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Facultad de Psicología
Licenciatura en Musicoterapia
Tesis de grado
Agradecimientos……………………………………………………………………………. 2
Introducción………………………………………………………………………………… 3
Bibliografía…………………………………………………………………………………. 27
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Agradecimientos
A mi familia, sobretodo a mis padres Nora y Marcelo y a mi hermano Facundo por el apoyo
constante.
A mi tutora, Lic. Karina Ferrari por la paciencia y dedicación. Gracias por la confianza y
alentarme a dar lo mejor de mí.
A Nico por acompañarme siempre.
A mis compañeras y futuras colegas, gracias por compartir estos años conmigo.
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Introducción
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Magill, 2003; Hogan, & Silverman, 2015; Gómez Gallego, & Gómez García, 2017), reduce la
ansiedad, depresión, estrés y agitación (Dukié, 2018), proporcionando una mejora de la
calidad de vida. Asimismo, la música puede ser utilizada para crear entornos de apoyo que
proporcionan estructura, predictibilidad, autonomía y participación (Hogan, & Silverman,
2015); lo cual posibilita formas activas de afrontamiento.
Este estudio intentará indagar acerca del impacto de la musicoterapia como
favorecedora de resiliencia en adultos mayores hospitalizados. Para ello se estudiarán y
compararán tres estudios de casos con adultos mayores internados en el servicio de Clínica
Médica del Hospital General de Agudos Dr. Teodoro Álvarez. Los pacientes fueron derivados
a musicoterapia con el objetivo de prevenir los síntomas de depresión y ansiedad asociados al
hospitalismo.
En este sentido, se comenzará este trabajo dando cuenta de los principales desarrollos
teóricos en la materia, que permitirán contextualizar y fundamentar el análisis posterior.
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Capítulo I: Planteamiento del problema
I.1. Objetivo
El objetivo de este trabajo será dar cuenta de los efectos de la musicoterapia como
favorecedora de resiliencia en adultos mayores internados por largos períodos de tiempo, en
un hospital general de agudos.
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Capítulo II: Marco Teórico
II.1. Envejecimiento
El envejecimiento es un proceso continuo e inherente a la vida humana que determina
una pérdida de la capacidad de adaptación de forma progresiva. Conlleva un conjunto de
cambios morfológicos, funcionales y psicológicos que implican cambios en la estructura y
función de los diferentes sistemas, lo que aumenta la vulnerabilidad del sujeto al estrés
ambiental y a la enfermedad (Alvarado García & Salazar Maya, 2014). Al ser una experiencia
única y heterogénea, su significado dependerá de la connotación que cada cultura e individuo
haga de él. Es por ello que se vuelve necesario entender al sujeto envejeciente en su
diversidad, entender las “vejeces” diferentes que existen y varían de sujeto a sujeto. Esto
implica sumarle a los factores biológicos y socio-culturales la dimensión subjetiva, suplantar
la “psicología de la vejez” por la “psicología del envejecimiento”, la Teoría del Curso de la
Vida (Zarebski, 2010).
Esta teoría plantea que el psiquismo del adulto mayor continúa siendo un psiquismo
adulto, de modo que aquellas teorías del ciclo vital que describían la etapa de la “vejez” desde
modelos organicistas se fueron modificando. “Este concepto es menos regularizado, mucho
menos estandarizado y se define por las experiencias de cada vida en forma singular y con un
anclaje histórico más personal” (Zarebski, 2010, p.4). Esta nueva teoría permite estudiar al
envejecimiento, como un proceso que será diferente para cada persona, dependiendo de su
biografía, de los procesos biológicos atravesados por los procesos sociales y subjetivos. Al
centrar la atención en esto, se pondrán en evidencia condiciones de vulnerabilidad psíquica
que promueven un envejecer patológico o factores que permitan resiliencia. A su vez, el
logro de la continuidad identitaria a través de los cambios, o el derrumbe de la misma
también dará cuenta de un envejecimiento patológico o normal.
Entendiendo que la identidad se configura en base a discursos que promueven criterios
de edad, género, roles y posiciones que funcionan como ordenadores sociales; las
representaciones sociales que rigen en la sociedad y cultura de pertenencia de cada sujeto
serán determinantes en la construcción social de la identidad (Iacub & Arias, 2010). En este
sentido, las representaciones negativizadas del envejecimiento, inciden en la consideración
que los adultos mayores tienen de sí mismos, limitando y condicionando sus modos de ser y
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comportarse, lo cual genera un desempoderamiento e impacta negativamente en la
conformación de la identidad del adulto mayor. “Las variaciones en la identidad, relativas a
las diversas posiciones que enfrenta el sujeto ante el otro o lo otro, promueven experiencias
de fragilización de las figuraciones identitarias” (Iacub, 2011, p.5), estas variaciones suelen
aparecer en las crisis vitales de los sujetos donde se cuestiona la continuidad de la figuración
del sí mismo. El sujeto puede llegar a sentir que su nueva identidad le es ajena, desconocida o
negativa; frente a esto deberá realizar una refiguración que contemple los cambios y las
nuevas circunstancias de la vida para poder arribar a una nueva configuración identitaria.
Ciertas configuraciones, explica Iacub (2011), requieren una directa dependencia con un
relato que brinde significados y continuidad al ser, además de contar con un otro que lo
valide. Será favoreciendo el empoderamiento que se posibilitará el fortalecimiento del
autoconcepto, la autopercepción y la reconstrucción de la identidad; a la vez que impacta de
forma positiva sobre el bienestar y la calidad de vida en la vejez (Iacub & Arias, 2010). Esto
implica deconstruir un discurso para volverlo a conformar desde otra ideología, buscando que
aquello que era marginal se vuelva central, “(...)se refiere a este ‘poder para’ y que se logra
aumentando la capacidad de una persona para cuestionar y resistirse al ‘poder sobre’” (Iacub
& Arias, 2010, p.3).
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incrementando la complejidad del sujeto ya que “más que tratarse de la determinación
genética, lo determinante es lo que haga el sujeto con su propia vida” (Zarebski, 2013). Si el
sujeto se mantiene activo esto tendrá un efecto enriquecedor en las redes internas biológicas,
emocionales y cognitivas. “(...) el sujeto está, incluso en el plano biológico, determinado para
ser libre. Pero esto será posible en un sujeto que, aún en su envejecer, participe activamente
en el armado de su devenir” (Zarebski, 2010, p.10).
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(Martinez-Mendoza, Martinez-Ordaz, Esquivel-Molina, & Velasco-Rodríguez, 2005), y en
aproximadamente 60% de los pacientes la depresión coexiste con la ansiedad.
En la literatura existe evidencia de que un abordaje interdisciplinario de los adultos
mayores en unidades geriátricas agudas (Baztán, Suárez-García, López-Arrieta,
Rodríguez-Mañas, Rodríguez-Artalejo, 2009), lo cual favorece el descenso del riesgo en el
declive funcional; lo que determina una disminución de la estadía hospitalaria, menor
readmisión hospitalaria y uso de casas de reposo, reducción en la incidencia de caídas y
mejoría en la percepción del estado de salud (Cares et al., 2013).
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trabajo con la canción como parte constitutiva de la historia sonora, lo que a su vez
posibilitará el deslizamiento saludable hacia otros aspectos de la vida de la persona. “Las
experiencias musicales y su diversidad amplían las posibilidades de abordaje tradicional de
las problemáticas del envejecimiento [ya que] (...) las experiencias musicales son un campo
de acción, reflexión e intervención para desarrollar y sostener dinámicamente las
configuraciones narrativas de la identidad personal y social, que hacen al bienestar del adulto
mayor” (Álvarez & Vidret, s.f., p.1).
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que cada dimensión analiza de forma independiente sus componentes musicales, estas envían
sus análisis al lexicón musical y al análisis de la expresión emocional. El lexicón musical es
donde se almacena toda la información musical a la que uno fue expuesto durante su vida, a la
vez que registra nuevos inputs musicales. La salida del lexicón musical puede alimentar dos
componentes diferentes, dependiendo de la tarea requerida. Si el objetivo es cantar una
melodía conocida, entonces la canción almacenada en el lexicón musical se relacionará con el
texto asociado a la misma, almacenado en el lexicón fonológico. Si, por otro lado, el objetivo
consiste en recuperar información no musical acerca de la melodía, entonces el lexicón
musical se relacionará con las memorias asociativas para acceder a el nombre de la canción o
una experiencia asociada a la canción según sea necesario. De modo paralelo e independiente
a esto, los módulos perceptivos envían información al análisis de la expresión musical, el cual
le permite al oyente identificar las emociones expresadas por la música y también contribuye
a identificar las melodías a través de su conección con el lexicón musical. A partir de este
análisis acústico se pueden observar en el oyente tres tipos de outputs: canto, tamborileo o
habla (Mithen, 2005).
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Dado que la escucha musical implica la comunicación intra-hemisférica que comparte
módulos con otras áreas no relacionadas específicamente con la escucha musical (por ejemplo
el lenguaje, las memorias asociativas, la atención, las áreas motoras) se entiende que “la
música y la ejecución musical permiten mantener los circuitos cerebrales activos, las células
neurales pueden reconectarse entre sí o con otros circuitos, o incluso formar nuevos circuitos”
(Lichtensztejn, 2009). Se puede afirmar entonces que el procesamiento musical favorece la
plasticidad cerebral, habilitando cambios estructurales en el cerebro gracias a las demandas
únicas que realiza al sistema nervioso (Pfeiffer & Zamani, 2017).
“La música como fenómeno multidimensional provee registro consciente del entorno,
del sí mismo y de otros, facilita orientación, ayuda a estimular la memoria, a estimular y
facilitar la expresión y la validación emocional, provee de oportunidades para favorecer un
cambio en el estado de ánimo, eleva el grado de motivación y participación activa en el
tratamiento, favorece aspectos inter e intrapersonales, promueve autonomía e independencia,
facilita la flexibilidad cognitiva y emocional, ofrece instancias para la toma de decisiones,
promueve la reafirmación de la identidad, ofrece un equilibrio entre los tratamientos que
enfocan los aspectos físicos y emocionales y facilita vivencias humanas esenciales
promoviendo dignidad e integridad” (Lichtensztejn, 2009, p.41).
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neurológicos buscando disminuir la carga emocional asociada a la hospitalización. Debido
al impacto negativo que tiene la hospitalización sobre los pacientes produciendo estrés
psicológico, malestar, aislamiento social y dependencia; los pacientes se encuentran en la
necesidad de luchar con la carga emocional y física de la enfermedad y sus resultados
inciertos a medida que luchan por sobrevivir y preservar su identidad en el entorno
hospitalario complejo y a menudo alienante. La musicoterapia promueve la relajación,
reduciendo el estrés y las respuestas fisiológicas y psicológicas que se encuentran alteradas. A
su vez la musicoterapia favorece la resiliencia (Dukié, 2018), esto es la habilidad de un
individuo de adaptarse con éxito a las situaciones adversas a las que se enfrenta. La resiliencia
está habilitada por la capacidad del cerebro de adaptarse y transformarse a lo largo de la vida,
es decir que está habilitada por la neuroplasticidad. La musicoterapia favorece esto, ya que
la misma afecta la liberación de dopamina y serotonina (Stegemoller, 2014),
neurotransmisores responsables del sistema de recompensa de nuestro cerebro y de la
inducción de sentimientos de felicidad. La dopamina desempeña un papel fundamental en la
neuroplasticidad ya que se ha demostrado que la estimulación de las neuronas dopaminérgicas
da como resultado una reasignación cortical (Bao, Chan, & Merzenich, 2001). Además
siguiendo la teoría de Hebb la cual establece que “dos células o sistemas de células que están
continuamente activas al mismo tiempo, tenderán a convertirse en 'asociadas', de manera que
la actividad de una facilitará la de la otra." (Hebb, 1949, p. 70) las neuronas que se activen a
la vez dentro de menos de decenas de milisegundos, formarán una nueva conexión o
reforzarán una conexión ya existente (Dukié, 2018). Esto implica que al participar de
experiencias musicales se favorece la plasticidad neuronal puesto que diferentes áreas
cerebrales se activan a la vez. La música tendría el potencial de afectar los procesos de
liberación de dopamina, serotonina y oxitocina lo cual genera respuestas emocionales
positivas en el sujeto, directamente relacionadas con la mejora de la resiliencia.
En el año 2015 se publicó un estudio que refiere al desarrollo de un protocolo de
musicoterapia para trabajar el afrontamiento desde la música con pacientes hospitalizados
donde se evidencia cómo la música puede ser usada para crear entornos de apoyo que
proporcionan estructura y predictibilidad, soporte de autonomía y participación. Esto resulta
en un mayor compromiso y formas activas de afrontamiento (Hogan & Silverman, 2015). Los
resultados de este estudio demuestran además que las intervenciones de musicoterapia pueden
mejorar el estado de ánimo y reducir el dolor.
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En lo que refiere al abordaje de adultos mayores, la musicoterapia aumenta la
interacción social, autoestima, expresión, mejora la comunicación, promueve la confianza y
motivación, y ofrece una oportunidad para la interacción no verbal y la expresión emocional
(Moss, 2003).
Gómez Gallego y Gómez García (2017) realizaron un estudio acerca del efecto de la
musicoterapia sobre los déficits cognitivos, psicológicos y conductuales en adultos mayores
con enfermedad de Alzheimer. Los resultados evidencian que la musicoterapia tiene efectos
estimulantes sobre la actividad cognitiva y el ánimo, mejora la depresión y ansiedad,
disminuye el grado de agitación de los pacientes y contribuye a mejorar la orientación y la
memoria.
En un estudio cualitativo realizado por Hays y Minichiello (2005) se entrevistaron a 52
adultos mayores australianos acerca del significado, la importancia y la función de la música
en sus vidas. Los resultados muestran que los participantes usan la música como medio para
definir su sentido de self e identidad, convirtiéndose en un representación simbólica de
quienes son y cómo les gustaría ser percibidos por los otros. A su vez, la narración del
significado de la música les proporciona la habilidad de construir significado en sus vidas.
Finalmente el estudio reveló que para los participantes hombres la música les proporcionaba
un medio para expresar y sentir sentimientos que no siempre son aceptados culturalmente.
Estos resultados, si bien pertenecen a una muestra pequeña, dan cuenta de cómo la música y
la musicoterapia pueden contribuir al envejecimiento positivo proporcionando formas para
que las personas mantengan una autoestima positiva, se sientan competentes, independientes
y eviten sentimientos de aislamiento o soledad.
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misma y las experiencias musicales perceptivas como “experiencias activas de cambio
interno, desterrando la idea de pensar la escucha como un acto quieto e inmóvil” (Ferrari,
2013).
Esto surge a partir del análisis de los aspectos vinculares dentro de una experiencia
musical. Es decir, la capacidad de registro, escucha y sensibilidad que posee un sujeto y que
despliega en su propia musicalidad. A partir del vínculo que cada sujeto establece con los
objetos sonoros, se podrán escuchar aspectos de su mundo interno que se manifiestan en la
música (Ferrari, 2013). Conocer cómo una persona se relaciona con la música da cuenta de su
modo de relacionarse y de “estar en el mundo”. Para ello es posible utilizar la clasificación de
tipos de oyente desarrollada por el Dr. Gregorio José Pereira de Queiroz (2002). La misma
consta de tres categorías diferentes: física, emocional, e intelectual, cada una de ellas dividida
en dos modos, “receptivos” o “interactivos”, resultando en un total de seis posibles “tipos de
oyentes”:
Si bien las personas reaccionan en los tres niveles, existe una reacción que se destaca
más, la “reacción fundamental”. Esta no debe tomarse por fuera del contexto particular de
cada sujeto, de su singularidad musical. La reacción fundamental puede estar relacionada con
las características de la personalidad del sujeto, permaneciendo constante a lo largo del
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tiempo; o puede estar asociada a una situación circunstancial e ir cambiando con el paso del
tiempo y la experiencia. Es posible advertir dicha reacción y compararla a lo largo de un
proceso terapéutico, advirtiendo los cambios que pudieran ocurrir y entendiendo que tendrán
correlato con los cambios internos del paciente (Ferrari, 2013; Queiroz, 2002).
A continuación se realizará un análisis de tres casos clínicos, intentando aplicar y
relacionar los conceptos teóricos descriptos.
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Capítulo III: Experiencia de campo
Constante espacial
Dentro del servicio de Clínica Médica los pacientes son atendidos en encuadres
abiertos, a pie de cama en la sala de internación, o en un encuadre cerrado donde sólo se
encuentra el paciente y la díada terapéutica. El tipo de encuadre dependerá de si el paciente
está en condiciones de movilizarse de su cama o no.
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● Pacientes psiquíatricos
● Pacientes con signos de hospitalismo (ansiedad y depresión asociadas a la internación)
● Pacientes con dolor agudo y/o crónico
● Pacientes oncológicos
● Pacientes con disfunciones del habla (afasia, apraxia, disatria)
Supervisión e intervisión
Al finalizar cada jornada todo el equipo de musicoterapia realiza una supervisión e
intervisión sobre lo ocurrido en cada servicio.
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común que compartían era su negatividad a la ejecución instrumental o su escaso uso, gran
parte de las intervenciones se centraron en favorecer la conexión y promover conductas
activas desde experiencias musicales “perceptivas”.
En este sentido, y para una mejor comprensión de lo sucedido se utilizará para analizar
cada proceso la clasificación de “tipos de oyente” antes mencionada, aplicándola en
diferentes momentos.
III.2.1. Caso J
Datos del paciente
Paciente J de 67 años internado debido a un ACV.
Tiempo de atención
El paciente fue atendido durante nueve sesiones de entre 20 y 30 minutos, las cuales
eran llevadas a cabo dos veces por semana.
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Se trabajó desde experiencias musicales receptivas y ejecutivas vocales intentando
favorecer un cambio en su escucha. Si bien cuando comenzó su proceso la escucha de
canciones se interrumpía desde un rol analítico, donde el paciente refería datos de lo que
sonaba a lo largo del tiempo esto se fue modificando.
A partir de trabajar y favorecer un vínculo de confianza el paciente comienza a
relacionar a las canciones elegidas con recuerdos y situaciones de su historia personal,
sobretodo de su infancia, lo cual se relacionaría con el tipo de oyente “Emocional Receptivo”.
Si bien aún refiere acerca del aspecto analítico de las canciones esto ya no es lo principal o lo
único que refiere, sino que logra asignarle más significados dando cuenta de una apropiación
flexible de sus canciones. Se percibe que J amplía su discurso a través de la interrelación de
los aspectos formales y referenciales de sus canciones lo cual contribuye a flexibilizar y
expandir sus posibilidades expresivas y a su vez permitirá un deslizamiento saludable hacia
otros aspectos de su vida.
Síntesis
Tipo de oyente
1º Momento 2º Momento
III.2.2. Caso N
Datos del paciente
Paciente N de 75 años internado debido a una fractura de miembro inferior.
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Tiempo de atención
El paciente fue atendido durante trece sesiones de entre 20 y 30 minutos, las cuales eran
llevadas a cabo dos veces por semana.
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Síntesis
Tipo de oyente
1º Momento 2º Momento
III.2.3. Caso A
Datos del paciente
Paciente A de 85 años internado debido a una insuficiencia cardíaca descompensada.
Tiempo de atención
El paciente fue atendido durante doce sesiones de entre 20 y 30 minutos, las cuales eran
llevadas a cabo dos veces por semana.
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cuestionar valores que se encontraban cristalizados, flexibilizando de este modo los “enlaces
fijos” en la red. Siguiendo los criterios de Pereira de Queiroz (2002), A presentaba un tipo de
oyente “Emocional Receptivo”.
En un segundo momento del tratamiento, A comenzó a realizar diferentes análisis sobre
el significado de las letras de las canciones que elegía. De este modo pudo relacionar el
aspecto formal y referencial de la canción, logrando una apropiación flexible de la misma.
Desde los tipos de oyentes se podría establecer que A varía entre el tipo “Emocional
Receptivo” e “Intelectual Interactivo”.
Síntesis
Tipo de oyente
1º Momento 2º Momento
III.3. Conclusión
En los tres casos descriptos los pacientes estaban a la espera del paso a un tercer nivel,
esto significa que ellos tenían su alta médica desde un punto de vista clínico pero debido a su
situación socioeconómica debían ser trasladados a una institución. Los trámites para la
adjudicación y el traslado suelen tardar meses en realizarse, por esta razón los pacientes
permanecieron muchos meses internados. Esta internación prolongada no solo ponía en
peligro su salud física, ya que podían contagiarse alguna enfermedad de otro paciente, sino
que les proporcionaba una estancia carente de estímulos, actividades o propuestas. Es
importante destacar que las características de un hospital general de agudos no incluye
prestaciones que sí ofrecen otras instituciones más especializadas. De todas formas estos
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pacientes contaban con un equipo interdisciplinario que los atendió a lo largo de toda su
internación compuesto por: médico, enfermero, nutricionista, kinesiólogo, musicoterapeuta y
trabajadora social.
El análisis realizado permitiría dar cuenta de los cambios internos que ocurrieron en los
pacientes durante el proceso terapéutico. Se evidenció cómo fueron tomando una mayor
implicancia, pudiendo con el transcurrir de las sesiones expresar y comenzar a desplegar
aspectos emocionales y trabajarlos.
A través del abordaje musicoterapéutico los pacientes pudieron apropiarse de la doble
dimensión de la canción, logrando una interrelación entre dichos aspectos lo cual conlleva
una flexibilidad y permite una expansión de las posibilidades expresivas. “Escuchar música
con mayor apertura, conectándose tanto con lo que uno siente e imagina como con el hecho
en sí, puede permitir acercarse a la realidad de modo más profundo, crear vínculos más
flexibles” (Pellizzari, 2011, p.110).
La música desde su aspecto perceptivo (música editada y/o interpretada por la
musicoterapeuta) les posibilitó un medio donde expresar y percibir sentimientos que
culturalmente no podían expresar, intentando resignificar aspectos del pasado. Esto se dio
sobre todo con los pacientes A y J quienes pudieron resignificar y pensar situaciones de su
infancia. Esto les permitió reelaborar ciertas concepciones acerca de la infancia que se
encontraban cristalizadas, sin ser cuestionadas, lo cual da cuenta de una flexibilización de
aquellos enlaces fijos que provenían de su crianza.
A su vez al involucrar a los pacientes de forma activa en su tratamiento, favoreciendo la
participación y toma de decisiones se trabajó sobre el empoderamiento, lo cual también
impactó de forma positiva sobre la identidad de los pacientes. En el caso de N pudo relacionar
aspectos de su juventud con su situación actual. Aquí se evidencia cómo N pudo darle
continuidad a su experiencia y a partir de ello realizar una refiguración identitaria
contemplando los cambios acontecidos y proyectándose hacia el futuro.
A través del trabajo con la música se produjo también una activación a nivel cortical
activando diferentes sistemas de memoria dentro del modelo de percepción modular de la
música. Además de favorecer la neuroplasticidad, el trabajo con experiencias perceptivas
posibilitó que los pacientes desarrollaran mayor flexibilidad y resiliencia ante los cambios
pudiéndose trabajar en muchas ocasiones su posible traslado a una institución y las
necesidades de una adaptación activa y aceptación a lo nuevo y desconocido. Lo cual, como
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ya se mencionó, permite no aferrarse a una personalidad unívoca y aceptar las
transformaciones. La música les proporcionó un modo efectivo de mantenerse activos y
motivados en un ambiente de despersonalización y deprivación estimular como puede llegar a
ser una sala de hospital general.
Lo antedicho posibilita pensar el aporte y los beneficios de la musicoterapia en relación
a la prevención de la aparición de síntomas de depresión y ansiedad asociados al
hospitalismo, y al impacto positivo en el desarrollo de la resiliencia.
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Capítulo IV: Conclusión
A partir de los cambios acontecidos en los casos analizados, se podría pensar que la
musicoterapia favorecería el desarrollo de capacidades de afrontamiento que permiten a los
sujetos salir fortalecidos de situaciones adversas como puede ser una internación. Esta
resiliencia permite a los sujetos adoptar una posición flexible frente a los cambios, sin
aferrarse a una personalidad unívoca, lo cual a su vez favorecería el envejecimiento saludable.
“La trama de la vida es una red flexible en continua fluctuación. Cuantas más variables se
mantengan fluctuando, cuanta mayor diversidad, más dinámico será el sistema y mayor su
capacidad para adaptarse a los cambios” (Zarebski, 2010, p.14).
Trasladando esto a un ambiente de hospitalización, entonces se podría pensar que la
musicoterapia colaboraría en la prevención de síntomas asociados al hospitalismo ya que
provee a los pacientes de un lugar donde expresarse libremente y favorece la toma de
decisiones. Esto resulta de gran importancia a la hora de trabajar con adultos mayores
hospitalizados, ya que son justamente las conductas auto válidas, las que influencian su
autopercepción y autonomía una vez por fuera del hospital.
En el tiempo transcurrido dentro del programa de extensión la autora pudo entrar en
contacto y conocer acerca de una forma diferente de aplicar la musicoterapia. Resultó una
oportunidad de desarrollo enriquecedora tanto por la experiencia de campo como por el
material teórico específico a esta área de inserción. Contribuyó a complementar la formación
universitaria y a ampliar la mirada como futura profesional de la salud.
Si bien este estudio no resulta suficiente para realizar una generalización, por tratarse de
tres casos, se espera que contribuya al crecimiento de la disciplina e inspire a otros
26
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