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Da inicio en el año 1914, donde era posible ver una Europa que nunca había estado tan bien
encaminada, era fuerte, rica, hermosa y en crecimiento económico constante. Sus habitantes
campesinos y de clase acomodada, vivían despreocupados.
Nuevos teatros, bibliotecas y museos engalanaban las calles. No obstante, esta fachada de
perfección ocultaba el suplicio de la clase obrera, quienes recibían salarios miserables y el
trabajo resultaba mucho más pesado.
El 15 de junio de 1914, Guillermo II, emperador de Alemania, ordena construir una armada que
pueda superar a la flota británica. Aun teniendo familia británica, es consciente de que la triple
entente, conformada por Reino unido, Francia y Rusia es una gran amenaza, debido a esto,
sabe que debe de permanecer junto a él mayor de sus aliados, el imperio Austrohúngaro.
El suicidio de su hijo y asesinato de su esposa, llevan a Francisco José a tomar por heredero a
su sobrino, Francisco Fernando, quien a diferencia del emperador, tiene ideas reformistas.
Nadie podría imaginar que el 28 de Junio de 1914, Francisco Fernando y su esposa, la condesa
Sofía Chotek, serian asesinados en Sarajevo a manos del arma de un joven bosnio de 19 años,
de nombre Gavrilo Princip
Es preciso hacer mención al desacuerdo que los Serbios presentaban hacia la reciente
adquisición el imperio Austrohúngaro hacia Bosnia, queriendo ellos expandirse uniendo a los
pueblos eslavos de los Balcanes.
Para Guillermo II, la muerte de Francisco Fernando representa una real amenaza contra los
reyes, un sacrilegio. No obstante, es consciente de la oportunidad que se le presenta a
Alemania para imponer su voluntad y unirse junto a los Austrohúngaros en la invasión a Serbia.
El 3 de Julio de 1914 se realiza los funerales, marcando el comienzo de una cuenta regresiva.
Desde San Petersburgo, Nicolas II, se enfrenta a una situación muy dura, la paz está en peligro
y su hijo tiene una enfermedad y cualquier tipo de herida podría provocar su muerte.
El 20 de julio de 1914, el presidente de Francia, Raymond Poincaré, realiza una visita a Rusia y
no duda ni un segundo en apoyarlo. Evalúa la solidez de su alianza y la preparación de su
ejército y además declara que la crisis debe estar limitada a Serbia.
Tres días más tarde, los austriacos envían un ultimátum a Serbia. Este evento llega hasta
América, donde Estados Unidos declara querer mantenerse al margen de los conflictos.
Tras el rechazo del Ultimátum, Austria Hungría declara la guerra a los serbios. Empiezan los
primeros ataques y Rusia, aliada de Serbia, envía tropas a la frontera Austro Húngara.
Días más tarde, Guillermo II, aliado de los austriacos, pide a Nicolas II detenga el envió de sus
tropas, al no obtener respuesta, el 1 de agosto de 1914, decide declarar la guerra contra Rusia.
Tanto el pueblo alemán como el ruso se encuentran extasiados por las ansias de victoria.
Un total de tres millones de franceses, cinco millones de rusos, cuatro millones de alemanes y
dos millones de austriacos son movilizados en trenes hacia los campos de batalla.
Campesinos, trabajadores y de clase acomodada, todos son convocados a luchar por igual y
esperan poder regresar pronto a sus casas.
Los alemanes son los primero en atacar, con un plan casi infalible confían en no ser atacados
por los rusos antes de ser capaces de defenderse.
Los franceses, por su parte habían decidido poner en marcha el plan 17, el cual consistía en
recuperar Alsacia y Lorena y marchar sobre Berlín, siendo su primer objetivo Mulhouse, el cual
toman el 7 de agosto de 1914. El mismo mes, Alemania contrataca y expulsan a los franceses
de Mulhouse.
Contra todo pronóstico, los rusos consiguen entrar a la Rusia Oriental, siendo ahora los
alemanes quienes huyen despavoridos.
Poco a poco, los gobernantes comienzan a desesperarse, la batalla recién empieza y las bajas
son sorprendentemente altas.
Guillermo II se encuentra cada día más paranoico. En un intento por animar a su ejército, envía
un comunicado alentándolos a seguir, afirmando que saldrán victoriosos, después de todo el
Plan Schlieffen está dando frutos.
Miles de refugiados de Bélgica y de regiones del norte de Francia huyen del avance Alemán.
Este mismo pánico se vive en Rusia oriental, donde ya se encuentra el ejército ruso. Los relatos
de saqueos y violaciones atemorizan a los ciudadanos.
De manera análoga, América sabe que se encuentra en desventaja, con un ejército de tan solo
200 000 hombres, menos de la mitad de los rusos. Sin embargo, están mejor armados que
ellos y pueden transportarlos con mayor eficacia gracias a su red de ferrocarriles.
Su moral es alta, muchos de los soldados provienen de rusa oriental y se encuentran ansiosos
por defender sus tierras.
Ludendorff, general alemán, despliega los dirigibles del conde zeppelin, permitiéndole
observar los movimientos enemigos.
Esta ventaja les permite saber que ambos ejércitos rusos caminan muy separados, por lo que
es su oportunidad de atacar.
Alemania avanza a pasos firmes y en tan solo tres días ya han capturado a 90 000 prisioneros y
30 000 rusos mueren o caen heridos.
La derrota de Rusia ante Alemania supone una tragedia para los aliados de la misma.
Gracias a esta pequeña victoria los refugiados alemanes en Rusia oriental regresan a sus
hogares, aunque son muy pocos quienes los encuentran.
Nicolas II se reúne con el comandante en jefe de sus ejércitos, el gran duque Nicolas, quien
afirma que no deberían de temer a los alemanes, pues a quien deberían de confrontar es al
Imperio Austrohúngaro.
Esta victoria enmascara todas las pérdidas de los rusos, devolviéndoles la satisfacción de
luchar.
Al Oeste un ejército de dos millones de alemanes, entran en Francia, animados por sus
oficiales quienes les indican que la victoria está cerca.
El 2 de septiembre, los franceses descubren que los alemanes están cambiando de dirección.
Intentan rodear al ejército francés, exponiéndose a la vez a un ataque de los mismos y de
británicos a lo largo del rio mar.
Al momento, Gallieni, comandante francés, ordena el envío inmediato de 6000 hombres al Rio
mar.
De esta batalla depende el destino de Francia por lo que deberán mantener a costa de su vida
el territorio conquistado.
La artillería francesa resulta de gran utilidad, entre estas sus cañones de 75 milímetros capaces
de disparar hasta 20 veces por minutos.
Las fábricas de munición son atendidas por mujeres, quienes trabajan en condiciones muy
pobres.
El desastre, las pérdidas y el dolor no detienen de ninguna manera a los líderes, quienes
planean continuar con la guerra hasta que se declare un vencedor.
Después del conflicto, los alemanes huyen hacia el norte, durante 3 meses de combate otras
unidades alemanas completan la ocupación de Bélgica.
En el sur de Inglaterra, nuevos voluntarios se alistan a las tropas, entrenando con dureza.
Los soldados canadienses llegan a los puertos de Francia, preparados para entrar en combate.
Por otro lado, en busca de conservar las zonas conquistadas, los alemanes obligan a soldados y
civiles a cavar una extensa red de trincheras. El agua recorre entre ellas pues los belgas abren
sus diques para inundar la región, causando que más adelante las trincheras se volvieran
criptas heladas.
Poco a poco el conflicto se transforma en una guerra de posiciones.
En África, los franceses, británicos y belgas, buscan hacerse con las materias primas que
necesitan para la guerra.
Atraídos por engaños, soldados africanos luchan en las batallas, perdiendo la vida.
Mientras tanto, en Asia, haciendo honor a su alianza con Gran Bretaña, los japoneses han
luchado contra Alemania desde el principio de la guerra.
Para demostrar su superioridad sobre Alemania, estos, bombardean durante 7 días a las
defensas alemanas y acaban cayendo.
El 23 de Noviembre en Jerusalén, en ese entonces parte del imperio Turco y aliado de los
alemanes, se llama a la guerra santa para unir a los musulmanes contra los combatientes
franceses, británicos y rusos.
El soberano Otomano, Mehmed V accede a reunirse con Guillermo II, quien se encuentra
preocupado por las maniobras diplomáticas de los británicos que han intentado comprar la
alianza con Turquía, sin embargo, Alemania puja más alto y lo consigue. El líder Turco accede a
atacar a Rusia.
A pesar de todo, el plan de los turcos falla y la gran mayoría muere en el proceso.
Al siguiente año, el 15 de marzo de 1915 una flota Franco-Británica intenta apoderarse del
estrecho de los Dardanelos, tomar Constantinopla e impedir que Bulgaria entre a la guerra
apoyando a los imperios alemanes y otomanos. Los turcos destruyen tres acorazados y dañan
gravemente otros siete.
La batalla se convierte en el más honesto fiasco militar de la historia y los aliados quedan
atrapados, esperando la muerte, que tristemente sucedió en vano.
Bulgaria, por otra parte, se ha pasado al bando Alemán y los Dardanelos permanecen en
manos de los turcos.
Lentamente, los habitantes de los países involucrados sienten las pérdidas de sus ciudadanos y
empiezan a pedir el cese de la guerra.
Lamentablemente, sucede todo lo contrario.
Empiezan a aparecer nuevas armas aún más letales que las anteriores.