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Sin embargo, hoy en día se amontonan cada vez más residuos electrónicos en algunos países del
Sur sin que estos dispositivos reciban el tratamiento adecuado con importantes riesgos para la
salud de las personas y el medio ambiente.
Unas tres cuartas partes de estos residuos son falsamente declarados como bienes de
segunda mano y exportados a otros países o regiones, generalmente más pobres, y con
pocas o ninguna infraestructura para realizar un reciclaje adecuado tanto para la salud de
quienes realizan el reciclado como para el medio ambiente.
Los productos electrónicos están formados por cientos de materiales diferentes que
contienen sustancias tóxicas como plomo, mercurio, cadmio, arsénico y retardantes de
llama. Este tipo de procesamiento rudimentario de residuos electrónicos conlleva
graves consecuencias para el medio ambiente y la salud humana, incluida la
contaminación del aire cuando los paneles se calientan para acceder a los metales, la
contaminación del suelo a medida que los productos químicos se filtran en la tierra y la
contaminación del agua.
Esta contaminación del aire y el agua puede dañar severamente comunidades enteras,
causando envenenamiento, abortos involuntarios, lesiones cerebrales e incluso
muertes. Además, quienes trabajan en estos lugares -buena parte de ellos son niños-
sufren frecuentes enfermedades especialmente al respirar estos humos tóxicos.
En el plano económico:
Tanto para uso como para otros, la falta de reciclaje de estos productos supone
tirar a la basura minerales que van siendo progresivamente cada vez más difíciles
de conseguir. Menos cantidad disponible, pero más demanda; el resultado no
puede ser otro que un encarecimiento de recursos fundamentales para el proceso
económico. Un ejemplo es el caso de las llamadas “tierras raras”, unos metales
importantes para la fabricación de las futuras generaciones de equipos
electrónicos, así como para las infraestructuras de energía renovable, y cuya
escasez se ve acrecentada por la falta de reciclaje de estos productos.
Además, los minerales no están igualmente repartidos por la geografía global. Por
lo que, al igual que ha sucedido con otros recursos valiosos en el pasado, desde el
oro hasta el petróleo, el conflicto está asegurado.