Arqueología como ciencia social: apuntes para un enfoque teórico-
epistemológico Myriam Alvarez y Danae Fiore En los últimos tiempos la arqueología se ha visto sacudida por un debate teórico acerca de los diversos enfoques utilizados en su seno. El mismo implicó un replanteo sobre los límites y alcances de la explicación en arqueología, el tema de la validación, la importancia del contexto en el surgimiento de una teoría y en definitiva los objetivos últimos que cada teoría le atribuye a la arqueología como ciencia. El objetivo de este trabajo consiste en el planteo de ciertas perspectivas de análisis desde un enfoque social de la arqueología profundizando algunos elementos de nivel teórico epistemológico planteados por varios investigadores.
La arqueología y la realidad: dos premisas
En toda perspectiva teórica subyace una idea de lo que entendemos por ciencia y por lo tanto de su concepción con la realidad, lo cual se vincula de manera directa con la labor concreta del científico. En ese sentido la autora postula dos premisas La primera consiste en concebir la realidad como una entidad objetiva y material, lo que implica que es independiente de las conciencia de los hombres. Esto significa que todos los procesos que le dan origen a la realidad existen con independencia de las ideas que los seres humanos formen de ellos. De esta condición material se desprende la segunda premisa, caracterizada por el movimiento. La propia constitución atómica de la materia implica un constante devenir energético. La existencia objetiva del universo se manifiesta como existencia de materia en movimiento, más aun la materia y el movimiento son de tal manera inseparables que no existe materia inmóvil, ni tampoco existe movimiento inmaterial.
La arqueología como ciencia
Cuando hablamos de ciencia nos referimos, en términos generales, a una forma de conocimiento representativa del pensamiento del ser humano. Desde esta perspectiva de abordaje de la realidad, se considera a la arqueología como una ciencia dado que se aboca al estudio de una porción de la realidad –restos dejados por sociedades pasadas- mediante la aplicación de teorías, métodos y técnicas que posibilitan un desarrollo sistemático del proceso de investigación. Una teoría es conjunto de principios que brindan explicaciones sobre una porción de la realidad. En cuanto al método, es un referente que permite garantizar el desarrollo de procedimientos validos desde un punto de vista lógico para constrastar nuestras teorías e hipótesis. Su rol es posibilitar el contacto entre la teoría y la realidad empírica, entre la explicación y lo explicado. Dicha contrastación, se logra a partir de la aplicación de una serie de procedimientos sistemáticos o técnicas que posibilitan la manipulación de determinados objetos o atributos. El conjunto de procedimientos y técnicas de análisis constituyen la metodología. Es importante destacar algunos aspectos. El primero de ellos es que la metodología resulta ser la instancia más independiente de la investigación, dado que muchas técnicas pueden ser utilizadas por varias ciencias y bajo distintos marcos teóricos. El segundo aspecto a destacar es el relativo a la existencia de diversos marcos teóricos dentro del seno de una misma ciencia, que se traduce en una amplia variedad de perspectivas de abordaje del objeto de estudio, así como en distintos recortes de la misma. Por último, el tercer aspecto se refiere a la vinculación entre distintas ciencias. La aplicación de una misma teoría general a distintos objetos de estudio, genera una semejanza conceptual entre ciencias por sobre la divergencia entre sus objetos de estudio, produciendo un mayor acercamiento. En este sentido, las autoras denominan teoría general al conjunto de postulados que conforman la base gnoseológica fundamental en la que se enmarca una postura científica, mientras que la teoría especifica se remite a la aplicación particular de dicha base a un determino objeto de estudio. El pensamiento científico se distingue, entonces, de otras formas me pensamiento dado que necesaria y continuamente somete sus postulados a verificación, buscando la interconexión entre los conocimientos adquiridos. Como ya se ha dicho anteriormente, la existencia de la realidad es en sí objetiva, dado que no depende de que ningún sujeto la piense ni de las explicaciones que sobre ella se formulen. Pero en lo que concierne a la objetividad de las explicaciones, la misma es una construcción históricamente determinada, lo cual implica que varía de acuerdo a las posibilidades de elaboración del pensamiento que tiene una sociedad en el momento en que dicho pensamiento es generado. Cada sociedad recorta diferentes zonas objetivas conforme a sus planteos y concepciones. Aun así, si bien las explicaciones de la realidad se encuentran históricamente determinadas, eso no implica que no puedan ser objetivas en términos de aproximarse a la explicación de la dinámica de la realidad. Esto se debe a que la objetividad no es una condición a priori, sino que se logra a partir del desarrollo completo de un proceso cognoscitivo.
La arqueología como ciencia social
Toda ciencia se aboca al estudio de una porción de la realidad, que es su objeto de estudio. Desde la perspectiva de las autoras, la arqueología se ocupa del estudio de las sociedades del pasado a partir de los restos materiales que las mismas produjeron durante el transcurso de su existencia. Es por ello que consideran a esta disciplina como una ciencia social, en tanto que las evidencias con las que trabaja forman parte de distintos momentos dela historia de la vida de los hombres. Lo que la diferencia de otras ciencias sociales es su forma de aproximación al objeto de estudio, ya que el conocimiento de las sociedades pasadas se logra a partir de una determinada clase de evidencia empírica diferencia a la de otras ciencias; se trata de elementos actuales que fueron resultado de actividades pasadas y que a su vez han participado en interacciones complejas desde su contexto de producción hasta el momento del hallazgo. También se diferencia de otras ciencias sociales por su metodología de recolección y procesamiento de la información. El objeto de estudio de la arqueología –realidad social del pasado- constituye entonces un recorte del mundo real, cuyas características le proporcionan una identidad propia y reconocible. En primer lugar, esta realidad puede ser denominada como social en la medida de que es producto del hombre, generada en su vinculación con otros y en interacción con la naturaleza. En segundo lugar, dicha interacción genera elementos previamente inexistentes, lo cuales le confiere una dimensión material a la realidad social. En tercer lugar, se originan reflejos activos en el pensamiento del hombre, que devienen en el desarrollo de niveles de conciencia y de presentación de la realidad. En este sentido, materia e idea son los elementos constitutivos, indisociables y simultáneos en todo proceso social, ya que las idea no existen sin un sustrato material que las genere. En dicho sustrato pueden reconocerse tres factores: a. El objeto material a conocer, que implica una realidad social, natural, física o química. b. El contexto histórico, realidad material de la cual provienen tanto los problemas planteados como las soluciones propuestas para los mismos. c. El propio cuerpo del hombre, que constituye en sí mismo una realidad material, a partir de cuyos sentidos se establece una interacción con el objeto a conocer.
El proceso de trabajo: una via de acercamiento a las sociedades del pasado
Las autoras consideran que es fundamental establecer los elementos que caracterizan a una sociedad y que resultan relevantes para la investigación arqueológica de la misma. Conciben que las sociedades humanas se distingan cualitativamente de otros componentes de la realidad ya que las mismas generan sus condiciones de vida por medio del proceso de trabajo. De esta manera, las actividades del hombre se alejan del mundo biológico para integrar el mundo social, ya que este, de manera consciente, forma en su mente imágenes de los fines para los cuales trabaja Por lo tanto, toda producción humana parte de un determinado proceso de trabajo, generando una determinada socialización de la naturaleza, es decir, una apropiación de elementos presentes en el entorno natural para transformarlos con el objeto de satisfacer distintos fines. En el desenvolvimiento de dicho proceso pueden distinguirse cuatro dimensiones: Una dinámica interna, que es el producto del movimiento universal de la materia. Se expresa a través de la puesta en marcha de una serie de actividades que consisten en la obtención, producción, uso y descarte de artefactos y/o ecofactos. Una estructura, conformada por elementos constitutivos o componentes del proceso de trabajo, que le confieren la identidad al mismo. Estos son: energía vital, materia prima, objeto de trabajo, herramientas, técnicas y producto nuevo. Una conexión con otros procesos, ya que el proceso de trabajo desplegado a partir de distintos materiales tiene como finalidad la producción de objetos que participaran en otros procesos de trabajo. Una particularidad, desarrollada a partir de que cada proceso asume siempre formas concretas. Esto implica que en la praxis existe ua gran variedad de procesos de trabajo dada no solo por el interjuego de las dimensiones anteriores sino también por su despliegue dentro de la realidad. Por otra parte el proceso de trabajo puede definirse de mediante las siguientes características: Surge a partir de las respuestas que el hombre le da a sus necesidades. Socializa a la naturaleza generando un entorno –la cultura- que posibilita la reproducción de la vida humana Esta socialmente organizado. Se produce a través de una práctica que genera pautas comunes a partir de las cuales se genera un contexto que les permite a los hombres abstraer una idea. Es transformable. Por ser un producto social, generado a partir del proceso de ensayo y error, el proceso de trabajo permite construir soluciones nuevas. Genera productos externos al propio proceso de trabajo. El trabajo en si es un proceso, pero los resultados materiales se vuelven “independientes” de la existencia del productos. Este factor permite, por una parte, el almacenamiento y la posibilidad de la acumulación de excedente, y por otra parte, el extrañamiento del productor con respecto al producto resultante, que pasa a formar parte del contexto material de la sociedad. Produce elementos bajo una dinámica específica, que le confiere ciertos rasgos al producto final, rasgos que permiten adscribir dicho producto a un determinado estilo. El estilo de un producto constituye entonces una característica distintiva de los productos sociales, y los diferencia cualitativamente de otras entidades reales: ningún producto de la naturaleza exhibe atributos estilísticos. También los desechos son reconocibles. Sus productos son reconocibles arqueológicamente. A partir de los rasgos que el propio trabajo deja en los objetos que produce, sus productos son distinguibles de todo elemento natural. Dadas estas características, podemos sugerir que todo artefacto, ecofacto o rasgo es el resultado de un determinado proceso de trabajo que se desenvuelve dentro de una particular esfera de producción. Esfera de producción se refiere al conjunto de actividades secuenciales, conocimientos y elementos materiales, involucrados al general determinados productos sociales en un tiempo y en un espacio específicos. Es decir, es el acotamiento del proceso de trabajo realizado con un determinado fin, en un determinado contexto histórico-social, a través de la articulación de sus dimensiones y características, que le proveen a cada esfera de producción una identidad propia. Esta visión nos permite entonces, distinguir diversas esferas de producción que se integran el seno de una sociedad determinada y discriminar los distintos productos sociales generados dentro de cada una de las esferas. En este sentido, podemos hablar, por ejemplo, de la existencia de una esfera de producción de la subsistencia en toda sociedad, más allá de los productos sociales que la integren como tal -caza, horticultura, etcétera-. Es decir que, sin introducimos en la gran variedad de productos que se generan en su desarrollo espacio-temporal concreto, dicha esfera de producción tiene una cualidad propia que posibilita su identificación como subsistencia. Sin embargo, toda esfera de producción se conecta en su desarrollo necesariamente con las demás, razón por la cual, resulta importante que, en el estudio de una determinada esfera se tomen en cuenta sus vinculaciones con el resto de las esferas para intentar una comprension más rica de la totalidad social. Un ejemplo de estas relaciones puede observarse en el Gráfico.
Realidad social y niveles de análisis
Para poder abordar los distintos procudtos sociales, las autoras reconocen diferentes niveles de análisis. Estos son las instancias abstractas mediante las cuales puede examinarse un producto social para dirimir los elementos que los componen y su funcionamiento entre si y con otros productos. Estos dependen del marco teorico desde el cual se formule la investigación científica. Los tres que las autoras reconocen son: Nivel económico: constituido por los objetos de trabajo, los medios de producción y la propia fuerza de trabajo de los hombres, incluyendo además a las relaciones de los hombres con los objetos, los medios de producción y los hombres entre sí. Esto ha sido denominado como el dominio estructural de una sociedad Nivel político: conjunto de estrategias, relaciones, roles e instituciones que regulan la dinámica de una sociedad. Este no debe ser confundido con la forma de gobierno de una sociedad. En efecto, así como la política no es reductible a la forma de gobierno, ya que se trata de una instancia que constituye la existencia de todo producto social, la forma de gobierno no es una esfera analizable exclusivamente desde el nivel político, ya que existen otros órdenes que la constituyen. Nivel ideológico: incluye el conjunto de conceptos y pautas necesarios para desplegar actividades dentro de una sociedad, es decir, abarca toda construcción del conocimiento y pensamiento humano. La ideología puede ser concebida como "la estructura conceptual por medio de la cual una sociedad representa -a través de un proceso de resignificaciones- su realidad". Las autoras señalas estos tres niveles como relevantes y operativos para el abordaje de las sociedades pasadas, porque al considerar la arqueología como una ciencia social, conciben que materia e ideas son siempre indisociables y simultaneas en toda realidad social. Ellas no ignoran la profunda integración entre los niveles que posibilitan el análisis de todo producto social, ya que estos niveles se corresponden con la mencionada materia (nivel económico) e idea (nivel ideológico y político). Sin embargo, esta distinción planteada no significa que existan productos únicamente ideológicos o económicos, por el contrario en todo producto social pueden distinguirse instancias económicas, políticas e ideológicas.
¿Cómo se ve en el registro arqueológico?
Desde el marco en el que se articula el trabajo, el registro arqueológico puede concebirse como el conjunto de datos que el arqueólogo registra a partir del análisis de la evidencia empírica. Esto implica que el investigador registra una serie de variables o propiedades que resultan relevantes para la resolución de un determinado problema, produciendo información sobre los materiales con los que trabaja. Ahora bien, es importante distinguir por un lado al registro arqueológico como una construcción del científico, y por el otro a la evidencia material, empírica, con la que el mismo opera, y que existe más allá de la labor del arqueólogo, ya que ha sido generada a partir de otros comportamientos humanos en el pasado. En síntesis, la distinción entre registro arqueológico y evidencia se corresponde con la distinción teórica entre pensamiento y realidad objetiva que se ha planteado al inicio del trabajo. Asumiendo la existencia de esta diferenciación, el eje de la pregunta planteada se desplaza: en primera instancia, el arqueólogo no "ve" al registro sino a la evidencia. El registro que el investigador realice a partir de la evidencia depende entonces del marco teórico en el que haya formulado sus problemas. Por lo tanto, el punto central de esta cuestión consiste en la manera en que se adecuan los postulados teórico-epistemológicos a los hallazgos arqueológicos, la formulación de preguntas que se consideren pertinentes para la interpretación del pasado, así como las alternativas metodológicas que utilicemos para registrar la información.