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Estado nación

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Un Estado nación es una forma de organización política1 que se caracteriza por tener
un territorio claramente delimitado, una población relativamente constante, y un gobierno.2
El Estado nación nace, históricamente, mediante el tratado de Westfalia, al final de
la guerra de los Treinta Años (1648). Mediante este tratado se acaba con el antiguo
orden feudal y se da paso a organizaciones territoriales definidas en torno a un gobierno
que reconoce sus límites espaciales y de poder.

Índice

 1Desarrollo del concepto del Estado nacional


 2Estado nación y globalización
 3Véase también
 4Referencias

Desarrollo del concepto del Estado nacional[editar]


El proceso de construcción histórica del Estado moderno no consistió solamente en un
desplazamiento de otras instituciones, sino su completa renovación, su predominio con las
nuevas autoridades de la nación, creando un orden social nuevo (liberal, burgués y
capitalista), al eliminarse las otras formas estamentales de origen feudal del Antiguo
Régimen mediante un triple proceso revolucionario: Revolución liberal, Revolución
burguesa y Revolución industrial.
Sin embargo, el proceso distó de ser una revolución instantánea, pues a pesar de que se
produjeron periódicamente estallidos revolucionarios (Revuelta de Flandes, Revolución
inglesa, Revolución estadounidense, Revolución francesa, Revolución de
1820, Revolución de 1830, Revolución de 1848), como proceso de larga duración, lo que
tuvo lugar fue una evolución y transformación lenta de las monarquías feudales. Primero
se transformaron en monarquías autoritarias y luego en monarquías absolutas, que
durante el Antiguo Régimen fueron conformando la personalidad de naciones y Estados
con base en alianzas territoriales y sociales cambiantes de la monarquía; tanto de unas
monarquías con otras como de cada monarquía en su interior: en lo social con la
ascendente burguesía y con los estamentos privilegiados, y en lo espacial con el
mantenimiento o vulneración de los privilegios territoriales y locales (fueros).3
El racionalismo creó la idea del "ciudadano", el individuo que reconoce al Estado como su
ámbito legal. Creó un sistema de derecho uniforme en todo el territorio y la idea de
"igualdad legal".
Las distintas escuelas de ciencia política definen de diversas maneras el concepto del
Estado nación. Sin embargo, en la mayoría de los casos se reconoce que las naciones,
grupos humanos identificados por características culturales, tienden a formar Estados con
base en esas similitudes. Cabe anotar que bajo esta misma óptica la nación es un
agrupamiento humano, delimitado por las similitudes culturales (lengua, religión) y físicas
(tipología). Un Estado puede albergar a varias naciones en su espacio territorial y una
nación puede estar dispersa a través de varios Estados.
Si bien el Estado nación se comenzó a formar cerca del año 1648 (Tratado de Westfalia),
las instituciones políticas de esta entidad tienen un desarrollo que se puede rastrear hasta
una maduración en 1789 (Revolución francesa). Los modelos de agrupación en torno a
una autoridad central siguen dos visiones contrapuestas, pesimista y optimista, acerca del
hombre en estado de naturaleza, marcadas por los trabajos filosófico-políticos
de Hobbes y Rousseau, sin excluir otras tradiciones del pensamiento político: el
concepto platónico de República o la Política de Aristóteles, y el funcionamiento y las
políticas de la democracia ateniense y la República romana en la Edad Antigua; los
debates de la Edad Media entre los poderes universales y el intento fallido
del conciliarismo (concilio de Constanza de 1413, concilio de Florencia o concilio de
Basilea de 1431); o en la Edad Moderna el establecimiento del ius gentium, los justos
títulos y el tiranicidio por los españoles de la Escuela de Salamanca -Bartolomé de las
Casas, padre Mariana- o el holandés Grotius, el humanismo de Nicolás de Cusa,
el racionalismo de Leibniz o el empirismo de Locke;4 todos ellos refundidos y retomados
por la Ilustración europea (primero Montesquieu y luego los enciclopedistas), así como la
percepción de ejemplos de algunas experiencias políticas indígenas americanas -las
comunidades precolombinas en las Antillas, el mito de El Dorado, el
imperio incaico del Tahuantinsuyo o la confederación iroquesa- que vistas desde la
perspectiva eurocéntrica conformaron la idea del buen salvaje y el utopismo.5 La primera
plasmación política textual de este proceso intelectual fueron los textos de la Revolución
estadounidense: la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (4 de julio de
1776) y la Constitución de 1787.
Nosotros, el Pueblo de los Estados Unidos, a fin de formar una Unión más perfecta, establecer
Justicia, afirmar la tranquilidad interior, proveer la Defensa común, promover el bienestar general y
asegurar para nosotros mismos y para nuestros descendientes los beneficios de la Libertad,
estatuimos y sancionamos esta CONSTITUCIÓN para los Estados Unidos de América.

Esta idea del Estado implicaba su surgimiento ante la necesidad armonizar los intereses
del individuo y la comunidad de obtener al tiempo seguridad y libertad; y para garantizar el
derecho de propiedad, como un desarrollo natural de la cooperación entre los individuos
en su egoísta búsqueda de la felicidad a través del propio interés (teoría de la mano
invisible de Adam Smith).
El desarrollo del concepto había generado, a partir del siglo XVII, los primeros mapas
europeos de naciones-Estado, donde las fronteras se pretendían establecer firmemente
para garantizar la paz, al menos en principio, puesto que la estabilidad de las fronteras
nunca se consiguió. A la par de este desarrollo de concepto se busca justificar la
existencia de un Estado nación natural, delimitado por fronteras naturales en
contraposición con la idea de la nación como producto de las similitudes culturales. Este
tipo de concepción territorial del Estado llevará a la conformación de Estados imperiales,
más que nacionales, donde se agrupan varias comunidades nacionales bajo una misma
autoridad estatal centralizada, que entran en conflictos debido a sus profundas diferencias
culturales, acendradas en tiempos de depresión económica.
Las naciones divididas o dispersas en distintos Estados también generaban conflictos de
muy difícil solución (caso del pueblo judío, el kurdo o el gitano). En otros casos las
comunidades de una misma nación eliminan las fronteras, de manera que hay libre tránsito
a través de fronteras, como es el caso de los indígenas del norte de México y el sur
de EUA.[cita requerida]
Debido a factores como fronteras cerradas, grupos nacionales muy pequeños y procesos
históricos complejos, resulta poco práctico (según la perspectiva política, económica y
social de los Estados modernos) reintegrar la soberanía o permitir el surgimiento
de naciones alternativas de tamaño menor que las que conforman a los Estados
modernos. La identificación del Estado nacional con el mercado nacional, de un tamaño
suficiente para permitir a la burguesía el desarrollo del mercado capitalista, se potencia en
el periodo de desarrollo de la Revolución industrial (siglo XIX), simultáneo al periodo
conocido como nacionalismo, en el que se inician los movimientos nacionalistas
contemporáneos.
Esta tendencia a la adecuación entre el tamaño del mercado y el tamaño del Estado se
complementó con los imperios coloniales en la denominada época del imperialismo (1870-
1914), proceso que fue identificado y analizado en aquel momento por Hobson y Lenin.6
La Primera Guerra Mundial, que disolvió los grandes imperios (II Imperio Alemán, Imperio
austrohúngaro, Imperio otomano e Imperio ruso), terminó, por un lado con el intento de
construcción de un Estado socialista (la Unión Soviética) y, por otro, con el intento de
aplicación al resto de Europa de los catorce puntos de Wilson, que matizados por las
potencias vencedoras en los tratados de paz (Tratado de Versalles), condujeron a una
política de plebiscitos en que las poblaciones deberían elegir el Estado en que querían vivir
(por ejemplo, el Sarre), lo que en la Europa Oriental no garantizó unas fronteras seguras ni
una estabilidad que pudiera evitar la explotación de un extendido sentimiento de
victimismo nacionalista por los fascismos y el estallido de una nueva guerra (la Segunda
Guerra Mundial), tras la cual se optó por traslados forzosos y masivos de las poblaciones y
una política de bloques.7
El término Estado nacional, que suele utilizarse indistintamente junto al término Estado, se
refiere más propiamente a un Estado identificado con una sola nación. Tras el proceso
de descolonización de mediados del siglo XX, esta forma de Estado ha llegado a ser la
más común, de modo que la inmensa mayoría de los Estados se consideran Estados
nacionales. Sin embargo, nunca a lo largo de la historia ha habido una identidad
indiscutida entre ambos términos (Estado y nación) y siempre ha habido objeciones sobre
la identificación con una sola nación de cualquiera de los Estados existentes, tanto de los
que se consideran ejemplos de Estado nacional desde finales de la Edad Media (Francia,
ejemplo de centralismo y de nación construida con los mecanismos unificadores de la
sociedad por el Estado)8 como de los surgidos de movimientos unificadores románticos
(Unificación de Alemania y Unificación de Italia). Esto hace aún más difícil la pregunta
sobre qué es una nación. Hay muchos Estados, como Bélgica y Suiza, con múltiples
idiomas, religiones o grupos étnicos dentro de ellos, sin que ninguno sea claramente
dominante. A menudo (y especialmente en el caso de Suiza y los Estados Unidos) una
identidad nacional ha sido construida desafiando esas diferencias. Un mejor ejemplo
de Estado plurinacional sería el Reino Unido, constituido por cuatro
naciones: Inglaterra, Escocia, Irlanda del Norte y Gales, lo que no implica que predomine
la conciencia nacional sobre el concepto de lo british (para algunos lo más próximo a
una nación británica).9
El concepto de Estado de las autonomías surgido de la vigente Constitución
Española de 1978 (que se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española,
patria común e indivisible de todos los españoles y reconoce y garantiza el derecho a la
autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas
ellas -artículo 2-) es interpretado de forma distinta por cada fuerza política española, desde
posturas centralistas hasta otras que entienden a España como una Nación de naciones,
desde un denominado patriotismo constitucional a un nacionalismo español más
tradicional, y desde las reivindicaciones independentistas entre los nacionalismos
periféricos, a las de los que a veces se denominan regionalistas y a veces nacionalistas
moderados.

Estado nación y globalización[editar]


La descolonización y la creación de entidades supranacionales caracterizaron la segunda
mitad del siglo XX y significaron un cuestionamiento de la utilidad de la escala nacional o
imperial-colonial que había marcado al siglo XIX y la primera mitad del XX.10 Tal
cuestionamiento se ejemplificó especialmente en el Mercado Común Europeo (luego
redenominado Unión Europea), tomado como modelo de integración por
otras organizaciones internacionales de ámbito económico (Pacto
Andino, ASEAN, MERCOSUR, NAFTA), y en menor medida por las instituciones militares
(OTAN y Pacto de Varsovia) durante la guerra fría, o por la cúspide de las relaciones
internacionales que es la ONU y sus agencias.
Un cambio de tendencia supuso la caída del muro de Berlín y la desaparición del bloque
comunista y de la Unión Soviética (1989-1991), que representó la transición al
capitalismo de los países de su entorno, así como la que por su propia cuenta venía
realizando China, que los había precedido (políticas denominadas un país, dos
sistemas y cuatro modernizaciones). Se habló de una renacionalización de las relaciones
internacionales, en un contexto mucho más violento de las relaciones internacionales, lejos
del pronosticado Fin de la Historia (Francis Fukuyama) y más cercano al llamado choque
de civilizaciones (Samuel Phillips Huntington), evidenciado por el islamismo radical.
Aparecieron varios Estados nuevos en Europa, el Cáucaso y Asia Central por
descomposición de la Unión Soviética, Yugoslavia y Checoslovaquia; en África por la
independencias de Eritrea frente a Etiopía y de Sudán del Sur frente a Sudán; y en la zona
insular entre el océano Índico y el Pacífico por la de Timor Oriental (ex-colonia portuguesa
previamente anexionada por Indonesia).
La globalización, además de permitir nuevas redes sociales ajenas a los poderes estatales
(lo que se ha denominado el quinto poder), da mayor poder a las instituciones económicas
(Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial) y a los agentes económicos
(especialmente a las grandes multinacionales) que a las instituciones políticas
tradicionales, incluidos los Estados,11 sobre todo con la tendencia de estos a un menor
tamaño (por los procesos de independencia) y poder (por los procesos de cesión de
soberanía a las instituciones supranacionales y a las entidades regionales dentro de sus
propias fronteras, lo que se ha denominado el sexto poder.

Véase también[editar]
 Estado
 Estado moderno

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