S o menos afines como Thomas S. Kuhn, Paul Feyerabend y David (tras las huellas pioneras de la semióloga Julia Kristeva! h~~ta ClD:dy
Sherman o Barbara Kruger en las artes plásticas de ~gltaclOn so 1.11;
Hohm, el ámbito de las ciencias ha sido en cambio más refractario a la
entrada en él de la «atmósfera» postmodema, como se probó en el caso también, en el ámbito de las nuevas tecnologías, es Justo desta ar <1
d. -1 profesor de física Alan Sokal, que envió una parodia de ensayo Donna Haraway, con su revolucionario Simians, Cyborgs, and ~1'~1l'"'
ti .ntifico «postmoderno» (Transgrediendo los límites: Hacia una hermenéu- Tbe Reinvention ofNature, de 1991; cabe citar igualmente los m. vrrm ',11
tira /r(mfo.rma~iva de la gravedad cuántica) a la influyente Social Text (de tos en pro d la igualdad racial +--O de una ostentosa ~lferen la, s glll1
Duke UI11VersIty), con la explícita intención de ver si una revista acadé- se mire ,diseminado por entre las numerosas vertIent~s d 1.1 r/ (!/
ldrntit», o '11 pr de los derechos de los homosexuales, J mpliíicaclo
mica sería apaz de «publicar un artículo salteado a placer de sinsenti-
p(ll ,( Cllo gig,lIl1 's o de ncé n .rigido por Dan FI<1vll1'11 1 centro del
dos, n tal d que: a) onase bien, y b) orrespondiera a 1 prcsupucs-

, '1'17
'1'16
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX INTRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1971-2000)

Guggenheim Museum de Nueva York en 1992: Untitled (to Tracy, to ce- misma resultaba negada, revolviéndose alborotadas todas las narracio-
lebrate the love of a lifetime), o, en fin, los diversos movimientos neo- nes y estilos en un puzzle siempre modificable, en un ~údico calei?os-
anarquistas y pacifistas que están desembocando en la heterogénea copio en cada caso variable, como si las «formas de VIda» defendidas
corriente de la antiglobalización, aún más difusa que la «condición post- por el «segundo» Wittgenstein y por Quine se hubieran tomado en si-
moderna». mulacros recogidos en múltiples relatos, inconmensurables entre sí: el
Centrándonos ahora en el postmodernismo en un sentido algo (sólo vago «aire de familia» se transforma así ~n U? juego vertigino.so de per-
algo) más estricto, es notable que hubiera que esperar a 1972 para que mutaciones de todas las épocas de la historia y todos los estilos de las
la postmodernidad tomara, por así decir, conciencia de sí misma me- artes, llevando al paroxismo el consejo de Nietzsche sobre el «baile de
diante el (re)descubrimiento de su nombre, la publicación de sus ma- disfraces de la historia» (Gianni Vattimo, nacido en 1936, insistirá en
nijiestos y la difusión de sus propuestas teóricas. Significativamente, si- este punto). .
guiendo de algún modo la recuperación adorniana (en Teoría estética, 1970) Por otra parte, y aunque sería injusto encuadrar su quehacer teóri-
del arte como acicate de la política (pero en dirección bien distinta co dentro del «postmodemismo», sin más, es digno de mención que,
de la «estetización de la política» de los fascismos, denunciada por en ese mismo año de 1972, publicará Jacques Derrida dos obras tan re-
B .njarnin), fue en el ámbito de la crítica de las artes plásticas, de la ar- vulsivas como (anti)fundamentales: La dissémination y Marges de la phi-
quircctura y de la literatura donde resurgió aquella expresión (el tér- losophie. Dos años después vería la luz el «antilibro- -no tiene princi-
1111110 ya había sido usado, entre otros, por Federico de anís en 1934 pio ni final, al menos en sentido convencional-. Glas, en d~)llde
y por 'loynbce en 1939: ien este caso, para anunciar el final de la era Hegel, el gran filósofo esencialista (al menos en las interpretaciones
11H IdclI1,1 y /;urguesa!). Con todo, viene considerándose como «punto ortodoxas), era abierto en canal y confrontado página a página con el
dt" partida. del postmodemismo la irónica esquela necrológica de desvergonzado -y profundonovelista Jean Genet. De este modo queda-
Ch.lr1CS Jenks, con ocasión de la voladura del conjunto de viviendas ban peraltados dos rasgos característicos de todo postrnodernismo: el
l'riu lgoe, construido «racionalmente» -de acuerdo con el rígido pa- antifundacionalismo y la transgresión de los géneros.
radigma del «estilo internacional», capitaneado por Mies van der Rohe Por último, y como nueva ironía, este movimiento, que pretendía
y Le Corbusier-, pero (quizá por ello mismo) inhabitable y repudia- ser no tanto un período histórico entre otros, cuanto una inédita for-
do por sus «beneficiarios»: marginados e indigentes. Jenks juzgó así tan ma de ser o condición (según señalaría Lyotard), es más, que quería aca-
dcstru tor evento: «La arquitectura moderna murió en Saint Louis, bar de una vez por todas con la Historia, desparramándose sine die y
M issouri, el 15 de julio de 1972 a las 3 horas y 32 minutos de la tarde> como en una inversión retro sobre múltiples pasados considerados (to-
Simultáneamente, y de manera independiente, el arquitecto Robert dos ellos, contemporáneos con la postrnodernidad, que sería así la úni ~'
,. Venturi y su taller publicaban una obra tan decisiva como hasta en- verdadera y perpetua «edad con-ternporánea»), puede darse por final~
tonc 's inconcebible para la ortodoxia «progresista», Aprendiendo de Las zado a partir de 2001 (tras un largo interregno de diez años, de la pn
Vt:~fIJ, mientras que, un año antes, el crítico Ihab Hassan anunciaba en mera Guerra del Golfo, coetánea con el derrumbamiento de la URS ,
1.1 r 'vista Boundary 2 la expansión triunfante del postmodernismo lite- al atentado a las Torres Gemelas de Nueva York y sus secuelas: la inter-
1.11io, ejemplificado certeramente en la ya citada revista francesa Tel vención en Afganistán y la invasión de Irak). El arrogante «imperialis
Out'!. El nuevo «movimiento» estético dirigió sus ataques contra el fun- 1110 democrático», propulsado por los neoconservadores americanos
cion.ilismo en arquitectura, el formalismo en pintura (especialmente (donde un integral Samuel Huntington desplaza -con su «llamada a
'11 ~1I vertiente más «pura» y casi mística, De Stljly el expresionismo abs- filas» del americano blanco y protestante- por obsoleto al liberal Fran
I r.uto), el nouueau roman (aplicación del estructuralismo en la literatu- cis Fukuyama, con su anuncio del advenimiento -tan bre~ .. d .I.fi:'
1,1) () el I de afonismo atonal de Schonberg y Webern, mientras que de I({historia); los retos de la globalización, en donde los CapJtl~1 rrunui
s .e1 .braba a John Cage como el gran impulsor del postmodernismo d s Estados na ionales sirven de 'soporte y hasta de «materiales- d '
('11 músi .a. e e e a pe to «destructor» surgiría algo que cabría cara te- .onstrú cié n para el nuevo Orden del Mundo (el Empire, de N gri y
IIZ.lr 0111 un paradóji o ultrabistoricismo; paradójico, porque, a fu rza l lardt): la onsigui ntc expansión mundial de Telépolis y su dis mina
tk dis 'minar la Historia n historias -y hasta en stories ,I;¡ his: iria (iótl CI1 -onurbnci n s qu ' 111'r 'C n ser consid .radas -01110 Ml/,oli.l, 1.1

44H
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX INTRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1971-2000)

«No ciudad»; el problema crucial de la alteridad (ad intra, el inmigran- en su presuntamente inacabable final, como «lógica del capitalismo
te; ad extra, el llamado «terrorismo internacional», llamado también él tardío», según la conexión establecida por Fredric Jameson (1936) a fin
a ocultar el otro terrorismo: el estatal e imperial); y, en fin, la revolución de «corroerlo» por dentro como una gangrena nihilista, ya que, tr~s .el
biogenética que aguarda tras pasar la puerta del ya descifrado genoma fin del colonialismo, de la soberanía de los Estados y del «imperialis-
humano (sobre los dos últimos puntos, véase «Introducción (II)>»: todo mo del significado» (tres acontecimientos más vinculados de lo que pa-
ello es señal de que la variopinta, debole y juguetona «postmodernidad» rece) no habría ya afueras: ni espacial ni temporal ni tex~al. y. al no ha-
ha durado, en su apogeo, escasamente veinte años, languideciendo pe- berlas (una época extrañamente «ilimitada» en su intenor, sm <<nada~>
rezosamente, como una coda, en el último decenio, para estallar final- externo a ella, como el Ser de Parménides), también la supuesta «reali-
mente en ~D:avoladura mucho más pavorosa y siniestra que la del con- dad externa» (externa, claro está, al sujeto, al Yo moderno) habrá de
Junto de viviendas del extrarradio de Saint Louis. Treinta años. Parece quedar literalmente en entredicho, sumida en el marasmo del entrecruza-
que fue ayer. miento de relatos y de estilos, en los que el propio ser humano se re-
Una vez establecidos los límites temporales de un movimiento in- fracta y fragmenta.
manente que pretendía piétiner sur place (aunque al fin resultara más Así pues, fin del primado de la Identidad (y por ~nde, de .la lógi~a
bien un peligroso «patinar sur glace, sobre el hielo), parece conveniente matemática; ya vio el lector cómo el «segundo» WIttgenstem poma
entrar en el postmodernismo por la vía temática, no sin advertir de en- igualmente en entredicho al primero); fin del Sujeto, esa ext.raña entid~?
Il,ld,l un hecho que sería asombroso si no estuviéramos acostumbrados moderna, trascendental (el Yo de Kant y Fichte) o metafísica (el ESPU:I-
,1 ·\C juego de negaciones; en efecto, al igual que ningún «existencialis- tu hegeliano, manifiesto en una objetivid~d engendrada por su p~opIa
1.1".iccptó ser denominado así (Iaspers y Sartre sólo toleraron el califi- contradicción dialéctica); fin -se veía vemr- del Hombre, es decir, de
c.uivo durante un corto tiempo), del mismo modo buscaremos en una presunta naturaleza humana como zócalo de la Historia y de la Cul-
v.mo una figura filosófica que se tilde a sí misma de pensador «postmo- tura (y garante también, obviamente, del sentido de toda Declaración
dcrno»: Jean- Francois Lyotard (1924-1998) (fue él quien introdujo de Derechos Humanos que no pretenda ser absurdamente reduccioni -
.xplícitamente la denominación de origen, en 1979) acabó renegando de ta por irenismo ecuménico, en plan: «hombre es no ser ni blanco, ni
nombre y hasta de concepto; y con razón: salvo el interregno de fina- negro, ni protestante, ni budista, ni europeo [...]; o sea, hombre es no ser
1's de los sesenta y principios de los ochenta, su atención al arte de van- nada de lo que uno cree que hace al caso "hombre?»); fin de la N~tl1-
guardia, sus «derivas» de Marx y Freud a partir de Wittgenstein (iy de raleza, pues que ahora es el simulacro: el modelo o pattern electról~l a
Aristóteles, con la equivocidad de las «categorías-l), y, sobre todo, su mente gestado, el que a su vez genera, segrega realidad; fin de la HISI()
obsesión final por la «justicia» lo acercan más al tardomodernismo de ria -ya nos hemos referido a ello-, en cuando disemina ión del
un H~bermas -su con?,incante inversamente proporcional y, por otrora Universo en un multiverso de historias dificilmente conm 'IlSUI,l
ende, implicado en la misma constelación- que a las metamorfosis bles entre sí -y menos, axiológicamente clasificables-; en lO1l\('
lúdicas de W T Anderson, con su sonada obra Reality Isn't r1?hat It Used cuencia, fin del privilegio del historiador clásico frente al antropólogo
'/r¡ 8¡' («I ~a realida~ ya no es lo que era»), de 1990, y publicada para col- (ahora, «cruzado» de sociólogo, como Clifford Geerz) o al «ontólogo
1110en S,~n.Francisco, con un subtítulo revelador de la panoplia del del presente», detector de distonías y heterotopías (M. Fo~cault, M ..ti .
/l/t'/dltlJ/r/wng pos~moderno: «Teatralización de la política, Religión Certau). Al fondo, naturalmente, el fin o la muerte de DIOS o, m ')01',
11~1.1 p.ua-Ilevar; mitos globales, chics primitivistas, y otras maravillas de toda creencia en un Fundamento y Verdad Absolutos. Fin, por tanto,
(l.·1m 1I ndo postmoderno» (véase al respecto mi Filosofia para elfin de los del clichéHegel, el Emperador del Pensamiento. Incluso la tardomod I
{¡¡'/I//,os, 2000). . na tripartición de los ámbitos del saber: C:iencia, Etica y Estét.i a (de-
orno todo pensar -y éste, en particular- es un «pensar en con- fendida por Weber, no sin el regusto kantiano de las tres Criticas) h.~
11',1".'pr ede que empecemos preguntándonos por aquello de lo que bría de ser sacudida en sus cimientos (o, más bien, privada d t da '1
/('III/'!!,(( el postmode.rnIsmo, a saber, de la modernidad (adviértase que, a menta ión), aunque, como se ha visto, el postmoderni m par .c .
p '~ar del mal prefijo post-, este movimiento «patinador» n pretende hab 'r lograd sos bj tiv s «ernan ipadore »s bre todo, y casi 'X lu
~,lll1 o .scaparse del mundo moderno, ino instalars parasitariarncrue S;V,11ll-nt " .n los vastos y rarnif .ados tcrr nos de la 'st ',ticl.

4S0
El. IH;¡\OO FILOSÓFICO y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX INTRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1971-2000)

Si ahora nos preguntamos, aventurándonos a mayor precisión, por distribución de mercancías. Simultáneamente, consideración
elparadzgma postmoderno, es decir, por los rasgos comunes, no sólo a las de las llamadas «sociedades avanzadas» no tanto como «postín-
diversas corrientes filosóficas contemporáneas (salvo, como era de es- dustriales» cuanto -Guy Débord dixit, ya en 1971- como
perar, en la filosofia analítica -filocientífica- y en la ética discursiva «sociedades del espectáculo». Ya se sabe: The:e ~sno b~siness like
de Habermas y Apel), sino también a la teología, a las artes, a la crítica show business. Con ello, paradójicamente, se invierte Slll embar-
cultural, de «género», tecnológica, ete., cabría señalar como tal del go el presupuesto: ahora es la vida social en su ~?njunto la
lado negativo, la desconfianza a todo metarrelato (según el farnosisimo que espectacularmente resulta commodified, «rnercantilizada» (cfr.
dictum de Lyotard) y, del positivo (si puede hablarse así), el debilitamien- F. ]ameson, que ve al postmodemism? como La lógica ~~ltural
to de todo sujeto y fundamento (ya no meramente humano, sino también del capitalismo tardío, o el geógrafo DaVId Harvey y el sociólogo
estructural), la proliferación de diferencias (o mejor, de diferendos, dificil- Manuel Castells).
mente conciliables y hasta incompatibles entre sí) y, como centro y nú- 3) Exaltación crispada del cuerpo (narcisismo), de su salud, su «me-
cleo de tod? el postmodernismo, la c~da de la representacionalidady, con joramiento» dermoestético y su modificación plástica, hasta el
el.la, ~I~ la dlstlllCIon.taJante entre realidad y ficción, entre original y co- extremo de llegar a confiar (en una nueva paradoja, que ac~ba
pra (dlll del platonismor). Por ende, exaltación de la intertextualidad por invertir el presupuesto) .en una fu.tur~ y completa «sustitu-
(por -l l.ido norteamericano, ello se concreta en la defensa neopragmá- ción», sea por una exasperación del pnnCIplo ryborg(como es el
Ilt.1 tlt' 1.1ronstruccum social de la realidad). caso del ingeniero Hans Moravec, que propugna un «aban?~
POI lo demás, el paradigma se despliega (sin ánimo por mi parte, ni no» del cuerpo -tan débil y fofo- por un hardware tecnológi-
posilulrd.rd, de ser exhaustivo) en los siguientes rasgos: co montable y desmontable ad libitum, y por ello más adecua
do -¿para qué?- y duradero) o por los todavía no n:uy escru
1) Culto a un elástico presente absoluto, pero virado antihegelia- tables senderos de la biogenética (al respecto, «donación» es la
narnente de un modo paroxístico y hasta paródico, adecuando palabra que fascina y aterra a la vez).. .
pasados no entrelazables entre sí -sobre todo por la irrupción 4) Estetización de todas las formas de la vida SOCIaly del entorno
del mundo postcolonial y de las llamadas «naciones irreden- (cada vez menos) «natural»,y?r medio ~el des~gn, de la'y~ ci
I?S»- y sin futuro anticipable (ni empírico, ni trascendental); tada promiscuidad de las distintas manifestaciones artísucas
(111, pues, de toda Historia, con sus límites -al menos teórica- (adiós al hegeliano, y canónico, «Sistema de las artes», con la al'
mente~ definidos de o~igen (denostado ahora como «mito» y quitectura como base y la poesía dramática -el teatr~ como
«nostalgia») y de final (Igualmente denunciado como «teleo- cúspide), y de la entrega general de.l arte al merchandising; s;a :1
es ato-logía-etnocentrista»); todo se convierte de algún modo través de galerías o de encargos oficiales (el llamado «arte públi
en dé¡~7JU (es el «egipcianismo- de la cultura reciente, según la CO»,cuyas fronteras se ablandan hoy hasta fu~dirse con el f,lrl
expresión de Mario Perniola). Un rasgo este (que podríamos lla- mour de los «parques ternáticos»). Consecuencia de ello. es, ob
mar «pulsión de repetición») propiciado por las modas (camp, viamente, no tanto la pérdida, cuanto el regreso paródico, vo
rrtro ...} y por la programación televisiva. La consecuencia inme- luntariamente irrisorio y agresivamente chocante, del «all1~l"
diata de ello es la desconfianza ante todo pensamiento utópico (cuya pérdida había celebrado Baudelaire y justificado. BCnl.1
y l..do afán revolucionario, tildado induso por estos ingratos min: ambos, ahora, irremediablemente «modernos»). Ejemplo
«hl)o.s» de Marx de «totalitario». De ahí la alegría de los postmo- «señero» de esta fusión kitsch será la famosa Piazza d'Italia, disc
t!ernl tas por la Caída del Muro berlinés (1989), vista como el fiada en Nueva Orleans por Charles W. Moore.
(111, no sé lo del «socialismo real», sino de toda tentación cosmo- 5) Hiper onservacionismo o «mal de archivo» (Derr~~a dixit): .1Il
polita.y «uiuersalista. Claro que el gozo fue bien efimero. sia de onservar todo documento, toda expre I n tomo
2) Privilegi de la lógica de la información y del intercambio de corrcsp nde a una condici6n que ha d jada de creer n el p.isndo
.\/:~lI()S, fomentado por la expansión de la red Internet, justarncn- .1 íu .rza d guar lar sus rnaniícsta ioncs . De ahí el auge de l.,
le en los años .h nta .frcruc a la lógi a de la I rodu . .ión y industria d ,1 víd 'o y ti' la I -lcrnática, apli ada ¡I museos, .\ld11
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INTRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1971-2000)

vos digitalizados, cementerios «<jardinesde paz» interactivos), y escritura, sustitución de los estilos clásicos -suelto, reseña, artículo, li-
ahora ya expandida ad nauseam en las incontables páginas web. bro, enciclopedia por una deriva casi logorreica, trufada de citas y mez-
Consecuencia de ello es -como ha visto certera, pero un tan- clada de textos, de lenguas y de signos). Tales son seguramente los ras-
to exageradamente Baudrillard- la pérdida de todo distancia- gos más sobresalientes del postmodernismo, del cual pueden señalarse
miento histórico y de toda expectativa de futuro, bien ejernpli- en conclusión dos grandes enfoques o vías, cada una adscrita a un país
ficada por el «tiempo real» (coincidencia de la ocurrencia, de su y a un área de influencia: por un lado el postmodernismo norteameri-
registro y de su archivo, con lo cual ya no hace falta preguntar- cano, que insiste en el relativismo cultural y en la construcción social de la
se por su presunto significado). Todo ello desemboca, evi- realidad (there is no God's eye standpoint, según la lapidaria sentencia de
dentemente, en la ya citada «defunción» de la Idea de Historia Hilary Putnam); por otro, el continental y, más específicamente,ftan-
Universal.
cés, considerablemente más especulativo (algunos dirían, más bien, abs-
6) Intertextualidad y, al extremo, caída de la distinción entre signo truso) y con un fuerte componente nihilista (de corte más bien «tene-
y referente, tanto por desplazamiento -insidioso y demora- broso» y «escabroso», tras las huellas de Bataille y de Blanchot; o, en
do- de éste en el interior de la cadena significante (il n)! a pas cambio, «lúdico», «jovial»y propio de un «Sísifo feliz», como el repre-
de hors-texte: Derrida), como por ser el innombrable y místico sentado hasta hace poco por Gianni Vattimo). Dos vías estas, a su vez,
«afuera» negro del pensar (toda una corriente neonihilista, que poco compatibles (como conviene por demás a toda manifestación
arranca del il ya de Levinas-Blanchot y llega a Foucault y De- postmoderna) y a las veces política y religiosamente enfrentadas (sobre
lcuze). En el respecto de la tecnología de la comunicación (al todo desde el lado americano, que, siguiendo las denuncias de Alían
Iondo, Marshall McLuhan), el hipertexto ha sido considerado Bloom, achaca el «declive» de esa Nación a la influencia deletérea, a las
como excelente ejemplo de esta caída conjunta del referente malas compañías de los franceses).
«externo», del autor «interno» (más allá incluso del foucaultia- Desde una perspectiva más propia de la historia de la filosofia, el
no «orden del discurso») y hasta del texto como unidad cerrada postmodernismo -en general, y por doquier, un antihegelianismo, in
y con sentido propio y exclusivo (puesta en solfa del «libro» por cluso y sobre todo en aquellos que se empeñan en leer y entender a
parte de Blanchot y Derrida -en su ya citado Glas-, entre Hegel de otra manera, como Michel Foucault (1924-1986)- puede
otros). Ahora, los textos -servidos electrónicamente- amena- gloriarse de encontrar sus ancestros en un triple frente: los «filósofos
zan con convertirse en centones de citas y en collages mal que de la sospecha» (Marx, Nietzsche y Freud); los dos grandes «enterrado
bien ensamblados, como sabe todo «navegante» por Internet y res»: el uno, de la lógica como exacta reproducción figurada (y hasta
todo confeccionador de artículos y conferencias. Mejor que de producción configurante) de la realidad, Ludwig Wittgenstein; el otro,
«auto)"»habría, pues, que hablar de un más o menos hábil mez- de la metafisica (tildada de onto-teo-logia), Martin Heidegger; y, en [in,
dador. y, por lo que hace al «lector», éste podría convertirse en el pragmatismo norteamericano (por definición, antirreferencialist.i).
un buscador «constituido», a partir del buscador «constituyente», Todos ellos coinciden al menos en el factor clave y distintivo del post
que incita al primero a realizar el apotegma goetheano: «Si modernismo: la desconfianza ante un Fundamento y, por ende, UII
quieres alcanzar el infinito, camina por lo finito [por la entretien Origen absoluto (Heidegger habla de un «inicio» del pensar -ahor,l
il(jinie, añadiríamos ahora] en todas direcciones.» periclitado- y nos incita a prepararnos para otro «inicio»), ya sea pues
to éste en Dios, en el Hombre, en el Ser (pues no hay que olvidar que
":11 resumen: estancamiento del tiempo (y paradójico «fin de los tiern- el Heidegger «maduro» despide al ser del ente, en busca del Seyn ilres
P()~» por la diseminación de historias teleológicamente incompatibles, pecto, que al final resulta incluso «crucificado»: tachado en aspa dc
p(,IO susceptibles de ser simbólicamente ensambladas de múltiples for- San Andrés, como kéntron o incisión irradiante del Gevierf o Cuadratu
IIl.I.~), If~~im del espectáculo (y paralela mercantilización de la vida social, 1"<1), o en la Naturaleza o Realidad.
milla diíurninación de fronteras entre trabajo y ocio), narcisismo COlpO- 'Por lo demás, puede trazarse grosso modo una genealogía (ccntrad.i
",1 (l ylx:rgológico O biogenético), hliJerconSeJ'lNláoni\'lIIo e in/f'r/f'x/ur¡/i- en tres «gcncraciones») que muestre la deriva y progresiva radic.iliz.:
rfl/(I(l'n los III({S.\'II/I'rfi/I, imrlosión de la actualidad por s.uu ración: en 1,1 ción del pensamiento tardomodcrno, hasta desembocar en este dilllm

ISII
'1
El. LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX INTRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1971-2000)

y hoy, según lo dicho, casi periclitado, entre el éxito y la amenaza forma pública, a partir de Caminos de bosque, en 1951). Pues bien, y para
imperial- movimiento o condición. En la «primera generación» ten- empezar, cabe deducir sin demasiado esfuerzo (como segunda gener~-
dríamos de un lado a los augustos ancestros decimonónicos: Marx, ción o «padres» del postrnodernismo, a la vez recusados y reconocí-
Nietzche, Freud, tres grandes alemanes (los epígonos radicales del post- dos, 'como compete a todo buen padre) de Marx, ~ietzsche y Frel:ld la
modernismo postrero hablarían segura y despectivamente de ellos como gran familia estructuralista; respectivamente, LOUlSAlthusser, Michel
Dead White Men, por más que dos de ellos fueran judíos, el otro se fin- FoucaultlGilles Deleuze, y Jacques Lacan.
giera polaco con tal de no ser alemán, y los tres acabaran en el exilio), El primero, Louis Althusser (1918-1990), de confor~idad con la
proclives a la «sospecha», a saber, la sospecha de que el Hombre sea el tensión contradictoria ínsita en general en el estructurahsmo (a saber,
Centro y florón de la creación: señor en su propia casa, y encima orde- derribar de un lado al Sujeto humano de su presunto centro de control
nador, clasificador y -en suma- vencedor de la Naturaleza, a la que y dominio, pero instaurando en s~ l~gar ~ un ~ujeto aún más rígi?o,
primero mejora y luego reemplaza con el poder de sus técnicas y de aunque acéfalo: el orden de las Prácticas d.ls~urslVas), se propuso «lim-
sus lenguajes, cada vez menos «naturales». Del otro, a los pragmatistas piar» al marxismo, primero, de todo esenaalismo, es decir, de ~u reduc-
(W. James, J. Dewey, Ch. S. Peirce), los cuales supieron «sospechar» ción a un solo fundamento inquebrantable. En este caso, obviamente,
r.unbién del otro gran respecto: la Naturaleza, o sea, la Realidad, expre- se trataba del determinismo economicista (la teoría de la infraestructura,
\,¡d,¡ en y reflejada por un conjunto de proposiciones verdaderas, es de- frente a la superestructura ideológica, en cuanto «reflejo» de la prime
( 11, que constituirían su reflejo (como en el libro del epígono actual del ra). y, en segundo lugar, quiso igualmente desechar de él la incon e
movimiento, Richard Rorty (1931) y su Philosophy and the Mirrorqf cuencia de poner tácitamente al servicio del «hombre» y su «progreso»
Nntun; de 1979, muy significativamente surgido al mismo tiempo que el ese mismo economicismo. En suma, el marxismo sería explícitamente
IN'IIr!rllll francés, La condition postmoderne, de J. F. Lyotard). Hombre y economicista e implícitamente humanista. C<;>ntra este do?le ~rentc
Naturaleza, que es como decir los herederos «seculares» de la famosa proclama Althusser (para leerJ?l Capita~ al ~arxl~mo com? «ciencia» es
d 1st inción metafísica: Pensar y Ser, son ahora --como en una tenaza- tricta, exploradora del «continente Historia», Viendo a esta con;o un
puestos en entredicho desde las dos orillas del Atlántico. Y en el otro proceso sin sujeto (sin darse c,uenta de que, de ese modo, convertía a ~¡1
gl,ll1 respecto, que tentados estaríamos de calificar como cópula o vín- Historia en el verdadero SUJeto). Por otro lado, su rechazo de la «te na
c ulo de los extremos «Hombre-Realidad», los grandes debeladores de del reflejo» le llevó a reexaminar la «ideología» como una fu.erza anó
ese vínculo, a saber, el lenguaje, sea en su vertiente «técnica» y artifi- nima que configura la conciencia hu.mana y. que está embebida en 1,IS
l i.il, sea en su hinchazón «metafísica». Wittgenstein y Heidegger prácticas materiales de los «aparatos ideologicos del Estado», go~al~d,o
l oinc iden en aplicar una drástica medicina mentis contra el mal uso del así de una «autonomía relativa». La tarea del marxismo consistuu
lenguaje: el uno, reconociendo -no sin ironía- que el lenguaje, de- -como ya se apuntara en el Manifiesto del Partido Comunista de 1848
uvado de las distintas «formas de vida», y considerado en su uso, no en en forzar a los hombres a que dejaran de verse como agentes auto~ollS
\11 slgnilicado, está bien como está, y que la verdadera actividad filosó- cientes, como Sujetos, haciendo ver el modo en que los proceso Idt'(~
11( ,1 c onsistc en guardar esa «franqueza», limpiando toda excrecencia lógicos los configuran. El problema está en qu~, de est~ modo, la b,\s~
1'11/ 1"1'11'.\11 de exactitud. El otro, desconfiando de la apariencia mostrenca ea distinción entre «ciencia» (lo verdadero) e «ideología» (lo contanu
d(' l." palabras y «buceando» en la composición de éstas y en su etimo- nado y difundido por intelectuales al servicio de la clase dominante)
le)gí.l, hasta hacerlas desbancar de su prejuicio «representacionalista», pare e paradójicamente diluirse en unfuncionalismo como el de B. ~,l
111,1\ 110 para nombrar entidades superiores y más «verdaderas», sino lin wski o, aún peor, al «conformisino» del peor Hegel: pues analiz,u
P,lI,) romper todo mito de origen prístino. los resortes que mueven a la sociedad capitalista equivaldría a sosten I
De acuerdo con esto, los precursores del postrnodernismo habrían que está bien amo está, una co.nsecuencia inesperada qu ac 'rl,l .1
\Ido Marx, Nietzsche y Freud, de un lado; James, Dewey y Peirce, Alt husser al «segundo» Wittgenste1l1 (en su caso, por su alabanza al lcn
de otro lad ; y como factores «vinculantes», tendríamo al «segund » ¡.\lI,lj-'ordinario). De m do que el «orden del.discurso» sería de t"llmodo
Wlttg .nsicin y al 1 idegger (también, preferentemente, en su 'tapa tardía: mm.in 'nt ':lun;:¡ id ología qu no s ría posible lu har contra ,1el -ntro
l'll MIS t LIS 'S, ,1 part ir del final de l s ai10S treinta del pasado siglo, y ti ' d. dl.l. No 'S .xtraño qu ' Althuss .r tuvi '1<1serios problcnus ron d
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX INTRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1971-2000)

Partido. Comunista francés, por más que asegurara que la economía es sible escapar de la burbuja tardocapitalista y de su «lógica cultural»,
determmante «en última instancia». «lesde dónde vislumbrar la entera Historia -en la que Jameson sigue
Posiblemente sea Fredric Jameson el inconfeso y quizá insospecha- creyendo- como una sucesión de «episodios vitales dentro de una
do «sucesor- de Althusser, ya en la tercera generación: la propiamente sola y vasta trama (plot) inacabable» (Tbe Politica! Unconscious, de 1981)?
postm?dema. Juntamente con el geógrafo David Harvey (de quien se ¿y cómo seguir sosteniendo, al viejo estilo, que hay que pasar del rei-
recomienda su excelente The Condition qfPostmodernity, de 1990), cabría no de la Necesidad al de la Libertad? Es verdad que Jameson se acoge
~ontraponer al filósofo y crítico marxista a esa especie de «Althusser- al componente utópico que según él -en cuanto vehículo cultural-
liberal que es el teórico de sistemas Nicklas Luhmann, defensor de los impregna todas las ideologías, siendo -dice- tarea del crítico dejar
«Grandes Sistemas Técnicos» (GTS). En su contundente Postmodernism en libertad ese componente, en cuanto «inconsciente político», pero
~1991), Jameson tilda a este movimiento (a pesar de sentirse él mismo «lónde hacer pie en esta vertiginosa hiperhermenéutica, si el crítico
II1IT~e:soen la postmodemidad) de mecanismo de compensación para los mismo está ya inmerso en el espacio postmodemo y afectado por sus
individuos parcelad~s, troquelados y articulados según los GIS: la bu- categorías culturales?
IOl ra~Ja (ahora, crecI.entemente supraestatal), la industria, el tráfico y Otro descendiente lejano del marxismo (por una parte, mucho más
timamos con termmología actual- todo lo relativo a «investigación alejado de él que Jameson; por otra, empero continuador suo modo d
y desarrollo. (l + D), El postmodemismo tiene como función hacer Marx en sus análisis sobre el valor -y el fetichismo- de la mercancía)
( nTI .1,tan capitidisI~:1inuido y constituido «consumidor» (un «sujeto», es el sociólogo Jean Baudrillard (1929). Influido igualmente -como
pno ,so.lo, en. el sentido de estar tan sujeto a GIS como Neo a Matrix) no podía ser menos- por el estructuralismo (al menos en Francia, los
qu(' l'l Idellt ICOy autotransparente a sí, y que posee libertad de elec- filósofos postmodemos pueden ser considerados también como pos
r iuu. dt' cornpctitividad y de expresión (en una palabra: el sueño ame- testructuralistas, aunque ambos concepto.s conserven matices distintiv s
11(,IItO del «individualismo»). y sin embargo, el «criticismo dialéctico» en cada caso), Baudrillard pretenderá articular de nuevo aquella «lógi
d(' I.IIllt'SOIl justifica con creces su inserción dentro del postmodemis- ea de seducción» basada -y ésta es la intelección capital del sociólogo
1110qut' él, en su carácter alienante, critica. En efecto, su pensamiento francés- en que el aparato de «significantes» desplegado por el capita
l'\ .uuisistcrnático y antimetafísico, se niega a utilizar juicios morales lismo y la «realidad» mediática a su disposición ha creado un nuevo ri
(<<Illor:tllz;:¡ntes»,J?ás bien, al viejo estilo de la crítica de la ideología) tual (a diferencia del primitivo, a cuyo supuesto «encanto» sucumb '
t onr ra el arte y life style actual y en absoluto tiene a la ciencia (como nostálgicamente Baudrillard, de la mano de Levi-Strauss), un ritual de
Al t l~usscr, por más qu~ fuera en su versión estructuralista) por celoso manipulación del consumidor que simula y suplanta a la «realidad-
depósito de la verdad, mmersa como está ella -en cuanto tecnocien- (véanse sobre todo sus análisis de la sociedad estadounidense en Amfrim,
( i',l. en la red del mercado mundial y del capital multinacional. Sus de 1987), forjando un espacio cuasi onírico: la hiperrealidad, en la e u.il
l lit Il.,lsapoyada en minuciosos análisis de films y otras manifesta- se disuelve todo lo palpable, todo referente aislado, como en una Il'~,l
c roncs culturales- a la utilización del postmodemismo son certeras: dilla del «espíritu absoluto» hegeliano. Importante es también su d,l
.icusa .a éste de pastiche (recuér~ese la ya citada Piazza d'Italia), de esqui- sificación de las cuatro especies de «objetos», según su valor: junto ,1
/o/n'I//(I, de aprovechar el omnipresente conservacionismo ultrahistoricis- los conocidos «valor uso» «<funcional») y «de cambio» (vvalor e 11<'>
1.1 para ~OI~enta~ ,:a~ías im,ágenes de nostalgia y, en fin, de propagar mico», según las tendencias del mercado), Baudrillard añade (p r ,1
1111;1 .III{¡/¡m!dad histérica en VIrtud de los «increíbles» éxitos de las nuevas lado positivo, diríamos) el valor debido al «intercambio simbóli »{ar
tt'( 11 logías, generadores de nuevos «retos ante el futuro». Es esta alian- bitrario, y calculado en relación con otros sujetos), tal como -sigui '11
í'.l 1/0// .\'f/llCla. de la ~ecn<?ciencia y el postmodemismo (que recuerda, do a M. Mauss y su Ensayo sobre el don-se daría éste en las mal llam.i
pero (01110 distorsión alienante en ambos extremos la distinción ha- das «sociedades primitivas», y, en fin (por el lado negativo, el de 1,1si
ht'llll,lsi,ana ~ntre «racionalidad científica» y «acción ~omunicativa») la tu ación actual) el valor «sígnico- de un objeto sumido en un SiStl'l11,1
que esta .haClendo .gue .ras barreras entre ciencia, e on mía poIíti a y de objetos codificado, confiriendo a quien lo posee un determinado '1.
,lItt' WIl1I 'I1(CI1a difuminarse, Con t do, la posición gl bal d jarn s n tatus so ial, La xa erba ión d estos sistemas condu e a la supl.tnt.i
St' Illt' ,11110;,1 .iún m.is incómoda qu ' la d ' Allhusst'l'. Pu 'S, si no 's p c ión ti . lo re.il por simulacros /;(1.1'/(( d ptmto dI' rf({('.'yl'I1dllllltÍS (11ItÍ rld /(1

1)
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX
INTRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1971-2000)

masa relato de Jorge Luis Borges sobre el mapa que cubría todo un territorio Por el lado del neopragmatismo -Wittgenstein mediante, igual-
(absolutizacián ~e la verdad por correspondencia), Baudrillard piensa que mente-, si aceptamos que el «segundo» Hilary Putnam constituya
ya se ?a I?roduCldo una penetración simulacral de tal calibre que mapa algo así como el representante del prepostmodernismo en su vertiente
y terntono no pueden ya distinguirse, según intentó probar en el famo- americana, parece evidente que el gran representante postrnoderno se-
so -y discutido- La Guerra del Golfo no ha tenido lugar: no es que allí ría Richard Rorty. Coincidiendo como Deleuze (pero por otras razo-
se sostu~iera a pnori (el libro se escribió antes de la intervención de 1991) nes) en su crítica a la filosofia moderna, basada en las metáforas de la
que no Iba a haber guerra, sino que, aun existiendo -como ocurriría «mente» y del «conocimiento» frente a un «mundo externo» que él re-
enseguida-e- la retransmisión de los eventos bélicos por televisión, su flejaría (una creencia «actualizada» mediante la tesis referencialista del
manipulación hasta convertidos en objeto de vídeo-juegos, su conver- lenguaje), Rorty propondrá una alternativa sincretista, basada~ en, l~s
sión -en una palabra- en espectáculo (como se apunta ya en Apocalypse doctrinas de Dewey, Darwin y Heidegger, en las que se unen historicis-
N07fl, el film de F. F. Coppola de 1978, sobre la guerra de Vietnam) ha- mo y naturalismo, cuyo correlato cultural y político es un confesado
1í.1q~e" para,los ciudadanos literalmente «telespectadores», la guerra se relativismo (cfr. Objectivity, Relativism, and Truth, de 1991) y un despreo-
c onviruera literalmente en un espectáculo virtual. cupado etnocentrismo (Truth and Progress, 1998). Con respecto a lo pri-
Por lo que respecta a los «herederos» de Nietzsche y Freud, la «se- mero, Rorty denomina su posición «conductismo episternológico», en
gUlld.1 generación», por así decir prepostmoderna, está magníficamente la cual, combinando hábilmente al «segundo» Wittgenstein y a Dewey,
1('!lIl'Sl'llt,lda por Gilles Deleuze y por el Foucault «maduro» de SU1Veiller se llega a una posición tan extrema que, a fuerza de querer evitar t,odo
,'1/'1111/1, ~ (como en el, cas? de Baudrillard) será tratada en sus pun- desdoblamiento del mundo, parece a punto de acabar con la propia fi-
1m pl uu ipalcs por Jose LUIS Pardo. Baste señalar aquí que el pensar losofia: «Vemos al conocimiento -dice en La filosofia y el espejo de la na-
d('lnlll.lllo t:st;í comprendido dentro de la noción rigurosa de inmanen- turaleza-« como un asunto de conversación y de práctica social, más
, tu. ('11el sentido de una verdadera «filosofia empirista» que, sin recur- que como un intento de reflejar la naturaleza» Y por lo que hace a l
so ,1 lo u.isccndcnral (y menos, a lo trascendente) tiene como tarea ac- segundo, en Rorty, a pesar de sus protestas como pensador «liberal», se
\ nln .1 LISc ondiciones inmanente s de aquello que ha de ser pensado. .ulivina ya el reciente viento neo conservador que actualmente se es-
I k .t1lÍ su acerada crítica a la historia de la filosofia (siendo Deleuze, tuerza por liquidar los restos de postrnodernismo en América ... inclu-
pOI dcm.is, un finísimo intérprete de grandes figuras del pensamiento: yendo posiblemente las concepciones del propio Rorty.
SPIIlO:-,I,.I,tume, Nietzsche, ~nt o el propio Foucault), Su consigna En puridad, sólo dos filósofos pueden ser identificados como re
('1.1:«1-,1fdo .ofo crea, no reflexiona» Por el contrario, lo que hace el fi- pi cscntantes en general del postrnodernismo: Jean-Fran<;:ois Lyotard y
lóxoto profesional es justamente impedir que la gente piense (véase su ( ;1,IIlni Vattimo. y los dos, cosa bien significativa, han acabado por re
úliim.r gran obra en colaboración con Félix Guattari: ¿ Q]téesfilosifía?, pudiur esa adscripción. Igualmente, no es necesario emplear mucha
••.I\IUl ia de la razón» para ver cómo confluyen en ambos buena part '
de I\)\)l. Su propia idea de lo que era un «concepto» está bien alejada de
l., .u cpc ión habitual, mientras que, irónicamente, se acerca -sans le sa- de l.is figuras, posiciones y temas examinados. El francés, más cer ano
{I/I/I diríamos al Concepto de su archienemigo: Hegel (diferencia ,t1llcopragmatismo, ha combinado de forma asombrosamente fecun
\ 01111,1dialéctica: así cabría plantear la contraposición). Los conceptos, d.\ '"1 marxi mo heterodoxo (fue miembro del grupo Socialismo o bar
/IIIIIt') con un freudismo bien cercano al de Deleuze y Guattari, para
p.II.\ Iklc~\ze, han de ser activos y afectivos, y no supuestos significados
d,' . ontcnidos mentales (lo que Hegelllamaba «representaciones»). La fi- 1\'\ ilur lucg -en la etapa fundamental de su pensamiento- el im
losoll.i ,1 lquicrc así una función creadora, junto a la ciencia o al arte: «Los P,II lo de Willgenstein y de la retórica aristotélica, y combatiend la
filósolosdice- han de dejar de aceptar conceptos como si fueran re- . pll11\,\\Í,I 111'tan i a de la visión «<ocularcentrismo») al tomar, com )
~.t1os, ni dedicarse meramente a depurarlos y pulidos, sino que primero .ilr.ulo .11i .ono la la Levinas iy al surrealismo, con su celebra I n ti -1
II)s dcb .n hacer y crear, presentarlos y hacerlos convincentes.» Es de jus- 11111" c omo tu 'rz.l salvaje], para terminar en fin una den a andadura li
1111,)señalar, p r 1 demás, que Deleuze -como Foucault o Derrida- Ill,nl fl ,\ 011su nu 'va int rpretación de lo sublime kantian , a través ti '
1(·h.IS.1ton en: 'es, por intensidad, alidad e influencia de u pen arnicn- A( It 111H l. 1)' 'st - vigor S icrel, S' 1 unas g tas han aído n su bra
lo, d postmodcrnism filosófico en sentido estricto. "1,.' 1.11 IIOS.I, I,tl rnndlriá« /JI).I'IIIlOf!t-/'I/({ (1979), que ',1 In ismo consi kl,l
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INTRODUCCIÓN, SEGUNDA PARTE (1971-2000)

ría como un escrito de circunstancias (fue encargado por el Gobierno de ahí, dicho sea de paso, la preferencia lyotardiana por la «obligación»
de Québec para resistir a la «penetración» cultural estadounidense), y judía -Levinas mediante- en detrimento de la theoría griega), así
del que, c?? una I:unta de cinismo, confesaría en 1987 que ese -con también se hace justicia a un diferendo cuando, en lugar de «dar ra-
lodo, declSlvo- libelo era: «Simplemente el peor mis libros; casi to- zón» de él (o sea, de insertarlo en un sistema de referencia), entrevemos
dos ellos son malos, pero éste es el peor» Como ese cult book será ana- en su posición la carga de indisponibilidad (Adorno hablaría de «natura-
lizado ulteriormente por José Luis Pardo, me limitaré a bosquejar aquí leza inhumana»), de sustrato al que remite todo hablar y todo actuar.
,1grandes rasgos el pensar lyotardiano, en mi opinión mucho más in- Contra el intertextualismo cerrado, pues, Lyotard alude a un stásis, a una
icresante que el libro famoso. detención -y rebelión- subitánea de las cadenas sintagmáticas, para
La empresa filosófica de Lyotard apunta a lo que podríamos llamar dejar entrever en esa rotura (en ese «rasgo») lo indecible e irrepresenta-
el «corazón negr?» de la filosofía francesa contemporánea: el enigmá- ble: el id, el objeto oculto de todo deseo. Quede a juicio del lector si
IICOilya presentido (no se puede sentir ni pensar) por Levinas y Blan- ese Objeto (como el «Objeto a» lacaniano) remite a la vida o a la muer-
chot, el «afuera» del pensamiento, en Foucault. Lyotard lo denomina, te, o si lo hace simultáneamente a ambas, al ápeiron cantado al alba de
WIl expresión que para un heideggeriano sería confundente: la «Pre- la filosofia occidental.
xcncia»: aquello que, fenomenológicamente, sería la «Cosa» en que se Por último, Gianni Vattimo bien podría gloriarse de haber recibido
prensa, la «Cosa» de la que se habla (también Lacan vislumbrará tras directamente la anticipación del postmodernismo -existencialismo
1.1( .Ip.1prelingüística de lo «imaginario» y lingüística y normativa de lo como ontología de la libertad, y hermenéutica, respectivamente- de
.(,illlbóliC(~»,el esquivo zócalo de lo «real». Presencia pura, y, como tal, la mano de dos maestros de la «segunda generación»: Luigi Pareyson
11I11111/ radicalmente impresentable, es ella, con su insidiosa latencia, la (en Turín) y Hans-Georg Gadamer (en Heidelberg). A través de ambos,
que l'SI.íen la base de la concepción lyotardiana de los dijJérends, de y de una fuerte vinculación con un marxismo no ortodoxo -como
.iqucllo qu . hace ren~~ar de todo consenso (contra Habermas), por hemos visto en los demás pensadores=-, asciende Vattimo a las fuen
l'Xlgt!que se .hagaJustlc~a a cada una de las partes en litigio, que utiliza les mismas de la postmodernidad: Nietzsche y Heidegger. Del primero
"1t'glllleJH.'Sfrasales», «Juegos de lenguaje» incompatibles con la con- loma, entre otras, la idea de la crítica a la historia y la jovialidad ant el
IJ.III.1.Sólo que esta posición parece conducir a un dilema irresoluble: enigma del acontecer; del segundo, la radical falta de fundamentaci ' 11
.1)si realmente esos juegos son inconmensurables, entonces no hay «di- del ser (que él entiende como «debilitamiento»), de modo que éste se
In -ndo» entre ellos, sino una indiferencia recíproca (algo semejante loma en puro «acaecimiento» (Ereignis, que Vattimo tiende emper ,1
m UJre CO,I1, lo «Absolutamente Otro» levinasiano, respecto a la capaci- «secularizar» como «evento»), La conjunción de ambas teorías anárqui
tI.ld cogruuva del hombre), presente en un desmenuzamiento de «mi- GIS(en el sentido literal de «supresión» del Origen, del Principio y del
li orrclatos- flotando, aislados, en el espacio discursivo; por llevar las Poder) le permite propugnar una ontología hermenéutica nihilista «<al'
l ()S'~S ,1 un extremo que horrorizaría a Lyotard (él insistió, extremando grcmente- nihilista, diríamos), en la que la metafisica -el peso de 1,1
d r!trll.fll7 de Adorno, en que después de Auschwitz no sólo no podría tradición-e- no resulta empero algo «superado», sino «remontado» o
h.u crsc poesía, sino tampoco historia o filosofia en «metarrelatos- «1"1 rcido- (al efecto, utiliza la noción tardoheideggeriana de VerwindNII.~;
l (lIIlOel cristiano, el hegeliano o el marxista): tanta «razón» tendría el lomo cuando se remonta una montaña o se restablece uno de un.i
uvixionismo de un R. Faurisson (para quien los hornos crematorios enfermedad, sin dejar de portar interiormente sus huellas). D .stc
lt.lhd,lIl sido una patraña sionista) como, por ejemplo, Hannah Arendt modo, recupera Vattimo una noción ajena al universo de la mod mi
'11 su liidrmann enJerusalén; y b) si los diferendos no tienen más senti-
d.id: la idea romana de pietas, la «compasión» o «condolencia», n t,111
d(~ que e,1,de «estar en contra», desgastándose todos ellos en una polé- lo por el pasado, sino por nosotros mismos, que no podemos ni el .bc
IlIIl.I 'SI'rI,1y, en el peor caso, omnidestructjva. Pero podemos presen- 1ll0S desprendemos de una herencia a la que, sin embargo, nos r 'sisli
1.11 una ~aflda de ,Lyotard por la vía de 10 «sublime» que sería relativa- IlIOS,,1privarla de su presunta función «original», «rectora», Acog '1'd
111'JHc .urosa: al Igual que las categorías aristotélicas son irreductibles p.isado en la propia finitud. Tal sería la tarea propia de nucstr s dl.is:
l'"I~'l's~' p 'r todas ellas apuntan a un «ref rente», la sustan ia primera, .isumir la seadarizacián, sin perder el ornp nente profundo d solid.i
·1«individuo» (algo qu se pu de m strar, pero no decir ni rcprcs .ntar; Ild.ld Y 'nlr 'gol que r 'vestían los vi .jos valor 's r .ligio os. Un.1 1.11 '.1

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EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTIFICO DEL SIGLO XX
INTRODUCCIÓN. SEGUNDA PARTE (1971-2000)

también personal, como muestra el último Vattimo en sus últimos li- improductivos (como en 1984, de Orwell), impidiendo el acceso a la
bros -patéticos para unos, ejemplarmente valerosos, para otros-: genuina libertad, consistente en el escudriñamiento indirecto, sintomá-
Credere di credere (1996) y Dopo la cnstianitá (2002), significativamente tico, de 10 Real, sensu lacaniano. «Eso» real aparecería siempre como res-
subtitulado Per un cristianesimo non religioso. Vattimo arguye en efecto to (de ahí la atención absorbente a Schelling), presente siempre -per
que el cristianismo, secularizado por su propio desarrollo, por su pro- impossibile- como en retirada, a través de los esfuerzos por escapar a
pia ontohistoria (una noción que ya Heidegger anticipó en su La era de las neurosis (estructurales: un rasgo que recuerda a Althusser) provo-
la imagen del mundo, de 1938), hace refulgir precisamente ahora, en su cadas por el conjunto hegemónico de coordinadas. Se trataría, pues, de
devenida debilidad, valores «mortales» que pueden ayudar al hombre «purgap>una y otra vez lo Real de esa «interesada» contaminación por
de las sociedades tardomodemas a desarrollar una verdadera democra- parte de 10 simbólico: el órgano del Poder.
cia, más allá de los valores impuestos por el mercado y la «banalización» Que esta intrincada concepción, todavía in fieri, sea 10 propio de
de la sociedad (algo que, durante un tiempo, Vattimo defendió -muy una agonía del postrnodemismo (eso sí, locuaz y estrambótica, en
,11 estilo postrnodemo- como garantía de pluralismo y tolerancia). agreste contraposición con la «dulzura» del último Vattimo), o repre
De este modo, sin embargo, el carácter bronco, agresivamente nihi- sente más bien un fiero despertar de las mejores tendencias nihilistas de
lista del postmodemismo francés (del «il y a» a la Présence) corre el peli- este movimiento, uniendo a él las formidables fuerzas -reinterpreta-
gro de languidecer en un bienintencionado sentimiento de solidaridad das hasta hacerlas casi irreconocibles- del antiguo «enemigo»: el idea
literalmente «falta de fundamento». Frente a los desafios que está reci- lismo alemán, es algo que está aún escondido en los pliegues del futuro.
hicndo el pensar actualmente por parte de la informática, de la bioge- y la filosofia, como dijo Hegel, ha de guardarse de ser proféticay edi-
I1l't ica y de la política del Neto World Order, no parece que ese -con ficante.
todo- valeroso empeño pietoso pueda oponer algo más que una iróni-
(.1, Yhasta sarcástica sonrisa debeladora de tanta hipocresía. Pero qui-
I'.•í sea necesario un embate más violento, una correspondencia del

pensar a las agresiones del nuevo milenio.


A este respecto, algunos comienzan a ver en la -un tanto exóti-
l.l figura del esloveno Slavoj Zizek (1949) una nueva oleada, más
pujante y heterodoxa, del postrnodemismo. En este caso, Zizek se aco-
ge claramente al Hegel de la Fenomenología y a Schelling (cuyas fasci-
n.uucs Weltalter o Las edades del mundo estudia en una obra importante:
'l[n: irreductible remainder), para combinar una fuerte impronta marxista
c on la observancia del «liberador» de Freud, Jacques Lacan. En el más
gl'lluino estilo postmodemo (en este caso, más cercano al americano
qlle .11 francés), Zizek ejemplifica -o interrumpe- arduas meditacio-
IIt'S psicoanalíticas o schellingianas para aludir a la masturbación pú-
hlit.l, ,1 un film de Hitchcock o de Cronenberg, o una obrapop. Azo-
tl' l' irritación -o irrisión, según los casos- de los académicos, Zizek
prosigue, sin embargo, la misma labor de desmantelamiento de las es-
t ructuras burguesas del mundo del capitalismo tardío. Para empezar,
I idiculiza la supuesta «tolerancia» hacia los excesos actuales (que tanto

csc.indalizan a las almas pías), señando que esas «aberraciones» forta-


kl en las verdaderas coordenadas de la sociedad, en lugar de amenazar-
1.1S. Como en la «serie negra» de las películas americanas, la producción
dt' difcl'<.'nciasculturales ocasionaría más bien la generación de sueños

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