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BUDA Y LA SUPERACIÓN DEL DOLOR

Hoy en día, en un mundo altamente tecnificado, poco natural y muy artificial, en el que
creemos vivir en la cumbre de la civilización humana por encima de todos los siglos anteriores,
nos asombra la posibilidad que tenemos de poder encontrar soluciones para todos nuestros
problemas humanos en enseñanzas que pertenecen a un pasado muy lejano, como por
ejemplo en el Budismo.
Y es que el ser humano no cambia. Seguimos teniendo las mismas preguntas sobre la
naturaleza, sobre Dios, sobre nosotros mismos. Buscamos la solución perfecta para encontrar
la felicidad en este mundo, y para ello nos adentramos en libros y enseñanzas escritas hace
más de dos mil quinientos años, para que nos den una pista acerca de ese problema tan
humano y tan real en la vida de todos nosotros que es el Dolor.
Al Budismo se le considera una filosofía de vida más que una religión, y es una doctrina ni
vieja ni nueva, sino de siempre; y de ella extraemos un gran amor, una gran compasión hacia
todos los seres, una gran fuerza interior que nace de no esperar una salvación venida del
exterior, en la cual no existen pecadores a quienes haya que despreciar, sólo existe un mayor o
menor grado de ignorancia.
Otro punto fundamental en el Budismo, como ya hemos dicho, es la preocupación por la
eliminación del dolor, el cual no es causado por Dios, ni por el mundo exterior, ni por la gente
que nos rodea, ni por el gobierno, ni por la sociedad, sino que somos nosotros mismos quienes
en mayor medida nos infligimos ese dolor; por lo tanto su cese está también en nosotros.
Si nos trasladamos a India, poco antes del nacimiento de Buda, en el s. VI a. C., nos
encontramos con que India era un país en el que imperaban los reinos feudales y una religión
que todavía hoy perdura que es el Brahmanismo. Esta religión se estaba convirtiendo en muy
rentable para los Brahmanes, la casta superior, los que habían convertido dicha religión en una
serie de rituales y reglas cargados de sacrificios a los dioses muy complicados a la vez que
carentes de profundidad, que estaba precipitando a millones de hombres a la idolatría y el
fetichismo. El Buda llega al mundo en esta situación, para dar el golpe de gracia a una
exhuberancia plena de fantasía y fanatismo. Para ello aportó con su doctrina volver a la
sencillez y lo natural, y sobre todo erradicar la ignorancia del corazón de la gente.
Siddharta Gotama el Buda, que es así como se llamó, nació en un palacio real rodeado de
riquezas y felicidad, fue el hijo primogénito del Rey Suddhodana, quien soñaba con que el
Buda algún día ocuparía su puesto en el trono. Pero la vida, con todos sus cruces de caminos,
puso al Buda ante tres situaciones que despertarían su conciencia ante un mundo de dolor que
entonces se abría ante sus ojos. En una ocasión que el Príncipe Siddharta salía de su palacio
para visitar una ciudad cercana se cruzó ante él un hombre con aspecto extraño, andaba muy
encorvado, apoyándose en un bastón, sus manos y cara parecían de pergamino y sus pasos
eran lentos y vacilantes. Era la primera vez que se encontraba con un viejo, y que sentía en sí
mismo el dolor que sentía aquella persona, pero sobre todo su mayor dolor fue el saber que
aquello que le sucedía a aquel hombre les pasaba a todos los seres humanos.
Aquél fue su primer encuentro; los otros dos encuentros en circunstancias similares, fueron
con una persona enferma y con una comitiva que llevaba un cadáver para su posterior
incineración.
A partir de este momento decidió que tenía el deber de buscar la solución para erradicar el
dolor de los seres humanos. Abandonó su vida regalada y fácil y se vistió con las ropas de los
pobres, vivió mendigando y preguntando a cuanto Maestro conocía acerca de la Verdad del
Dolor. Y en toda esta búsqueda encontró a 5 ascetas que vivían en un bosque y que dedicaban
su vida a la mortificación del cuerpo porque creían que así se liberarían del dolor y del apego a
la vida. El Buda creyó encontrar la solución y durante 5 años estuvo entregado a las mayores
mortificaciones. Apenas comía, ni bebía y su cuerpo parecía más un pellejo que un cuerpo.
Pero un día, pasó por allí un grupo de bailarinas del templo de Indra y una de ellas iba
cantando: "... la cuerda del sitar, si se fuerza y se tensa se rompe y no hay música,... la cuerda
del sitar si está muy floja enmudece y la música muere. Templando el sitar ni muy alto, ni muy
bajo, suena la música más hermosa".
A través de esa canción comprendió el Buda que estaba forzando demasiado su vida y que
apenas tenía fuerzas para respirar, por lo que decidió salir de ese estado, fortalecerse y
emprender su camino hacia la Liberación. Así, fue debajo del árbol Bodi cómo Siddharta luchó
contra todos sus defectos, todas sus pasiones, sus miedos, su ignorancia, durante 7 días y 7
noches, después de los cuales se llamó el Buda, es decir, el Iluminado.
Y se dedicó a partir de entonces a hablar a la gente de lo que él había comprendido acerca
del Dolor, de la búsqueda del conocimiento y de los dos extremos que deben evitarse: un
extremo es apegarse a los placeres de los sentidos y el otro extremo es la mortificación de sí
mismo. Esta enseñanza constituye otro de los puntos principales de la enseñanza del Buda, es
decir, buscar el camino del Justo Medio, alejándose de los extremos.
Para alcanzar este camino del Justo Medio es necesario conocer antes las cuatro nobles
verdades:
- El Dolor.
- La Causa del Dolor.
- La Cesación del Dolor.
- Camino que conduce a la cesación del Dolor: Noble óctuplo sendero.

1) EL DOLOR
La realidad del mundo se basa en el dolor. Desde que nacemos experimentamos dolor.
Enfermedades, muerte, vejez, sufrimientos. Todo deseo o sed de vida, el deseo de poseer, el
deseo de poder, si no se satisface produce un dolor. Incluso en el mismo placer ya existe el
dolor de que no es duradero.

2) LA CAUSA DEL DOLOR


Sufrimos porque somos incapaces de ver atemporalmente y nos atamos a la
intrascendencia. Deseamos lo terrenal. Deseamos tener comodidad, deseamos irnos de viaje
todos los fines de semana, deseamos ser deseados, deseamos un coche, una casa, etc. Todo
lo que nos rodea y que podemos disfrutar por medio de nuestros sentidos, es deseado. Nos
afanamos por poseer y conservar objetos que están condenados a la extinción. Confundimos lo
ilusorio con lo Real, confundimos lo que es perecedero con lo que creemos que durará toda la
vida. Dirigimos nuestra energía a un mundo siempre cambiante donde nada perdura, y
contemplamos el mundo con angustia mientras el tiempo se nos escurre entre los dedos. ¿Qué
pasa cuando no conseguimos todo lo que deseamos? Que sentimos dolor. ¿Qué pasa cuando
sí lo conseguimos? Que hay dolor, porque no podemos dejar de desear más cosas.

3) LA CESACIÓN DEL DOLOR


Como el ser humano no puede dejar de desear, el Buda nos propone desear cosas que
vayan dirigidas no al mundo perecedero y material, sino a un mundo más duradero, menos
egoísta. Canalizar nuestro deseo hacia nuestra parte espiritual adquiriendo una forma de vida
más inegoísta, dedicada a desear lo mejor para los demás.

4) NOBLE ÓCTUPLE SENDERO


El camino que conduce a la cesación del dolor es seguir la ley: Dharma. El dolor nos avisa
que nos hemos salido de la ley. La ignorancia produce dolor. El Bien es la armonía y el mal es
la falta de armonía.

- Recto conocimiento o rectas opiniones


Es saber discernir. Estar iluminado con la luz de la comprensión. No dejar que el mundo y
su vileza nos entristezcan.
- Recto pensamiento o rectas intenciones.
Es tener sinceridad de intención. Tener elevados propósitos, inclinación a la pureza, al
honor, a la amabilidad y la compasión. Cumplir con nuestras promesas, preocuparse por los
derechos de los demás. Ser generosos, justos, buenos y valientes.

- Rectas palabras.
Abstenerse de mentir, insultar y evitar conversaciones ociosas. El fuego en la lengua devora
tanto el corazón como el alma. La murmuración apaga la luz del corazón. No hablar con
agresividad. Las discusiones crean dolor.

- Rectas acciones.
Abstenerse de quitar la vida y de robar. Cuidado con aquellos que sus palabras difieren de
sus hechos. Que las acciones sean una guía para la humanidad. Las buenas acciones nunca
causan dolor.

- Rectos medios de vida.


Ganarse la vida honradamente y emplearse en algún oficio sin malgastar nuestro tiempo en
la pereza. Ocuparnos de lo que sea beneficioso para nosotros y también para los demás.

- Recto esfuerzo.
Es el esfuerzo que tenemos que hacer para que lo malvado o cruel no aparezca en
nosotros. Si han surgido, nos esforzaremos en apartarlos de nosotros. Asimismo nos
esforzaremos en que aparezcan las buenas actitudes. Los mayores esfuerzos deben estar
dirigidos al desprendimiento o desapego de las cosas del mundo. Luchar por ser más
espirituales y luminosos.

- Recta atención,
Mantenerse atento a todo lo dicho anteriormente. Desechar la codicia tal que si se pasase
por un valle de oro puro, pasásemos sin detenernos en él, indiferentes.

- Recta concentración.
Es la abstracción en la meditación. Hallar la felicidad aislándose de todos los objetos que le
rodean. Libera al ser humano de su naturaleza animal.
A través de estas enseñanzas, lo que el Budismo nos transmite es la idea del "Conócete a ti
mismo". Ni los dioses ni los demonios pueden tentar o salvar al hombre. No hay salvación
externa que valga. Cada cual por su propio esfuerzo debe conocerse, reconocer su propia
ignorancia, y saber que sólo de él depende el ser más o menos sabio, el sufrir más o menos
dolor.
La filosofía budista nos ofrece una imagen de suma suavidad, y en eso es comparable al
fruto del mango que es blando y suave por fuera y guarda una gran dureza en el interior. El
Budismo no se muestra externamente con dureza, pero su corazón es fuerte y resistente, con
posibilidad de sacrificar el propio yo antes que exigir el sacrificio de los demás. Ejemplo que
nos dio el Buda a través de su vida, esa fuerza espiritual que se intuye a través de la sonrisa
beatífica reflejada en tantas estatuas y que nos transmite tanta serenidad como sabiduría.

Bibliografía:
- Buda. Colección Cosmos. Edimat libros, S.A.
- Budismos Zen y Budismo tibetano. Ramiro A. Calle. Editorial Alas.
- Una introducción al budismo. Moojan Momen. Editorial Bahaí.
- Las enseñanzas del glorioso Buda. Manly Palmer Hall. Editorial Kier, S.A.
- La luz de Asia. Arnold Edwin. Editorial Kier, S.A.
Las condiciones en las cuales nos hallamos son el resultado de lo que hemos pensado,
quedan fundadas en la mente, son forjadas por ella; si un hombre habla o actúa con una mente
impura, el dolor le sigue como la rueda sigue a la pezuña del buey que tira del carro.
Las condiciones en las cuales nos hallamos son el resultado de lo que hemos pensado,
quedan fundadas en la mente, son forjadas por ella; si un hombre habla o actúa con una mente
pura, la felicidad le sigue como su inseparable sombra.
Así como la lluvia no penetra en una casa bien techada, de la misma manera las pasiones
no dominan a aquel cuya mente es reflexiva y está ejercitada.
El que obra el mal se apesadumbra en este mundo, y en el mundo venidero; en ambos se
apesadumbra. Se apesadumbra y padece al ver los malos frutos de sus propias obras.
Él me ha engañado, me ha golpeado, me ha derrotado, me ha robado. Nunca se consume
el odio de aquellos que albergan tales pensamientos.
Él me ha engañado, me ha golpeado, me ha derrotado, me ha robado. Está consumido el
odio de aquellos que no albergan tales pensamientos.
Como un arquero endereza su flecha, así endereza el Sabio su mente inestable y vacilante,
la cual es difícil de dominar, difícil de vigilar.
Tal como un pez sacado de su ácueo hogar y tirado sobre el suelo, así tiembla y se agita la
mente cuando ha de abandonar el mundo de las pasiones.

Mª Eugenia Baila Lorens

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