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1. EL PROBLEMA
El concepto ideado por el jurista Kelsen, así como por otros notables juristas, fue
adoptado por diversas Constituciones, con la finalidad de que exista un orden dentro del
sistema jurídico de los Estados, evitando el caos en la estructura jurídica de un Estado,
que hasta la actualidad goza de gran aceptación en la doctrina jurídica.
Sin embrago, diversos autores han advertido que la idea de la construcción de la pirámide
de Kelsen fue concebida en un momento histórico muy específico, en el cual se requería
la aplicación de la lógica y el rigor analítico científico en las normas, que recién
pretendían abandonar la esfera de la religión, la filosofía y la moral, para instaurarse en
un sistema científico con base en el positivismo imperante en aquel momento; de modo
que este sistema actualmente no es del todo aplicable.
Sin embargo, la principal crítica a este sistema radica en el hecho de que su concepción
fue demasiado desconectada de la realidad, ya que en el intento de lograr una estructura
lógica y científica, la misma quedo absolutamente disociada de los fines humanos, lo que
incluye también a la moral, los valores sociales y al derecho natural.
Por esta razón, en la actualidad ha tomado fuerza la teoría de la pirámide invertida, la cual
muestra un modelo más amplio que al propuesto por Kelsen, lo cual radica en que este
modelo se ajusta de mejor manera a las necesidades humanas, por lo que resulta más
compatible con el derecho internacional en lo referente a la protección de los derechos
humanos, existiendo además una mejor dinámica en la determinación de la norma
superior sobre la inferior.
1.2 Contextualización
Macro: La Organización de la paz sobre la base del principio clásico de la soberanía, esto
es, mediante compromisos exteriores de los Estados.
¿Cómo las normas inferiores pueden resolver conflictos sin necesidad de apoyarse
en las superiores?
1.4 Objetivos
CAPÍTULO II
2. MARCO TEÓRICO
Se puede afirmar que el derecho es una ciencia tardía, ya que su desarrollo como ciencia
misma se produce recién a partir del siglo XIX al XX, siendo dominada en este periodo
histórico como el positivismo legalista. Fue precisamente en este contexto en donde surge
la teoría de la pirámide en las ideas de Kelsen, quien:
Conforme a la idea planteada por el autor, se observa como las ideas de Kelsen se
establecieron sobre la base de la existencia de varios órdenes coordinados establecidos
entre sí, de modo que todas las normas emanan de otras, siendo su límite máximo la norma
fundamental de carácter hipotético, en el cual se encuentra el derecho internacional que
es superior a los órdenes de carácter estatal y por debajo del mismo surgen un conjunto
de zonas jurídicas que se hallan escalonadas.
En cuanto al contexto en el que se originó, debe señalarse que en este periodo histórico,
surgió la necesidad de introducir la lógica y el rigor científico en el sistema legal, que
anteriormente había sido regulado por principios religiosos, filosóficos y morales, y
muchos de los mismos carecían de fundamento, de modo que se produjo una confusión
del mismo sistema de aplicación de las normas jurídicas, que sería solucionado a través
de la idea de la pirámide normativa, que se basa en un principio de jerarquía, según el
cual “las reglas de superior jerarquía prevalecen absolutamente sobre las inferiores”
(Corral, 2016, pág. s/p).
Otras críticas que se presentaron dentro de este sistema fueron que la teoría al ser
demasiado formalista y normativista estaba desconectada de la realidad, en términos del
autor Juan Riofrío:
El orden jurídico concebido por Kelsen estaba absolutamente disociado de los fines
humanos, de la moral, del derecho natural, de los valores sociales, etc.; así como de las
cuestiones sociales, históricas, etc., que se consideraban elementos metajurídicos. De
hecho, Kelsen atacó repetidas veces a los iusnaturalistas, quienes nunca aceptaron que la
norma positiva pueda justificarse por sí misma (Riofrío, 2015, pág. 396)
Estas ideas serían profundamente cuestionadas por distintos los autores que desde el
distintas posturas y escuelas, quienes encontraron inconsistencias en el sistema, sobre
todo considerando la importancia que adquirió la escuela del iusnaturalismo que destacó
la importancia de los valores en el derecho.
La inversión piramidal es una estructura que permite una mejor adaptación del orden
normativa con los fines jurídicos y estructura en mejor forma el sistema normativo, ya
que además de que recoge los aciertos que tuvo la Teoría Pura del Derecho, explica en
mejor forma las normas superiores del sistema jurídico, algo que no fue bien explicado
desde la teoría de la pirámide de Kelsen; de hecho si se analiza detenidamente, Kelsen
solo creó su estructura con base al nivel normativo, sin incluir otros niveles importantes
que fueron desarrollados por otros autores.
Primer Nivel: Conforme señala el autor Juan Riofrío: “La primera idea básica del
realismo jurídico es que el ordenamiento jurídico es un orden de cosas, personas y
circunstancias reales”, es decir, en este se encuentran las necesidades humanas, de allí
que sea el nivel más abstracto, porque comprende “el espacio jurídico absoluto de las
personas, de las cosas y del entorno”, es decir todas las posibilidades (Riofrío, 2015, pág.
414).
Segundo Nivel: “El segundo nivel de la pirámide está constituido por el conocimiento
que el intelecto humano tiene de la realidad”; es decir que el mismo ha sido construido
con base a la construcción de las concepciones jurídicas realizadas por el ser humano, de
forma más sintética “el conocimiento jurídico del mundo”. (Riofrío, 2015, pág. 416).
Tercer Nivel: “El tercer nivel de la pirámide invertida lo componen las reglas o normas
jurídicas (leyes, reglamentos, costumbres, precedentes jurisprudencia-les, negocios,
decisiones personales, etc.) adoptadas directa o indirectamente por la voluntad humana”
(Riofrío, 2015, pág. 422).
Cuarto Nivel: “El último nivel de la pirámide invertida es pura actualidad, en sentido
metafísico: es lo más realizado del ordenamiento jurídico, en sí carece de espacio jurídico
potencial; es el término final del movimiento jurídico” que de modo más sintético podría
decirse que se encuentra informado “por los actos simples y por los actos, decisiones y
negocios jurídicos” que realizan las personas en la realidad y que tengan algún efecto
jurídico en la misma (Riofrío, 2015, pág. 424).
El autor Fabián Corral explica que pese a la claridad con que “la constituciones han
recogido el principio de jerarquía, hace ya tiempo advertimos en el Ecuador una verdadera
inversión de la pirámide normativa” (Corral, 2016, pág. s/p); y en este sentido debe
señalarse que, pese la Constitución de Montecristi del 2008, reconoce expresamente en
su artículo 425 un orden de las normas que se asimila a la pirámide kelseniana, también
existen otros factores que denotan que no existe una rigidez de este modelo, pues ya
dentro del artículo 424 se dispone que “La Constitución es la norma suprema y prevalece
sobre cualquier otra del ordenamiento jurídico”, pero establece como excepción que: “La
Constitución y los tratados internacionales de derechos humanos ratificados por el Estado
que reconozcan derechos más favorables a los contenidos en la Constitución,
prevalecerán sobre cualquier otra norma jurídica o acto del poder público”, estableciendo
en este caso en concreto una igualdad entre las dos nomas (Constitución de la República,
2008).
Otras limitaciones de este modelo son señaladas por el mismo Corral, explicando que
dentro del Convención de Viena de 1969 sobre el derecho de los tratados, en su artículo
27 prevé que: “Una parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como
justificación del incumplimiento de un tratado”, entendiéndose que las disposiciones del
derecho interno no podrán prevalecer sobre el contenido de los tratados. Más aún, la
Constitución ecuatoriana también reconoce la preminencia de los derechos provenientes
del derecho natural, aun cuando no se encuentren reconocidos por la misma Constitución
o los instrumentos de derechos humanos, ya que en el artículo 11, numeral 7 se prevé:
La idea de Corral que en el Ecuador existe desde hace algún tiempo una pirámide
invertida puede explicarse en el hecho de que la vigente Constitución se construye sobre
el modelo neoconstitucionalista, que según explica Ramiro Ávila:
El mismo Ramiro Ávila explica que “normalmente, las primeras palabras del primer
artículo de las constituciones suelen determinar las cualidades que caracterizan al Estado”
(Ávila, 2008, pág. 19), que en el caso del Estado ecuatoriano, se construye como un
“Estado de Derechos”, lo que implica que el modelo se establece sobre la idea de la
centralidad de los derechos en la construcción de las relaciones jurídicas, que al
establecerse en un nivel jerárquico, ocupan el nivel más alto, de modo que las demás
normas deben adecuarse a la finalidad de protección de los mismos.
En este mismo sentido, Juan Montaña considera que las cualidades más importantes del
nuevo modelo constitucional son que “la omnipresencia de la Constitución en todas las
esferas jurídicas y en todos los conflictos mínimamente relevantes” y que:
El Estado tiene una nueva finalidad material: la garantía efectiva de los derechos de las
personas”; lo que en el Estado de derecho fue el imperio de la ley, hoy en día constituye
el imperio de los derechos, de tal forma que el deber primordial del Estado consiste en
"Garantizar sin discriminación alguna el efectivo goce de los derechos establecidos en la
Constitución y en los instrumentos internacionales (Montaña & Pazmiño, 2011, pág. 32)
Si bien es cierto, los niveles jerárquicos superiores se encuentran constituidos por los
instrumentos antes señalados, esto no impide que en determinados casos, las normas de
menor jerarquía puedan ser aplicadas por encima de las superiores, y esto se explica según
Fabián Corral debido a que, con base en la finalidad misma de la protección de los
derechos, la Constitución consagra garantías que permiten esta excepcionalidad, como la
prevista dentro del artículo 84, que exige “el mandato de adecuación normativa”, que no
es otra cosa que “la obligación de adecuar, formal y materialmente, las leyes y demás
normas jurídicas a los derechos previstos en la Constitución y los tratados internacionales,
y los que sean necesarios para garantizar la dignidad del ser humano” (Constitución de
la República, 2008).
CAPÍTULO III
3. CONCLUSIONES
Montaña, J., & Pazmiño, P. (2011). Algunas consideraciones acerca del nuevo modelo
constitucional ecuatoriano. En J. Montaña, Apuntes de derecho procesal
constitucional. Aspectos generales. Tomo I (págs. 23-43). Quito: Centro de
Estudios y Difusión del Derecho Constitucional.
Riofrío, J. (2015). La pirámide invertida y los clásicos del derecho constitucional. Primer
Congreso Iberoamericano. XXVIII Jornadas Argentinas de Filosofía Jurídica y
Socia, 393-428.