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El documento describe las tres etapas de la evangelización en las que participa el catequista: la acción misionera para despertar la fe en los no creyentes, la acción catequética para enraizar la fe recién sembrada, y la acción pastoral para que los fieles continúen madurando en la fe. Explica que el catequista encuentra su identidad como sacerdote al orar por los demás, como profeta al anunciar el Evangelio, y como rey al extender el Reino de Dios a través de la evangelización.
El documento describe las tres etapas de la evangelización en las que participa el catequista: la acción misionera para despertar la fe en los no creyentes, la acción catequética para enraizar la fe recién sembrada, y la acción pastoral para que los fieles continúen madurando en la fe. Explica que el catequista encuentra su identidad como sacerdote al orar por los demás, como profeta al anunciar el Evangelio, y como rey al extender el Reino de Dios a través de la evangelización.
El documento describe las tres etapas de la evangelización en las que participa el catequista: la acción misionera para despertar la fe en los no creyentes, la acción catequética para enraizar la fe recién sembrada, y la acción pastoral para que los fieles continúen madurando en la fe. Explica que el catequista encuentra su identidad como sacerdote al orar por los demás, como profeta al anunciar el Evangelio, y como rey al extender el Reino de Dios a través de la evangelización.
La Iglesia existe para evangelizar dice Pablo VI en la Evangelii Nutiandi.
El fraile Severino Calderón Martínez (OFM) señala que existen tres etapas de este proceso evangelizador, tres etapas en la que el catequista participa siendo este el portador de la luz para llevarla a los hermanos: 1).- ACCIÓN MISIONERA: tiene por finalidad ser “despertador” de los no creyentes… tarea de preparar terreno y SEMBRAR (Anuncio-Conversión). 2).- ACCIÓN CATEQUÉTICA: proceso de maduración de la fe ENRAIZAR la siembra (ARBOL CON RAIZ). 3).- ACCIÓN PASTORAL: fieles que pertenecen ya a la comunidad, que deben seguir madurando evangelizando (misionando). FRUTOS DEL ARBBOL (madurez de la cosecha). Cuando alguien se siente llamado a comunicar Buenas Noticias, a llevar a cabo estas tres acciones de evangelización, debe hacerlo desde una identidad comunitaria para que actué conjuntamente con los demás. Se pone u vocación, llamada de Dios, respuesta humana, al servicio de los demás o se propone a una persona que forme parte del grupo y se haga catequista, conviene tener en cuenta, quitando cualquier equívoco que: “dar catequesis” no es una evasión, una diversión , un modo de emplear el tiempo libre, un “hobby”, sino un servicio a Cristo y a la Iglesia, desde el carisma especifico que se ha recibido. El catequista es aquel bautizado que comunica la fe que ha recibido a otro bautizado o a aquel que quiere serlo para adherirse en Cristo al Padre por el Espíritu Santo. El catequista encuentra su identidad de misionero en su bautizo, siendo sacerdote, profeta y rey. EL CATEQUISTA COMO SACERDOTE: El catequista es sacerdote, porque habla a Dios de los hombres. Porque ha visto el apremio y la urgencia de llevar la Buena Nueva a los hermanos de la comunidad. El catequista ejerce su sacerdocio desde la oración y es que no puede ser de otra manera, sino desde este ser de sacerdote. El sacerdote desde el AT era el que ofrecía los sacrificios al Dios de Israel, el que conocía las necesidades del pueblo y se las comunicaba a Dios y Dios las acogía y las resolvía. El catequista es sacerdotes cada vez que se dirige a Dios y le presenta sus inquietudes, ilusiones, dudas, preocupaciones, dificultades, alegrías… sus necesidades y las del mundo entero. Cuando la oración del catequista es universal y no se centra en sí mismo, ahí esta ejerciendo su sacerdocio dado por el bautismo. Jesús, el Evangelizador del Padre por excelencia, el que nos trae la Buena Nueva del Dios Amor, jamás hizo nada sin antes ejercer su sacerdocio, es decir, sin antes orar al Padre en espíritu y en verdad. (Lc 22, 44-46). No podemos dejar de reconocer en todo momento, que Cristo Jesús es mucho mas que un verdadero modelo de hombre de oración. Jesús oraba, y oraba con frecuencia, a veces pasaba noches enteras en la oración. Los discípulos, viéndole una vez orando, calmado y feliz, tranquilo y manso, sintieron el impulso de orar. Pero se preguntaron ¿cómo hacerlo?, entonces se acercaron a él y le rogaron: “Maestro, enséñanos a orar”. Los discípulos es ese instante lo hacen por un extraordinario deseo y las ansias más profundas del corazón. El catequista ofrece todo su esfuerzo evangelizador a Jesús, para que Él lo toque y se haga fecundo y este trabajo misionero dé mucho fruto de vida eterna. Ésta debe ser la oración de todo catequista al final de su día, cuando va a reposar y piensa en todo lo sembrado durante su hora de catequesis, en el esfuerzo puesto en cada niño, joven o adulto evangelizado, en esa semilla del Reino que puso en aquellos corazones: debe ofrecerlos a Jesús, para que él haga próspero este trabajo. Antes de ser profeta, el catequista es sacerdote, ora y vela por extender el Reino de Dios en la tierra. EL CATEQUISTA COMO PROFETA: El catequista es profeta, porque en su bautismo ha sido ungido como antiguamente a los profetas se ungía, pues eran hombres elegidos por Dios para anunciar y denunciar al pueblo en una determinada circunstancia y tiempo. Son ungidos los profetas con la fuerza de Dios, pues el trabajo que desempeñaran no será fácil. El catequista ha sido ungido por el bautismo con el santo crisma , el mismo crisma con que eran ungidos los profetas y los reyes del antiguo testamento. El catequista forma parte de una comunidad, el catequista es llamado, es escogido desde su realidad para anunciar la buena nueva del Reino de Dios. Es uno más de los hermanos que se siente impulsado a llevar buenas noticias, que quiere llevar mensaje de paz, que quiere llevar a sus hermanos al conocimiento de Dios, porque él ya lo conoce, el catequista ejerciendo su sacerdocio común, es decir, el catequista que ha orado y ha tenido un encuentro con Dios, se siente impulsado a contagiar a los demás del amor de Dios que ha recibido, quiere compartir el agua de la Fuente Viva a los sedientos de Dios. Y esto lo hace anunciando el evangelio. Es por eso que el catequista llega formar parte de una comunidad, se identifica con otras personas que sienten lo mismo, que también han sentido el llamado de llevar la Buena Nueva. Todo se convierte en un encuentro de experiencias y en un testimonio de la presencia del Señor en medio de su comunidad. Los catequistas comparten interrogantes y dificultades existenciales acerca del modo de vivir, testimoniar y servir el mensaje cristiano par que su Palabra no quede vacía de eficacia. Los catequistas, ejerciendo su profetismo, son llamados a vivir la fraternidad catequística, atenta a la escucha de la Palabra de Dios y su anuncio, y es clave hacerlo sin fisuras, y evitando dispersiones. Se es hermanos gracias a la palabra, la cual une, crea solidaridad y ayuda a crecer como “Iglesia”. El catequista anuncia con su vida, a la persona de Jesucristo, cundo son consecuentes con su condición de creyentes y vive en verdad, sin querer escoger ante los otros su fe. Cabe decir, que el catequista se va encontrar con muchas dificultades, como se las encontraron los profetas, como Elías, buscado por la furia de Jezabel para ser asesinado o las dificultades del profeta Jeremías, que desde muy pequeño fue llamado apara anunciar la destrucción de Sión si no había una conversión profunda del pueblo de Israel (Jer 34,17), cómo era visto jeremías, ante los falsos profetas que anunciaban libertad y victorias infundadas, mientras que él anunciaba guerra y destrucción, hasta el punto de renunciar al matrimonio y a una familia para no traer hijos que serían el oprobio y la burla de los babilonios. Estas dificultades que el catequista que se va enfrentar son esenciales para el verdadero fruto de su misión. Recordando las palabras de la santa Teresa de Calcuta “hay que dar hasta que duela”, es donde el catequista va encontrar la verdadera paz en medio de las tribulaciones, porque si duele la misión, es buena señal. EL CATEQUISTA ES REY: El catequista es rey, cuando sabe dominar y acallar todo aquello que le aparta de Dios. cuando es dueño y señor de sí mismo y de las circunstancias que le rodean. El rey es aquel que gobierna determinada porción terrestre, tiene a su mando ejército y súbditos para defender su reino de los ataques del enemigo. El rey extiende sus dominios con sabias estrategias, un sabio rey es querido por su pueblo y admirado por sus homólogos de otros reinos, como el caso del rey Salomón. El catequista bautizado es ungido también como rey, pues le esperan duras batallas por conquistar en el campo de la evangelización. El catequista se identifica como rey cuando siente celo por el Señor de los Ejércitos, a ejemplo del profeta Elías, que lo quería defender de los falsos profetas que predicaban falsos dioses… “Ardo de celo por el Señor Dios de los ejércitos” (1 Re 19, 10). El catequista ejerce su ser de rey cuando con la evangelización extiende el Reino del único Dios verdadero. Se identifica con el Rey de reyes, pues cumple el mandato de Jesucristo de ir a predicar a todos la Buena Nueva, llevando palabras de paz a los que viven en guerra, el conocimiento de Dios a los que lo ignoran, la ternura del Dios Amor a los que carecen de ella.