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UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR

FACULTAD DE INGENIERÍA EN GEOLOGÍA, MINAS, PETRÓLEOS Y AMBIENTAL

CARRERA DE INGENIERÍA DE PETRÓLEOS

FACILIDADES DE PRODUCCIÓN

NOMBRE: Bryan Gonzalo Espin Tixilema FECHA DE ENTREGA: 5/12/2018

PROFESOR: Ing. Atahualpa Mantilla CURSO: Sexto

TEMA: Consulta 27 “Caso SINGUE”

En julio de 2015, Focus denunció la entrega del campo petrolero Singue a la compañía Gente
Oil, representada por Silvana Pástor Tapia, hija del ex ministro de petróleos y actual embajador
en Viena, Austria, Wilson Pástor Morris. Los resultados económicos para la empresa creada
en Singapur y domiciliada en Qatar, al parecer fueron tan buenos -en medio de la crisis de
precios bajos que afecta al mundo- que ahora pretende la adjudicación de dos campos maduros,
conocidos como joyas de la corona.

En marzo de 2012, el entonces ministro de Recursos Naturales, Wilson Pástor Morris, autorizó
a la Secretaría de Hidrocarburos, la firma del contrato de Prestación de Servicios del “Bloque
Singue” con la compañía extranjera Gente Oíl Ecuador Pte. Ltd. constituida también en marzo
de 2012, cuya apoderada registrada es su hija, Silvana Pástor Tapia. Es decir Wilson padre
favorece con un contrato petrolero a una empresa de su hija: Gente Oil, entidad vinculada
además a la transnacional Ivanhoe y relacionada con empresarios qataríes, supuestamente
interesados en invertir en el bloque ITT y en la Refinería del Pacífico.

Para esa fecha, cuando los indicadores económicos del mundo advertían ya la caída del precio
del petróleo, como efecto de la recesión europea y el “fracking” impulsado por EE.UU para
recuperar petróleo y gas, Pástor cerraba la décima ronda Hidrocarburifero, disponiendo la
suscripción del contrato con Dygoil y Gente Oil Development Ecuador LLC., para la
exploración y explotación de petróleo en el “Bloque Singue“, con una tarifa de 33.50 dólares
por barril. El día de la firma de los contratos, Wilson Pástor Morris anunciaba las bondades de
su obra: una inversión de 130,3 millones de dólares durante los 20 años de vigencia, en los tres
campos (Singue, Ocano-Peña Blanca y Eno-Ron), un promedio de U$ 40 millones por bloque.
Según palabras de Pastor, el Estado tendría un beneficio de U$ 496 millones, un 90.2% de
participación en la renta petrolera, mientras las compañías recibirían un 9.8%. Pero las cifras
del Ministro solo quedaron en el papel, pues la caída del precio del petróleo desnudó la realidad:
el Estado quedó como un mendigo mirando a las compañías privadas llevarse el tesoro, sin
zafarse el nudo de la corbata. En un campo con reservas probadas, pozos perforados, en el cual
se requerían pequeñas inversiones, el haber establecido una tarifa descomunal de 33,50 dólares
por barril (U$/BL), rubro al que se debe sumar el costo de transporte, fue una decisión
perjudicial para el país, y configuraría el delito de peculado.
Los resultados saltan a la vista, considerando un precio del barril de 35 o 40 dólares, los
ingresos para el fisco son insignificantes o nulos. Debe subrayarse que esa tarifa se estableció
pese a que la Contraloría en su informe determinó que el costo promedio de producción durante
el período 2008, 2009, 2010 y 2011, era de 7,68 U$/BL, para los referidos campos marginales.
¿Cuál es la justificación para el considerable incremento?

Pocos meses después de asumir la operación con el nuevo contrato, Dygoil-Gente Oil, se
alcanzó una producción de 2000 barriles diarios, para el 2013 subió a 5000 barriles, el año 2015
se disparó a 7000, y se proyecta un incremento a 10 mil barriles diarios al finalizar el año. El
alto volumen de extracción cuestiona los parámetros técnicos y económicos establecidos
anteriormente en el referido campo.

Considerando un promedio diario de 7000 mil barriles, descontando el 25% de margen de


soberanía, la contratista recibe por pago de tarifa, U$ 175 mil dólares diarios, un aproximado
de U$ 64 millones anuales, mientras el Estado, sumando el costo de transporte, con un barril
de U$ 35, recibe 1 dólar por cada barril extraído; de cotizarse en U$ 40, la participación subiría
a U$ 6 por barril. El 90.8% de participación a favor del Estado ofrecido por Pástor, fue al revés,
acabó en los bolsillos de las contratistas, en este caso en la empresa manejada por su hija.

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