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Antonio Machado y la generación del 98

A fines del siglo XIX, a medida que los Estados Unidos potenciaron poco a poco sus propios
fuerzos militares en ultramar, España no estaba preparada para afrontar la terrible amenaza
militar de perder las últimas colonias. En el año 1898, a causa de la falta de plena planificación y
la excesiva confianza en la victoria, la escuadra española, antes invincible, fue derrotada
sangrientamente por la emergente potencia norteamericana en las Antillas ( Cuba y Puerto Rico ),
y las Islas Filipinas.

En aquel entonces, aunque el gobierno español todavía poseía las capitales de La Habana,
Manila y San Juan de Puerto Rico, y solicitó la mediación por parte del gobierno francés para
cese de las hostilidades. España tenía que renunciar a toda pretensión de soberanía y derechos
en Cuba y ceder Puerto Rico a los Estados Unidos como indemnización por daños y
perjuicios, mientras el ejércitos estadounidenses ocupaban la ciudad, bahía y Puerto de Manila,
hasta que se llegara a una conclusión satisfactoria del tratado de paz.

Frente a la increíble decadencia del Imperio español y el tratado oprobioso, un grupo de


escritores dirigidos por Unamuno, Ganivet y Azorín lanzaron un movimiento literario que aspiraba
a reformar la sociedad y la cultura española, expresando el anhelo más profundo para la
regeneración en la ideología, economía y en la política españolas. Este movimiento, que empezó
una nueva etapa literaria en España, es conocido como “ Generación del 98”, o “ movimiento
noventayochista “.

La primera de estas fechas marca la pérdida de las últimas colonias españolas y, en términos
generales, el final del largo periodo de declive iniciado en el siglo XVII. Un amplio grupo de
escritores reaccionaron ante este hecho, indagando en sus causas e intentando buscar remedios
para la regeneración de España. Fueron conocidos como la Generación del 98 e incluyen entre
ellos a algunas figuras literarias de importancia. Sus actividades, sin embargo, no estaban
limitadas a la literatura, sino que se extendían a los campos de la ciencia, la medicina, la historia y
el ensayo.

La Generación del 98 estaba casi obsesivamente preocupada por lo que se llamó el «problema
español», y de esta manera redescubrieron la belleza del sobrio paisaje castellano y desarrollaron
una considerable renovación estilística evitando la característica retórica del siglo XIX.

Algunos miembros de esta generación alcanzaron un renombre auténticamente universal, como


es el caso del vasco Miguel de Unamuno, el cual, en su Sentimiento trágico de la vida, anticipa
las reflexiones y los temas básicos del existencialismo. Otro vasco, Pío Baroja, el gran novelista
del realismo, narra con tal simplicidad, naturalidad y dinamismo que no es sorprendente que
Hemingway lo proclamara su maestro. El valenciano Azorín cantó con sensibilidad impresionista a
la serena Castilla y a sus gentes, a la «belleza de lo cotidiano».

El gallego Ramón María del Valle Inclán dio musicalidad a la prosa española, primero desde una
estética modernista y, más tarde, en un expresionismo español conocido como «esperpento». El
andaluz Antonio Machado inició la poesía española contemporánea mezclando la seriedad
reflexsiva, la profunda meditación temporal y motivos cívicos, con el simbolismo. En esta misma
línea sentimental surgió la poesía del premio Nobel Juan Ramón Jiménez, que evolucionó con el
tiempo, llevado por el perfeccionismo, hacia un lirismo más profundo, abstracto y complejo.

Viviendo en aquel período histórico tan turbio y agitado, el joven Antonio Machado también
intentaba contribuir algo a la regeneración al país. “ Antonio Machado es un típico poeta del < 98
>, caso curioso de esa fuerza centripetal de la literatura de principios del siglo, la cual convocó a
españoles dispersos en los puntos más distantes de la peninsula: a un vasco, como Unamuno; a
un gallego, como Valle-Inclán; a un levantino, como Azorín; a un sevillano, como Antonio
Machado, para ponerlos a todos bajo la enseña de lo español y el encendido entusiasmo por
Castilla. Castilla, desde el punto de vista literario, ha sido crisol hispánico. < Mi infancia son
recuerdos de un patio de Sevilla…>, < Mi juventud, veinte años en tierra de Castilla >. Así dice el
poeta en su Autorretrato ( Campos de Castilla, 1912 ) y lo que dice sí podríamos nosotros
reiterarlo en su poesía.

Antonio Machado reflejó principalmente su propia ideología y su asimilación de la mentalidad de


la Generación del 98 en su segunda obra, Campos de Castilla. Aunque es un poemario que canta
al hermoso paisaje de Castilla en Soria, algunos poemas como < El mañana efímero >, < Una
España joven >, < España en paz > nos presentan, las profundas meditaciones del poeta sobre el
futuro de la patria y su fidelidad al espíritu del 98. Al mismo tiempo, notamos también la
inspiración artística y el anhelo de resurgimiento de la patria en aquel período catastrófico, en la
evocación de algunos grandes escritores contemporáneos tal como Al maestro.

Rubén Darío, A la muerte de Rubén Darío o A don Miguel de Unamuno. La estética del 98
informa ciertos poemas de Campos de Castilla. Más, en otros muchos aspectos de este libro y de
su personalidad, Machado muestra una diversidad y una complejidad de su inspiración y de sus
aspiraciones astísticas o morales que correrían el riesgo de quedar ocultas en una lectura
demasiado unívoca.

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