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“¿Mi Bebé Está En el Cielo?

Por Qué Creo, Que La Palabra De Dios Nos Asegura, Que Podemos Decir:

“sí.”
Por Tim Counts

Cuando mi esposa me mostró por primera vez la prueba de embarazo positiva, nos llenó de
alegría. Extático. Era difícil creer que en 7 meses y medio estaríamos abrazando a nuestro
bebé. Una pequeña persona que se parecía a los dos, que pronto nos llamaría “Mamá” y
“Papi”.
Puesto que era pastor, a varios estados lejos de la familia, queríamos hacer este anuncio
realmente especial para ellos. Ese viernes, compramos los libros What Grand Parents Do
Best [Lo Que Los Abuelos Hacen Mejor] y What Aunts and Uncles Do Best y [Lo Que Las
Tías Y Los Tíos Hacen Mejor] para enviar por correo. Planeamos escribir notas para
acompañar los libros durante el fin de semana para que estuvieran listos para enviar por
correo el lunes. Pero el sábado por la mañana, estábamos en la sala de emergencias.
Tuvimos un aborto espontáneo.
Si recibiera una llamada de un esposo afligido como yo, ¿qué respondería a la pregunta:
‘¿Está mi bebé en el cielo?’” Demasiados cristianos, e incluso ¡algunos teólogos!, creen que
necesitamos ser agnósticos cuando se trata de esta pregunta.
En otras palabras, dicen que puede ser cierto que Dios salve a los bebés. Dicen que los
atributos de Dios nos señalan hacia esa dirección, pero creen que las Escrituras guardan
silencio sobre el tema. Hay muchos padres que se quedan preguntando dónde está su bebé,
sin creer que puedan saberlo con certeza, hasta que entren al cielo ellos mismos.
Dios no quiere que seamos agnósticos sobre el destino eterno de los bebés.
¿No deberíamos esperar que Él nos diera una respuesta a algo que afecta a tantos?
Creo que está claro en la Escritura, que Dios acoge en el cielo a cada bebé que muere,
nacido o no nacido (Salmo 139:13-18). Y esto se extiende a los niños pequeños y a los
discapacitados mentales que mueren antes de que puedan comprender la salvación. Dios
no guarda silencio sobre esta pregunta.
Cuando ocurrió nuestro aborto espontáneo, durante nuestro primer embarazo, me zambullí
en las Escrituras para encontrar consuelo para mi esposa. Pero ya había encontrado
respuestas bíblicas para mi mente años antes. Cuando era un joven pastor asociado,
mientras el pastor principal estaba de vacaciones, una nueva pareja en nuestra iglesia entró
al hospital para dar a luz gemelos unidos. Los bebés murieron en los brazos de su madre en
un minuto. Cuando entré en la habitación del hospital para orar con los padres y ver esas
caras diminutas, sabía que tenía que estar muy seguro bíblicamente, del destino de las
almas de esos bebés.
Esa noche fui a casa y leí todo un libro que recibí en una Conferencia de pastores: Safe in
the Arms of God [Seguros en los Brazos de Dios], de John MacArthur.
Esa lectura, confirmó lo que ya sabía por las Escrituras, pero también me dio una gran
confianza en el destino eterno de los bebés, los niños pequeños y los discapacitados
mentales que no pueden comprender la salvación.
¿Por qué estoy de acuerdo con lo que declaró Calvino en su “Comentario sobre la Armonía
de los Evangelios”?:
“Sería demasiado cruel excluir esa edad de la gracia de la redención”
¿Qué pasajes de las Escrituras pueden darte este tipo de confianza?
1.- LA VISIÓN DE DIOS DE LOS NIÑOS
Dios tiene un cuidado especial para todos los bebés, incluso para los bebés de adoradores
de ídolos incrédulos.
Como explica MacArthur: “Dios considera que todos los bebés son suyos.”
Dios condena a Israel por el pecado de sacrificar a Sus hijos en Ezequiel 16:20-21:
“Además de esto, tomaste tus hijos y tus hijas que habías dado a luz para mí, y los
sacrificaste a ellas para que fuesen consumidos. ¿Eran poca cosa tus fornicaciones,
para que degollases también a mis hijos y los ofrecieras a aquellas imágenes como
ofrenda que el fuego consumía?
Algunos pueden objetar que esto, sólo se aplica a niños que son parte del pueblo del pacto
de Dios.
Sin embargo, Jonás 4:11 explica la misericordia de Dios incluso a los hijos de una nación
pagana: “
¿y no he de apiadarme yo de Nínive, la gran ciudad, en la que hay más de ciento
veinte mil personas que no saben distinguir entre su derecha y su izquierda…?”
Esto incluiría tanto a los niños como a los discapacitados mentales que no pudieron
comprender hechos como este.
Dios toma posesión de estos “inocentes” (Jer 19:4), aquellos que aún no “sepa desechar lo
malo y escoger lo bueno,” (Isa 7:15-16).

2.- EL AMOR DE JESÚS POR LOS NIÑOS


Si desea ver el corazón de Dios por los niños, no necesita mirar más allá de Jesús, que es
Dios encarnado.
En Marcos 10:13-16, Lucas 18:15-17, y Mateo 19:13-15, vemos a Jesús abrazando a los
niños pequeños (¡e incluso a los pequeñitos!).
Pero estos pasajes enseñan más que la ternura de Cristo o el hecho de que Él quería que
los niños fueran cuidados dentro de la iglesia y entrenados en Sus caminos.
Sería inconsistente, si los niños pequeños que mueren antes de poder entender la ley y la
gracia y el pecado y la salvación, se van al infierno. No hay otro caso en la Escritura de Jesús
que bendiga específicamente a aquellos que están destinados al infierno.
William Hendriksen, en su comentario del Evangelio de Marcos, escribe que es significativo
que Cristo, no los haya visto como “pequeños paganos,” sino que los haya visto como si
estuvieran en el reino.

3.- LA CREENCIA DE DAVID


Cuando el hijo pequeño de David muere, sus sirvientes se sorprenden de que David se
levante de su ayuno y su llanto una vez que el niño muere. David responde: “Mientras el niño
aún vivía, yo ayunaba y lloraba, pues me decía: “¿Quién sabe si el Señor tendrá compasión
de mí y el niño viva?” Pero ahora que ha muerto, ¿por qué he de ayunar? ¿Podré hacer que
vuelva? Yo iré a él, pero él no volverá a mí.” (2ª Samuel 12:22-23)

Algunos han dicho que David simplemente quería decir que se uniría a su hijo en la tumba.
¡Pero eso no es consuelo! No solo se estaba encogiendo de hombros ante el hecho de que
su hijo había muerto, listo para seguir adelante. ¡Él estaba lo suficientemente motivado como
para querer adorar, levantarse y comer!
David sabía que estaría en el cielo para siempre después de la muerte (Salmo 23:6). David
también sabía que este era el destino eterno de su bebé.
4.- RAZONES TEOLÓGICAS
Un argumento teológico principal a favor del cielo como el hogar eterno de los niños es que
somos salvos por gracia, pero condenados por las obras.
Siempre que las Escrituras describen a aquellos que habitarán el infierno, el énfasis está en
su pecado deliberado y su rebelión contra Dios (1ª Corintios 6:9-10; Efesios 5:5, etc.).
Lea el relato del Juicio del Gran Trono Blanco:
“y los muertos fueron juzgados por lo que estaba escrito en los libros[c], según sus
obras…. y fueron juzgados, cada uno según sus obras.” (Apocalipsis 20:12-13)
Los infantes, los niños pequeños y los discapacitados mentales, que tienen la capacidad de
niños, no entienden completamente la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, entre la ley
de Dios y la gracia de Dios, de manera que no tienen un pecado voluntario.
Esta breve descripción, nos ha proporcionado algunas de las principales razones para
creer que un bebé que muere va al cielo.
La otra cara del debate -que los bebés que mueren se van al infierno- tiene muy poca gente
dispuesta a explicar su posición y poco o ningún apoyo bíblico.
Spurgeon explicó esto en su sermón “Exposiciones de las Doctrinas de la Gracia” de una
manera que solo Spurgeon puede:
“Puede haber existido en alguna parte, en algún rincón de la tierra, un rufián que se atreviera
a decir que hay pequeños en el infierno, pero yo nunca he conocido al tal, ni he conocido a
un hombre que jamás haya visto a tal persona… Sustentamos que todos los infantes (que
mueren) son elegidos de Dios y por consiguiente salvos. Nosotros miramos esto como
siendo el medio por el cual Cristo vera la aflicción de su alma hasta un alto grado y, en efecto
a veces esperamos que de esta manera la multitud de los salvos será más grande que la de
los perdidos… Creo que el Señor Jesús que dijo que “de ellos es el reino de los cielos,”
recibe diaria y constantemente en sus brazos de amor a aquellos tiernos que son solo
mostrados y luego arrebatados al cielo…”
Una semana después de orar con los padres de los gemelos unidos, recibí una llamada
telefónica de su padre que se estaba preparando para el funeral.
Él me preguntó: “¿Puedes mostrarme el versículo que dice que los bebés que mueren van
al cielo?”
Lo traje a 2ª Samuel y hablamos sobre la esperanza de David de ver a su hijo en el
cielo.
Lo traje a Apocalipsis 20 y hablamos acerca de cómo somos salvos por gracia, pero
condenados por nuestras obras pecaminosas.
Hablamos sobre el hecho de que sus bebés nunca se habían portado bien ni mal, sino
que se salvaron gracias a la gran y silenciosa gracia de Cristo, a causa de Su sangre.
Pero casi siempre hablaba con él sobre el amor de Jesús por los niños y que Él dijo que el
Reino de Dios les pertenece.
De eso es de lo que habló unos días más tarde cuando estaba junto a su pequeño ataúd:
que él y su esposa sabían que volverían a ver a sus gemelos porque sabían que Jesús
amaba a sus bebés. Ellos fueron y están en el Reino de Cristo.
Si estás leyendo esto porque tus brazos están vacíos hoy, recuerda que Jesús ama a los
niños pequeños. Si confías en Jesús, parte de la gloria que experimentarás el día que entres
al cielo, será encontrarte con tu pequeño otra vez.
¡Oh, alabe a nuestro Salvador, porque “a Él le pertenecen los pequeños!”
Sí, Jesús me ama.
Sí, Jesús ama a mi bebé.
La Biblia me lo dice.

TIM COUNTS es graduado de TMS (Maestro en Divinidades).Es el pastor de la Iglesia Bautista de


Northshire en Manchester Center, Vermont.
También escribe regularmente en su propio blog: He Must Become Greater.

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