Sei sulla pagina 1di 4

TRAMPA DE LA NOVEDAD

La manipulación, entendida como el acto de lograr que los demás hagan algo que no los beneficie
pero de forma voluntaria –y sin darse cuenta- tiene muchísimas formas de llevarse a cabo. En este texto se
dará a conocer una de estas formas: la Trampa de la Novedad. La misma consiste en hacerle creer a las
personas que algo es novedoso y por lo tanto posee mucho valor. Así se logra que las personas se sientan
atraídas a un producto (y lo compren), una idea (para que la acepten) o cierto personaje (para que lo sigan
o voten por él), a través del cambio superficial de las cosas para hacer creer que éstas son nuevas en su
totalidad.
El ser humano -por naturaleza- le desagrada lo repetitivo, la monotonía. La sensación de
aburrimiento es algo detestable. Una vida llena de aventura, de sensaciones y experiencias nuevas es lo que
enriquece la vida. Piense en este momento en las cosas que le hacen sentir mal y en las experiencias que
más le gustan. En cierto modo, muchas de ellas están relacionadas con dos cosas: o con lo rutinario o con
situaciones impredecibles, cambiantes y novedosas. Apreciamos lo nuevo porque es contrario al
aburrimiento, y todas las cosas distintas nos atraen, nos motivan y nos divierten. Por ejemplo, nos gustan
mucho las vacaciones porque es allí donde tenemos experiencias distintas a lo cotidiano y rutinario: la
escuela, la universidad, el trabajo, etc. Asociamos las vacaciones a lo divertido y agradable porque nos
lleva a sitios donde no estamos todos los días y mejor aún: a lugares donde nunca habíamos ido. El
turismo, en este sentido, es algo que a todos les gusta porque implica viajar a ciudades distintas, regiones
extrañas y por supuesto, a países diferentes al nuestro.

Piense en la comida. Imagínese el poder comer su plato favorito cuando le plazca. Ahora imagínese
que lo come todos los días de forma seguida durante un mes. No hace falta que usted haga el experimento.
Ya el hecho de imaginárselo le provoca desprecio de antemano ante ese tipo de comida que hasta hace
algunos segundos le parecía lo más rico del mundo. Es algo natural que a los seres humanos necesitemos
cosas nuevas y una vida variada, y por eso evadimos lo repetitivo.

Otros ejemplos los encontramos en las relaciones sociales. A las mujeres les atraen los hombres que
se salen del modelo típico que están acostumbradas a ver. Detestan encontrarse con muchachos que se
comportan como todos, que tienen rasgos físicos como la mayoría; pero especialmente, los que les dicen
las mismas palabras para seducirla. No hay nada más atractivo para una mujer que un hombre “Distinto”
de los que ven por la calle, siempre y cuando, este no se avergüence por ser excéntrico, extravagante o
“extraño”. Lamentablemente, esas cosas nuevas también acaban con las relaciones de pareja, cuando
hombres y mujeres casados quieren mucho a su esposo o esposa pero están aburridos de la monotonía de
estar juntos por muchos años. Esto es lo que generalmente motiva a los individuos a ser infieles. Es muy
tentador tener algo con una persona cuya personalidad y físico es distinto a lo que ven todos los días en su
casa.
Lo mencionado en el párrafo anterior es un buen ejemplo del hecho de que muchas veces, tomamos
decisiones única y exclusivamente en base a si las cosas son nuevas o no, y de esta manera cometemos
bastantes errores. No solamente porque existen otras razones para saber si nuestras decisiones son
convenientes (por ejemplo, cuánto dinero, esfuerzo podemos ahorrar o la cantidad de consecuencias
negativas o efectos secundarios que tendremos) sino también porque además muchas de esas cosas nuevas
no lo son en realidad. Es decir, algunas cosas serán novedosas sólo en parte. Nuestra experiencia y sentido
común nos podría en este caso ayudar a detectar si lo que parece nuevo no sería en realidad una FALSA
NOVEDAD y en realidad nos encontraríamos con más de lo mismo. Lamentablemente para muchos el
descubrir si la novedad es realmente una mentira es algo muy difícil, por no decir que es imposible.

Aclaremos con otro ejemplo. En un momento dado sale a la venta una nueva versión de una
computadora, sistema operativo o teléfono e inmediatamente muchas personas se ven poseídas por la
fiebre de modernizar la tecnología y casi que salen corriendo a las tiendas para comprar eso que es
“NUEVO”. Pero quien escribe esta lectura desconfía enormemente de esa supuesta novedad. Si, es cierto.
El producto que acaba de salir a la venta es nuevo. Tiene una apariencia nueva. Un color nuevo, una forma
nueva y, especialmente, tiene un nombre nuevo. Pero para ser sinceros, dicha novedad no es real, o por lo
menos, no es completa. Se podría decir que lo novedoso está solamente en lo superficial, ya que el aspecto
más importante de estos aparatos electrónicos tan avanzados es la forma en que funciona y las nuevas
aplicaciones (o utilidades) que posee. Le pido que haga un esfuerzo de reflexión y de sinceridad y dígame
si la mayoría de estas novedades no son algo aparente y hasta insignificante. Muchas veces se ha visto que
inclusive, un sistema operativo como Windows ha cambiado en muchas ocasiones: pero de nombre
(expresado en números o códigos colocados al lado de la marca) y de apariencia (en cuanto a la barra de
herramientas de los programas de Office).

Algunos se valen de la atracción por lo novedoso o mejor dicho, de la toma decisiones equivocadas
de la gente por lo novedoso, para manipularlas y conseguir de esta manera muchos propósitos deshonestos.
EN ESTO ES LO QUE CONSISTE LA TRAMPA DE LA NOVEDAD. Aunque este hecho sea algo raro
para quien lea el texto, lo cierto es que es algo muy común en el campo de la publicidad, el mercadeo y la
política, desde hace muchos años. Es muy común que una empresa, al darse cuenta que uno de sus
productos ya no se vende tanto como antes, se ponga en contacto con las compañías de publicidad y
mercadeo para cambiar el logo de su marca. El logo, el cual es la representación gráfica que identifica a
todas las compañías y su marcas es algo muy importante para que los consumidores puedan identificar a
ambas. El logo o ilustración de una marca es lo que hace muy obvia la diferenciación entre Pepsi y Coca-
Cola. Inclusive casi nadie puede diferenciar el sabor de cada una de estas bebidas, pero hasta los niños que
todavía no saben leer pueden saber los dibujos y colores que distinguen a cada una.

Precisamente Pepsi ha utilizado esta táctica de la trampa de la novedad para lograr que se siga
vendiendo su producto y aumente su consumo. Desde hace más de un siglo ha cambiado continuamente el
logo de su marca. Algo muy diferente a Coca Cola, el cual muestra el mismo logo desde su creación
prácticamente sin modificaciones. Y si Pepsi ha utilizado este método en muchas ocasiones es porque
luego de cada cambio se ha dado cuenta que las ventas aumentan. Algo que también sucede poco tiempo
después de que sale un nuevo comercial de televisión de la compañía. Y lo importante a destacar aquí es
que el sabor de la bebida no ha cambiado para nada. El producto en sí sigue igual. El cambio es pues,
superficial. Se esfuerzan en modificar solamente la apariencia del envase. Y las personas caen en la trampa
de la novedad, porque se sienten atraídas a la bebida cuando en realidad lo que tomarán es lo mismo de
siempre.

Si pueden recordar todas las compañías que utilizan la misma táctica para hacer que se vendan más
sus productos pueden darse cuenta de que esta práctica está muy extendida. Otra modalidad en este sentido
no se concentra en la imagen de una marca sino en variaciones curiosas pero no totales de un alimento,
artículo de limpieza, etc. Muchas veces se ofrecen nuevos sabores o fragancias de marcas ya establecidas:
Siguiendo con la misma idea de los refrescos, hace algunos años Coca-Cola ofreció la opción de la bebida
con sabor a vainilla. Pepsi hizo otro intento esta vez ofreciendo tomar la bebida con un ligero sabor a
limón. Estas iniciativas se convirtieron en malas ideas que se eliminaron rápidamente, como también
fueron las ideas de Maltín Polar y Malta Regional, a quienes se les ocurrió agregarle un sabor a Colita,
Vainilla y chocolate a sus bebidas.

Pero otras ideas permitieron que algunos productos fueran más populares que la competencia. De
esta forma, otras compañías comenzaron a copiar y aplicar estas mismas ideas. Por ejemplo, el aroma de
limón y de otras frutas y flores en los detergentes; el sabor o color de las cremas dentales (que ofrecieron
gel azul en vez de crema blanca o las azules o rojas con rayas blancas). Quizás, la idea más difundida y
copiada sea la que ofrece productos Light: Refrescos, mayonesa, malta, y hasta chocolates se fabrican de
este tipo también para llamar la atención a las personas que cuidan su dieta. Pero siempre que el cambio
del producto no sea total se está aplicando la trampa de la novedad. En el caso del último ejemplo, no se ha
demostrado científicamente que estos productos sean totalmente light, o que ayuden a evitar la obesidad.
Y con respecto a los ejemplos de los anteriores párrafos, son cambios que en sí no son importantes para la
persona que compra el producto, aunque es un buen gancho para que ésta lo adquiera en las tiendas. Es
seguro que ni estas saben por qué prefieren productos con estos novedosos aditivos, porque este proceso
mental se hace de forma inconsciente.

Los políticos también utilizan la trampa de la novedad para que el pueblo vote por ellos, pero
también para que una vez que lleguen al poder mantengan su popularidad. Se la pasan inventando ideas
para poder ofrecer las mismas cosas pero envueltas en un nombre o características no solamente novedosas
sino además muy fuera de lo común, por lo que el resultado es, en algunos casos, hasta ridículo. Algunos
presidentes le han cambiado la bandera a su país, han modificado los símbolos patrios y hasta el nombre de
algunas las ciudades de su nación. Otros han llegado a cambiar el nombre a su país. La mayoría de estas
ideas no duraron mucho, pero en su momento lograron su propósito: mantener a las personas (sobre todo,
las más ignorantes) en la creencia de que si su gobernante hace cosas nuevas –importantes o no- es una
señal de que está haciendo cosas mejores. En otras palabras: si la apariencia de su país cambia, entonces
quiere decir que el país ha mejorado. En ciertos casos, la trampa de la novedad de los políticos tiene el
objetivo principal de distraer la atención de la gente para que no se fije en los errores de los gobernantes.
Es decir, una especie de cortina de humo psicológica.

Es curioso como también algunos alcaldes y gobernadores han cambiado el logotipo que identifica
a la alcaldía o gobernación que administran. Es decir, utilizan la misma estrategia que las empresas usan
para sus productos. Y esta acción es una de las primeras que realiza cada nuevo funcionario que ocupa su
cargo. Lo detestable de todo esto es que se comportan como si fueran dueños de una ciudad, provincia o
Estado, en vez de comportarse como lo que son: un servidor público que ha sido elegido para resolver los
problemas de los habitantes de estas ciudades y Estados.

La trampa de la Novedad se utiliza también con el eufemismo. Esto significa el cambiar una
palabra manteniendo el mismo significado, con el fin de disfrazar su sentido para engañar a las personas.
Por ejemplo, para tratar de no ofender a las personas viejas y así obtener su apoyo (el de los políticos), se
les llama “adultos mayores” o “juventud prolongada”. En vez de decir Negro o negra (raza) se dice
moreno, y ahora Afro-descendiente. En la escuela ya no se dice “Castigo”, ahora se dice “Sanción”. Todas
y otras nuevas palabras sirven para suavizar o cambiar el sentido de términos y hasta oraciones, como por
ejemplo: “Niños en situación de calle” (muchachos vagabundos y mendigos); “Malversación de fondos”
(el dinero que el pueblo le confía a los políticos para que lo gasten adecuadamente, pero en la práctica se lo
roban); “Tumor maligno” (cáncer); “Encargado de protección y pérdidas” (Vigilante); “Asesores y Agentes
comerciales” (vendedores).

Al caer en la trampa de la novedad uno se sumerge en una mentira. Se vive en la ilusión de que las
cosas son mejores que en la realidad. Es algo así como cuando algunas personas con baja autoestima
comienzan a hacerse demasiadas cirugías estéticas para verse aparentemente mejor. Estas formas de
sentirse mejor consigo mismo nunca serán válidas si quien las práctica no consulta un psicólogo para
aprender formas más inteligentes de convencerse a sí mismo de que se es una persona valiosa. No es la
manera más fácil pero si es la mejor, porque mientras que se cambie sólo nuestra apariencia seremos como
un objeto envuelto en un hermoso papel de regalo pero que al abrirse podría no gustar a mucha gente.

Prof. Roberto Rujano.

Potrebbero piacerti anche