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La Fe

La fe es plena certeza y confianza en Dios, en su amor por mí y en su poder para ayudarme sin importar lo
que encuentre en el camino. “Pero no es posible agradar a Dios sin tener fe, porque para acercarse a Dios,
uno tiene que creer que existe y que recompensa a los que lo buscan.” Hebreos 11:6.

La fe es luz. Dios llega al corazón del hombre para llevar luz: “Yo soy la luz, y he venido al mundo para que
todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas (Jn 12,46).

Además, la fe es el centro de la actividad cristiana: Vana seria nuestra fe si Cristo no hubiera resucitado” (1
Cor. 15,14)

¿De dónde proviene la fe? La fe no es algo que conjuramos por nuestra cuenta, ni es algo de nacimiento,
tampoco es un resultado de la diligencia en estudiar o buscar lo espiritual. Efesios 2:8-9 hace claro que la fe
es un don de Dios, no porque lo merecemos, lo hemos ganado, o somos dignos de tenerlo. No es de nosotros
mismos; es de Dios. No se obtiene por nuestro poder o nuestro libre albedrío. Simplemente es dada a
nosotros por Dios, junto con su gracia y misericordia, según su santo plan y propósito, y por eso, él recibe
toda la gloria.

Para vivir una verdadera felicidad, hay que vivir los diferentes momentos y situaciones de nuestra vida, pero
con una característica especial. Que hagamos parte de nuestra vida a Jesús, es decir, que todos nuestros
proyectos estén guiados por la fuerza del Espíritu Santo, que todo cuanto hacemos esté acompañado de una
profunda fe en el Señor, que cada día confiemos en Dios todo lo que hacemos, así sean las cosas más sencillas
e insignificantes. Sin embargo, debemos apuntar a la meta más grande y extraordinaria. ¡La salvación! Nos
dice la escritura en 1 Pedro 1,8-9. “Ustedes lo aman a pesar de no haberlo visto; y aunque no lo ven ahora,
creen en él y se alegran con un gozo indescriptible y glorioso, pues están obteniendo la meta de su fe, que es
su salvación”

Ahora bien, la verdadera alegría del cristiano, consiste en no quedarse en las cosas superficiales, sino en
poner toda nuestra fe y confianza en Jesús, de tal manera que podamos obtener el mejor de los premios, es
decir, vivir como salvados. El cristiano que se alegra de vivir su fe en Jesús, puede enfrentarse a los problemas
con una mirada diferente, no se deja vencer por las dificultades ni por las tentaciones, siempre encuentra na
salida y vive con esperanza y con la plena convicción que el Señor le da la sabiduría y la fortaleza para salir
adelante, experimentando así el verdadero gozo en el Señor.

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