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EL LEGADO FILOS6FICO y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX

. Pe~o la experiencia compartida más próxima a la comunicación sin


dIsto.rslOnes la depara en su opinión la obra de arte. El arte como expe-
nenaa adelant~ una teoría de la ~omunicación artística en la que la
obra d~ arte ~olo logra su cometido cuando opera en la experiencia
de al~len mas qu.e,su cr~a~or. Dewey propone integrar los procesos de
c~eaclOn y recepClo~ artística como modos simétricos de la experien-
Cla; ~n uno y o~r?, ciertos segmentos de la experiencia devienen objetos
estetuos al adquirir controladamente propiedades formales. Pero las for-
mas a~ísticas tienen su historia natural en la experiencia humana. El
cometido de una teoría estética es según Dewey restaurar la continui-
dad de la experiencia estética con los procesos de la vida cotidiana.
Dur~~t~ mU,chC?sañ~s pewey reconoció en Democracia y educación
CAPÍTULO 4
la exposición mas ,sl.stematlCa de su filosofía. La obra se convirtió pron-
taI?e~t~ en un clásico de la filosofía progresista de la educación. Sus
pnnCl~lOs fueron aplicados, con mayor o menor éxito, en reformas
La emergencia de la filosofía analítica
educativas de Turquía,. ~éx:ico y la Unión Soviética. En 1992, Hilary y LUIS M. VALDÉS(coord.)
Ruth Anna Putnam reivindicaron su vigencia para abordar el problema
de la educación multicultural.
Tampoco El arte como experiencia pasó desapercibido. El hegeliano
1. GOTILOB FREGE (1848-1925): L6GICA y LENGUAJE
Benedetto Croce cue,stio.nó la o~ginalidad de las ideas deweyanas y
mantuvo durante algun tiempo cierto debate con Dewey. La crítica de LUIS M. VALDÉS
arte de su país celebró el libro como la gran aportación de Estados Uni-
dos a la estética del siglo xx.
La carrera intelectual del Gottlob Frege puede dividirse en cinco pe-
ríodos. El primero llega hasta la publicación ~e la Conceptografía .(1879),
la primera axiomatización de la lógica de pnmer orden (enunciados y
predicados). El objetivo de Frege en esta etapa es diseñ~r un simbolisr;t?
que permitiera verificar la corrección de las demostraClones maternáti-
cas atendiendo sólo a sus rasgos estructurales. El segundo abarca hasta
la publicación en 1884 de Los fundamentos de la aritmética obra que, a
decir de Dummett, señala la transformación de Frege de matemático
en filósofo. En este libro Frege esboza la estrategia para reducir la arit-
mética a la lógica -lo que se conocerá como logicismo-- toma con-
ciencia de cómo la elucidación de ciertos problemas lógicos y/o aritmé-
ticos impone el uso de toda una panoplia de conceptos perten~cie~tes
a la filosofía del lenguaje. El tercer período llega hasta la publicaci n
en 1903 del segundo volumen de Las leyesfundamentales de la aritmética,
,1 intento d poner en prá tica el programa esbozado en Losfundamen-
/0.1'. Es ahc ra uando Fr ge desarrolla su má famosas ideas I gi -filo
sófi as y semoÍti ,1S en «Funci n y n epto» (1891), «S br sentido y
I -1"')" '1) ·i.l» (1 H92) Y "Sol re .onc .pto y obj .to» (1892). La (//"'/I/I'/II//(/

1 ')
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EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 4. PRIMERA PARTE

-parte de 1903 y todo 1904- está dominada por la profunda depre- lisis a otras funciones que tomaban como argumentos objetos que no
sión en la que Frege se sumió al recibir la noticia de que Bertrand eran números. De este modo, «Aníbal tomó Sagunto» se podría des-
Russell había descubierto que su sistema permitía la construcción de la componer en «Aníbal- y la expresión funcional «.¿ tomó Sagunto».
célebre paradoja de las clases. Por fin, el quinto período llega hasta 1925, Esta última expresión es insaturada y cuando se rellena con un argu-
fecha de su muerte. En él se embarcó en el proyecto inacabado de re- mento produce una expresión con sentido completo, que es su valor.
dactar un tratado de filosofía de la lógica -Investigaciones lógicas- del Pero la oración anterior puede también descomponerse en «Aníbal»y «Sa-
que forman parte «El pensamiento» (1918), «La negación» (1918), gunto», por un lado, y la expresión funcional de dos lugares «oo.tomó .;»,
«Composición de pensamientos» (1923) y Generalidad lógica» (1923?). Hay expresiones funcionales que se completan por un solo argumento
Me referiré en esta exposición sólo a aquellas partes del pensamiento (propiedades) y por más de un argumento (relaciones) cuya estructura gra-
de Frege que son de importancia capital para la semántica y la filoso- matical ocultaba esta importante diferencia, esencial para dar cuenta
fia de la lógica. de algunas inferencias. Frege aplicó este análisis tanto a las conectivas
proposicionales como a las expresiones de generalidad. Tomemos, por
ejemplo, la proposición «Todos los hombres son mortales»; Frege no la
1.1. Lógica y gramática contempla como un compuesto de una expresión de sujeto «Todos los
hombres» y otra de predicado «son mortales», sino como una expresión
El proyecto del logicismo presentaba dificultades instrumentales funcional compleja de un lugar «Si x es hombre (Hx) entonces x es mor-
formidables. Por una parte, el lenguaje de la silogística aristotélica tenía tal (Mr)» que satura el cuantificador universal, unafunción de segundo ni-
limitaciones aparentemente insalvables. Por otra, el lenguaje ordinario vel que representaríamos ahora como '\Ix (Hx ~ Mx). Del mismo
no ofrecía, pensaba Frege, garantías de seguridad para su tarea: las am- modo, «Algunos filósofos son idealistas» se analiza como la expresión
bigüedades y vaguedades que lo aquejaban enmascaraban el contenido funcional compleja de un lugar «No es cierto que si x es filósofo (Fx) en-
conceptual(el soporte de las inferencias) de las oraciones. No es que Frege tonces x es idealista (Ir)» que satura una función de segundo nivel, esto
despreciara el lenguaje ordinario: pensaba más bien que entre éste y es: '\Ix (Fx ~ Ix) o, lo que es lo mismo,::Ix (Fx /\ Ix). Una vez liberado
el de la Conceptografía existía una relación compleja similar a la que se de «la tiranía que el lenguaje común ejerce sobre el pensamiento hu-
daba entre el microscopio y el ojo. El ojo es mucho más versátil: se apli- mano», Frege incrementó exponencialmente el poder expresivo de la ló-
ca a infinidad de objetos en múltiples situaciones; por el contrario, el gica y fue capaz de formalizar de manera sistemática las proposiciones,
microscopio sólo es eficaz allí donde se necesita un detalle concreto esenciales en matemática, que incluyen cuantificación múltiple.
(y esto quiere decir que en las situaciones ordinarias es perfectamente
inútil). El lenguaje de la Conceptografla es entonces un instrumento -se-
mejante al microscopio- que permite desnudar las expresiones lin- 1.2. El <principio del contexto»
güísticas dejando a la vista los contenidos conceptuales.
Al intentar explicar cómo el lenguaje ordinario disfrazaba tales En la introducción a Los fundamentos de la aritmética, la exposición
contenidos, Frege usó un arma que resultó ser muy fructífera (piénsese pro gramática del logicismo, Frege afirma atenerse a los siguientes tres
en la teoría de las descripciones de Russell o en la distinción entre estructu- principios: 1) «separar siempre de forma tajante lo psicológico de lo ló-
ra prcfunda y estructura supetfidal de Chomsky, por citar sólo un par de gico, lo subjetivo de lo objetivo»; 2) «no preguntar nunca por el signi-
ejemplos): se trata de la idea de que no debe darse por supuesto que las dis- ficado de una palabra aisladamente, sino sólo en el contexto de una
tinciones gramaticales son siempre pertinentes desde el punto de vista lógico. proposición»; 3) «no perder de vista jamás la distinción entre concep-
Así, en vez de analizar las proposiciones como compuestas de sujeto y to y objeto». El 2 enuncia el célebre «principio del contexto» que de
predicado -al modo de los gramáticos o de los lógicos aristotélicos- sempeñaría un importante papel en el desarrollo de la filosofla analíti
propuso descomponerlas en argumento yfunción. Por ejemplo, la expre- ea (piénscsc de nuevo en 1<1 teorla de las descripciones). En los Fundnmen
sión «2X2 + 1» representa una función de x que tiene el valor 3 para el los, Prcgc quiere csrnblcccr, por una parte, que un enunciado en el
argumento 1,9 para el argumento 2, etc. Pero Frege extendió este aná- que se .lsigll:1 UII número es lIlI.1 aserción sobre Ull (,()/'II'I'/I/O; por 011';1,

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EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO:XX CAPíTULO 4. PRIMERA PARTE

que los números son objetos (extensiones de conceptos), si bien no son ob-
jetos psíquicos o fisicos. Se pregunta entonces: «¿Cómo se nos dan los
números si no podemos tener idea o intuición alguna de ellos?» Su res- 1.4. Fuerza, tono, sentido y rqerencia
puesta reza así: «Puesto que sólo en el contexto de una proposición tie-
nen significado las palabras, nuestro problema se reduce a lo siguiente: Michael Dummett ha subrayado el hecho de que no exista en los
definir el sentido de una proposición en la que ocurre una palabra para escritos de Frege un término general para «significado» para cubrir
un número» Si, como Michael Dummett ha señalado, la filosofia ana- todo aquello que un hablante tiene que conocer implícitamente para en-
lítica aparece cuando el «giro lingüístico» se materializa, el principio tender una palabra o expresión. Frege distinguió, sin embargo, entre tres
del contexto parece ser su partida de nacimiento: en virtud de él, una ingredientes de esa noción preteórica: la fuerza (Krafi), el tono (Beleuch-
cuestión epistemológica -cómo podemos tener conocimiento de los tung o Farbung) y el sentido (Sinn). Lafuerza es lo que distingue, por
objetos de la aritmética- se convierte en una investigación sobre el ejemplo, una aserción de una pregunta y alcanza a las oraciones que
lenguaje, esto es, acerca de cómo podemosfiiar los sentidos de las ora- expresan contenidos enjuiciables (pensamientos) como un todo. Así,
ciones que contienen términos para números. (Dicho sea de paso, por ejemplo, en la oración condicional «Si se introduce en una solu-
Jeremy Bentham ya había usado en 1816 al analizar las ficciones lega- ción ácida papel de tornasol éste enrojecerá», la fuerza asertiva afecta a
les algo muy parecido al principio del contexto.) la implicación, pero ni el antecedente ni el consecuente están asevera-
dos. Frege sólo reconoció dos tipos de fuerza: asertiva e interrogativa,
puesto que pensaba que sólo estos dos tipos de oraciones expresa-
l.3. Función, concepto y objeto ban pensamientos. En este sentido la teoría de los actos de habla de
Austin puede entenderse como una generalización de la distinción entre
Los fundamentos semánticos de la Conceptografia estaban aqueja- contenido y fuerza a las demás fuerzas ilocucionarias.
dos de casi los mismos defectos que Frege imputaba a los matemáticos El tono comprende aquellos rasgos del significado de una palabra o
de su época: confusión conceptual. Argumentos y funciones son con- expresión que no son pertinentes para su contenido lógico y, por tan-
sideradas en esta obra como expresiones lingüísticas y los valores de és- to, no afectan a la verdad o falsedad de lo que se dice. Así, los térmi-
tas se identificaban unas veces con oraciones y otras, con su contenido nos «caballo», «rocín» o «jamelgo» no difieren en sentido sino en tono;
conceptual. «Función y concepto» intenta atajar este desorden separan- lo mismo sucede con oraciones como «Se casaron y tuvieron un hijo»
do nítidamente los signos -las expresiones de argumentos y las expresiones y «Tuvieron un hijo y se casaron».
.lit ncionales-« y lo que lo que esos signos signijican --objetos y funciones. En «Sobre sentido y referencia», uno de los artículos capitales de la
A su vez, el valor de la función «x tomó Sagunto- es también un objeto semántica filosófica contemporánea, Frege refinó su noción inicial de
si bien un objeto lógico-, lo Verdadero, para el argumento Aníbal, y lo contenido separando la nferenaa (Bedeutung) (el objeto al que se refiere
Falso, para el argumento Escipión. Un concepto pasa a ser una función la palabra o expresión) del sentido (el «modo de presentación del refc
cuyo valor es siempre un valor de verdad (por ejemplo, la función rente»), La primera no es un ingrediente del significado: quien no co-
«x tomó Sagunto- es un concepto, pero no lo es la función «La capital noce la referencia de una palabra o expresión no por ello deja de
de x») y las oraciones se consideran como nombres propios de objetos ló- conocer su significado. El segundo sí; pues el modo en que se nos da la
gicos (valores de verdad). A su vez, las conectivas lógicas son también fun- referencia tiene que conocerse para poder comprender el significado
ciones que ponen en correspondencia valores de verdad con valores de de la palabra o expresión de la que se trata. Frege aplicó este modelo a
verdad (por ejemplo, la negación pone en correspondencia un valor todos los tipos de expresiones: la referencia de un nombre propio es
de verdad con su contrario). Los cuantijicadores son de nuevo funciones de aquello por lo que está y su sentido es la descripción o descripciones
segundo nivel que ponen en correspondencia conceptos simples o que la singularizan; la referencia de una oracion declamtiua es un valor
complejos con valores de verdad; así «Todo es material» ("\Ix Mx) pone de verdad y su sentido es el pensamiento que expresa; una expresiáu
en correspondencia Mx con lo Verdadero si y sólo si Mx nombra lo Ver- [unrionn! expresa un sentido en el caso, por ejemplo, de un.i función
d.idcro para todo argumento y con lo Falso si éste no es el C.150. ,lIitm{,ti( ,1, ('st.l se nos d,l 1Ofl1() una pnKl'dilllit'nto p.utic ul.u 1),lJ,1

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computar su valor dados sus argumentos- y tiene como referencia un el cual los desarrollos posteriores habrían sido simplemente impensa-
concepto, etc. Esta distinción le permitió a Frege explicar por qué bles. Su antipsicologismo es también una de las señas de identidad de la
un enunciado de identidad verdadero como «El Naranjo de Bulnes es filosofia analítica, si bien Frege no fue el único ni el primer antipsico-
el Picu Urriellu- es informativo, mientras que «El Naranjo de Bulnes logista de su época: se le adelantaron Bolzano y Lotze en Alemania y
es el Naranjo de Bulnes- es verdadero pero trivial: los nombres «Picu en Gran Bretaña lo patrocinaron Spencer, Jevons e incluso los neo-
Urriellu- y «Naranjo de Bulnes- tienen como referencia la misma mon- hegelianos, de quienes lo tomaron filósofos analíticos tan representati-
taña, pero su modo de presentación -su sentido- es diferente. vos como Moore y Russell. Michael Dummett, el mayor estudioso de
Frege de los últimos treinta años, sostiene, no sin fuertes objeciones,
que ha de considerársele no sólo como el padre fundador de la lógica
1.5. El tercer reino matemática, sino también como el de la filosofia analítica y del «giro
lingüístico». Dummett argumenta que uno de los rasgos definitorios
U na parte muy importante de la obra de Frege en filosofia dellen- de la filosofia analítica lo constituye el haber reemplazado el modelo
guaje y de la lógica trae causa de su rechazo a la importación de con- filosófico cartesiano con la epistemología ocupando el papel de filoso-
e cptos psicológicos en lógica y del deseo de «impedir que se borrase la fia primera por uno en el que es la lógica -o la filosofia del lenguaje-
lrontera entre la lógica y la psicología». Aunque las bases para su críti- la que lo desempeña (véase 1.2. «El "principio del contexto?»), En cual-
1.1 al psicologismo se pusieron en Los fundamentos de la aritmética, es en quier caso, es indudable que los trabajos de Frege sobre semántica y fi-
1.1 primera de las Investigaciones lógicas -«El pensamiento»- donde se losofia de la lógica han diseñado el escenario en el que se discuten aún
desarrolla de forma particular el primero de los principios allí formula- hoy en día muchas de las «grandes cuestiones» de la filosofia dellen-
dos: «separar siempre de forma tajante lo psicológico de lo lógico, lo guaje contemporánea.
xuhjct ivo de lo objetivo».
Un pensamiento (Gedanke) es para Frege el sentido de una oración
BIBLIOGRAFÍA
dccl.irativa, el portador de su verdad o falsedad, que es objetivo en cuan-
to que no necesita portador -a diferencia de las representaciones que
Obras de Frege en castellano
necesitan ser «representaciones de alguien»-, que es capaz de ser ver-
d.ulcro o falso independientemente de que sea captado o creído por al- FREGE, G., Conceptografía. Losfundamentos de la aritmética. Otros enseyos filosofi-
guiel1 y que puede ser compartido por muchos, En el esquema ontoló- cos, trad. de Hugo Padilla, México, UNAM, 1972.
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tm ",Oll h.ibitantcs de un «tercer reino» de objetos abstractos que Tecnos, 1974.
II¡IIIIN,! t.uuo con el reino de los objetos fisicos como con el de enti- Investigaciones lógicas, trad. de Luis M. Valdés, Madrid, Tecnos, 1984.
11.1111".I'\I( (Ilógicas como las representaciones. Esta concepción del sen- Escritos filoscficos, trad. de Ulises Moulines y Andrés Rivadulla, Barcelona,
Ildll 11111'111.1 g,lI.1lltizar su objetividad al precio de no explicar cómo las Crítica, 1996.
11\('1111'\ individuales pueden entrar en contacto con objetos que están Ensayos de semánticayjilosqfía de la lógica, trad. de Luis M. Valdés, Madrid,
Tecnos, 1998.
1111'1,1 !Ir I.IS coordenadas espacio-temporales y a los que no hay acceso
\('11.\111 i.il,

Obras sobre Frege

l.ü, ¡;I'I:~{'.Y los orígenes de lafilosofla analítica DUMMET, M., Frege: PlJilosop~y f!fLanguage, Londres, Duckworth, 1973; 2: cd.,
1992.
Lo que, más o menos vagamente, conocemos hoy en día como «fi- 77)(' l/lfl'IImf(lfio/l q/"firrgl' ~¡Pbilosopb». Londres, Duckworrh, 1981.
loso/la analítica» debe mucho al trabajo pionero de Frege. Por una par- l·i·I:~(,:l'!Jil().lOp/~y1!/MnfIJl'll/tllil".\·, Londres, Duckworth, 1991; rcirnp. en 1995.
le, su Oll/tl'/,lop;rr(jTrl proporcionó el instrumento de análisis lógico sin ¡:1'I:~f tI/u! Othrr P¡'ilo.llljlllI'r,\·, Oxíonl, Cl.ircnclon l'rcss, 1991:1,

1.11
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EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPíTULO 4. PRIMERA PARTE

The Origins of Ana!ytical Philosopby, Cambridge, Mass., Harvard University de inspiración de su hedonismo moderado en el que los bienes supremos
Press, 1993. son el arte y el amor.
KENNY, A., Frege. An Introduction to the Founder of Modern Analytic Philosopby,
Aunque uno de los principales propósitos de los Principia es argu-
Londres, Penguin, 1995 [trad. esp.: Introducción a Frege, Madrid, Cátedra,
mentar en contra del utilitarismo de MilI, las consecuencias que se ex-
1997].
SI.UGA, H., Frege, Londres, Routledge, 1980.
traen tienen un alcance más amplio. Sostiene allí Moore que los valo-
TI 11 EL, CH., Sinn und Bedeutung in der Logik Gottlob Freges, Anton Hain Verlag, res éticos supremos son indefinibles, de modo que el intento de analizar
1960 [trad. esp.: Sentido y riferencia en la lógica de Gottlob Frege, Madrid, Tec- un concepto moral como bueno en términos como «preferencia», «de-
nos, 1972]. seo», «utilidad», ete., comete lo que él denomina la falacia naturalista
(una falacia similar aqueja también a las teorías idealistas del valor éti-
co). Su argumento -emparentado, con la «paradoja del análisis»-
2. G. E. MOORE: ÉTICA y SENTIDO COMÚN puede enunciarse con sencillez: proposiciones como «Lo bueno es lo
deseado, etc.», son proposiciones sintéticas y, por tanto, no pueden
LUIS M. VALDÉS capturar totalmente el significado de «bueno». El cuadro resultante es
un tipo de realismo moral en el que lo bueno es tan objetivo como cual-
En una de las versiones del prólogo de las Observaciones jilosijicas de quier hecho flsico -sin ser ello mismo un hecho flsico=- y en el que
Wittgenstein puede leerse: «Nuestra civilización [...] se ocupa de cons- las proposiciones fundamentales de la ética son verdades necesarias
truir estructuras cada vez más complicadas [...]. Considero, sin embar- que hacen referencia al valor intrínseco de diversos estados de cosas.
go, que la claridad y la perspicuidad son valiosas por sí mismas. No es- De tales valores no somos conscientes por la percepción -al modo
toy interesado tanto en construir un edificio como en tener una ver- que lo seríamos de, por ejemplo, la propiedad «ser rojO)>-- sino por
sión perspicua de los cimientos de los edificios posibles» Esta dualidad medio de alguna intuición puramente intelectual parecida a aquella me-
entre «constructores» ---cuyo ejemplo paradigmático de primera época diante la que, por ejemplo, captamos los objetos matemáticos. Desde
l'~B. Russell- y «clarificadores»---con G. E. Moore como precusor-e- es luego, esta tesis exige una explicación de cómo somos capaces de conocer
fiel reflejo de las dos «almas» que, desde sus inicios, han animado el los valores y de cómo nos motivan para actuar. El intento de responder a
desarrollo de lo que se conoce como «filosofía analítica». El propio estas preguntas conforma el núcleo de muchas teorías éticas y polí-
Moore reconoce esta adscripción al afirmar en su Autobiografta: «No ticas contemporáneas como el naturalismo, el emotivismo o el con-
creo que el mundo o las ciencias me hayan sugerido jamás ningún pro- tractualismo.
blema filosófico. Lo que me han sugerido problemas filosóficos son las
losas que otros filósofos ha dicho sobre el mundo o sobre las ciencias.
1 ... 1 Tales problemas son principalmente de dos clases: 1) el de intentar 2.2. La rifutación del idealismo y la defensa del sentido común
c.iptar realmente qué demonios quería decir un filósofo cuando expo-
nia sus tesis, y 2) el de descubrir qué razones había para suponer que En «La refutación del idealismo» (1903) Moore lanza un demol
lo que él quería decir era verdadero o falso.» dar ataque contra los fundamentos del neohegelianismo triunfante en-
tonces en las universidades británicas y al que Bertrand Russell iba a s '-
cundar «con cierto sentimiento de emancipación». Moore intenta d ,-
2.. l. La falacia naturalista mostrar que la tesis de Berkeley de que esse es! percipi (ser es s r
percibido) sólo es plausible en virtud de la confusión entre los objetos
Principia ethica (1903) es el primero de los libros de Moore y el que, de percepción y el acto de percibirlos. Al enunciar que ser es ser percibid
de entre todas sus obras, tendría un impacto más rev lucionario y du- los idcalisras quieren hacer un enunciado informativo, pero actúan al
r.idcro. Los miembros del grupo de Bloomsbury -J. M. Keynes, mismo ti mp m si estuvieran ante una identidad carente de e ntc
l.yuon Strachey, E. M. Forster, Vanesa Bell y Virginia Wolf, entre nido para 1.1qu ' no se r qui 're dcrnostra .ión alguna. Esto .s 1",11"1
otros lo hicieron inmensamente popular al enconü.n .n '11a fu .m Moorc un.t 1ru ·b.l ti . qu . S' ·sl.l pasando por alto 1,1distinci in cnn . 01

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EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENIÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 4. PRIMERA PARTE

reto y contenido; pues aunque es verdad que una sensación de rojo y


otra de amarillo tienen algo en común -la conciencia de su percepción-
eso no debe confundirse con lo que las diferencia, a saber: su objeto, lo 2.3. Filosofíayanálisis
rojo o lo amarillo, que no depende de que alguien lo perciba. Además si,
como Moore defendía, los objetos del pensar son proposiciones -estados Moore admitió que una de sus grandes frustraciones filosóficas era
de cosas posibles- que son verdaderas cuando éstos se dan de forma el no haber podido dar una explicación satisfactoria de en qué consis-
electiva, se sigue por un razonamiento similar que los actos de pensar te el análisis de una proposición. (La mejor exposición de su concep-
tampoco han de ser idénticos a sus objetos y que, por consiguiente, no hay ción del análisis se encuentra, dicho sea de paso, en su breve respuesta
relación interna alguna -como sostenía, por ejemplo, Bradley- entre a Langford en el segundo volumen de Schilpp [1942].) El examen de
1.1 verdad de una proposición y el que alguien la piense. un ejemplo concreto quizás pueda ayudamos a entender cuál es su
Moore fue atemperando gradualmente su realismo extremo inicial postura. En su «Prueba de un mundo exterior» (1939) Moore argumen-
fruto de su oposición militante al idealismo-o Por una parte, aban- ta famosamente a favor de la existencia de cosas externas extendiendo
donó su concepción de la proposición por las dificultades que le plan- una mano, señalándola con la otra y diciendo «Esto es una mano». Tal
teaba la existencia de proposicionesfolsas. Por otra, si bien en la «Refuta- proposición le parece verdadera, indubitable y perfectamente clara si
ción- aceptaba que aquello de lo que éramos conscientes en la percep- bien su análisis es problemático. ¿Por qué? Para Moore no hay duda de
l ión podía ser en muchos casos un objeto fisico, ocho años más tarde que conocemos proposiciones como la anterior y que éstas versan, en úl-
.idrnitía que debe distinguirse entre «lo que percibimos» y «el objeto fí- timo análisis, sobre datos sensoriales; ahora bien, esto plantea la si-
sico que creemos que percibimos directamente». A lo primero Moore guiente pregunta adicional: écómo se relacionan los objetos inmedia-
lo denominó «sensedata- (datos sensoriales) -un término con un lar- tos de nuestra percepción -los datos sensoriales- con la propia mano
go recorrido filosófico- y cuyo estatuto anta lógico no es esencial- que sabemos que existe? Pues ées lo que percibimos, los datos sensoria-
mente mental. les,parte de la supeficie de la mano (realismo directo)?; ées una representa-
Ahora bien, si todo lo que percibimos son datos sensoriales, los ar- ción no física de esa superficie (realismo representaaonalii; éo se trata
gumentos escépticos de los que se nutre el idealismo vuelven a cobrar más bien de que la superficie de la mano no es más que un conjunto
íucrza, pues ¿cuál puede ser la evidencia en la que descansa nuestra afir- de datos sensoriales efectivos o posibles (fenomenalismo)? Moore ensa-
mación de que hay objetos físicos? La respuesta de Moore en «Una de- yó una respuesta considerando, una detrás de otra, las tres opciones an-
tensa del sentido común» (1925) es que no necesitamos tal evidencia teriores para concluir que no era capaz de encontrar una solución a-
puesto que, como parte de la visión del mundo del sentido común, ya tisfactoria. Ahora bien, su impotencia para resolver este problema, le-
sabemos con certeza que hay tales objetos. Esta apelación al sentido co- jos de impulsarle a rechazar que conociéramos proposiciones cuya
mún no ha de contemplarse de forma aislada y dogmática, sino más verdad nos garantiza el sentido común -como «Esto es un mano»-
bien dentro del marco de los propios argumentos escépticos. «Si los argu- le reafirma en la tesis de que el sentido común no nos dice nada acero
mentos de Hume fueran verdaderos», dice Moore, «no podría saber ca de en qué consiste que tales proposiciones sean verdaderas.
nunca que este lápiz existe; pero sé que este lápiz existe y por tanto los Resulta tentador sugerir que la concepción de la filosofía de Moorc
.ugumentos de Hume no pueden ser verdaderos». Esto es: estamos más gira en tomo a la distinción entre conocer que una proposición es
\{:~lIroS de que existe este lápiz (y, por extensión, de que existen los ob- verdadera y su análisis correcto y concluir a continuación que «la filo
retos del mundo exterior) que de la corrección de cualquiera de las pre- sana es análisis». Sin embargo, Moore rechazó con todas sus fu rzas
misas y principios del argumento escéptico; por consiguiente, tenemos esta caracterización. No sólo no compartía la tesis de que todos los
derecho a usar esa seguridad para poner en tela de juicio tales argumen- problemas filosóficos podrían resolverse por medio del análisis, sino
tos y, en su caso, refutarlos. «No me imp rta -dice Moore- cuál es que también contemplaba con reservas la concepci Sn wittgcnstcniana
tu .irgumento; isi tu conclusión es inconsistente con el sentido común de que tal pr blcrnas surgen de malentendid s lingüísticos. Es m.is,
entonces tu argumento es [...] incorrecto puesto que su conclusión es nun a pensó que, '11 una cuestión filosófica, el rlt/r¡/JI.ltIIlrllIIlI tuvi 'S' 11,1
t.ilsa!». tura IeZ,I verbal. ;011 todo, 's ti iílcil sust r;l 'rSt' .1 1:1 imprcsión tlt' que

I \1\ 11',
EL LEGADOFILOSÓFICOY CIENTíFIcoDELSIGLOXX CAPÍTULO4. PRIMERAPARTE

Moore es un filósofo analítico; sobre todo cuando, en sus escritos,


lo vemos luchar denodadamente para clarificar perplejidades filosó-
Obras sobre Moore
ficas analizando las proposiciones en términos de las cuales están
formuladas. BALDW1N, T. R., G. E. Moore, Londres, Routledge, 1990.
KEYNES,].M., «My Early Beliefs», en TwoMemoirs, Londres, Hart-Davis, 1949.
LEVY,P., Moore: G. E. Moore and the Cambridge Aposties, Londres, Weidenfeld
BIBliOGRAFÍA & Nicolson, 1979.
SCHILPP,P. A. (ed.), The Philosophy cf G. E. Moore, Evanston, IL, Northwestern
University Press, 1942.
Obras de Moore

MOORE,G. E. (1899), «The Nature ofJudgment», Mind new series, págs. 176-193
[trad. esp. en Madrid, Encuentro, 2003]. (Se trata del artículo más tempra- 3. LA METAFÍSICADEL CONOCIMIENTO DE BERTRAND RUSSELL
no de Moore sobre el rechazo del idealismo.)
(1903), Principia ethica, Cambridge, Cambridge University Press, ed. revisa- FRANCISCO RODRÍGUEZ CONSUEGRA
da por T. Baldwin, 1993 [trad. esp. en Barcelona, Crítica, 2002]. (La obra
clásica de Moore sobre la teoría ética.) La concepción del lenguaje y el conocimiento de Russell en su
(1903), «The Refutation of Idealism», Mind new series, vol. 12, págs. 433-453
época «clásica», digamos entre 1903 y 1919, fue la más influyente de
[trad. esp. en Madrid, Universidad Complutense, 1991]. (Articulo clásico
sobre la distinción entre los objetos de percepción y el acto de percibirlos.)
toda su vida filosófica, y puede caracterizarse ante todo por su carácter
(1912), Ethics, Londres, Williams & Norgate [trad. esp. en Barcelona, la- fundacionalista. El fundacionalismo es la convicción de que existen
bor, 1968]. (Una exposición elemental, aunque interesante de la teoría ética elementos simples y últimos que, correctamente entendidos, pueden
de Moore.) dar cuenta de los demás mediante procedimientos reductivos, bien sea
(1922), Philosophical Studies, Londres, Routledge. (Recoge los más impor- en el campo de la ontología, de la filosofia del lenguaje o de la teoría
tantes artículos de Moore entre 1903 y 1919.) del conocimiento. Así, el fundacionalismo estuvo en la base del cél -
(1925), «A Defence ofCommon Sense», en ]. H. Muirhead (ed.), Contem- bre atomismo lógico, que fue la etiqueta utilizada por el propio Russell
porary British Philosophy, 2: serie, Londres, Alíen & Unwin; reimp. en para describir su filosofia de aquellos años, en estrecha conexión c n
Moore (1959) y Moore (1993) [trad. esp. en Barcelona, Orbis, 1984]. (La el tradicional empirismo británico, todo ello pasado por el tamiz del
formulación clásica de Moore sobre la visión del mundo del sentido
método analítico inspirado en las ciencias y practicado con recursos d '
cornún.)
la lógica matemática.
(1939), «Proof of an External World», Proceedings cf the British Academy, 25,
págs. 275-300; reimp. en Moore (1959) y Moore (1993). (La célebre demos- En la línea de Frege, la ontología russelliana de la época admitía
t ra ión de Moore de la existencia del mundo exterior consistente en seña- objetos y conceptos (incluyendo éstos las relaciones), que debidam ntc
lar sus dos manos al tiempo que dice «ésta es una mano-.) combinados constituían los hechos del mundo. Tales hechos se veían
(1942), «An Autobiography», en A. Schilpp (ed.), The Philosophy of G. E. reflejados por las proposiciones, compuestas de nombres y predicad s
Moore, Evanson y Chicago, Norwestern University. (La autobiografia que que se correspondían, respectivamente, con aquellos objetos y con .p
Moore escribió para el volumen a él dedicado en «The Library of Living tos. Los nombres lo eran si y sólo si nombraban un y sólo un obj '10,
Philosophersv.) Y lo mismo regía para los predicados respecto a los conceptos. in '111
(1959), Phifosophical Papers, Londres, Allen & Unwin. (Recopilación de los bargo, semejante isomorfismo entre lenguaje y realidad valía s61 para
más importantes artículos de Moore publicados entre 1923 y 1955.)
lenguaje onvenientemente regimentados, dado que el lcnguaj , ordi
(1966), Lectures on Philosophy, ed. de C. Lewy, Londres, Allen & Unwin. (Se-
I xrión de apuntes de las clases de Moore entre 1929 y 1934.)
nario, p and d ambigú dad e impre i i'n, daba incvitabl .mcnt .
(1986), G. E. Moore: The Earfy Essays, editado por T. Rcgan, Philadelphia, lug.ir a 1 d tip d problemas (11s fi o .
[lA, Tcrnpl University Press. (Una selección de 1m .utículos de Moore Entre tal 's probl 'mas estaba ,1 o asionado por las drsrripriaurs r/rll
WIt -spundicntcs al período emprendido entre 1119', y 1904.) I/ir/I/I, () 'Xpl -sioncs de 1.1 (Ollll.l "FI 1.11 Y cu.il.,», qu • Fr 'g • h.lhf.1 ."1

1 \i
F.I. LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTIFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 4. PRIMERA PARTE

milado a los nombres por designar aparentemente un y sólo un obje- que figuraban como sujetos se ven enriquecidas por una afirmación
to. Curiosamente, algunas descripciones no cumplían con semejante adicional, lo que permite dotarlas de valor de verdad. En nuestro ejem-
propósito, como sucede con «El cuadrado redondo», «La montaña do- plo, lo que era una proposición ni verdadera ni falsa para Frege, pues
rada», o «El actual rey de Francia», por lo que al ocupar el lugar del su- su sujeto carecía de referencia, pasa a ser claramente falsa mediante el
jeto de una proposición, daban lugar a la adscripción de propiedades a solo expediente de eliminar la descripción y mostrar la verdadera natu-
entidades individuales inexistentes. Para Frege, el problema se resolvía raleza de 10 que yacía escondido bajo ella. Es lo que se ha llamado el
mediante la distinción entre sentido y referencia: tales descripciones, al ejemplo supremo del análisis filosófico clásico, o el paradigma máxi-
igual que los nombres en general, pueden carecer de referencia, pero mo de la filosofla analítica.
conservan siempre el sentido, lo que hace que las comprendamos sin El nexo de la teoría, y su ontología subyacente, con la teoría del co-
necesidad de designar nada objetivo. Pero la noción de sentido le pare- nocimiento ha quedado ya señalado, a través de la alusión a la célebre
cía a Russell sospechosa de mentalismo, al tiempo que la admisión de distinción entre el conocimiento directo y el conocimiento por descripción. El
nombres/descripciones sin referencia como sujetos daba lugar, en el primero, también llamado por familiarización, es el conocimiento del
sistema de Frege, a proposiciones que carecían de valor de verdad, que objeto designado por un nombre, que debe poseer quien hace un uso
no eran ni verdaderas ni falsas, como sucede con «El actual rey de correcto de ese nombre; el segundo, también llamado por referencia,
Francia es calvo». es un conocimiento de carácter indirecto y lingüístico. El conocimien-
Para solventar esos y otros problemas, Russell inspirándose también to directo daba pie a la relación inmediata entre nombre y objeto, pero
en Peano, introdujo en 1905 lo que hoy se conoce como su teoría de las rápidamente dio lugar a un tremendo problema: dar precisión a la no-
descripciones definidas. En primer lugar Russell niega que las descripcio- ción de objeto necesaria para servir de anclaje al nombre. Tomemos,
nes sean nombres, como sostenía Frege, sobre la base de que las des- por ejemplo, un objeto flsico, pongamos una mesa. Puesto que el
l ripciones aportan información, mientras los nombres no lo hacen, li- nombrar equivale para Russell a señalar, ¿a qué señalamos cuando
mitándose a designar sus objetos. Por ello, si hemos de entender o usar nombramos una mesa? Si prolongamos la línea imaginaria que sale de
u n nombre, hemos de conocer directamente el objeto extralingüístico nuestro dedo al señalarla, esa línea iría a tocar la mesa en un punto de-
correspondiente, mientras que entendemos las descripciones con sólo terminado, y no en otros. ¿Es que lo que señalamos, y por tanto nom-
comprender sus elementos lingüísticos componentes. Pero si las des- bramos, es ese punto? No era ésa nuestra intención, pero es lo que
cripciones no son nombres, requieren un estatuto semántico distinto. concluimos con nuestra definición inicial de nombre. Para evitar ese
La idea principal de Russell aquí consiste en negar que las descripcio- problema Russell afinó la noción, llegando al concepto de nombre lógi-
nes sean auténticos constituyentes de las proposiciones en las que apa- camente propio, que debía nombrar un particular, con lo que todo lo an-
recen gramaticalmente: un análisis adecuado de su naturaleza muestra terior se complica.
que son prescindibles. El recurso básico de semejante análisis reducti- En efecto, un particular es una especie de unidad epistemológi a
vo consiste en eliminar el componente básico de las descripciones, el mínima, un dato simple y puro de los sentidos, por ejemplo una man
.irtículo determinado (o descriptor), reemplazándolo por una expre- cha de color sin extensión apreciable (para no dar lugar a distinguir par·
sión alternativa que, sin embargo, conserva las propiedades de existen- tes en ella), lo que por supuesto es relativo a la distancia del observa
cia y unicidad iniplícitas en aquél, y que hacen posible tomar las des- dor, las condiciones de luz, etc. Además, tiene la incómoda propiedad
cripciones por nombres. de ser fugaz, de durar sólo lo que dura nuestro acto de percepción, y
La mecánica de la transcripción es algo compleja, pero equivale a por tanto nuestro acto semántico de nombrarlo, llegado el caso, a tra-
sustituir, por ejemplo, «El actual rey de Francia es calvo», por «Hay un vés del correspondiente nombre auténtico: del nombre lógicarncnt
único individuo que reina ahora en Francia, y ese individuo es calvo», propio. Así, en puridad, no podemos nombrar dos veces el mi mo par
donde ya no aparece el descriptor, al tiempo que la descripción defini- ticular, a menos que no aseguremos de que sigue siendo objeto d '
da muestra su verdadera naturaleza: la de una auténtica afirmación. nue tra at n i n per eptiva ontinua: los particular s xist n sólo
on ello desaparecen la descripciones, se demuestra qu . no son nom- en nuestra m .ntc, y s ni uros, simples y, por tanto, indescornponibl 's
bres (son sólo shuholos ¡J/(()III/,I¡·/OJ) y, de paso, las proposici ncs en las , irr 'P .tihlcs, En conscrucnci.i, ni los nombres propios h.ibitu.il '.~

UH 11')
I-:J LEGADOFILOSÓFICOY CIENTíFICO DEL SIGLOXX CAPÍTULO 4, PRIMERAPARTE

(<<Sócrates»,«París», etc.) valen como nombres auténticos, ni tampoco lo


serían expresiones como «esta mesa», pues ninguno de ellos nombran
p.irticulares. Con semejantes restricciones la semántica de Russell no BIBLIOGRAFÍA
sólo se complicó, convirtiéndose en virtualmente inservible para el le n-
guaje ordinario, sino que sirvió de clara inspiración para el sistema fi- MOULINES, u., La estructura del mundo sensible, Barcelona, Ariel, 1973.
losófico del Tractatus de Wittgenstein, destinado a describir las condi- RODRÍGUEZ CONSUEGRA, F., Ensayos defiloscfla del lenguaje, Granada, Coma-
l iones más abstractas del nombrar y, por tanto, del conocimiento y del res, 2002.
mundo. RUSSELL,B., Los problemas de lafilosofla; Barcelona, Labor, 1970.
- Nuestro conocimiento del mundo externo, Buenos Aires, Losada, 1946; Mira-
Russell trató de completar su epistemología en Los problemas de lafi-
501,1964.
IIIJr!lla(1912), con toda una clasificación de las formas del conocimien- - «La filosofia del atomismo lógico», en Lógicay conocimiento, Madrid, Tau-
Io, en la que no podemos entrar aquí por falta de espacio. Sin embargo rus, 1966.
-cñalaré al menos que en esa obra amplía su noción de conocimiento - Análisis filos1fico, Barcelona, Paidós, 1999.
(1 irecto al conocimiento de los universales, es decir al conocimiento de
los conceptos, al menos de algunos de ellos, los de naturaleza más abs-
u.uta, especialmente los implicados en ciertas formas elementales de 4, LA FILOSOFÍA DEL PRIMER WIITGENSTEIN:
r.rzonamiento lógico. Ello constituía una clara separación del empiris- EL «TRACTATUS LOGICO-PHILOSOPHICUS»
11\0 tradicional, pues colocaba a tales conceptos a la par con los obje-
1m particulares, ontológica y epistemológicamente hablando, y por MANUEL GARCÍA CARPINTERO
1.11110 les otorgaba una naturaleza semántica nueva. En todo caso,
('S.I línea no fue desarrollada en obras posteriores, al menos en las El Tractatus logico-philosophicus de Ludwig Wittgenstein incluye en-
publicadas. tre sus enigmáticos epigramas observaciones sobre casi todos los pro-
I~n cambio, los particulares fueron la materia prima de su obra blemas filosóficos. Parece, sin embargo, claro que el objetivo central de
NII/',\/ro conocimiento del mundo externo (1914). En ella, Russell elabora su autor era clarificar los conceptos de conocimiento a priori ya poste-
UII programa de lo que podría ser un sistemafenomenalista de constitu- riori, insatisfecho como estaba con la virtualidad para hacerlo del pro-
( IÚIl de los objetos físicos en términos de particulares (o fenómenos) grama logicista de sus mentores Frege y Russell. A diferencia de la ma-
l'1I una mente determinada. Para ello se inspiró en obras anteriores de yoría de los conceptos que los filósofos intentan elucidar, la distinción
M,Kh, Whitehead y Moore, añadiendo recursos extraídos de la lógi- ({priori/a posteriori no forma parte del acervo conceptual del hombre de
( ,1 matemática, La construcción es compleja, pero la idea intuitiva es la calle. Con tales designaciones kantianas u otras (Leibniz: verdades de
\('Ilt illa: se trata de «construir», por ejemplo, una mesa clasificando, mzán/uerdades de hecho; Hume: relaciones entre ideas/cuestiones fáaicas;
ord 'liando y relacionando los diversos particulares a los que da lugar Platón: episteme/doxa), ha sido introducida por los filósofos como par-
( u.mdo la miramos, teniendo en cuenta las distintas direcciones des- te de diversas propuestas epistemológicas. Por lo demás, tal y como e
de I.IS que podemos hacerlo (o perspectivas). El programa no fue mu- ñalan Grice y Strawson en el curso de su célebre defensa de la distin-
c ho más allá de eso, pero otros autores lo retornaron y desarrollaron tiÓI1 «In Defense of a Dogma» (philosophical Review, 65, 1956) contra
111.\.'1 tarde, como Carnap, Goodman y Moulines. Por el contrario, I.IS aún más célebres críticas de Quine en «Iwo Dogmas of Empiricism»
Russcll terminó abandonando su concepción inicial de los particula- (in .luido en su From a Logical Point ofYieto; Cambridge, Mass., Harvard
1 es y el r momenalismo, y pasó con los años a defender teorías del co- l Inivcrsity Press, Z." ed., 1980), el uso que los filósofos hacen de e s
IllIl imicnt de carácter más estructural, donde se pueden construir couc .pt s p see los rasgos característicos del que hace el hombre de la
1m objetos y las teorías con elementos a su vez complejos, y donde <'111, de otr s uyo dominio e meramente intuitivo (saber, conciencia o
«l rmpirism inicial, y su correspondientes ontología y semántica, se drhcr; pongamos por ea o), sus eptible de elucida i6n filo 6fi a. Prim
l <11111 li .\11 hasta ha er ya casi irreconocible su vieja inspira i6n funda- 1 o, .xistc a ucrdo sustan ial s brc a os paradigrnáti s, in luidos ea
( 1( 111 .rl isl.!. ~m proy .cr.idos ,1 P;111 ir d ' los cj .rnplos usual s. uc l. Ti 'Ha gir,l ,11

1'11
1:.1.LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 4. PRIMERA PARTE

rededor del Sol, o que la savia yodada de ciertas plantas tropicales de- posibles con toda la matemática (Russell) o, al menos, con toda la arit-
sinfecta las heridas son casos paradigmáticos de proposiciones cuya mética (Frege). Para desarrollado, Frege y Russell buscaron caracterizar
verdad se conoce a posteriori; en contraste, lo son de proposiciones co- con precisión la clase de las proposiciones lógicamente verdaderas
nocidas a priori que siete más cinco son doce; que, dados dos puntos, (a la manera axiomática en que lo había hecho Euclides con la geo-
h.iy un círculo cuyo centro es uno y que contiene al otro; que, si dos metría) y proponer definiciones de los conceptos matemáticos (siete,
sucesos son simultáneos, y un tercero es posterior a uno de los dos, más, etc.) que permitieran reducir las proposiciones matemáticas a pro-
r.irnbién es posterior al otro, o que ninguna superficie es a la vez ente- posiciones lógicas.
r.unente roja y enteramente verde. Segundo, hay casos intermedios de No vienen aquí al caso los avatares de este programa, sino su capa-
diílcil clasificación: que cualquier cosa verde es extensa, que por un cidad para la elucidación de la distinción a priori/ a posteriori, algo a
punto exterior a una recta sólo pasa otra recta paralela a la primera, o lo que tanto Frege como Russell manifestaron expresamente aspirar.
que el momento es el producto de la masa por la velocidad (es duda- Como se dijo, un rasgo a primera vista característico de las verdades a
S() que sean siquiera proposiciones verdaderas). Por último, hay crite- priori es su necesidad: de algún modo, es imposible que sean falsas, que
Iios comúnmente asociados a la distinción, ellos mismos poco claros y lo que dicen no se dé. En contraste, las verdades paradigmáticamente
n xcsitados de elucidación: que las verdades a priori, pero no las a pos- a posteriori parecen a primera vista contingentes: lo que dicen se da,
trriori, son de algún modo necesarias, que las verdades a posteriori, pero pero podría no haberse dado. Un segundo rasgo antes mencionado
IlO las a priori, son de algún modo específico dependientes de experien- está en relación con éste; una verdad a posteriori depende específica-
I i.IS pcrceptivas.
mente de la experiencia perceptiva. Cabe pensar que, reduciendo las
Entre los ejemplos habituales de conocimiento a priori se encuen- verdades a priori a verdades lógicas mediante la sustitución de concep-
11.111proposiciones matemáticas. A finales del siglo XIX y comienzos tos que poseen definiciones por aquello q~e los define, como preten-
dd xx, Gottlob Frege y Bertrand Russell propusieron y desarrollaron, de el programa logicista, se contribuye a dar cuenta de este rasgo modal
micialrncnte de manera independiente, un ambicioso proyecto cana- que parece asociado a la distinción a priori/a posteriori.
I ido como programa logicista. He aquí otros ejemplos paradigmáticos El joven Wittgenstein se inició en la filosofía a partir de 1912 con
dc lo (1 priori de un tipo hasta ahora no indicado: (1) que, si los proge- Russell, y conoció después por indicación de Russellla obra de Frege.
nitorcs de uno son los progenitores de otro, entonces los progenitores Su propio proyecto filosófico, que culmina inicialmente en su única
dl'1 primero son también progenitores del segundo; (2) que cualquier obra publicada en vida, el Tractatus logico-philosophicus, parte de cuestio-
I )hj '10 extenso es extenso. Estas son verdades lógicas. Hay verdades a nar esta presunta virtud del programa logicista: a menos que explique-
/llIlIli que, :1 primera vista, no parecen verdades lógicas. Por ejemplo: mos el carácter a priori y, por ende, necesario e independiente, de la ex-
(1') quv, si uno es hermano de otro, los progenitores del primero son periencia de las verdades lógicas (y también, aunque esto parezca me-
I.II11hl{·11 progenitores del segundo; (2') que cualquier cuerpo es exten- nos discutible, de las definiciones), insiste Wittgenstein, el hecho d
,11 SIII cmh.irgo, es natural pensar que estas últimas proposiciones es- que podamos reducir algunas verdades a priori a verdades lógicas con
1.'111 (1)1I'IIIUid.1Spor conceptos que no son básicos, sino construidos ayuda de definiciones no nos ofrece mayor claridad de la que teníamo
1'111lid 1111( ióu .1partir de otros. Así, uno es hermano de otro, por defi- inicialmente. Frege y Russell dieron algunas indicaciones sobre la natu-
111111111, c u.uulo (DI) ambos tienen los mismos progenitores; un cuerpo raleza de la verdad lógica, que, a juicio de Wittgenstein, no resultan
('~, pt 11ddillitión, (Dz) un objeto extenso. Es natural pensar también muy iluminadoras. Russell resalta el carácter máximamente general de
qllt', ." 1111concepto ha sido construido definicionalmente a partir de [as verdades lógicas, su neutralidad respecto del tema. No sólo la prop si
OIIOS,IlO modif amos esencialmente una verdad en la que aparezca si ción de que todo objeto extenso es extenso es una verdad lógica; lo es
lo SUSIiI1Ii mas por su definición. Ahora bien, si en las verdades a prio- cualquiera con la estructura todo AB es B, algo por tanto más g ncral
11 ,11),\1'nl 'mente no lógicas (1') y (2') llevamos a cabo la operación de que el ea o particular ofrecido como ejemplo, verdadero tanto si el
u-cm pl.izar los conceptos definidos, respectivamente, por sus defini- tema son los objetos extensos, las personas simpáticas o las quirn 'ras
e ion 's (L 1) Y (Dz), obtenemos las verdades a priori lógicas (1) y (2). El .spcluznantcs. La verdad lógica última de la que derivan estos cj '111
!lmgr,II11.1logi ista pretende mostrar que operaciones de e te tipo son plos es UII.1verdad que nb.ircn :1 todas las verdades que podemos obre

11\ I
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 4. PRIMERA PARTE

ner poniendo conceptos apropiados en lugar de 'N y 'B'; y ésta es una gafas en unos, conservándolas en otros, ete.), en otros no lo hace. En-
verdad muy general. Contra esta sugerencia de Russell, Wittgenstein tender o pensar es representarse una situación, y hacerlo es separar los
replica que, por sí sola, la apelación a la generalidad no aclara la cues- cursos que el mundo podría seguir en dos clases, aquellos compati-
Iión; porque hay verdades generales ni a priori ni necesarias, como que bles con la representación de aquellos que no lo son; aquellos tales
lodo ser humano es mortal, o las leyes Hsicas más básicas. ¿Por qué un que, si el mundo real fuese uno de ellos, uno ganaría la apuesta, se cum-
mayor grado de generalidad habría de ser explicativo? Frege, por su plirían sus deseos o peticiones, serían verdaderas sus creencias, conjetu-
parte, indica metafóricamente que las verdades lógicas últimas desplie- ras o aseveraciones. Hablar o pensar es captar condiciones de verdad, aun-
,~{m el concepto de verdad como las normas éticas lo hacen con el con- que no sea captar verdades. Ulteriormente, cabría decir o pensar si las
cepto de bondad; pero tampoco se ve por qué que la Tierra gira alre- situaciones que uno se representa se dan sea cual sea el curso seguido
dedor del Sol despliega menos el concepto de verdad de lo que lo hace por el mundo real (son necesarias); si se darían si el mundo hubiese se-
que todo objeto extenso es extenso. guido un cierto curso, quizás no el que ha seguido (son posibles), o se
La propuesta del Tractatus es sutil e interesante, y ha influido gran- dan dado el curso realmente seguido, pero no dados otros cursos posi-
demente en la filosofía posterior. Pese a que su autor la presenta con bles (son contingentes); cabe indicar las situaciones en subjuntivo o en
elegante concisión, no cabe hacerle justicia en el espacio de unos pá- indicativo. Mas sólo gracias a que hablar o pensar es ya discriminar
rrafos. Tal concisión, por otro lado, hace que su interpretación sea mu- unos cursos posibles del mundo de otros.
cho más dificil de lo habitual. Lo que sigue es, pues, un mero bosque- Es un dato, pues, que entendemos lo que pensamos y lo que se nos
JO dogmático de lo que considero la propuesta central de la obra. dice; que ello no conlleva en general saber si el mundo representado por
Wittgenstein hace notar que la modalidad (la distinción entre lo lo que pensamos o se nos dice es realmente como se representa, pero sí re-
necesario, lo real y lo posible) no es algo adicional a la capacidad de re- quiere conocer algo modal sobre el mundo representado: a saber, qué cur-
presentar, sino constitutivo de ella. En el lenguaje se representan situa- sos podría seguir, y con cuáles de ellos es compatible lo que entendemos
l iones con diferentes virtualidades; se puede apostar por una situación, o pensamos. En general, para saber si el mundo es realmente como es re-
por ejemplo, que Mallory iba a alcanzar la cima del Everest en su mal- presentado se precisa investigación empírica: tal saber constituye conoci-
hadada expedición de 1924; se puede pedir a alguien que realice una si- miento a posteriori. El saber modal necesariamente implicado en la com-
ruación (a Dios que Mallory llegara, dado que uno ha apostado a favor prensión es, en cambio, según Wittgenstein, el conocimiento a priori pro-
de ello); se puede conjeturar o aseverar que se da una situación (que piamente dicho. ¿Cómo puede ser que lo poseamos? Si lo expuesto hasta
Mallory alcanzó la cima). Es un dato que los hablantes competentes en- aquí es original y convincente (en suma: que el conocimiento a priori es el
I i .nden qué situación se representa en todos estos casos, además de la conocimiento constitutivo de la comprensión de lo que se representa en
f ucrza o virtualidad con que se representa. Algo análogo ocurre en el los actos psíquicos y lingüísticos), quizás la contribución más importante
plano de lo que meramente pensamos; pensar es también representar- al «giro lingüístico» propio de la filosofía del siglo xx, la respuesta de
s(" situaciones en actos psíquicos de diferente tipo, desear que Mallory Wittgenstein a esa pregunta es notoriamente inverosímil, y, lo que es peor,
.ilcanzara la cima, creer que la alcanzó, etcétera. Es un dato que al pen- descarriada en lo que constituye su presupuesto fundamental.
x.ir sabemos qué situación nos estamos representando, además de sa- La respuesta de Wittgenstein (la teoría figurativa del significado) e
bcr de qué modo lo hacemos. No es un dato que entender los actos que la indicación de posibilidades y la discriminación entre ellas que
lingüísticos o saber qué pensamos conlleve saber si las situaciones re- es parte constitutiva de la representación lingüística o mental es una
presentadas se dan o no realmente; en todos los ejemplos anteriores, forma de significación por ejemplificación. Cuando el pintor nos da una
11110 sabe qué acto lingüístico o mental se realiza, sin saber si la situa- muestra del color que aplicará a la pared, significa por ejemplificaci6n:
t ión en cuestión se ha dado o no realmente. Pero lo que sí sabemos es el signo significa un color en virtud de que el signo mismo ejernplif e
I/lfl habría de ocurrir para que la situación representada se diese, El mun- ya ese color. mn virtud de qué significan los signos del lcnguaj natu-
do real es un curso de acaecimiento s de entre muchos otros cursos po- ral, o nuestros pensamientos, de esta manera los cursos posibles del
siblcs; en algunos de ellos, Mallory alcanza en 1924 la cima d '1 Everest mundo? En virtud d qu , di e Wittgcl1stcin, unos y otros ompart '11
(ron congelaciones en unos, sin ellas en otros; habiendo p -rdido sus un ci .rto tipo abstracto de sintaxis.
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 4. PRIMERA PARTE

Invocaremos una ilustración que el propio Wittgenstein sugiere de los lenguajes naturales dependen de sus rasgos sintácticos; si dos
para tratar de entender esto. Una oración castellana como 'Mallory as- oraciones difieren en significado, en general también lo hacen en cuan-
cendió el Everest' tiene propiedades sintácticas. Su propiedad sintácti- to a algunos de sus rasgos sintácticos. Los rasgos sintácticos específicos
ca fundamental es la de ser una oración gramatical (en contraste con de las oraciones, por su parte, son independientes de sus rasgos sernán-
'Mallory ascender el Everest'). Esta propiedad sintáctica está a su vez ticos. En algunos casos pueden no tener papel semántica alguno: en
determinada por otras: los rasgos fonéticos y gráficos en virtud de los castellano es obligatorio preceder un objeto directo con la preposición
cuales las palabras que hemos usado son palabras específicas del caste- 'a' cuando nombra un objeto animado; 'Irene golpeó Pau' no es gra-
llano; que 'Mallory' y 'Everest' son nombres y 'ascendió' una flexión matical. Pero es dudoso que la preposición tenga un significado en este
de un verbo transitivo; que 'Mallory' y 'el Everest' son sintagmas no- caso, como lo tiene en 'Sergi fue a la fuente' (donde significa en direc-
minales y 'ascendió el Everest' un sintagma verbal; que 'Mallory' apa- ción hacia). El Tractatus presupone que esta autonomía de los rasgos sin-
rece antes del verbo y 'el Everest' después, etc. Estos rasgos sintácticos tácticos de las expresiones lingüísticas respecto de sus rasgos semánti-
son específicosdel castellano; pero existen también rasgos sintácticos más cos también existe en lo que concierne a la forma lógica. Nótese, em-
abstractos, presentes también en otros lenguajes. Un rasgo sintáctico pero, que tales rasgos, gracias a su carácter abstracto, los tiene también
de 'Mallory ascendió el Everest' más abstracto que los que hemos men- la situación representada por la oración; en la ilustración, hay también
cionado es éste: que consta de una expresión ('ascendió') de una cate- en ella entidades que pertenecen a dos categorías diferentes (dos obje-
goría sintáctica «verbal», que requiere dos de una misma categoría dife- tos particulares y una acción), relacionadas entre sí de maneras especí-
rente, «nominal» ('Mallory' y 'Everest'), en diferentes relaciones sintác- ficas (cada particular desempeña un papel específico en la acción repre-
ricas respecto de la primera, para la construcción de una oración; a la sentada). Estamos aquí ante uno de esos rasgos significados según
categoría nominal, por otra parte, pertenecen expresiones que requie- Wittgenstein por ejemplificación en toda.representación. Entre ellos
ren expresiones de la categoría verbal para la construcción de oracio- no se cuentan sólo los rasgos categoriales o los constituidos por relacio
nes. Si quiséramos significar en latín lo mismo que en castellano signi- nes estructurales que nos han servido hasta aquí de ilustración. Se inclu-
ficamos con 'Mallory ascendió el Everest', la oración correspondiente yen también otros, significados usualmente por unidades léxicas como
tendría muchos rasgos sintácticos inexistente s en castellano; por ejem- la negación 'no' (con que se construyen formas lógicas de la categoría
plo, las expresiones correspondientes a 'Mallory' y 'Everest' tendrían «oracional», es decir, la categoría resultante de combinar apropiadamen-
las desinencias distintivas de los casos nominativo y acusativo, respec- te cosas como 'Mallory', 'ascender', ete., a partir de otras de esta misma
tivamente. Sin embargo, la oración poseería también el rasgo sintácti- categoría) o la conjunción 'Y (que combina dos cosas de categoría ora-
co abstracto que hemos indicado. En realidad, cualquier oración sinó- cional de un determinado modo en algo de la misma categoría).
nirna de un lenguaje natural ejemplificaría ese rasgo sintáctico abstrac- La diferencia entre la significación usual y la significación por
to. Llamaremos lógicos a estos rasgos sintácticos abstractos tan ejemplificación de rasgos lógicos constituye según Wittgenstein su
universales, yforma lógica de una oración al conjunto de sus rasgos ló- pensamiento fundamental (Iiactatus, 4.0312). Un término como 'as
gicos. Wittgenstein encomia la utilidad de los lenguajes artificiales di- cender' significa una entidad extralingüística, en al menos dos senti
scñados por Frege y Russell para presentar formas lógicas de una dos. En primer lugar, signo y significado no tienen otra cosa en común
manera perspicua; una oración como la anterior se formalizaría en el que la relación convencionalmente establecida entre ellos.
l11<lScomún de estos lenguajes, el de la lógica de primer orden (Lp)v, En segundo lugar, qué actos de ese tipo sean significados en UD 1 n
como R(a, b). guaje dado es también arbitrario, depende de qué aspectos del Inundo
Algunos rasgos sintácticos llevan asociadas propiedades semánti- xtralingüístico tengan los usuarios del lenguaje interés en significar. El
casoLas unidades léxicas de las lenguas, definidas por rasgos fonológi- aso de signos que significan por ejemplificación, como la muc: tra d .
l'OS y gráficos, tienen significados convencionales; la estructura consti- 01 r del pintor, es mixto. En tanto que caso de significación p r cj '111
tuida por un sintagma nominal referencial y un sintagma verbal signi- plif ación, el significado no es extralingüísti o en el prim r s .ntido:
(ica en general que el significado del primero tiene la propiedad ,1 signo mismo tiene la pr pi da 1 ignificada. í lo es, en arnbio, en ·1
significada por el segundo, etc. Los rasgos semánti 'os de las oraciones °
s 'gundo s .ntido, En el .a de la (' rl11,1lógi ';1,los signif .ad )s no mil

.16
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 4. PRIMERA PARTE

extralingüísticos en ninguno de los dos sentidos; no es posible signifi- suerte de «deducción trascendental» a priori, como parte de su teoría
car ninguna situación sin significar también por ejemplificación rasgos del significado. Cabe decir que la productividad del lenguaje y el pen-
lógicos de la misma. Los rasgos lógicos de los signos son significativos: samiento, la consideración central chomskiana a la que apela Jerry
para entender el signo, es preciso saber que en la situación representa- Fodor, el principal defensor contemporáneo del lenguaje del pensa-
da se dan esos mismos rasgos lógicos ejemplificados en el signo. Pero miento, es también mencionada por Wittgenstein para justificar la
no significan como lo hacen 'Mallory' o 'ascender'. existencia de una forma lógica significada por ejemplificación en los
Aquí reside, a juicio de Wittgenstein en la época del Tractatus, la actos lingüísticos y psíquicos.
única explicación posible de la naturaleza de los aspectos modales Otras dudas son más acuciantes. Si la propuesta de Wittgenstein
esenciales a la representación en general, y de su conocimiento a prio- constituye la explicación de la aprioridad, entonces no parece que pue-
ri. Donde no hay normas que establezcan restricciones, propiamente da ser conocimiento a priori ni (i) que siete es mayor que cinco, ni (ii)
hablando no vale todo, sino que la distinción entre lo que está permi- que un suceso dado no se precede a sí mismo, ni (iii) que esta superfi-
tido y lo que no, entre lo que es y no es posible no tiene efecto. La sin- cie no es a la vez enteramente verde y enteramente roja, ni (iv) que el
taxis (incluidos los rasgos lógicos) establece restricciones, y da así lugar rojo es un color. Las formas lógicas que estas afirmaciones parecen te-
a una distinción propia entre lo que es y lo que no es posible. Como ner son las que se recogen más perspicuamente en estas formalizacio-
hay normas precisas en virtud de las cuales 'Mallory ascendió ascen- nes respectivas en Lpo: R(a, b); -.R(a, a); -.(P(a) /\ Qfa)); P(a), que no
dió' es agramatical, la construcción 'Mallory' + 'ascendió' + 'el Eve- corresponden a oraciones lógicamente verdaderas; si ésas son sus formas
rest' es una posibilidad genuina, se profiera o no para llevar a cabo un lógicas, sería posible que las oraciones en cuestión fuesen falsas. En res-
acto lingüístico de un tipo, apuesta, petición, etc. Por la misma razón, puesta a este tipo de objeciones, Wittgenstein adopta la línea dellogi-
la situación representada por esa oración constituye una posibilidad, cismo, con ecos también en la neurocienciacognitiva contemporánea
un ingrediente de uno de varios cursos que el mundo real podría ha- de raigambre chomskiana. La estructura sin táctica superficial no es una
ber seguido. Que la oración significa una situación posible lo explican buena guía para determinar la forma lógica. Un ejemplo habitual de
dos hechos, ambos igualmente esenciales: los aspectos extralingüísti- Chomsky es el par 'Sergi es fácil de contentar' y 'Sergi es capaz de con-
cos del significado, en virtud de los cuales se vinculan palabras y enti- tentar'; tienen superficialmente la misma forma, pero en la forma lógi-
dades realmente existentes; y que oración y situación representada ca de la segunda una expresión (elíptica en la superficie) que constitu-
comparten la forma lógica que la oración significa por ejemplificación. ye el sujeto de 'contentar' está anafóricamente vinculada a 'Sergi',
Esta es, en su núcleo, la propuesta del Tractatus. Veamos ahora du- mientras que en la de la primera lo está una expresión elíptica que
das que surgen al considerada. No sólo los actos lingüísticos represen- constituye el objeto directo de 'contentar'. Tampoco 'si uno es herma-
tan; pusimos énfasis al comienzo en que los pensamientos lo hacen no de otro, los progenitores del primero son también progenitores del
igualmente. Ahora bien, en el caso de estos últimos no somos cons- segundo' se revela como la verdad lógico-formal que es hasta que n
cientes de que al pensar lo hagamos con signos que puedan tener ras- reemplazamos 'hermano' por su definición D2' indica Wittgenstein.
gos sintácticos, entre ellos la forma lógica postulada por la teoría figu- Esta réplica no es muy convincente; aunque la observación en que
rativa. ¿Cómo es que también en este caso representarse una situación se apoya sea correcta en general, no se ve muy bien cómo podría en-
es representarse una posibilidad? Aunque no seamos conscientes de contrarse una definición de 'rojo' y 'verde' del tipo de D , ya no diga-
ello, pensamos según Wittgenstein en un lenguaje, también con sinta- mos una en virtud de la cual (iii) o (iv) se revelen verdades lógi -
xis y forma lógica compartida con las situaciones representadas, signi- formales. El propio Wittgenstein se convencería de que las presuntas
ficada por ejemplificación. Si el lenguaje hablado está constituido por definiciones no existen. Y esto nos lleva a otra dificultad. Consider -
modulaciones de la onda sonora, presumible mente este lenguaje del mos una proposición en que se dice con verdad de otra que nstitu-
pensamiento lo estará por modulaciones de patrones neurona les de ac- Y' . nocirnicnto a priori. ¿No habría ella misma de er a priori? Ah 1',1
tivación y des activación. Muchos investigadores contemporáneos de bien, su forma Jógi a será la de P(a) en L"o' Algo análogo ocurrirá '011
la cognición aceptan la idea de un lenguaje del pensamiento; lo pecu- las I r I si iones en las que se enuncian los he h s de I s qu " se
liar en el caso de Wittg nstein es que la propuesta se deriva de una gún la ( 'orín del 7h/('/r/IIIJ, ti ., ende qu . unn I terminada prc posición
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 4. PRIMERA PARTE

sea a pnon; por ejemplo, la categoría lógica de los objetos de que la mundo, comunes tanto a los signos como a las situaciones por ellos re-
proposición trata. Para defender su tesis central (que la teoría figurati- presentadas; los signos están entre las situaciones del mundo, de ahí
va constituye la explicación de la aprioridad), Wittgenstein se ve abo- que compartan con ellas rasgos lógicos. Abandonada la tesis del Tracta-
cado a una posición absurda: los hechos relativos a la forma lógica, y tus de que la aprioridad se debe explicar en general de este modo, man-
sus consecuencias, sólo se pueden significar propiamente por ejempli- tener el presupuesto lleva a proponer (como al propio Wittgenstein en
íicación; no se pueden significar refiriendo a ellos, como se refiere a los su obra posterior) alguna teoría anti-realista de la aprioridad y de la ne-
objetos propiamente extralingüísticos. Es obvio, sin embargo, que las cesidad, de carácter en último extremo humeano, según la cual las ver-
proposiciones que constituyen el Tractatus no pretenden significarlos dades a priori o necesarias son algún tipo de proyección de nuestros há-
meramente por ejemplificación. Wittgenstein concluye de ello que bitos mentales o nuestras prácticas sociales.
son meras pseudoproposiciones, oraciones propiamente hablando ea- En las últimas décadas, y particularmente gracias a la influencia de
rentes de significado. Este modo de describirlo hace la situación más la obra de Saul Kripke, ha reverdecido con vigor una concepción anta-
.iccptable de lo que en realidad es, pues deja abierto que las proposicio- gónica de la necesidad y de la aprioridad, de carácter más bien aristo-
ncs del Tractatus tengan algún tipo de significado, aunque sea «impro- télico, profundamente realista. Decir que los movimientos iniciales de
pio». Mas la teoría de la obra no deja tampoco lugar para ello, sólo una partida de ajedrez fueron, 1. P4D, C3AD, es ubicarla en una clase
para el absurdo de que oraciones que no significan nada revelen, sin entre la de las partidas de ajedrez posibles. Q1é partidas de ajedrez son
embargo, verdades fundamentales sobre la naturaleza del significado, posibles viene determinado por la esencia, la naturaleza del ajedrez,
1,1 modalidad y el conocimiento a priori. (Así como, analógicamente, por lo que el ajedrez es; ello a su vez viene determinado por prácticas
sobre otras materias a las que Wittgenstein asimila sus tesis, sobre ética sociales y estados psíquicos de los individuos implicados; no existirían
() el sentido de la vida.) partidas de ajedrez, sin que existieran también convenciones y estados
Es, pues, preciso rechazar la tesis del Tractatus de que la teoría figu- psíquicos consiguientes. Mas ello no tiene por qué ser así en general.
1.11 iva constituya la explicación del conocimiento a priori. Esto deja en Consideremos un famoso ejemplo de Kripke. Con 'un metro' nos re-
pie la idea de que la explicación provenga de una teoría de qué es cons- ferimos a una propiedad espacial, una cantidad de longitud. Q1é posi-
titutivo de la comprensión del contenido de los actos lingüísticos o bilidades existan en cuanto a las propiedades espaciales está determina-
psíquicos. Tampoco hemos cuestionado la teoría figurativa en sí mis- do por la esencia o naturaleza del espacio; mas en este caso no hay nin-
111,1; la idea de que la significación de rasgos formales de las situaciones guna buena razón para pensar que ello a su vez dependa de lo que
representadas, neutrales respecto del tema en el sentido de Russell, su- sabemos a priori. Durante muchos años se pensó que el axioma eucli-
l cele en los casos más básicos por ejemplificación podría resolver vie- diana de las paralelas contribuía a determinar la naturaleza del espacio,
1.15 perplejidades en cuanto a la naturaleza específica, dentro de la cla- pero hoy no se cree así, como resultado en parte de datos empíricos.
\e más general de las verdades conocidas a priori, de las que tienen un Cuáles sean las propiedades esenciales del espacio, y por ende de las
r.u.icter propiamente lógico-formal. ¿Q1é hemos de pensar del presu- cantidades de longitud como un metro, es algo que bien puede ser co
puesto central del Tractatus sobre el conocimiento a priori? El presu- nacido (si es que es conocido) sólo como resultado de la investiga i n
pucst era que el carácter a priori de algunas verdades (y la necesidad empírica. Consideremos, por otro lado, verdades sobre las propiedades
en general) tiene su fundamento en propiedades autónomas de los sig- espaciales como la que nos ocupa de las que sí podemos decir que las
nos que las expresan; autónomas en cuanto que los signos las tendrían conocemos a priori. Un recurso que utilizamos para determinar on
independientemente de la naturaleza del mundo de los objetos extra- precisión de qué cantidad de longitud hablamos cuando usamos 'un
lingüísticos significados. De acuerdo con él, no cabe explicar que los 111 .tro' es postular un patrón de medida; como tal patrón se usa para
signos 1 ngan esas propiedades en virtud de características de los obje- 'un metro' la diezmillonésima parte del cuadrante del meridiano qu '
tm .xtralingüísu os por ellos significados. En el Tractatus, esta visión pasa por Iarís. Ah ra bien, no es una propiedad esencial de la cantidad
dcl conocirnicnt a priori y la necesidad, de claras resonancias kantia- tilo longitud .1 la qu ' nos r fi rim s con 'un metro' que la diczrnilloné
11.1\, 's .ompatible on una concepción realista de la verdad necesaria. \1111.1 p.ntc ti ·1cuadrante del meridiano que pasa por París la ej .mplif
Oué v 'Id,ld 'S Il ' • .sarias hay dcp ndc d rasg s muy <lb tra t S del qu .; podemos pcns.u c onsistcntcment« en situ.u ioncs posibles '11 que

I () I I
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX

la Tierra se contrae o expande aleatoriarnente, y la diezmillonésima


parte del cuadrante del meridiano que pasa por París no mide un me-
tro. Sabemos que ello no es aSÍ, al menos durante el tiempo en que ne-
cesitamos referimos a esa cantidad de longitud; de ahí que sea razona-
ble usar ese patrón de medida. Así, la verdad de 'la diezmillonésima
parte del cuadrante del meridiano que pasa por París mide un metro'
es conocida a priori. Es a prion, y sin embargo, contingente.
Las propuestas de Kripke son discutibles; pero sirven para mostrar
hasta qué punto requiere examen el presupuesto filosófico central del
Tiaaatus, común a la obra posterior de Wittgenstein, sobre el funda-
mento del conocimiento a priori. Según la línea kripkeana, lejos de ex-
plicarse qué es esencial a las cosas y qué es necesario a partir de propie-
dades autónomas de lo que las representa, es más bien al revés. Es en CAPÍTULO 5
último extremo la naturaleza de la cantidad de longitud a la que nos
referimos con 'un metro', cualquiera que sea y como pueda establecer- La filosofia como visión sistemática
lo la ciencia, lo que explica en parte la virtualidad de la diezrnillonési-
ma parte del cuadrante del meridiano que pasa por París para servir de
del mundo y del ser
patrón para ella, y por ende que 'la diezmillonésima parte del cuadran-
CIRILO FLÓREZ DE MIGUEL y JOSÉ BarRAN LLAVADOR
te del meridiano que pasa por París mide un metro' exprese una verdad
que sabemos a priori.
1. LA COSMOLOGÍA ORGANICISTADE WHITEHEAD

CIRILO FLÓREZ DE MIGUEl.

En nuestra interpretación de la filosofía de A. N. Whitehead


(1861-1947) nos atendremos fundamentalmente a su obra de 1929:
Proceso y realidad en la que expone su filosofía de la forma más acaba-
da. En esta obra, que podemos considerar uno de los grandes textos fi
losóficos del siglo xx, elabora una cosmología acorde con la teoría de
la relatividad, que denomina «filosofía del organismo» y la presenta
como una adaptación de la filosofía moderna en sus comienzos: la (j-
losofía moderna tal como fue pensada de Descartes a Hume. Se trata,
por lo tanto, de insertar la filosofía del sujeto tal como fue plant a
da por Descartes, Locke y Hume en el conjunto de una nueva co rno
logía; aquella que se corresponde con la teoría de la relatividad tal
como ésta ha sido formulada por Einstein a principios del siglo xx.
La nueva cosmología que aquí presenta intenta arti ular pcrrna
ncncia (Parménides) y devenir (Heráclito). Y pensada en térrnin S d ' 1,1
·i '11 ia flsica de su momento la nueva per pectiva que ad pta 11'Vil
onsigo ,1 rcernplaz de la no i n de mat ria státi a p r ,1 de '11 'rgí,l
ílu 'nt " qu . no ti .bcrnos 'nt .nd '1' '11 los térrnin si -ihnizianos el . una

IS\
EL I.EGADO FILOSÓFICO y CIENTíFICO DEL SIGLO XX CAPíTULO 5. PRIMERA PARTE

fuerza originaria, sino conforme a la concepción de Maxwell de la teoría entran en relación los perceptos de dos especies diferentes. En este mo-
electromagnética, que considera la realidad como estructurada a partir mento de la experiencia desempeña un papel fundamental el lenguaje.
de dos polos opuestos: positivo y negativo. De esos dos polos se gene- y en el tercero de los momentos tenemos el sentir comparativo, sínte-
ra una energía fluente, que se va organizando en «entidades actuales», sis de los dos anteriores, en la cual el sentir se nos da como sentir inte-
que a su vez forman nexos y sociedades que nos permiten ver el uni- lectual. Este sentir comparativo tiene en su fundamento un «sujeto»,
verso como un conjunto ordenado y complejo en el que coexisten si- que es el que integra en una identidad objetiva los dos elementos an-
multáneamente órdenes diferentes formados de entidades actuales, teriores. La forma subjetiva de este sentir genérico es la conciencia, que
con distintos valores según sea el campo en el que están integradas. La surge, por lo tanto, de los sentires intelectuales. En este planteamiento
noción de energía fluente es la que sustituye a la vieja noción de mate- la conciencia aparece como la cima de la experiecia, que sólo se alcan-
ria de las cosmologías antiguas. El universo todo es pensado, pues, za ocasionalmente. En esta interpretación la conciencia no es ninguna
como un sistema de energía fluente, con la creatividad como hilo con- sustancia como en Descartes, sino un parpadeo que surge en algunos
ductor, que va engendrando una pluralidad de sistemas ordenados. To- momentos especiales de la experiencia. De esta manera Whitehead su-
dos estos sistemas comparten una misma estructura geométrica, lo cual prime la noción moderna de sujeto percipiente y hace del yo un yo-
nos permite hacer mediciones en cualquiera de ellos. Una propiedad objeto entre los objetos, que nos es revelado a través de la experiencia
fundamental de este universo es la extensión tal como pensara Des- cognoscitiva. De esta forma hace del mundo un proceso creador «ca-
canes al principio de la modernidad. Y nosotros, como miembros de este nalizado» al estilo de Bergson dentro del cual un elemento fundamen-
mundo, lo percibimos siempre como extenso, aunque en él hay que tal es la novedad.
diferenciar claramente entre su potencialidad para la división extensa y Para explicitar de alguna manera esta su teoría organicista y evolu-
su .ictual división atómica. Esta distinción compagina bien la exten- tiva del universo compara el Scholium de los Principia mathematica de
sión con el atomismo, dos elementos fundamentales de la filosofIa de Newton y el Timeo de Platón. Y nos dice que el Scholium de Newton
Whitehead. y dicha compaginación encuentra su articulación en las es más abstracto y no ha sabido captar la realidad fluente del universo;
«entidades actuales», que son los elementos básicos de los que parte el mientras que el Timeo de Platón, que afirma cosas que pueden parecer-
sistema filosófico de Whitehead. Las entidades actuales son atómicas nos extravagantes, tiene una metafIsica profunda más acorde con la
mir.idas desde ellas mismas; y potencialidades matemáticas si las mira- concepción que él presenta del universo. De manera que podemos
mos desde el continuo extenso en el que pueden ir concretando su po- afirmar que su concepción del universo tiene un parecido con lo que
tCIHi.ilidad matemática. el neoplatonismo llamaba la natura naturans y que «supone» una espe-
1 •. 1S entidades actuales se «tensan» en lugares geométrico s y como cie de «demiurgo platónico» como el hilo conductor de todo el proce-
l'1l1''l:í.ISfluente se espacializan configurando el universo como un sis- so dinámico que es el universo, que él no analiza desde el punto de vis-
1 '111,1g(,olllt'lrico extenso, la «forma sustancial» más general, que ade- ta del sujeto cognoscente, sino desde el proceso mismo tal como va
m.h 11m permite explicar la epistemología como un proceso de «con- desplegándose en una multitud de eventos que al entrar en relación
( rl'! 11111 '" ( H·.ldola. unos con otros van dando lugar a eso que él denomina objetos, resul-
1 kllll() dl' este esquema de cosmología relativista encaja Whitehead tado de la composición de un cierto número de perspectivas. Por es
su ('p"t -mología, que quiere ser una actualización de la moderna epis- podemos decir que el principio directivo de su cosmología es la idea
1 ""l1lllgLI t.il como fuera planteada al principio de la modernidad de de que el cómo una entidad deviene eso es lo que es. Imitando la fam .
t)nl ,111's ,1 1 lu me y Kant. Su epistemología es una teoría de la expe- sa expresión de Berkeley de que esse est percipi en el caso de la filosofía
I in H 1.1entendida como el camino del sentir hacia la conciencia. organicista de Whitehead podemos decir que esse estjluere. Ese fluir O
1 •• 1 'xp .ricncia como sistema de interpretación del sentir es en su devenir del ser (proceso) es siempre bipolar encontrando en uno de I s
1 ,1\' un S .ntir fIsico que podemos asimilar al sentir indicativo en el polos la oncreción a tual del mundo y en el otro lo que él denorni
que LIS entidades actuales se muestran como objetos. En un segundo na . bjctos et mas», que podemos interpretar amo puros potcn .ial 's
momento t .ncmos el sentir perceptivo proposicional, que nos presen- para In dct .rminación de un he .ho, Así es amo t n mas qu ' cntcn
1.1 l." entidades actuales d ntr duna rcíer n ia simbólica n la qu dcr su idc,l ti' pro eso, -n cuyo trasfondo '5t.\ la id -.1 matcm.uica tlt'

1 ,1
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 5. PRIMERA PARTE

infinito, caracterizada por su vaguedad y no por algo perfecto y acaba- siones contradictorio, de intereses y de registros plurales, pues tan
do. Es el concepto que los griegos tenían de infinito y que encaja per- pronto escribía poesía, como epístolas, tratados, ensayos, novela, auto-
fectamente en la concepción del universo de Whitehead. El universo biografia. Siendo español, toda su obra la escribió en un magnífico in-
como proceso tiene su sentido en sí mismo al ir entretejiendo junta- glés, un idioma que adoptó o por el que quizá fue adoptado desde su
mente presente, pretérito y futuro en una unidad viva y dinámica, cuya temprana infancia. Autor contracorriente, no por voluntad de oposi-
esencia es el fluir. Esto hace que los que él llama hechos tengan una es- ción, sino porque sencillamente fue «a su aire», cultivando una sole-
tructura peculiar al estar encuadrados en este proceso dinámico en el dad, lejos de ensimismada o aislada, tan independiente como cosmo-
que se producen una infinitud de relaciones, dentro de las cuales es polita, abierta al diálogo y a la amistad con sus coetáneos. Algunos le
donde los hechos adquieren su verdadera comprensión. Esto es lo que llegaron a tildar de heterodoxo, aunque él mismo se consideraba, no
hace precisamente que la organicidad sea el principio constitutivo del sin cierta dosis de ironía, ortodoxo. Pensador en la frontera, entre dos
universo; lo que quiere decir que las reacciones de sus elementos sean siglos y dos mundos, Norteamérica y Europa, Santayana es un testigo
siempre nuevas y originales. tan cercano como narrador distanciado de algunos de los aconteci-
Whitehead distingue dos concepciones fundamentales de la natu- mientos sociales y culturales más relevantes de nuestra historia recien-
raleza que se han dado en la historia: la que podemos denominar tra- te. Desde esa perspectiva un tanto desasida, oblicua, que encontramos
dicional y la contemporánea. En la concepción tradicional la materia en sus ensayos y en sus modos de hacer filosofía, su vasta obra puede
es entendida como masa y el espacio como un receptáculo vacío don- entenderse mejor como un contrapunto extemporáneo a las vanguar-
de se sitúan los cuerpos. Y esta concepción de la naturaleza lleva con- dias intelectuales de sus contemporáneos. Y acaso esa misma extempo-
sigo una forma determinada de entender el movimiento, la percepción raneidad le mantiene al margen de la efímera caducidad de algunas
y la abstracción. La concepción contemporánea de la naturaleza en- propuestas del momento, al tiempo que proporciona a sus escritos el
I icnde la materia como energía y el espacio como una realidad en la «aroma» característico de un clásico. Por ello, las páginas de quien re-
que emergen una infinitud de eventos, que generan una infinitud de nunció a la enseñanza de la filosofía cuando mayores reconocimientos
Ida .iones. Esto es lo que hace que el concepto fundamental de esta vi- había obtenido, para dedicarse al oficio de «pastor de sus pensamien-
sión de la naturaleza sea el de proceso; así como el de la concepción tos», conservan en la actualidad la misma vigencia que cuando fueron
Irndicional era el de instante. Todo esto exige una transformación fun- escritas. Todas ellas representan, además, una variada síntesis de in-
d.imcntal en todos los conceptos de la filosofía, que es precisamente lo fluencias: algunas pertenecientes a una larga tradición -materialismo,
que intenta hacer este filósofo en su obra: Proceso y realidad. naturalismo, mística- y otras, fruto de su tiempo, que él mismo ha-
bría de ver germinar -pragrnatismo, realismo crítico, psicoanálisis-o
Su producción posee un carácter poliédrico que da cabida a múltiples
2. I,A ONTOLOGÍA DE SANTAYANA voces y lecturas, un amplio corpus que se ha materializado en más
de treinta libros publicados durante su vida y en más de una docena de
JOSÉ BELTRÁN LLAVADOR volúmenes póstumos.
El conjunto de escritos de Santayana se puede clasificar en dos eta-
La filosofía de George Santayana (1863-1952) constituye un caso pas claramente diferenciadas, los años de aprendizaje y la etapa de ma-
singular en ese riquísimo laboratorio de ideas que ofrece el panorama durez. La primera se fragua prácticamente en Estados Unidos, con la
íilosóf o occidental de la primera mitad del siglo xx, y del que toda- salvedad, no poco relevante, de los frecuentes viajes efectuados desde
Ví,lsoma deudores. allí al viejo continente. La segunda corresponde propiamente a su di -
En el a o de Santayana, la singularidad de su empresa filosófica es tan iarniento de Nort américa y a su estable imiento definitiv en
indisociable del perfil del propio personaje. Santayana es una rara avis, Eur pa a partir de 1911, uand Santayana ya ha umplido l s in
un pensad r extraordinario en su más literal sentido del término: fue- cu 'nt,l añ S. Entre un;'! y otra s pu de bscrvar un cambio ti ' énfasis
1.1 ti ' lo ordinario, de los lugares comunes, y de los m dos le hacer fi- en los lemas tratados a partir ti' un c:i'rl ) itin .rario que r .corrc int .
losofLl al u~ . antayana fue un filósof iróni o, desapegadc , en a I .~.~ distintos: l'sléli(()~, 'pislc!1lOll'lAios, onrológicos, Idigi()s()~,poli

I (1 ISI
EL LEGADO FILOs6FICO y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 5. PRIMERA PARTE

ticos, ete., y un enfoque para abordados que se sitúa en la zona limí- Con SAF, subtitulado «Introducción a un sistema de filosofía», el
trofe entre la literatura y la filosofía. Se puede apreciar la obra de San- pensador presenta un sistema que «no es mío, ni es nuevo». El propósi-
tayana como una polifonía que va introduciendo variaciones sobre to de Santayana no es establecer un corpus de proposiciones, ni fundar
una serie de temas recurrentes. De ahí que él mismo reconozca que un nuevo sistema donde poder apoyar el sólido armazón del conoci-
«mi filosofía nunca ha cambiado». miento. Al contrario, como él mismo se encarga de aclarar desde el mis-
El final de la primera etapa ya nos ofrece un precedente interesante mo Prefacio: «Me hallo en la filosofía exactamente donde me hallo en la
de algunas de las cuestiones que después conformarán su ontología in vida diaria» La vida diaria se refiere a aquella en que entra en juego la tra-
nuce. Así, a 10 largo de la pentalogía The Life ofReason (1905-1906),el filó- ma de creencias, intereses y temas urdidos por el sentido común, de ma-
sofo español nos ofrece una aproximación episódica a 10 que denominó, nera similar a aquella parcela de la que Moore, salvando las distancias de
utilizándolo como subtítulo, «las fases del progreso humano». Santaya- intención y tono, hablaba cuando proponía su lista de trivialidades: «En
na trazó aquí un fresco naturalista en el que da un amplio repaso a las el momento presente hay un cuerpo humano vivo que es mío. Este cuer-
instituciones humanas: sentido común, sociedad, religión, ciencia y arte. po ha nacido en una época pasada y desde entonces ha existido con con-
Considerada esta obra como una invitación vitalista a la acción, con in- tinuidad, aunque no sin cambios subyacentes, ete.» Tales creencias son
fluencias del pragmatismo, y en sintonía con el movimiento naturalista las que permiten, aun con toda la carga de dogma, superstición y quizá
de la época, fue saludada con entusiasmo. Santayana define The Life o/ sabiduría, concebir el mundo de la forma en que 10 hacemos. Pero el
Reason como una «historia sumaria de la imaginación humana», distin- programa trazado por Santayana en SAF, admitiendo la complejidad de
guiendo expresamente aquellas fases de 10 que Herbert Spencer llamaba la realidad y contando con los utillajes del sentido común, los que pro-
coordinación de relaciones internas y externas, esto es, una adaptación porciona la vida diaria, es esencialmente crítico. Lo que pretende, en de-
de la imaginación y el hábito a acontecimientos materiales. El propósito finitiva, es llevar a cabo una «disolución de la superstición», una batalla,
no era describir la naturaleza, sino más bien las ideas de la naturaleza en sentido baconiano, contra los «idola»,para alumbrar, si es posible, 10
ocasionadas en la mente humana. Y su interés no se centraba en estas que considera la conclusión más importante de la filosofía, esto es, la re-
ideas por sí mismas como por su valor simbólico. Se trataba de descubrir lación del ser humano con el universo.
qué sabiduría es posible en un animal cuya mente es poética, no literal. Para cumplir esta empresa elige una doble vía. Son los dos estadios
Cuando Santayana ya ha superado «la mitad del camino», siguiendo que dan título a su obra: escepticismo, en un primer momento, y fe
la expresión de su autobiografía, abandona definitivamente Norteaméri- animal, en un segundo momento. El escepticismo metodológico de
ca para asentarse finalmente en Roma. En esta ciudad el pensador es- Santayana -es «un ejercicio, no una vida>>--supone la puesta en sus-
pañol, con sesenta años, irá alumbrando durante tres lustro s la que se penso de todo tipo de creencias admitidas, incluso la de la propia exis·
puede considerar su obra más importante: el cuarteto de The Realms o/ tencia. Su conclusión es que muy pocas, si no ninguna, pueden ser
Being (RE, 1927-1942), que fue precedido por Scepticism and Animal probadas. Al mismo tiempo tendrá que admitir que, mientras nada ex-
Paith (SAF, 1923). Ambas obras contienen una riqueza y una belleza traordinario 10 impida, el mundo seguirá girando. En el sistema de
incomparables, y las dos proporcionan una compleja y original lec' Santayana esto significa la presunción de la materia. Y esto supondrá
ción, un elaborado proyecto de imaginación y de reconstrucción filo- de nuevo, aunque desde otra perspectiva, la admisión, por instinto vi-
sófica. En ellas el autor vierte 10 más granado de su pensamiento y sin- tal, de las convenciones del sentido común que antes había puesto en
tetiza, de manera sistemática, todo su trabajo en curso. En la primera, duda. Santayana denomina este segundo estadio fe animal.
escrita en su origen como preludio a la ontología de RE, Santayana Desde una postura realista, Santayana mantiene la tesis de un
desarrolla su credo epistemológico. Mientras que la siguiente se pue- n cimiento no directamente presentativo, sino representativo de la
de considerar como un excursus a regiones de la realidad que ya que- realidad: «El conocimiento -afirma- es fe mediada por sírnbolos..
daron trazadas y sustancialmente recorridas siguiendo el método pro- En sus propios término esto signif a ano imicnto sirnbóli rr .ru '
puesto por SAF, de manera que resulta más diflcil comprender cabal- .l cono .irnicnro literal. Este último consideraría las cosas C0l110 un «en
mente su metafísica sin abordar primero su t oría del conocimiento, sÍ!) ti' naturalcz.t n 'lIll"1 ' in' lora. Santayr na, .n cambio, afirma qu .
de la que deriva lógicamente. o l 0I10cid.1S, son ('('OS,IS en 1i», es ti Ti r, i ni '1pl'c1.1dns
I.IS (OS.IS, en t 11,1111

I'iH
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPíTULO 5. PRIMERA PARTE

o mediadas simbólicamente. Hay, en definitiva, una realidad indepen- que Santayana ya había introducido en SAF: esencia, materia, verdad
diente «<ensí»)que puede ser conocida parcialmente. Como corolario, y espíritu. En RE se abordan los mismos temas que quedaron trazados
la filosofía de Santayana, tal como viene formulada, no es tanto una en su teoría o crítica del conocimiento, pero desde ópticas distintas,
teoría del conocimiento cuanto una crítica del mismo, reflejada, más menos complejas técnicamente y más «amistosas" para las conviccio-
que con un aparato analítico, con el apoyo de la propia experiencia. La nes humanas. Si con la primera se realizaba una incursión o viaje de
crítica de Santayana se concentra, sobre todo, en su oposición a la va- profundis, aquí se lleva a cabo una excursión por distintas regiones de
nidosa pretensión de que nuestro conocimiento es literal, un espejo de la realidad. El propósito de Santayana es tratar de distinguir las clases
la realidad. Frente a esta concepción, su obra no hace más que ilustrar de realidad que una mente animal puede discernir, realidades que
su irreverencia hacia ese ídolo o falsa autoridad. La ilusión de un pen- para él quedan articuladas de modo opcional y trazadas de forma
samiento «diáfanamente cognoscitivo- se corrige mediante el carácter ecléctica, con el único fin de proporcionar cierto orden a sus pensa-
simbólico de 10 dado. Tal discernimiento vuelve el pensamiento a su mientos libres. Su sistema, lejos de lo que denomina «sofistería pro-
justo lugar, sin arrogarle otro papel que el que le corresponde, el de fesional» o academicismo, no fue tanto formado como descubierto
mapa para la acción o el de gramática para llevar a cabo una lectura dentro de sí mismo y coincide con la filosofía «muy antigua». Su pre-
de la existencia. Donde la estructura original de las convenciones se ha- tensión es retrotraerse a las presuposiciones últimas implicadas en de-
cía llamar «sentido común», ahora se desvela, sin embargo, como la re- clarar la posibilidad de conocimiento, y que no es posible rechazar
versión del sentido común: como «sin sentido común» o, en expresión con honestidad. Es cierto que la vida de la imaginación representa la
de Santayana, «locura normal». No invalida este hallazgo las pretensio- vida libre de la mente, pero no es menos cierto que no es el único ni
nes del conocimiento, pues aunque éste no es sabiduría, es una tenta- el verdadero camino del conocimiento. Sin embargo, la verdad abso-
tiva de sabiduría en la medida en que pretende despertar de «sueños luta -«ese segmento del reino de la esencia que acontece para ser
dogmáticos». ilustrado en la existencias-e- que posee su propia esfera ontológica,
Tras SAF, publica Dialogues in Limbo (1926), que sin duda contiene permanece incognoscible, y así se alcanza una de las conclusiones
.ilguna de las piezas más originales de cuantas haya legado. Cabe desta- más importantes que Santayana quiere anticipar desde el principio:
car, como señala Manuel Garrido en el prólogo a la más reciente y com- la función de la mente es «incrementar la salud del mundo en la di-
pleta edición de esta obra, el protagonismo de Demócrito en los cinco mensión espiritual, añadiendo apariencia a la sustancia y pasión a la
primeros diálogos, ilustrando un materialismo que constituye la piedra necesidad».
de toque de su ontología. Precisamente, el diálogo titulado «Locura nor- Los animales, afirma Santayana, leen la naturaleza en sus idiomas
mal» ilustra el tránsito o entrada a las provincias de la realidad que dibu- particulares; tales perspectivas, desde el reino de la verdad, hacen que
jan su peculiar panorama ontológico. Aquí Santayana, por boca de De- el conocimiento sea relativo a nuestra crónica o interpretación de las
mócrito, recomienda «mantener la ilusión, sin sucumbir en ella». Así, losas y permiten, de paso, que el reino de la materia permanezca
«en todas las ilusiones hay alguna verdad, puesto que siendo productos envuelto por los sutiles pliegues de la vestidura de la apariencia, por los
de la naturaleza tienen todos cierta relación con la naturaleza, y un espí- velos de Maya. Cada persona conforma cuadros diferentes y puede di-
ritu prudente, quitándole las máscaras, puede descubrir sus motivos ver- rigirse a territorios diferentes, según los términos con que describan las
dadcros». Un espíritu prudente es el que descubre el juego de la ilusión cosas. Todos los términos posibles del discurso mental son esencias,
reconociendo que hay estratos de la apariencia que cubren el campo de que no existen en ninguna parte y dan lugar a un reino de la esencia:
la realidad, y aceptando, en consecuencia, que «cordura convencional es l.i vida traducida a discurso, la realidad vertida en su expresión menos
lo .ura normal» El camino epistemológico de la desilusión desemboca lit -ral o isornórfica, más novedosa e imaginativa. A la concien ia ilu
en un modo de afirmación desasida, que no es escape ni huida, sino minada, al testigo de este mundo, debemos reconocerla como espíritu
.le .pta ión y apertura a un mundo que nos desborda, ya cuya compren- ti .ntro del reino del espíritu. El espíritu es la mirada de la at n 'í n,
sión Santayana nos aproxima a lo largo de su proyecto ontológico. )11(" obs 'rV,1 ' interpreta desde una posición ontológi amentc privilc
La cuatril gía que compone la obra RE constituye un mosaico on- ~i.ld.l el resto de provin ia , dotando de s ntido una realidad rnat .rial
tológico que presenta cuatro espe ies planos de realidad difer nt .s, pOI ~ímisma carcnt ' d ' toda razón.
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO S, PRIMERA PARTE

Ensayando una nueva perspectiva, Santayana publica en 1936 su la materia, en la dimensión ontológica, como fuente y origen de toda
«novela en forma de memoria»: The Last Puritano En esta obra no esta- potencialidad, de toda capacidad de transformación y creación. Pero el
blece ninguna ruptura como filósofo, sino que más bien pretende in- realismo de Santayana no se agota en la admisión reductivista de la
tegrar al hombre de estilo con el hombre de pensamiento, dando ex- materia como única realidad. El resto de los reinos del ser enriquecen
presión narrativa a la célebre máxima de SAF, según la cual «el univer- esta perspectiva, sirviendo como categorías auxiliares con las que inter-
so es una novela cuyo héroe es el ego». Editada cuando ya había pretar el campo de lo material en su flujo y dinamismo, al tiempo que
publicado los dos primeros reinos del ser, The Realm ofEssence (1927) compensan la asimetría del conocimiento respecto a la realidad. La on-
y The Realm of Matter (1930), y le quedaba por publicar los dos últimos, tología de Santayana se entiende mejor, en el conjunto de su aventura
The Realm ofTruth (1938) y The Realm of Spirit (1940), esta novela cons- intelectual, como una invitación a pensar y a expresar el mundo, no
tituye una buena síntesis y una anticipación de los motivos que ocu- como un ejercicio de consolación, sino como una celebración.
pan su reflexión ontológica. El protagonista de esta novela de forma-
ción encarna un auténtico antihéroe, un «Quijote cuerdo», toda una fi-
gura de la realidad o arquetipo. Este sujeto filosófico, este espectador
distante de su mundo, concentra además, desde su extrema lucidez, los
atributos de la esencia, la materia, la verdad y el espíritu.
Estos cuatro reinos son aspectos de la misma realidad. Su articula-
ción, siguiendo a Santayana, no pretende ser completa ni exclusiva,
puesto que se puede llegar a la claridad por otras vías, y de hecho la hu-
manidad así lo confirma. En la filosofía técnica, apunta Santayana,
.ibundan problemas innecesarios, que para el verdadero sabio, o bien
son insolubles, o bien se resuelven mejor no planteándolos, disolvién-
dolos. Surge su filosofía, entonces, más como una disciplina de la
mente y del corazón, siguiendo a los antiguos, que con un propósito
científico y exhaustivo. Tal como su título reza, su sistema adopta un
carácter marcadamente ontológico, una vez sentadas críticamente las
creencias mínimas y presuposiciones radicales en su indagación episté-
mica anterior. Su resistencia a llamar a su posición y a su exposición
mctafísica, obedece a la denuncia de que tal término quedaba reserva-
do a un abuso particular de categorías supramateriales, cuando para
Santayana todas las cosas inmateriales son cualidades o productos
emergentes a partir de un medio físico, poniendo de esta manera el
.u cnto en un materialismo al que no renunciará jamás. Y aunque pre-
dominan más los planos «metafísicos» (esencia, verdad y espíritu) que
los «íIsicos- (materia), Santayana rechaza el calificativo de «metafísico»
P.ll,1 el conjunto de su sistema enfatizando de este modo el privilegio
ontológico de la materia sobre el resto de los reinos del ser.
La ontología de Santayana no debe confundirse con una descrip-
ción del universo: no es una cosrnología. No pretende el pensador ha-
ter un inventario exhaustivo de la realidad, sino trazar un mapa para la
.le( ión, para ser hu ispcdes mere cdores de nuestro anfitrión el mundo.
1,,1 fe animal, en cl plano cpistcmológico, supone ,1 recen irni .nto d '
CAPÍTULO 6

La filosofía neoescolástica
en la primera mitad del siglo xx
EUDALDO FORMENT

1. NEOESCOLÁSTICA y NEOTOMISMO

El término «escolástica», en un sentido muy amplio, envuelve un


matiz negativo, porque sirve para designar la conservación de una doc-
trina de un pensador originario, al que se reconoce una autoridad to-
tal y a sus enseñanzas como definitivas. El cultivo de su pensamiento
es así cerrado a la realidad y a todos los demás sistemas de pensamien-
to. Escolástica, en un segundo sentido, significa lo que se enseñaba en
las escuelas de la Baja Edad Media -y que después se convirtieron
en las universidades medievales-, las llamadas «artes liberales» y la teolo-
gía. La escolástica era propia y primeramente la teología, aunque se ser-
vía de instrumentos y metodologías racionales. De ahí que se llame
también escolástica a la filosofia medieval. En este tercer sentido, la es-
.olástica era una filosofia que, sin renunciar al esfuerzo racional, acep-
taba la primacía de los contenidos de la fe religiosa y se subordinaba a
su s rvicio. Significa así a la llamada «filosofía cristiana».
La expresión «íilosofia cristiana», que fue discutida en el segundo
cuarto d l siglo xx, y que Heidegger trató de ridiculizar por ontradic-
rori.i, no signifi '<1 la f¡1 sofia del ristianismo. La religión ristiana r .s-
pt't,l la autonomía ti' 1:1 filosoíla, pero no es un ,1 mento {¡I sóf o ni
p.1I t • ti ' 11i ngUI1.1 fi losoll.!. Si n cmb.irgo, el mensaje crist iano propone,

1(,
I~I I.EGADO FILOSÓFICO y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 6. PRIMERA PARTE

.ulcmás de los contenidos estrictamente religiosos, que son ámbito so- agosto de 1879, la encíclica Aeterni Patris, dedicada completamente a la
l.imente de la fe, otros que considera accesibles a la razón, aunque no filosofia. El documento pontificio dio un impulso decisivo a la esco-
11.111 sido nunca descubiertos por el hombre. Estos elementos perte- lástica, especialmente a la filosofia. Esta renovación y puesta al día del
uccen por su contenido a la filosofia, pero, por su origen, pueden de- pensamiento escolástico se conoce con el nombre de «neoescolástica».
norninarse cristianos. A su conjunto se le puede denominar filosofia No obstante, puede decirse que la neo escolástica fue neotomista.
( iistiana. El movimiento de restablecimiento escolástico fue sobre todo to-
Estos contenidos filosóficos, que el mensaje cristiano ha propor- mista, por expreso deseo del Papa. La encíclica, como indicaba su sub-
I ionado a la filosofia, pertenecen a todas las partes de la filosofia. In- título, estaba dirigida a la «Restauración de la filosofia cristiana conforme
I luyen dos primeros principios fundamentales. El primero es la afir- a la doctrina de Santo Tomás de Aquino», León XIII hacía un llama-
mación de que el mundo no es increado, ni tampoco se ha autocrea- miento para la restauración de la filosofia cristiana conforme al méto-
do. El mundo no es el absoluto, sino que procede de Dios por creación. do y a la doctrina de Santo Tomás de Aquino. Desde entonces, el to-
1~I segundo es la concepción del hombre como imagen de Dios. El sen- mismo restaurado, el neo tomismo, adquirió un nuevo empuje y un
t ido de la vida humana, su origen y su destino, está en Dios. Principio florecimiento singular, muy acusado en la primera mitad del siglo xx.
que, al igual que el anterior, lleva al rechazo de la visión materialista
del mundo y del hombre.
Toda filosofia que asuma íntegramente esta «filosofía cristiana» o 2. LA ESCUELA DE LOVAINA
('slos contenidos relacionados con la religión, pero que material y for-
uulmcnte son filosóficos, puede denominarse «filosofía cristiana». Po- Desde el principio, por su actitud dialogante con el pensamiento
dr.in darse, por tanto, muchas modalidades o distintas sisternatizacio- moderno, la llamada Escuela de Lovaina se convirtió en la representan-
11-x y desarrollos de la «filosofía cristiana». De ahí que hayan existido te por antonomasia del neotomismo. En realidad, reasumió en toda su
muchas filosofias escolásticas y que hayan sido reconocidas por la Iglesia. radicalidad la petición inicial de León XIII «uetera novis augere», aumen-
Al igual que las otras filosofias cristianas, la filosofia tomista se fun- tar lo antiguo con lo nuevo.
d.1 sobre este patrimonio común. Según el magisterio de la Iglesia, San- La Escuela de Lovaina fue creada por el filósofo belga Désiré Joseph
lo Tomás edificó el sistema más armónico y coherente y que mejor de- Mercier (1851-1926). Por indicación directa del Papa, comenzó organizan
-.urolla el patrimonio común de la filosofia cristiana. La doctrina tomis- do, en 1882, un curso de filosofia tomista, titulado «Haute philosophie
1,1no es obligatoria para el cristiano, pero, por este motivo y por su de S. Thomas-, que se convirtió en Instituto Superior de Filosofia (1888),
nulidad en la comprensión de los contenidos revelados, ha sido reco- agregado a la Universidad de Lovaina.
mcndada preferentemente sobre todas las demás. Por este valor superior, Mercier fundó la «Societé Philosophique de Louvain» y, en 1894,
I I lit' h,1 destacado la filosofia del Aquinate de las otras filosofias cristia- la Reuue Néoscolastique de Louvain, que se convirtió después en la Reuuc
11,1\,1<1filosofía escolástica se identifica muchas veces con el tomismo. Pbilosopbique de Louvain. Después de ser nombrado cardenal arzobispo
COI1 el término tomismo se designa no solamente todo el sistema de Malinas (1906), comenzó sus lecciones con el título de Cours de
f rlosóíico-teoiógico de Santo Tomás, sino también la sistematización, philosopbie de S. Tbomas, que, con numerosas ediciones y muchas tra-
1.1Interpretación y el desarrollo de su doctrina por parte de sus segui- du ci nes, tuvo una gran difusión, especialmente los volúmen s
dOll'S, EI1 sentido estricto, se le denomina sólo al tomismo hasta la pri- MI l({p/~Jlsiquegénérale ou ontologie (1886), Critériologie génerale ou Imilé
111<:1,1 mitad del siglo XVltl. A partir de este momento, se le conoce .~/I/értll de la cenitude (1889) y Logique (1891). Su discípulo Desid ri Nys
101110 ncotornisrno. ( 1H59 1927) preparó una extensa Cosmologie ou étude pbilosopbiquc ti"
D .sdc finales del siglo XVIll hasta la primera mitad del XIX, las es- !l/lIl/tll' il/orgm¡ir/l1l', que se in rporó, al igual que la anterior, al urso,
( 11,LIS cristianas, en lugar de continuar el desarrollo del pensamiento EIl 1905, Mcr icr y sus dis ípulos publicaron un re umcn e mpl ·to
(,slol.\slico, como alternativa a él, prctcndicr n volver n sus oríg .nes dd e UISO con ,1 título de Tmil/ llrmeJIlrúre de Pbilowpbie.
p.11tÍ,1 icox, ha 'i '11(10indisci iminadarn .ntc I11U·Il.ls '()I1( .sion 's a filo 1. "011 Nod (187H 1955), discípulo de Mcr icr, que le su . xlió en 1,1
,ofl.ls 110 (,isli.1I1.1S, No cxtrnno que ·1 J .11 .1 León XIII plIbliclI.l, ,1" ti' dlnll.l dc (,1 il ·rnlogí.l, cornpl 'IÚ 1.1 I 'od.1 tI·1 COIlO( im: '1110 dt' su

1 (, I
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 6. PRIMERA PARTE

maestro en Notes d'épistemologie thomiste (1925) y en Le réalisme immédiat en 1882 y 1886 respectivamente, se transformaron, en 1909, en el Ins-
(1938). Defendió la tesis de que el valor real del conocimiento se pue- tituto Pontificio Internacional Angelicurn, y, en 1942, en Ateneo Angéli-
de probar por la reflexión crítica de los primeros principios, afirmados co Pontificio, que marchó a la cabeza de la renovación tomista.
en el juicio. En una línea parecida, Nicolas-Jacques-Joseph Balthasar Entre los profesores dominicos hay que citar a Eduardo Hugon
(1882-1959), que ocupó, desde 1906 hasta 1951, la cátedra de Metafísi- (1867-1929), autor del Cursus philosophiae tomisticae (1902-1907) y a
ca, en Eabstraaion métaphysique et l'analogie des étres dans !'etre, La méthode G. Lottini, que escribió el manual tomista Compendium philosophiae
en métaphysique (1943) y Mon moi dans l'étre (1946), insistió en el carác- scholasticae (1900), Uno de sus profesores más importantes, que estuvo ya
ter primero y fundante de la auto conciencia. en los inicios del Angelicum, fue Reginald Garrigou- Lagrange (1877-1964).
Louis de Raeyrnaeker sucedió a Noél, Sus obras más importantes Había estudiado en Le Saulchoir, Estudio General de los dominicos
son Introduction ti la philosophie (1938) y Philosophie de l'étre, essai de creado por Ambrosio Gardeil (1859-1931), autor de la importante
syntbése métaphysique (1945). Ofreció en ambas una visión profunda y obra La estructura del alma y la experiencia mística (1927), en la Sorbona,
completa del sistema metafísico del Aquinate. El profesor de Lovaina y en la Universidad de Friburgo. Después fue enviado al Angelicum de
S. Desploige (1868-1927), que fue el sucesor de Mercier en la dirección del Roma. Durante cincuenta años de profesorado en este centro formó a
Instituto Superior de Filosofía, ocupó la cátedra de Derecho y publicó Le varias generaciones de estudiantes en la doctrina de Santo Tomás,
((),?flit de la morale et la sociologie (1911). Jacques Leclerq también escribió La mayoría de los numerosos libros de Garrigou- Lagrange reprodu-
numerosas publicaciones sobre estos temas. Tuvieron gran éxito Leams de cen sus explicaciones académicas, caracterizadas por su claridad, su so-
droit naturel (1927-1937) y La philosophie morale de saint Thomas. lidez y su utilidad pedagógica. Sus libros más conocidos fueron El sen-
Maurice de Wulff (1867-1947) ocupó la cátedra de Filosofía Medie- tido común, la.filosofla del sery ÚlS fórmulas dogmáticas (1909), Dios, su exis
val de 1894 a 1939. Su Histoire de Iapbilosopbie médiévale (1900) alcanzó tenciay su naturaleza (1915), uno de los mejores tratados de teología
una enorme fama. También es muy importante su Introduction ti la phi- natural tomista, El realismo delprincipio definalidad (1932) y La síntesis lo
losophie néo-scolastique (1904). Su continuador fue Fernand van Steen- mista (1946).
hcrghen, uno de los profesores de Lovaina que tuvo una mayor reso- Una gran figura del tomismo dominico fue Antonin-Gilbert Ser
nancia internacional. Sus obras, de carácter más histórico que metafísi- tillanges (1863-1948). Desde 1900 fue titular de la cátedra de Filosoíla
(O, fueron muy numerosas. Moral del Instituto Católico de París. A partir de 1923, residió en Ho
landa y Bélgica dedicado a una gran labor como conferenciante y e
critor. Sus principales obras son Lasfuentes de la creencia en Dios (1905),
.l. LA ESCUELA DOMINICA Santo Tomás de Aquino (1910), Lafilosofia moral de Santo Tomás de Aquí
no (1914), Las grandes tesis de lafilosofia tomista (1918) y El problema dd
El cardenal Mercier influyó para que se creara una universidad ca- mal. La historia. La solución (1949-1951).
tólica en Friburgo. Desde 1890, fecha de su fundación, y gracias a que Otro gran tomista dominico fue Gallus Manser (1886-1950), pr íc
1.\ enseñanza de la filosofía y la teología fue encargada a la orden do- sor de Metafísica en Friburgo desde su fundación hasta 1942. Su obra
minica, se convirtió en uno de los grandes focos del tomismo mun- Das Wésen des Thomismus (1932) tuvo una gran difusión interna ional.
di.il. Uno de sus primeros profesores, Pedro Mandonnet (1858-1936), I~xpone en ella toda la metafísica de Santo Tomás, desde lo que consi
estudió las fuentes medievales del tomismo, Su obra más importante dcra su principio fundamental, la doctrina del acto y la potencia. Es el
Ilit' S;'l!,er de Brabant et l'AverroiSme latin au XIIIe siéde (1910). Mandonnet, I1ÚcI o que permite resolver el problema de los universales, de la cau
i\11\ t () con M. T Coconnier (1846-1908), también uno de los primeros pro- s.ilidad, del conocimiento por analogía, de la creación, de la I remo
ksol .s de la Universidad de Friburgo, fundaron la Reuue Tbomiste (1893). l ión y de la individua ión,
L.I orden dominica difundió el pensamiento de Sant Tomás por 011 .sta bra, Manscr mostró la ohcr ncia interna del sist ma to
todo el mundo. El Colegio de Santo Tomás, erigido por regorio XIU ruixt.i. No ncgal a, con su tesis, el aráct r fundarn ntal de la .omposi
'11 I ~77 .n Santa María de Minerva, dedicado a la 1( elogia, y la Fa (IÚIt tlt' 's 'llli.l y ser, que P rrnitc establecer la trascendencia de Dios,
( \l1t.\d<:s dt> Filosofla y de Derecho Canóni o, fundada, por L ón XIII \\1 1el.u ión r.ius.tl c on I,\~ ri.uur.is y 1,\ .lsr -nsión ti 'sdc '1I.1S 1t.1St.1
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 6. PRIMERA PARTE

Dios, sino que consideraba más universales las nociones aristotélicas vestigación histórica medieval. Para el estudio del tomismo tienen es-
de acto y potencia. La traducción española de La esencia del tomismo pecial importancia la obras de Enrique Denifle (1844-1905).
ejerció una gran influencia en el tomismo español. Pierre Rousselot (1878-1915)fue uno de los tomistas jesuitas que ejer-
Entre los dominicos del ámbito alemán destacaron también Eber- ció una gran influencia, a pesar de su muerte temprana. Enseñó en el Ins-
hard Welty (1902-1965) y Arthur Utz. Colaboraron activamente con tituto Católico de París. Su obra más conocida es Lintellectualisme de
traducciones, introducciones, notas y comentarios de la traducción Sto Tbomas d~quin (1908), tesis de doctorado en la Sorbona. Después de
alemana de la Suma Teológica, que se llevó a cabo entre 1933 y 1943. probar que en el entendimiento van unidas la inmaterialidad, la inma
Welty fue profesor de Ética Social en el Estudio dominico de Walber- nencia y la objetividad, considera que, para Santo Tomás, el conocimien-
berg. Su Catecismo social fue muy conocido. Utz, discípulo de Welty, to en cuanto tal es intuitivo. El conocimiento humano es abstractivo, fa-
fue desde 1941 profesor de Ética en la Universidad de Friburgo. Una bricador de conceptos, que son así sucedáneos naturales de las intuici -
de sus obras más importantes fue Ética social. nes intelectuales, que poseen los espíritus superiores. Con esta tesis
intelectualista intentaba defender al tomismo de las acusaciones de irra
cionalismo.
4. LA NEOESCOLÁSTICA]ESUÍTICA Paul Gény (1871-1925) enseñó en Holanda y en 1910 pasó a ser
profesor de la Universidad Gregoriana. Modificó y amplió el manual
Los centros de altos estudios jesuíticos colaboraron, desde el prin- de Vicente Remer, Summa philosophiae scholasticae (1934-1936). En Cri
cipio, con gran eficacia en la extensión de la escolástica. Sobre todo el tica de cognitionis humanae valore disquisitio (1927) siguió la nueva crite
antiguo Colegio Romano, fundado por San Ignacio de Loyola, consti- rología de Mercier.
tuido, en 1522, en Universidad Pontificia Gregoriana. Los jesuitas en Joseph de Tonquédec (1868-1962),también jesuita, enseñó el tomis
esta época siguieron la filosofia de Francisco Suárez, al que muchas ve- mo en París. En Les príncipes de la philosophie thomiste. La critique de la mil
ces presentan como una tendencia del tomismo, a pesar de sus críticas naissance (1929) continúa la temática y la problemática de la criteriol gí.l
a tesis capitales de Santo Tomás. Sin embargo, algunos, cómo en el si- de Mercier. Reconoce la validez del problema crítico, pero rechaza 1.1
glo anterior, sobresalieron como auténticos tomistas. duda universal y el kantismo. Por reflexión, se pueden conocer eviden ·i.l~
Destacó el jesuita Santo Schiffini (1841-1906). Sus obras Principia inmediatas, que permiten establecer la objetividad del conocimiento.
philosophiae ad mentem Aquinatis (1886), Disputationes metaphysicae spe- Entre todos los jesuitas tomistas destaca el belga Joseph Maré hal
cialis (1888 y 1894), Disputationes philosophiae moralis (1891) e Institutio- (1878-1944). En su monumental obra Le point de départ de la métapb»
nes philosophiae ad mentem Aquinatis (1893) representaron un impulso sique (1922-1926, 1947), intenta mostrar cómo el desarrollo de la problc
importante del tomismo. mática de la teoría del conocimiento confirma la validez de la solución
El jesuita francés Louis Billot (1846-1931), profesor de Teología tomista. En los cuatro primeros tomos de la obra trata los grande 1110
Dogmática en la Gregoriana, desde 1885 hasta 1919, nombrado carde- mentos de crisis filosófica, los momentos en que se ha dudado de la Ll
nal en 1911, contribuyó también al restablecimiento del tomismo en pacidad intelectual para la metafisica: el escepticismo sofista, 1I1lS

la teología. Otros profesores jesuitas tomistas de la Gregoriana fueron Escoto, Ockham, el Renacimiento y el empirismo. Santo Tomás, en
M. de María, V. Remer, P. Geny, Pío de Mandato y el suarista español continuidad con Aristóteles, ofreció una solución que permite la 'OI1S
Juan José Urráburu. truc ión de la metafisica. Abandonada e ignorada su posición, Kant re
Hay que nombrar también al jesuita alemán Tilmann Pesch ti .scubrió el funcionamiento trascendental del conocimiento, pero 110
(1836-1899), autor de varios manuales y de Los arcanos del universo ti .scrnbocó en el realismo, que permite e tablecer su alcanc m .tnílsi
(1883-1884), obra polémica contra Haeckel y en la que busca en la ro, sino en J idealismo. Desde lo supuestos kantian s, P r tanto, se
ciencia moderna la confirmación de la filosofia de la naturaleza aristo- pucd i d .rnb ar en el tomism . Puede de irse que ante T más o
télica tomista. Su hermano, Enrique Pesch (1854-1926), también jesui- rona 1.1 probl .mátic: yel síu .rzo J antian . A estas t sis 'sl,\ d xlic.ulo
ta, se ocupó de la filosofia social y económica cenu.indola en ,1 bien el últirn tomo de 1.1 obra. EsI' int .nto de Maréchal influyó '1) mu
común y en la justicia. También en Al mania adquinó gran ,\lIg • l.i in dIOS filósofm y t ,ólogo:-., Wll10 J. B. I.otz y K. R.J1111 .r,

170 1/1
1:1. LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 6. PRIMERA PARTE

André Marc (1892-1961) enseñó filosofia en varios centros de sophie chrétíenne (1933); Du régime temporel et de la líberté (1933); Sept leions
Roma y después en el Instituto Católico de París. Sus obras más impor- sur l'étre et les premiers prinapes de la raíson spéculatiue (1934); La philo-
t.mtes, publicadas en «Archivos de Filosofía», son L'idée de l'étre chez sopbie de la nature. Essaí critique (1935); Scíence et sagesse (1935); Humanisme
S. Tbomas et dans la scolastique postérieure (1933), Psychologie r{flexive (1949), íntégral (1936); Les droíts de l'homme et la loí naturelle (1942); Chrístía-
Dialectique de l'aifirmation (1952), Dialectique de l'ager (1954) y ¡;étre et l'es- nísme et démocratíe (1943); De Bergson a Thomas d/lquín (1944); Court
prit (1958). En todas estas obras de carácter metafisico, siguiendo en lo traíté de l'exístence et de l'existant (1947); La personne et le bíen commun
esencial a Santo Tomás, y en diálogo con el pensamiento moderno, (1947); La significatíon de l'athéisme (1949); Neuflecons sur les notions pre-
utiliza un método propio basado en la reflexión sobre los actos del es- miéres de la phílosophíe mor ale (1951); La phílosophíe morale. Examen histo-
píritu, que le permite descubrir los principios de la realidad, de la an- rique et critique des grands systémes (1965) y Le paysan de la Garonne (1966).
tropología y del obrar moral. Todas sus obras, además de su calidad literaria, tienen el atractivo, por
una parte, de su racionalidad y su claridad y, por otra, la prolongación de
las virtualidades del pensamiento de Santo Tomás en un lenguaje moder-
5. LA NEOESCOLÁSTICA EN LA CULTURA LAICA no. No siempre tuvo éxito en este nuevo intento de presentar el tomis-
mo. Maritain trató casi todos los temas filosóficos tomistas. En muchos
En la primera mitad del siglo xx, el cultivo del tomismo por parte se distanció de Santo Tomás, especialmente en su filosofia política. En
de los seglares tuvo especial relevancia. Contribuyó a ello la apari- contraposición al estado confesional de régimen medieval, Maritain pro-
c ión de las sociedades tomistas. La primera, la Société de Saint-Thornas pone la creación de una civilización de inspiración religiosa cristiana. La
d'Aquin, se fundó en París en 1884 y en estrecha relación con el Institu- «nueva cristiandad» sería un estado laico cristiano, porque sería autóno-
to Católico de París. Desde los inicios publicó la revista Annales de Phi- mo frente a cualquier autoridad religiosa, pero que se inspiraría en princi-
losophie Chrétíenne. Todas sus numerosas actividades cesaron en 1924. El pios cristianos. A pesar de estas modificaciones del pensamiento del San-
tomismo se introdujo en lo que podría denominarse la cultura laica to Tomás, Maritain tiene el mérito de haberlo difundido y de haber mos-
gracias a dos seglares franceses: Maritain y Gilson. Además ambos han trado su valor frente a varias posiciones del pensamiento moderno.
sido los dos representantes más significativos del tomismo de la prime- Uno de los más genuinos representantes del neotomismo del siglo xx
1.\ mitad del siglo xx. es el filósofo tomista e historiador de la filosofia medieval Étienne
El filósofo Jacques Maritain (1882-1973) nació en París; educado Gilson (1884-1978). Nació en París y realizó sus estudios universitarios
en un ambiente liberal, se adhirió al socialismo y fue amigo de Péguy. en la Sorbona. Asistió a varios cursos de Bergson. Sin contagiarse de su
Se casó con Raissa Oumansoff, de origen judío y nacida en Rusia. Su orientación antimetafisica, aprendió la técnica de la investigación cien-
primera conversión fue a la filosofia. Un curso de Bergson le disipó sus tífica de los profesores Delbos, Durkheim, Lalande y Lévy-Bruhl. Al !
prejuicios antimetafisicos. El escritor Léon Bloy ayuda al matrimonio preparar el doctorado con este último, le indicó que estudiase el vo a-
,1 su segunda conversión, que fue religiosa, al catolicismo. Todavía tu- bulario de Descartes, que había tomado de la escolástica. Nació así su
vi 'ron una tercera intelectual: a la filosofia de Santo Tomás. Maritain vocación de historiador medievalista, su interés por la filosofia cristia
fue profesor en el Instituto Católico de París. Colaboró con Charles na y especialmente por el tomismo.
Maurras, fundador de la Acción Francesa. Impartió varios cursos en el Fue después profesor de filosofia en la Universidad de Estrasburgo
Instituto de Estudios Medievales de Toronto y en varias universidades, (19 J 6-1918) y en la Sorbona (1921-1932). En 1932 ocupa la cátedra l
entre ellas la Universidad de Princeton. Ilist ria de la Filosofia en el Colegio de Francia. Intervino en la funda
Entre sus numerosas obras, más de sesenta, muchas de ellas tradu- ción del Institut of Medieval Studies, en el St. Michel's Coll g ,d 1.1
eidas a varias lenguas, hay que mencionar: Art et scolastique (1920); Elé- Universidad de 11 ronto. Miembro de la Academia Francesa (1947),
a
11I/'111.1' dr philosophie. I: Introduction générale la philosophie (1920); II: ¡;Ordre durant stos años, impartió cursos en las univcr idadcs d Harvard,
rI/'\ concepts (1923); Trois nformatetos: Lutber; Descartes, Rousseau (1925); Virginia e Indiana. ilson era un brillante e nf rcn .iante, e noccdoi
I'rilllflul/ du spirituel (1927); Le Docteur Ange7ique (1930); Religion el cul- ti . ~cis l .nguas que dcst.u aba de los demás ncotornistas porque .xpo
turr (1930); Les degrés du sauotr 1111 distin(~¡'¡l'rIlOur IIlIi,. (1932); De la pbilo !lÍ.1 UII tomismo Ill;\s origill,11 y profundo.

17 17\
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 6. PRIMERA PARTE

Entre sus más de treinta obras destacan: Études sur le róle de la pensée de Toledo, Primado de España. Ya con muy débil salud escribió elli-
médiéuale dans laformation du systéme cartesienne (1921); Le thomisme. In- bro La Biblia y la ciencia (1891), en el que intentaba mostrar la armonía
lroduction a l'étude de St. Thomas dL4quin (1919); Laphilosophie au Moyen- entre la ciencia y los datos de la Sagrada Escritura. A su muerte, en 1894,
Age (1922); La pbilosopbie de Sto Bonaventure (1924); Sto Thomas dL4quin Ceferino González dejaba una gran obra, en la que se revelaba como
(1925); Eespru de la philosophie médievale (1932); He1oi'se et Abe1ard (1938); defensor del espíritu de la libertad y abierto a toda verdad.
Le réalisme métodique (1935); The Unity of Philosophical Experience Una gran figura del tomismo español de este período fue el filóso-
(1937); Réalisme thomiste et critique de la connaissance (1939); I:etre et l'es- fo y teólogo asturiano Norberto del Prado (1852-1918). Desde 1890 fue
sence (1948); Christianisme et pbilosopbie (1949); Les métamorphoses de la profesor de la Universidad de Friburgo hasta su muerte. Toda su vida
Cité de Dieu (1952); Élements de philosophie chrétienne (1960); Le pbilosophe estuvo dedicada a la investigación y la docencia. Entre sus obras desta-
1'1 la théologie (1960) y Drlnstotea Darwin et retour (1970). ca De veritate fundamentali philosophiae cbristianae (1911). Por primera
Todas estas obras tienen un carácter histórico-doctrinal. Gilson es un vez se indica en ella que la doctrina de la real composición de esencia
medievalista, un historiador de la filosofía del Medievo que, con una me- y ser de Santo Tomás es la más básica de toda su metafísica y la que
todología muy rigurosa y precisa, descubre los métodos, los anteceden- permite el acceso racional a Dios y la explicación filosófica de la crea-
tes, las fuentes, los textos y las interpretaciones de los autores medieva- ción. Hasta entonces se consideraba sólo una de las doctrinas capitales
les, pero que actúa siempre como un filósofo, porque le interesa la de la filosofía tomista. Del Prado descubrió que es una verdad funda-
verdad, que se encuentra en las diferentes doctrinas que examina y mental en el tomismo.
estudia. Entre los tomistas dominicos de la primera mitad del siglo xx hay
que citar también a Luis Alonso Getino (1877-1946). Fue profesor en
Salamanca y fundó en 1909 la revista La Ciencia Tomista. En 1913 pu-
6. LA NEOESCOLÁSTICA ESPAÑOLA blicó la importante obra El maestro Francisco de Vitoria y el Renacimiento
jilosijico-teológico del siglo XVI (1913). También es autor de la obra Viday
España se anticipó al neo tomismo gracias a Ceferino González y proceso del Maestro Fray Luis de León (1907).
Diaz Tuñón (1831-1895). El dominico asturiano fue profesor de Filo- El tomista español Santiago Ramírez Dulanto (1891-1967) destacó
soíla y Teología en la Universidad de Santo Tomás, de Manila, donde por su extensa y profunda obra. En el Angelicum inició su profesorado,
escribió su obra fundamental Estudios sobre la filosofia de Santo Tomás que continuó en San Esteban, para pasar después a Friburgo y a la Uni-
(1886-1887), que fue traducida al alemán (Die Philosophie des heiligen versidad Pontificia de Salamanca. En vida publicó más de veinte libros
'lliomas von Aquin, 1885). Muestra en ella una actitud abierta al mundo y más de medio centenar de artículos. Son muy importantes las series
moderno y a todos los avances de las ciencias. de artículos dedicados a la analogía y al concepto de filosofía, que apa
Compendio de sus enseñanzas en España fue la obra, en tres volú- recieron en La Ciencia Tomista (1921-1923). Entre sus obras deben des-
menes, Pbilosopbia elementaria ad usum academicae ac praesertim ecclesiasti- tacarse De hominis beatitudine (1942-1947), Introducción general a la Suma
(({I' inuentutis (1868). En Madrid realizó un fecundo magisterio personal 'Teológica (1947), De auctoritate doctrinali S. Thomae Aquinatis (1952), El
l'1I un grupo de jóvenes, especialmente interesados por la filosofía, y concepto de filosofia (1953) y Doctrina política de Santo Tomás de Aquino
que después tuvieron una gran influencia en la vida cultural española (1953). Su obra inédita, que es sobre todo un comentario a la Suma reo
Juan Manuel Ortí y Lara (1826-1904), catedrático de Metafísica de It~~im,en curso de publicación, tiene mayor amplitud que la publica-
1:1LJniversidadde Madrid y Alejandro Pidal y Mon (1846-1913).Las en- da. También hay que citar al dominico Manuel Barbado (1844-1945),
xcn.mzas que les impartía se encuentran en su obraFilosqfiaelemental(1873). profesor del Ange!icum de Roma y catedrático de la Universidad Complu
En 1875, fue promovido al obispado de Córdoba. Escribió His- tense de Madrid, autor de la Introducción a la Psicología experimental (1929).
tori« de la Filosofía (1878-1879), que pronto fue traducida al francés Uno de los tornistas más imp rtantes de los primeros añ s del si
(1890 1891). La obra, en cuatro volúmenes, fue la primera gran histo- glo xx (uc el d mini O navarro Fran isco Marín-Sola (1873-1932). Su
11.\ de la Iilosoíla publicada en España. En 1883 fue nombrado .uvobis vida doc .ntc Ir,1I15 .urrió .n Manil», Europa y Estados Unid S. En 1919,
po de S -vi]la:en 1884, ardenal por León xrn, y en 1886"IIJ'()¡',~po .1 1,IIlHIl"lt 'dl" Norlwllo del Pr.ulo, OlllpÚ ~1ILÍtcdr.\ en 1.1Univcrsid.ul

17S
EL LEGADOFILOSÓFICO Y CIENTIFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 6. PRIMERAPARTE

de Friburgo. Allí preparó su obra El sistema tomista sobre la moción divi- GONZÁLEZ POLA, M., Cardenal Zefenno González, filósofo, Madrid, Instituto
na (1925-1926). En Suiza permaneció únicamente ocho años, porque Pontificio de Filosofia Santo Tomás, 1995.
por la oposición que encontraron sus escritos entre los tomistas euro- HUERGA, A., «La recepción de la "Aeterni Patris" en España», Scripta Theologi-
peos, especialmente en Garrigou-Lagrange, tuvo que abandonar su cá- ea, 11 (1979), págs. 529-541.
tedra y no pudo publicar como libro su gran obra Concordia divina en- LIVI, A., La encíclica «Aetemi Patris» y el movimiento neotomista, en C. Fabro et al.,
Las razones del tomismo, Pamplona, EUNSA, 1980, págs. 117-137.
tre la moción divina y la libertad creada. Marín-Sola ofreció una nueva y
MASNOVO, A., Il neo-tomismo in Italia, Milán, Publicazioni della Universitá
original interpretación de las dificiles doctrinas de Santo Tomás de la Cattolica del Sacro Cuore, 1923.
libertad, del mal y de los atributos divinos operativos. Problemas pare- PIOLANTI, A., Pio IX e la rinascita del tomismo, Cittá del Vaticano, Libreria Edi-
cidos tuvo Francisco P. Muñiz, profesor del Angelicum, muy conocido trice Vaticana, 1974.
por la serie de artículos titulados «El constitutivo formal de la persona - «Pio IX e la rinascita del tomismo», en W. AA., L'Enciclica «Aetemi Patris».
creada en la tradición tomista- (1946), porque siguió la interpretación Atti dell'VIlJ Congresso Tomistico Internazionale, Cittá del Vaticano, Ponti-
de Marín-Sola, ficia Accademia di S. Tommaso, 1981, vol. II, Significato e preparazione,
págs. 476-482.
SARANYANA,]. 1., «Sobre la recepción de las XXIV Tesis tomistas», en Att: del
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n.1\ Hl I ,~90

ITI
CAPÍTULO 7

Filosofías de la existencia
CIRILO FLÓREZ DE MIGUEL y RAMÓN RODRÍGUEZ

1. INTRODUCCIÓN

CIRILO FLÓREZ DE MIGUEL

El existencialismo es una corriente filosófica del siglo xx, que po-


demos caracterizar por su nuevo modo de formular esa experiencia de
la condición humana que se corresponde con una determinada época
de la historia de la humanidad: esa época que se inicia con el final de
la Primera Guerra europea y alcanza su vigencia al final de la Segunda I

Guerra Mundial.
La novedad del existencialismo como corriente filosófica podemo
situarla en su nueva experiencia de la subjetividad. La tradición filosó-
fi a del existencialismo se caracteriza como tal por su crítica de la ra-
cionalidad moderna, que las filosofias existencialistas en general consi-
ti .ran como una racionalidad mutilada, en cuanto que se ha centrad
<:11 el pensamiento (cogito) y ha olvidado la realidad encarnada del indi

vidu , que es precisamente la realidad que esas filosofias quieren re


n'l .rar,
A 1 artir d ,1 idealismo alemán la filosofía moderna ha ntrado 11
II ixis, lo IU' va a .ondu .ir a mu has filósof s a una -ríti a d la filo
.\()fT.I mod 'lila y d ' su d p nd n -ia d las ci .ncias; debido a lo cual se
V.I.I il intensifir.lIldo.1 partir de 'S' momento ln ¡ olémicn cnntrn el r;\

17')
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 7. PRIMERA PARTE

cionalismo tanto kantiano como hegeliano, porque ese racionalismo y tiempo de rebasar ampliamente el campo de la filosofia; el arte, la lite-
no ha sabido captar la existencia como singularidad y personalidad y ratura, la psicología, la antropología, la sociología y la teología han re-
la ha homogeneizado bajo una razón universal válida para todos. La gistrado evidentes influjos de ella. Y aún hoy, tras más de setenta años
crítica existencialista de la razón universal reprocha a esa razón el olvi- de vida pública, sigue siendo objeto de estudio constante.
do del individuo con sus deseos y sus esperanzas, con su sentido de la y sin embargo, esta influencia transversal se hace dificil de enten-
vida y de la muerte. Frente a esa razón universal las filosofias existen- der si se mira a la forma estructural de la obra: SZ no es un ensayo,
cialistas colocan como núcleo de la filosofia el «hombre concreto», al sino un típico tratado de filosofia, con capítulos y parágrafos ordena-
que denominan el existente; y por lo mismo van a centrar el análisis fi- dos de acuerdo con el plan sistemático de una investigación. Su pro-
losófico en la existencia experimentada como contingencia radical y pio tema, la cuestión del ser, tema abstruso de la ontología, no parece
finitud irremediable. adecuado para recabar la atención de los no iniciados. Pero ésta es, sin
El existente, como punto de partida de la filosofia, tiene como su duda, la gran virtud de Heidegger, no sólo en SZ, sino en toda su obra:
posibilidad más originaria la libertad. Y por eso podemos caracterizar pensar los más clásicos temas de la tradición filosófica desde el hori-
las distintas filosofias de la tradición existencialista como «filosofías de la zonte problemático y acuciante de la época, en el que late toda su fuer-
libertad», a la que conciben como origen. Es decir, la libertad es el za vinculan te.
poder que tiene el existente para dar origen o iniciar un acontecimien- «La concreta elaboración de la pregunta por el sentido del ser es el
to. Aquí la libertad no es una cuestión de elección, sino que es el cons- propósito del siguiente tratado. La interpretación del tiempo como ho-
titutivo de ese ser al que denominamos existencia. Esta filosofia de la rizonte posible de toda comprensión de ser es su meta provisional.»
libertad puede ser entendida con matices por unos y otros; pero todos Pese a la forma sistemática de un tratado, apropiada para la exposición
ellos la comparten como el elemento fundamental de las filosofias de de un cuerpo de doctrina definido y asentado, SZ no pasa de ser un
la existencia. texto preparatorio, de valor provisional y, en el fondo, ensayístico, en
el literal sentido de ensayar interpretaciones que han de ser constante-
mente puestas a prueba, aunque este carácter case mal, en múltiples
2. HEIDEGGER: «SER y TIEMPO» ocasiones, con el tono cortante y seguro de sus tomas de posición. En
efecto, la misma estructura de la obra delata esta provisionalidad:
RAMÓN RODRÍGUEZ trata ante todo de elaborar una pregunta -por tanto, no una respuesta
de cuya elaboración se desprende un resultado sólo provisional. Lo
La historia es bien conocida. Martin Heidegger, profesor no nume- que semejante empresa tiene de atractivo y novedoso no es su objet ,
rario en la Universidad de Marburgo, adonde había sido llamado por el ser, que viene siendo, de una u otra forma, el núcleo de las doctrinas
recomendación de Husserl, tras cinco intensos años de enseñanza en filosóficas desde los griegos, sino precisamente el modo como se re
ella, opta a una cátedra oficial. El decano de la Facultad le incita a que nueva y se prepara el preguntar por él, en la convicción de que la Ira
entregue algún manuscrito, dada la escasez de sus publicaciones. El re- di .ión ha sepultado progresivamente la forma radical de cuestionar.
sultado de la exigencia es Sery tiempo (Sein und Zeit, en adelante SZ), que 1) .spcrtar de nuevo la sensibilidad para la cuestión del ser y elaborarla,
,tparece en 1927. La que habría de ser una de las obras más decisivas t·S ti .ci r, desplegada como cuestión, es el tema de Sz.
e influyentes del siglo tiene, así, un típico origen académico, que rápi- Este despliegue contiene, como decía, la originalidad y la fuerza
damente trascendería. A partir de ella, Heidegger, conocido sólo como ti . s/'.,. Pues la obra gira la cuestión hacia el hecho de la «compren si n de
brillante profesor en reducidos círculos, adquiere una resonancia fi- .\('1 », he .ho que radi a en la existencia humana, que se transforma así
losófica mundial. El pensamiento que irrumpe con Sery tiempo se '11 el t 'IT 'no propio del análi i . Partir de la «comprensi n d ser» 's
convierte en una fuente permanente de la filosofia del siglo xx, que rnvestig.ir 1.1 rcalida I humana orno «lugar del ser». l Ieidcggcr elegirá,
lo rcleerá una y otra vez con la conciencia de ser una de sus claves P,II,I III '11(;)1' esta visi n purarn .nt ntológi 'a d I ser humano, el t "1
indiscutibles. Precisamente esto, haberse convertido en clave de la 11\1110 .d('Il).\n I asrin, que -11 el lenguaje orri 'nt ' significa existen; i.t,
compren ión de su épo a, ha sido determinante de la capa idad de Ser pt'l() qu ' tom.ido en su lit .i.ilidacl, O" .11';", puede -nt .nd 'IS ' (OJIto

IHO IH I
EL 1l' I " , 111( )SÓFICO y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX
CAPÍTULO 7. PRIMERA PARTE

1,1 \l'P>, como el lugar o ámbito en el que «ser» aparece. La ela- Heidegger, Husserl, fundador de la fenomenología, la rechazó inme-
, l' '11 de la cuestión del ser exige como tarea primordial una analí- diatamente como una forma de antropologismo, esto es, como una
1,1, l., existencia humana, al ser en ella donde se da la comprensión fundamentación de la verdad en la peculiar constitución del ser huma-
1 11, es decir, el fenómeno de ser, la inteligibilidad de «ser», Hacer no; la crítica marxista, por su parte, no vio en la analítica de la existen-
I ,mp.lrente la existencia humana para sí misma en su propio ser es la cia más que la expresión de la zozobra y la inquietud de la sociedad
'IIB III ión de un correcto planteamiento de la cuestión del ser en gene- burguesa ante el ascenso del proletariado. . .
I d Por ello Heidegger llamará a esta labor preparatoria Ontología Fun- Esta visión antropológico-existencial ha marcado la historia efec-
11.1111ental, porque contiene el fundamento y la posibilidad de la Onto- tual de 5Z, pues a partir de la posguerra toda la escuela heideggeriana,
1"gí,l, y consiste, paradójicamente, en la ontología regional de un ente dirigida por la propia auto interpretación de Heidegger, quien tras el
.k-terminado, aquel para quien comprender es abrirse al ser. El proyec- «giro» de su pensamiento, rechazó la interpretación existencialista, se
lo global de la obra se dispone entonces en dos partes: una primera, de dedicó a rebatir los «malentendido s» múltiples a que, a su entender, es-
..irácter temático, que habría de contener el análisis de la existencia, taba sometido el gran libro de Heidegger. Ésta es una de las más mo-
1 uya peculiar temporalidad suministraría un concepto de tiempo, a lestas características de la ortodoxia heideggeriana, el que nunca hay
partir del cual podría establecerse el sentido del ser en general; y una propiamente diversidad de interpretaciones, sino profusión de malen-
segunda más bien histórica, que ofrecería los rasgos básicos de una tendidos. Y el principal de ellos es olvidar la intención puramente on-
«destrucción» de la historia de la ontología, es decir, una crítica que sa- tológica de la obra, que no se centra en la existencia humana, sino en
que a la luz los supuestos de los que se nutren las teorías que significan la cuestión del ser; su tema es el ser, no el hombre. Este es visto única-
una inflexión fundamental en la idea de ser: Kant, Descartes y Aristó- mente como «expuesto» al ser, como el lugar de su acontecer, por ello,
teles. Lo que hoy conocemos como Ser y tiempo -título que expresa el frente a la interpretación existencialista que ve en la libertad humana la
núcleo de dicho proyecto, el intento de leer 'ser' a partir de 'tiempo'- instancia responsable del sentido del mundo, el «segundo Heidegger» y
es una obra truncada, que ofrece menos de la mitad de lo proyectado, sus seguidores subrayarán siempre que la libertad, lejos de poder ser en-
el análisis de la existencia, pero sin desprender de él el «horizonte tras- tendida como una mera propiedad humana, es pura referencia al ser, y
cendental» del tiempo, desde el que habría de hacerse la lectura de por ello ininteligible sin él. La segunda gran interpretación d~ 5Z ~ea~i-
«ser», con la que culminaría la primera parte, sin duda la fundamental. za, pues, una cierta inversión de la primera: allí donde el existencialis-
La falta de la segunda, histórica, tiene menos importancia, dadas las in- mo acentuaba el carácter activo de comprender el ser, propio del hom-
terpretaciones posteriores que Heidegger ha ido publicando de los bre, la nueva visión subraya el papel preponderante del ser, que «desti-
mencionados filósofos. na» al hombre a ser su «pastor» o custodio. Toda una gran corriente es
Q!Ie 5Z nunca haya visto su conclusión y que lo que de ella ha conducida por esta auto interpretación heideggeriana. .
aparecido consista esencialmente en una analítica de la existencia hu- Tras el relativo declive de Heidegger en los sesenta, por obra conju-
mana ha determinado en gran medida el destino de la obra. Pues su gada de la filosofia analítica y el marxismo, se inicia a partir de finale
primera recepción dejó sin atender la meta y el marco ontológicos ante de los setenta una nueva y constante presencia de Heidegger en el pa-
1.1fuerza y la plasticidad de los análisis referidos a distintos aspectos del norama filosófico; se trata, ante todo, de su segunda obra, la concebi-
humano estar en el mundo. Las interpretaciones existencialista (recuér- da y publicada después de 5Z, pero justo por ello la visión de ésta ad
ti 'se la enorme influencia en Sartre y el existencialismo francés) y vita- quiere un relieve y una objetividad hasta ahora no logrados. Esta nue-
lista (la presencia de la analítica del Dasein en la concepción orteguia- va forma de interpretarla carece de una dirección única, aunque s
na de la vida como realidad radical es palmaria) llevaron la voz cantan- pu .d n apreciar sus líneas básicas: de un lado son los problema rela
t . Y celebraron 5Z como una profunda e innovadora visión de la tivos a la génesis de 5Z los que atraen la atención, fomentado por la
1 .alidad humana, en la que ésta aparece en toda su radicalidad, sin puhli 'ación de los curo s de Heidegger que la preced.i~ron y que r. ~i~
1.1plIjOSni interesadas o edul oradoras deformaciones; su influencia en 11,111
su fragua pr grcsiva; de 011' lado s la .xplora Ion de la P sibili
el .umpo de la teol gía siguió los mismos derroteros, al igual que la vi- d.ul de una hcrm .néutica ícnomcnológica ( I verdad .ro «111.todo» de
sión qu ' sus prim 'ros crít i ·os tuvi 'ron de .lla. En el' t ,el ma stro de 1.1Ohl,l) y de 1.1(Ollst it lit ión de UIl.I ontologf.1 hcrm '11\11 ica lo que ic

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EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 7. PRIMERA PARTE

«aquí del ser», como el lugar o ámbito en el que «ser» aparece. La ela- Heidegger, Husserl, fundador de la fenomenología, la rechazó inme-
boración de la cuestión del ser exige como tarea primordial una analí- diatamente como una forma de antropologismo, esto es, como una
tica de la existencia humana, al ser en ella donde se da la comprensión fundamentación de la verdad en la peculiar constitución del ser huma-
del ser, es decir, el fenómeno de ser, la inteligibilidad de «ser». Hacer no; la crítica marxista, por su parte, no vio en la analítica de la existen-
transparente la existencia humana para sí misma en su propio ser es la cia más que la expresión de la zozobra y la inquietud de la sociedad
condición de un correcto planteamiento de la cuestión del ser en gene- burguesa ante el ascenso del proletariado.
ral. Por ello Heidegger llamará a esta labor preparatoria Ontología Fun- Esta visión antropológico-existencial ha marcado la historia efec-
damental, porque contiene el fundamento y la posibilidad de la Onto- tual de 5Z, pues a partir de la posguerra toda la escuela heideggeriana,
logía, y consiste, paradójicamente, en la ontología regional de un ente dirigida por la propia auto interpretación de Heidegger, quien tras el
determinado, aquel para quien comprender es abrirse al ser. El proyec- «giro» de su pensamiento, rechazó la interpretación existencialista, se
to global de la obra se dispone entonces en dos partes: una primera, de dedicó a rebatir los «malentendidos» múltiples a que, a su entender, es-
carácter temático, que habría de contener el análisis de la existencia, taba sometido el gran libro de Heidegger. Ésta es una de las más mo-
cuya peculiar temporalidad suministraría un concepto de tiempo, a lestas características de la ortodoxia heideggeriana, el que nunca hay
partir del cual podría establecerse el sentido del ser en general; y una propiamente diversidad de interpretaciones, sino profusión de mal en-
segunda más bien histórica, que ofrecería los rasgos básicos de una tendidos. Y el principal de ellos es olvidar la intención puramente on-
«destrucción» de la historia de la ontología, es decir, una crítica que sa- tológica de la obra, que no se centra en la existencia humana, sino en
que a la luz los supuestos de los que se nutren las teorías que significan la cuestión del ser; su tema es el ser, no el hombre. Éste es visto única-
una inflexión fundamental en la idea de ser: Kant, Descartes y Aristó- mente como «expuesto» al ser, como el lugar de su acontecer, por ello,
teles. Lo que hoy conocemos como Ser y tiempo -título que expresa el frente a la interpretación existencialista que 've en la libertad humana la
núcleo de dicho proyecto, el intento de leer 'ser' a partir de 'tiempo'- instancia responsable del sentido del mundo, el «segundo Heidegger» y
es una obra truncada, que ofrece menos de la mitad de lo proyectado, sus seguidores subrayarán siempre que la libertad, lejos de poder ser en-
el análisis de la existencia, pero sin desprender de él el «horizonte tras- tendida como una mera propiedad humana, es pura referencia al ser, y
cendental» del tiempo, desde el que habría de hacerse la lectura de por ello ininteligible sin él. La segunda gran interpretación de 5Z reali-
«ser»,con la que culminaría la primera parte, sin duda la fundamental. za, pues, una cierta inversión de la primera: allí donde el existencialis-
La falta de la segunda, histórica, tiene menos importancia, dadas las in- mo acentuaba el carácter activo de comprender el ser, propio del hom-
terpretaciones posteriores que Heidegger ha ido publicando de los bre, la nueva visión subraya el papel preponderante del ser, que «desti-
mencionados filósofos. na» al hombre a ser su «pastor» o custodio. Toda una gran corriente es:
Que 5Z nunca haya visto su conclusión y que lo que de ella ha conducida por esta auto interpretación heideggeriana. .
aparecido consista esencialmente en una analítica de la existencia hu- Tras el relativo declive de Heidegger en los sesenta, por obra conju-
mana ha determinado en gran medida el destino de la obra. Pues su gada de la filosofía analítica y el marxismo, se inicia a partir de finale
primera recepción dejó sin atender la meta y el marco anta lógicos ante de los setenta una nueva y constante presencia de Heidegger en el pa-
la fuerza y la plasticidad de los análisis referidos a distintos aspectos del norama filosófico; se trata, ante todo, de su segunda obra, la concebi-
humano estar en el mundo. Las interpretaciones existencialista (recuér- d" y publicada después de 5Z, pero justo por ello la visión de ésta ad-
dese la enorme influencia en Sartre y el existencialismo francés) y vita- quiere un relieve y una objetividad hasta ahora no logrados. Esta nue
lista (la presencia de la analítica del Dasein en la concepción orteguia- va forma de interpretada carece de una dirección única, aunque s
na de la vida como realidad radical es palmaria) llevaron la voz cantan- pueden apre iar u líneas básicas: de un lado son los problema rcla
te Y celebraron 5Z como una profunda e innovadora visión de la 1 ivos a la génesis de Z los que atraen la atención, fomentado p r la
realidad humana, en la que ésta aparece en toda su radicalidad, sin pul licación ti los urs s d 1Icidcgger que la pre di r n y qu ' r gis
t,lPUjOSni interesadas o edulcoradoras deformaciones; su influencia en 11.111 su fr,lgu¡lprogresiva: ti' otro lad '5 la cxpl ra ión de la ¡ osibili
el ampo de la teología siguió los mismos derroteros, al igual que la vi- tI,Id d . lIl1.1 h .uucnéutic ¡I ícnom .nol gi .a ('1 v .rd.rdero «111 Ilodo» de

sión qu sus primeros ríti o tuvi 'ron d ella. En electo. ·1maestro de 1.1 olu.r) Y dl' 1.1 tOl1SI illl( ión ti ' 1111.1 ontologla hcnncnéut il,l lo qu . re

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EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 7. PRrMERA PARTE

nueva el interés por Sz. Además, es perfectamente reconocible la pre- ción» de estos análisis, que la existencia como proyecto arrojado es una
sencia del análisis de la existencia en los ensayos de una teoría herme- estructura de ser internamente temporal, con una temporalidad pecu-
néutica de la subjetividad. liar y propia, que constituye su sentido último. A diferencia de los de-
Los rasgos básicos de la analítica existencial se agrupan en torno a más seres, que son en el tiempo, la existencia es temporal; la temporali-
la idea directriz de «existencia»: «la "esencia" del Dasein consiste en su dad es, valga la expresión, el tejido del que está hecho el proyecto arro-
existencia». Al igual que con la palabra Dasein, Heidegger toma el tér- jado: anticipándose a sí misma la existencia es siempre por-venir,
mino existencia en su sentido etimológico de sistere ex, estar fuera de. futuro, desde el que retorna a lo que ya es (pasado) y en este retorno
Con ello trata de resaltar que 10 más propio del ser humano no es el en el que se unen porvenir y pasado se hacen presentes las cosas. Esta
conjunto de caracteres (biológicos, psicológicos, sociales, etc.) que 10 estructura temporal determina la historicidad de la existencia, que se
definen, sino el hecho elemental de que su ser le incumbe, le atañe; hace a sí misma en la constante asunción de su pasado; este movimien-
eso significa que ser no es para él limitarse a estar ahí, como una pie- to de auto transmisión es la idea primitiva de tradición. Los momentos,
dra o un vegetal, sino tener que ver con su propio ser, es decir, tenerlo típicamente «existencialistas», de la angustia y el «estar a la muerte»,
como algo propuesto, en lo que hay que intervenir; ese estar siempre que cumplen una función esencial en la economía de la obra, acen-
referidos al propio ser como algo que podemos y tenemos que ser 10 túan la finitud radical de esta concepción del existir.
denomina Heidegger «existencia», en el sentido de que por esa estruc- Uno de los logros más influyentes de ella es la teoría de la com-
tura el ser humano está radicalmente fuera de sí, es puro movimiento prensión que contiene. Comprender, en su sentido existencial, no es
o tendencia hacia sus propias posibilidades. El hilo conductor existen- un acto intelectual o mental, sino la apertura de posibilidades propia
cial preside todos los análisis de SZ; todas las «propiedades» que pue- del proyecto; el modo normal, vital, de referimos a nuestras posibilida-
dan atribuirse a la realidad humana han de verse a la luz de esta idea des es una comprensión implícita, de carácter más bien práctico y no
de un ser que 1) se comporta consigo mismo, y 2) que el sí mismo con reflexivo, gracias a la cual podemos luego deliberar y captarlas objetiva-
quien se comporta es siempre su propio proyecto de ser. Así, la idea de mente. El comprender existencial anticipa siempre al «conocimiento»
estar-en-el-mundo con la que se abre el análisis no expresa otra cosa su tema y delimita su campo. Esta anticipación es el momento esencial
que la intrínseca referencia del existir humano al mundo, esa trama de de la comprensión. Heidegger lo llamará «precomprensión» y elabora-
sentido en la que de entrada siempre está y en la que se labra sus posi- rá sus rasgos estructurales básicos. De acuerdo con ellos, todo conoci-
bilidades. miento (vulgar o científico) es siempre interpretación, en el preciso
El complejo análisis que Heidegger realiza del hecho de la existen- sentido de que tematiza y explica el sentido de 10 dado a la luz de las
cia es imposible de resumir en pocas palabras. La idea de «proyecto posibilidades -el horizonte- abiertas por la pre-comprensión. La I
arrojado» (gew01ftne Entwuif) concentra, sin embargo, bien su estructu- comprensión, en el sentido global de precomprensión-, interpreta- .
ra básica. Pro-yecto expresa el movimiento de la existencia, que consis- ción y enunciado, es una estructura de la existencia, inseparable del he-
te en un estar volcado hacia las propias posibilidades de ser, en una cho mismo de existir.
constante anticipación de sí mismo; la necesidad de asumir esas posi- De acuerdo con ella, el método con el que se compone la obra no
bilidades contiene siempre un momento de elección entre ellas, una li- puede ser otro que la explícita y consciente asunción de esta estructu-
bertad intrínseca al hecho mismo de la proyección, en virtud de la cual ra hermenéutica de la existencia. Heidegger utiliza la fenomenología
uno va conformando -eligiendo-la figura de sí mismo. Pero el pro- .iprendida de Husserl como forma de sacar a la luz e interpretar ade
yecto no es nunca una libre posición de sí mismo sin precondiciones; cuadamente el sentido de los fenómenos más decisivos en los que íun-
si en algo ha insistido SZ es en el carácter fáctico del proyecto, es de- d,l sus análisis. SZ es, de hecho, un ejercicio de hermenéutica fenome
cir, en su estar siempre inserto, «arrojado», en un campo de sentido ya nológica, en la que la anticipación de sentido que las primeras indica
dado, que él no ha creado ni constituido; las posibilidades de ser están ( iOIH':S proyectan son constantemente desplegadas y comprobadas por
,lsí determinadas por la facticidad del mundo en el que se está. El pro- el .m.ilisis (cnomcnológico de determinados comportamientos, que
yecto es, pues, arrojado porque desde las posibilidades que esboza asu- .ihrcn I1UCV;IS perspectivas de comprensión, que necesitan ser ti su vo.
I11Cnecesariamente lo que ya cs. l lcidcggcr mostrad, en una «rcpcti- \('1 (·xpli('il.ld,IS, el1 un proceso hcuuenóutico que solo ,1t'<lb,Id, provi

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CAPÍTULO 7. PRIMERA PARTE
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX

sionalmente, cuando, alcanzado el sentido de ser de la existencia (la riencia de nuestra mis mi dad a través de la conciencia pensante, así
temporalidad), se repitan, en clave temporal, los análisis anteriores. como la experiencia del otro, del cual nos distinguimos y con el que
Pe~o el proc~so de autocomprensión de la existencia queda siempre nos relacionamos mediante la comunicación. La comunicación con
abierto, en virtud de su permanente proyección hacia lo posible. otras existencias puede ir desde la lucha, que consiste en llevar la diver-
Toda la analítica existencial está pensada en contraposición radical sidad al extremo, hasta el amor. Jaspers habla de cuatro modos funda-
a la forma en que se articula la comprensión tradicional de ser: el ser mentales de amor: el amor vital, que es el amor a la especie; el amor
cosa y el ser sujeto, ambos modos deudores de la misma concepción, intelectual, que es el resultado de la evidencia de la verdad y la alegría
la del ser como «estar ahí delante» (Vorhandenheit). La convicción fun- de esta evidencia; el espiritual, que es el resultado de la coherencia con
damental de 5Z es que «ser» ha significado desde los griegos «presen- el todo, y el existencial, que se particulariza en el individuo como exis-
cia», y en el seno de esta idea se ha fraguado toda una ontología cuyas tencia única e irreemplazable. En el amor existencialla comunicación
categorías tienen como horizonte el «estar ahí delante» propio de las se realiza a través del lenguaje, que desempeña un papel central en la
cosas o los objetos. La filosofia moderna se mantiene en lo esencial filosofia. El último de los ámbitos es el de la trascendencia, en el que
dentro de él. Pero esa idea de ser -fundada en el presente temporal- la realidad se nos da como una. La unidad de la trascendencia es el pro-
es inaplicable a la existencia (humana), que es proyecto, porvenir. totipo de todas las unidades variables tal como se nos dan en el mun-
Por ello 5Z se esfuerza en distinguir radicalmente el tipo de ser de la do y en la existencia. A esa unidad de la trascendencia llegamos cuan-
existencia y los conceptos que la expresan (los «existenciales») del ser- do trascendemos el pensar con categorías y logramos aprehender esa
cosa y sus categorías. Una consecuencia radical de ello es el rechazo unidad tal como ella es en sí; cosa que logramos por medio de lo que
frontal a entender la existencia como «sujeto», pues no es más que la Jaspers denomina la «fe filosófica». La fe filosófica es un «camino»
traslación del concepto «cósico» de sustancia a una realidad que le es que nos aproxima a la verdad, que en el campo de la filosofia nunca s
completamente ajena. La oposición de 5Z, tanto a la concepción nos da como evidencia; sino a través de lo que Jaspers califica como
sustancialista clásica como a las filosofias modernas de la subjetividad, «cifras».
es total. Estos tres ámbitos o círculos dentro de los que se mueve el filoso
5Z no va más allá de establecer esta distinción radical entre el ser íar exigen un método peculiar, que nuestro filósofo califica como lógi-
de la existencia y el ser de los entes que no son ella, sin lograr extraer ca filosófica o lógica del envolvente, cuya tarea es la aclaración cons
del análisis del primero el «horizonte trascendental» que permitiría lo- tante, desde los límites, de los huecos de nuestra experiencia.
grar el sentido del ser en general que se buscaba. La inconclusión de la Lo envolvente es aquello (el Ser) que nos abarca incesantemente y
obra, que tanto ha dado que hablar a la literatura heideggeriana, es una origina en nosotros la voluntad de una conquista efectiva del Ser como
confesión de la imposibilidad de su proyecto, que determinará el ulte- totalidad. La captación de esta totalidad constitutivamente abierta ex.ig .
rior rumbo del pensamiento de Heidegger. una tarea filosófica peculiar que podemos exponer como una progre iva
c oncentración a través de círculos a la búsqueda de ese Ser que siempre
IlOStrasciende. El pensar filosófico no es algo que resbala sobre la cxis
3. LA FILOSOFÍA DE LA EXISTENCIA DE JASPERS ten ia del hombre, sino una actividad humana que transforma al h m
hrc. Yo mismo y mi conciencia nos transformamos en el proceso d en
CIRILO FLÓREZ DE MIGUEL
noccr, La actividad humana del conocer tranforma el existente n .xis
icnria, uyo inicio podemos situar en nuestra experiencia de los límit 's.
El contenido de la filosofia de Jaspers fue expuesto en su obra Este método no desemboca en una ontología, ni en un sist ma ti ,1
de 1932: Pilosofia. En ella podemos apreciar cómo la filosofia de la ver; pu .s si fu ra a í no haríarno otra cosa que tran formar al ser en
nh)l"IO absoluto, I qu traería onsigo la pé rdida para siempre de 1.1.~
existencia de Jaspers se desarrolla en tres ámbitos bien definidos. Lo
que '1 llama lo abarcador se nos da en primer lugar como mundo ob- 1ll"I.IIlZ.1d ' apr ih .nderlo; ya qu ' la esencia d I ser está n .sc 1 siduo
jetivo, que el entendimiento intenta captar en categorías. Tenemos en (mi ·1 [uc si '111pr' nos '11'Olltra1110S .n nu .stra acci n de trasccnd '1,
xcgundo lugar el ámbito de la existen ia, en el que al anzarnos la cxpe- ('11(·llflllile si '1111'1'pl 'sentl' 'illapr'l1 -nsibl ' ti ' nucstr.t cxist '1\ 1.1.

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EL LEGADO FILOSOFICO y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 7. PRIMERA PARTE

Jaspers distingue entre el existente y la existencia. El existente está do comprendemos desde la existencia, mientras que el comprender se-
dotado de una conciencia general que le permite pensar la realidad en cundario es siempre un comprender de algo «extraño» a nosotros. Un
categorías. Además de esa conciencia general, está dotado de espíritu, ejemplo puede aclaramos estas ideas. Newton ha comprendido origi-
en cuya totalidad ideal coexisten lo pensado y lo real. La existencia es nariamente la teoría de la atracción universal; mientras que nosotros
la captación del sí mismo del existente, abierta y referida a la trascen- como historiadores de la filosofia o de la ciencia comprendemos lo
dencia por la que se sabe producida y a la que reconoce como funda- comprendido por Newton e intentamos explicar esa comprensión ori-
mento. ~sa captación del sí mismo tiene lugar siempre dentro de la in- ginaria de Newton. La tarea de la filosofia es la de conducimos hasta
manencia. las puertas mismas de lo Uno, pero allí se detiene, lo mismo que Moi-
El saber tiene su lugar propio en el ámbito de la inmanencia. Y se sés a las puertas de la tierra prometida. Nos da la trascendencia en ci-
distribuye en tres campos bien delimitados: el de la ciencia, el de la téc- fra, pero nunca puede dámosla con la positividad con la que lo hace la
nica y el de la filosofia. La ciencia y la técnica se mueven en el ámbito religión. Jaspers establece unos límites muy claros entre la religión y
del entendimiento y nos proporcionan un saber objetivo, que hace de la filosofia; límites que él nunca intenta traspasar.
las cosas cosas en sí controladas por el hombre. La filosofia, en cam- La filosofia, tal como Jaspers la entiende, es una forma particular
bio, se mueve en el ámbito de la razón y aspira a la unidad de los dis- de hermenéutica, que tiene como tarea interpretar los fenómenos del
tintos sistemas de objetos. Esta aspiración a la unidad es también pro- mundo, los signos de la existencia y las cifras de la trascendencia para
pia del mito y del cuento. Pero mientras que éstos nos dan esa unidad llegar a aclarar qué sea el mundo, qué sea el hombre y qué sea el Ser.
en una historia que no admite discusión: así es la realidad, así aconten- Pero sabiendo que ni el mundo, ni el hombre, ni el Ser pueden dárse-
ció y así se cuenta, la razón, en cambio, nos da esa unidad en la articu- nas como objeto. Ésa es la paradoja del saber filosófico que Jaspers
lación del lenguaje de los filósofos, que no es un lenguaje de la fanta- ejemplifica muy bien con el míto bíblico de Job. Una de las cosas que
sía como el del mito y el del cuento, sino un lenguaje especulativo, que nos enseña este mito de acuerdo con la interpretación de Jaspers es que
se nos da en cifras, que tenemos que diferenciar de los símbolos tanto en la lucha de la razón por clarificar lo envolvente o abarcador no po-
estéticos como religiosos. En el símbolo religioso la trascendencia se demos apelar a Dios, sino solamente a razones que se encuentran en
hace real gracias a la revelación; en el símbolo estético se muestra el mundo.
como real a través de la irrealidad de la fantasía; y en la cifra de la filo-
sofia la trascendencia se transparenta en el concepto dentro del tiempo
histórico. El concepto nos permite ejercer el pensar filosófico, que nos 4. «EL SER y LA NADA» DE SARTRE
pone en contacto con una tradición a través de la cual se profundiza
I
nuestra historicidad, que permanece abierta en el inacabado proceso CIRILO FLOREZ DE MIGUE/.-
de la pregunta y la respuesta. Esto es lo propio de la razón comunica-
tiva filosófica, que nos conduce hasta las puertas mismas de lo Uno. La El descubrimiento de la existencia como ser-en-el-mundo por par-
filosofia no puede dar contenido positivo a la trascendencia tal como te de Heidegger le va a permitir a Sartre distinguir dos tipos de sere :
hace la religión, sino que tiene que limitarse a detenerse ante lo extraño aquellos que son en-sí (las cosas) y aquellos que son-para-sí (los hom-
y reconocer en ello el fundamento de la propia existencia. Pero eso bres). Estos últimos son el objeto fundamental del análisis sartreano d
nunca puede ser logrado con la certeza de la fe religiosa, sino desde la FJ sery la nada. Este texto de Sartre es un ejemplo claro del nuevo espa-
paradoja de la fe filosófica, que se interesa por lo que nunca puede lle- cio en el que se mueve la filosofia del siglo xx: el espacio de la ontolo-
gar a ser y sin lo cual no sería lo que es. El pensar filosófico tal como !!.{a, que supone una vuelta al ser de las cosas. Ahora bien, entre el s r
Jaspers lo interpreta nos hace sensible un «origen» que no puede ser y ,1 f nómeno no hay diferencia alguna: el ser es aquello que apare e.
dado por la filosofia, pero que ella nos hace perceptible. Para entender Por es puede afirmar Sartre que el fenómeno es positivamente la In .
adecuadamente esta caracterización que Jaspers hace de la filosofia te- did., del s r.
nemos que tener en cuenta su distinción entre «comprender origina- L., '011 .icncia '5 tarnbié n una parte d 1s r inm rsa n \1. No 's t:I
rio» y comprender secundario. Comprendemos originaria m 'IHe uan- \ 0111 in 'lile de los r'116111 '110S ylas rcpr 's '11[<1 .ion 's '01110 ocurrl.i (.'11 l.,

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EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 7. PRIMERA PARTE

filosofía moderna, sino lo que Sartre llama un ser-para-sí. Este ser-para- que tiene su fundamento en la dualidad para-sí y para-otro, ya que en
sí que es la conciencia se experimenta como un vacío, como una nada, esa relación originaria yo no puedo ser para el otro lo que soy para mí;
como una fuerza que tiende a su realización. Esta conciencia para-sí y por lo tanto en la aparición originaria del otro se da una equivalen-
que se experimenta como una nada es además aquello por lo que hay cia entre «objetidad» y alienación. Originariamente yo estoy alienado
un mundo con unos objetos y unos valores; y ella no es ni ese mundo, por el otro, que es lo que Sartre nos manifiesta en su análisis fenome-
ni esos objetos, ni esos valores. Ese no-ser que es la conciencia es el que nológico de la vuergüenza. ¿Cómo salir de esa situación? Sartre va a
da sentido al ser. Esa nada no está fuera del ser, sino que es su meollo, encontrar una salida a través de la escritura, en la que la relación entre
«como un gusano en la fruta», «como un agujero de Ser en el seno escritor (yo) y lector (otro) no es una relación de alienación, sino de
del Ser». compromiso, que tiene que ver con su teoría moral como complemento
La filosofía existencial de Sartre parte de la «conciencia del ser» de su ontología.
tal como ésta se da en el ser que es existencia. La conciencia de ser La moral que Sartre propone como complemento de su ontología
para Sartre es siempre trascendencia por el hecho de estar abierta al no es una moral del deber como la kantiana, sino una moral concreta.
mundo, gracias a la nada que la constituye. La nada es siempre «un Es una moral de creador, que tiene en su núcleo la idea de don. La crea-
en otra parte», lo que hace que la conciencia de ser del existente nos ción, como escritura, es un don; y el don se caracteriza por el dar sin
lleve necesariamente al mundo en el que siempre estamos compro- garantía. Esto es el fundamento de lo que Sartre denomina generosi-
metidos. dad. En la generosidad se reconoce la alteridad del otro y se busca una
El núcleo de la filosofía de Sartre es la existencia, a partir de la cual fraternidad originaria, que sería uno de los fundamentos de la moral y
él construye todo su sistema filosófico. Entiende la existencia como que Sartre ve ejemplificada en la relación madre-hijo. Aplica esta teo-
anterior a la esencia. Es aquella forma de ser por la que toda esencia ría también a su modo de entender el compromiso del escritor. Cada
existe. La esencia llega a ser gracias a la existencia. Para tematizar filo- escritor está en una situación; pero la situación no es la que constituye
sóficamente este programa va a recurrir Sartre a la Lógica de Hegel, uno al escritor, porque la situación es determinante. Quien constituye al es-
de cuyos puntos fundamentales es el tratamiento de la existencia como critor es el público que Sartre interpreta como llamada a la libertad
el primer ser concreto con el cual nos encontramos a la hora de inten- frente a la determinación del escritor. El escritor media entre la situa-
tar derivar todas las categorías filosóficas a partir de la categoría de Ser. ción y el público. Esta teoría sartreana del escritor como mediación ex-
La noción sartreana de existencia tiene una peculiaridad que la di- plica el tema de la intersubjetividad otro de los núcleos de la filosofía
ferencia de la noción heideggeriana: que nos da prerreflexivamente el de Sartre.
rogito que luego se encarga de tematizar la filosofía. Pero este cogito pre- Sartre entiende la obra de arte como una forma privilegiada de las
rrcflexivo no es sustantivizado como hizo la filosofía moderna, y esa relaciones con el otro. En el ámbito de la obra de arte, la libertad del
peculiaridad es precisamente la que hace del cogito sartreano un abso- otro no queda fijada como en el caso de la mirada, ni el otro es so-
luto peculiar. metido como un utensilio, sino que en ella tiene lugar el encuentro
La nada que viene al ser por la realidad humana es siempre, como creador de dos libertades, como en el caso de la fraternidad o de las
ya hemos dicho, «un ente en otra parte», 10 que hace que la conciencia rcla iones madre-hijo. El libro es ese mundo inteligible en el que dos
d ser del existente nos lleve necesariamente a la categoría de la liber- libertades se encuentran como tales y establecen entre ellas un pacto
t.id entendida como el único fundamento de la acción. En este punto ti ' generosidad, cosa que pueden hacer porque Sartre interpreta la
es donde nos aparece la categoría sartreana de la responsabilidad y la obra de arte como un don. La obra de arte es un don y en ella se da
.xigencia de una moral como complemento necesario de la ontología. U11«IXI to de generosidad» entre el escritor y el lector. Las significa-
tro tema importante de la filosofía sartreana de El sery la nada es l iOI) 'S n están fijadas dentro de la obra de arte, sino que están en
(:1 de 1<1 alteridad para cuya primera explicación va a servirse de una fe- pl'l f '<.t,1 ir lila i n, 1 que ha e de la obra de arte una obra viva
110l11en logia de la mirada, cuyo resultado es el de la experiencia del '11 1.1 IlIC ,1 autor apela all tal' estable iéndose entre ambos un pac-
otro '1) el seruimi nto d I malestar. O a ucrd n este plant ami n- to dc gen .rosidacl, que .s 1 que expli <1 la teoría sartrcana del m-
lo, la rel,1 i n original .nrrc ·1 y y '1 otro es una rcla ión 'onlli .riva, p101111S0.

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EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTíFICO DEL SIGLO :xx CAPÍTULO 7. PRIMERA PARTE

4.1. La teoría sartreana de la corporalidad 5. EL LUGAR DE CAMUS EN LA TRADICIÓN EXISTENCIALISTA

En el tratamiento sartreano del otro se nos aparece el cuerpo CIRILO FLÓREZ DE MIGUEL
como el centro de nuestro ser en el mundo. Nuestro ser en el mun-
do es un ser en el cuerpo, que Sartre interpreta como la concreción Camus representa muy bien la peculiaridad de lo que es el pensar
de nuestra facticidad. Esta interpretación del cuerpo como el lugar de del existencialismo. Y lo hace, inspirándose en Kierkegaard, a partir de
la facticidad le permite a Sartre criticar a Husserl (intencionalidad) y la conciencia como una enfermedad humana. La conciencia humana
a Heidegger (trascendencia). Y esa crítica le va a conducir a hacer del introduce un hiato insalvable entre el mundo y el hombre. Separa al
cuerpo el lugar del para-sí, recuperando a partir de él la vieja teoría fi- hombre del mundo y le plantea la pregunta por el sentido de la vida.
losófica de la individuación. El cuerpo es quien nos individualiza, y ¿La vida tiene sentido o no? Ésa es la gran pregunta filosófica que deja
lo hace al situamos en el mundo, que se nos da entonces como un en un segundo plano todas las demás. Y ésa es la pregunta que tiene
orden que soy yo. que resolver la filosofia, cosa que Camus hace en términos de una filo-
A partir de la individualidad que me confiere el cuerpo puedo re- sofia de la libertad. Y para ello va a recurrir a una teoría de la novela,
construir todas mis relaciones con el mundo y con el prójimo con el que hace de este género literario el aspecto fundamental de su pensa-
cual me encuentro en el mundo. Y al reconstruir todas mis relaciones miento. El novelista, como una especie de Dios, crea un mundo. Eso
con el mundo y con los otros a partir del cuerpo como centro, el mun- es la novela: la creación de un mundo por el novelista. La novela no
do se me aparece como un «mundo de sentido», en el que las distintas cuenta historias, sino que crea un mundo habitado por hombres, cuyo
relaciones quedan fijadas desde mi perspectiva a partir de una elección problema filosófico fundamental es saber si merece la pena vivir la
que fija la contingencia entre necesidad y libertad. Esa fijación yo no vida o no.
la veo (espectador), sino que la soy (actor). El para-sí que es el cuerpo Este que para Camus es el gran problema del hombre es el que aria
es el que trae el sentido al mundo. A partir de ahí y sirviéndome del liza en su ensayo de 1942: El mito de Sísifo. Camus, que ha nacido en
pensamiento puedo restablecer la relatividad absoluta del mundo ha- Argelia, inicia su vida atraído por la admiración de la naturaleza. u
ciendo equivalentes todos los centros de referencia. Pero en este pun- humanismo original es un humanismo helénico en el que domina la
to el cuerpo se me aparece como un obstáculo que tengo que trascen- luz mediterránea del norte de África. Su primera apertura hacia el
der para ser en el mundo. Esta dimensión del cuerpo es la que me re- mundo está caracterizada por la búsqueda de la dicha. Pero esta bú .
vela el cuerpo para mí. queda de la dicha va a quedar interrumpida de repente por el descubri-
Pero mi cuerpo además de ser para-síy para-mí es también para-otro, miento del absurdo en la experiencia de la enfermedad. Entre 1937 y
que también es un cuerpo que yo percibo como el instrumento de sus ac- 1942 Camus tuvo que pasar temporadas en sanatorios para cuidar de
ciones, al dueño de las cuales yo percibo como ausente. Una de las carac- su salud. De la experiencia de esa enfermedad van a surgir obras com
terísticas fundamentales de la conciencia como para-sí era, tal como vi- lil mito de Slsifo ya mencionado, las novelas El extranjero y El malentendi-
IllOS en su momento, la presencia ante sí misma de la conciencia; mien- do y la obra de teatro Calígula.
tras que en el caso del otro «su conciencia» se me da como ausente. I:I mito de Sfsifo es en realidad ese ensayo en el que intenta conciliar
En el encuentro con el cuerpo del otro como cuerpo en situación el absurdo con su mística de la dicha. Y para ello va a hacer de la n -
m ' topo con el lenguaje del que podemos decir que «es originariamen- vcl.t la .ncarna i' n misma de la filosofia, del pensamiento en irnág
te el ser-para-otro». El lenguaje nos permite un tipo de relación con el IIl'S. Pod 'mas servimos de las palabras de Camus en El mito de f.\"{ji)
prójimo en el mundo del sentido, hasta tal punto que Sartre llega a p.II.1SiI11.1r!''11el ontext g neral de los existen ialismos. Sí if Y Pro
.iíirmar qu 1 tro e experimentado por mí «como aquello que da al 11 1l'1 co, omo sab '1110S, son dos héroes que han sid castigado. p r los
lengua] su sentido». Y desde esta perspe tiva, cl lcnguaj " en tanto que dlm -s. Srsi(o por h.ib -r r 'v .lado un se reto de júpit '1", y Prorn 't 'o 101
lo utilizo p.ira otro, s ' m' aparc 'e '0111 sagrado. lt.dll'l ellll ,¡,.Ido ,1(llego .1 los homl» .s. Sísi() '11(,1\11;1 ,11homl» ' I '

19 1 \) \
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX

belde, mientras que Prometeo es la encarnación del hombre revolu-


cionario. Ambos mitos tienen que ver con el «compromiso por el
hombre»; pero se trata de un compromiso muy distinto.
El mito de Camus es el «mito de Sísifo» al que interpreta como el
hombre prudente que acepta sus límites y no cae en la desmesura,
como es el caso de Prometeo. El compromiso que Camus encarna en
el mito de Sísifo es el compromiso por lo que él llama el «pensamien-
to solar» y el «espíritu mediterráneo», que podemos identificar con una
determinada interpretación de Europa y del hombre concreto de car-
ne y hueso. Se trata de un compromiso «prudente» frente a la «desme-
sura» del compromiso revolucionario de Prometeo.
El compromiso de Camus por el hombre se atiene a la inmanencia
de la historia. Y es dentro de ella donde aspira a la dicha e intenta en- CAPÍTULO 8
contrar una salida al tema del absurdo. Sus novelas precisamente se de-
senvuelven en el espacio de la inmanencia; y en ese espacio es en el El positivismo lógico
que busca resolver el enigma de la existencia del hombre.
RAMÓN CIRERA

1. INTRODUCCIÓN: EL CÍRCULO DE VIENA

El Círculo de Viena se formó alrededor de Moritz Schlick cuando


en 1922 éste fue nombrado catedrático de Historia y Filosofia de las
iencias Inductivas en la Universidad de Viena. Es razonable hablar
de un círculo anterior que desde 1907 agrupaba al matemático Hans
l lahn, al fisico Philipp Frank y al sociólogo atto Neurath, todos ellos
preocupados por los problemas filosóficos de análisis y clarificación de .
los conceptos usados en las ciencias. Fue sobre todo Hahn quien con- :
siguió el nombramiento de Schlick, con el favor de los científicos y la
resistencia de los filósofos de la universidad. Consistentemente con su
origen, el grupo que Schlick formó incluía, además de los antes cita-
dos, matemáticos y científicos con preocupaciones filosóficas, como
I urt .. del, y también filósofos con formación y orientación científi-
(.IS, como Rudolf Carnap, Gustav Bergmann, Herbert Feigl, Viktor
I\r"n y Fricdrich Waismann, entre otros. Algunos de los miembros d
.\(. ír .ul central constituyeron el Vérein Ernst Mach, sociedad que
piopor ionaba una imag n pública al Cír ulo. No obstante, la vida in
(t'Il'( tu.il del ír ul iba más allá e incluía un buen número d r uni
11'\ III,í~ o 111'nos pcri . dicas a las que así tía una audiencia rná ami lia.
1':'(0 1I,Ill' ]lI' 1,1 'u .stión de 1<1perten ncia o no al Cír ul admita di
11'1('lIlt'S Il'SI Ul'S(;IS según ,1 crit .rio adoptado. Karl POPI '1', írccu 'nl.1

I ()II
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENlÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 8. PRIMERA PARTE

dor asiduo de esa periferia, nunca asistió a las reuniones convocadas rar el impacto que estas tesis, sustentadas en una impresionante expli-
por Schlick y por este motivo siempre manifestó que no había pertene- cación de la naturaleza de las representaciones lingüísticas y de la lógi-
cido al Círculo. Por otro lado, existían agrupaciones filosóficas de ca, causaron en filósofos que ya consideraban estos problemas y su re-
orientación similar en Berlín (lideradas por Hans Reichenbach y Carl lación con la ciencia como fundamentales.
Hempel) y Varsovia (a la que pertenecían Alfred Tarski y otros destaca- Las ideas de Wittgenstein influyeron en los filósofos del Círculo en
dos lógicos) con las cuales se intercambiaban frecuentes visitas y se edi- distinta medida. En el caso de Schlick y Waismann puede decirse que
taban publicaciones, como Erkenntnis, codirigida por Carnap y Rei- dominaron su pensamiento. Para Carnap fueron relativamente impor-
chenbach. También filósofos de otros países asistieron a algunas reu- tantes y para Neurath sólo transitoriamente. Todos ellos, sin embargo,
niones en calidad de invitados. Es el caso de A. J. Ayer, Ernest Nagel y compartían la misma actitud de ruptura con la filosofía tradicional,
Willard Quine. La denominación «Círculo de Viena» apareció por vez la idea de estar encarnando su definitivo viraje o cambio de rumbo.
primera en el manifiesto de 1929 La concepción aentifica del mundo: el Neurath, sociólogo y activista político, introdujo el segundo factor histó-
Círculo de Viena. Otto Neurath, que tuvo un papel central en su redac- ricamente distintivo del Círculo al enlazar esta actitud con las varia-
ción, lo propuso con la intención de aprovechar en un sentido prop~- das propuestas de renovación artística, cultural y social que durante
gandístico las bellas asociaciones que despertaba el nombre de la capi- los años de entreguerras se producían en Europa. El Círculo defendía
tal austríaca. Desde entonces, como ya apuntó Bertrand Russell, ese según Neurath el flanco filosófico en esa lucha por la transformación
nombre ha servido más como referencia psicológica, o intelectual, que social y se enfrentaba a los movimientos conservadores, y en último
geográfica. término también reaccionarios e irracionalistas, que enarbolaban me-
Todos los miembros del Círculo compartían la voluntad de cons- tafIsicas deudoras del idealismo alemán. Frente a ellos la filosofIa cien-
truir una filosofIa científica. Esta actitud no era nueva y no los distin- tífica representaba una puesta al día de los 'ideales racionalistas ilustra-
guía especialmente de otros filósofos más clásicos como Husserl, aun- dos, la versión filosófica del socialismo y la defensa de los intereses de
que el hecho de disponer del instrumental lógico legado por Frege y las clases trabajadoras. Hahn, Carnap y otros miembros del Círculo se
Russell permitía tanto una metodología científica más precisa como cundaban la posición de Neurath, mientras que el grupo en tomo a
un empirismo más consecuente y no atemorizado por la posición epis- Schlick y Waismann la rechazaba. Las alas izquierda y derecha del
temológica de las matemáticas. Dos factores fueron decisivos para que Círculo sostenían no sólo posturas políticas diferentes, sino que su dis
el Círculo adquiriera su propio perfil. En primer lugar, la influencia de cusión tenía reflejo en discrepancias teoréticas. Frente a la ortodoxia
Wittgenstein. Éste, en su primer libro, dejaba claro que los problemas wittgensteiniana de Schlick, que mantenía a la filosofIa, en su nueva
filosóficos eran pseudo-problemas del estilo de si «lo bello es más o me- posición puramente elucidativa, como reina de las ciencias, Neurath
nos idéntico que lo bueno», engaños producidos por una mala com- negaba un lugar diferenciado a la filosofIa, que había de encontrarse
prensión de nuestro lenguaje. La filosofIa no es, desde este punto de vis- en perfecta continuidad con la ciencia (anticipando así muchas de las
ta, capaz de ofrecer ningún conocimiento más allá de la ciencia natural t xis popularizadas más tarde por Quine). La idea de ciencia unificada
y en la medida en que pretende hacerlo cae en el absurdo. La filosofIa se convirtió, en manos de Neurath, en el centro de un movimiento in
no puede producir ninguna tesis propia y en consecuencia su papel tclc tual que celebró importantes congresos y emprendió la redacción
queda reducido a una pura actividad, actividad según Wittgenstein de de una Enci lopedia. En la discusión interior del Círculo, el cientiíis-
.lucidación de las proposiciones científicas y de patentización de la fal- 1110de N .urath le llevó a rechazar el positivismo y el verificacionismo
ta de sentido de las doctrinas filosóficas. qu . Schlick defendía, siguiendo al Wittgenstein de los años treinta. En
Es importante darse cuenta de la fuerza y novedad de la propues- 1.1 disputa sobre l s nunciados protocolares (Protokollsátze) o enun .ia-
ta: la condena de buena parte de las tesis filosóficas o la constata- dos h.lsitOS d 'la icn ia, Neurath propuso una concep ión fisicisia
ción de la gran proporción de error que contienen ha sido moneda corrien- lOt1tl,lIi,1 ,1 1.1búsqu 'da d un fundamento científt o en nun .i.idos
te entre los pensadores de todos los tiempos, pero la pretensión de que que d(,~lI il i .scu incorr gibl m .ntc lo dad , entendido como cxpc
toda la filosofIa no es más que una forma peculiar de confusión o de "Ilit,l. L.1 (tI .rzn el' los ,1rgUI11.n tos d ' N .urath 11'Vó ,1
I¡'lit 1,1 f' '110111
s fisti ado juego de palabras no t nía precedente. No se pu d xagc ( :,lIll,IP ,\ .ib.mdon.u ·1 f -nom .nismo ti ' MI Af(j!IIIf( Y ,1 cmpt 'nd '1 (,1

1%
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 8. PRIMERA PARTE

camino hacia la perspectiva convencionalista característica de su Sintaxis la experiencia inmediata. Expuesto así, el ideal es muy vago: importa
lógica del lenguaje. explicar qué se entiende por «reconstrucción», «reducción» o «expe-
La influencia intelectual del Círculo de Viena ha sido enorme. La riencia inmediata». Pero una indicación general puede hacerse recor-
ruptura filosófica con la tradición y la tabula rasa que de ella resultó dando el programa construccionista lógico de Russell: el filósofo britá-
fueron responsables, en conjunción con la ruptura que Heidegger pro- nico quería construir los objetos físicos, que antes había considerado
dujo en el bando de sus enemigos, de la actual división filosófica entre como los causantes de los datos de los sentidos del observador (sense
las filosofías analítica y continental. El ascenso al poder de las ideolo- data) a partir justamente de esos sense data, mediante algún tipo de ex-
gías totalitarias obligó a que los filósofos afines a las ideas del Círculo pediente matemático, un conjunto tal vez, formado con datos de los
buscaran refugio en otros países, principalmente Gran Bretaña y Esta- sentidos o en general objetos de conocimiento directo (acquaintance).
dos Unidos. La posición de privilegio de la que disfrutaron los filóso- Camap prosigue por ese camino hasta su más estricto final. El motto de
fos idealistas en Alemania y Austria durante el período nazi y su per- su libro es extraído precisamente de Our Knowledge of Exiernal World, de
manencia posterior han configurado el panorama filosófico-geográfico Russell: «La máxima suprema de la filosofía científica es ésta: allí don-
actual. Es muy notable y poco mencionada la importancia que en esta de sea posible, hay que sustituir entidades inferidas por construcciones
configuración tuvieron las posiciones políticas de los primeros filóso- lógicas.» Russell pronunciaba estas palabras como una máxima destina-
fos de ambas corrientes. da a minimizar el riesgo epistemológico, a fin de conseguir una recons-
trucción del conocimiento lo más segura posible. Para él se trataba de
una tesis regulativa. Camap hace de ella una tesis sustantiva. Propone
2. CARNAP: «LA CONSTRUCCI6N L6GICA DEL MUNDO» que es posible llevar a término la construcción de todos los conceptos
científicos los unos a partir de los otros de modo que el resultado sea
Cuando Rudolf Camap se incorporó a la Universidad de Viena una genealogía donde cada concepto encuentre su lugar y tal que la
como profesor en 1926, había ya escrito y publicado diversos trabajos base de la construcción se encuentre en la pura experiencia.
filosóficos. Conocía a Schlick y se encontraba en sintonía sobre todo Este último punto es esencial. El esfuerzo del A'1fbau es básicamen-
con Reichenbach, con quien compartía el propósito de ofrecer una te epistemológico. El lazo entre los conceptos ha de mostrar su último
(undamentación de la ciencia -especialmente de la física, de la que reposo en la experiencia inmediata, en lo inmediatamente dado, que es
poseía un sólido conocimiento que lo distinguía de los filósofos de la localizado -siguiendo la larga tradición cartesiana, en su vertiente em-
época- que la dejara al margen de toda especulación metafisica. A este pirista- en el dominio del psiquismo propio, concretamente en lo
fin dedicó varios trabajos en los que convivían influencias neokantia- que llama vivencias elementales, Elementalerlebnisse. Cada una de ellas
nas y convencionalistas. Esta etapa de su pensamiento culminó en Der consiste en la totalidad de la experiencia vivida en un momento detef;-
logische Aujbau der Wélt (La construcción lógica del mundo), su primer libro minado. Ahí se encuentra, para Camap, la roca firme donde se debe
l.irgo, que estaba prácticamente concluido cuando llegó a Viena y que anclar el conocimiento, aquello que da garantía a nuestras construccio-
publicó poco después. A pesar de ciertos añadidos wittgensteinianos, nes científicas. En la medida en que éstas no incorporen elementos ex-
(tllt" 110 aparecieron hasta la última versión del libro, Der logische Aujbau traños en su construcción, podemos consideradas dignas de confianza.
muestra en general el pensamiento de un Camap todavía no influido El /It(fbau quiere construir, o por lo menos dar el método para ha .cr
por el Tractatus, obra que no leyó completamente antes de su etapa lo cícctivamente, todos los conceptos científicos a partir de lo dado
vienesa. 111.diante la utilización de expedientes lógico-matemáticos, que se su
El Aujbau ha pasado a la historia fundamentalmente como el últi- pon -n n problemáticos. Con ello no pretende que este proceso s ';1
mo gran libro de la tradición fenomenista. Su ideal es la reconstruc- le.llmcnl' el que de arrollan las personas en la formación de sus con
ción de nuestro conocimiento del mundo, la ciencia empírica, a partir c cptos, El //!ff!JfIU no es un libro de psicología: no se prop n ex¡ lorar
de la experiencia inmediata, si se quiere la construcción de los conceptos 1.1 íoun.ición e nccptual real, sino ofrecer una reconstrucciáu raciona! de
cicrníficos a partir de esa experiencia o también la reducción de todos ('11.1, (,'sdcci r, 1110s1ra r cómo habrían podido ser derivados es! )S conccp
los enunciados científicos a enunciados que lublcn ex lusivarn ntc d ' I()~ ,í p.ulir dc lo dado.

191{
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 8. PRIMERA PARTE

Es dudoso que la reconstrucción que Camap persigue pueda con- tados, no originales, y a pasar por alto su valor filosófico, poco visible
siderarse realizada. Los críticos se han encargado a menudo de mostrar y sólo parcialmente explícito en el último capítulo, que característica-
las insuficiencias de la obra. Éstas, sin embargo, no afectan a su gran- mente no estaba previsto en la redacción inicial. LSS es, sin embargo,
deza: el Aujbau es un espléndido monumento al ingenio humano y el punto culminante de la carrera de su autor y en ella aparecen los as-
quien no ha recorrido sus páginas no ha comprobado lo mucho que pectos fundamentales de su concepción filosófica, que estaba destina-
Carnap puede construir de modo convincente sobre una base tan da a dominar la filosofía americana durante las dos décadas siguientes.
estrecha. La motivación más inmediata de la obra se encuentra en la impor-
El Aujbau es así en primer lugar un ejercicio de epistemología feno- tancia filosófica, sentida por Carnap, de salvar la necesidad de los
menista: muestra cómo todo nuestro conocimiento puede reducirse a enunciados lógicos y matemáticos, y reconciliada con las exigencias
discurso sobre la experiencia. Cabe vedo, sin embargo, desde otras del empirismo. Wittgenstein había ofrecido una solución: los enuncia-
perspectivas. Contiene también una reducción ontológica de raíz idea- dos de la lógica -y los de la matemática, si aceptamos ellogicismo de
lista: construye el mundo a partir de la experiencia. Es razonable asi- Principia Mathematica- son tautologías, enunciados que no dicen nada
mismo pensar, como Moulines, que contiene realmente un sistema del mundo, sino que son verdad dado nuestro sistema de representa-
construccional de tipo goodmaniano, indiferente a la epistemología y ción, nuestro lenguaje. Pero la explicación de Wittgenstein de la natu-
la ontología idealistas, que nos ayudaría a establecer conexiones concep- raleza de la verdad lógica dependía de una concepción metafísica del
tuales. Coffa, por su lado, propone que el Aujbau es un punto de paso lenguaje que no sintonizaba con las ideas fisicistas de Camap. Éste
en el camino de la filosofía, que lleva de las consideraciones ontológi- pasó así a hablar de lenguajes, en plural. Sin embargo, si pensamos en
cas a las de análisis semántico del discurso científico sobre el mundo. un lenguaje como algo que sucede en el mundo, su estudio es el de un
Un punto de paso diferente y paralelo al del Tractatus. Vale la pena no- fenómeno empírico y en consecuencia las verdades de la lógica, fruto
tar por último que hay en el Aujbau una primera manifestación de lo de sus reglas, pasan a depender de hechos empíricos.
que más tarde Carnap llamará cuestiones internas y externas a un siste- Carnap salvó el problema mediante una nueva concepción que en-
ma o framemork. Las cuestiones correctas, científicas, se encuentran en rendía los lenguajes como cálculos. Un lenguaje se define dando su
el interior del sistema construccional; las incorrectas, metafísicas, pres- vocabulario y sus reglas de construcción y transformación, y su estu
cinden del sistema y pretenden ser absolutas, en sí. Esto muestra al dio puede acometerse sin tener en cuenta consideraciones empíricas.
Aufbau desde una perspectiva ontológica relacionista. 1,,1afirmación de que un lenguaje es usado por ciertos hablantes es
Estas lecturas no son excluyente s y no se anulan recíprocamente. una afirmación empírica, de interés probablemente para el lingüista,
El Aujbau encuentra su originalidad en ese cruce singular de intereses pero no para el filósofo. Además, el estudio de un lenguaje así pucdq
y perspectivas filosóficas. llevarse a cabo según el método metamatemático de Hilbert, que trata
los signos y fórmulas prescindiendo totalmente de su significado, con
xrdcrándolos exclusivamente como signos que obedecen ciertas reglas
J. CARNAP: «LA SINTAXIS LÓGICA DEL LENGUAJE» dt" Iran formación. Es inmediato que en esta concepción qué enuncia
dos son verdades lógicas (incluyendo las matemáticas) viene deterrni
La Logische Syntax der Spracbe (LSS) es probablemente la obra maes- n.ido por el lenguaje: son los teoremas del cálculo. Los enunciados 16
Ira de Rudolf Camap. Q,Ie no haya sido percibida así se debe a una ¡.;iws s n tautologías, como quería Wittgenstein, pero no en virtud d '
conjunción de circunstancias. En el momento de su aparición, sólo un 11Iopi .dades e enciales del lenguaje y del mundo que se muestran '11
pequeño y muy distinguido grupo de lógicos poseía la preparación ne- dI.I~, sin más prosai arnente en virtud de las reglas de forma ión y
l .saria para asimilarla, pues utilizaba profusamente los más recientes u.tnslnrmación que definen un lenguaje.
resultados de Codel y Tarski. El hecho de que muchos de esos resulta- Por otro 1.1(10, esta n ión de lenguaje es plurali ta: 011 posibl 's
dos lormen parte hoy en día de cursos superiores e tándar de lógi a ha dl\11I110S I 'ngll.lj 's on distintos dispositivos 1 gicos. ada lcnguaj«
desplazad la dif ultad que la obra presenta. Se tiende ahora a pensar .'11(111.1un.; d.1St' de vcrd.ules lógic¡ls (y 111.11 'm,\licas) con la clase de sus
que 1.1 I••)'S no es más que una cxposi ión y .lab fa .ión (1, .sos r .sul- «'\11('111.IS.No <¡lI 'tI.1 IlIg.1I P,II',I h.iblar de d kl1gU.l) •• ni dt'/fllógit.1. I)e

()() ()I
EL LEGADO FILOs6FICO y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 8. PRIMERA PARTE

ahí su Toleranzprinzip: «No queremos poner prohibiciones, sino acor- criptores de ese universo. El filósofo deviene un experto en lenguajes:
dar convenciones [...]. En lógica no hay moral. Cada cual puede cons- no un lingüista, sino un técnico en la construcción de lenguajes.
truir su lógica, esto es, su forma de lenguaje, como quiera.» Esta perspectiva explica el extraño aspecto de LSS. Aparentemente
Otra consecuencia importante es metafilosófica y comporta la dis- se trata de un libro que estudia las propiedades formales, lógicas en
tinción entre modos de habla material y formal, antecesora de la ma- sentido estricto, sintácticas, de ciertos lenguajes formales. Parece pues
niobra de ascenso ontológico hecha famosa por Quine. La distinción un libro de lógica, como lo sería un manual actual. Si se lo entiende así
se da en el discurso metalingüístico. Muchas veces, piensa Camap, se pierde lo que le es fundamental: LSS es un libro de filosofía, pero
creemos estar hablando de cosas, cuando en realidad estamos hablan- enormemente especial, porque incluye entre sus tesis que la filosofía
do de signos lingüísticos. Por ejemplo, si decimos que tener los ojos teorética no es más que sintaxis lógica. La pretensión de Camap es ha-
verdes es una propiedad, podemos pensar que hablamos de algo extra- cer filosofía, con la ventaja de hacerla de una forma clara y exacta. La
lingüístico cuando en realidad hablamos sobre el lenguaje. Lo que que- filosofía es así parte de lo que se puede decir claramente (y no sólo mos-
remos realmente decir es que «tener los ojos verdes» es un signo de pro- trar), si bien se encuentra en un nivel diferente del de la ciencia. La pos-
piedad o, mejor dicho, un predicado de nuestro lenguaje. En estos ca- tura sintáctica atiende a la observación de Wittgenstein de que la filo-
sos, el modo de habla que lleva a pensar que estamos hablando del sofía ha de estar por encima o por debajo de la ciencia, y no a su mis-
mundo extralingüístico es el modo de habla material, que corresponde mo nivel. Pero en el Tractatus ya no quedaba lugar para la filosofía, que
a un discurso metalingüístico poco consciente y en definitiva engaño- era reducida a mera actividad. La filosofía de Camap forma en cambio
so. El modo correcto de habla sería formal. una empresa teórica, aunque no alIado de la ciencia como pensaban
La idea de Carnap es que los enunciados filosóficos son precisa- Neurath y Quine: no nos informa de cómo es el mundo, sino que ha-
mente enunciados metalingüísticos expresados en modo material y bla exclusivamente del lenguaje o lenguajes que utilizamos para hablar
con ello admite enunciados filosóficos con sentido (contra Wittgen- del mundo. .
stein): decir que el tiempo es infinito en sus dos sentidos no es unsin-
nig. Es un enunciado sobre el lenguaje de la física que diría en modo
íormal que en ese lenguaje, toda expresión de número real positivo o 4. AYER: «LENGUAJE, VERDAD y LÓGICA»
negativo puede ser usado como coordenada temporal. Así, la distin-
ción entre modos de habla material y formal deja un lugar a la filo- En 1932, Alfred J. Ayer aceptó la recomendación de Gilbert Ryle,
sofía y permite entender la afirmación camapiana de que la filosofía su tutor en Oxford, y se dispuso a pasar casi un curso académico en
no es. más que lógica de la ciencia, sintaxis lógica del lenguaje de la Viena, donde, gracias a la relación personal de Ryle con Schlick, fue in-
ciencia. vitado a asistir a las reuniones semanales del Círculo. Ayer contaba en
Tornemos dos tesis filosóficas: una defiende que el tiempo es con- tonces veintidós años, era inteligente y 10 bastante ambicioso como
tinuo, la otra que es discreto. Son enunciados sobre el lenguaje de la para aprovechar el privilegio que se le brindaba de entrar en la fábrica
ciencia, pero además no son incompatibles. La razón es que Camap d ' ideas más vital del momento, sin duda la más importante en el cam
1,15 entiende como propuestas y no como tesis substantivas. No pueden po de la filosofía científica. A su vuelta a Oxford publicó Languagl'.
ser tesis sustantivas sobre el lenguaje de la ciencia, pues éste no está fi- '/i'/llh nnd Logic (LTL) motivado en gran parte por su experiencia viene
jado. No son sino propuestas de adopción de un lenguaje científico. S,1. El libro obtuvo un éxito inmediato, confirmado por posterior s y
Esto lleva a Camap a una comprensión de la historia de la filoso- sucesivas ediciones, y fue traducido a multitud de idiomas, incluyendo
n,1 que supera la desconfianza agresiva de otros filósofos positivistas. d l.lst .llano y el catalán. Hoy en día continúa siendo uno de los libros
L.l íilosofia clásica contiene gran parte de mito e imaginería prescindi- Iiloxóficos má vendidos y leídos.
bl '. Pero también con iderables aspectos interesantes. Parte de ellos N,1tb hay de orprcndentc en el hecho de que un lási o fil sóíico
MlI1 tesis científicas, a menudo psicológicas. Pero otras son ineludible- c onrinúc vigente .11 .abo d 1 s af s. El éxito de LTL es notable, sin
mente filosóficas. Estas deben er vistas e m pr puestas para la e m ('lIlh.llg0, I orquc se tr.ua de una obra muy poc original en su cont '
prcusión y dcscrip .ión ti -1 univ .rso y d ' nosotros mismos como ti 's -r
nulo. No h.ry tesis en l'lI,1 d 'Ildid.l C)U' no hubi 'se sido pr 'Vi.Il11t"llll·

lO) 01
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX

presentada por otro u otros autores, circunstancia que no se oculta en


absoluto en el libro. La clave del impacto de LTL está en la frescura y
convicción que desprende, y en su extrema claridad. Es, como ha no-
tado acertadamente Blasco, no una biblia, sino un catecismo del Posi-
tivismo Lógico.
La obra pivota sobre el principio verificacionista del significado y
en general sobre la lectura positivista del Tractatus que Schlick y el pro-
pio Wittgenstein defendían en los primeros años treinta y que permi-
tía entender las misteriosas proposiciones elementales como informes
de experiencia inmediata. Se armoniza así el Tractatus con la teoría rus-
selliana de los sense data. La visión del a priori es enteramente tractaria-
na: toda necesidad es lingüística y en definitiva lógica, y la lógica a su
vez consta solamente de tautologías sin ningún contenido. No queda
entonces lugar teórico para la metafísica, que es condenada como ca- CAPÍTULO 9
rente de sentido, fruto de una vulneración ilegítima de las reglas de uso
del lenguaje. La filosofía ha de ser pura actividad de análisis lingüísti- La expansión de la fenomenología
co, de elucidación de las tesis científicas, empíricas, y de patentización
de los absurdos que la metafísica presenta como tesis y problemas ge- MIGUEL GARcÍA-BARÓ y JUAN JOSÉ GARCÍA NaRRO
nuinos. Ayer ofrece una solución, o tal vez mejor una disolución, de los
problemas filosóficos siguiendo estas líneas que incluye una visión
emotivista de la ética y otras disciplinas normativas. l. INTRODUCCIÓN
El punto de apoyo de la reflexión de Ayer, el verificacionismo, es
tratado con un énfasis superior al que le dispensaban los filósofos del
MIGUEL GARcÍA-BAR
Círculo de Viena, con la excepción de Schlick. Como consecuencia, la
mayor parte de la discusión que la obra ha provocado se ha centrado
ahí. El principio de verificación es fácil de resumir en la frase de El problema abierto de la propia fundamentación absoluta o ap -
Schlick: «El significado de un enunciado consiste en su método de ve- dictica de la fenomenología fue uno de los que en definitiva más con-
rificación.» El problema reside en encontrar un modo de concretar ese Iribuyeron a la expansión y aun a la explosión de la fenomenología el~
principio general que no considere como sin sentido importantes par- una pluralidad de direcciones, entre todas las cuales cabe decir que
tes de la ciencia empírica ni sea demasiado concesivo con los enuncia- .mularon, desde el punto de vista de la repercusión cultural y la im-
dos metafísicos que pretende rechazar. Las sucesivas versiones del prin- plantación académica, la influencia hasta entonces predominante d
cipio que Ayer y otros propusieron no cumplen con este objetivo. Esto ni ras e rrientes y métodos de practicar la filosofía.

probablemente no es importante. LTL es sobre todo un ejemplo de fi- Externamente, un signo claro de este reemplazo fue la llamada,
losofía detergente: la desconfianza que inspira frente a las grandes doc- ,1( .ptada por Husserl en plena Guerra Mundial (1916), a ocupar la ,1-
trinas metafísicas es más valiosa que cualquiera de sus tesis sustantivas. Inl r:\ de Friburgo de Brisgovia, tras la jubilación de H. Rickert y sien
do P" .ícrido a los discípulos de este pensador neokantiano (entre 1 s
\ 11.11 'S, todavía en los comienzos de su actividad, se hallaba M. ll·i
dq~gt'f'). Pero ·1 viaj de Gottingcn a Friburgo es también símbolo d .
1.1 ('St isión .n ·1 interior d la nueva filosoíla ern rg nte. El írculo
dt' (;üllingcn, integra I por I S j6ven s que allí habían ido .n el úl
111110 lb -nio, .Hr:lfdos por las cnscil.II1Z.1S de 1 Iusscrl, se n 'gó mayo
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 9. PRIMERA PARTE

ritariamente a participar en el nuevo estilo de filosofia trascendental


que realmente proponían las Ideas husserlianas. Veían en la correla-
ción estricta noético-noemática una renovación del idealismo, un re- 2. H USSERL, «MEDITACIONES CARTESIANAS» (1931)
greso a Kant; cuando lo que más llamó primeramente la atención de
todos en las Investigaciones lógicas y en La filosofla como ciencia estricta MIGUEL GARCÍA- BARO
fue que había sido la enemiga del relativismo, entendida, sobre todo,
como un realismo de nuevo cuño, un objetivismo en el que se pres- Los años veinte fueron consumando poco a poco la soledad de
cindía por completo de la diferencia cosa en sí/fenómeno y se confe- Husserl. En 1929, cuando se jubiló, a pesar de la multitud de críticas
ría máxima importancia a la idealidad de la verdad. El Círculo de implícitas que contenía Ser y tiempo (1927, dedicado a Husserl y publi-
Cóttingen, inspirado esencialmente por A. Reinach e integrado, en- cado en el Anuario de los fenomenólogos), Husserllogró que la Uni-
tre otros, por M. Geiger, T. Conrad, H. Martius, H. Lipps, E. Stein y versidad de Friburgo sólo considerara la candidatura de Heidegger para
D. van Hildebrand, más cercano a Scheler que al propio Husserl, sucederle en la cátedra y, por lo mismo, para garantizar la continuidad
consideraba incompatible la defensa de la idealidad de todo sentido de la empresa científica a la que había dedicado toda su vida. La pri-
verdadero y todo valor auténtico con ninguna forma de filosofia tras- mera lección de Heidegger convenció a Husserl de que había cometi-
cendental, aunque fuera metódicamente fenomenológica. La ideali- do el error más grave de su vida académica. Heidegger, como haría en-
dad, la intemporalidad de los sentidos y los valores sólo se deja coor- seguida Ortega en Madrid, y prolongando una de las posibilidades
dinar o correlacionar con la subjetividad (con la conciencia o la vida apuntadas por M. Scheler, se negaba a admitir el carácter absolutamen
intencional), según el realismo decidido de la mayoría de estos filó- te fundamental de la correlación noético-noemática. Para saber de ella,
sofos, de una manera extrínseca. Mientras Husserl completaba, por antes es preciso relacionarse con el mundo en modos no teoréticos ele-
decirlo de alguna manera, el sentido de todo sentido retrocediendo a mentales y sin conciencia explícita de tal tipo de relación; y ello hasta
la constitución subjetiva del mismo, los fenomenólogos al estilo de tal punto que la palabra «conciencia» describe muy mal esta situación
A. Reinach consideraban que este complemento no añade nada al primordial.
sentido como tal, sino que sencillamente clarifica un sector intere- Husserl reaccionó procurando mostrar que la idea de que su feno
sante, pero no primordial, de las investigaciones fenomenológicas: el menología era una filosofia reflexiva y teorética de la conciencia, qu '
compuesto por los fenómenos psíquicos. Es verdad que sabemos de no podía dar verdaderamente cuenta de la existencia en sus formas pri
los demás fenómenos gracias a que vivimos nuestros peculiares fenó- marias, sino que incluso decidía comenzar con la suspensión de éstas
menos psíquicos; pero este saber es de suyo de tal índole que nos en- (pues la crítica entendía en ocasiones así la abstención de la actitud nn
seña, ya en sus prolegómenos, la absoluta independencia que por rural), era simplemente una interpretación sesgada, demasiado atenido
principio corresponde a todo auténtico objeto, respecto de los proce- .1 la parquedad de los resultados publicados de su larga vida de invcsti
sos de mención subjetiva. gador sobriamente científico.
Desgraciadamente, el más dotado, con mucho, de los realistas de Este interés polémico por asegurar el futuro de la fenomenología
G" ttingen, Reinach, murió muy joven en el frente, en 1917 (como trascendental no impidió, sino que estimuló, la elaboración más d '
también le ocurrió al más dotado de los neokantianos de la misma tallada de su programa. El fruto público más acabado de este trabaj íuc
g .n .ra ión, E. Lask). E. Stein, el miembro más joven de todo el gru- ron las Meditaciones cartesianas, editadas en francés (el texto alemán apa
po, se avino a trabajar como asistente de Husserl en Friburgo, aun- rcció póstumamente, abriendo la colección de las obras completas de
qu ' únicamente soportó las restricciones de esta tarea un par de cur- l lusscrl, en 1950), debido a que eran la redacción más compl ta ti '
sos. Sólo al final de los años veinte ya más próximo al tomismo que unas conferencias con las que, en París, Hu serl había tratad en 1921
,1 la r nom nología, intentó debatir radicalmente las posi iones de su d . ,It" 'real' Su lab r a I s (iló of s franceses.
maestro. Otro dis ípulo de Reinach y de Scheler dedi aron más En .stas Meditncion»: importaban, sobre t d ,los d sarrollos ti . 1,IS
.ncrgías a la íilosotla de los valores qu a la metodología fcn mcno- cu -stion 's m<Ís dif .ilcs y 111;\5 os uras qu ' afrontaba la r norncnologia
lúgi ,1. dl' l lusscrl, En I 1 im -r 11Ig.u·, el problema ti ,1 suj .to qu ' 11'V,I ,1 ,( '( (o

o/
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 9. PRIMERA PARTE

la serie de las reducciones fenomenológicas. Las Investigaciones lógicas noético-noemática en la perspectiva egológica desemboca en las Medi-
habían trabajado sobre la base de que el yo es un objeto de percepción taciones en una nueva monadología, justamente porque todas las consti-
inadecuada, como cualquier otra realidad del mundo, sólo que posee tuciones intencional es son al mismo tiempo auto constituciones del
la preeminencia epistémica de que siempre uno de sus fragmentos es ego que las efectúa y va quedando habituado trascendentalmente al acervo
susceptible de estar captado en una percepción adecuada, al revés de lo completo de sus propios rendimientos intencionales. En este sentido,
que ocurre con los otros yoes y con las cosas de naturaleza no perso- la fenomenología estática se enriquece con desarrollos de fenomenolo-
nal. Las Ideas habían renunciado a esta suspensión del yo empírico, jus- gía genética, que vienen a suministrar lo que entiende Husserl que las
tamente cuando habían practicado consecuentemente la suspensión lecturas apresuradas de los resultados de sus trabajos echaban ante
de la actitud natural. Encontraron un nuevo punto de cercanía al neo- todo en falta en ellos: la posibilidad de hablar trascendentalmente de
kantismo cuando se decidieron a admitir que la abstención fenomeno- la historicidad. Tanto más cuanto que la monadología fenomenológi-
lógica es realización de un sujeto, de un yo que no puede, por esto mis- ca resulta ser, gracias a la consideración de los problemas genéticos,
mo, ser interpretado como una realidad en el mundo. El yo que se abs- una filosofia de la intersubjetividad trascendental. En efecto, muchos lo-
tiene fenomenológicamente se convierte, dicen las Meditaciones, en gros intencionales del ego no son posibles, por su propio sentido noe-
espectador desinteresado de la vida de intereses mundanales que lleva mático, más que gracias a la situación primordial de colaboración in-
siempre el yo que se interpreta a sí mismo desde la actitud natural. tersubjetiva en la que está puesta la vida trascendental. Es cierto que la
Por otra parte, las Investigaciones, al renunciar a hablar de un yo puro primera fase de la fenomenología deberá hacerse en forma solipsista,
y tomar la palabra yo o bien como significando el yo empírico (reali- para cumplir del todo los requisitos del método; pero la descripción
dad mundanal) o bien como el nombre colectivo de la totalidad de las solipsista no podrá obviar, en un estadio muy temprano, la cuestión de
vivencias (intencionales y no intencional es) de una conciencia, habían las fundamentales vivencias de empatia, sobre todo de las percepciones
recurrido a una noción muy peculiar y dificil de la autoconciencia. de la alteridad de los otros sujetos, mediadas por la percepción de sus
Sostenían, contra Brentano, que una vivencia puede vivirse sin que cuerpos, en los que se expresa el alma y hasta la actividad trascenden-
vaya acompañada de percepción adecuada, pero que no es posible que tal de los alteri ego.
escape de cierta conciencia interna del tiempo, que es el factor propia y úl-
timamente unificante de toda la conciencia de un yo. Esto viene a que-
rer decir que toda vivencia, como es un transcurso de fases temporales, 3. LA CRISIS DE LAS CIENCIAS EUROPEAS
además de que sea, por ejemplo, intencional en la forma de la aprecia-
t ión de un valor, se vive como a la luz de otra vivencia, un puro aho- MIGUEL GARCÍA-BAR
ra, ante la cual se dan sintetizándose las fases temporales que la inte-
gran. Tal última conciencia del tiempo de la conciencia no se puede, Como se indicó en otro lugar, la preocupación de Husserl por el
por principio, describir, según las Investigaciones, en términos de cogito, futuro de la fenomenología trascendental, en la que él veía encarnado
1 orqu , lejos de ser una función del yo, es una condición de posibili- el milenario ideal de una filosofia primera como ciencia estricta, se
dad esencial para que se llegue a constituir en la conciencia la represen- agudizó críticamente al comprobar que Heidegger, en quien había de-
!.lt ión del yo. positado todas sus esperanzas dejándose llevar por lo que creía cono-
Aunque no de una manera resuelta, ni menos completa, las Medi- ccrlo, mucho más que por el estudio de Sery tiempo, más bien resultaba
tnriones reflexionan sobre la dificil relación entre la conciencia interna ser un «antípoda» de él mismo, como hubo de admitir en su corres-
del ti .mpo y el yo puro, y sobre la relación entre los dos y el especta- pondencia íntima. Heidegger pretendía que los problemas de la histo-
dor ti sinteresado, el sujeto que filosofa. Sobre todo, las Meditaciones Ii idad fácti a de la existencia eran, por principio, inaccesibles a la fc
llcg.m en este problema más allá que las Ideas, en las que esto temas se norn .nología tras endental, actividad no preci amente de un er-cn-el
-ncontraban in' ados, porqu se refieren a cómo el ego se va autocons- mundo angustiado p r í mi m n su radi al finitud, in de UIl
tuuycnd a medida que vive, a medida, pue ,qu con tituye mundo y CSJWt tad r ti sint r .sado d órno la in! rsubi .tividad el' las mónadas
l i 'IH i.1Sy art 's y 'sfc ras dc ac ión. Ad 'más, la visi n el • la correlación . onstituyc 1lI11n lo, cultura 'histori,l.

OH ()I)
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 9. PRIMERA PARTE

A partir de 1933, el aliado político de Heidegger al menos por un la filosofía primera. Y esta tergiversación del orden de las cosas puede
tiempo, el nazismo, confrontó a Husserl con la necesidad de probar la resultar en una terrible ignorancia deliberada de vertientes esencialísi-
relevancia decisiva de su fenomenología a la hora de diagnosticar y sa- mas de la vida.
nar adecuadamente lo que sin duda era una generalizada y grave crisis En efecto, la ciencia exacta de la naturaleza o la ciencia histórica
de Europa. Es todo un síntoma del ethos de Husserlla anécdota de que son posibilidades que se abren a la subjetividad desde el suelo nutricio
utilizó para sus diarias investigaciones transcritas en taquigrafía hasta el de la vida en el mundo de todos los días (Lebensuelt), sobre la que no
reverso de la comunicación oficial en que se le destituía de sus dere- cabe, sin embargo, olvidar que ya han repercutido siempre las activida-
chos esenciales como ciudadano alemán y catedrático jubilado de la des culturales, científicas y técnicas de las generaciones pasadas (con lo
universidad (debe saberse que el hijo menor de Husserl había muerto que la fenomenología trascendental piensa que se enriquece en el sen-
en el frente en la Primera Guerra Mundial). tido de albergar dentro de su propio cuerpo de temas éste de la géne-
Efectivamente, la raíz de la crisis contemporánea de Europa no po- sis histórica de cada «mundo de la vida cotidiana»), Por esto mismo,
día encontrarse sino en la renuncia a la responsabilidad radical por la sin que tal operación suponga recaer en la actitud natural; el tema ver-
verdad, en el abandono de aquella «gran fe» (Ortega prestó mucha daderamente primero de la fenomenología es la vida cotidiana, el
atención a estas palabras del sobrio maestro de la fenomenología cuan- mundo de la vida cotidiana, el cual, sin embargo, de alguna manera es
do las leyó en el prólogo a Lógica formal y lógica trascendental, 1929) que, ya, paradójicamente, un producto, un residuo de la propia actitud fe-
adoptada con toda decisión por el Renacimiento y la Ilustración, en la nomenológica (quien sólo vive en el mundo de la vida diaria está per-
hora de la decadencia de la fe religiosa tradicional, había alimentado la fectamente lejos de la fenomenología y, entre otras cosas, no concibe,
vida espiritual de Europa desde entonces, hasta la quiebra del presente en la actualidad, otra episteme que no sea la que predomina socialmente).
que se había revelado cada vez con mayor claridad desde 1917-1918. Un recurso fecundo para conseguir hallar el mundo de la vida es
Esta fe era la fe en la razón como rectora de la vida individual y colec- precisamente el rodeo por la interpretación de la historia de la filoso-
tiva, gracias a la cual la episteme de máxima radicalidad y de máxima au- íia y, en general, de la cultura. Este trabajo importa mucho porque en
torresponsabilidad se sitúa en las bases mismas del resto de la cultura l'l cabe aprender de qué modos tan variados y con qué índice tan dife-
de Europa. La exhortación de Husserl en la hora de la crisis no puede rente de error han respondido las generaciones de los filósofos a la ten-
ser otra que la llamada a la renovación original, creativa del ideal europeo. sión que constituye el nervio de la vida de todas ellas: el imperativo ca-
Pero no había duda de que sólo la fenomenología trascendental tegórico de no admitir como verdadero nada que no se haya compro-
podía cumplir la función histórica imprescindible que Husserl debía hado personalmente en las fuentes de la experiencia originaria de su
Iornentar, De hecho, cualesquiera otras formas de pretendida filosofía -cutido y su validez, confrontado con las exigencias del momento his-
primera representaban otros tantos riesgos de insondables consecuen- tÚIieo y con los logros de la investigación filosófica en cada uno de ta-
cias funestas. El racionalismo de la tradición cartesiana y el empirismo les momentos. Por ejemplo, Husserl propone que la adecuada interpre-
de la tradición británica desembocaban, por vías aparentemente irre- l.n ión fenomenológica de Kant revela con especial claridad cómo no
conciliables, en un olvido muy grave de la dimensión realmente pro- \IIPOver el gran filósofo el problema al que tendía teleológicamente su
pia de la razón. Todavía en tiempos cercanos, Husserl había propuesto .u tividad: la tematización completa (y fenomenológica) del mundo d
en París interpretar su fenomenología como un nuevo cartesianismo. 1.1 vida.
Pero esta perspectiva entrañaba el riesgo de un malentendido que po- Es muy curioso observar que la fenomenología del mundo de
día ser fatal: la episteme fundamento de todas las demás actividades 1.1 vida es una episteme que, anterior a toda episteme, adopta más bien la
COIlsentido de que sea capaz la existencia no tiene la forma de una Inltll,l d ' una doxa de insuperable radicalidad. No es creíble que las pa
axiornática que avanza con el paso de la inferencia demostrativa. Lejos l.t1l1.l~qu ' 1Iusserl escribió en un papel inédito de esta ép a (publi a
de .sto, las actividades de la misma ciencia matemática deben verse do ( 011 1.\ prim ra edi ié n completa de La crisis, en 1956), que afirman
d .sd ' un suelo de actividad intencional previo. Si se hace de otra rna- qll(' el su 'íio de la filosofía m ien ia estri ta ha d jad de S 'r so
11 .ra, no se ·omprende que la matemática o la Hsica - ualquier tra n.ulu, "~l1i¡i("anqu ' él haya abandonado repentinamente la tar ';t ,\ 1.1
(1 '11 i.\ no s '.\ sino una ·i.n ia particular, per de ninguna manera qlle' (OI\\.lgt<'> tod.1 su vida.

10 I1
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTíFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 9. PRIMERA PARTE

horizonte especial, constituido por los movimientos corporales, por el


peculiarísimo conocimiento directo, en vivo, que tiene de sí mismo
4. MERLEAU-PONTY, «FENOMENOLOGÍA DE LA PERCEPCIÓN» (1945) como por dentro, en todo instante, el cuerpo.
Merleau- Ponty recogió estos temas y supo aunarlos en una podero-
MIGUEL GARCÍA-BARÓ sa síntesis, después de haber analizado, en el extraordinario estudio
de 1942 La estructura del comportamiento, cómo la mejor de las teorías
La fenomenología comenzó a difundirse en Francia no sólo con empíricas sobre este problema, la psicología guestáltica, queda corta en
las Meditaciones de Husserl, sino gracias a los libros pioneros de Gurvitch lo que hace no ya al concepto de existencia, que desde luego le falta,
y, sobre todo, de Levinas, cuya tesis sobre la teoría fenomenológica de sino incluso en lo que concierne a tomar plenamente en serio la tota-
la intuición incitó a Sartre a trabajar en esa misma dirección. lidad que es el cuerpo propio (el esquema corporal) como sujeto funda-
La fenomenología de Husserl había ido quedando arrinconada por mental del campo perceptivo.
la analítica existenciaria de Heidegger, poderosamente inspirada por Al superar desde dentro, desde su centro mismo, la teoría del com-
Kierkegaard y, más secretamente, por Nietzsche. Uno de sus conceptos portamiento ofrecida por los psicólogos guestaltistas, Merleau- Ponty
básicos fue aceptado por Merleau-Ponty: la existencia como denomina- cree comprobar que la abstención fenomenológica, sin cuyo auxilio no
ción más apropiada del ser del hombre. El ente que no es al modo de es posible obtener todos estos conceptos básicos (mundo, horizon~e,
las cosas, sino que existe, justamente no es nada, no posee propieda- cuerpo propio y vivo, existencia), termina enseñando acerca de ella mIS-
des, no es ni esto ni aquello: su ser es puro tener que ser, pura posibili- ma que es imposible realizarla hasta el final. Sin esta abstención, los hi-
dad de sí mismo, que no sólo es conocida como tal, sino que más bien los de la trama de la existencia corporal en el mundo están tan apreta-
es el foco desde el que nos comprendemos a cada instante. El existen- dos, por así decir, que es imposible observarlos, Tal es la actitud natural,
te es puro ek-stasis hacia el futuro de sí mismo, aunque su situación ini- dentro de la cual se sitúa toda la ciencia empírica del comportamiento.
cial esté siempre fundamentalmente dada como un repertorio determi- Sumamente característico de esta actitud es, precisamente, interpretar
nado de posibilidades. desde las cosas, desde las meras cosas, el peculiar ser del hombre, que
La originalidad de Merleau- Ponty en la primera época de su pro- entonces viene realmente a desaparecer. Las meras cosas son ya inter-
ducción filosófica fue establecer una conexión profunda y porrnenori- prct.idas siempre no como se ofrecen en el interior del campo percepti-
zada entre esta concepción básica de la existencia y las ciencias del vo primordial, sino como entes por así decir cristalizados, congelados,
comportamiento. Este trabajo le permitió, además, cubrir descriptiva- (t'lr,IOOS, determinados con exactitud absoluta (como los quiere la Hsi-
mente campos esenciales que Ser y tiempo descuidaba o dejaba al mar- 1.1). Se llega a pensar que el concepto mismo global de ente es el de cosa
gen, pero para los cuales eran muy fructíferas las investigaciones de dotada de un repertorio exacto de predicados, sin advertir que la certe-
Ilusserl, inéditas por entonces, pero parcialmente accesibles una vez l.' elemental, la más cierta de todas, es, en realidad, la percepción enten
salvadas en la Universidad de Lovaina. Tales campos son los que están (!ld,I como desenvolvimiento de la existencia corporal en el inmen o
centrados en torno a la percepción y se refieren, sobre todo, al papel (,lIl1PO perceptivo del mundo; y en este campo, como en nuestro pr
ti 'terminante que desempeña en ellos el cuerpo. P'O c ucrpo, su sujeto, nada hay que sea exacto, que esté recortado y flj
Husserl había ido siendo cada vez más sensible a los que él llama- It1,\ límit 's son fluyentes, la pura contradicción no existe aquí, no es ver-
ba horizontes de cualquier objeto y de cualquier acto, pero, sobre todo, de tI,al qu ' tengan aquí su aplicación criterios de certeza como los de las
1.1 percepción y de las cosas percibidas. El horizonte final y global de és- \ II'!\( ins cxa tas (si intentamos introducirlos en el auténtico fenórncn
las es, precisamente, el mundo, sin cuyo plus constante de sentido no se 01l!',ill.\1io, el resultado será que, ciertamente, dejaremos de distinguir,
li .nc realmente el sentido peculiar de ninguna cosa concretamente 1'111ejemplo, la ilusión o el sueño de la percepción propiaI?-ente dich?).
pcr .ibida. Pero es preciso atender también a que el acto perceptivo, a 1·:1i.rcionnlismo y el empirismo, el ideali 1110 y el realismo son fal
p .sar d la reiterada unilateralidad con que la tradición lo ha descrito ~,I\ .dl ·!II.Iliv.IS,si '111pr extraídas de la interpreta ión del ente pr duc
(111'nos, pre isamente, la fran e a, desde Descarte y Malebranche, con 111 ti ·1.1 cl.rhor.u ión .pistérni a d ,1 .arnp P re ptiv prim rdial, Un"
el hito .scn ial que fue, a principi del XIX, Mainc d Biran),p se' un IlImo/I.I dc 1.1 .\1llbigü -d,rd primordial tipi .n del ser-en ,1 mundo ti .lx-

)1 1 \
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 9. PRIMERA PARTE

reemplazar a todas estas dicotomías en polémica inacabable e incon- nueva fundamentación de la ética. En cualquier caso, con este libro,
trolable, donde todos y ninguno llevan razón. irrumpe en la escena filosófica del siglo xx, con toda su fuerza, la ética
Desde la trascendencia al mundo, desde este movimiento existen- axiológica de raigambre fenomenológica.
cial y corporal que ya siempre tiene mundo, es como Merleau- Ponty Las consideraciones de Scheler se tejen en tomo a la reflexión ética
interpreta una a una las esferas particulares de la existencia. Por ejem- kantiana. La Ética puede considerarse una crítica del formalismo moral
plo, es precisamente porque el hombre tiene mundo, y no sólo entor- en ocasiones de una agudeza insuperable. Pero Scheler, pese a estar de-
no circunstancial delimitado y pobre, por lo que el hombre habla y seoso de marcar sus diferencias con Kant, no esconde su coincidencia
aun por lo que en la palabra humana debe diferenciarse, como en cual- con él en muchos puntos. No en vano reconoce en la obra moral del
quier latido existencial, el hablar originario y el derivado, la palabra filósofo de Kónigsberg el intento más logrado hasta entonces de elabo-
parlante y la palabra meramente hablada. La primera es, desde luego, rar una fundamentación de la moral. mn qué concuerdan Scheler y
la que deja ver el movimiento de trascendencia sin límite, de trascen- Kant? mn qué se distancian?
dencia al mundo, que siempre es la existencia auténtica; la otra palabra Ante todo, Scheler reconoce que Kant tiene plena razón al exigir
es la que oculta la trascendencia y procura, aunque sea últimamente en que la ética sea a priori, es decir, los preceptos morales han de ser uni-
vano, cosificarla, restringirla, paralizarla. versales y necesarios para que yo pueda sentirme moralmente obliga-
Consigue así Merleau- Ponty una filosofía de la libertad radicalmen- do por ellos; sólo es posible experimentar una ley moral como impo-
te finita (también, por supuesto, porque es histórica, o sea, porque niéndose sobre mí si tengo conciencia de que obliga a cualquier otro
cuenta decisivamente con la intersubjetividad y la tradición que ésta ser racional que esté en mis mismas circunstancias.
comporta) que, en la medida misma en que no puede establecer un lí- Asimismo Scheler rechaza, al igual que Kant, que el valor moral de
mite tajante ni siquiera entre la existencia y el mundo, prepara el mo- la acción dependa de las consecuencias que con ella se obtengan. Y tam-
vimiento de la obra final, en la que Merleau-Ponty aspiraba a asistir, en bién da la razón a Kant en que la fundamentación de la vida moral no
palabras primordiales, al brotar del ser salvaje del mundo. se puede hallar en la búsqueda del propio bien. Por tanto, ni conse-
cuencialismo ni eudemonismo son respuestas éticas aceptables.
Sin embargo, Scheler no puede seguir a Kant en su recusación de
5. LA DIMENSIÓN ÉTICO-RELIGIOSA EN LA FENOMENOLOGÍA toda ética material. Con la expresión «ética material», tanto Kant como
Scheler quieren expresar un sistema filosófico que funda las normas
5.1. La ética de los valores de Max Scheler morales en la materia del querer. Dicho de forma más clara, una ética
JUAN Iosa GARCÍA NORRO
es material cuando, a fin de establecer el valor moral de una acción, se
lija en lo que pretende obtener quien realiza esa acción (justamente
En su obra Der Formalismus in der Ethik und die materiale Wertethik. eso es la materia de su querer). Si esta materia es moralmente buena,
Nrnrr Versuch der Grundlegung eines ethischen Personalismusr +, Max entonces la acción emprendida a impulsos de quererla también lo es;
('11 caso contrario, no. A su vez, para establecer la bondad o maldad de
SI hclcr se propuso, y al decir de muchos lo consiguió, encontrar una
I.t materia es preciso representámosla como realizada y observar qué
icspucsta afectiva se produce en nosotros ante esa representación. El
I I!ljimnalismo en la ética y la ética material de los valores. Publicado originalmente s('nlimiento que suscita la materia de esa acción es, pues, la guía qu '
('11 1'1 I.l en el Jabrbuchfür Philosophie und phdnomenologische Forschungque dirigía Husserl,
\lOS permite calificada de buena o de mala. Kant considera que ese seno
c onvtituyc hoy el tomo segundo de las obras completas de Max Scheler (Gesammelte Werke,
l\("1n.1y Múnich, Francke Verlag/Bonn, Bouvier Verlag, 1980). Existe una traducción es- 1 uuicnto depende necesariamente de factores contingentes (de la cons
p.IIIOI.I de Hilario Rodríguez Sanz, que lleva por título Ética. Nuevo ensayo defundamen- Iuuc ión .mpíri a del cr humano, de su per onalidad, de la edu a ión
tlle/Oll "1'
1/11personalismo ético, de la que se han llevado a cabo tres ediciones. La más re- t '( tbilLl, d ,1 .stad d hum r del momento) y que, p r n igui .nt "
( rente (Madrid, Caparrós, 2001) ha sido cuidada por Juan Miguel Palacios, que, tenien-
\lO ex un.i Iorrn.i ac .ptabl ' de .stabl 'e 'r objctivarn .nt la be ndad ()
do ,1 1.1vista la sexta y definitiva edición alemana, ha corregido la versión de R dríguez
'<;,I11Z y le h,l antepuesto una breve intr du ción. A partir de ahora, citar mas esta obra
iu.tld.rd 111Or;11 de 1.\ ac .ión. Por ello, Kant .stirna qu ' toda Iti '[1 111:11 '
vuuplcm .ntc con MI titulo c.istcll.mo ti' fltiCII. II,tI rs I( /'1/I/1'li0l;, en el s -nrido ti' ItI' los pr '("-ptos moral 's que 'st.\

214 11
CAPíTULO 9. PRIMERA PARTE
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX

blec.e ~unc~ .son univ:ersales ni necesarios. Por consiguiente, trata de estos sentimientos significa que son actos mentales que tienen un ob-
Sus.trtUlr la etrca matenal por una formal que, dejando a un lado la ma- jeto, igual que el acto de ver o el de juzgar lo tienen. Ese objeto. no es
tena concreta de cada acción ejecutada, se fije sólo en la forma en que la causa del acto mental ni está unido a él mediante leyes contrngen-
se. ha .llevado a cabo. La necesidad de actuar por respeto al deber y un tes, físicas o psicológicas.
enteno formal para el establecimiento del deber (la universalización Naturalmente, los sentimientos son irracionales en el sentido de
del modo de obrar) son los rasgos de la ética formal de Kant única a que no son actos de la razón, pero no son ~<irracionales~ l?orque carez-
su juicio, capaz de proporcionar normas morales a priori.' , can de lógica. De la misma manera que existen leyes 10?lCas que esta-
y éste es el punto en que la posición scheleriana se separa de la de blecen cuál es la conclusión correcta de una par de prerrusas dadas, hay
~ant, pues para ~l autor de la Etica no es forzoso que toda ética mate- también leyes que establecen cuál es la respuesta sentimental adecua~a
nal tenga exclusivamente una validez inductiva, empírica, a posteriori, a un valor. Scheler se aproxima de este modo a la doctrma de Agustm
en fin. Muy al contrario, para Scheler, cabe una fundamentación de la y de Pascal. Hay una lógica del corazón y u~ ordo amo-:is. .
vid~ moral a través de. una ética material de los valores que sea a priori, Mientras que captamos los valores mediante las vivencias de per-
autonoma, no hedonista, no basada en la consecuencia del obrar etc. cepción sentimental, descubrimos la jerarquí~ en que se ~rdenan a tra-
Es más fácil decir lo que no son los valores que lo que son. Sobre vés de los actos de preferir y postergar. Prefenr no es lo mismo que ele-
todo, hay que evitar tres errores que embotaron la inteligencia de la gir. La elección ocurre siempre entre bienes o acciones posibles. E~
mayor parte de los filósofos morales que han meditado sobre ellos. El cambio, la preferencia versa sobre los valores. Es más, no es raro qu~ ~11
primero consiste en confundir los valores con los bienes. Los bienes elección y mi preferencia sigan senderos opuestos. El verso de OVIdlO
son cosas valiosas. Los valores no son cosas; se encarnan, se materiali- «video meliora proboque deteriora sequor- (Metamoifosis, VII, 20) expresa
zan en cosas. El segundo error estriba en creer que los valores son rela- esta situación que con tanta frecuencia vivimos. Conscientes de que
tivos, dependientes de quien los estima. Con deslumbrante vigor Sche- preferimos este valor a aquel otro, sin embarg?, ele~imos este bien que
ler se esfuerza en mostrar su absoluta objetividad. Fenómenos tan ele- encarna el valor postergado, frente a otro posible bien que es deposita-
mentales de la vida moral como la experiencia cotidiana de reconocer rio del valor que preferimos. .
Una fundamentación de la ética tan novedosa como la schelenana
lo justo d.e una decis~ón j~dicial que me perjudica nos enseñan que no
cabe equiparar la estimación de un valor (en este caso la justicia) con no quedaría completa si no llevase aparejada una concepción de l~ ac-
lo que me causa agrado, con lo que me viene bien. La creencia en la ción, de la persona humana y del conocimiento. También en la Etica,
rclatividad de l?s :alores viene reforzada, sin duda, por la convicción Scheler se enfrenta a estas cuestiones. La segunda sección de su tratado
contiene una exposición sobre el conocimiento a priori y la crítica a la
de que los. sen~mIentos 5}ue hemos de utilizar para estimarlos son to-
t~llmente «irracionales». Este es el tercer error que ha impedido, según equiparación que Kant establece entre lo a priori y lo formal; lo que le
Scheler, una comprensión más adecuada del valor. Ciertamente los va- da pie para exponer su concepción de la fenomenología. En la tercera
lore~ de tO?O ti~o (estéticos, vitales, morales, religiosos) son captados a sección expone su concepción de la acción y la sección sexta ofrece su
través de vrvencias sentrmentales, pero esos sentimientos no sonprovo- concepción de la persona humana.
rados por los bienes que poseen esos valores. Los sentimientos no son
reacciones que surjan ante la contemplación de un bien. Este análisis,
qu ' es el que Kant realizó, implica que el sentimiento originado de- 5.2. Otto, «Lo santo»
pende n? sólo del bien y de su posible valor, sino igualmente del esta-
MIGUEL GAR [A-BARÓ
d . nungente del sujeto que lo experimenta y de las leyes naturales
que .stablecen las conexiones psicológicas correspondientes. Más co-
El indólogo R.. uo, perteneciente a la escuela ncokantiana inspi
11".cto es de ir que los sentimientos mediante los que captamos los va-
lor 's S?l1 resp.ue ta espirituales -y, por tanto, no meras respuestas 1,Id,1 '11 FI ics y qu onstituy una de i iva tradi i 11, P . tenida en
l m'I1I.I, ti . 1.1 íilosofla .11.rnana n los sigl s XIX y xx ,in lu id l.¡nl
111 'dnl .as y cIegas. ~nte ell.os. Scheler sostiene, en definitiva, que el
pOI Sl hlcicnn,« h '1" (t uyos Discursos so/m' /tI rdl:~i6111" ' xlit '11 el "111'
hombr , pose s nurmcnt s inten i nalcs. El ará t r int n ionnl de

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EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 9. PRIMERA PARTE

nario de su publicación, 1899) como por su experiencia personal, reno- más bien lo es el ápice del alma, como han dicho los místicos. Y lo que
vó, prácticamente a la vez que lo intentaba, en una dirección conside- esta cima de la subjetividad humana descubre debe luego tratar la ra-
rablemente paralela Max Scheler con su estudio De lo eterno en el hom- zón de mediado y expresado en sus ideas. Dios no es idea, sino algo
bre, los estudios científicos y filosóficos sobre la religión en el principio más que eso, porque hay una región del sentimiento que está elevada
de la posguerra europea. Cabría considerado el primero de los clási- por encima de la razón (teórica y práctica). Por esto, incluso es mejor
cos de la llamadafinomenología de la religión, que se entiende a sí misma no decir «Dios» (además de porque haya tradiciones propiamente reli-
como aquella parte de la ciencia de la religión que, atendiendo a los re- giosas que no tienen dioses). La realidad que directamente siente el ápi-
sultados de la historia comparada, trata de establecer qué es en esen- ce del alma, al sobrepasar los límites ya infinitos de la idea kantiana, es-
cia la religión. Otto, que había partido del concepto de Ahnung peculiar tará mejor nombrada con algún título religioso puro que evoque su al-
de Fries (la vislumbre, podríamos traducir, como diferente del con- teridad fundamental: el numen, lo numinoso. Lo sagrado es, en definitiva,
cepto, de la idea y de la intuición, en sus sentidos normativos kantianos), lo numinoso irracional (suprarracional) como sujeto, más los predica-
da en las bases de la fenomenología de la religión una importancia dos sintéticos en los que la razón esquema tiza esta experiencia de ín-
muy grande a la experiencia directa de los sujetos religiosos creativos o dole absolutamente única.
geniales, como había hecho Schleiermacher en los mencionados Dis- Otra cuestión es que el hombre ha sentido lo numinoso en modos
cursos. Lo sagrado (desdichadamente, la traducción española prefirió es- que no fue luego capaz de esquematizar racionalmente hasta mucho
cribir lo santo) sólo se puede describir en y desde su experiencia, y más después. El recurso a las explicaciones mágicas, animistas o preanimis-
desde la individual que desde la colectiva. Es lo que se vive como tas (mana) de la religión, tan característico de la primera etapa en el XIX
correlato de ciertas vivencias absolutamente peculiares (nueva coinciden- de la ciencia de las religiones, es, según lo ve Otto, una tergiversación
cia tanto con Schleiermacher como con Scheler), cuya posibilidad está radical del estado real de las cosas. La religión es específicamente dis-
ya siempre dispuesta aprióricamente en el hombre, pero que pueden tinta de cualquier otra región de la actividad humana, pero, eso sí, pue-
quedar inactivadas; y, de hecho, todo cuanto no es su activación pro- de vivirse de modos muy rudimentarios o más desarrollados y comple-
piamente dicha no es sino permanencia fuera del ámbito de la religión, tos. Su historia es siempre historia de la religión, aunque todavía que-
porque, a lo sumo, evocando experiencias que tengan alguna analogía pa una perspectiva evolutiva sobre ella; pero no fue primero historia
con las religiosas, podrá despertarse un eco vago, como una resonan- de la imaginación enfermiza del hombre, o historia de cualquier otro
cia, en quien no ha vivido ninguna auténtica experiencia religiosa; y el sector de la cultura humana.
que habla desde fuera de un asunto, habla mal de él, por más datos ex- En el principio del sentimiento del numen está, como muy bien se
teriores que haya recogido. expresaba en los numina romanos, el pavor peculiar de aquello cuya
La distinción sagrado/profano desempeñaba, en los antecedentes in- presencia debe hacer temblar al hombre como nada en el mundo lo
mediatos del trabajo de Otto, un papel de primera relevancia en la con- hará (tremendum). Porque, precisamente, el numen es ajeno al mundo,
cepción de E. Durkheim; Otto procuró traer la explicación sociológica otro que las cosas del interior del mundo (mysterium), y ante algo de tal
de Durkheim a un terreno completamente distinto, desde el cual fue- índole, la sensación de peligro ante lo completamente desconocido y
ran vistas las expresiones sociales de la religión como una consecuen- poderoso (majestas) es la primera reacción natural. Luego la razón ha-
cia, pero no como la fuente de la experiencia de lo sagrado. hlará de la justicia terrible de Dios, de su superioridad ontológica fren-
Lo que está acertado en la traducción española de das Heilige como te a la nada y el pecado del hombre; pero en el origen, lo numin so
lo santo es, por otro lado, que Otto cuida mucho de diferenciar su pos- 110 es justo ni es el ser supremo, sino aquello cuya inmediata hiel' {¡l-
tura de la de Kant, o sea, de la definición kantiana de santo. Para Otto, Id,l suscita la experiencia de que el hombre, confrontado con ello, es
lo esencial de la religión no es racional, pero tampoco es infrarracional: "polvo y cniza», Ahora bien, la alteridad absoluta del numen, precisa
es suprarracional. La razón está destinada a hacer con lo sagrado lo que urente p r serio, no queda en tremenda y maycstáti a, sino que a la
la imaginación con los conceptos puros del entendimiento, según los vez es infinitarn nt atra ·Iivn,ji,.rl'it/fltl/I'. Es gra .ia, don, milagro, fclici
I antianos: esquematizarlo, pero no criticado, y menos suplantarlo o d.ld y pl .nitud t;lks qu ' con una sola gola ti . su dulzura basrarín p.iru
íundarl . El sujeto d la r ligión s I hornbr nt ro, p .ro, '11 verdad, volver p.1I.1dis{,lt'o,1 dolor 111,'IS duro, t'11 exprcsión de 011'0 mísrico. Por

21H
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 9. PRIMERA PARTE

acercarse al numen que fascina recorrerá el hombre la vía ascética y allá de la socrática y que, de hecho, no la ha conocido la historia antes
prescindirá en lo posible de lo que lo separa de su meta; y celebrará del profeta Ezequiel. Es la profecía del antiguo Israel la que descubrió
cada paso de su camino, junto con los hombres que lo acompañan, la fraternidad humana a través de la revelación del mal social (de la in-
puesto que el sujeto religioso no dejará de tratar de contagiar a otros de justicia y la opresión y el hambre) como, muy literalmente, mal que
su dicha y de convertir todas sus expresiones vitales, al menos alguna clama al cielo. Y este depósito cultural esencialísimo no es cuestión
vez, en símbolos de encuentro con lo numinoso. particular de ningún pueblo, sino puesta en acto de una posibilidad
Otto recorrió infatigablemente los documentos de todas las tradi- eterna de la razón finita. La verdadera religión de la razón hará muy
ciones, en pos de la confirmación y el enriquecimiento de su descrip- bien en presentarse documentada, sobre todo, desde lasfuentes deljudaís-
ción básica de lo que constituye a la religión en tal. mo, como dice el título del gran libro póstumo sobre este problema
que escribió, durante la Gran Guerra, Hermann Cohen.
De sus lecciones berlinesas de los años inmediatamente anteriores
5.3. Rosenzweig, "La estrella de la redención» (1921) a la guerra extrajo Franz Rosenzweig la inspiración de lo que llamó él
mismo su nuevo pensamiento. Hasta entonces, Rosenzweig era un pen-
MIGUEL GARCÍA- BARó sador hegeliano que estaba en camino de asimilar del todo su judaís-
mo a la potente creación cultural cristiana, cuyo progreso, en compa-
Hermann Cohen, el célebre filósofo que, según su discípulo Orte- ración con el aislamiento extrahistórico de los judíos, era el núcleo de
ga, convirtió Marburgo en la fortaleza sitiada del neokantismo, fue un la propia historia universal y de la historia misma del espíritu.
judío asimilado que cobró, hacia el final de su vida, conciencia cada Las indicaciones de Cohen, la experiencia personal renovada de la
vez más clara, simultáneamente, de la peculiaridad de la Biblia y la tra- liturgia judía y, no en último lugar, la horrenda lección de la guerra
dición talmúdica y de lo irreductible de la religión en el conjunto del (como consecuencia extrema de la ideología nacionalista emparentada
sistema de la razón. con la derecha hegeliana y el romanticismo), hicieron desembocar a
A diferencia de Otto, Cohen no aceptaba que la religión dejara de Rosenzweig en una posición filosófica que se deja poner en parangón
ser religión de la razón, como había sido en la Ilustración y en su culmi- con la reacción de Kierkegaard ante Hegel (y que debe también mucho
nación kantiana. Pero, ya jubilado de su cátedra de Marburgo, descu- .1 la crítica del viejo Schelling contra las formas pasadas del idealismo).
brió que no cabía reducir plenamente esta religión de la razón a ética Creyó descubrir Rosenzweig que el concepto que abre y cierra la filo-
de la santidad del deber puro. Había un lugar en el mapa de las crea- soíla, la vieja filosofía, es la totalidad. En Jonia se dijo que todo era ...
ciones culturales de la razón que se hallaba reservado sólo para la reli- .igua, aire, équé mas da? Lo capital es que el hombre ascendiera por vez
gión. Este lugar es la condición trascendental de la posibilidad del tú y primera al concepto, aparentemente insuperable, de la totalidad: de lá
el nosotros y, secundariamente, del vosotros, de él y de ellos. Por lo totalidad sin otro, sin alteridad ni real ni posible. La filosofía siempre
mismo, la religión contribuye decisivamente, en el terreno de lo tras- h,l sido, de Jonia a Jena, pensamiento de la Totalidad, o sea, de la Mis-
cendental, a la constitución del yo (en su correlación interpersonal). La midad, o sea, del Uno (salvando la excepción de Kant, el pensador que
idea central es, en todo esto, que no cabe la elevación por así decir in- 110 cierra un sistema).
mediata que exige la ética: del egoísmo, del amor patológico a mí mis- Roscnzweig comprende que este pensamiento del Uno y Todo ti -
mo, al respeto incondicional de la ley moral, o sea, a la totalidad de 11(' realmente alternativas, sólo que no han conseguido nunca, hasta el
la humanidad racional (al nosotros absolutamente general, incluso supra- ~'gl() XIX, carta alguna de naturaleza en la filosofía. Han sido alternan-
humano). Este salto formidable, en donde se pide la abolición del yo V,I~ religiosas o literarias o épicas o contra culturales, si se me permite In

egoísta en aras de la totalidad racional, no es siquiera pensable sin el expresión; p r nunca filosóficas. Este hecho revela que el origen y ,1
efectivo descubrimiento del tú con los mismos derechos que el yo y ~()POI te de la nI sofla es la o ulta ión de un fenómeno bási o qu .prc
con los mismos deberes. Este tú fraternal sólo se descubre, en realidad, 11\.1111'lit' porqu s el s 'ubre muy ciertamente, duele hasta el punto
ya que es la brecha primera del yo moralmente reprobabl ,a la luz del dI' !l'( l.unar un b;\IS<lf1)O el tant p dcr corn la historia miS111<1 de la
reconocimiento del propio pecado: una conciencia de sí que va más Itlo~()fT.1.'l~d 1"1) m .no sólo puede ser 1.1 pluralidad, 1,111 toralid.icl,

2 O ))1
EL LEGADO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO DEL SIGLO XX CAPÍTULO 9. PRIMERA PARTE

la alteridad. Un fenómeno donde estén en alguna relación elementos dinación, mediante algo así como la conjunción y, pero no mediante
auténticamente irreductibles, de modo que luego la filosofía proceda el signo de identificación que es la cópula, de los 9~e un día fuero~ ele-
ya siempre a reducirlos los unos a los otros valiéndose del instrumen- mentos mudos. El hoyes el tiempo de la revelación, de la patencia de
to potente que es el concepto del Todo. unos a otros, todos existentes, todos diferentes, todos abiertos desde el
Alteridad irreductible y dolorosa, existencia precaria y amenazada, centro de ellos mismos a los demás. Y si el pasado fue, para no volver,
aventura arriesgada; en definitiva, vida mortal, multitud de hombres el tiempo de la creación de los elementos, y el presente es el tiempo de
que saben que mueren y buscan un lenitivo del dolor de tener que mo- la recíproca revelación y el diálogo, el futuro -el futuro absoluto, no
rir. El fármaco, más activo que las medicinas de Esculapio y de Epicu- anticipable por medio alguno- será el tiempo de la redención y la .ver-
ro, es el pensamiento, aparentemente necesario y sin rivales, del Todo, dad (del nosotros, no ya sólo del yo y el t~ en diálogo). La.redención,
porque el Todo no puede morir. Muere lo suelto, lo fragmentario, lo es decir, el tiempo sin muerte y sin parciales verdades, sm dolorosa
que tiene otro en que perderse; pero no tiene sentido alguno que mue- confrontación entre facciones, sin pedazos de mundo carentes de sen-
ra ni nazca el Uno-Todo, como sabían perfectamente Anaximandro y tido. Un tiempo que ahora sólo cabe esperar y celebrar. Pero ya h<?y
Parménides y Heráclito, y como reiteran sus secuaces innumerables. esta celebración es sin duda real en la liturgia judía, que vive, por decir-
El pensamiento inicial de Rosenzweig parecería que es, pues, lo lo así, junto al fuego de la estrella que trazan las líneas po~ las ~ue se
contrario de una novedad: más bien, el regreso a la fuente prístina de correlacionan Hombre, Mundo y Dios. Desde ese fuego irradian las
lo que hubo antes de la filosofía. Sin embargo, Rosenzweig (no hará creaciones culturales, en progresiva dispersión, de la civilización cristia-
falta subrayar los paralelos con ideas con las que nos ha familiarizado na, que son, pues, la otra cara de la parcial verdad que se oculta en lo
luego Heidegger) escoge como su verdadero punto de partida la consu- eterno.
mación de la historia misma de la filosofía, que revela su fracaso en ha-
cer al hombre olvidarse de sí mismo y que está mostrando en los escena-
rios de la historia universal el error del Todo y Uno. Este arco milenario
que fracasa al consumarse deja ahora que estalle o se descomponga la
Totalidad, pero su resultado no es el viejísimo mundo pagano, sino un
estadio diferente de la fragmentación. El pasado de antes de la filoso-
fía (y de antes de la revelación bíblica) está definitivamente pasado,
como mostraba perfectamente Schelling en su estudio inacabado so-
bre Las edades del mundo. Entonces, las tres magnitudes mutuamente
irreductibles, a saber: el Hombre, el Mundo y Dios (los tres temas de
la metafísica clásica moderna), estaban tan separadas que debemos des-
cribir aquella situación irrecuperable como si las tres se hubieran, en
cierto modo, dado la espalda. Mejor dicho, como si de alguna manera
aún no hubieran salido de ellas mismas para relacionarse con las otras
dos. Aquella edad perdida sólo contenía los Elementos, al pie de la le-
tra, pero no la correlación, no la revelación mutua, la salida de unos al
encuentro de los otros. Después del largo avatar cerrado de la filosofía
(su cierre se reconoce en el hecho de que la historia de la filosofía se in-
tegre en el sistema filosófico mismo, lo que significa que el pensador
del sistema se vuelve también sólo un engranaje en su totalidad), des-
pués de que hayamos conocido toda suerte de ensayos de sucesiva re-
du ción del hombre y Dios al mundo, del hombre y el mundo a Dios,
d Di y 1mundo al hombre: la realidad del pres ntc 's la mera e r-

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