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La buena noticia es que no está solo. Según Larry Rosen, quien ha estudiado el tema
durante tres décadas y próximamente lanzará el libro The Distracted Mind, casi todos
sufren hoy un poco de desorden obsesivo compulsivo gracias a estos aparatos. Cada
vez más personas “tienen el hábito de chequearlo con mucha frecuencia, y luego de
hacerlo la ansiedad aumenta y la única manera de bajarla es volver a revisar el
aparato”, dijo el experto a SEMANA.
Un estudio de la firma Gallup señaló que 81 por ciento de los usuarios de teléfonos
inteligentes los llevan consigo en sus horas de vigilia y 63 por ciento duermen con
ellos. En otro sondeo hecho por la Universidad de Iowa los participantes admitieron
que se sentían nerviosos y preocupados cuando no podían comunicarse con amigos y
familiares instantáneamente. No obstante, para ver la dimensión de la obsesión Rosen
dice que “solo basta mirar a la gente alrededor caminando con los teléfonos en sus
manos”.
Según sus estudios, los más ávidos usuarios chequean el teléfono cada 15 minutos o
menos. Un estudiante promedio a diario lo consulta entre 60 y 70 veces por un lapso
de tres minutos. Eso significa que lo mira ocho veces en una hora. Los adultos lo
hacen menos pero aún en una frecuencia preocupante.
Rosen creía que el problema se resolvía quitándoles el objeto de la vista, pero una
investigación suya mostró que cuando eso pasa, en menos de diez minutos los
usuarios de estos teléfonos se ponen ansiosos y esa condición aumenta a medida que
pasa el tiempo. En otros experimentos se observó que la gente que escuchaba su
teléfono sonar y no podía responderlo tenía los síntomas clásicos de tensión: mayor
ritmo cardiaco y menor temperatura de la piel.
Por eso propone como solución quitar todas las alarmas y notificaciones y hacer
chequeos periódicos cada 15 minutos e irlos espaciando a 20 y 30 minutos. Otra
opción es chequear el celular cuando pueda y no cuando el aparato lo alerte. También
ayuda no consultarlo apenas se despierta o en medio de la noche. Pero su consejo
más importante es “siempre privilegiar a la gente que tiene en frente y no a la que está
a kilómetros de distancia en forma virtual en ese aparato”.