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Poesías y Poemas

de Poetas Rusos

Traducidas por Elena Ancibor (E. A.), Doctora en Ciencias Naturales y c o-


laboradora de Iglesia Rusa -Ortodoxa en el Extranjero, residente de la R e-
p. Argentina .

Contenido:

Poesías Religiosas.
El Ruego por la Cáliz, J.S. Nikitin (1824-1861). *** A. Maikov (1823-1847). *** V.Soloviev (183-
1900). El Ángel, M. Lermontov (1814-1841). Plegaria: Enséñame, ó Dios mío..., K. Romanof
(K.R.1858-1915). Cuento, Olga Ruskaia (1996). Tu Lugar, Arzobispo-mártir Juan. Oración, A.
Balmont (1867-1942). Oración, (autor desc., de una scaut-exploradora). La Santa Noche, L. Orlova.
Quien está cansado, M. Nadezhdin. ***, M. Nadezhdin (1804-1856). *** , J.S. Nikitin (1824-1861).
Alaben a Dios, D.P. El sueño de la tierra, (poema esctiro en ruso por E.A.). Oda Dios, G. Derzhavin
(1743-1816). “Vlas.” Ioann Damasquin (A. K. Tolstoy, 1817-1875)
Temas Religioso-históricos y filosoficos.
Hijos de Otra Generación, Princ. P.A. Viazemsky (1792-1878). Anochecer, (E. A). Un Cuento,
Vladimir Soloukhin (publicado en URSS en 1965). La Leyenda del árbol de Navidad, D. Merezhkowski
(1866-1941). La vida, S. Nadson (1862-1887). La Pecadora, Conde Alexis Tolstoy (1817-1875).
Oraciones Liturgicas y cotidianas
O Soberano del Cielo, (Oraciones Lit.) Otración de Efren el Siríaco. El Cántico del buen ladrón, (El
jueves 5-to) Tropario de Navidad de la Igl. Ortodoxa rusa. Kondakio. Cristo Recicitó. Oracion de los
Monjes de Optin. Oracion de la Mañana. Oraciones antes y despues del consumo de la comida.
Oración antes de dormir. Oración a Dios. Cuan Glorioso, M.M. Jeraskov (1733-1807).

Poesías Religiosas.

Con sus jardines perfumados.


El Ruego por la Cáliz, J.S. Nikitin (1824- Y lleno de brillo ante él,
1861). Animado por el ruido del pueblo,
Se extiende el santo Jerusalén
El día quieto lentamente se apaga. Rodeado de su potente muro.
Está límpida la cúpula celeste del cielo, En la lejanía Geval y Garisim,
Todo el ocaso brilla en oro, Hacia el oriente las aguas del Jordán.
Sobre la tierra de Judea. Con el exuberante verdor de los valles
Alzándose tranquilo, sobre los campos Se perfilan entre olas de neblina.
Iluminado por el sol del ocaso, Y la belleza del Mar Muerto
Se eleva: el alto Eleón Como a través del sueño, mira al cielo.
Y allá, lejos, hacia el occidente,
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Las ondas azules del Mediterráneo El destino designado por Ti
En su poderosa extensión, Es la obra de la Verdad eterna.
Están contenidas por las costas de arena... Y si a Tu pueblo,
Oscurece... Silencio en todas partes... Mi ignominía traerá el bien,
Ya se prendieron las luminarias nocturnas, Que por la liberación general
Y la luna llena, intensamente. El hijo del hombre muera!
Iluminó el jardín de Getsemaní. Terminada la oración lleno de congoja
En el pasto, bajo las ramas de olivos Se acercó a los discípulos
Olvidando el bullicio de Jerusalén, Y viendo su sueño tranquilo,
Los hijos de la Palabra Divina, Les dijo: “Levántense la hora llegó!
Duermen tres apóstoles de Cristo Dejen su sueño y oren.
Su sueño es tranquilo y profundo. Para no caer en la tentación.
Pero pesadamente dormía el mundo pecador. Entonces, se fortalecerán en la fe,
El vicio hereditario de los siglos. Y con la fe recibirán al infortúnio”
Lo encerró en sus cadenas, Dijo — y silenciosamente se alejó,
La maldición del ancestro estaba sobre él, Hacia allí, donde antes lloró
Como una mancha de infámia, Y sacudido por la misma pena
Y cada siglo, con su nuevo mal Cayo al suelo y oró.
Lo aquejaba como con una ulcera. “Padre, Tu me enviaste al mundo,
Pero la hora de liberación llegaba Pero a Tu Hijo, el mundo no acepta,
Y ajeno al oprobio general, Le anunciaba el amor —
El enviado de Dios, en ese momento, A mis palabras no escucha
Decidía el destino del mundo Fui el médico de sus enfermos,
Por la palabra de alta verdad, Oraba por mis enemigos,
La cruz de Gólgota preveía Él, Y de mí, Jerusalén.
Y turbado con sentimiento de congoja, Como de un impostor se mofaba,
Oraba al Padre en la soledad: Al pueblo le legue la paz,
“Tú conoces, Padre a mi pena, El pueblo me amenaza con un juicio;
Y ves como sufre Tu Hijo. En el mundo resucitaba a los muertos...
Oh sosténme, ruego, Y el mundo me prepara la cruz!...
Mi alma está exhausta! Oh, si es posible, de mí
El día del suplicio esta cerca: y llegará — Que pase de largo este cáliz!
Como una víctima, entregada al pueblo, Tu eres Dios de amor, principio de la luz,
Tu Hijo, morirá sin protestar. Y todo es posible para Ti!
Morirá por la liberación general... Pero si es necesaria la sangre Santa
Herido por la maldición del gentío Para reconciliar a la tierra con el cielo —
Martirizado y desnudo, Bendiciendo a Tu juicio eterno,
Bajará ante la turba Estoy listo de subir a la cruz!”
Su cabeza ensangrentada. Y la mirada con la inexpresable tristeza
Y aquellos, a los que, desde la cruz, Bajó del cielo a la tierra
Enviara el don de la bendición, Y de nuevo, preso de congoja,
Con la sonrisa de desprecio orgulloso, Se acercó a los discípulos.
Levantarán su mano sobre Cristo... Pero sobre sus ojos un sueño invencible pesaba.
Oh, Padre mío, que pase de largo Al gran misterio de esta noche
Cáliz este a Tu Hijo! Su pobre mente no llegaba.
Me es amargo ver la maldad del mundo Y estuvo parado, sin hablar, lleno de pena,
Por su redención. Bajando Su alta frente
Pero que no se cumpla mi voluntad. Y cruzando sobre el pecho
Que sea así, como Tú lo quieres! Sus Santas manos.
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Que pensaba El, en estos momentos Sus inmateriales rodillas..,
Como hombre e Hijo de Dios, Alrededor, todo estaba mudo
Que levantó el pecado de los milenios, — En el cielo reinaba el silencio
Lo sabia, solo, su Padre. Solo en el reino de las tinieblas solitario
Pero ningún alma humana Sufría, inútilmente, el Satanás.
No sintió nunca el pesado dolor El sabía que en el mundo vacilaba,
Que se alojaba en su pecho entonces. Su reino de poder
Y los hombres, seguramente, no entenderían Y el mundo, caído sin gloria,
Todo nuestro mundo pecador no percibiría Se acercaba a libertad nueva.
A las lágrimas que brillaban El culpable del mal, entendía,
En ese momento, en los ojos del Salvador. Quien era el Mesías Encarnado,
Y de nuevo se alejó Y que pedía a su Padre.
A la sombra de higueras y olivos Y anonadado con terrible padecimiento,
Y allí arrodillado El orgulloso espíritu sufría
De nuevo lloraba y oraba: Aniquilado, con la maldad impotente...
“Oh, Dios mío! Siento pesadumbre Con calma, en la altura celeste
Mi mente vacila y se ensombrece: Brillaban millares de luminarias.
Toda la maldad humana Y lleno de deliciosa frescura
Sobre mi solo pesa. Estaba el aire puro. Sobre la tierra,
La infamia humana — el oprobio de siglos — Elevándose quedamente, el habitante del cielo
Todo lo tomo sobre mí Volaba hacia las alturas supraestelares.
Pero bajo este peso de cadenas Mientras tanto el Redentor del mundo,
Como hombre desfallezco... De nuevo se acercó a los discípulos.
Oh, no me dejes en la lucha Y en ese momento milagroso
Con mi carne terrenal — Cuan, verdaderamente grande era El,
Y todo lo deseado por Ti Con que fuego animado,
Que se cumpla en mí...! Ardía Su hermoso rostro!
Ruego que descienda sobre mi Cuán claramente reflejaban los ojos
La fuerza Santa de la entereza! Toda Su firme voluntad.
Que cumpla con amor Con que alegría las luminarias de la noche
La gran hazaña de reconciliación!” Desde lo alto miraban a El!
Y levantó Sus manos hacia el cielo Los discípulos como antes dormían.
Y se transformó todo en una oración, Y de nuevo el Salvador les dijo
El fuego quemaba Su rostro, “Levántense esta cerca el día de tristeza,
El sangriento sudor corría por el y la hora de traición llegó”
Y súbitamente, del cielo despejado, y el sonido de espadas afiladas
Rodeado de rayos de luz, despertó al jardín de Getsemaní
Apareció en el jardín solitario, y el brillo de fatídicas antorchas
El mensajero de divinos milagros iluminó al rostro de Judas.
Era maravillosa su hermosa mirada,
Y clara e impasible su frente animada *** A. Maikov (1823-1847).
Y el rostro estaba iluminado como un claro día
Y se paró cerca del Salvador.
Y con un discurso inspirado en lo alto, No digas que no hay salvación.
Lo fortificaba, para la gloriosa hazaña Que estas vencido por la tristeza,
Al Redentor del Universo. Cuando la noche es mas oscura,
Y El mismo, semejante a una sombra ligera, Las estrellas brillan mas.
Y lleno de fuerzas Bienhechoras. Cuando la congoja es mas profunda,
Dobló en una oración encendida Dios esta mas cerca

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Con Tu Purísima Sangre,
*** V.Soloviev (183-1900). Enséñame, ó Dios mío a amar
Con amor generoso y profundo.
Si! Dios esta con nosotros – no alli en la cupula
celeste. Cuento, Olga Ruskaia (1996).
No mas alla de limites de los encontables mun-
dos.
Dicen que una vez, por el ancho mundo, unida
No en fuego ni en la tormenta.
con su cuerpo terrestre, caminaba el Alma por el
Y no en la dormida memoria de los siglos.
sendero de la tierra. Caminaba despacio, sin rui-
El esta aqui ahora – entre lo vano y casual
do, no en triste silencio, no con alegría sin senti-
Entre las tribulaciones de la vida.
do, — caminaba como todos, bastante ordenada.
Tu posees al todogozoso secreto.
No era buena, ni enojada, no estúpida, ni super-
El mal es imposible; somos eternos;
dotada. No había robado, no había matado, hasta
¡DIOS esta con nosotros!
había amado a alguien.
Una vez en este camino, pensó en Dios y
le apareció en algún lugar, en las alturas, como
El Ángel, M. Lermontov (1814-1841). un pedazo de cielo. Como si una grieta se hizo
más ancha y se iluminó el mundo, y de las altu-
Por el cielo de medianoche volaba un ángel. ras, como de una ventana, hasta la tierra apareció
Y cantaba una queda canción. un sendero.
La luna, las estrellas y la multitud de las nubes “Espera” el Alma dijo — “¿No sería me-
Escuchaba a aquella santa canción. jor doblar a la derecha?” — “¡No, a la izquier-
El cantaba la dicha de espíritus sin pecado. da!” — “¡Qué discusión!” — gritó el cuerpo con
Bajo frondes de jardines de paraíso, fiereza, gritó, se enojó, y el Alma se sometió.
La grandeza de Dios, cantaba el, Perder la fuerza en cavilaciones, el cuerpo, ame-
Y su alabanza era sincera. nazante, le prohibió. — “Yo mismo encontraré el
En brazos llevaba una joven alma, camino!” declaró muy serio. “A ti y a mí en la
Para el mundo de tristeza y lágrimas, tierra sin esto hay mucho que hacer”. Armar una
Y el sonido de su canción en el alma, discusión con un compañero poco amistoso, con
Quedó sin palabras, pero vivo. el cuerpo descarado y enojadizo, el Almita no se
Y languideció ella en el mundo, largo tiempo, atrevió.
Plena de un deseo maravilloso. Y el Almita, desde entonces, toda enco-
Y a los sonidos del cielo, no podían sustituirle gida, bajo el yugo del cuerpo, caminó por los
Las tediosas canciones de la tierra. senderos desconocidos. Eran polvorientos estos
caminos. Y los compañeros míseros, pero el Al-
Plegaria: Enséñame, ó Dios mío..., K. ma, aunque se ahogaba, discutir no se atrevía.
Romanof (K.R.1858-1915). Para conformar al cuerpo, en tórridos colores, en
intemperie, en huracanes, en neviscas — cami-
Enséñame, ó Dios mío, a amarte naban ellos hacia alguna meta.
Con toda la mente y pensamiento Pero otros caminaban también en la mis-
Para dedicarte el alma y toda la vida, ma dirección, caminaban hasta más rápido, y una
Con cada latido del corazón. vez los pies de alguien lo sacaron al cuerpo del
Enséñame a cumplir camino. Y no sólo a la banquina, sino a un pro-
solo Tu misericordiosa voluntad. fundo agujero. Y cayó al fondo de una cima un
Enséñame a no quejarme nunca pobre cadáver contrahecho. Pero no estaba muer-
De mi destino, tan difícil. to. Y en la oscuridad venenosa, desangrándose,
A todos los que Has venido a redimir el cuerpo se quejaba lastimosamente. —”¿Por

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cuáles crímenes sufro tanto? Trabajaba en el su- Y sí El deseara enviarte Su Gracia,
dor de mi frente, me apuraba de todas mis fuer- No tendrá que buscarte, sobre la ancha
zas, y hacía el es fuerzo de estudiar el Universo, tierra.
saludar al progreso e interesarme por las cien- El te buscará en tu lugar
cias. “¿Dónde esta la justicia? ¿Ante quien estoy Aquel lugar, que El mismo te preparó.
en deuda?”... Quédate, ten coraje y mantente firme,
— “Ante mí,” el Alma dijo, se enderezó En el lugar donde El te puso.
y suspiró. — “Caminando contigo por la tierra, Sí la cruz es tu destino, no bajes de la cruz,
me transformé en tu esclava. Tú trabajabas y te Sí el fuego ardiente — no temas al fuego!
esforzabas, pero no me considerabas para nada, y No suspires, ni mires triste alrededor.
con todas tus distinciones, nuestros gustos son Si tu lugar es humilde y recluido
muy diferentes. Tú tenías un carácter duro, pero Es el lugar, que el mismo Señor Dios te
nosotros diferimos en todo. Y aquí, en la horrible dio
oscuridad — tú eres más débil que yo, pecadora, Y quiere que allí glorifiques Su nombre.
y ahora contigo, desdichado, yo iré por mi cami- Y cuando falles en algo en tu lugar
no”... Hasta sí nadie lo ve, ni nadie le sabe
Y el Alma cargó su parte humana sobre Sepas, que traes la congoja y el daño
la espalda. Se levantó, se preparó, como si de A alguno de Sus fíeles y amados siervos.
veras iba a emprender el camino. Cada día acepta de la mano de Dios,
En este momento, de las alturas celestes, De nuevo el lugar, que Su misericordia te
entre las angostas paredes del agujero, cayó un dió
rayo de luz, al fondo mismo de la prisión, como y sí en tu alma surgen otros deseos,
un camino dorado. Destrúyelos, con la fuerza prometida de
El Alma no se inmutó, se acercó, se per- Cristo.
signó y tomó como sabía, este sendero, animo- Teme romper la corona de la obediencia.
samente. Y a tu Rey contestar: “no quiero “
Alguien vio todo esto: la oscuridad de la En el lugar, que El te destinó,
muerte y en ella un rayo de luz. Me contó un Podrás acercarte completamente a El.
buen amigo que el Alma, con su carga, se elevó Sí! en el lugar que el Señor te dio
desde el infierno derecho al llamado del Señor. Goza! y allí a Su amor glorifica.
Dicen otros de un milagro también: como si se Para que todos puedan ver: Su voluntad
puede ver La Luz, si, aunque sea por un momen- Te trajo la vida, la alegría y la paz.
to, uno se endereza, no se apura, y despacito se Así cuando El vendrá, no tendrá que buscarte
pone a orar. Bajo la influencia de la oración, que En lugares lejanos de la tierra.
se llama Contrición, dicen que con una fe fuerte, Te buscará el lugar designado a ti
el Cielo abre la puerta. Dicen que de esta puerta En aquel lugar que El te preparó
va directo a los corazones de los hombres, des- Y entonces, oh dicha! El te encontrará
pacito, poco a poco un caminito de oro... En el lugar donde fielmente cumplas tu
Aquel que vió todo esto: una puerta en el deber.
cielo y en ella un rayo de Luz, me lo contó y me Y a otro sitio te elevará
pidió de contarles a Uds. A Su eterno y glorioso Reino!

Tu Lugar, Arzobispo-mártir Juan.


Oración, A. Balmont (1867-1942).
Tu estás en el lugar que el Señor te dió,
Aquel lugar en el cual El te ubicó. Señor Dios, inclina tu mirada.
Sólo ahí, El será tu báculo y tu escudo Hacia nosotros, agotados en severa lucha.
Sólo ahí darás el fruto, cumpliendo Su voluntad. Con tu palabra se mueven las montañas;

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Las piedras, ante Ti, son como cera que se derri- Oro, smírna y perfumado incienso
te; Cuando adolescente El,
Tu separaste las tinieblas de la intensa luz; Naturaleza Divina,
Creaste el cielo, y el cielo de los cielos; Caminaba por la tierra
A la tierra calentada por el palpitar de la vida; Solemne y serio,
Al mundo pleno de diversos milagros; De todas partes se escuchaba
Creaste al paraíso — pero perdimos el paraíso. “Gloría a Ti Señor!”
Dios, haznos volver de nuevo a Ti. y los animales salvajes.
Estamos exhaustos de vagar en las tinieblas. Le lamían los píes.
Como somos pecadores, perdónanos, perdona. Cuando Redentor — El
No nos tientes con sufrimiento excesivo, Todo bondadoso Jesús,
No canses con la lucha que nos sobrepasa. Subió a la cruz
Danos volver a Ti, con esperanza Y se apagó su triste mirada
Danos, oh Señor, de confluir contigo. Se silenció el último lamento.
Tu nombre es incomprensible y maravilloso. Liberó El de los lazos
Dios nuestro, Padre nuestro pleno de amor! Al ínframundo y al mundo sufriente
Dios! sentimos la amargura, el miedo y dificul- Cuando ascendió El
tades. Santo de los Santos,
Ten piedad, oh ten piedad, somos Tus hijos! Y Rey de los reyes,
En brillante corona,
Oración, (autor desc., de una scaut- Repicaron las estrellas
exploradora). En la inmensidad celeste
Y saludó el universo
Dame Señor que en este día Al que se sentó en el trono.
Pueda ayudar a alguien,
Y a través mío se aclare la sombra Quien está cansado, M. Nadezhdin.
Sobre las vidas acongojadas débiles y pobres
No me dejes, por negligencia, causar dolor Quien está cansado y se agotó en la lucha des-
Al enemigo o amigo con palabra o hecho. igual,
No me dejes pasar callada donde es menester Quien está herido en la cruel batalla,
Defender la verdad con palabra valiente. Quien busca el olvido de tormentas y angustias,
Soy pobre, Dios mío, pero permíteme Que descanse en una oración silenciosa.
Dar aunque sea algo al otro. Sí en tu corazón anidó la congoja,
Quéma mi corazón en el fuego del sacrifico Si difícil parece el camino,
Para ofrecer calor a un indigente. Se puede buscar el consuelo con amor
Para que en la hora calma de la larde Ante la imagen del misericordioso Dios.
Pueda decirle — estoy reconfortada Sí te atormenta el odio, con torrentes de menti-
En este día que se va, yo logré dar ras,
Aunque sea, un destello de luz! Y te amenaza con infierno atroz —
Aléjate y deci, humildemente:
La Santa Noche, L. Orlova. “Señor seas clemente a nosotros los pecadores!”
Sí en tu vida se produce una fisura,
Cuando nació El Y la desesperación inquieta tu alma —
Entre bueyes y cabras, Apresúrate de bajar tu frente ante el Señor:
y por las estrellas Solo El, en esta hora, ayudará...
Sí la alegría te vino a visitar,
fue adivinado por el mago
El mago, con profundo saludo, Sí la felicidad está en la puerta —
No olvides de orar cálidamente
Trajo a Sus píes los dones;

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Y glorifica con agradecimiento a Dios! Alaben a Dios, D.P.

Alaben al Altísimo las fuerzas celestes,


***, M. Nadezhdin (1804-1856). Mentes presentes ante la Inteligente Luz,
Uno en Trinidad alaben con cántico excelso,
Infinitas huestes de Ángeles gozosos.
En estos días de penitencia, oración y ayuno
Es natural recordar a aquellos Que alaben al Creador, las criaturas materiales,
Para quienes llegó la indigencia total, Al Padre de Luz — luminarias incontables,
Sin respiro, sin alegrías... Al Inefable — el orden de leyes naturales
Les negaremos la comida y el calar Sobre las que El fijó al Universo.
A inválidos enfermos, ciegos, ancianos...?
Pronto llegará la fiesta! No seria mas alegre Al Dios Omnipotente — alaben con las cien-
Por tener conciencia que allí lejos, cias
Ese día pasará más cálido y luminoso, La corona del conocimiento deponiendo ante
Para aquel, a quien hemos ayudado...? él.
Quedan pocos días hasta la fiesta — Al Padre de la inspiración — con sonidos se-
Apresúrense, y su mano lectos
Por el sacrificio atento, no será más pobre Con verso poético, con palabra viviente.
Aliviando la necesidad de un indigente.
Al señor alaben con servicio leal
*** , J.S. Nikitin (1824-1861). Al dador de bienes con trabajo honesto.
Al Señor de las fuerzas - con la lucha contra el
mal.
Atribulado por la vida dura, Al justísimo Juez — con juicios justos.
No una vez, encontraba para mí
La fuente de paz y fuerzas Al que nos llama a la Patria Celestial
En los vocablos de la Palabra Eterna. Alaben, sirviendo a la patria terrenal.
Como respiran sus sonidos santos, Al que es todo amor — con amor al prójimo,
Con el sentimiento divino de amor, Amor hacia los hermanos menores sufrientes.
Y el sufrimiento del corazón inquieto,
Cuan rápido calman ellos. Alaben al que no tiene sombra alguna
Aquí está todo en una imagen milagro- Con la limpidez de corazones sumisos.
samente resumida A la santidad de los santos excelsos
Representado por el Espíritu Santo: Alaben con altos pensamientos santos.
Y el mundo existente ahora,
Y Dios, quien lo dirige, Alabemos al Creador con la vida sin pecado.
Y el significado de lo existente en el Con la muerte pacifica — alabemos a Él,
mundo, Y nos dará la resurrección a la vida eterna
Causa, meta y fin. Tal como para nosotros a Su Hijo levantó.
Y el nacimiento del Hijo Eterno,
Y la cruz, y la corona de espinas. El sueño de la tierra, (poema esctiro en
Cuan dulce es leer estos renglones ruso por E.A.).
Y leyendo orar en silencio
Y llorar y encontrar lecciones
De ellos para la mente y el alma. Quietos duermen robles centenarios y esbeltos
pinos.
Cubrió la noche con oscuro manto
La tierra toda, en poder del sueno.

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Duerme la tierra en la luz eterna de las estrellas. Quien todo lo llena, abraza, construye y conser-
El mal se durmió, convertido en piedra. va,
El cielo resplandece de luminarias. A Quien llamamos Dios!
Viendo se quedó quieto, en algún rincón, Medir el océano profundo
Pero brillando con su vestidura luminosa, Contar las arenas, rayos de planetas,
El Ángel de la paz no duerme, Aunque podría, un intelecto superior,
Extendió sus alas sobre la tierra y atento vela. Tu no tienes ni número, ni medida.
Sobre su frente relumbra un diamante No pueden los espíritus esclarecidos
Como una trémula gota de luz. Nacidos de Tu Luz, investigar Tus destinos.
Su mirada alcanza confines de la tierra, Sólo el pensamiento osa elevarse hacia Tí,
Todo alrededor pacifico duerme. Desaparece en Tú grandeza,
Reposan flores, hombres y animales, Como en la eternidad un instante que pasa,
La naturaleza toda duerme en sueno maravilloso. La pretemporal existencia del caos
Las olas del mar no hacen ruido, De las profundidades de la eternidad, llamaste
Hasta ellas están inmóviles. Y la eternidad, antes de los siglos nacida,
El silencio reina en lejano norte y sur, La fijaste dentro de Tí.
Dorados hilos de luminoso cuento Componiéndote de Tí mismo,
Envuelven las piedras de las montañas. Irradiando de Ti mismo,
Se durmieron pasiones e inquietudes, Tú eres la Luz, de donde la luz provino.
Se callaron llantos, gritos y quejas. Creando todo con una Palabra,
Almas abrieron sus alas Extendiéndote en nuevas creaciones,
Y volaron a las alturas celestes. Tú estabas, Tú eres y Tú serás por los siglos.
Silencioso el Ángel se inclinó sobre la tierra. La cadena de los seres cabe en Ti,
Sus manos juntas, en oración. La mantienes y la vivificas,
Así decía al Creador: El fin unes con el principio
“Omnipotente Dios de Amor Preeterno, Y regalas la muerte a la vida.
Inclina Misericordioso Tu mirada hacia nosotros, Como caen los destellos y se mueven,
Ayuda nos en la lucha desigual contra el mal, Así nacen soles de Ti.
Y otorga la victoria a los hombres.” Como en un claro día de invierno,
Diciendo esto, levantó su mirada Las partículas de escarcha, brillan
Y cubrió con el ala su rostro. Giran, e iluminan,
Se apocaron las estrellas, temblaron los montes Así las estrellas están en las cimas ante Ti.
El coro de los mundos era potente y magno. Millones de luminarias encendidas,
Su Mansa Faz, plena de Amor Omnipotente Fluyen en lo inconmensurable.
El, inclinó sobre la tierra dormida, Tus leyes cumplen ellas,
Y escucho el coro del Universo. Emiten rayos vivificadores.
Desde la altura celeste, la bendijo. Pero lámparas de fuego estas,
O masas de cristales incandescentes,
O hervidero de ondas de oro,
Oda Dios, G. Derzhavin (1743-1816). O éteres encendidos,
O todos los mundos de luz, reunidos,
Oh! Tu espacialmente infinito, Ante Ti, son como noche ante el día!
Que vives en el movimiento de la sustancia, Como una gota en el mar
Anterior al transcurrir del tiempo, Toda la materia brilla ante Ti,
Sin rostro, en tres personas de la Divinidad. Y ¿qué es todo el universo, que yo veo?
Espíritu omnipresente y único, Y ¿qué soy yo ante Ti?
Quien no tiene lugar, ni causa, Si en el océano etéreo éste
A quien nadie pudo comprender, Multiplicando cien veces los millones de mun-
dos,
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Me atrevo a comparar Contigo Y derramar lágrimas de gratitud!
Serían tan solo un punto.
Y yo ante Ti no soy nada! “Vlas.”
Nada, pero Tu brillas dentro de mí, N. A. Nekrasov (1821-61).
Con la grandeza de Tus bondades
En mí Te reflejas, como el sol En sacón, con cuello abierto,
En una gota de agua. Descubierta la cabeza,
Nada pero yo siento la vida, Lentamente, pasa por la ciudad
Vuelo ávido de las alturas, El “tío Vlas,” un anciano canoso.
Mi alma siente Tú existencia, Sobre su pecho un icono de cobre,
Penetra, piensa, discute, Pide para la construcción del templo de Dios.
Yo soy! Indudablemente también Tú eres Lleva cadenas de penitencia de hierro.
Tú eres, el orden de la naturaleza lo dice, Su calzado es pobre y tiene
Me lo dice mi corazón. Una cicatriz profunda en la mejilla.
Tú eres! y yo ya no soy nada! Y en la mano un palo largo con punta de hierro.
Soy parte de todo el universo, Dicen, que antes, era un gran pecador.
Puesto, me parece, en un honroso punto medio En el hombre no había Dios.
Donde terminaste los seres materiales A golpes llevó a la tumba a su esposa.
Y comenzaste los espíritus celestiales, Escondía a bandidos y cuatreros de caballos,
Uniendo conmigo a toda la cadena de seres. Compraba el grano en toda su vecindad pobre.
Yo soy la conexión de los mundos omniexisten- Y luego en un “año negro” (año de mala cosecha)
tes, No fiaba ni un centavo
El eslabón extremo de la materia, Y cobraba por triplicado al indigente.
Centro de todo lo viviente, Despojaba al pariente y al pobre.
La línea inicial de la Divinidad! Tenia la fama de un gran avaro.
Mi cuerpo se deshace en el polvo, Era de carácter duro y severo.
Domino a los truenos con mi mente, Al final, cayó el trueno.
Yo soy rey, esclavo, vermes, DIOS! Vlas se siente mal. Llaman al curandero.
Pero siendo tan insólito Pero como puede éste ayudar
De donde vine? no se sabe, Al que sacaba la camisa al campesino
Pero proceder de mí mismo no podría. Y robaba la bolsa al pordiosero?
Yo soy Tú creación, o Creador! Sólo empeora su salud.
De Tú Sabiduría, la criatura! Pasó un año, y Vlas sigue postrado.
Fuente de la vida, Dador de todos los bienes, Jura de construir un templo
Alma de mi alma y Rey! Si se salva de la muerte.
A Tú verdad era necesario Dicen que tuvo visiones en su delirio.
Que mi ser inmortal pase Veía el fin del mundo
El abismo de la muerte. Y a pecadores en el infierno.
Que mi espíritu se vista de mortalidad. Los atormentan los diablos listos,
Y que a través de la muerte Los pica la bruja mala,
Yo vuelva, Padre a Tú inmortalidad. Etíopes negros de ojos de ascuas,
Inconcebible, Omnipresente, yo sé Cocodrilos, serpientes, alacranes,
Que mi alma no tiene fuerzas Los queman, cortan e incineran.
Ni siquiera para representar tu sombra Aúllan los pecadores en su angustia
Pero si es menester glorificarte Muerden sus cadenas herrumbradas.
Para los débiles mortales es imposible Unos están ensartados en largo palo,
Honrarte de otro modo Otros lamen el piso caliente.
Que elevarnos hacia Ti, Allí, escritas en unas tablas
Perdernos en la inconmensurable diferencia
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Vlas leyó sus pecados. Y a la luz del sol y a las sombras de la noche,
Vlas vió las tinieblas totales Y al camino solitario
Y dió su ultimo voto. Por el cual, como mendigo camino,
El Señor lo escuchó Y en el campo a cada planta,
Y el alma pecadora Y en el cielo a cada estrella!
Devolvió al libre mundo. O, si podría mezclar a toda mi vida,
Donó Vlas su patrimonio A toda mi alma unir con vosotros;
Quedó descalzo y desnudo O, si podría, en mi abrazo
Y se fue a reunir medios A enemigos, amigos, hermanos,
Para la construcción del templo. A toda la naturaleza incluir!
Desde entonces, Vlas camina Como la llegada de una tormenta de montaña,
Ya cerca de treinta años. Como la presión de aguas espumosas,
Come lo que le dan, Ahora en mi pecho crece
Cumple fiel y severamente su voto. La fuerza sagrada de inspiración.
La gran fuerza de su alma O, mi Señor, mi esperanza,
Se centró en la obra de Dios, Mi fuerza y mi amparo!
Como si nunca, la codícia salvaje A Ti quiero entregar a todo mi pensar,
Tuviera incumbencia en él. Toda la gloria de mis cantos,
Pleno de congoja inconsolable, Y el pensamiento del día,
De tez oscura, alto y derecho Y la vigilia de la noche,
Camina con paso pausado Y cada latido de mi corazón
Por aldeas y ciudades. Y a toda mi alma!
No existe para él, camino largo. Que no se abran para otro
Estuvo en la madre Moscú, Desde ahora, mis proféticos labios!
Estuvo cerca del ancho Caspio, Que resuene, solo con el nombre de Cristo,
Y a las orillas del imperial Neva. Mi palabra extasiada.
Camina con el icono y el libro,
Habla consigo mismo, S. Nadson (1862-87).
Y suenan suavemente sus cadenas de hierro. Amigo mío, hermano mío, cansado, sufriente
Camina durante el frío invierno, hermano,
Camina en los calores del verano, Seas quien seas, no te desesperes:
Llamando a la Rusia bautizada Por la mentira y el mal, que reinan omnipotentes
A dar según sus posibilidades. Sobre la tierra bañada de lagrimas
Y dan, dan los transeúntes. Que es roto y ultrajado el santo ideal
Así, del óbolo del trabajo Y corre la sangre inocente.
Crecen los templos de Dios Cree --- vendrá el tiempo y perecerá el Baal,
Sobre la faz de nuestra tierra. Y volverá a la tierra el amor!
Sin corona de espinas, sin el peso de las cade-
nas,
Ioann Damasquin (A. K. Tolstoy, 1817- Sin la cruz sobre sus hombros encorvados,
1875) Al mundo vendrá en fuerza y gloria
Con clara luz de dicha en sus manos.
Bendigo a vosotros, bosques, valles, Y no habrá mas en el mundo ni lagrimas, no ren-
Campos, montes y aguas! cores,
Bendigo a la libertad y a los cielos azules! Ni tumbas sin cruces, ni esclavos,
Y a mi báculo bendigo, No pobreza, desesperante y mortífera pobreza,
Y a esta pobre alforja, O, amigo mío! No es un sueno, esta llegada lu-
Y a la estepa sin limites, minosa

10
No es solo una esperanza vana! El alto vuelo de Ángeles,
Mira alrededor --- el mal presiona demasiado, El movimiento submarino de reptiles
La noche es demasiado oscura! Y el crecimiento de la vid del valle.
El mundo se cansará de sufrimiento, Y se arrimó a mi boca
Se ahogara en la sangre, Y arrancó mi lengua pecadora, astuta y vana.
Se hartara de insensata lucha Y el aguijón sabio de la serpiente
Y elevará hacia el Amor, el inefable Amor Coloco en mi boca inmóvil, con mano ensan-
Ojos plenos de acongojado ruego. grentada.
Y me cortó el pecho con la espada
El Profeta, S. Pushkin (1799-1837) trad. de ruso Y extrajo el corazón palpitante
E. Ancibor. Y un carbón ardiente introdujo en mi pecho
Angustiado por la sed espiritual abierto.
Me arrastraba por un lúgubre desierto, Como un cadáver yacía yo en el desierto.
Y un Serafín hexaalado (de seis alas) Y la voz de Dios me llamó:
Se me apareció en el cruce de senderos. “Levántate profeta y ve y oye
Con mano liviana como un sueño, tocó mis pupi- Cumple Mi voluntad y pasando mares y tierras
las y Con palabra quema corazones de los hombres.”
Se abrieron estas proféticas pupilas,
Como de un águila asustado.
A mis oídos tocó y se llenaron de ruido y tañido,
Y percibí el estremecimiento del cielo,

Temas Religioso-históricos y filosoficos.

Hijos de Otra Generación, Princ. P.A. Las hojas se inmovilizaron en los arbustos oscu-
Viazemsky (1792-1878). ros.
Las voces, murmullos y ruidos, se calla-
Hijos de otra generación ron.
En ésta, somos flores del año pasado El anochecer camina lento por los cam-
Las impresiones de los vivientes, nos son ajenas pos.
y nuestras, no despierta eco en ellos . Se levantó la neblina de los valles bajos
Lo que amamos — ellos ya no aman. Hacia el cielo, aun claro,
Sus pasiones nos dejan indiferentes. Como un sagrado incienso.
No estuvieron — donde estuvimos. En respuesta al incienso terrestre,
Donde estarán — ya no llegaremos. El cielo enviaba su eterna paz,
Para ellos nuestro mundo — es un templo desier- Y, una a una, prendía las estrellas
to. Sobre la tierra reclinada en reposo.
Nuestra historia — es un mito vació.
Y lo que, para nosotros, son cenizas sagradas. Un Cuento, Vladimir Soloukhin (publica-
Para ellos es sólo — un polvo mudo. do en URSS en 1965).

Anochecer, (E. A). En el templo, columnas


Finamente esculpidas y doradas
El cielo es calmo, como los rostros Desde el piso hasta el techo se elevaban.
De Angeles en los viejos templos.
El viento se aquietó y no mueve las ramas,

11
En “rizas”1 doradas todos los iconos Por eso, Te llamamos: Madre Intercesora, perdó-
Brillaban suavemente en la penumbra. nanos!”
Hasta las sombras del templo
Parecían levemente doradas. Y luego llegó una gran ola.
En esta penumbra de oro ardían, Con débil ruido cayeron las columnas,
Como luces de puro rubí. Las cadenas se cortaron en eslabones,
Las lamparas votivas, sobre sus cadenitas de oro. Los ladrillos se rompieron en pedazos,
Temprano, a la mañana, venia la gente. Las lluvias se llevaron el dorado,
Hombres y mujeres orantes. A la escuela para calefacción,
Prendían las trémulas velas, Se llevaron los iconos...
Se difundía la media-luz de ámbar. Creció una alta ortiga
El incienso se elevaba hasta la bóveda, Donde antes se elevaban los muros
Como azules remolinos perfumados. Del hermoso templo blanco.
La intensa luz desde la ventana alta La gente, ahora, se queja en los diarios:
Pasaba a través de nubes de incienso Del presidente, del “koljos,”2
Y sonaba el canto gozoso Del jefe de brigadas Teodor,
Mas alto que el incienso y la neblina ambarina, A ver si encuentran la satisfacción...
Mas alta que las columnas esculpidas y doradas.
En aquel templo bajo una pesada “riza,” Una vez iba yo en auto. Tuve sed.
Cinco siglos se acongojaba la Madre de Dios, Al final de una aldea, vi una casucha.
Con rostro inclinado sobre el Niño, Llamé. Me abrió una viejita.
Ojos alargados, sombreados, Me hizo pasar a la pieza.
Con un profundo pliegue amargo de la boca. Tomé agua en un cuenco, me sequé los labios
Quien? Un aprendiz modesto? Y pasé detraes de una cortina
Un monje humilde de mirada pura? Donde estaba la cocina, para tirar el resto.
Un hombre de ojos penetrantes? Allí había cacerolas, tinas, baldes,
Llamó a la vida el rostro quieto de María? Sobre un piso rajado, encima de un banco,
No podríamos adivinar ahora, Brillando con oro y color — estaba María
Pero decimos — fue muy talentoso. En vestiduras de pliegues dorados,
Cinco siglos se acongojaba la Madre de Dios Con rostro inclinado sobre el Niño,
Sobre Su Hijo crucificado. Ojos alargados, sombreados,
Pero, es posible que se apenaba Con un profundo pliegue amargo en la boca.
Por muchas quejas que le llegaban “Abuela, dame esta icono,
De aldeanas, pobremente ataviadas, Lo llevare inmediatamente a la capital...
Procedentes de aldeas cercanas, No es lugar para él entre las cacerolas
Le decían en voz baja, con fe y esperanza: Y tinas ennegrecidas”
“Ya que al Mismo no nos atrevemos, “Y para que lo quieres? Para reírte?
Hemos pecado mucho... Para blasfemar sobre Ella?”
A ver si Se enoja y nos castiga... “Su lugar esta, no en la cocina
Y también no nos atrevamos Sino, en un museo:
A molestar a El con pequeñeces. En Louvre, Tretiakov, Ermitage!”
Pero Tu hablaras de nosotros ante Tu Hijo. “Del museo vinieron varias veces,
Le contaras nuestras cuitas tontas, Me daban mucha plata,
Nuestras necesidades indignas, Me rogaban tanto, tanto,
El corazón de la madre se ablanda, Que hasta me dieron pena.
Donde el corazón del juez no se inmuta. Pero no me engañan. Dije:
“Pueden cortarme en pedazos,
1
Cobertura de metal [oro, plata, bronce] de las imágines
2
santas, icónos. La granja colectiva.

12
Pueden quemar mis ojos con el hierro, Ni para la felicidad y bienestar, ni para la corona
A la Madre de Dios, la luminosa María real,
No daré a los demonios para ofensa!” En el refugio olvidado de los pastores de Belén,
“Estas mal, abuela, de que demonios hablas? ¡Naciste desnudo y pobre, oh! Rey de los incon-
Estos son todos trabajadores de arte! tables mundos
Ellos saben apreciar a la belleza, Con cuidado, como algo sagrado, Su Madre lo
La recogen en gotas...” tomó en brazos
“Esto es. Habiendo destruido en masa Admirando la belleza de Su frente impasible.
Ahora recogen en gotas...” Toda la naturaleza se alegraba, majestuosa y
“Pero para que lo quieres? Para orar? clara.
Tienes, seguro, mas iconos.” Y a los píes de Cristo-Niño, llevaba sus dones.
“Como para que? Me levanto temprano, Cerca de la cueva, crecían tres altos y orgullosos
Paso un poco de aceite al icono, árboles.
Prendo ante Ella la lampara votiva Y guardaban la entrada con sus entrelazadas ra-
Y Ella habla conmigo. mas
Tan cariñosa y dulcemente El verde Abeto, el Olivo y la Palmera de abun-
La Intercesora sabe hablar.” dantes hojas,
“Se ve que estas completamente loca, abuela, Allí se encontraban formando una pared impene-
Donde se ha visto que una tabla de tilo trable.
Hasta con colores dorados, sepa hablar con noso- y ellos y como toda la naturaleza, todos los seres
tros?” terrestres,
Querían traer su don ¡para marcar el Santo feste-
“Tu para que viniste? Tomar agua? jo.
Anda con Dios, la puerta esta abierta.” La Palmera dijo inclinando de orgullosa altura
Iba yo entre campos verdes, Como una corona real, sus hojas, color esmeral-
Entre ciudades de cemento, da;
Hablaba con la gente, comía en casas de té, “Cuando, perseguido por la maldad de crueles
Pasaba las noches en posadas regionales... enemigos,
Paulatinamente, me comenzó a parecer Tu, Señor, vas a buscar un refugio
Un cuento, un sueno raro. — En la planicie de ilimitadas arenas
Como si, en una cocina de la viejita, Como un fugitivo deambulando en el desierto
Donde cacerolas y baldes Te abriré una tienda verde, te extenderé un tapiz
Sobre un banco de roble, de flores
Vive, se refugia la Madre de Dios, Ven a reposarte bajo el pacífico techo.
En vestiduras de pliegues dorados, Donde hay una agradable y traslúcida sombra.”
Con rostro inclinado sobre el Niño Cargado de frutos, con orgullosa alegría
Ojos alargados, sombreados, Se incclinó el Olívo y dijo: “Señor, cuando Tu
Con un profundo pliegue amargo de la boca... seas
La abuela se levanta, pasa un poco de aceite, Abandonado sin comida, por gente mala,
Prende, quedamente, la lampara Te extenderé generosamente mis ramas
Y comienza a hablar con la Intercesora... Y sacudiré, al suelo, mis dorados frutos.”
... Del museo vienen en vano. Mientras tanto, en un pesado, temeroso y modes-
to silencio
La Leyenda del árbol de Navidad, D. Me- El verde Abeto se sentía triste
rezhkowski (1866-1941). Vanamente pensaba, buscaba y no podía encon-
trar
Ni bajo la bóveda dorada de un imponente pala- Nada para dar al niño Jesús.
cio, Agujas, secas y punzantes, que repelen la mira-
da,

13
Le fueron otorgadas por el destino injusto. Y mañana florecerán perfumadas flores.
El pobre Abeto se sintió muy apesadumbrado.
Como de un sauce, sobre el agua, sus ramas se Aquí, hay una perla, en el lodo, pisoteada por la
inclinaron tristes. turba.
Y de vergüenza y sufrimiento secretos Y aquí, un perfumado fruto, comido por el gusa-
La resina transparente, como abundantes lagri- no.
mas, Ayer fuístes un héroe, orgulloso de ti mismo,
Comenzó a gotear — mientras todo gozaba y Ahora, eres un lastimoso cobarde, destruido por
sonreía alrededor. la vergüenza.
“Estas lagrimas, una estrellíta, vió desde el cielo.
Con un suave susurro dijo algo a sus compañe- La vida es una, esfinge. Su ley es el instante.
ras. Y no hay, entre los hombres, un sabio tal
Y, de repente, cayeron — oh milagro! Quien pueda decir a la turba, hacía donde se
Las estrellas como una lluvia de oro mueve
Cubriendo a todo el Abeto oscuro Quien pueda captar los rasgos de su rostro.
El palpitó, levantó orgulloso sus ramas
Apareciendo al mundo, por vez primera O, es toda tristeza, oh, es toda atracción.
Adornado de intensas luces. O, todo en ella es brillo y luz, o, todo oprobio y
Desde entonces, hasta ahora niños tinieblas.
Hay una costumbre entre los hombres, La vida es un serafín y una ebria bacante,
De adornar al árbol de Navidad con estrellas de La vida es — océano y una estrecha prisión.
luz.
Cada ano, el brilla en el día del festejo La Pecadora, Conde Alexis Tolstoy
Y con sus luces nos anuncia la luminosa fiesta de (1817-1875).
Navidad!
El pueblo bulle, alegría, risas,
La vida, S. Nadson (1862-1887). Toque de laudes y ruido de cimbales,
Verdor y flores, alrededor,
Cambiando, cada instante su imagen extravagan- Y entre los pilares a la entrada de la casa
te, Los pliegues del pesado brocado
Caprichosa, como un niño y fantasmal como el Levantados con la cinta ornada,
humo, El palacio está ricamente decorado
Hierve, en todas partes, la vida en vana inquie- Por doquier brillan el cristal y el oro,
tud, El patio está lleno de cocheros y caballos;
Mezclando lo grande, con lo ínfimo y ridículo. Reunidos en un gran banquete,
La ruidosa asamblea de invitados come.
Que ruido disonante, y cuan abigarrado el cua- Transcurre una conversación cruzada,
dro: Intercalada con la música.
Aquí, un beso de amor, allá, un golpe de cuchi- Nada incómoda a su charla:
llo, Ellos hablan libremente,
Aquí, sonó, descarado el cascabel del arlequín, Del odiado yugo de Roma,
Allá, el profeta, doblegado bajo la cruz. De cómo gobierna el Pilato,
De la reunión secreta de sus ancianos
Donde hay sol — hay sombra. Donde hay lagri- Del comercio, la paz y la guerra,
mas y oraciones, De aquel extraño hombre
Hay un rebelde quejido de indigencia hambrien- Que apareció en su país.
ta,
Ayer, aquí, bulla una sangrienta batalla, II

14
Ardiendo de amor a los prójimos, Diamantes brillan aquí y allá,
El enseña la humildad al pueblo, Y haciendo sombra a las mejillas,
El supeditó a todas las leyes de Moisés En toda la abundancia de la belleza,
A la ley de amor, Entrelazados con un hilo de perlas,
No tolera la ira y la venganza, Caen los suntuosos cabellos.
El predica el perdón, En ella la conciencia no molesta al corazón,
Ordena pagar con el bien al mal, No se empurpura con la vergüenza.
Posee una fortaleza no terrenal, Comprar con oro, cada uno puede
A los ciegos devuelve la vista, Su amor venal.
Regala la fuerza y el movimiento Y escucha la joven las conversaciones,
Al que era débil y cojo, Y para ella, éstas, parecen un reproche.
No necesita la aceptación, El orgullo se despertó en ella
Su corazón es abierto, Y dice con la mirada jactanciosa:
A su mirada inquisitiva, “No temo a ningún poder!
Todavía nadie pudo sostener. Quieren una apuesta conmigo?
Sanando a la enfermedad, curando al sufrimiento Que aparezca vuestro maestro
Era, en todas partes, el Salvador, El no turbará a mis ojos! “
Y a todos extendió su bondadosa mano
Y no condenó a nadie. IV
Es, aparentemente, un hombre elegido de Dios, El vino fluye, ruido, risas,
Allí, del otro lado del Jordán, Sonido de laudes y ruido de cimbales,
Caminaba como un enviado del cielo, Incienso, sol y flores.
El hizo allí muchos milagros, Y he aquí, a la turba vanamente ruidosa,
Ahora llegó, el Benévolo, a este lado del río. Se acerca un hombre de buena prestancia,
Como una muchedumbre atenta y obediente, Sus hermosos rasgos
Lo siguen los discípulos.” Su porte, caminar y movimientos
En el brillo de la joven belleza,,
III Están llenos de fuego e inspiración,
Así discurrían entre si, los invitados Su aspecto majestuoso
Durante el largo banquete. Respira un poder invencible,
Entre ellos, vaciando la copa, Las alegrías terrenales no lo afectan,
Estaba sentada la joven pecadora, Y sus ojos miran al futuro.
Su rara vestimenta Es un nombre, que no se parece a los mortales,
Atraía las miradas sin querer. El sello de los elegidos está sobre él,
Sus prendas atrevidas, Es luminoso como un arcángel de Dios,
Hablaban de la vida pecaminosa, Cuando con la espada de fuego
Pero la joven caída, era hermosa. Envió, por orden de Jehová
Viéndola, ante la fuerza del encanto peligroso, Al enemigo a las cadenas eternas.
Difícilmente pueden contenerse La mujer pecadora, sin querer,
Los jóvenes y los ancianos. Esta confundida por su grandeza
Los ojos, despectivos y atrevidos, Y mira indecisa, bajando los ojos,
Como la nieve del Líbano, blancos los dientes, Pero, recordando su reciente reto
Como la canícula, caliente la sonrisa. Se levanta de su asiento
Alrededor del talle cayendo ampliamente, Y enderezando su flexible talle
Los tejidos traslúcidos, enervan al ojo Avanza valientemente
Caídos del hombro desnudo, Y presenta la copa espumosa
Sus aros y brazaletes Al recién llegado con una sonrisa desafiante:
Sonando, llaman al éxtasis de la lujúria y gozos “Tu eres aquél que enseña la renunciación ?
ardientes No creo en tu enseñanza,

15
La mía es más fidedigna y segura, Los corazones de los invitados, están estremeci-
No pienses en confundirme ahora, dos
Solitario caminando por el desierto, La conversación cesó. Como esperando
Ayunando cuarenta días! Está sentada inmóvil la asamblea,
Sólo los gozos me atraen! Respirando con dificultad.
No conozco ni al ayuno, ni a la oración, Y Él, en un profundo siléncio,
Creo sólo en la belleza, Miró a los presentes, con ojos tranquilos
Sirvo al vino y a los besos, Y no entrando en la casa de la alegría,
Mi espíritu no se turba por ti Detuvo su mirada triste
Me río de tu pureza!” Sobre la atrevida joven presumida.
Y su discurso todavía sonaba,
Todavía se reía ella VI
Y la espuma ligera del vino Y esta mirada era como un rayo de alba.
Corría por los anillos de sus manos, Y todo se abrió a ella,
Cuando surgió alrededor una discusión Y en el corazón sombrío de la pecadora
Y escucha la pecadora consternada: Se dispersaron las tinieblas nocturnas,
“Ella se equivocó! La confundió Y todo lo que estaba allí escondido,
La cara de recién llegado Lo que fue realizado en le pecado,
Este no es el Maestro, ante ella, Ante sus ojos, sin piedad,
Es Juan de Galilea Fue iluminado hasta la profundidad.
Su discípulo predilecto...” Súbitamente, ella comprendió
La falsedad de la vida blasfema,
V Toda la mentira de sus acciones viciosas,
Sin prestar atención a las inútiles ofensas, Y fue presa de pavor.
El escuchaba a la joven. Ya sobre el borde del arrepentimiento,
Y detrás de él, con expresión tranquila, Ella apreció, extrañada
Al palacio se acerca otro. Cuan numerosos bienes y fuerzas
En su expresión humílde El Señor, generosamente, le regaló
No hay entusiasmo, ni inspiración, Y como ella, su mañana clara,
Pero un pensamiento profundo Ensuciaba, constantemente, con el pecado
Reposaba sobre su Divina frente, Y, por primera vez, rechazando el mal,
Esta no es la mirada de águila de un profeta, Ella, en esta mirada benévola,
No el encanto de la belleza angelical. Leyó el castigo a sus días disolutos
Están separados en dos Y, también, la misericordia.
Sus cabellos ondeados Y sintiendo un comienzo nuevo,
Sobre la túnica desciende Todavía temiendo a los lazos terrenales,
Un manto de lana, vistiendo Estaba parada, vacilante.
Con un tejido simple, su esbelta figura Y de repente, en el silencio, sonó el ruido
En los movimientos es recatado y simple, De la copa que cayó de sus manos,
Alrededor de su hermosa boca, se dispone Se escucha un quejido del pecho oprimido,
La barba levemente dividida. La joven pecadora palidece,
A los ojos tan bondadosos y claros Tiemblan los labios entreabiertos,
Nadie vio nunca. Y cae, de bruces, sollozando
Y sobre el pueblo pasó Ante la santidad de Cristo.
Como una ráfaga de silencio
Y milagrosamente, con su benévola llegada

16
Oraciones Liturgicas y cotidianas .
(Traducion del ruso antiguo por E.A. y otros.)

O Soberano del Cielo, (Oraciones Lit.) Kondakio.


La Virgen de la luz, hoy, hoy Preexistente y la
O Soberano del Cielo, el Consoladore, tierra ofrece la cueva al Inalcazable. Pastores,
El Espiritu de la Navidad. Con Angeles glorifican y Magos con Estrella
Tu que estas en todas partes viajan Para nosotros ha nacido un nño joven,
y lo llenas todo, Dios Preeteno.
Tesoro de los buenos
y Dispensador de la vida. Cristo Recicitó.
Ven y mora en nosotros, Cristo resucitó de entre los muertos Con Su
purificanos de todo mal, y salva, muerte derrotó a la muerte y otorgó la vida a los
o Bondandoso a las almas nuestras. que estaban en los sepulcros.

Otración de Efren el Siríaco. Oracion de los Monjes de Optin.


Dios y Señor de mi vida, Señor dame recibir con el alma en paz todo todo
El Espiritu de ócio, lo que me traera el dia que se inicia.
risteza, mando y palabras vanas Dame entregarme completamente a Tu Santa
No me dés! Voluntad. En toda hora de este dia dirigame y
En cambio el Espiritu de la pureza, sostenme. Cualesquira que sean las noticias que
Humildad, paciencia y el amor yo reciba durante el dia, eseñame a aceptarlas
Otorga a tu ciervo/a. con la alma tranquila y con la firme convicion de
En verdad Señor y Rey que en todo esta tu Santa Voluntad.
dame ver mis faltas En todas las palabras y obras dirige a mios pen-
Y no juzgar a mi hermano samientos y sentimientos. En todos los imprevis-
Siendo Tu el único Alabado tos no me hagas olvidar que todo esta enviado
Por los siglos de los siglos! por Tí.
¡Amen! Eseñame a obrar recta e inteligentemente con
cada mimbro de mi familia no cofundiendolos ni
El Cántico del buen ladrón, (El jueves 5- acongojándolos.
to) Señor: dame la fuerza de soportar el cansancio
Al prudente ladrón en una hora Señor lo hicíste del dia que se inicia.
digno del Paraíso. Dirige mi voluntd y enseñame a orar, creer, espe-
Y a mi con el arbol (madera) de la Cruz ilumina rar, soportar, perdonar y amar.
y sálvame. Amen.

Tropario de Navidad de la Igl. Ortodoxa


rusa. Oracion de la Mañana.
Tu Navidad, ó Cristo Dios,brillo en el mundo Al levantarme del sueño Te agradezco Santisma
La Luz de la Razon. Los que sirven a las estre- Trinidad, por Tu Gran Bondad y paciencia y que
llas, no Te enojaste conmigo peresoso/a y pecador/ a,
Aprendieron de la Estrella. Te saludamos a Tí, ó sino por Tu Amor por mi, me levantaste para
Sol de la Verdad y Te conocemos de las alturas glorificar a Tu Reino.
del Oriente. Ilumina mis ojos del alma y abra mis labios para
Señor Gloria a Tí. aprender Tus palabras, comprender Tus manda-

17
mientos, cumplir Tu voluntad y cantarte de cora- Oración a Dios.
zon, glorificando Tu Nombre de Padre, Hijo y
Espiritu Santo, ahora y por los siglos. Amen. Señor, Tu nombre es Luz, ilumina mi alma oscu-
recida por las pasiones.
Oraciones antes y despues del consumo Tu nombre es Misericordia, no dejes de apiadarte
de la comida. de mí.
Ojos de todos en Ti Señor esperan, y Tu das el Tu nombre es Fuerza, fortaléceme a mí, desfalle-
alimento en buen tiempo. cido y desanimado.
Abres Tu generosa mano y colmas de vienes Tu nombre es Paz, pacifica mi alma rebelde.
vitales a Tus siervos— Tu nombre es Amor, hazme digno de amarte.
En nombre de Padre, Hijo y Espiritu Santo.
Amen. TRADUCTOR: No tenía el original en ruso de esta ODA. Se han
corregido los errores gramaticales y de ortografia.

Te agradecemos Cristo Dios nuestro por alimen-


tarnos con Tus bienes terrenales. No nos prives
de Tu Reino Celectial. Cuan Glorioso, M.M. Jeraskov (1733-
Amen. 1807).

Oración antes de dormir. Cuan glorioso es nuestro Señor en Sión


No puede explicarlo la lengua.
Señor Dios Nuestro, por Tú Gran misericordia, Magnífico es El sobre el Trono de los Cielos
perdoname mis pecados en este día, que pasó Por doquier Señor, por doquier eres glorioso!
conpalabram, hecho pensamiento. Otorgame un De día y de noche iluminas a los mortales
sueñopacifico y tranquilo, enviame Tu Angel de Tú nos amas ¡Oh Dios! como hijos
la guarda que me cubra y proteja de todo mal: Tu nos sacias con el ágape
Como Tu eres el guardian de nuestras almas y Y edificas la ciudad excelsa
cuerpos y glorifico al Padre. Hijo y Espiritu San- Tu oh Dios! visitas a los mortales
to, ahora y por los siglos. Amen. Y los alimentas con la gracia
Señor! en tus moradas se recobrarán nuestras
Gloriosa Maria. Virgen y Madre de Cristo Dios: voces,
lleva a nuestra oración a Tu Hijo y Dios nuestro, Y nuestro canto ante ti
para que salve almas nuestras. Amen. Será puro como el rocío!
En los corazones te dedicaremos un altar
A ti Señor, cantamos y glorificamos

18
Folleto Misionero # S68
Copyright © 2003 Holy Trinity Orthodox Mission
466 Foothill Blvd, Box 397, La Canada, Ca 91011
Editor: Obispo Alejandro (Mileant)

(poesia_ancibor.doc, 11-27-2003).

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