Sei sulla pagina 1di 4

Serie: Seamos adoradores

Parte 2: Verdaderos Adoradores

Introducción

“Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en
espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que Lo adoren. “Dios es
espíritu, y los que Lo adoran deben adorar en espíritu y en verdad.” Juan 4:23-24

¿Alguna vez ha tratado de definir lo que es la adoración? Puede ser difícil describir
exactamente lo que significa esta palabra, incluso si usted ha estado participando en ella
durante toda su vida. Normalmente asociamos la adoración con los servicios de la iglesia y
la música, pero ella implica mucho más. Sin lugar a dudas, lo mejor que podemos hacer
para tener una comprensión más clara es examinar las Sagradas Escrituras.

La primera mención en cuanto a la adoración en la Biblia se encuentra en Génesis 22 —la


historia de la obediencia de Abraham. Cuando recibió la orden de ofrecer a su hijo Isaac
en sacrificio, Abraham dijo a los jóvenes que lo acompañaban: “Esperad aquí con el asno,
y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros” (v. 5). Esto
puede parecer muy diferente a lo que hoy en día llamamos adoración, pero contiene
algunas características comunes.

Adorar es devoción y obediencia desbordantes que brotan de un corazón rendido y de


una mente totalmente dedicada al Señor.

Adorar es devoción y obediencia desbordantes que brotan de un corazón rendido y de una


mente totalmente dedicada al Señor. Cuando nos sentimos cerca de Dios, o si las
circunstancias son positivas, la alabanza surge fácilmente. Pero otras veces nos sentimos
más como Abraham, porque la adoración es difícil o exige un alto precio. Ahí es cuando
necesitamos enfocarnos en lo que el Señor ha dicho, en vez de hacerlo en lo que nos dicen
nuestros sentidos terrenales, en cuanto a las circunstancias que estemos enfrentando.

Desarrollo

Es fácil adorar y alabar a Dios cuando todo va bien en nuestra vida, sin embargo los que adoran al
Señor en Espíritu y Verdad nunca se forjan en los oasis o en la quietud, siempre se forjan en las
crisis. A veces tenemos que caminar por desiertos, ya sea enfermedades, crisis financieras o la
partida de un ser querido; y desde esos desiertos debemos alabar a Cristo sin reclamos, sin quejas,
sin dolor. Recordemos que aun en los peores momentos, cuando nos sentimos solos, siempre el
ángel de Dios estará parado entre nosotros y el enemigo, al igual que el ángel no permitió al
ejército del faraón avanzar hacia el pueblo de Israel. Para tener victorias, debemos comenzar por
ser verdaderos adoradores de Su gloria.

“La verdadera adoración fluye de un corazón que procura mantenerse en pie de guerra contra
todos los ídolos que pretenden suplantar a Dios en el trono de sus afectos”.
Serie: Seamos adoradores

La Palabra de Dios nos enseña de innumerables maneras; y aprender a adorar no es la


excepción. La Biblia, por medio de su rico lenguaje y de los muchos ejemplos de hombres
y mujeres fieles, puede enseñarnos no solamente cómo ofrecer a Dios nuestra alabanza y
nuestra devoción, sino también cómo escucharle y prestar atención a las indicaciones del
Espíritu. Cuando imitamos el ejemplo de Abraham y respondemos con fe y obediencia a
Dios, estamos adorándole.

La verdadera adoración es netamente un asunto del corazón. Cualquier cosa que alcance
o supere tus afectos hacia Dios es un ídolo. El verdadero adorador de Dios es aquel que
ama a Dios por sobre todo, incluso por sobre sí mismo.

¿Por qué los cristianos ofrendamos con liberalidad y alegría? Porque Dios lo ha ordenado.
¿Por qué vamos a los cultos de nuestras congregaciones? Porque Dios lo ha dispuesto así.
¿Por qué procuramos amar aún a los que nos aborrecen, ultrajan, y persiguen? Porque
Dios ha dicho que así debe ser.

Para el verdadero adorador, la sabiduría de Dios revelada en la Escritura rige sus


decisiones sobre el uso de su dinero y tiempo, sobre sus quehaceres y responsabilidades;
el verdadero adorador nunca descansa en su propia sabiduría ni en la pericia de ningún
hombre.

El verdadero adorador de Dios es aquel que ama a Dios por sobre todo, incluso por sobre
sí mismo.

Fácil de sustituir

El primer problema con la adoración verdadera —la que Dios demanda de sus criaturas
racionales— es que es fácil de desvirtuar.

Dios es Espíritu; en un mundo físico, donde hay una multitud de realidades capaces de ser
percibidas tangiblemente por los sentidos del hombre, se hace cuesta arriba habituarnos a
realidades no sensoriales, y peor aún, someternos a tales.

La realidad o naturaleza de Dios es de una dimensión superior a los hábitos humanos, que
son materiales.

Imposible de comprender

La segunda complicación respecto a la adoración es que la espiritualidad del hombre está


hecha añicos. Por la carnalidad de los hombres, la espiritualidad de Dios se eclipsa
completamente desde la perspectiva humana.

El problema no es de fábrica. La “carnalidad” o “pecaminosidad” humana es una condición


hereditaria, pero no es una condición de fabricación. Dios no nos hizo carnales o
Serie: Seamos adoradores

pecadores, sino que caímos en el pecado. La narración de los aconteceres de la caída


están bien explicados e ilustrados en Génesis 3.

El decreto de Dios a Adán fue:

“De todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal
no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás”, Génesis 2: 16-17.

La caída del hombre es nada menos que muerte espiritual. Esta desgracia implicó
inmediata y automáticamente la muerte espiritual y, como consecuencia y
eventualmente, la muerte física.

El problema

Entonces, aquí tenemos a Dios, el Soberano absoluto del universo y nuestro creador,
exigiendo un asunto imposible:

— Hombres, adórenme en espíritu y en verdad (Juan 4:23-24).

— Pero Dios, ¿acaso no estamos muertos por el pecado?

— Sí, completamente (Efesios 2:1-4)— contesta el Señor.

¿Y entonces?, preguntamos tú y yo.

La buena noticia

Lo anterior es cierto. Dios exige adoración, pero los hombres estamos muertos en
nuestros delitos y pecados. Para nosotros es imposible acercarnos a Él en rendición. La
buena noticia es que Dios tuvo un plan eterno de rescate y salvación: ¡Cristo!

La muerte espiritual del hombre pecador llega a su fin en Cristo. El pecador muerto puede
ser revivido gracias a la fe en Él. La fe, que es un don divino Dada por la acción de su
Espíritu al pecador, es el antídoto contra el pecado; es el elixir de la vida eterna.

El pecado nos mató, pero venida la fe, revivimos.

La resurrección espiritual nos capacita para comprender lo espiritual. Cualquiera que es de


la fe de Jesús está capacitado para comprender más y más a Dios, y vivir cada vez más en
consecuencia. Para el creyente, Dios es tan real como las cosas tangibles. No porque antes
no lo fuera, sino porque ahora puede verlo.

Puesto que el hombre es un ser material además de espiritual, Dios en su gracia nos
proveyó de medios sensoriales para comprenderle y amarle a pesar de su absoluta
espiritualidad. Nos dejó su basta creación, por la cual podemos percibir su poder y
Serie: Seamos adoradores

divinidad (Romanos 1:18-21). También nos dio su Testamento por escrito, donde nos
traza pautas indispensables sobre quién es Él, quiénes somos nosotros, qué debemos
hacer y cómo debemos vivir (ver 1 Timoteo 3.15-17). Y como si todo esto fuera poco, se
encarnó en la persona de su Hijo Jesucristo, para que mediante los sentidos podamos
palpar la realidad espiritual definitiva, la divina.

La muerte espiritual del hombre pecador llega a su fin en Cristo.

Conclusión

¿No es esto grandioso? ¡Creo que no pudo ser mejor!

Gracias al evangelio de Cristo podemos ser esos verdaderos adoradores que el Señor está
buscando.

¿Cómo puedes tú confirmar esta extraordinaria y poderosa verdad de lo espiritual y la


vida en Jesucristo? ¡Ven y ve! Te animo a leer la Escritura, a preguntarle a algún cristiano
maduro sobre estos asuntos, a reunirte con un grupo de creyentes, y a pedirle a ese Dios
invisible y espiritual que si el existe te permita conocerlo. Sé sincero en tu corazón. Él no
está lejos; ¡Él es la Verdad!

Si usted está pasando por una temporada de gozo o de tristeza, de infortunio o de


prosperidad, de enfermedad o de salud, no se desanime —recuerde que siempre hay
motivos para honrar y exaltar al Señor.

Potrebbero piacerti anche