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I.P.

U SAN VICENTE El Bautismo en agua en el nombre de Jesucristo VISION 1000+

I. INTRODUCCION:
Se necesita cambiar de manera de pensar para poder cambiar de manera de vivir y comprender
las verdades espirituales que Dios tiene para nosotros. En la anterior lección aprendimos esto, al
referirnos al arrepentimiento como primer paso fundamental para la Salvación. En esta lección
aprenderemos una de esas verdades espirituales que Dios ha establecido para la Salvación del
hombre. Esa verdad o principio para ser salvo es el bautismo en agua en el nombre de Jesucristo.
La importancia de este paso para ser salvo es tan grande, que todo aquel que se convertía al Señor
en tiempos del nacimiento y establecimiento de la iglesia, era bautizado al instante. Desde el
momento en que Jesús lo mandó a practicar, hasta el instante en que los discípulos lo comenzaron
a ejecutar, podemos ver la importancia que tiene este paso para la salvación de los hombres.

II. ¿QUE ES EL BAUTISMO?


La palabra española bautismo proviene de la palabra griega “baptisma”, cuya idea y significado
es consistente con el proceso de inmersión, sumersión, y emergencia. El verbo bautizar proviene
de la palabra griega “baptizo”, cuya palabra se deriva de la raíz griega “bapto” que significa
mojar, empapar. Cuando el verbo bautizar se refiere al bautismo en agua, implica la idea de
inmersión, es decir el acto de sumergir a una persona bajo el agua.
En el Nuevo Testamento, el verbo bautizar se usa:
A. Para referirse al bautismo por agua (Mateo 3:6; Marcos 1:9; Hechos 2:41).
B. Para referirse al bautismo o venida del Espíritu Santo (Mateo 3:11; Marcos 1:8; Lucas
3:16; Juan 1:33; Hechos 1:5; 11:16).
C. Como una metáfora o comparación de los sufrimientos y la muerte de Cristo (Mateo 20: 22-
23; Marcos 10: 38-39; Lucas 12: 50).
D. Para las abluciones (lavados) o el lavamiento ritual de las manos (Marcos 7: 3-4; Lucas 11:
38). Este cuarto uso simplemente denota los lavamientos destinados a limpiar de impurezas
ceremoniales y no legitimiza el bautismo por derramamiento o rociamiento de agua.

La Escritura usa la palabra bautismo tanto para referirse al bautismo por agua como a la
muerte de Cristo (Mateo 3:7; 20:22)

III. EL SIGNIFICADO DEL BAUTISMO DE JUAN.


Antes de hablar del bautismo como un paso fundamental para la salvación, tenemos que hablar
del bautismo de Juan el Bautista.
A. ¿Quién era Juan el Bautista?
Juan 1:19-28 narra que cuando los fariseos vinieron para preguntar a Juan acerca de quién
era él, él les dijo “Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del
Señor, como dijo el profeta Isaías” (Isaías 40:3). Ante esta respuesta los fariseos le
preguntaron “¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?”, a lo
que Juan respondió nuevamente “Yo bautizo con agua; más en medio de vosotros está uno a

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quien vosotros no conocéis. Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del
cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado”.
Para comprender el significado del bautismo de Juan, tenemos que comprender cuál era la
misión o ministerio de Juan en la tierra. Al nacer Juan, su padre Zacarías profetizó que él
sería llamado “profeta del Altísimo”, y que él iba a “dar conocimiento de salvación a su
pueblo, para perdón de sus pecados” (Lucas 1:77) El mismo Juan se identifica a sí mismo
como “una voz que clama en el desierto” anunciada por Isaías, el cual tenía como propósito
preparar el camino del Señor. (Mateo 3:3; Marcos 1:2-3; Lucas 3:3-6).
Cuando la gente preguntaba acerca de quién era Juan, Jesús mismo les dijo en Mateo 11:7-
14, que Juan era el mensajero que venía a preparar su camino, afirmando aún que él era aquel
Elías que había de venir y que había sido anunciado por el profeta. (Malaquías 3:1; 4:5;
Mateo 17:10-13; Lucas 1:17; 7:24-30).
B. El propósito del Bautismo de Juan.
Mateo 3:11; Marcos 1:4 y Lucas 3:3 nos muestra claramente que el bautismo que Juan
predicaba era un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados. Esto también
lo comprendieron y enseñaron los discípulos y apóstoles de Jesús (Hechos 13:24; 19:4).
Juan mismo había dicho que su propósito era preparar el camino al Señor. La misión de Juan
era dejar el terreno de las mentes y los corazones preparado para el mensaje del Señor Jesús.
Juan comprendió que su ministerio y bautismo eran temporales al decir que Jesús era mayor
que él y que detrás de él venía uno más poderoso que bautizaría con Espíritu Santo y fuego
(Mateo 3:11; Lucas 3:16; Juan 1:33). Al comprender todo esto, podemos ver claramente
que el bautismo de Juan era temporal y cumplía con la misión de preparar el terreno al
mensaje del Señor Jesús.
C. Jesús se bautizó con el bautismo de Juan.
Cierto día, Jesús salió del taller de carpintería de Nazaret, se despidió de sus familiares y se
dirigió al Jordán donde su primo Juan el Bautista estaba predicando. Acercándose a Juan,
pidió ser bautizado. Asombrado, el Bautista procuró disuadirlo, diciendo: “Yo necesito ser
bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así
conviene que cumplamos toda justicia” (Mateo 3:13-15).
El bautismo de Jesús fue un bautismo aprobado desde los mismos cielos (Mateo 3:16-17;
Marcos 1:10-11; Lucas 3:21-22; Juan 1:32). Luego de que Jesús fue bautizado, el Espíritu
Santo descendió en forma corporal como paloma y se oyó una voz en el cielo que decía “Tú
eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia”, ratificando así que era la voluntad de Dios
el bautismo de Jesús.
El bautismo constituye un aspecto de la justicia en el cual todos pueden participar. Así como
Cristo, el Ser sin pecado, fue bautizado para cumplir “toda justicia”, también nosotros que
somos pecadores, debemos hacer lo mismo.

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IV. ¿POR QUE ES IMPORTANTE EL BAUTISMO PARA LA SALVACIÓN DE NUESTRA


ALMAS?
El bautismo es importante porque:
A. Es un mandamiento del Señor Jesús:
Jesús dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). 1ª Juan 2:3-4 dice “Y
en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice:
Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en
él;”.
Al final de su ministerio terrenal y antes de ascender a los cielos, Cristo les dio un
mandamiento a sus discípulos de bautizar a todos aquellos que creyeran en Él en todas las
naciones. Mateo 28:19 “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;”. Marcos 16:15-16
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y
fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”. Jesús comisionó a sus
discípulos a bautizar a todo aquel que creyere en el evangelio, dejando claro que esto era un
requisito fundamental para ser salvo.
B. Es para Salvación.
Marcos 16:16 “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será
condenado”. 1ª Pedro 3:21 también afirma: “El bautismo que corresponde a esto ahora nos
salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena
conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo”. En el tiempo de la Iglesia
apostólica, el bautismo seguía automáticamente después de la conversión a Cristo. Esto
constituía una confirmación de la fe del nuevo creyente.
Pedro usó la experiencia de Noé durante el diluvio (1ª Pedro 3:20-21), para ilustrar la
relación que existe entre el bautismo y la salvación. En los tiempos antediluvianos, el pecado
había alcanzado tales proporciones que, a través de Noé, Dios amonestó al mundo para que
se arrepintiera, o si no sería destruido. Sólo ocho personas creyeron, entraron en el arca, y
“fueron salvadas por agua”. Pedro continua diciendo que “El bautismo que corresponde a
esto ahora nos salva”. Pedro explica que somos salvos por el bautismo, así como Noé y su
familia fueron salvados por medio del agua. Por supuesto, fue Dios y no las aguas del diluvio
quien salvó a Noé y a su familia. En comparación, podemos ver que es la sangre de
Jesucristo y no las aguas del bautismo las que quitan el pecado del creyente. Sin embargo, el
bautismo, tal como la obediencia de Noé manifestada al entrar al arca, es “la aspiración de
una buena conciencia hacia Dios”. Cuando el hombre, por el poder de Dios demuestra “la
aspiración”, la salvación que provee “la resurrección de Jesucristo” se hace efectiva. La
palabra aspiración en este versículo denota la idea de demanda o apelación. Esto significa
que cuando una persona se bautiza cumple con las demandas que permite manifestar a Dios
su verdadero deseo de ser salvo y por ende de servirle.
Sin embargo hay que dejar claro que, si bien el bautismo se halla unido vitalmente a la
salvación, no la garantiza. Si una persona se ha bautizado, y luego se decide apartar de los

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caminos del Señor, está expuesta a perder su salvación y por ende a condenarse por la
eternidad.
C. Es para el Perdón de los Pecados.
Hechos 2:38 dice: “…y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para
perdón de los pecados;”. Hechos 22:16 nos dice: “Ahora, pues, ¿por qué te detienes?,
Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre”. Estos versículos nos dejan
clara la idea de que el bautismo es para el perdón de los pecados. El hecho de que el agua
está implicada en este proceso, denota la imagen de un lavado para purificación de las
impurezas. Esto también se entiende por el vínculo que tiene la salvación y el perdón de
pecados. Si el bautismo es para salvación, nuestra vida por ende debe estar limpia de pecado
y de maldad.
D. Era practicado por todos los que se convertían al Señor.
Después de que el Espíritu Santo viniera sobre los que estaban reunidos en el aposento alto el
día del Pentecostés (Hechos 2), los Apóstoles se levantaron predicando el evangelio a todas
las naciones. Aunado a esto y en obediencia al mandamiento de Jesús también bautizaban a
todos aquellos que creían al Señor. La siguiente lista demuestra que todos los que creían el
mensaje de salvación eran bautizados:
1. Como tres mil personas el día del Pentecostés (Hechos 2:41).
2. Los samaritanos (Hechos 8:12-16).
3. El eunuco etíope (Hechos 8:36-38).
4. El apóstol Pablo (Hechos 9:18; 22:16).
5. Cornelio y los que oían el discurso (Hechos 10:47-48).
6. Lidia de Tiatira (Hechos 16:15).
7. El carcelero de Filipos y su familia (Hechos 16:33).
8. Los Corintios (Hechos 18:8).
9. Los Efesios (Hechos 19:3-5).
Al observar este cumulo de escrituras, podemos ver que existen pruebas contundentes de que
el bautismo venía luego de la conversión.

V. ¿CUAL ES EL VERDADERO BAUTISMO?


Antes de la ascensión de Jesús a los cielos, las personas se bautizaban en el bautismo de Juan, el
cual era un bautismo para arrepentimiento. Sin embargo sabemos, que el mismo Juan dijo que
detrás de él, venía uno que era mayor que él.
El Libro de los Hechos de los Apóstoles es el único libro que narra los detalles acerca de cómo
los apóstoles obedecieron al mandamiento del Señor Jesús dado a ellos en Mateo 28:19 y
Marcos 16:16.
La fórmula bautismal implícita en Mateo 28:19 dice que Jesús mandó a sus discípulos a bautizar
“en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Sin embargo al revisar las Escrituras,
podemos observar que no existen registros bíblicos que certifiquen que hubo creyentes que se
bautizasen bajo esta fórmula bautismal mencionando de manera literal el nombre del Padre, del

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Hijo y del Espíritu Santo. Antes bien encontramos de manera detallada en la Escrituras al
menos en cinco oportunidades (Hechos 2:38; 8:16; 10:48; 19:5; 22:16), que los Apóstoles
bautizaron en el nombre de Jesús o Jesucristo, siendo esta la única fórmula bautismal repetida
por los apóstoles a lo largo de la historia de la iglesia registrada en la Biblia.
A. ¿SIGNIFICA ESTO QUE LOS APOSTOLES SE EQUIVOCARON AL APLICAR LA
FORMULA BAUTISMAL?
Recordemos que la Biblia dice que Jesús anduvo alrededor de cuarenta días con sus
discípulos después de haber resucitado (Hechos 1:3). Durante esos cuarenta días Jesús
estuvo dándoles mandamientos a ellos (Hechos 1:2). Con toda seguridad entre esos
mandamientos estaba el mandato de bautizar a todos aquellos que creyesen en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Mateo 28:19). Al ascender a los cielos, los discípulos
volvieron a Jerusalén (Hechos 1:12-14), al aposento alto y allí perseveraban en oración y
ruego, esperando de manera obediente el cumplimiento de la promesa por parte del Señor
Jesús de que el Espíritu Santo iba a venir sobre ellos (Hechos 1:5).
La promesa del Espíritu Santo se cumplió al menos entre siete y diez días después de haber
ascendido Jesús a los cielos, ya que en Hechos 2:1-4, se nos dice que era el día del
Pentecostés cuando el Espíritu Santo vino como un viento recio y llenó a todos los que
estaban en la casa. Es importante saber que la fiesta del Pentecostés era una fiesta que se
celebraba 50 días después del día de la Pascua. Hay que recordar que Jesús murió el día de la
Pascua (Juan 19:14, 31, 42; 1ª Corintios 5:7).
Considerando estos detalles, debemos de pensar que fue a los pocos días después de haber
Jesús ascendido a los cielos, que vino el Espíritu Santo sobre todos los que estaban en la
casa. De manera inmediata, Pedro y los otros once se levantaron para explicar lo ocurrido
(Hechos 2:14-36). El sermón de Pedro trajo como consecuencia que los oyentes se
compungieran de corazón y preguntasen a Pedro y a los apóstoles ¿Qué haremos?. Esta
pregunta revela que los oyentes habían comprendido cuál era su condición pecaminosa y su
necesidad de cambiar esa condición. Ante esta pregunta, Pedro les responde “Arrepentíos, y
bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados…”
(Hechos 2:38). Si la respuesta de Pedro a la pregunta de los oyentes era que se bautizasen en
el nombre de Jesucristo, ¿Qué pasó con el mandamiento dado por Jesús a sus discípulos
antes de subir a los cielos en Mateo 28:19, de bautizar a todos los discípulos en el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo? ¿Acaso fue que Pedro y los once apóstoles se
equivocaron? ¿O tal vez se les olvido el mandamiento? ¿Será que existen dos fórmulas
bautismales? Estas y muchas preguntas más pueden surgir con respecto a esto.
B. A PEDRO Y A LOS ONCE NO SE LES PUDO HABER OLVIDADO, NI TAMPOCO
SE PUDIERON HABER EQUIVOCADO.
Recordemos nuevamente que Jesús anduvo cuarenta días con sus discípulos después de su
resurrección (Hechos 1:3). Durante esos días Jesús les habló todo lo referente al reino de
Dios. ¿Dejaría Jesús de dejarle claro cuál sería la responsabilidad de los discípulos después
de irse de su lado? ¿Acaso no les repitió en varias oportunidades acerca de la gran tarea de

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predicar el evangelio a toda criatura? (Mateo 28:19; Marcos 16:15-16; Lucas 24:46-47). La
responsabilidad de anunciar el mensaje de salvación a la humanidad ahora estaba quedando
en manos de los discípulos, por lo que en primer lugar, Jesús se encargó dejarles bien
establecido en sus corazones todo los detalles relacionados con la salvación repitiéndoselo en
varias oportunidades, de manera que era imposible que se les hubiese olvidado o equivocado.
En segundo lugar, debemos tomar en cuenta que Jesús le dijo a sus discípulos antes de
ascender a los cielos en Juan 14:26 que el Espíritu Santo “os enseñara todas las cosas, y os
recordará todo lo que yo os he dicho”, de manera que debemos de pensar que si a Pedro y a
los once se les olvido o se equivocaron en este mandamiento, el Espíritu Santo les pudo
haber recordado o enseñado todo lo que Jesús les había dicho, más aun considerando lo que
dice Juan 16:13 que cuando viniera el Espíritu Santo “él os guiará a toda verdad”. Al saber
esto nuevamente nos damos cuenta que era imposible que se hubiesen olvidado o
equivocado.
En tercer lugar, hay que considerar que es imposible que se hubiesen equivocado o que se
les hubiese olvidado este mandamiento a los doce discípulos. ¿Si fue a Pedro a quien se le
olvido, no pudo haberle recordado otro de los discípulos?¿Si fue Pedro quien se equivocó, no
pudieron haberlo corregido alguno de los otros discípulos a sabiendas que estaba diciendo
algo incorrecto del cual dependía la salvación de muchas personas? Pensemos que los otros
también oyeron los mandamientos del Señor Jesús antes de ascender a los cielos, de manera
que es imposible que a uno se le haya olvidado y los otros no les hayan recordado o
corregido. Aunado a esto, la Palabra de Dios deja muchos indicios de que los discípulos se
acordaron y entendieron muchas cosas que Jesús les había dicho, luego de haber resucitado y
ascendido a los cielos. Juan 2:22 dice “Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus
discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús
había dicho”; y Juan 12:16 también dice “Estas cosas no las entendieron sus discípulos al
principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas
estaban escritas acerca de él, y de que se las habían hecho”.
C. ¿SERÁ QUE EXISTEN DOS FORMAS DE BAUTIZAR A LOS CREYENTES?
Efesios 4:5 “un Señor, una fe, un bautismo”. Claramente la Palabra de Dios enseña que hay
un solo bautismo. Creyentes de otras denominaciones doctrinales, consideran que no importa
si el creyente se bautiza en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, o si se
bautiza en el nombre de Jesús. Al decir esto, esos creyentes manifiestan, que existen dos
tipos o formas de bautismo. En la Palabra de Dios, no encontramos indicios de esto, ya que
no existen referencias bíblicas de creyentes que hayan sido bautizados de estas dos maneras a
la vez. Claramente podemos observar en la Biblia que los creyentes se bautizaron solamente
en el nombre de Jesús para el perdón de los pecados.
Hechos 2:38 dice “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el
nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”.
Hechos 8:16 dice “porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que
solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús”.

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Hechos 10:48 “Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que
se quedase por algunos días”.
Hechos 19:5 “Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús”.
Hechos 22:16 “Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados,
invocando su nombre”.
D. ¿ENTONCES QUE SUCEDE CON EL BAUTISMO EN EL NOMBRE DEL PADRE,
Y DEL HIJO, Y DEL ESPIRITU SANTO?
No se debe pensar que al bautizar en el nombre de Jesús estamos desobedeciendo el
bautismo que el Señor Jesús mando en Mateo 28:19. Por el contrario, cuando Jesús mandó a
sus discípulos a predicar el evangelio a todas las naciones, también le dijo que el Espíritu
Santo le enseñaría todas las cosas (Juan 14:26). Si nosotros analizamos profundamente las
palabras del Señor Jesús, debemos de pensar que si invocamos de manera literal la expresión
“en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” no estamos invocando ningún
nombre allí, ya que los sustantivos Padre, Hijo o Espíritu Santo no son nombres propios sino
calificativos de demuestran unas características específicas, pero en ninguna manera
podemos decir que sea un Nombre. Así como una persona puede cumplir diferentes roles y
ser una misma persona, así podemos explicar que Padre, Hijo y Espíritu Santo es un mismo
ser, pero que cumple tres roles diferentes. Esto significa que debemos buscar cual es el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, para poder deducir cual es el nombre que se
debe aplicar en el bautismo.
Pensar que debemos repetir las palabras en el “nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo” en el bautismo, significaría que debemos invocar tres nombres en el bautismo, a
sabiendas de que la oración dice “en el nombre” y no en los nombres.
1. ¿Cuál es el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo?
Jesús claramente dijo “en el nombre”, por lo que hay que conocer cuál es el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
a) El nombre del Padre.
Jesús dijo a sus discípulos que él había escondido la doctrina del Padre debajo de un
velo de parábolas (alegorías) Juan 16:25 dice “Estas cosas os he hablado en
alegorías; la hora viene cuando ya no os hablaré por alegorías, sino claramente os
anunciare acerca del Padre”. Esto demuestra que conocer quién es el Padre
requirió de una revelación especial para los creyentes, tal cual como lo dice Lucas
10:22 “Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién
es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo
quiera revelar”. Sin esta revelación el conocimiento acerca del Padre y del Hijo
está escondido de los sabios y entendidos de este mundo (Lucas 10:21). Felipe no
entendía quién era el Padre y le solicitó al Señor Jesús “Muéstranos al Padre”,
(Juan 14:8), a lo que Jesús le contestó “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros,
y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre?” Esto
nos demuestra que para conocer al Padre hace falta la revelación.

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La profecía acerca de Jesús en Isaías 9:6 donde dice “Porque un niño nos es
nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre
Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”, nos indica el
rol paternal de Cristo como el Padre Eterno, el cual es una función que solo Dios
puede asumir. Si Efesios 4:6 nos dice que hay solo “un Dios y Padre de todos, el
cual es sobre todos, y por todos, y en todos”; se puede deducir que ese Dios y Padre
de todos es Jesús el Padre Eterno. Jesús afirmó en Juan 10:30 “Yo y el Padre uno
somos”. Jesús les prometió a sus discípulos en Juan 14:18 “no os dejaré huérfanos
dejando claro que el mismo era el Padre, entendiendo que solo un padre puede dejar
huérfanos a sus hijos.
Podemos ver en estos versículos que el nombre de Jesús es el nombre del Padre.
(Conoceremos más a profundidad de le doctrina de la unicidad en un estudio acerca
de esto).
b) El nombre del Hijo.
Sin duda alguna sabemos que el nombre de Jesús, es el nombre del Hijo de Dios. El
ángel Gabriel al anunciar a María acerca del nacimiento de Jesús en Lucas 1:35 dijo
que Jesús sería “llamado Hijo de Dios”. El apóstol Juan afirmó esto al decir en
Juan 20:31 “Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el
Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre”. El nombre del Hijo
es Jesús.
c) El nombre del Espíritu Santo.
2ª Pedro 1:21 nos dice “porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana,
sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu
Santo”. Esta escritura nos dice que los profetas hablaban inspirados por el Espíritu
Santo. 1ª Pedro 1:10-11 nos muestra que “Los profetas que profetizaron de la
gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta
salvación, escudriñando que persona y que tiempo indicaba el Espíritu de Cristo
que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las
glorias que vendrían tras ellos”. Esta escritura nos dice que los profetas hablaban
por el Espíritu de Cristo. Esto nos da a entender que el Espíritu Santo y el Espíritu
de Cristo era el mismo. Si el Espíritu Santo y el Espíritu de Cristo es el mismo,
entonces debemos de saber que el nombre del Espíritu Santo es Jesús, ya que solo
Jesús puede tener el Espíritu de Cristo. En Juan 14:17 Jesús mismo se identificó
como el Espíritu Santo al decir “el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede
recibir, porque no lo ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con
vosotros, y estará en vosotros”. Jesús era el que moraba con ellos, pero al prometer
que el Espíritu Santo vendría sobre ellos en el futuro, les estaba manifestando que
ya no estaría más con ellos en cuerpo físico sino en Espíritu. Sin duda alguna, este
texto muestra que el Espíritu Santo es el mismo Jesús. Jesús es el nombre del
Espíritu Santo.

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E. ¿POR QUÉ ES IMPORTANTE INVOCAR EL NOMBRE DE JESÚS EN EL


BAUTISMO?
Creyentes de otras denominaciones doctrinales dicen que cuando los apóstoles bautizaban en
el nombre de Jesús, no lo hacían invocando el nombre, sino que lo hacían en la autoridad de
las Palabras que había dicho Jesús, y que por lo tanto los apóstoles bautizaban a los creyentes
era en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Esta aseveración es totalmente
incorrecta.
En la Biblia podemos observar claramente la importancia de invocar el nombre de Jesús en el
bautismo. Hechos 22:16 demuestra que el Apóstol Pablo fue bautizado en el nombre de
Jesús, y que el nombre de Jesús fue invocado en su bautismo. La palabra invocar en esa
escritura proviene de la palabra griega epikaleo que significa “llamar sobre, para sí mismo (o
en favor de uno mismo)”, esto quiere decir que al ser bautizados en el nombre de Jesús, sobre
el creyente es colocado todos los beneficios del sacrificio de nuestro Señor Jesucristo para
nuestras vidas.
La importancia de ser bautizado en el nombre de Jesús e invocar el nombre en el bautismo,
también se ve reflejada porque:
1. Solo en el nombre de Jesús hay Salvación:
Mateo 1:21 nos dice “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él
salvará a su pueblo de sus pecados”.
Hechos 4:12 “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el
cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”.
El nombre de Jesús significa “Salvación de Jehová” o “Jehová salva”. Dios había
manifestado este nombre a su pueblo, con el propósito de demostrarles cuál era su plan
para con ellos. Dios quería salvar a su pueblo y manifestó su salvación por medio de
Jesús. A través de esta escritura podemos entender que en el nombre de Jesús está
implícito todo lo relacionado a la Salvación. Si queremos ser salvos tenemos que ser
bautizados en el nombre de Jesús.
2. Se recibe perdón de pecados por su nombre:
Lucas 24:47 “y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de
pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén”.
Hechos 10:43 “De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él
creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre”.
1ª Corintios 6:11 “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido
santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu
de nuestro Dios”.
Juan 2:12 “Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido
perdonados por su nombre”.
Al invocar el nombre de Jesús, es puesto en favor de la persona bautizada todo los
beneficios del sacrificio de Jesucristo. La Biblia dice que obtenemos perdón de pecados
es por su sangre. Efesios 1:7 “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de

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pecados según las riquezas de su gracia,”; Colosenses 1:14 “en quien tenemos
redención por su sangre, el perdón de pecados”; 1ª Juan 1:7 “pero si andamos en luz,
como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo
nos limpia de todo pecado”; Apocalipsis 1:5 “y de Jesucristo el testigo fiel, el
primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y
nos lavó de nuestros pecados con su sangre". Al ser bautizados en el nombre de Jesús,
la sangre de Jesucristo es aplicada a nuestras vidas
3. El nombre de Jesús es nombre sobre todo nombre:
Filipenses 2:9-10 dice “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un
nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda
rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;”.
4. Debemos hacerlo todo en el nombre de Jesús:
Colosenses 3:17 “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el
nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.”
Todos estos puntos nos dejan claro porque es importante invocar el nombre de Jesús en el
bautismo.

Pastor: Alexander Guerrero. Página 10


“Una iglesia que hace discípulos”
-Lección 7-

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