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1. PENTECOSTÉS
Primeros cristianos según los hechos de los apóstoles Hch 2, 42-47
Pentecostés Hch 2, 22-41
Gran fuerza misionera de la predicación apostólica Hch 4
“Muchos de los que habían escuchado la palaba abrazaron la fe, y así el número de los creyentes, contando
sólo los hombres, se elevó a unos cinco mil…”
“La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma”.
Hch 5. Comienzan a ser una comunidad visible y sociológicamente identificable.
“Solían reunirse con un mismo espíritu en el pórtico de Salomón”.
Acudían a la enseñanza de los Apóstoles.
Vivían en comunión.
Celebraban la fracción del pan.
Oraban juntos.
2. La vida de los cristianos es prueba de la grandeza y belleza de su religión (libro III, 15)
"En los cristianos se da un sabio dominio de sí mismos, se practica la continencia, se observa el matrimonio
único, la castidad es custodiada, la injusticia es excluida, la piedad es apreciada con los hechos. Dios es
reconocido, la verdad considerada norma suprema.
La gracia los custodia, la paz los protege, la palabra sagrada los guía, la sabiduría los instruye, la vida
(eterna) los dirige, Dios es su rey".
Orígenes en el s. III decía: “Demos por hecho que los cristianos eran pocos en el comienzo”.
Se supone que la iglesia de Roma era excepcionalmente poderosa (cfr. Dionisio de Corinto año 170, petición
de Ignacio de Antioquía).
La proporción de cristianos era sustancialmente más alta en las zonas urbanas.
En el año 311 el emperador Galerio cambió de postura y de obligar a los cristianos a rezar a los dioses
romanos pasó a pedirles que orasen a “su propio Dios por nuestra seguridad y la del Estado”.
El edicto de Constantino fue la continuación de una política del Estado.
La base social:
Lejos de ser un grupo social deprimido entre los primeros cristianos predominaban las personas con
pretensiones sociales entre la sociedad de las ciudades. Pertenecían a círculos urbanos de artesanos bien
situados, mercaderes y miembros de profesiones liberales. Las clases más bajas estaban muy poco
representadas en la Iglesia primitiva.
Ejemplos: Erasto, tesorero de la ciudad de Corinto. Pomponia Graecina, de la clase senatorial, los Flavios
cristianos, Gala Placidia (foto), la petición de Ignacio de Antioquía.
Al parecer el cristianismo se apoyó al principio en la clase media y alta. Los primeros escritores se dirigían
a lectores cultos y educados.
Dentro de la cultura cristiana las mujeres gozaban de un status muy superior que el que tenían en el mundo
grecorromano. De hecho en el 370 el emperador Valentiniano I le pidió al papa Dámaso I que dejaran de
hablar con las mujeres paganas para evitar sus conversiones.
Existió una cierta tolerancia con los matrimonios mixtos. El papa Calixto dictaminó que las mujeres
cristianas podían vivir en “justo concubinato” sin embarcarse en el matrimonio. Así intentaba solucionar el
problema de las mujeres de clase alta , las cuales no encontraban maridos entre los hombres de la comunidad
cristiana. Se deduce que a las mujeres de clase media baja se les permitía casarse con paganos. Los
matrimonios mixtos eran pues muy frecuentes. Fue un tema discutido por los Padres de la Iglesia.
El alto grado de compromiso que suscitó la Iglesia primitiva entre sus miembros hizo que éstos se sintieran
seguros cuando se unían en matrimonios mixtos.
El matrimonio exógamo permitió que se mantuviera un alto grado de fecundidad en las mujeres cristianas,
las cuales se casaban en su mayoría y fue una las razones de la rápida expansión del cristianismo.
4.5. La fertilidad.
Tácito nos informa que pese a las medidas de los emperadores para apoyar la fertilidad (regalo de tierras,
subsidios económicos, sanciones a las parejas sin hijos, a lo solteras de cierta edad, prohibición del celibato)
prevaleció la escasez de niños. Las epidemias junto a esta baja fertilidad fueron los factores por los que se
produjo una escasez en la población del Imperio. Se trató de compensar permitiendo un importante flujo de
población bárbara. Los cristianos mantuvieron una importante tasa de natalidad y una tasa de mortalidad
sustancialmente menor.
Causas de la baja fertilidad en el Imperio:
• La baja estima masculina por el matrimonio. Encontraban muy difícil relacionarse con las mujeres. A
las mujeres se les exigía virginidad y fidelidad mientras los hombres eran promiscuos.
• Infanticidio: era común y razonable deja expuestos a los bebés no deseados. Estaba justificado por la
ley y defendida por los filósofos. En Asquelon fueron hallados los restos humanos de unos cien
bebés en el sumidero atascado de unos baños públicos.
• Aborto: existía un amplio repertorio de técnicas abortivas, la mayoría de las cuales eran muy
peligrosas y provocaron la muerte de muchas mujeres (ingerir veneno, introducir veneno en el útero,
métodos mecánicos de extracción). La relativa abundancia de abortos se justifica por el intento de
ocultar las relaciones sexuales ilícitas. También se daba por motivos económicos. Los hombres
tenían el poder de obligar a abortar a sus mujeres.
• Control de la natalidad con métodos anticonceptivos.
• Escasez de mujeres.
El primer cristianismo fue ante todo un fenómeno urbano. La primera expansión fue en las grandes ciudades
de Asia Menor.
Las grandes ciudades el imperio eran: Roma con 650000 habitantes, Alejandría con 400000, Éfeso con
200000, Antioquía con 150000, Corinto con 100000, Cádiz 100000.
Cuánto más grandes más posibilidades había de que hubiera cristianos.
En las ciudades se daba una tasa más alta de no convencionalismo, lo cual hacía a la gente más receptiva a
nuevas corrientes.
En aquel tiempo era relativamente fácil desplazarse a cualquier parte del imperio.
Los factores vitales para preparar la recepción del mensaje cristiano fueron las comunicaciones, el contacto
cultural y las redes de relaciones interpersonales.
Los lugares familiarizados con la cultura judía fueron más receptivos (los “temerosos de Dios”).
Las sinagogas de las ciudades (los judíos de la Diáspora) fueron los principales centros de expansión y
crecimiento de la iglesia al principio.
El estudio de la expansión de la herejía gnóstica en las ciudades confirma también la mayor presencia de
cristianos en las ciudades.
¿Qué diremos después de todo esto? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará
contra nosotros? El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por
todos nosotros, ¿no nos concederá con él toda clase de favores? ¿Quién podrá
acusar a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica.
¿Quién se atreverá a condenarlos? ¿Será acaso Jesucristo, el que murió, más
aún, el que resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros?
¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las
angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada? Como
dice la Escritura: Por tu causa somos entregados continuamente a la muerte; se
nos considera como a ovejas destinadas al matadero. Pero en todo esto
obtenemos una amplia victoria, gracias a aquel que nos amó. Porque tengo la
certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo
presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni
ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en
Cristo Jesús, nuestro Señor. .
Rom. 8, 31-39