Luis Fernando Sánchez Jaramillo catedrático del Departamento
de Historia y Geografía de la Universidad de Caldas e investigador Grupo de Investigación Territorialidades de la misma Universidad. Revive un debate que se remonta a la antigua Grecia, si la historia entra en las ramas de las ciencias o es una forma de expresión cultural. Sánchez Jaramillo nos recuerda como en los mitos griegos, la hija de Zeus y de Mnemosi, la musa Clío, es la encargada de representar la historia, nos da a conocer que pocas disciplinas cuentan con una representante entre las musas clásicas encargadas de patrocinar la cultura, da entender que, desde los tiempos de Heródoto, la historia ha tenido un alto valor en la sociedad de los hombres. El autor nos va narrando el avance de la historia a lo largo de los siglos, y como es que finalmente es a mitad del siglo XX cuando el concepto tradicional de ciencia inicio a agrietarse, de cómo fue que nacieron las ciencias sociales, que buscan el estudio del hombre, su comportamiento, su entorno y como un físico estudia los átomos. Nos narra cómo los historiadores utilizan el método científico o mejor dicho partes de él, para conocer lo que sucedió en una época distante. Aunque como él dice es difícil tener una verdad cierta, las técnicas utilizada son tener una hipótesis, buscar mediante una investigación para comprobar o refutar la hipótesis pre establecida. Igualmente reconoce que, aunque existen muchos detractores debido a que los resultados no son concluyentes y destacan que entrarían más en narrativa, pues en muchas lenguas son sinónimos y lo que hacen es redactas sucesos. Los filósofos han obtenido dos teorías diferentes del pensamiento histórico. La primera es la explicación idealista típica del pensamiento histórico, esta teoría considera que la historia es una ciencia porque ofrece un cuerpo conexo de conocimientos a los que se llegó metódicamente, pero es una ciencia de carácter peculiar que no es abstracta, sino concreta, y que termina no en conocimientos generales sino en el conocimiento de verdades individuales. La fuerza de la teoría idealista estriba en su aparente correspondencia con el hecho psíquico, es decir que, hasta cierto punto, podemos ponernos en el lugar de otras personas y penetrar en sus pensamientos y sentimientos. La segunda teoría es la positivista, según ésta, uno de los propósitos primordiales, en la mayor parte de sus formas, fue vindicar la unidad de la ciencia para demostrar que, aparte de las disciplinas puramente analíticas, todas las ramas del conocimiento que merecen su nombre dependen de los mismos procedimientos básicos de observación, reflexión conceptual y verificación. La teoría positivista excluye todo lo que tenga relación con la teoría idealista de la historia y niega la idea de que la historia sea una rama autónoma del saber. Las dos posturas, aunque aceptables, tienen sus lados opuestos, como es la aceptación cada vez más de las ciencias sociales como una ramificación de las ciencias, pero en contra esta que las personas creen que solo son hechos narrativos. Para finalizar el Autor creen que aun tardara para que se le dé un lugar en la ciencia, pero el opina que tardara un par de años más para esto, aunque los avances desde la época antigua han sido significativos.