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¿Qué es Renacimiento?

El Renacimiento es un movimiento cultural caracterizado por un retorno a las ideas


e ideales culturales de la Grecia y Roma antiguas. Al margen, el significado original
de la palabra, refiere al acto de volver a nacer.

El Renacimiento es considerado un importante movimiento cultural propio de


Europa occidental que transcurrió en los siglos XV y XVI y marcó en la historia
universal la transición entre la edad media y la edad moderna. Este complejo paso
de una edad a otra trajo consigo numerosos avances en el campo de las ciencias
humanas y naturales. Se habla frecuentemente de este momento histórico como
tiempos de esplendor cultural. Los dogmas son abandonados por la clase
productora de capitales culturales y esto abre el camino al avance científico. La
naturaleza cobra importancia y la observación es el método más común.

El enfoque de la cultura pasa de ser teocéntrico a ser antropocéntrico, tomando el


nombre de movimiento Humanismo. El hombre en primer plano de las ciencias
humanas fomenta un individualismo nunca antes experimentado. Este nuevo
enfoque dispersa en el mundo un optimismo que, en las ciencias, promueve una
curiosidad por el descubrimiento y la belleza, el avance.

El Renacimiento incluye renovaciones culturales y científicas, y retoma premisas


grecolatinas. Se fecha usualmente su comienzo con la caída de Constantinopla en
el año 1453 y aunque no todos los historiadores están de acuerdo con esta fecha,
se toma en consideración ese punto histórico tradicionalmente. El término
Renacimiento comienza a utilizarse para definir el período en el siglo XVI, pero fue
utilizado por primera vez por el literato Petrarca.

El período renacentista será descrito como una ruptura deliberada con las
estructuras anteriores. Los cambios estéticos son los más sencillos de apreciar y
fueron los que se dispersaron con más facilidad en la Europa renacentista. Sin
embargo, los cambios más radicales en cuanto a mentalidad, llevaron más cantidad
tiempo pero fueron definitivos.

El Renacimiento fue fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que


determinaron una nueva concepción del hombre y del mundo. El término
«renacimiento» se utilizó reivindicando ciertos elementos de la cultura clásica griega
y romana, y se aplicó originariamente como una vuelta a los valores de la cultura
grecolatina y a la contemplación libre de la naturaleza tras siglos de predominio de
un tipo de mentalidad más rígida y dogmática establecida en la Europa medieval.
En esta nueva etapa se planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano,
con nuevos enfoques en los campos de las artes, la política, la filosofía y las
ciencias, sustituyendo el teocentrismo medieval por el antropocentrismo.

CARACTERISTICAS
 Durante este período hay un renovado interés e inclinación por:
 El mundo grecolatino, su estética y sus temas
 La vida secular
 La importancia de los artistas para la sociedad
 El optimismo
 Vivir el presente y gozar de la vida (carpe diem)
 La ética y nuevos valores sociales
 La curiosidad científica
 La vida sencilla (beatus ille)
 La confianza en la razón por encima de la fe
 El antropocentrismo en contraste al teocentrismo de la Edad Media

La estética renacentista valora las formas equilibradas y armónicas, y la idealización


de la realidad. Además, surge un nuevo prototipo del caballero: ya no basta ser
experto en las armas, como en la Edad Media, sino también en las letras y artes.

También hay que resaltar el crecimiento de la burguesía, clase social que adquiere
poder durante esta época y va desplazando poco a poco a los señores feudales.
Diferentes etapas históricas marcan el desarrollo del Renacimiento: la primera tiene
como espacio cronológico todo el siglo xv: es el denominado Quattrocento, y
comprende el Primer Renacimiento —también llamado «Renacimiento temprano»
o «Bajo Renacimiento»—, que se desarrolla en Italia; la segunda surge en el siglo
xvi y se denomina Cinquecento: su dominio artístico queda referido al clasicismo o
Alto Renacimiento —también llamado «Renacimiento pleno»—, que se centra en el
primer cuarto del siglo. En esta etapa surgen las grandes figuras del Renacimiento
en las artes: Leonardo, Miguel Ángel, Rafael. Es el apogeo del arte renacentista.
Este período desemboca hacia 1520-1530 en una reacción anticlásica que
conforma el manierismo, que dura hasta el final del siglo xvi. Mientras que en Italia
se estaba desarrollando el Renacimiento, en el resto de Europa se mantiene el arte
gótico en sus formas tardías, situación que se iba a mantener, exceptuando casos
concretos, hasta comienzos del siglo xvi.29

En Italia el enfrentamiento y convivencia con la antigüedad grecorromana,


considerada como un legado nacional, proporcionó una amplia base para una
evolución estilística homogénea y de validez general. Por ello, allí fue posible su
surgimiento y precedió a todas las demás naciones. Fuera de Italia, el desarrollo del
Renacimiento dependería constantemente de los impulsos marcados por Italia:
artistas importados desde Italia o formados allí harían el papel de verdaderos
transmisores. Monarcas como Francisco I en Francia o Carlos I y Felipe II en España
impusieron el nuevo estilo en las construcciones que patrocinaban, influyendo en
los gustos artísticos predominantes y convirtiendo el Renacimiento en una «moda».

Italia

Arquitectura

Artículo principal: Arquitectura del Renacimiento


La Iglesia de Santa Maria Novella, en Florencia, con fachada de Leon Battista
Alberti. La ordenación geométrica que propone Aberti en el diseño queda mitigada
por el empleo de mármoles polícromos, conforme a la tradición local.

La arquitectura renacentista tuvo un carácter marcadamente profano en


comparación con la época anterior. Surgió en una ciudad en donde la arquitectura
gótica apenas había penetrado, Florencia. A pesar de ello, muchas de las obras
más destacadas fueron edificios religiosos.

Con el nuevo gusto, se buscaba ordenar y renovar los viejos burgos medievales e
incluso se proyectaban ciudades de nueva planta. La búsqueda de la «ciudad
ideal», opuesta al modelo caótico y desordenado del medievo, sería una constante
preocupación de artistas y mecenas. Así, el papa Pío II reordenó su ciudad natal,
Pienza, convirtiéndola en un auténtico muestrario del nuevo urbanismo
renacentista. En sí, las ciudades se convertirían en el escenario ideal de la
renovación artística, oponiéndose al concepto medieval en el que lo rural tenía un
papel preferente gracias al monacato.

Al tomar elementos de la arquitectura clásica, los arquitectos renacentistas lo hacían


de forma selectiva, así por ejemplo en lugar de utilizar la columna dórica clásica se
prefirió el orden toscano. Igualmente se crearon formas nuevas, como la columna
abalaustrada, nuevos órdenes de capiteles o decoraciones que si bien se inspiraban
en la antigüedad habían de adaptarse al uso religioso de las iglesias. Así, los
amorcillos clásicos que acompañaban a Venus en las representaciones griegas o
romanas pasan a ser angelotes (putti).

Los arquitectos emplean las proporciones modulares y la superposición de órdenes


que aparecía en los edificios romanos; las cúpulas se utilizaron mucho como
elemento monumental en iglesias y edificios públicos. A partir de este momento, el
arquitecto abandona el carácter gremial y anónimo que había tenido durante la Edad
Media y se convierte en un intelectual, un investigador. Muchos de ellos escribieron
tratados y obras especulativas de gran trascendencia, como en el caso de Leon
Battista Alberti o Sebastiano Serlio.

elementos constructivos

Estructurales: arco de medio punto, columnas, cúpula semiesférica, bóveda de


cañón y cubierta plana con casetones.30 Todos ellos habían sido usados en la
antigüedad, especialmente por el arte romano, y se recuperan ahora,
modificándolos. Decae paulatinamente el tradicional método de construcción del
gótico, y se abandona en gran medida las bóvedas de crucería, el arco apuntado,
las naves escalonadas y, sobre todo, la impresión de colosalismo y multiplicidad de
los edificios medievales. Predominarían ahora valores como la simetría, la claridad
estructural, la sencillez y, sobre todo, la adaptación del espacio a la medida del
hombre.

Decorativos: pilastras, frontones, pórticos, motivos heráldicos, almohadillados,


volutas, grutescos, guirnaldas, motivos de candelieri (candelabros o pebeteros) y
tondos o medallones. Algunos de estos ya se habían utilizado en el gótico, otros son
creaciones originales y la mayoría se inspiraron en modelos romanos y griegos. En
cuanto a la decoración, el Renacimiento preconizó el despojamiento, la austeridad,
el orden. Solo a finales del siglo xvi esta tendencia se rompería en favor de la
fantasía y la riqueza decorativa con el manierismo.

Basílica de San Pedro, obra de Bramante y Miguel Ángel, autor del diseño final que
se ejecutó en su mayor parte; la cúpula fue terminada por Giacomo della Porta, y la
fachada es obra de Carlo Maderno, de época barroca. Concebida inicialmente
según un diseño centralizado, las variaciones en la dirección de la obra dieron como
resultado un nuevo prototipo de iglesia, llamado a extenderse con la Contrarreforma.
El Quattrocento tuvo su centro neurálgico en Florencia y la Toscana. La sencillez y
claridad estructural y decorativa fue el rasgo fundamental de la arquitectura de este
momento. Los modelos clásicos se someten a un proceso de estilización y se
adaptan al templo cristiano. Fue frecuente recurrir a los órdenes clásicos, con
columnas y pilastras adosadas, capiteles (con preferencia el corintio, aunque
sustituyendo los caulículos por figuras fantásticas o de animales), fustes lisos y casi
omnipresencia del arco de medio punto. Se usa también la bóveda de cañón y de
arista, y cubiertas de madera con casetones. Lo que fundamentalmente distingue a
la arquitectura del Quattrocento de la del Alto Renacimiento es la decoración
menuda (putti, guirnaldas de flores o frutos, grutescos, etc.), las cúpulas con nervios,
con ciertos resabios góticos (catedral de Florencia, de Filippo Brunelleschi) y las
fachadas simétricas de pisos superpuestos (palacio Medici−Riccardi, de
Michelozzo) o con sillares almohadillados (palacio Rucellai, de Bernardo Rossellino,
proyecto de Alberti, palacio Pitti). En general, la arquitectura cuatrocentista da la
impresión de orden, sencillez, ligereza y simetría, predominando en el interior de los
edificios la luminosidad y la desnudez. Los arquitectos más destacados de este
período fueron Brunelleschi (Basílica de San Lorenzo, 1420; Basílica del Santo
Spirito, 1436) y Leon Battista Alberti (San Andrés de Mantua, 1460); y la principal
obra fue la catedral de Santa María del Fiore de Florencia y su famosa cúpula, obra
de Brunelleschi.31 Del resto de Italia destacan: la Cartuja de Pavía, de Giovanni
Antonio Amadeo (1475); la iglesia de San Zacarías de Venecia, de Mario Codussi
(1470); y el Castel Nuovo de Nápoles, de Francesco Laurana (1453).32

El Cinquecento tuvo como centro Roma: en 1506 Donato Bramante terminaba su


célebre proyecto para la Basílica de San Pedro en el Vaticano, que sería el edificio
que marcaría la pauta en lo restante del siglo xvi.33 En esta etapa, los edificios
tienden más a la monumentalidad y la grandiosidad. Miguel Ángel introdujo el
«orden gigante» en su proyecto para la basílica vaticana, lo que rompió con el
concepto de «arquitectura hecha a la medida del hombre».34 Los palacios se
adornaban con elaborados bajorrelieves (palacio Grimani de Venecia, 1549, obra
de Michele Sanmicheli) o de esculturas exentas (Biblioteca de San Marcos, 1537–
1550, Venecia, obra de Jacopo Sansovino). Predominaría de este modo la idea de
riqueza, monumentalidad y lujo en las construcciones. A medida que avanza el siglo,
el manierismo se introdujo en la arquitectura, con edificios cada vez más suntuosos,
rebuscadas decoraciones y elementos que pretenden captar la atención del
espectador por su originalidad o extravagancia (palacio del Té, en Mantua, de Giulio
Romano). Podemos distinguir, de este modo, como en las demás disciplinas
artísticas, dos periodos: el «clasicismo» de principios de siglo, con autores como
Bramante, Miguel Ángel, Antonio da Sangallo el Viejo, o Jacopo Sansovino;35 y el
«manierismo», que se da a partir de 1530, siendo sus principales autores Andrea
Palladio, Giorgio Vasari, Giulio Romano, Jacopo Vignola y Vincenzo Scamozzi.36
Hay que apuntar que la ruptura del manierismo no fue radical puesto que ya en la
obra de Miguel Ángel aparecen elementos que la preludian.37

Pintura
El Nacimiento de Venus, obra de Botticelli, conservada en la Galleria degli Uffizi,
Florencia. El paganismo se introduce en el arte renacentista como contrapunto al
mundo hermético y cerrado del medievo en el que Dios era el fin de todo. El ser
humano en su individualidad y diversidad será a partir de ahora el objeto máximo
del interés de los artistas.

En pintura, las novedades del Renacimiento se introdujeron de forma paulatina pero


irreversible a partir del siglo xv. Un antecedente de las mismas fue Giotto, pintor aún
dentro de la órbita del gótico, pero que desarrolló en sus pinturas conceptos como
volumen tridimensional, perspectiva y naturalismo, que alejaban su obra de los
rígidos modos de la tradición bizantina y gótica y preludiaban el Renacimiento
pictórico.

En el Quattrocento (siglo xv) se recogieron todas estas novedades y se adaptaron


a la nueva mentalidad humanista y burguesa que se expandía por las ciudades-
estado italianas. Los pintores, aun tratando temas religiosos la mayoría de ellos,
introdujeron también en sus obras la mitología, la alegoría y el retrato, que se
desarrollarían a partir de ahora enormemente. Una búsqueda constante de los
pintores de esta época sería la perspectiva, objeto de estudio y reflexión para
muchos artistas: se trató de llegar a la ilusión de espacio tridimensional de una forma
científica y reglada. La pintura cuatrocentista es una época de experimentación; las
pinturas abandonan lenta y progresivamente la rigidez gótica y se aproximan cada
vez más a la realidad. Aparece la naturaleza retratada en los fondos de las
composiciones, y se introducen los desnudos en las figuras.38

Los pintores más destacados de esta época fueron: en Florencia, Fra Angélico,
Masaccio, Benozzo Gozzoli, Piero della Francesca, Filippo Lippi y Paolo Uccello; en
Umbría, Perugino; en Padua, Andrea Mantegna; y, en Venecia, Giovanni Bellini. Por
encima de todos ellos destaca Sandro Botticelli, autor de alegorías, delicadas
madonnas y asuntos mitológicos. Su estilo dulce, muy atento a la belleza y
sensibilidad femeninas, y predominantemente dibujístico, caracterizan la escuela
florentina de pintura y toda esta época. Otros autores del Quattrocento italiano son
Andrea del Castagno, Antonio Pollaiuolo, Pinturicchio, Domenico Ghirlandaio, Cima
da Conegliano, Luca Signorelli, Cosimo Tura, Vincenzo Foppa, Alessio Baldovinetti,
Vittore Carpaccio y, en el sur de la península, Antonello da Messina.39

El Cinquecento (siglo xvi) fue la etapa culminante de la pintura renacentista, y


denominada por ello a veces como «clasicismo». Los pintores asimilan las
novedades y la experimentación cuatrocentistas y las llevan a nuevas cimas
creativas. En este momento aparecen grandes maestros, cuyo trabajo servirá de
modelo a los artistas durante siglos. El primero de ellos fue Leonardo da Vinci, uno
de los grandes genios de todos los tiempos. Fue el ejemplo más acabado de artista
multidisciplinar, intelectual y obsesionado con la perfección, que le llevó a dejar
muchas obras inconclusas o en proyecto. Poco prolífico en su faceta pictórica,
aportó sin embargo muchas innovaciones que condujeron a la historia de la pintura
hacia nuevos rumbos. Quizá su principal aportación fue el sfumato o claroscuro,
delicada gradación de la luz que otorga a sus pinturas una gran naturalidad, a la vez
que ayuda a crear espacio. Estudiaba cuidadosamente la composición de sus obras,
como en la Última Cena, donde las figuras se ajustan a un esquema geométrico.
Supo unir en sus trabajos la perfección formal a ciertas dosis de misterio, presente,
por ejemplo, en la celebérrima Gioconda, La Virgen de las Rocas o el San Juan
Bautista.40

La Virgen, el Niño Jesús y santa Ana, por Leonardo da Vinci, Museo del Louvre,
París. «Verdaderamente celestial y admirable fue Leonardo [...]. Hizo un cartón de
Nuestra Señora y santa Ana, con Cristo, que también les pareció maravilloso a todos
los artistas; una vez terminado, estuvo expuesto dos días para que lo vieran los
hombres y las mujeres, los jóvenes y los viejos, como se va a las fiestas solemnes,
para ver las maravillas de Leonardo, que hicieron asombrar a todo este pueblo».
Giorgio Vasari, Las Vidas.

Retrato de Eleonora Gonzaga, por Tiziano. La dama se muestra en la lejanía


aristocrática de su opulento atuendo, pero con ciertas alusiones a la vida cotidiana
(reloj, ventana abierta al paisaje, perrito dormido) que la acercan al espectador.
Galleria degli Uffizi, Florencia.

Miguel Ángel es, cronológicamente, la segunda gran figura. Fundamentalmente


escultor, se dedicó a la pintura de forma esporádica, a petición de algunos
admiradores de su obra, sobre todo el papa Julio II. Los frescos de la Capilla Sixtina
muestran el atormentado mundo interior de este artista, poblado de figuras
monumentales, sólidas y tridimensionales como si fueran esculturas, y de llamativa
presencia física. En su obra cobra mucha importancia el desnudo, aun cuando la
casi totalidad de la misma fue hecha para decorar iglesias.41

Rafael Sanzio completa la tríada de genios del clasicismo. Su estilo tuvo un enorme
éxito y se puso de moda entre los poderosos. La pintura de Rafael buscaba ante
todo la grazia, o belleza equilibrada y serena. Sus madonnas recogen las
novedades de Leonardo en lo que se refiere a composición y claroscuro, añadiendo
una característica dulzura. Anticipa claramente la pintura manierista en sus últimas
obras, cuyo estilo agitado y dramático copiarán y difundirán sus discípulos.42

Con la aparición de estos tres grandes maestros, los artistas contemporáneos


asumen que el arte ha llegado a su culmen —concepto recogido en la obra de
Giorgio Vasari Las Vidas—43 y se afanarán por tanto en incorporar estos logros,
por un lado, y en la búsqueda de un estilo propio y original como forma de
superarlos. Ambas cosas, junto con el ambiente pesimista que se respiraba en la
Cristiandad en la década de 1520 (Saco de Roma, Reforma protestante, guerras),
hizo surgir con fuerza a partir de los años 1530 una nueva corriente, el Manierismo.
Se buscaría a partir de entonces lo extravagante, lo extraño, lo exagerado y lo irreal.
Pertenecen a esta corriente pictórica Jacopo Pontormo, Bronzino, Parmigianino,
Rosso Fiorentino o Francesco Salviati. Otros autores tomarían algunas novedades
manieristas pero siguiendo una línea más personal y clasicista. Entre ellos podemos
citar a Sebastiano del Piombo, Correggio, Andrea del Sarto o Federico Barocci.44

Dentro de las diferentes escuelas que surgen en Italia en el Cinquecento, la de


Venecia presenta especiales características. Si los florentinos ponían el acento en
el disegno, es decir, en la composición y la línea, los pintores venecianos se
centrarían en el color. Las especiales características del estado veneciano pueden
explicar algo de esta particularidad, puesto que se trataba de una sociedad elitista,
amante del lujo y muy relacionada con Oriente. La escuela veneciana reflejaría esto
mediante una pintura refinada, hedonista, menos intelectual y más vital, muy
decorativa y colorista. Precursores de la escuela veneciana del Cinquecento fueron
Giovanni Bellini y, sobre todo, Giorgione, pintor de alegorías, paisajes y asuntos
religiosos, melancólicos y misteriosos. Deudor de su estilo fue Tiziano, el mayor
pintor de esta escuela, excelente retratista, quizá el más demandado de su tiempo;
autor de complejas y realistas composiciones religiosas, llenas de vida y colorido.
En la última etapa de su vida deshace los contornos de las figuras, convirtiendo sus
cuadros en puras sensaciones de luz y color, anticipo del impresionismo.45
Tintoretto, Paolo Veronese y Palma el Viejo continuaron esta escuela llevándola
hacia el manierismo y anticipando en cierta manera la pintura barroca.46

Escultura
Como en las demás manifestaciones artísticas, los ideales de vuelta a la
antigüedad, inspiración en la naturaleza, humanismo antropocéntrico e idealismo
fueron los que caracterizaron la escultura de este período. Ya el gótico había
preludiado en cierta manera algunos de estos aspectos, pero algunos hallazgos
arqueológicos (el Laocoonte, hallado en 1506, o el Torso Belvedere) que se dieron
en la época supusieron una auténtica conmoción para los escultores y sirvieron de
modelo e inspiración para las nuevas realizaciones.

El condotiero Gattamelata, en Padua, por Donatello. El monumento ecuestre


conmemorativo apenas sobrevivió a la antigüedad. La plástica renacentista
recuperó esta tipología típicamente romana y la aplicó, en este caso, al héroe
característico de la época: el condotiero o capitán mercenario.

Detalle de la Puerta del Paraíso, en el Baptisterio de Florencia, obra de Lorenzo


Ghiberti. Fue Miguel Ángel quien, admirado por la perfección de los relieves de esta
puerta, dijo que merecería ser la del propio Paraíso.

Aunque se siguieron haciendo obras religiosas, en las mismas se advierte un claro


aire profano; se reintrodujo el desnudo y el interés por la anatomía con fuerza, y
aparecieron nuevas tipologías técnicas y formales, como el relieve en stiacciato
(altorrelieve con muy poco resalte, casi plano) y el tondo, o composición en forma
de disco; también la iconografía se renovó con temas mitológicos, alegóricos y
heroicos. Apareció un inusitado interés por la perspectiva, derivado de las
investigaciones arquitectónicas coetáneas, y el mismo se plasmó en relieves,
retablos, sepulcros y grupos escultóricos. Durante el Renacimiento decayó en cierta
manera la tradicional talla en madera policromada en favor de la escultura en piedra
—mármol preferentemente— y se recuperó la escultura monumental en bronce,
caída en desuso durante la Edad Media. Los talleres de Florencia fueron los más
reputados de Europa en esta técnica, y surtieron a toda Europa de estatuas de este
material.47

Los dos siglos que dura el Renacimiento en Italia dieron lugar, igual que en las
demás artes, a dos etapas:

El Quattrocento (siglo xv): el centro escultórico principal fue Florencia, donde la


familia Médicis y, con posterioridad, la República, ejercieron de mecenas de
numerosas obras. Lorenzo el Magnífico era aficionado a las esculturas griegas y
romanas y había formado una interesante colección de las mismas, poniendo de
moda el gusto clásico. Los autores más destacados de la época fueron Lorenzo
Ghiberti (Puerta del Paraíso del Baptisterio de Florencia), Andrea Verrocchio
(Monumento al condotiero Colleoni), Donatello, el taller de los hermanos Della
Robbia —que introdujeron la cerámica vidriada y policromada como novedad,
utilizándola en decoraciones de edificios—, Jacopo della Quercia, Desiderio da
Settignano y Bernardo Rossellino. El más importante de ellos es Donatello, gran
creador que, partiendo de los supuestos del gótico, estableció un nuevo ideal
inspirado en la grandeza clásica. Suyo es el mérito de rescatar el monumento
conmemorativo público —su Condotiero Gattamelata es una de las primeras
estatuas ecuestres de bronce desde la antigüedad—, la utilización heroica del
desnudo (David) y la intensa humanización de las figuras, llegando al retrato en
ocasiones, pero sin abandonar nunca una orientación claramente idealista.48

La Piedad del Vaticano, de Miguel Ángel, encargada por el cardenal francés Jean
Bilhères de Lagraulas para su sepultura, hoy se encuentra en la Basílica de San
Pedro. El idealismo e impasibilidad de los dioses clásicos se traslada aquí a un tema
cristiano; la serena belleza de María y de Cristo apenas se ve alterada por el dolor
o la misma muerte.

El Cinquecento (siglo xvi): esta época está marcada por la aparición estelar de
uno de los escultores más geniales de todos los tiempos, Miguel Ángel.49 Hasta tal
punto marcó la escultura de todo el siglo que muchos de sus continuadores no
fueron capaces de recoger todas sus novedades y estas no se desarrollaron hasta
varios siglos después. Miguel Ángel fue, como tantos otros en esta época, un artista
multidisciplinar. Sin embargo, él se consideraba preferentemente escultor. En sus
primeras obras recoge el interés arqueológico surgido en Florencia: así, su Baco
ebrio fue realizado con intención de que aparentara ser una escultura clásica. Igual
espíritu se aprecia en la Piedad, realizada entre 1498 y 1499 para la basílica
vaticana. Protegido primero por los Médicis, para los que creó las Tumbas
Mediceas, soberbio ejemplo de expresividad, marchó luego a Roma, donde
colaboró en los trabajos de construcción de la nueva basílica. El pontífice Julio II lo
tomó bajo su protección y le encomendó la creación de su Mausoleo, denominado
por el artista como «la tragedia de la sepultura» por los cambios y demoras que
sufrió el proyecto. En las esculturas hechas para este sepulcro, como el célebre
Moisés, aparece lo que se ha venido denominando terribilitá miguelangelesca: una
intensa a la vez que contenida emoción que se manifiesta en anatomías sufrientes,
exageradas y nerviosas —músculos en tensión—, posturas contorsionadas y
escorzos muy rebuscados. Los rostros, sin embargo, suelen mostrarse contenidos.
En sus obras finales el artista desdeña de la belleza formal de las esculturas y las
deja inacabadas, adelantando un concepto que no volvería al arte hasta el siglo xx.
Miguel Ángel continuó con la tradición de monumentos públicos heroicos y profanos
que inició Donatello y la llevó a una nueva dimensión con su conocido David,
esculpido para la Piazza della Signoria de Florencia.50 En los años finales de la
centuria, la huella de Miguel Ángel tuvo sus réplicas en Benvenuto Cellini (Perseo
de la Loggia dei Lanzi de Florencia, espacio concebido como museo de escultura al
aire libre), Bartolomeo Ammannati, Giambologna y Baccio Bandinelli, que
exagerarían los elementos más superficiales de la obra del maestro, situándose
plenamente todos ellos en la corriente manierista. Destaca en esta época también
la saga familiar de los Leoni, broncistas milaneses al servicio de los Habsburgo
españoles, auténticos creadores de la imagen áulica, un tanto estereotipada, de
estos monarcas. Su presencia en España llevó allí de primera mano las novedades
renacentistas, extendiendo su influjo hasta la escultura barroca.51

Literatura
La literatura renacentista se desarrolló en torno al humanismo, la nueva teoría que
destacaba el papel primordial del ser humano sobre cualquier otra consideración,
especialmente la religiosa. En esta época el mundo de las letras recibió un gran
impulso con la invención de la imprenta por Gutenberg, hecho que propició el
acceso a la literatura por un público más mayoritario. Ello conllevó a una mayor
preocupación por la ortografía y la lingüística, surgiendo los primeros sistemas de
gramática en lenguas vernáculas (como la española de Elio Antonio de Nebrija) y
apareciendo las primeras academias de lenguas nacionales.87

La nueva literatura se inspiró como el arte en la tradición clásica grecolatina, aunque


también recibió una gran influencia de la filosofía neoplatónica desarrollada
contemporáneamente en Italia. Por otro lado, refleja el nuevo ideal de hombre
renacentista, que se ejemplifica en la figura del «cortesano» definida por Baldassare
Castiglione: debía de dominar las armas y las letras por igual, y tener «buena
gracia» o naturalidad sin artificio.88

En Italia, cuna del nuevo estilo, perduraban aún los ecos de tres grandes autores
medievales considerados a veces precursores del nuevo movimiento: Dante,
Petrarca y Boccaccio. Entre los literatos surgidos en esta era conviene destacar a:
Angelo Poliziano, Matteo Maria Boiardo, Ludovico Ariosto, Jacopo Sannazaro,
Pietro Bembo, Baldassare Castiglione, Torquato Tasso, Nicolás Maquiavelo y Pietro
Aretino. Su influencia se denotó en Francia, donde descollaron François Rabelais,
Pierre de Ronsard, Michel de Montaigne y Joachim du Bellay. En Alemania, la
reforma protestante impuso una mayor austeridad y una temática religiosa, cultivada
por Ulrich von Hutten, Sebastian Brant y Hans Sachs. En Inglaterra, cabe citar a
Tomás Moro, Edmund Spenser, Michael Drayton, Henry Constable, George
Chapman, Henry Howard y Thomas Wyatt. En Portugal se halla la figura
predominante de Luís de Camões.88

En España comenzó una edad dorada de las letras, que se prolongaría hasta el
siglo xvii: la poesía, influida por la italiana del stil nuovo, contó con las figuras de
Garcilaso de la Vega, fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de
Jesús; en prosa surgieron los libros de caballería (Amadís de Gaula, 1508) y se
inició el género de la picaresca con el Lazarillo de Tormes (1554), mientras que
despuntó la obra de Miguel de Cervantes, el gran genio de las letras españolas,
autor del inmortal Don Quijote (1605).

Teatro
El teatro renacentista también acusó el paso del teocentrismo al antropocentrismo,
con obras más naturalistas, de aspecto histórico, intentando reflejar las cosas tal
como son. Se buscaba la recuperación de la realidad, de la vida en movimiento, de
la figura humana en el espacio, en las tres dimensiones, creando espacios de
efectos ilusionísticos, en trompe-l'œil. Surgió la reglamentación teatral basada en
tres unidades (acción, espacio y tiempo), basándose en la Poética de Aristóteles,
teoría introducida por Lodovico Castelvetro. En torno a 1520 surgió en el norte de
Italia la Commedia dell'arte, con textos improvisados, en dialecto, predominando la
mímica e introduciendo personajes arquetípicos como Arlequín, Colombina,
Pulcinella (llamado en Francia Guignol), Pierrot, Pantalone, Pagliaccio, etc. Como
principales dramaturgos destacaron Niccolò Machiavelli, Pietro Aretino, Bartolomé
Torres Naharro, Lope de Rueda y Fernando de Rojas, con su gran obra La Celestina
(1499). En Inglaterra descolló el teatro isabelino, con autores como Christopher
Marlowe, Ben Jonson, Thomas Kyd y, especialmente, William Shakespeare, gran
genio universal de las letras (Romeo y Julieta, 1597; Hamlet, 1603; Otelo, 1603;
Macbeth, 1606).89
Música
La música renacentista supuso la consagración de la polifonía, así como el
afianzamiento de la música instrumental, que iría evolucionando hacia la orquesta
moderna. Apareció el madrigal como género profano que aunaba texto y música,
siendo la expresión paradigmática de la música renacentista. En 1498 Ottaviano
Petrucci ideó un sistema de imprenta adaptado a la música, en pentagrama, con lo
que se empezó a editar música. Las primeras novedades se produjeron en Flandes,
donde se desarrolló la llamada polifonía «a la flamenca», cultivada por Guillaume
Dufay, Johannes Ockeghem y Josquin des Prés. También cultivaron el madrigal
Orlandus Lassus, Luca Marenzio, Carlo Gesualdo, Claudio Monteverdi, Cristóbal de
Morales y Tomás Luis de Victoria, mientras que en polifonía religiosa destacó
Giovanni Pierluigi da Palestrina. En música instrumental descolló Giovanni Gabrieli,
quien experimentó con diversos timbres de instrumentos de viento y con efectos de
sonido cruzado y de relieve.90

En los países protestantes la música cobró gran relevancia, ya que el propio Lutero
defendía la importancia de la música en la liturgia religiosa. Aquí se cultivó
especialmente el coral, un género musical a capella o con acompañamiento
instrumental, generalmente a cuatro voces mixtas. Algunos de los compositores que
lo cultivaron fueron Johann Walther y Valentin Bapst.91

A finales del siglo xvi nació la ópera, iniciativa de un círculo de eruditos (la Camerata
Fiorentina) que, al descubrir que el teatro griego antiguo era cantado, tuvieron la
idea de musicalizar textos dramáticos. La primera ópera fue Dafne (1594), de
Jacopo Peri, a la que siguió Euridice (1600), del mismo autor; en 1602 Giulio Caccini
escribió otra Euridice; y, en 1607, Claudio Monteverdi compuso La favola d'Orfeo,
donde añadió una introducción musical que denominó sinfonía, y dividió las
estructuras cantadas en arias.92
Danza
La danza renacentista tuvo una gran revitalización, debida de nuevo al papel
preponderante del ser humano sobre la religión, de tal manera que muchos autores
consideran esta época el nacimiento de la danza moderna. Se desarrolló sobre todo
en Francia –donde fue llamado ballet-comique–, en forma de historias bailadas,
sobre textos mitológicos clásicos, siendo impulsado principalmente por la reina
Catalina de Médicis. Se suele considerar que el primer ballet fue el Ballet comique
de la Reine Louise (1581), de Balthazar de Beaujoyeulx. Las principales
modalidades de la época eran la gallarda, la pavana y el tourdion. En esta época
surgieron los primeros tratados sobre danza: Domenico da Piacenza escribió De
arte saltandi et choreas ducendi, siendo considerado el primer coreógrafo de la
historia; Thoinot Arbeau hizo una recopilación de danzas populares francesas
(Orchesographie, 1588).93

Ciencia
El sistema copernicano (De revolutionibus orbium coelestium)

Durante el Renacimiento la ciencia cobró un gran auge, ligada a la nueva visión


antropocéntrica del humanismo, y favorecida por la invención de la imprenta y por
los viajes y descubrimientos geográficos ocurridos en esta era.109 Las ciencias
naturales, fundamentadas en la metafísica nominalista, se diferenciaron de los
estudios anteriores —de raíz aristotélica— en dos factores esenciales: la idea de la
naturaleza y el método físico.110 La primera evoluciona desde la física ontológica
aristotélica hacia un discurrir simbólico fundamentado en las matemáticas, pasando
de analizar el «ser de las cosas» a interpretar «variaciones de fenómenos»; por
tanto, se renuncia a conocer las causas a cambio de medir los fenómenos, sentando
las bases de la ciencia positiva.111 El método físico, por otro lado, se fundamenta
en el empirismo, basado en el «análisis de la naturaleza», el cual parte de una
hipótesis de origen matemático para llegar a una comprobación a posteriori de esa
premisa apriorística.112 Uno de los principales teóricos de la nueva ciencia fue el
filósofo inglés Francis Bacon, padre del empirismo filosófico y científico; su principal
obra, Novum organum, presenta la ciencia como técnica, experimental e inductiva,
capaz de dar al ser humano el dominio sobre la naturaleza.113

Una de las disciplinas científicas que más se desarrolló en esta época fue la
astronomía, gracias especialmente a la figura de Nicolás Copérnico: este científico
polaco fue el difusor de la teoría heliocéntrica —los planetas giran alrededor del
Sol— frente a la geocéntrica admitida en la Edad Media —la Tierra es el centro del
universo—. Expuso esta teoría, basada en la de Aristarco de Samos, en su obra De
revolutionibus orbium coelestium (1543).114 Este sistema fue posteriormente
desarrollado por Johannes Kepler, quien describió el movimiento de los planetas
conforme a órbitas elípticas (Astronomia nova, 1609).115 Por último, Galileo Galilei
sistematizó estos conocimientos y formuló los principios modernos del conocimiento
científico, por lo que fue procesado por la Inquisición y obligado a retractarse; sin
embargo, está considerado por ello el fundador de la física moderna.116 Otro
astrónomo destacado de este período fue Tycho Brahe, creador del observatorio de
Uraniborg, desde el que realizó numerosas observaciones astronómicas que
sirvieron de base a los cálculos de Kepler.117 También cabe remarcar que en 1582
el papa Gregorio XIII introdujo el calendario gregoriano, que sustituyó al anterior
calendario juliano.118

Las matemáticas también avanzaron notablemente en esta época: Christoph


Rudolff desarrolló la utilización de las fracciones decimales; Regiomontano estudió
la trigonometría esférica y rectilínea en De triangulis omnimodis (1533); los italianos
Gerolamo Cardano y Lodovico Ferrari resolvieron las ecuaciones de tercer y cuarto
grado, respectivamente; otro italiano, Tartaglia, utilizó el triángulo aritmético para
calcular los coeficientes de un binomio (Tratado general de números y medidas,
1556); Rafael Bombelli estudió los números imaginarios (Álgebra, parte mayor de la
aritmètica, 1572); François Viète efectuó importantes avances en trigonometría
(Canon mathematicus, 1579), y creó el simbolismo algebraico (Isagoge in artem
analyticam, 1591); Simon Stevin estudió las primeras tablas de intereses, resolvió
el problema de la composición de fuerzas y sistematizó las fracciones
decimales.119

En ciencias naturales y medicina también hubo importantes avances: en 1543


Andrés Vesalio publicó De humani corporis fabrica, un compendio de anatomía con
profusas ilustraciones considerado uno de los más influyentes libros científicos de
todos los tiempos; Bartolomeo Eustachio descubrió las cápsulas suprarrenales;
Ambroise Paré inició la cirugía moderna; Conrad von Gesner inauguró la zoología
moderna con una primera clasificación de animales por géneros y familias; Miguel
Servet describió la circulación pulmonar, y William Harvey la de la sangre; Gabriele
Falloppio estudió la estructura interna del oído; Ulisse Aldrovandi creó el primer
jardín botánico en Bolonia; Bernard Palissy fundamentó la paleogeografía; Caspar
Bauhin introdujo un primer método de clasificación de las plantas; y Zacharias
Janssen inventó el microscopio en 1590.120

También avanzó notablemente la geografía y la cartografía, gracias a los numerosos


descubrimientos realizados en esta época. Cabe destacar la labor del flamenco
Gerardus Mercator, autor del primer mapa del mundo (1538) y descubridor de un
método de posicionamiento geográfico sobre un mapa del rumbo dado por una
aguja imantada.121

En el terreno de la química, relacionada todavía con la alquimia medieval, hubo


escasos avances: Georgius Agricola fundó la mineralogía moderna, clasificando los
minerales según sus caracteres externos (De Re Metallica, 1556); Paracelso aplicó
la alquimia a la medicina, estudiando las propiedades de los minerales como
fármacos, en el transcurso de cuyas investigaciones descubrió el cinc; Andreas
Libavius escribió el primer tratado sobre química con una mínima base científica
(Alchimia, 1597), e introdujo diversos preparados químicos, como el ácido
clorhídrico, el tetracloruro de estaño y el sulfato amónico, así como la preparación
del agua regia.122

Por último, conviene citar la figura polifacética de Leonardo da Vinci, ejemplo del
hombre renacentista interesado en todas las materias tanto artísticas como
científicas (homo universalis). En el terreno de la ciencia, realizó varios proyectos
como máquinas voladoras, concentradores de energía solar o calculadoras, que no
pasaron de meros proyectos teóricos. También realizó trabajos de ingeniería,
hidráulica y mecánica, y estudios de anatomía, óptica, botánica, geología,
paleontología y otras disciplinas.123

Vida y costumbres

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