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CONCLUSIONES

1. La petición de herencia es una acción propia del sucesor universal, y no


es ejercida como continuador de la acción del causante. La petición de
herencia es de naturaleza intrínseca a la acción del sucesor universal
porque aquella tiene la posibilidad de nacer por la muerte del causante y
es ejercida en virtud del título de heredero que ostenta un sucesor
universal.
2. Esta acción no puede ser ejercida por el causante debido a que este no
podría ser heredero de la masa hereditaria causada por su propia muerte,
lo que nos llevaría a vulnerar el principio lógico de no contradicción.
3. Heritatis petino es la acción reconocida por el Derecho Romano, que
resulta ser un antecedente de la hoy denominada petición de herencia;
sin embargo, como alguna vez señalara Fernández de Trazegnies: «las
instituciones jurídicas no son soluciones universales a determinados
problemas sino intentos históricos de dar respuesta jurídica a problemas
cuya raíz es a veces –no siempre- universal»; por lo tanto, no puede ser
concebida la heritatis petino como una petición de herencia propiamente
dicha, debido a que la primera se ocupa contra los que poseían la bienes
hereditarios en calidad de pro herede o pro possessore. Mientras que, la
segunda se ocupa exclusivamente ante la situación de dos sujetos que se
atribuyen la misma vocación sucesoria y, por lo tanto, uno niega al otro en
cuanto a su cualidad de sucesor universal.
4. La petición de herencia es una acción real como propugna el autor del
texto. Mi afirmación se basa en lo siguiente: la petición de herencia radica
en la petición que realiza el sucesor universal con título de heredero real,
desplazando, así, al heredero aparente. La acción parte, a priori, del título
de heredero real que ostenta el accionante –que más allá de probarlo o
no, ya lo ostenta y por lo tanto es un conocimiento a priori y no a
posteriori-, como consecuencia de ello, se obtiene la posesión que
debería ostentarse en base a la propiedad sobre el bien que tiene el
heredero real y no el aparente.
5. Cabe resaltar, además, que la idea de regir las normas de los derechos
de sucesiones bajo una lógica formal viene a ser, desde mi punto de vista,
un simple ideal que en ello quedará y no irá más lejos. Kelsen apuntó
alguna vez en su obra Teoría General de las Normas que las reglas de la
lógica se aplican al silogismo técnico y no al silogismo práctico o
normativo.
6. Para ser breve, mi crítica gira en torno a que las normas no siempre tienen
la característica de ser verdaderas, esto porque, si, tal vez, formalmente
pueden serlas, materialmente no; es decir, en el instante de materializarse
en la realidad práctica, existe la posibilidad que no sea verdadera, al ser
imposible su aplicación práctica, por lo tanto, será falsa y no cabría aplicar
la lógica formal.
7. Como conclusión final corresponde realizar el análisis de nuestra
legislación nacional con respecto a la legislación argentina utilizada en el
texto del Dr. Luis Obsejevich. Se aprecia en aquél texto que existe la
denominada acción de partición en el cual accionado reconoce al
accionante el título de sucesor universal y en consecuencia no se discute
la calidad de tal, sino la porción que les correspondería a cada uno de
ellos, es decir va a concurrir con el accionado.
8. Figura que se encuentra regulada en el artículo 664 como Petición de
Herencia ya que se establece: “ y se dirige contra quien los posea en todo
o parte a título sucesorio, para excluirlo o para concurrir con él”. De la
redacción normativa se puede apreciar dos consecuencias
jurídicas, exclusión del heredero aparente y concurrencia como
coheredero.

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