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¿El control a la actuación administrativa en Colombia desconoce las garantías

judiciales de la CADH?
Por: José Fernando González Ante y Laura Florez Niño

En el derecho internacional consuetudinario, el Estado puede ser responsable por un hecho


internacionalmente ilícito cuando un comportamiento activo u omisivo de cualquier órgano
del Estado, ya sea que ejerza funciones legislativas, ejecutivas, judiciales o de otra índole,
constituya una violación a obligación internacional adquirida por ese mismo Estado1. En el
marco del sistema interamericano de Derechos Humanos, la Corte IDH en repetidas
ocasiones ha reconocido que las omisiones de los Estados para proteger y garantizar las
obligaciones contenidas en la CADH constituyen “un hecho imputable al Estado que
compromete su responsabilidad internacional en los términos previstos por la misma
Convención y según el Derecho Internacional general”2.
Particularmente, art. 8 1. de la CADH referente a las garantías judiciales reconoce que:
“Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo
razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con
anterioridad por la ley… para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden
civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter...”. Es claro que, en el marco del debido
proceso consagrado en la CADH, se debe enmarcar la actuación administrativa, como de
igual forma el control judicial de estas actuaciones por parte de los ciudadanos. Así fue
reconocido por la Corte en el caso “Salvador Chiriboga Vs. Ecuador” en el cual los
hermanos Salvador Chiriboga demandaron ante la Corte IDH al Estado de Ecuador por la
expropiación de un inmueble perteneciente a María Salvador Chiriboga por parte del
Concejo Municipal de Quito, así como a la falta de una justa indemnización.
En esta sentencia, se establece que, para limitar los derechos fundamentales de una
persona, en este caso el derecho a la propiedad privada debe fundarse en razones de
utilidad pública o interés social, siempre y cuando esté de por medio el pago de una justa
indemnización. Esta restricción debe ser “proporcional al interés de la justicia y ajustarse
estrechamente al logro de ese objetivo, interviniendo en la menor medida posible en el
efectivo ejercicio de un derecho”. Además, la causa de la restricción al derecho no es
necesario que esté señalado en la ley, pero esta ley debe respetar el contenido esencial del
derecho.3
Además, en este caso, el Estado incumplió con las normas establecidas en la ley al vulnerar
la protección y garantías judiciales, pues los recursos interpuestos anteriormente por los
demandantes habían excedido el plazo razonable e igualmente carecían de efectividad por
privar a los demandantes del bien en cuestión por más de 15 años impidiéndoles el disfrute
de su derecho a la propiedad privada y a los atributos de uso y goce, pues esto es lo que ha
demorado el proceso de expropiación, sin haber dictado la resolución que fijara el valor del
bien y por consiguiente, el pago de una indemnización.

1
“Responsabilidad del Estado por hechos internacionalmente ilícitos”. Resolución A/RES/56/83 de la
Asamblea General de la ONU.
2
Caso de la Masacre de Pueblo Bello, Sentencia de 31 de enero de 2006, Serie C No. 140, párr.
111; Caso de la "Masacre de Mapiripán", Sentencia de 15 de septiembre de 2005. Serie C No. 134,
párr. 108; y Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri. Sentencia de 8 de julio de 2004. Serie C No.
110, párr. 72.
3 Caso Salvador Chiriboga vs. Ecuador Sentencia de 6 de mayo de 2008 (Excepción Preliminar y

Fondo).
El debido proceso, entonces, debe entenderse como “el más amplio sistema de garantías
que procura, a través de la realización del derecho material, la obtención de decisiones
justas”4. En el artículo 29 de la Constitución se señala que el debido proceso se aplica a
toda actuación judicial y administrativa que incluye como elemento básico la observancia de
“la plenitud de las formas propias de cada juicio”, esto significa, el pleno cumplimento de lo
señalado en la ley, por lo que, cualquier actuación que se aleje de las normas aplicables o
el tiempo razonable, se convierte en arbitrario y, por ende, violatorio al debido proceso.
Respecto al plazo razonable expresado en el artículo 8.1 de la CADH, la Corte IDH en el
caso de los hermanos Salvador Chiriboga preciso que este se debe apreciar en relación a la
duración total del procedimiento que se está desarrollando hasta el momento en que se
dicta la sentencia definitiva para poder determinar cuál es el tiempo comprendido como un
plazo razonable y prudencial. De igual forma reitero que el derecho de acceso a la justicia
implica que la solución de la controversia se produzca en tiempo razonable; y que una
demora prolongada puede llegar a constituir, por sí misma, una violación de las garantías
judiciales5.
Este análisis convencional y constitucional de las implicaciones del debido proceso es
relevante para la realidad actual del país que necesita una reforma a la justicia, y en
especial la jurisdicción contencioso-administrativa que esta en un momento crítico por la
congestión judicial que ha dado lugar a que de acuerdo a un estudio de tiempos procesales
de la Corporación para la Excelencia en la Justicia (CEJ) en esta jurisdicción un proceso en
primera instancia se demore aproximadamente 2 años (716,7 días corrientes) y algunos
llegan a demorarse hasta 3 años (1771 días corrientes), cuando el termino legal es de 413
días corrientes. Esto se agrava en el tiempo del proceso en fase de segunda instancia que
en promedio tiene una duración de 4 años (1465,6 días corrientes) cuando en los tiempos
previstos por la Ley se tiene un límite en un máximo de 146 días corrientes, a lo cual se
calculo que aproximadamente solo el 7% de los procesos en segunda instancia se ubiquen
en la media eficiente de 146 días corrientes. Es decir que un proceso de dos instancias, sin
incluir su posible revisión por el Consejo de Estado, se demora aproximadamente 6 años, lo
que es un número absurdo considerando que muchas veces se discute la violación de
derechos fundamentales por el Estado 6.
Esto es sólo una evidencia más de que la corrupción y la mala administración de la justicia
esta llevando al país a incumplir sus obligaciones internacionales de otorgar garantías
judiciales en un tiempo razonable a sus ciudadanos consagrado en la CADH y reiterado por
la jurisprudencia de la Corte IDH. Caso que, aunque recaiga no en una actuación directa del
Estado, sino más bien en una omisión de control y de buena gestión, constituiría igualmente
un acto internacionalmente ilícito, que podría devenir en un año en una declaración de la
responsabilidad internacional del Estado colombiano, y en una obligación de indemnizar a
todos los ciudadanos que por demoras prolongadas en solucionárseles sus controversias
con la administración hayan sufridos perjuicios. Concluyendo así, que el control judicial en
Colombia esta desconociendo las garantías judiciales consagradas en el orden
convencional.

4 SANTOFIMIO GAMBOA, Jaime Orlando. “Compendio de Derecho Administrativo” 2017, Bogotá,


Universidad Externado de Colombia
5 Caso Salvador Chiriboga vs. Ecuador Sentencia de 6 de mayo de 2008 (Excepción Preliminar y

Fondo).
6 Corporación para la Excelencia en la Justicia (CEJ), Tomo I - Estudio de Tiempos Procesales, 2016.

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