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Instituto Superior Pedro Francisco Bonó

Filosofía Social y Política


Nombre: Yasniel Romero Marrero, sj

Santo Domingo, 29 de abril de 2019

Querida Ani:

Bien sabes cuánto me complace escribirte después de largo tiempo sin hacerlo. Eso no
significa que haya estado sin de saber de ti. He podido estar al tanto de los pasos que vas
dando en la vida, pues siempre he tratado de averiguar, a través de otros, de cómo te va
yendo. Así que he podido saber que recientemente te recibiste en la carrera de Psicología, y
desde ya recibe mis felicitaciones por ello. También me he enterado que ya tienes una
nueva sobrina, a la que le pusieron por nombre Pilar y que espero comparta de su tía las
mismas luces y su misma disposición ante la vida. ¡Cuánto quisiera expresar la alegría que
siento cuando te escribo estas líneas! Lo hago en este momento porque justamente acabo de
terminar una materia que intuyo te gustaría mucho, ya que los temas políticos y sociales te
han apasionado todo el tiempo. La asignatura se llama Filosofía Política y Social. Te
comentaré un poco de lo que trató.

Ante la pregunta por el objeto de estudio de la filosofía social, o lo que es lo mismo, qué es
aquello por lo que se interesa fundamentalmente esta disciplina, se puede responder
determinando los elementos básicos que constituyen su calificativo, lo social. Es decir,
tiene por propósito los entes sociales, y por esto se entiende a las personas, las diversas
unidades constituidas por ellas y por su interacción, como la familia, los gremios, las
sociedades, los estados, etc., así como la relación entre ellos. El estudio que hace de este
objeto la filosofía tiene su sello distintivo, pues lo realiza desde la reflexión filosófica,
tratando de encontrar las estructuras fundamentales que expliquen los entes sociales; y este
enfoque es precisamente universal, total y crítico. Te hablo en estos términos porque sé
bien que los comprendes, dada tu rica formación humanística.

Por tanto, se pueden distinguir dentro del campo de esta disciplina algunas partes que se
encargan de algunos temas específicos. Así, si surge la pregunta sobre cómo puede
conocerse lo social, o cuáles son los métodos para conocer los fenómenos sociales, la
epistemología social se encarga de dar respuesta explicando el origen, fuente y validez del
conocimiento social. Si se enfoca desde el ser propio de la sociedad, de la esencia de la
misma, independiente de cualquier ente particular, se puede hablar de una subdiscilpina
llamada ontología social o metafísica social. Si nos enfocamos en los fines últimos
sociales, la relación entre el hombre y la sociedad, sus derechos y deberes recíprocos,
estaremos hablando de ética social. Respecto a los valores vinculados a la sociedad, como
la justicia y la paz, cuáles son sus orígenes, de qué manera se manifiestan, se tendrá a la
axiología social o teoría de los valores para explicarla. De esta manera puede dividirse,
aunque no rigurosamente, la filosofía social en cuatro ramas: la epistemología social, la
ontología social, la ética social y la axiología social.

Todo esto es en cuanto tal a lo que se suele entender, a groso modo, por filosofía política y
social. Pero en el curso, impartido por un excelente profesor de nombre Berthony Saint
Georges, tuvimos la oportunidad de analizar los elementos básicos de la teoría del
reconocimiento de un autor llamado Axel Honneth, elementos contenidos en su libro La
“lucha por el reconocimiento”, de 1992. Dicha teoría se inscribe dentro del marco de la
Teoría Crítica Social, cuyas raíces se encuentran en la escuela de Frankfurt. Ella pretende
explicar las experiencias de las luchas y los movimientos sociales desde una categoría de
Hegel denotada con el término reconocimiento, la cual constituyó la herramienta
conceptual básica de todo el andamiaje teórico. Con ella se pueden diagnosticar y analizar
determinados fenómenos sociales que pueden ser calificados, desde cierto punto de vista,
como desórdenes o singularidades patológicas.

Aunque hay que advertir que Honneth no sólo se apoya en Hegel, sino que incluye los
resultados de los estudios psicológicos de la subjetividad; así que no es de extrañar que
tome como punto de partida, junto con Hegel, al psicólogo social Mead. Con esto, vincula
al reconocimiento con tres de sus manifestaciones intersubjetivas, también denominadas
esferas. La esfera del amor, que asume como principio la atención afectiva de las relaciones
íntimas; la esfera del derecho, que presupone la igualdad jurídica que establece las
relaciones entre los actores de una comunidad política; y la esfera de la solidaridad, que se
vincula al principio de la valoración social de las capacidades individuales específicas en el
marco de los valores y objetivos compartidos por una comunidad dada. Pero has de
observar que estos principios en los que se sustentan las esferas del reconocimiento forman
parte de la estructura axiológica de la Modernidad.

Simétricamente, a estas esferas del reconocimiento se le oponen, en cierta medida, otros


tres ámbitos que no son otra cosa que formas del menosprecio. Ellas son: violación,
desposesión y deshonra. Con la violación, ruptura en la esfera del amor, se pierde la
confianza en sí mismo. Con el segundo tipo de menosprecio, la desposesión de derechos, el
individuo pierde el respeto de sí mismo. Y con el tercer tipo, la deshonra, el individuo ve
atentada su autorrealización. De esta manera, toda forma de menosprecio establece las
condiciones para una lucha por el reconocimiento. A groso modo, la lucha de los
movimientos sociales es una lucha por el reconocimiento allí donde ha tenido logar alguna
forma de menosprecio.

Pero como te imaginarás, a toda teoría se le hace una crítica. En un artículo de José Manuel
Romero Cuevas, éste trata de mostrar que el tratamiento de la base normativa de dicha
teoría, a través de parámetros normativos formales y la concepción de la Modernidad como
proceso histórico que produce la diferenciación de tales parámetros normativos, genera un
carácter acrítico en dicha teoría respecto a la sociedad capitalista. Además, tanto Habermas
como Honneth, exponentes de la Teoría Crítica, incluyen al capitalismo entre las divisiones
normativas de la modernidad. El concepto de modernidad y sociedad moderna como
emergencia y encarnación de los patrones normativos está relacionado a la estructura
económica capitalista y a los valores y las formas de pensamiento vinculadas a ella.

Para Habermas, el capitalismo tiene una justificación funcionalista; imprescindible para las
sociedades modernas, en las que las relaciones no son muy complejas para la débil acción
comunicativa. Para Honneth resulta justificable desde el orden moderno del
reconocimiento, pues una de sus dimensiones es la esfera de la valoración social en forma
de trabajo, lo cual es constitutivo de las sociedades capitalistas. Por tanto, ambos justifican
como normativo una formación social de tipo capitalista. De esta manera, el capitalismo
deja de ser criticable desde los parámetros normativos de la modernidad, y sólo lo son, a lo
sumo, sus excesos. José Manuel Romero Cuevas llega a la conclusión de que esta tendencia
acrítica del capitalismo de la Teoría Crítica Social es consecuencia del formalismo y de la
concepción de la modernidad como proceso de formación de los parámetros normativos.

Pues bien Ani, de esta manera te he puesto al tanto de algunos elementos de la materia que
terminé de tomar. Tengo la seguridad que te va a interesar lo mismo que a mí, o incluso
más. Siempre me ha agradado compartir contigo temas de este tipo. No olvido el tiempo
cuando nos conocimos y charlábamos de temas similares, los cuales nos parecían muy
interesantes. Ahora evoco esos gratos recuerdos. Y con ellos me voy despidiendo. Recibe
desde aquí un gran abrazo con todo mi corazón. Espero verte pronto. Escríbeme cuanto
antes. Te quiere.

Yasniel

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