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I UNiVtKbiDAD ÍMAÜIONAL
' DE EDUCACIÓN A DISTANCIA
841012
I, KANT: EL CONOCIMIENTO
OBJETIVO DEL MUNDO
Guía de lectura de la
"Crítica de la razón pura"
^
o. Or-^
GUÍA DIDÁCTICA
UNED
ÍNDICE
I. Presentación 1
II. Organización del curso 10
III. Guía de lectura de la Crítica de la razón pura 12
A. Prólogos 12
B. Introducción 21
C. Estética transcendental 29
1. Esquemas. Las sensaciones 29
2. Espacio y tiempo 34
3. La cosa en sí 39
I Presentación^
Aunque esta Guia va dirigida a un curso muy específico dentro del Programa que la U N E D
tiene sobre Formación del Profesorado, puede ser igualmente útil para todo aquel que se enfrente a
la lectura de la K r V / ^ C n ' t i c a de ¡a mzón pura/ . Ayudar a ese estudio es propiamente lo que se
pretende aquí.
2 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
^FWI, U3-114.
4 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
La religión dentro de los ¡imites de la. mera razón, "Prólogo » la primera edición", Ak.-Ausg.
VI, p. 6.
^'^KpV A 219; Ak.-Ausg.- V, 121, Véase todo ese punto III de la Dialéctica titulado "Primado
de la razón práctica sobre la teórica".
Programa de Formación del Profesorado 841012 7
Esa es, para Heidegger, la esencia del proyecto científico-técnico de nuestra civilización actual:
"Sólo lo que es comprobable científicamente, es decir, lo que es calculable, puede valer de verdad
como efectivamente real. La calculabllldad hace del mundo algo que, en toda parte y en todo mo-
mento, es dominable por el hombre" ("La proveniencia del arte y la determinación del pensamiento" ,
trad. de I. Borges en la revista £ r n° 15, Sevilla, 1994, p. 177). Esa decisión metodológica delimita
de antemano el campo d« realidades a investigar y fija el rumbo excluyendo todo lo demás (cfr.
Ídem). Pero eso para Kant, en contra de lo que piensa Heidegger, no es "la más extrema cumbre
de la yoidad, es decir, de la subjetividad" ( o . c , p. 181), sino que ésta se encuentra en el ámbito
práctico, en la acción libre moral, en el acto de revolución interior del ánimo o modo de pensar. En
él el sujeto deja de lado el miedo y la pereza y comienza a ser protagonista, se configura como libre,
pero no para dominarlo todo, sino para tratar a lo real según su modo de ser y respetar así mismo
lo libre. Subjetividad en Kant no significa necesaria y ni siquiera primordialmente dominación. El
acto más constitutivo de mi subjetividad y de reconocimiento de mi realidad es a la vez un acto de
apertura a la otra realidad, de respecto (Achtung) al otro en cuanto ser originario, un dejar ser e
incluso una activa colaboración. Sólo ahí descubrimos la realidad en sí, la que se halla a la base,
mientras que el intento de dominar alcanza lo meramente fenoménico, lo superficial. Esta acción
objetivadora es ciertamente necesaria, pero ha de ser limitada mediante una Crítica cuando pretenda
sobrepasar sus límites, pues en ese caso la subjetividad, lejos de afirmarse como piensa Heidegger,
entra en contradicciones dialécticas consigo misma y camina hacia su autodestrucción.
8 / Kant: El conocimiento objetivo del mundo
en las plantas, en los animales y en nuestro cuerpo. Eso nos daría una nueva
inteligibilidad y nuevo esquema de comprensión de la naturaleza, no ya mera-
mente mecánico, sino también protagonizando sus propios fines, aunque sea
de manera oscura, imaginativa, prerreflexivamente. Eso es lo que Kant aborda
en la KU. y no será objeto de estudio en el presente curso. Desde este nuevo
esquema el mundo adquiere la mayor realidad posible, y sólo aparece cuando
lo dejamos ser desde sí, por ejemplo en lo que hoy llamaríamos una conciencia
ecológica.
Con todo esto nos damos cuenta de que nuestro tema constituye un ele-
mento, a la vez diferente y por tanto necesitado de un estudio particularizado,
pero asimismo integrado o a integrar en una síntesis subjetiva más amplia que
engloba otros momentos. Por consiguiente, no hemos de olvidar nunca ni la
unidad (sintética) ni la diferencia; no hay que perder la visión de la totalidad,
la perspectiva global, ni la particularidad de cada uno de esos elementos. Lo
mismo nos ocurrirá en el "interior" de esa actividad teórica. Ella también,
como acción subjetiva, se halla configurada en unidad sintética por elementos
diferentes. Así, la primera parte de la KrV, que ocupa casi todo el libro, se
titula "Doctrina transcendental de los elementos", o sea, de los distintos mo-
mentos que configuran la actividad teórica. No cada uno aisladamente, sino
sólo en conjunción dan lugar a dicho conocimiento objetivo. Tampoco ahí
debemos perder de vista la unidad (sintética) ni la diferencia.
Nosotros vamos a centrarnos en los fundamentos de esa actividad teórica,
estudiados en la Estética y la Analítica transcendentales. No por ello hemos
de creer que la Dialéctica sea una parte secundaria de la KrV. En ella se sacan
las consecuencias de los resultados obtenidos, aplicándolos a la metafísica que
Kant había encontrado en su tradición cultural: puesto que para conocer la
realidad que no somos, que no protagonizamos, es preciso que ésta se nos
dé, se nos presente en una intuición sensible, la cual implica por nuestra
parte una pasividad real frente a la afirmación de su existencia (la segunda
de las categorías modales), entonces la metafísica no es posible como ciencia
teórica pues ahí no hay dación sino mera idealidad. La metafísica tradicional es
dogmática, es decir, afirma más de lo que puede. Esas consecuencias ilustran
no poco sobre cómo se entienden y hacia dónde se encaminan (al menos
también) los fundamentos previamente elaborados. Incluso constituyen para
ellos un argumento más al poner en armonía la razón consigo misma, decisivo
en cuanto resultado final satisfactorio del experimento^^. La teoría kantiana de
la objetividad tiene como momento necesario para su comprensión la diferencia
^^KrV B XVIII-XXI.
Programa de Formación del Profesorado 841012 9
^^Ak.-Ausg. X I I , 257-258; Schón. 779-780. Véase también KpV A 193, en el capítulo primero
de la Dialéctica de la razón práctica.
^^Ak.-Aüsg. X V I I I , 69.
10 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
19
Kant, Los progresos de ¡a metafísica. Ak.-Ausg. XX, 311, trad. en Los progresos de la
metafísica desde Leibniz y WolíT, ed. f. Duque, Tecnos, Madrid, 1987, p. 108.
Programa de Formación del Profesorado 841012 11
- una elaboración ideal y propia por parte del sujeto pensante (idealismo
transcendental), pues de otro modo él no se enteraría,
- Senda del Rey s/n (cerca del puente de los franceses sobre el río Man-
zanares, por detrás del INEF), 28040-Madrid.
A. Prólogos
— Lógica transcendental
ésta responde y ser instruido por ella, es decir, para conferir significado objetivo
y realidad empírica a las teorías^^. En caso contrario, nos quedaríamos con
meras idealidades, mientras que sin teorías permaneceríamos ciegos ante el
mundo, sin saber qué figura hemos de ver, de reconocer. Ambos momentos:
construcción ideal y dación de realidad hacen posible la ciencia.
Pienso que esta analogía es importante pues con ella podemos entender
lo que constituye la idea central de la KrV: para que se dé el conocimiento
objetivo ha de haber una presencia sensible de la realidad conocida y una
idealidad subjetiva que lo elabore, que lo interprete. Realismo empírico e
idealismo transcendental son los dos momentos necesarios que constituyen el
conocimiento del mundo y a los que hemos de prestar atención.
El conocimiento práctico o moral es la conciencia que tenemos de nuestra
libertad, de nuestro ser originario, de la acción o realidad que protagonizamos
y que depende de nosotros, que nos puede ser atribuida (Zurechnungsfáhigkeit)
y de la que se nos pide cuenta o responsabilidad. Es a la vez también, gracias
al mismo respeto frente a toda realidad que parte de sí, el reconocimiento
que tenemos de los otros en cuanto sujetos de esa misma autonomía. Por
el contrario, el conocimiento teórico, al que Kant suele denominar sin más
conocimiento, identificándolo con él, es la conciencia que elaboramos de la
realidad que no protagonizamos y de la que sin embargo dependemos; más
aún, de la realidad que nadie protagoniza sino que se estructuraría enteramente
desde el punto de vista de la heteronomía (determinismo). Por consiguiente,
dicha realidad no puede ser "puesta" por el sujeto, hecha por él, atribuida a su
acción, sino que le habrá de ser "dada"; frente a ella él se habrá de comportar
al menos también de forma pasiva, receptiva, o sea, sensible. Es a eso a lo
que se refiere el realismo empírico. Si no hay algo dado, como ocurre en la
metafísica dogmática, no conocemos más realidad que nuestra propia acción
o idealidad, pero en ningún caso un pretendido objeto transcendente.
Ahora bien, la realidad podría estar ahí y no llegar a ser conocida. Para
que se dé el conocimiento es preciso que el sujeto la elabore en la idealidad de
su conciencia, la interprete. Eso lo lleva a cabo primariamente mediante las
formas o idealidades transcendentales. Según el realismo transcendente, todas
las formas del objeto conocido proceden del objeto mismo y el sujeto las recibe,
pero no explica cómo una forma objetiva se convierte ella misma en conciencia
subjetiva; de ahí parte el escepticismo. Para el idealismo transcendental las
formas básicas de la experiencia objetiva son los criterios primarios en base a los
cuales el sujeto configura su punto de vista de la heteronomía, fundamenta la
40
^"Prolegómenos § 30; Ak. Ausg. IV, 312; véase también KrV A 314, B 370-1.
*^KrV A 96, 100-101; A 452, B 480 nota.
Programa de Formación del Profesorado 841012 19
'^'^KrV B 274SS.
20 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
las morales, las de ser libre, y ver en qué medida han de limitarse mutuamente
y cuál ha de predominar. Únicamente entonces podemos solucionar la dialéc-
tica de la razón natural, ponerla en armonía consigo misma, o sea, establecer
una síntesis de las diferentes formas que la subjetividad tiene de pedir lo in-
condicionado, lo verdaderamente real. Eso muestra, dice Kant, que nuestro
experimento ha sido correcto^^.
En lo empírico, cuando la naturaleza responde positivamente a esas ac-
ciones transcendentales, éstas son tan ideales como reales, y entonces se da
el conocimiento objetivo. Pero cuando pedimos lo incondicionado (razón úl-
tima) sobrepasamos todo lo objetivo, pues ningún objeto lo es en cuanto tal,
ya que, por principio, el punto de vista de la heteronomía sólo reconoce lo
condicionado, lo determinado heterónomamente. En ese caso nos quedamos
con meras idealidades. Estas no puede ser tomadas como si fueran la es-
tructura esencial de objetos o cosas en sí, es decir, independientemente de
que se nos den o no, según pretende la metafísica que Kant denomina por
eso dogmática. Esto mismo descubre la segunda limitación de lo teórico. La
primera era más bien epistemológica: las estructuras transcendentales de la
objetividad sólo sirven para reconocer e interpretar lo dado, y no pueden ir
más allá de la experiencia en general (aunque sí de la concreta o particular),
pues carecemos de intuición intelectual, es decir, de la capacidad de crear la
existencia del mundo. La segunda apunta a una limitación ontológica: sólo
conocemos lo condicionado, lo fenoménico, y en ese ámbito se nos queda vacía
nuestra exigencia más profunda, nuestra petición de incondicionado, nuestra
más radical voluntad de ser**. Esta habrá de ser comprendida y reinterpretada
desde el punto de vista de la autonomía, de la libertad, que se nos muestra
como no necesariamente ilusorio gracias a la limitación ontológica del primero:
el punto de vista heterónomo alcanza todo lo objetivo, pero no agota toda la
realidad. El ser se dice también de otras maneras.
Con eso dejamos espacio a ¡o práctico. Esa es la idea que estructura la
segunda parte de este Prólogo, y se resume en una célebre frase del mismo:
"Tuve, pues, que suprimir el saber para dejar sitio a la fe"*^. Se entiende
que lo suprimido es el falso saber de la metafísica dogmática, así como el
de una pseudociencia que pretenda afirmar el determinismo total. Como ya
"^^KTV B XVIII-XXI.
No se trata de poner límites a nuestro conocimiento empírico señalando objetos que no fueran
cognoscibles mediante la experiencia empírica y por la ciencia, sino limitando el alcance ontológlco
de su método, de su punto de vista, pues en caso contrario la subjetividad en su razón excede sus
limitaciones y entra en contradicción consigo misma.
'^^KrV B XXX.
Programa de Formación del Profesorado 841012 21
B. Introducción
ni, por tanto, conciencia de esa acción, es decir, autoconciencia del sujeto
cognoscente, o como Kant la denomina: apercepción transcendental. Podría-
mos añadir que si no hubiera otra realidad a la que contraponerse, el sujeto
tampoco podría conocerse a sí mismo, pues conciencia es distinción; su finitud
le es constitutiva. El sujeto kantiano es acción y conciencia de esa acción, no
una substancia que existiera previamente y después se pusiera a actuar. El a
priori kantiano no es una estructura previa o innata de una substancia física
(empírica) o metafísica (nouménica), es decir, no es la forma de algo inma-
nente al mundo como lo son las cosas (este teléfono, esa mesa, la piedra, etc.),
ni es tampoco algo transcendente que pudiera ser sin mundo como, por hi-
pótesis, lo sería un Dios creador. No son cosas, ni inmanente ni transcendente,
sino una (auto)conciencia que hace posible que éstas sean conocidas. Son las
diversas formas que la acción subjetiva de conocer proyecta para guiarse en
ese propósito suyo. El a priori no antecede temporal o empíricamente a la
experiencia, sino transcendentalmente. Al comenzar a conocer, yo me sitúo
en un momento espacio-temporal-causal del mundo; pues bien, el a priori kan-
tiano no es una acción de ese yo situado o yo empírico y conocido, sino del
yo cognoscente o situante, capaz de comprender también objetivamente los
momentos anteriores,a mi existencia empírica. Y podemos entonces traducir
así el dictum kantiano: ese yo situante no se daría sin el situado, pero no
procede de él en cuanto tal, pues son dos modos de ser, aunque lo sean de un
mismo sujeto. Con eso nos asomamos de nuevo a la pluralidad constitutiva
de la subjetividad.
Por nuestra finitud dependemos de la otra realidad que no protagonizamos,
pero no enteramente. El sujeto es también espontaneidad, acción origininaria,
tanto práctica (libertad) como ideal o teórica; la otra realidad es ocasión y
conditio sine qua non de esa acción, pero no su fundamento. A eso se refiere
Kant cuando dice que no todo procede de la experiencia, aquí en concreto a
la espontaneidad ideal de la conciencia mediante la cual elaboramos nuestro
conocimiento del mundo y lo comprendemos como nuestro, como mi conoci-
miento. Esa idealidad puede referirse a experiencias concretas; así por ejemplo,
con el concepto de mesa, o el de árbol, o el de región, etc. estructuramos e
interpretamos aspectos concretos de la experiencia diferenciándolos de otros.
Eso no es abordado por Kant en esta Crítica sino en la KU mediante el hilo
conductor de la teleología. Aquí lo a priori puro se refiere a las idealidades
gracias a las cuales estructuramos objetivamente la experiencia en general, y
comprendemos el objeto en cuanto objeto, no ya en cuanto siendo concreta-
mente mesa, o árbol, o región, etc. Mediante las estructuras estudiadas en
la KrV podemos decir: esto es un objeto, eso otro es otro objeto... no más.
Programa de Formación del Profesorado 841012 23
Kant utiliza el ejemplo: todo cambio tiene su causa, tanto en B 3 para decir que no es puro,
como en B 5 para declararlo conocimiento a priori puro. "En el Leipziger Gelehrten-Zeitung
(Periódico de los eruditos de Leipzig), 1787, n° 94, se denuncia como contradictorio lo que está en
la Crítica, en la Introducción pág. 3, línea 7 de la edición de 1787, respecto a lo que se encuentra
inmediatamente después en pág. 5, líneas 1 y 2; pues en el primer pasaje yo había dicho: de los
conocimientos a priori se llaman puros aquellos en los que no hay mezclado nada empírico, y como
ejemplo de lo contrario aducía la proposición: todo lo cambiable tiene una causa. Por el contrario,
en la pág. 5 menciono esa misma proposición como ejemplo de un conocimiento puro a priori, es
decir, de un conocimiento que no es dependiente de nada empírico; dos significados del término
puro, pero de ellos en toda la obra sólo se trata del último. Ciertamente podría haber evitado el
malentendido mediante un ejemplo de la primera especie de proposiciones: todo lo contingente tiene
una causa. Pues aquí no hay mezc¡a.do nada empírico. Pero ¿quién puede percatarse de todas las
ocasiones de malentendidos? (Kant, Sobre el uso de principios tejeojógicos en la filosofía, 1788;
Ak.-Ausg. VIII, 183-184).
Véase, por ejemplo, KrV A 534, B 662. Fundamentación de la metafísica de las costumbres
III (Ak.-Ausg. IV, 458).
24 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
51
Fichte se pregunta cómo se puede pensar, según lo hace el realismo dogmático, que un funda-
mento real (la afección) se convierta en fundamento ideal de la conciencia (de la representación) sin
la acción del Yo (Grundiage, FW I, 174 = GA 1,2, 325),
52
Por eso Kant se aparta, en su Sueños de un visionario (1766), de las experiencias místicas de
Swedenborg con los espíritus. Por él se había interesado al menos desde 1763, según lo atestigua su
carta a Charlotte von Knobloch del 10 de agosto de ese año. Las experiencias individuales caen fuera
del control y de la verificación colectiva y es puerta abierta a toda fantasía. Véase, por ejemplo, el
libro de M. David-Ménard, La folie dans la raison puré. Kant lecteur de S wedenborg, Vrin, Paris,
1990, aunque considero que su interpretación lacaniana de la K r V es muy sesgada.
Programa de Formación del Profesorado 841012 25
55
KU § 26. Esto se verá más detenidamente en el punto E , l , al estudiar el Esquematismo
transcendental.
Fichte, en su primera Doctrina de la Ciencia, hace derivar el principio de los juicios analíticos,
el de identidad, de la autoidentificación originaria del Yo consigo mismo, que es el principio de todos
los juicios sintéticos, y en general toda la lógica formal, que abstrae del contenido, de las formas
transcendentales o acciones originarias sintéticas del sujeto. Algo parecido en Kant, KrV B 134
nota.
Los progresos de la. metafísica, Ak.-Ausg. X X , 331. Véase también KpV A 250 {Ak.-Ausg.
V, 139).
Esta idea clave la había formulado ya en Sobre el único fundamento de prueba posible para
la existencia de Dios (1763). Esto lo veremos en el punto E, 7.
Programa de Formación del Profesorado 841012 27
^^Ak.-Aasg. V, 179.
28 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
toque de la experiencia"^".
Del mismo modo es polisémico el uso del término "razón", incluso en el
título de "Crítica de la razón pura", como ya hemos podido constatar en la
cita anterior de la KU. Puede significar todo lo conceptual o facultad superior
del conocimiento o de la conciencia en general, configuradora de legalidades
o reglas de síntesis; en ese sentido se contrapone a la sensibilidad. O bien,
en sentido estricto, significa la petición subjetiva de síntesis total, de lo in-
condicionado, la estudiada propiamente en la Dialéctica de la KrV, y en su
actividad práctica en la KpV; entonces se distingue no sólo de la sensibilidad,
sino también del entendimiento, así como de la imaginación y del juicio.
Veamos otros términos que aparecen en este texto (el apartado Vil de
la Introducción), no muy riguroso en ese sentido. La KrV no llegará a ser
una "doctrina de la razón pura", pues "por doctrina se entiende una en-
señanza dogmática desde principios a priori" donde no se tiene en cuenta la
experiencia^^. Todo lo más será un "organon": "Por organon entendemos
una instrucción acerca de cómo ha de obtenerse cierto conociniiento"*^, per-
mitiendo una ampliación del mismo. Esto no es posible, ciertamente, en el
ámbito de la razón pura en sentido estricto, sino sólo en la Estética transcen-
dental, la cual es "una teoría que ha de servir de organon"®^. Más modesto
es el término "canon", que ya no se dirige a los objetos sino a las facultades:
"Entiendo por canon el conjunto de principios a priori del uso correcto de cier-
tas facultades cognoscitivas en general. [...]. Así, la Analítica transcendental
era el canon del entendimiento puro, pues sólo él es capaz de verdaderos co-
nocimientos a priori"^^, estableciéndose el fundamento de su uso real correcto
y consiguientemente también sus límites. Pero la razón pura teórica carece
de uso real correcto, en contra de lo que pretende la metafísica dogmática, y
allí sólo cabe la "disciplina" limitadora, para evitar errores. A eso se dirige la
Dialéctica transcendental.
C. Estética transcendental
1 . - Esquema. Las sensaciones
imposibilidad de
la metafísica como
ciencia natural
Programa de Formación del Profesorado 841012 31
KrV B 1, y en otros muchos lugares. Por ejemplo, en A 92, B 124-125 se pone \» disyuntiva
de que o bien sólo el objeto hace posible la representación, o a la inversa.
32 /, Kant: El conocimiento objetivo del mundo
una relación entre dos objetos, sino de otra naturaleza, que hace posible que
aquellos objetos y sus relaciones sean conocidos. La filosofía transcendental
no trata de objetos concretos, como la ciencia, sino del saber en general, lo
cual nos sitúa en otro orden de explicación y nos dirige hacia la subjetividad
cognoscente. "Pues en él [en nuestro ánimo o subjetividad] se encuentra el
secreto del origen de nuestra sensibilidad" ^°.
El objeto, careciendo como tal de conciencia, malamente podría producirla,
si es que eso fuera posible. Además, si las intuiciones o fenómenos no son
elaborados por la conciencia y referidos a ella por ella misma, ni afectan, ni
hay conocimiento, ni intuición alguna^^; sólo si el sujeto lo recibe desde sí,
algo se convierte en conocido por él. El procedimiento es el inverso: la ciencia
explica desde la heteronomía, la filosofía transcendental ha de hacerlo desde
la acción del Yo, pues ese es el modo específico de ser de la subjetividad y el
punto central del idealismo transcendental.
Aun permaneciendo dentro de esta hipótesis de la afección cósica, nos
surgen otras preguntas dentro del sistema kantiano: ¿quién afecta? No po-
dríamos decir que sea la cosa en sí, pues entonces estaríamos aplicando la
categoría de la causalidad a algo que se halla más allá de lo fenoménico. Pero
el fenómeno tampoco, pues él sería lo causado. ¿Y quién es el afectado, el
Yo nouménico y libre, el Yo pienso o Apercepción trancendental, o el yo em-
pírico? Un repaso de las diversas soluciones que se han dado lo lleva a cabo,
por ejemplo, Herbert Herring en Das Probiem der Affektion bel Kant ^^. Yo he
propuesto una en el capítulo II de £/ punto de partida de la metafísica trans-
cendental ^^. Ahí vengo a decir en resumen lo siguiente. "Afección" designa
propiamente una relación de dependencia real entre dos objetos empíricos,
entre dos fenómenos. Es una aplicación de la ley o categoría de causalidad,
como veremos después en el punto E, 6. En consecuencia, si planteamos la
relación primaria del sujeto cognoscente con la otra realidad como afección lo
estamos cosificando de raíz, pensándolo mediante categorías cósicas. Esto se
correspondería con el yo empírico, o si pensamos que éste es sólo el psicológico
como lo hace Kant, con el cuerpo con el que me identifico. Entonces se ha
KrV A 278, B 334. Pero el texto continúa diciendo que no lograremos desvelar ese secreto
porque se halla en la causa no sensible de los fenómenos, que nosotros no conocemos. Ni siquiera a
nosotros mismos nos conocemos objetivamente más que como fenómenos. Ahora bien, el concepto
de causa de los fenómenos no sólo remite al yo en sí, sino también a las cosas en sí, con lo cual de
nuevo queda diluida la primera afirmación de que la clave de nuestra sensibilidad ha de ser hallada
en la propia subjetividad, y además no se ensaya otra manera de abordarla.
'^^Véase, por ejemplo, K r V A 116. 119-120, 122.
Kólner Universitáts Verlag, Kóln, 1953.
^ ^ U N E D , Madrid, 1993.
Programa de Formación del Profesorado 841012 33
Por carácter de continuo entiendo que en ellos no hay cortes ni elementos simples, sino que
entre dos momentos dados siempre hay un tiempo, como entre dos puntos dados cualesquiera hay
un espacio {KrV A 208-210, B 253-255; B 419).
75
KrV A 228-229, 8 281-282. No obstante, como veremos, el tiempo y el espacio permiten
diversas articulaciones de ellos, no sólo la objetiva, sino también la existencial, la artística, la mítica,
etc., y allí la imaginación podrá establecer saltos e hiatos para elaborar la comprensión de sucesos
existencialmente diferenciados o situaciones especialmente creativas, etc., pero sobre el fondo de
aquélla continuidad.
Véase La polémica Leibniz-Clarke, ed. E. Rada, Taurus, Madrid, 1980.
Programa de Formaciórt del Profesorado 841012 35
A / - Exposición metafísica: tiene por objeto probar que son intuiciones a priori.
- Son a priori:
- Son intuiciones:
80
Los progresos de ¡a. metafísica. Ak.~Ausg. XX, 311.
Programa de Formación del Profesorado 841012 37
3.- Todos los espacios y los tiempos posibles son partes de un único espacio
y un único tiempo, mientras que el concepto, por ejemplo el de "mesa",
hace relación a un número indeterminado de mesas, que no son partes
de una única mesa. La intuición nos presenta la unicidad irrepetible de
los objetos, y el concepto hace referencia a la universalidad o totalidad.
4 . - Por tanto, la relación del espacio y del tiempo con sus partes es diferente
a la de los conceptos con los objetos subsumibles por él^^.
(todas ellas son frutos de una reflexión racional), así como a otro tipo de
experiencias. Por ejemplo, en la experiencia artística la síntesis imaginativa
da lugar a una articulación distinta del espacio y del tiempo, a otra com-
prensión o modo de sentirlos y vivirlos. Pero a Kant le está interesando aquí
exclusivamente su utilización objetivo-científica, y no reflexiona sobre otras
posibilidades. Sin embargo pienso que también la existencial o pragmática
(la de Heidegger) requiere una comprensión subjetiva originaria de la espa-
cialidad y de la temporalidad (la que aquí es señalada como forma a priori
de la sensibilidad), y ninguna de esas dos concreciones puede ser considerada
más primaria que la otra. Ambas (en cuanto concreciones) se comprenden en
su distinción y diferencia: los espacios y tiempos neutrales e intercambiables
(de donde parten los matemáticos y mecánicos) en cuanto diferentes de los
vivencialmente diferenciados por el proyecto existencial, y a la inversa.
¿Pero no habría una oposición radical entre el espacio infinito (unendiich)
de Kant y Newton y el espacio finito (endüch) de Einstein y Riemann? En
contra de algunos textos kantianos de la Estética hemos de tener en cuenta
que la petición de infinito, como la de totalidad o la de incóndicionado, surge
al nivel de la razón. El espacio y el tiempo de la sensibilidad transcendental,
en cuanto idealidades, no son ni finitos ni infinitos, sino meramente indefini-
dos, ilimitados, es decir, que carecen de límites tanto hacia lo más pequeño
como hacia lo más grande, que pueden ser llevados o conducirnos hasta donde
haga falta para medir y delimitar cualquier objeto, que son capacidades de
sobrepasar idealmente hacia todas las direcciones cualquier magnitud espacio
temporal empírica y determinada^*. Pues bien, también el espacio de Einstein
carece de fin, es ilimitado (unbegrenztf^.
que en cuanto mera forma de la intuición, a saber, la reunión, en una representación intuitiva,
de la multiplicidad dada según la forma de la sensiblidad, de manera que la forma, de Ja intuición
ofrece sólo multiplicidad, pero la intuición formai unidad de la representación. Esta unidad la había
atribuido yo, en la Estética, meramente a la sensibilidad sólo para hacer notar que precede a todo
concepto, aunque presupone una síntesis que no pertenece a los sentidos [por tanto, a la imaginación]
y sólo mediante ella son posibles todos los conceptos de espacio y de tiempo. Y puesto que por
ésta (al determinar el entendimiento la sensibilidad) llegan a darse el espacio y el tiempo como
intuiciones, la unidad de esta intuición a priori pertenece al espacio y al tiempo y no al concepto del
entendimiento (§ 24)" (KrV B 161 y 161-162 nota). "La síntesis o unificación (Zusammensetzung)
no la podemos percibir como dada, sino que la tenemos que realizar nosotros mismos: hemos de
uniñear si debemos representar algo como unificado (incluso el espacio y el tiempo)" (carta de Kant
a J. S. Beck del 1-7-1794; Ak.-Ausg. X I , 515).
° Véase por ejemplo KrV A 32, B 4 7 - 4 8 ; A 411-413, B 438-440. Más sobre esto en el punto E,
4 . - Axiomas de la intuición. Véase H.J. VIeeschauwer, La déduction transcendantale dans 1 'oeuvre
de Kant. III, pp. 244-246.
"... el tema de la charla que yo acababa de dar en la conferencia: la posibilidad de que el
Programa de Formación del Profesorado 841012 39
3.- La cosa en sí
espacio-tiempo fuese finito pero no tuviese ninguna frontera, lo que significaría que no hubo ningún
principio, ningún momento de Creación" (S. Hawking, Historia dei tiempo, Crítica, Barcelona, 1988,
p. 156). Sobre todo esto véase por ejemplo Hóffe, /. Kant 4.4 y 5.3.
fifi
Ahora bien, el tiempo en cuanto tal no puede ser percibido" ( K r V B 225). Esta afirmación se
repite varias veces a lo largo de las Analogías de la experiencia. Ese fue, por otra parte, un problema
para los newtonianos, que el espacio y el tiempo absolutos no podían ser percibidos. Véase también
la nota situada tres números antes.
40 / Kant: El conocimiento objetivo del mundo
87
Kant piensa aquí en Dios ( K r V B 7 1 - 7 2 ) . La idealidad de los fenómenos, es decir, que los
objetos conocidos tienen necesariamente también una componente ideal, subjetiva, se prueba de
nuevo indirectamente en las Antinomias (KrV A 506, B 534 ss).
^^KrV B 69-71.
^^KrV A 3 6 - 3 8 , B 53-55.
^°KrV A 28, 8 44; A 35-36, B 52.
Programa de Formación del Profesorado 841012 41
^^KrV B 66-67.
^ ^ K r V A 29-30, B 45; A 36, B 53, A 45, B 62-3.
^•^KrVA 190-191, B 235-236.
42 / Kant: El conocimiento objetivo del mundo
^*Por ejemplo KrV A 42, B 59; A 46, B 63; A 126-7, 129; B 164; A 139, B 178; A 197, B 242;
A 492, B 520, etc.
Programa de Formación del Profesorado 841012 43
empírico" ^^, pues los dos comparten el mismo presupuesto irrealizable que
conduce a la interminable dialéctica: que el conocimiento objetivo lo es de
cosas en sí mismas e independientes de toda subjetividad.
La segunda exigencia del realista transcendental es la necesaria diferencia-
ción entre objeto y representación. Esto en Kant corresponde a la distinción
del objeto externo y del sentido interno, cuya génesis comprenderemos en el
punto E, 6, al hablar de las analogías de la experiencia. Para él, el objeto
externo es también un fenómeno, mientras que para nuestro realista es cosa
en sí. Éste limita la subjetividad a sus aspectos empíricos; la toma como cosa
o substancia al lado de otras cosas o mundo. Por el contrario, para Kant el
sujeto transcendental no es substancia, y la subjetividad no se limita a sus as-
pectos empíricos, sino que es también petición de verdad e intersubjetividad,
exigencia de no cerrarse en la perspectiva empírica de cada uno ya que esto
conduciría a la locura y a la destrucción de la propia subjetividad. Lo mismo
sucede en el ámbito moral; allí el sujeto no es sólo inclinaciones y deseos des-
ordenados y egoístas, sino también petición de orden, de justicia, de ley moral
(autonomía).
Concluyendo: el objeto es independiente de mi representación empírica,
pues la representación tiene una realitas que yo protagonizo, no así la del
objeto. Esa distinción real es posible por cuanto que ambos son fenómenos
para la subjetividad transcendental, que los conoce precisamente mediante
su contraposición, como veremos en el punto E, 6. El dualismo empírico
no puede ser interpretado como un dualismo metafísico, que es Ib que hace
inadvertidamente la razón natural al pasar de la experiencia cotidiana a la
reflexión filosófica^^.
Pedir el conocimiento del objeto en sí tiene sentido, por consiguiente, desde
el punto de vista cotidiano, el de la conciencia que actúa y reflexiona sobre las
cosas concretas, pues esa contraposición entre mi representación concreta y
la cosa es posible porque ambos son fenómenos para el sujeto transcendental.
Pero carece ya de sentido cuando, en la reflexión filosófica, nos planteamos la
pregunta por la totalidad. No tiene sentido pedir la comparación del todo con
algo exterior a ello para ver su adecuación, pues sería pedir que el pensamiento
alcanze allí donde por principio se lo excluye^^.
96
KrV A 369. Debido a ese común presupuesto, los papeles se intercambian. "Para explicar que
los principios de la Naturaleza están en consonancia con los de la naturaleza humana, Hume se vio
forzado a invocar explícitamente una armonía preestablecida" (G. Deleuze, La pbiSoaopbie critique
de Kmt, cap. I, 2, PUF, Paris, 1991 (7° ed.), p. 22).
^^Véase, por ejempo, KrV A 379-380.
98
KrV A 104-106, 109. En ta Analítica transcendentaf lo en sí aparece como noúmeno, y en la
Programa de Formación del Profesorado 841012 45
1 . - La lógica transcendental
B 110-111), de modo que "es en parte un concepto originario" (carta de Kant a Johann Schuitz del
17-2-1784; Ak.-A\isg. X, 367, Schón 248; veáse también Prolegómeno, Ak.-Ausg. IV, 325 nota).
"Se ha encontrado chocante que mis divisiones en la filosofía pura casi siempre dan lugar a tres
partes. Sin embargo eso se halla en la naturaleza del asunto fSachej. Si ha de hacerse una división a
priori, o bien es de forma analítica según el principio de no contradicción, y entonces consta siempre
de dos partes (quolibet ens est aut A aut non A). O bien se hace de forma sintética, y si en ese
caso se ha de realizar por conceptos a priori (no como en las matemáticas por la intuición a priori
que corresponde al concepto), entonces la división ha de ser necesariamente tricotómica conforme
a las exigencias de la unidad sintética en general, a saber, 1) condición, 2) un condicionado, 3) el
concepto que surge de la unión [de la síntesis] del condicionado con su condición" (KU, Introducción
IX, última nota; Ak.-Ausg. V, 197). Recuérdese lo que será después el método sintético de Fichte
y el dialéctico de Schelling y Hegel.
"Considerándolo desde ese punto de vista [el lógico] no hay dos, sino tres principios lógicos del
conocimiento: 1° el principio de no contradicción, de los juicios categóricos, 2° el principio del
fundamento (lógico), de los hipotéticos, 3° el principio de la división (del tercio excluso entre dos
contradictoriamente opuestos) como fundamento de los juicios disyuntivos [aquí se hace referencia
a las categorías y juicios de relación). Según el primer principio, todos los juicios deben estar en
concordancia primero, en cuanto problemáticos (como meros juicios) respecto a su posibilidad, con
el principio de no contradicción, segundo, en cuanto asertóricos (como proposiciones) según su
realidad o verdad lógica, con el principio de razón suficiente, tercero, en cuanto apodícticos (como
siendo cierto conocimiento), con el princ. exclusi medii ínter dúo contrad., pues el asentimiento
apodíctico sólo puede pensarse mediante la negación de lo contrario, o sea, mediante la división de
la representación de un predicado en dos contradictoriamente opuestos y en la exclusión de uno de
ellos" (carta de Kant a Reinhold del 19-5-1789; Ak.-Ausg. X I , 45; Schón. 391). En esta última
parte se ha hecho referencia a las categorías y juicios de modalidad.
103
Léase atentamente esta Sección primera.
^°'^KrV A 68, B 93.
48 /, Kant: El conocimiento objetivo del mundo
particular y quedarnos, por tanto, con la mera forma de los juicios, lo que es-
tudia la lógica. Esas clases de juicios muestran, en la conciencia reflexiva, las
estrategias o acciones primarias con las que el sujeto articula su comprensión
de la objetividad. Luego el hilo conductor será el establecimiento de una tabla
donde estén presentes todas las clases de juicio existentes: "Por tanto podrán
hallarse todas las funciones del entendimiento si se puede mostrar exhaustiva-
mente las funciones de unidad en los juicios" ^°^. Eso er lo que se lleva a cabo
en el § 9.
Mucho se ha discutido sobre la completud de la tabla de juicios y, conse-
cuentemente, de la tabla de las categorías, ya en la época de Kant (por ejemplo
Hegel en su Lógica) y más aún desde la aparición de la lógica y de la lingüística
modernas. Un intento reciente a favor de esa completud desde el punto de
vista de un lector contemporáneo a Kant es el de Reinhard Brandt, Die Urteils-
tafel. KrV A 67-76, B 92-101^°^. Según él, el fundamento de esa completud
hay que encontrarlo en las observaciones que Kant añade a continuación de la
tabla de los juicios en ese § 9. Cojamos, por ejemplo, el clásico juicio "Sócrates
es mortal". La división de los juicios de cantidad se hace atendiendo al sujeto"
del juicio ("Sócrates"), a la extensión de su concepto. La de los de cualidad,
según su cópula ("es"). Aquí Kant introduce los juicios indefinidos o infinitos,
pues si bien éstos según su cópula son afirmativos, sin embargo en ellos no
se determina positivamente al sujeto, no se le señala conceptualmente una
esfera concreta a la que perteneciese o en la que fuera subsumido, sino una
de la que es excluido, y "aunque la exclusión es una negación, la limitación de
un concepto es una acción positiva" ^°^. Los juicios de relación, por su parte,
se dividen según la relación del predicado con el sujeto, y los de modalidad
expresan la relación del juicio con el pensamiento en general.
Eso por lo que respecta a una argumentación lógica sobre la completud de
la tabla de las categorías. Ahora bien, si tenemos en cuenta
reflexiva la relación (metafísica, dice Kant, pero sería mejor llamarla trans-
cendental) entre los objetos, ya constituidos por los tres momentos anteriores
(de nuevo una tríada que ha de ser pensada conjunta y sintéticamente), y el
sujeto pensante y cognoscente.
¿Qué más habría a ese nivel de elaboración de la conciencia y desde ese
punto de vista transcendental en orden a la constitución de la objetividad?
Esto lo estudiaremos más detenidamente cuando lleguemos a la Analítica de
los Principios, y es lo que se intenta exponer gráficamente en el Esquema que
aparece en el punto E, 3.
Otra cuestión, que no hemos de confundir con la anterior, es si el hilo
conductor elegido es válido. Podríamos no estar de acuerdo con la tabla de
juicios y de categorías que Kant nos presenta y sin embargo estarlo con su
método, a saber, el de buscar las acciones originarias del pensar siguiendo las
indicaciones de la lógica, por ejemplo las de la lógica actual. Vamos de las
formas lógicas a las categorías porque estas acciones o funciones primarias se-
rían los fundamentos o ratio essendi de aquéllas^^^. "La unidad sintética de la
Apercepción es el punto supremo en el que se ha de insertar todo uso del en-
tendimiento, incluso toda la lógica y, según ella, la filosofía transcendental" ^^^.
Cuando reflexionamos sobre la forma del conocer y del pensar abstrayéndola
de la acción concreta y de todo contenido, aparece la lógica, explica Fichte en
el § 6 de Sobre el concepto de la Doctrina de la Ciencia (1794). Como producto
de la conciencia reflexiva, la lógica es cercana a ella (clara y distinta diría
Descartes), y por eso nos puede servir de ratio cognoscendi o fundamento para
conocer acciones de la subjetividad que, siendo más primarias, se ocultan por
eso mismo en un primer momento a la conciencia reflexiva, pues se sitúan en
su subsuelo al ser sus condiciones de posibilidad. La reflexión retorna, por el
mismo camino, hacia los orígenes de la génesis.
En el § 10 se profundiza sobre este mismo tema, señalando el origen ima-
ginativo de las categorías y con ello su fundamento de aplicación y de verdad
(objetiva): el juicio es una síntesis reflexiva que se fundamenta en la síntesis
(que podríamos llamar prerreflexiva) de la imaginación, tema que Kant reto-
mará de nuevo en los §§ 15, 24 y 26 de la segunda edición, en otros momentos
similares de la primera y en el Esquematismo transcendental^^^. El concepto
112
Utilizo aquí las expresiones de ratio essendi y ratio cognoscendi como Kant lo hace en el tema
de la ley moral y de la libertad (KpV, primera nota del Prólogo; Ak.-Ausg. V, 4).
^^^KrV B 134 nota. Véase también A 117 nota.
^^^Me refiero a las páginas K r V A 7 7 - 7 9 , B 103-104; B 130, 150-156, 161-162; A 118, 120, 1 2 3 -
125; A 137, B 176 ss. Dada la importancia capital que el primer Heidegger concede a la Imaginación
transcendental, como interpretación del ente en el horizonte del tiempo, escribe: "La comprensión
Programa de Formación del Profesorado 841012 51
de este parágrafo [el § 10] es la clave para la comprensión de la KrV como una fundamentación de
la metafísica" (Kant und das Problem der Metaphysik, Vittorio Klostermann, Frankfurt, pág. 59
tanto en la edición de 1951 como en la de 1991).
^^^KrV A 68-69, B 93-94; B 140-142.
^^^KrV A 124.
^^^KrVA 119.
^^^KrV A 126.
^^^KrV A 78, B 104.
52 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
ion
*'^"Kant,
121 Antropología §§ 53-54.
Véase un buen resumen de sus ideas en Jean Piaget, La psychologie de l'enfant, PUF, Paris,
1975 ( 6 " ed.). Sigo también sugerencias de Hans G. Furth, E¡ conocimiento como deseo. Un
ensayo sobre Freud y Piaget, Alianza, Madrid, 1992.
Programa de Formación del Profesorado 841012 53
"Kant sabía que el conocimiento [...] es una construcción [...]. Piaget sabía que la expresión
a priori sólo podía referirse a un prerrequisito estructural del conocimiento, no a una secuencia
temporal [...]' que la necesidad lógica era correlativa con la libertad potencial de construir cosas
nuevas. [...] Actualmente nos sentimos incómodos con cualquier absoluto categorial; nos recuerda
demasiado a las doctrinas totalitarias y a la imposición ciega de la fe. [...]. Pero hay un malentendido
fundamental en esta analogía. Las categorías a priori de la necesidad lógica no son en sí mismas
conocimiento, sino procedimientos que nos capacitan para comprender algo e ir más allá de lo dado,
para construir algo nuevo; en sí mismas, estas categorías están vacías [...]. Además, las operaciones
no se imponen como algo que se sufre desde el exterior: y, a este respecto, el cerebro y la fisiología
están tan fuera de nosotros como lo está el contenido externo del conocimiento. [...] cuanto mayor
sea la libertad, mayores deben ser las regulaciones que coordinen el organismo" (Hans G. Furth, o.c.
p. 158) para no caer en el caos y perderse
"El único síntoma común de la locura es la pérdida del sentido común (."¡ensus communís) y la
aparición, por el contrario, de un sentido lógico privado (sensus privatusj, por ejemplo, un hombre
ve en pleno día sobre su mesa una luz encendida que, sin embargo, otra persona que está ahí no ve,
u oye una voz que otro no oye. Pues es una piedra de toque subjetivamente necesaria de la rectitud
de nuestros juicios en general y, por tanto, también de la salud de nuestro entendimiento: el que
lo confrontemos con el entendimiento de los otros y no nos a.islemos con el nuestro y juzguemos
pübiicamente con nuestras representaciones [o ideas] privadas. Por eso la prohibición de los libros
que sólo se ocupan de opiniones teoréticas (sobre todo si carecen de influjo sobre acciones u omisiones
legales) ofende a la humanidad" (Kant, Antropoiogía § 53: .Aí(.-Au.sg. V i l , 219: trad. Alianza, pp.
1 4 0 - 1 4 1 : véase también el § 2).
^^''§§ 20-22, 3 9 - 4 0 .
54 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
^^^KrV A 820, B 848. Véase también Prolegómenos ^ 18-19 (Ak.-Ausg. IV, 298); Antropología
§ 53 (Ak.-Ausg. Vil, 219); KU § 90 (Ak.-Ausg. V, 461); Logik, Einleitung IX (Ak.-Ausg IX,
73); carta de Kant a J.S. Beck de 1-7-1794 (Ak.-Ausg. XI, 515).
^^^KrV B 130, 150.
^^^KrV B 152; véase también B 153-155.
^'^^KrV B 152.
^^^KrV A 125.
^^°Ki-V A 137, B 176 ss.
^^^KrV B 162 nota,
^^"^KrV B 161 nota.
Programa de Formación del Profesorado 841012 55
^^^KrV B 151-152.
KrV A 114. La búsqueda de la unidad última es ciertamente un ideal de la razón ( K r V A 649,
B 677 ss). Por eso, el punto de unión de todas nuestras facultades a priori (no sólo de las teóricas)
hay que buscarlo en lo suprasensible (KV §§ 57 y 61), y ese substrato inteligible sería el momento
originario de la subjetividad: la libertad ( K p V A 178; Ak.-Ausf^. V, 99), o quizás apunta más allá,
hacia lo divino (KV Nota I y II del § 57 más §§ 5 8 - 5 9 ) .
56 / Kant: El conocimiento objetivo del mundo
Para la Escolástica, siguiendo en ello a la Isagoge de Porfirio, había cinco predicables, tres
esenciales: el género, la especie y la diferencia específica, y dos accidentales: lo propio (no esencial
pero necesario o coextensivo) y el accidente. Aristóteles, en Tópicos I, 4, 101 b llss, cuenta sólo
cuatro, pues no tiene en cuenta la diferencia específica. Mientras que las categorías o predicamentos
llegarían a ser diez: "Cada una de las cosas que se dicen fuera de toda combinación [tomadas
aisladamente], o bien significa una entidad [substancia], o bien un cuanto [cantidad, con la que
comenzamos la lista de los accidentes con los tres más importantes], o un cual [cualidad], o un
respecto a [relación], o un donde [lugar], o un cuando [tiempo], o un hallarse situado [situación], o
un estar [hábito], o un hacer [acción] , o un padecer [pasión]" (Aristóteles, Categorías, 4, 1 b 25-29;
véase también Tópicos I, 9, 103 b 20ss).
^^^KrV A 82, B 108.
Programa de Formación del Profesorado 841012 57
cualquier objeto; no sólo la causa ocasional o conditio sine qua non material,
sino también el principio de su posibilidad en cuanto conocimiento (idealidad),
lo que fundamenta el que así se puede y se debe usar, pues de otro modo sería
incomprensible, incognoscible. Aquí tratamos la quid juris o validez objetiva de
los conceptos teóricos, pero también se plantea esa cuestión en otros ámbitos:
con qué fundamento podemos decir "debo o debes hacer eso", ""esta casa es
mía", "este cuadro es bello" , o "el animal no es una mera máquina" .
Esta deducción de las categorías es necesaria en primer lugar como crítica o
establecimiento de límites porque, en cuanto conceptos, lógicos y universales,
hacen abstracción del contenido sensible y parecen poder ser utilizables más
allá de la experiencia. Pero también y correlativamente para fundar su objeti-
vidad: ¿cómo condiciones subjetivas del pensar pueden tener validez para los
objetos necesaria y universalmente? Únicamente si son condiciones sólo bajo
las cuales algo puede ser pensado como objeto, de modo que sin ellas nada ha-
bría para la conciencia. Y ese será el principio de la deducción transcendental:
mostrar que son condiciones a priori de la posibilidad (en cuanto a la forma
del pensar) de toda la experiencia y de los objetos que aparecen en ella, de los
fenómenos^-^^.
Esta deducción transcendental de las categorías no fue sólo el pasaje que
más le costó escribir a Kant^^^, sino uno de los más remodelados en la se-
gunda edición. Opino que es en ésta donde el argumento kantiano queda más
claro, sin olvidar por ello la luz que pueda aportarnos la Sección tercera de
la Deducción en la de lYSl^-'^. En pro de la brevedad nos centraremos en la
argumentación de B. Un esquema de la misma se encuentra en el recuadro de
la página siguiente.
Se parte (§ 15) de que la unificación sintética de la multiplicidad sensible
ya no puede venir dada sino que es un acto originario del sujeto, un acto
ideal de interpretación. Sólo si elaboro lo dado desde mi conciencia y lo re-
laciono o incorporo a ella, pueden las intuiciones ser algo para mí, y en caso
contrario ni existen^'*". Todas esas síntesis apuntan, por tanto, a una unidad
"Ahora bien, sólo hay dos caminos por donde se puede pensar una concordancia necesaria de la
experiencia con los conceptos de sus objetos: o bien la experiencia [una experiencia ya constituida
como tal) hace posibles esos conceptos, o esos conceptos hacen posible la experiencia" ( K r V B 166)
en general configurándola. Es decir, o se refieren a unas experiencias en particular con exclusión
de otras (como por ejemplo el concepto de "madera"), o bien a la experiencia en general, a todos
los objetos, como criterios generales de lo que será tomado como objetivo, como ocurre con las
categorías.
^^^KrV A XVI.
^^^KrVA 115 ss,
^''°KrV A 116-117.
58 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
Este presupuesto se basa también en que dicha subjetividad está pensada según el modo de ser
de la cosa, de la substancia: lo subjetivo excluye lo objetivo y a la inversa del mismo modo que donde
pongo una manzana no puedo poner otra, allí donde está la conciencia y sus represtaciones no puede
encontrarse la realidad objetiva, y a la inversa. Nos quedamos entonces en la distinción empírica, la
que se estabece, en lenguaje de Kant, entre los objetos del sentido externo y las representaciones del
sentido interno. El establecimiento de esta distinción alcanzará su punto culminante en las Analogías
de la experiencia, como veremos en el punto E, 6. El yo empírico es también un objeto del mundo,
pero la subjetividad no sólo tiene ese modo de ser.
^ ^ ^ K r V A 104-105. Véase también A 190-191, B 235-236; A 250-253.
62 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
Para los conceptos de noúmeno y de intuición intelectual permítaseme que me remita al capítulo
IV de mi libro El punto de partida de la meta/isi'ca transcendentai. De igual modo en su capítulo III
comento el factum de la forma, lo que se dice al final del § 21 (B 145-146) entre otros textos (véase
también A 230, B 283; A 393; A 557, B 585; A 613-4, B 6 4 1 - 2 ; Prolegomena § 36, Ak.-Ausg. IV,
318; Entdeckung, Ak.-Ausg. VIII, 249), donde Kant afirma que no podemos dar razón de por qué
objetivamos el mundo precisamente con esas categorías y con esas formas a priori de la sensibilidad
y no con otras.
Programa de Formación del Profesorado 841012 63
Aunque parece ser que a la vez aletargan otras posibilidades corporales y sensitivas por falta
de uso, sensibilidades más oscuras o confusas o difíciles de desarrollar, pero quizás también más
profundas y ricas, pues la técnica moderna nos lanza al exterior.
64 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
en el que podemos meter cualquier cosa, 2°, nos proporciona una necesidad
subjetiva pero no objetiva, es decir, es exterior a la construcción del objeto
como tal, lo cual, 3°, nos conduce al esceptismo y al subjetivismo, que rompe
la universalidad (y la intersubjetividad) de lo objetivo, pues habría gente que
dirían no sentir esa necesidad subjetiva. Este rechazo del innatismo merece
ser meditado en orden a comprender dónde se sitúa la solución crítica: entre
el empirismo o escepticismo y el innatismo racionalista, como entre Escila y
Caribdis^"^.
^'^^KrV B 128.
^^^KrV A 247, B 303.
^^^KrV A 761 y 767, B 789 y 795.
^^^KrV A 146, B 185; A 197, B 242 ss., A 221-222, B 269; A 237, B 296; A 492-493, B 520-521.
Programa de Formación del Profesorado 841012 65
1.- El esquematismo
Pero el primer paso que Kant da frente a esta nueva tarea es un paso hacia
atrás, hacia las condiciones transcendentales, podríamos decir prerreflexivas,
del juicio: el esquematismo de la imaginación, diferenciándose así otra vez de
la lógica formal,! que se queda en la mera idealidad conceptual de las reglas sin
preguntarse por su vinculación con la objetividad. Se retoma aquí un elemento
que nos ha ido apareciendo a lo largo de la deducción de las categorías, en
los §§ 10 y 24: la síntesis de la imaginación transcendental. Allí sólo fue
mencionado, pero ahora convenía desarrollarlo más para servirse de él en la
elaboración y comprensión de los Principios.
Kant presenta aquí la cuestión como un problema de subsunción de la mul-
tiplicidad sensible bajo el concepto, lo que nos daría el juicio sintético primario,
según hemos ido viendo. Pero si las categorías no son conceptos que se refieren
a objetos particulares, ¿qué método o esquema seguir en su aplicación? ¿qué
justifica la misma? ¿cómo se concreta su abstraída universalidad? La primera
respuesta kantiana es ésta: entre la multiplicidad empírica y las categorías hay
un tercero, un momento de encuentro, y éste es una determinación transcen-
dental del tiempo. Ella guarda homogeneidad (^posibilidad de ser identificada
o relacionada) con las categorías, pues el tiempo es una forma universal (para
todos los fenómenos), una forma a priori, y su determinación descansa por
tanto en una regla a priori. Pero por otra parte el tiempo tiene relación con
los fenómenos en cuanto intuición y forma de la sensibilidad. Luego el modo
de aplicación de una categoría a las intuiciones empíricas será en virtud un
esquema temporal que corresponda a la síntesis intelectual pensada en ella.
En un segundo momento, en los Principios, se ve que el espacio está
también presente, incluso como condición de posibilidad de esa misma esque-
matización del tiempo. Eso resulta especialmente claro en los Axiomas de la
intuición, que se fijan sobre todo en la constitución o esquematización espacial
de los fenómenos externos; y más aún en las Analogías de la experiencia. Así,
por ejemplo, se nos dice "que para proporcionar algo permanente en la intuición
que corresponda al concepto de substancia (y así mostrar la realidad objetiva
de este concepto) necesitamos una intuición en el espacio (de la materia) por-
que sólo el espacio está determinado de modo permanente" ^^'*. Como también
155
KrV A 3 1 , B 47. "La simultaneidad no es modo del tiempo mismo, dado que en él ninguna
parte es a la vez, sino que todas son unas detrás de las otras" (A 183, B 226). "Pues sólo hay un
tiempo, en el cual todos los diferentes tiempos han de ser puestos no simultánea sino sucesivamente"
(A 188-189, B 232).
^*^A 177, B 219; B 225.
^^^KrV B 291-292.
^^^KrV A 33, B 50; B 154, 292.
^^^KrV B 291-294.
^^°KrV A 140-141, B 180.
Programa de Formación del Profesorado 841012 67
sería aquello que nos permite formar y reconocer como unificables distintas
imágenes de una misma clase de objetos, de un mismo concepto. Tenemos
así una graduación:
concepto ^ esquema => imagen =í> multiplicidad sensible (de un objelo concreto)
Cada momento guarda cierta homogeneidad con los otros laterales pero
no total coincidencia, de manera que representa también un salto de concre-
ción posible (si vamos hacia la derecha de esa sucesión) o de abstracción (si
vamos hacia la izquierda), y por tanto, un momento diferente y creativo en la
interpretación objetiva del mundo. Por eso dice Kant que los esquemas trans-
cendentales realizan pero también restringen el uso objetivo de las categorías
a condiciones que no se hallan en el entendimiento^^^, o que los objetos y
las imágenes no coinciden (kongruieren) plenamente con los esquemas y los
conceptos^^^.
Donde queda más clara la diferencia entre esquema y concepto es al nivel
de las categorías y su traducción temporal (y espacial). Por ejemplo, la subs-
tancia, en su signicado puramente conceptual o lógico, apunta a "algo que
sólo puede ser pensado como sujeto (sin ser un predicado de otra cosa)"^^-^.
¿Pero podríamos aplicar objetivamente este concepto a Dios o al alma? Pues
bien, como la otra realidad se me tiene que dar sensiblemente (pasivamente a
mi finitud), he de concretarlo según esas condiciones de dación y sólo puedo
predicarlo de lo que afecta (lo real) y temporalmente permanece^^'* en el
• 165
espacio .
Más oscura resulta la distinción entre el esquema y el concepto pongamos
que de perro. El esquematismo "es un arte escondido en las profundidades
del alma humana, cuyo verdadero manejo difícilmente lograremos alguna vez
sacárselo a la naturaleza y ponerlo al descubierto ante los ojos"^^^, pues es
una función "de la que raras veces llegamos a ser conscientes" ^^^. La razón
de ello es que hemos olvidado ese momento creativo y de configuración de
sentido porque ya lo repetimos mecánicamente, apoyados más en la idealidad
abstraída y seca del concepto que en el esfuerzo vivo e imaginativo. Pero
cuando nos dan un nombre del que desconocemos su significado, su uso, no
^^^KrV A 146-7, B 185-6.
^^^KrVA 141-142, B 180-181.
^^^KrV A 147, B 186. Véase también A 245-246
^^^KrV A 144, B 183.
^^^KrV B 291-293. Véase A 243, B 301 para la categoría de causa.
^^^KrVA 141, B 180-1.
^^^KrV A 78, B 103.
68 /. Kant: El conocimiento objetivo dei mundo
^^^Véase KV Introducción V I .
KU § 49 {Ak.-Ausg. V, 315). Sobre todo esto véase la "Crítica del Juicio estético", primera
parte de la KU. Kant distingue entre la acción esquemática y la acción simbólica de la imaginación.
Mientras que el esquema permite mostrar directamente, mediante una intuición adecuada, la realidad
objetiva de los conceptos del entendimiento, el símbolo confiere indirectamente, por medio de la
analogía, cierta mostración sensible a los conceptos o ¡deas suprasensibles: Prolegómenos §§ 57-58
(Ak.-Ausg. IV, 3 5 7 - 3 5 9 ) ; KU §§ 57 (Nota I), 59 y 90 (Ak.-Ausg. V, 341-344, 351-352, 4 6 4 - 4 6 5 ) ;
Religión, Parte II, cap. 1, b (Ak.-Ausg. V I , 65 nota); Los progresos de ía metafísica (.Ak.-Ausg.
X X , 279-280); Antropología^^ 38 (Ak.-Ausg. Vil, 1 9 1 - 1 9 2 ) . Véase también K r V A 570, B 598;
A 665, B 693; A 674, B 702.
Programa de Formación del Profesorado 841012 69
^^°KU § 23.
^^^KU% 24.
^^'^KU 125.
70 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
según (la unidad de) sus fines (eine sich fortfbn'zende bildende Krsft) ^^^. Las
diferentes especies pueden tomarse como distintos esquemas de configuración,
y las diversas razas como otras tantas imágenes o idea normal de belleza a la
que ningún individuo llega plenamente^^". Esa naturaleza organizante no se
alza hasta el concepto (síntesis o conciencia reflexiva), podríamos decir que
en la medida en que no alcanza el lenguaje humano, o sea, no logra tematizar
las regias de su comprensión del mundo como tales reglas, en su universalidad,
y por eso no es capaz de ciencia ni de filosofía ni de una conciencia individual
enfrentada a la totalidad del mundo y de lo real, ni de una conconciencia
moral racional en la universalidad de la ley, etc. Pero un animal, sobre todo
los más evolucionados, son capaces de distinguir, de aprender, de organizar sus
estrategias para la instrumentalización del mundo, según esquemas de acción
diría Piaget. Todo eso lo podríamos comprender como síntesis o conocimientos
imaginativos (conciencia prerreflexiva o antepredicativa). Pero Kant, en la
segunda parte de la KU, en la "Crítica del Juicio teleológico", piensa que
no podemos reificar ese modo de comprensión, que la finalidad no puede
ser alcanzada como principio constitutivo de la natura¡ez3, sino sólo como-
principio que guía nuestro Juicio en la intelección de aquellos fenómenos en
los que el principio mecánico resulte claramente insufic'iente^^^.
Al inicio de este punto 1, veíamos que Kant abordaba aquí el estudio de
la imaginación para solucionar el probíema de la subsunción que en un juicio
sintético se hace del sujeto en el predicado, siendo aquél una multiplicidad
sensible, concreta, y éste una regla o concepto universal, que hace abstracción
de la ilimitada variedad que se da en la experiencia. El juicio es la capacidad
reflexiva de descubrir que una multiplicidad sensible concreta cae bajo este
concepto y no bajo otro, o sea, de discernir, leer e interpretar la cambiante
realidad. Alguien puede conocer bien la teoría, por ejemplo, jurídica, o médica,
etc., y no tener o no tener aún la habilidad de aplicarla correctamente a los
casos concretos. Este problema se agudiza en las categorías, que no se ciñen
o limitan a objetos particulares. Pues bien, la respuesta kantiana nos viene a
decir que la síntesis reflexiva o predicativa que llevamos a cabo en los juicios
reposa en otra síntesis imaginativa, prerreflexiva o antepredicativa, en un es-
^''^KU § 65.
^®°K(/§ 17.
181
Una panorámica de los diversos momentos de la imaginación transcendental tanto en Kant como
en Fichte, Schelling y Novalis, la he realizado en "La imaginación transcendental y el proyecto de
transformación romántica", artículo perteneciente al libro Romanticismo y marxismo, Fundación
de Investigaciones Marxistas, Madrid, 1994, pp. 145-212, por lo que me dispenso aquí de entrar
más en detalle.
Programa de Formación del Profesorado 841012 73
sino posibilidad de conciencia y vida, nos dice Fichte, pues ella nos proporciona
la única verdad posible.^®^.
objetiva. Podríamos formularlo así: dado que las estructuras a priori son
las que hacen posible la objetivación del mundo, o sea, que éste se presente
a un sujeto cognoscente de manera tal que puede ser recibido y pensado
por él, ellas constituyen las condiciones de posibilidad de los objetos mismos
de esa experiencia, pues éstos no son cosas en sí, independientes de toda
subjetividad (en ese caso serían incognoscibles), sino fenómenos, es decir,
respuestas positivas (de la otra realidad que no protagonizamos) a nuestras
preguntas, a nuestro punto de vista de la heteronomía.
Ahora bien, si miramos más detenidamente el texto kantiano observamos
una circularídad en la argumentación, que nos permitirá de nuevo reflexionar
sobre el método transcendental de filosofar:
-las acciones a priori de la subjetividad transcendental son objetivas porque
se apoyan en una experiencia dada,
- y la experiencia dada se objetiva porque se configura según esas acciones
a priori.
No se trata de un círculo vicioso, pues éste sólo tiene lugar en el orden de
la argumentación lógico formal, donde se deducen proposiciones (las conclu-
siones) de otras (las premisas). El círculo no es lógico^'^ sino transcendental:
encuentro aquello que yo he elaborado idealmente y soy capaz, por tanto, de
reconocer. Aquí se parte de una acción originaria y espontánea de la subje-
tividad y de la necesaria autorreferencia a sí de sus acciones, necesaria para
la construcción de esa misma subjetividad. O sea, como diría Fichte, todo lo
que es para el Yo lo ha de poner o elaborar el Yo:
-real e idealmente, en la acción real práctica: autonomía, libertad, volun-
tad,
-sólo idealmente en el conocimiento objetivo, donde la realidad nos viene
dada. En caso contrario el sujeto no la (re)conocería. Y como el conocimiento
no tiene lugar sin sujeto, entonces los objetos deben acomodarse a la idealidad
transcendental si han de ser conocidos. La autoconciencia o autoposición
es el fundamento de esta circularídad. No podemos ponernos en un punto
exterior a esa idealidad y alcanzar una visión divina a fin de comparar (como
quien compara dos objetos) nuestros conocimientos con cosas en sí totalmente
independientes de ellos. Ni somos Dios, ni la idealidad transcendental tiene el
modo de ser de la cosa. En absoluto, incluso podría no haber nada; no hay
contradicción lógica en que hubiera habido la nada en vez del ser. Pero ya que
la subjetividad existe, es transcendentalmente necesario que se haya dado y se
"Se comete un círculo en la demostración cuando se pone aquella proposición que se quiere
demostrar como fundamento de su propia demostración" (Kant, Logik § 92; Ak.-Aasg. IX, 135)
78 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
Ahora bien, lo que Kant considera como las formas universales de lo obje-
tivo ¿no constituye más bien las formas ideales a las que tiende la objetividad
depurada de la ciencia moderna de Occidente? De hecho los hombres han pen-
sado también según otras formas: con varios tiempos y espacios diferentes,
aceptando cosas espontáneas sin causas, colores sin substancias, realidades
fantásticas, uno que son tres o más, etc. formas mágicas que son de gran
utilidad para explicar el mundo simbólico de lo psicológico, de lo religioso, de
lo poético, de lo humano "interior". Pero incluso la ciencia de hoy se está
abriendo a formas diferentes de pensar y abordar el mundo.
Ante esta objección recordemos que el sujeto ha de (re)construir sus for-
mas de comprensión para que sean suyas; sólo comprendemos lo que somos
capaces de elaborar por nosotros mismos, y vemos del mundo lo que nosotros
llevamos dentro: odio, amor, comprensión, ira...^^^. Eso es lo que nos dice
el idealismo transcendental. Además esas formas tienen que ser coherentes
a fin de que el sujeto pueda saber quién es y a qué atenerse. La riqueza no
puede llevarle a un caos, donde la intelección sería imposible y el sujeto se
destruiría a sí mismo (dialéctica). Por tanto tendrá que poner orden a sus
distintos modos de comprensión, establecer sus campos de validez y sus lími-
tes. Para ello y para captar su misma evolución en el pensamiento habrá de
utilizar hilos conductores que abarquen la totalidad de la experiencia y que le
hagan comprensible todo eso, la pluralidad y el cambio, la evolución histórica
de los conceptos y la búsqueda de nuevos horizontes culturales, así como la
posibilidad de poner en tela de juicio toda comprensión concreta (empírica).
Esos hilos conductores son los denominados transcendentales por Kant, y los
que incluso cualquier escéptico o relativista utiliza en sus afirmaciones sobre
la totalidad. Claro que nosotros aquí no estamos tratando de la totalidad de
la experiencia, por ejemplo no de la ética ni de la estética, sino sólo de la
teórica u objetiva. Pero ésta, aunque se enmarca dentro de aquélla, lo hace
sintéticamente, guarclando por tanto cierta autonomía y siendo susceptible de
ser analizada en su especificidad.
Las estructuras transcendentales son formas de comprensión que tienen
que concretarse empíricamente, esto es, no sólo por medio de una sensación,
sino mediante una situación concreta histórica, cultural, lingüística, etc.. Esa
concreción histórico-cultural es de la que partimos para conocer y pensar.
Nicolás de Cusa, en su De visione Dei VI, afirma que Dios (o sea, la realidad originaria tanto
en nosotros como fuera de nosotros) nos mira siempre, pero muestra el rostro conforme nosotros
le miramos. Quien le mira con amor encuentra en El amor. Lo mismo quien le mira indignado o
alegre (Nikolaus von Kues, Philosophisch-Teologische Schriften, Herder, Wien, 1989, t. III, pp.
112/114).
80 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
201
Según la Fenomenología dej Espíritu de Hegel vamos pasando de una figura a otra, esto es,
de una visión del mundo a otra, debido a la limitación que encontramos en cada una de ellas y a la
frustración que eso nos produce.
202
Para elfo no sólo se requiere investigación y acción sobre el mundo, sino también intersubjetividad
y diálogo. La verdad ha de ser compartible ( K r V , A 820, B 848). Diálogo significa pensar por sí
mismo coherentemente (utilizar la propia razón) y saber escuchar al otro, es decir, ponerse en su
lugar, pensarse a fondo sus razones ( K t 7 § 40 {Ak.-Au8g. V, 2 9 4 - 2 9 5 } ; Antropología §§ 43 y 59
{Ak.-Ausg. Vil, 200, 228-229}; Logik, Einleitung Vil [Ak.-Auag. IX, 57}).
Además, para conocimientos menos objetivables, como son los de las ciencias humanas y mucho
más la filosofía, se precisa una armonización consigo mismo, o al menos ser conscientes de nuestra
afectividad básica. Esto es di^cil, ya que se halla a un nivel prerreflexivo, muchas veces negada o
reprimida (Verdrángung). Su importancia radica en que es la primera comprensión que tenemos
de nuestra fínitud, de la realidad de lo otro, la primera pérdida de la omnipotencia. Heídegger
lo tematiza con el término de Stiwmung como la compresión (Verstehen) primaria de nuestra
situación (Befíndtichkeit), de nuestro ser-en-el-mundo. No es lo mismo intentar comprender la
realidad partiendo de una afectividad primaria que de otra, es decir, partiendo de una o de otra
precomprensión básica de la realidad, de una angustia o bien de una aceptación radical, de un
enfado, o de una afectividad nostálgica, o mística o poética, o narcisista, etc, se ven más fácilmente
unas cosas que otras. Al menos hay que ser conscientes de ello, de nuestras preferencias ideológicas,
de nuestras afinidades y fobias, que tienden a hacernos demasiado benévolos con los razonamientos
de unos o demasiado injustos y agresivos e incluso sordos con los de otros, es decir, parciales, cerrando
con ello a cal y canto nuestro universo ideológico, no queriendo poner nunca en tela de juicio los
presupuestos de nuestra racionalidad. No nos abrimos al otro, no escuchamos.
Mejor aún sería si lográramos hacernos como niños, según nos sugiere Nietzsche, o puros de
corazón, como nos dice el Evangelio, para ver a Dios, lo que podemos entender como un abrirse sin
trabas, sin hipotecas, a la realidad primigenia, que es el tema de la filosofía. En realidad se trata
de armonizarse y reconciliarse consigo mismo, aceptar el modo de ser no cósico de la libertad (lo
contrario de la "mauvaise fois" sartriana) y su finitud. Porque resulta que la subjetividad, al igual
que su cuerpo, es como un organismo, donde las partes se determinan entre sí, de modo que si no
Programa de Formación del Profesorado 841012 83
se encuentra armonizada, integrada, puede tomar la información de una parte como información del
exterior, y viceversa, de modo que no logra orientarse, ni saber quién es, ni qué es la realidad. Así
como un cuerpo armonizado y sano está en silencio, no duele, y en ese silencio se logra captar el
mundo, del mismo modo una subjetividad reconciliada consigo misma es apertura, transparencia y
luz donde la realidad se manifiesta sin distorsión en su sentir. El poeta-filósofo Novalis nos dice que
el principio de la filosofía es un acto de feliz matrimonio consigo mismo, "un acto de abrazarse a sí
mismo (Act der Selbatumarmung)", y "¿a quién puede no agradarle una filosofía cuyo germen es
un primer beso?" (Vorarbeiten, 74; HKA II, 541).
84 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
siguiente. Este cuadro nos servirá de guía en la explicación de cada uno de los
Principios, y es ahí donde también encontrará su aclaración detallada.
Pero aquí es oportuno decir lo siguiente. El primer nivel horizontal de
arriba, el de la sensibilidad, tal y como lo hemos estudiado en la Estética
transcendental, sólo abarca propiamente lo que aparece en las dos primeras
columnas verticales: la forma espacio-temporal y la materialidad de las sen-
saciones. La expresión "fenómeno + f -I- f + f..." quiere significar (quizás no
con mucha fortuna) la pluralidad de fenómenos u objetos que configuran ma-
terialmente la experiencia; éstos son ciertamente sensibles, pero ya elaborados
previamente (al menos con una anterioridad transcendental, si no temporal)
por los esquemas (y categorías) de cantidad y cualidad, según veremos. Y en
un sentido aún más lato se ha de tomar lo puesto arriba de la cuarta columna,
pues no sólo incluye la sensibilidad, sino también la elaboración señalada en
las tres columnas anteriores. Todo esto quedará explicado mejor en lo que
sigue.
4 . - Axiomas de la intuición
^ ° ^ K r V A 143, B 182.
Programa de Formación del Profesorado 841012 85
Fenómeno
1," acepdón
Véase por ejemplo KrV A 429, B 457 nota; Principios metaSísicas de ¡a. ciencia de la natu-
rajeza, cap. 1°, Enunciado 1, Observación 2 (Ak.-Ausg. IV, 481) y cap. 4", Observación general
{Ak.~Ausg. IV, 559 ss), donde leemos: "En consecuencia, el espacio absoluto [que aparece en la
física de Newton] es necesario no como concepto de un objeto existente, sino como una idea que
debe servir de regla para considerar todo movimiento [así como todo reposo y todo espacio empírico,
real, material] simplemente como relativo; y todo movimiento y reposo deben reducirse al espacio
absoluto [=deben ser considerados ^sde él] si se ha de transformar su fenómeno [el del movimiento
y el del reposo] en un concepto determinado de experiencia (el cual unifica todos los fenómenos)"
(p. 560). "Los fenómenos, en cuanto objetos de la percepción, no son intuiciones puras (meramente
formales), como el espacio y el tiempo (pues éstos como tales no pueden ser percibidos)" (KrV B
207). "... como el espacio y el tiempo puros, que si bien son algo en cuanto formas para intuir,
no son sin embargo ellos mismo ningún objeto que sea intuido (ena imaginaríum)" (KrV A 291, B
347).
^°^Ki-V A 15, B 29; A 50, B 74 ss.; A 92-93, B 125; B 146; A 294, B 350; Antropología § 40
(Ak.-Ausg Vil, 196).
^°^KrV A 145, B 184.
^°^KrV A 142, B 182.
Programa de Formaciór) del Profesorado 841012 87
211
También en una comprensión mecánica o técnica se tiene una idea del conjunto, por ejemplo
la idea de un reloj que se quiere construir y a partir de la cual se ensamblan sus diferentes piezas.
Pero esta idea de conjunto es exterior a los materiales usados (tejne), no es la naturaleza misma la
que se organiza (physis), sino que ésta lo es heterónomamente. Esa es la visión a la que tiende el
conocimiento teórico estudiado por Kant en la KTV, y que alcanza un aspecto de lo real, su aspecto
que él denomina fenoménico, como si dijéramos su superficie "exterior" . Claro que esa "exterioridad"
cósica que persigue la ciencia natural admite diversos grados, y así lo estudiado por la física mecánica
guarda una relación de mayor exterioridad que lo químico, y mucho mayor que lo bioquímico, etc.
Incluso aunque se vaya hacia lo más pequeño, por ejemplo hacia la estructura interna del átomo, lo
que se buscan son las partes aislables que lo constituyen de tal modo que pueda ser reconstruido por
el hombre a partir de las mismas desde la manipulación técnica, exterior. Si tuviéramos que esperar
a que ello mismo se-construyese naturalmente desde sí, nuestra dependencia sería mucho mayor; y si
ni siquiera pudiéramos establecer las leyes de su produción natural, cómo es producido por los otros
elementos naturales (luego heterónomamente, no arbitrariamente), entonces no sabríamos ni dónde
ni cuándo esperarlo. Porque tampoco, debido a nuestra finitud, podemos crear la totalidad de un
objeto desde la nada fex nihilo), sino que hemos de partir de un material dado, al que ciertamente
podemos transformar y utilizar como partes para montar un todo.
212
Este sería un tema a discutir frente la KU.
Programa de Formación del Profesorado 841012 89
oí o
... y dado que el mundo no existe en sí (independiente de la serie regresiva de mis representa-
ciones), no existe ni como un todo en sí infinito ni en sí finito. Sólo se le puede hallar en el regreso
empírico de la serie de los fenómenos, no en sí mismo. Por consiguiente, si esta (serie] es siempre
condicionada, nunca es dada de manera completa, y el mundo no es, pues, un todo incondicionado,
ni existe en consecuencia como tal, ni de magnitud infinita ni finita. [...]. La serie de las condiciones
sólo pueden ser encontradas en la síntesis regresiva, no en sí en el fenómeno considerado como una
cosa propia y dada antes de todo regreso" {KrV A 505, B 533; véase toda esa Sección séptima - A
497, B 525 ss- y la Sección octava - A 508, B 536 ss-). "...la totalidad absolutamente incondicionada
de la síntesis de los fenómenos [,..] no se encuentra más que en nuestra idea" {KrV A 481-482, B
509-510). "Pero en su significado empírico, el todo es siempre sólo comparativo" {KrV A 483, B
511), de manera que las tesis y las antítesis son o demasiado grandes o demasiado pequeñas para
el concepto del mundo que encontramos en la Estética y en la Analítica transcendentales {KrV A
486, B 514 ss; A 529, B 557). De la totalidad absoluta nada puedo decir. "El regreso en la serie
de los fenómenos del mundo, como una determinación de la magnitud del mundo, se extiende in
indefinítum, lo que equivale a decir que el mundo sensible no tiene una magnitud absoluta" ( K r V
A 5 2 1 , B 549).
90 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
218
De ese modo, diría Freud, al principio del placer se añade el principio de realidad. Véase, por
ejemplo, Formulaciones sobre los dos principios del funcionamiento psíquico (1911).
219
Algo parecido nos viene a decir Kant en la KU § 3 {Ak.-Ausg. V, 206) y en la Meta/i'si'ca de
ías costumbres, Introducción I (AJc.-Ausg. V I , 211-212 nota).
^^°KrV A 523-524, B 551-552; A 526, B 554.
Programa de Formación del Profesorado 841012 93
^^^KrV B 66-67.
222
Ahora bien, nos dice Kant con motivo de su solución a la primera Antinomia, en cada momento
yo tengo la totalidad del mundo sólo en el concepto, y en ningún caso (en cuanto todo) en la intuición"
(KrV A 518-519, B 546-547).
94 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
223
Por esa apelación al espacio y al tiempo que se da constantemente en la discusión de esta
segunda Antinomia, la conecto también con la primera columna del Esquema de los Principios que
puse al inicio (punto 3).
^ ^ ^ K r V A 526-527, B 554-555.
23S
No se trata de negar las tesis, sino de no tenerlas en cuenta cuando nos ocupemos del conoci-
miento teórico u objetivo del mundo y de la simple especulación ( K r V A 472, B 500 nota).
^'^^KrV A 463, B 491; A 466, B 494.
Programa de Formación del Profesorado 841012 95
6 . - Analogías de la experiencia
Con los dos momentos anteriores, los Axiomas y las Anticipaciones, te-
nemos ya los fenómenos configurados en su intuición, pues hemos elaborado,
mediante reglas de síntesis, tanto su materialidad como su forma espacio-
temporal. Lo que ahora se trata es de fijar y objetivar las relaciones de los
objetos entre sí, de los unos con los otros, para unirlos y sintetizarlos en lo
que podríamos llamar la trama del mundo. Si se diera una total desconexión
de los fenómenos entre sí, el caos, no podría haber conocimiento objetivo, es
decir, desde el punto de vista de la heteronomía, y no sabríamos entonces a
qué atenernos ni gué hacer o cómo manejar la otra realidad para controlar en
lo posible nuestra dependencia respecto de ella y llevar a cabo el proyecto de
libertad.
Pero esas relaciones entre los objetos no pueden ser establecidas arbi-
trariamente, como si fueran fantasías, pues se trata de la otra realidad que
yo no protagonizo, sino según el espacio y el tiempo objetivo. Ahora bien,
éstos, como hemos ido viendo, no son las meras formas a priori de la sen-
sibilidad, ni el espacio y el tiempo absoluto que podría pedir la razón, sino
los elaborados en los dos momentos anteriores (de cantidad y de cualidad)
en cuanto condiciones de posibilidad de los mismos fenómenos. Por tanto no
podemos apelar al tiempo ni al espacio mismos, sino que serán los objetos (ya
espacio-temporales) los que se determinen, relativamente entre sí, el puesto
que ocupen en el espacio-tiempo. La determinación de ese puesto relativo
de cada uno con respeto a los demás es la objetivación de sus relaciones mu-
tuas. Por tanto éstas han de ser buscadas o establecidas entre los objetos
mismos mediante conceptos o reglas, mediante esquemas y categorías nece-
sarias a nuestra comprensión y a nuestro interés teórico. Gracias a ellas (y a
las respuestas positivas de la otra realidad) establecemos, nos dice Kant, el
orden objetivo del tiempo^^^ según sus tres modos o esquemas: permanencia,
sucesión y simultaneidad^^®. Pero también se determina, como ya se ha visto,
el orden objetivo en el espacio. Veámoslo.
Pero no por eso, porque no sea una cosa en sí misma, nos hemos de ir al
extremo contrario y pensar que la substancia fenoménica es una mera ilusión
(Schein); no lo es al menos si críticamente nos damos cuenta de su relativa per-
manencia, y nos mantenemos en el punto medio, entre Escila y Caribdis^^®, el
que ensaya la filosofía transcendental. Es fenómeno (Erscheinung), pues la otra
realidad responde, aunque no sea sino en cierta medida, a ese concepto. Nin-
guna realidad sensible se adecúa perfectamente a la exigencia incondicionada y
universal de la regla en cuanto regla, según vimos ya en el Esquematismo. Por
tanto en definitiva, en su más depurada esencia, la substancia, al igual que
las otras categorías, y más estos principios regulativos que los constitutivos
(los Axiomas y las Anticipaciones), es una idealidad, una estrategia subjetiva
para la configuración de la objetividad, del conocimiento desde el punto de
vista heterónomo, una exigencia transcendental de comprensión a la que la
otra realidad responde en mayor o menor medida, sin por eso decir, como
pensaba Platón, que entonces ésta se encontraría a medio camino entre el ser
y el no ser. Este asunto del ser. contrariamente a lo que escribe Heidegger
(Kants These über da$ Sein), en Kant no debe decidirse sólo en el ámbito de
lo teórico, sino fundamentalmente en el práctico. Decía que estos dos últimos
Principios (Analogías y Postulados) Kant los denomina regulativos en relación
con los dos primeros, pero son constitutivos de la objetividad comparados con
las Ideas de la razón, cuyo uso teórico correcto es meramente regulativo, como
nos advierte el "Apéndice a la Dialéctica transcendental". En realidad todas
las formas a priori que aquí estamos estudiando son estrategias más o menos
básicas o primarias de la subjetividad para "deletrear la experiencia".
Ese es el método de la reflexión transcendental: "todo aquello sin lo cual
sería imposible la experiencia de los objetos, es necesario en relación a los
objetos de la experiencia"^^'. Y esa idealidad transcendental no es ilusión
porque a ella responde una realidad empírica, una respuesta de la otra reali-
dad comprensible precisamente desde esa idealidad (circularidad de la que ya
Esta idea, central en la filosofía transcendental y que no hemos de olvidar nunca a la hora de
valorar su idealismo, aparece por primera vez en el escrito precrítico El único fundamento posible de
demostración de ¡a existencia de Dios (1763), "Sección primera", "Segunda consideración. Sobre
la posibilidad interna en cuanto que presupone una existencia" ( A k . - A u s g . II, 77ss). La posibilidad
formal del pensamiento se basa en el principio de no contradicción, pero su posibilidad material, en
que algo real le sea dado para ser pensado. "Sin materia (Stoff) no se podría pensar absolutamente
nada" desde el punto de vista objetivo {KrV A 232, B 284; véase también A 452, 6 480 nota).
Volveremos sobre este tema en el punto siguiente, al tratar la "Refutación del idealismo".
^ * ^ f C r V A 143, B 182.
100 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
de viajes al pasado, algo que el cine de ciencia ficción se ha encargado de ilustrarnos a su manera.
Con una "máquina del tiempo" nuestras posibilidades técnicas de modificar el mundo ciertamente
aumentarían, pero lo más complicado son las paradojas en las que nos embarcaríamos; por ejemplo
la "paradoja del abuelo" asesinado por su nieto procedente del futuro. Aquí el efecto destruye la
causa que lo tenía que>producir, originándose un bucle parecido al de las causas finales reflexivas,
donde el resultado (en cuanto concepto) dirige la acción que lo produce. Esas paradojas serían como
nuevas contradicciones dialécticas en las que la subjetividad cae cuando quiere traspasar y borrar
el límite de su fínitud, aquí en concreto la diferencia entre las causas finales y las mecánicas. Sin
embargo, en el número de mayo de 1994 de Investigación y ciencii (pp. 4 8 - 5 4 ) D. Deutsch y M .
Lockwood defienden la validez de esa hipótesis en base a la interpretación de Hugh Everett III de la
mecánica cuántica. Según ésta, existen muchos mundos interconectables entre sí, e incluso sostiene
que todo lo que físicamente puede ocurrir ocurre en alguno de esos universos (una imagen del mundo
muy racionalista que recuerda a Spinoza y Leibniz). El nieto asesino habría nacido en el universo A
de donde viajaría a un punto anterior a partir del cual daría lugar a un universo B, y en ése él no
existiría. Pero reparemos en que de ese modo quedaría también salvada y, por consiguiente, afirmada
la coherencia de la temporalidad objetiva que aquí estamos tratando como condición transcendental
de la comprensión del mundo.
^^^KrV A 41, B 58, B 224-225; A 182-183, B 226.
252
Sobre este sentimiento de fmitud y la melancolía de correr sin pausa hacia la muerte, que surgen
de la consideración del tiempo que aquí se está elaborando han escrito profusamente los poetas.
Recordemos, por ejemplo, unos versos de Quevedo;
"El tiempo, que ni vuelve ni tropieza,
en horas fugitivas la devana" [a la vida humana],
en Poemas escogidos, Castalia, Madrid, 1972, p. 54. O estos otros:
"Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue, y un será, y un es cansado" (o.c, p. 52).
Y por último:
"Bien te veo correr, tiempo ligero,
cual por mar ancho despalmada nave,
a más volar, como saeta o ave
que pasa sin dejar rastro o sendero" ( o . c , p. 74).
Programa de Formación del Profesorado 841012 103
dicha^so.
Desde una ciencia contennporánea, más probabilística e indeterminista que
la newtoniana, a veces se le acusa a Kant, como lo hace Popper por ejemplo,
de determinista y, en consecuencia, de incurrir en una cierta antinomia con
su afirmación de la libertad moral humana^^^. Ahora bien, hay que distinguir
entre la ciencia a la que se adhiere Kant y su pensamiento filosófico. Si por
determinista se entiende sostener la tesis de que todo está determinado, en-
tonces vemos enseguida que al ser la petición de una totalidad nos situamos en
el ámbito de la razón dialéctica, aquello que Kant mismo critica en la antítesis
de la tercera de las Antinomias, luego muy lejos de su posición. Estaríamos
reificando una exigencia subjetiva de la comprensión objetivadora, que no es la
única y ni siquiera la más importante. La categoría de causalidad no se afirma
como constitutiva de los objetos a ese nivel, sino en el del entendimiento, de los
objetos concretos, de la experiencia empírica real, siempre limitada. Allí se sos-
tiene que para que un fenómeno llegue a ser objetivamente conocido debemos
encontrar otro que sea su causa y nos dé razón del primero; pero esto no como
algo ya encontrado y dado, sino como una idea o conciencia de la necesidad
de la búsqueda, que la regula y la guía. No que todo esté determinado, como
si el programa o tarea teórica estuviera ya acabado y fuéramos omniscientes;
esto significaría también que todo tendría el modo de ser del objeto y que no
habría espacio ontológico para el sujeto y su libertad. Entonces sí que entra-
rían en conflicto dos intereses del sujeto (dialéctica): el teórico-pragmático y
el práctico-moral. No, tenemos que entenderlo a la inversa: en la medida en
que logramos captar lo real según el punto de vista de la heteronomía o punto
de vista teórico, lo vamos conociendo y determinando objetivamente. Y se dice
"objetivamente" no porque lo otro no sea real (la libertad moral y la persona
se propone incluso con mayor realidad que el fenómeno), sino porque no tiene
el modo de ser del objeto. Los juicios universales y necesarios que podemos
hacer de lo real objetivo no son transcendentes, sino transcendentales, no se
refieren a toda realidad posible, sino a la objetivable, a la cognoscible desde
esa perspectiva, según esos criterios a priori. Estos poseen, por consiguiente,
necesidad transcendental en el sentido de que determinan dicha perspectiva a
la cual se ha de adaptar lo real, sus respuestas, si ese conocimiento ha de ser
posible. Y el que sea posible le interesa al sujeto, le es transcendentalmente
necesario.
^^^KrV A 4 4 4 - 4 5 1 , B 472-479; A 532-558, B 560-586; KpV. Parte primera, libro 1°, cap. II, le
segunda mitad de "Aclaración crítica a la Analítica de la razón pura práctica" (A 169 ss; Ak.-Ausg.
V, 94ss).
KU § 28. Además de lo sublime dinámico natural, yo añadiría aquí también la tragedia y la
descripción de lo trágico por cualquiera de las artes, donde el hombre lucha por su libertad y sucumbe
ante poderes superiores a él.
269
Véase Principios metafi'sicos de ¡a ciencia de ia na.turaieza III; Ak.-Ausg. IV, 544ss.
Programa de Formación del Profesorado 841012 109
^ ^ ^ K r V B 201-202 nota.
112 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
^^^KrV B 409.
Programa de Formación del Profesorado 841012 113
278
Yendo mis allá de la letra kantiana, decía que la comprensión que el sujeto tiene de lo que es
realidad parte de la originaria comprensión de sí como voluntad o acción real, y la de la reaJitas del
mundo se funda en la limitación que sufre esa acción real. Y lo sufre porque ya desde un principio
no era una acción transcendente al mundo, sino una acción transcendental (=protagon¡zada por el
sujeto) y, por consiguiente, a la vez inmanente al mundo, esto es, cuerpo. Lo transcendental no
tiene primacía en el orden temporal, o como dice Kant, todo comienza con la experiencia (KrV B
1). La voluntad o acción subjetiva aparece ya desde el primer momento como cuerpo vivo y vivido,
organizado. Este es un tema que aparece en el Opus postumum de Kant. Aquí de nuevo se nos
muestra el círculo: la acción real subjetiva aparece siempre en un cuerpo propio, y es cuerpo propio
en virtud de esa acción subjetiva transcendental. Desde el punto de vista empírico y científico, lo
primero es el cuerpo, lo visible; la explicación se mantiene en el plano de los objetos. Desde el punto
de vista filosófico o transcendental ambos son a la vez en el tiempo, pero aquí nos situamos a otro
nivel de reflexión de modo que la primacía en la explicación la tiene la acción subjetiva, pues es
desde ella desde donde la subjetividad sabe de sí, organiza su experiencia y subjetiviza o se apropia
su cuerpo. Es a ese cuerpo propio al que aquí quiero hacer referencia como elemento indispensable
en la comprensión de la objetividad, y que Kant no atiende.
279
Así como en los Axiomas de la intuición se elaboraban, mediante las reglas de síntesis, la multi-
plicidad de las formas de la intutición, y mediante las Anticipaciones de la percepción la materialidad
o reaJítas del mundo, podríamos decir que en estas Analogías de la experiencia lo que se objetivan
son las mismas reglas de unidad sintética. En efecto, de igual modo que los conceptos establecen
relaciones universalizables entre los objetos en el ámbito de la conciencia, las analogías aquí estu-
diadas establecen relaciones universalizables de los objetos entre sí. De esta manera se objetiva la
síntesis, y la unidad dinámica resultante de toda la experiencia o naturaleza refleja el proyecto último
de objetivación del propio sujeto y sus fines técnico pragmáticos. Las reglas sintéticas se plasman
aquí como relaciones objetivas entre objetos. Será en la categoría de posibilidad donde se objetiven
114 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
como meras reglas subjetivas de conocimiento, yo diría que gracias a la materialidad del lenguaje,
así como en el arte, según veremos en los Principios siguientes.
^^°KrV A 146, B 185; A 197, B 242 ss; A 221-222, B 269; A 237, B 296; A 492-493, B 5 2 0 - 5 2 1 .
Programa de Formación del Profesorado 841012 115
Los tres Principios anteriores forman una unidad, de nuevo una unidad
triádica, mediante la cual configuramos el objeto. Una vez constituido, éste
es puesto ahora en relación con la facultad de conocer. Como se nos dijo
en su momento^^^ y se nos vuelve a recordar ahora^^^, las categorías de mo-
dalidad propiamente no añaden algo particular al objeto mismo, sino que lo
ponen todo él en relación con el sujeto; no ya con el sujeto empírico, él mismo
fenómeno también, como era el caso de las Analogías de la experiencia, sino
con el sujeto cognoscente en general, con el transcendental: señalan la acción
subjetiva que da lugar y fundamenta nuestras afirmaciones sobre un concepto
o un objeto^^*. Es pues un momento posterior, de reflexión, sobre los pasos
dados anteriormente en la configuración de la objetividad, sobre las acciones
subjetivas transcendentales que la hacen posible y consecuentemente también
sobre las restricciones que la imponen. Con ello se sigue elaborando la dis-
tinción entre lo objetivo y lo subjetivo, distinción que conocerá otras etapas
^^^KrVA216, B 263.
^^^KrV A 74-76, B 99-101.
^^•^KrU A 219, B 266; A 233-235, B 286-287.
284
KrV A 233-235, B 286-287. Heidegger diría que no es un predicado óntico sino ontológico.
116 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
Yo incluiría, pues, en el ámbito de la posibilidad también la concordancia del objeto con las
condiciones materiales de la experiencia, pero no aún en cuanto dada empíricamente, sino en cuanto
pensada, o sea, no ya como reaijtas fenoménica, sino sólo como exigencia puramente transcendental
de que haya una materialidad.
^^^KrV A 230-232, B 282-285.
287
"El [alguien puesto en la disyuntiva entre la rectitud moral y la muerte], por tanto, juzga que
puede [hacer] algo justamente porque es consciente de que debe [hacerjio, y reconoce en sí la libertad
que de otra manera, sin la ley moral, hubiera permanecido desconocida para él" {KpV Parte primera,
libro primero, capítulo primero, § 6, al final de la Observación; Ak.-Ausg. V , 3 0 ) . Véase también
o.c. 143; Religión dentro de ¡os límites de ¡a. mera, razón (Ak.-Ausg. VI, 45, 47, 49 nota, 50,
62, 66-67); Gemeinspruch - trad. Teoría y práctica (Ak.-Ausg. VIII, 287); Streit - trad. La.
contienda entre las facultades de ñloaolía y teología (Ak.-Auag. Vil, 42, 58).
Programa de Formación del Profesorado 841012 117
discusión sobre el cuarto de los Paralogismos"^^*. Con ello Kant sale al paso de
las críticas que le hicieron sus contemporáneos sobre su idealismo, precisando
cómo éste había de ser entendido. El trata de probar que desde su filosofía
se puede afirmar que de las cosas externas o mundo espacial no sólo tenemos
imaginaciones sino experiencia, y no una mediata, a través de la experiencia
interna y de la inferencia causal problematizada por Malebranche y Hume, sino
una experiencia inmediata.
En efecto, nuestra experiencia interna o yo empírico, nuestra existencia
en el tiempo (y yo añadiría también en el espacio), sólo puede ser determi-
nada y objetivada gracias a las Analogías de la experiencia desde la trama
del mundo, desde el tiempo y el espacio de los objetos, desde la experiencia
externa (corporal e intersubjetiva), como tuvimos ocasión de examinar. Sólo
objetivando la realidad del mundo puedo conocer y situar mi finitud. Luego
"la conciencia de mi propia existencia es a la vez la conciencia inmediata de
la existencia de otras cosas fuera de m f ^^^. No es que la conciencia de mi
existencia sea producida por el mundo, como piensa el materialismo yéndose
al otro extremo. De nuevo el idealismo transcendental busca el justo medio.
Para él, la conciencia de que (dajS) soy se funda en un acto de espontaneidad
de mi subjetividad, en mi Apercepción transcendental^^*. Pero la determina-
ción objetiva de qué (was) soy sólo puede tener lugar en relación al mundo
objetivo. Pero no hemos de olvidar que no sólo soy consciente de mi realidad
fenoménica, sino que en virtud de la conciencia moral llego a serlo también
de mi realidad en sí u originaria como libertad, la cual no es apresada desde
lo teórico porque no tiene el modo de ser de la cosa. La comprensión prác-
tica de este específico modo de ser de lo libre es la razón moral y el respecto
(Achtung) frente a la dignidad de su autonomía, mientras que las cosas sólo
tienen precio y pueden ser utilizadas como puros medios^^^.
Tan importante como la diferencia que acabamos de ver entre Realitat
y Wirklichkeit es la que se da entre las dos primeras categorías modales: la
posibilidad y la existencia. Ya en El único fundamento de prueba posible para una
Juan I es | rubio
I I con ojos azules
I rico
I inteligente
I cariñoso, etc.
"Todo lo que nos representamos, todo aquello que es objeto de nuestra atención mental, lo
pensamos como ser. De todo "decimos" que es, trátese del árbol percibido o del árbol imaginado.
Mientras pensamos en algo lo "vemos" mentalmente como siendo" (Oswaido Market, apuntes del
curso "Naturaleza del pensar filosófico" , 1993-1994).
122 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
•an7
"^Kf V A 600-dOl, B 628-629. Véase también todo el contexto de esta cita más A 639, B 667 y
KU § 76 (Ak.-Ausg. V, 402).
Programa de Formación del Profesorado 841012 123
Religión dentro de los ¡imites de Ja mera razón, segunda nota al Prologo de la primera edición
{Ak.'Ausg. V I , 6 nota).
^^^O.c. 7 nota,
^^^KrVA 246-247, B 303.
318
Sobre los conceptos de noúmeno e intuición intelectual me remito al capítulo IV de mi libro El
punto de partidA de ¡a metafísica transcendental, y me dispenso de entrar mis en el tema.
Programa de Formación del Profesorado 841012 127
IV Bibliografía
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tro secciones: Obras (vols. l-iX), Correspondencia (vols. X-XIII). Ma-
KrV A 286-289, B 342-346. Kant, en su deseo d« claridad, es a veces muy reiterativo, lo cual
en ciertos momentos puede dificultar la lectura, pues se espera no que repita sino que avance cosas
nuevas. No obstante, esas reiteraciones son interesantes o incluso muy ilustrativas por cuanto que
ofrecen diversos ángulos o formulaciones de la misma idea.
128 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
Briefwechsel, ed. O. SchóndÓrffer, Félix Meiner, Hamburg, 1972 2" ed. Una
buena edición de la correspondencia. En esta misma editorial existen
buenas y cuidadas ediciones de las principales obras kantianas por sepa-
rado.
Crítica de la razón pura (1781 y 1787), trad. Pedro Ribas, Alfaguara, Madrid,
1978. Existen otras traducciones en Losada, Buenos Aires, y en Porrúa,
México.
Crítica del Juicio (1790), trad. Manuel García Morente, Espasa-Calpe, Ma-
drid, 1981'^. En su Introducción de nuevo un encuadre general de su
sistema, y tanto allí como en su segunda parte ("Crítica del Juicio te-
leológico") se discute el otro esquema de comprensión del mundo: el
teleológico, por el que la naturaleza adquiriría mayor protagonismo y
realidad que en su simple compresión mecánica.
Por qué no es inútil una nueva crítica de la razón pura (Respuesta a Eberhard)
(1790), trad. A. Castaño Piñán, Aguilar, Buenos Aires, 1973^. La dis-
cusión de Kant con los leibnizianos.
Los progresos de la metafísica desde Leibniz y Wolff, trad. Félix Duque, Tec-
nos, Madrid, 1987. Sobre el tema del Concurso para el año 1791 pro-
puesto por la Real Academia de Ciencias de Berlín: "¿Cuáles son los
verdaderos progresos que ha realizado la metafísica desde los tiempos
de Leibniz y Wolff en Alemania?". Kant sitúa su pensamiento en el
devenir de la filosofía, y señala los puntos fundamentales; pero no llega
a acabar este escrito ni a publicarlo.
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más renombrado.
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posteriores). Una de las introducciones clásicas y mejor hecha al pensa-
miento de Kant.
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ducción a la obra kantiana, más actualizada que la de Cassirer.
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134 /. Kant: El conocimiento objetivo del mundo
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Saarstrasse 21
6500 - Maguncia - Alemania.