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Los procesos de traducción y apropiación de la Agenda 2030 en el debate sobre

equidad de género en el Ecuador

Ana María Larrea


Gioconda Herrera

1. Introducción

La interrelación entre agendas globales y agendas nacionales es un tema especialmente


relevante en el debate sobre políticas de equidad de género. Varios estudios han señalado la
importancia estratégica que tuvo la Plataforma de Acción de Beijing de 1995 en la emergencia
de mecanismos de institucionalidad de género en América Latina a lo largo de la siguiente
década, así mismo la CEDAW por su carácter vinculante ha sido un instrumento útil tanto para
la sociedad civil como para las feministas al interior del Estado para exigir y negociar políticas
de género (Guzman 2001, Lind 2005).

En el Ecuador, estos temas fueron analizados al iniciar la década de 2000 y se concluyó que, si
bien las agendas globales como Cairo y Beijing sirvieron para legitimar ciertas demandas ya
levantadas desde los movimientos de mujeres, la traducción y apropiación de estas demandas
al interior del Estado fueron procesos más complejos. Por un lado, se destacaba el carácter
instrumental y selectivo que tuvieron estas acciones y por otro el carácter heterogéneo al interior
de los estados que hacían que ciertos ámbitos de política pública, como los sociales, fueran más
receptivos que otros a la hora de diseñar e implementar políticas de género. También se discutió
el rol que jugaron las organizaciones de mujeres en esta interrelación y de qué manera sus
demandas se vieron o no afectadas por estos procesos de institucionalización (Herrera 2001,
Lind 2005, León 1994).

La transversalización de la equidad de género en agendas globales posteriores, como los


Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) o la Agenda 2030, ha significado perder cierta
integralidad y especificidad de los temas de género y que los temas abordados sean
considerados como metas mínimas a alcanzar. Ciertamente, la Agenda 2030 es mucho más
extensa en su tratamiento de los temas de equidad de género y esto es muy saludable, sin
embargo, desde el punto de vista de la traducción y apropiación de estas agendas en el Estado
el proceso de selectividad respecto a qué políticas y qué objetivos se adoptan y cuáles no, se
complejiza pues la equidad de género es un tema entre muchos otros.
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Este informe de investigación examina el proceso de traducción, selectividad y apropiación de
la Agenda 2030 en el debate nacional sobre equidad de género en Ecuador, identifica las
políticas que están siendo consideradas y aquellas que son obviadas, y de qué manera los actores
involucrados en la producción de sentido sobre estas políticas, es decir las organizaciones de
mujeres y de la diversidad sexual, las feministas al interior del estado, los y las funcionarios
públicos y las agencias de Naciones Unidas que trabajan los temas de género, han articulado a
su quehacer esta Agenda. Para ello, se intentan contestar las siguientes preguntas: ¿Cómo
interactúa la agenda global 2030 con la agenda nacional de equidad de género? ¿Cuáles son sus
encuentros y desencuentros? ¿De qué manera la agenda global ha influido en las políticas y
acciones nacionales sobre equidad de género y derechos de las mujeres, y viceversa: cómo se
apropia la agenda nacional de los preceptos de la agenda global? Así mismo se indaga si existe
conocimiento y apropiación de la Agenda 2030 por parte de las organizaciones de mujeres y de
la diversidad sexual y si la agenda está respondiendo a los debates y demandas que han
construido los movimientos de mujeres y LGBTI en los últimos años en el país.

Estas preguntas son abordadas entendiendo a la equidad de género como un objetivo en el


marco de la justicia social y económica, que busca eliminar toda forma de discriminación por
razones de género; es decir, por razones relacionadas con las construcciones sociales y los
significados que los colectivos humanos asignan a hombres y mujeres en la vida social. Esta
concepción supone el reconocimiento de las diversas identidades de género.

También se toma como punto de partido el carácter heterogéneo del Estado en el que pueden
convivir sectores afines a las políticas de género y otros más refractarios, así como las
complejidades propias de los procesos de institucionalización de políticas de género, siempre
atravesados por relaciones de poder entre los actores involucrados (León 1993, Levy 1996).

En este marco, se aborda la relación entre los planteamientos de equidad de género de la Agenda
2030 y la agenda nacional, entendida como la relación entre las reivindicaciones sociales por la
equidad de género y las políticas públicas generadas u omitidas por el Estado durante los
últimos 20 años. En este período, la agenda nacional por la equidad de género ha girado en
torno a cuatro grandes ámbitos: a) Participación Política; b) Derechos económicos; c) Violencia
contra la mujer; y d) Derechos sexuales y reproductivos.

En este informe escogemos centrarnos en los tres últimos ámbitos, que consideramos son
espacios en disputa tanto al interior del Estado como en las organizaciones feministas, y
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respecto de los cuáles queda todavía mucho por hacer. Partimos de la consideración de que, si
bien existen desigualdades importantes en la participación política de las mujeres, sobre todo
de las mujeres indígenas y afro ecuatorianas y de manera particular en los gobiernos locales, en
los últimos veinte años las cinco funciones del Estado central (legislativa, judicial, electoral,
ejecutiva y de transparencia y control social) han alcanzado importantes logros. Además, si bien
éste fue un tema central de las demandas de los grupos feministas en la década de 1990, como
veremos a continuación, a partir del 2000 los derechos sociales y económicos, los sexuales y
reproductivos y la violencia de género ocupan un lugar predominante en el debate.

La suscripción de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible en Ecuador se produce en 2015,


al finalizar el gobierno del Presidente Correa, luego de diez años en el poder (2007-2017). El
inicio de su puesta en marcha se produce entonces en un contexto de transición entre el gobierno
de Correa y el gobierno del Presidente Moreno.

Pese a que ambos presidentes pertenecían al mismo movimiento político, esta transición se ha
caracterizado por el distanciamiento del Presidente Moreno respeto a su antecesor en varios
aspectos de relevancia para la agenda nacional de equidad de género. Por un lado, se produce
una apertura al diálogo con las organizaciones de mujeres que deriva en la incidencia concreta
del movimiento en ámbitos que habían estado relegados anteriormente como la formulación y
aprobación de una ley contra la violencia de género, la denuncia y acción del Estado frente a
casos de abuso sexual en el ámbito educativo y el cambio en las políticas respecto al embarazo
adolescente. Por otro lado, se empiezan a tomar medidas de reducción del tamaño del Estado,
en el marco de políticas de ajuste fiscal, que este momento pueden afectar la concreción de
ciertas políticas de género, como lo veremos a continuación, y por tanto poner en riesgo la
adopción de la Agenda 2030. En términos generales, el gobierno de Moreno marca el fin de
las llamadas políticas post neoliberales que caracterizaron al gobierno del Presidente Correa,
que le otorgaban al Estado un rol central en la redistribución de la riqueza, en la planificación
y el desarrollo.1

La suscripción de la agenda 2030 también se produce en el año que marca el inicio de una
recesión económica importante de la cual todavía no existen señales claras de salida. En efecto,
durante la década de 2000, el PIB creció a tasas inusuales con picos de 6.4 en 2008 o 7.2 en

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Para una discusión del rol del Estado en las políticas post neoliberales del Presidente Correa ver Sánchez y
Polga-Hecimovich (2018).
3
2011 debido a la bonanza petrolera, que van a descender drásticamente a partir de 2015, año en
el cuál la economía creció a 0,3%. Para 2018, el Estado ha pronosticado un crecimiento de
1.5%.2 Si bien el subempleo es una condición estructural en el país, es claro que la recesión
económica que vive el Ecuador desde 2014 ha impactado fuertemente en el empleo adecuado
que desciende en los últimos tres años (Olmedo 2018). Las diferencias de género en contexto
de crisis laboral se hacen más visibles, como se verá más adelante.

El inicio de la gestión del Presidente Moreno, estuvo marcado por tres factores que
consideramos relevantes para la Agenda 2030: la elaboración del nuevo Plan Nacional de
Desarrollo, la convocatoria a un proceso de diálogo nacional, que generó grandes expectativas
por parte de las organizaciones de mujeres en el país, y el interés mostrado por el gobierno de
fortalecer la cooperación con el Sistema de Naciones Unidas. El gobierno se comprometió en
la elaboración del primer informe nacional voluntario de la Agenda 2030, presentado en 2018,
y afianzó los lazos con este organismo con la postulación y posterior elección de su ex Canciller
como Presidenta de la Asamblea de Naciones Unidas. Estos tres factores pueden ser
considerados como elementos facilitadores para la incorporación de la agenda 2030 en las
políticas nacionales al construir un contexto receptivo a las propuestas sobre equidad de género.

Con el fin de comprender las dinámicas de apropiación y adaptación de la Agenda 2030 en los
marcos nacionales en el contexto actual, es necesario analizar los vaivenes de la relación entre
el Estado, el movimiento de mujeres y el movimiento por la diversidad sexual en los últimos
veinte años en el país, etapa en que se ha producido una expansión de los derechos a través de
dos procesos constituyentes (1998 y 2008), pero que también ha visto surgir movimientos
sociales conservadores, vinculados a iglesias católicas y evangélicas, que militan contra el
ejercicio de estos derechos y buscan influir en determinadas coyunturas legislativas para frenar
o inclusive revertir ciertos avances, especialmente en el ámbito de los derechos sexuales y
reproductivos y de la diversidad sexual. La siguiente sección del presente informe analiza esta
relación.

Una tercera sección presenta los principales avances en materia de equidad de género en el
Ecuador. Primero, se realiza una breve síntesis de los dos procesos constituyentes vividos en el
país en los últimos 20 años, para posteriormente analizar la relación del movimiento por la

2
Diario El Comercio, 18 de octubre de 2018 citando cifras del Banco Central a septiembre de 2018.
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equidad de género con el gobierno nacional durante la última década y finalmente, se presentan
los avances y retrocesos de la agenda en el Ecuador.

La cuarta sección analiza los usos, los procesos de traducción (interpretación y domesticación)
de la Agenda 2030 desde el Estado y las organizaciones de la sociedad civil por la equidad de
género. Se analiza la incorporación o no de la agenda 2030 de equidad de género en los
instrumentos de planificación del Estado, las herramientas e indicadores estadísticos y las
políticas públicas; así como las estrategias desplegadas desde las organizaciones de la sociedad
civil para lograr sus objetivos y el papel que juega o no dentro de estas estrategias la Agenda
2030. Por último, en las conclusiones se reflexiona sobre los potenciales riesgos, oportunidades
y tensiones para la lucha por la equidad de género en relación a la Agenda 2030.

La metodología de investigación privilegió el uso de herramientas cualitativas, como las


entrevistas en profundidad a los diversos actores relacionados con la temática. Se realizaron 22
entrevistas: tres a funcionarias del sistema de Naciones Unidas; nueve a funcionarios/as y ex
funcionarios/as gubernamentales en las áreas de equidad de género, planificación, educación,
salud, trabajo e inclusión económica y social; y 10 a representantes de organizaciones
feministas entre las cuales estuvieron dos mujeres indígenas, dos transfeministas, tres mujeres
con militancia desde los años 1980 y tres mujeres con militancias más recientes. Cabe anotar
que tres funcionarias entrevistadas también pertenecen a organizaciones feministas. El análisis
se apoya en la estadística descriptiva para ilustrar los resultados de las principales políticas
públicas relacionadas con la equidad de género y en la revisión de documentos académicos y
de las organizaciones sociales y gubernamentales sobre el tema.

2. El movimiento de mujeres en Ecuador en los últimos veinte años

Los cambios hacia la equidad de género vividos por el Ecuador en los últimos años han sido el
resultado de una activa participación de las organizaciones de mujeres desde la década de los
80, cuando surgen los primeros centros de investigación y promoción de las mujeres (Troya
2007, Herrera 2007). Durante los años 1980 se conforman organizaciones de mujeres, tanto de
clase media como de sectores populares. Las primeras, que provenían generalmente de una
militancia de izquierda, mantuvieron una actitud anti Estado y anti partido y se concentraron en
construir demandas propias de las mujeres en torno a la autonomía del cuerpo, la sexualidad, la
lucha contra la violencia hacia las mujeres y la creación de una esfera pública contracultural
(Herrera, 2007). Mientras que las organizaciones de mujeres populares surgieron en
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consonancia con el despliegue del trabajo de ONG en torno a proyectos de desarrollo orientados
a satisfacer las necesidades prácticas y estratégicas de las mujeres pobres, generalmente con el
apoyo de la cooperación internacional (Rodríguez, 1998; Lind, 2005).

nosotras, “clase media” […] teníamos que apoyar y aportar a las mujeres populares en sus
problemas, sin ver necesariamente los problemas que nosotras mismas estábamos viviendo […]
Entonces, fue también un proceso reconocer que la violencia, por ejemplo, podía también estar
afectándonos a nosotras (Entrevista Lizi Ernst, activista histórica).

Durante la década de 1990, el movimiento de mujeres se fortalece y diversifica; surgen las


organizaciones con cobertura nacional y por primera vez se constituyen organizaciones de
mujeres indígenas y afroecuatorianas (Troya, 2007). Ya para la segunda mitad de los años 1990,
la lucha contra la violencia moviliza a las organizaciones y en 1995 el Congreso Nacional
aprueba la Ley contra la Violencia a la Mujer y la Familia. Un año después surge el Consejo
Nacional de las Mujeres, entidad adscrita a la Presidencia de la República, con un directorio
compuesto por representantes de organizaciones de la sociedad civil y el Estado, que será el
organismo que, hasta su disolución en 2008, trabajará en la transversalización de políticas de
equidad de género en el Estado. En 1997, se despenaliza la homosexualidad, hito que marca el
surgimiento del movimiento LGBTI en el país.

Varias de las organizaciones de mujeres en ese entonces apuestan por la incidencia en el Estado
como una forma de canalizar sus demandas. Los avances en materia de equidad de género
durante la década de los años 1990 han sido analizados como producto de la conjunción de las
agendas internacionales, Cairo 1994 y Beijing 1995, con la presión del movimiento de mujeres
y su alta capacidad de incidencia en la esfera estatal, pues sin ser un movimiento de masas logró
instalar varios derechos importantes para las mujeres en la Constitución de 1998 y en el Estado
(Lind, 2005; Valladares, 2004; Herrera 2001).

Entre 1999 y 2000, el Ecuador vivió la crisis económica y política más profunda de la segunda
mitad del siglo XX, que significó un aumento vertiginoso del desempleo y de la pobreza, el
colapso de gran parte del sistema financiero, la dolarización de la economía y la migración
masiva de hombres y mujeres de todo el país a trabajar principalmente en España y Estados
Unidos. En este marco, las mujeres organizadas empiezan a evidenciar las limitaciones del
trabajo con el Estado para transformar la realidad: la priorización de una agenda orientada a la
promoción de la participación política de las mujeres y la institucionalización de género había
descuidado los temas vinculados a la redistribución económica para las mujeres y los derechos

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sexuales. Esta institucionalización había derivado en muchos casos en una instrumentalización
del enfoque de género, perdiéndose así el impulso transformador inicial (Herrera 2001, Vega
2000).

Algunas de las organizaciones que surgen con el nuevo milenio empiezan a tomar distancia de
las organizaciones nacionales y plantean una crítica al movimiento por su institucionalización
y negociación con el Estado, reivindicando espacios de mayor autonomía y agendas más
radicales en los temas promovidos históricamente por sus antecesoras. De esta manera, emergen
temas que habían permanecido invisibilizados durante la década de los años 1990, como las
demandas por la despenalización del aborto. Estas nuevas organizaciones se distancian de las
acciones de incidencia con el Estado y más bien plantean la lucha en las calles y en los espacios
de la sociedad civil (Varea 2015). Estos cambios obedecen también a una diferenciación
generacional, pues empiezan a constituirse una serie de organizaciones de mujeres integradas
por jóvenes que no se sentían representadas por las organizaciones de los años 1990.

Para 2007, al momento de organizar la Constituyente existía una efervescencia de


organizaciones sociales que clamaban por participar y canalizar sus demandas en el nuevo texto
constitucional. En este marco, las organizaciones de mujeres participan activamente en este
proceso desde distintas voces: aquellas que le apostaban a introducir derechos en torno a las
demandas clásicas del movimiento de mujeres institucionalizado y otras que se proponen una
agenda más radical en torno a la despenalización del aborto, el reconocimientos de la diversidad
sexual y lo que varios colectivos jóvenes como la Casa Feminista Rosa y la Coordinadora
Política Juvenil denominaron la descriminalización de la pobreza para hacer referencia a la
situación de las mujeres encarceladas por micro tráfico de drogas.

En 2007 […] todas las organizaciones querían hacer su propuesta para la Asamblea
Constituyente, entonces el movimiento de mujeres, en su diversidad, también lo estaba
planteando, pero había quienes lo planteaban desde la línea más institucional […] yo qué sé, la
paridad política, la representatividad en la democracia, y había un movimiento de mujeres
alterno que estaba más enfocado desde el feminismo y la autonomía, que se congregaba aquí en
Quito especialmente en la Casa Feminista de Rosa (Entrevista Ana Acosta y Verónica
Calvopiña, El Churo).

Las estrategias de incidencia también se diversificaron en comparación con el proceso


constitucional de 1998, pues a más de las tradicionales estrategias de lobby, se incorporaron las
acciones políticas directas para interpelar a los y las asambleístas.

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El movimiento de mujeres3, al confrontar los patrones culturales hegemónicos, abre el campo
hacia nuevas reivindicaciones relacionadas con la diversidad sexual (Entrevista a Soledad
Puente, Especialista del CNIG). Así, el nuevo milenio también es testigo de la emergencia de
las reivindicaciones LGBTI y surgen una serie de organizaciones para la defensa de sus
derechos. Se posiciona la necesidad de separar en la agenda las reivindicaciones relacionadas
con los derechos sexuales, de las más tradicionales vinculadas a los derechos reproductivos,
generándose una irrupción que cuestiona el binarismo masculinidad-feminidad del propio
movimiento de mujeres, donde las personas trans no tienen asidero “ellas son más transgresoras,
le enriquecen a la lectura del movimiento de mujeres con estas transgresiones, y luego, el
movimiento de mujeres tiene que volver a tener una lectura más inclusiva” (Entrevista a
Soledad Puente, Especialista del CNIG).

En los años 2000 emerge una agenda feminista con diversos énfasis y enfoques:

yo vengo de […] podría llamarle la rama del “feminismo autónomo” y el “transfeminismo”,


esto es, esta confluencia entre […], un poco las feministas que primero estuvieron en los temas
de derechos sexuales y reproductivos acá, las que primero tocaron la centralidad del cuerpo, [...]
y por otro lado de un sector del movimiento LGBT, por eso te digo que soy transfeminista,
principalmente centrado en las reivindicaciones económico sociales, culturales, sobre todo de
las trabajadoras sexuales trans pero obviamente desde esa perspectiva hacia el resto de lo LGBT;
entonces eso es mi “onda”, el transfeminismo, pensaría que es un tanto periférico respecto de
espacios más formales de reivindicación en los temas de género (Entrevista a Elizabeth Vásquez,
activista LGBTI).

Surgen también algunas organizaciones que cuestionan el modelo patriarcal y lo relacionan con
el capitalismo, ampliando la agenda de género hacia un cuestionamiento al modo de desarrollo,
a la organización del sistema económico y del mundo del trabajo. Se empieza a reivindicar el
papel de las mujeres en la organización social del cuidado y su relación con la naturaleza.
Algunas de estas organizaciones buscan la convergencia entre las reivindicaciones por la
equidad de género con aquellas relacionadas con el cuidado de la naturaleza por lo que el
cuestionamiento a las políticas extractivistas ocupa un lugar importante en su agenda. Emerge
entonces una articulación entre las luchas feministas y ambientales. Agrupaciones feministas
urbanas han acompañado las diversas marchas de las mujeres amazónicas contra el
extractivismo y han participado en las protestas contra la minería bajo la noción de que las
sociedades capitalistas generan procesos paralelos de dominación hacia las mujeres y hacia la

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Nos referimos al conjunto de organizaciones sociales formales e informales, con distintos grados de organización
e incidencia territorial (nacionales y locales) y con agendas diversas cuyo denominador común es la lucha por la
equidad de género.
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naturaleza, en el marco de los planteamientos de la ecología feminista. De este modo, la agenda
feminista se amplía hacia la construcción de un nuevo modelo de sociedad.

Un hito importante de movilización de las organizaciones de mujeres en el país fue la coyuntura


en torno a la aprobación en torno al nuevo Código Integral Penal (Coip) en 2013, en la cual se
movilizaron las organizaciones más antiguas contra la eliminación de las Comisarías de la
Mujer y también se hicieron presentes las organizaciones juveniles para pedir la
despenalización del aborto por violación.

Esta coyuntura es crítica pues también fue el campo para el re-aparecimiento en la palestra
pública de grupos conservadores organizados, refractarios a las demandas de género
relacionadas con los derechos sexuales y reproductivos, con una clara agenda de incidencia en
el Estado y en la opinión pública. La primera movilización pública de estos colectivos se dio
en el año 2004, exigiendo sacar del mercado métodos anticonceptivos que hasta entonces eran
utilizados con libertad, lo que provocó una radicalización de las organizaciones de mujeres
respecto al tema y el posicionamiento de discusiones por la despenalización del aborto al
interior de las organizaciones de mujeres (Varea 2015).

Un segundo momento de posicionamiento de las organizaciones refractarias al cambio se dio


en el marco del proceso constituyente de 2008 para evitar avances respecto a la despenalización
del aborto y en defensa del derecho a la vida de los nonatos (Maldonado, 2009). Su principal
demanda en ese entonces fue que la Constitución reconociera el derecho a la vida desde la
concepción. Pese a que la Asamblea Constituyente recogió esta demanda, durante la campaña
electoral para la aprobación o negación de la nueva constitución en 2008, desplegaron una
poderosa campaña mediática acusando a la nueva Carta Magna de “abortista”. En 2013, se
opusieron activamente a que el Ministerio de Salud Pública (MSP) entregara gratuitamente la
píldora anticonceptiva de emergencia por considerarla abortiva y desplegaron una nueva
campaña para evitar la despenalización del aborto en caso de violación sexual. En 2017 y 2018
realizaron marchas en las principales ciudades del país en contra de la “ideología de género”
con el lema “con mis hijos no te metas” en el marco de una campaña internacional y de una
arremetida conservadora mundial, que cuenta con ingentes recursos financieros globales.

En síntesis, se podría afirmar que, durante los últimos veinte años, el movimiento feminista se
diversifica, surgen nuevas organizaciones de mujeres jóvenes tanto en las ciudades como en el

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campo – indigenas, afros y mestizas- y se produce una explosión de organizaciones en torno a
la diversidad sexual. También se reivindica con más fuerza una agenda e identidad feminista.

Creo que hay un nuevo momento de participación y de acción feminista, que antes no se llamaba
así, o sea, antes, ni si quiera, se decía que esto era una movilización feminista [...] pero ahora sí
se habla de una articulación y un movimiento feminista […] se ha perdido el miedo, a pesar del
estigma, se dice que es una plataforma feminista, y creo que eso es un cambio fundamental
(Entrevista Ana Acosta y Verónica Calvopiña, El Churo).

Las estrategias de acción también se amplían; el trabajo de militancia hacia la


institucionalización de políticas públicas ya no es necesariamente el ámbito prioritario de
acción, las feministas trabajan más bien en el fortalecimiento de sus organizaciones y plantean
denuncias y demandas al Estado combinando el lobby con acciones callejeras. A pesar de esta
diversidad, existen acuerdos importantes en torno a coyunturas claves que han permito moderar
los conflictos y crecer hacia un movimiento más consolidado, prueba de ello ha sido la
convergencia de todas las organizaciones del país en las marchas contra la violencia hacia las
mujeres de los últimos tres años.

Yo creo que el movimiento de mujeres ha crecido un montón, creo que esta “bronca” que hubo
entre un movimiento más autónomo, más juvenil, y el movimiento más histórico, lo que hizo
fue hacer que el movimiento creciera en su conjunto, y pudiera lograr una mayor madurez
política, donde tratamos de establecer unas relaciones un poco distintas también, que me parece,
que están más enmarcadas dentro de lo que es el feminismo: entender la solidaridad, entender
otra forma de relacionarse entre nosotras. Creo que esto, igual es algo que se tiene que ir limando
todos los días, no es que es una relación perfecta, porque el movimiento es “re-complejo”, y
tienes 10 mil posturas ahí mismo […] y un montón de luchas por reconocimiento […] pero yo
creo que hemos logrado llegar a sinergias políticas en determinados momentos (Entrevista Ana
Vera, Surkuna).

“Bueno, nosotras fuimos parte de la marcha de la Vivas nos queremos desde el primer año, que
fue en el 2016 […] que es una marcha que es transnacional, […] que está presente en varios
países de América Latina, y que es una plataforma que se ha ido como gestando en esta nueva
ola de participación a través del activismo digital […] en la primera marcha participaron mujeres
de todos lados […] una de las características de la plataforma Vivas Nos Queremos es de que
juntó a todas: las que luchan adentro del Estado, las que luchan afuera, las autónomas, las
demócratas, las dinosaurias, las viejas, las jóvenes, las anarcas, las feministas, las twitteras, yo
que sé. Fue una plataforma aglutinadora e intergeneracional […] Entonces, ¿qué es lo que te
decían justo las viejas del movimiento de mujeres?, te decían que ellas no habían visto antes una
movilización masiva feminista aquí en el país, o sea, esto yo lo veo como una nueva ola, porque
yo no había visto que esto pasaba antes cuando convocamos una acción feminista (Entrevista
Ana Acosta y Verónica Calvopiña, El Churo).

Finalmente, el siglo XXI es también el escenario de acción de grupos refractarios a los cambios
relacionados con los derechos sexuales y reproductivos, que despliegan estrategias masivas de
incidencia política cuestionando la “ideología de género” y con una clara articulación

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internacional, en coyunturas que tienen que ver con la aprobación de leyes y políticas en los
campos de la salud y la educación. Esto hace que el campo de batalla para las luchas en pro de
la equidad de género se complejice y se convierte en una amenaza para la implementación de
los temas relacionados con la equidad de género en la Agenda 2030.

3. La agenda de equidad de género en Ecuador

3.1. Los procesos constituyentes en retrospectiva

Los procesos constituyentes de 1998 y 2008 fueron momentos de alta condensación para la
lucha y la incorporación de elementos de la agenda de equidad de género en el Ecuador. Las
distintas voces recogidas en esta investigación coinciden en la importancia de ambos procesos
para el avance de la agenda y reconocen que las mujeres organizadas llegaron a ellos en distintas
condiciones. En 1998 las organizaciones de mujeres trabajaron bajo el impulso de la
Conferencia de la Mujer de Naciones Unidas en Beijing de 1995, que sirvió de base para los
planteamientos sobre los derechos de las mujeres. La Constitución de 1998 incorporó 36 de las
38 propuestas de las organizaciones de mujeres (Entrevista a Lola Valladares, UNFPA).

El proceso constituyente de 1998 incorporó la igualdad formal, se logró trabajar en el tema de


paridad, se logró la no discriminación por orientación sexual y sentó las bases para una mayor
radicalización del movimiento de mujeres. Mientras que el proceso constituyente de 2008
reflejó los cambios vividos al interior del movimiento de mujeres y de la diversidad sexual en
el país, por lo que las reivindicaciones planteadas en ese momento fueron ya reivindicaciones
de una agenda claramente feminista y bastante más radical que aquellas planteadas en 1998,
centrada más en las reivindicaciones por los derechos de las mujeres antes que en una
concepción más amplia de género que incorpore las reivindicaciones por la diversidad sexual
(Entrevista Elizabeth Vásquez, activista LGBTI).

En 2008, las mujeres llegan con un movimiento más heterogéneo, consolidado y autónomo, con
un abanico de demandas más amplias: se posiciona con fuerza el tema de la diversidad sexual
y el reconocimiento de las familias diversas y se reconocen derechos sociales y económicos
importantes para las mujeres. La mayor autonomía del movimiento junto a una diversa
composición de la Asamblea Constituyente de 2008, en la que existía una mayor empatía de los
y las Asambleístas hacia la perspectiva de género, hicieron que el apelar a los instrumentos
internacionales, no fuera tan necesario como en 1998:

En nuestras agendas políticas y de relación con el gobierno, teníamos que respaldarnos con
Naciones Unidas para darle valor a nuestra propuesta, para darle fuerza a nuestra reivindicación,
para que se nos apruebe lo que estábamos pidiendo, etc. Entonces, por ejemplo, en la
Constitución del 98 ahí yo trabajé el tema de derechos sexuales y reproductivos, que fue un
avance importante, entonces eso lo hicimos con agencias importantes, con la OPS […] había
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esta relación de autoridad, de respaldo […] Naciones Unidas nos daba la mano frente a unos
gobiernos o unos poderes políticos reacios y sordos, que nos veía a nosotras como cosa menor
[…] de esa fase pasamos a esta otra, también pre y durante la Revolución Ciudadana, en que
nosotras teníamos nuestro disco propio […] más autónomo, menos tutelado […] La Asamblea
Constituyente, que fue un escenario de salto cualitativo enorme, donde mujeres y grupos
estuvimos coparticipando, escribiendo juntos, porque también de ese lado había habido también
esa evolución, que pasamos de una visión sectorial a decir “no, nosotras tenemos una propuesta
para el país, y desde esa perspectiva interactuamos” (Entrevista a Magdalena León, activista
género y economía).

En 2008, se da entonces, un salto cualitativo en la participación del movimiento de mujeres en


la Constituyente, una participación autónoma, que buscaba no solamente reivindicaciones
puntuales para las mujeres y los grupos sexualmente diversos, sino que estaba relacionada con
la construcción de un nuevo sistema económico, social y político.

Por otra parte, en la Constituyente de 2008 aparece la confrontación con los grupos
conservadores, quienes en 1998 no estuvieron presentes como movimiento organizado y con
voz propia. La confrontación abierta entre las posiciones feministas y conservadoras incidió
para que los planteamientos sobre la despenalización del aborto y el matrimonio igualitario no
fueran recogidos en la Constitución de 2008.

3.2. La relación entre el Estado y las organizaciones feministas en la última década

La relación entre el Estado y las organizaciones feministas durante la última década en el


Ecuador se puede periodizar en tres momentos. El primero, de 2007 a 2012, que va desde el
proceso constituyente hasta la conclusión del segundo mandato del Presidente Correa,
caracterizado por avances importantes en la agenda por la igualdad de género en el país. El
segundo momento de 2013 a mayo de 2017, durante el tercer mandato del Presidente Correa,
en el que se registran retrocesos en la agenda por la igualdad de género, sobre todo relacionados
con los derechos sexuales y reproductivos. Este período se caracterizó por el despliegue de
políticas y acciones contra estos derechos por parte del ejecutivo y tuvo como contrapartida el
desarrollo de una serie de acciones de denuncia y resistencia de parte de las organizaciones de
la sociedad civil en la disputa por los sentidos que fue tomando la agenda pública. Está marcado
por la presencia de una mayoría legislativa del movimiento de gobierno que se alinea con las
posiciones conservadoras del presidente de la República. Un tercer momento, de mayo de 2017
hasta la actualidad, está dado por la transición entre el gobierno del Presidente Correa y el del
Presidente Moreno, que es visto desde las organizaciones feministas como un momento de
mayor apertura política para la incorporación de una agenda de equidad de género, aunque en

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el marco de medidas de ajuste fiscal y eliminación de entidades públicas, concretamente del
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos que puede tener consecuencias importantes para la
puesta en marcha de políticas concretas.

En un primer momento, varias vertientes del movimiento de mujeres le apostaron al proyecto


de cambio propuesto por la Revolución Ciudadana, sobre todo por la apuesta hacia un nuevo
modelo de desarrollo que permitiera enfrentar las desigualdades redistributivas de las mujeres
y el reconocimiento de aspectos como el trabajo de cuidado y no remunerado en el hogar. Así,
de acuerdo a Mancero (2017), en los primeros años de la Revolución Ciudadana, con la
presencia de varias mujeres feministas en carteras de Estado se intentó impulsar una serie de
políticas de equidad de género. Sin embargo, este feminismo estatal pronto se desvaneció ante
las posiciones cada vez más conservadoras hacia las demandas feministas del mandatario en
términos de derechos sexuales y reproductivos y se convirtió en lo que Mancero ha denominado
un uso instrumental del feminismo.

“Hasta el 2011, 2012, hay muchísimo avance formal en temas de género, por ejemplo: […] la
tipificación del femicidio, […] la tipificación de los delitos de odio en el 2009, […] en temas
LGBTI hubo muchas conquistas […], por ejemplo este caso paradigmático de cambio de sexo,
el caso: Estrella-Estévez, […] se presentó la ley de igualdad, […] se hizo la encuesta sobre
violencia de género que es fundamental para la política pública […] se hizo una primera
encuesta sobre temas de LGBT, es decir hubo “montones” de cosas que desde el movimiento
de mujeres y desde el movimiento LGBTI tendrían que ser juzgadas como “avances” en esa
época, sin duda alguna. Pero, […] esa buena onda se pierde más o menos en el 2013, cuando
cambia la configuración de la Asamblea. […] Recuerdo que la Comisión de Transición se hizo
eterna…!, y empezaron como a ocurrir estas cosas; vino el revés del “aborto” en la Asamblea,
[…] entonces empezamos a toparnos con los “techos” (Entrevista a Elizabeth Vásquez, activista
LGBTI).

Otras activistas consideran que la relación del Estado fue muy problemática por la violencia
simbólica ejercida desde el presidente y la falta de voluntad política para escuchar las demandas
de las mujeres.

“Para nosotras todo el gobierno de Correa ha sido muy, muy complejo para las mujeres […]
podemos reconocer que han habido ciertos avances, […] pero “el tratamiento” al movimiento
de mujeres ha sido terriblemente fuerte y con una violencia simbólica muy grande […] que
resulta que generó […] la creación de un movimiento paralelo al movimiento de mujeres, es
decir: “mujeres con Correa, mujeres fuera de Correa” y realmente eso debilitó al movimiento,
como debilitó a todos los movimientos sociales (Entrevista Lizi Ernst, activista histórica).

Para Lind (2012), se trata de un proyecto paradójico que, por un lado, planteó una ¨revolución
con rostro de mujer”, como lo afirmó Correa en su campaña de 2006, cuando ofreció políticas
para la erradicación de la violencia de género, el acceso de las mujeres al empleo, salud, seguro
13
social y la igualdad de oportunidades en todos los campos y al mismo tiempo dejaba muy claro
su desacuerdo con el aborto, la educación sexual, el matrimonio homosexual y la “ideología de
género” (Lind, 2012).

Uno de los temas críticos durante el gobierno del Presidente Correa fue la falta de definición
de la institucionalidad a cargo de la transversalización del enfoque de género en la política
pública, que demoró siete años en establecerse.

[…] eso le causó un daño muy grande, le quitó posibilidad […] de incidencia, le quitó
posibilidad de propuesta, […] de hacer política pública realmente. […] Desaparecieron los
sujetos y se transversalizaba el género pero desapareciendo al “sujeto mujer” […] la Comisión
de Transición, hasta lo último, ha sido un “desastre”, y un desmoronamiento de lo que en su
momento fue, digamos, una instancia bastante fuerte y bastante importante, y con un
presupuesto bastante aceptable (Entrevista Lizi Ernst, activista histórica).

Si bien la institucionalidad rectora de las políticas de género se debilitó, en el marco de la


implementación del Plan de Erradicación de la Violencia contra las Mujeres (PEVCM),
aprobado en 2007, existieron ensayos por crear direcciones encargadas de estas políticas en
varios ministerios como educación, salud y justicia. La única que se llegó a plasmar fue la
dirección de género al interior del Ministerio de Justicia que fue la institución que encargada
de llevar a cabo el PEVCM desde 2012. También se crearon subdirecciones de género en el
Consejo de la Judicatura y se contó con asesorías de género a nivel de la Fiscalía (entrevista a
Miriam Alcívar, ex funcionaria del PEVCM).

Pese al grave problema que significó el establecimiento de la institucionalidad de género en el


país, algunas activistas ligadas al movimiento de la diversidad sexual valoran más
positivamente la labor del Consejo de Transición, al abrir la puerta para la incorporación de los
temas relacionados con las diversidades sexuales.

La apertura al diálogo con las organizaciones del movimiento de mujeres y de la diversidad


sexual por parte del gobierno de Moreno permitió la aprobación en 2018 de la Ley Orgánica
Integral para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres, con una activa participación
de las mujeres. Por otra parte, se pusieron en marcha programas de prevención del abuso sexual
infantil por parte del Ministerio de Educación, frente a la presión ejercida por algunas
organizaciones de mujeres a raíz de denuncias de abuso sexual en entidades educativas, como
se verá más adelante.

14
Pese a estos avances, existe un cuestionamiento por parte de las organizaciones de mujeres y
de la diversidad sexual al giro programático que ha dado el gobierno en el manejo de la
política económica y a las restricciones que ésta puede significar para el avance de los
derechos de las mujeres, desde una perspectiva estructural.

“Celebramos que se dé el caso Satya por supuesto, o sea que se reconozca la doble filiación de
dos mujeres y demás, celebramos que se estén dando pasos hacia […] el matrimonio igualitario
de las parejas, son signos de progreso por supuesto, pero sí nos preocupa que lo que
principalmente se queda en la agenda sea una postura más bien reformista (Entrevista a
Elizabeth Vásquez, activista LGBTI).

El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, que era la entidad encargada de la


implementación de los programas contra la violencia a la mujer, fue disuelto por el actual
Presidente y todavía no se sabe cuál será la entidad a cargo de la puesta en marcha de las
políticas previstas en la Ley contra la violencia a la mujer recientemente aprobada. Por otra
parte, en la proforma enviada por el ejecutivo a la Asamblea Nacional para el Presupuesto
General del Estado de 2019, se recorta el 92% de las asignaciones para los programas contra la
violencia hacia la mujer, en relación a 2018, dejando prácticamente sin recursos a estas
actividades4.

3.3. Las temáticas

Durante los últimos 20 años, se podría clasificar los temas de la agenda de género en el país en
cuatro grandes ámbitos: a) Participación Política; b) Derechos económicos; c) Violencia contra
la mujer; y d) Derechos sexuales y reproductivos. En el ámbito de la participación política, el
principio de paridad y alternabilidad entre hombres y mujeres en las elecciones pluripersonales
llega a consagrarse constitucionalmente en 2008 (Valle 2018; Archenti y Tula 2014), lo que ha
permitido un aumento progresivo de la representación femenina en la Asamblea Nacional5 y ha
posicionado al Ecuador junto a Bolivia como los primeros países en América Latina que
aplicaron el principio de paridad en elecciones nacionales. Los avances en este ámbito son
incuestionables y actualmente no es un tema de alta disputa en la agenda de las organizaciones,
por ello este informe abordará a profundidad los tres últimos ámbitos.

4
El presupuesto asignado para los programas contra la violencia hacia las mujeres fue de 8,68 millones de dólares.
Mientras que en la Proforma Presupuestaria para 2019, aún no aprobada por la Asamblea Nacional, el Ejecutivo
asigna 657 mil dólares para estos programas (Ministerio de Finanzas 2018).
5
Mientras que en 2000, el Ecuador ocupaba el décimo lugar en participación femenina en el poder legislativo, en
2013, logró pasar a ser el tercer país en la región con mayor representación femenina en la Asamblea Nacional,
después de Cuba y Nicaragua (CEPAL 2018).
15
3.3.1. Derechos económicos

La aprobación de la Constitución de 2008 significó avances importantes para la agenda de


género en los temas relacionados con los derechos económicos, en particular los relacionados
con el reconocimiento del cuidado humano, la progresiva universalización de la seguridad
social y el trabajo no remunerado del hogar. Se establece el derecho de las mujeres a una
remuneración equitativa, se reconocen los derechos de maternidad y lactancia a las trabajadoras
y el derecho a licencia por paternidad para los trabajadores (Constitución de la República del
Ecuador 2008, Art. 332) y se obliga al Estado a desarrollar políticas para erradicar la
desigualdad y discriminación hacia las mujeres productoras, en el acceso a los factores de
producción.

En 2015, la Asamblea Nacional aprobó la Ley de Justicia Laboral y Reconocimiento del


Trabajo No Remunerado en el Hogar, mediante la cual se promueve la inclusión en el sistema
de seguridad social de las personas que realizan trabajo no remunerado en el hogar,
estableciendo un subsidio por parte del Estado para las mujeres más pobres (Asamblea Nacional
2015b, Art. 66-9). La Ley supuso el reconocimiento del trabajo no remunerado en el hogar
como fundamental para la reproducción de la vida. Por otra parte, la ley prohíbe el despido a
mujeres embarazadas y en condición de lactancia mediante la figura del despido nulo o ineficaz.

el reconocimiento de la seguridad social para las trabajadoras remuneradas del hogar, y también
para las amas de casa […] implicó un mejoramiento para las mujeres populares […] y eso es
algo de las propuestas de la economía feminista […] Ahí creemos que hay un avance bastante
fuerte, y por eso se crearon organizaciones y redes de trabajadoras remuneradas del hogar […]
es muy fuerte, es muy valioso (Entrevista Ana Acosta y Verónica Calvopiña, El Churo).

Por otro lado, existe una mayor visibilidad en las estadísticas nacionales del trabajo no
remunerado de las mujeres que empezó con una Encuesta sobre el uso de tiempo en 2007 y
continuó con el proceso de medición de la contribución del trabajo no remunerado del hogar en
el Producto Interno Bruto (PIB) por parte del INEC en 2011. Los resultados, presentados en
2014, establecen que el trabajo no remunerado del hogar en el Ecuador representa el 10% del
PIB, cifra superior al aporte del ingreso petrolero.

Respecto al trabajo no remunerado por el cuidado a personas con discapacidad severa, en el año
2010, se creó el programa “Joaquín Gallegos Lara”, que establece un bono no reembolsable de
240 dólares mensuales a quienes realizan trabajos de cuidados a personas con discapacidad.

16
Actualmente, alrededor de 18.000 mujeres reciben este bono (Consejo Nacional para la
Igualdad de Género 2018b).

Sin embargo, existe escepticismo respecto a un avance futuro de los temas relacionados con la
economía del cuidado, una vez que el gobierno del Presidente Moreno ha dado un giro en la
política económica hacia posiciones de corte neoliberal:

si tú me dijeras que ahorita se implementa una política en economía del cuidado, pero no se
implementa, por la sencilla razón de que eso implicaría ser aún más progresista en materia socio
económica, y eso es todo lo contrario a lo que puede estar ocurriendo, o sea: flexibilización
laboral, etcétera, etcétera. […] yo lo veo más como unas jugadas más formales, pero realmente
en lo estructural, en lo material, yo no veo que éste sea un momento en el que se invierta mucho
en el tema de género […] Entonces, le veo más nominal, sobre todo porque la economía más
bien está girando en otro sentido (Entrevista a Elizabeth Vásquez, activista LGBTI).

Por otra parte, se homologó el salario de las trabajadoras domésticas con el del resto de
trabajadores, pues en 2006, ellas percibían la mitad del salario de un trabajador6. Su
remuneración pasó de US$ 120 en 2007 a US$ 386 en 2018. También se obligó a sus
empleadores a reconocer la jornada laboral máxima de 40 horas semanales y a afiliarlas a la
seguridad social. Actualmente alrededor de 200 mil mujeres se dedican al trabajo doméstico y
de ellas el 48% están afiliadas a la seguridad social (Consejo Nacional para la Igualdad de
Género 2018b).

Otro avance importante fue la tipificación del acoso laboral y la generación de campañas de
capacitación por parte del Ministerio de Trabajo a los y las trabajadoras (Entrevista Liliana
Durán, Asambleísta).

Sin embargo, las brechas existentes entre hombres y mujeres en el sistema laboral se han
mantenido inalteradas durante la última década y reflejan la discriminación histórica que han
sufrido las mujeres en este ámbito. En 2007, de la población que contó con empleo adecuado
apenas un 30% fueron mujeres, frente a un 70% de hombres. Esta diferencia se ha mantenido
casi inalterable hasta el 2016, cuando apenas un 32% de la población con empleo adecuado
fueron mujeres frente al 68% de hombres (INEC Enemdur 2017b). Si bien se ha dado una ligera
reducción en las brechas de ingresos salariales por sexo, éstas siguen reflejando una alta

6
El trabajo de las empleadas domésticas en el Ecuador ha sido históricamente desvalorizado: las trabajadoras
domésticas no solo que percibían la mitad del salario de cualquier otro trabajador, trabajaban más de 40 horas
semanales, muchas de ellas no contaban con afiliación a la seguridad social, ni gozaban de vacaciones. De ahí
que los cambios generados hacia el reconocimiento de los derechos de las trabajadoras domésticas haya sido
calificado como histórico en el contexto ecuatoriano.
17
discriminación contra las mujeres, pues a 2016 el ingreso salarial promedio mensual de las
mujeres era un 21% menor que el ingreso salarial promedio mensual de los hombres (INEC
Enemdur 2017b).

Desde la perspectiva de las diversidades sexuales, se critica que en los temas de economía del
cuidado no sean discutidos desde la perspectiva de las diversidades sexo-genéricas:

la “jubilación de las trabajadoras sexuales trans” pues, ¿quién ha pensado en esto?: nadie lo
piensa […] economía del cuidado otra vez está basado en un modelo familiar tradicional […] y
nunca se ha considerado otra vez, al sujeto LGBTI dentro de la política pública de estos temas
económicos, nunca (Entrevista a Elizabeth Vásquez, activista LGBTI).

Finalmente, existe un consenso respecto al poco avance en relación a los temas de producción
agropecuaria desde la perspectiva de género, así como a la relación entre temas ambientales y
género. Las críticas aluden tanto a la acción gubernamental cuanto a los escasos planteamientos
desde el propio movimiento de mujeres respecto a estos temas.

el tema específico de género y ambiente, sí, ese es uno de los temas que no se ha trabajado
suficientemente, creo que, no desde el Estado, y creo que también poco desde la sociedad civil,
me parece que al menos desde el movimiento de mujeres podríamos tener cuatro o cinco
nombres en concreto que han reflexionado, que han hecho aportes importantes, pero siento que,
como tú dices, eso no se ha trasladado ya a un tema específico de normativa o de política pública,
entonces son esas justo las conexiones que siguen estando pendientes (Entrevista a Lola
Valladares, UNFPA).

3.3.2. Derechos sexuales y reproductivos

De la revisión de indicadores sobre salud sexual y reproductiva en el país, se observa que


existen avances significativos en la atención de partos por personal calificado de salud7; bajos
avances en la reducción de la mortalidad materna8 que no logró alcanzar la meta establecida en

7
En 2016, este indicador se ubica en el 97% (INEC 2017c, Estadísticas Vitales).
8
La razón de mortalidad materna disminuyó de 50,7 muertes maternas por cada cien mil nacidos vivos en 2007 a
39,7 muertes maternas en 2016 (INEC 2017c, Estadísticas Vitales).
18
los ODM; retrocesos respecto al embarazo adolescente9 y ningún avance en la despenalización
del aborto.

Mientras la Constitución de 1998 eliminó el carácter laico del Estado ecuatoriano, en 2008 éste
fue retomado, incorporando además como un deber primordial del Estado el garantizar la ética
laica (Constitución de la República del Ecuador 2008, Art. 1 y 3.4). Este señalamiento tiene
“una repercusión directa con los derechos reproductivos y los derechos sexuales de las mujeres
y personas LGBTI” (Entrevista a Soledad Puente, Especialista del CNIG).

Respecto a la diversidad sexual, la Constitución de 2008 reconoce los diversos tipos de familia
y la unión de hecho entre personas del mismo sexo. Además, por primera vez se separan los
derechos sexuales de los reproductivos reconociendo su ejercicio autónomo. Asimismo, se
establece que la salud pública debe tener enfoque de género y que el Estado debe prestar
servicios de salud sexual y de salud reproductiva.

El trabajo desplegado por las organizaciones de la sociedad civil en el ámbito de los derechos
sexuales y reproductivos tiene una larga tradición. En 1997 cinco ONG empezaron a ofrecer
anticonceptivos de emergencia en sus servicios de salud. En 1998, un grupo de ONG logró que
se incorporaran estos anticonceptivos en las normas de salud sexual y reproductiva y en este
mismo año, se aprueba la Ley de Maternidad Gratuita y Atención a la Infancia (Martin 2004;
Varea 2015).

Uno de los principales obstáculos para la implementación de políticas de acceso a métodos


anticonceptivos ha sido la oposición de la Iglesia Católica y de los grupos contrarios a la
“ideología de género”, cuya presencia se ha incrementado en todo el continente. En el caso de
la anticoncepción de emergencia, estos grupos han puesto en juego todo su poder para impedir
que su acceso se incluya en las normas y políticas de salud nacionales, bajo la concepción de

9
Los datos de la CEPAL (2017) muestran que el Ecuador es el país de América Latina que mayor incremento de
embarazo adolescente ha tenido (25%) en el período 1990 – 2010. Es el país con más alto porcentaje de embarazo
adolescente en América del Sur con un 17% de mujeres entre 15 y 19 años que son madres, y el cuarto país en
América Latina, superado tan solo por los países centroamericanos: Nicaragua, República Dominicana y
Honduras. Los datos nacionales más recientes, muestran cifras aún más alarmantes, según la Encuesta Nacional
de Salud y Nutrición realizada en 2012, un 18,3% de mujeres entre 15 y 19 años, ya son madres. El incremento
de casos entre 2004 y 2012 registrados en esta encuesta es del 38% (MSP 2017).
Es importante anotar que estas cifras no contemplan los casos de embarazo de las niñas entre 10 y 14 años que,
de acuerdo con el Fondo de Población de Naciones Unidas (Unfpa 2013), son las más vulnerables y las que
tienen mayor riesgo de morir o sufrir complicaciones por el embarazo y el parto. Según datos del Ministerio de
Salud Pública (MSP), el embarazo de 8 de cada 10 niñas menores de 14 años se debe a casos de violación de
personas adultas que, en el 90% de los casos son miembros de su propia familia (MSP 2017).
19
que se trata de métodos abortivos (Martin 2004). Pese a ello, entre 1979 y 2012 existe un
importante incremento en el uso de anticonceptivos en el país que pasan del 34% al 80%
(Consejo Nacional para la Igualdad de Género 2018a).

Durante el gobierno del Presidente Correa se promulgó el Plan Nacional para la Educación de
la Sexualidad, que institucionaliza la educación sexual en el sistema educativo nacional; el Plan
Nacional de Reducción Acelerada de la Muerte Materna y Neonatal; la Estrategia Nacional de
Salud Pública para VIH/Sida-ITS, que busca disminuir la incidencia del VIH-ITS y la
mortalidad por el Sida (Senplades 2013). En el 2016, el MSP construye el Manual de atención
en salud a personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersex, cuyo objetivo apunta a
reducir las brechas de acceso a los servicios de salud, y evitar la discriminación y la violencia
en la atención; y la guía de práctica clínica para la interrupción del embarazo. En 2018, durante
el gobierno de Moreno, se emite el Manual de Atención Integral en Salud Sexual y
Reproductiva para personas con discapacidad.

Pese a la existencia de esta gran cantidad de planes y normativas, durante la última década, las
políticas públicas relacionadas con los derechos sexuales y reproductivos han sido
contradictorias. En 2012, se inicia la implementación de la Estrategia Nacional Intersectorial
de Prevención del Embarazo Adolescente y Planificación Familiar (Enipla), con el objetivo de
mejorar el acceso a “información, educación, consejería, inclusión, protección y servicios de
salud para la toma de decisiones libres y responsables sobre sexualidad y reproducción” (MCDS
2011, 38). El diseño de la estrategia contó con una alta participación de organizaciones de la
sociedad civil y con el apoyo de las agencias del sistema de Naciones Unidas.

Entonces todos nos volcamos, la Ximena Abarca me llama, me llaman del UNFPA llegan los
gays, llegan los indígenas, llega todo el mundo, a hacer el Enipla, viene el UNFPA trae a gente
del Uruguay, la OPS trae a las expertas, en fin, se construye una propuesta, transgresora sí, de
cambio, porque uno de los ejes era cambiar los patrones socio-culturales, trabajar la sexualidad,
trabajar el acceso a los anticonceptivos. El Enipla, así curiosamente, nombra un equipo de
mujeres jóvenes, que ni siquiera eran médicas, pero feministas posicionadas (Entrevista Virginia
Gómez, activista derechos sexuales y reproductivos).

Pese a que la estrategia logró buenos resultados10, en 2014 fue derogada por el Presidente de la
República bajo el argumento de que se estaba “banalizando” la sexualidad de los adolescentes
con campañas que promovían el uso de anticonceptivos por placer y que existían infiltraciones

10
Entre 2012 y 2013 disminuye la tasa de nacimientos de madres adolescentes entre 15 y 19 años de 83,97 a 73,92
nacimientos por cada mil madres, y de mujeres entre 10 y 14 años de 3,08 a 2,51 nacimientos por cada mil
madres (INEC 2017c, Estadísticas Vitales).
20
de grupos abortistas y gay en la ejecución de la Estrategia. Esta fue sustituida por el Plan
Nacional de Fortalecimiento de la Familia (PNFF) que, a diferencia de la Enipla, no se planteó
la reducción del embarazo adolescente, no prevé el fortalecimiento de los servicios de salud
sexual y reproductiva, ni la generación de capacidades e información pública sobre derechos
sexuales y reproductivos, sino que plantea el fortalecimiento de la familia como unidad básica
en la generación de valores y afectividad hacia las y los adolescentes (Presidencia de la
República del Ecuador 2015). Como resultado de esta política, el embarazo adolescente registró
incrementos importantes entre 2014 y 201611.

La implementación del Plan Familia provocó un profundo distanciamiento entre las


organizaciones feministas y el gobierno nacional:

Enipla, y después ¡Plan Familia!, eso sí para nosotros era “inconcebible”, es decir era un
retroceso, pero de 180 grados, si, realmente era una barbaridad. Entonces, y claro, y ahí
aparecieron digamos y se fortaleció la derecha, se fortaleció mucho la derecha en su discurso y
en su incursión digamos hacia las escuelas, los colegios y qué sé yo, muy fuertemente, y también
en lo que fue todo el trabajo a nivel de la Asamblea para los diferentes temas que estábamos
tratando ahí (Entrevista Lizi Ernst, activista histórica).

La adopción del Plan Familia también generó distancias con algunas de las agencias de
Naciones Unidas vinculadas a los temas de igualdad de género:

La relación se vuelve bastante complicada, la relación del sistema de Naciones Unidas,


particularmente la agencia en la que estoy trabajando, […] llega un momento en el cual el Estado
no está precisamente en el marco de los derechos humanos y particularmente en el marco de
los derechos sexuales y reproductivos […] cambia la política hacia una posición más bien
conservadora, en relación con el tema no sólo de los derechos sexuales y reproductivos, sino de
todos los derechos de las mujeres en general […] se adopta el Plan Familia liderado por una
persona que está directamente ligada a los grupos conservadores del Opus Dei, entonces el
Estado además establece que esta persona que lidera el Plan Familia debe ser la representante
del Ecuador en todos los espacios internacionales relacionados con derechos sexuales, derechos
reproductivos, violencia, derechos de adolescentes y jóvenes, entonces realmente ese se
convierte en un momento difícil (Entrevista a Lola Valladares, UNFPA).

Sin embargo, desde distintas voces se constata la resistencia que se desplegó al interior del
Estado para la implementación del Plan Familia, en particular desde el Ministerio Coordinador
de Desarrollo Social y desde el Ministerio de Salud, pues este último mantuvo los servicios que
hasta entonces ofrecía: “El Ministerio no cedió, no cambió el carácter de los servicios que se
ofrece, no cambió normativa […] hubo un ambiente regresivo en derechos que fue impulsado

11
La tasa de nacimientos de madres de 15 a 19 años subió de 72,96 por cada mil madres en 2013 a 76,5 en 2015
y la de madres de 10 a 14 años de por cada mil madres de 2,51 en 2013 a 3,05 en 2015 (INEC 2017c, Estadísticas
Vitales).
21
por el presidente Correa […] pero que el Ministerio resistió con su política (Entrevista a Cecilia
Falconí, Asesora del MSP).

“Más allá de esta decisión que se toma, el Ministerio de Salud dice: bueno, esto es así, pero yo
sigo teniendo mi rol, yo sigo siendo el rector de las políticas de salud en este país, y soy rector
también de las políticas de salud sexual y reproductiva, entonces el Ministerio de Salud Pública
en el marco de sus competencia legales y constitucionales sigue proveyendo servicios de salud
sexual y reproductiva, sigue proveyendo métodos de anticoncepción, de planificación familiar,
y todo ese tema, y de todas maneras, el Fondo de Población sigue proporcionando asistencia
técnica y se logra efectivamente que se adopten digamos muchos instrumentos de política
pública al interior del Ministerio de Salud, como son, por ejemplo, normas técnicas de parto
culturalmente adecuado, normas técnicas para métodos de planificación familiar, una norma
técnica para la violencia basada en género desde el sistema de salud, y luego pues efectivamente,
ya el año pasado se adopta incluso el Plan Nacional de Salud Sexual y Reproductiva (Entrevista
a Lola Valladares, UNFPA).

En el informe final de trabajo del Plan Familia se reconoce haber encontrado resistencias en el
sector público para la implementación “del enfoque de familia” en las distintas políticas
relacionadas con el embarazo adolescente:

… [debido a] los obstáculos y frontal oposición inicial, por prejuicios ideológicos de varias de
las principales autoridades de los ministerios ejecutores […] no se logró tener un trabajo fluido,
proactivo y colaborativo en respuesta a este mandato presidencial, para lograr obtener con la
debida oportunidad, los mejores productos y resultados, siendo la tónica inicial de los tres
ministerios la dilatación y el envío y regreso de documentos, lo que retrasó eventualmente la
incorporación del enfoque de familia (Plan Nacional de Fortalecimiento de la Familia 2017, 37).

No se registra la misma resistencia, desde el Ministerio de Educación, entidad que, en el marco


del Plan Familia, eliminó la materia de educación sexual dentro del currículum de la educación
general básica. Esta asignatura no ha sido reincorporada hasta la fecha.

habíamos logrado grandes avances hasta antes del Plan Familia, ya incluso estaba elaborado el
módulo de educación integral de la sexualidad para la capacitación a los maestros y maestras y
que se empiece a impartir, viene Plan Familia y deja todo eso en cero. Creo que actualmente,
obviamente con todo el boom de la violencia sexual en el ámbito educativo, hay un interés
importante, de hecho, el Ministerio de Educación nos ha invitado a trabajar fuertemente en el
tema de educación integral de la sexualidad, me parece que ahí hay una voluntad política
importante, creo que en el corto plazo es posible que se implemente, pero al menos hasta ahora
sigue siendo el gran pendiente (Entrevista a Lola Valladares, UNFPA).

La colaboración del Ministerio de Educación es reconocida en el informe de actividades del


Plan Familia:

Uno de los logros sustanciales de PFE ha sido su aporte en la revisión de la malla curricular. En
junio 2015 PFE revisó todos los libros que utiliza el MINEDUC en la formación de sus
estudiantes en las diferentes materias y encontró serias divergencias con lo que se propone en la
educación en afectividad y sexualidad con enfoque de familia, en este sentido se entregó una

22
amplia y contundente propuesta de “Fe de Erratas” pero ante ella, el Ministro de Educación
propuso que PFE apoye en la construcción de la malla curricular la misma que actualmente ha
incorporado el enfoque de familia en lo que corresponde al aprendizaje de la afectividad y
sexualidad, en el currículo del área de Ciencias Sociales y de Ciencias Naturales (Plan Nacional
de Fortalecimiento de la Familia 2017, 40).

Una vez eliminado el Plan Familia en 2017, la actual política del Ministerio de Educación está
encaminada a reforzar los contenidos en temas de educación sexual y no necesariamente contar
con una materia específica:

Yo no me preocuparía por el hecho de que no hay una materia de sexualidad, lo que tenemos
que revisar es si los contenidos, de alguna manera enfrentan y permiten que los chicos y chicas
se enfrenten con los temas y los puedan tratar en la amplitud que se necesita, que es un tema de
discusión que está totalmente vivo en el mundo actual, entonces no se ha retomado la materia,
en contestación explícita a la pregunta, pero los contenidos definitivamente sí […] lo que
estamos diciendo es que queremos trabajar más por innovaciones educativas que por reformas
curriculares (Entrevista Álvaro Sáenz, Viceministro de Educación).

En 2017, antes de concluir el mandato del Presidente Correa, el Ministerio de Salud Pública
aprobó el Plan Nacional de Salud Sexual y Reproductiva 2017-2021 (PNSSR). En este plan se
recogen los planteamientos de las organizaciones de mujeres y de la diversidad sexual de
abordar a la sexualidad de manera integral y superar la mirada de los programas centrados en
nociones y prácticas materno infantiles, que han generado profundas brechas de inequidad
(MSP 2017b).

En 2017, una de las primeras acciones del nuevo Presidente de la República, Lenín Moreno,
fue la eliminación del Plan Familia. En 2018 se establece la “Política Nacional Intersectorial de
Prevención del Embarazo en Niñas y Adolescentes 2018 – 2025”, que incorpora acciones de
promoción, prevención, atención, protección y restitución de derechos para esta población. Es
muy temprano aún para evaluar la efectividad de esta nueva política, sin embargo, es importante
el reconocimiento del embarazo adolescente como un problema social y de salud pública y de
violación de derechos humanos (MSP et al. 2018).

Respecto a lo actuado en el sistema educativo, uno de los temas que ha salido a la luz en los
últimos dos años han sido las denuncias por acosos y abuso sexual en los establecimientos
educativos. Frente a ello, se han diseñado políticas y acciones claras para encausar mejor estas
denuncias y facilitar su llegada a la Fiscalía. Se ha trabajado también en políticas de prevención,
a través de campañas comunicacionales que han recibido el apoyo de Naciones Unidas y se está
empezando a trabajar en la restitución de derechos a víctimas de abuso sexual y en políticas de
articulación interinstitucional entre la administración de justicia, la Defensoría del Pueblo y
23
varios ministerios sectoriales. Por último, se ha dado apertura a la participación de
organizaciones de la sociedad civil que puedan contribuir con experiencias positivas en este
campo (Entrevista a Álvaro Sáenz, Viceministro de Educación).

Dentro de la discusión sobre los derechos sexuales y reproductivos el tema del aborto merece
especial atención por la importancia que ha tenido en el debate público de los últimos años.
Como lo mencionamos en el acápite anterior, durante los años inmediatamente anteriores a la
Asamblea Constituyente de 2007, las feministas jóvenes organizadas en torno a la Casa
Feminista Rosa, demandaban la despenalización del aborto como un tema vinculado a los
problemas estructurales del país. Si bien en el último debate constitucional no se logró ampliar
las causales que despenalizan el aborto, desde aquellos años, se dieron una serie de alianzas
estratégicas entre diversos colectivos de mujeres y de la diversidad sexual posicionando el tema
en el debate público como uno de los más polémicos y generando manifestaciones a favor y en
contra (Varea 2015).

En aquellos años, desde la sociedad civil se implementó una línea telefónica de asesoría
denominada “aborto seguro”:

fue el primer servicio que ofreció interrupción de embarazo, este fue el primer espacio feminista
donde nosotros hicimos interrupción sin cobrar, o nos daban lo que podían. Y eso fue una
escuela súper importante para nosotras, porque ahí entendimos lo que significaba para una mujer
tener necesidad de interrumpir un embarazo y no poder hacerlo […] ya entregamos el permiso,
ya no quisimos, porque ya hay otros espacios. Tiene que saber que clandestinamente en el país
existen redes que ofrecen este servicio, redes clandestinas pero seguras. Hay una red que
funciona desde hace 25 años acá, una red segura, muy técnica, no es feminista la red, pero ofrece
esos servicios (Entrevista Virginia Gómez, activista derechos sexuales y reproductivos)

La enorme presión ejercida por los sectores conservadores en la Asamblea Constituyente


provocó que se apruebe el artículo 45 del texto constitucional, que dice: “El Estado reconocerá
y garantizará la vida, incluido el cuidado y protección desde la concepción”. Este texto se ha
convertido en el instrumento para la defensa de las posiciones fundamentalistas en el país
(Entrevista a Soledad Puente, Especialista del CNIG).

En el año 2014, con la aprobación del COIP, se re-edita el debate sobre la interrupción
voluntaria del embarazo, sin conseguir avances, pues las disposiciones del Código Penal de
1971 respecto a este tema no se modificaron. El COIP sanciona con pena privativa de la libertad
de seis meses a dos años a las mujeres que permitan se les practique un aborto y de uno a tres
años a la persona que lo practique (Asamblea Nacional 2014, Coip Art. 147, 9). Se exime de

24
estas penas cuando el aborto es practicado “para evitar un peligro para la vida o salud de la
mujer embarazada y si este peligro no puede ser evitado por otros medios” y cuando “el
embarazo es consecuencia de una violación en una mujer que padezca de discapacidad mental”
(Asamblea Nacional 2014, Coip Art. 150). El álgido debate respecto al tema incluyó la sanción
por parte del partido de gobierno a tres de sus asambleístas mujeres que defendían la
despenalización del aborto en casos de violación sexual. En este sentido, se puede hablar de un
retroceso respecto al tema, ya que, si bien la norma continuó inalterada, ésta empezó a aplicarse
a partir de la aprobación del Coip. Si bien el aborto está penalizado en Ecuador desde su
conformación como país independiente en 1830, es únicamente en los cinco últimos años que
se produce el enjuiciamiento de mujeres por aborto. Las mujeres organizadas han estado muy
activas en denunciar la criminalización del aborto como un tema urgente de la agenda de
equidad de género en el país.

De acuerdo a los datos generados por la Fiscalía General del Estado, entre 2013 y 2017, 243
mujeres fueron procesadas por haberse practicado un aborto, de los cuales 192 se produjeron
luego de la aprobación de Coip (Zaragocín et al. 2018). El 90% de los casos fueron denunciadas
por los médicos que las trataron (Reyes y Ortiz 2017).

Aunque siempre estuvo penalizado el aborto, […] por primera vez, en el periodo del 2013,
empiezan los juicios a mujeres que abortaban, que también son las más pobres, porque si tú
miras las estadísticas de las 110, (sic) mujeres que están siendo criminalizadas por aborto, todas
son pobres y jóvenes, y hay varias mujeres afrodescendientes (Entrevista Ana Acosta y Verónica
Calvopiña, El Churo).

El estudio de Zaragocín et al. (2018), sobre criminalización del aborto en el Ecuador recoge
datos publicados por el INEC que alcanzan 49.515 abortos entre los años 2015 y 2016. Para
Ortiz – Prado (2017) los otros tipos de aborto (los abortos no espontáneos y los no justificados
médicamente, es decir, potencialmente sujetos a procesos de judicialización) sumaron 366.748
casos entre el 2004 y el 2017. Varea, en su estudio sobre el aborto en el Ecuador, presenta los
siguientes datos:

En cuanto a los casos de muerte materna debidos al aborto mismo, el 60% de éstos corresponde
a espontáneos y 23% inducidos, 34% se lo realizaron en alguna institución y 54% en lugares
considerados inseguros. El 83% de las muertes pudieron ser evitables, 79% tuvieron como causa
directa de muerte el aborto, la primera demora es frecuente, es decir la imposibilidad de llegar
a una institución pública y un 9% de los casos estuvo asociado a algún tipo de violencia (Varea
2015, 70).

25
Las distintas voces recogidas en esta investigación coinciden en señalar que la despenalización
del aborto es el gran tema pendiente en las políticas de salud sexual y reproductiva en el país:

Desde mi punto de vista, el tema del aborto es una deuda de la democracia […] serían las mujeres
jóvenes las que […] tienen que avanzar en la despenalización y en la legalización del aborto,
pero hay resistencia todavía en el movimiento de mujeres, somos todavía una sociedad muy
conservadora, y aunque el movimiento de mujeres ha avanzado mucho, en aceptar por lo menos
que se debe despenalizar en el caso de violación, la legalización total es todavía una utopía digo
yo en el país […] las jóvenes ahorita están muy posicionadas en empezar el proceso de la
despenalización y legalización total y eso es algo que hay que apoyar, pero ya serán ellas las
que vean yo diría más tarde que temprano, talvez, en el caso de violación, yo diría más temprano
que tarde, pero en el caso de la despenalización total yo lo veo más tarde que temprano
(Entrevista Virginia Gómez, activista derechos sexuales y reproductivos).

Cuando entramos a discutir temas como la despenalización del aborto, creo que todavía son
elementos con los cuales la política y la sociedad se chocan, por lo conservador, por [el]
curuchupismo, por el rol que todavía tienen agendas como las iglesias, digamos, que algunas
son más flexibles que otras, pero creo que esos elementos faltan (Entrevista a Andrés Mideros,
ex Secretario Nacional de Planificación).

En julio de 2018, el movimiento de mujeres presentó a la Asamblea Legislativa una reforma al


Coip que plantea la despenalización del aborto en caso de violación, ésta se encuentra
actualmente en discusión en la Comisión de Justicia.

Por otra parte, desde las/os activistas por los derechos de las personas LGBTI se constata que,
al abordar los temas de derechos sexuales y reproductivos, ni el Estado, ni la sociedad toman
en cuenta las problemáticas de la diversidad sexual, pese a que la Constitución de 2008 reconoce
la libre opción sexual. Las políticas de salud sexual y reproductiva en el país se han enfocado
desde una óptica heterosexual, que ha puesto sus énfasis en la salud materna, dejando de lado
los temas de la diversidad sexual (Entrevista a Elizabeth Vásquez, activista LGBTI).

Pese a que el matrimonio igualitario y la adopción de menores por parejas del mismo sexo no
está permitido explícitamente en la legislación ecuatoriana, dos casos recientes abren las puertas
a estos temas. El primero, cuando en mayo de 2018, la Corte Constitucional emitió un dictamen
que reconoce el derecho a la identidad de una niña de 6 años y le permite llevar el apellido de
sus dos madres lesbianas, después de un proceso judicial de más de 4 años que contó con el
patrocinio de la Defensoría del Pueblo, haciendo realidad el principio constitucional que
reconoce la diversidad de las familias en el Ecuador. El segundo, en julio de 2018, cuando un
juzgado de la ciudad de Cuenca ordenó al Registro Civil inscribir los matrimonios de dos
parejas del mismo sexo a los que se había denegado ese derecho.

26
En el año 2016, se aprobó la Ley Orgánica de Gestión de la Identidad y Datos Civiles, en la que
se establece la posibilidad de que las personas, a partir de su mayoría de edad, sustituyan en su
cédula de ciudadanía el campo “Sexo” por el de “Género”. La ley también permite el cambio
de nombres. Las organizaciones LGBTI propusieron que todos los documentos de identidad
cuenten con el campo “Género”, lo que no fue aceptado en el debate legislativo. Estas
disposiciones han sido criticadas desde las/os activistas LGBTI por considerarlas
discriminatorias:

unas cédulas con género y otras cédulas con sexo […] tener una cédula para ciudadanos de
primera y otras de segunda, es discriminante. Pero entonces hay este sector gay más conservador
que dice: como ¡eso es discriminante! […] y entonces género, ya no, y ahora volvamos al sexo;
y, volver al sexo es una postura extremadamente conservadora. Entonces bajo una fachada pro
trans, que es: que sí, que permitamos el cambio de sexo, estás volviendo al binarismo “hombre
– mujer”, y, ¿qué pasa con la gente que no se siente ni hombre ni mujer?, ¿qué pasa con la gente
que lo que quiere es afirmar su género?, ¿qué pasa con la lucha feminista de toda la vida que
dice: saquen sus rosarios de nuestros ovarios, saquen el sexo de nuestras cédulas?, o sea, esa
injerencia patriarcal que hay en los cuerpos femeninos, feminizados, contra la que estamos
luchando, estos sectores gays que tienen más voz en la actualidad quieren volver a los binarismo,
entonces quieren celebrar un poco la asimilacionismo de “eso”; el orgullo gay muchas veces es
la celebración de este anhelo gay de normalidad, y de volver a la inserción de los gays al capital
y al mundo, cuando realmente yo creo que una postura transfeminista es un poco de
“resistencia”, a ese modelo; hablemos de otros géneros, hablemos de otros cuerpos, hablemos
de otras familias (Entrevista a Elizabeth Vásquez, activista LGBTI).

3.3.3. Violencia contra las mujeres

En el país, la legislación en contra de la violencia hacia la mujer ha sido prolífica durante las
últimas dos décadas. Así, en 1995 se promulga la primera Ley contra la violencia a la mujer y
la familia, que crea las Comisarías de la mujer y la familia. En 1998, el MSP reconoce que la
violencia contra la mujer es un problema de salud pública. El mismo año, se modifican los tipos
penales de violación, violación agravada, acoso sexual y proxenetismo, entre otros, en el
Código Penal (Aacid 2011). Durante la última década, en 2009 el Código de la democracia
establece como prohibición para ser candidato el haber ejercido violencia de género. En 2011
se crean las unidades para el juzgamiento de contravenciones de violencia contra la mujer y la
familia. En 2013 en el Coip, se tipifica el femicidio como delito (Valle 2018). En este código
algunos de los tipos de violencia contra la mujer que anteriormente se consideraban
contravenciones (violencia física, sicológica y sexual) pasaron a ser tipificados como delitos.
La tipificación como delitos de todos los tipos de violencia contra la mujer suscitó la crítica de
diversas organizaciones de mujeres quienes argumentaron que estas disposiciones dificultaban
enormemente que las mujeres que denunciaban ser víctimas de violencia pudieran recibir

27
protección, pues tenían que pasar por un largo proceso penal hasta recibir sentencia, lo que a la
larga desincentivaría la denuncia por parte de las mujeres a sus agresores.

El gobierno anterior hizo del combate a la violencia contra las mujeres su principal política de
equidad de género. Para ello, a partir de 2007 se elaboró el Plan para la Erradicación de la
Violencia de Género (PEVG) que contemplaba cuatro ámbitos de acción: la transformación de
patrones socio culturales, para lo cual se implementaron dos campañas comunicacionales
destinadas a desnaturalizar la violencia contra las mujeres. El segundo fue la construcción de
un sistema integral de protección. Para ello, se trabajó con los distintos ministerios para articular
acciones y se apoyó a organizaciones de la sociedad civil para el sostenimiento de servicios de
atención a las víctimas de violencia en todo el país. El tercer eje fue el fortalecimiento del
acceso a la justicia; se crearon juzgados especializados en violencia contra la mujer y violencia
intrafamiliar y las fiscalías especializadas en violencia de género. El cuarto ámbito de acción
fue el fortalecimiento de los sistemas de registro y producción de información en este tema, por
lo que en 2011 el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) aplicó la primera encuesta
nacional de relaciones familiares y violencia de género contra las mujeres. A partir de 2009 se
incluye un quinto ámbito que es el fortalecimiento de la institucionalidad (Entrevista Miriam
Alcívar, ex funcionaria del PEVCM).

Aunque existe un consenso entre las organizaciones de mujeres respecto a la importancia de la


campaña “Reacciona Ecuador: el machismo es violencia” para prevenir la violencia y en el
aporte de la encuesta sobre violencia para la lucha por la equidad de género, la valoración sobre
los resultados del PEVG es negativa:

Nosotros tuvimos realmente en el año 2007 una gran ilusión cuando se creó el plan, el plan
constituía de alguna manera en sus cuatro, y después cinco ejes, una concreción de lo que
nosotros queríamos. Y, realmente el plan conceptualmente está muy bien planteado, el problema
es: la realidad de cómo se hizo. No tenía presupuesto […] no había ninguna posibilidad de
participación de la sociedad civil en la cuestión del plan, se cerró, era absolutamente
institucional, estatal […] entonces, el plan poco a poco fue decayendo…... el Ministerio de Salud
hacía una cosa, el Ministerio de Educación hacía “otrita”, pero no estaba articulado […] no había
una cabeza que pudiera realmente concretar cuestiones y concretar presupuestos que fueran
digamos a un mismo objetivo …“al final”, el plan era cualquier cosa, y además fue muy mal
tratado, iba por un lado, iba por el otro, había una cabeza, el Ministerio de Justicia, el Ministerio
del Interior, ministerio de cualquier cosa, y realmente no ha funcionado (Entrevista Lizi Ernst,
activista histórica).

El Plan tuvo serios problemas para institucionalizarse y ejecutarse, pasó por varios ministerios,
no contó con suficiente presupuesto y varios de los objetivos no fueron alcanzados como la

28
construcción de un sistema integral de protección y el sistema de registro único de información.
Un aspecto positivo que se resalta es que la violencia de género como problemática está mucho
más presente en el imaginario de la sociedad que hace diez años y sobre todo ya no es un tema
que el Estado pueda soslayar pues se logró instalar como un tema urgente de política pública
en varias instituciones del Estado (Miriam Alcívar, ex funcionaria del PEVCM).

Durante el gobierno de Moreno, se retoma este plan y se lo incorpora como proyecto


emblemático del PND 2017-2021 (Senplades 2017c). El PND aborda además el femicidio como
una problemática específica y contempla una meta para su disminución.

En 2018 se promulgó la Ley Orgánica Integral para la Prevención y Erradicación de la


Violencia de Género contra las Mujeres y su respectivo reglamento, que recogieron muchos de
los planteamientos de las organizaciones de mujeres y de la diversidad sexual respecto al tema.
En esta ley se crea el Sistema Nacional Integral para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra
las Mujeres para la prevención de la violencia y la atención y reparación a las víctimas. El
antecedente inmediato para que las organizaciones de mujeres presentaran en el proceso de
diálogo organizado a inicios del mandato del Presidente Moreno la necesidad de contar con esta
ley, fue la presentación del informe sombra al Comité de la CEDAW en 2014.

Durante la discusión de la Ley, en octubre de 2017, los grupos conservadores organizaron


marchas en varias ciudades del país pidiendo la eliminación de la palabra género del proyecto
de Ley, fundamentalmente aludiendo a la exclusión de los grupos de la diversidad sexual de la
misma. Esto provocó una discusión tanto al interior de la Asamblea como de las organizaciones
de mujeres y LGBTI que se zanjó con el cambio de la palabra género por el de mujeres diversas.

Ahí hubo un debate, que es importante puntualizar y recoger. El debate derivó en un acuerdo
político entre las lideresas de las organizaciones de mujeres y aquellos voceros, líderes y
lideresas de organizaciones de personas LGTBI. ¿En qué sentido fue el acuerdo político?: Que
[…] va a ser una ley contra la violencia a las mujeres; no violencia de género, y esto es
interesante señalar porque entiendo que fue acuerdo político desde la lectura del contexto país
en el que se debatió esta ley. Como tú sabes, [hubo] sectores conservadores, fundamentalistas,
que posicionaron con fuerza que esta ley […] pretendía legalizar el aborto per se, que esta ley
pretendía que en las escuelas y colegios se educara para que los niños sean homosexuales o
trans-género, bueno, cualquier cosa se empezó a decir, y entonces, en esa lectura política, de ese
contexto en el que se debatió la ley, se acordó que para que no se baje la ley en su totalidad,
[esta] sea una ley contra violencia hacia las mujeres diversas (Entrevista a Soledad Puente,
Especialista del CNIG).

Desde la perspectiva de las defensoras de los derechos de la población LGBTI existe


descontento por la forma que finalmente se plasmó en la ley.
29
“¡Claro!, y lo que quedaron es, que ellas iban a poner dentro del proyecto de Ley, una
transitoria que dijera que luego de aprobada esta Ley, la Asamblea se comprometía a
sacar una ley para promover los derechos GLBT”, cosa que nunca sucedió; sacaron, o
sea no sirvió para nada, digamos ¿no? Eso fue, fue como fuerte, ¡fuerte!, (Entrevista a
Paola Mera, Secretaria Técnica del CNIG).

Detrás de estas diferencias estaba nuevamente la intromisión de grupos conservadores anti


derechos que se oponían a que se entreguen derechos a la población LGBTI:

Yo logré incluir el tema de travesticidio y transcidio como categorías específicas de asesinato


dentro de esa ley, pero, cuando salió el grupo Pro-vida a marchar contra los LGBT y todo eso,
porque fue en contra de nosotros, porque no fue en contra de las feministas, no fue contra el
gobierno, fue contra nosotros, entonces, a los de la Asamblea les temblaron las patas y
terminaron eliminando el travesticidio y transcidio, y dejaron una ley que solamente responde a
las mujeres prácticamente, responde a una mujer heterosexualizada (Entrevista a Diane
Rodríguez, activista LGBTI).

Una segunda intervención de los grupos conservadores se produce a propósito del reglamento
de la Ley que obliga al Ministerio de Educación a actualizar las mallas curriculares, los textos
escolares y las guías docentes para la transversalización de enfoque de género (Presidencia de
la República 2018, 29). Esta disposición provocó la protesta de los grupos conservadores en
contra de “la ideología de género”, que convocaron a una nueva marcha con la consigna “Con
mis hijos no te metas” el mes de julio de 2018. Frente a la crítica, el Gobierno reformó el
Reglamento eliminando las palabras “enfoque de género” y “nuevas masculinidades” del
reglamento, aunque conservando el sentido de la norma (Presidencia de la República 2018a, 2).

Tanto las organizaciones de mujeres como los/as funcionarios/as públicos/as han adquirido
cada vez más conciencia de la influencia que tienen estos grupos para frenar políticas de
equidad de género en los ámbitos educativos y de salud y denuncian los mecanismos engañosos
que utilizan estos grupos tergiversando y manipulando información.

Ellos atacan en general a los sistemas educativos de los Estados, y digo desde México hasta
Argentina y una de las políticas que más atacan es a la de educación, y el ataque a la política de
educación está dirigido a decir que los textos, o los contenidos de los textos donde se habla de
sexualidad son promotores de la homosexualidad o de cosas que ellos consideran que son
perversiones […] y lo hacen, curiosamente no utilizando textos del país si no de cualquier lugar,
sacan textos de Panamá, de otros lugares, y tienen unas campañas internacionales montadas
(Entrevista Álvaro Sáenz, Viceministro de Educación).

Desde la perspectiva de las organizaciones de mujeres uno de los desafíos futuros más
importantes para el movimiento es hacer realidad el mandato de la Ley para la erradicación de

30
la violencia contra las mujeres, posibilidades que en el momento actual se ven altamente
restringidas por el recorte del gasto público y la desaparición del Ministerio de Justicia:

Ayer estábamos discutiendo esto, ¿qué posibilidad tiene el Estado de poder crear todo lo que
dice la ley?, […] la concreción, ¿qué?, se queda “en el papel”; se supone que salió del Ministerio
de Finanzas y había una partecita que decía: no tiene impacto presupuestario; ¡cómo que “no
impacto presupuestario”!, esa frasecita realmente a mí me “erizó” los pelos, porque yo dije: si
no tiene impacto presupuestario, es decir: ¿el Ministerio de Finanzas no va a asignar fondos para
que esto se cumpla?, ¿la creación de juntas?, ¿la creación de espacios de atención?; las casas de
refugio, ahorita las casas de acogida, están realmente en una situación “espantosa” (Entrevista
Lizi Ernst, activista histórica).

También algunas funcionarias del Estado han expresado escepticismo respecto a la consecución
de financiamiento para la Ley: “La batalla grande que tenemos para la aplicación de la ley es el
tema presupuesto: ¿cómo consigo voluntad política, en medio de la crisis fiscal?, es bien difícil
[…] El problema es de presupuesto por un lado, y el problema es de capacidad del Estado”
(Entrevista a Rocío Rosero, Ex Viceministra del MIES).

Todo esto en el marco de una situación preocupante de violencia hacia las mujeres. De acuerdo
con los datos de la Encuesta Nacional de relaciones familiares y violencia de género contra las
mujeres realizada por el INEC en 2011, el 60% de las mujeres habían sufrido algún tipo de
violencia y el 25% sufrieron violencia sexual en algún momento de su vida (INEC 2011); por
otra parte, se registra un incremento de los casos de delitos sexuales en contra de niñas, niños
y adolescentes12, femicidios13 y trata de personas14.

A más del cambio en los patrones culturales, los/as entrevistados/as señalaron como desafíos a
futuro: la vinculación de los temas relacionados con derechos sexuales y reproductivos con el
tema de violencia, sobre todo en lo que se refiere al embarazo adolescente en menores de 15
años, que como es sabido, en la mayoría de los casos es producto de violación sexual perpetuada
por familiares o amigos cercanos a la familia de las víctimas. Un segundo desafío es el
relacionado con la violencia hacia las personas LGBTI. Finalmente, un tercer desafío se
relaciona con la violencia de género en situaciones de emergencia, tema que ha sido trabajado

12
En el período 2015-2017, el Consejo de la Judicatura registra 1.862 procesos judiciales concluidos por delitos
sexuales en contra de niñas, niños y adolescentes, de los cuales un 44% tuvo una sentencia condenatoria; un 14%
sentencia absolutoria y un 42% concluyeron por otras formas de terminación (Consejo de la Judicatura 2017).
13
La tasa de femicidios pasó de 55 mujeres por cada cien mil en 2015, a 97 mujeres por cada cien mil en los
primeros seis meses del año 2017 (Ministerio de Justicia 2017).
14
La Dirección Nacional de Policía Especializada para niños, niñas y adolescentes (Dinapen) y la Policía Judicial
(PJ) rescataron a 332 personas víctimas de trata de 2012 a 2016. De ellas, un 82% fueron víctimas de explotación
sexual y un 11% de explotación laboral (Dinapen y PJ 2017).
31
en el país tan solo marginalmente y que, durante el terremoto de 2015, demostró ser altamente
relevante.

4. Los procesos de traducción y domesticación de la Agenda 2030

4.1. La relación entre el Estado ecuatoriano y Naciones Unidas

Durante el gobierno de Rafael Correa se operaron cambios significativos en la relación entre el


Estado ecuatoriano y la cooperación internacional, a partir del proceso de recuperación y
fortalecimiento del Estado y la planificación nacional15. La premisa con la que operó el Estado
durante la década 2007-2017 fue que la cooperación internacional debía contribuir a los
objetivos nacionales planteados en los distintos planes nacionales de desarrollo que se
diseñaron en el período, “sin que eso signifique contrariar o contradecir los acuerdos
internacionales que, por el contrario, fueron enfatizados” (Entrevista a Magdalena León,
activista género y economía).

Yo creo que los diez últimos años, a partir del 2007, una de las grandes recuperaciones […] que
el Estado ecuatoriano logra hacer es la planificación, y con la planificación poder alinear un
plan de desarrollo y unos objetivos nacionales para toda la acción pública […] a la larga, la
Cooperación Internacional influye y participa de las políticas públicas […] y creo que sí se ha
logrado poder direccionar que la Cooperación ya no vaya directamente en agendas propias, sino
que sea un complemento de una agenda nacional de desarrollo, establecida en un plan nacional
con mandato constitucional, y creo que eso ha permitido mejor complementariedad de la acción
de la Cooperación Internacional con la política pública (Entrevista a Andrés Mideros, ex
Secretario Nacional de Planificación).

[…], aunque suene muy fuerte, antes te imponían cosas, creo que el último tiempo, en la década,
[…] aunque en algunos momentos era un poco tensa la cosa, lograron al final como, no sé sí la
palabra es respetar […] lo que pasa es que una cosa es la cooperación con un Estado totalmente
ausente y débil que más bien quiere que todo el mundo le haga las cosas, que con un Estado
fuerte y queriendo asumir como parte también la deuda que tenía (Entrevista Miriam Alcívar,
ex funcionaria del PEVCM).

Respecto a la relación con las agendas de Naciones Unidas, los tres primeros planes nacionales
(2007, 2009 y 2013) durante el mandato del Presidente Correa recogieron los planteamientos
de los ODM y el último plan (2017-2021), del gobierno del Presidente Moreno, se alineó con
los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

15
Durante la década 1996-2006, no se formularon planes nacionales de desarrollo y la planificación del país fue
debilitada en el marco de la política general de reducción del Estado.
32
Desde el gobierno nacional del Presidente Correa se consideró que los preceptos
constitucionales del Ecuador, recogidos en la planificación nacional, como el Buen Vivir,
superaban los planteamientos de los ODM, los que fueron considerados un referente
importante, pero de ninguna manera objetivos ambiciosos para el país, sino más bien mínimos
a alcanzar. En el Plan Nacional del Buen Vivir (2013-2017) se dice al respecto:

[…] nuestro Plan Nacional para el Buen Vivir va más allá de las propias metas fijadas por las
Naciones Unidas en los “Objetivos del Milenio” (ONU, 2011). Por ello es importante recalcar
que el Ecuador rebasa las propias expectativas de este organismo mundial, puesto que aspira
siempre a sobrepasar las mencionadas “metas mínimas” y se auto propone, con decisión,
“máximos sociales” para impulsar un cambio irreversible, rápido, profundo y radical en el país
(Senplades 2013b, 18).

Pese a estas consideraciones, el país midió y evaluó el cumplimiento de los ODM enviando
reportes periódicos a Naciones Unidas.

Es muy chistoso porque el presidente Correa entró diciendo que los ODM eran poca cosa, que
eran una línea base, que el Ecuador estaba por encima de ella, que eso está bien para el África,
sin embargo, terminamos […] con una SENPLADES totalmente dedicada a evaluar el valor de
los ODM en una especie de concurso de belleza internacional para ver quién cumplía y quién
no, donde la SENPLADES seguía a los ministerios del sector social exigiendo explicaciones de
por qué no se habían o sí se habían alcanzado las metas señalas, por lo tanto tienes toda la
influencia del mundo (Entrevista a Cecilia Falconí, Asesora del MSP).

Durante el período del Presidente Correa se puede distinguir claramente dos momentos en la
relación con el sistema de Naciones Unidas, el primero entre 2007 y 2012, cuando la relación
fue más fluida y hubo una mayor apertura del gobierno nacional para la cooperación de
Naciones Unidas en los diversos temas. El segundo momento, entre 2013 y 2017, cuando se
tensan las relaciones a partir de la disposición del gobierno de que toda la cooperación
internacional debía centrarse en el objetivo de cambiar la matriz productiva del país. Agencias,
como las de Naciones Unidas, sin experiencia sólida en temas productivos, percibieron esta
disposición como una amenaza a su permanencia en el país. Las tensiones aumentan además
por el cambio operado en la política pública relacionada con los derechos sexuales y
reproductivos a partir de 2014.

el Estado nos dice miren, nuestra prioridad en este momento es el cambio de la matriz productiva
y temas tecnológicos, entonces la cooperación que está en ese marco bienvenida, la que no, sale.
Sin embargo, por el hecho de que Naciones Unidas es lo que es, el Estado considera que
Naciones Unidas debe seguirse quedando, porque a pesar de que no tiene muchos recursos,
puede apoyar con asistencia técnica […] entonces es un momento difícil (Entrevista a Lola
Valladares, UNFPA).

33
Sí hubo al principio un “desconcierto”, de no saber cómo responder a semejante pedido, […] yo
creo que al Sistema aún le falta trabajar en respuestas efectivas para fortalecer esas temáticas.
Entonces, le estabas pidiendo que te apoye en algo que en realidad el sistema […] no tenía
mayores herramientas para hacerlo […] entonces, un poco se fue aterrizando y se les planteó:
bueno, necesitamos fortalecer capacidades en los temas de ciencia y tecnología; porque a través
de la educación digamos es un motor importante para el tema de cambio de matriz productiva
[…] Pero, yo creo que les pusimos un reto importante y espero que no abandonen esas temáticas,
porque ellos también aprendieron a desarrollar otras destrezas que son “importantísimas”, para
los países (Entrevista Marisela Rivera, Ex Coordinadora de Relaciones Internacionales
Senplades).

La actual Secretaria del Consejo Nacional para la Igualdad de Género (CNIG), que en ese
tiempo trabajaba en la Secretaría de Cooperación Internacional (Seteci), también recuerda que
este anuncio simplemente significó el fin de la cooperación en temas de equidad de género pues
era muy dificil acoplarse al pedido del Estado.

Sin embargo, tal como lo hemos mencionado al inicio, el Estado no es homogéneo y conviven
tanto actores a favor como refractarios a la equidad de género. Es así que a pesar de estas
tensiones se logran alianzas importantes con algunas de las autoridades ministeriales. Así:

el Estado no es uno sólo, sino que efectivamente existen además estas voluntades políticas que
son sumamente relevantes, igual en su momento, con SENPLADES […] , el Fondo de
Población, más allá de tal o cual posición, logra hacer una alianza muy importante, que tiene
como resultado, que en el 2012 se adopta en el Ecuador, el cambio de Comité de Población y
Desarrollo a Conferencia Regional de Población y Desarrollo de la CEPAL, y efectivamente el
Ecuador es el que recibe y lidera esta conferencia regional, y luego de eso, posteriormente en
Uruguay se adopta el consenso de Montevideo, que además es el instrumento regional más
avanzado del mundo, del mundo, o sea tiene una relevancia muy importante […] o sea, yo ahí
creo que se, ahí sí podemos hablar de voluntades políticas individuales, o sea, ahí igualmente
hay que reconocer la cancillería, o sea, en ese momento, la cancillería con el canciller Patiño,
acompañado por su compañera Miriam Alcívar, totalmente comprometida con los derechos de
las mujeres es un espacio abierto que permite, por ejemplo, que la delegación para la conferencia
de Uruguay esté también conformada por representantes de sociedad civil y organizaciones de
mujeres y jóvenes, que luego ya no se logra nunca más, después de esa primera conferencia en
Montevideo nunca más se logra que la sociedad civil participe, en ese espacio (Entrevista a Lola
Valladares, UNFPA).

Pese a las tensiones, Naciones Unidas participó en la elaboración de los planes nacionales de
desarrollo del período y el país presentó sus aportes en el proceso de formulación de los ODS:
“el Ecuador fue un país muy activo dentro de este proceso, tan activo que después fue uno de
los pilotos en los que se concretó un poco más” (Entrevista Nydia Pesántez, Oficial Nacional
de Programa ONU Mujeres).

4.2. El Estado ecuatoriano y la Agenda 2030

34
El Ecuador ha hecho explícita la voluntad de trabajar en el marco de los ODS, pues a más de
su vinculación con el Plan Nacional y la ANMIG, se ha generado una normativa expresa sobre
el tema. Así, en abril de 2018, el Presidente Lenín Moreno suscribió el Decreto Ejecutivo N°
371, en el que se declara “como política pública del Gobierno Nacional, la adopción de la
Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible” (Presidencia de la República del Ecuador 2018,
Art. 1); se encarga a la Senplades de garantizar la alineación entre la planificación nacional y
los ODS; normar y realizar el seguimiento y evaluación de la Agenda 2030; elaborar y presentar
el informe sobre el cumplimiento de los ODS al Consejo Nacional de Planificación (Presidencia
de la República del Ecuador 2018, Art. 3).

En julio de 2018, la Senplades expide la norma técnica para el seguimiento y evaluación de los
ODS en la que se establece que se priorizarán los temas de la Agenda 2030 en función del PND
a nivel de objetivo, meta e indicador (Senplades 2018, Art. 5).

Mediante resolución del 20 de julio de 2017, la Asamblea Nacional del Ecuador adopta la
Agenda 2030 como referente obligatorio para su trabajo e insta a la Función Ejecutiva a
articular acciones para el cumplimiento de los ODS y reportar periódicamente a la Asamblea
sobre los avances; se compromete además a desarrollar un mecanismos para evaluar el quehacer
legislativo en función de los ODS (Asamblea Nacional 2017a, Art. 2, 7-9).

Desde la perspectiva de los/as personeros/as de Naciones Unidas existe una valoración positiva
respecto a la importancia que se ha dado a los ODS en la planificación nacional y a la mayor
apertura para trabajar con las agencias del sistema, por parte de las distintas instancias públicas
(Entrevista a Lola Valladares, UNFPA).

Una vez suscrita la Agenda 2030 en 2015, el INEC “presidió el esfuerzo regional de
construcción de metas e indicadores […] un rol protagónico, sin duda” (Entrevista a Andrés
Mideros, ex Secretario Nacional de Planificación). El INEC clasificó los indicadores para el
reporte periódico e identificó aquellos no disponibles en el actual sistema estadístico nacional.
Con esta base, se formuló el Plan de Desarrollo Estadístico para el reporte de los ODS, cuyo
primer tomo (INEC 2017c), presenta la capacidad estadística actual del país. El segundo tomo
(INEC 2018b) desarrolla la estrategia para la producción de información sobre los indicadores
no disponibles (Valle 2018).

35
En relación a la igualdad de género, se identificaron 47 indicadores. Se cuenta con fuentes y
metodologías definidas para el reporte del 55% de ellos. Para el 40,4% se requiere realizar
mejoras en las fuentes de información; y solamente para el 4,3% no se cuenta con fuentes de
información disponibles (Valle 2018). La información detallada se presenta en el Anexo 1.

En relación al objetivo 5 de los ODS: “Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas
las mujeres y las niñas”, solamente el 31% de los indicadores cuentan con fuentes y metodología
para el reporte, el 62% de los indicadores requieren de una mejora en las fuentes de información
y un 7% no cuentan con fuentes de información disponibles (INEC 2018a).

En 2015 se creó la Comisión Especial Estadística de Género, cuyo objetivo es la producción


sobre desigualdades de género en el país. La Comisión cuenta con su plan de trabajo (Valle
2018). Todo este trabajo preparatorio se dio con la finalidad de que en el nuevo PND se pudieran
incorporar los ODS (Horn and Grugel, 2018).

En 2017, con la elección de Lenín Moreno, como nuevo Presidente de la República, se aprueba
el PND 2017-2021. En varias secciones del nuevo plan, así como en una serie de entrevistas
públicas de las autoridades nacionales, se menciona la vinculación de las políticas nacionales
con los ODS.

con la agenda de los ODS se viene haciendo un trabajo bastante cercano, me atrevería a decir
que hoy en día tiene mucha más influencia la agenda de los ODS de lo que tenía la agenda de
los ODM en el plan de desarrollo anterior, en los tres anteriores; en el de ahora se lo siente
mucho más, de hecho, […] yo me atrevo a decir que, si vemos el Plan Nacional de Desarrollo,
ahí está la agenda para cumplir los ODS (Entrevista a Andrés Mideros, ex Secretario Nacional
de Planificación).

El Plan se basa en un enfoque de derechos durante todo el ciclo de vida. Los temas desarrollados
en este informe se encuentran dentro del primer eje del Plan “Derechos para todos, durante toda
una vida”. Este eje busca garantizar una vida digna para todas las personas, y se orienta a lograr
una sociedad más justa y equitativa, a través de la promoción de la igualdad en todos los ámbitos
y la erradicación de todo tipo de discriminación, exclusión y pobreza. El Plan incorpora el
enfoque de género y el lenguaje inclusivo; visibiliza a las mujeres en su diversidad y atiende a
sus problemáticas específicas mediante la generación de acciones afirmativas; y propone
políticas para el ejercicio de los derechos de las personas lesbianas, gay, bisexuales,
transexuales, travestis, transgénero, intersexuales y queer (LGBTTTIQ) (Senplades 2017c).

36
En relación a los derechos económicos, el PND plantea como políticas fortalecer el sistema de
cuidados y garantizar el acceso al trabajo digno y la seguridad social de todas las personas.
Como metas se establecen la reducción de la brecha de empleo adecuado entre hombres y
mujeres; la reducción de la brecha salarial entre hombres y mujeres y el incremento del
porcentaje de personas cubiertas por la seguridad social contributiva.

Aunque el PND reconoce el derecho a la salud sexual y reproductiva, no especifica ninguna


política al respecto, pero sí se establecen metas relacionadas con la reducción de la mortalidad
materna; la reducción de la mortalidad infantil; la disminución del embarazo adolescente y el
embarazo no planificado; el aumento de la lactancia materna exclusiva en los primeros seis
meses de vida; el aumento del parto asistido; y la disminución de la transmisión materno-infantil
del Virus de Inmunodeficiencia Humano (VIH) (Senplades 2017c).

En relación a los temas de violencia de género, el objetivo uno establece como política la
erradicación de toda forma de violencia, en particular la violencia de género. Como metas, el
PND plantea erradicar toda forma de discriminación y violencia, con énfasis en la violencia de
género y sus distintas manifestaciones; erradicar el porcentaje de las personas LGBTTTIQ que
han vivido algún tipo de discriminación por su orientación sexual e identidad de género y
reducir la tasa de femicidios (Senplades 2017c).

Solamente 3 de las 9 metas del Objetivo 5 de los ODS son también metas del PND (Senplades
2017a). Éstas son las relacionadas con los temas de violencia y discriminación contra las
mujeres y la relacionada con derechos sexuales y reproductivos. Las metas que no son recogidas
son las relacionadas con economía del cuidado, matrimonio precoz, participación de las mujeres
en la esfera pública, acceso a activos productivos, tecnologías de información y
empoderamiento de las mujeres.

En relación a las metas del Objetivo 5 de los ODS que son recogidas en el PND se pueden
observar procesos de adopción selectiva e interpretación limitada de la Agenda 2030. Por
ejemplo, los temas relacionados con salud sexual y reproductiva son abordados solamente desde
la óptica de la salud materno infantil, dejando de lado la perspectiva más amplia de los derechos
sexuales. Incluso en el marco de esta perspectiva de por sí ya restrictiva, el PND no considera
la universalización de los servicios de salud sexual y reproductiva, establecida en los ODS, pero
sí plantea metas para la reducción del embarazo no planificado y del embarazo adolescente. Sin
embargo, al abordar la reducción del embarazo de niñas de 10 a 14 años, no se establece una
37
meta para la reducción de la violencia sexual, cuando según datos del MSP (2017) el 80% de
casos de los embarazos de las niñas en esta edad son fruto de violaciones. La única meta
asociada con violencia hacia las mujeres en el PND es la relacionada con la disminución de los
femicidios. En el tema de trata de personas, el PND establece una meta relacionada con la trata
de niños y niñas en el marco de la erradicación del trabajo infantil, sin abordar el problema de
trata de niñas y mujeres con fines sexuales. De la misma manera, en relación al objetivo tres de
los ODS, en el PND la disminución de VIH, se enfrenta solamente desde la óptica de evitar la
transmisión materno – infantil del VIH y no de disminuir la incidencia del VIH en la población
en general y particularmente en las mujeres. Se podría enumerar una serie de ejemplos
adicionales, sin embargo, lo fundamental es constatar cómo las metas son reinterpretadas o
traducidas nacionalmente, perdiendo la fuerza que tienen en la Agenda 2030.

No existe ninguna meta, ni indicador relacionado con el sistema de cuidados, pese a haber sido
un tema importante en la agenda pública de los últimos años y ser parte de los ODS. En general,
los temas de género son poco tratados en el PND, mientras que la Agenda 2030 a más de dedicar
un objetivo a la igualdad de género, transversaliza el tema en los distintos objetivos, sobre todo
aquellos que tienen relación con el ámbito social.

[…] hay muy pocas metas relacionadas con los temas de género, en nuestro Plan Nacional de
Desarrollo; mientras que, en los ODS, en el objetivo 5, sí hay un abanico grande de metas
relacionadas con el tema de género. Entonces, creo que en términos de “objetivos”, hay bastante
coincidencia, sin embargo, creo que ya en temas de “metas”, sí hay falencias, que sí deberían
ser fortalecidas dentro de nuestro Plan Nacional (Entrevista Marisela Rivera, Ex Coordinadora
de Relaciones Internacionales Senplades).

La participación de las agencias del sistema de Naciones Unidas en la elaboración del PND
2017- 2021 fue mucho mayor, que en los procesos anteriores de planificación en los que jugaron
un rol consultivo:

Hemos tenido mucha más cercanía, y en ese sentido nosotros hemos considerado como muy
importante la posibilidad que nos dio Senplades de poder aportar con nuestra asistencia técnica,
por un lado, para el tema de la tranversalización del enfoque de derechos humanos a todo lo
largo y ancho del Plan Toda una Vida, del nuevo Plan Nacional de Desarrollo, y, digamos, desde
todas las agencias hicimos un ejercicio muy importante para poder colocar todos los estándares
internacionales de derechos humanos en relación con el Plan, y luego de eso también aportamos
con mucha información y en el caso del Fondo de Población fue muy importante porque,
nosotros en coordinación con sociedad civil, y con SENPLADES y el Ministerios de Salud
Pública, desarrollamos el estudio de costos de omisión en salud sexual y reproductiva, y los
datos que resultan del estudio de costos de omisión son tomados como parte del fundamento de
política para el Plan Nacional de Desarrollo, entonces en realidad, nosotros sí sentimos, que al
menos para este último, hemos tenido mucha más cercanía y hemos podido prestar una mejor
asistencia técnica de calidad que, por otro lado, ha sido bien aceptada, por Senplades en este
38
caso […] Otra de las aristas en las cuales nosotros pusimos mucho énfasis en la asistencia técnica
para el nuevo Plan de Desarrollo, fue justamente en lograr una especie de alineación entre los
temas preponderantes, los objetivos de desarrollo sostenible de la agenda 2030 y lo que está
planteando el país, obviamente con total respeto a las decisiones y prioridades del país
(Entrevista a Lola Valladares, UNFPA).

Como instrumento de planificación específico para la igualdad de género, se cuenta con la


Agenda Nacional de las Mujeres y la Igualdad de Género 2018-2021 (ANMIG), aprobada en
agosto de 2018. El aporte fundamental de este instrumento, en comparación con la del período
anterior, es que realiza una distinción entre acciones de política para mujeres y para personas
LGBTI (Entrevista a Soledad Puente, Especialista del CNIG), lo que da cuenta de la
importancia que han ido ganando las reivindicaciones de los colectivos por la diversidad sexual
dentro del país.

Al igual que el PND, la ANMIG hace referencia a los ODS. Sobre los temas abordados en esta
investigación, la ANMIG plantea políticas para: la reducción de la carga de trabajo doméstico
y de cuidados que realizan las mujeres; el acceso a empleo adecuado y factores de producción
para mujeres y personas LGBTI; el uso de tecnologías productivas y domésticas ahorradoras
de trabajo; el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y las personas
LGBTI “respetando la corporalidad, identidad y orientación sexo genérica” (Consejo Nacional
para la Igualdad de Género 2018a, 120), y la erradicación de la violencia de género en la
sociedad y en el ámbito educativo. Es decir, muchos de los temas de género de la Agenda 2030
que no son abordados por el PND, lo son explícitamente en la ANMIG. No obstante, el hecho
que las Agendas para la Igualdad se queden solamente a nivel de políticas, que pueden o no ser
implementadas y dificulta el seguimiento y las posibilidades de medir los avances:

Ahí hay un problema, que no nos logramos ponernos de acuerdo con la Senplades, las agendas
de igualdad […] según Senplades no deben tener indicadores, ni metas, porque […] consideran
que las agendas contribuyen a la consecución del Plan Nacional de Desarrollo, y es el Plan, el
que tiene metas e indicadores, y el que se debe medir, entonces las agendas no debemos
medirnos, pero, es una dificultad, porque […] cómo mides si se avanzó o no se avanzó
(Entrevista a Soledad Puente, Especialista del CNIG).

La Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades) elaboró el I Examen Nacional


Voluntario de seguimiento a los ODS (ENV), presentado en julio de 2018 a Naciones Unidas.
La elaboración del examen contó con el apoyo de la oficina nacional del Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD), entidad encargada de propiciar el diálogo con la sociedad
civil para la elaboración del examen y el seguimiento de los ODS.

39
El ENV presenta de manera somera la situación del país en cada uno de los objetivos de
desarrollo sostenible. El país reportó apenas un 10% del total de indicadores planteados por la
Agenda 2030 y un 27% del total de indicadores que el país cuenta con información, de acuerdo
a la clasificación realizada por el INEC. El detalle de esta información se encuentra en el anexo
dos del presente documento. Respecto a la perspectiva de género en el ENV, el país reportó un
15% del total de indicadores de género planteados en la Agenda 2030 y un 33% de aquellos
indicadores que el país tiene información (Tier I). El detalle de esta información se encuentra
en el anexo tres.

Dado que la norma técnica de la Senplades establece que el seguimiento a los ODS se realizará
en función de la planificación nacional, realizamos un análisis de consistencia entre las metas
establecidas en el PND y las metas ODS y encontramos que el 68% de las 149 metas del PND
están vinculadas a las metas de los ODS. Esto implicaría que el país debía reportarlas en su
totalidad, sin embargo, apenas se reportó un 34% de estas metas, es decir, se reportaron 35 de
las 102 metas del PND que tienen correspondencia con los ODS. En cuanto a las metas de
género, solamente se reportó un 31% del total de metas vinculadas a los ODS.

De los temas abordados en la presente investigación, en los temas de derechos económicos se


analiza la participación de las mujeres en el empleo inadecuado, con desagregación de los tipos
de empleo inadecuado. También se presenta el porcentaje de mujeres en cargos directivos. Sin
embargo, estos indicadores solamente se reportan para el año 2017, sin presentar una serie de
tiempo. Finalmente, se presenta la reducción de la brecha salarial entre hombres y mujeres en
el período 2014 y 2017.

En cuanto a derechos sexuales y reproductivos, el ENV reporta mortalidad materna y atención


profesional del parto. Se omiten los temas relacionados con el embarazo no deseado y el
embarazo adolescente que cuentan con metas expresas en el PND. En el ámbito de la violencia,
se reporta el porcentaje de mujeres que han sufrido violencia (2011) y el número de femicidios
en 2017, sin serie de tiempo.

En el ámbito legislativo, en el examen se reportan 15 leyes aprobadas en el período octubre


2015 – mayo 2018, relacionadas con los ODS (Senplades 2018b), es decir, un 28% de las leyes
que la Asamblea Nacional aprobó en el período del examen estuvieron relacionadas con los
ODS.

40
Una de las limitaciones del examen es la falta de desagregación de los pocos datos presentados,
lo que incide en que gran parte de los indicadores de género transversales (aquellos que no están
en el objetivo 5) no sean reportados. La falta de desagregación de los indicadores por sexo,
etnia, área de residencia o condición de discapacidad, impide realizar una lectura sobre las
brechas existentes entre grupos sociales o áreas de residencia en el país. y no honra el lema de
la Agenda 2030 “que nadie quede atrás”.

Es importante anotar que el INEC, en su página web destina toda una sección al seguimiento
de los ODS y los indicadores que reporta superan ampliamente a aquellos presentados por el
país en el ENV, por varias razones: primero, por el mayor número de indicadores reportados;
segundo, porque se presentan series históricas de más de 3 años; y tercero, porque se presentan
los datos desagregados, de manera que se pueden evidenciar el aumento o disminución de
brechas en el tiempo. El informe desaprovechó la posibilidad de hacer un balance más completo
de los indicadores relacionados con los ODS, a pesar de contar con la voluntad política, con la
normativa y con las estadísticas necesarias para hacerlo.

El INEC hizo un interesantísimo trabajo […] en identificar qué metas de los ODS podías medir
y qué metas no ibas ¡nunca!, a poder medir, y qué metas podías trabajar para poder medir […]
yo veo que nos hemos alejado un poco de ese trabajo que se hizo durante el gobierno de Correa.
De hecho, se presentó en Naciones Unidas […] fue reconocido el liderazgo del país porque era
el primer país […] que había hecho como un “barrido”, en qué iba a poder medir […] en efecto,
si nosotros tenemos un compromiso global de medir el tema de indicadores y metas de ODS,
debió ser un instrumento ¡valiosísimo!, y que debió haberse visto reflejado en el tema del
Examen Nacional Voluntario […] se dejó ese trabajo en stand by […] Entonces, el informe sí
da cuenta más de las políticas alineadas a los objetivos y no tanto del dato concreto del avance
de las metas; entonces yo creo que ahí había como un “desencuentro”, entre los que le interesaba
al Sistema, que es obvio, saber cómo avanza la implementación de los ODS, frente a lo que el
país reportó (Entrevista Marisela Rivera, Ex Coordinadora de Relaciones Internacionales
Senplades).

Naciones Unidas se encargó del proceso participativo para la elaboración del ENV. Se
realizaron talleres en 5 ciudades con una presencia de 250 actores y se recogió los aportes de
los/as participantes para identificar los avances y retos de los objetivos 1,6,7,11,12,15 y 17
(Senplades 2018b). Adicionalmente, Unicef realizó una consulta con niñas, niños y jóvenes.
Los resultados de este trabajo, no fueron integrados al texto del informe, sino que se los publicó
como un anexo. De los objetivos analizados, solamente los objetivos 1 y 11 tienen relación con
desigualdades de género. En la elaboración del cuerpo del ENV no hubo mayor participación
de Naciones Unidas y las dos agencias especialistas en temas de género como Onu Mujeres y
UNFPA consideran que los temas de equidad de género no fueron abordados a profundidad:

41
yo te diría que la gran mayoría fue bastante “casa adentro”, fue un ejercicio que llevó adelante
Senplades. Nosotros desde el principio ofrecimos el apoyo porque además es nuestro rol, es
nuestra función, y contamos con metodologías, instrumentos, y cosas para poder desarrollar lo
de género y esas cosas. Le entregamos a Senplades ese material, hicimos un taller inicial, así,
pero luego “se cerró la puerta”, y Senplades lo hizo todo; lo que sí hicimos fue este proceso de
consultas […] porque además es “mandatorio” para los informes voluntarios […] entonces eso
nos encargaron a nosotros (Entrevista Alison Vásconez, ONU Mujeres).

creemos que efectivamente algunos temas importantes deberían también ser adoptados quizás
en nuevos informes con mayor profundidad, y me refiero nuevamente a los temas relacionados
con igualdad de género y derechos sexuales y reproductivos (Entrevista a Lola Valladares,
UNFPA).

En la sección tres se presentó exhaustivamente las principales políticas relacionadas con la


equidad de género adoptadas por el Estado ecuatoriano. Aquellas que aportan a la
implementación de la Agenda 2030 son: a) la política de paridad en candidaturas de elección
popular y en cuerpos colegiados públicos que, como se vio previamente, registra avances
significativos; b) las políticas relacionadas con la economía de cuidados, cuyos avances más
significativos se registraron antes de la suscripción de la Agenda 2030; c) las políticas
relacionadas con derechos sexuales y reproductivos, que durante el período anterior sufrieron
un retroceso y que han sido retomadas por el gobierno de Moreno, y d) las políticas contra la
violencia a las mujeres, impulsadas a inicios del gobierno de Moreno con la aprobación de la
Ley contra la violencia, pero que ahora podrían sufrir un estancamiento por presupuesto
insuficiente para su implementación y porque todavía no se toma la decisión de cuál será la
institución que las articulará.

Los planteamientos de Naciones Unidas sobre Desarrollo Humano Sostenible han tenido una
influencia fundamental en el quehacer público particularmente en las propuestas relacionadas
con el Buen Vivir durante la última década (Entrevista Alison Vásconez, ONU Mujeres). El
Ecuador reconoce un avance importante en los ODS frente a los ODM. Sin embargo, por la
experiencia que ha vivido el país en los últimos veinte años, uno de los temas que se considera
está ausente de la Agenda 2030, es el tema de las migraciones internacionales:

Creo que el gran ausente, y el país siempre lo ha dicho, son los temas de movilidad humana, y
hemos incluido ambiente, hemos incluido temas de igualdad de género, pero nos falta todavía
el tema de movilidad humana, que se da la batalla desde el Sur […] Pero creo que es una agenda
que se compadece bastante de lo que el mundo necesita en este momento (Entrevista a Andrés
Mideros, ex Secretario Nacional de Planificación).

Otros de los temas generales que no están suficientemente visibilizados en la Agenda 2030,
mencionados por los entrevistados y que tienen una enorme importancia para la vida de las

42
mujeres, son: a. la incorporación de enfoques multidimensionales para la medición de la
pobreza, en los que la región y el Ecuador han avanzado enormemente (Entrevista a Andrés
Mideros, ex Secretario Nacional de Planificación), que permite visibilizar las brechas existentes
en el ejercicio de derechos entre hombres y mujeres y b. los temas relacionados con las políticas
de población sobre todo en aquellos países que aún cuentan con el bono demográfico (Entrevista
a Lola Valladares, UNFPA).

En relación a los temas de género propiamente dichos, se reconoce el enorme avance de los
ODS frente a los ODM, al incorporar un objetivo específico para la igualdad de género y en el
esfuerzo de transversalizar el enfoque de género en varios de los ODS. Sin embargo, como se
ha visto en las páginas anteriores, en el Ecuador los temas de mayor conflictividad y debate en
el momento actual son los relacionados con la despenalización del aborto y con los derechos de
las personas sexualmente diversas. Lamentablemente, en la Agenda 2030 ambos temas son
omitidos. Al respecto, se señala la importancia de que el PND 2017-2021 incorpore como una
de sus metas erradicar la discriminación a personas LGBTTTIQ, mostrando la emergencia que
el tema ha tenido en el Ecuador en los últimos años.

Tanto desde Naciones Unidas, cuanto desde el gobierno nacional se enfatiza en que los ODS
son un referente para la planificación nacional que establecen mínimos a alcanzar:

Tenemos que partir de un hecho: los instrumentos internacionales son los acuerdos mínimos de
los Estados, no son los acuerdos máximos de los Estados. […] no es que las agendas globales
nos ponen el estándar alto, las agendas globales nos ponen el piso en el que deberíamos estar
los países porque somos tan diferentes los países las regiones, las culturas, los tipos de gobierno
[…] desde autocrático hasta democrático […] ponerles de acuerdo implica unos mínimos, no
máximos. Entonces, el marco jurídico internacional, no es nuestro máximo, nos avergüenza más
como humanidad, es nuestro mínimo, es en el piso en el que todos deberíamos subirnos para
garantizar todos los derechos a todo el mundo porque si no, no todo el mundo está de acuerdo,
por ejemplo, con que se hable si quiera de derechos sexuales y reproductivos, entonces en el
marco internacional tenemos los mínimos que tenemos que garantizarles a las mujeres y si el
Ecuador no llega a esos mínimos está por debajo del estándar mínimo (Entrevista Nydia
Pesántez, Oficial Nacional de Programa ONU Mujeres).

Han sido un referente muy importante […] , sin embargo, ha ocurrido algo interesante, y es que
en general Ecuador ha alcanzado y rebasado casi todos los objetivos, entonces no ha podido ser
un referente suficiente, porque tiene que plantearse […] algo mejor que los mínimos, que es
normal que una institución internacional plantee unos mínimos, entonces se ha buscado ir un
poco más allá, entonces por eso digo es un referente importante, pero no es que se han
organizado los planes en función de los ODS, o antes de los ODM, sino que se los ha tomado
como referente importante, y cuando se ha tenido que dar cuentas en el espacio internacional,
ha habido mucha facilidad en convertir o en mostrar que los resultados de las políticas públicas
ecuatorianas están, son correspondientes, y que están funcionando bastante bien respecto a estos
índices internacionales […] y creo que no deben tener, espero que no lo tengan, la pretensión
43
de ser el referente de planificación, no deben serlo, pero sí, sí es realmente importante
(Entrevista Álvaro Sáenz, Viceministro de Educación).

Los/as actores/as entrevistados/as reconocen la incidencia de Naciones Unidas en los temas


relacionados con pobreza, salud, educación y trabajo. En el ámbito de la igualdad de género, se
menciona influencia en salud sexual y reproductiva, violencia de género y derechos
económicos. Se ven amplias posibilidades para que la Agenda 2030 permita avances en estas
temáticas en el país. Sin embargo, se señala paralelamente, las dificultades de incidencia en los
temas de programación fiscal y en los temas económico-productivos:

Creo que sí se está recurriendo a estos apoyos bastante más, creo que se está escuchando más,
se está demandando más cosas de Naciones Unidas, y por eso creo que nuestro rol sí debe
fortalecerse, porque ahora hay unas demandas diferentes de las que había antes, también […]
hay siempre este divorcio del que hemos hablado “mil veces”: lo social acá, lo económico acá
[…] creo que todavía es muy débil esa parte, la parte de la agenda económica; enfrentados a una
economía que es súper frágil, eso sí es un problema creo yo, y que creo que deberíamos
fortalecer (Entrevista Alison Vásconez, ONU Mujeres).

4.3. Las organizaciones por la equidad de género y la Agenda 2030

Las organizaciones históricas de mujeres mantienen una relación estrecha con el sistema de
Naciones Unidas. La invocación a los instrumentos internacionales ha sido importante para su
agenda de incidencia dentro del Estado y para la denuncia que pueden hacer ante los organismos
internacionales frente a las violaciones de estos instrumentos por parte del Estado. En las
entrevistas realizadas se menciona con fuerza el rol de la Agenda de Beijing en el proceso para
el proceso de conformación de organizaciones nacionales; el trabajo realizado en torno a la
Agenda de El Cairo; temas relacionados con el trabajo de las mujeres, en particular las
servidoras públicas en la comisión del estatus jurídico y social de la mujer de las Naciones
Unidas. Por otra parte, como hitos de denuncia de acciones violatorias a los derechos humanos
por parte del Estado ecuatoriano, se menciona la penalización del aborto y la criminalización
de la protesta social:

[…] en 2012, al Ecuador le tocaba el examen del Pacto Internacional por los Derechos
Económicos, Culturales y Sociales. Fuimos con un informe alternativo y logramos que el
PIDECS le diga al país que despenalice el aborto porque está contraviniendo estándares y está
contraviniendo su propia constitución (Entrevista Virginia Gómez, activista derechos sexuales
y reproductivos histórica).

Yo soy del pueblo Saraguro. Se vivió una criminalización histórica acá, en su mayoría mujeres,
y fue llevado hasta […] la ONU. Entonces, fuimos, mi persona y otra compañera, que es
dirigente de mujer de aquí de la organización y que hemos tenido una relación apegada a la
ONU, nos ha estado apoyando en el tema de difusión, que no se quede como estancado, que se

44
difunda este tipo de criminalización hacia las mujeres (Entrevista a Sisa Contento, dirigente de
juventudes de Ecuarunari).

El uso de los instrumentos internacionales por parte de las organizaciones históricas de mujeres
ha reforzado su lucha y les ha permitido legitimar sus argumentos: “Es siempre nuestro mayor
argumento, porque a los asambleístas, a los políticos […] tiene mayor credibilidad cuando tú
estás hablando con un lenguaje de Naciones Unidas, en el marco de unos estándares, por los
que hemos luchado tantas décadas” (Entrevista a Rocío Rosero, Ex Viceministra del MIES).

Pese a la activa participación de las organizaciones históricas en los espacios internacionales,


sus voces no dejan de ser críticas frente al alineamiento del Sistema de Naciones Unidas a las
prioridades establecidas por el Estado, a los escasos recursos con los que apoyan a la sociedad
civil y al manejo de la diversidad existente dentro del movimiento de mujeres en el país:

Naciones Unidas yo creo, y ONU Mujeres, y hasta ahora lo vemos, es decir ha estado
trabajando una línea muy cercana al gobierno, es decir, […] tenía unos márgenes también
bastante “delimitados”, digamos para su trabajo; es decir, que no podían hacer cuestiones así
como de libre albedrio sino que tenían que marcarse unas políticas públicas y en las
prioridades que marcara el Estado [...] aunque algunas por ejemplo han trabajado el tema de
derechos sexuales y reproductivos, el Unfpa siempre ha estado trabajando digamos un poco en
esto, pero sin mucha visibilidad y tampoco con muchos recursos hacia sociedad civil. Es decir,
a nosotras nos han maltratado muchísimo […] nosotras el año pasado estábamos viendo el
tema de procedimiento especial y expedito, hicimos una propuesta de 8.000 dólares hacia
ONU Mujeres: ¡nunca, nos dio respuesta!, […] pero para cosas que puedan de alguna manera
“molestar” al Estado, “mejor no”. Entonces, yo creo que se cuidaban mucho (Entrevista Lizi
Ernst, activista histórica).

Las nuevas organizaciones feministas, que han optado por una estrategia de incidencia pública,
más allá del Estado, privilegiando la lucha en las calles, mantienen una postura crítica a sus
antecesoras por la institucionalización del movimiento y no ven tan importante la relación con
el sistema de Naciones Unidas.

No conozco a profundidad [la Agenda 2030 …] Yo creo que […] existe como un espacio
específico organizativo que trabaja el tema […] internacional […] de este impacto que puedan
tener los convenios, los tratados, las metas internacionales en el tema local. O sea, hay todo un
movimiento que hace ese trabajo, pero, en cambio, hay otro movimiento que está en otro
espacio, en otro lugar de organización, que no está cercano a eso, y que no participa de esos
espacios de lobby o de trabajo político, aunque están proponiendo acciones, y creo que esa es
una de las diferencias muy fuertes de esta Nueva Ola, que no está tan relacionada ni con el
Estado, como que tiene una especie de mirada, casi como lejana del Estado, más que exigirle
responsabilidad, y, también, la parte de feminismo joven, que no tiene una cercanía con la
institucionalidad, y entendiendo también como la institucionalidad de las organizaciones de
Naciones Unidas (Entrevista Ana Acosta y Verónica Calvopiña, El Churo).

45
en algunos espacios más de un feminismo que ha estado más vinculado precisamente al
CONAMU, a los mecanismos internacionales, a los informes sombras, a la CEDAW por
ejemplo, […] ellas siempre han tenido esta invocación de los instrumentos internacionales, de
los objetivos del milenio y tal. En el activismo más de calle y más transfeminista no, no ha sido
un referente central (Entrevista a Elizabeth Vásquez, activista LGBTI).

es una Agenda […] nosotras del movimiento feminista joven no lo tenemos identificada, no la
tenemos si se quiere como un amparo para nuestro trabajo (Entrevista Gabriela Gómez, joven
feminista indígena).

Alrededor de la mitad de las organizaciones entrevistadas no conocen los contenidos de la


Agenda 2030. Estas organizaciones son también aquellas que tienen poca relación con Naciones
Unidas. Unas porque esta relación no está dentro de sus marcos de interés, otras porque no han
accedido a la información y otras que sienten no ser tomadas en cuenta, como los colectivos
trans:

No, la verdad que no [conocemos la Agenda 2030]. Si tuviéramos un contacto mucho más
directo con ellos, conoceríamos muchas de las temáticas que ellos están trabajando […]
Naciones Unidas tiene que entender algo, o sea, que ellos no pueden trabajar solo con colectivos
de Quito […] segundo […] ellos no escuchan y no saben cómo podría trabajarse algunas
temáticas, algunas ideas, algunas políticas públicas que nosotros tenemos en mente […] Yo
siempre he tratado de tener contacto con ONU Mujeres, y siempre nos han negado (Entrevista
a Diane Rodríguez, activista LGBTI).

Las organizaciones indígenas ecuatorianas durante los últimos 30 años han cuestionado
profundamente el concepto de desarrollo. Las activistas indígenas por la igualdad de género
entrevistadas en esta investigación extienden este cuestionamiento a la Agenda 2030:

¿Realmente estamos trabajando de una manera estructural, combatiendo de forma estructural


las causas de nuestras diversas opresiones? Entonces nosotras desde nuestra perspectiva
decimos plantiemos una transformación total, una nueva visión del mundo, en la que no incluye,
por ejemplo, decir desarrollo sostenible. Para nosotras es importante preguntarnos […] ¿qué es
desarrollo? y ¿cómo queremos el desarrollo?, […] Estas Agendas que nos llegan es a hablar del
desarrollo y decir que nosotras estamos viviendo en condiciones retrasadas, en donde no hay
desarrollo. Entonces, por ejemplo, nosotras decimos, y siempre reivindicamos eso; “Nosotras
no somos pobres”, somos “empobrecidas”, y lo que sucede aquí es que incluso la visión que
tenemos de las mujeres campesinas, de las mujeres indígenas, del mismo campo, del concepto
de campo es que es algo pobre, y para nosotras no, lo que planteamos es un retornar al campo,
un volver al trabajo en la tierra, y que no somos pobres, sino desvaloradas, y que el trabajo que
hacemos en el campo no es valorado. Entonces cuando dicen desarrollo sostenible, nosotras nos
ponemos a pensar, un ratito, a ver, qué tipo de desarrollo se trata, entonces decimos, chuta si es
el desarrollo hegemónico en el que, mientras más cemento mejor, mientras más infraestructura
física mejor, nosotros pensamos, un ratito, porque eso implica perder nuestra tierra, entonces re
pensarnos un poquito mejor, o por ejemplo, lo que siempre dicen los estados, el discurso estatal
que están llevando, el extractivismo sostenible, la minería sustentable, el extractivismo
sustentable, ¿es parte de eso? Nosotros no lo conocemos, y yo te digo, yo tengo una lectura
básica de los ODS. Entonces yo me pongo a pensar, mis compañeras mucho menos lo tienen, y
yo no sé si la organización nacional lo tenga y se esté planificando en base a esto, que estoy
segura que no se está haciendo […] por ejemplo el tema de la pobreza, cómo se está trabajando
46
el tema de la pobreza, ¿generar más empleos? ¿Dónde? ¿Aquí en la ciudad?, qué implica eso
para nosotras las mujeres campesinas, cuando se prioriza las áreas de trabajo y de empleo para
la ciudad por lo general, en estos apoyos económicos e incentivos a las grandes empresas que
son las que finalmente te dan el empleo eso implica para nosotras otra vez migración, y para
nosotras significa otra vez duplicar la carga de trabajo, entonces para nosotras es muy importante
releer estos objetivos y estas Agendas que son internacionales […] y son desde una mirada
hegemónica blanca-mestiza, […] yo siento que nosotras nos quedamos relegadas […] mi visión
de la ONU es que todavía no tenemos una vocería nuestra, propia, legítima y que todavía
nosotras sentimos que nos dan hablando (Entrevista Gabriela Gómez, joven feminista
indígena).

Las diversas formas de relacionarse con las organizaciones del sistema de Naciones Unidas, de
interpretar, entender y valorar su quehacer por parte de las organizaciones de mujeres y de la
diversidad sexual en el Ecuador está estrechamente vinculada con la heterogeneidad del
movimiento por la equidad de género en el país, sus diversas trayectorias, sus estrategias de
acción y los distintos énfasis dados en sus propias agendas.

5. Conclusiones: oportunidades y tensiones

El examen del proceso de traducción y apropiación de la Agenda 2030 por parte del Estado y
las organizaciones por la equidad de género muestra que se trata de un proceso selectivo,
condicionado por varios factores. En primer lugar, va a depender del tipo de relación que
establecen entre sí los tres principales actores involucrados en este proceso de traducción: el
Estado, las organizaciones de la sociedad civil y la cooperación internacional especializada en
temas de género. Así, hemos visto que en los años 1990, las agendas internacionales de Beijing
y Cairo tuvieron un rol importante en posicionar los derechos de las mujeres y sirvieron como
mecanismos de legitimación de ciertas demandas del movimiento de mujeres en el Estado.

Este contexto cambia con el nuevo milenio, primero, por el surgimiento de organizaciones
feministas, que generan agendas más autónomas del Estado y de la Cooperación Internacional;
segundo, porque a partir de 2007, se produce un proceso de recuperación del Estado en el que
se le otorga un rol importante a la planificación, y el Estado asume sus facultades regulatorias
y redistributivas. Ambos cambios confluyen en el proceso constituyente, que reconoce
importantes derechos a las mujeres y a la diversidad sexual.

A las demandas históricas del movimiento de mujeres, relacionadas con la participación política
y la luchas contra la violencia de género, se suman demandas en torno a los derechos sexuales
y reproductivos y los derechos económicos. En ese contexto de fortalecimiento del Estado y de
diversificación de las demandas feministas, las agendas globales asumen la equidad de género
47
como parte de una serie de otras metas y se posicionan como mínimos a alcanzar (ODM y
ODS). La interrelación entre los tres actores asume entonces un carácter diferente en el que
tanto el Estado como las organizaciones de mujeres, van a disputar los sentidos de la agenda de
equidad de género recurriendo de manera más bien tangencial a las agendas globales.

Además, entre 2007 y 2017, hemos identificado un desplazamiento importante en la


interrelación entre estos tres actores: una primera etapa de convergencia entre las tres agendas
–estatales, de los movimientos y colaboración activa de Naciones Unidas en temas de equidad
de género en el Estado, que produce un avance importante de políticas y programas en torno a
la equidad de género en los temas de participación política, derechos económicos y violencia
de género y ciertos avances, más tímidos, respecto a los derechos sexuales y reproductivos.
Esta convergencia, con un peso importante del Estado, va a debilitarse a partir de 2013 cuando
el Estado empieza a adoptar posturas más conservadoras respecto a los derechos sexuales y
reproductivos, lo que produce un distanciamiento importante con parte del movimiento por la
equidad de género y tensiones con las agencias de Naciones Unidas relacionadas con estos
temas.

A pesar de ello, nuestra investigación muestra que esta posición conservadora al interior del
Estado no fue monolítica y se produjeron deslices y fisuras que garantizaron la continuidad de
ciertas políticas como aquellas del Ministerio de Salud o la adopción de ciertas agendas
internacionales claramente alineadas con los derechos de las mujeres como el Consenso de
Montevideo. En estas acciones encontramos el acompañamiento de Naciones Unidas, en
especial del Fondo de Población.

Finalmente, en este último año, la interrelación entre estos tres actores parece asumir otro
carácter en el marco del advenimiento de un nuevo gobierno. Nuestro análisis del grado de
adopción de los ODS en los sistemas de planificación y las entrevistas realizadas a funcionarios
de la entidad planificadora en el país, Senplades, muestra un alto grado de coincidencia entre el
Plan Nacional de Desarrollo y los ODS y la voluntad política de asumir la Agenda 2030 de
manera transversal en los instrumentos de planificación. Es decir, se produce un acercamiento
con Naciones Unidas y señales de interés en la implementación de la Agenda. Por otra parte,
también se produce un acercamiento de las organizaciones de mujeres con el Estado que se
traduce en la incidencia sobre ciertas políticas como la violencia de género, la prevención en
casos de abuso sexual y la puesta en marcha de estrategias de disminución del embarazo

48
adolescente. Es decir, podríamos pensar que estamos en una situación parecida a aquellas
encontrada al inicio del gobierno del Presidente Correa en que el escenario era más bien de
convergencia y mayor permeabilidad del Estado para trabajar con las organizaciones de la
sociedad civil, lo cuál podría ser considerado como un escenario propicio para una apropiación
de la Agenda 2030 por parte del Estado.

Sin embargo, encontramos algunas vulnerabilidades en este escenario que podrían afectar la
adopción de la Agenda 2030 y que tiene que ser tomadas en consideración. Las condiciones
estructurales de la economía del país y las respuestas macroeconómicas que ha empezado a dar
el actual gobierno, orientadas hacia el ajuste fiscal, la desregulación y el aperturismo comercial,
pueden afectar considerablemente la puesta en marcha de una agenda de equidad de género y
de los derechos sociales y económicos en general. La disminución del presupuesto de las áreas
sociales en el presupuesto de 2019, así como la desaparición y reducción de entidades del
Estado como el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y recientemente la Secretaría
Nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades), ciertamente dificultan la puesta en marcha
de políticas de equidad de género, tanto distributivas como de reconocimiento y auguran el
crecimiento de la brecha entre lo que se enuncia en los instrumentos de planificación y los
Planes, como el Plan de Igualdad de Oportunidades de las Mujeres y la Diversidad Sexual que
acaba de ser aprobado, y lo que efectivamente se ponga en marcha. Cabe recalcar que esta
brecha entre el reconocimiento de derechos y la adscripción a agendas internacionales
vinculantes con lo que efectivamente se realiza ha sido relativamente constante en la dinámica
estatal ecuatoriana.

En este panorama, el rol de las mujeres organizadas y de la sociedad civil es fundamental en la


exigibilidad de derechos y la Agenda 2030 puede jugar un rol importante en ese sentido, como
lo hicieron otras agendas en la década de 1990. Cabe resaltar que, a diferencia de 1990, las
organizaciones de mujeres y LGBTIQ atraviesan por un momento de consolidación en el país
que las convierte en actores ciudadanos con capacidad de incidencia. Para que aquello pueda
suceder es necesario atender uno de los hallazgos importantes de este estudio y es el
desconocimiento y hasta desinterés de la Agenda 2030 entra las organizaciones de mujeres,
especialmente las de mujeres jóvenes, indígenas y de la diversidad sexual. El estudio muestra
que únicamente un sector reducido del movimiento de mujeres, aquellas organizaciones más
antiguas, con mayor experiencia de lobby e incidencia a nivel internacional, conocen la agenda
y consideran que puede ser un instrumento que oriente su accionar. Por ello pensamos que debe

49
existir un proceso de traducción de la agenda a las demandas de estos grupos más jóvenes y
diversos, y un trabajo de articulación de propuestas en los dos sentidos, de lo global a lo local
y viceversa.

Otro factor que hemos tomado en cuenta en este análisis es la capacidad técnica del Estado para
traducir la agenda 2030 en sus indicadores y políticas. Los hallazgos apuntan a señalar que, si
bien existe una capacidad importante en términos de planificación, de construcción de
indicadores y de producción de información estadística, esta capacidad es subutilizada y existe
una baja correspondencia entre los discursos estatales respecto a la importancia de la Agenda
2030 y su utilización como instrumento para dar seguimiento a las políticas públicas. Se debería
entonces trabajar con los distintos sectores del Estado con el fin de aprovechar mejor esos
recursos que facilitan el seguimiento de estas políticas y, si son apropiados por la sociedad civil,
pueden convertirse en mecanismos de incidencia importantes. La experiencia del Colectivo
Feminista de Geografía Critica que construyó mapas e indicadores sobre la criminalización del
aborto en el Ecuador en 201816 o el estudio sobre los costos de omisión en salud sexual y
reproductiva en el Ecuador realizado conjuntamente entre una organización de sociedad civil
(Sendas), el Fondo de Población de Naciones Unidas, el Ministerio de Salud y la Senplades,
son ejemplos de un uso estratégico de las estadísticas para posicionar la importancia de los
derechos de las mujeres.

Si bien reconocemos esta capacidad técnica y el trabajo de alineación de los indicadores


necesarios para el seguimiento de los ODS, también encontramos una cierta invisibilidad de los
temas de género tanto en el Plan Nacional de Desarrollo como en el informe que reporta la
ejecución de la Agenda 2030. Estos hallazgos nos remiten a la necesidad de visibilizar la
equidad de género al interior de los organismos de planificación y en las instituciones
encargadas del seguimiento a estas políticas.

El proceso selectivo de apropiación de la agenda en Ecuador muestra la urgencia de trabajar en


políticas que relacionen la equidad de género con la sustentabilidad ambiental puesto que no
son tomadas en cuenta por el Estado y escasamente por las organizaciones de mujeres.

16
Esta experiencia está recogida en el artículo de Sofia Zaragocín, María Rosa Cevallos, Guglielmina Falanga,
Gabriela Ruales, Iñaki Arazola y Verónica Vera, “Mapeando la criminalización del aborto en Ecuador”
disponible en http://revistes.ub.edu/index.php/rbd/article/view/21641
50
Por último, la tensión que se da en la sociedad civil con la presencia de organizaciones
refractarias a los derechos sexuales es un asunto a ser tomado en cuenta y que merece ser
estudiado con mayor profundidad, pues marca un ámbito de disputa que durante el siglo pasado
tuvo otras características, pues si bien existían estas voces, no estaban organizadas, ni contaban
con una agenda de influencia en la opinión pública, como ocurre actualmente.

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criminalización del aborto en Ecuador” en Revista de Bioética y Derecho N. 43. Julio, pp 110-
125.

Entrevistas a funcionarias de Naciones Unidas:

Nidia Pezantes. Onu Mujeres


Alison Vásconez. Onu Mujeres
Lola Valladares. Unfpa.

Entrevistas a funcionarios gubernamentales:

Álvaro Sáenz. Viceministro de Educación.


Cecilia Falconí. Asesora del Ministerio de Salud Pública.
Soledad Puente. Especialista Consejo Nacional de Igualdad de Género.
Paola Mena. Secretaria Ejecutiva Consejo Nacional de Igualdad de Género.
Rocío Rosero. Ex Viceministra Ministerio de Inclusión Economica y Social. Militante Coalición
Nacional de Mujeres de Ecuador.
Andrés Mideros. Ex Secretario Nacional de Planificación y Desarrollo.
Marisela Rivera. Ex Coordinadora de Relaciones Internacionales, Senplades.
54
Liliana Durán. Asambleísta. Presidenta de la Comisión de Derechos de los Trabajadores.
Miriam Alcívar. Ex funcionaria del PEVCM.

Entrevistas a organizaciones sociales:

Lizi Ernst. Activista histórica. Coalición Nacional de Mujeres del Ecuador


Virginia Gómez de la Torre. Frente de Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos
Magdalena León. Activista género y economía.
Verónica Montúfar. Activista género y trabajo.
Ana Vera. Surkuna y Vivas nos Queremos
Ana Acosta y Verónica Calvopiña. Colectivo El Churo
Sisa Contento. Dirigente de juventudes de Ecuarunari
Gabriela Gómez. El Churo y Organización de mujeres de Saraguro.
Elizabeth Vásconez. Activista GLBTI.
Diane Rodríguez. Activista GLBTI.

Siglas y acrónimos

ANMIG: Agenda Nacional de las Mujeres y la Igualdad de Género 2018-2021


Coip: Código Integral Penal
Conamu: Consejo Nacional de la Mujer
CNIG: Consejo Nacional para la Igualdad de Género
Dinapen: Dirección Nacional de Policía Especializada para niños, niñas y adolescentes
Enipla: Estrategia Nacional Intersectorial de Prevención del Embarazo Adolescente y
Planificación Familiar
INEC: Instituto Nacional de Estadísticas y Censos
ENV: I Examen Nacional Voluntario de seguimiento a los ODS
LGBTI: Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis e Intersexuales.
LGBTTTIQ: Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales, Travestis, Transgénero,
Intersexuales y Queer.
MIES: Ministerio de Inclusión Económica y Social
MSP: Ministerio de Salud Pública
ODM: Objetivos de Desarrollo del Milenio
ODS: Objetivos de Desarrollo Sustentable
PEVG: Plan para la Erradicación de la Violencia de Género
PIB: Producto Interno Bruto
PJ: Policía Judicial
PND: Plan Nacional de Desarrollo 2017-2021
PNFF: Plan Nacional de Fortalecimiento de la Familia
PNUD: Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo
55
PNSSR: Plan Nacional de Salud Sexual y Reproductiva 2017-2021
Senplades: Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo
Seteci: Secretaría de Cooperación Internacional
Unfpa: Fondo de Población de Naciones Unidas
VIH: Virus de Inmunodeficiencia Humano

56
Anexos

Anexo 1. Listado de indicadores de género de los ODS identificados por el INEC

Indicador Categorización
nacional
1.1.1 Proporción de la población que vive por debajo del umbral internacional de la Tier I
pobreza, desglosada por sexo, edad, situación laboral y ubicación geográfica (urbana o
rural)
1.2.1 Proporción de la población que vive por debajo del umbral nacional de la pobreza, Tier I
desglosada por sexo y edad
1.2.2 Proporción de hombres, mujeres y niños de todas las edades que viven en la pobreza Tier I
en todas sus dimensiones, con arreglo a las definiciones nacionales
1.4.1 Proporción de la población que vive en hogares con acceso a servicios básicos Tier I
3.1.1 Índice de mortalidad materna Tier I

3.1.2 Proporción de partos con asistencia de personal sanitario especializado Tier I


3.3.1 Número de nuevas infecciones por el VIH por cada 1.000 habitantes no infectados, Tier II
desglosado por sexo, edad y sectores clave de la población
3.3.4 Incidencia de la hepatitis B por cada 100.000 habitantes Tier II
3.3.5 Número de personas que requieren intervenciones contra enfermedades tropicales Tier II
desatendidas
3.4.1 Tasa de mortalidad atribuida a las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, la Tier I
diabetes o las enfermedades respiratorias crónicas
3.4.2 Tasa de mortalidad por suicidio Tier I
3.6.1 Tasa de mortalidad por lesiones debidas a accidentes de tráfico Tier I
3.7.1 Proporción de mujeres en edad de procrear (de 15 a 49 años) que practican la Tier II
planificación familiar con métodos modernos
3.7.2 Tasa de fecundidad de las adolescentes (de 10 a 14 años; de 15 a 19 años) por cada Tier I
1.000 mujeres de ese grupo de edad
3.9.3 Tasa de mortalidad atribuida a la intoxicación accidental Tier II
4.1.1 Proporción de niños, niñas y adolescentes: a) en los grados 2/3; b) al final de la Tier III
enseñanza primaria; y c) al final de la enseñanza secundaria inferior, que han alcanzado al
menos un nivel mínimo de competencia en i) lectura y ii) matemáticas, desglosada por sexo

4.c.1 Proporción de maestros en la enseñanza: a) preescolar; b) primaria; c) secundaria Tier I


inferior y d) secundaria superior que han recibido al menos el mínimo de formación docente
organizada (por ejemplo, formación pedagógica); requisitos de práctica previa a la docencia
o durante su ejercicio para la enseñanza a un nivel dado en un país determinado
5.1.1 Determinar si existen o no marcos jurídicos para promover, hacer cumplir y supervisar Tier II
la igualdad y la no discriminación por motivos de sexo
5.2.1 Proporción de mujeres y niñas de 15 años de edad o más que han sufrido en los 12 Tier II
meses anteriores violencia física, sexual o psicológica infligida por un compañero íntimo
actual o anterior, desglosada por la forma de violencia y por edad

5.2.2 Proporción de mujeres y niñas de 15 años de edad o más que han sufrido en los 12 Tier II
meses anteriores violencia sexual infligida por otra persona que no sea un compañero
íntimo, por edad y lugar del hecho

57
5.3.1 Proporción de mujeres de entre 20 y 24 años que estaban casadas o mantenían una Tier II
unión estable antes de cumplir los 15 años y antes de cumplir los 18 años
5.4.1 Proporción de tiempo dedicado a quehaceres domésticos y cuidados no remunerados, Tier I
desglosada por sexo, edad y ubicación
5.5.1 Proporción de escaños ocupados por mujeres en los parlamentos nacionales y los Tier I
gobiernos locales
5.5.2 Proporción de mujeres en cargos directivos Tier I
5.6.1 Proporción de mujeres de 15 a 49 años de edad que toman sus propias decisiones Tier II
informadas con respecto a las relaciones sexuales, el uso de anticonceptivos y la atención
de la salud reproductiva
5.6.2 Número de países con leyes y reglamentos que garantizan a las mujeres de 15 a 49 Tier II
años de edad el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva y a información y
educación en la materia
5.a.1 a) Proporción del total de la población agrícola con derechos de propiedad o derechos Tier II
seguros sobre las tierras agrícolas, desglosada por sexo; y b) proporción de mujeres entre
los propietarios de tierras agrícolas, o titulares de derechos sobre tierras agrícolas,
desglosada por tipo de tenencia
5.a.2 Proporción de países en que el ordenamiento jurídico (incluido el derecho Tier II
consuetudinario) garantiza la igualdad de derechos de la mujer a la propiedad y/o el control
de la tierra
5.b.1 Proporción de personas que utilizan teléfonos móviles, desglosada por sexo Tier I
5.c.1 Proporción de países que cuentan con sistemas para dar seguimiento a la igualdad de Tier III
género y el empoderamiento de la mujer y asignar fondos públicos para ese fin
8.3.1 Proporción del Trabajo informal en el Trabajo no agrícola, desglosada por sexo Tier II
8.5.1 Ingreso medio por hora de mujeres y hombres empleados, desglosado por ocupación, Tier II
edad y personas con discapacidad
8.5.2 Tasa de Trabajo, desglosada por sexo, edad y personas con discapacidad Tier I
8.6.1 Proporción de jóvenes (de 15 a 24 años) que no estudian, no tienen Trabajo ni reciben Tier I
capacitación
8.7.1 Proporción y número de niños de entre 5 y 17 años que realizan trabajo infantil, Tier I
desglosada por sexo y edad
10.1.1 Tasas de crecimiento de los gastos o ingresos de los hogares per cápita entre el 40% Tier I
más pobre de la población y la población total
10.2.1 Proporción de personas que viven por debajo del 50% de la mediana de los ingresos, Tier I
desglosada por edad, sexo y personas con discapacidad
11.7.2 Proporción de personas víctimas de violencia física o acoso sexual, desglosada por Tier II
sexo, edad, grado de discapacidad y lugar del hecho, en los doce meses anteriores
16.1.1 Número de víctimas de homicidios dolosos por cada 100.000 habitantes, desglosado Tier I
por sexo y edad
16.1.3 Proporción de la población sometida a violencia física, psicológica o sexual en los Tier I
12 meses anteriores
16.1.4 Proporción de la población que no tiene miedo de caminar sola cerca de donde vive Tier II
16.2.2 Número de víctimas de la trata de personas por cada 100.000 habitantes, desglosado Tier I
por sexo, edad y tipo de explotación
16.2.3 Proporción de mujeres y hombres jóvenes de 18 a 29 años de edad que habían sufrido Tier I
violencia sexual antes de cumplir los 18 años
16.3.2 Detenidos que no han sido sentenciados como proporción de la población carcelaria Tier I
total
16.9.1 Proporción de niños menores de 5 años cuyo nacimiento se ha registrado ante una Tier I
autoridad civil, desglosada por edad

58
16.b.1 Proporción de la población que declara haberse sentido personalmente víctima de Tier I
discriminación o acoso en los 12 meses anteriores por motivos de discriminación
prohibidos por el derecho internacional de los derechos humanos
17.8.1 Proporción de personas que usan Internet Tier I

Fuente: Valle 2018, 364-79.

Tier I: Indicadores existentes en el sistema estadístico nacional.


Tier II: Indicadores no existentes en el sistema estadístico nacional pero que pueden crearse con la información
actualmente disponible.
Tier III: Indicadores que no es posible medir de acuerdo al actual desarrollo del sistema estadístico nacional.

59
Anexo 2. Indicadores reportados por el Ecuador en el I Examen Nacional Voluntario

Indicadores % de
% de
Tier I Indicadores Indicadores Total de indicadores
Total de indicadores
Objetivo Sistema Reportados Reportados Indicadores reportados
indicadores reportados
Estadístico Parcialmente completos reportados sobre el
sobre Tier I
Nacional total
1 12 6 2 1 3 25% 50%
2 13 4 2 0 2 15% 50%
3 26 9 0 3 3 12% 33%
41 11 2 0 0 0 0% 0%
52 13 4 0 1 1 8% 25%
6 11 2 0 2 2 18% 100%
7 5 3 0 3 3 60% 100%
8 17 9 2 2 4 24% 44%
93 12 3 0 0 0 0% 0%
104 10 5 0 1 1 10% 20%
115 14 4 1 0 1 7% 25%
126 12 2 0 0 0 0% 0%
137 6 2 0 0 0 0% 0%
14 10 2 1 0 1 10% 50%
15 14 7 1 0 1 7% 14%
168 21 10 0 0 0 0% 0%
17 23 10 0 1 1 4% 10%
Total 230 84 9 14 23 10% 27%
Porcentaje 100% 35% 4% 6% 10% 10% 27%

1
Se reportan otros indicadores relacionados con el acceso a educación (5 indicadores).
2
Se reportan indicadores del mercado laboral (2 indicadores) y de violencia (2 indicadores, uno de ellos del
2011).
3
Se reporta red vial, gobierno electrónico y calidad de infraestructura aeroportuaria
4
Se reporta Gini y trabajo adecuado con desagregaciones
5
Se reporta servicios básicos y déficit de vivienda, número de homicidios
6
Se reporta huella ecológica
7
Se reporta reducción de consumo de contaminantes a la capa de ozono, eliminación de sustancias tóxicas y
tratamiento de fuentes de contaminación
8
Se reportan indicadores de eficiencia del sistema judicial
60
Anexo 3. Indicadores de género reportados por el Ecuador en el I Examen Nacional
Voluntario

% de
% de indicadores
Total de Indicadores Indicadores indicadores de
de género
Objetivo indicadores de género de género género
reportados sobre
de género Tier I reportados reportados sobre
el total de Tier I
el total
1 3 3 0 0% 0%
2 0 0 0 0% 0%
3 5 2 2 40% 100%
4 1 1 0 0% 0%
5 13 4 1 8% 25%
6 0 0 0 0% 0%
7 0 0 0 0% 0%
8 4 3 2 50% 67%
9 0 0 0 0% 0%
10 1 1 0 0% 0%
11 1 0 0 0% 0%
12 0 0 0 0% 0%
13 0 0 0 0% 0%
14 0 0 0 0% 0%
15 0 0 0 0% 0%
16 5 1 0 0% 0%
17 0 0 0 0% 0%
Total 339 15 5 15% 33%
Porcentaje 100% 45% 15% 15% 33%

9
El INEC identifica 47 indicadores que pueden desagregarse por sexo. Sin embargo, en 14 de estos indicadores,
Naciones Unidas no incluye desagregación. De ahí que no se los tomó en cuenta para el cálculo total en esta
tabla.
61

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