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Un Estado nación es una forma de organización política1 que se caracteriza por tener
un territorio claramente delimitado, una población relativamente constante, y un gobierno.2
El Estado nación nace, históricamente, mediante el tratado de Westfalia, al final de
la guerra de los Treinta Años (1648). Mediante este tratado se acaba con el antiguo
orden feudal y se da paso a organizaciones territoriales definidas en torno a un gobierno
que reconoce sus límites espaciales y de poder.
Índice
Esta idea del Estado implicaba su surgimiento ante la necesidad armonizar los intereses
del individuo y la comunidad de obtener al tiempo seguridad y libertad; y para garantizar el
derecho de propiedad, como un desarrollo natural de la cooperación entre los individuos
en su egoísta búsqueda de la felicidad a través del propio interés (teoría de la mano
invisible de Adam Smith).
El desarrollo del concepto había generado, a partir del siglo XVII, los primeros mapas
europeos de naciones-Estado, donde las fronteras se pretendían establecer firmemente
para garantizar la paz, al menos en principio, puesto que la estabilidad de las fronteras
nunca se consiguió. A la par de este desarrollo de concepto se busca justificar la
existencia de un Estado nación natural, delimitado por fronteras naturales en
contraposición con la idea de la nación como producto de las similitudes culturales. Este
tipo de concepción territorial del Estado llevará a la conformación de Estados imperiales,
más que nacionales, donde se agrupan varias comunidades nacionales bajo una misma
autoridad estatal centralizada, que entran en conflictos debido a sus profundas diferencias
culturales, acendradas en tiempos de depresión económica.
Las naciones divididas o dispersas en distintos Estados también generaban conflictos de
muy difícil solución (caso del pueblo judío, el kurdo o el gitano). En otros casos las
comunidades de una misma nación eliminan las fronteras, de manera que hay libre tránsito
a través de fronteras, como es el caso de los indígenas del norte de México y el sur
de EUA.[cita requerida]
Debido a factores como fronteras cerradas, grupos nacionales muy pequeños y procesos
históricos complejos, resulta poco práctico (según la perspectiva política, económica y
social de los Estados modernos) reintegrar la soberanía o permitir el surgimiento
de naciones alternativas de tamaño menor que las que conforman a los Estados
modernos. La identificación del Estado nacional con el mercado nacional, de un tamaño
suficiente para permitir a la burguesía el desarrollo del mercado capitalista, se potencia en
el periodo de desarrollo de la Revolución industrial (siglo XIX), simultáneo al periodo
conocido como nacionalismo, en el que se inician los movimientos nacionalistas
contemporáneos.
Esta tendencia a la adecuación entre el tamaño del mercado y el tamaño del Estado se
complementó con los imperios coloniales en la denominada época del imperialismo (1870-
1914), proceso que fue identificado y analizado en aquel momento por Hobson y Lenin.6
La Primera Guerra Mundial, que disolvió los grandes imperios (II Imperio Alemán, Imperio
austrohúngaro, Imperio otomano e Imperio ruso), terminó, por un lado con el intento de
construcción de un Estado socialista (la Unión Soviética) y, por otro, con el intento de
aplicación al resto de Europa de los catorce puntos de Wilson, que matizados por las
potencias vencedoras en los tratados de paz (Tratado de Versalles), condujeron a una
política de plebiscitos en que las poblaciones deberían elegir el Estado en que querían vivir
(por ejemplo, el Sarre), lo que en la Europa Oriental no garantizó unas fronteras seguras ni
una estabilidad que pudiera evitar la explotación de un extendido sentimiento de
victimismo nacionalista por los fascismos y el estallido de una nueva guerra (la Segunda
Guerra Mundial), tras la cual se optó por traslados forzosos y masivos de las poblaciones y
una política de bloques.7
El término Estado nacional, que suele utilizarse indistintamente junto al término Estado, se
refiere más propiamente a un Estado identificado con una sola nación. Tras el proceso
de descolonización de mediados del siglo XX, esta forma de Estado ha llegado a ser la
más común, de modo que la inmensa mayoría de los Estados se consideran Estados
nacionales. Sin embargo, nunca a lo largo de la historia ha habido una identidad
indiscutida entre ambos términos (Estado y nación) y siempre ha habido objeciones sobre
la identificación con una sola nación de cualquiera de los Estados existentes, tanto de los
que se consideran ejemplos de Estado nacional desde finales de la Edad Media (Francia,
ejemplo de centralismo y de nación construida con los mecanismos unificadores de la
sociedad por el Estado)8 como de los surgidos de movimientos unificadores románticos
(Unificación de Alemania y Unificación de Italia). Esto hace aún más difícil la pregunta
sobre qué es una nación. Hay muchos Estados, como Bélgica y Suiza, con múltiples
idiomas, religiones o grupos étnicos dentro de ellos, sin que ninguno sea claramente
dominante. A menudo (y especialmente en el caso de Suiza y los Estados Unidos) una
identidad nacional ha sido construida desafiando esas diferencias. Un mejor ejemplo
de Estado plurinacional sería el Reino Unido, constituido por cuatro
naciones: Inglaterra, Escocia, Irlanda del Norte y Gales, lo que no implica que predomine
la conciencia nacional sobre el concepto de lo british (para algunos lo más próximo a
una nación británica).9
El concepto de Estado de las autonomías surgido de la vigente Constitución
Española de 1978 (que se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española,
patria común e indivisible de todos los españoles y reconoce y garantiza el derecho a la
autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas
ellas -artículo 2-) es interpretado de forma distinta por cada fuerza política española, desde
posturas centralistas hasta otras que entienden a España como una Nación de naciones,
desde un denominado patriotismo constitucional a un nacionalismo español más
tradicional, y desde las reivindicaciones independentistas entre los nacionalismos
periféricos, a las de los que a veces se denominan regionalistas y a veces nacionalistas
moderados.
Véase también[editar]
Estado
Estado moderno