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Coloquio Interinstitucional de estudiantes de Patrología

La configuración de la Eucaristía como el centro y culmen de la vida cristiana se ha dado a


través de los siglos, pero hay que dejar claro que no es el correr de los siglos lo que le da a la
Eucaristía su importancia dentro de la vida de la comunidad cristiana que se llama Iglesia.

Ciertamente la Eucaristía es propia de la vida de la Iglesia por ser la mesa del perdón, la de
los pobres, la de la caridad y la de la palabra. Toda la vida espiritual y la doctrina del Salvador en un
solo sitio y a la que se unen todos los sacramentos. Para obtener una imagen de la Eucaristía en
toda su plenitud, debemos empezar donde todo la comenzado: el Vetero Testamento; en él, aunque
en los textos que sé citaran hay que tener claro que no hay una clara referencia al banquete de la
carne del Salvador, sí se puede entrever las prefiguraciones que de ella se dan.

La ofrenda del justo Abel1, es la aceptación de los dones ofrecidos a Dios, pero más
elocuente ha sido el derrame de su sangre, de esta manera, Cristo ha ofrecido su vida y derramado
su sangre. El sacrificio de Abraham a quienes las tres grandes religiones llaman el “padre de la fe”,
Dios le pidió la suprema prueba de fe, sacrificar a su Hijo2. La entrega generosa de Abraham y de
Isaac es prefigura del ofrecimiento de la Iglesia al Padre de una sola víctima.

El sacrificio de Melquisedec, sacerdote del Dios Altísimo3, su imagen se resalta de manera


particular en la carta a los Hebreos4 para presentar a Jesucristo como el único y eterno sacerdote.
La pascua5, el banquete de la salida y el recuerdo del fin de la esclavitud también se constituye en
una prefiguración de la Eucaristía, Jesucristo el nuevo cordero inmolado, se dispuso a celebrar la
institución de la Eucaristía cuando los judíos se preparaban para celebrar la pascua. El maná y el
cordero expiatorio, también son prefiguraciones de la Eucaristía, Pan de Vida y Cordero Inmolado.

El pan para el camino de Elías6, que le sirvió para caminar cuarenta días hasta el Horeb para
contemplar la gloria de Dios, es una prefigura de la Eucaristía, que se constituye para la Iglesia el
Pan de Vida que le permite a la Iglesia caminar por el valle de lágrimas; en otras palabras, la
Eucaristía como viatico para el viaje del pueblo santo de Dios. También tiene un paralelo con el
banquete final de Isaías7, un banquete escatológico muy parecido a los de las parábolas de Jesús en
el Nuevo Testamento.

Terminado la mirada Vetero Testamentaria, es momento de centrar la mirada en la “Buena


Noticia de Jesucristo”. Los Evangelios se despliega la imagen de Jesús como el verdadero Esposo8
que se ha unido a su Esposa dándole a comer su cuerpo y su sangre. Además, Jesús ha abierto las
puerta de la mesa a los pecadores, publicanos y prostitutas, él ha venido a la buscar lo que estaba
perdido, no lo que estaba sano.

1
Sagrada Biblia. Traducido de la Vulgata Latina por José Miguel Petisco. Génesis 4, 4-5. 9na Edición. Madrid:
Editorial Apostolado De La Prensa, 1964.
2
Ibíd. Génesis 4, 4-5.
3
Ibíd. Génesis 14, 18-20
4
Ibíd. Hebreos 7-8.
5
Ibíd. Éxodo 12.
6
Ibíd. 1 Re 19, 1-8.
7
Ibíd. Isaías 25, 6-10.
8
Ibíd. Juan 3, 27-30
La multiplicación de los panes y el discurso del Pan de Vida9 son los más elocuentes para
descubrir los misterios de la Eucaristía. El discurso del Pan de Vida, ya habla de la Eucaristía de
manera amplia, lo que motiva a Juan a no narrar la institución de la Eucaristía. Los que efectos que
Jesús describe en su discurso del capítulo seis, se pueden aplicar también a la Eucaristía, estos dos
frutos son, el primero es la compenetración o inmanencia y el segundo la inmortalidad.

El lavatorio de los pies10, aunque no dice nada explícito de la Eucarística si se resalta el hecho
del día, un suceso ocurrido el día antes de la pascua y ya se ha explicado anteriormente la relación
de la pascua judía con el banquete Jesucristo. Éste es el sentido profundo de la Eucaristía: servicio y
amor hasta el extremo. Después de su resurrección, el relato de los discípulos de Emaús11 tiene una
estructura primigenia de la Eucaristía; a saber, narración de acontecimientos (Evangelio),
Explicación de la Escritura (Homilía) y fracción del pan.

En la doctrina de los Santos Padres y de las primeras comunidades cristianas, la Eucaristía


el alimento y viatico, la fuerza que une y reúne a la comunidad en la mesa de la Palabra y la mesa
de la Eucarística. Nadie se puede acerca a ella sin una debida preparación, sin estar totalmente
limpio. A la Eucaristía se accede únicamente después de estar bautizados y se comulga de una
manera especial el día de la vigilia pascual, como oblación perfecta presentada por medio de los
obispos sucesores de los Apóstoles.

Los domingos eran los días privilegiados para recibir la comunión, a la que se recomiendo
recibirla propiamente de manos del obispo. Con el trascurso de los siglos la Eucaristía se fue
volviendo mucho más privado, menos del pueblo. En los inicios de la edad media el pueblo intenta
recuperar la Eucaristía por medio de devociones particulares, incluyendo el Corpus.

En el Concilio de Trento las bases de la Eucaristía permanecen inamovibles, pero si se


compila un único misal con las rubricas que a través de los siglos se fueron añadiendo. Lo cierto es,
que el Concilio de Trento crea una barrera infranqueable que defiende la transustanciación de las
especies del pan y vino que se hacen presencia del Verbo, esta tesis fue levantada enérgicamente
como estandarte contra la fracción protestante.

El Concilio Vaticano II, devuelve la Eucaristía al pueblo, teniendo como base las
declaraciones de Trento, el concilio ordena una revisión minuciosa de todo lo agregado que no
pertenezca a la plenitud del misterio Eucarístico.

Conclusiones

La Eucaristía sigue presentado un reto para la Iglesia post-conciliar, un reto de inculturación,


entendimiento, luz y fuerza de la que ha de vivir toda la vida cristiana. Buscar y ahondar en las bases
bíblicas, patrísticas y magisteriales de la Eucaristía es acercarse prontamente a la fuente de la cual
sale toda la vida de la Iglesia y de su misión profética dentro del mundo, la misión de la santificación
y la Evangelización, el reinado de Jesucristo y su alimento escatológico.

La Iglesia, Madre y Maestra de toda la humanidad debe caminar a una educación propia de
la Eucaristía que haga comprender el hondo misterio encerrado en el banquete pascual, anticipo

99
Ibíd. Cf. Marcos 6, 33-44; Juan 6, 23-52.
10
Ibíd. Juan 13, 1-20.
11
Ibíd. Lucas 24, 13-35.
del cielo y viatico escatológico que prepara para el encuentro definitivo con la Promesa de la
Inmanencia y la inmortalidad.

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