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Convivencia social y convivencia escolar

Article · January 2006


Source: OAI

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2 authors:

Joan Subirats Miquel Àngel Alegre


Autonomous University of Barcelona Autonomous University of Barcelona
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Convivencia social
y convivencia escolar

CRESOL

La escuela es un espacio vivo, organizado en jerarquías y gobernado por normas, en el que reproducen las
distintas culturas que, a veces, transgreden los marcos normativos. Ante ello, la función docente precisa nuevos
esquemas de trabajo y los centros más recursos para reconducir la desafección escolar.

S
i queremos hablar de conflictos en nómico y social que se vienen sucedien-
JOAN SUBIRATS Y MIQUEL ÀNGEL ALEGRE los centros educativos, no pode- do desde hace unos años. Y todo ello
Profesores de la Universitat Autònoma de mos dejar de hablar de conflictos y tiene consecuencias muy significativas en
Barcelona (UAB) e investigadores del Institut problemas, fuera de esos mismos centros. ámbitos tradicionales de forja de los ele-
de Govern i Polítiques Públiques (IGOP, UAB). Las nuevas dinámicas escolares deben mentos y de los valores que acaban cons-
Correo-e: Joan.Subirats@uab.cat encuadrarse en los drásticos y vertigino- tituyendo los mimbres de la convivencia:
MiquelAngel.Alegre@uab.cat sos procesos de cambio productivo, eco- la familia, la escuela o el trabajo.

12 CUADERNOS DE PEDAGOGÍA. Nº359 MONOGRÁFICO } Nº IDENTIFICADOR: 359.001


monográfico

Nuevos retos para la escuela la “calle” puede no ser compatible con fías que se han ocupado de describir y
ser alguien en la institución educativa. comprender algunas de tales articulacio-
La escuela complementaba antes lo nes juveniles en determinados contextos
que otras esferas y otros ámbitos de so- escolares. De los Lads de Willis (1977) a
cialización también hacían. Las normas Culturas escolares, culturas las New Wave Girls de Blackman (1995),
de convivencia se aprendían en muchos adolescentes pasando por los Rem y los Swots de
sitios de una forma acumulativa. Ahora, Brown (1987), o los Fuck the World y los
exagerando, diríamos que la escuela se Que la institución escolar constituye un Stressed out Sweepstakes de French
ha ido quedando sola en esa labor. Me- espacio social cargado de normas y je- (1993); entre muchos otros, todos ellos
nor estabilidad familiar y más presión rarquías, y que a la vez está dotada de la representan ejemplos bien ilustrativos de
por alcanzar niveles de consumo que se función de transmitir (de manera más o cómo toman forma en el ámbito escolar
leen en clave de realización básica. Cre- menos explícita, de manera más o menos conjuntos de relaciones y culturas juveni-
ciente alejamiento de la esfera producti- “oficial”) unos determinados conjuntos les que acaban configurando grupos de
va o laboral como lugar de aprendizaje, de competencias, saberes, normas y va- iguales más o menos “resistentes” a la
de formación, de constitución del carác- lores jerárquicamente seleccionados, no cultura escolar. Pero el entorno escolar
ter. Inestabilidad familiar y precariedad es cuestión que corresponda demostrar no dibuja un territorio de sociabilidad ju-
laboral no son buenas bases en las que en este artículo. Autoridad (o autoritaris- venil o adolescente exclusivo para aquel
apoyar la labor formativa de los centros mo) docente y administrativa, reglamen- alumnado que lo experimenta en térmi-
educativos. No es extraño, pues, que tación de los tiempos (horario) y los es- nos de resistencia. Todos los adolescen-
esa falta de expectativas, ese ver la es- pacios, de los niveles, de los criterios de tes, sean cuales sean las actitudes que
cuela, por parte de muchos alumnos, agrupación, de las formas lícitas e ilícitas mantengan con respecto a la institución
como un lugar de aparcamiento forzoso de conocer, comunicarse, expresarse; exá- escolar, estructuran y significan de mane-
más que como una palanca de realiza- menes (más o menos formales), y otras ra dinámica y constante redes y espacios
ción posterior, acabe concentrando ten- formas de vigilancia, sanciones (premios de socialización ciertamente transcenden-
siones sin fin. Cuando, por otra parte, y castigos), etc. Todos ellos representan tes desde el punto de vista de su cons-
los propios profesionales ven con impo- instrumentos que visualizan el alcance de trucción identitaria.
tencia que sus recursos y sus habilida- estas normas y jerarquías (Bernstein, 1975; A su vez, el ámbito escolar representa
des se quedan cortos ante el tipo de pro- Foucault, 1998). un espacio vivo en la medida en que
blemas y dinámicas que atraviesan la Sin embargo, sería erróneo instalarse los jóvenes adolescentes se lo hacen
comunidad educativa en general, y en en la creencia de que la institución esco- propio, lo incorporan y significan en re-
especial los alumnos que se encuentran lar acomete funcionalmente y sin fisuras lación con el resto de las coordenadas
en plena adolescencia. estos objetivos y metodologías discipli- de sus mapas de referencia. Lo cual no
El aumento de la frustración y la de- narias. Bien al contrario: la gran mayoría debería hacernos perder de vista que,
safección escolares es, por tanto, clave de los alumnos y alumnas son, de una de la misma manera que los jóvenes se
para entender ese incremento de los forma u otra, conscientes de que se es- apropian de los significados de otros te-
conflictos y del deterioro de la conviven- colarizan en un territorio marcado por re- rritorios y espacios (el tiempo libre, las
cia en los centros; no hay expectativas glas y normas más o menos manifiestas, relaciones familiares, etc.), las geografías
de futuro claras, ni referentes aceptados y leen su presencia obligatoria en la es- de estas apropiaciones escolares tienen
que relacionen esfuerzo y éxito social, y cuela en términos de las renuncias que lugar en el marco de presiones estruc-
se produce una creciente distancia en- frecuentemente les supone. turales diversas (Bonal et al., 2005): la
tre modos de operar juvenil y modos de Conviene no olvidar que también en estructura social (y los efectos de las
operar de las personas adultas. La es- la escuela se articulan penetraciones de desigualdades por razón de clase, gé-
cuela no sólo recoge y reproduce las de- las culturas adolescentes, que también en nero, etnia, edad, etc.), la regulación de
sigualdades sociales, sino que además la escuela nos encontramos con relacio- la condición juvenil, las normativas pro-
transforma los problemas escolares en nes, amistades, enemistades, aproxima- piamente escolares, la autoridad docen-
problemas de personalidad, y la propia ciones, distanciamientos, transgresiones, te, etc.
selección, en algo que puede hacer per- sentimientos, emociones, racionalidades,
der el respeto por uno mismo. La escue- luchas, solidaridades, etc. de unos indivi-
la puede convertirse, así, en la represen- duos que forman y reforman, en el de- Disciplinas e indisciplinas
tación concreta de un mundo que los curso de tales experiencias, sus posicio-
excluye, y pueden, entonces, jugar a ser nes y disposiciones tanto en el campo En definitiva, cada vez con mayor in-
“malos”, “rebeldes”, “inadaptados”, cas- escolar como en el contexto general de tensidad podemos encontrar en la esfera
tigando a los que representan ese mun- lo que podríamos denominar “las geo- escolar penetraciones de las culturas ado-
do que se les niega: profesores, insta- grafías adolescentes” (Alegre, en prensa). lescentes. En ciertas circunstancias dichas
laciones o los propios compañeros que En resumen, la escuela no es tan sólo un penetraciones coexisten con la cultura y
no se pliegan a esa posición de disidencia. espacio de socialización, representa tam- reglas escolares. Incluso algunas opcio-
De esta manera buscan, quizás, recuperar bién un terreno de sociabilidad. nes pedagógicas abogan por formas de
un reconocimiento que se les niega por Del alcance de dicha constatación nos aproximación y convivencia entre la cul-
las vías convencionales. Ser alguien en informan numerosos estudios y etnogra- tura educativa y las culturas juveniles que

{ Nº359 CUADERNOS DE PEDAGOGÍA. 13


aparecen en las aulas. En otras circuns- ción escolar, como, consiguientemente, tido y articulados según valores y nor-
tancias, las culturas adolescentes hacen el hecho de sentir la escolarización obli- mas opuestos a los de la institución
acto de presencia en la escuela provocan- gatoria como un proceso innecesario y escolar. Las estructuras de sentido y las
do, transgrediendo en mayor o menor engañoso. Todo ello explica el extraña- formas culturales que se despliegan en
medida, sus marcos normativos. Habla- miento con respecto a las prácticas y a esos “espacios de huida”, principalmen-
mos en tales casos de manifestaciones los valores que pretende incentivar la es- te escenarios del ocio, aunque también
actitudinales de indisciplina y contesta- cuela (hábitos de estudio, motivación en el ámbito de las primeras experien-
ción normativa, muy ligadas a expresio- para el aprendizaje, esfuerzo, etc.), así cias laborales, chocan cuando entran en
nes prototípicas de ciertas formas cultu- como el escepticismo en relación con contacto con un espacio escolar pro-
rales juveniles. sus promesas instrumentales
La contestación a las normas, y las ac- (preparación para la
titudes de indisciplina que de ella se de- vida cotidiana, ex-
rivan, responden a perfiles y a razones pectativas de
diversas. No todas significan lo mismo,
no todas se ejercitan con igual fuerza e
intensidad. Podríamos pensar en dos ti-
pos generales de mal comportamiento,
que a menudo el profesorado confun-
de, dificultando, así, la correspondiente
adopción de estrategias pedagógicas
adecuadas.

La resistencia
Las actitudes denominadas “de resis-
tencia escolar” acostumbran a asociarse
a un conjunto de disposiciones que in-
cluyen tanto el descrédito de los valores
instrumentales y expresivos de la institu-

estudios postobligatorios, fundamente desprestigiado. Es en este


expectativas de inserción sentido que sus actitudes demuestran
laboral, movilidad social ser algo más que meras gamberradas.
ascendente, etc.). Si son resistencia es porque consiguen
Los autores de tales reducir los valores y las normas de refe-
transgresiones son, más rencia del mundo escolar, consiguen de-
a menudo de lo que po- sactivar los mecanismos que la escuela
damos pensar, perfecta- tradicionalmente ha dispuesto para fi-
mente concientes del re- jar los límites de lo pensable y de lo
sultado previsible de sus posible en las actitudes de los jóvenes
actitudes y al mismo tiem- adolescentes.
CRESOL

po disponen de espacios No obstante, contrariamente a lo que


de huida llenos de sen- acostumbramos a pensar, no siempre son

14 CUADERNOS DE PEDAGOGÍA. Nº359 }


monográfico

disposiciones irreversibles. Algunos de es- Asimismo, el conjunto de actitudes de- mundo adolescente, que no traten, en
tos alumnos, en determinadas situacio- signadas como “gamberrismo” son a me- vano, de imponer valores y moralinas de
nes, transforman sus actitudes, sus com- nudo interpretadas en clave de inmadu- carácter “adultocéntrico”. Profesores y
portamientos y sus discursos. Múltiples rez o infantilismo por parte de aquellos profesoras se ven, por ello, llevados a
ejemplos de dichas transformaciones nos alumnos (frecuentemente, chicas) que, adoptar “estrategias de adaptación”
los proporcionan los relatos de algunos desde posicionamientos de mayor ma- (Pollard, 1984), incluso de “superviven-
jóvenes a los que el hecho de haber repe- durez y centralidad, concluyen que mu- cia” (Woods, 1977), tanto para hacer
tido curso les ha facilitado cambiar el chip. chos de los chicos que mantienen estas efectiva la gestión del aula como para
La resistencia frecuentemente viene conductas al fin y al cabo no hacen otra implicar a sus alumnos y alumnas en el
acompañada de conductas de gambe- cosa que “hacer el tonto”. Son, en todo mismo proceso de instrucción. En caso
rrismo que pueden ser más o menos ex- caso, referencias más a travesuras que contrario, se pierde autoridad significati-
tremas, más o menos llamativas, pero el a actos de manifiesta transgresión. va y los alumnos “se rayan”; esto es, se
gamberrismo no siempre implica la pre- cansan, bloquean y en ocasiones se en-
sencia de disposiciones de resistencia en frentan al profesorado.
su base. A menudo, el gamberrismo se Las dudas del profesorado En resumen, no sólo se espera del pro-
traduce simplemente en ciertas mues- fesor que sea comprensivo con respecto
tras de indisciplina, intentos con frecuen- A ojos del alumnado (así como de sus a las dificultades de aprendizaje de algu-
cia irreflexivos de traspasar los límites y familias), la cultura escolar se hace visible nos de sus alumnos; su comprensión de-
disfrutar de la excitación y del riesgo básicamente a través de la figura de pro- be abarcar también la sensibilidad nece-
que ello comporta. Veámoslo. fesores y profesoras. Dejando a un lado saria para aproximarse a los valores e
las dificultades que supone para el profe- intereses de los jóvenes estudiantes. Y
El gamberrismo sorado la exigencia de armonización de conviene en todo caso saber establecer
Los actos de provocación que prota- los principios de igualdad y universalidad esta sintonía, midiendo el uso de los có-
gonizan algunos alumnos no son en ab- con relación a la diversidad, interesa aquí digos adecuados, para no acabar pasán-
soluto nuevos en la vida de las escuelas. dejar constancia de cómo los jóvenes dose de enrollado.
Ante el aburrimiento, el cansancio y la evalúan a sus profesores y profesoras y de
desidia que frecuentemente provoca el cómo interaccionan con ellos y con ellas.
transcurso rutinario de las clases, algu- Son múltiples y diversos los baremos a Conclusión: aperturas y
nos alumnos buscan formas de entrete- partir de los cuales los jóvenes estudian- aproximaciones
nimiento a través, precisamente, de la tes valoran al profesorado: competencia/
ruptura momentánea de los ritmos ins- incompetencia, enrollados/ autoritarios, Llegados a este punto, cabría esperar
tructivos. Hablar en clase, pasarse notas, accesibilidad/hermetismo, arbitrariedad/ ciertas reflexiones finales susceptibles de
incordiar a los profesores, causar peque- no arbitrariedad, plastas/no plastas, pa- orientar posibles estrategias prácticas di-
ños desperfectos en el mobiliario, etc., cientes/impacientes, justos/injustos, jóve- rigidas a paliar los efectos de la desafec-
son formas, todas ellas, que pueden in- nes/viejos, etc. Muchos de estos criterios ción escolar en los centros educativos.
terpretarse en este sentido, sin que por son viejos compañeros de viaje de aque- Tal ejercicio difícilmente puede aquí ir
ello hayan de ir necesariamente vincula- llos profesores y profesoras más o menos más allá de la anotación de algunas lla-
das a actitudes antiescuela o de resisten- sensibles a las críticas a su trabajo for- madas de atención organizadas en tres
cia. Al mismo tiempo, no tratan única- muladas por parte del alumnado. Ahora niveles.
mente de procurar ciertos momentos de bien, volviendo al significado del proceso En un primer nivel, parece indiscutible
diversión, sino que también se explican general de penetración de las culturas que la función docente necesita de nue-
en función de la búsqueda de distinción adolescentes (no tan sólo de sus mani- vos esquemas de trabajo. Las significati-
en el grupo por medio de la demostra- festaciones más transgresoras) en la esfe- vas penetraciones de manifestaciones de
ción de capacidades de atrevimiento. ra de la cultura escolar, conviene decir las culturas adolescentes en las aulas –sin
Abundando en esta última constata- que tal proceso ha ido progresivamente mencionar otros procesos como la pro-
ción, cabe decir que tanto el gamberris- acentuando la trascendencia de nuevas gresiva multiculturalización de las aulas–
mo como el mantenimiento de actitudes fórmulas para juzgar a los docentes, a la plantean al profesorado nuevos retos de
de resistencia actúan como marcadores vez que reorienta aquellas que hasta aho- comprensión y aproximación significati-
de fronteras, entre aquellos jóvenes que ra eran interpretadas como más típicas. va. Ser sensible a los juegos y a los sig-
“la lían” y aquellos otros que se toman Los adolescentes cada vez con mayor fre- nificados de tales manifestaciones y a su
las clases con mayor seriedad, entre aque- cuencia juzgan a sus profesores conside- valor en el campo de las geografías ado-
llos que pasan y aquellos que no pasan. rando su voluntad y su capacidad para lescentes ha llegado a ser en muchos
Esta marcación proporciona a unos y a hacerse respetar, teniendo en cuenta, al casos condición necesaria para gestionar
otros signos para interpretar posiciona- mismo tiempo, la idiosincrasia cultural de eficazmente las dinámicas normativas y
mientos más amplios de transgresión-nor- la adolescencia. disciplinarias en las aulas. Paradójica-
malidad en el seno de las geografías ado- Un buen profesor debe saber conectar mente, es la manera de poder llegar a
lescentes, continuidades con prácticas, con su alumnado. Se espera de los do- ser respetado.
gustos y discursos de unos y otros en centes que sean sensibles a las lógicas, En un segundo nivel, parece también
territorios no escolares. a los intereses y a las racionalidades del claro que no todo se reduce al fomento

{ Nº359 CUADERNOS DE PEDAGOGÍA. 15


respuestas a los problemas sociales
no presentaba mayores problemas.
Lo que era fraccionado en la Ad-
ministración se recomponía social-
mente o familiarmente. El proble-
ma es que ahora la fragmentación,
la individualización y la heteroge-
neidad predominan sobre la esta-
bilidad y la articulación. Y tenemos
respuestas, políticas, profesionales
divididos y especializados, cuando
los problemas con los que se en-
frentan exigen cada vez respues-
tas lo más articuladas posibles. Se
necesitan respuestas integradas a
problemas integrales. Volviendo
CRESOL

a nuestro centro de atención, tal


enfoque pasaría por tratar de sin-
tonizar la acción educativa de las
escuelas con el tejido social y co-
munitario del que forman parte (y
del que reciben sus conflictos), sin
la complicidad del cual los centros
de ciertas habilidades empáticas en el fueron planteando desde mediados del educativos no tan sólo pierden capaci-
desarrollo de la función docente. Los siglo pasado, fueron institucionalizándo- dad de incidencia real, sino también
mismos centros, sobre todo de Secun- se de una manera segmentada y espe- legitimidad en sus actuaciones (Su-
daria, necesitan más y nuevos recursos cializada: sanidad, educación, vivienda, birats, 2003). Si la educación no es úni-
para tratar de reconducir las situaciones servicios sociales, etc., con colectivos camente enseñanza escolar, entonces
de desafección escolar que se les pue- profesionalizados para cada una de esas conviene orquestar instrumentos que
dan plantear (particularmente cuando tal políticas. Mientras se mantenían suficien- permitan armonizar el papel que des-
desafección adquiere perfiles de resis- tes núcleos de articulación colectiva, de arrolla la totalidad de los agentes edu-
tencia escolar). De hecho, es inexacto afiliación social, esa fragmentación de las cativos pensables.
que dichos recursos resulten siempre
“nuevos”. No son pocos los institutos de
Secundaria que en los últimos años han
desarrollado lo que podríamos denomi- para saber más
nar “estrategias de visualización y fo-
mento de los valores instrumentales de
la escolarización”. Trabajando coordina- Alegre, Miquel Àngel (en prensa): Geografies adolescents a secundària. Barcelona Se-

damente con sus ayuntamientos, entida- cretaria General de Joventut, Generalitat de Catalunya (col. Estudis).
des sociales, empresas, etc., han sido Bernstein, Basil B. (1975): Class, Codes and Control, vol. III: Towards a Theory of Edu-

capaces de implementar programas de cational Transmissions. Londres: Routledge & Keagan Paul.
adaptación curricular que han permitido Blackman, Shane J. (1995): Youth. Positions and Oppositions: Style, Sexuality and

a un buen número de jóvenes adoles- Schooling. Aldershot: Avebury Press.


centes (estudiantes que de otra forma Bonal, Xavier et al. (2005): Apropiaciones escolares. Usos y sentidos de la educación obli-

hubieran abandonado la escolarización gatoria en la adolescencia. Barcelona: Octaedro.


obligatoria) recuperar su adhesión hacia Brown, Phillip (1987): Schooling Ordinary Kids: Inequality, Unemployment and the New

el sistema educativo. Estas intervencio- Vocationalism. Londres: Tavistock.


nes han repercutido positivamente en la Foucault, Michel (1998): Vigilar y castigar. Madrid: Siglo XXI.
▲ ▲

convivencia en las aulas y centros esco- French, Thomas (1993): South of Heaven: Welcome to High School at the End of the
lares. Hasta qué punto tales desarrollos Twentieth Century. Nueva York: Pocket Books.
deben orientarse desde criterios de es- Pollard, Andrew (1982): “A model of classroom coping strategies”, en British Journal of

pecificidad, incluso de segregación, es Sociology of Education, vol. 3, n.º 1, pp. 19-37.


aún un debate abierto. Subirats, Joan (coord.) (2003): Més enllà de l’escola. Transformacions socials i noves dinà-

Finalmente, en un tercer nivel, nos en- miques educatives i professionals. Barcelona: Mediterrània (col. Polítiques, 37).
contraríamos con el marco general de las Willis, Paul (1977): Learning to Labour. Sussex: Saxon House, Teakfield Ltd.
▲ ▲

políticas públicas. Tradicionalmente, las Woods, P. (1977): “Teaching for survival”, en Woods, P. y Hammersley, M. (eds.): School
políticas educativas y sociales, respon- Experience. Explorations in the Sociology of Education. Nueva York: St. Martin’s Press.
diendo a las nuevas demandas que se

16 CUADERNOS DE PEDAGOGÍA. Nº359 }

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