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3 POEMAS

De nadie seré solo de ti. Hasta que mis huesos se vuelvan cenizas y mi corazón deje de latir.

Cómo no buscarte, si te extraño. Cómo no escribirte, si te pienso. Como no soñarte, si te


deseo aquí conmigo. Cómo no enamorarte, si te quiero.

Los pajaritos están tristes cuando el cielo está nublado, a mi me pasa lo mismo cuando estoy
a tu lado.

3 RIMAS
1. A LA UNA
rima tradicional
A la una, sale la Luna.
A las dos, suena el reloj.
A las tres, bajito es.
A las cuatro, doy un salto.
A las cinco, doy un brinco.
A la seis, no me ves.
A las siete, anda, vete.
A las ocho, ten bizcocho.
A las nueve, toma nieve.
Y a las diez, otra vez.

2. DOS Y DOS
canción tradicional
Dos y dos son cuatro
cuatro y dos son seis
seis y dos son ocho
y ocho dieciséis.

3. CABALLITO BLANCO
canción tradicional
Caballito blanco,
llévame de aquí.
Llévame a mi pueblo
donde yo nací.

3 CUENTOS
Los Geniecillos Holgazanes
Erase unos duendecillos que vivían en un lindo bosque. Su casita pudo haber sido un
primor, si se hubieran ocupado de limpiarla. Pero como eran tan holgazanes la suciedad la
hacía inhabitable. -Un día se les apareció la Reina de las hadas y les dijo:
Voy a mandaros a la bruja gruñona para que cuide de vuestra casa. Desde luego no os
resultará simpática...
Y 'llegó la Bruja Gruñona montada en su escoba. Llevaba seis pares de gafas para ver mejor
las motas de polvo y empezó a escobazos con todos. Los geniecillos aburridos de tener que
limpiar fueron a ver a un mago amigo para que les transformase en pájaros. Y así, batiendo
sus alas, se fueron muy lejos...
En lo sucesivo pasaron hambre y frío; a merced de los elementos y sin casa donde cobijarse,
recordaban con pena su acogedora morada del bosque. Bien castigados estaban por su
holgazanería, errando siempre por el espacio...
Jamás volvieron a disfrutar de su casita del bosque que fue habitada por otros geniecillos
más obedientes y trabajadores.

El Muñeco de Nieve
Había dejado de nevar y los niños, ansiosos de libertad, salieron de casa y empezaron a
corretear por la blanca y mullida alfombra recién formada.
La hija del herrero, tomando puñados de nieve con sus manitas hábiles, se entregó a la
tarea de moldearla.
Haré un muñeco como el hermanito que hubiera deseado tener se dijo.
Le salió un niñito precioso, redondo, con ojos de carbón y un botón rojo por boca. La
pequeña estaba entusiasmada con su obra y convirtió al muñeco en su inseparable
compañero durante los tristes días de aquel invierno. Le hablaba, le mimaba...
Pero pronto los días empezaron a ser mas largos y los rayos de sol mas cálidos... El muñeco
se fundió sin dejar mas rastro de su existencia que un charquito con dos carbones y un
botón rojo. La niña lloró con desconsuelo.
Un viejecito, que buscaba en el sol tibieza para su invierno, le dijo dulcemente: Seca tus
lágrimas, bonita, por que acabas de recibir una gran lección: ahora ya sabes que no debe
ponerse el corazón en cosas perecederas.

El Cedro Vanidoso
Erase una vez un cedro satisfecho de su hermosura.
Plantado en mitad del jardín, superaba en altura a todos los demás arboles. Tan bellamente
dispuestas estaban sus ramas, que parecía un gigantesco candelabro.
Si con lo hermoso que soy diera además fruto, se dijo, ningún árbol del mundo podría
compararse conmigo.
Y decidió
observar a los otros árboles y hacer lo mismo con ellos. Por fin, en lo alto de su erguida
copa, apunto un bellísimo fruto.
Tendré que alimentarlo bien para que crezca mucho, se dijo.
Tanto y tanto creció aquel fruto, que se hizo demasiado grande. La copa del cedro, no
pudiendo sostenerlo, se fue doblando; y cuando el fruto maduro, la copa, que era el
orgullo y la gloria del árbol, empezó a tambalearse hasta que se troncho pesadamente.
¡A cuantos hombres, como el cedro, su demasiada ambición les arruina!

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